SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 26
ALMAS GEMELAS
                                    Mercedes Perles Ortolá




                                       LATIDOS
 La oscuridad me había invadido. Y no podía luchar contra ella, porque mi prioridad era que mi
corazón siguiera latiendo. La vida se me escaba en cada batir desesperado, en cada leve
bocanada de aire que entraba en mis pulmones. Sabía que me estaba muriendo y, por primera
vez en mi vida, supe a ciencia cierta, que de esa noche no pasaría.

 ―Kara, despierta, mi amor. Abre los ojos.

 En cada palabra que mi marido pronunciaba, se dibujaban claramente el dolor, la angustia, la
desesperación y el sufrimiento. Pero no pude responderle, ni tan siquiera pude abrir los ojos o
permitirme pensar en esa opción. Debía usar las fuerzas que me quedaban en permanecer con
vida hasta que me llevaran con Helia para que salvara a mis hijos. El resto, mi vida o mi
muerte, mi eternidad junto a mi amado ángel, junto a mi alma gemela, carecían de sentido.

 ―Hay que llevarla con Helia―. En la voz de mi cuñado, de ese hombre que juró un día que
me amaba y que si mi vida terminaba, acabaría con mi esposo, también se había instalado el
dolor.

 ― ¡DRAKE!― Gritó Chris desesperadamente.

 Una suave brisa sacudió mi cabello cuando el hermano adoptivo de Chris hizo su aparición.

 ―Déjame verla. Muévela con cuidado.

  Sentí como mi marido me giraba con suma delicadeza. El dolor de la espalda me sacudió
como un latigazo. No grité, no gemí, no mostré señal alguna de vida. Tenía que seguir
concentrándome en el latido de mi corazón.

 Las frías manos de Drake inspeccionaron mi espalda. Su tacto alivió el dolor que sentía.

 ―Esto no pinta bien. Necesito que hagas presión sobre la herida Chris, pero con cuidado. Si
presionas demasiado fuerte, le partirás la columna y si lo haces con demasiada delicadeza, se
desangrará. No debería haberse quitado ese cuchillo―. Musitó exponiendo en alto sus
pensamientos―. Hay que llevarla con Helia y rápido. Sus latidos son irregulares. Toma, usa mi
camiseta para ayudarte a presionar y a detener la hemorragia. Victoria, ¿cómo habéis llegado
hasta aquí?

  ―En un coche que robamos. Está escondido junto al antiguo almacén―. Dijo con voz
temblorosa.
―Bien, id en el coche. Yo iré corriendo y avisaré a Helia. Lo tendremos todo preparado
cuando lleguéis. Osiris, ¿podéis encargaros de limpiar todo esto? No quisiera que algún
guardián o un simple humano se tropezaran con esta escena.

 ―No te preocupes Drake, nosotros nos encargamos. Llevad a Kara con Helia.

 Ni siquiera me había dado cuenta de la presencia de Osiris y los demás. Recordé a Obsidiana
matando cazadores cual diosa de la venganza. Pero inmediatamente dejé de pensar. Un
pinchazo sacudió mi vientre, desgarrándome por dentro. Seguí sin mostrar señal alguna de
vida.

 ―No te mueras Kara, por favor. Resiste.

 La desesperación era muy patente en la voz de Victoria. Estaba segura de que empezaría a
culparse por haberme permitido venir con ella.

 ―Drake…― Esta vez en la voz de mi amado ángel sólo había una cosa. Miedo.

 ― ¡Mierda!― Mal asunto que mi cuñado soltara un taco. Muy mal asunto. Su aparente calma
se rompía por momento. Me di cuenta de que me había hecho pis encima, pero no entendía
que tenía que ver eso con el miedo de Chris y el nerviosismo de Drake.

  ―Ha roto aguas―. Entonces no me he hecho pis, pensé, aun sin entender el revuelo que
había causado ese hecho―. El agua está sucia, mezclada con sangre. Eso significa que hay
sufrimiento fetal. Tenéis que daros prisa. Hay que sacar a los bebés enseguida.

  Noté como Chris me levantaba con delicadeza, mientras su mano seguía presionando mi
herida. De nuevo la leve brisa me indicó que Drake se había puesto en camino. Oí como Lucian
se cargaba a Victoria sobre la espalda, mientras ella se quejaba por lo bajito. Y sentí como Chris
se lanzaba a una carrera desesperada, mientras yo trataba de que mi corazón no se detuviera.

  Empecé a concentrarme en los latidos de mi corazón para no pensar en nada más. Sabía que
si mi mente se ponía a divagar en todo lo que estaba ocurriendo, lo único que conseguiría era
que mi corazón se parara. Y Drake tenía razón, mis latidos eran erráticos.

  Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, y aún así no tenía claro que consiguiera mantenerme con
vida hasta llegar a la casa. La vida se me escapaba por momentos.

 Sentí el olor a tierra cuando Lucian aceleró e hizo patinar las ruedas de aquel coche. Escuché
como Victoria contenía la respiración, imagino que asustada por la alocada carrera de mi
cuñado o, y probablemente esto era lo más factible, por la bronca que le iba a echar éste en
cuanto llegáramos a casa. Me hubiera gustado explicarles lo que había pasado, pero no podía.
Seguí concentrándome en mis latidos, cada vez más erráticos y más débiles.

 Pero a pesar de mi debilidad, notaba el ambiente del coche cargado de tensión. La que más
sentía era la de Chris, tal vez porque estaba entre sus brazos y su aroma me cosquilleaba en la
garganta. A pesar de estar muriéndome, seguía sintiendo como mi cuerpo reaccionaba a su
cercanía, como si fuera un imán que me atraía hacia él.
Luego sentí la tensión entre Victoria y Lucian. Sabía a ciencia cierta, que a mi amiga le iba a
caer una sonora bronca en cuanto esto se solucionara, para bien o para mal. Conocía el
carácter temperamental de Lucian y también la terquedad de Victoria. Se iban a enzarzar en
una buena pelea, y ninguno de los dos iba a ceder. Y yo no podía interceder por ninguno de los
dos. Volví a concentrarme en mi frágil corazón que quería detenerse por momentos.

  Lucian frenó suavemente. Probablemente si yo hubiera estado en ese lamentable estado, la
frenada hubiera sido muy brusca y hubiéramos salido despedidos por la luna delantera. Pero
calmó su ira a tiempo para que no nos pasara nada. En el ambiente se olía su furia y su ira.

  ― ¿Qué ha pasado?― La voz de Helia provenía de lo alto de las escaleras, pero al segundo
siguiente, sentí su mano sobre mi muñeca, tomándome el pulso―. Esta muy mal Chris, hay
que llevarla abajo, deprisa.

 Otra vez el viento que provocaba la alocada carrera de mi marido sacudió mis cabellos. Oí
como mi madre lanzaba un suspiro angustiado cuando me vio pasar en aquel estado por
delante de sus narices. Ella estaba tan asustada como Chris.

 Sentí como me tumbaba sobre la camilla con delicadeza, pero no quitó la mano que taponaba
mi hemorragia. Me pregunté cómo era capaz de soportar el olor de mi sangre y, recordé cuan
apetecible era yo para él. Así que debía estar pasando un auténtico infierno. Pero en ningún
momento su pecho rugió. Estaba más preocupado por mi bienestar que por las posibles
sacudidas que sentía su cuerpo al olfatear mi sangre. Definitivamente, aquello era el verdadero
infierno para Chris.

  ―Déjame ver la herida de la espalda―. Helia me examinó con delicadeza. Yo volví a
concentrarme en mis latidos―. Mmm, has conseguido detener la hemorragia. Sangra, pero no
es tan escandaloso ni tan abundante―. Y entonces Helia se percató de algo. Del sufrimiento de
su hijo―. Sal de aquí Chris. Yo me encargo.

 ―No―. Rotundo y tajante, como siempre.

 ―Chris, no hagas esto más difícil. Sal de aquí.

 ―He dicho que no. No me pienso separar de ella. Así que deja de discutir conmigo y atiéndela
a ella―. Y no había discusión alguna posible a aquellas palabras. La rudeza estaba presente en
cada palabra.

 ―Como quieras. Drake, cósele la herida de la espalda. Yo voy a hacer una ecografía. Lucian,
saca sangre del banco. AB positivo.

 ¿Lucian estaba allí? ¿Y Victoria? ¿Dónde estaría? En un primer momento pensé en agudizar
mi olfato para encontrarla, pero no debía emplear mis escasas fuerzas en trivialidades.

  Noté como me clavaban un aguja en el brazo, y como me ponían una vía. Más sangre, pensé,
más dolor para Chris. ¿Por qué había sido tan estúpida y no me había limitado a decirle lo que
pasaba? Lo hubiera podido hacer, pero en vez de eso, preferí correr a socorrerlo. Una vez más,
la imperiosa necesidad de él se impuso a la sensatez.
―Esto no me gusta―. En la voz de Helia se denotaba la creciente preocupación.

 ― ¿Qué pasa, papá?

  ―Me temo que voy a tener que practicarle una cesárea, y en su estado no sé si lo va a
soportar.

 ―Papá−. Más preocupación, esta vez en la voz de Drake―. La sangre, no funciona.

  ― ¿Qué quiere decir eso?― Chris se crispaba por momentos. Su voz se alzó un par de
octavas.

 ―Que no puedo hacerle una transfusión. Su cuerpo rechaza la sangre.

  ―Ponle una dosis de morfina. Voy a hacer la cesárea. Y tú, hijo, prepárate. Debes decir si la
transformas o la dejas morir. Y decide rápido. No tenemos tiempo.

 ―Papá, no he encontrado la forma de que su luz no deje de brillar.

  ―Pues no tienes tiempo Chris. Así que decide deprisa. La transformas, con todas sus
consecuencias, o la dejas morir, con lo que eso significará para ti. Pero hagas lo que hagas, no
eres culpable de nada. Ella decidió por ti Chris. Desde antes de conocerte.

 ―Ya está, papá―. Sentí como el dolor desparecía paulatinamente. Empecé a relajarme. Me
entró sueño, estaba cansada, quería dormir, pero no me lo podía permitir. Un último esfuerzo,
pensé. Aguanta hasta que los niños nazcan, y luego… bueno, luego ya se vería. Esa decisión no
estaba en mis manos.

 El bisturí cortó la piel y la carne de mi vientre, y oí el leve rugido del pecho de Chris. Él seguía
pasando por un infierno mientras permanecía a mi lado. Mi sangre seguía resquebrajando su
calma y su dominio sobre la bestia. Pero, yo, no sentía mi dolor, sólo un leve cosquilleo allá por
donde pasaba el bisturí. Mi dolor no era físico. Era mucho más profundo. Era el dolor de la
desgarrada alma de Chris sacudiendo la mía, clavándose en mi interior y desgarrándome por
dentro, como lo estaba haciendo ese bisturí.

 ―Bien, tengo a uno. Morraine, prepáralo todo. Debes encargarte de los pequeños.

 ¿Mi madre estaba allí? ¿Desde cuándo? Ni siquiera la había oído, ni olido. Tal vez era el efecto
de la morfina, o lo más seguro, es que me estaba muriendo por momentos.

 Oí el llanto de un bebé, de mi bebé, del primer hijo que teníamos Chris y yo. Nuestro, pensé. Y
al segundo siguiente tuve que centrarme en mis latidos, porque cada vez eran más débiles.

 ―Chris, es una niña―. La voz de mi suegro denotaba alegría, una felicidad que jamás creí
escuchar en su voz. Estaba orgulloso, como cualquier abuelo.

 ―Se llamará Jade. Kara quería ese nombre para el bebé si era una niña.

 ―Jade―. Dijo mi madre completamente embelesada por mi hija, que calló en cuanto oyó la
voz de su abuela. Me pregunté cómo sería su carita, si estaría bien, si sería pequeñita o
menuda, si sería fuerte. Céntrate Kara, me dije a mi misma. Mi corazón no aguantaría mucho.
―Bien, voy a sacar el segundo. Prepárate Chris, después viene la transformación.

 No te culpes mi amor, tu padre tiene razón. Yo decidí permanecer junto a ti, pensé. Pero sabía
que eso no servía para nada, él se culparía el resto de la eternidad, tanto si yo vivía como si yo
moría.

 ―Es un niño―. Dijo mi suegro al tiempo que sentía que me lo arrancaban de mi interior, y mi
hijo lloraba desesperado.

  ―Tranquilo pequeño, estás con la abuela―. Le dijo mi madre con su voz dulce y suave como
la seda. El efecto fue inmediato en mi hijo, que calló al instante.

 ―Aquiles―. Dijo mi marido roto por la emoción. Supuse que era por el hecho de que había
conseguido un imposible. Ser padre cuando se supone que no se puede.

 ― ¿Aquiles?― Dijo mi suegro consternado. No entendí su tono de voz, y tampoco porque
Chris había elegido ese nombre.

  ―Sé que es el nombre de uno de tus hijos. Es lo mínimo que te debo papá, después de todo
lo que has hecho por Lucian y por mí.

 Ahora lo entendía. Chris le debía mucho a Helia y su única forma de agradecérselo era esa,
poniendo a uno de nuestros hijos el nombre de uno de los descendientes muerto de mi
suegro.

 Y luego, unos segundos interminables cargados de un tenso silencio. Imaginé que Chris seguía
sopesando la idea de convertirme, mientras mi suegro, Drake y Lucian lo miraban, intentando
convencerle sin palabras. Decidí hacer un último esfuerzo, aunque tal vez me costara la vida.

 Hazlo, Chris, no quiero morir, quiero estar junto a ti el resto de la eternidad. Es mi elección.

 Y mi corazón se paró. Había agotado mis fuerzas en ese intento desesperado de comunicarle
mis deseos a Chris.

 ― ¡KARA! ¡NO! Ahora no. Resiste mi amor, resiste y te daré lo que quieres.

 Late. Oh venga, late de una maldita vez. ¡Joder! ¡Qué latas! Le dije a mi maltrecho corazón.

 ―Drake, el desfibrilador, deprisa―. Helia se crispaba por momentos.

  Sentí unas frías placas metálicas sobre mis pechos, y al instante siguiente, una potente
descarga sacudió mi maltrecho cuerpo. Me sacudí sobre la camilla, alzándome unos
centímetros por encima de ella.

 ―Por favor, Kara, por favor, no me dejes. ¡Papá!― Chris se descomponía por momentos.

  Te he dicho que latas de una vez. Ahora no te puedes parar. Ya tendrás el resto de la
eternidad para permanecer tranquilo, pero late de una vez.

 Otra descarga me volvió a sacudir. Mi cuerpo se dobló y mis nervios se crisparon. Tenía que
conseguir que mi corazón latiera de nuevo, aunque solo fuera durante unos minutos.
― ¡Por favor, Kara! No me dejes, regresa a mí, mi amor. Vuelve y te daré lo que quieras, sin
importarme si tu luz brilla o no. Vuelve mi amor. Si no lo haces por mí, hazlo por nuestros hijos.

 Mis hijos, pensé. Tenía que verlos. Quería saber cómo eran sus caritas, sus pequeños cuerpos,
saber si se parecían a su padre o a mí. Necesitaba estar con ellos. No sólo con Chris, sino con
mi familia. Y tenía que conseguir resistir, porque si no, también temía que Lucian se lo echara
por cara a Victoria. Y debía impedir que Jake encontrara a mis hijos y a mi nueva familia. Tenía
demasiados asuntos pendientes que resolver como para permitirme el lujo de morir.

 ¡Late de una jodida vez! Le grité a mi maltrecho corazón. ¡Late joder!

 Bum, bum, bum, bum, bum.

 ―Vuelve a tener latido―. Dijo mi suegro pletórico.

 ―Eso es, mi amor. Lucha―. Sentí como uno de sus mechones me acariciaba el rostro, cuando
se acercó a susurrarme al oído―. Te voy a dar lo que quieres. No te voy a dejar escapar. La
eternidad es nuestra, mi vida.

 El placer recorrió mi cuerpo, sacudiéndome. Estaba segura que me había estremecido tanto
que mi cuerpo se había movido sobre la camilla.

 ― ¿Qué tengo que hacer papá?― La determinación era patente en la voz de Chris.

  ―El proceso de conversión es el siguiente. Primero debes morderla y beber parte de su
sangre, mientras le transfieres el veneno y le robas su luz―. ¡Joder Helia! Te podías haber
ahorrado esa parte, pensé―. Luego tienes que morderte a ti mismo, en la muñeca, por
ejemplo, y darle a beber parte de tu sangre, para que neutralice el poder destructivo del
veneno. Después hay que esperar un día y medio.

 ―Bien. ¿Cuánta sangre tengo que beber, y cuánta le tengo que dar?

 ―En lo de beber no estoy seguro Chris. Cuando convertí a Drake, no sé cuánta bebí. Pero tú
debes tener cuidado. Su sangre es lo que más deseas en esta vida, junto a su luz. Calcula tú,
pero no bebas mucha, porque ya ha perdido la suficiente. En cuanto a la que tiene que beber,
su propio cuerpo sabrá cuánto necesita, y dejará de succionar de tu muñeca. Cuando el
veneno quede contrarrestado, Kara dirá basta.

 ―Papá, esto ya está―. Dijo Drake de repente―. Si vive como una humana, le va a quedar
una cicatriz horrible en el abdomen―. ¿De qué demonios estaban hablando?

 ―Lo sé Drake. No he tenido mucho tiempo para hacerle una cesárea limpia. Había que sacar
a los niños deprisa−. Cómo si me importara mi cuerpo en ese momento. Lo que realmente me
importaba era que Chris no me había clavado los colmillos todavía. ¿A qué puñetas estaba
esperando? No sabía cuánto tiempo más conseguiría mantener a mi corazón en
funcionamiento.

 ― ¿Estás preparado Chris?― Lucian le habló con resentimiento a su hermano.
―Sí. Lucian, si no quieres, no tienes porque quedarte. Sé que estás en contra de lo que voy a
hacer.

  ―No me largo Chris. Es cierto, preferiría que siguiera siendo humana, pero no quiero verla
morir. No eres el único egoísta de la familia, Chris. Y le dije que siempre podría contar
conmigo. Así que déjate de charlas y hazlo de una maldita vez. No sé lo que va a aguantar su
corazón―. ¡Mierda! Pensé. Se volvían a pelar por mi culpa. Cuando me despertara iba a tener
que hablar con esos dos muy seriamente. Se iban a enterar. Porque frente a ellos esta vez no
iban a tener a una mestiza, ni a una mujer embarazada. Iban a tener a una morwin muy
cabreada.

  ―Lo siento―. Fue lo último que dijo Chris, antes de clavarme sus colmillos en mi cuello.
Estaban fríos, pero no sentí dolor, si es que se suponía que debía sentirlo, tal vez porque la
morfina todavía estaba haciendo efecto en mi cuerpo, o pudiera ser que porque aquello era lo
que había estado esperando desde el mismo instante en que le conocí. No sentí dolor, sino
placer. Iba a conseguir mi segundo ansiado deseo.

  El veneno de Chris comenzó a correr por mis venas, al tiempo que él bebía mi sangre, esa
sangre que tantas veces había deseado y que se había prohibido probar. Me pregunté si sabría
como él decía que olía, a fresas y jazmín, dulce, sin empalagar. Pero no me dio tiempo a pensar
en mucho más. Retiró con cuidado sus colmillos de mi cuello, y mientras la ponzoña recorría
mi cuerpo, congelándome en el tiempo y otorgándome la eternidad, noté como se me partía el
alma. Ese sufrimiento no era mío, era de Chris, era lo que latía en su interior, en esa alma
atormentada por los errores cometidos, por las muertes causadas, y por no poder cumplir su
promesa. Darme una eternidad sin robarme mi luz. Quise llorar, pero ya no podía. No me
quedaban fuerzas, y la conversión se estaba iniciando.

 ―Bien, ahora dale tu sangre, Chris―. Helia había cambiado el tono de su voz, y en vez de ser
calmante, era seco, duro y severo.

   A mis fosas nasales llegó un efluvio que reconocería entre los millones de olores de este
mundo. Sándalo y cítricos. El olor de la sangre de Chris. Eso quería decir que se había mordido
la muñeca para que yo bebiera de él. Traté de abrir los labios con las poquísimas fuerzas que
me quedaban, y no pude. Estaba demasiado agotada como para poder hacer ese simple gesto.

 Noté el frío de la muñeca de Chris en mi boca, la gélida sangre cayendo sobre mis comisuras,
pero no pude beber. Era incapaz de dar un simple sorbo.

 ―Papá, no bebe; no reacciona―. Más desesperación en su voz, a la par que sufrimiento y
dolor.

 ―Joder―. Fue todo lo que mi suegro dijo. Y que él soltara un taco no era buen augurio―.
Bien, vamos a hacer lo siguiente. Chris, siéntate en esa silla. Drake, trae las jeringuillas y
asegúrate de que la vía que lleva Kara sigue en su sitio. Y tu Lucian, ven aquí, vas a tener que
morder a tu hermano.

 ¡Y un cuerno! Pensé. ¿Es qué Helia se había vuelto loco o qué?
― ¿Qué?― Fue todo lo que mi cuñado alcanzó a decir.

 ―Lo que has oído, Lucian. Hazle caso a papá―. Chris confiaba ciegamente en Helia.

 ―Chris, esto es una locura―. Pero al parecer, Lucian no estaba seguro de lo que su padre
adoptivo quería hacer.

