Este documento discute los desafíos y oportunidades que enfrentan los tesoreros de empresas que hacen negocios en China. Señala tres riesgos macroeconómicos clave: recalentamiento de la economía china, fluctuaciones en la paridad del yuan frente al dólar y euro, y posibles cambios en la normativa comercial de la OMC. También analiza los riesgos de cambio y de pago que deben monitorearse. Finalmente, enfatiza la importancia de comprender las diferencias culturales y establecer una estrategia financiera a
1. China, un paraíso también para los tesoreros
Pierre Bouaziz Darmon - Director de Operaciones de Altin Cash Management Solutions
Las perspectivas del mercado chino parecen inagotables, por lo que no es de extrañar que las
empresas europeas prueben fortuna. Unas palabras frente a las que los responsables
financieros y los tesoreros en particular, acostumbrados a medir los riesgos, se echan a
temblar. Ciertamente, son numerosos: riesgos de cambio, riesgos de pago, riesgos
coyunturales, etc. La misión de los tesoreros, más que bloquear estas iniciativas, consiste en
comprender bien los peligros y tener bajo control los buenos indicadores, pero también
aprovechar las oportunidades financieras que se presentan.
La suerte está echada, incluso sin haber lanzado la moneda al aire. En 2050, con toda
probabilidad, China se habrá convertido en la primera economía mundial del planeta. En honor
a la verdad, para la formulación de esta increíble hipótesis, los oráculos no analizan en
profundidad el riesgo geopolítico y se «contentan» con elaborar sus modelos estadísticos de
crecimiento con base en las cifras actuales del país. Además, hasta que se demuestre lo
contrario, China sigue siendo oficialmente un país comunista, con todas las incertidumbres que
esto implica en relación con el sentido de las decisiones que podrían adoptar sus dirigentes para
propiciar una lógica que difiere de la puramente capitalista.
En términos empresariales, y más a corto plazo, existen, afortunadamente, pruebas que indican
lo contrario y que la actualidad reciente del rescate a Grecia ha puesto de manifiesto. Es una
realidad que China se ha convertido, en solo dos décadas, en un socio económico indiscutible e
imprescindible para nuestras economías (1.er exportador mundial en 2010 y 2.º país por PIB). Su
volumen comercial con el Viejo Continente ha crecido de manera espectacular.
¿Potencial comercial con riesgos de cambio?
Frente al despliegue mediático y a unas perspectivas de crecimiento tan prometedoras, los
directores financieros y sus tesoreros tienen dificultades para hacer valer su tradicional punto
de vista orientado al riesgo, pero no por ello conviene dejar de lado el análisis de la situación.
A nivel macroeconómico, existen tres tipos de riesgos claramente identificables:
- En primer lugar, el recalentamiento de la economía. Algunos síntomas son preocupantes,
como la subida de la inflación (de un 4,5 % anual durante los cinco últimos ejercicios al 6 % que
se registra actualmente), o el aumento regular y considerable de los salarios (un 7 % mínimo
anual en un período quinquenal, pero que, en realidad, se sitúa en torno al 15 % en la
actualidad). Sin lugar a dudas, esto enriquece la demanda interior, pero, de igual forma, hace
menos pertinentes ciertas opciones de aprovisionamiento de las empresas.
2. - En segundo lugar, la paridad del yuan. Las autoridades del país revalúan con frecuencia la
divisa china frente al dólar o al euro, si bien es cierto que a regañadientes, porque,
evidentemente, desean proteger la competitividad de sus exportaciones. Durante los últimos
cinco años, por ejemplo, esta divisa se ha apreciado un 27 % frente al dólar, hasta establecerse
en 1 dólar = 6,86 yuanes. Un aumento insuficiente en opinión de las autoridades
estadounidenses, pero, sobre todo, poco ajustado a la realidad y, por tanto, susceptible de
inestabilidad (los expertos estiman que la paridad correcta debería ser de 1 dólar = 3-4 yuanes).
Esto repercute directamente en el precio de las importaciones europeas, pero también en la
competitividad de sus productos en el mercado chino.
- La normativa sobre intercambios comerciales con China debe evolucionar obligatoriamente.
Principalmente, el país corre el riesgo de perder, en un futuro, ciertas ventajas (como, por
ejemplo, el derecho de cobrar impuestos aduaneros más elevados) que la OMC autorizó por su
calidad de país emergente en el momento de su adhesión en 1999. La evolución de esta
normativa y de sus derechos va a repercutir, por un lado, en los procesos comerciales, pero
también, una vez más, en el precio de los productos.
