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MANIFIESTO AZUL
    fanzine de literatura e inquietudes varias
	      Otoño 2009 	    	              número 8




                                                 © Cristina Franco Roda




              Depósito legal: MU-3094-2008
Editorial                                                                       Poesía
                                   … es difícil olvidar esta palabra en estos
                                    tiempos. Ya vivas en el centro de Ma-                                             No ser lo que se era (es decir,
   Crisis,                           drid o en la Patagonia; estés en el paro   AJUSTE DE CUENTAS                     ser finalmente lo que se es) es
                                      o tengas el mejor trabajo del mundo;                                            ponerse
Cr       isis              ,          seas un optimista irredento o un pesi-    Para la noche suave de tu habitación,
                                                                                                                      frente a un espejo que no nos
                                       mista, parece que alguien quiere obli-   para pegarte un viaje.                refleja.
Crisis                                 garnos a pensar en tantos por cientos
                                                                                Un corazón que late con silenciador
                                                                                al conectar los cables...
                                                                                                                      Pero descubrirlo de repente,
                                                                                                                      por un latigazo de luz infringido
                                      e hipotecar nuestras vidas.               Suave es la noche –Quique González-
                                Por eso, y por tantos otros motivos, desde                                            en el alma,
Colectivo Iletrados queremos traeros este remanso azul para que olvi-                                                 es desconcertante,
déis los agüeros de tanto periódico de papel naranja y de televisiones con                                            porque no queda herida ni marca
                                                                                Sería bueno tener memoria de pez
información bursátil en su parte inferior. Te ofrecemos unos minutos de                                               sobre la piel
                                                                                en ocasiones,
nuestra creatividad para que te relajes y disfrutes de esta nueva edición de                                          pero su sabor se mezcla con la
                                                                                para que el dolor o el remordimiento
Manifiesto Azul.                                                                                                      sangre
                                                                                no nos pudieran robar ni un ápice
        Otra vez son 52 las páginas y otra vez son nueve las secciones de                                             sin dejar de girar.
                                                                                de lo que nuestros ojos tristes han
este número; todo lo demás es nuevo. En esta ocasión encontrarás desde          visto.
recomendaciones de uno de nuestros autores de cabecera, como Roberto                                                  Sería bueno tener memoria
Bolaño, hasta la traducción de dos poemas de un poeta israelí poco cono-                                              de elefante
                                                                                No se lo digas a nadie (yo prometo
cido fuera de su país, en la sección “Transiciones”. Entre las colaboracio-                                           en ocasiones,
                                                                                no hacerlo) pero todo el mundo
nes que nos han llegado y que a lo largo de estas 52 páginas te invitamos                                             para que la belleza nos asaltara
                                                                                tiene un precio al que está dispuesto
a conocer, podrás encontrar desde poemas de jóvenes que comienzan en                                                  a punta
                                                                                vender el alma para convertir las
la Literatura, hasta los microrrelatos inéditos de un clásico del género: el                                          de pistola y nos demandara,
                                                                                cuentas
argentino David Lagmanovich.                                                                                          de forma discreta,
                                                                                pendientes que se fueron adquiriendo
        Mantenemos nuestra apuesta por la poesía callejera de “Escrito en                                             los labios o la vida.
                                                                                en cuentas corrientes del día a día.
la calle” e incluimos, por primera vez, una breve obra teatral. Si la lectura
de MA no te es suficiente para alejar la funesta palabra, prueba con la mú-     Y eso me asusta. Me asusta que ya
sica de Alondra Bentley, a la que entrevistamos en este número, o a ver         no exista el siempre o el jamás
una película, por ejemplo uno de los westerns sobre los que escribe Ana                                               PASOS DE CEBRA
                                                                                para mí,
Aitana Fernández. Todos estos textos los podrás disfrutar acompañados           yo que puse mi mano en el fuego
por las ilustraciones de Raúl Estal y de Cristina Franco Roda, que nos                                                Nunca volverás a caminar dos
                                                                                cientos de veces y no me quemé.
ha diseñado una portada especial para nuestro fanzine.                                                                veces
                                                                                Me asusta poder descubrir mi precio
                                                                                                                      por el mismo paso de cebra,
                                                                                y que sea de mercadillo, de marca
 Desde                                              sólo nos queda agra-                                              no al menos al son de la misma
                                                                                blanca,
 decerte que hayas elegido ser un miembro más de Manifiesto Azul, el más                                              melodía
                                                                                de falsificación que vendí como
 importante, y recordarte que puedes encontrarnos las 24 horas del día en                                             y el mismo cielo.
                                                                                auténtica.
 colectivoiletrados.blogspot.com. Te esperamos.                                                                       Podrás cruzar hacia la otra orilla
del tiempo                              SIETE TRISTEZAS Y TÚ                   QUÉ TRISTE es pensar ahora en         (pueril jeroglífico
cuantas veces quieras                                                          tu espalda de repente, desnuda.       que me salva y me aniquila)
pero nunca dejando sobre el asfalto                                            En mitad del pasillo, la verdad ha    les hablaré hasta que duela la luz
las mismas huellas.                     Apretar los labios. Sentir cómo el     puesto una silla.                     y se apaguen,
                                        aire no me arranca las ganas de ti.    Me pasé toda la tarde corriendo       y callen hasta poder hablar.
La contingencia de nuestra vida         En la iglesia no espera más que el     detrás de ti, los dos disimulamos     Los miraré tanto...
queda                                   sueño de un perro gigante, blanco.     bien.                                 Los miraré tanto...
marcada en la geometría de sus                                                                                       que pestañear será como
líneas,                                 QUÉ TRISTE es pensar ahora en          QUÉ TRISTE es pensar ahora            el reflujo de un mar
en ese pentagrama urbano donde          todo este tiempo pensándote.           que te quise como seguramente se      vetusto y cansado
interpretamos                           Vamos a alcanzar el final del paseo    quieran nuestros padres, como se      de oleaje débil que aún
parte de lo que fuimos y seremos        sin que nadie nos mire.                quisieron nuestros abuelos.           cree ondular enérgico.
con la huella caduca de nuestro         Ayer alguien preguntó con tu voz       Estás despeinado, fuera de aquí.
caminar.                                cosas que yo pensaba, y no me                                        Y los miraré tanto...
                                                                               Me coloqué ante el amor, te vi.
                                        dejó contestar.                                                      los amaré tanto...
Y es precioso que así sea.                                                     QUÉ TRISTE es pensarlo ahora. que creeré ver,
Que la música escrita por nuestro       QUÉ TRISTE es pensar ahora en                                        abandonando la ceguera
devenir                                 ese muro.                                                            del inexorable yo
sea siempre distinta en cada esquina,   Los tres días, dos llamitas, un beso                                 que me hace sujeto
como una obra constantemente            que no ha llegado.                                            LANA de mi oscuridad,
escrita                                 Tiendo la ropa mojada, la mancho                                     de tu inexistencia.
por anónimos pasos.                     de tiza, de palabras.
                                                                               LOS MIRARÉ TANTO...
Sólo los edificios que desde lo alto    QUÉ TRISTE es pensar ahora en                                                                 Tama Imrani Ruiz
nos ven                                 esa foto, y nosotros allí.             En el descompensado
como notas dispersas cruzarlos,         Último trago, casi vacía, huyamos.     e intranquilo equilibrio
serán testigo de esta breve sinfonía,   No dije nunca “quédate”, tú no         pondré tus noches a remojo,
de ese arte efímero que representa      sabías espiarme cuando todo era        deshojaré las horas                          ABRE LA VENTANA
la vida del hombre.                     grave.                                 tras los despojos                                Y ENTRA
                                                                               de madrugadas náufragas
                                QUÉ TRISTE es pensar ahora en                  de apasionados rojos                  Todo comenzó
                                el principio, desde el final.                  amarillentos verdes                   Cuando el grillo
                                Aquella tímida y primera luz pasó              y versos cojos.                       Ladró al perro:
                                sobre nuestras cabezas.                                                              Deja en el pasillo
          Alberto Caride Brocal Si me partiesen ahora por la mitad,            Siguiendo el orden lógico             Las cosas
                                partirían tu nombre.                           de un palpitar acróstico              Que no quiero.
                                                                               someteré a tus ojos a mil preguntas
Desafía al arco iris             IN MEMORIAM                             aquella noche                   romperse como un cristal,
con un cenicero.                                                         que me visita cada día          quemarse en una vela,
Viola a la diosa Isis                                                    con nocturnidad y alevosía.     lucirse en la oscuridad,
Vestido de jilguero              Batalla diaria contra el olvido,                                        pelearse con el acero,
Ábrete la cabeza                 me esfuerzo                             Entre el dolor y el olvido      relacionarse con la obviedad,
Chocando contra un beso.         en recordar cada momento                elegí el dolor.                 escribir siendo coherente,
                                 de la última noche                                                      bailarse la sordera,
Ok… perfecto,                    que he pasado contigo.                                                  agarrarle un pie a un coyote,
El mundo no está loco,                                                                                   y derrotarse en la violencia.
Pero simplemente                 La oscuridad nos fue envolviendo,                 Pascual Pérez Navarro La vida es una condena.
yo no lo acepto.                 como una pesada manta de invierno
                                 o una canción de Serrat que me vino                  EXILIO
Y subes la escalera              a la memoria
enroscada al cuello              mientras la ciudad, ebria,                          de “Pisadas sin huella”   CUANDO TODO SUCEDA
de mi cremallera.                iba poco a poco esfumándose con la
                                 música.                                 El exilio                     Cuando todo suceda
Y los peldaños                                                                                         algunos dirán que sí,
                                                                         debe ser frío, rugoso y cortante.
Son la vereda de los años        Nos tambaleamos hasta tu cama,                                        que siempre se puede.
                                                                         Algo así como el lugar que surge
Que me quedan.                   negra.                                                                Otros dirán que no,
                                                                         en mi cama- pese a sus limitadas
                                                                         dimensiones- cuando te enojas que ya es tarde.
Y no te preocupó                 Baja las persianas, que no sepan        y giras tu cuerpo             Otros pasearemos desnudos
Que viniera cualquiera           nuestros cuerpos                        y me condenas                 al amanecer.
Y nos viera.                     que ya se hizo de día.                  al abandono de tu espalda.    Otros permanecerán sentados
                                 Acurruquémonos, así, desnudos,                                        esperando la vuelta
Arrancarle las uñas              parece que nos hicieron a medida                                      de las aves migratorias.
a la tormenta,                   para encajar el uno junto al otro.                                    Cuando todo suceda,
sentarnos a las afueras          Juguemos al cíclope, juntar los ojos,         Adrián Ballester Cerezo sólo algunos perderán
de una estrella,                 Besarnos hasta sentir que perdemos                                    sus certezas viajeras.
o provocar al viento diciendo:   el conocimiento
te espero fuera.                 Rozar cada parte del cuerpo                  DE ARRIBA A ABAJO
                                 Abrazar
Ok… lo entiendo,                 Y luego,                                Mecerse en una sirena,                              Alfonso Torre
Los sueños sólo son sueños       Vuelta a empezar.                       dispararse con un reloj,
Pero simplemente                                                         desplegarse en el humo,
Yo sí me los creo.           Así lo haré cada noche, te prometí,         correr debajo de un grifo,
                             como si todas las noches                    malearse en un papel,
         Fran García Pujante se fundiesen en una única noche:            quedarse cuadrado en la mesa,
KIRK DOUGLAS                 nuevos,                                y las puntas de los dedos se          donde podemos encontrarnos juntos
                                     Si puede ser,                          resienten, los pasos se invierten e   y levantar los ojos sollozando.
Préstame un gramo de tu droga        Provista de poemas nuevos              inconscientemente borran              Tenemos la razón y la discordia ya
Y yo te daré un kilo de mi dignidad. Que están por escribir.                sus huellas,                          va quedado infectada.
No necesito correr para estar cansa- Necesitamos certezas sin corteza       pensando en los rastros,              El filtro de los años nos drena las
do                                   Y esperanzas limpias, creíbles,        los síntomas, los indicios,           penurias, aunque también se nos
Tu necesitas estar cansado           Necesitamos más futuro.                que hay en el suelo, en mi cuello y   escapen por el agujero todas las
Para correr                          Precisamos de más vidas, para vivir-   en mi cabeza.                         riquezas.
Y correr te hace perseguir           las y desvivirlas,                     Algo ha vetado el paso al edificio,   Pero al final todo es un escudo,
Paranoias de infinito,               Y amar y ser amadas,                   lo ha puesto en cuarentena,           hecho de maleza, así, a lo natural,
Fantasías de televisor,              Leer hasta dormidas,                   Sin precinto que valga, ni guardas,   pero también, incluso siendo
Que hace más ricos                   Rincones de soledad para seguir        ni fronteras.                         vástago de nuestra carne, tiende
A los más ricos.                     leyendo                                Pero yo sí que noto esa aduana,       hacia el bronce,
                                     Y quedadas iletradas con cerveza y     ese cobro de un tributo               forjando un nuevo paracaídas astuto
Que se muera el comunismo            humo,                                  de sudor e hipocondría,               e incrédulo,
Que se muera el fascismo             Que también salvan.                    esa picazón que me coloniza.          fuerte en su debilidad, casto en sus
Que se muera el anarquismo                                                  Ante la puerta de una habitación      devaneos.
Que se mueran los ocupas             “Para salvarme, para salvarnos,        cerrada a los espías,                 Puede que pienses que estoy ciego,
Y los hippys y los punkis            O nos salvamos las dos,                donde sólo estoy yo y un aleteo       si no me ves,
No sois nada                         O no existe tal salvación”.            sordo y alarmante,                    Puede que como hipótesis valió lo
No valéis para nada                                               (Lana)    una espalda se revuelve hasta que     que perdimos.
No estáis salvando el mundo                                                 irrumpe la insolente luz del día.     Suerte es la del que sabe hacerse
Solo estáis dentro de él.                                                                                         daño inoculándose una extemporá-
                                                                                                                  nea inyección de intemperie.
                                                                  EME                DOS MÁS DOS                  Desafortunado aquel que no sufra
                                                                                                                  en el éxtasis de tanta insolación;
                     Tomás Mula                                             Regalaste un libro de poemas,         pobre de aquel que no se quede
                                                                            que ahora sirve como escudo           a oscuras y desnudo,
                                                                            a un espadachín inquieto              para comprender que dos más dos
       PARA SALVARME                         METAMORFOSIS                   y barbudo al que le va quedando       nunca serán uno, y que uno más
                                                                            poco pelo en la sesera.               uno, nunca fueron dos.
Para salvarme, para salvarnos,      Esquinas que corren despavoridas sin    Alguna vez has creído, como yo,
Hace falta mucha voluntad,          rumbo                                   que me iba a perder
Y alguien que nos eche un capote.   Han decidido morder las atmósfera       en los entresijos del recuerdo,
                                    y afilarla hasta hacer con ella, una    Pero creo que precisamente es allí
Necesitamos, por lo pronto,         dama de hierro,                         donde todos volvemos, de vez en       Juan Manuel Sánchez Meroño
Una escoba nueva con poderes        El hormigueo entumece los extremos      cuando,
Transiciones
               CORAZÓN. Esta palabra vale para toda clase de movimientos y de de-
               seos, pero lo que es constante es que el corazón se constituya en objeto de
               donación -aunque sea mal apreciado o rechazado.
               (Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso)




               El ser humano es un animal cubierto de ropa.
               Surge, a veces, en la chica, la necesidad de quitársela. Vivir, dijo Luis, es
               plegar banderas. Por qué no también doblar toda tela y dejarla a un lado.
               No puede, la chica, por mucho que quiera, desvelar su piel. Busca quien
               la desentrañe como quien busca una canción que cure. Quiere revelarse
               como papel fotográfico y al final descansar con la sensación de haber con-
               seguido algo sin adjetivo. Entregarse es lo contrario a una rendición. Des-

Desnudez       nudos los cuerpos, comprenderemos que todos guardan un mismo rasgo.
               Y después la siguiente pregunta, qué es íntimo.
               El lenguaje funciona como un escaparate lleno de cosas brillantes. Entre
               ellas y tú, el cristal. Pero mis palabras -piensa la chica- ojalá fueran un
               martillo. Escribe, la chica, como quien se baja la cremallera del vestido,
               cada oración es un tirante que se desliza, camisetas tiradas en el suelo, las
               botas solas en una esquina de la habitación y los pies volando al otro lado
               de la ventana. Quién eres tú para desnudarte, se duda a sí misma, esas co-
               sas no se hacen. Y sin embargo, no puede evitar seguir confiando en que
               se debe a la desnudez.

