SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 318
Descargar para leer sin conexión
Bienvenido a un mundo post-apocalíptico, donde el más allá se
mantiene de tal forma que solo los más valientes pueden convocarlo, o
atreverse a desearlo.



Arrancada de su hogar y su familia, la shamaness Aisling McConaughey
debe adentrarse en el mundo de los espectros para salvar a la amante de
un hombre rico. Pero su poder tiene un precio: debe invocar al príncipe
Djinn Zurael en Caym… y rendirse a su salvaje y sensual cólera.
Zurael pretende asesinar a Aisling después de utilizarla como cebo para
encontrar a un enemigo que tiene en su poder una antigua tabla. Pero
cuanto más saborea su espíritu inocente, más utiliza su fiero contacto para
lograr que ansíe su piedad… incluso si de ese modo tejen un erótico
hechizo del que Zurael no puede escapar
TRADUCTORAS:

   Veroniica
    Naoru
  Dark Lady
   Alejitabb
  Obsession
  Abril_tonks
   Anelisse
     Geaf
    Kuami
  Magial_90
    Rihano
  Darkemily


CORRECTORAS:

     Jey
   Anelisse
  Dark Lady
 HellParadise
     Lina
    Virtxu


RECOPILACIÓN

    Virtxu


   DISEÑO
    Madri
Capitulo 01




Miedo era lo que se respiraba en las tierras agrícolas de San Joaquín cuando se
oyó el ruido de un camión. Los niños fueron llamados de sus tareas y las mujeres
abandonaron la colada. Las pesadas puertas y los barrotes de las ventanas
estaban cerradas y bloqueadas, pedían plegarias a los dioses porque se decía que
los dioses todavía podían permanecer en un mundo alterado para siempre por la
guerra, nacido en la peste.

Un nudo frío de miedo se formó en el estómago de Aisling McConaughey
mientras corría hacia la casa.

Más allá podía ver a algunos de los otros dejándose caer en el granero, pero
estaba demasiado lejos como para ir allí al seguro lugar. La puerta de la calle
estaba abierta. Aisling se metió a toda prisa por delante de Geneva, la mujer en
cuyo umbral ella había sido abandonada cuando era un bebé.

Corrió por el pasillo y se metió en el armario de almacenamiento, a continuación,
en el pequeño escondite entre ella y la despensa de la cocina. Su garganta se
cerró con consternación cuando vio que no era la única que no había conseguido
llegar hasta el granero. Una de sus hermanas más jóvenes se sentó en sus rodillas
y se abrazó a su pecho, sus ojos oscurecidos por el miedo.

Aisling recogió a la niña en sus brazos y reclamó un lugar en el suelo.

- Vamos a estar bien, - susurró mientras abrazaba a la niña. - Probablemente
están conduciendo por aquí para asegurarse de que los huertos están siendo
atendidos adecuadamente. Tal vez se están llevando trabajadores. No conoces al
nuevo alcalde, no permite que la gente se quede en la ciudad si no puede ganarse
su sustento.

El suelo del escondite vibraba por el acercamiento de los camiones pesados.
Desde la última guerra y la peste que la puso fin, sólo los ricos o aquellos que
estaban en asuntos del gobierno se podían permitir el acceso a combustible para
sus vehículos. Los delgados brazos se apretaron alrededor del cuello de Aisling. -
¿Y si quieren a uno de nosotros?

- No ha ocurrido todavía, - susurró Aisling, con ganas de calmar los temores de
su hermana con una mentira, pero dándole la verdad en su lugar.

Después de que la guerra y la peste mataran a gran parte de la población de la
Tierra, los seres sobrenaturales habían salido de su escondite. Desde entonces, los
territorios se habían labrado. Stockton y las granjas de los alrededores fueron
controlados por los seres humanos que temían a los vampiros y los
cambiaformas, así como cualquier persona dotada de habilidades sobrenaturales.
El chirrido de los frenos envió una nueva oleada de miedo a Aisling. Los golpes
en la puerta, acompañados por la voz de un hombre exigiendo entrada, le hizo
crecer la respiración entrecortada.

Arrastrando los pies con un lento progreso Geneva fue con resignación. Otros,
huérfanos sin habilidades que los hicieran diferentes, se movían y el suelo crujía
a medida que tomaban posiciones por toda la casa para que todo pareciera
normal.

- Entren, - dijo Geneva, aunque las pisadas de las botas de sus inoportunos
visitantes estaban ya en el interior.

Las náuseas irradiaban en un nudo en el estómago de Aisling mientras la casa
era registrada. Cerró sus ojos y miró el espacio que compartía con otras varias
muchachas. Su pecho se oprimió cuando una voz llamó,          - Capitán. Aquí. -
En su imaginación seguía los pasos a su dormitorio y el tocador donde el
amuleto inacabado descansaba.

Las siguientes palabras del capitán fueron como hielo deslizándose por la
columna vertebral. - ¿Dónde está la shamaness1?- Aisling supo entonces que
habían venido a por ella. El amuleto podría pertenecer a una bruja o un artista.
Muchos de los no-humanos cubrían sus apuestas mediante la compra de
talismanes y amuletos para protegerse. Pero para el guardia, el zorro tallado en
1
  Shamanees: chamán: Hechicero al que se supone dotado de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar,
invocar a los espíritus, etc.
abulón2 fue la confirmación de lo que estaban buscando. Se abrazó a su hermana
de nuevo, antes de levantarse y pasar la pequeña puerta que conducía a un
armario aparentemente lleno de ropa guardada. En la sala de arriba el guardia
volvió a preguntar, - ¿Dónde está la shamaness, vieja? - Aisling esperaba oír el
indicador de una bala en la recámara o el sonido de violencia física.

Para los ricos y bien posicionados, la vida era muy diferente, la libertad y la
igualdad era algo que daban por sentado. Pero para los pobres, especialmente los
que no eran dueños de la tierra que trabajaban, los derechos civiles eran algo que
solo se encontraba en los libros de historia y sueños. Ella abrió la puerta oculta.
Un poco de opresión abandonó su pecho cuando se encontró solo con la
oscuridad. Sospechaba que sus acciones fueran hechas para dar algo de
espectáculo, para intimidar más que con la esperanza de encontrar a alguien.

En el pasillo, una voz diferente, dijo, - Sra. McConaughey, no queremos hacerle
daño ni a usted ni a nadie a su cuidado. La Iglesia es consciente de su buen
trabajo. Por desgracia, hay más en juego aquí que una mujer y su familia de
huérfanos. Me han ordenado encontrar a la shamaness y llevarla a la Diócesis de
Oakland. Mi búsqueda me ha llevado hasta aquí, a su casa. Sería mejor para
todos los interesados su cooperación.

Aisling cerró la puerta oculta. Tomó una respiración profunda tranquilizadora
para pasar a través de los largos impermeables y mantas colgadas para cubrir la
entrada al escondite. Sus dedos dejaron de lado la pequeña bolsa de cuero con
amuletos que llevaba debajo de su camisa. No había otra opción más que
rendirse.

Los guardias podrían matar a todos los de aquí y asegurar que fue para erradicar
una enfermedad o defenderse a sí mismos. Mientras los huertos, jardines y el
ganado no fueran destruidos, no habría ninguna protesta, ninguna indignación.

Salió al pasillo y subió las escaleras de la casa de madera. Cuando llegó a la cima,
la oscura figura del sacerdote se volvió. Sus ojos se encontraron, brillando con
satisfacción y tal vez con algún indicio de alivio.

Él dio un paso adelante, su lenguaje corporal transmitía amistad. Ella permitió
un estrechamiento de manos.

Sus palmas eran ásperas, sus dedos callosos contra la suavidad de la piel de bebé
del sacerdote. Aisling se forzó para relajarse, fingir que aceptaba su acercamiento
y no lo veía sospechoso.

2
    Abulón2: crustáceo
- ¿Su nombre? - Preguntó el sacerdote.

- Aisling.

- Ven, - dijo. - Reúna lo que necesite. Sus servicios son necesarios.

- ¿Podré volver?

Hubo un menudo parpadeo de vacilación antes de que él dijera, - Desde luego,
pero no sé cuándo. Le proporcionarán ropa y alimento. No hay ninguna
necesidad de embalar nada de eso.

El miedo trató de salir por la garganta de Aisling. El pánico la llenó ante la idea
de estar sin sus amuletos más grandes, estos permanecían en una caja fuerte del
granero excepto aquellas veces cuando viajaba a Las Tierras Fantasmas y los
requería para protegerse. No podía recuperarlos, no con la policía y el sacerdote
aquí.

- Estoy lista, - dijo incapaz de mantener su voz estable.

El sacerdote frunció el ceño. Las cejas plegadas enseñaron su preocupación. Un
atisbo de esperanza floreció en el pecho de Aisling. Él estaba bien informado.
Quizás su carencia de protecciones más fuertes la harían parecerle débil,
inadecuada para cualquier tarea a la que había sido conducida.

- ¿Tiene todo lo que necesita? - Preguntó. Sus ojos se fueron a su cuello y
muñecas, a los bolsillos de sus pantalones de trabajo y la cinta delgada que
estaba libre de amuletos.

- No he tenido ningún entrenamiento formal como shamaness, - dijo Aisling.

Era la verdad. Lo que sabía, lo había aprendido por su cuenta o de los guías
espirituales que la ayudaban. Para los ricos, o para los que vivían en
comunidades donde los dones sobrenaturales se aceptaban, tenían una
orientación y educación formal. Ella no se había beneficiado de eso tampoco.

El sacerdote cerró los ojos, tal vez rezando. O tal vez pensaba en los otros lugares
que orientaban, aunque la Iglesia era propensa a ver esos talentos de la misma
manera que consideraban a los vampiros y los cambiaformas, como diablos
nacidos o tocados por el diablo.

Aisling cerró la mano en un puño. Se obligó a no mostrar ninguna emoción. Aun
así, se sentía temblar un poco cuando el pequeño brote de esperanza fue
aplastada sin piedad, cuando él abrió los ojos y dijo,       - Si usted está lista,
entonces, nos vamos. Quiero estar de vuelta en la diócesis antes de la noche.

Algo más allá de lo que el sacerdote dijo le llamó la atención. Cuando vio el
hurón negro con los ojos dorados, un pequeño rayo de felicidad penetró en la
oscuridad de su miedo a ser llevada. Aziel tenía la intención de ir con ella o él no
habría salido con la presencia de estos extraños.

- Tendrá que llevar a su mascota, - dijo Geneva con su estoica expresión. - No
voy a tenerlo aquí desatendido y persiguiendo a las gallinas.

- Ven, Aziel, - dijo Aisling aunque no era necesario. El hurón ya estaba corriendo
hacia ella. Hizo un trabajo rápido al subir la ropa y paños alrededor de su cuello
en una vida de robo.

- ¿Estás segura de que tiene todo lo necesario? - Preguntó el sacerdote, con los
ojos a la deriva mirando al hurón brevemente antes de volver a la cara de
Aisling. Ella asintió, con miedo de que si se trataba de hablar, el repentino nudo
que tenía en la garganta se lo impediría. Caminó hasta la puerta de entrada y
más allá vio, a los camiones pesados cogidos por la policía y los guardias cuando
viajaban al campo, era una imagen borrosa. Aisling enfocaba hacia el interior.
Tratando de aislarse de lo que estaba sucediendo. Inconscientemente buscó
consuelo. Enroscó su mano alrededor de la lujosa cola de Aziel y el hurón chirrió
en voz baja. Sólo dos guardias y el sacerdote habían ido a la casa, pero sentados
alrededor de la camioneta había tres hombres armados con ametralladoras. Un
cuarto estaba en la parte trasera, apoyado en la ametralladora que estaba
montada allí.

El capitán abrió la puerta de atrás y se apartó, el sacerdote metió a Aisling
delante. Ella se resistió a la necesidad de mirar hacia atrás mientras subía. Podía
sentir los ojos de los miembros de su familia mirar y también podía imaginar el
miedo que se aferraría a ellos incluso después de que el sonido del camión se
desvaneciera. Las puertas del camión se cerraron de golpe y el motor se
encendió. Los guardias tomaron posiciones en la parte de atrás.

- ¿Listos? - Gritó el conductor. Uno de los hombres de la parte de atrás golpeó en
el techo en señal afirmativa.

El sacerdote no dijo nada y pronto se encontraron en la carretera. Señales
marcaban la distancia hasta Oakland, San Francisco y más allá, a unos mundos
extranjeros y poco familiares para Aisling, lugares que nunca había visto excepto
en su imaginación o en los libros que a Geneva le gustaba reunir y compartir.
El miedo se desvaneció y la curiosidad fue creciendo con cada milla que
viajaban. Aziel se movía para mirar por la ventana. De vez en cuando gorjeaba
como si fuera un guía señalando diversos puntos de referencia.

- El hurón es inusual, - dijo el sacerdote, rompiendo el largo silencio. - ¿Lo
consideras como un familiar?

Aisling apartó la vista de la ventana para mirar al hombre que la había llevado
lejos de su casa. Era mayor que ella, con patas de gallo en las comisuras de los
ojos y una boca que parecía dispuesta a sonreír.

- Es un animal doméstico. Pensé que eran familiares de las brujas y brujos. ¿Los
chamanes no los tienen?

El sacerdote movió la cabeza. - No, no, que yo haya encontrado. - Con indecisión
movió la mano hacia el hurón, pero Aziel se volvió rápidamente e hizo un bufido
en señal de advertencia.

- No es amigable con los extraños, - dijo Aisling. Ella no quería hacerse enemiga
de alguien que podría llegar a ser un aliado. - ¿Por qué me están llevando para
Oakland? El sacerdote inclinó ligeramente la cabeza para señalar a los dos
hombres del asiento delantero del camión.

- No tengo libertad de discutir el asunto. - Su mirada se desvió hacia el hurón
que una vez más había puesto las patas en la ventana y miraba hacia fuera.

- ¿De dónde sacaste a Aziel?

Su continuo interés preocupaba a Aisling. Sospechaba que él no admitiría la
posesión de dones sobrenaturales, al menos no con ella, pero le preocupaba que
hubiera adivinado que Aziel era algo más, aunque ella misma no estaba segura
de que era exactamente su compañero.

No pensaba en Aziel como un familiar. Si le diera un rol sería un guardián de
espíritu. Quizás una bruja lo interpretaría de una manera similar.
Lamentablemente las pocas brujas que conocía eran reservadas y formaban parte
de un aquelarre. No eran mujeres de las que compartían confidencias ni a las que
se podía preguntar nada.

Cuando el sacerdote no se apartó de ella, dijo, - Lo encontré. Creo que estaba en
una caravana de feria. Probablemente los pollos de granja lo sacaron de uno de
los vehículos. Un día o algo más después de que ellos siguieran adelante, lo
descubrí.

El sacerdote rió en silencio y dejó pasar el asunto. Aisling devolvió su atención al
paisaje urbano que se aproximaba rápidamente.

- No sé mucho sobre Oakland ni quien lo gobierna.

- En este momento tiene un alcalde y un consejo de supervisores. La Iglesia está
representada, como varios grupos de humanos. Es bastante seguro durante el día
pero la noche pertenece a los depredadores.

A Aisling se le puso la piel de gallina en los brazos y se extendió aún más por el
cuerpo cuando alcanzaron la ciudad y fueron saludados por edificios quemados.
Después de que la peste hubiera seguido su curso y los sobrenaturales revelaran
su presencia, la anarquía había reinado durante un tiempo.

Las calles, sobre todo en las grandes ciudades, llenas de violencia y miedo, y con
la cruda necesidad de sobrevivir en un lugar donde el refugio era abundante,
pero los alimentos y el combustible escaseaban. Finalmente, las fuerzas armadas
y de la Guardia trajeron el orden, pero las ciudades todavía seguían marcadas
por su pasado. Y aunque los Estados Unidos aún existían como una nación, no
era la nación gloriosa que había sido una vez. Todo sucedió mucho antes de que
ella naciera, y había parecido irrelevante para la vida cotidiana hasta ahora.
Nunca hubiera esperado ver alguna de las grandes ciudades. No había ninguna
razón para ir allí y tampoco había dinero para hacerlo, a menos que una persona
fuera rica, tuviera enchufe o se uniera a una caravana de mercaderes. Los viajes
eran caros y peligrosos.

Aisling se sorprendió cuando los hombres en la parte trasera de la camioneta
empezaron a disparar rápidamente con sus ametralladoras. El sacerdote dijo, -
No hay nada de lo que preocuparse. Estos son sólo disparos de advertencia.

Estudió la escena de delante de ella: edificios caídos, cristales rotos, automóviles
abandonados y la desaparecida basura. Ya sea algo real o imaginario, de repente
se sintió vigilada. - ¿Quién vive aquí? - Susurró a pesar de la imposibilidad de
que alguien fuera del camión oyera algo.

- Descontentos. Los locos. Los no-aptos y marginados.

- ¿Humanos?

- En su mayor parte, aunque me imagino que esto es un coto de caza para los
depredadores.
Aquel lugar ennegrecido y destruido poco a poco dio paso a zonas donde los
edificios estaban siendo recuperados. Almacenes de pie fuertemente custodiados
junto a los abandonados. Apartamentos oscuros y deteriorados con barras de
hierro, situados junto a edificios en un contorno de luz amarilla suave.

Las medianas ajardinadas y los árboles plantados marcaban el punto donde la
pobreza y la lucha daban paso a la comodidad, a pesar de las barras que
quedaban en las ventanas y las puertas. Los policías armados y los guardias
patrullaban las calles. Hombres, mujeres y niños estaban vestidos con ropas de
colores, mientras se apresuraban a llevar a cabo su negocio antes de que luz del
día se desvaneciera. Aisling miró su propia ropa usada y manchada por el
trabajo. Pensó en la vacilación del sacerdote cuando le había preguntado si
volvería a casa.

El temor se alojaba en su pecho y garganta de nuevo mientras se preguntaba si
sería capaz de sobrevivir en esta ciudad, una tarea que había llevado a hombres
armados y a un servidor de la Iglesia de San Joaquín, con el fin de encontrarla.
Aziel se apartó de la ventana. Su nariz húmeda encontró su oído en un
enraizamiento, con un gesto cariñoso que transmitía su convicción de que todo
estaría bien.

Sonrió a pesar de sus agitadas emociones y de la visión de la Iglesia que se alzaba
delante cuando el camión giró en una calle estrecha. Pasaron por una puerta
fuertemente custodiada, y luego redujeron sus pasos hasta pararse.

- Aquí estamos, - dijo el sacerdote. Se alisó la tela negra de la sotana mientras
miraba las rayas de color rojo que se veían por la inminente puesta de sol.

Lujo, riqueza, cuadros pintados por maestros que habían muerto cientos de años
antes de La Última Guerra. Esas fueron las impresiones con las que se quedó
Aisling cuando se dirigía por los pasillos con una mujer con su hábito de monja.

- Ahora que sé tu tamaño, me encargaré de tu ropa limpia, - dijo la monja cuando
introdujo a Aisling en una habitación pequeña y confortable.

- Toma una ducha. Tendrás comida esperando cuando termines. - Miró al hurón
con curiosidad. - ¿Necesitas algo para tu mascota?

- Una caja de arena.

La monja asintió con la cabeza y cerró la puerta. Un bloqueo se deslizó en su
lugar con un clic casi silencioso, Aisling estaba atrapada en una habitación con
alfombras tejidas a mano y pulidos suelos de madera, mobiliario que era
agradable a la vista, así como funcional. No se veía como una prisión, pero
incluso aunque la puerta no estuviese cerrada, la desconocida ciudad y la falta de
dinero o de aliados la convertían en una.

Miró hacia el cielo casi oscuro y dejó que fluyeran sus pensamientos sobre la
ducha de agua caliente y la comida que le había sido prometida. Eran los
prisioneros de la noche y por los que esperaban los depredadores.

Aisling sacó a Aziel de su hombro y lo puso en el borde posterior de la silla antes
de ir al baño. Se quitó su ropa, y se estremeció de placer cuando caminó por el
agua caliente. Se quedó hasta que una sombra anunció el regreso de la monja. La
consternación la llenó al salir de la ducha y encontrar que faltaban sus ropas,
estas habían sido sustituidas por un vestido negro largo con una amplia falda.
Era una prenda de vestir modesta, destinada a ocultar la forma femenina. Aisling
no quería usarlo, pero el vestido era su única opción a no ser que se envolviera
en una toalla o una sábana. Sus ojos se agrandaron cuando vio un secador junto a
la pileta. Era un lujo, un gasto de electricidad a la que no estaba acostumbrada.
En su disfrute del agua caliente, se había empapado el pelo completamente.
Cuando se desató el grueso pelo rubio rizado cayó alrededor de sus nalgas y
podría tardar horas en secar.

Usar el secador de pelo era casi tan maravilloso como la ducha. Tardó varios
minutos más allí en el punto donde su pelo podría ser trenzado y lo enrolló
detrás de su cabeza.

Aziel comía un pedazo de pollo cuando Aisling salió del cuarto de baño. Se rió
de sus travesuras. Él no habría desafiado a subirse a la mesa de la cocina en casa,
Geneva tendría...

Un nudo apareció en la garganta de Aisling. Parpadeó repentinamente
abrumada por la nostalgia y la preocupación.

El hurón levantó la vista de la carne que estaba cruzada entre sus patas. Gorjeó
con excitación.

Aisling aferró todos sus pensamientos para agradecer por la comida delante de
ella. Se unió a Aziel en la mesa y comió. Cuando comprobó la puerta, la encontró
cerrada. Sin libros para leer y nadie con quien hablar, se acostó en la cama con
Aziel acurrucado en la almohada.

Ya era tarde cuando el sonido de la puerta al abrirse la despertó. - Vamos, están
esperando por ti, - dijo la monja que la había acompañado a la sala.
Aisling se levantó de la cama. - Me gustaría tener de vuelta mi ropa.

- Están siendo lavadas. Cuando estén limpias, te serán devueltas.

Era una cosa pequeña, teniendo en cuenta todo lo que había sucedido y, sin
embargo lo que podría haber ocurrido, pero el conocimiento que pronto tendría
puesta su propia ropa levantó los ánimos de Aisling. – Gracias, - susurró,
mientras Aziel se posaba en su hombro.

La expresión de la monja se suavizó. – Ven, - dijo, su voz más cálida. - Están
esperando por ti. Creo que debe ser importante, dada la presencia del alcalde.

Aisling fue conducida a una habitación. Hacía frío, como si no se utilizara mucho
y por eso no se calentaba a menudo.

Aunque la monja había dicho que el alcalde esperaba, sólo había dos hombres en
la habitación, uno era el sacerdote que había ido a por ella, el otro un hombre
mucho mayor, usando sotana de color rojo sangre.

- Has conocido al Padre Ursu, - dijo el sacerdote desconocido. - Soy el obispo,
Routledge. Sus servicios son necesarios. A cambio de un desempeño exitoso de
ellos, se le concederá una licencia para practicar sus habilidades en Oakland.
Usted dispondrá de una residencia en la zona de la ciudad, donde otros con
controversiales capacidades se han establecido. También recibirá vales para
comida y transporte, así como una pequeña entrada, a fin de facilitar su
transición.

Comenzó a alejarse. Aisling dijo, - Padre Ursu me dijo que me estaría permitido
regresar a casa.

El obispo se detuvo. Sonrió, aunque no alcanzo sus ojos. - Regresar a casa con
una recompensa financiera es una posibilidad. Pero primero vamos a ver si
tienes éxito esta noche.

Aisling trató de parecer con confianza, sin miedo. Su voz y palabras confirmaban
lo que ya sabía.

No había ninguna posibilidad de decidir si sí o no los ayudaría. - ¿Qué servicio
tengo que llevar a cabo por el que me han traído aquí? - Preguntó, y sin embargo
sabía que sólo podía ser una cosa lo que querían de ella, entrar en la Tierra de los
Espíritus (Spiritlands) donde los muertos esperaban la sentencia o el
renacimiento, donde encontraban el cielo o el infierno, dependiendo de las
creencias. Ese era el regalo de un chamán al entrar en las Tierras Fantasma, para
caminar en la otra vida y negociar para obtener respuestas y ayuda de los seres
encontrados allí.

- Un componente importante necesita ayuda. Me pidió que actuara de
intermediario. Una conocida mujer suya ha desaparecido. La policía no ha sido
capaz de averiguar qué pasó con ella. Nuestros constituyentes quieren el cierre,
incluso si las noticias son malas. No es algo que la Iglesia normalmente tolera o
toma parte, pero hay circunstancias atenuantes. Tenemos la esperanza de que un
chamán o shamaness podría ser capaz de localizarla, especialmente si su alma ya
ha salido.

El Obispo Routledge recuperaba una fotografía de una mesa que Aisling no se
había percatado. Le entregó la imagen. - El nombre de la mujer es Elena
Rousseau. Me temo que el tiempo es esencial. El Padre Ursu permanecerá con
usted. Tengo otros asuntos que atender.

El obispo salió de la habitación sin decir otra palabra. El Padre Ursu indicó una
silla al lado de la mesa. - He sido testigo de este tipo de cosas antes. No voy a
interferir.- Cogió un cáliz y se lo entregó a ella.

Aisling logró contener su expresión y sus pensamientos cuando miró hacia abajo
para encontrar granos de sal en la copa de plata. Aziel charlaba alegremente
cuando el enterró sus manos en los gránulos blancos y lanzó algo de la sal en el
suelo.

El Padre Ursu se aclaró la garganta. Su rostro era tensó. - Es casi medianoche. La
policía ha descubierto varios cuerpos recientemente. Tenemos razones para creer
que las víctimas fueron todos asesinados durante la hora de la bruja.

Aisling se preguntaba de nuevo qué habilidades poseía. El miedo se escondía
dentro de sus ojos, como si hubiera visto el comienzo de algunos de los primeros
dibujos a las horas muertas de la noche.

Ella se trasladó al centro de la sala y se sentó en el desnudo y frío suelo. Si
hubiera estado en casa, hubiera puesto a Aziel en su regazo y cerrado a los dos
en un círculo de tiza o de ceniza, o rodeado con amuletos que usaba cuando
quería proyectar su propio ser astral en lo que la mayoría pensaba como la Tierra
Fantasma.

Aunque en realidad era una tierra de espíritus, un lugar antiguo conteniendo
mucho más que las almas humanas. Pero aquí, bajo la atenta mirada del
sacerdote, guiada más por intuición que la razón, arrancó el hurón de su hombro
y lo puso lejos de ella.

Ella introdujo los dedos en la sal, la incertidumbre sobre utilizarla. Era la
protección de una bruja, no de ella. Se preguntó si otros chamanes utilizaban la
sal para abrir una puerta hacia el mundo espiritual.