  ―No lo es, Lucian. Creo que sé lo que pretende hacer papá, y no tenemos tiempo para
discusiones. Kara se muere y necesita mi sangre, puesto que soy yo el que la ha mordido. Está
tan agotada y destrozada que no puede beber por sí misma, así que la única forma que hay es
haciéndole una especie de transfusión. No puedo morderme yo mismo, y lo sabes, así que
hazle caso a Helia.

 ―Chris, te va a doler. Ya sabes cuánto duele esto.

 ―Me va a doler más que ella se muera, Lucian. O lo haces tú, o le digo a Keinan o Andros que
lo hagan ellos. Decide, no le queda tiempo.

 ― ¿Y si te paso mi veneno?

 ―Ya sabes que la única manera de no hacerlo es no salivando. ¡Maldita sea, Lucian! O lo
haces tú o le digo a Keinan que baje. No tenemos tiempo. Y no la pienso dejar morir.

 No creo que pasaran más de dos segundos, pero a mí me parecieron una eternidad.

 ―Está bien. Pero esto no me gusta.

 ―Ni a mí, pero es lo que hay. Lo que sea con tal de salvarla Lucian.

 ―Bien, puesto que ya os habéis puesto de acuerdo, comencemos. No creo que Kara resista
mucho más. Drake, ¿está todo preparado?

 ―Sí, papá. Toma las jeringuillas. Pásamelas y yo le iré inyectando la sangre a Kara. Esperemos
que el procedimiento sea el mismo, y cuando el veneno quede contrarrestado, su cuerpo diga
basta.

 ―Esperemos―. La voz de mi suegro no denotaba convencimiento ninguno. Era la primera vez
que se enfrentaban a una situación así―. Chris, siéntate en esa banqueta. Lucian, prepárate,
no hay tiempo que perder.

  La tensión era más que patente, tanto que hasta en mi estado la podía palpar. Y luego, mi
interior se desgarró como jamás se había lacerado. Chris no gritó, a pesar de que los colmillos
de Lucian se habían clavado en él. Lo supe porque de nuevo el olor a sándalo y cítricos me
sacudió. Y Lucian tenía razón, aquello dolía. En mi brazo derecho sentí la punzada de los
colmillos de Lucian, como si me estuviera mordiendo a mí, en vez de a Chris. Nuestra conexión
era tan grande que sentía su dolor físico y anímico como mío.

  Un ligero helor recorrió mis venas, mezclándose ese frío con el ardiente calor que estaba
experimentando. Hasta ese momento no me di cuenta de que mi temperatura corporal había
ido en aumento y la sangre gélida de Chris estaba contrarrestando ese calor.
Cuatro veces más me resquebrajé por dentro, cuatro dolorosas e insufribles veces me partí,
me rompí y desmenucé como si fuera una muñeca de porcelana y alguien estuviera dando
martillazos. Las cuatro veces que Lucian volvió a morder a Chris. Y luego otra vez la frialdad de
la sangre de mi marido deteniendo el insufrible incremento de mi temperatura.

 ―Ya no admite más, papá―. Drake había puesto la última jeringuilla llena de sangre de Chris
en mí, y mi cuerpo dijo basta. Cuatro jeringuillas habían sido suficientes y me pregunté si con
eso bastaba, si el proceso se cumpliría como se suponía que debía. Porque si no era así, en
escasos minutos iba a morir.

  La sedosa mano de Chris acarició mi rostro, que supuse que tenía que tener un aspecto
espantoso porque una punzada de sufrimiento ajeno me volvió a sacudir. Pero la ternura con
la que acariciaba mi mejilla me reconfortó. Puede que a pesar de todo consiguiera lo que tanto
ansiaba.

 Mis latidos se fueron ralentizando, al tiempo que el frio me invadía y me congelaba. Estuve
segura que si no hubiera estado en el lamentable estado en el que me encontraba, mis dientes
se hubieran puesto a castañear.

 Y de pronto una bocanada de aire llenó mis pulmones, una última bocanada desesperada por
aferrarme a una vida que ni siquiera quería, acompañada por el batir irregular de un corazón
capaz de amar más allá de la vida, de la muerte o del paso del tiempo.

 Mi corazón se paró, tras el póstumo latido que daba.




                                     DESPERTAR
 Había muerto. Bueno, un médico hubiera diagnosticado mi muerte, puesto que mi corazón se
había parado. Pero mi cuerpo experimentaba un montón de sensaciones a cual más extraña, lo
que me indicaba que mi final no había llegado.

 Para empezar, sentía como si mis células, una a una, se congelaran. Estaba segura de que
podía incluso oír el sonido que hacían al quedarse estancadas en el tiempo. Incluso sentí como
mi temperatura corporal caía en picado.

  Mi piel, aparte de enfriarse como lo estaba haciendo el resto de mi cuerpo, se estaba
tornando dura como el diamante, al igual que mis músculos y mis huesos.

 Mi olfato se agudizó, al igual que mi oído, mi tacto y mi gusto. Lo de la vista no lo sabría hasta
que no abriera los ojos, pero por el momento no lo iba a hacer. Necesitaba acostumbrarme a
todos y cada uno de mis mejorados sentidos.
Supe que, en algún instante anterior a que mi corazón se parara, Lucian y Drake habían
abandonado el improvisado quirófano que teníamos en casa. No les olía, y el efluvio de ambos
era algo muy conocido por mis fosas nasales. Sin embargo, allí seguían estando Helia y mi
marido, que se impacientaba al ver que yo no realizaba movimiento ninguno.

 Juraría que tirité sobre la camilla, porque sentía como el frío se instalaba en cada rincón de mi
anatomía. Pero si temblé, ni Chris ni Helia se dieron cuenta.

 ―Papá, ¿qué está pasando? ¿Por qué se ha parado su corazón tan pronto? Me habías dicho
que había que esperar un día y medio, y se ha parado en apenas dos horas.

  ¿Dos horas? ¿Tanto? Si a mí me ha parecido minutos, pensé. Empecé a sospechar que mi
cabeza desvariaba, o que estaba tan agotada que ni siquiera era capaz de tener noción del
tiempo.

 ―Creo que algo ha salido mal.

  ¡¿Qué?! ¡Ay no, mierda! ¿La he palmado? Me cago en… Un momento, si he muerto, ¿por qué
siento mi cuerpo? Noto cada célula de mi cuerpo, cada poro de mi piel.

  Las frías manos de Chris acunaron las mías, sacándome de mis pensamientos y sentí
nuevamente, como su mundo se desmoronaba, como su alma se desgarraba y como su
corazón se rompía en millones de pedazos. Él pensaba que Helia tenía razón.

 ―Tenías razón mi amor. No era posible transformarte sin robarte la luz.

 Pero a pesar de querer hacerle saber de inmediato que yo no había muerto, que por alguna
razón u otra la transformación había funcionado, que si no me había robado la luz yo seguía
estando viva, si se le podía considerar vida, no lo hice. Necesitaba acostumbrarme a todo eso
que recorría mi cuerpo. Porque no sabía ni cuánta fuerza tendría, ni cómo de desarrollados
serían mis sentidos.

  ―Lo siento mi amor, lo he intentado, pero no he podido cumplir mi promesa. Después de
todo lo que tú me has dado, yo he sido incapaz de concederte lo que tú más querías.

  ¿Pero qué demonios estás diciendo? ¿Es qué no te das cuenta de que estoy viva? Aunque
claro, decir que estás viva cuando tu corazón ha dejado de latir, no es la expresión correcta.

 Estaba decidida a hacerle saber que la transformación había funcionado, pero de pronto, una
nueva reacción se apoderó de mi cuerpo. Sentí que sufría una combustión espontánea.

 El calor comenzó a recorrer mis venas, como si lenguas de lava se abrieran camino por mis
entrañas. Creí arder como si estuviera en una pira funeraria. Igual Helia tenía razón y había
muerto, y todo eso que sentía no era más que el fuego del infierno cobrándome cada muerte
que mis manos habían causado.

 ―Chris, hay que decírselo a los demás―. Helia se rompía igual que su hijo.

 ―Lo sé papá. Pero no sé cómo decirlo. Va a ser un golpe muy duro para todos.
―No será más duro para nosotros de lo que es para ti.

 ―La he perdido, papá. Después de todo lo que ella hizo por mí, después de todo lo que me ha
dado, tras hacerme padre, yo ni tan siquiera he podido concederle lo que más quería. La
eternidad junto a mí y nuestros hijos.

 ―Yo subiré a comunicarles la noticia a los demás. Te dejo unos minutos con ella a solas―. Y
oí como la puerta de aquel improvisado quirófano se abría.

   Y mientras él exponía sus pensamientos en voz alta, el calor se apagó. Tal y como había
venido, se fue. Empecé a sentir de nuevo mi cuerpo, y sin que se diera cuenta moví
ligeramente los dedos de los pies. Y entonces entendí que ni siquiera el fuego del averno
podría separarme de él.

 ―Lo siento, lo siento mi amor. Te juro que yo quería retenerte junto a mí, pasar el resto de la
eternidad junto a ti y nuestros hijos, pero…

 ―Joder Chris, ¿quieres dejar de ser melodramático?― ¡Zas! Lo solté de golpe, incluso antes
de que mi mente terminara de formular ese pensamiento.

  ― ¿Kara?― Me observó estupefacto y me percaté de que me había incorporado en la
camilla. Yo no le había dado esa orden a mi cuerpo, así que deduje que mi mente iba más
rápido de lo que yo era consciente.

 ― ¿Quién si no?― Me parecía estúpido que me preguntara eso cuando estaba antes sus
narices.

  ― ¡Joder, Kara!― Gritó de repente mientras me alzaba entre sus brazos y giraba sobre sí
mismo, conmigo aferrada a su cuello. La sábana que cubría mi cuerpo cayó. De pronto dejó de
girar para observarme con detenimiento―. ¿De verdad estás bien?

 ―Pues sí, estoy bien. Bueno un poco confundida y sobresaltada por mis sentidos y mis
emociones, pero bien.

  ―Me has dado un susto de muerte. Que sea la última vez que me haces pasar por esto,
¿entendido? Y ya hablaremos más tarde de tu brillante idea de aparecer junto a Victoria,
porque estoy muy cabreado―. ¡Menuda sorpresa!, pensé mientras le observaba con
detenimiento y el calor volvía a crecer en mi interior―. De esta no te vas a librar. Pensábamos
que habías muerto y… ¡Mierda! Helia les está diciendo a todos que has muerto. Tengo que
avisarlos de que estás bien. Te bajaré algo de ropa para que puedas subir―. Me dijo desde el
umbral de la puerta, saliendo a la velocidad de la luz.

  En cuanto él se fue, el calor desapareció. Me preguntaba por qué mi temperatura corporal
subía cuando miraba a Chris, si era consecuencia de todo el proceso de transformación, si a
ellos les había ocurrido lo mismo. Recordé la frase de Drake sobre la operación y la supuesta
cicatriz que me podía quedar, y me revisé la barriga. Allí no había nada más que piel suave,
tersa y fría.
― ¿Chris? ¿Qué haces aquí?― Escuché como Helia le preguntaba con asombro a mi marido
por qué me había dejado sola.

―Esto, papá, no ha muerto, Kara está bien. Está despierta, confundida, pero bien. Voy a por
algo de ropa para que pueda subir.

 ―Chris, espera―. Lucian intervino―. ¿La vas a hacer subir?

 ―Sí, ¿por qué?

  ―Porque aquí están Trizia, Morraine, Victoria y tus hijos. Un poco precipitado. Estará
sedienta y hambrienta. Demasiadas luces y sangre fresca a su alrededor.

  ¿Qué?, pensé. ¿Qué no me van a dejar ver a mis hijos? Iban listos si se pensaban que no les
iba a ver. Cogí la sábana del suelo y enfilé las escaleras.

 Me tropecé con todos ellos mirándome. Habían sacado a mi madre con mis hijos y a mi prima
del salón, pero Victoria seguía allí, junto a Helia, Drake, Lucian, Andros y Olimpia. No había
rastro de Osiris y los demás, por lo que pensé que estaban limpiando el campo de batalla
donde nos habíamos enfrentado a los cazadores y a Jake.

 ― ¿Kara? ¿Eres tú?― Victoria me miraba con sus ojos desorbitados.

 ―Sal de aquí Victoria―. Le ordenó Lucian.

 ―No―. Fue su sencilla respuesta. Vi como mi cuñado se cabreaba por momentos, y temí que
le gritara. El calor se volvió a apoderar de mí.

 ― ¿De verdad crees que voy a atacar a Victoria, Lucian? Me conoces muy poco si piensas que
voy a hacerlo.

 ―Te acabas de despertar. Victoria, sal de aquí de una vez.

 ―Te he dicho que no.

 ― ¡Que salgas!

 ―No le grites―. Espeté plantándome delante de él. Iba a soltarle un montón de cosas, y tal
vez incluso hasta darle un empujón, porque sabía demasiado bien a qué se debía su enfado,
pero Chris me lo impidió.

 ―Cariño, es mejor que te vistas. Vamos, te acompaño al dormitorio―. Y en ese momento me
percaté que la sábana se me había caído y estaba desnuda ante todos. Él me cubrió con ella, y
dejé que me llevara hasta el dormitorio.

  Escuché como Lucian farfullaba por lo bajo y como Victoria suspiraba cansada de tanta
reprimenda. Esos dos tenían un problema, y era por mi culpa. Ya lo resolvería con ellos más
tarde, porque tenía otros asuntos pendientes.

 En cuanto entramos, Chris me rodeó con sus brazos de hielo, y yo me dejé llevar. Por unos
segundos olvidé a mis hijos, a Victoria, a mi madre, a todos. Me aferré a su cuello como una
garrapata. Quería tenerlo. La sangre me hervía, y el deseo me ganaba por momentos. Estampé
mis labios contra los suyos de forma enfermiza. Quería sentirle dentro, tenerlo y retenerlo. Las
emociones me dominaban mientras sus manos se perdían por mi espalda. ¡Qué bueno era no
tener que respirar! El beso se podía prolongar hasta el fin de los tiempos.

 Me estrechó más contra él, y no podíamos decir dónde empezaba un cuerpo y terminaba el
otro. Liberé su cuello y mis manos volaron hacia su ropa. Iba a arrancarle la camiseta negra
que llevaba, pero fue más rápido que yo. Aferró mis muñecas con toda su fuerza.

 ―No pensarás que ahora vamos a hacer el amor, ¿verdad?― Levantó una ceja, mostrando
esa cara de gamberro que tanto me gustaba.

  ―Pues sí. ¿Qué tiene de malo?― Y en un rápido y brusco movimiento me solté y le arranqué
la camiseta de un zarpazo. Y, cuando vi su perfecto torso, ardí.

 ―Kara… contrólate, ¿quieres?― Volvió a apresar mis manos entre las suyas, esta vez con
delicadeza―. Es normal que estés desbordada por todo lo que te está pasando, pero tienes
que tomarte las cosas con calma.

  ―No quiero tomarme las cosas con calma, Chris. Te quiero a ti―. Y le lancé la más lasciva de
las miradas, justo a su entrepierna.

 ― ¡JA!― Rompió a reír, mientras me volvía a abrazar―. La inmortalidad no ha conseguido
que tus hormonas se calmen―. Consiguió decir entre carcajadas. Entonces recordé las veces
que me había dejado llevar por mis desequilibradas y caóticas hormonas, y reí con él.

 ―No, parece que eso no ha mejorado―. Logré decir. Él tomó mi rostro entre sus manos y me
dio un casto beso.

 ―Nuestros hijos quieren conocer a su mamá―. Se le llenó la boca cuando dijo nuestros hijos.

 ―Y yo a ellos―. Y la más enorme de mis sonrisas se expandió en mi rostro.

  ―Vístete y vamos a verlos. Están en la habitación de papá y mamá―. Me encantaba cuando
se refería a Helia y a mi madre como los progenitores de ambos. Obedecí. Me di una ducha
rápida porque todavía tenía restos de sangre en mi piel, y me puse unos vaqueros negros y una
camiseta carmesí, del mismo color que los ojos de Chris cuando la bestia quería salir. Me calcé
las deportivas y salimos cogidos de la mano en dirección al dormitorio de nuestros padres.

 Pensé que esa habitación iba a estar atestada de gente, pero sólo estaban mi madre, con mis
hijos y Helia. Eso me relajó, porque temía que tendría que discutir con Lucian si me lo
encontraba allí. Pero no fue así. En esa estancia sólo se respiraba una cosa. Paz.

  Mamá me dedicó una de sus cómplices sonrisas, una de esas cargadas de amor y de ternura,
de comprensión, de amor de madre. Un amor que yo sentía que crecía por momentos en mi
interior cuando vi a mis hijos tumbados en la cama. Sobre la mesilla de noche había dos
biberones vacíos. Mis hijos dormían plácidamente.

 ―Ven―. Me dijo mi madre en un susurro. Me solté con pesar de la mano de Chris, y me
acerqué a ellos. Olían bien, a bebé, pero no me resultaron apetecibles, como supuso Lucian
que me pasaría. Eran mis hijos, míos y de Chris, y por nada del mundo les haría daño. Pero
recordé lo que pensó Jordan cuando me vio embarazada. Y me enfurecí.

  ―Chris, tenemos un problema―. Le dije, templando mi voz y mis nervios. Me senté con
cuidado en la cama, al lado de mis hijos.

 ― ¿Qué ocurre?

 ―Jordan―. Y Chris gruñó. Su pecho bramó conteniendo a la fiera. El mío le acompañó sin que
yo pudiera hacer nada por impedirlo―. ¿Leíste su pensamiento en el campo de batalla?

  ―No. Estaba demasiado ocupado tratando de que no te hirieran―. ¡Toma reproche! Cuando
las cosas se calmaran sabía que me iba tocar aguantar su bronca.

 ―Cuando me vio embarazada sólo le corrió un pensamiento por su retorcida y asquerosa
mente―. Jade se revolvió un poco, ya que yo había alzado el tono de voz―. ¡Sh! Duérmete
pequeña. Mamá y papá están aquí―. Solté de pronto sin pensar. Mi hija calló al instante―.
Quieren a los niños para convertirlos en cazadores. En los mejores cazadores que hayan
existido jamás.

 ―No les tocarán―. Me aseguró Chris.

 ―No, no les tocarán, porque pienso solucionar ese problema―. Y me di cuenta que mi voz
era fría y terrorífica, hasta cruel. Chris arrugó la frente juntando las cejas, sin comprender a
que me refería―. Cuando me bebí la sangre de los cazadores descubrí dónde estaba el cuartel
general de Jake. Voy a hacerle una visita.

 ― ¿Qué?― Dijo Chris estupefacto.

  ―Que voy a visitar a Jake. Le voy a hacer creer que he perdido a mis hijos tras el ataque, y
que ahora, soy una inmortal muy, pero que muy cabreada. Lo cual en parte es cierto. ¿Sabes a
qué se dedica ahora Jake, aparte de tratar cazarnos? A los hijos de los cazadores empieza a
entrenarlos a partir de los tres años, y los enfrenta entre ellos, llegando incluso a ordenarles
que se maten si es necesario, para probar su valía y su coraje. Y el que se dedica a preparar a
los niños es Jordan―. Y me di cuenta que mis colmillos se habían alargado. Estaba furiosa.
Aspiré una fuerte bocanada de aire y traté de templar mis nervios. Jake tenía un problema. Yo,
inmortal, furiosa, protectora y sedienta de venganza. Sentía como el fuego me quemaba por
dentro. Quería sangre, la sangre de Jake. Quería ver su cabeza separada de su cuerpo, entre
mis manos. Y a Jordan muerto. Quería que pagaran por el dolor que sentí durante catorce
años, y por creer que me podrían arrebatar a mis hijos para convertirlos en máquinas de
matar. Venganza y sangre, muerte y destrucción. Era todo lo que mi mente y mi cuerpo
pedían.

 ―Kara…― Sabía que Chris no me iba a permitir que hiciera eso, que fuera hasta el cuartel de
Jake y arrasara con todo y con todos. Pero esta vez, nada ni nadie, ni siquiera él, iban a
impedírmelo.

 ―Lo siento Chris, o vienes conmigo o te quedas aquí. Pero que te quede clara una cosa. Nada
ni nadie me lo impedirá.
―Cariño, eso es una locura. ¿No has pensado en Jade y Aquiles?

  ―Lo hago pensando en ellos―. Me giré y les observé, tan pequeños e indefensos, tan faltos
de protección y de paz. Tan míos―. No quiero más guerra a su alrededor, ni más muerte ni
más sangre. Quiero que lleven una vida normal, o por lo menos todo lo normal que la puedan
llevar, porque no sabemos ni cómo serán. Y si para darles esa vida primero tengo que eliminar
a Jake y a sus esbirros, ten muy presente que no me detendré hasta que lo consiga. Ni mi vida,
ni mi inmortalidad, ni mi existencia valen nada si a ellos o a ti os pasa algo.

  Chris no protestó ni rebatió mis palabras. Se limitó a mirar a Helia y supe que entre ellos dos
pasaba algo, porque sus cómplices miradas así me lo demostraban. Pero no le di importancia.
Me dediqué a contemplar a mis pequeños hijos, a observar sus manitas, sus mofletes
redonditos, sus naricitas, aquellos hermosos ojos cerrados, el color de sus escasos cabellos, sus
bracitos pequeños y sus piernas que tantas patadas me habían dado cuando estuvieron en mi
interior. Y definitivamente juré en silencio que nada ni nadie les haría daño. Antes morirían
bajo mis garras y mis colmillos. Bajo la crueldad e ira de una madre inmortal dispuesta a lo que
fuera por proteger a sus hijos.