               (Y, algún día, mostrar el lunar que nadie tiene y que nadie ha visto.)




                                                                             Reme Perni
UN DÍA CUALQUIERA                                         ciona con la mirada desde muy cerca). Ah, seguro que sí está casado pero
                                                                              no se acuerda. Claro, a ver si es verdad que a veces perdemos la cabeza.
                                                                              (X vuelve a su lectura.) Pues hace muy mal de no casarse, el hombre tiene
                                                                              que estar acompañado. Un hombre sin mujer es como un ajedrez sin piezas
(X está de pie en mitad de la calle. Lleva un libro en la mano. Y aparece     blancas. No se puede ir por la vida así, solo, como un animal. Te conviertes
por un lateral).                                                              en una bestia sin sentimientos. La degradación del ser humano empieza
                                                                              por la soledad. Estamos solos y todo está permitido. Es asqueroso; un día
Y: ¿Está usted esperando?                                                     empiezas porque no te afeitas, al siguiente repites ropa interior, después
                                                                              la casa sin limpiar, comes de las sobras, te tiras pedos en el salón sin nin-
X: Sí                                                                         guna vergüenza, además que los hueles, te da gusto olerlos. ¡Y todo por
(Larga pausa).                                                                dejadez, no por otra cosa! Luego pasan los días y uno no se lava, y se tira
                                                                              más pedos, hoy no me ducho que tengo prisa, y venga más pedos y al final
Y: ¿Y qué espera?                                                             crea una nebulosa alrededor que es como un campo de fuerza, inmune para
                                                                              el que lo lleva encima, pero destructivo a todo aquel que se acerca. No, si
X: El autobús.                                                                sólo hay que verlo a usted, tiene la pinta del perfecto soltero.
(Pausa).
                                                                              X(que conforme iba escuchando ha ido prestando atención): ¿Está usted
Y: ¿Le importa que espere con usted?                                          casado?
(X se encoge de hombros, señal inequívoca de que no le importa. Se sienta
en un banco y lee).                                                           Y: ¡No! (ofendido por la pregunta). Vaya insinuación, ¿por quién me ha to-
                                                                              mado? ¿Qué pasa, que hay que seguir el patrón de lo establecido? No sé en
Y: Pensé que se me hacía tarde. ¡Qué vergüenza, imagínese! Llevo toda         qué mundo vive usted, pero hoy existe una cosa llamada “libertad”. ¿Qué
la semana pensando en lo mismo, y cuando llega el momento casi se me          pasa, que no se entera? Las personas ya no necesitamos tener a alguien
olvida. Siempre me decían que un día perdería la cabeza. (Ríe). Pero eso      a nuestro lado para reafirmarnos como seres perfectamente equilibrados.
debe ser difícil, ¿no? Vamos, digo yo. Así, pegada al cuello, no creo que     Esa época ya pasó. Ah, claro, pero para usted no. Usted es de la vieja es-
sea muy fácil que se pierda.                                                  cuela, de los que les gusta tener a la mujer como una esclava. Y si se le da
                                                                              un cachete a tiempo, mucho mejor, ¿verdad?
X(irónico): No está usted molestando…
                                                                              X: Oiga, pero si yo no…
Y(no se da por aludido): Usted parece una persona muy ordenada. Seguro
que guarda todos los calcetines bien dobladitos en los cajones, y las cami-   Y: Ya entiendo, usted aplica la ley del rey de la selva. Deja la señora en
sas perfectamente planchadas. ¿Está usted casado?                             casa y se va como una bestia buscando hembras en celo para aparearse. Se
                                                                              le ve en cara que es un depravado.
X(le mira casi de reojo, sin inmutarse): No.
                                                                              X: ¿Pero qué está…
Y(visiblemente sorprendido) ¿No? ¿Seguro que no? (X asiente con la ca-
beza). Pues qué raro, tiene usted la pinta del perfecto casado. (Lo disec-    Y: ¿Y además me interrumpe? ¿Qué pasa, que no ha hablado ya bastante?
Compadezco a su mujer, a la pobre le ha tocado cargar con un despojo
               como usted.

               X: ¡Pero si no estoy casado!

               Y: Sí, sí, tiene usted la pinta del perfecto gilipollas.
               (Ambos se giran cabreados. X con un signo de incredulidad y casi con
               ganas de pelea, pero se domina. Y bastante indignado. Pausa).

               Y ¿No le parece curioso?

               X(a regañadientes): ¿El qué?

               Y: Que estemos aquí, hoy, los dos. No es casualidad, las casualidades no
               existen. (X sigue a lo suyo, pero Y se gira hacia él y se acerca). Los dos
               estamos solos, y usted lee un libro, no puede ser que tanto parecido sea
               casualidad. Además, los dos nos hemos hecho las mismas preguntas.

               X: No entiendo…

               Y(señalando al suelo donde no hay nada): ¿Nunca se ha preguntado
               quién puso esa piedra ahí? ¿Precisamente ahí?

               X: ¿Qué piedra? Ahí no hay nada.

               Y: La piedra no es la cuestión, es el concepto. Es posible que sea usted
               demasiado estúpido para comprender estas cosas, pero por favor, haga un
               esfuerzo. ¿O por qué las hojas de los árboles son verdes, pero cambia de
               estación y cambian de color?

               X(incrédulo): Yo, la verdad…

               Y: ¿Nunca se ha preguntado hasta dónde se lava la cara un calvo?

               X: Creo que debería irme.

© Raúl Estal   Y: ¿Y por qué estamos hoy aquí?
X: Estoy esperando un autobús.                                                  gente como si fueran peces en el acuario, con admiración pero con pena.
                                                                                ¿Cree que no me he dado cuenta? Odia lo diferente, lo que se aleja de usted.
Y: Esta mañana me he levantado y he puesto la tele. Mientras cambiaba de        Piensa que las cosas pasan y no se pueden evitar, ¿verdad? Lo que le ha pa-
canal para evitar la mierda que ponen a diario, una cosa me ha llamado la       sado a esa niña era algo irremediable. Incluso se lo merecía, ¿no es cierto?
atención. Esta madrugada han detenido a un hombre. ¿Sabe por qué lo han
detenido? (X se encoge de hombros). Porque había secuestrado a una niña         X: ¡Usted no me conoce!
y la ha retenido durante diez años en su casa. Estaba encadenada a la pata
de una cama en un sótano oscuro y pequeño donde se colaba la humedad.           Y: ¿Se hubiera cambiado por ella? ¿Desearía haber estado en su lugar
Se pasaba el día sola, sin ver ninguna cara, ni escuchar voces, sin una         mientras la niña estaba a salvo? Sólo hay un modo de saberlo. (Y saca un
ventana por donde entrara la luz. Sólo tenía la compañía de este hombre         cuchillo de su ropa). Ahora veremos hasta donde llega su decencia. Le voy
al anochecer, cuando entraba allí para darle comida, maltratarla o violarla.    a proponer un juego: usted coge este cuchillo y me mata, o yo lo mato a
Han podido rescatarla y la niña, que ahora tiene diecinueve años, estaba        usted, elija. (X permanece en pie, aterrado, pero sin moverse). Vamos, no
en un estado lamentable. Cuando iba a entrar en la ambulancia, le han pre-      es tan difícil, es un simple ejercicio de supervivencia. Sólo tiene que cla-
guntado qué quería hacer, y ha contestado que lo único que desea es vivir       vármelo. (Se acerca a él y trata de dárselo, pero X retrocede).
con ese hombre, necesita volver al sótano donde estaba. Se ha convertido
en su vida y dice que no puede vivir sin él. ¿No le parece grotesco? Querer     X: ¡No, déjeme, está usted loco!
revivir la pesadilla una y otra vez. ¿Cree que hablarían entre ellos cuando
la visitaba? ¿Acaso puede existir amor entre un preso y su carcelero? No        Y: ¡No sea idiota! ¿Es preferible morir a vivir con la conciencia manchada
lo sé, lo único que tengo claro es que la dependencia te va consumiendo         de sangre? Piénselo bien, si usted no lo evita, voy a hundir este cuchillo en
poco a poco hasta hacerte débil, y esa debilidad mezclada con la violencia      su pecho, muy lentamente, y una vez que lo haya hecho, lo retorceré para
te vuelve dócil como un perro, y al final ya sabemos qué sienten los perros     asegurarme que sus tripas se esparcen por todos lados. Después, mientras
por sus dueños. El amo puede ejercer su poder de cualquier modo, como           usted nota como un hilo de sangre le sale por la boca, pasaré la hoja del cu-
y donde quiera, sin que se le pueda exigir ninguna responsabilidad. ¿Qué        chillo por su cuello, pero no será un corte brusco, no, lo haré de tal manera
nos mueve a cometer esas barbaridades? Aún más, ¿qué puede mover a              que siga viviendo, que pueda sentir cómo se le nubla la vista, el corazón va
una persona a sentir devoción por quién lo trata así? Si tuviera que ser        fallando y nota un sudor frío que le recorre la espalda. Y tendrá conciencia
uno de los dos, ¿en qué lado le gustaría estar? ¿Ser víctima o verdugo?         de que se muere cuando me vea clavarle el cuchillo por distintas partes
A primera vista, nadie querría vivir un calvario así. Rechazaríamos esa         de su cuerpo, pero ni siquiera lo note. Y oirá, ya desde muy lejos, mi voz
posibilidad, pero ¿sería capaz de cometer esas atrocidades con alguien?         recordándole que pudo haberlo evitado. Me escuchará cómo le insulto por
La libertad la ponemos nosotros, hoy todo vale. El único argumento que          ser tan estúpido, por elegir el camino equivocado cuando tuvo elección.
existe es el de la sinrazón, porque si no nos mostramos fuertes pensamos        ¿No lo entiende? Le estoy dando una oportunidad, ¡aprovéchela! La niña
que los demás nos pisotearán. ¡Y puede que sea cierto! No he conocido a         no pudo elegir, usted sí. Vamos, sálvese, coja el cuchillo y máteme. No
nadie que se cambiara por otro que estuviera peor que él. ¿Cómo llamaría        pudo salvar a esa niña pero si me mata, podrá salvar a muchas o tras. ¡Tiene
eso, síndrome de salvar el culo? (X se ha girado y lee su libro). Muy típico,   que hacerlo, tiene que ayudar a todas esas niñas! ¡Vamos, acabe con este
usted es de esos, un hipócrita que aparta la cara del mundo porque lo único     monstruo!
que le preocupa es coger un puto autobús que le lleve a ninguna parte. Sí,                                          (FIN)
con su cara seria y su libro pretende aparentar que la gente no le preocupa,
que tiene bastante con lo suyo, pero en el fondo es una escoria. Mira a la                                                                  Óscar Gallego
Narrativa y Relato                                                 bitual (¿acaso existía otro?) de toda his-
                                                                   toria de amor de mi colegio. Salíamos
                                                                   a caminar de la mano por el patio del




