1. Humanismo
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL HUMANISMO PEDAGÓGICO
El Humanismo histórico es el movimiento cultural que marca la transición entre
la Edad Media y la Edad Moderna
La nueva sensibilidad se fragua en Italia, a mediados del siglo XIV, en la figura
de Petrarca
2. Bajo la influencia de los humanistas italianos, otros países europeos se
abren al nuevo movimiento. Sin olvidar que, a partir del siglo XVI, también
se proyecta hacia las nacientes instituciones culturales y educativas del
Nuevo Mundo. En España, a mediados del siglo xv, Elio Antonio de
Nebrija se constituye en el máximo representante del Humanismo en la
península. A él se debe también el primer tratado humanístico de
educación -De liberis educandis libellus- un breve compendio de ideas
pedagógicas de autores clásicos, que compone en 1453. En la misma
fecha y con una estructura muy similar aparece el De arte disciplina et
modo alendi et eru-diendi jilios, de Rodriga Sánchez de Arévalo.
Sobre .estos cimientos se levanta todo el edificio del Humanismo
pedagógico que, en su evolución, va desarrollando un carácter propio y
original que se plasma en las obras del siglo XVI. En esta época
comienza a extinguirse la influencia italiana. El mundo intelectual va a
estar ahora dominado por la figura, espléndida y controver-tida de
Erasmo de Rotterdam.
Después de un periodo de esplendor y de fecundidad, en el siglo XVII, el
Humanismo comienza a manifestar síntomas de decadencia
3. LA INTEGRACIÓN DE LOS CLÁSICOS EN LA EDUCACIÓN CRISTIANA
Si algo caracteriza al Humanismo, desde sus orígenes, es el deseo de
volver a las fuentes de la cultura occidental en busca de la verdadera
filosofía y de una piedad más sencilla y auténtica.
El Humanismo moderno, en este sentido, no es más que la continuidad de un
largo debate que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, cuando se
plantea si es conveniente o no unir las letras profanas y las letras sagradas, la
revelación divina y la cultura humana.
4. La preocupación del Humanismo es la preocupación educativa. Cuando
la cul-tura se concreta en educación, cuando sale del círculo erudito
para convertirse en la base de la formación humana, todos los cuidados
son pocos, porque el niño y el joven no tienen esos estómagos robustos
que a veces requieren ciertas lecturas.
5. CONCEPCIÓN ANTROPOLÓGICA.
EL DISCURSO RETÓRICO SOBRE LA DIGNIDAD HUMANA.
Aunque, desde sus orígenes, el Humanismo preconiza una ruptura con la Edad
Media y con la Escolástica, no se trata realmente de un juicio a sus doctrinas
filosóficas, sino a la corrupción del método dialéctico, evidente ya en el siglo XIV.
No hay, por tanto, una diferencia radical respecto a la concepción cristiana del
hombre y del mundo. Lo que cambia es el enfoque que se da ahora al
pensamiento antropológico. La lógica, en la búsqueda de la verdad, cede el
paso a la retórica. Ya no se trata de argumentar o de demostrar, sino de
expresar elocuentemente verdades ya conocidas.
Esta nueva forma de tratar el tema del hombre tiene la ventaja de la belleza, a
veces casi poética, que revisten muchos de los escritos de la época; pero en
contra-partida, suele carecer de sistematicidad y solidez filosóficas.
La importancia que el humanista italiano del siglo xv y el humanista francés del
XVI conceden al lenguaje no es gratuita. En su reflexión se contiene la clave del
Humanismo, la definición de la más honda aspiración de este movimiento que es
devolver a la palabra, al verbo, el protagonismo en la historia de la cultura. Saber
es, en definitiva, saber hablar.
6. EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN
El Humanismo concibe la educación como formación en el sentido exacto del
término. Educar es formar, moldear al hombre de acuerdo con todas las
perfecciones que hay implícitas en su naturaleza.
El hombre puede, por tanto, educarse porque posee la razón, pero también
por-que es un ser social capaz de comunicarse con otros hombres y compartir
sus conoci-mientos.
LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES
Hay deficiencias intelectuales y deficiencias senso-riales que el interés y la
preocupación educativa de esta época empiezan a tratar. Las primeras
únicamente de manera preventiva, a través de los consejos que aparecen en
los tratados de eugenesia. Las segundas, es decir la de los ciegos y
sordomudos, de una manera mucho más eficaz. La educación debe pues
adaptarse a las capacidades y tendencias individuales, lo que exige un buen
conocimiento y seguimiento personal.
Desde una perspectiva científica, la obra más signifi-cativa es el Examen de
ingenios para las ciencias (1575) del doctor navarro Juan Huarte de San Juan,
considerada como el primer tratado de orientación profesional.
7. LAS ETAPAS DEL PROCESO FORMATIVO
1. La eugenesia y los cuidados perinatales
Se trata, por tanto, de un largo proceso que de acuerdo con la importancia que
le concede el Humanismo debe comenzar cuanto antes. Incluso antes del
nacimiento, los padres ya deben de tomar las precauciones necesarias para
que la generación del hijo se realice en las mejores condiciones posibles. Este
es el gran tema de los consejos eugenésicos que encabezan muchas de las
obras educativas de esta época y que tiene como base la evidencia de que
una buena constitución física va a ayudar al mejor desarrollo de la persona.
