Título: Marimba a la lata, la historia del patrimonio del Pacífico
Sinposis: La historia de la Marimba contada por sus protagonistas.
Autor: Rosa Isabel Peláez
Realizado por: Diario El País
Fecha: Agosto 17 de 2014
1. Marimba a la lata, la historia del patrimonio del Pacífico
Golpe de chonta
Hay quienes en el Pacífico sur aseguran haber visto al mismísimo diablo tocar la malimba. Sí,
marimba o malimba, ese instrumento de 23 láminas de madera de chonta de longitudes
diferentes, dispuestas de mayor a menor, que se golpean con mazas para producir notas
musicales, cada una con su propia caja de resonancia.
Dice la leyenda que al marimbero, un día, el diablo se le va a aparecer para retarlo. Y a un niño y a
una mujer no les corresponde esa pelea.
De ahí que en los hombres recayera la hazaña de tocar el piano de la selva, y sacarle a mazazos
currulaos, pangos, berejús, patacorés, jugas de arrullo, adoraciones y bundes. “No era fácil que un
viejo le enseñara a un niño, tampoco había una pedagogía, ni paciencia ni necesidad de enseñar a
tocarla. Era el muchacho quien siguiendo a su papá o a su tío, aprendía a cortar la chonta, a
enterrarla, a afinarla”, dice el músico Hugo Candelario González.
Sobre este instrumento cuya música fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad, en 2010, junto a los cantos tradicionales del Pacífico Sur, se tejen muchas versiones.
Algunos dicen que en cada tonada que dan sus tablas suena el alma de los negros que murieron
encadenados. Otros cuentan que nació del río como nacen los caciques indígenas en la Laguna de
Juan Tama.
Hay quienes creen que los ancestros la inventaron a través del canto de las aves, que labraron una
palma de chonta y le pusieron a cada tablilla un tono que resonaba sobre un canuto o guadua. O
que es una transformación del balafón africano (hecho con calabazas).
“Nunca encontraremos la marimba que nos diga si es negra o indígena”, dice Héctor Javier Tascón,
inventor del método OIO, que enseña a tocarla ‘a lo occidental’.
“Algunos dicen que fue traída a América por los negros africanos. En Guatemala, donde es
instrumento nacional, la atribuyen a los indígenas. Otros afirman que tras la llegada de los
españoles y de los negros esclavos y con la huída de los indígenas , estos últimos dejaron la
marimba y los negros esclavos se la apropiaron. Pero si hay una marimba o dos en las
comunidades indígenas de Colombia es mucho. Eso hace dudar que fuera del arraigo indígena”,
dice Tascón, jefe de percusión del Conservatorio Antonio María Valencia.
“Investigadores serios dicen que la marimba se asemeja a la música africana. Que los roles que
desempeñan los instrumentos que la acompañan, el bombo, el cununo, el guasá, en bambucos
viejos y en jugas grandes, son similares a los de la música africana y que se mueve sobre escalas
pentatónicas (sucesión de cinco sonidos, alturas o notas diferentes dentro de una octava)”, dice
Tascón.
2. Según Hugo Candelario a la marimba se le dice también balafón o bala. La palabra viene del
Kimbundu o Bantú (lenguas africanas). En esos idiomas la llaman Kalimba, Marimba o Malimba.
“He estado en festivales del mundo donde se reconoce su africanidad, incluso en Centroamérica
donde es asociada a la herencia maya, aceptan su africanización”, dice el director de Bahía. Hasta
le atribuyen origen asiático, porque en ese continente han encontrado marimbas más antiguas
que las africanas.
Digan lo que digan, para Jefferson Cuama, hijo de Baudilio Cuama, la marimba es negra. “Cuando
me paro frente a una me voy a los tiempos de esclavitud, cuando nuestros ancestros la tocaban y
se sentían libres. Cuando la toco, así me siento”.
Se sacaba para las fiestas
Pese a su estatus actual, la marimba no es el instrumento más importante del Pacífico, como sí lo
es el trabajo vocal, según Yeiner Orobio. Hace 40 años no participaba en las celebraciones
oficiales, permanecía guardada en las casas y se sacaba para las fiestas, según el maestro Baudilio
Cuama. La tocaban hombres como Genaro Torres, hermano mayor de Gualajo, que corta coco,
siembra papa y yuca.