                                                                                                                                            ©Irma Gruenholz
EL AMOR A LOS SEIS AÑOS                                            recreo, compartíamos el almuerzo, nos
                                                                   dábamos besos en las mejillas y realizá-
                                                                   bamos otras prácticas más escabrosas que aún
                  Uno, a los seis años, cree saberlo todo so-      hoy me niego a detallar (soy un caballero). Incluso
              bre el amor. Y realmente lo sabe todo. A esa         dimos el paso que en nuestra sociedad escolar signi-
              edad los mecanismos de cortejo aún no se han         ficaba la oficialización de una relación: nos sentamos
               convertido en un laberinto de miradas, sms,         juntos en el autobús que nos llevaba de excursión.
               Meetics y borracheras de garrafón. A los seis       Yo creía (sabía) que Estela era el amor de mi vida, y que
                años, si a uno le gusta un ser del sexo opuesto    nunca nos separaríamos. Sabía también que este senti-
                (si es del mismo, es otra historia), se lo dice,   miento operaba, como es lógico, cambios en mi estado
                sin ambages, y si ella acepta empiezan a salir.    de salud. Un día, mi madre me llevó al médico por no
                 Ese fue el camino (¿acaso existía otro?) que      se qué motivo (¿anginas?). Cuando el doctor me aus-
                 seguí con Estela: mi primera novia.               cultó, se dio cuenta de que tenía una frecuencia cardia-
                  Era el invierno de 1988, invierno de jerseys     ca mayor de lo habitual. Mi madre le echó la culpa a
             de lana y dos canales de televisión, y Estela y       la fiebre, pero yo, con toda la sabiduría de los seis años,
        yo comenzamos una relación que se prolongó du-             concluí para mis adentros que la causa era el amor. Y con
      rante varios meses. Elegí a Estela por una razón muy         una felicidad que ni la inyección del practicante pudo
     simple: era la niña más guapa del mundo. Hoy con los          mitigar, me mantuve todo el día en una nube.
     años, que no con la experiencia, creo que me fijé en Es-              Como habrá adivinado el avieso lector,
    tela por su exotismo. Estela tenía los ojos achinados y        mi historia de amor con Estela terminó pronto.
   un pelo negrísimo y lacio que le enmarcaba la frente en         Pero la causa de su fin no fue, como suele ocurrir
 forma de flequillo rectangular. Estela era española, pero         en las películas infantiles, un cambio de lugar de
 su rostro era lo más parecido a una niña extranjera que yo        trabajo del padre de Estela. La causa fue el verano.
 jamás había visto. En mi pueblo (en el extrarradio de una                 En aquella época nuestra existencia, la que podíamos recordar, se
 ciudad del extrarradio del país) apenas había extranjeros,        circunscribía a apenas unos tres años, por lo que tras dos meses de sepa-
 eso vino después. Por aquel entonces, tan sólo había un           ración, en Septiembre todo había cambiado. Estela ya no quería ser mi
 chaval en todo el colegio que no había nacido aquí. Era           novia, y yo estaba más preocupado por el fútbol que por las niñas de mi
  negro y jugaba de maravilla al fútbol, por lo que, como          clase, con las que en adelante, y hasta la llegada de la adolescencia, nos
  era lógico, todos le llamábamos Pelé. Por eso me fijé en         comunicamos a base de pedradas.
    Estela, porque, aparte de Pelé, ella era el único vestigio             Hoy ya no vivo en aquel pueblo, pero cuando vuelvo y me encuen-
         que había en mi vida de que los rostros que veía por      tro a Estela, apenas un saludo, con sus piercings, sus kilos de más y su
         televisión (declive de regímenes comunistas, Plaza        flequillo, recuerdo que un día fue la niña más guapa del mundo.
        de Tiananmen) existían de verdad.
    Mi relación con Estela siguió también el recorrido ha-                                                     Basilio Pujante Cascales
AUNQUE NO PUEDAS VER                                             todo el rato. La gente te admira mucho y quiere hablar conmigo de lo mu-
                                                                                cho que les gustan tus cuadros. Yo sólo puedo decir que sí, que parece que
                                                                                a la gente le gustan. Que a los pintores buenos les pareces prometedor. Que
        Es duro no poder ver lo que pinta tu pareja, más aún cuando a tu        trabajas muy duro y que te importa de verdad. Que he pasado la mano por
alrededor no paran de llamarlo para que muestre los cuadros, dé confe-          la pintura, y que a veces las líneas son suaves, y a veces son rugosas. Que
rencias, o envíe fotografías. Hubo un tiempo en el que quise operarme,          hay cuadros con los que has sufrido durante meses, y otros pequeños que
pero me dijeron que tendría que dejarlo todo durante diez años: que iría        son el fruto de una noche en vela. De cuando me acuesto y estás pintando,
de quirófano en quirófano, y que no había garantías de que al final pudiera     y me despierto y sigues en el mismo lugar. De cuando vamos en el coche,
distinguir formas o colores con claridad. Lo pensé y decidí seguir con mi       y estás callado, y sé que piensas en tu cuadro.
profesión y mi vida, aunque no pudiera ver las cosas a las que él estaba        —A mí no me importa que no puedas ver. Hay cosas en el mundo que no
dedicando la suya.                                                              son pintura.
—¿Qué haces, amor?                                                              —Sí, pero no te importan tanto.
—Estoy pintando.                                                                —Tú me importas más que todos los cuadros.
—¿Y... cómo vas? ¿consigues avanzar?                                            —¡Pero no podemos hablar de ellos! No puedo decirte lo que pienso, no
—No acabo de conseguir lo que quiero conseguir. Pero sé que si lo sigo          puedo ayudarte.
intentando, llegará un punto en el que o lo habré conseguido, o sabré que       —Sí que me ayudas. Pones música, y te encargas de que el ordenador
es imposible para mí.                                                           siga funcionando.
—¿Y el último cuadro que hiciste? ¿Sabes ya algo de la galería que te           —Eres un desastre con la informática. No te interesa nada.
gusta?                                                                          —Sólo me interesa lo que me ayuda a trabajar. Lo demás no.
—Lo tienen allí parado ya seis meses, y siguen haciéndome esperar. Si no        —Podrías poner interés y aprender miles de cosas.
lo quieren allí tengo pensada otra, pero claro, no es igual. La gente irá a     —Sé que si sale algo útil, te enterarás por mí. Como con la web que me
verlo si saben que está allí, los que me conocen y los que no. Pero sabes       hiciste con las estadísticas de visitantes. O cuando me instalaste el correo
que la gente asocia el nivel de la galería con el del cuadro. Cuanto peor sea   en el móvil, o lo de los blogs.
la galería, y menos céntrica esté, menos interés tendrá la gente en darse el    —Ya.
viaje para ir a verlo. Y mientras no me lo devuelvan, no puedo hacer nada.      —Por cierto, me han invitado a otra cosa.
—¿Pero lo subiste a la web, no? La gente sabe que existe.                       —¿A otra? ¿dónde? ¿cuándo?
—Sí, pero no se ve igual, no se entiende igual. Además no hablarán tanto        —Es algo conmemorativo en Brasilia. Entre Seúl en noviembre y Forta-
de él hasta que haya una exposición.                                            leza en mayo.
—¿Se ha secado el último que hiciste? Puedo ayudarte con el marco.              —Puf. ¿Y vas a ir?
—Sí, bueno... lo he enmarcado yo, al final. Pero si quieres darle un repa-      —No lo sé aún.
so a las juntas, estaría bien.                                                  —¿No es mucho con lo de la India el verano que viene?
—Cada día lo haces mejor tú solo. Sabes que yo sólo lo hago porque me           —A lo mejor sí. Es mucho trote.
hace ilusión participar en algo.                                                —Yo no sé a cuántas cosas puedo ir, paseando por salas donde no veo lo
—Lo sé.                                                                         que hay colgado en las paredes, escuchando conferencias en las que no sé
—Ojalá pudiera ver tus cuadros.                                                 de qué hablan.
—No importa.                                                                    —Está claro, lo entiendo.
—Sí, sí que importa. Vamos a esas fiestas y todo el mundo habla de pintura      —A las tuyas voy porque me gusta oír el entusiasmo con el que cuentas
qué has aprendido, y escuchar lo que murmura la gente.                    —Sabes que cuando salgo tengo compromisos, que es por lo que me
—Je, je, eso es divertido.                                                pagan el viaje.
—Me acuerdo de aquel chico se puso a hablarme como si pudiera ver. Fue    —... y si no fuera por ello no podríamos pagarlo.
horrible.                                                                 __Ya.
—Horrible, ¿por qué?                                                      __Tus padres sí que lo disfrutan. Como también son artistas, tienes suerte.
—En cuanto le dije que yo no podía ver, se quedó callado, como si yo ya   —Sí, bueno, hacen cosas parecidas, pero no son de pintura exactamente.
no estuviera allí.                                                        —Otros sólo sabrían que sales en la radio.
—El pobre, ya no sabría qué tema sacarte. Pasan mucho tiempo con otros    —Calla, calla, qué vergüenza. Y qué difícil es hablar con periodistas.
pintores ¿sabes? Quizá no se le ocurría de qué te podría hablar.          Explicar lo que hago... para gente que no lo está viendo...
—Supongo.                                                                 —Supongo que por eso me gustan tus entrevistas.
—No te lo tomes a mal.                                                    Porque haces ese esfuerzo para otros, y yo lo entiendo un poco mejor.
—No, después en la fiesta me sacó a bailar salsa.                         —Me cuesta mucho.
—Es buena gente, pero le cuesta salir de su tema.                         —Pero a tus padres sí que se lo puedes explicar más o menos. Además sus
—¡Tuvo que pedirle a otro que me lo preguntara!                           compañeros sí que lo aprecian, y les dan la enhorabuena por lo que haces.
—¿Ves? Y el otro sí estaba hablando contigo.                              Es una suerte que comprendan a qué te dedicas, y estén orgullosos. Otros
—Es verdad. Él y ese otro señor mayor tan majo que me dijo que eras       no lo entenderían.
muy creativo.                                                             —Es que soy un chico con suerte.
—Te apuesto lo que quieras a que no ha dedicado diez minutos a un cua-    —¿Aunque yo no pueda ver?
dro mío en la vida.                                                       —Aunque no puedas ver.
—Qué exagerado eres. Ése sí era majete. No me habló de pintura ni un
solo minuto.
—Pues qué suerte, porque no tiene fama de eso.
—¿No?
—Pues no.                                                                 Dedicado a los que me preguntan
—Qué cosas. En fin, ya                                                    cómo es estar casada con un matemático,
sabes que yo sólo voy por                                                 sin ser matemática. Es más o menos así.
viajar contigo, probar la
comida de todos esos si-
tios, pasear por otras pla-
yas, sentir otras brisas
del mar... oír otras olas...
—¡Y esos los bufés de
desayuno! ¡Qué bue-
nos! ¿A que sí?
—Sí, pero de vez en cuan-
do estaría bien ir a un sitio en el que no                                                                            Begoña Martínez Pagán
hubiera ninguna exposición, y te tuviera para mí sola.                                                                    (blog.bmartinez.com)
HIJAS DE LA MUERTE                                                                   Microrrelato
        Salgo a la calle húmeda, una pegajosa letanía seduce al crepúsculo
y me recuerda que ésta es la hora de los muertos. Una bohemia y trágica
secuencia se repite caminando, las veredas desprendidas, el crujir de las                                  LA TRADUCCIÓN
hojas secas, mirar por las ventanas abiertas, una sensación de soledad y          Aterrado, soñaba con bérquidos, con moltunes, con fastenados. No con-
de hastío que atrapa a toda una ciudad. La plaza está vacía por el frío, ya       seguía librarse de las persilviguas, aunque recibía algún alivio de las bru-
han huido los niños, sin ellos las farolas parecen piquetas de una cancha         miscas y mordigeras que encontraba a su paso. Cuando le pudo contar sus
de batalla, feos graffitis se insultan y se declaran. La tarde se acuesta sobre   sueños al analista, éste le sugirió que intentase una traducción.
el asfalto que tan poco delicado se va helando, la luna casi llena, aún en
creciente, parece más helada todavía. De un colectivo emergen dos chicas                                        REGRESAR
góticas, pálidas y frías (descubro que el negro es un color que se ha comi-       Le costaba mucho regresar a la vigilia. Allá, en el sueño del soñar, se
do todos los brillos) bajan los escalones como si un cadalso las esperara         sentía bien. Era un exilio gozosamente aceptado. Pero cuando por fuerza
en la calzada, se mueven sobre un velo de sensación y parece que nunca            quedó del otro lado, descubrió dentro de sí un sentimiento distinto: la nos-
se preguntaron a dónde van. El frío de julio abruma y la neblina es una           talgia por lo que había dejado atrás.
de las tantas metáforas del fuego. Nada pega a esta hora como ese porro
picante que se quema en los labios de los chicos de la otra esquina. Se me
cruzan los estallidos huérfanos de una risa colectiva, se retuercen en la jo-
                                                                                                            CONQUISTADOR
                                                                                  Su ambición era simple: conquistar el mundo, según la estrategia que ela-
ven noche detenida detrás de la oscuridad. El sábado tiene su enigma bien
                                                                                  boraba cada noche. En un sueño agitado surgió el plan que juzgó perfecto.
guardado como el deseo exquisito de un genio loco. Los focos ambarinos
                                                                                  Al día siguiente lo expuso en el consejo vecinal de su aldea, pero ninguno
           de este vértice del mundo son de un amarillo viejo, parecido
                                                                                  de sus colegas lo entendió.
                        al de algunos sueños. Sumergidas por un extraño
                                    efecto las cáscaras de las paredes lucen
                                     menos corroídas, sin embargo están ahí,
                                       latentes y agonizan. Camino mirando                                  DÍA DEL PADRE
                                        el piso, las baldosas se pierden en el    Éramos una multitud y celebrábamos el Día del Padre. Todos éramos hijos
                                         paisaje y desaparecen detrás de mí.      e hijas, pero no había padre alguno: los habíamos exterminado mucho an-
                                         Finalmente las chicas de negro y fuc-    tes. Fue una hermosa fiesta.
                                         sia se eclipsan en un portal que abre
                                         y cierra en un pestañeo, lo hacen sin
                                        vergüenza, lo hacen sin sentido y lo                                                          David Lagmanovich
                                    hacen como si sólo ellas fueran las únicas
                               hijas de la muerte que descreen de todo a esta
                         hora y en esta ciudad.
                                                                Don Cósimo
LA AMENAZA                                                Se preguntó a sí mismo quien habría apagado la luz de la sala y bajado to-
                                                                                das las persianas sin avisar. A tientas logró llegar hasta el interruptor que,
         Enciendo el computador, un cigarrillo, acomodo mi                      recordaba, estaba junto al espejo. Sólo cuando estuvo delante del cristal
café e inicio la rutina de revisar lo que he escrito la noche                   fue capaz de darse cuenta de que se había quedado ciego.
anterior. Luz, me digo, necesito luz y descorro la cortina
de la ventana que da al patio.                                                                                    CRISIS
         Busco un archivo y de pronto siento
una presencia tras la ventana. Levanto la                                       Agobiado por tanta deuda y con una familia a la que sacar adelante, a
vista y lo veo: su mano derecha sostiene                                        sus 55 años estaba decidido a hacerlo. Sería doloroso y el recuerdo que
una lanza que se pierde en lo alto; en su                                       esa acción podría dejar entre los que lo conocían quizá fuera imborrable.
testa, un casco con una visera movi-                                            Después de mucho pensarlo la decisión estaba tomada: Mañana mismo
ble que protege sus ojos, las man-                                              comenzaría a buscar su primer trabajo.
díbulas, la nuca y que remata
en un penacho con una cola que                                                                                                Álvaro Pintado González
onde al viento; un peto de cuero
dibuja sus músculos del tórax; un manto de piel de cabra cae desde sus
hombros; un escudo en el brazo izquierdo; una espada al cinto; un arco y
un carcaj terciados a su espalda.
                                                                                                             SABIDURÍAS
         El centinela barre con su mirada el infinito, más allá de los muros.
                                                                                Cuando vayas caminando y se te aparezca un pájaro y te vuele muy cer-
Desde la explanada Aquiles, desnudo, como loco, le hace gestos exhi-
                                                                                ca, trata que te escuche decir “Ave María purísima”.
biendo sus testículos. No le hace caso, el soldado está acostumbrado a
                                                                                Cuando vayas volando y alguien te camine muy cerca, tanto que escu-
estas obscenidades después que Aquiles perdió a Patroclo en la última
                                                                                chés decirle “Ave María purísima”, andate.
batalla.
                                                                                Los consejos que le da una madre a un hijo, un maestro a un aprendiz,
         Una barba de días cubre el rostro ceñudo del centinela. Adivino
                                                                                deben ser escuchados, porque como dice el dicho, más sabe el diablo por
que observa a los Aqueos que acampan en lontananza en este largo asedio
                                                                                viejo que por diablo. y puede llegar a ser cierto, ya que muchas veces lo es.
que se prolonga por diez años.
                                                                                Pero además vale recordar que el Diablo, además de tener sapiencias, tiene
         ¡Mierda!, murmuro, aprieto la tecla “Suprimir” y el Troyano
                                                                                creencias, y no siempre son correspondientes entre sí y con la realidad.
desaparece.
                                                                                         El Diablo sabe por viejo, sabe por diablo, sabe por dualidades, y si
                                                                                él sabe que existe él, entonces seguro que existe también otra cosa. Pero
                                                   Pedro Guillermo Jara         además sabe que tiene oídos: y dicen “que siempre le gana al Diablo”.
                                                                                Pero nadie, ni el mismo Diablo, lo ha visto jamás y saber (o acordarse) de
                                                                                cuándo le ganó, ni hablar.
                    EL SENTIDO DE LA VIDA                                       Pero de tanto escucharlo de tan viejo ya lo cree.
                                                                                Pero no se lo digan nunca: no todo tiene opuestos.
Aturdido aún por el lento despertar y la oscuridad del salón miró hacia la
televisión, el portátil, la fotografía de boda. Pero no consiguió ver nada.                                                                 Inés Eguaburo
Ningún objeto le servía de guía.
EL OJO Y LAS NARICES                                                   FUEGO CRUZADO
      Para el ojo humano que señala y asiente, la parte       _ ¡Fuego!_ solicitó la dama con un cigarrillo entre sus dedos.
      visible del iceberg, esa montaña blanca de cristal      _ ¡Fuego!_ gritó el hombre al ver cómo se incendiaba su casa.
      helado, es la porción hermosa del evento, por más       _ ¡Fuego!_ ordenó el capitán al pelotón de fusilamiento.
      conocida. Sin embargo, los marinos desconfían de        Sucedió que la dama murió acribillada a balazos en su suite privada, el
     la proporción volumétrica oculta. Ellos saben que el     hombre miró estupefacto como le acercaban un encendedor frente a las
     bello espectáculo no les causará daño alguno; es el      cenizas de su casa y un baldazo de agua empapó al capitán ante las carca-
     misterio, el enigma escondido bajo las aguas, lo que     jadas de sus soldados. Resulta que la amada del escritor de este cuento se
    romperá sus narices.                                      marchó para siempre, y fue en ese estado de absoluta perturbación cuando
                                                              aparecieron los finales de estas historias.
            CONFESIÓN DEL SUICIDA
  Un balazo de cuando en cuando constituye una práctica                               COLABORADORES
 muy saludable. Inmuniza, o al menos cura, contra cual-       … y en esta extensa pradera descansan los valientes que le permitieron a
      quier pretensión de inmortalidad.                       Guillermo Tell adquirir la experiencia suficiente para poder presentar su
                                                              espectáculo en público.
                            APORÍA
       Sabes muy bien que todo lo mío es tuyo. Pero si                                 DRAMA ESCOLAR
          me privas de ello, dejará inmediatamente de         La niña lloraba sin consuelo en el patio de la escuela. Había entendido que
               ser mío y por tanto, de la misma mane-         fue víctima de una broma cruel, nada de cierto había en las cartas de amor
                 ra, también dejará de ser tuyo.              que había encontrado en su mochila, nada real en ese encuentro tan anhe-
                                                              lado al lado del árbol durante el recreo. Pobrecita, ¿cómo podía imaginarse
                                                              que otros ojos también lloraban desde el aula de sexto grado, en el primer
                    DESHACER EL AMOR                          piso, que lloraban y no se animaban a bajar?
 Y como ella seguía sin quererme después de incontables
  abordajes, primeramente hicimos un preámbulo de dia-
  tribas, denuestos, porfías, odios comunes, mordacidades,      NO EXISTE BELLEZA QUE RESISTA UN BOSTEZO
 sarcasmos, imprecaciones a voz en cuello, críticas ácidas,   El joven la miraba encantado mientras ella hablaba. Lo que ignoraba es
rencores no solucionados, y más tarde nos hicimos el des-     que ella no había pasado bien la noche anterior. “Qué hermosa es”, ni
    amor más cáustico, en camas separadas, por supuesto.      cuando el mozo trajo la cena le quitó los ojos de encima. “Qué ojos, qué
                                                              labios, qué naricita. Es sencillamente perfecta”. De repente, un cansancio
                                                              profundo venido desde muy adentro la hizo boquear, antes de que pudiera
                      LITERATURA                              cubrirse con la mano, el joven observó cómo se le arrugaba, se le compri-
     Desde aquel día fueron felices. Luego el príncipe se
                                                              mía, se le afeaba la cara. Qué grotesca esa boca tan abierta, esa garganta…
        casó con la princesa ante todos los súbditos y co-
                                                              No quiso ver más, simplemente se levantó y se fue.
         menzó verdaderamente el cuento.

