1. ESQUEMA Y TEXTOS (E. Hobsbawm y T. Judt)
Introducción. Cuestiones metodológicas y apunte biográfico
1. E.J. HOBSBAWM: Una larga biografía comprometida (Alejandría 1917-
Londres 2012)
2. Las aportaciones fundamentales de la obra de E.J. Hobsbawm
2.1. La Historia Social y E.J. Hobsbawm. Su perspectiva de los movimientos
sociales andaluces en “Rebeldes Primitivos”.
2.2. Los problemas en la construcción del capitalismo y la cuestión de las
“revoluciones burguesas”. Las aportaciones de la trilogía “La era de la
Revolución, 1789-1848”, “La era del capital, 1848-1875” y “La era del Imperio,
1875-1914”.
2.3. La Historia de la Cultura política y el Nacionalismo. La “Invención de la
tradición”
2.4. Los problemas de la Historia del Tiempo Presente (“La época de los
extremos”, “Entrevista sobre el siglo XX”, “¿Cómo cambiar el mundo”, “Guerra
y paz en el siglo XXI”, o en “Años interesantes”)
3. TONY JUDT: El incisivo testamento de un intelectual (Londres 1948 – Nueva
York 2010)
4. Las aportaciones fundamentales de la obra de Tony Judt
4.1. La Historia de Europa de la 2ª. mitad del siglo XX: “ Posguerra”, “Sobre
el olvidado siglo XX”, “Pensar el siglo XX” : crisis de las visiones unilineales y
de las grandes teorías interpretativas
4.2. Las complejas relaciones entre Historia y Memoria: “El refugio de la
memoria”, “Pasado Imperfecto. Los intelectuales franceses 1944-1956”
4.3. La reivindicación del “estado de bienestar”: “Algo va mal”.
4.4. Las dificultades en la construcción de Europa: “¿Una gran ilusión?. Un
ensayo sobre Europa?”
Algunas consideraciones finales sobre la obra de E.J. Hobsbawm y T. Judt.
Antonio Barragán Moriana
Córdoba, marzo 2013
2. SELECCIÓN DE TEXTOS. E.J. HOBSBAWM y T. JUDT
E.J. Hobsbawm. Texto 1
“El anarquismo agrario español es, quizás, el caso más impresionante de un
movimiento de masas moderno milenario o casi. Por esta razón sus ventajas y
desventajas políticas se analizan con mucha facilidad. Las ventajas estribaban en que
expresaba el modo de sentir del campesinado de manera, seguramente, más fiel y
sensible que cualquier otro movimiento social moderno; y a la vez podía llegar a una
unanimidad en la acción casi espontánea, lograda sin esfuerzo, que deja
profundamente impresionado al espectador. Pero las desventajas eran fatales.
Precisamente por llegar la agitación social moderna al campesinado andaluz bajo una
forma que dejó totalmente de enseñarle la necesidad de una organización, de una
estrategia, de una táctica y de paciencia, derrochó sus energías revolucionarias casi
por completo. Un descontento como el suyo mantenido unos setenta años, con brotes
espontáneos cada diez años aproximadamente que afectaban dilatadas áreas, tenía
que haber bastado para derrocar regímenes varias veces más fuertes que los
carcomidos gobiernos españoles de la época. Sin embargo, el anarquismo español,
como apunta Brenan, no presentó a las autoridades en ningún momento problemas
más serios que los de la mera rutina policiaca……. La substitución del anarquismo
quintaesenciado por el anarcosindicalismo, que hacía posible una dirección y una
política sindicales, por muy rudimentarias que fueran, implico ya una reconsideración
de las premisas anteriores y el consiguiente paso hacia la organización, la estrategia y
la táctica, lo que sin embargo, no era bastante para infundir disciplina, ni para
convencer a sus seguidores de la necesidad de obrar bajo una dirección en un
movimiento como aquel, edificado sobre el supuesto básico de que ninguna de ambas
eran aconsejables ni necesarias……
El anarquismo clásico es una forma de movimiento campesino casi incapaz de
una adaptación práctica a condiciones modernas, a pesar de ser fruto de ellas. Si una
ideología distinta hubiera penetrado en el campo andaluz en los años setenta del siglo
XIX, podía haber transformado la rebeldía espontánea e inestable de los campesinos
en algo muchos más temible……..”