                                           RABIA
     Hubiera preferido permanecer más tiempo con mis hijos, disfrutando de su dulce y
agradable olor a bebé, escuchando sus suaves respiraciones y los rápidos latidos de sus
corazones. Pero no pude. Los gritos provenientes del salón me obligaron a bajar.
   ― ¿Tan difícil es para ti hacer caso?― Lucian seguía estando muy enfadado y descargaba su
cabreo en Victoria.
   ― ¿Y a ti entender que Kara es mi hermana y que jamás me hará nada?
   ― ¡Joder Victoria! Se acaba de despertar. Puede ser peligroso. Y ya has cometido
suficientes estupideces en una noche, ¿no te parece?
   ―O sea, que ir a salvar tu culo inmortal es una estupidez, ¿no? Que te zurzan Lucian.
  ―Escúchame bien, te dije que para mí eres lo más importante. ¿Qué hubiera pasado si te
hubieran herido?
   ―Definitivamente eres imbécil. ¿Y qué hubiera pasado si te hieren o capturan? Había dos
francotiradores apuntándoos con armas y balas especiales, y yo no me puedo comunicar
contigo como Kara lo hace con Chris. Y encima no llevabas un puto móvil al que pudiera
llamarte o enviarte un mensaje. Y si te crees que mientras tú pones tu bonito trasero en
peligro yo me voy a quedar quietecita es que no me conoces una mierda. ¿Te has enterado?
   La pelea subía de tono por momentos, y lo que más me indignaba era que Lucian no se
había dado cuenta que Victoria simplemente había actuado como una mujer enamorada.
―Además, a ver si te enteras de una vez, idiota, no soy tan frágil ni tan indefensa como tú
te crees.
   ― ¡Eres humana! ¡Eres frágil e indefensa!
   ― ¡Los cojones!― ¡Toma ya! Victoria estaba que echaba humo por las orejas. Ni siquiera se
habían dado cuenta que Chris y yo estábamos a los pies de la escalera. ―He matado Lucian,
¿me oyes?, he matado a cazadores por protegerte―. Victoria se dio la vuelta y vi que estaba
roja como un tomate. La rabia se la comía por dentro. Y su rabia me invadió. Me vio, me
dedicó una sonrisa cómplice y se dispuso a subir a su dormitorio. Pero Lucian no la dejó.
   ― ¿Dónde te crees que vas?
   Victoria se giró y con toda su rabia, le dio un empujón a Lucian. Éste apenas se movió un
milímetro de su sitio, pero ella descargó toda su furia en ese acto.
   ―Lo más lejos de ti que pueda―. Y el rostro de Lucian se desencajó. Aquello le había dolido
más que el tiro que le había pegado en el campo de batalla. Y esta vez no hizo nada por
impedir que Victoria se fuera.
   ―Ahora subiré a verte―. Le susurré a Vic cuando pasó por mi lado. Simplemente me
asintió con la cabeza y subió los escalones de tres en tres. Realmente Victoria estaba muy,
pero que muy rabiosa.
   Me acerqué a Lucian, teniendo que soltar mi mano de la de Chris. Las emociones seguían
siendo muy fuertes en mí. Quería estar a solas con mi marido, disfrutar de él, porque la lujuria
y el deseo crecían a cada segundo en mi interior, pero tenía asuntos que resolver, antes de
poder entregarme por completo a él.
   ―Lucian―. Se giró y me observó de los pies a la cabeza, escudriñando con interés mi nuevo
yo. ―Tenemos que hablar.
   ― ¿Qué quieres Kara?― Me esperaba esa respuesta por su parte, seca y cortante, así que
no le di importancia y seguí con lo que tenía que decirle.
   ―Se trata de Victoria―. Suspiró, dejándome claro que no le apetecía hablar de eso, pero le
ignoré.― ¿No te das cuenta, Lucian?
   ― ¿De qué me tengo que dar cuenta?
   ― ¡Joder Lucian! Pareces ciego. Ha actuado así porque te ama. Si estás en peligro, ella hará
lo posible por defenderte y protegerte. Hará por ti lo mismo que yo haré por Chris. Eres su
pareja Lucian, y ni siquiera te has dado cuenta.
    ―Sí que me he dado cuenta Kara. ¿Por qué te crees que estoy así? ¿Crees que podría vivir
si a ella le pasa algo por venir a defenderme o a protegerme? Es humana Kara, joder.
    ―Creo que deberías ver algo―. Y le agarré las manos. Lucian tenía el don de poder ver la
mente de los demás si tenía contacto físico con esa persona, y yo proyecté en mi mente toda
la expedición que habíamos emprendido Victoria y yo para salvarlos a él y a Chris. Desde el ir a
buscar su pistola, el salto que dio por la ventana, como paró el coche que robamos, como se
enfrentó a los cazadores, como mató sin importarle nada más que llegar a tiempo para
salvarlo. Todo. Y con las expresiones cambiantes de su rostro vi que aquello le sobrepasaba.
No se había dado cuenta de cuán grande era el amor que Victoria sentía por él.
― ¿Lo entiendes ahora? Hará lo que haga falta por protegerte, Lucian. Te ama demasiado
como para permanecer quieta si sabe que estás en peligro. Y deberías estar agradecido por
ello. Lo único que demuestra con esos actos es que su vida no tiene sentido sin ti.
   ―Fue una estupidez, Kara, y lo sabes.
   ― ¡Claro! Se me olvidaba que eres Don Perfecto y que jamás has cometido tonterías―. Lo
solté sin darme cuenta. Mi mente iba tan deprisa que decía las cosas incluso antes de
pensarlas.― Mira, tú verás cómo lo solucionas, pero como suba a ese dormitorio y me la
encuentre llorando, vas a tener serios problemas conmigo. Y te recuerdo que ya no soy una
mestiza.
   Me fulminó con la mirada y salió de casa dando un tremendo portazo. Pensé que echaría a
correr pero algo lo frenó. Alice había llegado. Y también estaba que echaba chispas por la
boca. ¡Menudo despertar estaba teniendo!
   ― ¡Eh! Tú. ¿Está Chris dentro?
   ― ¿No te han enseñado modales, Alice? Se saluda primero.
   ―No me jodas Lucian. ¿Está tu hermano dentro, sí o no?
    ―Sí―. Y oí como sus pies dejaban de tocar el suelo. Definitivamente se había marchado. Y
ni siquiera sabía si volvería. Y para complicar un poco más las cosas, Alice buscaba a mi marido.
¡Genial!
   La puerta se abrió de golpe, y una furiosa y encolerizada Alice hizo acto de presencia.
Keinan apareció en el salón, y tras él, Drake, callado y expectante como siempre.
    Alice fulminó con la mirada a Chris. Sus ojos centelleaban rabiosos y estaban inyectados en
sangre. Jamás en mi vida la había visto así. Miré a Drake, puesto que su don consistía en sentir
las emociones de los demás como si fueran suyas, y con la mirada le pregunté si íbamos a
tener problemas. Me lo confirmó con un leve movimiento afirmativo de su cabeza. Resoplé. Si
se suponía que me debía de sentir hambrienta o algo por el estilo, ni siquiera me habían dado
tiempo a que lo sintiera.
   ―Voy a matarte, Chris―. Amenazó como una fiera. Su voz sonó ronca, desafiante,
peligrosa. No tenía claro si la Alice que estaba frente a mí era la cazadora o la guardiana. Me
coloqué frente a Chris, protegiéndole como siempre. Él hizo el ademán de ponerme tras de él,
pero me negué en rotundo. Yo conocía a Alice, era mi amiga, y sabía que yo la podía hacer
entrar en razón. Siempre y cuando no perdiera los nervios y me dejara llevar por la furia que
sentía en mi interior. Una ira que crecía por momentos y me hacía arder.
   ―Alice―. Dije con el tono más suave de voz que pude. Aún así, pareció la voz de un
camionero con resaca. En el reflejo de la ventana me di cuenta que mis ojos se habían tornado
rojos como las llamas del averno. Mal asunto.― ¿Qué ocurre? ¿Por qué amenazas a Chris?
    ― ¿Qué por qué le amenazo? No es una advertencia Kara, es una realidad. Tu marido me
las va a pagar.
   ―No le tocarás mientras yo esté aquí Alice. Así que o te calmas, o salimos fuera y
solucionamos esta a la vieja usanza. Cazadora contra inmortal. Tú verás.
   ―Cariño…
  ― ¡Cállate Chris!― Se me había vuelto a escapar. Otra vez mi lengua había sido más rápida
que mi mente.― Bien Alice. ¿Me vas a decir por qué quieres atacar a mi marido?
―Jordan. Mi hermano está en un hospital con una conmoción cerebral y un derrame, el
brazo partido y el fémur destrozado. Y la culpa es de él―. Y señaló a Chris que permanecía
quieto y callado como una bella estatua helena.
   ―Se lo buscó él, Alice. He estado a punto de perder a mis hijos y de morir por culpa de
Jordan. Y si no recuerdo mal, amenazaste a Chris con que si ganabas dos sobrinos y me perdías
a mí, tendría problemas. Lo que no sopesaste es la posibilidad de que tu hermanito del alma,
me hiriera.
   ― ¿Por qué hablas así de Jordan?― Su tono de voz seguía siendo amenazante, pero en sus
ojos la ira iba dejando paso al desconcierto.
   ―Te voy a dejar las cosas muy claras Alice. Agradece a Chris que Jordan está en un hospital,
porque de lo contrario, ibas a tener que matarme a mí para que no fuera a por la basura en la
que se ha convertido tu hermano.
   ―No te consiento que hables así de él.
    ― ¡Ni yo que le defiendas a capa y espada sin tener ni pajolera idea de lo que hace! ¿Crees
que Jordan confía en ti? ¿Qué te sigue viendo como una hermana? ¿Qué te quiere? Despierta
Alice.
    ― ¿Qué… has… querido… decir?― Las palabras se le atragantaban. No quedaba rastro de la
ira en sus ojos. Ahora había miedo.
   ― Te lo enseñaré―. Y me acerqué a ella. Supongo que debía seguir con los colmillos fuera,
porque la primera reacción de Alice, fue dar dos pasos atrás.
   ―No voy a permitir que me vuelvas a morder, Kara.
   ―No lo voy a hacer Alice. No lo necesito. Proyectaré en tu mente lo que tu hermano hace y
siente. A ver si te gusta y si sigues pensando que él es un angelito.
   ―Estás un poco sarcástica.
   ―Lo que estoy es hasta las narices Alice. Voy a tomar cartas en el asunto, y cuando te
termine de enseñar lo que te tengo que mostrar, tendrás que decidir de qué parte te pones. O
conmigo o contra mí, Alice. Esta vez no hay término medio―. Y sin darle tiempo a protestar o
a rebatir mi punto de vista, la agarré por las muñecas y se lo enseñé todo.
   Sabía que Chris también lo iba a ver, porque le sentí en mi mente. Pero no me importó. Él
también tenía que saber a que nos enfrentábamos.
   Jordan, el hermano de Alice, se había convertido en un ser sin corazón, en un hombre sin
escrúpulos, en alguien tan despreciable como Jake. Su misión en el grupo de los cazadores de
Jake consistía en adiestrar a niños, a los hijos de sus compañeros, de la forma más cruel que
existía. Con apenas tres años los separaban de sus padres durante unos tres años, y los
convertían en perfectas máquinas de matar. Tres años de golpes, de no dormir, de peleas, de
robarles la inocencia, de matarse entre ellos si era necesario, y todo a las espaldas de Alice.
    No debes confiar en tu hermana, Jordan. Desde que Kara la salvó, hay algo diferente en
ella.
   Lo sé Jake. No me gusta. No me fio de ella. Pero hay que mantenerla en su puesto. Si no,
sospecharía de nosotros y eso no es bueno. Hay que hacerle creer que confiamos en ella. Aún
cuando no sea así.
Soy consciente de ellos, Jordan. Tu hermana ha cambiado. Y es mejor tenerla donde la
tenemos para poder vigilarla, que darle la espalda y que se una a Kara o a Alexander. Si ella
descubre que los guardianes existen y que nos estamos saltando el pacto, no sé qué pasaría.
   Yo sí, Jake. Se uniría a Alexander o a Kara. Me da asco. Cada día me da más asco. Y si
descubriera lo que hemos hecho, al nuevo mestizo, estaríamos en serios problemas. Es mejor
tenerla donde la tenemos, aunque a veces me dan ganas de decirle a los chicos que se den un
festín con ella.
   ¿Me estás insinuando que dejaría que los demás se tiraran a tu hermana?
    Que te quede clara una cosa Jake, Alice dejó de ser mi hermana hace mucho tiempo. Y sí,
los dejaría. Puede que hasta participara en el festín. Estoy cansado de tanta adolescente con la
que me acuesto. Las vírgenes tienen su encanto, hasta que dejan de serlo.- Los dos rieron
maléficamente. En la mente de Jordan se formó mi imagen, desnuda y atada en una cama
mientras él me follaba.
   Solté a Alice. Con aquello ya había tenido más que suficiente. En cuanto la solté, sus rodillas
se volvieron de mantequilla, su rostro palideció, y por suerte Drake tuvo los reflejos suficientes
para cogerla a tiempo de que no cayera de culo al suelo. Su mirada estaba perdida. Alice
parecía haber entrado en estado de shock.
   ―Voy a matar a Jordan―. Gruñó Chris por lo bajo. Me giré y vi que tenía los ojos rojos, las
uñas fuera y los colmillos asomando tras sus carnosos labios. Su sempiterno pecho rugía con
más furia que nunca.
   ―No te preocupes, Chris. Lo cazaremos. Esto no se va a quedar así―. Le dije mientras
ponía una mano sobre su hombro. El calor se volvió a encender en mi interior. Y a ese fuego,
se unió la furia y la ira al recordar lo que Jordan había pensado al verme embarazada.
   ―Alice, Alice, ¿estás bien?― Drake seguía sosteniendo a mi amiga entre sus brazos,
mientras ella intentaba controlar su respiración y enfocar sus ojos. Fijó su mirada en la de
Drake, que le acarició una mejilla y la abrazó.
   ―Tranquila Alice. No sé qué te ha enseñado Kara, pero sabes que todos te consideramos
parte de la familia y que si necesitas protección, te la brindaremos encantados.
    ―Suéltame Drake―. Espetó bruscamente.― Por favor―. Añadió cuando se dio cuenta de
la forma en la que le había hablado a mi cuñado. Drake obedeció y liberó a Alice. Se puso en
pie se dirigió a la pared y estampó su puño con toda su rabia al tiempo que lanzaba un alarido.
Hizo un pequeño boquete en la pared. Desde luego, Alice estaba furiosa. Y nos lo confirmó a
todos cuando se dio la vuelta y le pudimos ver de nuevo los ojos. Estaban tan inyectados de
sangre, que temimos que en cualquier momento le estallaran.
   ―Cabrones, hijos de puta, desgraciados, escorias―. Alice siguió soltando tacos por la boca
mientras daba vueltas como una leona enjaulada. Arremetió contra todo lo que había en la
mesa en un ataque de ira, y lo estampó contra la pared. Apretó tanto un vaso entre su mano
derecha, que hizo que le estallara en la palma y se clavara los cristales. La sangre comenzó a
resbalar y a caer sobre el parqué. La garganta comenzó a arderme. En ese momento me di
cuenta de la luz de Alice. Blanca y brillante, tentadora. Imagino que Chris debió ver algo en mi
rostro que no le gustó. De pronto, me rodeó con sus brazos de hielo, enterró mi rostro en su
pecho de mármol, y comenzó a ronronear para mí.
   ―Drake, saca a Alice de aquí. Cúrale la herida de la mano y haz que se calme.
― ¡No quiero que me curen nada ni calmarme!― Bramó Alice fuera de sí.
    ― ¡Alice!― Le gritó Chris mientras me seguía espachurrando contra él. El aroma de su piel,
su olor, esa esencia a sándalo y cítricos, hizo que mi mente comenzara a divagar. Luché con él
para mover mis brazos y poder arrancarle la ropa.― ¡Sal de aquí de una vez! Kara se está
descontrolando. Acaba de despertar y no le habéis dado tiempo a nada. Ni a alimentarse, ni a
acostumbrarse a nada. Keinan, mete a Victoria y a Trizia en el dormitorio de papá, junto a
Morraine y los niños. Os plantáis en la puerta y no os movéis de ahí hasta nueva orden. Drake,
llévate a Alice de una vez. No sé lo que la podré retener. Tiene más fuerza que antes.
   Fue entonces cuando me di cuenta que los músculos de sus brazos se habían marcado más
de lo habitual, que sus pectorales estaban más duros, y que si hubiera podido sudar, lo hubiera
hecho en ese momento a causa del esfuerzo que estaba realizando por contenerme entre sus
brazos. Me di cuenta que yo no estaba utilizando toda mi fuerza, y decidí ver cuán fuerte era.
Chris salió disparado por los aires, y salió volando por la puerta que Alice había dejado abierta.
Aterrizó sobre sus posaderas en mitad del porche. Sopesé durante unas milésimas de
segundos los dos tipos de hambre que sentía en ese momento. Hambre de Alice o de Chris. Y
decidí que iba a por Chris cuando hundió sus colmillos en su muñeca derecha. El olor a su
sangre me descontroló definitivamente. Rugí y me lancé a por él.
   Aterrizamos en el jardín que había frente a casa. Chris me había atrapado al vuelo, mientras
yo le arrancaba la camiseta de un zarpazo. El efluvio de su sangre se me metió en las fosas
nasales e hizo que le deseara más. Desear su cuerpo, su sangre, su alma. Todo. Busqué su
muñeca abierta y hundí mis labios en ella. Su sangre, fría y deliciosa, comenzó a bajar por mi
garganta, al tiempo que él gemía de placer. Sentí como el calor se instalaba entre mis piernas y
como empezaba a sentirme mojada. Estaba totalmente descontrolada.
   Chris me agarró por el pelo e hizo que retirara mis labios de su muñeca. Las imágenes de su
vida, comenzaron a agolparse en mi mente, como fotogramas de una película. En todas
aparecía yo. Dejé de respirar. Vi como la muñeca de Chris se cerraba y dejaba de sangrar. Lamí
los restos de sangre que había en su antebrazo. Fue un lametón sensual y ardiente. Igual de
ardiente que mi sexo en aquellos momentos.
   El fuego en mi interior creció, al ver su espectacular torso desnudo. Mis manos comenzaron
a acariciarlo con avaricia. Su expresión cambió, pasando del miedo porque yo cometiera una
locura y atacara a Alice, al deseo, y luego a la preocupación.
   ―Bésame―. Le ordené sin dejar de mirarle a los ojos, a aquellos lapislázuli ojos que me
hipnotizaban.
   ―No―. Respondió. Me agarró por las muñecas, puso mis manos en mi espalda y me
sostuvo la mirada. Una mirada de preocupación.
   ―Que me beses―. Le volví a ordenar. Mi voz se había alzado un par de octavas.
   ―No hasta que te calmes, Kara. Estás descontrolada.
   ―Quiero hacerlo. Ahora―. Exigí mientras sentía como el flujo mojaba mi ropa interior.
   ―Así no―. Masculló él.
   ― ¿Por qué?― Refunfuñé. Me di cuenta que mi voz volvía a tener su tono normal. La
preocupación era más que patente en el rostro de Chris. Y eso me iba clamando.
―Porque estás descontrolada, mi vida. Sé que no te hemos dado tiempo a nada. Desde que
te has despertado no has tenido un momento para detenerte a pensar en lo que te has
convertido. Y si no aprendes a canalizar tus sentimientos y emociones, Kara, te convertirás en
un monstruo. Y no quiero que eso pase―. La culpa se había vuelto a instalar en su hermoso
rostro.
   Aspiré una fuerte bocanada de aire, y traté de templar mis nervios y mis hormonas. El calor
de mi entrepierna se calmó.
    ― ¿Por qué me has dado tu sangre?
   ―O la mía, o la de Alice. No me he equivocado al pensar que, a pesar de todo, yo seguiré
siendo tu prioridad―. Una mueca gamberra cruzó su bella faz.
   ―No quería sólo tu sangre―. Dije pegándome más a su cuerpo. Mis pezones, que todavía
seguían erectos, se clavaron en su pecho.
   ―Lo sé, mi amor, pero tendremos tiempo. Toda la eternidad―. Me susurró al oído con una
voz tan melosa que creí que me volvería a tirar a por él.― Ahora, hay cosas que solucionar―.
Dijo mirando al interior de la casa. En ese momento aparecieron Osiris, Neftis, Said y
Obsidiana. Si me hubiera podido sonrojar lo hubiera hecho al instante. Obsidiana me miraba
con picardía, al comprobar lo que yo había estado a punto de hacer.
    ― ¿Todo bien?― Preguntó Osiris.
    ―Más o menos―. Le respondió Chris mientras yo enterraba el rostro de nuevo en su
desnudo pecho. Me moría de la vergüenza y, a pesar de saber que no me podía sonrojar, tenía
la sensación de que mis mejillas ardían.― Hay algo que debéis saber, abuelo―. Dijo Chris.―
Será mejor que entremos―. Me volvió a susurrar al oído. Me estremecí de placer.
    Deja de hablarme en ese tono Chris. No me lo pones fácil.
    Te aguantas. En el fondo estoy disfrutando de esto. Me encanta ver cómo te descontrolas. No quiero ni pensar de lo que vas a ser
capaz.
    ¿Me estás chinchando?
    No. Sólo te estoy dando a probar un poco de tu propia medicina.
   Y supe que se refería a cuando, mientras yo era humana, le había tentado miles de veces
para que me tomara o me matara.
    ¿Por qué?
    Porque debes aprender a canalizar toda tu energía, Kara. Incluso esa.
   Suspiré. ¡Menuda gracia me hacía tener que controlar mi deseo por él! Pero al instante
después pensé, que si haber hecho el amor con él siendo una humana había sido muy bueno,
cuando lo hiciéramos ahora, en igualdad de condiciones, iba a ser espectacular. Volví a tomar
aire para calmarme. Se iba a enterar de lo capaz que era de canalizar esa energía.
  Cuando entramos en casa, Alice estaba en el salón. Se había calmado y su luz ya no brillaba.
Apenas era un aura que la envolvía, débil y para nada, apetecible. Drake le había curado la
mano, y la llevaba vendada. Me miró a los ojos.
    ―Lo siento, Alice.
   ―No te disculpes. Me has hecho ver que mi hermano es un monstruo―. Dijo, más
calmada.
―No quería mostrártelo así, Alice.
   ―Es mejor que lo hayas hecho así, Kara. Prefiero ver su crueldad a seguir pensando que él y
yo podemos ser hermanos y que, tal vez, algún día, pudiera ser un guardián. Ahora sé que hace
años que le perdí―. Una pequeña lágrima quiso escapar de los ojos de Alice, pero ella la
contuvo.― Quiero pedirte disculpas, Chris. Y agradecerte que protegieras a Kara de mi
hermano.
   ―No me las des, Alice. Ya sabes que para mí, ella es lo más importante. Ella y mis hijos.
   ―Cierto, mis sobrinos. ¿Puedo conocerlos?
   ―Sí. Pero Alice, después habrá que borrarte la mente―. Dije totalmente convencida.
   ― ¿Por qué?― Ella estaba confundida.
    ―Ya has visto que ni Jake ni Jordan se fían de ti. Bien, el plan es el siguiente. Jordan me ha
visto embarazada, y Jake también. Gracias a uno de los cazadores al que dejé seco, sé dónde
está el cuartel general de Jake. Voy a ir a hacerle una visita, y no va a ser de cortesía. Le voy a
hacer creer que he perdido a mis hijos, y que ahora tiene un serio y grave problema. A mí,
encolerizada. Lo cual es cierto, todo sea dicho de paso.
   ―Kara, eso es una locura―. Me dijo mi marido.
   ―Puede, pero ni tú ni nadie me va a hacer cambiar de opinión. Y en cuanto a Alice, hay que
borrarle el recuerdo de que nos ha estado ayudando. Puede que sea conveniente que le
borremos hasta el recuerdo de que es una guardiana.
   ―Eso no―. Masculló ella ofendida.
   ―Estoy tratando de protegerte, Alice―. Le reprendí. Las dos nos estábamos enfureciendo
de nuevo. Su luz brilló tenuemente.
   ―Lo sé. Acepto que me borréis el recuerdo de haber conocido a mis sobrinos. Pero del
resto, ni hablar. Necesito recordarlo todo para saber a qué me enfrento. Ahora sé que Jake y
Jordan no me consideran más que un títere en sus manos, y eso, Kara, no lo debo olvidar. Ni
debo, ni puedo.
   ―Alice, es peligroso. Si ese mestizo llegara a beber de ti…― Drake parecía dispuesto a
convencerla. Lo que mi cuñado no sabía era que, una vez Alice tomaba una decisión, no había
vuelta atrás. Para que luego dijeran que la cabezota era yo.
   ―Sin peros, Drake. Quiero conocer a mis sobrinos, y luego quiero que me borres la
memoria, pero sólo lo referente a los niños. El resto, lo debo recordar para saber a qué me
enfrento y poder ayudaros. Y en eso no voy a transigir.
   Drake evaluó el rostro de Alice, un bonito rostro cargado de determinación y valentía. Ella
clavó sus ojos en él, y esperó que le respondiera.
   ―Como quieras. ¿Por qué yo?
   ―Porque me fío de ti, sólo de ti―. Respondió sin dejar de mirarlo.― Los demás, estoy
seguros que le harían caso a Kara y me borrarían todos los recuerdos. Sé que tú no lo harás―.
Drake se limitó a asentir.
    Chris llamó a Keinan, y éste y los demás, bajaron al salón. Mamá llevaba a Jade en brazos, y
Trizia a Aquiles. Se les veía tan pequeños e indefensos. Y recordé lo que Jordan les hacía a los
hijos de los cazadores. Mi pecho rugió de nuevo. Chris puso su mano sobre mi hombro.
Tranquila cielo. Debes controlarte.
    Obedecí. Aspiré una fuerte bocanada de aire y templé mi mal genio, que parecía crecer por
momentos. Me acerqué a mis hijos y aspiré el efluvio de ellos. Su aroma me calmaba. Olían a
Chris, con leves notas de fresas y jazmín de fondo. Notas de mi efluvio. Me aportaban tanta
paz, que mis nervios, mi furia y mi ira, se calmaron de repente. En eso apareció Neftis, que
traía una copa en la mano. Supe por el olor que era sangre. Me la acercó.
   ―Deberías beber un poco―. Me dijo tan tranquila.
   ― ¿Es… humana?― Pregunté. Tenía muy claro que no pensaba beber sangre de nadie que
no fuera un cazador a las órdenes de Jake.
    ―No―. Dijo ella con una enorme sonrisa en los labios.― Es de vaca―. Y en tres gráciles
pasos se plantó al lado de Osiris, que le rodeó la cintura con un brazo, mientras ella recostaba
su cabeza en su hombro.
   Me bebí la sangre de un trago. No tenía especial sabor a nada, aunque claro, después de
haber bebido de Chris, todas me iban a parecer insípidas. La suya era exquisita. Limón,
sándalo, cardamomo. Empecé a salivar sin darme cuenta.
   Kara…― Refunfuñó Chris en mi mente. Me tragué mis propias babas, dejé la copa sobre
la mesa y cogí a Jade en brazos. Mi fuerza se había incrementado tanto que apenas noté el
peso de su cuerpecito entre mis brazos. Una vez la hube acomodado, Trizia me puso a Aquiles
en el otro brazo. Agaché ligeramente mi cabeza y aspiré una fuerte bocanada de aire. Sus
efluvios me calmaron por completo. Mi bebés adorados, pensé. Y vi como en el hermoso
rostro de mi marido se dibujaba la más bella de las sonrisas. Una cargada de amor, de
aprobación y de orgullo. Estaba orgulloso de sus hijos y de mí. Se la devolví.
   Alice reclamó mi atención, diciéndome si podía cargar a mis hijos en sus brazos. Por
supuesto, se los dejé. Mientras Alice tenía a mis hijos en brazos, Lucian volvió a entrar en casa.
Llevaba el pelo alborotado y los zapatos llenos de tierra. Se había echado una buena carrera
para poder quitarse todo el cabreo de encima. Miró a Victoria, que lo fusiló con la mirada,
antes de girar la cara y pasar de él. Lucian gruñó, Victoria se giró y lo asesinó de nuevo con la
mirada. Esta vez, él se la devolvió. Y ella lo mandó a paseo levantando el dedo corazón. Iba a
echarles la bronca a los dos por comportarse como dos niños estúpidos, pero Osiris reclamó mi
atención.
   ―Bien Kara, ¿qué has averiguado?
   ―Demasiadas cosas, Osiris. Y ninguna es buena―. Cogí aire y empecé a relatar todo lo que
había descubierto de Jake, de Jordan y de lo que hacían. Los rostros de mamá y Trizia iban
cambiando a medida que yo narraba lo que sabía. Asco, odio, desesperación, desconcierto,
dolor, ira, frustración, y un sinfín más de reacciones. Alice me escuchaba mientras observaba a
mis hijos. Lucian y Victoria seguían enfrascados en su particular guerra de miradas, y los demás
inmortales escuchaban atentamente.
   ―Y eso es lo que hay. Jake tiene a un grupo de cazadores escondidos de todo el mundo,
excepto de Jordan. Los veinte que estaban escondidos en la retaguardia no son más que la
décima parte de ese grupo. Se lo ocultan a Alice, porque ni él ni Jordan se fían de ella. El
mestizo existe. A pesar de que Jordan quiso confundirme y hacerme creer que él no sabía
nada, durante una milésima de segundo, dejó fluir sus pensamientos y lo pude ver todo. Él es
el encargado de adiestrar a los hijos de los cazadores, de la forma más cruel que existe.
Además, se ha convertido en alguien sin corazón ni escrúpulos. Quiere el mando de los
cazadores cuando Jake decida retirarse o muera. Y no sé cuál de los dos es peor.
   ―Esto lo complica todo―. Murmuró Said.
   ―Lo sé, hijo―. Le dijo Osiris.― Jake se está descontrolando. Hay que avisar a Alexander.
   ―Lo sé―. Dijo Alice que había permanecido callada hasta ese momento.― Yo misma iré a
avisarlo.
   ―No―. Grité.― Tú no vas―. Alice me miró desconcertada.- No me fio de que Jake. Quiero
que te quedes en el hospital, cuidando a Jordan, haciendo como que no sabes nada. Iré al
cuartel general de Jake, le haré una visita, y de paso, me cobraré alguna cosa que otra―. Me di
cuenta que mis ojos habían cambiado de color por la forma en la que me miraron todos.―
Después iré a ver a Alexander. Le contaré lo que sé y firmaré el pacto de Maximiliano.
    ―Kara, no creo que lo de ir a hacerle una visita a Jake, sea buena idea―. Me dijo Lucian, sin
dejar de mirar a Vic, que había decidido ignorarlo por completo y se había sentado al lado de
Alice a contemplar a mis hijos.
   ―Por supuesto que no es buena idea. Es una excelente idea, Lucian. Tengo que proteger a
mis hijos, y la mejor forma que hay es hacerle creer que han muerto a causa de Jordan.
Primero, Jake verá a una inmortal encolerizada por haber perdido a sus hijos y por no tener la
posibilidad de volver a tenerlos. Segundo, su cabreo con Jordan va a ser monumental, y hay
que conseguir que entre ellos dos dejen de llevarse bien. Divide y venderás, Lucian, ¿lo
recuerdas?
   Lucian suspiró. Sabía que no me iba a hacer cambiar de idea.
    ―Y otra cosa, Lucian. Se supone que Chris y tú habéis hecho las paces, pero no estaría de
más que corriera el rumor de que, como Chris me ha transformado, tú te has vuelto a cabrear
y te has largado.
   ― ¿Y dónde quieres que vaya?― Me dijo sin dejar de mirar a Victoria, que pensó, por mí, al
mismísimo infierno, capullo.
   ―Victoria, basta―. Le dije. Me fusiló con la mirada.― Sólo está preocupado por ti, ¿vale?
No seas tan terca.
   ―No te metas en mi cabeza, Kara―. Me dijo muy cabreada.― Y no me hables de
terquedad, ¿quieres? No eres la más indicada.
   ―Está bien, Kara. Haré correr el rumor de que me he ido. Tú, ven conmigo―. Dijo
señalando a Victoria.
   ―Que te los has creído―. Le respondió ella ignorándolo.
   ―Victoria, o por las buenas o por las malas, pero te vienes conmigo.
   ―Que te zurzan, Lucian―. Dijo mirándolo a los ojos. Estaba muy cabreada. Iba a decir algo,
pero Lucian se plantó frente a ella en dos pasos, la agarró y se la cargó al hombro como si
fuera un saco de patatas y enfiló hacia la puerta.
   ―Suéltame gilipollas―. Victoria le propinaba una serie de puñetazos en la espalda a mi
cuñado que él ni notaba. El pecho de Lucian gruñía al mismo volumen que los insultos de
Victoria.― Imbécil, que me bajes. Yo contigo no voy a ninguna parte, capullo. Bájame ahora
mismo o te arrepentirás―. Oí como seguía gritando Victoria mientras Lucian bajaba los
escalones del porche.
―Como no dejes de gritar, te voy a amordazar Victoria.
  ―Atrévete y te pongo los huevos de corbata―. Desde luego, no se podía decir que Vic no
hubiera sacado su carácter. Y menudo carácter.
   ― ¿Qué les pasa a esos dos?― Me preguntó Alice.
    ― ¿Tú qué crees?― Le respondí alzando una ceja. Alice me dio a entender que había
pillado mi indirecta cuando puso los ojos como platos.
   ―Alice―. Drake nos interrumpió.― Es mejor que vayas pensando en irte. Si Jake asoma las
narices por el hospital y no te ve, sospechará más de la cuenta.
   ―Tienes razón―. Le dio dos besos en la frente a mis hijos, y me los entregó.― Me parece
una locura lo que quieres hacer, Kara. En el cuartel general hay muchos cazadores.
   ―No tantos. La mitad se han quedado en ese descampado.
   ―Aún así―. Dijo mientras se ponía al lado de Drake.― Entiendo perfectamente por qué lo
quieres hacer. Yo haría lo mismo o algo peor en tu lugar. Cuida de ellos, ¿vale? Son preciosos y
se merecen la mejor vida que puedan tener, no la que Jake o Jordan les quieran dar―. Creí ver
una lágrima apuntando a sus ojos cuando mencionó a su hermano, pero no estuve segura.―
Vamos Drake, tienes algo que borrarme de la memoria―. Y cual perrito faldero, mi cuñado la
acompañó.
   Yo me quedé embobada mirando a mis hijos. Con aquellos mofletes, aquellas manitas, tan
pequeños, tan indefensos, tan míos y de Chris, que a pesar de la paz que me aportaban, de la
calma que me transmitían, no pude evitar gruñir cuando recordé lo que Jake y Jordan querían
hacerles. Aquiles abrió los ojos, trató de enfocar su mirada y yo le agarré la pequeña manita.
    Mami. Resonó en mi mente. Por suerte tuve reflejos y no lo dejé caer al suelo, porque me
dio un susto de muerte. Miré a Chris desconcertada, pero cuando vi como estaba conteniendo
la carcajada, me dieron ganas de abofetearlo.
   ―Explícamelo―. Le ordené bruscamente.
    ―Helia tenía razón en la teoría de que nuestros hijos han adquirido parte de nuestros
dones. El de Aquiles es una mezcla del mío y del de Lucian. Puede reflejar en la mente de una
persona lo que quiera siempre que mantenga contacto físico. Por supuesto, lo que refleja
ahora son cosas muy básicas, como si tiene hambre, si necesita que le cambien el pañal y cosas
así.
   ― ¿Pero me ha llamado mami?
   ―A pesar de ser unos bebes, Kara, ellos te recuerdan. Han estado en tu vientre, recuerdan
tu olor, tu voz, todo. Son tus hijos, Kara. Los bebés humanos reconocen a sus madres apenas
nacen. Ellos también te reconocen a ti―. Miré a mi hijo con cara de lela, completamente
embelesada por ese ser tan perfecto que habíamos creado Chris y yo.
   ― ¿Y Jade?
   ―Lo de Jade es un poco más complicado. Ella no necesita estar en contacto físico para decir
lo que quiere. Además, sospechamos que puede saber lo que pasa o pasará a su alrededor.
Como si fuera una vidente.
   ― ¿Cómo?― Grité exasperada. Aquello era increíble.
―Cuando Chris ha subido a decirnos que no estabas muerta―, dijo mi madre, ― yo ya lo
sabía. Estaba en el dormitorio con los niños. Aquiles se había tomado su biberón y se había
dormido. Jade se estaba terminando el suyo, y de pronto he escuchado en mi cabeza como
decía; mamá está bien. Luego se ha dormido mientras se terminaba su biberón.
   Los miré absolutamente fascinada. Mis hijos eran aún más maravillosos con esos dones,
pero también más vulnerables. Si Jake o Jordan descubrían de lo que eran capaces, los iba a
querer con más ansia. Les pasé mis hijos a mi madre y a Trizia, que adoraba tener a Aquiles en
sus brazos. Me puse en pie y, sin mediar palabra, salí de la casa. Tenía algo de lo que
ocuparme.