                       Saturnino Rodríguez Riverón
                                                                                                                     Diego Kochmann
ABORDAJE                                               Escrito en la calle
No crean, para mí tampoco fue fácil eso. Verla tan bonita y llorando, como
suplicándome un minuto más. Al menos un abrazo más. Se iba a España y
sabrá Dios si algún día vuelva. Tal vez nunca la vea de nuevo. Sollozaba,
como si no hubiera remedio posible, y, yo, claro, yo que no soy de palo,
pues me quebré. Porque tal vez muchos crean que soy un insensible, pero
no, soy un hombre de carne y hueso. Nadie sabe lo que sufro yo en mo-
mentos como esos. “Siga, señorita”, fue lo último que le dije mientras le
devolvía el pasaporte para atender al siguiente pasajero.

                               TIEMPO
—¿Qué haces aquí?—preguntó la muerte.
—Me cansé de esperarte—replicó el anciano—. Vengo por ti.




                                                                                                                             © by Basi
                              SECRETO
Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Por ningún
motivo podía dejar que se enteraran de qué había en el sótano. Siempre
esperaba a que estuvieran lejos, sacaba el plato de lentejas y lo bajaba
                                                                                   Calle Jacques Couseteau. Murcia
sigilosamente. Me aseguraba de que no entraran cerrando con doble llave
y colgándome las llaves como un collar. En todo caso, a pesar de las pre-
cauciones que tomé, un día les ganó la curiosidad y me siguieron. Cuando
descubrieron lo que pasaba, no tuve más remedio que dejarlos ahí con su
padre.
                                HÉROE
Cansado de injusticias, ideó una revolución. Pero al querer desenvainar su
espada, el mármol que lo cubría de pies a cabeza lo detuvo en seco.

                                 REAL
Enfurecido, el oso arremetió contra la muchacha tirándola de la cama y




                                                                                                                      © by Álvaro
haciéndola caer contra el suelo. Abrió su boca gigante con un grito que
retumbó por la habitación y le mostró sus dientes dándole a entender que
su carne pronto sería de él. El animal se acercó a la muchacha y la empujó
ferozmente con su garra contra la pared. Llena de pánico, por fin lo com-
prendió. Ricitos no estaba en un cuento.                                     „¿Soportar este mundo de miseria o prenderle
                                                                                       fuego? KEMA TU PARTE“
                                                       Esteban Dublín
                                                                                      Calle Simón García. Murcia
Recomendaziones

                         „Yo participo,                                      ROBERTO BOLAÑO: Putas asesinas. Anagrama. 2001.
                          tú participas,                                     Barcelona
                         él participa,
                         nosotros participamos,                                                                     No es la primera vez que, desde Ma-
                         vosotros participáis,                                                                      nifiesto Azul, recomendamos algu-
                         ellos se aprovechan“                                                                       na de las obras de Roberto Bolaño.
                                                                                                                    Mucho se está hablando en los últi-
                                           Club Atalaya. Cieza                                                      mos años de este autor, quizás una
                                                                                                                    de las voces literarias más impor-
                                                                                                                    tantes de finales del siglo XX y qui-
                   © by Pablo “el Largo”
                                                                                                                    zás uno de los pocos que han sabido
                                                                                                                    entender el cambio que la literatura
                                                                                                                    en español necesitaba, bebiendo de
                                                                                                                    autores como Ernesto Sábato, para
                                                                                                                    trazar una nueva línea en las formas
                                                                                                                    narrativas de la novela y el cuento.
                                                                                                                    El mismo Bolaño afirmó que no se
                                                                                                                    podría volver a escribir una historia
                                                                                                                    de amor de la misma forma que se
                                                                                                                    hacía antes de la publicación de So-
                                                                                                                    bre héroes y tumbas y esta afirma-
                                                                                                                    ción es la máxima de sus obras.
                                                                                                                    El universo literario de Bolaño se
                                                                                                                    desarrolla a medio camino entre la
                                                                             narrativa de autoficción, el ensayo literario y la reflexión sobre el ser hu-
                                                                             mano movido por sus más bajos instintos: en tal camino se sitúan sus dos
                                                     © by Pablo “el Largo”




                                                                             grandes novelas (Los detectives salvajes y 2666) así como sus libros de
                                                                             relatos (Llamadas telefónicas, El gaucho insufrible y Putas asesinas).
                                                                             En esta última obra, Putas asesinas, se centra la recomendación de este
                                                                             MA8: libro de cuentos publicado en 2001, contiene trece narraciones de
                                                                             calidad desigual pero en los que se recogen todos los temas habituales del
                                                                             autor: la cruda realidad de la barbarie en Latinoamérica (“El Ojo Silva”);
                                                                             las relaciones entre exiliados chilenos (“Días de 1978”); el periplo de un
    „Soy la mujer de mi vida“
Un descampado. Molina de Segura
personaje desorientado (Vagabundo en Francia y Bélgica); o las reflexio-        ninguna situación que no haya desarrollado la historia de la literatura, sólo
nes literarias del poeta marginal Arturo Belano (Fotos). Posiblemente sea       la traduce a su propio lenguaje y a su peculiar estilo narrativo. Así, los
este último uno de los relatos de menor calidad de la colección, pero resul-    temas y las acciones aparecen subordinados a la voz de los personajes y a
ta interesante por cuanto se pone de manifiesto que la obra de Bolaño es        la descripción de un universo de soledad, marginalidad y desorientación,
un universo no cerrado al que se retorna una y otra vez (recordemos que         sin dejar de lado la necesidad que todo relato tiene del factor sorpresa y
Belano, trasunto ficcional del autor, es el protagonista de Los detectives      de la intriga.
salvajes).                                                                      Porque, después de Bolaño, ninguna historia puede ser contada como tra-
De entre la piezas que componen la obra, merece la pena destacar tres:          dicionalmente se ha hecho.
“Últimos atardeceres en la tierra”; “Putas asesinas” y “El retorno”.
La primera de las citadas, “Últimos atardeceres en la tierra”, relata la his-                                                 Mari Cruz Gallego Ruiz
toria de dos personajes, padre e hijo, nombrados por sus iniciales, cuyo
destino les lleva a emprender unas vacaciones que acabarán convirtiéndo-
se en un paseo por los suburbios de Acapulco mientras se distancian cada
vez más. Se trata de un relato abierto, que viene a terminar justo cuando
debería empezar la acción, haciendo de la introducción la trama narrati-
va central. Habitualmente, en Bolaño, interesan más las relaciones entre
los personajes, la perspectiva de los acontecimientos y la voz narrativa y
estos tres elementos son los que destacan en este cuento con trasfondo de
thriller.
El segundo de los relatos, que da título al libro, “Putas asesinas”, se re-
laciona con el anterior por cuanto la voz de los personajes prima sobre
lo que podría ser simplemente la historia de un crimen: encontramos a la
protagonista refiriéndose a un tú que sólo con el avance del relato adivi-
namos que se trata de su propia víctima. “Putas asesinas” es el lamento de
una obsesión y la recreación de un género, la narrativa de intriga, donde
la voz principal la tiene la propia asesina y es ella la que va descubriendo
a la víctima y, paulatinamente, también al lector, sus propias intenciones.
Finalmente, merece la pena destacar El retorno, peculiar variación de los
relatos de fantasmas: como en el anterior, la voz narrativa es cedida al
personaje menos habitual, en este caso al propio fantasma, que nos cuenta
cómo fue su traslado al mundo de los muertos y cómo, a través de la re-
lación de un necrófilo con su cuerpo, encuentra al compañero ideal. “El
retorno” es un relato que habla, fundamentalmente, de la soledad del ser
humano, rasgo que subyace en el retrato de la mayoría de los personajes