Las cosas han cambiado mucho. Hoy en día muchos marimberos dicen ‘si no me pagan, no toco’.
Según Yeiner, director general del proyecto cultural Territorio Sonoro, en el Pacífico no hay
registro de quienes hagan laboreo y toquen marimba. “Conozco muchos que tocan muy bien la
marimba, pero no han ido al monte a cortar una palma, a esperar tres horas sacando un motecito
de caucho para hacer los tacos”.
La guerra también le subió el precio a la marimba. Un marimbero que vende una en $800.000 se
gana $200.000 porque el material vale mucho traerlo con unos ancianos, los únicos que pueden ir
al monte a sacarla sin ganarse un ‘pum’, dice Yenier.
“Yo con 27 años si voy a la selva, las personas preguntarán ¿Qué anda haciendo un tipo tan joven
acá? O ni se preguntarán y uno ni escuchará el pum y la bala ya está dentro. A los viejos están
acostumbrados a verlos ir por la presita, a cazar, y a traer una palma. Uno les pide que traigan
$100.000 de caucho. Una marimba de 18 tablas, podría venderla por $300.000, pero hay que
pagar a quien la trae, toca venderla a $600.000 y $800.000 para ganarle algo”.
Se buscan marimberas
3. Los marimberos de antes tenían las manos pesadas. “Después de que usted da machete durante
cuatro horas y va a coger los tacos, su habilidad no es extraordinaria”, dice Tascón. El virtuosismo
apareció con figuras como José Antonio Torres ‘ Gualajo’, que fue de los primeros profesores con
una metodología y discípulos en su tierra, Guapi, Cali y Bogotá.
“Maestros como don Cosme salían descalzos a la calle, a las doce del día, a pleno sol,
acompañados de señoras con sombreros y faldas grandes, de uno que otro con sus traguitos de
viche para amenizar y las que vendían en la galería con su olorcito a pescado. Ahora cuando toco
la marimba me falta el olorcito del marisco, que le pega ahí al saborcito de la música”, dice Yeiner,
el hijo de la cantadora Faustina Orobio y alumno del maestro Silvino Mina, y quien lleva a cuestas
la responsabilidad de algunas agrupaciones del Pacífico.
Él, al igual que marimberos tradicionales como Baudilio Cuama, cuando nacieron encontraron la
marimba de chonta en su casa. Cuama cuenta que su padre, un indígena, se enamoró de una
negra, y por los tíos y primos de ella aprendió a tocar los instrumentos del Pacífico.
Baudilio cuenta que fue él mismo quien a sus 7 años se paraba al lado de su papá a mirarlo tocar la
marimba, a conocer los bordones (sonidos graves). “a los 8 años lograba hacerle una robadita,
porque él la cuidaba muchísimo, la ponía en lo alto de una viga y la tapaba. Y cuando él se iba a
pescar o a cazar, yo buscaba unos amiguitos que me la ayudaran a bajar. Cuando veía que él iba a
llegar, la volvía a subir, para que no se diera cuenta de que yo la había tocado”.
Comenzó a asistir a las fiestas tradicionales, a conocer las calidades de chonta que había en la
montaña, que había que cortarla en menguante. Que al igual que la chonta, la guadua trae agua y
hay que ponerla a secar seis meses. Que para el armazón que la sostiene, las tablas se toman de
cualquier madera, porque no tiene que ver con el sonido, las que sí tienen que ver con este son la
chonta y la guadua. Que si la guadua queda fresca el sonido de la chonta no se da y al movilizar la
marimba cambia el tono de la afinación.
Las mejores palmas para hacer marimbas, dice Cuama, a sus 66 años, son las de chontaduro
amarillo. Y suelta otro dato, a las maderas no les puede dar el sol, se cuartean. “Nuestros padres y
abuelos metían la chonta en las barbacoas donde adobaban el pescado, y con el humo se secaba.
Pero daba un sonido muy diferente. Ahora muchos la hacen con materiales distintos y no suena
igual ¡Yo no!”, aclara.
“A pesar de que la guerrilla me mató dos hijos, he seguido luchando porque estoy seguro que con
la marimba podemos conseguir la paz. La música saca a los jóvenes de la violencia, por eso estoy
enseñándoles a ellos y a los niños. Les he inculcado a mis 4 hijos y 3 hijas la música de la marimba
4. y los cantos, y gracias a Dios, y eso me tiene contento, tengo músicos y constructores de marimbas
y otros instrumentos”.