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...
Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...
Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...Jonathan Gutierrez
 
Un Ángel me acompaña
Un Ángel me acompañaUn Ángel me acompaña
Un Ángel me acompañaGaby Múgica
 
La cruz de jacinto rocha
La cruz de jacinto rochaLa cruz de jacinto rocha
La cruz de jacinto rochamafr2310
 
MADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SY
MADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SYMADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SY
MADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SYMallkuChanez2
 
'Creí que tendría miedo, pero no'
'Creí que tendría miedo, pero no''Creí que tendría miedo, pero no'
'Creí que tendría miedo, pero no'Opus Dei
 
Cuento me despierto.
Cuento me despierto.Cuento me despierto.
Cuento me despierto.Lily Cipres
 
Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...
Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...
Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...Museo del Romanticismo
 
La Balanza De La Justicia
La Balanza De La JusticiaLa Balanza De La Justicia
La Balanza De La Justiciaguest634388c8
 
A los ojos de un dios borracho de Elxena
A los ojos de un dios borracho de ElxenaA los ojos de un dios borracho de Elxena
A los ojos de un dios borracho de ElxenaCruella Devil
 
Brady, joan dios vuelve en una harley
Brady, joan   dios vuelve en una harleyBrady, joan   dios vuelve en una harley
Brady, joan dios vuelve en una harleyfdocampos
 
03 jaime mundina soler
03 jaime mundina soler03 jaime mundina soler
03 jaime mundina soleraulamilitar
 
150 cuentos-sufies
150 cuentos-sufies150 cuentos-sufies
150 cuentos-sufiesMIT
 
El libro de los sueños (digital)
El libro de los sueños (digital)El libro de los sueños (digital)
El libro de los sueños (digital)iahitza
 
Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"
Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"
Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"bip3057
 

La actualidad más candente (18)

Vals sin fin
Vals sin finVals sin fin
Vals sin fin
 
Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...
Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...
Ya habían transcurrido alrededor de dos o tres horas después de concluida la ...
 
El libro de las sombras
El libro de las sombrasEl libro de las sombras
El libro de las sombras
 
Un Ángel me acompaña
Un Ángel me acompañaUn Ángel me acompaña
Un Ángel me acompaña
 
La cruz de jacinto rocha
La cruz de jacinto rochaLa cruz de jacinto rocha
La cruz de jacinto rocha
 
MADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SY
MADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SYMADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SY
MADRE D’ OMBLIGO Y’PYRUÁ SY ~ ~ MADRE D’AGUA Y’SY
 
'Creí que tendría miedo, pero no'
'Creí que tendría miedo, pero no''Creí que tendría miedo, pero no'
'Creí que tendría miedo, pero no'
 
Y tú
Y túY tú
Y tú
 
Cuento me despierto.
Cuento me despierto.Cuento me despierto.
Cuento me despierto.
 
Del andariego y sus decires
Del andariego y sus deciresDel andariego y sus decires
Del andariego y sus decires
 
Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...
Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...
Ganadores III Certamen de Microrrelatos de Terror 2013 del Museo del Romantic...
 
