¿sin necesarios los bancos en su forma actuaa? Los bancos han perdido hoy en dia su fucion básica de ser, han dejado de ser una herramienta financiera socialmente util y productiva a entidades especuladoras que lastran nuestra sociedad
TEMA 3 DECISIONES DE INVERSION Y FINANCIACION UNIVERISDAD REY JUAN CARLOS
Bancosactuales
1. ¿Necesitamos a los bancos en su forma actual?
El papel de los bancos consiste en proporcionar crédito comercial a muy corto plazo (descuento de efectos
comerciales) y préstamos a más largo plazo a las empresas para que realicen sus inversiones. Este papel es
indispensable para el funcionamiento del capitalismo, como laminen lo sería para toda forma de organización
económica basada tn modalidades descentralizadas de propiedad social de medios de comunicación que
impliquen el recurso al intercambio. La financiación de la economía por medio de estas dos formas de crédito
conlleva la fusion de medios de pago, es decir, de dinero. Es incluso la forma iluminante de creación monetaria,
mucho más importante que la puesta en circulación de billetes. Estas funciones indispensables han sido
corrompidas. Desde los años 80, los bancos se han transformado poco a poco en grupos financieros
diversificados, que agrupan actividades de banco de depósitos y de banco de inversiones de capital financiero.
Las operaciones de inversión de capital efectuadas por los inversores en los mercados son más importantes que
las actividades llevadas a cabo con los clientes en las sucursales bancadas. Los grupos bancarios han apoyado
desde 2002-2003 la transformación del sector inmobiliario -viviendas, residencias secundarias, oficinas- en un
activo financiero, a menudo de carácter especulativo, sin que tal cosa resuelva la crisis masiva de vivienda. Esto
no ha ocurrido únicamente en Estados Unidos, sino también en Irlanda y en España, primeros países de la zona
euro en ser golpeados por la crisis. Con ello se alimentó un boom de la construcción sirviéndose de
instrumentos financieros que permitían una financiación de riesgo muy elevado, cuando no directamente
ficticia, de forma que la crisis tomó en primer lugar la forma de una crisis inmobiliaria y de formas de
financiación , entre las que las más conocidas son los «activos tóxicos» conocidos como subprime. Desde finales
de 2007 y de la quiebra del banco británico Northern Rock, los gobiernos han consagrado elevadas sumas para
el rescate de los bancos, y han transferido la carga a los ciudadanos, bien de forma inmediata como en Irlanda
(los prime! los recortes presupuestarios datan de febrero de 2008), bien un tiempo más tarde. Más adelante
tuvo lugar el gran rescate del otoño de 2008. En Europa, la exigencia de ayuda a los bancos no parece tener fin.
Los estudios e informes oficiales sobre la situación de los bancos llegan a conclusiones contradictorias: algunos
dicen que sus balances son frágiles, y otros sólidos. Uno de los principales puntos sobre los que se centra su
atención es el «apalancamiento», que designa aquellos préstamos concedidos por los bancos que exceden
ampliamente sus capitales propios. Esto suscita interrogantes acerca de la naturaleza de los préstamos y el
lugar que ocupan en el endeudamiento de los estados: ¿es un ahorro con un sustrato económico real que ha
sido prestado, o se trata simplemente de cantidades ficticias resultantes de la «innovación financiera»? La
respuesta que se dé incide obviamente en la apreciación de la legitimidad de las deudas públicas. Esta cuestión
justifica la necesidad de un examen muy detallado.
2. El resultado de tres décadas de liberalización financiera y de cuatro años de crisis plantea en todo caso la
cuestión de la utilidad económica y social de los bancos en su forma actual. Convertidos en conglomerados
financieros, ¿deben tener los bancos el derecho a ser apoyados por los gobiernos y los contribuyentes cada vez
que sus balances se ven amenazados a causa de su propia gestión? Mucha gente empieza a dudar de ello, y en
ocasiones lo expresan, como lo hizo Eric Cantona, en formas que los medios de comunicación no pueden ig-
norar. Nicolás Sarkozy se vio obligado a instar, eso sí, con mucha educación, a los dirigentes de los grandes
bancos beneficiarios del rescate financiero de octubre de 2008 a que explicasen por qué concedían tan pocos
créditos a las pequeñas y medianas empresas, sobre todo teniendo en cuenta que el BCE les estaba prestando
liquidez al bajisimo tipo de interés del 1%. No fue más que una simple puesta en escena destinada a tratar de
calmar a la opinión pública.
Ya en 2006, antes por tanto de la crisis, el informe sobre los bancos franceses solicitado por el ministro de
Economía, Finanzas e Industria (por entonces Thierry Bretón) subrayaba que las PYMES «experimentaban
dificultades para acceder a los créditos bancarios». Aún más graves y sintomáticos han sido los «activos
tóxicos» que los bancos han obligado a comprar a municipios, regiones e incluso algunos hospitales. Aunque se
consideró que su elevado rendimiento facilitaba la financiación de proyectos de fuerte inversión en un contexto
de transferencia de gastos por el Estado, estas compras de títulos en realidad luin agravado cualitativamente la
situación financiera de las entidades públicas. Recientemente, los representantes políticos electos se han
asociado para iniciar acciones judiciales colectivas contra los bancos. Por supuesto, la compra de títulos
financieros opacos, principalmente de contratos de swap, revela que el fetichismo del dinero no es exclusivo de
los traders, puesto que condiciona también el comportamiento de los representantes políticos electos y de las
administraciones locales. Sin embargo, los bancos conocían perfectamente los riesgos que les hacían correr, el
juego de casino al que les obligaban a jugar. El exceso de endeudamiento contraído por los municipios provoca
las «deudas odiosas», «aquellas que han sido contraídas en contra de los intereses de la población de un Estado
(en este caso, de un municipio), sin su consentimiento, y en completo conocimiento de causa por parte de los
acreedores».
De esta forma, los bancos se han desviado de su función indispensable, consistente en proporcionar crédito a
los particulares y a las empresas, para involucrarse en actividades de especulación financiera, nocivas y
desprovistas de utilidad social. Es hora no de destruir los bancos, sino de controlarlos, a fin de que puedan
llevar a cabo las funciones esenciales que en principio les corresponden.