Índigo Energía e Industria No. 15 - digitalización en industria farmacéutica
Kilima 98 - Septiembre 2013
1. KILIMA 98 SEPTIEMBRE 2013
(Este KILIMA estaba preparado desde los primeros días del mes de Septiembre y
lo había enviado a tiempo para que lo pudierais recibir en el mismo mes, pero
como no soy muy aventajado conocedor de las nuevas técnicas de comunicación, lo
que yo había mandado no llegó a ninguna parte y únicamente al aterrizar en
Bilbao he sabido que no habíais recibido la revista. Gracias a la ayuda de quien
sabe mucho más que yo he podido recuperar esta parte del KILIMA y no sé si
podré continuar a recuperar lo que falta, que es casi la mitad del número, en cuyo
caso os lo enviaré la próxima vez. Esta es la razón por la que este número sea más
corto. A todos os deseo una feliz Navidad)
Queridos amigos:
Algunos están un poco intranquilos porque quieren saber cómo terminó la
“operación muela”. Después de todo lo que he contado en el número anterior la
solución llegó con bastante rapidez. Me indicaron que en Lubumbashi había una clínica
que disponía de una dentistería a la que me podía confiar con total tranquilidad.
Una mañana, muy tempranito, me dirigí a la dirección indicada y efectivamente,
su aspecto exterior era incomparablemente mejor que todo lo que había visitado hasta el
momento.
Era una antigua casa transformada en clínica, así rezaba un cartel colocado en el
exterior. En él trabajaban tres profesionales de la medicina: una persona mayor, una
mujer y un joven, que cuando entré me dio la impresión de un monaguillo con bata
blanca, por su físico, su forma de hablar y de moverse. El recibidor era una amplia
habitación en la que cabían fácilmente unas diez sillas. Dos secretarias se encargaban de
tomar la filiación de los pacientes y de cobrar lo que estimara el dentista.
El personal de servicio que pasaba por la sala le llamaba “doctor” al que hasta
ese momento le consideraba como monaguillo y al final fue él mismo el que me invitó a
pasar a la consulta. Primero, se percató de lo que se trataba, hizo un estudio de lo que
podría costar el arreglo, lo anotó en un papel y se lo llevó a la secretaria. El me indicó
que esperara en la sala mientras la secretaria hacía las cuentas y me preguntaba si estaba
dispuesto a pagar la cantidad establecida. Tuve que adelantar el dinero y cuando esos
prolegómenos fueron saldados, me dio un recibo y me invitó a que volviera de nuevo a
la consulta.
La consulta tenía casi de todo. Un sillón que se convertía en cama, lavabo,
columna en la que colocar lo necesario para el trabajo, incluso un aparato de rayos X.
Solamente le faltaba una cosa: el agua. Pero eso lo solucionaba fácilmente con una
botella de plástico y un vaso del mismo material. Me quitó el antiguo empaste,
profundizó en la limpieza de la muela, volvió a colocar otro nuevo y me mandó que
viniera la semana próxima para continuar con el arreglo.
Volví una segunda vez y luego una tercera, porque tenía que asegurarse de que
el empaste estaba bien colocado, total, que para el arreglo de esta muela he tenido que
recorrer unos 1.250 Km.
¿Es que con esto se terminaron todas las molestias? No estoy seguro, porque a la
muela le gusta jugar a guardias y ladrones y tan pronto aparecen los dolores como
desaparecen y cansado de tantos altibajos, un día me decidí a pasar de nuevo por la
consulta y después de sacarme una radiografía me aseguró que todo estaba
correctamente y no me preocupara más de ella.
2. Le hice caso, pero no estoy totalmente tranquilo porque esa situación continúa y
espero mi vuelta a Bilbao para que otro dentista arregle lo que no esté correcto.
--------- A veces se piensa que todos los adelantos son buenos porque facilitan la vida de
las personas. Puede ser que muchas veces sea verdad, pero no siempre y para prueba
aquí va un hecho que ha sucedido hace un par de meses en Lubumbashi.