                                                                                                                                        © Loredano
de Bolaño.
Putas asesinas es, por lo tanto, una continuación de los grandes temas,
formas y motivos de la obra de Roberto Bolaño, en la que no se inventa
el Maratón de Nueva York y se jacta
             LOS CAMINOS DE LA LITERATURA                                      de una rutina atlética estricta que
                                                                               puede resumirse en dos hechos:
HARUKI MURAKAMI: What I Talk About When I Talk
                                                                               corre todas las mañanas des-
About Running,(trad. Philip Gabriel) Londres:
                                                                               de hace más de veinte años
Harvill Secker, 2008.
                                                                               y participa por lo menos en
                                                                               un maratón cada temporada.
                                                                               Semejante palmarés no podía
                                                     Un extendido cliché,
                                                                               estar desprovisto de memora-
                                              en gran medida alimentado
                                                                               bles recuerdos, como lo prue-
                                              por la estética romántica y
                                                                               ban las páginas imperdibles de su
                                              decadentista, asocia la acti-
                                                                               crónica de una carrera espontánea,
                                              vidad intelectual y del arte
                                                                               recorrida sobre el arcén recalentado
                                              con la degradación física.
                                                                               por el sol del verano helénico en la ca-
                                              No obstante, un vistazo rá-
                                                                               rretera que une Atenas con la ciudad de
                                              pido por el anecdotario de
                                                                               Maratón, con ocasión de un viaje motivado
                                              la historia del pensamiento
                                                                               por el encargo de una revista japonesa; o,
                                              sugiere que los hombres de
                                                                               menos pintoresca en su organización pero no
                                              letras han practicado a su
                                                                               menos fascinante en sus resultados, la narración
                                              modo la divisa de “mens
                                                                               del traumático ultramaratón (con aristas lindantes con
                                              sana in corpore sano”. Des-
                                                                               el misticismo fisiológico), una carrera de 100 kilóme-
                                              de las clases ambulantes de
                                                                               tros en el lago Saroma, en Hokkaido, cuya participación lo
                                              Aristóteles, que terminarían
                                                                               marcó tan profundamente que tras ella nunca volvió a disfrutar de correr
                                              por bautizar a la suya como
                                                                               como antes, autodiagnosticándose víctima de la melancolía del corredor
                                              la escuela peripatética (o es-
                                                                               (runner’s blues).
                                              cuela itinerante), hasta las
                                              caminatas diarias de Kant,
                                                                                       Si el libro se limitara a una enumeración de planes dietarios, tablas
                                              regladas por una exactitud
                                                                               de tiempos y técnicas psicológicas de motivación, “De qué hablo cuando
tal que los habitantes de Königsberg ajustaban sus relojes al ver pasar
                                                                               hablo de correr” no dejaría de ser uno de esos intrascendentes volúmenes
al filósofo a paso firme bajo los tilos que bordeaban el camino a la uni-
                                                                               consagrados a revelar una faceta desconocida de la vida de una persona
versidad, los intelectuales han practicado el ejercicio físico con diversa
                                                                               más o menos famosa (género típico en el que celebridades hacen públicas
elegancia, efectividad o éxito. En su libro “De qué hablo cuando hablo de
                                                                               aficiones o pasatiempos insospechados, pregonando, en su proselitismo, el
correr”, el escritor japonés Haruki Murakami agrega un testimonio más a
                                                                               alcance universal de los beneficios de los que ellos disfrutaron practicán-
nuestro catálogo, pero apretando el tranco y pasando de la apacible cami-
                                                                               dolos). Éste sería sin dudas el destino del libro, más allá de que Murakami
nata al trote a secas.
                                                                               narre las anécdotas de su vida como atleta con un ostensible oficio para la
                                                                               comicidad y la self-deprecation. Sin embargo, el libro escapa a ese vere-
        En sus nueve capítulos, estructurados a la manera de un diario per-
                                                                               dicto, y lo hace a través de su funcionamiento metafórico, de su modo de
sonal, el autor nos informa de su plan de entrenamiento para participar en
hablar de algo, hablando de otra cosa. ¿De qué habla Murakami cuando            de un autobús, en el tumulto de un café o al abrigo de las sábanas antes
habla de correr? Está claro que habla de correr; es decir, de su vida como      de dormir, avanza el lector, pasando páginas, como quien franquea obstá-
atleta amateur: de sus lesiones, de su equipamiento para correr triatlones      culos con el corazón puesto en la meta. Por la otra, sujeto a la postración
(merece una mención especial la descripción de su bicicleta Panasonic de        del escritorio, del cuaderno o del teclado, avanza el escritor, cuesta arriba,
titanio, que lleva inscripta en su cuadrante la leyenda “18 Till I Die”, el     sumando páginas al manuscrito, con la esperanza incierta de una meta
título de un hit de Bryan Adams), de su régimen alimentario, de la envidia      cuya distancia es siempre difícil de calcular. En ese cruce que reúne a esa
que le genera el vigor muscular y aeróbico que exuda el trote juvenil de        operación aditiva, productiva, que es la escritura, con el apetito sustracti-
las estudiantes de la Universidad de Harvard. Pero sobre todo, o mejor, por     vo, consumidor característico de la lectura, se constituye el acto literario
debajo, subrepticiamente, habla siem-                                                                           que denominamos libro.
pre de otra cosa: de su vida como escri-
tor, o, en menos palabras, de literatura.                                                                              En uno de los episodios dedicados
Cuando habla de correr, Murakami afir-                                                                          a las sesiones diarias de entrenamiento,
ma que el novelista necesita de riguro-                                                                         Murakami evoca una época en la que solía
sidad, constancia y resistencia, es decir,                                                                      cruzarse con un importante equipo de at-
las virtudes del maratonista; cuenta que                                                                        letismo japonés: “Por aquel entonces tenía
tras descubrir sus dedos teñidos por la                                                                         la costumbre de trotar antes de las siete de
nicotina, resolvió que deseaba escribir                                                                         la mañana —cuando el tránsito no es tan
muchas novelas, y para ello necesitaba                                                                          pesado, cuando no hay tantos peatones y
llevar una vida sana y disciplinada; se-                                                                        cuando el aire está relativamente limpio—
ñala que fantasea con entrenarse duro para carreras extremas, como las          y los miembros del equipo S&B y yo solíamos cruzarnos y saludarnos
Ironman, pero que aquello le quitaría tiempo a su escritura, que es final-      inclinando la cabeza. En días lluviosos, intercambiábamos una sonrisa, esa
mente lo único que importa en verdad. ¿De qué habla entonces el autor?          sonrisa que dice qué mal que la estamos pasando”. Ya sea en el trote ligero
De la carrera literaria, del maratón de la escritura. Su meta, su punto de      de un pasaje plácido o en el ascenso pesado de una prosa ardua, el camino
llegada es siempre la literatura. Tanto es así que el goce estilístico con el   literario siempre está compuesto por dos vías: la del escritor y la del lec-
que el autor describe los distintos sufrimientos del ejercicio aeróbico invi-   tor, que se saludan con la visera o una sonrisa irónica según el paso que
ta a esa lectura malhonnête convencida de que Murakami se somete a esa          puedan llevar. Es esa metáfora de la literatura como camino, entre lo zen
ascesis —o nos dice que se somete a ella; distinción que, en última instan-     y el pop, lo más estimulante en esta obra del escritor–atleta que demuestra
cia (la instancia de la ficción), no tiene ningún interés— sólo para poder      ser nuestro autor; obra feliz que, con mucho oficio, combina profundidad
contarla, para poder transformar ese ejercicio físico en ejercicio literario.   y frescura, y que prueba que, por más que se queje de los achaques de la
                                                                                vejez a la hora de enfrentar el recorrido de 42 kilómetros del maratón, el
        El volumen (bellamente encuadernado en rojo y tapas duras para          Murakami escritor se mantiene en buena forma.
la edición británica de Harvill Secker) está compuesto por apenas 180
páginas, y se recorre con soltura hasta el final, lo cual lo hace compatible                                                                  Bruno Ampel
con una lectura itinerante e intermitente. Esto que puede parecer a primera
vista un modo de devaluar la empresa del libro, por el contrario, delata un
rasgo no siempre evidente del acto literario: si la literatura es un camino,
ese camino tiene dos vías. Por una de ellas, entre sacudones en la butaca
Hugh Thomas: Barreiros. El motor de España,                                             de construyó los motores Taino hasta que
 editorial Planeta, 2007, Barcelona.                                                    allí hizo justicia a los versos de Sánchez
                                                                                        Rosillo: “muchos son los caminos que
 “Algo que elude a las palabras como el agua del arroyo elude a la piedra, porque las   recorre / un hombre hasta encontrar
palabras sólo están hechas para decirse a sí mismas, para decir lo decible, es decir,   el lugar de su muerte.”
todo lo que nos gobierna o hace vivir […]”
                                                 Javier Cercas: Soldados de Salamina.   Ya en la introducción, Hugh Thomas
                                                                                        denuncia la ausencia de bibliografías
                                                                                        en España, teniendo en cuenta el sus-
                                                                                        trato material que hay para tal fin. Me
                                                      Afirmó muy senten-                quedé un tanto perplejo cuando leí la
                                                      ciosamente Eduardo                biografía que Ian Gibson hizo sobre
                                                      Barreriros, en el en-             Machado, porque, mientras duró la
                                                      sayo-carta que envió              lectura, me sentí como Dios: es como               si hubiese tenido ante mí
                                                      a Fidel castro, que la            el mapa de la vida de Antonio Machado, como si supiese, por una
                                                      historia de la huma-              serie de casuística lógico matemática, donde iban a dar los pasos de este
                                                      nidad es una historia             poeta y entendí las citas de versos y prosa como un mecanismo especular
                                                      de lucha. Pero no se              de juego intertextual para explicar la vida de un creador de textos litera-
                                                      refiere aquí Barrei-              rios. No obstante, esta vez me resultó todavía más extraño encontrar esos
                                                      ros a la historia de              textos literarios, no ya para explicar la vida de un hacedor literario, sino
                                                      los hombres ilustres              para construir el contexto referencial mediante descripciones y paratextos
                                                      que aparecen en los               de Pardo Bazán, junto con Dionisio Ridruejo, Azorín, Martín Gaite, Ro-
                                                      manuales o que to-                salia de Castro, Torrente Ballester…, recreando el paisaje para dibujar el
                                                      dos, en mayor o me-               cronotopo, para en definitiva contar la vida de un genio, pero al fin y al
                                                      nor medida, recuer-               cabo un empresario. Esa consulta de fuentes propicia la construcción de
                                                      dan como un vago                  un personaje que, aunque histórico parece novelesco y ejemplar, al ser
                                                      eco, sino que, por el             contada su historia como el periplo de un héroe trágico – cuanto más tra-
                                                      contrario, se refiere             tó de evitar su destino más se aproximaba a él- que lucho innumerables
                                                      a la historia sí ejem-            batallas para construir una serie de máquinas que por las características
plar que cada uno de nosotros realiza diariamente para surcar y quebrar los             que su autor imprimió en ellas han sobrevivido a su creador. La misma
escollos que el destino nos va imponiendo. Acudan y visiten la vida de este             operatividad textual tiene el conocimiento plasmado de la historia de la
hombre que, con menos de 12 años, montó la primera carrocería a un auto-                lengua. Hugh Thomas se muestra en este libro como un brillante cono-
bús, siendo todavía un jovenzuelo logró transformar, “dieselizar”, motores              cedor de la gramática histórica de nuestra lengua y de las cooficiales así
de gasolina en diesel, creó una factoría en Villaverde con dos millones de              como sus dialectos. Esto le permite abordar cuestiones tan actuales como
metros cuadrados y empleo directo para más de veinte mil personas, por                  la política lingüística y entender el presente del problema desde el pasado
motivos empresariales se vio relegado a la ganadería experimental en un                 que lo explica, por ejemplo: Eduardo Barreiros hablaba Gallego debido a
finca de Ciudad Real y finalmente volvió a la mecánica, en Cuba, don-                   la zona geográfica donde se crió, y no aprendió Español hasta la edad de
doce años en la que su familia se vio obligada a viajar
                             en busca de ese futuro más prometedor. H.
                                  Thomas utiliza este conocimiento con el
                                   fin de caracterizar –a la vez que crea- el
                                      entorno más próximo, el familiar, de
                                       ese genio que llegaría a ser E. Ba-
                                         rreiros.
                                                                                          Cuando era pequeña los veranos los pasaba en la casa de campo
                                                                                  que tenían mis abuelos a unos kilómetros de la ciudad junto a mis padres,
                                                 Al tratarse de un libro creado
                                                                                  tíos y abuelos. Lo que más me gustaba de todo era que entre mis primos y
                                           por un historiador, el panorama li-
                                                                                  mi hermano yo era la única niñita de la casa, lo que suponía más de un pri-
                                          terario y cultural, la etnografía, la
                                                                                  vilegio. Lo que menos las películas de vaqueros que mi tío ponía religiosa-
                                        sociología, la arquitectura, la demo-
                                                                                  mente cada día después de comer. Con ellas aprendí que los indios eran los
                                     grafía, la teología… se convierten en
                                                                                  malos y que con el technicolor todos parecían seres de colores brillantes e
                                 elementos y herramientas subsidiarios de la
                                                                                  intensos, increíblemente sobrenaturales. Evidentemente, aprendí también
                       historia. Uno de los mecanismos que acertadamente
                                                                                  a dudar de la calidad y veracidad de sus historias, pues todas acababan de
                    emplea Hugh Thomas con el fin de ambientar o, mejor
                                                                                  la misma forma. Fui creciendo, mis tíos dejaron de veranear en la casita
   dicho, con el fin de crear ambiente es el contraste para explicar la evolu-
                                                                                  y cesó el suplicio de ver a la caballería defender el fuerte contra el ataque
ción de una personalidad. Un cambio exterior repercute directamente en la
                                                                                  de los malditos pieles rojas. Comenzaron entonces la imposiciones de mi
forma de ser de la persona, ya que ésta ha de adaptarse a su circunstancia.
                                                                                  hermano mayor, entre las que se encontraban los “espaguetti western”.
                                                                                  Con ellos descubrí que el Oeste americano era, en realidad, Almería y, por
        El problema que yo encuentro, siguiendo los parámetros de La
                                                                                                  supuesto, que el impertérrito que se escondía tras un som-
poética de Aristóteles, es que la recreación del contexto en todas su dimen-
                                                                                                        brero, un poncho y una barba de tres días era Clint
siones (visual, plástica, desde el ámbito de las sensaciones…) parten de
                                                                                                            Eastwood. Evidentemente, Sergio Leone tampo-
textos literarios escritos por autores que dejaron impresa su subjetividad
en ellos y que, por tanto, la historia en este caso no deja de ser literatura,
porque cuenta las cosas como podrían haber sido, pero nunca exactamente
como fueron, aunque en este caso, a excepción de un par de capítulos que
se hacen pesados por el acopio de datos, es un libro que merece la pena ser
leído.




