1. Filosofía educativa aplicada a la Evaluación
Mónica Urigüen, Ph.D. en Educación Superior – Planificación Estratégica
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FILOSOFÍA EDUCATIVA APLICADA A LA EVALUACIÓN
No hay práctica verdaderamente transformadora sin apoyarse
en un conocimiento o interpretación de la realidad que se quiera
transformar.
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
La arte de la filosofía educativa está en desarrollar la capacidad de entremezclarme con
el mundo en el que se habita, con la posibilidad de construir cada uno su propia atalaya
de análisis que permita contemplar con serenidad y firmeza los mensajes del pasado; a
la vez, aproximarse, con mayor discernimiento, a los signos del futuro. “El intelectual
no debe tocar el clarín en la revolución. No para eludir la responsabilidad de una
elección (que puede hacer como individuo), sino porque el momento de la acción
requiere que se eliminen los matices y las ambigüedades, mientras que la función
intelectual consiste en excavar las ambigüedades y sacarlas a la luz. El primer deber del
intelectual es criticar a los propios compañeros de viaje. El silencio es una trágica
elección. La lealtad no se puede canjear con la verdad. La lealtad es categoría moral y
la verdad es categoría teórica”. (Humberto Eco)
Educadores y educandos, sabremos combinar las materias preexistentes para realizar
con ellas cosas nuevas y creativas, logradas por personas innovadoras. Bien vale citar a
Ortega y Gasset, quien sobre la base de lo que ha constatado en la realidad histórica,
aconseja a educadores, poetas, pensadores, políticos y a todos los que aspiran a la
originalidad y a mundos nuevos, con estas palabras: "No pretendáis crear las cosas,
porque esto sería una objeción contra vuestra obra. Una cosa creada no puede menos de
ser una ficción. Las cosas no se crean, se inventan en la buena acepción vieja de la
palabra; se hallan. Y las cosas nuevas [...], se encuentran no más allá, sino más acá de lo
ya conocido y consagrado, más cerca de vuestra intimidad y domesticidad, en torno de
vuestras entrañas, llenando en inmenso filón las horas más humildes de vuestra vida".
De ahí que sea pertinente en este momento, afirmar que la filosofía al igual que la
educación, son caminos posibles para configurar lugares y espacios complejos que
promuevan de forma permanente la reflexión de nuestros actos, de nuestro devenir, de
la inquietud por el conocimiento, pero también por el impacto de éste sobre nuestras
sociedades y de las dinámicas propias de ellas (políticas, económicas, culturales...); en
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síntesis, la filosofía matiza la educación y la educación traza la senda para poder
filosofar, de tal forma que ambas, se constituyan como una compleja habilidad
individual desarrollada para interrogarse y mantenerse atento a los impredecibles
aspectos de la naturaleza humana, crítica de sí misma y de la sociedad.
El profesor será como el intelectual, cuya misión no será decir a los demás lo que deben
hacer; su trabajo no consiste en adoctrinar a los demás, sino en interrogar de nuevo las
evidencias y los postulados, cuestionar los hábitos, las maneras de hacer y de pensar,
disipar las familiaridades admitidas, retomar la medida de las reglas y las instituciones a
partir de esta reflexión a través de los análisis que lleva a cabo en los terrenos que le son
propios, y en fin, participando en la formación de personas íntegras. El Ethos del
maestro se traducirá en filósofo y seductor para tomar a la educación como un proceso
de toda la vida.
La participación del profesor se verá en las diferentes dinámicas sociales; es en el
ámbito educativo donde él se torna fundamental, no sólo en su figura sino en la
construcción y multiplicación de la actitud que lo caracteriza (la filosófica) en todas las
personas que constituyen su núcleo más inmediato de interacción social, como una
forma de viabilizar las alternativas que promuevan cambios, a través de reflexionar
responsablemente la misión de cada uno en esta vida.
