Título: ‘Para tocar la marimba se necesita alma’: Jefferson Cuama
Sinopsis: Crònica acerca de Jefferson Cuama, gestor cultural bonarense
Autor:María del Pilar Otálora G.
Realizado por: Presidencia de la República
Año: 25 de febrero de 2014
1. ‘Para tocar la marimba se necesita alma’: Jefferson
Cuama
Buenaventura, 25 feb (SIG). “Me fui para el monte a coger maíz / y cuando venía
fue que me perdí / Sería ese duende que a mí / me invitaba a tocar marimba,
cununo y guasá”. Así dice la primera canción que compuso Baudilio Cuama, un
hombre que ha sido un gran representante del Pacífico colombiano y quien a lo
largo de su vida se ha dedicado a llevar la cultura de la región alrededor del
mundo.
Un recorrido que lo ha llevado a Washington, donde sin cambiar su atuendo, ni
su lengua, ni la permanente sonrisa en su rostro, les explicó a su modo la
forma en la que el chonto y la guadua, elementos utilizados por para construir
casas en el Pacífico, se transforma en la música que representa el arte de una
región exuberante de Colombia.
Pero hoy el personaje no es Baudilio. Hoy el personaje es Jefferson Cuama,
uno de sus nueve hijos, quien decidió continuar con la tradición de su familia y
atender al llamado de su sangre, al llamado del sonido de la marimba y de esa
cultura que no solo se refleja en el color de su piel, sino en cada uno de sus
movimientos y de su ser.
Jefferson es un joven de 20 años quien con sus manos diariamente construye
música, así como suena, la construye porque su oficio es ser carpintero y
construye e interpreta marimbas y otros instrumentos musicales típicos de la
región.
2. “La marimba ha sido algo como muy espiritual porque se necesita el alma,
estar en paz con uno mismo y tener toda la disposición para hacerla”, afirma
Jefferson mientras esquiva la mirada como tratando de recordar esa conexión
que se produce cuando en sus manos tiene los elementos para hacer una
marimba.
Él aduce que esa sabiduría que tiene en sus manos al construir o al interpretar
este legendario instrumento, la heredó de su padre, quien nació del amor entre
un cholo y una afrodescendiente. “Mi papá aprendió todos los secretos que
tenían los antepasados. Mi abuelo hacía parte de una tribu y al relacionarse
con mi abuela, una mujer negra, como que hicieron una conexión mágica”,
sostiene Cuama.
Y es que todo va más allá, no es sólo saber “cómo se afina, cuál es la distancia
que tiene la chonta hacia el canuto, todo lo que es la sonalidad de los tarros y
de los palitos con los que la tocamos”, explica Jefferson y agrega que “tocarla
es transportarse”.
“Cuando me paro frente a ella me transporto a los tiempos de antes, me voy a
nuestros antepasados, a los tiempos de la esclavitud, porque a través de la
marimba ellos expresaban el dolor”, dice Cuama, quien tal vez por su abuela
lleva en su corazón el peso de una raza que ha demostrado lo que realmente
significan fortaleza y sacrificio.
Sin embargo, ya todo ha cambiado. Hoy simplemente, cuando Jefferson
interpreta la marimba, lo hace en memoria de aquella expresión que tenían
aquellos que no podían ni hablar.
“Cuando tocaban la marimba se sentían libres; cuando yo la toco, me siento
así”, señala este joven porteño que le apuesta y le apostará siempre a su raza,
a su cultura y a su región.
Y es así como Jefferson Cuama continúa aprendiendo en la Escuela Taller de
Buenaventura; esculpiendo con sus dedos y su corazón la marimba y sacando
fuerza de sus brazos para tocar la nota perfecta y que el sonido de su marimba
llegue a todos los rincones del mundo para demostrar que en esta región
“somos ricos en todo, en cultura y en personalidad”.