                                         Miguel Ángel Rubio Sánchez
co me convirtió en devota del género y acabé desterrando de mis prefe-           fue así como descubrí
rencias todo aquello que oliera a pistolas, sheriff o a vaqueros de “saloon”     el western. Repasando
junto a alegres señoritas con enaguas.                                           esta historia en mi ca-
        Con los años y tras abrazar la cinefilia como única religión reco-       beza pienso en lo iróni-
nocible, alguien me invitó a ver una de esas historias del Oeste de las que      co que resulta que fuera
tanto había renegado. El director, John Ford, en la primera colaboración –       el protagonista de The
trabajaron juntos en más de diez ocasiones- con uno de sus actores fetiche,      Good, the Bad and the
el otro John, de peculiares andares e impávida actitud, el duro Wayne. La        Ugly (El bueno, el feo
película, Stagecoach (La diligencia, 1939). Una historia en blanco y ne-         y el malo, 1966, Sergio
gro, filmada al más puro estilo clásico. Habría que ser muy tonto para no        Leone) quien recupe-
ver más allá de estereotipos. La historia narra el arriesgado viaje entre dos    rara la grandilocuencia
ciudades, cerca de la frontera con México, asediadas por el indio Geróni-        del plano americano,
                       mo y sus apaches, de un grupo de personas para al-        como la consiguió con
                       canzar sus destinos, cada uno por diferentes causas       Ford, gracias a Un-
                             más o menos morales (eso no lo juzgo yo, ya         forgiven (Sin perdón,
                              lo hace Ford por todos nosotros). Un abanico       1992). Una gran obra
                            de personas, nueve en total, reflejo de la socie-    que se mira en otra más
                          dad americana de la época, de las disputas entre       grande todavía, The
                            norte y sur, de las diferencias de clase y, so-      searchers       (Centau-
                                 bre todo, un retrato perfecto del antihéroe.    ros del desierto, 1956,
                                    Lo mejor de la película no es que su         John Ford). Decidí,
                                       director sea uno de los mayores ge-       entonces, que había
                                        nios del séptimo arte, ni que sea una    llegado el momento de
                                        joya del género, ni la calidad de sus    rendirse a la evidencia y me agencié con esos buscadores. Una vez más el
                                        actores, no. Lo mejor de la película,    director irlandés recurría al verdadero “duke” del celuloide, encarnando a
                                         sin duda, es que podría tratarse de     Ethan. Ese héroe antisocial ávido de venganza que busca sin descanso a
                                          cualquier lugar del mundo, en una      su sobrina, la actriz Natalie Wood, raptada por los mismos comanches que
                                           época cualquiera y todos y cada       han asesinado cruelmente a su familia. Y fue en ese preciso momento, des-
                                            uno de los ojos que disfrutaran      de el primer plano de esa épica historia, cuando sucumbí plenamente a la
                                             de sus imágenes entenderían         gloria de ese cine de acción. Nunca más volvería a mencionar un “jamás”
                                              el mensaje que transmite. No       ante la propuesta de degustar uno de los títulos que engrosan sus filas. Ésta
                                               creo que yo pueda aportar         es la historia de cómo descubrí el legendario western.
                                                más de lo que ya hay escri-
                                                 to sobre esta obra maestra,
                                                 un millón de textos en di-
                                                  ferentes idiomas lo certifi-                                                  Ana Aitana Fernández
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Manifiesto Azul8