En cuanto a la formación y el mejoramiento docente, se sigue asumiendo como una
cuestión de capacitación más no como un problema de actitud o de formación misma de
quien educa. Esto se hace evidente de forma tácita, en las marcas que cada uno de
nosotros tenemos de nuestra propia educación, en donde emerge un sentimiento de
incapacidad frente algunas áreas del conocimiento. No se trata de saber todo, lo que se
pretende es que cultivemos el deseo de progreso constante, de profundización y
mejoramiento en lo que somos. Esto nos conduce a pensar que ser educador es un reto
implícito en las dinámicas relacionales que como personas nos condicionan. Al asumir
el reto no sólo sobreviene una responsabilidad, sino una alternativa de vida, una
condición afortunada de existencia. Como tal, implica que en el trabajo se disfrute y se
encuentre la pasión que conduce a seguir la senda del descubrimiento, de la capacidad
de asombro frente al desarrollo mismo de la práctica educativa. (Palmer Parker, en The
Passion to Teach).
La educación propondrá alternativas pedagógicas o metodológicas tendientes a
contribuir directa o indirectamente en el ámbito donde las transformaciones sean
necesarias, es por ello que debemos reflexionar y validar los actuales métodos
educativos y la forma de evaluarlos.
Las principales metas de la educación, como bien lo propuso Piaget, son:
1. Crear hombres capaces de hacer cosas nuevas y no simplemente repetir lo que
han hecho otras generaciones; hombres creativos, inventores y descubridores.
2. Formar mentes que puedan ser críticas, que puedan verificar y no aceptar todo lo
que se les ofrece. Los grandes peligros de la actualidad son las consignas, las
opiniones colectivas, las corrientes de pensamientos hechos a medida. Debemos
estar en condiciones de resistir individualmente, de criticar, de distinguir entre lo
probado y lo que no ha sido probado.
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La función práctica de la educación se verá como un proceso transformador, en el cual,
surge un resultado nuevo o producto; la transformación es buscada y, por lo tanto, el
resultado o producto se anuncia en forma de proyecto, esquema o fin; se trata de un
proceso que tiene un carácter objetivo, material o sensible, lo cual se pone de
manifiesto: a) en persona que actúa sobre la realidad, b) en la serie de actos necesarios
para su transformación, c) en el carácter objetivo, de los instrumentos de que se vale
quien transforma, y d) del producto en que desemboca el proceso, con su análisis de
implicación y efecto.
La esencia de una educación de calidad radica en las virtudes morales y en el buen uso
de las virtudes intelectuales, dependiendo éstas de la voluntad perfeccionada por la ética
y la moral. Máxima basada en “La Formación de la Personalidad Humana” de Antonio
Millan Puelles (1989).
La educación propenderá a la formación de las personas en unidad e integridad. Bien ha
destacado Víctor García Hoz (1994) “la buena formación se reflejará en integridad,
coherencia y eficacia”. Dentro de este proceso, el conocimiento constituye “un todo y
las distintas ciencias parte del mismo” (J. H. Newman, 1946: 161-162). “La obra entera
de la educación y la enseñanza debe tender a unificar y no a dispersar; debe esforzarse
por fomentar en el hombre la unidad interior” (Maritain, 1943). De cumplirse así, la
educación logrará una transformación social positiva; una sociedad donde la libertad, la
justicia, el bienestar y el progreso sean los derechos comunes. Pues sí, como decía Paulo
Freile, la disciplina es el equilibrio entre la autoridad y la libertad. Al evaluar los
resultados de los procesos educativos, veremos si realmente estamos formando líderes
visionarios y firmes en sus decisiones; sensibles con los demás—sensibles con los
desafíos socio-económicos y la realidad del país y del mundo—capaces de comprender
el pasado, avizorar el futuro, y estar resueltamente plantados en el presente... (Urigüen,