Efímeramente Aisling se encerró a sí misma en un círculo de sal. Aunque tenía
los ojos cerrados, era consciente de que el Padre Ursu miraba. Era consciente de
otra presencia también, de alguien cercano y capaz de ser testigo de lo que
ocurriría.

Trató de aquietar el pánico más profundo dentro de ella, se sentía atrapada en
una telaraña mortal, donde la lucha se volvió completamente enredada. Se centró
en su respiración, en estabilizar el ritmo de su corazón, y despejar su mente del
miedo.

Había signos que usualmente dibujaba, pero una vez más el instinto le advirtió
contra la revelación de la más sagrada parte de su ritual. Se concentró en cambio
en la visualización de estos, en hacerlos reales en su mente mientras
silenciosamente llamaba por el verdadero nombre a uno de los que ofrecía su
protección en Las Tierras de los Espíritus.

Su ritmo cardíaco se triplicó cuando las densas nubes grises del mundo de los
espíritus se apresuraron hacia ella. Se tenía a si misma abierta y el viento
fantasma soplaba a través de ella, en busca de resistencia, debilidad, llenándola
con el terror de la muerte sin fin, incluso si ellos la aceptan y la reclamaban.
Cuando se calmó y se estableció, miró hacia abajo y vio su cuerpo, allí y sin
embargo no allí, desnuda como siempre aparecía en Las Tierras Fantasma, su
pelo como cortina por su espalda.

Sin previo aviso, un hombre salió de la bruma gris. Su rostro mostraba los
tatuajes de un trasgresor de la ley. Se lamió los labios mientras miraba su cuerpo
desnudo. Su propio cuerpo estaba cubierto con ropa que parecía cara. Se inclinó
ligeramente hacia delante, haciendo hincapié en el hecho de que sus manos
estaban atadas detrás de él, como había sido en el momento de su muerte. Un
cable de metal servía como lazo para colgar al hombre. Se retorcía en torno a su
cuello luego se arrastraba hacia abajo por la espalda antes de desaparecer en la
bruma a sus pies.

- Veo que han enviado un chivo sacrificable, - dijo con voz ronca. - O tal vez ese
es el papel de Elena. - Ladeó la cabeza. - Una vez más, tal vez la tercera es la
vencida.
Aisling resistió el impulso de suavizar sus manos sobre la ropa no existente.
- ¿Estás aquí para llevarme a Elena?

- Puedo hallarla, si debo hacerlo. La sangre llama a la sangre y todo eso, - inclinó
la cabeza. - Y en pocos minutos habrá un montón de sangre. Puede ser que no me
necesites de todos modos para entonces.

- ¿Qué quieres a cambio de tu ayuda?

- Si sólo se tratara de una cuestión de lo que quiero. Personalmente dejaría a
Elena a su suerte. Una vez que comience a coleccionar las obras de arte facial, mi
hermana no tendrá nada que ver conmigo.- Sonrió y algunos de los tatuajes que
catalogaban sus crímenes se fusionaron. Sus ojos reflejaban un goce cruel. - Es
sólo cuestión de tiempo antes de que Elena se convierta en desechable. Cuando
usted hace su cama en un nido de víboras, eventualmente consigue ser mordido.
Pero el tiempo se desperdicia. A cambio de mi ayuda estará de acuerdo en tomar
el buen ofrecimiento del obispo. Quedarse en Oakland, - se rió, - es posible que
también. Ellos no tienen la intención de que se vaya. Esto es sólo el principio del
acto si sobrevive, por supuesto. Te das cuenta de eso, ¿no?

El corazón Aisling latía en su pecho. Sus palabras sonaron con la misma verdad
oculta que había oído en la voz del obispo. - ¿A quién sirven?

- A uno cuyo nombre no está destinada a conocer por el momento, - rodó sus
hombros, y el cable con el que había sido colgado brilló, una correa larga de plata
que conducía a un invisible maestro.

Aisling lo estudió. Bueno o malo, dañino o benéfico, sin formación académica
solo tenía su instinto para confirmar en cuando vendrían las guías espirituales y
entidades que se encontraban en las Tierras Fantasma. - Voy a quedarme en
Oakland, por un tiempo.

El hombre inclinó la cabeza como si estuviera escuchando una voz tácita. -
Suficientemente bueno, - dijo antes de girar y caminar más profundo en el paisaje
gris.

No tenía sentido del tiempo o de distancia en Las Tierras de los Espíritus. Podían
haber viajado durante unos segundos u horas, metros o millas. Tenía la sensación
de ser observada, pero Aisling no podía estar segura de en que plano estaba, la
presencia del Padre Ursu en la sala donde su cuerpo esperaba su regreso. Calor y
frío rozaron a través de sus tobillos; de vez en cuando había un toque fantasmal
en la parte posterior de su mano.
El gris dio paso al rosa. El color rosa oscuro se convirtió en rojo sangre. Su guía
se detuvo. - Fin de la gira para mi desgracia, - le dio una patada a la niebla roja a
sus pies. - Una lástima. No me importaría ver cómo a Elena le está yendo.-
Inclinó la cabeza. - Ella no está gritando. Podría ser un buen signo o uno malo. Si
se escapa de su destino, asegúrese de decirle que su querido hermano John tiene
la esperanza de verla pronto, - rió antes de tomar un paso atrás y ser tragado por
la Tierra Fantasma.

Aisling cerró los ojos y se dejó caer en el mundo físico mientras permanecía en el
astral. Fue recibida por el sonido del canto, por el fuerte olor del incienso
mezclado con sangre. Su aliento atrapado en su garganta cuando abrió los ojos y
se encontró en una escena de pesadilla de velas parpadeando montadas sobre
cabezas de cabra, figuras de sotanas oscuras que rodeaban un altar donde Elena
estaba desnuda y extendida como un águila. Signos pintados en los párpados y
los labios, en las palmas y las plantas de sus pies. El constante aumento y la caída
de su pecho era la única indicación de que aún estaba viva.

El brillo de una hoja que comenzaba a levantarse desvió la atención de Aisling a
un hombre al lado del altar. Llevaba el tocado de una cabra en su cabeza. El
canto se detuvo cuando comenzó a hablar en una voz profunda y fascinante.

Las palabras eran desconocidas para Aisling, pero se podía adivinar su
significado, su propósito. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos.
Ella no tenía presencia física real aquí. Era sólo un testigo de los hechos.

Aún cuando saliera de la habitación y determinara donde estaba Elena, al
momento en que regresara a su propio cuerpo y transmitiera la ubicación, sería
demasiado tarde.

Piel caliente rozaba sus tobillos. Miró hacia abajo y se sorprendió por la vista de
Aziel. Siempre antes, tocaba su cuerpo físico con el de ella y entraba en las
Tierras Fantasma con ella, o no aparecía en absoluto.

Las llamas de las velas parpadeaban y se refleja en sus ojos amarillos cuando se
encontró la mirada de Aisling. Sus mentes se tocaban de una manera que lo
hacían sólo cuando ambos estaban en forma espiritual. Es un nombre que puedes
susurrar a los vientos del espíritu, un ser que puedes convocar.

Era su elección. Siempre lo era. Pero había un precio que pagar. Dímelo.

El hurón se subió a su hombro. Su cara pegada a la suya, como para garantizar
que el nombre que se daba sólo fuese oído por ella. Zurael en Caym. Heredero de la
Serpiente. Hijo de quien es el príncipe.
Un escalofrío se disparó bajando por la espina en el alma de Aisling, el
reconocimiento profundo. No había tiempo para cuestionar la reacción o
agonizar por su decisión. La oración del sacerdote oscuro subía en crescendo.
Cuando lo alcanzara, la daga en la mano se hundiría en el corazón de Elena.

- Zurael en Caym. Heredero de la Serpiente. Hijo de quien es el príncipe. te
llamo, - dijo Aisling. - Yo te llamo a mí y te ordeno poner fin a esta ceremonia
antes de que el sacrificio se realice.

Las sotanas oscuras de acólitos chillaron cuando Zurael apareció, alas negras y
garras. Con un golpe casual le cortó la yugular al sacerdote oscuro y envió
sangre salpicando sobre el altar. En el pánico de los participantes por tratar de
escapar, sólo para que los atraparan y los asesinaran, sus cuerpos cayeron
casualmente al suelo, sus corazones dejaron de latir y sus almas escaparon.

El terror y el horror llenó a Aisling a la vista del demonio, a la destrucción que
realizó con tan poco esfuerzo.

Su rostro y su cuerpo desnudos eran humanos, pero sus ojos brillaban como el
oro fundido. Cuando el último de los participantes en la masa negra estuvo
muerto, fue a presentarse ante ella, recubierto de sangre, su expresión prometía
retribución por ser llamado y ordenado.

Un anillo estalló a la vida a sus pies, rodeándola, protegiéndola. Zurael con ojos
rasgados recorría con su mirada, recorría la dimensión de ella y su pene comenzó
a engrosarse. - Saborea estos momentos donde me tienes esclavizado, niña de
lodo. Esto va a costarte la vida, - dijo antes de desaparecer tan repentinamente
como había llegado.
Capitulo 02




Zurael cobró vida en el lugar exacto en el que abruptamente e involuntariamente
había desaparecido unos momentos antes. Las alas y las garras no estaban, como
la sangre, pero la furia continuaba, mortífera y concentrada. Los vientos
desérticos ondeaban a través de las ventanas de las que colgaba una delgada tela
de gasa. Más que calmarle y aliviarle, la brisa le hacía pensar en la mujer que
había susurrado su nombre en los Vientos de los Espíritus, quien le había retado
a convocar a un príncipe Djinn y ordenarle.

Ella pagaría con su vida. No podía permitirse que semejante magia se levantara
otra vez.

Sonó un golpe en la puerta. Era el consejero de su padre. Zurael podía sentir su
firma de energía. Sabía que no le llevaría mucho tiempo el enterarse de lo que
había ocurrido al alcanzar al Príncipe.

Zurael fue a la puerta y la abrió. Miizan en Rumjal retrocedió, la inclinación de
su cabeza le indicaba a Zurael que tenía que seguirle. Sus gestos no dieron
insinuaciones de sus pensamientos, y Zurael no había tenido intención de
preguntar por ellos. Aunque Miizan estaba atado a la Casa del Escorpión y no a
la Casa de la Serpiente, su lealtad hacia el Príncipe fue forjada hacia miles de
años, cuando solo había un lugar que había sido profanado por los humanos y
robado del Djinn en una conquista sangrienta y contaminada, esclavizando a la
magia.
Zurael entró en la aterciopelada oscuridad de la noche y siguió al consejero de su
padre en silencio cuando se movieron a través de la corte y debajo de elegantes
arcos. Las cortinas pastel en las ventanas le hacían pensar en florecientes flores
de noche, su color era revelado por el suave brillo de las velas. Aunque podían
haber adoptado un sinfín de formas y haber viajado rápidamente, caminaron
hasta que Miizan paró delante de una puerta de entrada.

- Él espera abajo.

Los labios de Zurael se curvaron en una nefasta sonrisa cuando abrió la puerta y
comenzó a descender las largas escaleras hacia el Vestíbulo de la Historia. No
necesitaba preguntarse cuál era el humor de su padre. Siempre era el más oscuro
cuando El Príncipe pensaba en el pasado.

Era como la boca del lobo, pero Zurael andaba con la facilidad de alguien que lo
había hecho durante siglos. Como era digno para algunas personas creadas del
fuego desde el mismo comienzo, cuando la Tierra bullía y hervía, mudando las
rocas y el inconsciente deseo de traer la vida, el aire alrededor de Zurael
aumentaba en calor con la profundidad y la cercanía cuando llegaba a donde su
padre esperaba.

Al pie de las escaleras, los débiles colores comenzaron su lucha contra la negrura
en una metáfora sardónica para la historia de un Djinn, fuego, recuerdo y sangre
de ángel. Zurael se agachó a través de un corredor abovedado y entró en el
Vestíbulo.

Su padre estaba de pie delante de un mural en el que se representaba la primera
llamada y el primer vínculo. Pero a diferencia del Djinn que había en el mural, el
cual se parecía mucho a Zurael, con el pecho desnudo y descalzo, una larga y
negra trenza que pasaba por sus hombros y acababa en sus caderas. El Príncipe
había tomado la forma de una pesadilla, el demonio que había sido llamado
cuando el dios le maldijo y retorció su forma en algo espantoso como una lección
para todo Djinn.

Sus dedos estaban ondulados en garras. Correosas alas de murciélago emergían
de su espalda, sus bordes cubrían elegantemente sus antebrazos. Como la cola de
una serpiente enrollada alrededor de sus piernas.

Los humanos creían que estaban formados a la imagen de su dios. La verdad era
que estaban formados a la imagen de un Djinn, no porque el Djinn lo quisiera,
sino porque el dios se entretenía a sí mismo con experimentos a los que había
dado forma y habían demostrado ser eficaces.
- Fuiste convocado, - dijo el Príncipe. Su voz era casi un silbido, pero hizo eco en
el vestíbulo. Resonó a través de la mente de Zurael como una maldición lanzada
en el pasado.

- Sí. La mataré si tú me concedes el permiso para pasar a través de las puertas.

La lengua del Príncipe salió, bifurcada para mantener la imagen que había
elegido para el proyecto, aunque desde hacia tiempo había roto la maldición que
una vez le atrapó en una abominación de Djinn y bestia.

Lentamente, los ojos rojos del demonio giraron para volverse negros. La cola se
desenrolló, así como las alas y las garras, cayeron cuando su padre se giró para
estudiar el mural una vez más.

Zurael miró el mural y la representación del primer Djinn no solo convocado
sino que estaba ligado a un recipiente de modo que sirviera para crear criaturas a
partir del barro. Aunque no admitiría nunca el miedo, un dedo congelado bajó
por su espina cuando miró el destino de Jetrel y destellos de ese momento en el
que él mismo fue convocado. Si ellos dos hubieran estado uno al lado del otro,
pocos habrían sido capaces de decir la diferencia entre el hijo primogénito de su
padre y el hijo más mayor de su padre, así de cerca era la semejanza.

Su padre había perdido docenas de hijos e hijas antes que él, junto con los
mayores poderes de los ancestros, había creado el Reino de los Djinn
intensamente con las Tierras Fantasma. Después hubo unos pocos nacimientos
de cualquiera de las razas, incluso el Príncipe.

El silencio reinó, pesado y lleno de recuerdos oscuros en el Vestíbulo donde el
Príncipe había pedido que pintaran la historia de los Djinn usando la sangre de
ángel y los colores del mundo que una vez había sido suyo para gobernar.

Su padre inclinó su cabeza como si escuchara voces que solo él podía oír, o
quizás alcanzó a ver un destello del futuro, como si eso le dijera qué hacer.

- Hay pocos ancianos para recordar, pero este es el momento cuando incluso esos
que pertenecían a la Casa de la Paloma se dan cuenta que no había un
compromiso con el dios que vino aquí desde un lugar más allá de nuestra
comprensión y reclamó nuestras tierras como su propio patio de recreo.
Nosotros, quienes fuimos creados del fuego de la Tierra, fuimos ordenados
arrodillarnos ante las criaturas de barro y someternos a sus deseos. Cuando nos
negamos, prefiriendo luchar hasta la muerte más que ceder, a ellos les
permitieron convocarnos y atarnos a un recipiente para que pudiéramos ser
utilizados cuando quisieran los familiares. - La mano del Príncipe se levantó para
planear sobre la imagen de Jetrel. - Este es el momento en el que aprendimos lo
que nos ocurriría si matábamos a un humano que nos mantenía esclavizados.
Esto es cuando aprendimos lo que significaba convertirse en un invocado, un
alma contaminada, alguien cuyo nombre no puede ser dicho en voz alta durante
mucho tiempo, alguien cuyo espíritu no puede ser guiado de vuelta y renacer
dentro de una nueva vida.

Su padre bajó la mano. Zurael luchó con la urgencia de repetir su pregunta,
señalar lo que su padre ya sabía, que él aún no había sido atado y que podía
matar al único humano que le había convocado sin convertirse en un invocado.

- Aunque pocos lo recuerdan y los que lo hacen no hablan de esto, - dijo su
padre. - Antes de este momento, cuando sabíamos que debíamos crear un reino
separado de nosotros mismos, hubo Djinn que encontraron a los humanos
seductores. El hijo cuya pérdida es una profunda cicatriz en mi corazón era uno
de esos. Nuestras mujeres eran abundantes entonces y nuestros niños fáciles de
concebir. Aún así él se llegó a obsesionar con una mujer humana, negándose a
abandonarla cuando lo demandé. Ella se convirtió en su debilidad, el cebo usado
para atraparle. Su sangre fue usada en el primer hechizo lanzado para convocar
y atar a un Djinn.

La espina de Zurael se tensó a lo que su padre insinuaba. - No tengo interés en la
hembra humana más que para matarla.

- Camina conmigo, - dijo su padre. - Háblame de la invocación.

La anterior rabia de Zurael regresó en un latido. El cuadro del Vestíbulo se apagó
desde su conciencia.

- No hubo aviso,- dijo. - Ninguna indirecta de que había sido cogido. No oí mi
nombre y con eso una orden para acabar la ceremonia antes de que el sacrificio
pudiera ser hecho. Como todos nosotros hemos sido educados a hacer desde la
niñez, tomé la forma que los humanos llaman demonio. Había figuras con togas
negras reunidas en una sala con velas y cantaban alrededor de un altar. Su
oscuro sacerdote tenía una daga levantada y estaba dirigida hacia el corazón de
una mujer. Les maté y hubiera matado a la que me había convocado, pero estaba
protegida. Cuando conseguí acercarme, un círculo cobró vida a su alrededor y no
pude atravesarlo. Me fui antes de que me ordenara más cosas o me atara.

- Esta mujer que te convocó, ¿estaba desnuda o vestida?

El cuerpo de Zurael se tensó cuando su ojo metal viajó otra vez sobre la figura de
la mujer. Se apartó con el fin de esconder la repentina erección que presionaba
contra su suelto y largo pantalón.

- Estaba desnuda.- dijo, odiando que su pene se hubiera endurecido delante de
ella también.

- Entonces no era su forma física la que te convocó sino su espiritual. ¿Había
símbolos en el círculo rodeándola?

- No. - El desasosiego se deslizó por la espina de Zurael cuando se dio cuenta que
no había visto su nombre entero escrito en cenizas o llamas como debería, ni que
ella le había convocado con la recitación de un hechizo como debería haber
hecho.

Su padre dejó de caminar y se giró para enfrentarle. A sus lados acababa el
mural. Ellos estaban en la cúspide del presente. Más allá de donde estaban de
pie, el Vestíbulo continuaba en la interminable oscuridad, el futuro aún no
capturaba las paredes.

- Una pregunta final y luego responderé a la única que me hagas. ¿Estuviste
obligado a matar a los humanos, o lo hiciste porque ellos se lo merecían y tú
querías hacerlo?

Zurael cerró sus ojos y recordó el instante cuando había tomado forma en un
mundo que raramente había visitado, aunque como mucho, lo había observado y
había soñado con el día en que los Djinn lo reclamarían. La pregunta de su padre
era un susurro en sus pensamientos cuando revivió el hedor del mal que era
reemplazado por el olor de la sangre. El horror le llenó cuando se dio cuenta de
que no había distinción entre las órdenes de su convocador y su propio
sentimiento de libertad, pero no se apartaría del espectro de eso cuando
respondiera la pregunta de su padre con honestidad.

- Quise parar el sacrificio. Maté a los humanos porque podía.

Él abrió sus ojos y vio a su padre estudiándole de cerca, quizás estaba dispuesto
a que le dijera más, para admitir que era la hembra y no la violencia lo que había
tomado forma en su ingle dentro de una rígida línea contra la parte delantera de
sus pantalones. Zurael no dijo nada y el silencio era como una respiración
mantenida. Todas las paredes, las escenas pintadas allí brillaban con emoción
capturada. No estaba dispuesto a que su mirada viajara a la distancia que sus
pies habían cubierto y parado en la imagen del primer hijo y la primera
convocación.

El terror congelador encontró su camino hacia el corazón de Zurael. No se había
disipado cuando su padre dijo, - Al menos convocado, deberías dejar el Reino de
los Djinn solo una vez.

                                       ***

Aisling se estremeció cuando miró la carnicería delante de ella. El miedo la
atrapó en el círculo protector. La promesa del demonio de castigarla congeló sus
miembros y atrofió su coraje, incluso aunque sabía que necesitaba averiguar
dónde estaba, así podía volver a su cuerpo físico.

Cerró sus ojos y giró su cara para enterrarla en la comodidad del cálido pelo de
Aziel. Su corazón aflojó el paso, casi con un dolor necesario para volver a la
única familia que había conocido.

- Atravesemos esto. - Susurró a Aziel antes de abrir sus ojos y salir del anillo
fantasma.

El pecho de Elena se levantó y cayó en un ritmo regular. Las señales
ensangrentadas pintadas sobre sus párpados y boca, sobre sus palmas y las
suelas de sus pies, removieron un recuerdo en Aisling, pero sabía que era un
recuerdo de shaman y no uno personal.

Subió las escaleras y, moviéndose a través de la casa, salió a la oscuridad a fin de
buscar una dirección. La noche era tranquila, pero la presencia de los
depredadores que deambulaban no la estaba ocultando como debería haber sido,
si su espíritu y su cuerpo físico estuvieran unidos.

Aisling podía sentir la firma de frío helado de un vampiro buscando una presa.
Más allá un solitario Were merodeaba, su cálida energía era un faro aunque no
estaba lo suficientemente cerca para que ella determinara su forma animal.

Dentro de la otra casa en la calle podía oír una conversación apagándose. Podía
sentir el terror que la noche agarraba para los ocupantes que se protegían detrás
de las ventanas protegidas y miraban a las puertas.

Al final del bloque en una curva un palo aún llevaba un cartel de la calle. Aisling
lo leyó y permitió tomar conciencia de los apagados alrededores. El gris de las
Tierras Fantasma pasaba con una rapidez que la dejó mareada. Cuando abrió sus
ojos encontró al Padre Ursu cerniéndose justo a unas pulgadas del círculo
protector.

- 3574 de Rhine Street, - dijo ella.
El Padre Ursu cogió el teléfono de su bolsillo y transmitió la dirección, aunque
Aisling sabía que era por el espectáculo. Justo antes, sintió otra presencia, alguien
más observando la sala. Esta vez miró alrededor y notó el pequeño espejo en la
pared sobre la mesa donde el cuadro de Elena había estado y donde Aziel ahora
estaba acurrucado aparentemente durmiendo.

- Encontraste a un poderoso demonio,- dijo el Padre Ursu, llamando la atención
de Aisling de vuelta a él y haciendo que su corazón tronara con renovado miedo.

- ¿Cómo lo supo? - Su voz salió un poco más que un susurro.

El Padre Ursu gesticuló al anillo ennegrecido de sal a su alrededor. - ¿Qué
ocurrió?

La respiración de Aisling era corta cuando miró al círculo protector. Se
estremeció cuando la maravillosa cara del demonio y las palabras de muerte
llenaron su mente. Durante un momento el terror la agarró completamente en su
abrazo. Impidiendo a la muerte cubrirla con una mortaja de seguridad. Tan
pronto como rompiera el círculo protector, el demonio vendría a ella. Intentó
encontrar las palabras y falló. Un suave golpe sonó cuando Aziel saltó de la
mesa. Correteó a través de la sala como si percibiera su angustia y su necesidad
de comodidad.

Delante del sacerdote podía agarrarle, él cruzó el círculo, barriendo la sal
ennegrecida con sus pies y rabo. Saltó a su posición favorita en los hombros de
Aisling. Parloteó como si la estuviera regañando, recordándola que él era el
único que la había dado el nombre de Zurael para susurrar a los Vientos de los
Espíritus.

Aisling tembló cuando el terrible miedo la dejó en un repentino apuro. Cerró sus
ojos y se concentró en responder la pregunta del sacerdote.

- Había una masa oscura. Estaban cantando, pero un demonio llegó antes de que
acabaran la ceremonia. - Tomó una fuerte e involuntaria respiración cuando los
eventos pasaron por su mente.

La culpa se enredó con el alivio de haber salvado a Elena. Ella había querido que
el sacrificio parara, pero ahora las muertes caía sobre su conciencia. Había
ordenado a Zurael parar la ceremonia y él había obedecido. Miró al sacerdote y
dijo, - Todos están muertos, todos excepto Elena.

El Padre Ursu asintió. - La magia negra es peligrosa. - Él estaba de pie y ofreció
su mano. - Ven, niña. Yo te llevaré de vuelta a tu dormitorio. Has tenido un día
largo y difícil.

Aisling le dejó ayudarla a ponerse de pie y guiarla a su dormitorio. Estaba
emocionalmente exhausta, no sería capaz de preocuparse por mucho tiempo si él
era un aliado o un enemigo.

                                        ***

Zurael empujó la puerta y salió a la noche. La generosa brisa y los ricos olores le
saludaron sin hacer nada para tranquilizar el desorden de sus pensamientos, el
conflicto de sus deseos, las preguntas sin hablar que le había hecho su padre y
que él no había respondido.

Durante un instante estuvo tentado de reunir la arena a su alrededor en un
remolino, enfureciendo la masa y rugiendo a través del desierto hasta que sus
emociones se resolvieran. Estuvo tentando a tomar la forma de un halcón y volar
hasta que estuviera demasiado exhausto para pensar o preguntar. Pero estas eran
las reacciones de un niño y había sido uno hace siglos.

Sobre él, el cielo estrellado y sin luna estaba negro como la boca del lobo. Si fuera
a cazar a alguien que le convocara, necesitaría hacerlo durante el día. La humana
que estaba buscando no saldría entre los depredadores de la noche.

Zurael volvió a trazar la ruta que había caminado con el consejero de su padre.
Se movía con una gracia casual, apenas consciente de su alrededor. Con cada
paso la urgencia de encontrar a la que le había convocado crecía y se extendía
hacia fuera como el veneno del mordisco de una araña.

Vaciló con el pensamiento, y lentamente paró. Estaba en el jardín en el que
raramente se entretenía. A su izquierda había un camino con arcos que rara vez
encontraba la necesidad de atravesar. Durante los largos momentos que
contemplaba lo que eso podría haberle costado. Pero al final giró y tomó el
camino dirigido a la Casa de la Araña.

Un joven macho Djinn, llevando el simple pantalón blanco de un estudiante,
abrió la puerta. Retrocedió para hacer paso a Zurael con una reverencia.