La Balanza De La Justicia
La Balanza De La JusticiaLa Balanza De La Justicia
La Balanza De La Justicia
 
A los ojos de un dios borracho de Elxena
A los ojos de un dios borracho de ElxenaA los ojos de un dios borracho de Elxena
A los ojos de un dios borracho de Elxena
 
Brady, joan dios vuelve en una harley
Brady, joan   dios vuelve en una harleyBrady, joan   dios vuelve en una harley
Brady, joan dios vuelve en una harley
 
03 jaime mundina soler
03 jaime mundina soler03 jaime mundina soler
03 jaime mundina soler
 
150 cuentos-sufies
150 cuentos-sufies150 cuentos-sufies
150 cuentos-sufies
 
El libro de los sueños (digital)
El libro de los sueños (digital)El libro de los sueños (digital)
El libro de los sueños (digital)
 
Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"
Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"
Ganadores del Concurso Literario "Martha Beatriz Bustos"
 

Similar a Latidos desesperados

Darkness athenea vadcke
Darkness   athenea vadckeDarkness   athenea vadcke
Darkness athenea vadckeDanon YM
 
Requiem por mi alma
Requiem por mi almaRequiem por mi alma
Requiem por mi almaLuis Bermer
 
Lemniscata By Nicole Obando
Lemniscata By Nicole ObandoLemniscata By Nicole Obando
Lemniscata By Nicole ObandoNicoleObando3
 
Charlaine Harris Dead In The Family CapíTulo Uno En Español
Charlaine Harris  Dead In The Family   CapíTulo Uno   En EspañolCharlaine Harris  Dead In The Family   CapíTulo Uno   En Español
Charlaine Harris Dead In The Family CapíTulo Uno En EspañolCatalina Garay
 
Contigo en la distancia - Primeras páginas.
Contigo en la distancia - Primeras páginas.Contigo en la distancia - Primeras páginas.
Contigo en la distancia - Primeras páginas.Penguin Random House
 
primeruentro
primeruentroprimeruentro
primeruentroNanamoon
 
Sol De Media Noche
Sol De Media NocheSol De Media Noche
Sol De Media NocheJackitta
 
Historia De Una Burbuja En El Invierno
Historia De Una Burbuja En El InviernoHistoria De Una Burbuja En El Invierno
Historia De Una Burbuja En El Inviernoldwitt
 
Carta de una vida de Alexa
Carta de una vida de AlexaCarta de una vida de Alexa
Carta de una vida de AlexaCruella Devil
 
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENSEL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENSRonald Jesus
 
Richelle mead -_1_academia_de_vampiros
Richelle mead -_1_academia_de_vampirosRichelle mead -_1_academia_de_vampiros
Richelle mead -_1_academia_de_vampiroswuhugirl
 
áNgeles ibirika antes y después de odiarte
áNgeles ibirika   antes y después de odiarteáNgeles ibirika   antes y después de odiarte
áNgeles ibirika antes y después de odiarteCarina Godoy
 

Similar a Latidos desesperados (20)

Va3
 Va3 Va3
Va3
 
Darkness athenea vadcke
Darkness   athenea vadckeDarkness   athenea vadcke
Darkness athenea vadcke
 
4 apollyon
4 apollyon4 apollyon
4 apollyon
 
Requiem por mi alma
Requiem por mi almaRequiem por mi alma
Requiem por mi alma
 
Lemniscata By Nicole Obando
Lemniscata By Nicole ObandoLemniscata By Nicole Obando
Lemniscata By Nicole Obando
 
La ultima oportunidad
La ultima oportunidadLa ultima oportunidad
La ultima oportunidad
 
Charlaine Harris Dead In The Family CapíTulo Uno En Español
Charlaine Harris  Dead In The Family   CapíTulo Uno   En EspañolCharlaine Harris  Dead In The Family   CapíTulo Uno   En Español
Charlaine Harris Dead In The Family CapíTulo Uno En Español
 
Renacer de claudia gray
Renacer de claudia grayRenacer de claudia gray
Renacer de claudia gray
 
Contigo en la distancia - Primeras páginas.
Contigo en la distancia - Primeras páginas.Contigo en la distancia - Primeras páginas.
Contigo en la distancia - Primeras páginas.
 
primeruentro
primeruentroprimeruentro
primeruentro
 
Sol De Media Noche
Sol De Media NocheSol De Media Noche
Sol De Media Noche
 
Historia De Una Burbuja En El Invierno
Historia De Una Burbuja En El InviernoHistoria De Una Burbuja En El Invierno
Historia De Una Burbuja En El Invierno
 
Novela
NovelaNovela
Novela
 
Carta de una vida de Alexa
Carta de una vida de AlexaCarta de una vida de Alexa
Carta de una vida de Alexa
 
The-Hunter-1.pdf
The-Hunter-1.pdfThe-Hunter-1.pdf
The-Hunter-1.pdf
 
DEMIO
DEMIODEMIO
DEMIO
 
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENSEL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
 
Richelle mead -_1_academia_de_vampiros
Richelle mead -_1_academia_de_vampirosRichelle mead -_1_academia_de_vampiros
Richelle mead -_1_academia_de_vampiros
 
Placer y obsecion sophie west
Placer y obsecion   sophie westPlacer y obsecion   sophie west
Placer y obsecion sophie west
 
áNgeles ibirika antes y después de odiarte
áNgeles ibirika   antes y después de odiarteáNgeles ibirika   antes y después de odiarte
áNgeles ibirika antes y después de odiarte
 

Más de morgana5

Navidad harlequín
Navidad harlequínNavidad harlequín
Navidad harlequínmorgana5
 
Harlequín
HarlequínHarlequín
Harlequínmorgana5
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdfmorgana5
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 biancamorgana5
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 biancamorgana5
 
Placeres en la oscuridad
Placeres en la oscuridadPlaceres en la oscuridad
Placeres en la oscuridadmorgana5
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdfmorgana5
 
Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2morgana5
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángelmorgana5
 
Almas gemelas
Almas gemelasAlmas gemelas
Almas gemelasmorgana5
 
La reina valyria
La reina valyriaLa reina valyria
La reina valyriamorgana5
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángelmorgana5
 
El ángel de la destrucción
El ángel de la destrucciónEl ángel de la destrucción
El ángel de la destrucciónmorgana5
 

Más de morgana5 (16)

Revista
RevistaRevista
Revista
 
Navidad harlequín
Navidad harlequínNavidad harlequín
Navidad harlequín
 
Seducida
SeducidaSeducida
Seducida
 
Harlequín
HarlequínHarlequín
Harlequín
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdf
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 bianca
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 bianca
 
Placeres en la oscuridad
Placeres en la oscuridadPlaceres en la oscuridad
Placeres en la oscuridad
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdf
 
Doc1
Doc1Doc1
Doc1
 
Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángel
 
Almas gemelas
Almas gemelasAlmas gemelas
Almas gemelas
 
La reina valyria
La reina valyriaLa reina valyria
La reina valyria
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángel
 
El ángel de la destrucción
El ángel de la destrucciónEl ángel de la destrucción
El ángel de la destrucción
 

Último

Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativoHeinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativoFundación YOD YOD
 
Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria   2024   Ccesa007.pdfPlanificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria   2024   Ccesa007.pdf
Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdfDemetrio Ccesa Rayme
 
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADODECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADOJosé Luis Palma
 
30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf
30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf
30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdfgimenanahuel
 
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptxTIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptxlclcarmen
 
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Lourdes Feria
 
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdfBaker Publishing Company
 
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptxSINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptxlclcarmen
 
Identificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PCIdentificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PCCesarFernandez937857
 
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptxACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptxzulyvero07
 
La Función tecnológica del tutor.pptx
La  Función  tecnológica  del tutor.pptxLa  Función  tecnológica  del tutor.pptx
La Función tecnológica del tutor.pptxJunkotantik
 
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadLecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadAlejandrino Halire Ccahuana
 
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdfNeurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdfDemetrio Ccesa Rayme
 
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.amayarogel
 
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARONARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFAROJosé Luis Palma
 
cortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahua
cortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahuacortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahua
cortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahuaDANNYISAACCARVAJALGA
 
Registro Auxiliar - Primaria 2024 (1).pptx
Registro Auxiliar - Primaria  2024 (1).pptxRegistro Auxiliar - Primaria  2024 (1).pptx
Registro Auxiliar - Primaria 2024 (1).pptxFelicitasAsuncionDia
 

Último (20)

Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativoHeinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
 
Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria   2024   Ccesa007.pdfPlanificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria   2024   Ccesa007.pdf
Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
 
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADODECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
 
Sesión de clase: Defendamos la verdad.pdf
Sesión de clase: Defendamos la verdad.pdfSesión de clase: Defendamos la verdad.pdf
Sesión de clase: Defendamos la verdad.pdf
 
30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf
30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf
30-de-abril-plebiscito-1902_240420_104511.pdf
 
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptxTIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
 
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
 
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
 
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
 
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptxSINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
 
Identificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PCIdentificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PC
 
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptxACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
 
La Función tecnológica del tutor.pptx
La  Función  tecnológica  del tutor.pptxLa  Función  tecnológica  del tutor.pptx
La Función tecnológica del tutor.pptx
 
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadLecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
 
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdfNeurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdf
 
Repaso Pruebas CRECE PR 2024. Ciencia General
Repaso Pruebas CRECE PR 2024. Ciencia GeneralRepaso Pruebas CRECE PR 2024. Ciencia General
Repaso Pruebas CRECE PR 2024. Ciencia General
 
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
 
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARONARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
 
cortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahua
cortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahuacortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahua
cortes de luz abril 2024 en la provincia de tungurahua
 
Registro Auxiliar - Primaria 2024 (1).pptx
Registro Auxiliar - Primaria  2024 (1).pptxRegistro Auxiliar - Primaria  2024 (1).pptx
Registro Auxiliar - Primaria 2024 (1).pptx
 