M. 2003).
La filosofía de la educación propagará una educación democrática, los salones de clases
serán laboratorios de la democracia (J. Dewey, en Democracy & Education), con
actividades de sensibilización y aporte de soluciones a los problemas sociales, que se
refleje en la perspectiva de vida solidaria, comprometida y libre de perjuicios; que
respete las diversidades étnicas y raciales, que luche por la equidad y valores
(honestidad, libertad, patria y solidaridad); y que permita:
el aprender a ser,
el aprender a hacer,
el aprender a prender,
el aprender a convivir con los demás
Hannah Arendt, quien, al celebrar los ochenta años de docencia, en su libro Serenidad
(Gelassenheit, 1959, s.15), manifestara que el pensamiento en cuanto pasión, surge del
simple hecho del ser nacido en el mundo y después “reflexiona sobre el sentido que
gobierna en todo lo que es”. La educación le dará a la persona la capacidad crítica para
reflexionar sobre los conocimientos, el saber, el ser, para que el hacer sea de beneficio
compartido.
EVALUACIÓN EDUCATIVA
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Evaluar es entrar decididamente en un proceso de mejoramiento continuo, que permita
rendir cuentas de la calidad educativa.
Vivimos en una sociedad que, a pesar de las resistencias, poco a poco entra en un
proceso de evaluación y acepta los resultados emanados de éste; en este proceso se va
paulatinamente comprendiendo que estos pasos son el instrumento que facilita la toma
de decisiones para mejorar el curso de la acción.
Existe temor al escuchar hablar de evaluación; sin embargo, todos llevamos a cabo este
proceso en nuestra vida cotidiana. En sentido amplio, evaluar es simplemente una forma
de estimar, de apreciar o calcular un objeto, una situación o un hecho; evaluación hace
referencia al término “valor” y supone un juicio o valoración de algo. En este punto es
importante comprender y distinguir algunos conceptos:
Medir, tiene relación con recolección de información dentro de un tiempo fijado
y en forma secuencial.
Monitoreo, involucra recolección de información con relación al progreso o
avance del aprendizaje de estudiantes. La observación de datos estadísticos
también proporciona información al proceso de monitoreo.
Evaluación, es emitir juicios acerca del nivel de mérito o valor de la
información recopilada.
Ejemplos:
Tomar asistencias es medir.
Utilizar la información de la asistencia de los estudiantes como un factor que
afecta el aprendizaje del estudiantes es una decisión de monitoreo.
Determinar que cierto número de faltas (ausencias) es una amenaza para el éxito
de los estudiantes, significa hacer evaluación.
¿Qué significa la nota numérica? La nota de 70% dada a un estudiante en una
clase es ¿una medida, un resultado del monitoreo, o una evaluación? A simple
vista, parece ser una medida. "Bueno, el 70% es lo que Rafael obtuvo. Diseñé el
examen y califiqué las respuestas dadas por Rafael; pero más allá de eso, no
tengo nada más que añadir. Por lo tanto, el 70% debe ser una medida".
La evaluación puede darse aunque no haya habido medición. Pensemos en otro
ejemplo, ¿Qué película es mejor, “El Señor de los Anillos” o “El Exorcista”? Ese tipo
de evaluaciones son subjetivas y abiertas a criterios. Pues, los juicios subjetivos
dependen de la preparación, madurez, nivel y experiencia del evaluador.
Tanto la medición como el monitoreo pueden teóricamente presentarse, sin estar en el
contexto de juzgamiento; por el contrario, con la evaluación no se es así. Por ejemplo,
una persona puede pesar 180 libras, eso es medir; evaluar es definir y juzgar si las 180
libras son buenas, adecuadas, etc., ya que hay que considerar la relación con factores o
estándares externos. De tal forma, se comprende que la evaluación consiste en recopilar
datos para emitir un juicio de valor (valoración), con la finalidad de tomar decisiones,
las cuales en la evaluación sistemática, por lo general, no parten de los evaluadores, sino
de las personas a las que habrán de remitirse los resultados (las autoridades).