- Bienvenido, Príncipe Zurael en Caym de la Casa de la Serpiente. Nos honra con
su presencia. ¿Desea llamar a aquel que lidera nuestra casa? ¿O a otro que le
sirva?

- Veré a Malahel en Raum, - dijo Zurael. El pago requería que fuese empapado,
pero no quería compartir los detalles de su vergüenza, su convocación, con
alguien más que el más fuerte de la Casa de la Araña.

- Como desee, Príncipe Zurael. - El estudiante se inclinó otra vez. - Si me sigue, le
llevaré a la sala que ella preparó.

Como las paredes del Vestíbulo de la Historia, las paredes de la Casa de la Araña
estaban cubiertas de cuadros. Las imágenes estaban capturadas en seda tejida en
tapiz más que pintadas en sangre. Algunas de las escenas eran recordatorios de
las que su padre había creado. Pero donde la historia del Príncipe estaba llena de
guerra, con pequeñas victorias y muchas más derrotas, con el robo de la tierra de
los Djinn; la historia que se encontraba en las paredes en la Casa de la Araña
estaban entretejidas con decepciones carnales de humanos, ángeles y Djinn
entrelazados.

Los labios de Zurael se movieron en una silenciosa maldición cuando la imagen
de la hembra que le había convocado llenó sus pensamientos y su ingle se
endureció en respuesta. Apartó su atención de los sedosos hilos girados
cubriendo las paredes y forzándose a pensar en lugar del miedo que había
sentido en ese instante cuando su nombre había sido susurrado en los Vientos de
los Espíritus y su cuerpo se desmaterializó en contra de su voluntad.

La rabia volvió a llenar el lugar grabado por el terror. Pensaba en los humanos y
sus negras capas, sus imprudentes deseos de llamar a esos atrapados en el
infierno de las Tierras Fantasma. En un parpadeo sus muertes pasaron a través
de su mente, y antes de que pudiera pararse a si mismo estaba una vez más de
pie delante de la hembra.

El pene de Zurael latió. Sus labios retrocedieron, un silencioso gruñido en desafío
al calor que se levantaba hacia arriba, girando a través de su pecho, cuello y cara.
No había escondido la erección que presionaba contra la parte delantera de sus
pantalones. Asintió rígidamente cuando el estudiante paró en una puerta y se
inclinó dentro de una pequeña habitación.

- Le rogaría a su señoría que espere aquí.

La habitación estaba desnuda de influencias. Las paredes estaban pintadas del
gris de las Tierras Fantasma. Tres largas almohadas grises servían como asiento
alrededor de una mesa de madera solo a pulgadas del suelo. Tres tazas de té
esperaban en una bandeja en el borde de la mesa. Cerca había una tetera de
cerámica situada en un brasero, el brillo del carbón caliente un símbolo del Djinn,
cuyo reino de prisión estaba rodeado por las frías tierras de los espíritus.

En cuatro zancadas Zurael estaba al lado de los cojines. El olor a té de jazmín
llegó a sus ventanas nasales. Contempló las tazas de té y sintió la conmoción de
la dificultad en su pecho. Él nunca había sido alguien que frecuentara esta casa.

Se giró al oír la puerta abrirse. Malahel en Raum estaba de pie en la puerta. Ella
llevaba la túnica ocultando a un morador del desierto, aunque como la
habitación, eran grises. En deferencia a su posición, Zurael se inclinó ligeramente
y dijo, - Gracias por atenderme.

- Otro te atendería también,- dijo Malahel, entrando en la habitación.

El pulso de Zurael se clavó a la vista del Djinn que entraba por la puerta. Como
Malahel, Iyar en Batrael de la Casa del Cuervo estaba vestido con la toga que
ocultaba a un viajero del desierto. Su piel era tan negra como el material que
cubría todo su cuerpo y la mayor parte de su cara. Solo el dorado de sus ojos era
fácilmente visible.

- Entra, - dijo Zurael, agradeciendo a Iyar con una inclinación de igual
profundidad a la que le había dado a Malahel. Los tres se sentaron en los cojines.

- ¿Deseas servir? - Preguntó Malahel, indicando las tazas que esperaban con un
pequeño rápido movimiento de sus dedos y dando a Zurael la elección si llevaba
la conversación o no.

Zurael levantó la tetera y llenó las tazas de cerámica.

- Fui convocado.

Tanto Malahel como Iyar liberaron la parte medio baja de sus caras del material
del camuflaje. Los oscuros dedos de Iyar rompieron la mitad de una taza.

- ¿El Príncipe ha dado su permiso para pasar a través de las puertas con el fin de
matar al que te convocó?

- Sí.

Iyar asintió y llevó la taza a sus labios. Malahel dejó su taza. Sus iris estaban tan
negros como la piel de Iyar.

- Háblanos de la convocación, - dijo ella.

Zurael repitió lo que le había dicho a su padre, dudando durante un instante
pero finalmente incluyó la rareza de la habilidad del convocador para llamarle en
su estado astral con poco más que su nombre. Donde su padre no había
mostrado interés en los humanos que habían sido asesinados, Malahel y Iyar se
apoyaban hacia delante cuando describió a la negra masa y a la mujer cuyo
sacrificio había impedido.

- ¿Dónde estaban escritas las señales? - Dijo Iyar.

Zurael conjuró la escena, enfocándose en un aspecto que había sido insignificante
en el momento. Apenas había mirado a la mujer en el altar, y aún con la
incitación de Iyar él era capaz de responder.

- Sus ojos, boca, las palmas de ambas manos.

- ¿Las plantas de los pies?

- No lo sé.

Iyar se encogió de hombros.

- Lo que viste fue suficiente.

- ¿Suficiente para qué? - Preguntó Zurael, el malestar regresó con la mirada que
pasó entre Malahel y Iyar.

Malahel situó su taza en la baja mesa y estableció sus manos sobre sus rodillas.

- ¿Cuál es el deseo de la Casa de la Araña?

- ¿Qué quería? ¿Qué le ha impulsado a tomar el camino hacia aquí?

Zurael sorbió su té cuando sus pensamientos bailaron de una escena a otra,
siempre regresando a la hembra que le había convocado y al miedo de que
hubiera sido atado a su servicio antes de que pudiera asegurar su libertad para
matarla. La intuición era uno de los regalos de las Arañas.

- Saber que poder tiene la humana sobre mí para que ella sea capaz de
convocarme de la manera en que lo hizo.

La cabeza de Malahel se ladeó ligeramente. El pecho de Zurael se tensó cuando
se imaginó a si mismo cogido en su telaraña. Los oscuros ojos soportaban los
suyos, sin parpadear, los pensamientos detrás de ellos completamente
escondidos.

Siempre había un precio que pagar por venir a la Casa de la Araña. Por el
momento, su deuda era cancelar la información que había proporcionado sobre
el convocador.

Zurael se forzó a impulsar la taza a sus labios con una mano firme y drenarla de
su contenido. Cuando la dejó en la mesa, Malahel dijo, - Leeré las piedras de tu
parte si tú aceptas una tarea.

- ¿Qué tarea?

Los ojos de Malahel giraron hacia Iyar. Iyar dijo, - El oscuro sacerdote que
mataste estaba intentando convocar a una entidad de las Tierras Fantasma y
atarla a una forma humana. Los símbolos en los ojos, boca, palmas y plantas de
los pies significan que le da al sacerdote el completo control del ser. Esta no es la
primera vez que semejantes cosas han ocurrido en el pasado reciente. Hay Djinn
perdidos para nosotros, malditos para pasear en las Tierras Espirituales de los
humanos porque sus almas están contaminadas por lo que ellos asesinaron,
haciéndoles invocados. Sus nombres no se dicen, tachándoles en el Libro de los
Djinn. La Casa del Cuervo no tendría convocados otra vez, atados y usados otra
vez por los humanos.

- Ni yo, - dijo Zurael.

- Creemos que la masa negra que tú interrumpiste es la prueba de que un
humano está en posesión de una tabla de piedra ancestral que creíamos perdida,
- dijo Malahel. - Encuentra a quienquiera que esté en posesión de este
conocimiento y mátalo, luego tráenos la tabla sin demora.

Las cejas de Zurael cayeron juntas en consternación y confusión. Para aceptar la
tarea tenía que recordar el riesgo de ser convocado y atado por la hembra
humana.

- La Casa del Escorpión está llena de asesinos capacitados para hacer lo que
pides.

Las manos de Malahel dejaron sus rodillas para flotar sobre la mesa en un gesto
que abarcaba todo.

- Lo que dices es cierto, pero ninguno de ellos ha sido convocado como tú.
Ninguno de ellos ha vuelto a la Casa de la Araña a por su destino.

Una inclinación de su cabeza, un gracioso reconocimiento del té y la compañía, y
Zurael estaría libre para escapar con sus preguntas sin respuesta. Pero no podía
negarse a la rareza de encontrarse a sí mismo en un lugar que raramente había
visitado en siglos de existencia.

- Creemos que la tabla está en Oakland, - dijo Iyar. - La ciudad a la que fuiste
convocado.

Así estaría cerca de la hembra humana, pensó Zurael.

- Aceptaré la tarea, - dijo.

Malahel aplaudió. Inmediatamente la puerta se deslizó abriéndose. El macho
Djinn que le había guiado entró en la sala a través de la puerta del pasillo
seguido por dos hembras que llevaban más ropa blanca de la que marcaba a un
estudiante. Sin hablar sofocaron el carbón y removieron el brasero tan bien como
la mesa antes de cerrar la puerta detrás de ellos.

Zurael se inclinó hacia delante para estudiar la losa de cuarzo claro fantasmal
que había sido escondido por la mesa. Brillaba con secretos, cristales de
fantasmas atrapados en el más largo. La superficie estaba grabada con líneas de
arañas, sus diseños una espiral de entretejidos patrones que encontraba
imposible de desenmarañar.

Cerca de la tabla estaba un tazón de cerámica con diminutos piedras, cada una
pulida y redondeada perfectamente, con sus colores mezclados. Podía poner cien
de ellos en su mano ahuecada. Un segundo tazón contenía largas piedras, la
mitad del tamaño de la uña de su dedo meñique. Eran redondeadas y pulidas
también. Fue este tazón el que Malahel levantó. Ella se la ofreció.

- Elige la piedra que irá por tu nombre. Cuando la hayas encontrado, sitúala en el
tazón con las que tirarás.

Zurael metió la mano en el tazón y dejó que las piedras volaran a través de sus
dedos como agua. Reconoció muchas de las piedras y supo lo que significaban en
las enseñanzas de su propia casa, pero no cometió el error de pensar que
significarían lo mismo en esta casa. Cerró sus ojos para que las piedras le
susurraran y le guiaran a la que le representaría. En la parte de encima del tazón
encontró lo que buscaba y la capturó. Abrió los ojos y miró a la obsidiana que
había seleccionado. Entonces hizo lo que se le había instruido y la tiró dentro del
tazón conteniendo las diminutas piedras pulidas.

- Elige la piedra que representará a la que te convocó, - dijo Malahel.

Otra vez Zurael cerró los ojos. Inmediatamente la imagen de la hembra vino a su
mente y su cuerpo se tensó, su ingle se endureció. Su mandíbula se apretó y
cambió la posición en el cojín con la esperanza de que su respuesta física no fuera
notada.

La piedra de la hembra descansaba cerca de la parte superior. El recelo de haber
retrasado su propia tarea llenó a Zurael cuando abrió sus ojos y vio la angelita
azul y blanca con motas de rojo. En la Casa de la Serpiente era una piedra que
significaba un enemigo, uno que era tocado por un ángel y peligroso. Él la situó
cerca de la obsidiana.

Malahel dejó el tazón con las piedras largas al lado. Ella levantó el segundo tazón
y se lo entregó a Zurael.

- Mezcla las piedras como desees. Di tu pregunta cuando las lances.

Zurael cerró sus ojos en un esfuerzo por concentrarse. No había vuelta atrás, no
tenía escape de la red que le agarraba. Hizo como Malahel ordenó. Cuando sintió
que el momento era el correcto tiró el tazón y dijo, - Quiero conocer el poder que
la humana tiene sobre mí y porque fue capaz de convocarme de la manera en
que lo hizo.

Las piedras diminutas giraron alrededor del cuarzo fantasmal del altar de una
araña. Había miles de líneas para capturar y agarrar, pero muchos de las de color
vivo huyeron, rodando dentro de un estrecho canalón en los bordes de la tabla.
Zurael miró lo que estaba a la izquierda, las sombras grises de las Tierras
Fantasma y el rojo arcilla de los humanos, el rojo intenso de los ángeles y el
negro de las fuerzas poderosas, todo en círculo, atrapando a la obsidiana y a la
angelita juntas.

Malahel estudió las piedras durante largos momentos antes de inclinarse hacia
delante. La punta de su dedo planeó sobre las piedras. Trazó la curva que
atrapaba a la obsidiana cerca de la angelita. Silenciosamente señaló que la
obsidiana estaba de pie sola, sin ser tocada por nada excepto la angelita, mientras
las piedras rojas, grises y negras todas se reunían contra la que representaba a la
humana que le había convocado.

- El que posee la tabla que tú buscas estará atraído por la que te convocó, - dijo
Malahel. - Ella está profundamente conectada a las Tierras Fantasma. Nació de
ellos y puede llamar a los Vientos de los Espíritus cuando lo desee. Así es como
fue capaz de traerte hacia ella. Es bueno que ya intentes matarla. Es peligrosa
para nosotros y será incluso más si aprende lo que está escrito en la tabla.

Malahel situó sus manos sobre su rodilla y Zurael supo que había acabado de
hablar. Había respondido a su pregunta justo cuando las piedras ahora revelaban
que a fin de lograr la tarea que había estado de acuerdo en hacer, necesitaría
encontrar a la humana que le había convocado y vigilarla hasta que la ancestral
tabla fuera recuperada y el que la poseía fuera destruido.


                                      ***

La casa con los símbolos de shaman pintados en ella parecía desgastada y
cansada, encantada por el fracaso y tristeza. Era pequeña, vieja, las puertas y
ventanas tenían barrotes como las casas de alrededor.

La mano del Padre Ursu dejó el bolsillo de su toga.

- Puedes hacer los honores, - dijo, presionando una llave dentro de la palma de
Aisling.

Ella abrió la puerta de barrotes, entonces abrió la puerta de madera de detrás
también. La casa olía a polvo, a cerrado y a muerte.

La luz del sol luchaba contra la oscuridad de las cortinas que cubrían las
ventanas. Pequeños rayos se deslizaban para capturar las motas de polvo, la
penumbra y los muebles destrozados. La percha de hurón sobre el hombro de
Aisling parloteó en excitación al tener una oportunidad para explorar.

- El alojamiento es tuyo, y por el momento, en apreciación a tus servicios, no
tendrás que preocuparte por pagar la electricidad, - dijo el Padre Ursu.

Su mano desapareció dentro de su bolsillo. Esta vez cuando emergió contenía un
puñado de papeles.

- ¿Deberíamos ponerlos sobre la mesa?

Aisling asintió. Dejó la puerta de madera y después dejó la bolsa que contenía su
ropa nueva en el suelo antes de desviarse a las ventanas para abrirlas
ligeramente por aire fresco y retirar las cortinas para no encender las luces. No
había fallado en notar la formulación exacta del sacerdote y la advertencia que
contenía. Por el momento no sería necesaria, pero eso podía cambiar en cualquier
momento. Era un viejo juego, uno existente incluso antes de La Última Guerra y
la plaga, esclavizando a quien no tenía nada para permitirles fortalecer su deuda
por el coste de la comida, ropa y refugio.

Cuando se unió al Padre Ursu en la mesa, él ya había dejado los papeles.
- Este es el mapa más reciente de Oakland, - dijo. - ¿Puedes leerlo?
Aisling dudó, insegura de si admitirlo o no. Él se tomó su demora en respuesta
por la vergüenza a su ignorancia.

- No importa, - dijo, empujando el mapa a un lado. - No dudo de que harás
amigos aquí y establecerás clientes rápidamente. Ellos te ayudaran a navegar por
la ciudad.

El Padre Ursu levantó una mano con una tarjeta que tenía una banda magnética
en la parte de atrás.

- Esto es una pase de transporte. Hay autobuses para muchas áreas de la ciudad
y a San Francisco. Casi cualquiera que requieras está lo bastante cerca para ir a
pie, pero si necesitas tomar un autobús, asegúrate que tendrás bastante tiempo
para regresar a casa. No hay transporte público pasada la puesta de sol o antes
del amanecer y cualquier conductor no parará para coger a un pasajero al
anochecer. Para entrar en San Francisco requieres papeles de autorización. Ven a
la iglesia y pregunta por mí si te encuentras necesitándolos. No intentes ir sola.
Incluso las horas del día son controladas por los vampiros.

Situó la tarjeta sobre la mesa y levantó un libro de vales. Lo tiró a través
rápidamente para su beneficio. Había palabras en las páginas pero las imágenes
servían también. Leche. Carne. Fruta enlatada. Buenos surtidos.

- Cuando dejes la casa, si vas a la derecha y sigues recto, llegarás a una tienda de
comestibles. Ellos aceptarán estos vales.

Dejó los vales a un lado y tiró el final del artículo sobre la mesa, una pequeña pila
de billetes de dólares.

- Cualquier cosa que encuentres en la casa es tuya para mantener o disponer de
ello como veas. Este es el dinero que te prometí. - Dudó entonces asintió. -
Deberías estar bastante segura aquí durante el día, pero sé cuidadosa. Los
residentes aquí no pagan por el área para que sea patrullada por la policía.

Aisling estudió el surtido de artículos sobre la mesa. El pánico amenazó con
levantarse en su interior. Estaba sola y no había nadie en quien pudiera confiar.

Un afilado mordisco en el lóbulo de su oreja la hizo sonreír. El pánico se hundió
cuando Aziel se lanzó fuera de su hombro y fue a la mesa.

- Necesito irme, - dijo el Padre Ursu.
Aisling le acompañó a la puerta y se quedó hasta que él consiguió entrar en el
coche con chofer y se fue.

A lo largo de la calle, otros coches estaban aparcados desplazando pasajeros o
empujando el freno para retirar clientes fuera del área dejando un lado para esos
con habilidades controvertidas. Además de los barrotes, vio que muchas casas de
la calle habían separado las cortinas y abierto las ventanas o puertas, como si los
residentes en esta parte de la ciudad no tuvieran miedo de lo que podría entrar a
la luz del día. Aisling se apoyó contra el umbral de la puerta y cerró sus ojos.
Instantáneamente la imagen del cuerpo cubierto de sangre de Zurael y los
ardientes ojos llenaron su mente, su amenaza susurrada envió un temblor de
miedo directo a su corazón.

Había protecciones grabadas en la madera alrededor de la puerta y ventanas de
la casa del shaman, pero no pudo asegurarse de que la protegieran del demonio
que había convocado.

- Déjame estar a salvo. - Susurró, levantando su cara para que el sol pudiera
acariciarla.

Quiso encontrar la fuerza para enfrentar lo que fuera que estaba por venir, para
tener el coraje para conocer su destino. Aziel le dio el nombre de Zurael como él
le había dado muchos otros nombres.

No había mentido cuando le dijo al sacerdote que el hurón apareció poco
después de que una caravana comerciante visitara la granja. Lo que no le había
dicho era que antes el hurón había sido un cuervo, y antes del cuervo había sido
una serpiente, y antes de la serpiente, un gato, y todos eran Aziel.

Aisling abrió sus ojos y dejó el umbral de la puerta a favor de explorar. La casa
era más larga que ancha. El salón y la cocina eran un simple espacio separado
por una encimera. A la derecha de la puerta delantera había otra habitación. La
aprensión llenó a Aisling cuando entró y vio las fetiches. Había otra percha en
lugares donde sus fuerzas podían ser preparadas. Estaban situadas para guardar
y mirar.

Un banco de trabajo contra la pared, cuyas piedras y cristales tenían filos sin
acabar, su creación interrumpida. Las herramientas necesitaban girar la roca
dentro de algo más que se diseminaba cerca de ellas.

Una cama de mugre estaba en el centro de la habitación. Era la puerta de un
pobre hombre dentro de las Tierras Fantasma, era nostálgico ver el suelo del
granero donde había comenzado tantos viajes que una ola de añoranza la asaltó.
Aisling limpió las lágrimas de sus ojos y se fue, retirándose al salón y a la cocina.
Había platos sucios en el fregadero, sus superficies tenían polvo. La nevera tenía
un cartón de leche estropeada y un cajón de verduras podridas. Los armarios
estaban vacíos excepto por una pequeña colección de tazones y platos. Los
anillos marcaban los lugares donde las latas de comida habían estado
almacenadas.

El cuarto de baño estaba a través de la cocina. La cuchilla de un hombre
descansaba en el lavabo. Una pastilla de jabón dejada en la parte superior de una
enorme bañera con patas que pertenecía a un pasado antes de la Última Guerra.
Había una ducha también.

La sólida puerta de metal al final del pasillo se abría a un jardín trasero. Aisling
miró fuera luego cerró la puerta otra vez.

En el dormitorio un escaso y gastado surtido de ropa colgaba en el armario. Las
camisas y los pantalones estaban hechas para un hombre cuyo volumen
explicaba el tamaño de la bañera y la ducha. Tentativamente Aisling alcanzó el
armario y tocó un par de pantalones. Ella sabía que el hombre que una vez fue
propietario estaba muerto, no porque sintiera a los fantasmas o porque supiera
que su espíritu estaba en las Tierras Fantasma, sino porque la evidencia de su
paso llenaba la casa.

Sin intentarlo, la imagen del hermano de Elena vino a su mente. Sus palabras no
llevaban más comodidad ahora que lo que llevaban cuando las dijo en las Tierras
de los Espíritus. Veo que ellos han enviado un cordero sacrificable. O quizás es el papel
de Elena. Entonces otra vez, quizás a la tercera sea la vencida.

Aisling cambió las sábanas. Volvió a la cocina y se dispuso a tirar la leche y las
verduras podridas.

Un cajón de la cocina tenía bolsas de compra almacenadas. Las echó sobre su
brazo antes de levantar el libro de los vales de comida de la mesa del salón.

Aziel emergió del trabajo de shaman y la sala de ceremonias. Correteó a su
encuentro en la puerta delantera. Ella le dejó salir y esperó a que él se ocupara de
sus asuntos.

Pero aunque él había persistido en explorar, Aisling rió y dijo, - Tendremos una
noche larga y hambrienta si no encuentro la tienda de comestibles.

El hurón volvió a su lado. Se levantó sobre sus piernas traseras en disposición
para escalar sobre su hombro y montar a una nueva aventura. Aisling sacudió su
cabeza.

- Quédate aquí donde sepa que estás a salvo.

Su reprimenda la hizo sonreír pero no cedió a su petición. En su lugar le levantó
y le puso un beso a través de su frente. Frotó su mejilla contra su suave pelo y le
puso dentro de la casa.

- Volveré.

La tienda estaba a una milla de distancia. Normalmente la distancia de un viaje y
el peso de los comestibles no cansarían a Aisling. Pero los eventos de las últimas
veinticuatro horas, y las noches sin sueño que había pasado cuando se preocupó
por el demonio Zurael, finalmente la alcanzaron. Sus pasos se arrastraban en el
momento en que volvía a la casa del shaman. Sus manos se sacudían con una
provocación sin nervios por la falta de sueño y los vestigios de miedo.

Aisling hurgó en los bolsillos por la llave y la deslizó en la cerradura. Su espina
hormigueaba con la conciencia de alguien que sabía que estaba siendo observada
y que no era el objetivo de un depredador. Con un clic la primera cerradura
cedió. Abrió la puerta de barrotes de metal y encontró la llave para la de madera.
Unos pocos segundos después la abrió también.

El olor a humedad se había ido, reemplazado por una especia exótica
desconocida. Eso fue su aviso antes de que una mano se cerrara alrededor de su
garganta y una afilada garra peleara ligeramente sobre su yugular.

- Saludos, niña de barro.
Capitulo 03




Terror sintió Aisling, mudo e inmóvil. Su aliento cargado dentro y fuera de su
garganta junto con pequeños quejidos. Su única concentración estaba en las
garras de Zurael.

La escena de la noche pasada se apresuró a través de su mente, imágenes
empapadas de sangre de gente que él había asesinado con una fuerza casual. Las
bolsas de comestibles se cayeron al suelo y ella tembló, y como un gato jugando
con un ratón, Zurael la giró para hacerle frente.

Excepto por las uñas alargadas en garras, tenía un cuerpo humano vestido de
piel negra, pantalones moldeados a su piel y un chaleco abierto mostrando un
pecho bronceado. Un tatuaje en forma de serpiente estaba en el camino hacia
bajo de su antebrazo y mano, tan real que Aisling bizqueó para tener sus ojos
solamente a unos centímetros de distancia de ella.

Su cabello estaba recogido en una trenza, revelando los oídos tachonados con
obsidiana. Una ira ardiente bailó en el centro de las pupilas rodeada de un
líquido oro, haciendo que su rostro prometiera muerte.

Zurael cerró su mandíbula contra las sensaciones bombardeándolo. El miedo de
ella lo golpeó en su palma. Irradiaba fuera de ella y aún por debajo de su esencia
fue una fragancia embriagadora que inundó su nariz y lo tentó con imágenes
peligrosas de acoplamiento con ella. Fue alentado, no a causa de su terror, pero
también lo llamaba.
El conocimiento de que ella no solamente podía convocarlo a su voluntad, sino
que pudiera hacer que la deseara, envío ira que quemaba sus venas. Ella era
débil, frágil, su vida se alargó un día en comparación con la suya. Ella trabajaba
duro apenas notando al Djinn, y todavía le resultó imposible dejar de mirarla.

Ella tenía unos ojos angelicales y brillantes, indefensa como un ciervo y delicado
como uno. No tardaría en matarla. Un movimiento en su muñeca y estaría hecho.

Lentamente él lo pensó. Con un pensamiento, las garras cortarían y limpiaría las
uñas.

- ¿Por qué no te presentas? - Preguntó. Ella pestañeó. Una pequeña lengua
humedeció sus labios, y se irguió con un impulso de deseo, y se escapo un
pensamiento de excitación a través de él. Zurael cerró sus manos en puños y
repitió, - ¿Por qué no te presentas?

- Aisling.

Su voz fue apenas un susurro pero su nombre entró hasta su alma. Dio un paso
para atrás involuntariamente cuando hizo eco, clamando, resonando dentro de sí
mismo diciendo que su nombre combinaba con el de él para formar un acorde
melodioso que le diera poder sobre él.

Era la razón por la que los Djinn nunca hablaban de theifrit, es un espíritu
maldito. Decir su nombre en voz alta era invitar a la suerte.