  • 1. MANIFIESTO AZUL fanzine de literatura e inquietudes varias Otoño 2009 número 8 © Cristina Franco Roda Depósito legal: MU-3094-2008
  • 2. Editorial Poesía … es difícil olvidar esta palabra en estos tiempos. Ya vivas en el centro de Ma- No ser lo que se era (es decir, Crisis, drid o en la Patagonia; estés en el paro AJUSTE DE CUENTAS ser finalmente lo que se es) es o tengas el mejor trabajo del mundo; ponerse Cr isis , seas un optimista irredento o un pesi- Para la noche suave de tu habitación, frente a un espejo que no nos mista, parece que alguien quiere obli- para pegarte un viaje. refleja. Crisis garnos a pensar en tantos por cientos Un corazón que late con silenciador al conectar los cables... Pero descubrirlo de repente, por un latigazo de luz infringido e hipotecar nuestras vidas. Suave es la noche –Quique González- Por eso, y por tantos otros motivos, desde en el alma, Colectivo Iletrados queremos traeros este remanso azul para que olvi- es desconcertante, déis los agüeros de tanto periódico de papel naranja y de televisiones con porque no queda herida ni marca Sería bueno tener memoria de pez información bursátil en su parte inferior. Te ofrecemos unos minutos de sobre la piel en ocasiones, nuestra creatividad para que te relajes y disfrutes de esta nueva edición de pero su sabor se mezcla con la para que el dolor o el remordimiento Manifiesto Azul. sangre no nos pudieran robar ni un ápice Otra vez son 52 las páginas y otra vez son nueve las secciones de sin dejar de girar. de lo que nuestros ojos tristes han este número; todo lo demás es nuevo. En esta ocasión encontrarás desde visto. recomendaciones de uno de nuestros autores de cabecera, como Roberto Sería bueno tener memoria Bolaño, hasta la traducción de dos poemas de un poeta israelí poco cono- de elefante No se lo digas a nadie (yo prometo cido fuera de su país, en la sección “Transiciones”. Entre las colaboracio- en ocasiones, no hacerlo) pero todo el mundo nes que nos han llegado y que a lo largo de estas 52 páginas te invitamos para que la belleza nos asaltara tiene un precio al que está dispuesto a conocer, podrás encontrar desde poemas de jóvenes que comienzan en a punta vender el alma para convertir las la Literatura, hasta los microrrelatos inéditos de un clásico del género: el de pistola y nos demandara, cuentas argentino David Lagmanovich. de forma discreta, pendientes que se fueron adquiriendo Mantenemos nuestra apuesta por la poesía callejera de “Escrito en los labios o la vida. en cuentas corrientes del día a día. la calle” e incluimos, por primera vez, una breve obra teatral. Si la lectura de MA no te es suficiente para alejar la funesta palabra, prueba con la mú- Y eso me asusta. Me asusta que ya sica de Alondra Bentley, a la que entrevistamos en este número, o a ver no exista el siempre o el jamás una película, por ejemplo uno de los westerns sobre los que escribe Ana PASOS DE CEBRA para mí, Aitana Fernández. Todos estos textos los podrás disfrutar acompañados yo que puse mi mano en el fuego por las ilustraciones de Raúl Estal y de Cristina Franco Roda, que nos Nunca volverás a caminar dos cientos de veces y no me quemé. ha diseñado una portada especial para nuestro fanzine. veces Me asusta poder descubrir mi precio por el mismo paso de cebra, y que sea de mercadillo, de marca Desde sólo nos queda agra- no al menos al son de la misma blanca, decerte que hayas elegido ser un miembro más de Manifiesto Azul, el más melodía de falsificación que vendí como importante, y recordarte que puedes encontrarnos las 24 horas del día en y el mismo cielo. auténtica. colectivoiletrados.blogspot.com. Te esperamos. Podrás cruzar hacia la otra orilla
  • 3. del tiempo SIETE TRISTEZAS Y TÚ QUÉ TRISTE es pensar ahora en (pueril jeroglífico cuantas veces quieras tu espalda de repente, desnuda. que me salva y me aniquila) pero nunca dejando sobre el asfalto En mitad del pasillo, la verdad ha les hablaré hasta que duela la luz las mismas huellas. Apretar los labios. Sentir cómo el puesto una silla. y se apaguen, aire no me arranca las ganas de ti. Me pasé toda la tarde corriendo y callen hasta poder hablar. La contingencia de nuestra vida En la iglesia no espera más que el detrás de ti, los dos disimulamos Los miraré tanto... queda sueño de un perro gigante, blanco. bien. Los miraré tanto... marcada en la geometría de sus que pestañear será como líneas, QUÉ TRISTE es pensar ahora en QUÉ TRISTE es pensar ahora el reflujo de un mar en ese pentagrama urbano donde todo este tiempo pensándote. que te quise como seguramente se vetusto y cansado interpretamos Vamos a alcanzar el final del paseo quieran nuestros padres, como se de oleaje débil que aún parte de lo que fuimos y seremos sin que nadie nos mire. quisieron nuestros abuelos. cree ondular enérgico. con la huella caduca de nuestro Ayer alguien preguntó con tu voz Estás despeinado, fuera de aquí. caminar. cosas que yo pensaba, y no me Y los miraré tanto... Me coloqué ante el amor, te vi. dejó contestar. los amaré tanto... Y es precioso que así sea. QUÉ TRISTE es pensarlo ahora. que creeré ver, Que la música escrita por nuestro QUÉ TRISTE es pensar ahora en abandonando la ceguera devenir ese muro. del inexorable yo sea siempre distinta en cada esquina, Los tres días, dos llamitas, un beso que me hace sujeto como una obra constantemente que no ha llegado. LANA de mi oscuridad, escrita Tiendo la ropa mojada, la mancho de tu inexistencia. por anónimos pasos. de tiza, de palabras. LOS MIRARÉ TANTO... Sólo los edificios que desde lo alto QUÉ TRISTE es pensar ahora en Tama Imrani Ruiz nos ven esa foto, y nosotros allí. En el descompensado como notas dispersas cruzarlos, Último trago, casi vacía, huyamos. e intranquilo equilibrio serán testigo de esta breve sinfonía, No dije nunca “quédate”, tú no pondré tus noches a remojo, de ese arte efímero que representa sabías espiarme cuando todo era deshojaré las horas ABRE LA VENTANA la vida del hombre. grave. tras los despojos Y ENTRA de madrugadas náufragas QUÉ TRISTE es pensar ahora en de apasionados rojos Todo comenzó el principio, desde el final. amarillentos verdes Cuando el grillo Aquella tímida y primera luz pasó y versos cojos. Ladró al perro: sobre nuestras cabezas. Deja en el pasillo Alberto Caride Brocal Si me partiesen ahora por la mitad, Siguiendo el orden lógico Las cosas partirían tu nombre. de un palpitar acróstico Que no quiero. someteré a tus ojos a mil preguntas
  • 4. Desafía al arco iris IN MEMORIAM aquella noche romperse como un cristal, con un cenicero. que me visita cada día quemarse en una vela, Viola a la diosa Isis con nocturnidad y alevosía. lucirse en la oscuridad, Vestido de jilguero Batalla diaria contra el olvido, pelearse con el acero, Ábrete la cabeza me esfuerzo Entre el dolor y el olvido relacionarse con la obviedad, Chocando contra un beso. en recordar cada momento elegí el dolor. escribir siendo coherente, de la última noche bailarse la sordera, Ok… perfecto, que he pasado contigo. agarrarle un pie a un coyote, El mundo no está loco, y derrotarse en la violencia. Pero simplemente La oscuridad nos fue envolviendo, Pascual Pérez Navarro La vida es una condena. yo no lo acepto. como una pesada manta de invierno o una canción de Serrat que me vino EXILIO Y subes la escalera a la memoria enroscada al cuello mientras la ciudad, ebria, de “Pisadas sin huella” CUANDO TODO SUCEDA de mi cremallera. iba poco a poco esfumándose con la música. El exilio Cuando todo suceda Y los peldaños algunos dirán que sí, debe ser frío, rugoso y cortante. Son la vereda de los años Nos tambaleamos hasta tu cama, que siempre se puede. Algo así como el lugar que surge Que me quedan. negra. Otros dirán que no, en mi cama- pese a sus limitadas dimensiones- cuando te enojas que ya es tarde. Y no te preocupó Baja las persianas, que no sepan y giras tu cuerpo Otros pasearemos desnudos Que viniera cualquiera nuestros cuerpos y me condenas al amanecer. Y nos viera. que ya se hizo de día. al abandono de tu espalda. Otros permanecerán sentados Acurruquémonos, así, desnudos, esperando la vuelta Arrancarle las uñas parece que nos hicieron a medida de las aves migratorias. a la tormenta, para encajar el uno junto al otro. Cuando todo suceda, sentarnos a las afueras Juguemos al cíclope, juntar los ojos, Adrián Ballester Cerezo sólo algunos perderán de una estrella, Besarnos hasta sentir que perdemos sus certezas viajeras. o provocar al viento diciendo: el conocimiento te espero fuera. Rozar cada parte del cuerpo DE ARRIBA A ABAJO Abrazar Ok… lo entiendo, Y luego, Mecerse en una sirena, Alfonso Torre Los sueños sólo son sueños Vuelta a empezar. dispararse con un reloj, Pero simplemente desplegarse en el humo, Yo sí me los creo. Así lo haré cada noche, te prometí, correr debajo de un grifo, como si todas las noches malearse en un papel, Fran García Pujante se fundiesen en una única noche: quedarse cuadrado en la mesa,
  • 5. KIRK DOUGLAS nuevos, y las puntas de los dedos se donde podemos encontrarnos juntos Si puede ser, resienten, los pasos se invierten e y levantar los ojos sollozando. Préstame un gramo de tu droga Provista de poemas nuevos inconscientemente borran Tenemos la razón y la discordia ya Y yo te daré un kilo de mi dignidad. Que están por escribir. sus huellas, va quedado infectada. No necesito correr para estar cansa- Necesitamos certezas sin corteza pensando en los rastros, El filtro de los años nos drena las do Y esperanzas limpias, creíbles, los síntomas, los indicios, penurias, aunque también se nos Tu necesitas estar cansado Necesitamos más futuro. que hay en el suelo, en mi cuello y escapen por el agujero todas las Para correr Precisamos de más vidas, para vivir- en mi cabeza. riquezas. Y correr te hace perseguir las y desvivirlas, Algo ha vetado el paso al edificio, Pero al final todo es un escudo, Paranoias de infinito, Y amar y ser amadas, lo ha puesto en cuarentena, hecho de maleza, así, a lo natural, Fantasías de televisor, Leer hasta dormidas, Sin precinto que valga, ni guardas, pero también, incluso siendo Que hace más ricos Rincones de soledad para seguir ni fronteras. vástago de nuestra carne, tiende A los más ricos. leyendo Pero yo sí que noto esa aduana, hacia el bronce, Y quedadas iletradas con cerveza y ese cobro de un tributo forjando un nuevo paracaídas astuto Que se muera el comunismo humo, de sudor e hipocondría, e incrédulo, Que se muera el fascismo Que también salvan. esa picazón que me coloniza. fuerte en su debilidad, casto en sus Que se muera el anarquismo Ante la puerta de una habitación devaneos. Que se mueran los ocupas “Para salvarme, para salvarnos, cerrada a los espías, Puede que pienses que estoy ciego, Y los hippys y los punkis O nos salvamos las dos, donde sólo estoy yo y un aleteo si no me ves, No sois nada O no existe tal salvación”. sordo y alarmante, Puede que como hipótesis valió lo No valéis para nada (Lana) una espalda se revuelve hasta que que perdimos. No estáis salvando el mundo irrumpe la insolente luz del día. Suerte es la del que sabe hacerse Solo estáis dentro de él. daño inoculándose una extemporá- nea inyección de intemperie. EME DOS MÁS DOS Desafortunado aquel que no sufra en el éxtasis de tanta insolación; Tomás Mula Regalaste un libro de poemas, pobre de aquel que no se quede que ahora sirve como escudo a oscuras y desnudo, a un espadachín inquieto para comprender que dos más dos PARA SALVARME METAMORFOSIS y barbudo al que le va quedando nunca serán uno, y que uno más poco pelo en la sesera. uno, nunca fueron dos. Para salvarme, para salvarnos, Esquinas que corren despavoridas sin Alguna vez has creído, como yo, Hace falta mucha voluntad, rumbo que me iba a perder Y alguien que nos eche un capote. Han decidido morder las atmósfera en los entresijos del recuerdo, y afilarla hasta hacer con ella, una Pero creo que precisamente es allí Necesitamos, por lo pronto, dama de hierro, donde todos volvemos, de vez en Juan Manuel Sánchez Meroño Una escoba nueva con poderes El hormigueo entumece los extremos cuando,
  • 6. Transiciones CORAZÓN. Esta palabra vale para toda clase de movimientos y de de- seos, pero lo que es constante es que el corazón se constituya en objeto de donación -aunque sea mal apreciado o rechazado. (Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso) El ser humano es un animal cubierto de ropa. Surge, a veces, en la chica, la necesidad de quitársela. Vivir, dijo Luis, es plegar banderas. Por qué no también doblar toda tela y dejarla a un lado. No puede, la chica, por mucho que quiera, desvelar su piel. Busca quien la desentrañe como quien busca una canción que cure. Quiere revelarse como papel fotográfico y al final descansar con la sensación de haber con- seguido algo sin adjetivo. Entregarse es lo contrario a una rendición. Des- Desnudez nudos los cuerpos, comprenderemos que todos guardan un mismo rasgo. Y después la siguiente pregunta, qué es íntimo. El lenguaje funciona como un escaparate lleno de cosas brillantes. Entre ellas y tú, el cristal. Pero mis palabras -piensa la chica- ojalá fueran un martillo. Escribe, la chica, como quien se baja la cremallera del vestido, cada oración es un tirante que se desliza, camisetas tiradas en el suelo, las botas solas en una esquina de la habitación y los pies volando al otro lado de la ventana. Quién eres tú para desnudarte, se duda a sí misma, esas co- sas no se hacen. Y sin embargo, no puede evitar seguir confiando en que se debe a la desnudez. (Y, algún día, mostrar el lunar que nadie tiene y que nadie ha visto.) Reme Perni
  • 7. UN DÍA CUALQUIERA ciona con la mirada desde muy cerca). Ah, seguro que sí está casado pero no se acuerda. Claro, a ver si es verdad que a veces perdemos la cabeza. (X vuelve a su lectura.) Pues hace muy mal de no casarse, el hombre tiene que estar acompañado. Un hombre sin mujer es como un ajedrez sin piezas (X está de pie en mitad de la calle. Lleva un libro en la mano. Y aparece blancas. No se puede ir por la vida así, solo, como un animal. Te conviertes por un lateral). en una bestia sin sentimientos. La degradación del ser humano empieza por la soledad. Estamos solos y todo está permitido. Es asqueroso; un día Y: ¿Está usted esperando? empiezas porque no te afeitas, al siguiente repites ropa interior, después la casa sin limpiar, comes de las sobras, te tiras pedos en el salón sin nin- X: Sí guna vergüenza, además que los hueles, te da gusto olerlos. ¡Y todo por (Larga pausa). dejadez, no por otra cosa! Luego pasan los días y uno no se lava, y se tira más pedos, hoy no me ducho que tengo prisa, y venga más pedos y al final Y: ¿Y qué espera? crea una nebulosa alrededor que es como un campo de fuerza, inmune para el que lo lleva encima, pero destructivo a todo aquel que se acerca. No, si X: El autobús. sólo hay que verlo a usted, tiene la pinta del perfecto soltero. (Pausa). X(que conforme iba escuchando ha ido prestando atención): ¿Está usted Y: ¿Le importa que espere con usted? casado? (X se encoge de hombros, señal inequívoca de que no le importa. Se sienta en un banco y lee). Y: ¡No! (ofendido por la pregunta). Vaya insinuación, ¿por quién me ha to- mado? ¿Qué pasa, que hay que seguir el patrón de lo establecido? No sé en Y: Pensé que se me hacía tarde. ¡Qué vergüenza, imagínese! Llevo toda qué mundo vive usted, pero hoy existe una cosa llamada “libertad”. ¿Qué la semana pensando en lo mismo, y cuando llega el momento casi se me pasa, que no se entera? Las personas ya no necesitamos tener a alguien olvida. Siempre me decían que un día perdería la cabeza. (Ríe). Pero eso a nuestro lado para reafirmarnos como seres perfectamente equilibrados. debe ser difícil, ¿no? Vamos, digo yo. Así, pegada al cuello, no creo que Esa época ya pasó. Ah, claro, pero para usted no. Usted es de la vieja es- sea muy fácil que se pierda. cuela, de los que les gusta tener a la mujer como una esclava. Y si se le da un cachete a tiempo, mucho mejor, ¿verdad? X(irónico): No está usted molestando… X: Oiga, pero si yo no… Y(no se da por aludido): Usted parece una persona muy ordenada. Seguro que guarda todos los calcetines bien dobladitos en los cajones, y las cami- Y: Ya entiendo, usted aplica la ley del rey de la selva. Deja la señora en sas perfectamente planchadas. ¿Está usted casado? casa y se va como una bestia buscando hembras en celo para aparearse. Se le ve en cara que es un depravado. X(le mira casi de reojo, sin inmutarse): No. X: ¿Pero qué está… Y(visiblemente sorprendido) ¿No? ¿Seguro que no? (X asiente con la ca- beza). Pues qué raro, tiene usted la pinta del perfecto casado. (Lo disec- Y: ¿Y además me interrumpe? ¿Qué pasa, que no ha hablado ya bastante?
  • 8. Compadezco a su mujer, a la pobre le ha tocado cargar con un despojo como usted. X: ¡Pero si no estoy casado! Y: Sí, sí, tiene usted la pinta del perfecto gilipollas. (Ambos se giran cabreados. X con un signo de incredulidad y casi con ganas de pelea, pero se domina. Y bastante indignado. Pausa). Y ¿No le parece curioso? X(a regañadientes): ¿El qué? Y: Que estemos aquí, hoy, los dos. No es casualidad, las casualidades no existen. (X sigue a lo suyo, pero Y se gira hacia él y se acerca). Los dos estamos solos, y usted lee un libro, no puede ser que tanto parecido sea casualidad. Además, los dos nos hemos hecho las mismas preguntas. X: No entiendo… Y(señalando al suelo donde no hay nada): ¿Nunca se ha preguntado quién puso esa piedra ahí? ¿Precisamente ahí? X: ¿Qué piedra? Ahí no hay nada. Y: La piedra no es la cuestión, es el concepto. Es posible que sea usted demasiado estúpido para comprender estas cosas, pero por favor, haga un esfuerzo. ¿O por qué las hojas de los árboles son verdes, pero cambia de estación y cambian de color? X(incrédulo): Yo, la verdad… Y: ¿Nunca se ha preguntado hasta dónde se lava la cara un calvo? X: Creo que debería irme. © Raúl Estal Y: ¿Y por qué estamos hoy aquí?