Latidos desesperados

  • 1. ALMAS GEMELAS Mercedes Perles Ortolá LATIDOS La oscuridad me había invadido. Y no podía luchar contra ella, porque mi prioridad era que mi corazón siguiera latiendo. La vida se me escaba en cada batir desesperado, en cada leve bocanada de aire que entraba en mis pulmones. Sabía que me estaba muriendo y, por primera vez en mi vida, supe a ciencia cierta, que de esa noche no pasaría. ―Kara, despierta, mi amor. Abre los ojos. En cada palabra que mi marido pronunciaba, se dibujaban claramente el dolor, la angustia, la desesperación y el sufrimiento. Pero no pude responderle, ni tan siquiera pude abrir los ojos o permitirme pensar en esa opción. Debía usar las fuerzas que me quedaban en permanecer con vida hasta que me llevaran con Helia para que salvara a mis hijos. El resto, mi vida o mi muerte, mi eternidad junto a mi amado ángel, junto a mi alma gemela, carecían de sentido. ―Hay que llevarla con Helia―. En la voz de mi cuñado, de ese hombre que juró un día que me amaba y que si mi vida terminaba, acabaría con mi esposo, también se había instalado el dolor. ― ¡DRAKE!― Gritó Chris desesperadamente. Una suave brisa sacudió mi cabello cuando el hermano adoptivo de Chris hizo su aparición. ―Déjame verla. Muévela con cuidado. Sentí como mi marido me giraba con suma delicadeza. El dolor de la espalda me sacudió como un latigazo. No grité, no gemí, no mostré señal alguna de vida. Tenía que seguir concentrándome en el latido de mi corazón. Las frías manos de Drake inspeccionaron mi espalda. Su tacto alivió el dolor que sentía. ―Esto no pinta bien. Necesito que hagas presión sobre la herida Chris, pero con cuidado. Si presionas demasiado fuerte, le partirás la columna y si lo haces con demasiada delicadeza, se desangrará. No debería haberse quitado ese cuchillo―. Musitó exponiendo en alto sus pensamientos―. Hay que llevarla con Helia y rápido. Sus latidos son irregulares. Toma, usa mi camiseta para ayudarte a presionar y a detener la hemorragia. Victoria, ¿cómo habéis llegado hasta aquí? ―En un coche que robamos. Está escondido junto al antiguo almacén―. Dijo con voz temblorosa.
  • 2. ―Bien, id en el coche. Yo iré corriendo y avisaré a Helia. Lo tendremos todo preparado cuando lleguéis. Osiris, ¿podéis encargaros de limpiar todo esto? No quisiera que algún guardián o un simple humano se tropezaran con esta escena. ―No te preocupes Drake, nosotros nos encargamos. Llevad a Kara con Helia. Ni siquiera me había dado cuenta de la presencia de Osiris y los demás. Recordé a Obsidiana matando cazadores cual diosa de la venganza. Pero inmediatamente dejé de pensar. Un pinchazo sacudió mi vientre, desgarrándome por dentro. Seguí sin mostrar señal alguna de vida. ―No te mueras Kara, por favor. Resiste. La desesperación era muy patente en la voz de Victoria. Estaba segura de que empezaría a culparse por haberme permitido venir con ella. ―Drake…― Esta vez en la voz de mi amado ángel sólo había una cosa. Miedo. ― ¡Mierda!― Mal asunto que mi cuñado soltara un taco. Muy mal asunto. Su aparente calma se rompía por momento. Me di cuenta de que me había hecho pis encima, pero no entendía que tenía que ver eso con el miedo de Chris y el nerviosismo de Drake. ―Ha roto aguas―. Entonces no me he hecho pis, pensé, aun sin entender el revuelo que había causado ese hecho―. El agua está sucia, mezclada con sangre. Eso significa que hay sufrimiento fetal. Tenéis que daros prisa. Hay que sacar a los bebés enseguida. Noté como Chris me levantaba con delicadeza, mientras su mano seguía presionando mi herida. De nuevo la leve brisa me indicó que Drake se había puesto en camino. Oí como Lucian se cargaba a Victoria sobre la espalda, mientras ella se quejaba por lo bajito. Y sentí como Chris se lanzaba a una carrera desesperada, mientras yo trataba de que mi corazón no se detuviera. Empecé a concentrarme en los latidos de mi corazón para no pensar en nada más. Sabía que si mi mente se ponía a divagar en todo lo que estaba ocurriendo, lo único que conseguiría era que mi corazón se parara. Y Drake tenía razón, mis latidos eran erráticos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, y aún así no tenía claro que consiguiera mantenerme con vida hasta llegar a la casa. La vida se me escapaba por momentos. Sentí el olor a tierra cuando Lucian aceleró e hizo patinar las ruedas de aquel coche. Escuché como Victoria contenía la respiración, imagino que asustada por la alocada carrera de mi cuñado o, y probablemente esto era lo más factible, por la bronca que le iba a echar éste en cuanto llegáramos a casa. Me hubiera gustado explicarles lo que había pasado, pero no podía. Seguí concentrándome en mis latidos, cada vez más erráticos y más débiles. Pero a pesar de mi debilidad, notaba el ambiente del coche cargado de tensión. La que más sentía era la de Chris, tal vez porque estaba entre sus brazos y su aroma me cosquilleaba en la garganta. A pesar de estar muriéndome, seguía sintiendo como mi cuerpo reaccionaba a su cercanía, como si fuera un imán que me atraía hacia él.
  • 3. Luego sentí la tensión entre Victoria y Lucian. Sabía a ciencia cierta, que a mi amiga le iba a caer una sonora bronca en cuanto esto se solucionara, para bien o para mal. Conocía el carácter temperamental de Lucian y también la terquedad de Victoria. Se iban a enzarzar en una buena pelea, y ninguno de los dos iba a ceder. Y yo no podía interceder por ninguno de los dos. Volví a concentrarme en mi frágil corazón que quería detenerse por momentos. Lucian frenó suavemente. Probablemente si yo hubiera estado en ese lamentable estado, la frenada hubiera sido muy brusca y hubiéramos salido despedidos por la luna delantera. Pero calmó su ira a tiempo para que no nos pasara nada. En el ambiente se olía su furia y su ira. ― ¿Qué ha pasado?― La voz de Helia provenía de lo alto de las escaleras, pero al segundo siguiente, sentí su mano sobre mi muñeca, tomándome el pulso―. Esta muy mal Chris, hay que llevarla abajo, deprisa. Otra vez el viento que provocaba la alocada carrera de mi marido sacudió mis cabellos. Oí como mi madre lanzaba un suspiro angustiado cuando me vio pasar en aquel estado por delante de sus narices. Ella estaba tan asustada como Chris. Sentí como me tumbaba sobre la camilla con delicadeza, pero no quitó la mano que taponaba mi hemorragia. Me pregunté cómo era capaz de soportar el olor de mi sangre y, recordé cuan apetecible era yo para él. Así que debía estar pasando un auténtico infierno. Pero en ningún momento su pecho rugió. Estaba más preocupado por mi bienestar que por las posibles sacudidas que sentía su cuerpo al olfatear mi sangre. Definitivamente, aquello era el verdadero infierno para Chris. ―Déjame ver la herida de la espalda―. Helia me examinó con delicadeza. Yo volví a concentrarme en mis latidos―. Mmm, has conseguido detener la hemorragia. Sangra, pero no es tan escandaloso ni tan abundante―. Y entonces Helia se percató de algo. Del sufrimiento de su hijo―. Sal de aquí Chris. Yo me encargo. ―No―. Rotundo y tajante, como siempre. ―Chris, no hagas esto más difícil. Sal de aquí. ―He dicho que no. No me pienso separar de ella. Así que deja de discutir conmigo y atiéndela a ella―. Y no había discusión alguna posible a aquellas palabras. La rudeza estaba presente en cada palabra. ―Como quieras. Drake, cósele la herida de la espalda. Yo voy a hacer una ecografía. Lucian, saca sangre del banco. AB positivo. ¿Lucian estaba allí? ¿Y Victoria? ¿Dónde estaría? En un primer momento pensé en agudizar mi olfato para encontrarla, pero no debía emplear mis escasas fuerzas en trivialidades. Noté como me clavaban un aguja en el brazo, y como me ponían una vía. Más sangre, pensé, más dolor para Chris. ¿Por qué había sido tan estúpida y no me había limitado a decirle lo que pasaba? Lo hubiera podido hacer, pero en vez de eso, preferí correr a socorrerlo. Una vez más, la imperiosa necesidad de él se impuso a la sensatez.
  • 4. ―Esto no me gusta―. En la voz de Helia se denotaba la creciente preocupación. ― ¿Qué pasa, papá? ―Me temo que voy a tener que practicarle una cesárea, y en su estado no sé si lo va a soportar. ―Papá−. Más preocupación, esta vez en la voz de Drake―. La sangre, no funciona. ― ¿Qué quiere decir eso?― Chris se crispaba por momentos. Su voz se alzó un par de octavas. ―Que no puedo hacerle una transfusión. Su cuerpo rechaza la sangre. ―Ponle una dosis de morfina. Voy a hacer la cesárea. Y tú, hijo, prepárate. Debes decir si la transformas o la dejas morir. Y decide rápido. No tenemos tiempo. ―Papá, no he encontrado la forma de que su luz no deje de brillar. ―Pues no tienes tiempo Chris. Así que decide deprisa. La transformas, con todas sus consecuencias, o la dejas morir, con lo que eso significará para ti. Pero hagas lo que hagas, no eres culpable de nada. Ella decidió por ti Chris. Desde antes de conocerte. ―Ya está, papá―. Sentí como el dolor desparecía paulatinamente. Empecé a relajarme. Me entró sueño, estaba cansada, quería dormir, pero no me lo podía permitir. Un último esfuerzo, pensé. Aguanta hasta que los niños nazcan, y luego… bueno, luego ya se vería. Esa decisión no estaba en mis manos. El bisturí cortó la piel y la carne de mi vientre, y oí el leve rugido del pecho de Chris. Él seguía pasando por un infierno mientras permanecía a mi lado. Mi sangre seguía resquebrajando su calma y su dominio sobre la bestia. Pero, yo, no sentía mi dolor, sólo un leve cosquilleo allá por donde pasaba el bisturí. Mi dolor no era físico. Era mucho más profundo. Era el dolor de la desgarrada alma de Chris sacudiendo la mía, clavándose en mi interior y desgarrándome por dentro, como lo estaba haciendo ese bisturí. ―Bien, tengo a uno. Morraine, prepáralo todo. Debes encargarte de los pequeños. ¿Mi madre estaba allí? ¿Desde cuándo? Ni siquiera la había oído, ni olido. Tal vez era el efecto de la morfina, o lo más seguro, es que me estaba muriendo por momentos. Oí el llanto de un bebé, de mi bebé, del primer hijo que teníamos Chris y yo. Nuestro, pensé. Y al segundo siguiente tuve que centrarme en mis latidos, porque cada vez eran más débiles. ―Chris, es una niña―. La voz de mi suegro denotaba alegría, una felicidad que jamás creí escuchar en su voz. Estaba orgulloso, como cualquier abuelo. ―Se llamará Jade. Kara quería ese nombre para el bebé si era una niña. ―Jade―. Dijo mi madre completamente embelesada por mi hija, que calló en cuanto oyó la voz de su abuela. Me pregunté cómo sería su carita, si estaría bien, si sería pequeñita o menuda, si sería fuerte. Céntrate Kara, me dije a mi misma. Mi corazón no aguantaría mucho.
  • 5. ―Bien, voy a sacar el segundo. Prepárate Chris, después viene la transformación. No te culpes mi amor, tu padre tiene razón. Yo decidí permanecer junto a ti, pensé. Pero sabía que eso no servía para nada, él se culparía el resto de la eternidad, tanto si yo vivía como si yo moría. ―Es un niño―. Dijo mi suegro al tiempo que sentía que me lo arrancaban de mi interior, y mi hijo lloraba desesperado. ―Tranquilo pequeño, estás con la abuela―. Le dijo mi madre con su voz dulce y suave como la seda. El efecto fue inmediato en mi hijo, que calló al instante. ―Aquiles―. Dijo mi marido roto por la emoción. Supuse que era por el hecho de que había conseguido un imposible. Ser padre cuando se supone que no se puede. ― ¿Aquiles?― Dijo mi suegro consternado. No entendí su tono de voz, y tampoco porque Chris había elegido ese nombre. ―Sé que es el nombre de uno de tus hijos. Es lo mínimo que te debo papá, después de todo lo que has hecho por Lucian y por mí. Ahora lo entendía. Chris le debía mucho a Helia y su única forma de agradecérselo era esa, poniendo a uno de nuestros hijos el nombre de uno de los descendientes muerto de mi suegro. Y luego, unos segundos interminables cargados de un tenso silencio. Imaginé que Chris seguía sopesando la idea de convertirme, mientras mi suegro, Drake y Lucian lo miraban, intentando convencerle sin palabras. Decidí hacer un último esfuerzo, aunque tal vez me costara la vida. Hazlo, Chris, no quiero morir, quiero estar junto a ti el resto de la eternidad. Es mi elección. Y mi corazón se paró. Había agotado mis fuerzas en ese intento desesperado de comunicarle mis deseos a Chris. ― ¡KARA! ¡NO! Ahora no. Resiste mi amor, resiste y te daré lo que quieres. Late. Oh venga, late de una maldita vez. ¡Joder! ¡Qué latas! Le dije a mi maltrecho corazón. ―Drake, el desfibrilador, deprisa―. Helia se crispaba por momentos. Sentí unas frías placas metálicas sobre mis pechos, y al instante siguiente, una potente descarga sacudió mi maltrecho cuerpo. Me sacudí sobre la camilla, alzándome unos centímetros por encima de ella. ―Por favor, Kara, por favor, no me dejes. ¡Papá!― Chris se descomponía por momentos. Te he dicho que latas de una vez. Ahora no te puedes parar. Ya tendrás el resto de la eternidad para permanecer tranquilo, pero late de una vez. Otra descarga me volvió a sacudir. Mi cuerpo se dobló y mis nervios se crisparon. Tenía que conseguir que mi corazón latiera de nuevo, aunque solo fuera durante unos minutos.
  • 6. ― ¡Por favor, Kara! No me dejes, regresa a mí, mi amor. Vuelve y te daré lo que quieras, sin importarme si tu luz brilla o no. Vuelve mi amor. Si no lo haces por mí, hazlo por nuestros hijos. Mis hijos, pensé. Tenía que verlos. Quería saber cómo eran sus caritas, sus pequeños cuerpos, saber si se parecían a su padre o a mí. Necesitaba estar con ellos. No sólo con Chris, sino con mi familia. Y tenía que conseguir resistir, porque si no, también temía que Lucian se lo echara por cara a Victoria. Y debía impedir que Jake encontrara a mis hijos y a mi nueva familia. Tenía demasiados asuntos pendientes que resolver como para permitirme el lujo de morir. ¡Late de una jodida vez! Le grité a mi maltrecho corazón. ¡Late joder! Bum, bum, bum, bum, bum. ―Vuelve a tener latido―. Dijo mi suegro pletórico. ―Eso es, mi amor. Lucha―. Sentí como uno de sus mechones me acariciaba el rostro, cuando se acercó a susurrarme al oído―. Te voy a dar lo que quieres. No te voy a dejar escapar. La eternidad es nuestra, mi vida. El placer recorrió mi cuerpo, sacudiéndome. Estaba segura que me había estremecido tanto que mi cuerpo se había movido sobre la camilla. ― ¿Qué tengo que hacer papá?― La determinación era patente en la voz de Chris. ―El proceso de conversión es el siguiente. Primero debes morderla y beber parte de su sangre, mientras le transfieres el veneno y le robas su luz―. ¡Joder Helia! Te podías haber ahorrado esa parte, pensé―. Luego tienes que morderte a ti mismo, en la muñeca, por ejemplo, y darle a beber parte de tu sangre, para que neutralice el poder destructivo del veneno. Después hay que esperar un día y medio. ―Bien. ¿Cuánta sangre tengo que beber, y cuánta le tengo que dar? ―En lo de beber no estoy seguro Chris. Cuando convertí a Drake, no sé cuánta bebí. Pero tú debes tener cuidado. Su sangre es lo que más deseas en esta vida, junto a su luz. Calcula tú, pero no bebas mucha, porque ya ha perdido la suficiente. En cuanto a la que tiene que beber, su propio cuerpo sabrá cuánto necesita, y dejará de succionar de tu muñeca. Cuando el veneno quede contrarrestado, Kara dirá basta. ―Papá, esto ya está―. Dijo Drake de repente―. Si vive como una humana, le va a quedar una cicatriz horrible en el abdomen―. ¿De qué demonios estaban hablando? ―Lo sé Drake. No he tenido mucho tiempo para hacerle una cesárea limpia. Había que sacar a los niños deprisa−. Cómo si me importara mi cuerpo en ese momento. Lo que realmente me importaba era que Chris no me había clavado los colmillos todavía. ¿A qué puñetas estaba esperando? No sabía cuánto tiempo más conseguiría mantener a mi corazón en funcionamiento. ― ¿Estás preparado Chris?― Lucian le habló con resentimiento a su hermano.
  • 7. ―Sí. Lucian, si no quieres, no tienes porque quedarte. Sé que estás en contra de lo que voy a hacer. ―No me largo Chris. Es cierto, preferiría que siguiera siendo humana, pero no quiero verla morir. No eres el único egoísta de la familia, Chris. Y le dije que siempre podría contar conmigo. Así que déjate de charlas y hazlo de una maldita vez. No sé lo que va a aguantar su corazón―. ¡Mierda! Pensé. Se volvían a pelar por mi culpa. Cuando me despertara iba a tener que hablar con esos dos muy seriamente. Se iban a enterar. Porque frente a ellos esta vez no iban a tener a una mestiza, ni a una mujer embarazada. Iban a tener a una morwin muy cabreada. ―Lo siento―. Fue lo último que dijo Chris, antes de clavarme sus colmillos en mi cuello. Estaban fríos, pero no sentí dolor, si es que se suponía que debía sentirlo, tal vez porque la morfina todavía estaba haciendo efecto en mi cuerpo, o pudiera ser que porque aquello era lo que había estado esperando desde el mismo instante en que le conocí. No sentí dolor, sino placer. Iba a conseguir mi segundo ansiado deseo. El veneno de Chris comenzó a correr por mis venas, al tiempo que él bebía mi sangre, esa sangre que tantas veces había deseado y que se había prohibido probar. Me pregunté si sabría como él decía que olía, a fresas y jazmín, dulce, sin empalagar. Pero no me dio tiempo a pensar en mucho más. Retiró con cuidado sus colmillos de mi cuello, y mientras la ponzoña recorría mi cuerpo, congelándome en el tiempo y otorgándome la eternidad, noté como se me partía el alma. Ese sufrimiento no era mío, era de Chris, era lo que latía en su interior, en esa alma atormentada por los errores cometidos, por las muertes causadas, y por no poder cumplir su promesa. Darme una eternidad sin robarme mi luz. Quise llorar, pero ya no podía. No me quedaban fuerzas, y la conversión se estaba iniciando. ―Bien, ahora dale tu sangre, Chris―. Helia había cambiado el tono de su voz, y en vez de ser calmante, era seco, duro y severo. A mis fosas nasales llegó un efluvio que reconocería entre los millones de olores de este mundo. Sándalo y cítricos. El olor de la sangre de Chris. Eso quería decir que se había mordido la muñeca para que yo bebiera de él. Traté de abrir los labios con las poquísimas fuerzas que me quedaban, y no pude. Estaba demasiado agotada como para poder hacer ese simple gesto. Noté el frío de la muñeca de Chris en mi boca, la gélida sangre cayendo sobre mis comisuras, pero no pude beber. Era incapaz de dar un simple sorbo. ―Papá, no bebe; no reacciona―. Más desesperación en su voz, a la par que sufrimiento y dolor. ―Joder―. Fue todo lo que mi suegro dijo. Y que él soltara un taco no era buen augurio―. Bien, vamos a hacer lo siguiente. Chris, siéntate en esa silla. Drake, trae las jeringuillas y asegúrate de que la vía que lleva Kara sigue en su sitio. Y tu Lucian, ven aquí, vas a tener que morder a tu hermano. ¡Y un cuerno! Pensé. ¿Es qué Helia se había vuelto loco o qué?
  • 8. ― ¿Qué?― Fue todo lo que mi cuñado alcanzó a decir. ―Lo que has oído, Lucian. Hazle caso a papá―. Chris confiaba ciegamente en Helia. ―Chris, esto es una locura―. Pero al parecer, Lucian no estaba seguro de lo que su padre adoptivo quería hacer. ―No lo es, Lucian. Creo que sé lo que pretende hacer papá, y no tenemos tiempo para discusiones. Kara se muere y necesita mi sangre, puesto que soy yo el que la ha mordido. Está tan agotada y destrozada que no puede beber por sí misma, así que la única forma que hay es haciéndole una especie de transfusión. No puedo morderme yo mismo, y lo sabes, así que hazle caso a Helia. ―Chris, te va a doler. Ya sabes cuánto duele esto. ―Me va a doler más que ella se muera, Lucian. O lo haces tú, o le digo a Keinan o Andros que lo hagan ellos. Decide, no le queda tiempo. ― ¿Y si te paso mi veneno? ―Ya sabes que la única manera de no hacerlo es no salivando. ¡Maldita sea, Lucian! O lo haces tú o le digo a Keinan que baje. No tenemos tiempo. Y no la pienso dejar morir. No creo que pasaran más de dos segundos, pero a mí me parecieron una eternidad. ―Está bien. Pero esto no me gusta. ―Ni a mí, pero es lo que hay. Lo que sea con tal de salvarla Lucian. ―Bien, puesto que ya os habéis puesto de acuerdo, comencemos. No creo que Kara resista mucho más. Drake, ¿está todo preparado? ―Sí, papá. Toma las jeringuillas. Pásamelas y yo le iré inyectando la sangre a Kara. Esperemos que el procedimiento sea el mismo, y cuando el veneno quede contrarrestado, su cuerpo diga basta. ―Esperemos―. La voz de mi suegro no denotaba convencimiento ninguno. Era la primera vez que se enfrentaban a una situación así―. Chris, siéntate en esa banqueta. Lucian, prepárate, no hay tiempo que perder. La tensión era más que patente, tanto que hasta en mi estado la podía palpar. Y luego, mi interior se desgarró como jamás se había lacerado. Chris no gritó, a pesar de que los colmillos de Lucian se habían clavado en él. Lo supe porque de nuevo el olor a sándalo y cítricos me sacudió. Y Lucian tenía razón, aquello dolía. En mi brazo derecho sentí la punzada de los colmillos de Lucian, como si me estuviera mordiendo a mí, en vez de a Chris. Nuestra conexión era tan grande que sentía su dolor físico y anímico como mío. Un ligero helor recorrió mis venas, mezclándose ese frío con el ardiente calor que estaba experimentando. Hasta ese momento no me di cuenta de que mi temperatura corporal había ido en aumento y la sangre gélida de Chris estaba contrarrestando ese calor.
  • 9. Cuatro veces más me resquebrajé por dentro, cuatro dolorosas e insufribles veces me partí, me rompí y desmenucé como si fuera una muñeca de porcelana y alguien estuviera dando martillazos. Las cuatro veces que Lucian volvió a morder a Chris. Y luego otra vez la frialdad de la sangre de mi marido deteniendo el insufrible incremento de mi temperatura. ―Ya no admite más, papá―. Drake había puesto la última jeringuilla llena de sangre de Chris en mí, y mi cuerpo dijo basta. Cuatro jeringuillas habían sido suficientes y me pregunté si con eso bastaba, si el proceso se cumpliría como se suponía que debía. Porque si no era así, en escasos minutos iba a morir. La sedosa mano de Chris acarició mi rostro, que supuse que tenía que tener un aspecto espantoso porque una punzada de sufrimiento ajeno me volvió a sacudir. Pero la ternura con la que acariciaba mi mejilla me reconfortó. Puede que a pesar de todo consiguiera lo que tanto ansiaba. Mis latidos se fueron ralentizando, al tiempo que el frio me invadía y me congelaba. Estuve segura que si no hubiera estado en el lamentable estado en el que me encontraba, mis dientes se hubieran puesto a castañear. Y de pronto una bocanada de aire llenó mis pulmones, una última bocanada desesperada por aferrarme a una vida que ni siquiera quería, acompañada por el batir irregular de un corazón capaz de amar más allá de la vida, de la muerte o del paso del tiempo. Mi corazón se paró, tras el póstumo latido que daba. DESPERTAR Había muerto. Bueno, un médico hubiera diagnosticado mi muerte, puesto que mi corazón se había parado. Pero mi cuerpo experimentaba un montón de sensaciones a cual más extraña, lo que me indicaba que mi final no había llegado. Para empezar, sentía como si mis células, una a una, se congelaran. Estaba segura de que podía incluso oír el sonido que hacían al quedarse estancadas en el tiempo. Incluso sentí como mi temperatura corporal caía en picado. Mi piel, aparte de enfriarse como lo estaba haciendo el resto de mi cuerpo, se estaba tornando dura como el diamante, al igual que mis músculos y mis huesos. Mi olfato se agudizó, al igual que mi oído, mi tacto y mi gusto. Lo de la vista no lo sabría hasta que no abriera los ojos, pero por el momento no lo iba a hacer. Necesitaba acostumbrarme a todos y cada uno de mis mejorados sentidos.