El miedo dejó a Aisling con un sentimiento de náuseas y debilidad. Fue hacia sus
rodillas e inclinó su cabeza, ocultando la falta de fuerza en sus piernas
recogiendo los comestibles tirados en la bolsa de yute.

Ella buscó en el cuarto a Aziel. La preocupación dio paso al alivio cuando un
hurón se deslizó por debajo del sofá como si detectara su temor por su
seguridad. El habló con ella, su voz la tranquilizó aunque permaneció al abrigo
de una mesa de café.

Desde bajo sus pestañas, la atención de Aisling regresó al demonio. Él era como
un gigante gato, color oro a punto de saltar.

Ella se puso de pie con piernas inestables. Sus ojos se encontraron con los de
Zurael y se estremeció. Él podría matarla con facilidad. El conocimiento estaba
entre ellos como un abismo.

- Necesito poner los alimentos lejos, - susurró, cuando dio un paso por miedo a
que le hiciera algo.

La mirada de Zurael fue a la bolsa de yute con comestibles. Asintió, aunque sus
ojos prometieron represalias si ella hacia algo que lo amenazara.

Aisling estaba contenta de que la casa fuera pequeña. Solo la fuerza de su
voluntad la llevó a la pequeña cocina. Zurael la siguió hasta la puerta.
Sus manos temblaban cuando ella se ocupó de los comestibles bajo la mirada
inescrutable de Zurael. Su estómago se había encogido con hambre mientras
caminaba, pero ahora el pensamiento de la comida hizo una rebelión.

Aziel reunió su coraje y se escurrió dentro de la cocina. Subió por la pierna de
sus pantalones y se mantuvo en sus hombros, su presencia familiar le dio
comodidad.

Aisling ligeramente giró su cabeza y cerró sus ojos. Enterró su cara en su suave
piel y se concentró en el débil ritmo de su corazón y calidez. La vibración de su
estómago hizo que sonriera. Volvió a la tarea de hacerle frente a las cosas que
había comprado. Un paquete de pechugas de pollo se quedó en la encimera
cuando terminó.

Aziel hubiera sido feliz si se comía los alimentos crudos, pero ella lo necesitaba
para mantener sus manos y mente ocupadas. Lavó una tabla para cortar después
comprobó con una nerviosa mirada al demonio antes de tirar del cuchillo en un
bloque de roble.

Su sonrisa era como un salvaje destello blanco en una cara digna de un Dios
antiguo.

Su corazón se agitó. Sus mejillas se ruborizaron con calor, y se obligó a mirar a
otra parte. Recordaba muy bien como sus ojos viajaron a través de su cuerpo
desnudo, y su pene había crecido en respuesta. Se preguntó si la razón de que él
no la hubiera matado era porque estaba interesado en usarla primero.
La cola de Aziel se movió. Sus garras afiladas se hincaron en la carne como si
sintiera la dirección de sus pensamientos y quisiera hacer aparecer su miedo
antes de que se elevara y la consumiera.

Aisling tomó una respiración profunda y cortó una pechuga de pollo en rodajas
buscando el aceite y una sartén. El olor de la carne friéndose hizo aparecer su
hambre. Colocó más pollo. Su mirada se desvío hacia el demonio con facultad
para satisfacer sus ojos, para reclamar su coraje cuando hablara con él.

Su nombre fue dado por Aziel. Lo había convocado con un corazón puro y
guiado a la pelea con algo malo. No eran cosas que ella podía deshacer y no
quería hacerlo.

- ¿Tienes hambre? – Preguntó ella.

La sorpresa pasó por la cara de Zurael. Le siguió un endurecimiento de sus
músculos y un refuerzo de su columna vertebral, como si de algún modo le
hubiera golpeado con su pregunta de algún modo que no podría con el cuchillo.

- No.

Aisling regresó su atención al pollo. Quitó unas tiras para Aziel y las puso a
enfriar. Mientras que lo que quedaba se cocinaba, abrió el armario y estudió las
latas que trajo a casa. Ninguna etiqueta decía fruta fresca o verduras, la pequeña
cantidad de dinero que le había dado el padre Ursu apenas podía pagar por la
ensalada. Tenía que sembrar un jardín una vez que encontrara el modo de
protegerlo de humanos y animales carroñeros.

La nostalgia atravesó el pecho de Aisling. Su mano fue hacia sus pantalones de
trabajo. Tocó el dinero dentro del bolsillo. En ese momento parecía imposible que
tuviera suficiente dinero para regresar a la granja. Viajar era un lujo para quienes
podían permitirse las casetas en la carretera y el costo de protección, así como un
transporte.

Sacó una lata de judías verdes y la abrió, después las lavó en una sartén y calentó
las verduras en la estufa. Cuando la carne se terminó de cocer, la puso en un
plato. Puso la cena de Aziel en un platillo antes de sentarse en el suelo.
Había una mesa en la esquina de la sala pero Aisling permaneció en la cocina,
consciente de que estaba allí Zurael. Aziel comió ávidamente, después
desapareció dentro del cuarto de trabajo del chaman. Aisling se acabó su comida
lentamente. Era difícil comer cuando Zurael la miraba, pero la perspectiva de
acabarse su comida y caminar a su lado fue igualmente nerviosa. Lavó los platos
cuando terminó de usarlos. Su estómago se contrajo cuando Aziel reapareció
sosteniendo la imagen de un halcón en su boca.

Era el momento de pagar por el nombre que se le había dado. El hurón se fue a la
sala de ceremonia del chaman. Aisling endureció su columna vertebral y se
acercó a Zurael. Trató de concentrarse en el pequeño espacio entre el borde del
contador y donde él se apoyaba en el marco de la puerta.

Era imposible mantener los ojos lejos de la piel expuesta, los pantalones
fuertemente ajustados. La serpiente tatuada enrollada alrededor de su brazo. Su
mirada se fue hacia arriba cuando él cambio de posición. Sus ojos se encontraron
con los de él, pero él no fue alcanzado por ella cuando se deslizó a su lado.

A Zurael le estaba resultando cada vez más difícil mantenerse al margen. Lo
había tomado desprevenido con su oferta de consumir su comida. Sabía que la
vida era dura para los seres humanos sin riquezas o privilegios. Él había
asumido que una mujer con la capacidad de convocar a un Djinn debía emanar
arrogancia y mantener una posición de poder. En su lugar se encontró a Aisling
vulnerable y extrañamente inocente. Era una combinación embriagante.

Desde el momento en que había regresado a casa, él había surgido sin querer.
Había sido asaltado por oscuras fantasías eróticas y el aroma de la dulce
rendición.

Su temor había disminuido. Su mirada se había desviado para permanecer
encima de su carne. Su mente se llenó de imágenes que la dejó pestañeando y
ruborizándose. Él podría tenerla si lo deseara. Los Djinn no eran promiscuos,
pero no tenían miedo del lado carnal de su naturaleza tampoco.

Zurael apretó sus manos en puños. Obligó a sus pensamientos a dejar la
dirección que estaban tomando. Recordó que una vez que hubiera honrado su
deuda con la Casa de la Araña entonces estaría libre para terminar lo que había
ido a hacer allí, no sólo para sí mismo, sino para su pueblo. No podía permitir
que Aisling viviera, no si era capaz de convocar a alguno de ellos a voluntad y tal
vez un día se unirían.

El recelo apareció a través de él. Había pensado que sería fácil matarla, pero
ahora no había apuro de rabia para catapultarle a la acción. No había satisfacción
en las imágenes sangrientas de la retribución.

No pudo precisar el momento en que su decisión se había debilitado. ¿Era su
ofrecimiento de compartir su comida? ¿Fue el instante en que valientemente se
había enfrentado a él y sus ojos vieron sus garras bailando sobre su yugular y el
terror golpeó contra su palma?

Ya no estaba seguro de que pudiera matarla, pero sabía con certeza de un asesino
de la Casa de la Escorpión que podría enviar en caso de que regresara al Reino
de los Djinn y ella estuviera con vida. Un ser humano que podía convocar a un
Djinn era una amenaza para todos ellos.

Zurael se encogió de hombros y dejó los pensamientos de lado. No tenía mucho
sentido pensar en el futuro y su parte en este. Por el momento Aisling era un
cebo para la presa más peligrosa.
La siguió con los ojos cuando ella graciosamente se sentó en un lecho de tierra
apisonada en el centro de la habitación. Cuándo cruzó sus piernas y agachó la
cabeza, no pudo apartar la vista de la delicada curva de su cuello.
Se puso una cadena de cuero fino, hasta que una pequeña bolsa surgió desde
debajo de su camisa. Zurael entró en la habitación vigilando los fetiche cuando
ella abrió la bolsa y arrojó una docena de pequeñas esculturas en su mano antes
de que se dispersaran en la tierra.

Los hueso de fetiches brillaron contra el suelo de arcilla roja. El hurón corrió a su
lado. Dejó caer el halcón que llevaba en la boca a una corta distancia de la
colección de trozos sobre la tierra apisonada.

Zurael se acercaba. En su pecho sintió malestar cuando se dio cuenta de que el
hurón había estado con ella cuando ella lo había llamado en su estado astral.

Antes no lo había recordado. En el ojo de su mente no había visto a la criatura, y
sin embargo, recogió una serpiente y la colocó en la mano de Aisling, los
recuerdos de Zurael más temprano estaban cubiertos con unas frescas imágenes
con Aziel sobre los hombros como él había estado en la cocina. No podía sentir
nada del otro mundo sobre el animal, pero ahora su presencia le preocupaba. Se
hizo preguntas que no podía contestar. Un fetiche cuervo siguió a la serpiente,
una araña vino después. Los pensamientos de Zurael brillaron a su visita con
Malahel, donde una araña, un cuervo y una serpiente se habían reunido en torno
a un altar cristalino cuando las piedras se emitieron.

Aziel vaciló. Inclinó la cabeza como si estuviera escuchando una voz que sólo él
pudiera oír. Cuando su atención volvió a los fetiches dispersos, tomó una
cerveza. Una vez que estaba en la mano de Aisling, araño la tierra hasta que las
tallas restantes estuvieran en una pila.

Aisling juntó los cuatro que tenía en la mano y recogió los demás. Los devolvió a
la bolsa de piel y la dejó caer debajo de la camisa.

Zurael se pasó a la otra tira de madera, una de las cuatro trampas de la tierra en
un cuadrado. La mirada de Aisling era nerviosa en su cara y luego volvió a lo
que estaba haciendo.

Se agachó, pero no interfirió cuando ella seleccionó el cuervo y lo puso sobre la
tierra. La araña seguía, a la derecha y hacia abajo, al este hacia el norte del
cuervo. El sur estaba marcado por la serpiente, al oeste por el oso. Ella recogió el
halcón que descansaba en el centro de los otros cuatro y lo puso aparte.

Zurael se tensó cuando sacó una pequeña daga de una vaina escondida en su
espalda. Se maldijo por no pensar que pudiera estar armada, aunque sería casi
imposible para ella matarlo.

Ella conectó los cuatro fetiches con las líneas arqueadas de manera que se
dirigían en un círculo. Cuando volvió la palma hacia arriba y vio que tenía la
intención de arrastrar la hoja del cuchillo sobre ella, Zurael reaccionó sin pensar.
El miedo y la rabia lo inundaron. Le quitó la daga de su mano y la llevó a la
tierra con la rapidez de un puma saltando.

- No me vas a atar, - dijo.

La confusión en su rostro lo calmó tan rápido como la vista de ella preparándose
para hacer una ofrenda de sangre que lo impulsó a defenderse. En lugar de la ira
y el miedo fue la conciencia, de la suavidad de su cuerpo por debajo de él, de su
olor, de la dureza de su parte presionándose contra la unión de sus muslos.

Ella se humedeció los labios en un gesto nervioso y él quiso taparle la boca con la
suya. Quería meter su lengua en la profundidad climatizada y el gusto de su
esencia.

La impresión le hizo apartarse de ella. Para el Djinn, el intercambio de aliento era
el intercambio de espíritu, y no tenía ningún deseo de dar un pedazo de su alma
a alguien, especialmente a una de las creaciones del dios extranjero. Aisling se
sentó. Sus palabras resonaban en su mente. El calor de su cuerpo y una
conciencia fuerte de su excitación apareció.

Ella dudó un segundo antes de decir, - No tengo ningún deseo de atarte, e
incluso si quisiera, sé cómo hacerlo. No soy una bruja o una hechicera. La ira
brilló en los ojos del demonio. Ella sabía que estaba recordando como lo convocó.
- No me hubieras llamado si la necesidad no fuera urgente. Si hay otro nombre
que pudiera haber usado por el contrario, lo habría hecho.

Su admisión lo sorprendió. Su mirada viajó a los fetiches que se habían
dispersado que cubrían el suelo. Ella podía ver la pregunta formándose, pero
antes de que pudiera preguntar, alguien llamó a la puerta, y le siguió el sonido
de una puerta abriéndose y la voz de una mujer diciendo, - Hola. ¿Hay alguien
en casa?

Aisling se levantó y se arregló. Aziel se precipitó a la sala de estar delante de ella.
La sorpresa inundó a Aisling en la puerta durante un segundo cuando reconoció
a la mujer que estaba con el sacerdote oscuro y sus seguidores que tenían la
intención de sacrificarla.
- Espero que no te importe que este aquí, - dijo Elena.

- No me importa.

- ¿Puedo sentarme? ¿Podemos hablar? ¿O tienes un cliente contigo?

- Por favor, siéntate. Puedo darte agua o hacer té caliente.

- No. Estoy bien. - Elena tomó una silla.

Aisling se sentó en el sofá mientras Aziel se acurrucaba en la segunda silla.

- Luther dice que salvaste mi vida la otra noche, - dijo Elena.

Aisling no creía que Elena se refiriera al padre Ursu o al obispo Routledge.

- ¿Luther?

- Luther Germaine, - los ojos de Elena se ampliaron ligeramente cuando Aisling
no respondió. - Él es el alcalde de Oakland.

- Hasta ayer vivía fuera de Stockton.

Elena sonrió. Su mirada recorrió la habitación. - Eso explica mucho. Alguien con
tus habilidades... - Sus ojos se encontraron con los de Aisling. Había una
intensidad febril en ellos. - Quiero contratarte para averiguar lo que me pasó
anoche.

El estómago de Aisling se agitó nerviosamente. - ¿Qué quieres decir?

Un movimiento en la esquina distrajo a Aisling. Su ritmo cardíaco se disparó
cuando movió la cabeza y vio la serpiente moviéndose hacia ellos en un
fascinante deslizamiento de escalas sobre la madera. Su semejanza con la
serpiente tatuada en el brazo de Zurael era inconfundible. Elena se quedó sin
aliento y empezó a levantarse de su silla.

- Está bien, - dijo Aisling automáticamente, aunque no tenía ni idea de si lo era o
no. La serpiente era venenosa, el demonio era tan letal en esta forma como en
cualquiera otra.

Unos ojos dorados brillaban en la sala oscura cuando Zurael cerró la distancia
entre ellos. Con facilidad encontró el borde del sofá y siguió con la parte superior
del cuerpo hasta que llegó al reposabrazos bajó la cabeza para que la gravedad
trabajara a su favor cuando se deslizó a través de la almohada y hacia Aisling, el
resto de su cuerpo seguía un patrón exótico de negro y oro.

El pulso de Aisling se aceleró. Su respiración se acortó cuando la parte superior
del cuerpo de Zurael subía más, balanceándose como una cobra lista para atacar.
Su rostro estaba sólo a pulgadas de distancia del de ella, pero ella no se acobardó
o se apartó de él. Ella se negó a encogerse cada vez que la ponía a prueba.

Su lengua salió para tocar su mejilla, para probar su miedo y medirlo. Por un
instante, ella pensó que vio la aprobación en el fondo oro de sus ojos cuando no
se inmutó.

Se enredó a sí mismo alrededor de su brazo y apoyó la cabeza en la parte
posterior de su mano en la imitación perfecta del tatuaje que llevaba en su forma
humana. Sus escamas eran suave y cálidas en su piel, su lengua un susurró a
través de los nudillos.

Aisling miró al hurón acurrucado en la silla y sonrió. Si Zurael pensaba que la
horrorizaba y aterraba, entonces se había equivocado. Aziel había llevado el
cuerpo de una serpiente rey enorme, en gran medida en bandas. Había pasado
horas con lo que le cubría la nuca o en espiral alrededor de su cintura.
Elena se dejó caer en su asiento. Aisling regresó su atención a su huésped.

- Quiero contratarte para averiguar lo que me pasó anoche, - repitió Elena, tomó
del bolsillo de su chaqueta y sacó un monedero con costura de fantasía. Lo tiró
sobre la mesa de café entre ellos.

El sonido de eso golpeando la mesa fue como un arma de fuego en la habitación.
Aisling vio muy de cerca a Elena entonces. En lugar las imágenes de una mujer
desnuda pintada con sigilo y postrada en un altar, vio el corte de ropa de Elena,
el tejido caro, las joyas que llevaba en sus dedos y en las muñecas, el cuello y las
orejas.

-Siga adelante y cuenta con eso, - dijo Elena con un gesto insignificante de la
mano hacia la mesa de café.

Aisling abrió la bolsa. Sus manos temblaban un poco al ver las piezas de plata.
Eran más valiosas que las monedas y billetes creados por el Tesoro. Incluso
ahora, mucho después de la última guerra y de la peste, la desconfianza de algo
más que piedras preciosas o metales finos como pago le vino a la mente.
Con monedas de plata suficiente para poder regresar a casa. Ella podría
devolverle algo a la mujer que la había sacado de su casa como un niño
abandonado y se crió con amor y aceptación. Aisling contó los trozos de plata.
Había diez de ellos.

- Eso es la mitad de lo que estoy dispuesta a pagar, - dijo Elena.

Aisling cerró la bolsa y la puso en la mesa otra vez. Sus manos húmedas mientras
las frotaba encima de las rodillas.

- ¿Qué quieres decir cuando dices que quieres saber lo que te pasó anoche?

- Quiero saber cómo acabé en ese altar. Lo último que recuerdo es estar en un
club. Entonces me desperté en una habitación en la iglesia. Una monja estaba
lavando la parte inferior de mis pies y el padre Ursu estaba orando por mí. No
me dejaron salir hasta que estuvieran seguros de que no estaba poseída,- se
estremeció, y por un instante la anticipación en los ojos brillantes dio paso a un
temor.

- ¿Las autoridades no van a investigar?

- No. Ahora no. Luther se tragó su orgullo cuando le pidió ayuda al obispo
Routledge. - Los labios de Elena se retorcieron en disgusto. - La esposa de Luther
es devota y de una familia muy influyente. Ella ha estado confesando sus
pecados al obispo, desde que era niña. Estoy segura de que ha oído lo de la
aventura de Luther conmigo. Dudo que el buen obispo hubiera ayudado si
Luther no fuera el alcalde y estuviera casado con una de sus componentes
importantes. - Elena se inclinó hacia adelante con la intensidad de un
depredador. - El Padre Ursu me dijo que estabas allí cuando algo salió mal
durante la ceremonia. Dijo que un poderoso demonio sacrificó a todos.

- Yo estuve allí en un estado astral.

- ¿Puedes encontrar sus almas? ¿Les puedes preguntar por qué me tomaron
como un sacrificio? - Elena se deslizó hacia delante, al borde de su asiento. - La
policía no va a investigar porque el sacerdote oscuro fue Anthony Tiernan. Su
familia es rica y poderosa. Sus seguidores eran de familias similares. Luther no
presionará porque todas las familias involucradas quieren mantener lo que pasó
en silencio. La Iglesia quiere que el asunto se cierre, también, el asunto del
demonio. Todo el mundo con quien he ido piensa que se hizo justicia, todo el
mundo menos yo.

Aisling se estremeció. Incluso para una bolsa de plata que no estaba segura de
que quería buscar al sacerdote oscuro o su seguidores en las Tierras Fantasma.
No eran seres malévolos que se llevaran almas humanas solo por la canción de
sus gritos de terror y el placer de oír sus gritos torturados. Había lugares oscuros
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn
La invocación del príncipe Djinn

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Angelina analisis estructural
Angelina analisis estructuralAngelina analisis estructural
Angelina analisis estructuralramonamedina
 
3. la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)
3.  la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)3.  la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)
3. la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)Katherine Palomino Irigoin
 
Todo de angelina, original
Todo de angelina, originalTodo de angelina, original
Todo de angelina, originalcristyyasmin
 
Mitos y leyendas de moquegua 2013
Mitos y leyendas de moquegua 2013Mitos y leyendas de moquegua 2013
Mitos y leyendas de moquegua 2013MODELO SAN ANTONIO
 
Hitorieta de leyenda LA LLORONA
Hitorieta de leyenda LA LLORONAHitorieta de leyenda LA LLORONA
Hitorieta de leyenda LA LLORONAjessssssssssssssss
 
Marissa mar the lunar chronicles 1.5 the queens army
Marissa mar   the lunar chronicles 1.5 the queens armyMarissa mar   the lunar chronicles 1.5 the queens army
Marissa mar the lunar chronicles 1.5 the queens armyHilda97
 
Serie Elfos Oscuros -- Salvada --
Serie Elfos Oscuros -- Salvada --Serie Elfos Oscuros -- Salvada --
Serie Elfos Oscuros -- Salvada --Ninfa del Sol
 
La hija del mazorquero terminado
La hija del mazorquero terminadoLa hija del mazorquero terminado
La hija del mazorquero terminadoSol Perrone
 
Leyendas y mitos Colombianos
Leyendas y mitos ColombianosLeyendas y mitos Colombianos
Leyendas y mitos ColombianosNicolasa
 
Serie Elfos Oscuros - Tomada -
Serie Elfos Oscuros - Tomada -Serie Elfos Oscuros - Tomada -
Serie Elfos Oscuros - Tomada -Ninfa del Sol
 
Serie Elfos Oscuros --Domada --
Serie Elfos Oscuros --Domada --Serie Elfos Oscuros --Domada --
Serie Elfos Oscuros --Domada --Ninfa del Sol
 
Primeras páginas El oro de los sueños
Primeras páginas El oro de los sueñosPrimeras páginas El oro de los sueños
Primeras páginas El oro de los sueñosmjgolo
 
Libro cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”
Libro  cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”Libro  cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”
Libro cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”Alicia Ramirez
 

La actualidad más candente (18)

Angelina
AngelinaAngelina
Angelina
 
Angelina analisis estructural
Angelina analisis estructuralAngelina analisis estructural
Angelina analisis estructural
 
3. la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)
3.  la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)3.  la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)
3. la reina del aire y la oscuridad (queen of air and darkness)
 
Todo de angelina, original
Todo de angelina, originalTodo de angelina, original
Todo de angelina, original
 
Mitos y leyendas de moquegua 2013
Mitos y leyendas de moquegua 2013Mitos y leyendas de moquegua 2013
Mitos y leyendas de moquegua 2013
 
Hitorieta de leyenda LA LLORONA
Hitorieta de leyenda LA LLORONAHitorieta de leyenda LA LLORONA
Hitorieta de leyenda LA LLORONA
 
Marissa mar the lunar chronicles 1.5 the queens army
Marissa mar   the lunar chronicles 1.5 the queens armyMarissa mar   the lunar chronicles 1.5 the queens army
Marissa mar the lunar chronicles 1.5 the queens army
 
Malinche laura esquivel
Malinche laura esquivelMalinche laura esquivel
Malinche laura esquivel
 
Angelina
AngelinaAngelina
Angelina
 
Serie Elfos Oscuros -- Salvada --
Serie Elfos Oscuros -- Salvada --Serie Elfos Oscuros -- Salvada --
Serie Elfos Oscuros -- Salvada --
 
La hija del mazorquero terminado
La hija del mazorquero terminadoLa hija del mazorquero terminado
La hija del mazorquero terminado
 
Leyendas y mitos Colombianos
Leyendas y mitos ColombianosLeyendas y mitos Colombianos
Leyendas y mitos Colombianos
 
Leyenda
LeyendaLeyenda
Leyenda
 
Serie Elfos Oscuros - Tomada -
Serie Elfos Oscuros - Tomada -Serie Elfos Oscuros - Tomada -
Serie Elfos Oscuros - Tomada -
 
Serie Elfos Oscuros --Domada --
Serie Elfos Oscuros --Domada --Serie Elfos Oscuros --Domada --
Serie Elfos Oscuros --Domada --
 
Primeras páginas El oro de los sueños
Primeras páginas El oro de los sueñosPrimeras páginas El oro de los sueños
Primeras páginas El oro de los sueños
 
Sala de espera
Sala de esperaSala de espera
Sala de espera
 
Libro cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”
Libro  cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”Libro  cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”
Libro cuarto “La Historia de Kurt Von Subermann”
 

Destacado

Lindsey johanna asi habla el corazon
Lindsey johanna   asi habla el corazonLindsey johanna   asi habla el corazon
Lindsey johanna asi habla el corazonAdderly de la Cruz
 
Orgullo y prejuicio ilustrado inglés
Orgullo y prejuicio ilustrado   inglésOrgullo y prejuicio ilustrado   inglés
Orgullo y prejuicio ilustrado inglésSuni Aguado
 
Lindsey johanna esclava del deseo
Lindsey johanna   esclava del deseoLindsey johanna   esclava del deseo
Lindsey johanna esclava del deseoSoraya Roa Figueroa
 
Orgullo y prejuicio
Orgullo y prejuicioOrgullo y prejuicio
Orgullo y prejuicioaosorio85
 
Pélicula: Orgullo y prejuicio
Pélicula: Orgullo y prejuicioPélicula: Orgullo y prejuicio
Pélicula: Orgullo y prejuicioClaudia Patiño
 
Darcy´s diary español
Darcy´s diary españolDarcy´s diary español
Darcy´s diary españolshintsuri
 
Orgullo Y Prejuicio
Orgullo Y PrejuicioOrgullo Y Prejuicio
Orgullo Y PrejuicioAlejandra
 

Destacado (11)

LCdN - 3E
LCdN - 3ELCdN - 3E
LCdN - 3E
 
Lindsey johanna asi habla el corazon
Lindsey johanna   asi habla el corazonLindsey johanna   asi habla el corazon
Lindsey johanna asi habla el corazon
 
LCdN - 8D
LCdN - 8DLCdN - 8D
LCdN - 8D
 
Orgullo y prejuicio ilustrado inglés
Orgullo y prejuicio ilustrado   inglésOrgullo y prejuicio ilustrado   inglés
Orgullo y prejuicio ilustrado inglés
 
Lindsey johanna esclava del deseo
Lindsey johanna   esclava del deseoLindsey johanna   esclava del deseo
Lindsey johanna esclava del deseo
 