2. La educación o crianza
Pero con todo, la verdadera educación comienza en la infancia. Al igual que en
la Edad Media, se concibe como un periodo difícil porque el niño, cuya razón
es aún muy rudimentaria, puede ser presa de sus malas inclinaciones. Es, por
tanto, la etapa más decisiva para la educación y la que estrictamente va a ser
designada con este término en los textos escritos en latín. La educación es
pues la educatio o crianza, la formación que el niño recibe en el ámbito
doméstico de mano de sus padres o de sus representantes, los pedagogos o
ayos.
8. LOS ESTUDIOS
La educación es sin duda moldear al nuevo ser, pero también adaptarse a su
natu-raleza, seguir su proceso evolutivo.
En los textos latinos del Humanismo, también siguiendo a los clásicos, ya no se
encontrará la palabra educare, sino docere, tradere, instituere o instruere. En
todo caso implica una formación inte-lectual sistemática-ordenada y jerarquizada
que llevará al niño y más tarde al joven, a la asimilación de una cultura general y
de una base científica.
Si hay algo claro y contundente en el pensamiento del Humanismo es su
confianza en el poder de los estudios como principio del perfeccionamiento
humano. Por ello, no pueden ser privativos de una determinada clase social,
sino que se deben extender en principio a todos los ciudadanos.
De acuerdo con su máxima de que los estudios favorecen la virtud, los
humanis-tas abordan también la educación intelectual femenina, aunque, si
duda, de manera muy limitada.
Por otra parte, sobre la mujer recae todo el peso de la teoría galénica, según la
cual su constitución física, dominada por humores incompatibles con una buena
configuración del cerebro, le impide el desarrollo del entendimiento.
9. LA FIGURA DEL PRECEPTOR O MAESTRO
Cuando la educación se sistematiza, sus principales agentes van a ser los
pre-ceptores o maestros. Aunque progresivamente su función va adquiriendo
un carácter profesional, se sigue considerando un ministerio casi sagrado.
Porque el maestro es un seguidor de la tarea docente de Jesucristo y porque
actúa como un padre espiritual al ayudar a la persona a adquirir una segunda
naturaleza, según la tradición cristiana y clásica que inspira el Humanismo.
EL FIN DE LA EDUCACIÓN
Al desarrollar el concepto de educación que forja el Humanismo se advierte
que el paradigma que propone es el del sabio, la persona cultivada y virtuosa,
que hace de su vida una obra de arte. El fin de la educación es, por tanto,
alcanzar la virtud.
La virtud constituye, ya de por sí, el premio al esfuerzo humano, la
recompensa a una vida honesta que se traduce en una serena felicidad
interior que nada puede perturbar.
El fin de la educación consiste pues en un estado de virtud que se alcanza
me-diante la sabiduría práctica. El sabio modelo al que aspira el proceso
formativo es la persona que ha cultivado su inteligencia y que pone sus
conocimientos y su vida al servicio del bien y de los demás hombres
10. LOS CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN EL PLAN DE ESTUDIOS HUMANÍSTICO
En general se comienza por una enseñanza elemental, en la que se aprenden
los rudimentos de la lectura y la escritura, junto con la doctrina cristiana.
Posteriormente se estudian las artes liberales, primero las artes instrumentales o
Trivium y después las artes o doctrinas del Quadrivium. Con esta preparación
acaba la educación básica. Si el alumno tiene ingenio suficiente se formará en la
Filosofía Moral, que supone también la Historia, tanto civil, como sa-grada y
eclesiástica.
Los cursos gramaticales
No hay una lengua universal y el Humanismo se tiene que enfrentar al eterno
dilema que esto supone. Así en unos países, entre ellos España, se piensa,
con bastante lógica, que el niño debe aprender primero la lengua materna y
poco a poco ir introduciéndole en el latín.
La gramática latina comienza, pues, por la pronunciación de las palabras, el
aprendizaje de las declinaciones y la conjugación de los verbos
En otros países, como Francia e Italia, estos primeros estudios se realizan ya
directamente en latín.
11. El curso de retorica
Al estudio de la gramática sobre los textos de los clásicos, seguirá el del
arte oratoria que en el Humanismo se basa en dos disciplinas, la Dialéctica
y la Retórica. En efecto, la Dialéctica, el arte de pensar, de distinguir lo
verdadero de lo falso, había sido el mé-todo de la filosofía medieval.
La Retórica comienza con el estudio de los grandes mo-delos de la oratoria,
en especial de Cicerón -el autor más admirado- pero no para copiados al
pie de la letra, según se insiste, sino para captar el espíritu de la verdadera
elocuencia.
Las artes del Quadrivium
A partir de aquí y una vez superados los estudios de las artes sermocinales ar-tes, en definitiva instrumentales- se pasa a las graves y sólidas disciplinas
del Quadrivium
En general, las artes del Quadrivium, siguen manteniendo su orden
tradicional.
Fundamentalmente consisten en las Matemáticas que, además de la
Aritmética, com-prende la Geometría, en la que se incluyen la Geografía y la
Cosmografía, la Astrono-mía, y la Música, así como los principios de la
Filosofía Natural, es decir, la ciencia que versa sobre el conocimientos de los
metales, las plantas, la naturaleza animal y finalmente la composición de la
naturaleza humana.
12. La filosofía moral y la historia
En torno, pues, a los dieciocho o veinte años, es decir en la madurez de la
ju-ventud, se estudia la Ética que, auxiliada por la historia, es la ciencia
del hombre por excelencia, la nodriza de la prudencia y la verdadera
culminación de los estudios de humanidad.
Mediante sus principios y normas, se aprende a llevar una vida recta que
se manifiesta en la virtud y en la piedad.