E.J. Hobsbawm, “Rebeldes Primitivos”, Barcelona, Ariel 1967, págs. 112-124
E.J. Hobsbawm, texto 2.
“Rara vez la incapacidad de los gobiernos para detener el curso de la Historia se
ha demostrado de modo más determinante que en los de la generación posterior a
1815. Evitar una segunda revolución francesa, o la catástrofe todavía peor de una
revolución europea según el modelo de la francesa, era el objetivo supremo de todas
las potencias que habían tardado más de veinte años en derrotar a la primera; incluso
de los ingleses, que no simpatizaban con los absolutismos reaccionarios que se
reinstalaron sobre toda Europa y sabían que las reformas ni pueden ni deben evitarse,
pero que temían una nueva expansión franco-jacobina más que cualquier otra
contingencia internacional.
3. Tres principales olas revolucionarias hubo en el mundo occidental entre 1815 y
1848. La primera tuvo lugar en 1820-24. En Europa se limitó principalmente al mundo
mediterráneo, con España (1820), Nápoles (1820) y Grecia (1821) como epicentros.
Excepto el griego, todos aquellos alzamientos fueron sofocados. La revolución
española reavivó el movimiento de liberación de sus provincias sudamericanas que
había sido aplastado después de un esfuerzo inicial…… La segunda ola
revolucionaria se produjo en 1829-34 y afectó a toda Europa al oeste de Rusia y al
continente norteamericano……..En Europa, la caída de los Borbones en Francia
estimuló diferentes alzamientos. Bélgica (1830) se independizó de Holanda; Polonia
(1830/31) fue reprimida sólo después de formidables operaciones militares; varias
partes de Italia y Alemania sufrieron convulsiones……. De todo ello se infiere que la
ola revolucionaria de 1830 fue mucho más grave que la de 1820. En efecto marcó la
derrota definitiva del poder aristocrático por el burgués en la Europa occidental. La
clase dirigente en los próximos cincuenta años iba a ser la gran burguesía de
banqueros, industriales y altos funcionarios civiles, aceptada por una aristocracia que
se eliminaba a sí misma o accedía a una política burguesa, no perturbada todavía por
el sufragio universal ….”
E.J. Hobsbawm, “Las Revoluciones burguesas”, Madrid, Guadarrama,
1971, págs. 203-205
E.J. Hobsbawm, texto 3
“¿Cómo hay que explicar el siglo XX corto, es decir, los años transcurridos
desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta el hundimiento de la URSS que,
como podemos apreciar retrospectivamente, constituyen un período histórico
coherente que acaba de concluir?. Ignoramos que ocurrirá a continuación y cómo será
el tercer milenio, pero sabemos con certeza que será el siglo XX el que le habrá dado
forma. Sin embargo, es indudable que en los años finales de la década de 1980 y en
los primeros de la de 1990 terminó un época de la Historia del mundo para comenzar
otra nueva. Esa es la información esencial para los historiadores del siglo, pues aun
cuando pueden especular sobre el futuro a tenor de su comprensión del pasado, su
tarea no es la misma que la del que pronostica el resultado de las carreras de
caballos. Las únicas carreras que debe describir y analizar son aquellas cuyo
resultado, de victoria o derrota, es conocido. De cualquier manera, el éxito de los
pronosticadores de los últimos 30 o 40 años, con independencia de sus aptitudes
profesionales como profetas, ha sido tan espectacularmente bajo que sólo los
gobiernos y los institutos de investigación económica siguen confiando en ellos o
aparentan hacerlo.