Orgullo y prejuicio
Orgullo y prejuicioOrgullo y prejuicio
Orgullo y prejuicio
 
Pélicula: Orgullo y prejuicio
Pélicula: Orgullo y prejuicioPélicula: Orgullo y prejuicio
Pélicula: Orgullo y prejuicio
 
Darcy´s diary español
Darcy´s diary españolDarcy´s diary español
Darcy´s diary español
 
LCdN - 6T
LCdN - 6TLCdN - 6T
LCdN - 6T
 
Orgullo Y Prejuicio
Orgullo Y PrejuicioOrgullo Y Prejuicio
Orgullo Y Prejuicio
 
LCdN - 3E
LCdN - 3ELCdN - 3E
LCdN - 3E
 

Similar a La invocación del príncipe Djinn

Similar a La invocación del príncipe Djinn (20)

Leyendas 1º medio
Leyendas 1º medioLeyendas 1º medio
Leyendas 1º medio
 
Leyenda de la boa y el tigre
Leyenda de la boa y el tigreLeyenda de la boa y el tigre
Leyenda de la boa y el tigre
 
Realismo mágico y lo real maravilloso
Realismo mágico y lo real maravillosoRealismo mágico y lo real maravilloso
Realismo mágico y lo real maravilloso
 
Almas Perdidas - M.Francisco
Almas Perdidas - M.FranciscoAlmas Perdidas - M.Francisco
Almas Perdidas - M.Francisco
 
Lea detenidamente el cuento La historia de una hora de Kat.pdf
Lea detenidamente el cuento La historia de una hora de Kat.pdfLea detenidamente el cuento La historia de una hora de Kat.pdf
Lea detenidamente el cuento La historia de una hora de Kat.pdf
 
Mitos y leyendas
Mitos y leyendasMitos y leyendas
Mitos y leyendas
 
1º Cap La prometida
1º Cap La prometida1º Cap La prometida
1º Cap La prometida
 
Memorias
MemoriasMemorias
Memorias
 
Angie amaya foto cuento
Angie amaya foto cuentoAngie amaya foto cuento
Angie amaya foto cuento
 
Regalo k
Regalo kRegalo k
Regalo k
 
Claudia gray -_3_-_despedida
Claudia gray -_3_-_despedidaClaudia gray -_3_-_despedida
Claudia gray -_3_-_despedida
 
3 Tenebrosas Leyendas Urbanas
3 Tenebrosas Leyendas Urbanas
3 Tenebrosas Leyendas Urbanas
3 Tenebrosas Leyendas Urbanas
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángel
 
Regalo K-chan
Regalo K-chanRegalo K-chan
Regalo K-chan
 
Regalo k
Regalo kRegalo k
Regalo k
 
Mitos y leyendas memorias
Mitos y leyendas memoriasMitos y leyendas memorias
Mitos y leyendas memorias
 
Cuentos
CuentosCuentos
Cuentos
 
601 617 - st-flash
601 617 - st-flash601 617 - st-flash
601 617 - st-flash
 
Extracto "El Brujo"
Extracto "El Brujo"Extracto "El Brujo"
Extracto "El Brujo"
 
Emelina
EmelinaEmelina
Emelina
 

Más de Maris Belikov

Más de Maris Belikov (7)

UM - 1MS
UM - 1MSUM - 1MS
UM - 1MS
 
2-thebookofrevenge
2-thebookofrevenge2-thebookofrevenge
2-thebookofrevenge
 
6 spellbound
6 spellbound6 spellbound
6 spellbound
 
fáery
fáeryfáery
fáery
 
The replacement espa
The replacement espaThe replacement espa
The replacement espa
 
Amy&roger
Amy&rogerAmy&roger
Amy&roger
 
Angel 's blood
Angel 's bloodAngel 's blood
Angel 's blood
 

Último

Clima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdf
Clima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdfClima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdf
Clima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdfConstructiva
 
PPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAY
PPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAYPPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAY
PPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAYCarlosAlbertoVillafu3
 
Buenas Practicas de Almacenamiento en droguerias
Buenas Practicas de Almacenamiento en drogueriasBuenas Practicas de Almacenamiento en droguerias
Buenas Practicas de Almacenamiento en drogueriasmaicholfc
 
Gestion de rendicion de cuentas viaticos.pptx
Gestion de rendicion de cuentas viaticos.pptxGestion de rendicion de cuentas viaticos.pptx
Gestion de rendicion de cuentas viaticos.pptxignaciomiguel162
 
Efectos del cambio climatico en huanuco.pptx
Efectos del cambio climatico en huanuco.pptxEfectos del cambio climatico en huanuco.pptx
Efectos del cambio climatico en huanuco.pptxCONSTRUCTORAEINVERSI3
 
Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHill
Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHillContabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHill
Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHilldanilojaviersantiago
 
TIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptx
TIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptxTIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptx
TIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptxKevinHeredia14
 
Modelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docx
Modelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docxModelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docx
Modelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docxedwinrojas836235
 
ISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarización
ISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarizaciónISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarización
ISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarizaciónjesuscub33
 
INTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptx
INTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptxINTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptx
INTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptxRENANRODRIGORAMIREZR
 
Presentación Final Riesgo de Crédito.pptx
Presentación Final Riesgo de Crédito.pptxPresentación Final Riesgo de Crédito.pptx
Presentación Final Riesgo de Crédito.pptxIvnAndres5
 
Presentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdf
Presentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdfPresentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdf
Presentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdfLuisAlbertoAlvaradoF2
 
ADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdf
ADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdfADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdf
ADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdfguillencuevaadrianal
 
DELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdf
DELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdfDELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdf
DELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdfJaquelinRamos6
 
Nota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdf
Nota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdfNota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdf
Nota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdfJUANMANUELLOPEZPEREZ
 
modulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdf
modulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdfmodulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdf
modulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdfmisssusanalrescate01
 
CULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONES
CULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONESCULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONES
CULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONESMarielaAldanaMoscoso
 
ANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO PUERTO DEL CALLAO
ANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO  PUERTO DEL CALLAOANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO  PUERTO DEL CALLAO
ANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO PUERTO DEL CALLAOCarlosAlbertoVillafu3
 
cuadro sinoptico tipos de organizaci.pdf
cuadro sinoptico tipos de organizaci.pdfcuadro sinoptico tipos de organizaci.pdf
cuadro sinoptico tipos de organizaci.pdfjesuseleazarcenuh
 

Último (20)

Clima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdf
Clima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdfClima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdf
Clima-laboral-estrategias-de-medicion-e-book-1.pdf
 
PPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAY
PPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAYPPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAY
PPT DIAGNOSTICO DAFO Y CAME MEGAPUERTO CHANCAY
 
Buenas Practicas de Almacenamiento en droguerias
Buenas Practicas de Almacenamiento en drogueriasBuenas Practicas de Almacenamiento en droguerias
Buenas Practicas de Almacenamiento en droguerias
 
Gestion de rendicion de cuentas viaticos.pptx
Gestion de rendicion de cuentas viaticos.pptxGestion de rendicion de cuentas viaticos.pptx
Gestion de rendicion de cuentas viaticos.pptx
 
Efectos del cambio climatico en huanuco.pptx
Efectos del cambio climatico en huanuco.pptxEfectos del cambio climatico en huanuco.pptx
Efectos del cambio climatico en huanuco.pptx
 
Tarea-4-Estadistica-Descriptiva-Materia.ppt
Tarea-4-Estadistica-Descriptiva-Materia.pptTarea-4-Estadistica-Descriptiva-Materia.ppt
Tarea-4-Estadistica-Descriptiva-Materia.ppt
 
Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHill
Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHillContabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHill
Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHill
 
TIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptx
TIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptxTIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptx
TIPOS DE PLANES administracion una perspectiva global - KOONTZ.pptx
 
Modelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docx
Modelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docxModelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docx
Modelo de convenio de pago con morosos del condominio (GENÉRICO).docx
 
ISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarización
ISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarizaciónISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarización
ISO 45001-2018.pdf norma internacional para la estandarización
 
INTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptx
INTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptxINTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptx
INTERESES Y MULTAS DEL IMPUESTO A LA RENTA POWER POINT.pptx
 
Presentación Final Riesgo de Crédito.pptx
Presentación Final Riesgo de Crédito.pptxPresentación Final Riesgo de Crédito.pptx
Presentación Final Riesgo de Crédito.pptx
 
Presentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdf
Presentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdfPresentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdf
Presentacion III ACTIVIDADES DE CONTROL. IV UNIDAD..pdf
 
ADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdf
ADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdfADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdf
ADMINISTRACION FINANCIERA CAPITULO 4.pdf
 
DELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdf
DELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdfDELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdf
DELITOS CONTRA LA GESTION PUBLICA PPT.pdf
 
Nota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdf
Nota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdfNota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdf
Nota de clase 72 aspectos sobre salario, nomina y parafiscales.pdf
 
modulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdf
modulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdfmodulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdf
modulo+penal+del+16+al+20+hhggde+enero.pdf
 
CULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONES
CULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONESCULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONES
CULTURA EN LA NEGOCIACIÓN CONCEPTOS Y DEFINICIONES
 
ANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO PUERTO DEL CALLAO
ANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO  PUERTO DEL CALLAOANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO  PUERTO DEL CALLAO
ANÁLISIS CAME, DIAGNOSTICO PUERTO DEL CALLAO
 
cuadro sinoptico tipos de organizaci.pdf
cuadro sinoptico tipos de organizaci.pdfcuadro sinoptico tipos de organizaci.pdf
cuadro sinoptico tipos de organizaci.pdf
 