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La acción de evaluar es habitual, ya que todos los días realizamos evaluaciones sobre:
necesidades personales, profesión, política y , en fin, sobre de temas, muchas veces
triviales, lo conveniente es decidir cómo y cuándo cambiar el rumbo de algo que va mal.
en esto consiste la evaluación informal.
Ahora bien, para evaluar un servicio o una actividad profesional, se requiere de algo
más que una evaluación informal. Es entonces cuando recurrimos a métodos elaborados
y técnicas específicas que son utilizados en la investigación social. A esto se le
denomina evaluación sistemática o investigación evaluativa. La evaluación informal
y la evaluación sistemática tienen los mismos propósitos, pero utilizan diferentes
métodos.
En la evaluación informal los criterios que se emplean son totalmente subjetivos, por lo
que cada persona puede obtener un juicio de valor distinto. En la evaluación sistemática
en cambio, se determinan criterios, indicadores y parámetros bajo los cuales diferentes
observadores de un mismo proyecto o actividad, llegarán normalmente a conclusiones
equivalentes o por lo menos compatibles.
Entre los conceptos más claros y a la vez más completos sobre la evaluación
sistemática o investigación evaluativa se señalan los siguientes:
“Es el proceso sistemático de recolección y valoración de información útil para una
eventual toma de decisiones” (Cronbach).
“Es el proceso de recolección y análisis de información relevante en el que se apoya un
juicio de valor sobre la entidad evaluada, sirviendo de base para una eventual toma de
decisiones” (Flor –Angeles Cabrera).
“Operativamente se entiende que la evaluación es una forma de investigación social
aplicada, sistemática, planificada y dirigida; encaminada a identificar, obtener y
proporcionar de manera válida y confiable, datos relevantes que apoyen un juicio de
valor sobre los componentes de un programa o de un conjunto de actividades que se
realizan, a fin de que sirvan de base para la toma de decisiones en el curso de una
acción; para la resolución de problemas y/o para la comprensión de factores asociados
al éxito o fracaso de sus resultados”. (M. J. Aguilar y Ezequiel Ander-Egg).
Ahora bien, una de las concepciones más amplias y generalizadas que versan sobre el
concepto de evaluación es aquella que entiende el proceso como una actividad que
despliegan los profesores sobre el proceso enseñanza-aprendizaje.
Además, dentro de los métodos de evaluación hay los cuantitativos y cualitativos. Es
importante indicar que la evaluación cuantitativa está centrada en la búsqueda de
hechos o causas de los fenómenos sociales, prestando poca atención a los estados
subjetivos de los personas. Está basada en una medición objetiva, controlada y
reduccionista, orientada hacia un resultado; mientras que la evaluación cualitativa
profundiza en la comprensión de la conducta humana desde el propio marco de
referencia del sujeto actuante; es subjetiva y esta orientada al proceso. Por ello muchos
autores sugieren la combinación de los dos métodos. Aunque cada método tiene su
campo específico de acción, cuando son empleados en conjunto con el mismo
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propósito, se pueden obtener resultados más amplios y reveladores, los cuales no sería
posible alcanzar utilizando un solo método.
PASOS PARA FOMENTAR LA EVALUACIÓN:
1. Fomentar una actitud reflexiva en cada persona, evaluando diariamente las
actividades que realiza.
2. Promover la autoevaluación como ejercicio diario, lo cual redundará en una
mayor productividad en todos los órdenes.
3. Difundir lecturas básicas sobre el tema.
4. Capacitar al personal de la institución para realizar sus propias evaluaciones.
5. Motivar a los diferentes departamentos para evaluar las actividades que realizan
en forma interna, conjunta y permanente.
6. Cuando la evaluación sea externa, dar a conocer en forma clara y precisa las
acciones que se van a emprender y la finalidad implícita en cada uno de ellos.