En este libro el siglo XX aparece estructurado en un tríptico. A una época de
catástrofes, que se extiende desde 1914 hasta el fin de la II Guerra Mundial, siguió un
periodo de 25 o 30 años de extraordinario crecimiento y transformación social que,
probablemente, transformó la sociedad humana más profundamente que cualquier
otro período de duración similar. Retrospectivamente puede ser considerado como
una especie de edad de oro, y de hecho así fue calificado apenas concluido a
comienzos de los años setenta. La última parte del siglo fue una nueva era de
4. descomposición, incertidumbre y crisis y, para vastas zonas del mundo como África, la
ex Unión Soviética y los antiguos países socialistas de Europa, de catástrofes.
Cuando el decenio de 1980 dio paso al de 1990, quienes reflexionaban sobre el
pasado y el futuro del siglo los hacían desde una perspectiva “fin de siecle” cada vez
más sombría. Desde la posición ventajosa de los años noventa, puede concluirse que
el siglo XX conoció una fugaz edad de oro, en el camino de otra crisis, hacia un futuro
desconocido y problemático, pero no inevitablemente apocalíptico. No obstante, como
tal vez deseen recordar los historiadores a quienes se embarcan en especulaciones
metafísicas sobre el "fin de la Historia”, existe el futuro. La única generalización
absolutamente cierta sobre la Historia es que perdurará en tanto en cuanto exista la
raza humana”.
E.J. Hobsbawm, “Historia del siglo XX”, Barcelona, Crítica, 2005, págs.. 15-16
Tony Judt, texto 1
“El corazón (y algunos añadirán, el alma) de la Unión Europea actual evoca casi
kilometro a kilometro el primer imperio europeo occidental. Un poco extendida al este
y al oeste, desde Reims a Aquisgrán o, tal vez desde París a Colonia y hacia el sur a
través de los pasos alpinos occidentales hacia Lombardía, se trata de la Europa del
renacimiento urbano del siglo XII. Esto no tiene nada de malo, más bien incluso algo
de satisfactorio si pensamos que Carlomagno y sus herederos se hubieran sentido
como en casa en la Unión Europea; pero la localización instintiva, atávica (y
políticamente calculada) de las capitales moderna de Europa debería de servir de
cauto recordatorio en el sentido de que lo que la Europa de hoy tiene de verdad tal vez
nos sea tan nuevo, y lo que se proclama como nuevo Tal vez no sea del todo verdad.
La Europa actual presenta otro rasgo curiosamente premoderno. La mayoría de
sus “ganadores”, aquellas personas y lugares a los que les ha ido mejor desde el
principio de esta unión y que asocian su prosperidad a una identidad enfáticamente
europea, pueden describirse mejor no como naciones-estado, sino como regiones. El
historial más exitoso de la Europa contemporánea lo tienen Baden-Wütemberg, en el
suroeste de Alemania, la región Ródano-Alpes, Lombardía y Cataluña. Todas salvo
una de estas superregiones (ninguna de las cuales alberga la capital nacional de su
país) se agrupan en torno a Suiza, como si quisieran poder desembarazarse de las
restricciones que les supone su asociación con las áreas más pobres de Italia,
Alemania, Francia y España y ellas también quisieran convertirse por proximidad y
afinidad en unas pequeñas y prósperas republicas alpinas. La región Ródano Alpes
junto al área metropolitana de París representa aproximadamente 1/3 del PIB de
Francia, Cataluña aproximadamente el 20% del PIB español, el 23% de las
exportaciones españolas y 1/3 de toda la inversión extranjera y su renta per cápita fue
(en 1993) un 20% más alta que la media global española.
Esta desproporción económica, en el caso catalán, aviva el ya de por sí bien
alimentado fuego del separatismo regional. Resentidos por el deliberado fomento por
parte de Franco de la inmigración castellana hacia Barcelona y su región (una
estrategia dirigida a diluir los justificados sentimientos antifranquistas de los
nacionalistas catalanes), los catalanes aprovecharon la restauración de la democracia
5. en España para afirmar su propia identidad. La ley de normalización lingüística de
1983 hizo del catalán la “primera lengua de instrucción” en las escuelas, si bien
permitía el uso del español en las aulas……..”