  • 10. Supe que, en algún instante anterior a que mi corazón se parara, Lucian y Drake habían abandonado el improvisado quirófano que teníamos en casa. No les olía, y el efluvio de ambos era algo muy conocido por mis fosas nasales. Sin embargo, allí seguían estando Helia y mi marido, que se impacientaba al ver que yo no realizaba movimiento ninguno. Juraría que tirité sobre la camilla, porque sentía como el frío se instalaba en cada rincón de mi anatomía. Pero si temblé, ni Chris ni Helia se dieron cuenta. ―Papá, ¿qué está pasando? ¿Por qué se ha parado su corazón tan pronto? Me habías dicho que había que esperar un día y medio, y se ha parado en apenas dos horas. ¿Dos horas? ¿Tanto? Si a mí me ha parecido minutos, pensé. Empecé a sospechar que mi cabeza desvariaba, o que estaba tan agotada que ni siquiera era capaz de tener noción del tiempo. ―Creo que algo ha salido mal. ¡¿Qué?! ¡Ay no, mierda! ¿La he palmado? Me cago en… Un momento, si he muerto, ¿por qué siento mi cuerpo? Noto cada célula de mi cuerpo, cada poro de mi piel. Las frías manos de Chris acunaron las mías, sacándome de mis pensamientos y sentí nuevamente, como su mundo se desmoronaba, como su alma se desgarraba y como su corazón se rompía en millones de pedazos. Él pensaba que Helia tenía razón. ―Tenías razón mi amor. No era posible transformarte sin robarte la luz. Pero a pesar de querer hacerle saber de inmediato que yo no había muerto, que por alguna razón u otra la transformación había funcionado, que si no me había robado la luz yo seguía estando viva, si se le podía considerar vida, no lo hice. Necesitaba acostumbrarme a todo eso que recorría mi cuerpo. Porque no sabía ni cuánta fuerza tendría, ni cómo de desarrollados serían mis sentidos. ―Lo siento mi amor, lo he intentado, pero no he podido cumplir mi promesa. Después de todo lo que tú me has dado, yo he sido incapaz de concederte lo que tú más querías. ¿Pero qué demonios estás diciendo? ¿Es qué no te das cuenta de que estoy viva? Aunque claro, decir que estás viva cuando tu corazón ha dejado de latir, no es la expresión correcta. Estaba decidida a hacerle saber que la transformación había funcionado, pero de pronto, una nueva reacción se apoderó de mi cuerpo. Sentí que sufría una combustión espontánea. El calor comenzó a recorrer mis venas, como si lenguas de lava se abrieran camino por mis entrañas. Creí arder como si estuviera en una pira funeraria. Igual Helia tenía razón y había muerto, y todo eso que sentía no era más que el fuego del infierno cobrándome cada muerte que mis manos habían causado. ―Chris, hay que decírselo a los demás―. Helia se rompía igual que su hijo. ―Lo sé papá. Pero no sé cómo decirlo. Va a ser un golpe muy duro para todos.
  • 11. ―No será más duro para nosotros de lo que es para ti. ―La he perdido, papá. Después de todo lo que ella hizo por mí, después de todo lo que me ha dado, tras hacerme padre, yo ni tan siquiera he podido concederle lo que más quería. La eternidad junto a mí y nuestros hijos. ―Yo subiré a comunicarles la noticia a los demás. Te dejo unos minutos con ella a solas―. Y oí como la puerta de aquel improvisado quirófano se abría. Y mientras él exponía sus pensamientos en voz alta, el calor se apagó. Tal y como había venido, se fue. Empecé a sentir de nuevo mi cuerpo, y sin que se diera cuenta moví ligeramente los dedos de los pies. Y entonces entendí que ni siquiera el fuego del averno podría separarme de él. ―Lo siento, lo siento mi amor. Te juro que yo quería retenerte junto a mí, pasar el resto de la eternidad junto a ti y nuestros hijos, pero… ―Joder Chris, ¿quieres dejar de ser melodramático?― ¡Zas! Lo solté de golpe, incluso antes de que mi mente terminara de formular ese pensamiento. ― ¿Kara?― Me observó estupefacto y me percaté de que me había incorporado en la camilla. Yo no le había dado esa orden a mi cuerpo, así que deduje que mi mente iba más rápido de lo que yo era consciente. ― ¿Quién si no?― Me parecía estúpido que me preguntara eso cuando estaba antes sus narices. ― ¡Joder, Kara!― Gritó de repente mientras me alzaba entre sus brazos y giraba sobre sí mismo, conmigo aferrada a su cuello. La sábana que cubría mi cuerpo cayó. De pronto dejó de girar para observarme con detenimiento―. ¿De verdad estás bien? ―Pues sí, estoy bien. Bueno un poco confundida y sobresaltada por mis sentidos y mis emociones, pero bien. ―Me has dado un susto de muerte. Que sea la última vez que me haces pasar por esto, ¿entendido? Y ya hablaremos más tarde de tu brillante idea de aparecer junto a Victoria, porque estoy muy cabreado―. ¡Menuda sorpresa!, pensé mientras le observaba con detenimiento y el calor volvía a crecer en mi interior―. De esta no te vas a librar. Pensábamos que habías muerto y… ¡Mierda! Helia les está diciendo a todos que has muerto. Tengo que avisarlos de que estás bien. Te bajaré algo de ropa para que puedas subir―. Me dijo desde el umbral de la puerta, saliendo a la velocidad de la luz. En cuanto él se fue, el calor desapareció. Me preguntaba por qué mi temperatura corporal subía cuando miraba a Chris, si era consecuencia de todo el proceso de transformación, si a ellos les había ocurrido lo mismo. Recordé la frase de Drake sobre la operación y la supuesta cicatriz que me podía quedar, y me revisé la barriga. Allí no había nada más que piel suave, tersa y fría.
  • 12. ― ¿Chris? ¿Qué haces aquí?― Escuché como Helia le preguntaba con asombro a mi marido por qué me había dejado sola. ―Esto, papá, no ha muerto, Kara está bien. Está despierta, confundida, pero bien. Voy a por algo de ropa para que pueda subir. ―Chris, espera―. Lucian intervino―. ¿La vas a hacer subir? ―Sí, ¿por qué? ―Porque aquí están Trizia, Morraine, Victoria y tus hijos. Un poco precipitado. Estará sedienta y hambrienta. Demasiadas luces y sangre fresca a su alrededor. ¿Qué?, pensé. ¿Qué no me van a dejar ver a mis hijos? Iban listos si se pensaban que no les iba a ver. Cogí la sábana del suelo y enfilé las escaleras. Me tropecé con todos ellos mirándome. Habían sacado a mi madre con mis hijos y a mi prima del salón, pero Victoria seguía allí, junto a Helia, Drake, Lucian, Andros y Olimpia. No había rastro de Osiris y los demás, por lo que pensé que estaban limpiando el campo de batalla donde nos habíamos enfrentado a los cazadores y a Jake. ― ¿Kara? ¿Eres tú?― Victoria me miraba con sus ojos desorbitados. ―Sal de aquí Victoria―. Le ordenó Lucian. ―No―. Fue su sencilla respuesta. Vi como mi cuñado se cabreaba por momentos, y temí que le gritara. El calor se volvió a apoderar de mí. ― ¿De verdad crees que voy a atacar a Victoria, Lucian? Me conoces muy poco si piensas que voy a hacerlo. ―Te acabas de despertar. Victoria, sal de aquí de una vez. ―Te he dicho que no. ― ¡Que salgas! ―No le grites―. Espeté plantándome delante de él. Iba a soltarle un montón de cosas, y tal vez incluso hasta darle un empujón, porque sabía demasiado bien a qué se debía su enfado, pero Chris me lo impidió. ―Cariño, es mejor que te vistas. Vamos, te acompaño al dormitorio―. Y en ese momento me percaté que la sábana se me había caído y estaba desnuda ante todos. Él me cubrió con ella, y dejé que me llevara hasta el dormitorio. Escuché como Lucian farfullaba por lo bajo y como Victoria suspiraba cansada de tanta reprimenda. Esos dos tenían un problema, y era por mi culpa. Ya lo resolvería con ellos más tarde, porque tenía otros asuntos pendientes. En cuanto entramos, Chris me rodeó con sus brazos de hielo, y yo me dejé llevar. Por unos segundos olvidé a mis hijos, a Victoria, a mi madre, a todos. Me aferré a su cuello como una
  • 13. garrapata. Quería tenerlo. La sangre me hervía, y el deseo me ganaba por momentos. Estampé mis labios contra los suyos de forma enfermiza. Quería sentirle dentro, tenerlo y retenerlo. Las emociones me dominaban mientras sus manos se perdían por mi espalda. ¡Qué bueno era no tener que respirar! El beso se podía prolongar hasta el fin de los tiempos. Me estrechó más contra él, y no podíamos decir dónde empezaba un cuerpo y terminaba el otro. Liberé su cuello y mis manos volaron hacia su ropa. Iba a arrancarle la camiseta negra que llevaba, pero fue más rápido que yo. Aferró mis muñecas con toda su fuerza. ―No pensarás que ahora vamos a hacer el amor, ¿verdad?― Levantó una ceja, mostrando esa cara de gamberro que tanto me gustaba. ―Pues sí. ¿Qué tiene de malo?― Y en un rápido y brusco movimiento me solté y le arranqué la camiseta de un zarpazo. Y, cuando vi su perfecto torso, ardí. ―Kara… contrólate, ¿quieres?― Volvió a apresar mis manos entre las suyas, esta vez con delicadeza―. Es normal que estés desbordada por todo lo que te está pasando, pero tienes que tomarte las cosas con calma. ―No quiero tomarme las cosas con calma, Chris. Te quiero a ti―. Y le lancé la más lasciva de las miradas, justo a su entrepierna. ― ¡JA!― Rompió a reír, mientras me volvía a abrazar―. La inmortalidad no ha conseguido que tus hormonas se calmen―. Consiguió decir entre carcajadas. Entonces recordé las veces que me había dejado llevar por mis desequilibradas y caóticas hormonas, y reí con él. ―No, parece que eso no ha mejorado―. Logré decir. Él tomó mi rostro entre sus manos y me dio un casto beso. ―Nuestros hijos quieren conocer a su mamá―. Se le llenó la boca cuando dijo nuestros hijos. ―Y yo a ellos―. Y la más enorme de mis sonrisas se expandió en mi rostro. ―Vístete y vamos a verlos. Están en la habitación de papá y mamá―. Me encantaba cuando se refería a Helia y a mi madre como los progenitores de ambos. Obedecí. Me di una ducha rápida porque todavía tenía restos de sangre en mi piel, y me puse unos vaqueros negros y una camiseta carmesí, del mismo color que los ojos de Chris cuando la bestia quería salir. Me calcé las deportivas y salimos cogidos de la mano en dirección al dormitorio de nuestros padres. Pensé que esa habitación iba a estar atestada de gente, pero sólo estaban mi madre, con mis hijos y Helia. Eso me relajó, porque temía que tendría que discutir con Lucian si me lo encontraba allí. Pero no fue así. En esa estancia sólo se respiraba una cosa. Paz. Mamá me dedicó una de sus cómplices sonrisas, una de esas cargadas de amor y de ternura, de comprensión, de amor de madre. Un amor que yo sentía que crecía por momentos en mi interior cuando vi a mis hijos tumbados en la cama. Sobre la mesilla de noche había dos biberones vacíos. Mis hijos dormían plácidamente. ―Ven―. Me dijo mi madre en un susurro. Me solté con pesar de la mano de Chris, y me acerqué a ellos. Olían bien, a bebé, pero no me resultaron apetecibles, como supuso Lucian
  • 14. que me pasaría. Eran mis hijos, míos y de Chris, y por nada del mundo les haría daño. Pero recordé lo que pensó Jordan cuando me vio embarazada. Y me enfurecí. ―Chris, tenemos un problema―. Le dije, templando mi voz y mis nervios. Me senté con cuidado en la cama, al lado de mis hijos. ― ¿Qué ocurre? ―Jordan―. Y Chris gruñó. Su pecho bramó conteniendo a la fiera. El mío le acompañó sin que yo pudiera hacer nada por impedirlo―. ¿Leíste su pensamiento en el campo de batalla? ―No. Estaba demasiado ocupado tratando de que no te hirieran―. ¡Toma reproche! Cuando las cosas se calmaran sabía que me iba tocar aguantar su bronca. ―Cuando me vio embarazada sólo le corrió un pensamiento por su retorcida y asquerosa mente―. Jade se revolvió un poco, ya que yo había alzado el tono de voz―. ¡Sh! Duérmete pequeña. Mamá y papá están aquí―. Solté de pronto sin pensar. Mi hija calló al instante―. Quieren a los niños para convertirlos en cazadores. En los mejores cazadores que hayan existido jamás. ―No les tocarán―. Me aseguró Chris. ―No, no les tocarán, porque pienso solucionar ese problema―. Y me di cuenta que mi voz era fría y terrorífica, hasta cruel. Chris arrugó la frente juntando las cejas, sin comprender a que me refería―. Cuando me bebí la sangre de los cazadores descubrí dónde estaba el cuartel general de Jake. Voy a hacerle una visita. ― ¿Qué?― Dijo Chris estupefacto. ―Que voy a visitar a Jake. Le voy a hacer creer que he perdido a mis hijos tras el ataque, y que ahora, soy una inmortal muy, pero que muy cabreada. Lo cual en parte es cierto. ¿Sabes a qué se dedica ahora Jake, aparte de tratar cazarnos? A los hijos de los cazadores empieza a entrenarlos a partir de los tres años, y los enfrenta entre ellos, llegando incluso a ordenarles que se maten si es necesario, para probar su valía y su coraje. Y el que se dedica a preparar a los niños es Jordan―. Y me di cuenta que mis colmillos se habían alargado. Estaba furiosa. Aspiré una fuerte bocanada de aire y traté de templar mis nervios. Jake tenía un problema. Yo, inmortal, furiosa, protectora y sedienta de venganza. Sentía como el fuego me quemaba por dentro. Quería sangre, la sangre de Jake. Quería ver su cabeza separada de su cuerpo, entre mis manos. Y a Jordan muerto. Quería que pagaran por el dolor que sentí durante catorce años, y por creer que me podrían arrebatar a mis hijos para convertirlos en máquinas de matar. Venganza y sangre, muerte y destrucción. Era todo lo que mi mente y mi cuerpo pedían. ―Kara…― Sabía que Chris no me iba a permitir que hiciera eso, que fuera hasta el cuartel de Jake y arrasara con todo y con todos. Pero esta vez, nada ni nadie, ni siquiera él, iban a impedírmelo. ―Lo siento Chris, o vienes conmigo o te quedas aquí. Pero que te quede clara una cosa. Nada ni nadie me lo impedirá.
  • 15. ―Cariño, eso es una locura. ¿No has pensado en Jade y Aquiles? ―Lo hago pensando en ellos―. Me giré y les observé, tan pequeños e indefensos, tan faltos de protección y de paz. Tan míos―. No quiero más guerra a su alrededor, ni más muerte ni más sangre. Quiero que lleven una vida normal, o por lo menos todo lo normal que la puedan llevar, porque no sabemos ni cómo serán. Y si para darles esa vida primero tengo que eliminar a Jake y a sus esbirros, ten muy presente que no me detendré hasta que lo consiga. Ni mi vida, ni mi inmortalidad, ni mi existencia valen nada si a ellos o a ti os pasa algo. Chris no protestó ni rebatió mis palabras. Se limitó a mirar a Helia y supe que entre ellos dos pasaba algo, porque sus cómplices miradas así me lo demostraban. Pero no le di importancia. Me dediqué a contemplar a mis pequeños hijos, a observar sus manitas, sus mofletes redonditos, sus naricitas, aquellos hermosos ojos cerrados, el color de sus escasos cabellos, sus bracitos pequeños y sus piernas que tantas patadas me habían dado cuando estuvieron en mi interior. Y definitivamente juré en silencio que nada ni nadie les haría daño. Antes morirían bajo mis garras y mis colmillos. Bajo la crueldad e ira de una madre inmortal dispuesta a lo que fuera por proteger a sus hijos. RABIA Hubiera preferido permanecer más tiempo con mis hijos, disfrutando de su dulce y agradable olor a bebé, escuchando sus suaves respiraciones y los rápidos latidos de sus corazones. Pero no pude. Los gritos provenientes del salón me obligaron a bajar. ― ¿Tan difícil es para ti hacer caso?― Lucian seguía estando muy enfadado y descargaba su cabreo en Victoria. ― ¿Y a ti entender que Kara es mi hermana y que jamás me hará nada? ― ¡Joder Victoria! Se acaba de despertar. Puede ser peligroso. Y ya has cometido suficientes estupideces en una noche, ¿no te parece? ―O sea, que ir a salvar tu culo inmortal es una estupidez, ¿no? Que te zurzan Lucian. ―Escúchame bien, te dije que para mí eres lo más importante. ¿Qué hubiera pasado si te hubieran herido? ―Definitivamente eres imbécil. ¿Y qué hubiera pasado si te hieren o capturan? Había dos francotiradores apuntándoos con armas y balas especiales, y yo no me puedo comunicar contigo como Kara lo hace con Chris. Y encima no llevabas un puto móvil al que pudiera llamarte o enviarte un mensaje. Y si te crees que mientras tú pones tu bonito trasero en peligro yo me voy a quedar quietecita es que no me conoces una mierda. ¿Te has enterado? La pelea subía de tono por momentos, y lo que más me indignaba era que Lucian no se había dado cuenta que Victoria simplemente había actuado como una mujer enamorada.
  • 16. ―Además, a ver si te enteras de una vez, idiota, no soy tan frágil ni tan indefensa como tú te crees. ― ¡Eres humana! ¡Eres frágil e indefensa! ― ¡Los cojones!― ¡Toma ya! Victoria estaba que echaba humo por las orejas. Ni siquiera se habían dado cuenta que Chris y yo estábamos a los pies de la escalera. ―He matado Lucian, ¿me oyes?, he matado a cazadores por protegerte―. Victoria se dio la vuelta y vi que estaba roja como un tomate. La rabia se la comía por dentro. Y su rabia me invadió. Me vio, me dedicó una sonrisa cómplice y se dispuso a subir a su dormitorio. Pero Lucian no la dejó. ― ¿Dónde te crees que vas? Victoria se giró y con toda su rabia, le dio un empujón a Lucian. Éste apenas se movió un milímetro de su sitio, pero ella descargó toda su furia en ese acto. ―Lo más lejos de ti que pueda―. Y el rostro de Lucian se desencajó. Aquello le había dolido más que el tiro que le había pegado en el campo de batalla. Y esta vez no hizo nada por impedir que Victoria se fuera. ―Ahora subiré a verte―. Le susurré a Vic cuando pasó por mi lado. Simplemente me asintió con la cabeza y subió los escalones de tres en tres. Realmente Victoria estaba muy, pero que muy rabiosa. Me acerqué a Lucian, teniendo que soltar mi mano de la de Chris. Las emociones seguían siendo muy fuertes en mí. Quería estar a solas con mi marido, disfrutar de él, porque la lujuria y el deseo crecían a cada segundo en mi interior, pero tenía asuntos que resolver, antes de poder entregarme por completo a él. ―Lucian―. Se giró y me observó de los pies a la cabeza, escudriñando con interés mi nuevo yo. ―Tenemos que hablar. ― ¿Qué quieres Kara?― Me esperaba esa respuesta por su parte, seca y cortante, así que no le di importancia y seguí con lo que tenía que decirle. ―Se trata de Victoria―. Suspiró, dejándome claro que no le apetecía hablar de eso, pero le ignoré.― ¿No te das cuenta, Lucian? ― ¿De qué me tengo que dar cuenta? ― ¡Joder Lucian! Pareces ciego. Ha actuado así porque te ama. Si estás en peligro, ella hará lo posible por defenderte y protegerte. Hará por ti lo mismo que yo haré por Chris. Eres su pareja Lucian, y ni siquiera te has dado cuenta. ―Sí que me he dado cuenta Kara. ¿Por qué te crees que estoy así? ¿Crees que podría vivir si a ella le pasa algo por venir a defenderme o a protegerme? Es humana Kara, joder. ―Creo que deberías ver algo―. Y le agarré las manos. Lucian tenía el don de poder ver la mente de los demás si tenía contacto físico con esa persona, y yo proyecté en mi mente toda la expedición que habíamos emprendido Victoria y yo para salvarlos a él y a Chris. Desde el ir a buscar su pistola, el salto que dio por la ventana, como paró el coche que robamos, como se enfrentó a los cazadores, como mató sin importarle nada más que llegar a tiempo para salvarlo. Todo. Y con las expresiones cambiantes de su rostro vi que aquello le sobrepasaba. No se había dado cuenta de cuán grande era el amor que Victoria sentía por él.
  • 17. ― ¿Lo entiendes ahora? Hará lo que haga falta por protegerte, Lucian. Te ama demasiado como para permanecer quieta si sabe que estás en peligro. Y deberías estar agradecido por ello. Lo único que demuestra con esos actos es que su vida no tiene sentido sin ti. ―Fue una estupidez, Kara, y lo sabes. ― ¡Claro! Se me olvidaba que eres Don Perfecto y que jamás has cometido tonterías―. Lo solté sin darme cuenta. Mi mente iba tan deprisa que decía las cosas incluso antes de pensarlas.― Mira, tú verás cómo lo solucionas, pero como suba a ese dormitorio y me la encuentre llorando, vas a tener serios problemas conmigo. Y te recuerdo que ya no soy una mestiza. Me fulminó con la mirada y salió de casa dando un tremendo portazo. Pensé que echaría a correr pero algo lo frenó. Alice había llegado. Y también estaba que echaba chispas por la boca. ¡Menudo despertar estaba teniendo! ― ¡Eh! Tú. ¿Está Chris dentro? ― ¿No te han enseñado modales, Alice? Se saluda primero. ―No me jodas Lucian. ¿Está tu hermano dentro, sí o no? ―Sí―. Y oí como sus pies dejaban de tocar el suelo. Definitivamente se había marchado. Y ni siquiera sabía si volvería. Y para complicar un poco más las cosas, Alice buscaba a mi marido. ¡Genial! La puerta se abrió de golpe, y una furiosa y encolerizada Alice hizo acto de presencia. Keinan apareció en el salón, y tras él, Drake, callado y expectante como siempre. Alice fulminó con la mirada a Chris. Sus ojos centelleaban rabiosos y estaban inyectados en sangre. Jamás en mi vida la había visto así. Miré a Drake, puesto que su don consistía en sentir las emociones de los demás como si fueran suyas, y con la mirada le pregunté si íbamos a tener problemas. Me lo confirmó con un leve movimiento afirmativo de su cabeza. Resoplé. Si se suponía que me debía de sentir hambrienta o algo por el estilo, ni siquiera me habían dado tiempo a que lo sintiera. ―Voy a matarte, Chris―. Amenazó como una fiera. Su voz sonó ronca, desafiante, peligrosa. No tenía claro si la Alice que estaba frente a mí era la cazadora o la guardiana. Me coloqué frente a Chris, protegiéndole como siempre. Él hizo el ademán de ponerme tras de él, pero me negué en rotundo. Yo conocía a Alice, era mi amiga, y sabía que yo la podía hacer entrar en razón. Siempre y cuando no perdiera los nervios y me dejara llevar por la furia que sentía en mi interior. Una ira que crecía por momentos y me hacía arder. ―Alice―. Dije con el tono más suave de voz que pude. Aún así, pareció la voz de un camionero con resaca. En el reflejo de la ventana me di cuenta que mis ojos se habían tornado rojos como las llamas del averno. Mal asunto.― ¿Qué ocurre? ¿Por qué amenazas a Chris? ― ¿Qué por qué le amenazo? No es una advertencia Kara, es una realidad. Tu marido me las va a pagar. ―No le tocarás mientras yo esté aquí Alice. Así que o te calmas, o salimos fuera y solucionamos esta a la vieja usanza. Cazadora contra inmortal. Tú verás. ―Cariño… ― ¡Cállate Chris!― Se me había vuelto a escapar. Otra vez mi lengua había sido más rápida que mi mente.― Bien Alice. ¿Me vas a decir por qué quieres atacar a mi marido?
  • 18. ―Jordan. Mi hermano está en un hospital con una conmoción cerebral y un derrame, el brazo partido y el fémur destrozado. Y la culpa es de él―. Y señaló a Chris que permanecía quieto y callado como una bella estatua helena. ―Se lo buscó él, Alice. He estado a punto de perder a mis hijos y de morir por culpa de Jordan. Y si no recuerdo mal, amenazaste a Chris con que si ganabas dos sobrinos y me perdías a mí, tendría problemas. Lo que no sopesaste es la posibilidad de que tu hermanito del alma, me hiriera. ― ¿Por qué hablas así de Jordan?― Su tono de voz seguía siendo amenazante, pero en sus ojos la ira iba dejando paso al desconcierto. ―Te voy a dejar las cosas muy claras Alice. Agradece a Chris que Jordan está en un hospital, porque de lo contrario, ibas a tener que matarme a mí para que no fuera a por la basura en la que se ha convertido tu hermano. ―No te consiento que hables así de él. ― ¡Ni yo que le defiendas a capa y espada sin tener ni pajolera idea de lo que hace! ¿Crees que Jordan confía en ti? ¿Qué te sigue viendo como una hermana? ¿Qué te quiere? Despierta Alice. ― ¿Qué… has… querido… decir?― Las palabras se le atragantaban. No quedaba rastro de la ira en sus ojos. Ahora había miedo. ― Te lo enseñaré―. Y me acerqué a ella. Supongo que debía seguir con los colmillos fuera, porque la primera reacción de Alice, fue dar dos pasos atrás. ―No voy a permitir que me vuelvas a morder, Kara. ―No lo voy a hacer Alice. No lo necesito. Proyectaré en tu mente lo que tu hermano hace y siente. A ver si te gusta y si sigues pensando que él es un angelito. ―Estás un poco sarcástica. ―Lo que estoy es hasta las narices Alice. Voy a tomar cartas en el asunto, y cuando te termine de enseñar lo que te tengo que mostrar, tendrás que decidir de qué parte te pones. O conmigo o contra mí, Alice. Esta vez no hay término medio―. Y sin darle tiempo a protestar o a rebatir mi punto de vista, la agarré por las muñecas y se lo enseñé todo. Sabía que Chris también lo iba a ver, porque le sentí en mi mente. Pero no me importó. Él también tenía que saber a que nos enfrentábamos. Jordan, el hermano de Alice, se había convertido en un ser sin corazón, en un hombre sin escrúpulos, en alguien tan despreciable como Jake. Su misión en el grupo de los cazadores de Jake consistía en adiestrar a niños, a los hijos de sus compañeros, de la forma más cruel que existía. Con apenas tres años los separaban de sus padres durante unos tres años, y los convertían en perfectas máquinas de matar. Tres años de golpes, de no dormir, de peleas, de robarles la inocencia, de matarse entre ellos si era necesario, y todo a las espaldas de Alice. No debes confiar en tu hermana, Jordan. Desde que Kara la salvó, hay algo diferente en ella. Lo sé Jake. No me gusta. No me fio de ella. Pero hay que mantenerla en su puesto. Si no, sospecharía de nosotros y eso no es bueno. Hay que hacerle creer que confiamos en ella. Aún cuando no sea así.