Hará cosa de un año o algo más, un domingo a las doce del mediodía, cinco
bandidos armados con fusiles metralletas, asaltaron la cárcel de Lubumbashi y sacaron
de ella a más de mil detenidos que trataron de escabullirse lo mejor que pudieron y la
mayor parte de ellos fueron dados por desaparecidos. Lo que pretendían los asaltantes
era liberar a un cabecilla Mai Mai que estaba encarcelado y condenado a muerte por los
abusos cometidos en una región que se encuentra a unos 300 kilómetros de nuestra
zona. Reforzaron la guardia de seguridad y todo siguió como antes, pensando que los
Ángeles Custodios pondrían también algo de su parte para que hechos como el
acontecido no volvieran a suceder. Efectivamente, fueron pasando los meses en perfecta
tranquilidad y la tensión del momento se fue relajando entre los guardianes,
convencidos éstos de que otro asalto sería algo improbable.
Uno de los que formaba parte del equipo de guardia en el exterior del recinto,
sintió un extraño movimiento de tripas que le obligaron a buscar refugio entre las altas
hierbas y despachar allí a los “inquilinos” que le molestaban. Cuando se encontraba en
cuclillas intentando recobrar la paz que había sido rota a causa de esos retortijones, oyó
como un susurro de voces, se enderezó ligeramente, entreabrió un poco las altas hierbas
tras las que se escondía y ante su gran asombro, vio las siluetas de un grupo de personas
con fusiles que llevaban el camino de la cárcel.
En primer lugar pensó en él. Se encontraba separado de sus compañeros, sin el
arma reglamentaria ya que la había dejado apoyada contra el muro de la cárcel, en un
descampado, y el menor ruido producido por el roce de las hierbas podría provocar que
aquellos desalmados le adelantaran la hora de encontrarse con sus antepasados, con los
que no tenía ninguna prisa de volverse a ver, porque aquellos que se acercaban no tenían
pinta de estar de bromas.
Como pudo, levantó los pantalones y corrió a gachas hasta la entrada de la
cárcel, donde pudo transmitir la noticia de lo que había visto. Justamente pudieron
cargar sus armas y quitarles el seguro cuando los asaltantes se personaron ante la puerta
principal. Los guardias, que acababan de ser avisados, comenzaron a disparar sin tan
siquiera echar el alto o preguntarles quiénes eran.
En esa primera ráfaga, cayeron varios de los asaltantes. Uno muerto y varios
heridos. No se esperaban ese recibimiento. Parece que lo tenían bien planeado y
pensaban que los militares de guardia estarían dormidos, como siempre, pero la diarrea
de uno de ellos salvó la vida de todos los que teóricamente estaban custodiando y
evitaron que el que ellos querían liberar continuara todavía en la cárcel.
Se trata de un capitán del ejército que había sido condenado por vender armas y
municiones a los enemigos y había sido delatado por otros militares que también
estaban ocupados en ese tráfico y se sentían molestos porque les había tocado poco en el
reparto.
Si hubiera habido WC en el exterior para el servicio de los militares de la
guardia, este hombre no se hubiera visto en la necesidad de desahogarse por su cuenta
entre las altas hierbas de los alrededores. Si hubiera focos exteriores que iluminaran los
alrededores de la cárcel, no se hubieran acercado los asaltantes, de ahí que no siempre
los adelantos son beneficiosos para las personas.
3. Este es un ejemplo más del desorden que reina en el país. Las guerras son
interminables porque el enemigo recibe las armas y las municiones del ejército nacional
a cambio de unas pequeñas sumas de dinero. Quien de verdad sufre es el pueblo bajo
que no puede defenderse de quienes les llegan armados, violan a sus mujeres e hijas, les
roban sus pocas pertenencias, les queman sus chozas y se marchan eufóricos, mientras
las víctimas sufren en silencio el trato que han recibido y han perdido la confianza
incluso del ejército nacional porque actúan igual que los guerrilleros y se sienten
desprotegidos incluso de las tropas de la ONU que parecen contemplar impasibles los
ataques que sufre la atemorizada población. No pueden cultivar porque temen que se
puedan encontrar con militares que acechan la llegada de las mujeres para saciar sus
instintos. Los hijos no pueden ir a la escuela puesto que no funcionan o pueden ser
llevados por la fuerza en el grupo militar que los apresa. Están condenados al hambre, a
la ignorancia… y a esto ¿se le puede llamar “vida”?
Que disfrutéis de la paz y de la alegría de la Navidad.
Un abrazo.
Xabier