La invocación del príncipe Djinn

  • 1.
  • 2. Bienvenido a un mundo post-apocalíptico, donde el más allá se mantiene de tal forma que solo los más valientes pueden convocarlo, o atreverse a desearlo. Arrancada de su hogar y su familia, la shamaness Aisling McConaughey debe adentrarse en el mundo de los espectros para salvar a la amante de un hombre rico. Pero su poder tiene un precio: debe invocar al príncipe Djinn Zurael en Caym… y rendirse a su salvaje y sensual cólera. Zurael pretende asesinar a Aisling después de utilizarla como cebo para encontrar a un enemigo que tiene en su poder una antigua tabla. Pero cuanto más saborea su espíritu inocente, más utiliza su fiero contacto para lograr que ansíe su piedad… incluso si de ese modo tejen un erótico hechizo del que Zurael no puede escapar
  • 3. TRADUCTORAS: Veroniica Naoru Dark Lady Alejitabb Obsession Abril_tonks Anelisse Geaf Kuami Magial_90 Rihano Darkemily CORRECTORAS: Jey Anelisse Dark Lady HellParadise Lina Virtxu RECOPILACIÓN Virtxu DISEÑO Madri
  • 4. Capitulo 01 Miedo era lo que se respiraba en las tierras agrícolas de San Joaquín cuando se oyó el ruido de un camión. Los niños fueron llamados de sus tareas y las mujeres abandonaron la colada. Las pesadas puertas y los barrotes de las ventanas estaban cerradas y bloqueadas, pedían plegarias a los dioses porque se decía que los dioses todavía podían permanecer en un mundo alterado para siempre por la guerra, nacido en la peste. Un nudo frío de miedo se formó en el estómago de Aisling McConaughey mientras corría hacia la casa. Más allá podía ver a algunos de los otros dejándose caer en el granero, pero estaba demasiado lejos como para ir allí al seguro lugar. La puerta de la calle estaba abierta. Aisling se metió a toda prisa por delante de Geneva, la mujer en cuyo umbral ella había sido abandonada cuando era un bebé. Corrió por el pasillo y se metió en el armario de almacenamiento, a continuación, en el pequeño escondite entre ella y la despensa de la cocina. Su garganta se cerró con consternación cuando vio que no era la única que no había conseguido llegar hasta el granero. Una de sus hermanas más jóvenes se sentó en sus rodillas y se abrazó a su pecho, sus ojos oscurecidos por el miedo. Aisling recogió a la niña en sus brazos y reclamó un lugar en el suelo. - Vamos a estar bien, - susurró mientras abrazaba a la niña. - Probablemente están conduciendo por aquí para asegurarse de que los huertos están siendo atendidos adecuadamente. Tal vez se están llevando trabajadores. No conoces al
  • 5. nuevo alcalde, no permite que la gente se quede en la ciudad si no puede ganarse su sustento. El suelo del escondite vibraba por el acercamiento de los camiones pesados. Desde la última guerra y la peste que la puso fin, sólo los ricos o aquellos que estaban en asuntos del gobierno se podían permitir el acceso a combustible para sus vehículos. Los delgados brazos se apretaron alrededor del cuello de Aisling. - ¿Y si quieren a uno de nosotros? - No ha ocurrido todavía, - susurró Aisling, con ganas de calmar los temores de su hermana con una mentira, pero dándole la verdad en su lugar. Después de que la guerra y la peste mataran a gran parte de la población de la Tierra, los seres sobrenaturales habían salido de su escondite. Desde entonces, los territorios se habían labrado. Stockton y las granjas de los alrededores fueron controlados por los seres humanos que temían a los vampiros y los cambiaformas, así como cualquier persona dotada de habilidades sobrenaturales. El chirrido de los frenos envió una nueva oleada de miedo a Aisling. Los golpes en la puerta, acompañados por la voz de un hombre exigiendo entrada, le hizo crecer la respiración entrecortada. Arrastrando los pies con un lento progreso Geneva fue con resignación. Otros, huérfanos sin habilidades que los hicieran diferentes, se movían y el suelo crujía a medida que tomaban posiciones por toda la casa para que todo pareciera normal. - Entren, - dijo Geneva, aunque las pisadas de las botas de sus inoportunos visitantes estaban ya en el interior. Las náuseas irradiaban en un nudo en el estómago de Aisling mientras la casa era registrada. Cerró sus ojos y miró el espacio que compartía con otras varias muchachas. Su pecho se oprimió cuando una voz llamó, - Capitán. Aquí. - En su imaginación seguía los pasos a su dormitorio y el tocador donde el amuleto inacabado descansaba. Las siguientes palabras del capitán fueron como hielo deslizándose por la columna vertebral. - ¿Dónde está la shamaness1?- Aisling supo entonces que habían venido a por ella. El amuleto podría pertenecer a una bruja o un artista. Muchos de los no-humanos cubrían sus apuestas mediante la compra de talismanes y amuletos para protegerse. Pero para el guardia, el zorro tallado en 1 Shamanees: chamán: Hechicero al que se supone dotado de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar, invocar a los espíritus, etc.
  • 6. abulón2 fue la confirmación de lo que estaban buscando. Se abrazó a su hermana de nuevo, antes de levantarse y pasar la pequeña puerta que conducía a un armario aparentemente lleno de ropa guardada. En la sala de arriba el guardia volvió a preguntar, - ¿Dónde está la shamaness, vieja? - Aisling esperaba oír el indicador de una bala en la recámara o el sonido de violencia física. Para los ricos y bien posicionados, la vida era muy diferente, la libertad y la igualdad era algo que daban por sentado. Pero para los pobres, especialmente los que no eran dueños de la tierra que trabajaban, los derechos civiles eran algo que solo se encontraba en los libros de historia y sueños. Ella abrió la puerta oculta. Un poco de opresión abandonó su pecho cuando se encontró solo con la oscuridad. Sospechaba que sus acciones fueran hechas para dar algo de espectáculo, para intimidar más que con la esperanza de encontrar a alguien. En el pasillo, una voz diferente, dijo, - Sra. McConaughey, no queremos hacerle daño ni a usted ni a nadie a su cuidado. La Iglesia es consciente de su buen trabajo. Por desgracia, hay más en juego aquí que una mujer y su familia de huérfanos. Me han ordenado encontrar a la shamaness y llevarla a la Diócesis de Oakland. Mi búsqueda me ha llevado hasta aquí, a su casa. Sería mejor para todos los interesados su cooperación. Aisling cerró la puerta oculta. Tomó una respiración profunda tranquilizadora para pasar a través de los largos impermeables y mantas colgadas para cubrir la entrada al escondite. Sus dedos dejaron de lado la pequeña bolsa de cuero con amuletos que llevaba debajo de su camisa. No había otra opción más que rendirse. Los guardias podrían matar a todos los de aquí y asegurar que fue para erradicar una enfermedad o defenderse a sí mismos. Mientras los huertos, jardines y el ganado no fueran destruidos, no habría ninguna protesta, ninguna indignación. Salió al pasillo y subió las escaleras de la casa de madera. Cuando llegó a la cima, la oscura figura del sacerdote se volvió. Sus ojos se encontraron, brillando con satisfacción y tal vez con algún indicio de alivio. Él dio un paso adelante, su lenguaje corporal transmitía amistad. Ella permitió un estrechamiento de manos. Sus palmas eran ásperas, sus dedos callosos contra la suavidad de la piel de bebé del sacerdote. Aisling se forzó para relajarse, fingir que aceptaba su acercamiento y no lo veía sospechoso. 2 Abulón2: crustáceo
  • 7. - ¿Su nombre? - Preguntó el sacerdote. - Aisling. - Ven, - dijo. - Reúna lo que necesite. Sus servicios son necesarios. - ¿Podré volver? Hubo un menudo parpadeo de vacilación antes de que él dijera, - Desde luego, pero no sé cuándo. Le proporcionarán ropa y alimento. No hay ninguna necesidad de embalar nada de eso. El miedo trató de salir por la garganta de Aisling. El pánico la llenó ante la idea de estar sin sus amuletos más grandes, estos permanecían en una caja fuerte del granero excepto aquellas veces cuando viajaba a Las Tierras Fantasmas y los requería para protegerse. No podía recuperarlos, no con la policía y el sacerdote aquí. - Estoy lista, - dijo incapaz de mantener su voz estable. El sacerdote frunció el ceño. Las cejas plegadas enseñaron su preocupación. Un atisbo de esperanza floreció en el pecho de Aisling. Él estaba bien informado. Quizás su carencia de protecciones más fuertes la harían parecerle débil, inadecuada para cualquier tarea a la que había sido conducida. - ¿Tiene todo lo que necesita? - Preguntó. Sus ojos se fueron a su cuello y muñecas, a los bolsillos de sus pantalones de trabajo y la cinta delgada que estaba libre de amuletos. - No he tenido ningún entrenamiento formal como shamaness, - dijo Aisling. Era la verdad. Lo que sabía, lo había aprendido por su cuenta o de los guías espirituales que la ayudaban. Para los ricos, o para los que vivían en comunidades donde los dones sobrenaturales se aceptaban, tenían una orientación y educación formal. Ella no se había beneficiado de eso tampoco. El sacerdote cerró los ojos, tal vez rezando. O tal vez pensaba en los otros lugares que orientaban, aunque la Iglesia era propensa a ver esos talentos de la misma manera que consideraban a los vampiros y los cambiaformas, como diablos nacidos o tocados por el diablo. Aisling cerró la mano en un puño. Se obligó a no mostrar ninguna emoción. Aun
  • 8. así, se sentía temblar un poco cuando el pequeño brote de esperanza fue aplastada sin piedad, cuando él abrió los ojos y dijo, - Si usted está lista, entonces, nos vamos. Quiero estar de vuelta en la diócesis antes de la noche. Algo más allá de lo que el sacerdote dijo le llamó la atención. Cuando vio el hurón negro con los ojos dorados, un pequeño rayo de felicidad penetró en la oscuridad de su miedo a ser llevada. Aziel tenía la intención de ir con ella o él no habría salido con la presencia de estos extraños. - Tendrá que llevar a su mascota, - dijo Geneva con su estoica expresión. - No voy a tenerlo aquí desatendido y persiguiendo a las gallinas. - Ven, Aziel, - dijo Aisling aunque no era necesario. El hurón ya estaba corriendo hacia ella. Hizo un trabajo rápido al subir la ropa y paños alrededor de su cuello en una vida de robo. - ¿Estás segura de que tiene todo lo necesario? - Preguntó el sacerdote, con los ojos a la deriva mirando al hurón brevemente antes de volver a la cara de Aisling. Ella asintió, con miedo de que si se trataba de hablar, el repentino nudo que tenía en la garganta se lo impediría. Caminó hasta la puerta de entrada y más allá vio, a los camiones pesados cogidos por la policía y los guardias cuando viajaban al campo, era una imagen borrosa. Aisling enfocaba hacia el interior. Tratando de aislarse de lo que estaba sucediendo. Inconscientemente buscó consuelo. Enroscó su mano alrededor de la lujosa cola de Aziel y el hurón chirrió en voz baja. Sólo dos guardias y el sacerdote habían ido a la casa, pero sentados alrededor de la camioneta había tres hombres armados con ametralladoras. Un cuarto estaba en la parte trasera, apoyado en la ametralladora que estaba montada allí. El capitán abrió la puerta de atrás y se apartó, el sacerdote metió a Aisling delante. Ella se resistió a la necesidad de mirar hacia atrás mientras subía. Podía sentir los ojos de los miembros de su familia mirar y también podía imaginar el miedo que se aferraría a ellos incluso después de que el sonido del camión se desvaneciera. Las puertas del camión se cerraron de golpe y el motor se encendió. Los guardias tomaron posiciones en la parte de atrás. - ¿Listos? - Gritó el conductor. Uno de los hombres de la parte de atrás golpeó en el techo en señal afirmativa. El sacerdote no dijo nada y pronto se encontraron en la carretera. Señales marcaban la distancia hasta Oakland, San Francisco y más allá, a unos mundos extranjeros y poco familiares para Aisling, lugares que nunca había visto excepto en su imaginación o en los libros que a Geneva le gustaba reunir y compartir.
  • 9. El miedo se desvaneció y la curiosidad fue creciendo con cada milla que viajaban. Aziel se movía para mirar por la ventana. De vez en cuando gorjeaba como si fuera un guía señalando diversos puntos de referencia. - El hurón es inusual, - dijo el sacerdote, rompiendo el largo silencio. - ¿Lo consideras como un familiar? Aisling apartó la vista de la ventana para mirar al hombre que la había llevado lejos de su casa. Era mayor que ella, con patas de gallo en las comisuras de los ojos y una boca que parecía dispuesta a sonreír. - Es un animal doméstico. Pensé que eran familiares de las brujas y brujos. ¿Los chamanes no los tienen? El sacerdote movió la cabeza. - No, no, que yo haya encontrado. - Con indecisión movió la mano hacia el hurón, pero Aziel se volvió rápidamente e hizo un bufido en señal de advertencia. - No es amigable con los extraños, - dijo Aisling. Ella no quería hacerse enemiga de alguien que podría llegar a ser un aliado. - ¿Por qué me están llevando para Oakland? El sacerdote inclinó ligeramente la cabeza para señalar a los dos hombres del asiento delantero del camión. - No tengo libertad de discutir el asunto. - Su mirada se desvió hacia el hurón que una vez más había puesto las patas en la ventana y miraba hacia fuera. - ¿De dónde sacaste a Aziel? Su continuo interés preocupaba a Aisling. Sospechaba que él no admitiría la posesión de dones sobrenaturales, al menos no con ella, pero le preocupaba que hubiera adivinado que Aziel era algo más, aunque ella misma no estaba segura de que era exactamente su compañero. No pensaba en Aziel como un familiar. Si le diera un rol sería un guardián de espíritu. Quizás una bruja lo interpretaría de una manera similar. Lamentablemente las pocas brujas que conocía eran reservadas y formaban parte de un aquelarre. No eran mujeres de las que compartían confidencias ni a las que se podía preguntar nada. Cuando el sacerdote no se apartó de ella, dijo, - Lo encontré. Creo que estaba en una caravana de feria. Probablemente los pollos de granja lo sacaron de uno de los vehículos. Un día o algo más después de que ellos siguieran adelante, lo
  • 10. descubrí. El sacerdote rió en silencio y dejó pasar el asunto. Aisling devolvió su atención al paisaje urbano que se aproximaba rápidamente. - No sé mucho sobre Oakland ni quien lo gobierna. - En este momento tiene un alcalde y un consejo de supervisores. La Iglesia está representada, como varios grupos de humanos. Es bastante seguro durante el día pero la noche pertenece a los depredadores. A Aisling se le puso la piel de gallina en los brazos y se extendió aún más por el cuerpo cuando alcanzaron la ciudad y fueron saludados por edificios quemados. Después de que la peste hubiera seguido su curso y los sobrenaturales revelaran su presencia, la anarquía había reinado durante un tiempo. Las calles, sobre todo en las grandes ciudades, llenas de violencia y miedo, y con la cruda necesidad de sobrevivir en un lugar donde el refugio era abundante, pero los alimentos y el combustible escaseaban. Finalmente, las fuerzas armadas y de la Guardia trajeron el orden, pero las ciudades todavía seguían marcadas por su pasado. Y aunque los Estados Unidos aún existían como una nación, no era la nación gloriosa que había sido una vez. Todo sucedió mucho antes de que ella naciera, y había parecido irrelevante para la vida cotidiana hasta ahora. Nunca hubiera esperado ver alguna de las grandes ciudades. No había ninguna razón para ir allí y tampoco había dinero para hacerlo, a menos que una persona fuera rica, tuviera enchufe o se uniera a una caravana de mercaderes. Los viajes eran caros y peligrosos. Aisling se sorprendió cuando los hombres en la parte trasera de la camioneta empezaron a disparar rápidamente con sus ametralladoras. El sacerdote dijo, - No hay nada de lo que preocuparse. Estos son sólo disparos de advertencia. Estudió la escena de delante de ella: edificios caídos, cristales rotos, automóviles abandonados y la desaparecida basura. Ya sea algo real o imaginario, de repente se sintió vigilada. - ¿Quién vive aquí? - Susurró a pesar de la imposibilidad de que alguien fuera del camión oyera algo. - Descontentos. Los locos. Los no-aptos y marginados. - ¿Humanos? - En su mayor parte, aunque me imagino que esto es un coto de caza para los depredadores.
  • 11. Aquel lugar ennegrecido y destruido poco a poco dio paso a zonas donde los edificios estaban siendo recuperados. Almacenes de pie fuertemente custodiados junto a los abandonados. Apartamentos oscuros y deteriorados con barras de hierro, situados junto a edificios en un contorno de luz amarilla suave. Las medianas ajardinadas y los árboles plantados marcaban el punto donde la pobreza y la lucha daban paso a la comodidad, a pesar de las barras que quedaban en las ventanas y las puertas. Los policías armados y los guardias patrullaban las calles. Hombres, mujeres y niños estaban vestidos con ropas de colores, mientras se apresuraban a llevar a cabo su negocio antes de que luz del día se desvaneciera. Aisling miró su propia ropa usada y manchada por el trabajo. Pensó en la vacilación del sacerdote cuando le había preguntado si volvería a casa. El temor se alojaba en su pecho y garganta de nuevo mientras se preguntaba si sería capaz de sobrevivir en esta ciudad, una tarea que había llevado a hombres armados y a un servidor de la Iglesia de San Joaquín, con el fin de encontrarla. Aziel se apartó de la ventana. Su nariz húmeda encontró su oído en un enraizamiento, con un gesto cariñoso que transmitía su convicción de que todo estaría bien. Sonrió a pesar de sus agitadas emociones y de la visión de la Iglesia que se alzaba delante cuando el camión giró en una calle estrecha. Pasaron por una puerta fuertemente custodiada, y luego redujeron sus pasos hasta pararse. - Aquí estamos, - dijo el sacerdote. Se alisó la tela negra de la sotana mientras miraba las rayas de color rojo que se veían por la inminente puesta de sol. Lujo, riqueza, cuadros pintados por maestros que habían muerto cientos de años antes de La Última Guerra. Esas fueron las impresiones con las que se quedó Aisling cuando se dirigía por los pasillos con una mujer con su hábito de monja. - Ahora que sé tu tamaño, me encargaré de tu ropa limpia, - dijo la monja cuando introdujo a Aisling en una habitación pequeña y confortable. - Toma una ducha. Tendrás comida esperando cuando termines. - Miró al hurón con curiosidad. - ¿Necesitas algo para tu mascota? - Una caja de arena. La monja asintió con la cabeza y cerró la puerta. Un bloqueo se deslizó en su lugar con un clic casi silencioso, Aisling estaba atrapada en una habitación con
  • 12. alfombras tejidas a mano y pulidos suelos de madera, mobiliario que era agradable a la vista, así como funcional. No se veía como una prisión, pero incluso aunque la puerta no estuviese cerrada, la desconocida ciudad y la falta de dinero o de aliados la convertían en una. Miró hacia el cielo casi oscuro y dejó que fluyeran sus pensamientos sobre la ducha de agua caliente y la comida que le había sido prometida. Eran los prisioneros de la noche y por los que esperaban los depredadores. Aisling sacó a Aziel de su hombro y lo puso en el borde posterior de la silla antes de ir al baño. Se quitó su ropa, y se estremeció de placer cuando caminó por el agua caliente. Se quedó hasta que una sombra anunció el regreso de la monja. La consternación la llenó al salir de la ducha y encontrar que faltaban sus ropas, estas habían sido sustituidas por un vestido negro largo con una amplia falda. Era una prenda de vestir modesta, destinada a ocultar la forma femenina. Aisling no quería usarlo, pero el vestido era su única opción a no ser que se envolviera en una toalla o una sábana. Sus ojos se agrandaron cuando vio un secador junto a la pileta. Era un lujo, un gasto de electricidad a la que no estaba acostumbrada. En su disfrute del agua caliente, se había empapado el pelo completamente. Cuando se desató el grueso pelo rubio rizado cayó alrededor de sus nalgas y podría tardar horas en secar. Usar el secador de pelo era casi tan maravilloso como la ducha. Tardó varios minutos más allí en el punto donde su pelo podría ser trenzado y lo enrolló detrás de su cabeza. Aziel comía un pedazo de pollo cuando Aisling salió del cuarto de baño. Se rió de sus travesuras. Él no habría desafiado a subirse a la mesa de la cocina en casa, Geneva tendría... Un nudo apareció en la garganta de Aisling. Parpadeó repentinamente abrumada por la nostalgia y la preocupación. El hurón levantó la vista de la carne que estaba cruzada entre sus patas. Gorjeó con excitación. Aisling aferró todos sus pensamientos para agradecer por la comida delante de ella. Se unió a Aziel en la mesa y comió. Cuando comprobó la puerta, la encontró cerrada. Sin libros para leer y nadie con quien hablar, se acostó en la cama con Aziel acurrucado en la almohada. Ya era tarde cuando el sonido de la puerta al abrirse la despertó. - Vamos, están esperando por ti, - dijo la monja que la había acompañado a la sala.
  • 13. Aisling se levantó de la cama. - Me gustaría tener de vuelta mi ropa. - Están siendo lavadas. Cuando estén limpias, te serán devueltas. Era una cosa pequeña, teniendo en cuenta todo lo que había sucedido y, sin embargo lo que podría haber ocurrido, pero el conocimiento que pronto tendría puesta su propia ropa levantó los ánimos de Aisling. – Gracias, - susurró, mientras Aziel se posaba en su hombro. La expresión de la monja se suavizó. – Ven, - dijo, su voz más cálida. - Están esperando por ti. Creo que debe ser importante, dada la presencia del alcalde. Aisling fue conducida a una habitación. Hacía frío, como si no se utilizara mucho y por eso no se calentaba a menudo. Aunque la monja había dicho que el alcalde esperaba, sólo había dos hombres en la habitación, uno era el sacerdote que había ido a por ella, el otro un hombre mucho mayor, usando sotana de color rojo sangre. - Has conocido al Padre Ursu, - dijo el sacerdote desconocido. - Soy el obispo, Routledge. Sus servicios son necesarios. A cambio de un desempeño exitoso de ellos, se le concederá una licencia para practicar sus habilidades en Oakland. Usted dispondrá de una residencia en la zona de la ciudad, donde otros con controversiales capacidades se han establecido. También recibirá vales para comida y transporte, así como una pequeña entrada, a fin de facilitar su transición. Comenzó a alejarse. Aisling dijo, - Padre Ursu me dijo que me estaría permitido regresar a casa. El obispo se detuvo. Sonrió, aunque no alcanzo sus ojos. - Regresar a casa con una recompensa financiera es una posibilidad. Pero primero vamos a ver si tienes éxito esta noche. Aisling trató de parecer con confianza, sin miedo. Su voz y palabras confirmaban lo que ya sabía. No había ninguna posibilidad de decidir si sí o no los ayudaría. - ¿Qué servicio tengo que llevar a cabo por el que me han traído aquí? - Preguntó, y sin embargo sabía que sólo podía ser una cosa lo que querían de ella, entrar en la Tierra de los Espíritus (Spiritlands) donde los muertos esperaban la sentencia o el renacimiento, donde encontraban el cielo o el infierno, dependiendo de las
  • 14. creencias. Ese era el regalo de un chamán al entrar en las Tierras Fantasma, para caminar en la otra vida y negociar para obtener respuestas y ayuda de los seres encontrados allí. - Un componente importante necesita ayuda. Me pidió que actuara de intermediario. Una conocida mujer suya ha desaparecido. La policía no ha sido capaz de averiguar qué pasó con ella. Nuestros constituyentes quieren el cierre, incluso si las noticias son malas. No es algo que la Iglesia normalmente tolera o toma parte, pero hay circunstancias atenuantes. Tenemos la esperanza de que un chamán o shamaness podría ser capaz de localizarla, especialmente si su alma ya ha salido. El Obispo Routledge recuperaba una fotografía de una mesa que Aisling no se había percatado. Le entregó la imagen. - El nombre de la mujer es Elena Rousseau. Me temo que el tiempo es esencial. El Padre Ursu permanecerá con usted. Tengo otros asuntos que atender. El obispo salió de la habitación sin decir otra palabra. El Padre Ursu indicó una silla al lado de la mesa. - He sido testigo de este tipo de cosas antes. No voy a interferir.- Cogió un cáliz y se lo entregó a ella. Aisling logró contener su expresión y sus pensamientos cuando miró hacia abajo para encontrar granos de sal en la copa de plata. Aziel charlaba alegremente cuando el enterró sus manos en los gránulos blancos y lanzó algo de la sal en el suelo. El Padre Ursu se aclaró la garganta. Su rostro era tensó. - Es casi medianoche. La policía ha descubierto varios cuerpos recientemente. Tenemos razones para creer que las víctimas fueron todos asesinados durante la hora de la bruja. Aisling se preguntaba de nuevo qué habilidades poseía. El miedo se escondía dentro de sus ojos, como si hubiera visto el comienzo de algunos de los primeros dibujos a las horas muertas de la noche. Ella se trasladó al centro de la sala y se sentó en el desnudo y frío suelo. Si hubiera estado en casa, hubiera puesto a Aziel en su regazo y cerrado a los dos en un círculo de tiza o de ceniza, o rodeado con amuletos que usaba cuando quería proyectar su propio ser astral en lo que la mayoría pensaba como la Tierra Fantasma. Aunque en realidad era una tierra de espíritus, un lugar antiguo conteniendo mucho más que las almas humanas. Pero aquí, bajo la atenta mirada del sacerdote, guiada más por intuición que la razón, arrancó el hurón de su hombro
  • 15. y lo puso lejos de ella. Ella introdujo los dedos en la sal, la incertidumbre sobre utilizarla. Era la protección de una bruja, no de ella. Se preguntó si otros chamanes utilizaban la sal para abrir una puerta hacia el mundo espiritual. Efímeramente Aisling se encerró a sí misma en un círculo de sal. Aunque tenía los ojos cerrados, era consciente de que el Padre Ursu miraba. Era consciente de otra presencia también, de alguien cercano y capaz de ser testigo de lo que ocurriría. Trató de aquietar el pánico más profundo dentro de ella, se sentía atrapada en una telaraña mortal, donde la lucha se volvió completamente enredada. Se centró en su respiración, en estabilizar el ritmo de su corazón, y despejar su mente del miedo. Había signos que usualmente dibujaba, pero una vez más el instinto le advirtió contra la revelación de la más sagrada parte de su ritual. Se concentró en cambio en la visualización de estos, en hacerlos reales en su mente mientras silenciosamente llamaba por el verdadero nombre a uno de los que ofrecía su protección en Las Tierras de los Espíritus. Su ritmo cardíaco se triplicó cuando las densas nubes grises del mundo de los espíritus se apresuraron hacia ella. Se tenía a si misma abierta y el viento fantasma soplaba a través de ella, en busca de resistencia, debilidad, llenándola con el terror de la muerte sin fin, incluso si ellos la aceptan y la reclamaban. Cuando se calmó y se estableció, miró hacia abajo y vio su cuerpo, allí y sin embargo no allí, desnuda como siempre aparecía en Las Tierras Fantasma, su pelo como cortina por su espalda. Sin previo aviso, un hombre salió de la bruma gris. Su rostro mostraba los tatuajes de un trasgresor de la ley. Se lamió los labios mientras miraba su cuerpo desnudo. Su propio cuerpo estaba cubierto con ropa que parecía cara. Se inclinó ligeramente hacia delante, haciendo hincapié en el hecho de que sus manos estaban atadas detrás de él, como había sido en el momento de su muerte. Un cable de metal servía como lazo para colgar al hombre. Se retorcía en torno a su cuello luego se arrastraba hacia abajo por la espalda antes de desaparecer en la bruma a sus pies. - Veo que han enviado un chivo sacrificable, - dijo con voz ronca. - O tal vez ese es el papel de Elena. - Ladeó la cabeza. - Una vez más, tal vez la tercera es la vencida.
  • 16. Aisling resistió el impulso de suavizar sus manos sobre la ropa no existente. - ¿Estás aquí para llevarme a Elena? - Puedo hallarla, si debo hacerlo. La sangre llama a la sangre y todo eso, - inclinó la cabeza. - Y en pocos minutos habrá un montón de sangre. Puede ser que no me necesites de todos modos para entonces. - ¿Qué quieres a cambio de tu ayuda? - Si sólo se tratara de una cuestión de lo que quiero. Personalmente dejaría a Elena a su suerte. Una vez que comience a coleccionar las obras de arte facial, mi hermana no tendrá nada que ver conmigo.- Sonrió y algunos de los tatuajes que catalogaban sus crímenes se fusionaron. Sus ojos reflejaban un goce cruel. - Es sólo cuestión de tiempo antes de que Elena se convierta en desechable. Cuando usted hace su cama en un nido de víboras, eventualmente consigue ser mordido. Pero el tiempo se desperdicia. A cambio de mi ayuda estará de acuerdo en tomar el buen ofrecimiento del obispo. Quedarse en Oakland, - se rió, - es posible que también. Ellos no tienen la intención de que se vaya. Esto es sólo el principio del acto si sobrevive, por supuesto. Te das cuenta de eso, ¿no? El corazón Aisling latía en su pecho. Sus palabras sonaron con la misma verdad oculta que había oído en la voz del obispo. - ¿A quién sirven? - A uno cuyo nombre no está destinada a conocer por el momento, - rodó sus hombros, y el cable con el que había sido colgado brilló, una correa larga de plata que conducía a un invisible maestro. Aisling lo estudió. Bueno o malo, dañino o benéfico, sin formación académica solo tenía su instinto para confirmar en cuando vendrían las guías espirituales y entidades que se encontraban en las Tierras Fantasma. - Voy a quedarme en Oakland, por un tiempo. El hombre inclinó la cabeza como si estuviera escuchando una voz tácita. - Suficientemente bueno, - dijo antes de girar y caminar más profundo en el paisaje gris. No tenía sentido del tiempo o de distancia en Las Tierras de los Espíritus. Podían haber viajado durante unos segundos u horas, metros o millas. Tenía la sensación de ser observada, pero Aisling no podía estar segura de en que plano estaba, la presencia del Padre Ursu en la sala donde su cuerpo esperaba su regreso. Calor y frío rozaron a través de sus tobillos; de vez en cuando había un toque fantasmal en la parte posterior de su mano.
  • 17. El gris dio paso al rosa. El color rosa oscuro se convirtió en rojo sangre. Su guía se detuvo. - Fin de la gira para mi desgracia, - le dio una patada a la niebla roja a sus pies. - Una lástima. No me importaría ver cómo a Elena le está yendo.- Inclinó la cabeza. - Ella no está gritando. Podría ser un buen signo o uno malo. Si se escapa de su destino, asegúrese de decirle que su querido hermano John tiene la esperanza de verla pronto, - rió antes de tomar un paso atrás y ser tragado por la Tierra Fantasma. Aisling cerró los ojos y se dejó caer en el mundo físico mientras permanecía en el astral. Fue recibida por el sonido del canto, por el fuerte olor del incienso mezclado con sangre. Su aliento atrapado en su garganta cuando abrió los ojos y se encontró en una escena de pesadilla de velas parpadeando montadas sobre cabezas de cabra, figuras de sotanas oscuras que rodeaban un altar donde Elena estaba desnuda y extendida como un águila. Signos pintados en los párpados y los labios, en las palmas y las plantas de sus pies. El constante aumento y la caída de su pecho era la única indicación de que aún estaba viva. El brillo de una hoja que comenzaba a levantarse desvió la atención de Aisling a un hombre al lado del altar. Llevaba el tocado de una cabra en su cabeza. El canto se detuvo cuando comenzó a hablar en una voz profunda y fascinante. Las palabras eran desconocidas para Aisling, pero se podía adivinar su significado, su propósito. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos. Ella no tenía presencia física real aquí. Era sólo un testigo de los hechos. Aún cuando saliera de la habitación y determinara donde estaba Elena, al momento en que regresara a su propio cuerpo y transmitiera la ubicación, sería demasiado tarde. Piel caliente rozaba sus tobillos. Miró hacia abajo y se sorprendió por la vista de Aziel. Siempre antes, tocaba su cuerpo físico con el de ella y entraba en las Tierras Fantasma con ella, o no aparecía en absoluto. Las llamas de las velas parpadeaban y se refleja en sus ojos amarillos cuando se encontró la mirada de Aisling. Sus mentes se tocaban de una manera que lo hacían sólo cuando ambos estaban en forma espiritual. Es un nombre que puedes susurrar a los vientos del espíritu, un ser que puedes convocar. Era su elección. Siempre lo era. Pero había un precio que pagar. Dímelo. El hurón se subió a su hombro. Su cara pegada a la suya, como para garantizar que el nombre que se daba sólo fuese oído por ella. Zurael en Caym. Heredero de la Serpiente. Hijo de quien es el príncipe.
