Las personas con baja autoestima tienden a dejarse influenciar fácilmente por los demás, les cuesta expresar sus sentimientos y no tienen confianza en sí mismos ni creen que puedan lograr sus objetivos. Carecen de control sobre su vida y ocultan sus limitaciones por miedo a no ser aceptados. Por otro lado, las personas con alta autoestima se sienten satisfechas consigo mismas, se aceptan y valoran a pesar de sus defectos, y tienen la confianza para asumir riesgos y enfrentar fracasos.