Un riesgo de pago que disminuye poco a poco
Para cualquier tesorero de una empresa que comercie con y/o en China, existen ciertos puntos
que deberá vigilar de inmediato. El primero, como sucede con cualquier país que disponga de
divisa propia ―es decir, lo contrario a la zona euro―, es importante tener en cuenta el riesgo
de cambio. La apreciación programada del yuan (sí, pero ¿cuándo y cuánto?) obliga al
profesional a preguntarse incesantemente sobre las condiciones de financiación de sus
actividades en términos de duración, divisa o impuestos. La actividad exige atención, pero los
beneficios potenciales son, a todas luces, más elevados que en una situación estabilizada.
También lo son las pérdidas, puesto que el riesgo de pago es más específico en China. Coface
viene publicando, desde hace más de ocho años, un estudio anual dirigido a medir este riesgo.
En su última edición de junio de 2011, se destacaba una tendencia hacia la mejora en este
aspecto, dado que un 26 % de las empresas ya no sufren retrasos en los pagos (frente a la casi
totalidad de los dos años precedentes). Sin embargo, no conviene obviar que el colapso de
empresas ha crecido significativamente durante la crisis financiera, también en China, y a pesar
de unos índices de crecimiento del PIB que siguen siendo impresionantes (un 8,8 % en 2011
frente a un 10,3 % en 2010).
Entre los otros puntos a los que se debe prestar atención, la elección de socios financieros
merece un lugar destacado. La mayoría de las entidades bancarias europeas están presentes en
China, por lo que se podría considerar simplemente una ampliación, en este nuevo mercado, de
las relaciones establecidas en Europa. Esto implicaría obviar el creciente auge de los bancos
chinos, principalmente en los países emergentes. En su búsqueda de financiación, ante los
tesoreros se abre, por tanto, la posibilidad de ampliar, en mayor o menor medida y rapidez, el
círculo de proveedores bancarios. Incluso se podrían anticipar a la siguiente etapa, es decir, al
refuerzo de la presencia de bancos chinos en suelo europeo. ¿Por qué no entablar constructivas
negociaciones con sus socios históricos?
3. Aceptar y gestionar las diferencias culturales
Estas incertidumbres, si bien son lógicas, no se deben emplear para frenar la inversión de una
empresa en el mercado chino. Así, los tesoreros deben considerar esta situación como un caso
práctico que les permite demostrar su talento como gestores concienciados de los riesgos (¡y
oportunidades!) inherentes a la financiación de esta actividad y sus ciclos de pago. También
existen diferentes formaciones, destinadas a acompañar el desarrollo comercial en China, que
suelen poner especial énfasis en las diferencias culturares que existen con este país y que,
precisamente, tienen una gran repercusión en las relaciones comerciales. El significado de la
palabra de honor o el lugar que ocupan los silencios son dos ejemplos citados con frecuencia
sobre los matices que se deben conocer y tener en cuenta. Para cualquier tesorero y gestor de
créditos, esta es una información indispensable de la que debe estar al tanto antes de lanzarse a
recuperar una factura o a negociar con un baquero local.
Por fortuna, existen elementos más clásicos sobre los que fundamentar una estrategia en China.
En especial, cualquier dirección financiera sabrá apreciar en su justa medida ―sin juegos de
palabras malintencionados― el hecho de que este país haya adoptado en 2007 unos preceptos
contables fuertemente inspirados en la órbita de las Normas Internacionales de Información
Financiera. Una decisión aplicable, oficialmente, a las empresas que cotizadas en China, pero
que, con toda probabilidad, se extenderá al conjunto de la economía. Por tanto, en un futuro
será más sencillo interpretar los balances, juzgar la solidez de un socio o, llegado el caso,
publicar los resultados de una filial creada en este país.
En el terreno táctico, un enfoque satisfactorio es aquel que, por ejemplo, mezcla las mejores
prácticas tradicionales, «harmonizadas» a nivel mundial para el conjunto de las filiales, y luego
se completa con aproximaciones más específicas para el mercado chino. Dicho de otra forma, se
trata de racionalizar y homogeneizar todo aquello que sea posible, sin riesgos. En este sentido,
los paquetes de software y, en particular, los disponibles en modo SaaS, resultan especialmente
útiles, ya que permiten compartir buenas prácticas y garantizan a los responsables financieros
una excelente reactividad, ya sea en términos de rapidez en la implementación ―por ejemplo,
en un nuevo emplazamiento regional― o de incorporación de nuevos elementos normativos. El
tiempo y el esfuerzo que se ahorran se pueden reinvertir, además, en tareas más específicas y
con un mayor valor añadido. El potencial del mercado chino exige, en cualquier caso, que los
tesoreros se organicen concienzudamente lo mejor que puedan y con un enfoque ad hoc.