Tony Judt, “Una gran ilusión. Un ensayo sobre Europa”, Madrid, Taurus, 2012,
págs. 122-23
Tony Judt, texto 2
“Pero desde la década de 1980, y especialmente desde la caída de la Unión
Soviética y la ampliación de la UE, Europa se enfrenta a un futuro multicultural. Los
refugiados, los trabajadores extranjeros, los habitantes de las antiguas colonias de
Europa atraídos hacia la metrópoli por la perspectiva de unos puestos de trabajo y la
libertad y los emigrantes voluntarios e involuntarios procedentes de los estados
fracasados o represivos de las ampliadas márgenes de Europa, han convertido
Londres, Parías, Amberes, Amsterdam, Berlín, Milán y otra docena de lugares más en
ciudades cosmopolitas, les guste o no.
Esta nueva presencia de los “otros” habitantes de Europa (por ejemplo sólo en
la Unión Europea hoy constituida el número de musulmanes probablemente alcanza
hoy los quince millones, más otros ochenta millones que esperan su admisión en
Bulgaria y Turquía) ha puesto de relieve, no sólo el presente malestar de Europa ante
la perspectiva de una variedad aun mayor, sino también la facilidad con la que los
“otros” muertos del pasado de Europa fueron borrados de su pensamiento. A raíz de
1989 ha resultado más claro que nunca hasta que punto la estabilidad de Europa de la
posguerra descansaba en “ciertos logros” de J. Stalin y A. Hitler. Ambos dictadores,
con la ayuda de sus colaboradores durante la guerra, consiguieron arrasar por
completo el mapa demográfico sobre el que entonces se cimentarían las bases de un
continente nuevo y menos complicado……..
A partir de 1989, con la superación de inhibiciones largo tiempo establecidas,
ha resultado posible reconocer (a veces a pesar de una virulenta oposición y rechazo)
el precio moral que se pagó por el renacimiento de Europa. Polacos, franceses,
suizos, italianos, rumanos y ciudadanos de otras nacionalidades están ahora mejor
situados que nunca para conocer, si es que lo desean, lo que realmente ocurrió en su
país hace tan sólo unas cuantas décadas. Incluso los alemanes están revisando la
historia generalmente aceptada de su país, con paradójicas consecuencias. Ahora, por
primera vez en muchas décadas, es el sufrimiento y victimismo alemán, ya sea a
manos de los bombardeos británicos, los soldados rusos o los checos, el que está
recibiendo nueva atención. En ciertos respetables círculos vuelve a sugerirse
tímidamente que los judíos no fueron las únicas víctimas.
El hecho de si estas disquisiciones son buenas o no es una cuestión para el
debate. ¿Constituye este público recordatorio un síntoma de salud pública?, ¿O sería
a veces más prudente, como entre otros creía De Gaulle, olvidar?. Baste señalar
ahora que estos recientes amagos de perturbadores recuerdos no tienen porqué ser
entendidos, como en ocasiones lo son sobre todo en EE.UU. al yuxtaponerlos a los
actuales brotes de prejuicios raciales o étnicos, como una ominosa prueba del pecado
6. original de Europa: su incapacidad para aprender de los crímenes del pasado, su
amnésica nostalgia, su evidente propensión a volver a 1938.
Europa no esta entrando de nuevo en su turbulento pasado; por el contrario lo
está dejando atrás. La Alemania actual, como el resto de Europa, es más consciente
de su historia del siglo XX de lo que lo ha sido en los últimos 50 años. Pero ello no
significa que se esté viendo arrastrada una vez más hacia ella. Porque dicha historia
nunca se fue. Como “Postguerra. Una Historia de Europa desde 1945” trata de
demostrar, la alargada sombra de la II Guerra Mundial ejerció una gran influencia
sobre la Europa construida a partir de 1945 sin que esto llegara a reconocerse por
completo. El silencio sobre el reciente pasado de Europa era la condición necesaria
para construcción de un futuro europeo. Hoy en día, como consecuencia de los
dolorosos debates públicos que están teniendo lugar en casi todos los países
europeos, parece de algún modo lógico que los alemanes también se sientan capaces
de cuestionar los bienintencionados cánones de la memoria oficial.”