Reconoce que el machismo de sus ancestros impidió que se forjara una cultura marimbera en las
mujeres. “Ellas no tenían derecho de salir a la fiesta a ejecutar un instrumento. Eso debe cambiar,
como pasó con la marimba, que la sacamos de la casa y está en todo mundo, yo fui a construir
marimbas de chonta a Washington. Hay muchachas que tocan muy bien la marimba, como una de
17 años que representó a Buenaventura en EEUU el mes pasado”. Hugo Candelario González
también menciona a María Helena Anchico; a Beatriz, la hermana de Gualajo, y a Florentina, la de
los Torres.
La nueva generación
En el Pacífico para que un maestro le enseñe a un muchacho a tocar la marimba debe reunir tres
condiciones, tener buen oído, ser capaz de repetir y ganarse la simpatía del viejo. En realidad, esa
última es la más importante.
La música, por tradición, era cosa de adultos. Y la marimba, siendo un instrumento tan elaborado,
costoso y delicado, no se la soltaban a un muchacho de 5 años para que la dañara. Los nuevos
marimberos tuvieron que pegarse al viejo, mirarlo para aprender, así este no los tuviera en
cuenta. Entre esa nueva generación está Yeiner Orobio, de 27 años, quien construye la marimba,
la toca, hace las canciones, los arreglos musicales, compone, enseña a otros y lidera grupos.
También están Wilson Anchico y Marino de Timbiquí, que no sobrepasan los 30, capaces de
echarse un grupo encima y sacarlo adelante.
Pero a Yeiner, con abuelos músicos y mamá cantadora, nada menos que Faustina Orobio, no le fue
fácil ganarse al maestro Silvino Mina, su vecino. Comenzó a tocar cununo a los 11 años, luego
bombo. Perteneció a la escuela de música municipal, dirigida por el maestro Héctor Sánchez. Pero
la casa de Don Silvino era su centro de práctica y su marimba de práctica, una de mangle
construída por su vecino ilustre. “Don Silvino me repetía, cuando me veía sentado en vez de estar
practicando, ‘no, usté sí pa’ la marimba no va a serví”, cuenta Yeiner.
“Para que Don Silvino aprobara mi toque en el cununo tuvo que formárseme una goma grande en
la mano, un coágulo de sangre. Y cuando miraba que yo erraba empezaba a llamar al sobrino,
‘¿Por qué no viene Yeison’. Entonces yo tocaba más duro, porque sabía que me iba a sacar a mí y a
colocar a Yeison, porque yo no era de su familia. Esto es una cosa de automotivación, de
persistencia”, dice el músico.
Según Yeiner, “en los 14 municipios del Pacífico sur debe haber 14 escuelas de música municipal,
según un acuerdo entre el Ministerio de Cultura y los municipios, además de las escuelas privadas.
Pero nos dimos cuenta de que la enseñanza de la música tradicional no está vigente por eso, sino
5. por procesos de música comunitaria, de puertas abiertas, casas donde se toca la marimba, el
cununo, el bombo, el guasá y la gente canta. Por fortuna, el Ministerio se dio cuenta y está
haciéndoles aportes a esas escuelas de música comunitaria, aunque no tan significativo”.
“Yo le echo la culpa al Plan Nacional de Música para la Convivencia de otra cosa. Está bien que las
personas que trabajan tienen derecho a que se les reconozca económicamente algo. Pero se está
‘metalizando’ el proceso”, dice Yeiner.
Los músicos hoy en día por su afán de hacer otro tipo de ensambles de marimba con piano, bajo y
guitarra, la han vuelto biatónica, es decir, con la afinación de las teclas del piano. Muchos
conjuntos copiaron los formatos de salsa, pusieron la marimba atrás como si fuera el piano, los
tambores en la mitad y las cantadoras adelante. Ahora ellas no escuchan la marimba, que debe
estar al lado, porque es la que le da el tonito a la voz, las señoras cantan y el marimbero va
buscando la tabla, hasta que llega al tono.
“Con la marimba temperada uno da el tono y dice: ‘vamos a cantar por do o por re’. El día que uno
le diga eso a Don Silvino lo insulta. El maestro Gualajo dice que hay que tocar por dos no por do”.