La evaluación educativa representa una de las áreas más complejas en el campo de la
acción docente. Sustenta que el propósito fundamental de la evaluación es verificar en
qué medida los objetivos se han alcanzado. A partir de la evaluación, es posible estudiar
el proceso enseñanza-aprendizaje; por ello, abordar la problemática de la evaluación, es
encarar las fallas fundamentales de un sistema educativo.
La evaluación deberá servir entonces, para reorientar y planificar la práctica educativa.
Conocer lo que ocurre en el aula a partir de los procesos pedagógicos empleados y su
incidencia en el aprendizaje del estudiante, reorientando cuantas veces fuere necesario
los procesos durante su desarrollo, es una de las funciones más importantes de la
evaluación.
En orden de implementar acciones sustantivas en favor de la educación, será necesario
conocer la problemática actual de la evaluación y subsanar sus errores recurrentes, entre
los que se contemplan algunos de los siguientes:
1. En las instituciones de educación, muchas veces, se mide, no se evalúa; se toma
como parámetro una escala numérica para cuantificar alguna potencialidad del
estudiante, pero no resulta relevante la solución de problemas, la creatividad, los
valores adquiridos, las actitudes y el desarrollo de competencias y hábitos,
cuando en realidad todos estos aspectos deben ser tomados en cuenta.
2. Solo se evalúa al estudiante, quien se somete a exámenes que miden
conocimientos aprendidos, mas no los aprehendidos y desarrollados en forma de
competencias. A los resultados se les sitúa normalmente en una escala numérica
o alfabética, otorgando una calificación que ha pasado por alto las capacidades
individuales de los sujetos, el esfuerzo realizado o el contexto en el que se
desarrolla el estudiante.
3. Se dan o informan resultados, sin tener en cuenta si el instrumento de
evaluación fue el adecuado o si el evaluador (profesor) supo transmitir
correctamente las indicaciones; o bien, si el criterio utilizado para evaluar fue
acertado. Se centra en el logro de una nota aprobatoria, sin considerar como lo
logre; tampoco importan los medios empleados.
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4. Se evalúan solo los conocimientos observables y comprobables (aunque se
hayan aprendido de memoria para un examen), cuando lo sustantivo es el
desarrollo de competencias cognoscitivas e interrelacionadoras, la adquisición
de hábitos, actitudes, destrezas y valores, puesto que la fortaleza tanto de una
persona como de un país se refleja precisamente en estos puntos.
5. Se evalúa competitivamente, puesto que los parámetros se encuentran
comprendidos entre quien sabe más y quien sabe menos; quien gana o quien
pierde, sin tomar en cuenta que nada resulta tan dañino para el estudiante, que la
comparación constante. Es por ello que al evaluar se debe cualificar el grado de
avance de cada estudiante, comparado con su propia condición anterior y no con
relación a los demás compañeros de grupo.
El enfoque cualitativo tiene la ventaja de afinar la sensibilidad del evaluador ante los
procesos, dado que el auténtico significado del proceso educativo se encuentra en el
razonamiento de todos los elementos que lo conforman.
Para el mejoramiento de la calidad en la educación, debemos reconsiderar los procesos
de evaluación educativa a partir de la creación de instrumentos de evaluación
pertinentes y su aplicación sistemática. Todo instrumento tendrá como objetivo
principal evaluar y dar seguimiento al avance del aprovechamiento y desarrollo de
competencias de los estudiantes, junto con los factores que influyen en sus resultados,
con el propósito de fundamentar el diseño de políticas y la toma de decisiones dirigidas
al mejoramiento y equidad de la educación.
Es necesario contar con evaluaciones confiables como principal fuente de información
para conocer los avances y limitaciones del sistema educativo en su totalidad y poder
actuar en favor de una educación de calidad.
Finalmente, la evaluación educativa propone una revisión amplia e integral de los
objetivos, procesos, instrumentos, estructura y organización de la educación que
propicie en los estudiantes:
Participación activa
Respeto a la persona
Interdisciplinariedad
Pensamiento crítico y complejo
Formación profunda y global
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