Tony Judt, “Posguerra. Una historia de Europa desde 1945”, Barcelona, Taurus,
2006, págs. 30-32
Tony Judt, texto 3
¿Tiene n futuro la socialdemocracia?. En las últimas décadas del siglo XX se
convirtió en un lugar común sugerir que la razón por la que el consenso
socialdemócrata de la generación anterior había empezado a desmoronarse fue su
incapacidad para desarrollar una visión, y mucho menos instituciones prácticas, que
trascendieran al Estado nacional. Si el mundo se estaba haciendo más pequeño y los
estados más marginales para el funcionamiento diario de las economías
internacionales ¿Qué podría ofrecer la socialdemocracia?
Esta preocupación se agudizó en 1981, cuando el último presidente socialista de
Francia fue elegido con la promesa de que ignoraría los acuerdos y regulaciones de
ámbito europeo e inauguraría un futuro autónomo (socialista) para su país. Al cabo de
dos años F. Miterrand había dado un giro a su política, de forma muy parecida a como
lo haría después el Partido Laborista británico, y aceptó lo que parecía inevitable: no
puede haber unas políticas (ni tributación, redistribución o propiedad pública)
nacionales de carácter socialdemócrata si chocan con los acuerdos internacionales.
Incluso en Escandinavia, donde las instituciones socialdemócratas estaban mucho
más consolidadas culturalmente, la pertenencia a la Unión Europea, -o incluso la
participación en la Organización Internacional del Comercio y otras instituciones
internacionales, parecía imponer limitaciones sobre la legislación promovida
localmente. En suma, daba la impresión de q ue la socialdemocracia estaba
condenada por esa misma internacionalización que sus primeros teóricos habían
anunciado con tanto entusiasmo como el futuro del capitalismo.
7. Desde esa perspectiva, la socialdemocracia, como el liberalismo, fue un
subproducto del auge del Estado-Nación europeo: una idea política vinculada a los
desafíos sociales de la industrialización en las sociedades desarrolladas……. Además
de confinarse a un continente privilegiado, la socialdemocracia parecía ser un
producto de unas circunstancias históricas únicas. Pero cuando las circunstancias
cambian, también deberían cambiar las opiniones. Pasará algún tiempo antes de que
volvamos a saber algo de los ideólogos del dogma del mercado libra…….. Si vamos a
tener Estados y estos van a influ8ir significativamente en los asuntos humanos, la
herencia socialdemócrata conserva toda su vigencia….. Los socialdemócratas tienen
que volver a aprender a pensar más allá de sus fronteras; hay algo profundamente
incoherente en una política radical que descansa en aspiraciones de igualdad o
justicia social y que es sorda a desafíos éticos más amplios y a los ideales
humanitarios. G. Orwell observó una vez que lo que atrae a las personas corrientes
hacia el socialismo y hace que estén dispuestas a arriesgar la vida por el es la mística
de la igualdad. Esto sigue siendo válido así y hoy. Es la creciente desigualdad en y
entre las sociedades lo que genera tantas patologías sociales. Las sociedades con
desigualdades grotescas también son inestables: generan divisiones internas y, más
pronto o más tarde, luchas intestinas cuyo desenlace no suele ser democrático……
Como ciudadanos de una sociedad libre tenemos el deber de mirar críticamente a
nuestro mundo. Si pensamos que algo está mal, debemos actuar en congruencia con
ese conocimiento. Como sentencia la famosa frase, hasta ahora los filósofos no han
hecho más que interpretar el mundo de diversas formas; de lo que se trata es de
transformarlo”
Tony Judt, “Algo va mal”, Madrid, Taurus, 2010, págs.. 214/220 (reelab.)