1. La disonancia cognitiva, de Leon Festinger básicamente, se refiere a la tensión o
incomodidad que percibimos en nosotros cuando mantenemos dos ideas contradictorias o
incompatibles entre si o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos
(o hemos hecho).
La teoría plantea que al producirse esa incongruencia o disonancia, la persona se esfuerza
en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto
de sus ideas y actitudes encajen entre si. Es decir, cuando percibimos que tenemos dos
ideas incompatibles, tenemos que generar nuevas ideas (o modificar las antiguas) para que
nuestro sistema de creencias sea coherente.
Entre dos elementos de conocimiento, pueden existir 3 tipos de relaciones:
1. Irrelevantes: no tienen nada que ver uno con otro.
2. Relevantes: importantes el uno para el otro. Serán disonantes cuando uno es
contradictorio o incoherente con el otro (A no supone siempre B).
3. Consonantes: Cuando, considerados aisladamente, de uno de ellos se puede inferir
el otro.
A veces, la disonancia entre elementos, proviene de las normas sociales Þ pueden ser
incoherentes en una cultura y no en otra. La disonancia también puede surgir cuando hay
incoherencia entre una actitud general y otra más concreta, que se supone que es
característica fundamental de la actitud general (ser ecologista y contaminar). No es la
incoherencia entre cogniciones lo que va a motivar el cambio sino el malestar psicológico
que se vive como tensión. No se busca la consistencia cognitiva sino la recuperación del
bienestar psicológico.
Como puede verse, la disonancia cognitiva explica muy bien nuestra tendencia al auto
justificación. La ansiedad que conlleva la posibilidad de que hayamos tomado una decisión
equivocada (o hemos hecho algo incorrecto), nos lleva a inventarnos nuevas razones o
justificaciones para apoyar nuestra decisión o acto. Es decir, algo que rompe nuestros
esquemas de ideas, y entonces es más sencillo para nuestra mente inventar explicaciones
alternativas que minimicen el impacto de ese algo que afrontar la verdad. Primero actuó,
luego justifico mi actuación. Cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho (o dejado de
hacer), tratamos de auto justificarnos para reducir el trauma. No soportamos mantener al
mismo tiempo dos pensamientos o ideas contradictorias y, automáticamente, justificamos
dicha contradicción, aunque sea con nuevas ideas absurdas.
Es importante hacer notar que para que este efecto se produzca, los sujetos deben tener la
percepción de libertad de elección al realizar la conducta. Si somos obligados a hacer algo
contra nuestra voluntad, no se produce esa tensión… ¡pero cuidado que auto convencernos
de que nos obligaron también puede ser una auto justificación para reducir la incomodidad.
Ivan Olarte Santa Anna