  • 18. Un escalofrío se disparó bajando por la espina en el alma de Aisling, el reconocimiento profundo. No había tiempo para cuestionar la reacción o agonizar por su decisión. La oración del sacerdote oscuro subía en crescendo. Cuando lo alcanzara, la daga en la mano se hundiría en el corazón de Elena. - Zurael en Caym. Heredero de la Serpiente. Hijo de quien es el príncipe. te llamo, - dijo Aisling. - Yo te llamo a mí y te ordeno poner fin a esta ceremonia antes de que el sacrificio se realice. Las sotanas oscuras de acólitos chillaron cuando Zurael apareció, alas negras y garras. Con un golpe casual le cortó la yugular al sacerdote oscuro y envió sangre salpicando sobre el altar. En el pánico de los participantes por tratar de escapar, sólo para que los atraparan y los asesinaran, sus cuerpos cayeron casualmente al suelo, sus corazones dejaron de latir y sus almas escaparon. El terror y el horror llenó a Aisling a la vista del demonio, a la destrucción que realizó con tan poco esfuerzo. Su rostro y su cuerpo desnudos eran humanos, pero sus ojos brillaban como el oro fundido. Cuando el último de los participantes en la masa negra estuvo muerto, fue a presentarse ante ella, recubierto de sangre, su expresión prometía retribución por ser llamado y ordenado. Un anillo estalló a la vida a sus pies, rodeándola, protegiéndola. Zurael con ojos rasgados recorría con su mirada, recorría la dimensión de ella y su pene comenzó a engrosarse. - Saborea estos momentos donde me tienes esclavizado, niña de lodo. Esto va a costarte la vida, - dijo antes de desaparecer tan repentinamente como había llegado.
  • 19. Capitulo 02 Zurael cobró vida en el lugar exacto en el que abruptamente e involuntariamente había desaparecido unos momentos antes. Las alas y las garras no estaban, como la sangre, pero la furia continuaba, mortífera y concentrada. Los vientos desérticos ondeaban a través de las ventanas de las que colgaba una delgada tela de gasa. Más que calmarle y aliviarle, la brisa le hacía pensar en la mujer que había susurrado su nombre en los Vientos de los Espíritus, quien le había retado a convocar a un príncipe Djinn y ordenarle. Ella pagaría con su vida. No podía permitirse que semejante magia se levantara otra vez. Sonó un golpe en la puerta. Era el consejero de su padre. Zurael podía sentir su firma de energía. Sabía que no le llevaría mucho tiempo el enterarse de lo que había ocurrido al alcanzar al Príncipe. Zurael fue a la puerta y la abrió. Miizan en Rumjal retrocedió, la inclinación de su cabeza le indicaba a Zurael que tenía que seguirle. Sus gestos no dieron insinuaciones de sus pensamientos, y Zurael no había tenido intención de preguntar por ellos. Aunque Miizan estaba atado a la Casa del Escorpión y no a la Casa de la Serpiente, su lealtad hacia el Príncipe fue forjada hacia miles de años, cuando solo había un lugar que había sido profanado por los humanos y robado del Djinn en una conquista sangrienta y contaminada, esclavizando a la magia.
  • 20. Zurael entró en la aterciopelada oscuridad de la noche y siguió al consejero de su padre en silencio cuando se movieron a través de la corte y debajo de elegantes arcos. Las cortinas pastel en las ventanas le hacían pensar en florecientes flores de noche, su color era revelado por el suave brillo de las velas. Aunque podían haber adoptado un sinfín de formas y haber viajado rápidamente, caminaron hasta que Miizan paró delante de una puerta de entrada. - Él espera abajo. Los labios de Zurael se curvaron en una nefasta sonrisa cuando abrió la puerta y comenzó a descender las largas escaleras hacia el Vestíbulo de la Historia. No necesitaba preguntarse cuál era el humor de su padre. Siempre era el más oscuro cuando El Príncipe pensaba en el pasado. Era como la boca del lobo, pero Zurael andaba con la facilidad de alguien que lo había hecho durante siglos. Como era digno para algunas personas creadas del fuego desde el mismo comienzo, cuando la Tierra bullía y hervía, mudando las rocas y el inconsciente deseo de traer la vida, el aire alrededor de Zurael aumentaba en calor con la profundidad y la cercanía cuando llegaba a donde su padre esperaba. Al pie de las escaleras, los débiles colores comenzaron su lucha contra la negrura en una metáfora sardónica para la historia de un Djinn, fuego, recuerdo y sangre de ángel. Zurael se agachó a través de un corredor abovedado y entró en el Vestíbulo. Su padre estaba de pie delante de un mural en el que se representaba la primera llamada y el primer vínculo. Pero a diferencia del Djinn que había en el mural, el cual se parecía mucho a Zurael, con el pecho desnudo y descalzo, una larga y negra trenza que pasaba por sus hombros y acababa en sus caderas. El Príncipe había tomado la forma de una pesadilla, el demonio que había sido llamado cuando el dios le maldijo y retorció su forma en algo espantoso como una lección para todo Djinn. Sus dedos estaban ondulados en garras. Correosas alas de murciélago emergían de su espalda, sus bordes cubrían elegantemente sus antebrazos. Como la cola de una serpiente enrollada alrededor de sus piernas. Los humanos creían que estaban formados a la imagen de su dios. La verdad era que estaban formados a la imagen de un Djinn, no porque el Djinn lo quisiera, sino porque el dios se entretenía a sí mismo con experimentos a los que había dado forma y habían demostrado ser eficaces.
  • 21. - Fuiste convocado, - dijo el Príncipe. Su voz era casi un silbido, pero hizo eco en el vestíbulo. Resonó a través de la mente de Zurael como una maldición lanzada en el pasado. - Sí. La mataré si tú me concedes el permiso para pasar a través de las puertas. La lengua del Príncipe salió, bifurcada para mantener la imagen que había elegido para el proyecto, aunque desde hacia tiempo había roto la maldición que una vez le atrapó en una abominación de Djinn y bestia. Lentamente, los ojos rojos del demonio giraron para volverse negros. La cola se desenrolló, así como las alas y las garras, cayeron cuando su padre se giró para estudiar el mural una vez más. Zurael miró el mural y la representación del primer Djinn no solo convocado sino que estaba ligado a un recipiente de modo que sirviera para crear criaturas a partir del barro. Aunque no admitiría nunca el miedo, un dedo congelado bajó por su espina cuando miró el destino de Jetrel y destellos de ese momento en el que él mismo fue convocado. Si ellos dos hubieran estado uno al lado del otro, pocos habrían sido capaces de decir la diferencia entre el hijo primogénito de su padre y el hijo más mayor de su padre, así de cerca era la semejanza. Su padre había perdido docenas de hijos e hijas antes que él, junto con los mayores poderes de los ancestros, había creado el Reino de los Djinn intensamente con las Tierras Fantasma. Después hubo unos pocos nacimientos de cualquiera de las razas, incluso el Príncipe. El silencio reinó, pesado y lleno de recuerdos oscuros en el Vestíbulo donde el Príncipe había pedido que pintaran la historia de los Djinn usando la sangre de ángel y los colores del mundo que una vez había sido suyo para gobernar. Su padre inclinó su cabeza como si escuchara voces que solo él podía oír, o quizás alcanzó a ver un destello del futuro, como si eso le dijera qué hacer. - Hay pocos ancianos para recordar, pero este es el momento cuando incluso esos que pertenecían a la Casa de la Paloma se dan cuenta que no había un compromiso con el dios que vino aquí desde un lugar más allá de nuestra comprensión y reclamó nuestras tierras como su propio patio de recreo. Nosotros, quienes fuimos creados del fuego de la Tierra, fuimos ordenados arrodillarnos ante las criaturas de barro y someternos a sus deseos. Cuando nos negamos, prefiriendo luchar hasta la muerte más que ceder, a ellos les permitieron convocarnos y atarnos a un recipiente para que pudiéramos ser utilizados cuando quisieran los familiares. - La mano del Príncipe se levantó para
  • 22. planear sobre la imagen de Jetrel. - Este es el momento en el que aprendimos lo que nos ocurriría si matábamos a un humano que nos mantenía esclavizados. Esto es cuando aprendimos lo que significaba convertirse en un invocado, un alma contaminada, alguien cuyo nombre no puede ser dicho en voz alta durante mucho tiempo, alguien cuyo espíritu no puede ser guiado de vuelta y renacer dentro de una nueva vida. Su padre bajó la mano. Zurael luchó con la urgencia de repetir su pregunta, señalar lo que su padre ya sabía, que él aún no había sido atado y que podía matar al único humano que le había convocado sin convertirse en un invocado. - Aunque pocos lo recuerdan y los que lo hacen no hablan de esto, - dijo su padre. - Antes de este momento, cuando sabíamos que debíamos crear un reino separado de nosotros mismos, hubo Djinn que encontraron a los humanos seductores. El hijo cuya pérdida es una profunda cicatriz en mi corazón era uno de esos. Nuestras mujeres eran abundantes entonces y nuestros niños fáciles de concebir. Aún así él se llegó a obsesionar con una mujer humana, negándose a abandonarla cuando lo demandé. Ella se convirtió en su debilidad, el cebo usado para atraparle. Su sangre fue usada en el primer hechizo lanzado para convocar y atar a un Djinn. La espina de Zurael se tensó a lo que su padre insinuaba. - No tengo interés en la hembra humana más que para matarla. - Camina conmigo, - dijo su padre. - Háblame de la invocación. La anterior rabia de Zurael regresó en un latido. El cuadro del Vestíbulo se apagó desde su conciencia. - No hubo aviso,- dijo. - Ninguna indirecta de que había sido cogido. No oí mi nombre y con eso una orden para acabar la ceremonia antes de que el sacrificio pudiera ser hecho. Como todos nosotros hemos sido educados a hacer desde la niñez, tomé la forma que los humanos llaman demonio. Había figuras con togas negras reunidas en una sala con velas y cantaban alrededor de un altar. Su oscuro sacerdote tenía una daga levantada y estaba dirigida hacia el corazón de una mujer. Les maté y hubiera matado a la que me había convocado, pero estaba protegida. Cuando conseguí acercarme, un círculo cobró vida a su alrededor y no pude atravesarlo. Me fui antes de que me ordenara más cosas o me atara. - Esta mujer que te convocó, ¿estaba desnuda o vestida? El cuerpo de Zurael se tensó cuando su ojo metal viajó otra vez sobre la figura de la mujer. Se apartó con el fin de esconder la repentina erección que presionaba
  • 23. contra su suelto y largo pantalón. - Estaba desnuda.- dijo, odiando que su pene se hubiera endurecido delante de ella también. - Entonces no era su forma física la que te convocó sino su espiritual. ¿Había símbolos en el círculo rodeándola? - No. - El desasosiego se deslizó por la espina de Zurael cuando se dio cuenta que no había visto su nombre entero escrito en cenizas o llamas como debería, ni que ella le había convocado con la recitación de un hechizo como debería haber hecho. Su padre dejó de caminar y se giró para enfrentarle. A sus lados acababa el mural. Ellos estaban en la cúspide del presente. Más allá de donde estaban de pie, el Vestíbulo continuaba en la interminable oscuridad, el futuro aún no capturaba las paredes. - Una pregunta final y luego responderé a la única que me hagas. ¿Estuviste obligado a matar a los humanos, o lo hiciste porque ellos se lo merecían y tú querías hacerlo? Zurael cerró sus ojos y recordó el instante cuando había tomado forma en un mundo que raramente había visitado, aunque como mucho, lo había observado y había soñado con el día en que los Djinn lo reclamarían. La pregunta de su padre era un susurro en sus pensamientos cuando revivió el hedor del mal que era reemplazado por el olor de la sangre. El horror le llenó cuando se dio cuenta de que no había distinción entre las órdenes de su convocador y su propio sentimiento de libertad, pero no se apartaría del espectro de eso cuando respondiera la pregunta de su padre con honestidad. - Quise parar el sacrificio. Maté a los humanos porque podía. Él abrió sus ojos y vio a su padre estudiándole de cerca, quizás estaba dispuesto a que le dijera más, para admitir que era la hembra y no la violencia lo que había tomado forma en su ingle dentro de una rígida línea contra la parte delantera de sus pantalones. Zurael no dijo nada y el silencio era como una respiración mantenida. Todas las paredes, las escenas pintadas allí brillaban con emoción capturada. No estaba dispuesto a que su mirada viajara a la distancia que sus pies habían cubierto y parado en la imagen del primer hijo y la primera convocación. El terror congelador encontró su camino hacia el corazón de Zurael. No se había
  • 24. disipado cuando su padre dijo, - Al menos convocado, deberías dejar el Reino de los Djinn solo una vez. *** Aisling se estremeció cuando miró la carnicería delante de ella. El miedo la atrapó en el círculo protector. La promesa del demonio de castigarla congeló sus miembros y atrofió su coraje, incluso aunque sabía que necesitaba averiguar dónde estaba, así podía volver a su cuerpo físico. Cerró sus ojos y giró su cara para enterrarla en la comodidad del cálido pelo de Aziel. Su corazón aflojó el paso, casi con un dolor necesario para volver a la única familia que había conocido. - Atravesemos esto. - Susurró a Aziel antes de abrir sus ojos y salir del anillo fantasma. El pecho de Elena se levantó y cayó en un ritmo regular. Las señales ensangrentadas pintadas sobre sus párpados y boca, sobre sus palmas y las suelas de sus pies, removieron un recuerdo en Aisling, pero sabía que era un recuerdo de shaman y no uno personal. Subió las escaleras y, moviéndose a través de la casa, salió a la oscuridad a fin de buscar una dirección. La noche era tranquila, pero la presencia de los depredadores que deambulaban no la estaba ocultando como debería haber sido, si su espíritu y su cuerpo físico estuvieran unidos. Aisling podía sentir la firma de frío helado de un vampiro buscando una presa. Más allá un solitario Were merodeaba, su cálida energía era un faro aunque no estaba lo suficientemente cerca para que ella determinara su forma animal. Dentro de la otra casa en la calle podía oír una conversación apagándose. Podía sentir el terror que la noche agarraba para los ocupantes que se protegían detrás de las ventanas protegidas y miraban a las puertas. Al final del bloque en una curva un palo aún llevaba un cartel de la calle. Aisling lo leyó y permitió tomar conciencia de los apagados alrededores. El gris de las Tierras Fantasma pasaba con una rapidez que la dejó mareada. Cuando abrió sus ojos encontró al Padre Ursu cerniéndose justo a unas pulgadas del círculo protector. - 3574 de Rhine Street, - dijo ella.
  • 25. El Padre Ursu cogió el teléfono de su bolsillo y transmitió la dirección, aunque Aisling sabía que era por el espectáculo. Justo antes, sintió otra presencia, alguien más observando la sala. Esta vez miró alrededor y notó el pequeño espejo en la pared sobre la mesa donde el cuadro de Elena había estado y donde Aziel ahora estaba acurrucado aparentemente durmiendo. - Encontraste a un poderoso demonio,- dijo el Padre Ursu, llamando la atención de Aisling de vuelta a él y haciendo que su corazón tronara con renovado miedo. - ¿Cómo lo supo? - Su voz salió un poco más que un susurro. El Padre Ursu gesticuló al anillo ennegrecido de sal a su alrededor. - ¿Qué ocurrió? La respiración de Aisling era corta cuando miró al círculo protector. Se estremeció cuando la maravillosa cara del demonio y las palabras de muerte llenaron su mente. Durante un momento el terror la agarró completamente en su abrazo. Impidiendo a la muerte cubrirla con una mortaja de seguridad. Tan pronto como rompiera el círculo protector, el demonio vendría a ella. Intentó encontrar las palabras y falló. Un suave golpe sonó cuando Aziel saltó de la mesa. Correteó a través de la sala como si percibiera su angustia y su necesidad de comodidad. Delante del sacerdote podía agarrarle, él cruzó el círculo, barriendo la sal ennegrecida con sus pies y rabo. Saltó a su posición favorita en los hombros de Aisling. Parloteó como si la estuviera regañando, recordándola que él era el único que la había dado el nombre de Zurael para susurrar a los Vientos de los Espíritus. Aisling tembló cuando el terrible miedo la dejó en un repentino apuro. Cerró sus ojos y se concentró en responder la pregunta del sacerdote. - Había una masa oscura. Estaban cantando, pero un demonio llegó antes de que acabaran la ceremonia. - Tomó una fuerte e involuntaria respiración cuando los eventos pasaron por su mente. La culpa se enredó con el alivio de haber salvado a Elena. Ella había querido que el sacrificio parara, pero ahora las muertes caía sobre su conciencia. Había ordenado a Zurael parar la ceremonia y él había obedecido. Miró al sacerdote y dijo, - Todos están muertos, todos excepto Elena. El Padre Ursu asintió. - La magia negra es peligrosa. - Él estaba de pie y ofreció su mano. - Ven, niña. Yo te llevaré de vuelta a tu dormitorio. Has tenido un día
  • 26. largo y difícil. Aisling le dejó ayudarla a ponerse de pie y guiarla a su dormitorio. Estaba emocionalmente exhausta, no sería capaz de preocuparse por mucho tiempo si él era un aliado o un enemigo. *** Zurael empujó la puerta y salió a la noche. La generosa brisa y los ricos olores le saludaron sin hacer nada para tranquilizar el desorden de sus pensamientos, el conflicto de sus deseos, las preguntas sin hablar que le había hecho su padre y que él no había respondido. Durante un instante estuvo tentado de reunir la arena a su alrededor en un remolino, enfureciendo la masa y rugiendo a través del desierto hasta que sus emociones se resolvieran. Estuvo tentando a tomar la forma de un halcón y volar hasta que estuviera demasiado exhausto para pensar o preguntar. Pero estas eran las reacciones de un niño y había sido uno hace siglos. Sobre él, el cielo estrellado y sin luna estaba negro como la boca del lobo. Si fuera a cazar a alguien que le convocara, necesitaría hacerlo durante el día. La humana que estaba buscando no saldría entre los depredadores de la noche. Zurael volvió a trazar la ruta que había caminado con el consejero de su padre. Se movía con una gracia casual, apenas consciente de su alrededor. Con cada paso la urgencia de encontrar a la que le había convocado crecía y se extendía hacia fuera como el veneno del mordisco de una araña. Vaciló con el pensamiento, y lentamente paró. Estaba en el jardín en el que raramente se entretenía. A su izquierda había un camino con arcos que rara vez encontraba la necesidad de atravesar. Durante los largos momentos que contemplaba lo que eso podría haberle costado. Pero al final giró y tomó el camino dirigido a la Casa de la Araña. Un joven macho Djinn, llevando el simple pantalón blanco de un estudiante, abrió la puerta. Retrocedió para hacer paso a Zurael con una reverencia. - Bienvenido, Príncipe Zurael en Caym de la Casa de la Serpiente. Nos honra con su presencia. ¿Desea llamar a aquel que lidera nuestra casa? ¿O a otro que le sirva? - Veré a Malahel en Raum, - dijo Zurael. El pago requería que fuese empapado, pero no quería compartir los detalles de su vergüenza, su convocación, con
  • 27. alguien más que el más fuerte de la Casa de la Araña. - Como desee, Príncipe Zurael. - El estudiante se inclinó otra vez. - Si me sigue, le llevaré a la sala que ella preparó. Como las paredes del Vestíbulo de la Historia, las paredes de la Casa de la Araña estaban cubiertas de cuadros. Las imágenes estaban capturadas en seda tejida en tapiz más que pintadas en sangre. Algunas de las escenas eran recordatorios de las que su padre había creado. Pero donde la historia del Príncipe estaba llena de guerra, con pequeñas victorias y muchas más derrotas, con el robo de la tierra de los Djinn; la historia que se encontraba en las paredes en la Casa de la Araña estaban entretejidas con decepciones carnales de humanos, ángeles y Djinn entrelazados. Los labios de Zurael se movieron en una silenciosa maldición cuando la imagen de la hembra que le había convocado llenó sus pensamientos y su ingle se endureció en respuesta. Apartó su atención de los sedosos hilos girados cubriendo las paredes y forzándose a pensar en lugar del miedo que había sentido en ese instante cuando su nombre había sido susurrado en los Vientos de los Espíritus y su cuerpo se desmaterializó en contra de su voluntad. La rabia volvió a llenar el lugar grabado por el terror. Pensaba en los humanos y sus negras capas, sus imprudentes deseos de llamar a esos atrapados en el infierno de las Tierras Fantasma. En un parpadeo sus muertes pasaron a través de su mente, y antes de que pudiera pararse a si mismo estaba una vez más de pie delante de la hembra. El pene de Zurael latió. Sus labios retrocedieron, un silencioso gruñido en desafío al calor que se levantaba hacia arriba, girando a través de su pecho, cuello y cara. No había escondido la erección que presionaba contra la parte delantera de sus pantalones. Asintió rígidamente cuando el estudiante paró en una puerta y se inclinó dentro de una pequeña habitación. - Le rogaría a su señoría que espere aquí. La habitación estaba desnuda de influencias. Las paredes estaban pintadas del gris de las Tierras Fantasma. Tres largas almohadas grises servían como asiento alrededor de una mesa de madera solo a pulgadas del suelo. Tres tazas de té esperaban en una bandeja en el borde de la mesa. Cerca había una tetera de cerámica situada en un brasero, el brillo del carbón caliente un símbolo del Djinn, cuyo reino de prisión estaba rodeado por las frías tierras de los espíritus. En cuatro zancadas Zurael estaba al lado de los cojines. El olor a té de jazmín
  • 28. llegó a sus ventanas nasales. Contempló las tazas de té y sintió la conmoción de la dificultad en su pecho. Él nunca había sido alguien que frecuentara esta casa. Se giró al oír la puerta abrirse. Malahel en Raum estaba de pie en la puerta. Ella llevaba la túnica ocultando a un morador del desierto, aunque como la habitación, eran grises. En deferencia a su posición, Zurael se inclinó ligeramente y dijo, - Gracias por atenderme. - Otro te atendería también,- dijo Malahel, entrando en la habitación. El pulso de Zurael se clavó a la vista del Djinn que entraba por la puerta. Como Malahel, Iyar en Batrael de la Casa del Cuervo estaba vestido con la toga que ocultaba a un viajero del desierto. Su piel era tan negra como el material que cubría todo su cuerpo y la mayor parte de su cara. Solo el dorado de sus ojos era fácilmente visible. - Entra, - dijo Zurael, agradeciendo a Iyar con una inclinación de igual profundidad a la que le había dado a Malahel. Los tres se sentaron en los cojines. - ¿Deseas servir? - Preguntó Malahel, indicando las tazas que esperaban con un pequeño rápido movimiento de sus dedos y dando a Zurael la elección si llevaba la conversación o no. Zurael levantó la tetera y llenó las tazas de cerámica. - Fui convocado. Tanto Malahel como Iyar liberaron la parte medio baja de sus caras del material del camuflaje. Los oscuros dedos de Iyar rompieron la mitad de una taza. - ¿El Príncipe ha dado su permiso para pasar a través de las puertas con el fin de matar al que te convocó? - Sí. Iyar asintió y llevó la taza a sus labios. Malahel dejó su taza. Sus iris estaban tan negros como la piel de Iyar. - Háblanos de la convocación, - dijo ella. Zurael repitió lo que le había dicho a su padre, dudando durante un instante pero finalmente incluyó la rareza de la habilidad del convocador para llamarle en su estado astral con poco más que su nombre. Donde su padre no había
  • 29. mostrado interés en los humanos que habían sido asesinados, Malahel y Iyar se apoyaban hacia delante cuando describió a la negra masa y a la mujer cuyo sacrificio había impedido. - ¿Dónde estaban escritas las señales? - Dijo Iyar. Zurael conjuró la escena, enfocándose en un aspecto que había sido insignificante en el momento. Apenas había mirado a la mujer en el altar, y aún con la incitación de Iyar él era capaz de responder. - Sus ojos, boca, las palmas de ambas manos. - ¿Las plantas de los pies? - No lo sé. Iyar se encogió de hombros. - Lo que viste fue suficiente. - ¿Suficiente para qué? - Preguntó Zurael, el malestar regresó con la mirada que pasó entre Malahel y Iyar. Malahel situó su taza en la baja mesa y estableció sus manos sobre sus rodillas. - ¿Cuál es el deseo de la Casa de la Araña? - ¿Qué quería? ¿Qué le ha impulsado a tomar el camino hacia aquí? Zurael sorbió su té cuando sus pensamientos bailaron de una escena a otra, siempre regresando a la hembra que le había convocado y al miedo de que hubiera sido atado a su servicio antes de que pudiera asegurar su libertad para matarla. La intuición era uno de los regalos de las Arañas. - Saber que poder tiene la humana sobre mí para que ella sea capaz de convocarme de la manera en que lo hizo. La cabeza de Malahel se ladeó ligeramente. El pecho de Zurael se tensó cuando se imaginó a si mismo cogido en su telaraña. Los oscuros ojos soportaban los suyos, sin parpadear, los pensamientos detrás de ellos completamente escondidos. Siempre había un precio que pagar por venir a la Casa de la Araña. Por el
  • 30. momento, su deuda era cancelar la información que había proporcionado sobre el convocador. Zurael se forzó a impulsar la taza a sus labios con una mano firme y drenarla de su contenido. Cuando la dejó en la mesa, Malahel dijo, - Leeré las piedras de tu parte si tú aceptas una tarea. - ¿Qué tarea? Los ojos de Malahel giraron hacia Iyar. Iyar dijo, - El oscuro sacerdote que mataste estaba intentando convocar a una entidad de las Tierras Fantasma y atarla a una forma humana. Los símbolos en los ojos, boca, palmas y plantas de los pies significan que le da al sacerdote el completo control del ser. Esta no es la primera vez que semejantes cosas han ocurrido en el pasado reciente. Hay Djinn perdidos para nosotros, malditos para pasear en las Tierras Espirituales de los humanos porque sus almas están contaminadas por lo que ellos asesinaron, haciéndoles invocados. Sus nombres no se dicen, tachándoles en el Libro de los Djinn. La Casa del Cuervo no tendría convocados otra vez, atados y usados otra vez por los humanos. - Ni yo, - dijo Zurael. - Creemos que la masa negra que tú interrumpiste es la prueba de que un humano está en posesión de una tabla de piedra ancestral que creíamos perdida, - dijo Malahel. - Encuentra a quienquiera que esté en posesión de este conocimiento y mátalo, luego tráenos la tabla sin demora. Las cejas de Zurael cayeron juntas en consternación y confusión. Para aceptar la tarea tenía que recordar el riesgo de ser convocado y atado por la hembra humana. - La Casa del Escorpión está llena de asesinos capacitados para hacer lo que pides. Las manos de Malahel dejaron sus rodillas para flotar sobre la mesa en un gesto que abarcaba todo. - Lo que dices es cierto, pero ninguno de ellos ha sido convocado como tú. Ninguno de ellos ha vuelto a la Casa de la Araña a por su destino. Una inclinación de su cabeza, un gracioso reconocimiento del té y la compañía, y Zurael estaría libre para escapar con sus preguntas sin respuesta. Pero no podía negarse a la rareza de encontrarse a sí mismo en un lugar que raramente había
  • 31. visitado en siglos de existencia. - Creemos que la tabla está en Oakland, - dijo Iyar. - La ciudad a la que fuiste convocado. Así estaría cerca de la hembra humana, pensó Zurael. - Aceptaré la tarea, - dijo. Malahel aplaudió. Inmediatamente la puerta se deslizó abriéndose. El macho Djinn que le había guiado entró en la sala a través de la puerta del pasillo seguido por dos hembras que llevaban más ropa blanca de la que marcaba a un estudiante. Sin hablar sofocaron el carbón y removieron el brasero tan bien como la mesa antes de cerrar la puerta detrás de ellos. Zurael se inclinó hacia delante para estudiar la losa de cuarzo claro fantasmal que había sido escondido por la mesa. Brillaba con secretos, cristales de fantasmas atrapados en el más largo. La superficie estaba grabada con líneas de arañas, sus diseños una espiral de entretejidos patrones que encontraba imposible de desenmarañar. Cerca de la tabla estaba un tazón de cerámica con diminutos piedras, cada una pulida y redondeada perfectamente, con sus colores mezclados. Podía poner cien de ellos en su mano ahuecada. Un segundo tazón contenía largas piedras, la mitad del tamaño de la uña de su dedo meñique. Eran redondeadas y pulidas también. Fue este tazón el que Malahel levantó. Ella se la ofreció. - Elige la piedra que irá por tu nombre. Cuando la hayas encontrado, sitúala en el tazón con las que tirarás. Zurael metió la mano en el tazón y dejó que las piedras volaran a través de sus dedos como agua. Reconoció muchas de las piedras y supo lo que significaban en las enseñanzas de su propia casa, pero no cometió el error de pensar que significarían lo mismo en esta casa. Cerró sus ojos para que las piedras le susurraran y le guiaran a la que le representaría. En la parte de encima del tazón encontró lo que buscaba y la capturó. Abrió los ojos y miró a la obsidiana que había seleccionado. Entonces hizo lo que se le había instruido y la tiró dentro del tazón conteniendo las diminutas piedras pulidas. - Elige la piedra que representará a la que te convocó, - dijo Malahel. Otra vez Zurael cerró los ojos. Inmediatamente la imagen de la hembra vino a su mente y su cuerpo se tensó, su ingle se endureció. Su mandíbula se apretó y
  • 32. cambió la posición en el cojín con la esperanza de que su respuesta física no fuera notada. La piedra de la hembra descansaba cerca de la parte superior. El recelo de haber retrasado su propia tarea llenó a Zurael cuando abrió sus ojos y vio la angelita azul y blanca con motas de rojo. En la Casa de la Serpiente era una piedra que significaba un enemigo, uno que era tocado por un ángel y peligroso. Él la situó cerca de la obsidiana. Malahel dejó el tazón con las piedras largas al lado. Ella levantó el segundo tazón y se lo entregó a Zurael. - Mezcla las piedras como desees. Di tu pregunta cuando las lances. Zurael cerró sus ojos en un esfuerzo por concentrarse. No había vuelta atrás, no tenía escape de la red que le agarraba. Hizo como Malahel ordenó. Cuando sintió que el momento era el correcto tiró el tazón y dijo, - Quiero conocer el poder que la humana tiene sobre mí y porque fue capaz de convocarme de la manera en que lo hizo. Las piedras diminutas giraron alrededor del cuarzo fantasmal del altar de una araña. Había miles de líneas para capturar y agarrar, pero muchos de las de color vivo huyeron, rodando dentro de un estrecho canalón en los bordes de la tabla. Zurael miró lo que estaba a la izquierda, las sombras grises de las Tierras Fantasma y el rojo arcilla de los humanos, el rojo intenso de los ángeles y el negro de las fuerzas poderosas, todo en círculo, atrapando a la obsidiana y a la angelita juntas. Malahel estudió las piedras durante largos momentos antes de inclinarse hacia delante. La punta de su dedo planeó sobre las piedras. Trazó la curva que atrapaba a la obsidiana cerca de la angelita. Silenciosamente señaló que la obsidiana estaba de pie sola, sin ser tocada por nada excepto la angelita, mientras las piedras rojas, grises y negras todas se reunían contra la que representaba a la humana que le había convocado. - El que posee la tabla que tú buscas estará atraído por la que te convocó, - dijo Malahel. - Ella está profundamente conectada a las Tierras Fantasma. Nació de ellos y puede llamar a los Vientos de los Espíritus cuando lo desee. Así es como fue capaz de traerte hacia ella. Es bueno que ya intentes matarla. Es peligrosa para nosotros y será incluso más si aprende lo que está escrito en la tabla. Malahel situó sus manos sobre su rodilla y Zurael supo que había acabado de hablar. Había respondido a su pregunta justo cuando las piedras ahora revelaban