  • 19. Soy consciente de ellos, Jordan. Tu hermana ha cambiado. Y es mejor tenerla donde la tenemos para poder vigilarla, que darle la espalda y que se una a Kara o a Alexander. Si ella descubre que los guardianes existen y que nos estamos saltando el pacto, no sé qué pasaría. Yo sí, Jake. Se uniría a Alexander o a Kara. Me da asco. Cada día me da más asco. Y si descubriera lo que hemos hecho, al nuevo mestizo, estaríamos en serios problemas. Es mejor tenerla donde la tenemos, aunque a veces me dan ganas de decirle a los chicos que se den un festín con ella. ¿Me estás insinuando que dejaría que los demás se tiraran a tu hermana? Que te quede clara una cosa Jake, Alice dejó de ser mi hermana hace mucho tiempo. Y sí, los dejaría. Puede que hasta participara en el festín. Estoy cansado de tanta adolescente con la que me acuesto. Las vírgenes tienen su encanto, hasta que dejan de serlo.- Los dos rieron maléficamente. En la mente de Jordan se formó mi imagen, desnuda y atada en una cama mientras él me follaba. Solté a Alice. Con aquello ya había tenido más que suficiente. En cuanto la solté, sus rodillas se volvieron de mantequilla, su rostro palideció, y por suerte Drake tuvo los reflejos suficientes para cogerla a tiempo de que no cayera de culo al suelo. Su mirada estaba perdida. Alice parecía haber entrado en estado de shock. ―Voy a matar a Jordan―. Gruñó Chris por lo bajo. Me giré y vi que tenía los ojos rojos, las uñas fuera y los colmillos asomando tras sus carnosos labios. Su sempiterno pecho rugía con más furia que nunca. ―No te preocupes, Chris. Lo cazaremos. Esto no se va a quedar así―. Le dije mientras ponía una mano sobre su hombro. El calor se volvió a encender en mi interior. Y a ese fuego, se unió la furia y la ira al recordar lo que Jordan había pensado al verme embarazada. ―Alice, Alice, ¿estás bien?― Drake seguía sosteniendo a mi amiga entre sus brazos, mientras ella intentaba controlar su respiración y enfocar sus ojos. Fijó su mirada en la de Drake, que le acarició una mejilla y la abrazó. ―Tranquila Alice. No sé qué te ha enseñado Kara, pero sabes que todos te consideramos parte de la familia y que si necesitas protección, te la brindaremos encantados. ―Suéltame Drake―. Espetó bruscamente.― Por favor―. Añadió cuando se dio cuenta de la forma en la que le había hablado a mi cuñado. Drake obedeció y liberó a Alice. Se puso en pie se dirigió a la pared y estampó su puño con toda su rabia al tiempo que lanzaba un alarido. Hizo un pequeño boquete en la pared. Desde luego, Alice estaba furiosa. Y nos lo confirmó a todos cuando se dio la vuelta y le pudimos ver de nuevo los ojos. Estaban tan inyectados de sangre, que temimos que en cualquier momento le estallaran. ―Cabrones, hijos de puta, desgraciados, escorias―. Alice siguió soltando tacos por la boca mientras daba vueltas como una leona enjaulada. Arremetió contra todo lo que había en la mesa en un ataque de ira, y lo estampó contra la pared. Apretó tanto un vaso entre su mano derecha, que hizo que le estallara en la palma y se clavara los cristales. La sangre comenzó a resbalar y a caer sobre el parqué. La garganta comenzó a arderme. En ese momento me di cuenta de la luz de Alice. Blanca y brillante, tentadora. Imagino que Chris debió ver algo en mi rostro que no le gustó. De pronto, me rodeó con sus brazos de hielo, enterró mi rostro en su pecho de mármol, y comenzó a ronronear para mí. ―Drake, saca a Alice de aquí. Cúrale la herida de la mano y haz que se calme.
  • 20. ― ¡No quiero que me curen nada ni calmarme!― Bramó Alice fuera de sí. ― ¡Alice!― Le gritó Chris mientras me seguía espachurrando contra él. El aroma de su piel, su olor, esa esencia a sándalo y cítricos, hizo que mi mente comenzara a divagar. Luché con él para mover mis brazos y poder arrancarle la ropa.― ¡Sal de aquí de una vez! Kara se está descontrolando. Acaba de despertar y no le habéis dado tiempo a nada. Ni a alimentarse, ni a acostumbrarse a nada. Keinan, mete a Victoria y a Trizia en el dormitorio de papá, junto a Morraine y los niños. Os plantáis en la puerta y no os movéis de ahí hasta nueva orden. Drake, llévate a Alice de una vez. No sé lo que la podré retener. Tiene más fuerza que antes. Fue entonces cuando me di cuenta que los músculos de sus brazos se habían marcado más de lo habitual, que sus pectorales estaban más duros, y que si hubiera podido sudar, lo hubiera hecho en ese momento a causa del esfuerzo que estaba realizando por contenerme entre sus brazos. Me di cuenta que yo no estaba utilizando toda mi fuerza, y decidí ver cuán fuerte era. Chris salió disparado por los aires, y salió volando por la puerta que Alice había dejado abierta. Aterrizó sobre sus posaderas en mitad del porche. Sopesé durante unas milésimas de segundos los dos tipos de hambre que sentía en ese momento. Hambre de Alice o de Chris. Y decidí que iba a por Chris cuando hundió sus colmillos en su muñeca derecha. El olor a su sangre me descontroló definitivamente. Rugí y me lancé a por él. Aterrizamos en el jardín que había frente a casa. Chris me había atrapado al vuelo, mientras yo le arrancaba la camiseta de un zarpazo. El efluvio de su sangre se me metió en las fosas nasales e hizo que le deseara más. Desear su cuerpo, su sangre, su alma. Todo. Busqué su muñeca abierta y hundí mis labios en ella. Su sangre, fría y deliciosa, comenzó a bajar por mi garganta, al tiempo que él gemía de placer. Sentí como el calor se instalaba entre mis piernas y como empezaba a sentirme mojada. Estaba totalmente descontrolada. Chris me agarró por el pelo e hizo que retirara mis labios de su muñeca. Las imágenes de su vida, comenzaron a agolparse en mi mente, como fotogramas de una película. En todas aparecía yo. Dejé de respirar. Vi como la muñeca de Chris se cerraba y dejaba de sangrar. Lamí los restos de sangre que había en su antebrazo. Fue un lametón sensual y ardiente. Igual de ardiente que mi sexo en aquellos momentos. El fuego en mi interior creció, al ver su espectacular torso desnudo. Mis manos comenzaron a acariciarlo con avaricia. Su expresión cambió, pasando del miedo porque yo cometiera una locura y atacara a Alice, al deseo, y luego a la preocupación. ―Bésame―. Le ordené sin dejar de mirarle a los ojos, a aquellos lapislázuli ojos que me hipnotizaban. ―No―. Respondió. Me agarró por las muñecas, puso mis manos en mi espalda y me sostuvo la mirada. Una mirada de preocupación. ―Que me beses―. Le volví a ordenar. Mi voz se había alzado un par de octavas. ―No hasta que te calmes, Kara. Estás descontrolada. ―Quiero hacerlo. Ahora―. Exigí mientras sentía como el flujo mojaba mi ropa interior. ―Así no―. Masculló él. ― ¿Por qué?― Refunfuñé. Me di cuenta que mi voz volvía a tener su tono normal. La preocupación era más que patente en el rostro de Chris. Y eso me iba clamando.
  • 21. ―Porque estás descontrolada, mi vida. Sé que no te hemos dado tiempo a nada. Desde que te has despertado no has tenido un momento para detenerte a pensar en lo que te has convertido. Y si no aprendes a canalizar tus sentimientos y emociones, Kara, te convertirás en un monstruo. Y no quiero que eso pase―. La culpa se había vuelto a instalar en su hermoso rostro. Aspiré una fuerte bocanada de aire, y traté de templar mis nervios y mis hormonas. El calor de mi entrepierna se calmó. ― ¿Por qué me has dado tu sangre? ―O la mía, o la de Alice. No me he equivocado al pensar que, a pesar de todo, yo seguiré siendo tu prioridad―. Una mueca gamberra cruzó su bella faz. ―No quería sólo tu sangre―. Dije pegándome más a su cuerpo. Mis pezones, que todavía seguían erectos, se clavaron en su pecho. ―Lo sé, mi amor, pero tendremos tiempo. Toda la eternidad―. Me susurró al oído con una voz tan melosa que creí que me volvería a tirar a por él.― Ahora, hay cosas que solucionar―. Dijo mirando al interior de la casa. En ese momento aparecieron Osiris, Neftis, Said y Obsidiana. Si me hubiera podido sonrojar lo hubiera hecho al instante. Obsidiana me miraba con picardía, al comprobar lo que yo había estado a punto de hacer. ― ¿Todo bien?― Preguntó Osiris. ―Más o menos―. Le respondió Chris mientras yo enterraba el rostro de nuevo en su desnudo pecho. Me moría de la vergüenza y, a pesar de saber que no me podía sonrojar, tenía la sensación de que mis mejillas ardían.― Hay algo que debéis saber, abuelo―. Dijo Chris.― Será mejor que entremos―. Me volvió a susurrar al oído. Me estremecí de placer. Deja de hablarme en ese tono Chris. No me lo pones fácil. Te aguantas. En el fondo estoy disfrutando de esto. Me encanta ver cómo te descontrolas. No quiero ni pensar de lo que vas a ser capaz. ¿Me estás chinchando? No. Sólo te estoy dando a probar un poco de tu propia medicina. Y supe que se refería a cuando, mientras yo era humana, le había tentado miles de veces para que me tomara o me matara. ¿Por qué? Porque debes aprender a canalizar toda tu energía, Kara. Incluso esa. Suspiré. ¡Menuda gracia me hacía tener que controlar mi deseo por él! Pero al instante después pensé, que si haber hecho el amor con él siendo una humana había sido muy bueno, cuando lo hiciéramos ahora, en igualdad de condiciones, iba a ser espectacular. Volví a tomar aire para calmarme. Se iba a enterar de lo capaz que era de canalizar esa energía. Cuando entramos en casa, Alice estaba en el salón. Se había calmado y su luz ya no brillaba. Apenas era un aura que la envolvía, débil y para nada, apetecible. Drake le había curado la mano, y la llevaba vendada. Me miró a los ojos. ―Lo siento, Alice. ―No te disculpes. Me has hecho ver que mi hermano es un monstruo―. Dijo, más calmada.
  • 22. ―No quería mostrártelo así, Alice. ―Es mejor que lo hayas hecho así, Kara. Prefiero ver su crueldad a seguir pensando que él y yo podemos ser hermanos y que, tal vez, algún día, pudiera ser un guardián. Ahora sé que hace años que le perdí―. Una pequeña lágrima quiso escapar de los ojos de Alice, pero ella la contuvo.― Quiero pedirte disculpas, Chris. Y agradecerte que protegieras a Kara de mi hermano. ―No me las des, Alice. Ya sabes que para mí, ella es lo más importante. Ella y mis hijos. ―Cierto, mis sobrinos. ¿Puedo conocerlos? ―Sí. Pero Alice, después habrá que borrarte la mente―. Dije totalmente convencida. ― ¿Por qué?― Ella estaba confundida. ―Ya has visto que ni Jake ni Jordan se fían de ti. Bien, el plan es el siguiente. Jordan me ha visto embarazada, y Jake también. Gracias a uno de los cazadores al que dejé seco, sé dónde está el cuartel general de Jake. Voy a ir a hacerle una visita, y no va a ser de cortesía. Le voy a hacer creer que he perdido a mis hijos, y que ahora tiene un serio y grave problema. A mí, encolerizada. Lo cual es cierto, todo sea dicho de paso. ―Kara, eso es una locura―. Me dijo mi marido. ―Puede, pero ni tú ni nadie me va a hacer cambiar de opinión. Y en cuanto a Alice, hay que borrarle el recuerdo de que nos ha estado ayudando. Puede que sea conveniente que le borremos hasta el recuerdo de que es una guardiana. ―Eso no―. Masculló ella ofendida. ―Estoy tratando de protegerte, Alice―. Le reprendí. Las dos nos estábamos enfureciendo de nuevo. Su luz brilló tenuemente. ―Lo sé. Acepto que me borréis el recuerdo de haber conocido a mis sobrinos. Pero del resto, ni hablar. Necesito recordarlo todo para saber a qué me enfrento. Ahora sé que Jake y Jordan no me consideran más que un títere en sus manos, y eso, Kara, no lo debo olvidar. Ni debo, ni puedo. ―Alice, es peligroso. Si ese mestizo llegara a beber de ti…― Drake parecía dispuesto a convencerla. Lo que mi cuñado no sabía era que, una vez Alice tomaba una decisión, no había vuelta atrás. Para que luego dijeran que la cabezota era yo. ―Sin peros, Drake. Quiero conocer a mis sobrinos, y luego quiero que me borres la memoria, pero sólo lo referente a los niños. El resto, lo debo recordar para saber a qué me enfrento y poder ayudaros. Y en eso no voy a transigir. Drake evaluó el rostro de Alice, un bonito rostro cargado de determinación y valentía. Ella clavó sus ojos en él, y esperó que le respondiera. ―Como quieras. ¿Por qué yo? ―Porque me fío de ti, sólo de ti―. Respondió sin dejar de mirarlo.― Los demás, estoy seguros que le harían caso a Kara y me borrarían todos los recuerdos. Sé que tú no lo harás―. Drake se limitó a asentir. Chris llamó a Keinan, y éste y los demás, bajaron al salón. Mamá llevaba a Jade en brazos, y Trizia a Aquiles. Se les veía tan pequeños e indefensos. Y recordé lo que Jordan les hacía a los hijos de los cazadores. Mi pecho rugió de nuevo. Chris puso su mano sobre mi hombro.
  • 23. Tranquila cielo. Debes controlarte. Obedecí. Aspiré una fuerte bocanada de aire y templé mi mal genio, que parecía crecer por momentos. Me acerqué a mis hijos y aspiré el efluvio de ellos. Su aroma me calmaba. Olían a Chris, con leves notas de fresas y jazmín de fondo. Notas de mi efluvio. Me aportaban tanta paz, que mis nervios, mi furia y mi ira, se calmaron de repente. En eso apareció Neftis, que traía una copa en la mano. Supe por el olor que era sangre. Me la acercó. ―Deberías beber un poco―. Me dijo tan tranquila. ― ¿Es… humana?― Pregunté. Tenía muy claro que no pensaba beber sangre de nadie que no fuera un cazador a las órdenes de Jake. ―No―. Dijo ella con una enorme sonrisa en los labios.― Es de vaca―. Y en tres gráciles pasos se plantó al lado de Osiris, que le rodeó la cintura con un brazo, mientras ella recostaba su cabeza en su hombro. Me bebí la sangre de un trago. No tenía especial sabor a nada, aunque claro, después de haber bebido de Chris, todas me iban a parecer insípidas. La suya era exquisita. Limón, sándalo, cardamomo. Empecé a salivar sin darme cuenta. Kara…― Refunfuñó Chris en mi mente. Me tragué mis propias babas, dejé la copa sobre la mesa y cogí a Jade en brazos. Mi fuerza se había incrementado tanto que apenas noté el peso de su cuerpecito entre mis brazos. Una vez la hube acomodado, Trizia me puso a Aquiles en el otro brazo. Agaché ligeramente mi cabeza y aspiré una fuerte bocanada de aire. Sus efluvios me calmaron por completo. Mi bebés adorados, pensé. Y vi como en el hermoso rostro de mi marido se dibujaba la más bella de las sonrisas. Una cargada de amor, de aprobación y de orgullo. Estaba orgulloso de sus hijos y de mí. Se la devolví. Alice reclamó mi atención, diciéndome si podía cargar a mis hijos en sus brazos. Por supuesto, se los dejé. Mientras Alice tenía a mis hijos en brazos, Lucian volvió a entrar en casa. Llevaba el pelo alborotado y los zapatos llenos de tierra. Se había echado una buena carrera para poder quitarse todo el cabreo de encima. Miró a Victoria, que lo fusiló con la mirada, antes de girar la cara y pasar de él. Lucian gruñó, Victoria se giró y lo asesinó de nuevo con la mirada. Esta vez, él se la devolvió. Y ella lo mandó a paseo levantando el dedo corazón. Iba a echarles la bronca a los dos por comportarse como dos niños estúpidos, pero Osiris reclamó mi atención. ―Bien Kara, ¿qué has averiguado? ―Demasiadas cosas, Osiris. Y ninguna es buena―. Cogí aire y empecé a relatar todo lo que había descubierto de Jake, de Jordan y de lo que hacían. Los rostros de mamá y Trizia iban cambiando a medida que yo narraba lo que sabía. Asco, odio, desesperación, desconcierto, dolor, ira, frustración, y un sinfín más de reacciones. Alice me escuchaba mientras observaba a mis hijos. Lucian y Victoria seguían enfrascados en su particular guerra de miradas, y los demás inmortales escuchaban atentamente. ―Y eso es lo que hay. Jake tiene a un grupo de cazadores escondidos de todo el mundo, excepto de Jordan. Los veinte que estaban escondidos en la retaguardia no son más que la décima parte de ese grupo. Se lo ocultan a Alice, porque ni él ni Jordan se fían de ella. El mestizo existe. A pesar de que Jordan quiso confundirme y hacerme creer que él no sabía nada, durante una milésima de segundo, dejó fluir sus pensamientos y lo pude ver todo. Él es el encargado de adiestrar a los hijos de los cazadores, de la forma más cruel que existe.
  • 24. Además, se ha convertido en alguien sin corazón ni escrúpulos. Quiere el mando de los cazadores cuando Jake decida retirarse o muera. Y no sé cuál de los dos es peor. ―Esto lo complica todo―. Murmuró Said. ―Lo sé, hijo―. Le dijo Osiris.― Jake se está descontrolando. Hay que avisar a Alexander. ―Lo sé―. Dijo Alice que había permanecido callada hasta ese momento.― Yo misma iré a avisarlo. ―No―. Grité.― Tú no vas―. Alice me miró desconcertada.- No me fio de que Jake. Quiero que te quedes en el hospital, cuidando a Jordan, haciendo como que no sabes nada. Iré al cuartel general de Jake, le haré una visita, y de paso, me cobraré alguna cosa que otra―. Me di cuenta que mis ojos habían cambiado de color por la forma en la que me miraron todos.― Después iré a ver a Alexander. Le contaré lo que sé y firmaré el pacto de Maximiliano. ―Kara, no creo que lo de ir a hacerle una visita a Jake, sea buena idea―. Me dijo Lucian, sin dejar de mirar a Vic, que había decidido ignorarlo por completo y se había sentado al lado de Alice a contemplar a mis hijos. ―Por supuesto que no es buena idea. Es una excelente idea, Lucian. Tengo que proteger a mis hijos, y la mejor forma que hay es hacerle creer que han muerto a causa de Jordan. Primero, Jake verá a una inmortal encolerizada por haber perdido a sus hijos y por no tener la posibilidad de volver a tenerlos. Segundo, su cabreo con Jordan va a ser monumental, y hay que conseguir que entre ellos dos dejen de llevarse bien. Divide y venderás, Lucian, ¿lo recuerdas? Lucian suspiró. Sabía que no me iba a hacer cambiar de idea. ―Y otra cosa, Lucian. Se supone que Chris y tú habéis hecho las paces, pero no estaría de más que corriera el rumor de que, como Chris me ha transformado, tú te has vuelto a cabrear y te has largado. ― ¿Y dónde quieres que vaya?― Me dijo sin dejar de mirar a Victoria, que pensó, por mí, al mismísimo infierno, capullo. ―Victoria, basta―. Le dije. Me fusiló con la mirada.― Sólo está preocupado por ti, ¿vale? No seas tan terca. ―No te metas en mi cabeza, Kara―. Me dijo muy cabreada.― Y no me hables de terquedad, ¿quieres? No eres la más indicada. ―Está bien, Kara. Haré correr el rumor de que me he ido. Tú, ven conmigo―. Dijo señalando a Victoria. ―Que te los has creído―. Le respondió ella ignorándolo. ―Victoria, o por las buenas o por las malas, pero te vienes conmigo. ―Que te zurzan, Lucian―. Dijo mirándolo a los ojos. Estaba muy cabreada. Iba a decir algo, pero Lucian se plantó frente a ella en dos pasos, la agarró y se la cargó al hombro como si fuera un saco de patatas y enfiló hacia la puerta. ―Suéltame gilipollas―. Victoria le propinaba una serie de puñetazos en la espalda a mi cuñado que él ni notaba. El pecho de Lucian gruñía al mismo volumen que los insultos de Victoria.― Imbécil, que me bajes. Yo contigo no voy a ninguna parte, capullo. Bájame ahora mismo o te arrepentirás―. Oí como seguía gritando Victoria mientras Lucian bajaba los escalones del porche.
  • 25. ―Como no dejes de gritar, te voy a amordazar Victoria. ―Atrévete y te pongo los huevos de corbata―. Desde luego, no se podía decir que Vic no hubiera sacado su carácter. Y menudo carácter. ― ¿Qué les pasa a esos dos?― Me preguntó Alice. ― ¿Tú qué crees?― Le respondí alzando una ceja. Alice me dio a entender que había pillado mi indirecta cuando puso los ojos como platos. ―Alice―. Drake nos interrumpió.― Es mejor que vayas pensando en irte. Si Jake asoma las narices por el hospital y no te ve, sospechará más de la cuenta. ―Tienes razón―. Le dio dos besos en la frente a mis hijos, y me los entregó.― Me parece una locura lo que quieres hacer, Kara. En el cuartel general hay muchos cazadores. ―No tantos. La mitad se han quedado en ese descampado. ―Aún así―. Dijo mientras se ponía al lado de Drake.― Entiendo perfectamente por qué lo quieres hacer. Yo haría lo mismo o algo peor en tu lugar. Cuida de ellos, ¿vale? Son preciosos y se merecen la mejor vida que puedan tener, no la que Jake o Jordan les quieran dar―. Creí ver una lágrima apuntando a sus ojos cuando mencionó a su hermano, pero no estuve segura.― Vamos Drake, tienes algo que borrarme de la memoria―. Y cual perrito faldero, mi cuñado la acompañó. Yo me quedé embobada mirando a mis hijos. Con aquellos mofletes, aquellas manitas, tan pequeños, tan indefensos, tan míos y de Chris, que a pesar de la paz que me aportaban, de la calma que me transmitían, no pude evitar gruñir cuando recordé lo que Jake y Jordan querían hacerles. Aquiles abrió los ojos, trató de enfocar su mirada y yo le agarré la pequeña manita. Mami. Resonó en mi mente. Por suerte tuve reflejos y no lo dejé caer al suelo, porque me dio un susto de muerte. Miré a Chris desconcertada, pero cuando vi como estaba conteniendo la carcajada, me dieron ganas de abofetearlo. ―Explícamelo―. Le ordené bruscamente. ―Helia tenía razón en la teoría de que nuestros hijos han adquirido parte de nuestros dones. El de Aquiles es una mezcla del mío y del de Lucian. Puede reflejar en la mente de una persona lo que quiera siempre que mantenga contacto físico. Por supuesto, lo que refleja ahora son cosas muy básicas, como si tiene hambre, si necesita que le cambien el pañal y cosas así. ― ¿Pero me ha llamado mami? ―A pesar de ser unos bebes, Kara, ellos te recuerdan. Han estado en tu vientre, recuerdan tu olor, tu voz, todo. Son tus hijos, Kara. Los bebés humanos reconocen a sus madres apenas nacen. Ellos también te reconocen a ti―. Miré a mi hijo con cara de lela, completamente embelesada por ese ser tan perfecto que habíamos creado Chris y yo. ― ¿Y Jade? ―Lo de Jade es un poco más complicado. Ella no necesita estar en contacto físico para decir lo que quiere. Además, sospechamos que puede saber lo que pasa o pasará a su alrededor. Como si fuera una vidente. ― ¿Cómo?― Grité exasperada. Aquello era increíble.
  • 26. ―Cuando Chris ha subido a decirnos que no estabas muerta―, dijo mi madre, ― yo ya lo sabía. Estaba en el dormitorio con los niños. Aquiles se había tomado su biberón y se había dormido. Jade se estaba terminando el suyo, y de pronto he escuchado en mi cabeza como decía; mamá está bien. Luego se ha dormido mientras se terminaba su biberón. Los miré absolutamente fascinada. Mis hijos eran aún más maravillosos con esos dones, pero también más vulnerables. Si Jake o Jordan descubrían de lo que eran capaces, los iba a querer con más ansia. Les pasé mis hijos a mi madre y a Trizia, que adoraba tener a Aquiles en sus brazos. Me puse en pie y, sin mediar palabra, salí de la casa. Tenía algo de lo que ocuparme.