  • 33. que a fin de lograr la tarea que había estado de acuerdo en hacer, necesitaría encontrar a la humana que le había convocado y vigilarla hasta que la ancestral tabla fuera recuperada y el que la poseía fuera destruido. *** La casa con los símbolos de shaman pintados en ella parecía desgastada y cansada, encantada por el fracaso y tristeza. Era pequeña, vieja, las puertas y ventanas tenían barrotes como las casas de alrededor. La mano del Padre Ursu dejó el bolsillo de su toga. - Puedes hacer los honores, - dijo, presionando una llave dentro de la palma de Aisling. Ella abrió la puerta de barrotes, entonces abrió la puerta de madera de detrás también. La casa olía a polvo, a cerrado y a muerte. La luz del sol luchaba contra la oscuridad de las cortinas que cubrían las ventanas. Pequeños rayos se deslizaban para capturar las motas de polvo, la penumbra y los muebles destrozados. La percha de hurón sobre el hombro de Aisling parloteó en excitación al tener una oportunidad para explorar. - El alojamiento es tuyo, y por el momento, en apreciación a tus servicios, no tendrás que preocuparte por pagar la electricidad, - dijo el Padre Ursu. Su mano desapareció dentro de su bolsillo. Esta vez cuando emergió contenía un puñado de papeles. - ¿Deberíamos ponerlos sobre la mesa? Aisling asintió. Dejó la puerta de madera y después dejó la bolsa que contenía su ropa nueva en el suelo antes de desviarse a las ventanas para abrirlas ligeramente por aire fresco y retirar las cortinas para no encender las luces. No había fallado en notar la formulación exacta del sacerdote y la advertencia que contenía. Por el momento no sería necesaria, pero eso podía cambiar en cualquier momento. Era un viejo juego, uno existente incluso antes de La Última Guerra y la plaga, esclavizando a quien no tenía nada para permitirles fortalecer su deuda por el coste de la comida, ropa y refugio. Cuando se unió al Padre Ursu en la mesa, él ya había dejado los papeles. - Este es el mapa más reciente de Oakland, - dijo. - ¿Puedes leerlo?
  • 34. Aisling dudó, insegura de si admitirlo o no. Él se tomó su demora en respuesta por la vergüenza a su ignorancia. - No importa, - dijo, empujando el mapa a un lado. - No dudo de que harás amigos aquí y establecerás clientes rápidamente. Ellos te ayudaran a navegar por la ciudad. El Padre Ursu levantó una mano con una tarjeta que tenía una banda magnética en la parte de atrás. - Esto es una pase de transporte. Hay autobuses para muchas áreas de la ciudad y a San Francisco. Casi cualquiera que requieras está lo bastante cerca para ir a pie, pero si necesitas tomar un autobús, asegúrate que tendrás bastante tiempo para regresar a casa. No hay transporte público pasada la puesta de sol o antes del amanecer y cualquier conductor no parará para coger a un pasajero al anochecer. Para entrar en San Francisco requieres papeles de autorización. Ven a la iglesia y pregunta por mí si te encuentras necesitándolos. No intentes ir sola. Incluso las horas del día son controladas por los vampiros. Situó la tarjeta sobre la mesa y levantó un libro de vales. Lo tiró a través rápidamente para su beneficio. Había palabras en las páginas pero las imágenes servían también. Leche. Carne. Fruta enlatada. Buenos surtidos. - Cuando dejes la casa, si vas a la derecha y sigues recto, llegarás a una tienda de comestibles. Ellos aceptarán estos vales. Dejó los vales a un lado y tiró el final del artículo sobre la mesa, una pequeña pila de billetes de dólares. - Cualquier cosa que encuentres en la casa es tuya para mantener o disponer de ello como veas. Este es el dinero que te prometí. - Dudó entonces asintió. - Deberías estar bastante segura aquí durante el día, pero sé cuidadosa. Los residentes aquí no pagan por el área para que sea patrullada por la policía. Aisling estudió el surtido de artículos sobre la mesa. El pánico amenazó con levantarse en su interior. Estaba sola y no había nadie en quien pudiera confiar. Un afilado mordisco en el lóbulo de su oreja la hizo sonreír. El pánico se hundió cuando Aziel se lanzó fuera de su hombro y fue a la mesa. - Necesito irme, - dijo el Padre Ursu.
  • 35. Aisling le acompañó a la puerta y se quedó hasta que él consiguió entrar en el coche con chofer y se fue. A lo largo de la calle, otros coches estaban aparcados desplazando pasajeros o empujando el freno para retirar clientes fuera del área dejando un lado para esos con habilidades controvertidas. Además de los barrotes, vio que muchas casas de la calle habían separado las cortinas y abierto las ventanas o puertas, como si los residentes en esta parte de la ciudad no tuvieran miedo de lo que podría entrar a la luz del día. Aisling se apoyó contra el umbral de la puerta y cerró sus ojos. Instantáneamente la imagen del cuerpo cubierto de sangre de Zurael y los ardientes ojos llenaron su mente, su amenaza susurrada envió un temblor de miedo directo a su corazón. Había protecciones grabadas en la madera alrededor de la puerta y ventanas de la casa del shaman, pero no pudo asegurarse de que la protegieran del demonio que había convocado. - Déjame estar a salvo. - Susurró, levantando su cara para que el sol pudiera acariciarla. Quiso encontrar la fuerza para enfrentar lo que fuera que estaba por venir, para tener el coraje para conocer su destino. Aziel le dio el nombre de Zurael como él le había dado muchos otros nombres. No había mentido cuando le dijo al sacerdote que el hurón apareció poco después de que una caravana comerciante visitara la granja. Lo que no le había dicho era que antes el hurón había sido un cuervo, y antes del cuervo había sido una serpiente, y antes de la serpiente, un gato, y todos eran Aziel. Aisling abrió sus ojos y dejó el umbral de la puerta a favor de explorar. La casa era más larga que ancha. El salón y la cocina eran un simple espacio separado por una encimera. A la derecha de la puerta delantera había otra habitación. La aprensión llenó a Aisling cuando entró y vio las fetiches. Había otra percha en lugares donde sus fuerzas podían ser preparadas. Estaban situadas para guardar y mirar. Un banco de trabajo contra la pared, cuyas piedras y cristales tenían filos sin acabar, su creación interrumpida. Las herramientas necesitaban girar la roca dentro de algo más que se diseminaba cerca de ellas. Una cama de mugre estaba en el centro de la habitación. Era la puerta de un pobre hombre dentro de las Tierras Fantasma, era nostálgico ver el suelo del granero donde había comenzado tantos viajes que una ola de añoranza la asaltó.
  • 36. Aisling limpió las lágrimas de sus ojos y se fue, retirándose al salón y a la cocina. Había platos sucios en el fregadero, sus superficies tenían polvo. La nevera tenía un cartón de leche estropeada y un cajón de verduras podridas. Los armarios estaban vacíos excepto por una pequeña colección de tazones y platos. Los anillos marcaban los lugares donde las latas de comida habían estado almacenadas. El cuarto de baño estaba a través de la cocina. La cuchilla de un hombre descansaba en el lavabo. Una pastilla de jabón dejada en la parte superior de una enorme bañera con patas que pertenecía a un pasado antes de la Última Guerra. Había una ducha también. La sólida puerta de metal al final del pasillo se abría a un jardín trasero. Aisling miró fuera luego cerró la puerta otra vez. En el dormitorio un escaso y gastado surtido de ropa colgaba en el armario. Las camisas y los pantalones estaban hechas para un hombre cuyo volumen explicaba el tamaño de la bañera y la ducha. Tentativamente Aisling alcanzó el armario y tocó un par de pantalones. Ella sabía que el hombre que una vez fue propietario estaba muerto, no porque sintiera a los fantasmas o porque supiera que su espíritu estaba en las Tierras Fantasma, sino porque la evidencia de su paso llenaba la casa. Sin intentarlo, la imagen del hermano de Elena vino a su mente. Sus palabras no llevaban más comodidad ahora que lo que llevaban cuando las dijo en las Tierras de los Espíritus. Veo que ellos han enviado un cordero sacrificable. O quizás es el papel de Elena. Entonces otra vez, quizás a la tercera sea la vencida. Aisling cambió las sábanas. Volvió a la cocina y se dispuso a tirar la leche y las verduras podridas. Un cajón de la cocina tenía bolsas de compra almacenadas. Las echó sobre su brazo antes de levantar el libro de los vales de comida de la mesa del salón. Aziel emergió del trabajo de shaman y la sala de ceremonias. Correteó a su encuentro en la puerta delantera. Ella le dejó salir y esperó a que él se ocupara de sus asuntos. Pero aunque él había persistido en explorar, Aisling rió y dijo, - Tendremos una noche larga y hambrienta si no encuentro la tienda de comestibles. El hurón volvió a su lado. Se levantó sobre sus piernas traseras en disposición
  • 37. para escalar sobre su hombro y montar a una nueva aventura. Aisling sacudió su cabeza. - Quédate aquí donde sepa que estás a salvo. Su reprimenda la hizo sonreír pero no cedió a su petición. En su lugar le levantó y le puso un beso a través de su frente. Frotó su mejilla contra su suave pelo y le puso dentro de la casa. - Volveré. La tienda estaba a una milla de distancia. Normalmente la distancia de un viaje y el peso de los comestibles no cansarían a Aisling. Pero los eventos de las últimas veinticuatro horas, y las noches sin sueño que había pasado cuando se preocupó por el demonio Zurael, finalmente la alcanzaron. Sus pasos se arrastraban en el momento en que volvía a la casa del shaman. Sus manos se sacudían con una provocación sin nervios por la falta de sueño y los vestigios de miedo. Aisling hurgó en los bolsillos por la llave y la deslizó en la cerradura. Su espina hormigueaba con la conciencia de alguien que sabía que estaba siendo observada y que no era el objetivo de un depredador. Con un clic la primera cerradura cedió. Abrió la puerta de barrotes de metal y encontró la llave para la de madera. Unos pocos segundos después la abrió también. El olor a humedad se había ido, reemplazado por una especia exótica desconocida. Eso fue su aviso antes de que una mano se cerrara alrededor de su garganta y una afilada garra peleara ligeramente sobre su yugular. - Saludos, niña de barro.
  • 38. Capitulo 03 Terror sintió Aisling, mudo e inmóvil. Su aliento cargado dentro y fuera de su garganta junto con pequeños quejidos. Su única concentración estaba en las garras de Zurael. La escena de la noche pasada se apresuró a través de su mente, imágenes empapadas de sangre de gente que él había asesinado con una fuerza casual. Las bolsas de comestibles se cayeron al suelo y ella tembló, y como un gato jugando con un ratón, Zurael la giró para hacerle frente. Excepto por las uñas alargadas en garras, tenía un cuerpo humano vestido de piel negra, pantalones moldeados a su piel y un chaleco abierto mostrando un pecho bronceado. Un tatuaje en forma de serpiente estaba en el camino hacia bajo de su antebrazo y mano, tan real que Aisling bizqueó para tener sus ojos solamente a unos centímetros de distancia de ella. Su cabello estaba recogido en una trenza, revelando los oídos tachonados con obsidiana. Una ira ardiente bailó en el centro de las pupilas rodeada de un líquido oro, haciendo que su rostro prometiera muerte. Zurael cerró su mandíbula contra las sensaciones bombardeándolo. El miedo de ella lo golpeó en su palma. Irradiaba fuera de ella y aún por debajo de su esencia fue una fragancia embriagadora que inundó su nariz y lo tentó con imágenes peligrosas de acoplamiento con ella. Fue alentado, no a causa de su terror, pero también lo llamaba.
  • 39. El conocimiento de que ella no solamente podía convocarlo a su voluntad, sino que pudiera hacer que la deseara, envío ira que quemaba sus venas. Ella era débil, frágil, su vida se alargó un día en comparación con la suya. Ella trabajaba duro apenas notando al Djinn, y todavía le resultó imposible dejar de mirarla. Ella tenía unos ojos angelicales y brillantes, indefensa como un ciervo y delicado como uno. No tardaría en matarla. Un movimiento en su muñeca y estaría hecho. Lentamente él lo pensó. Con un pensamiento, las garras cortarían y limpiaría las uñas. - ¿Por qué no te presentas? - Preguntó. Ella pestañeó. Una pequeña lengua humedeció sus labios, y se irguió con un impulso de deseo, y se escapo un pensamiento de excitación a través de él. Zurael cerró sus manos en puños y repitió, - ¿Por qué no te presentas? - Aisling. Su voz fue apenas un susurro pero su nombre entró hasta su alma. Dio un paso para atrás involuntariamente cuando hizo eco, clamando, resonando dentro de sí mismo diciendo que su nombre combinaba con el de él para formar un acorde melodioso que le diera poder sobre él. Era la razón por la que los Djinn nunca hablaban de theifrit, es un espíritu maldito. Decir su nombre en voz alta era invitar a la suerte. El miedo dejó a Aisling con un sentimiento de náuseas y debilidad. Fue hacia sus rodillas e inclinó su cabeza, ocultando la falta de fuerza en sus piernas recogiendo los comestibles tirados en la bolsa de yute. Ella buscó en el cuarto a Aziel. La preocupación dio paso al alivio cuando un hurón se deslizó por debajo del sofá como si detectara su temor por su seguridad. El habló con ella, su voz la tranquilizó aunque permaneció al abrigo de una mesa de café. Desde bajo sus pestañas, la atención de Aisling regresó al demonio. Él era como un gigante gato, color oro a punto de saltar. Ella se puso de pie con piernas inestables. Sus ojos se encontraron con los de Zurael y se estremeció. Él podría matarla con facilidad. El conocimiento estaba entre ellos como un abismo. - Necesito poner los alimentos lejos, - susurró, cuando dio un paso por miedo a
  • 40. que le hiciera algo. La mirada de Zurael fue a la bolsa de yute con comestibles. Asintió, aunque sus ojos prometieron represalias si ella hacia algo que lo amenazara. Aisling estaba contenta de que la casa fuera pequeña. Solo la fuerza de su voluntad la llevó a la pequeña cocina. Zurael la siguió hasta la puerta. Sus manos temblaban cuando ella se ocupó de los comestibles bajo la mirada inescrutable de Zurael. Su estómago se había encogido con hambre mientras caminaba, pero ahora el pensamiento de la comida hizo una rebelión. Aziel reunió su coraje y se escurrió dentro de la cocina. Subió por la pierna de sus pantalones y se mantuvo en sus hombros, su presencia familiar le dio comodidad. Aisling ligeramente giró su cabeza y cerró sus ojos. Enterró su cara en su suave piel y se concentró en el débil ritmo de su corazón y calidez. La vibración de su estómago hizo que sonriera. Volvió a la tarea de hacerle frente a las cosas que había comprado. Un paquete de pechugas de pollo se quedó en la encimera cuando terminó. Aziel hubiera sido feliz si se comía los alimentos crudos, pero ella lo necesitaba para mantener sus manos y mente ocupadas. Lavó una tabla para cortar después comprobó con una nerviosa mirada al demonio antes de tirar del cuchillo en un bloque de roble. Su sonrisa era como un salvaje destello blanco en una cara digna de un Dios antiguo. Su corazón se agitó. Sus mejillas se ruborizaron con calor, y se obligó a mirar a otra parte. Recordaba muy bien como sus ojos viajaron a través de su cuerpo desnudo, y su pene había crecido en respuesta. Se preguntó si la razón de que él no la hubiera matado era porque estaba interesado en usarla primero. La cola de Aziel se movió. Sus garras afiladas se hincaron en la carne como si sintiera la dirección de sus pensamientos y quisiera hacer aparecer su miedo antes de que se elevara y la consumiera. Aisling tomó una respiración profunda y cortó una pechuga de pollo en rodajas buscando el aceite y una sartén. El olor de la carne friéndose hizo aparecer su hambre. Colocó más pollo. Su mirada se desvío hacia el demonio con facultad para satisfacer sus ojos, para reclamar su coraje cuando hablara con él. Su nombre fue dado por Aziel. Lo había convocado con un corazón puro y
  • 41. guiado a la pelea con algo malo. No eran cosas que ella podía deshacer y no quería hacerlo. - ¿Tienes hambre? – Preguntó ella. La sorpresa pasó por la cara de Zurael. Le siguió un endurecimiento de sus músculos y un refuerzo de su columna vertebral, como si de algún modo le hubiera golpeado con su pregunta de algún modo que no podría con el cuchillo. - No. Aisling regresó su atención al pollo. Quitó unas tiras para Aziel y las puso a enfriar. Mientras que lo que quedaba se cocinaba, abrió el armario y estudió las latas que trajo a casa. Ninguna etiqueta decía fruta fresca o verduras, la pequeña cantidad de dinero que le había dado el padre Ursu apenas podía pagar por la ensalada. Tenía que sembrar un jardín una vez que encontrara el modo de protegerlo de humanos y animales carroñeros. La nostalgia atravesó el pecho de Aisling. Su mano fue hacia sus pantalones de trabajo. Tocó el dinero dentro del bolsillo. En ese momento parecía imposible que tuviera suficiente dinero para regresar a la granja. Viajar era un lujo para quienes podían permitirse las casetas en la carretera y el costo de protección, así como un transporte. Sacó una lata de judías verdes y la abrió, después las lavó en una sartén y calentó las verduras en la estufa. Cuando la carne se terminó de cocer, la puso en un plato. Puso la cena de Aziel en un platillo antes de sentarse en el suelo. Había una mesa en la esquina de la sala pero Aisling permaneció en la cocina, consciente de que estaba allí Zurael. Aziel comió ávidamente, después desapareció dentro del cuarto de trabajo del chaman. Aisling se acabó su comida lentamente. Era difícil comer cuando Zurael la miraba, pero la perspectiva de acabarse su comida y caminar a su lado fue igualmente nerviosa. Lavó los platos cuando terminó de usarlos. Su estómago se contrajo cuando Aziel reapareció sosteniendo la imagen de un halcón en su boca. Era el momento de pagar por el nombre que se le había dado. El hurón se fue a la sala de ceremonia del chaman. Aisling endureció su columna vertebral y se acercó a Zurael. Trató de concentrarse en el pequeño espacio entre el borde del contador y donde él se apoyaba en el marco de la puerta. Era imposible mantener los ojos lejos de la piel expuesta, los pantalones fuertemente ajustados. La serpiente tatuada enrollada alrededor de su brazo. Su mirada se fue hacia arriba cuando él cambio de posición. Sus ojos se encontraron
  • 42. con los de él, pero él no fue alcanzado por ella cuando se deslizó a su lado. A Zurael le estaba resultando cada vez más difícil mantenerse al margen. Lo había tomado desprevenido con su oferta de consumir su comida. Sabía que la vida era dura para los seres humanos sin riquezas o privilegios. Él había asumido que una mujer con la capacidad de convocar a un Djinn debía emanar arrogancia y mantener una posición de poder. En su lugar se encontró a Aisling vulnerable y extrañamente inocente. Era una combinación embriagante. Desde el momento en que había regresado a casa, él había surgido sin querer. Había sido asaltado por oscuras fantasías eróticas y el aroma de la dulce rendición. Su temor había disminuido. Su mirada se había desviado para permanecer encima de su carne. Su mente se llenó de imágenes que la dejó pestañeando y ruborizándose. Él podría tenerla si lo deseara. Los Djinn no eran promiscuos, pero no tenían miedo del lado carnal de su naturaleza tampoco. Zurael apretó sus manos en puños. Obligó a sus pensamientos a dejar la dirección que estaban tomando. Recordó que una vez que hubiera honrado su deuda con la Casa de la Araña entonces estaría libre para terminar lo que había ido a hacer allí, no sólo para sí mismo, sino para su pueblo. No podía permitir que Aisling viviera, no si era capaz de convocar a alguno de ellos a voluntad y tal vez un día se unirían. El recelo apareció a través de él. Había pensado que sería fácil matarla, pero ahora no había apuro de rabia para catapultarle a la acción. No había satisfacción en las imágenes sangrientas de la retribución. No pudo precisar el momento en que su decisión se había debilitado. ¿Era su ofrecimiento de compartir su comida? ¿Fue el instante en que valientemente se había enfrentado a él y sus ojos vieron sus garras bailando sobre su yugular y el terror golpeó contra su palma? Ya no estaba seguro de que pudiera matarla, pero sabía con certeza de un asesino de la Casa de la Escorpión que podría enviar en caso de que regresara al Reino de los Djinn y ella estuviera con vida. Un ser humano que podía convocar a un Djinn era una amenaza para todos ellos. Zurael se encogió de hombros y dejó los pensamientos de lado. No tenía mucho sentido pensar en el futuro y su parte en este. Por el momento Aisling era un cebo para la presa más peligrosa.
  • 43. La siguió con los ojos cuando ella graciosamente se sentó en un lecho de tierra apisonada en el centro de la habitación. Cuándo cruzó sus piernas y agachó la cabeza, no pudo apartar la vista de la delicada curva de su cuello. Se puso una cadena de cuero fino, hasta que una pequeña bolsa surgió desde debajo de su camisa. Zurael entró en la habitación vigilando los fetiche cuando ella abrió la bolsa y arrojó una docena de pequeñas esculturas en su mano antes de que se dispersaran en la tierra. Los hueso de fetiches brillaron contra el suelo de arcilla roja. El hurón corrió a su lado. Dejó caer el halcón que llevaba en la boca a una corta distancia de la colección de trozos sobre la tierra apisonada. Zurael se acercaba. En su pecho sintió malestar cuando se dio cuenta de que el hurón había estado con ella cuando ella lo había llamado en su estado astral. Antes no lo había recordado. En el ojo de su mente no había visto a la criatura, y sin embargo, recogió una serpiente y la colocó en la mano de Aisling, los recuerdos de Zurael más temprano estaban cubiertos con unas frescas imágenes con Aziel sobre los hombros como él había estado en la cocina. No podía sentir nada del otro mundo sobre el animal, pero ahora su presencia le preocupaba. Se hizo preguntas que no podía contestar. Un fetiche cuervo siguió a la serpiente, una araña vino después. Los pensamientos de Zurael brillaron a su visita con Malahel, donde una araña, un cuervo y una serpiente se habían reunido en torno a un altar cristalino cuando las piedras se emitieron. Aziel vaciló. Inclinó la cabeza como si estuviera escuchando una voz que sólo él pudiera oír. Cuando su atención volvió a los fetiches dispersos, tomó una cerveza. Una vez que estaba en la mano de Aisling, araño la tierra hasta que las tallas restantes estuvieran en una pila. Aisling juntó los cuatro que tenía en la mano y recogió los demás. Los devolvió a la bolsa de piel y la dejó caer debajo de la camisa. Zurael se pasó a la otra tira de madera, una de las cuatro trampas de la tierra en un cuadrado. La mirada de Aisling era nerviosa en su cara y luego volvió a lo que estaba haciendo. Se agachó, pero no interfirió cuando ella seleccionó el cuervo y lo puso sobre la tierra. La araña seguía, a la derecha y hacia abajo, al este hacia el norte del cuervo. El sur estaba marcado por la serpiente, al oeste por el oso. Ella recogió el halcón que descansaba en el centro de los otros cuatro y lo puso aparte. Zurael se tensó cuando sacó una pequeña daga de una vaina escondida en su
  • 44. espalda. Se maldijo por no pensar que pudiera estar armada, aunque sería casi imposible para ella matarlo. Ella conectó los cuatro fetiches con las líneas arqueadas de manera que se dirigían en un círculo. Cuando volvió la palma hacia arriba y vio que tenía la intención de arrastrar la hoja del cuchillo sobre ella, Zurael reaccionó sin pensar. El miedo y la rabia lo inundaron. Le quitó la daga de su mano y la llevó a la tierra con la rapidez de un puma saltando. - No me vas a atar, - dijo. La confusión en su rostro lo calmó tan rápido como la vista de ella preparándose para hacer una ofrenda de sangre que lo impulsó a defenderse. En lugar de la ira y el miedo fue la conciencia, de la suavidad de su cuerpo por debajo de él, de su olor, de la dureza de su parte presionándose contra la unión de sus muslos. Ella se humedeció los labios en un gesto nervioso y él quiso taparle la boca con la suya. Quería meter su lengua en la profundidad climatizada y el gusto de su esencia. La impresión le hizo apartarse de ella. Para el Djinn, el intercambio de aliento era el intercambio de espíritu, y no tenía ningún deseo de dar un pedazo de su alma a alguien, especialmente a una de las creaciones del dios extranjero. Aisling se sentó. Sus palabras resonaban en su mente. El calor de su cuerpo y una conciencia fuerte de su excitación apareció. Ella dudó un segundo antes de decir, - No tengo ningún deseo de atarte, e incluso si quisiera, sé cómo hacerlo. No soy una bruja o una hechicera. La ira brilló en los ojos del demonio. Ella sabía que estaba recordando como lo convocó. - No me hubieras llamado si la necesidad no fuera urgente. Si hay otro nombre que pudiera haber usado por el contrario, lo habría hecho. Su admisión lo sorprendió. Su mirada viajó a los fetiches que se habían dispersado que cubrían el suelo. Ella podía ver la pregunta formándose, pero antes de que pudiera preguntar, alguien llamó a la puerta, y le siguió el sonido de una puerta abriéndose y la voz de una mujer diciendo, - Hola. ¿Hay alguien en casa? Aisling se levantó y se arregló. Aziel se precipitó a la sala de estar delante de ella. La sorpresa inundó a Aisling en la puerta durante un segundo cuando reconoció a la mujer que estaba con el sacerdote oscuro y sus seguidores que tenían la intención de sacrificarla.
  • 45. - Espero que no te importe que este aquí, - dijo Elena. - No me importa. - ¿Puedo sentarme? ¿Podemos hablar? ¿O tienes un cliente contigo? - Por favor, siéntate. Puedo darte agua o hacer té caliente. - No. Estoy bien. - Elena tomó una silla. Aisling se sentó en el sofá mientras Aziel se acurrucaba en la segunda silla. - Luther dice que salvaste mi vida la otra noche, - dijo Elena. Aisling no creía que Elena se refiriera al padre Ursu o al obispo Routledge. - ¿Luther? - Luther Germaine, - los ojos de Elena se ampliaron ligeramente cuando Aisling no respondió. - Él es el alcalde de Oakland. - Hasta ayer vivía fuera de Stockton. Elena sonrió. Su mirada recorrió la habitación. - Eso explica mucho. Alguien con tus habilidades... - Sus ojos se encontraron con los de Aisling. Había una intensidad febril en ellos. - Quiero contratarte para averiguar lo que me pasó anoche. El estómago de Aisling se agitó nerviosamente. - ¿Qué quieres decir? Un movimiento en la esquina distrajo a Aisling. Su ritmo cardíaco se disparó cuando movió la cabeza y vio la serpiente moviéndose hacia ellos en un fascinante deslizamiento de escalas sobre la madera. Su semejanza con la serpiente tatuada en el brazo de Zurael era inconfundible. Elena se quedó sin aliento y empezó a levantarse de su silla. - Está bien, - dijo Aisling automáticamente, aunque no tenía ni idea de si lo era o no. La serpiente era venenosa, el demonio era tan letal en esta forma como en cualquiera otra. Unos ojos dorados brillaban en la sala oscura cuando Zurael cerró la distancia entre ellos. Con facilidad encontró el borde del sofá y siguió con la parte superior del cuerpo hasta que llegó al reposabrazos bajó la cabeza para que la gravedad
  • 46. trabajara a su favor cuando se deslizó a través de la almohada y hacia Aisling, el resto de su cuerpo seguía un patrón exótico de negro y oro. El pulso de Aisling se aceleró. Su respiración se acortó cuando la parte superior del cuerpo de Zurael subía más, balanceándose como una cobra lista para atacar. Su rostro estaba sólo a pulgadas de distancia del de ella, pero ella no se acobardó o se apartó de él. Ella se negó a encogerse cada vez que la ponía a prueba. Su lengua salió para tocar su mejilla, para probar su miedo y medirlo. Por un instante, ella pensó que vio la aprobación en el fondo oro de sus ojos cuando no se inmutó. Se enredó a sí mismo alrededor de su brazo y apoyó la cabeza en la parte posterior de su mano en la imitación perfecta del tatuaje que llevaba en su forma humana. Sus escamas eran suave y cálidas en su piel, su lengua un susurró a través de los nudillos. Aisling miró al hurón acurrucado en la silla y sonrió. Si Zurael pensaba que la horrorizaba y aterraba, entonces se había equivocado. Aziel había llevado el cuerpo de una serpiente rey enorme, en gran medida en bandas. Había pasado horas con lo que le cubría la nuca o en espiral alrededor de su cintura. Elena se dejó caer en su asiento. Aisling regresó su atención a su huésped. - Quiero contratarte para averiguar lo que me pasó anoche, - repitió Elena, tomó del bolsillo de su chaqueta y sacó un monedero con costura de fantasía. Lo tiró sobre la mesa de café entre ellos. El sonido de eso golpeando la mesa fue como un arma de fuego en la habitación. Aisling vio muy de cerca a Elena entonces. En lugar las imágenes de una mujer desnuda pintada con sigilo y postrada en un altar, vio el corte de ropa de Elena, el tejido caro, las joyas que llevaba en sus dedos y en las muñecas, el cuello y las orejas. -Siga adelante y cuenta con eso, - dijo Elena con un gesto insignificante de la mano hacia la mesa de café. Aisling abrió la bolsa. Sus manos temblaban un poco al ver las piezas de plata. Eran más valiosas que las monedas y billetes creados por el Tesoro. Incluso ahora, mucho después de la última guerra y de la peste, la desconfianza de algo más que piedras preciosas o metales finos como pago le vino a la mente. Con monedas de plata suficiente para poder regresar a casa. Ella podría devolverle algo a la mujer que la había sacado de su casa como un niño abandonado y se crió con amor y aceptación. Aisling contó los trozos de plata.
  • 47. Había diez de ellos. - Eso es la mitad de lo que estoy dispuesta a pagar, - dijo Elena. Aisling cerró la bolsa y la puso en la mesa otra vez. Sus manos húmedas mientras las frotaba encima de las rodillas. - ¿Qué quieres decir cuando dices que quieres saber lo que te pasó anoche? - Quiero saber cómo acabé en ese altar. Lo último que recuerdo es estar en un club. Entonces me desperté en una habitación en la iglesia. Una monja estaba lavando la parte inferior de mis pies y el padre Ursu estaba orando por mí. No me dejaron salir hasta que estuvieran seguros de que no estaba poseída,- se estremeció, y por un instante la anticipación en los ojos brillantes dio paso a un temor. - ¿Las autoridades no van a investigar? - No. Ahora no. Luther se tragó su orgullo cuando le pidió ayuda al obispo Routledge. - Los labios de Elena se retorcieron en disgusto. - La esposa de Luther es devota y de una familia muy influyente. Ella ha estado confesando sus pecados al obispo, desde que era niña. Estoy segura de que ha oído lo de la aventura de Luther conmigo. Dudo que el buen obispo hubiera ayudado si Luther no fuera el alcalde y estuviera casado con una de sus componentes importantes. - Elena se inclinó hacia adelante con la intensidad de un depredador. - El Padre Ursu me dijo que estabas allí cuando algo salió mal durante la ceremonia. Dijo que un poderoso demonio sacrificó a todos. - Yo estuve allí en un estado astral. - ¿Puedes encontrar sus almas? ¿Les puedes preguntar por qué me tomaron como un sacrificio? - Elena se deslizó hacia delante, al borde de su asiento. - La policía no va a investigar porque el sacerdote oscuro fue Anthony Tiernan. Su familia es rica y poderosa. Sus seguidores eran de familias similares. Luther no presionará porque todas las familias involucradas quieren mantener lo que pasó en silencio. La Iglesia quiere que el asunto se cierre, también, el asunto del demonio. Todo el mundo con quien he ido piensa que se hizo justicia, todo el mundo menos yo. Aisling se estremeció. Incluso para una bolsa de plata que no estaba segura de que quería buscar al sacerdote oscuro o su seguidores en las Tierras Fantasma. No eran seres malévolos que se llevaran almas humanas solo por la canción de sus gritos de terror y el placer de oír sus gritos torturados. Había lugares oscuros