  • 9. X: Estoy esperando un autobús. gente como si fueran peces en el acuario, con admiración pero con pena. ¿Cree que no me he dado cuenta? Odia lo diferente, lo que se aleja de usted. Y: Esta mañana me he levantado y he puesto la tele. Mientras cambiaba de Piensa que las cosas pasan y no se pueden evitar, ¿verdad? Lo que le ha pa- canal para evitar la mierda que ponen a diario, una cosa me ha llamado la sado a esa niña era algo irremediable. Incluso se lo merecía, ¿no es cierto? atención. Esta madrugada han detenido a un hombre. ¿Sabe por qué lo han detenido? (X se encoge de hombros). Porque había secuestrado a una niña X: ¡Usted no me conoce! y la ha retenido durante diez años en su casa. Estaba encadenada a la pata de una cama en un sótano oscuro y pequeño donde se colaba la humedad. Y: ¿Se hubiera cambiado por ella? ¿Desearía haber estado en su lugar Se pasaba el día sola, sin ver ninguna cara, ni escuchar voces, sin una mientras la niña estaba a salvo? Sólo hay un modo de saberlo. (Y saca un ventana por donde entrara la luz. Sólo tenía la compañía de este hombre cuchillo de su ropa). Ahora veremos hasta donde llega su decencia. Le voy al anochecer, cuando entraba allí para darle comida, maltratarla o violarla. a proponer un juego: usted coge este cuchillo y me mata, o yo lo mato a Han podido rescatarla y la niña, que ahora tiene diecinueve años, estaba usted, elija. (X permanece en pie, aterrado, pero sin moverse). Vamos, no en un estado lamentable. Cuando iba a entrar en la ambulancia, le han pre- es tan difícil, es un simple ejercicio de supervivencia. Sólo tiene que cla- guntado qué quería hacer, y ha contestado que lo único que desea es vivir vármelo. (Se acerca a él y trata de dárselo, pero X retrocede). con ese hombre, necesita volver al sótano donde estaba. Se ha convertido en su vida y dice que no puede vivir sin él. ¿No le parece grotesco? Querer X: ¡No, déjeme, está usted loco! revivir la pesadilla una y otra vez. ¿Cree que hablarían entre ellos cuando la visitaba? ¿Acaso puede existir amor entre un preso y su carcelero? No Y: ¡No sea idiota! ¿Es preferible morir a vivir con la conciencia manchada lo sé, lo único que tengo claro es que la dependencia te va consumiendo de sangre? Piénselo bien, si usted no lo evita, voy a hundir este cuchillo en poco a poco hasta hacerte débil, y esa debilidad mezclada con la violencia su pecho, muy lentamente, y una vez que lo haya hecho, lo retorceré para te vuelve dócil como un perro, y al final ya sabemos qué sienten los perros asegurarme que sus tripas se esparcen por todos lados. Después, mientras por sus dueños. El amo puede ejercer su poder de cualquier modo, como usted nota como un hilo de sangre le sale por la boca, pasaré la hoja del cu- y donde quiera, sin que se le pueda exigir ninguna responsabilidad. ¿Qué chillo por su cuello, pero no será un corte brusco, no, lo haré de tal manera nos mueve a cometer esas barbaridades? Aún más, ¿qué puede mover a que siga viviendo, que pueda sentir cómo se le nubla la vista, el corazón va una persona a sentir devoción por quién lo trata así? Si tuviera que ser fallando y nota un sudor frío que le recorre la espalda. Y tendrá conciencia uno de los dos, ¿en qué lado le gustaría estar? ¿Ser víctima o verdugo? de que se muere cuando me vea clavarle el cuchillo por distintas partes A primera vista, nadie querría vivir un calvario así. Rechazaríamos esa de su cuerpo, pero ni siquiera lo note. Y oirá, ya desde muy lejos, mi voz posibilidad, pero ¿sería capaz de cometer esas atrocidades con alguien? recordándole que pudo haberlo evitado. Me escuchará cómo le insulto por La libertad la ponemos nosotros, hoy todo vale. El único argumento que ser tan estúpido, por elegir el camino equivocado cuando tuvo elección. existe es el de la sinrazón, porque si no nos mostramos fuertes pensamos ¿No lo entiende? Le estoy dando una oportunidad, ¡aprovéchela! La niña que los demás nos pisotearán. ¡Y puede que sea cierto! No he conocido a no pudo elegir, usted sí. Vamos, sálvese, coja el cuchillo y máteme. No nadie que se cambiara por otro que estuviera peor que él. ¿Cómo llamaría pudo salvar a esa niña pero si me mata, podrá salvar a muchas o tras. ¡Tiene eso, síndrome de salvar el culo? (X se ha girado y lee su libro). Muy típico, que hacerlo, tiene que ayudar a todas esas niñas! ¡Vamos, acabe con este usted es de esos, un hipócrita que aparta la cara del mundo porque lo único monstruo! que le preocupa es coger un puto autobús que le lleve a ninguna parte. Sí, (FIN) con su cara seria y su libro pretende aparentar que la gente no le preocupa, que tiene bastante con lo suyo, pero en el fondo es una escoria. Mira a la Óscar Gallego
  • 10. Narrativa y Relato bitual (¿acaso existía otro?) de toda his- toria de amor de mi colegio. Salíamos a caminar de la mano por el patio del ©Irma Gruenholz EL AMOR A LOS SEIS AÑOS recreo, compartíamos el almuerzo, nos dábamos besos en las mejillas y realizá- bamos otras prácticas más escabrosas que aún Uno, a los seis años, cree saberlo todo so- hoy me niego a detallar (soy un caballero). Incluso bre el amor. Y realmente lo sabe todo. A esa dimos el paso que en nuestra sociedad escolar signi- edad los mecanismos de cortejo aún no se han ficaba la oficialización de una relación: nos sentamos convertido en un laberinto de miradas, sms, juntos en el autobús que nos llevaba de excursión. Meetics y borracheras de garrafón. A los seis Yo creía (sabía) que Estela era el amor de mi vida, y que años, si a uno le gusta un ser del sexo opuesto nunca nos separaríamos. Sabía también que este senti- (si es del mismo, es otra historia), se lo dice, miento operaba, como es lógico, cambios en mi estado sin ambages, y si ella acepta empiezan a salir. de salud. Un día, mi madre me llevó al médico por no Ese fue el camino (¿acaso existía otro?) que se qué motivo (¿anginas?). Cuando el doctor me aus- seguí con Estela: mi primera novia. cultó, se dio cuenta de que tenía una frecuencia cardia- Era el invierno de 1988, invierno de jerseys ca mayor de lo habitual. Mi madre le echó la culpa a de lana y dos canales de televisión, y Estela y la fiebre, pero yo, con toda la sabiduría de los seis años, yo comenzamos una relación que se prolongó du- concluí para mis adentros que la causa era el amor. Y con rante varios meses. Elegí a Estela por una razón muy una felicidad que ni la inyección del practicante pudo simple: era la niña más guapa del mundo. Hoy con los mitigar, me mantuve todo el día en una nube. años, que no con la experiencia, creo que me fijé en Es- Como habrá adivinado el avieso lector, tela por su exotismo. Estela tenía los ojos achinados y mi historia de amor con Estela terminó pronto. un pelo negrísimo y lacio que le enmarcaba la frente en Pero la causa de su fin no fue, como suele ocurrir forma de flequillo rectangular. Estela era española, pero en las películas infantiles, un cambio de lugar de su rostro era lo más parecido a una niña extranjera que yo trabajo del padre de Estela. La causa fue el verano. jamás había visto. En mi pueblo (en el extrarradio de una En aquella época nuestra existencia, la que podíamos recordar, se ciudad del extrarradio del país) apenas había extranjeros, circunscribía a apenas unos tres años, por lo que tras dos meses de sepa- eso vino después. Por aquel entonces, tan sólo había un ración, en Septiembre todo había cambiado. Estela ya no quería ser mi chaval en todo el colegio que no había nacido aquí. Era novia, y yo estaba más preocupado por el fútbol que por las niñas de mi negro y jugaba de maravilla al fútbol, por lo que, como clase, con las que en adelante, y hasta la llegada de la adolescencia, nos era lógico, todos le llamábamos Pelé. Por eso me fijé en comunicamos a base de pedradas. Estela, porque, aparte de Pelé, ella era el único vestigio Hoy ya no vivo en aquel pueblo, pero cuando vuelvo y me encuen- que había en mi vida de que los rostros que veía por tro a Estela, apenas un saludo, con sus piercings, sus kilos de más y su televisión (declive de regímenes comunistas, Plaza flequillo, recuerdo que un día fue la niña más guapa del mundo. de Tiananmen) existían de verdad. Mi relación con Estela siguió también el recorrido ha- Basilio Pujante Cascales
  • 11. AUNQUE NO PUEDAS VER todo el rato. La gente te admira mucho y quiere hablar conmigo de lo mu- cho que les gustan tus cuadros. Yo sólo puedo decir que sí, que parece que a la gente le gustan. Que a los pintores buenos les pareces prometedor. Que Es duro no poder ver lo que pinta tu pareja, más aún cuando a tu trabajas muy duro y que te importa de verdad. Que he pasado la mano por alrededor no paran de llamarlo para que muestre los cuadros, dé confe- la pintura, y que a veces las líneas son suaves, y a veces son rugosas. Que rencias, o envíe fotografías. Hubo un tiempo en el que quise operarme, hay cuadros con los que has sufrido durante meses, y otros pequeños que pero me dijeron que tendría que dejarlo todo durante diez años: que iría son el fruto de una noche en vela. De cuando me acuesto y estás pintando, de quirófano en quirófano, y que no había garantías de que al final pudiera y me despierto y sigues en el mismo lugar. De cuando vamos en el coche, distinguir formas o colores con claridad. Lo pensé y decidí seguir con mi y estás callado, y sé que piensas en tu cuadro. profesión y mi vida, aunque no pudiera ver las cosas a las que él estaba —A mí no me importa que no puedas ver. Hay cosas en el mundo que no dedicando la suya. son pintura. —¿Qué haces, amor? —Sí, pero no te importan tanto. —Estoy pintando. —Tú me importas más que todos los cuadros. —¿Y... cómo vas? ¿consigues avanzar? —¡Pero no podemos hablar de ellos! No puedo decirte lo que pienso, no —No acabo de conseguir lo que quiero conseguir. Pero sé que si lo sigo puedo ayudarte. intentando, llegará un punto en el que o lo habré conseguido, o sabré que —Sí que me ayudas. Pones música, y te encargas de que el ordenador es imposible para mí. siga funcionando. —¿Y el último cuadro que hiciste? ¿Sabes ya algo de la galería que te —Eres un desastre con la informática. No te interesa nada. gusta? —Sólo me interesa lo que me ayuda a trabajar. Lo demás no. —Lo tienen allí parado ya seis meses, y siguen haciéndome esperar. Si no —Podrías poner interés y aprender miles de cosas. lo quieren allí tengo pensada otra, pero claro, no es igual. La gente irá a —Sé que si sale algo útil, te enterarás por mí. Como con la web que me verlo si saben que está allí, los que me conocen y los que no. Pero sabes hiciste con las estadísticas de visitantes. O cuando me instalaste el correo que la gente asocia el nivel de la galería con el del cuadro. Cuanto peor sea en el móvil, o lo de los blogs. la galería, y menos céntrica esté, menos interés tendrá la gente en darse el —Ya. viaje para ir a verlo. Y mientras no me lo devuelvan, no puedo hacer nada. —Por cierto, me han invitado a otra cosa. —¿Pero lo subiste a la web, no? La gente sabe que existe. —¿A otra? ¿dónde? ¿cuándo? —Sí, pero no se ve igual, no se entiende igual. Además no hablarán tanto —Es algo conmemorativo en Brasilia. Entre Seúl en noviembre y Forta- de él hasta que haya una exposición. leza en mayo. —¿Se ha secado el último que hiciste? Puedo ayudarte con el marco. —Puf. ¿Y vas a ir? —Sí, bueno... lo he enmarcado yo, al final. Pero si quieres darle un repa- —No lo sé aún. so a las juntas, estaría bien. —¿No es mucho con lo de la India el verano que viene? —Cada día lo haces mejor tú solo. Sabes que yo sólo lo hago porque me —A lo mejor sí. Es mucho trote. hace ilusión participar en algo. —Yo no sé a cuántas cosas puedo ir, paseando por salas donde no veo lo —Lo sé. que hay colgado en las paredes, escuchando conferencias en las que no sé —Ojalá pudiera ver tus cuadros. de qué hablan. —No importa. —Está claro, lo entiendo. —Sí, sí que importa. Vamos a esas fiestas y todo el mundo habla de pintura —A las tuyas voy porque me gusta oír el entusiasmo con el que cuentas
  • 12. qué has aprendido, y escuchar lo que murmura la gente. —Sabes que cuando salgo tengo compromisos, que es por lo que me —Je, je, eso es divertido. pagan el viaje. —Me acuerdo de aquel chico se puso a hablarme como si pudiera ver. Fue —... y si no fuera por ello no podríamos pagarlo. horrible. __Ya. —Horrible, ¿por qué? __Tus padres sí que lo disfrutan. Como también son artistas, tienes suerte. —En cuanto le dije que yo no podía ver, se quedó callado, como si yo ya —Sí, bueno, hacen cosas parecidas, pero no son de pintura exactamente. no estuviera allí. —Otros sólo sabrían que sales en la radio. —El pobre, ya no sabría qué tema sacarte. Pasan mucho tiempo con otros —Calla, calla, qué vergüenza. Y qué difícil es hablar con periodistas. pintores ¿sabes? Quizá no se le ocurría de qué te podría hablar. Explicar lo que hago... para gente que no lo está viendo... —Supongo. —Supongo que por eso me gustan tus entrevistas. —No te lo tomes a mal. Porque haces ese esfuerzo para otros, y yo lo entiendo un poco mejor. —No, después en la fiesta me sacó a bailar salsa. —Me cuesta mucho. —Es buena gente, pero le cuesta salir de su tema. —Pero a tus padres sí que se lo puedes explicar más o menos. Además sus —¡Tuvo que pedirle a otro que me lo preguntara! compañeros sí que lo aprecian, y les dan la enhorabuena por lo que haces. —¿Ves? Y el otro sí estaba hablando contigo. Es una suerte que comprendan a qué te dedicas, y estén orgullosos. Otros —Es verdad. Él y ese otro señor mayor tan majo que me dijo que eras no lo entenderían. muy creativo. —Es que soy un chico con suerte. —Te apuesto lo que quieras a que no ha dedicado diez minutos a un cua- —¿Aunque yo no pueda ver? dro mío en la vida. —Aunque no puedas ver. —Qué exagerado eres. Ése sí era majete. No me habló de pintura ni un solo minuto. —Pues qué suerte, porque no tiene fama de eso. —¿No? —Pues no. Dedicado a los que me preguntan —Qué cosas. En fin, ya cómo es estar casada con un matemático, sabes que yo sólo voy por sin ser matemática. Es más o menos así. viajar contigo, probar la comida de todos esos si- tios, pasear por otras pla- yas, sentir otras brisas del mar... oír otras olas... —¡Y esos los bufés de desayuno! ¡Qué bue- nos! ¿A que sí? —Sí, pero de vez en cuan- do estaría bien ir a un sitio en el que no Begoña Martínez Pagán hubiera ninguna exposición, y te tuviera para mí sola. (blog.bmartinez.com)
  • 13. HIJAS DE LA MUERTE Microrrelato Salgo a la calle húmeda, una pegajosa letanía seduce al crepúsculo y me recuerda que ésta es la hora de los muertos. Una bohemia y trágica secuencia se repite caminando, las veredas desprendidas, el crujir de las LA TRADUCCIÓN hojas secas, mirar por las ventanas abiertas, una sensación de soledad y Aterrado, soñaba con bérquidos, con moltunes, con fastenados. No con- de hastío que atrapa a toda una ciudad. La plaza está vacía por el frío, ya seguía librarse de las persilviguas, aunque recibía algún alivio de las bru- han huido los niños, sin ellos las farolas parecen piquetas de una cancha miscas y mordigeras que encontraba a su paso. Cuando le pudo contar sus de batalla, feos graffitis se insultan y se declaran. La tarde se acuesta sobre sueños al analista, éste le sugirió que intentase una traducción. el asfalto que tan poco delicado se va helando, la luna casi llena, aún en creciente, parece más helada todavía. De un colectivo emergen dos chicas REGRESAR góticas, pálidas y frías (descubro que el negro es un color que se ha comi- Le costaba mucho regresar a la vigilia. Allá, en el sueño del soñar, se do todos los brillos) bajan los escalones como si un cadalso las esperara sentía bien. Era un exilio gozosamente aceptado. Pero cuando por fuerza en la calzada, se mueven sobre un velo de sensación y parece que nunca quedó del otro lado, descubrió dentro de sí un sentimiento distinto: la nos- se preguntaron a dónde van. El frío de julio abruma y la neblina es una talgia por lo que había dejado atrás. de las tantas metáforas del fuego. Nada pega a esta hora como ese porro picante que se quema en los labios de los chicos de la otra esquina. Se me cruzan los estallidos huérfanos de una risa colectiva, se retuercen en la jo- CONQUISTADOR Su ambición era simple: conquistar el mundo, según la estrategia que ela- ven noche detenida detrás de la oscuridad. El sábado tiene su enigma bien boraba cada noche. En un sueño agitado surgió el plan que juzgó perfecto. guardado como el deseo exquisito de un genio loco. Los focos ambarinos Al día siguiente lo expuso en el consejo vecinal de su aldea, pero ninguno de este vértice del mundo son de un amarillo viejo, parecido de sus colegas lo entendió. al de algunos sueños. Sumergidas por un extraño efecto las cáscaras de las paredes lucen menos corroídas, sin embargo están ahí, latentes y agonizan. Camino mirando DÍA DEL PADRE el piso, las baldosas se pierden en el Éramos una multitud y celebrábamos el Día del Padre. Todos éramos hijos paisaje y desaparecen detrás de mí. e hijas, pero no había padre alguno: los habíamos exterminado mucho an- Finalmente las chicas de negro y fuc- tes. Fue una hermosa fiesta. sia se eclipsan en un portal que abre y cierra en un pestañeo, lo hacen sin vergüenza, lo hacen sin sentido y lo David Lagmanovich hacen como si sólo ellas fueran las únicas hijas de la muerte que descreen de todo a esta hora y en esta ciudad. Don Cósimo
  • 14. LA AMENAZA Se preguntó a sí mismo quien habría apagado la luz de la sala y bajado to- das las persianas sin avisar. A tientas logró llegar hasta el interruptor que, Enciendo el computador, un cigarrillo, acomodo mi recordaba, estaba junto al espejo. Sólo cuando estuvo delante del cristal café e inicio la rutina de revisar lo que he escrito la noche fue capaz de darse cuenta de que se había quedado ciego. anterior. Luz, me digo, necesito luz y descorro la cortina de la ventana que da al patio. CRISIS Busco un archivo y de pronto siento una presencia tras la ventana. Levanto la Agobiado por tanta deuda y con una familia a la que sacar adelante, a vista y lo veo: su mano derecha sostiene sus 55 años estaba decidido a hacerlo. Sería doloroso y el recuerdo que una lanza que se pierde en lo alto; en su esa acción podría dejar entre los que lo conocían quizá fuera imborrable. testa, un casco con una visera movi- Después de mucho pensarlo la decisión estaba tomada: Mañana mismo ble que protege sus ojos, las man- comenzaría a buscar su primer trabajo. díbulas, la nuca y que remata en un penacho con una cola que Álvaro Pintado González onde al viento; un peto de cuero dibuja sus músculos del tórax; un manto de piel de cabra cae desde sus hombros; un escudo en el brazo izquierdo; una espada al cinto; un arco y un carcaj terciados a su espalda. SABIDURÍAS El centinela barre con su mirada el infinito, más allá de los muros. Cuando vayas caminando y se te aparezca un pájaro y te vuele muy cer- Desde la explanada Aquiles, desnudo, como loco, le hace gestos exhi- ca, trata que te escuche decir “Ave María purísima”. biendo sus testículos. No le hace caso, el soldado está acostumbrado a Cuando vayas volando y alguien te camine muy cerca, tanto que escu- estas obscenidades después que Aquiles perdió a Patroclo en la última chés decirle “Ave María purísima”, andate. batalla. Los consejos que le da una madre a un hijo, un maestro a un aprendiz, Una barba de días cubre el rostro ceñudo del centinela. Adivino deben ser escuchados, porque como dice el dicho, más sabe el diablo por que observa a los Aqueos que acampan en lontananza en este largo asedio viejo que por diablo. y puede llegar a ser cierto, ya que muchas veces lo es. que se prolonga por diez años. Pero además vale recordar que el Diablo, además de tener sapiencias, tiene ¡Mierda!, murmuro, aprieto la tecla “Suprimir” y el Troyano creencias, y no siempre son correspondientes entre sí y con la realidad. desaparece. El Diablo sabe por viejo, sabe por diablo, sabe por dualidades, y si él sabe que existe él, entonces seguro que existe también otra cosa. Pero Pedro Guillermo Jara además sabe que tiene oídos: y dicen “que siempre le gana al Diablo”. Pero nadie, ni el mismo Diablo, lo ha visto jamás y saber (o acordarse) de cuándo le ganó, ni hablar. EL SENTIDO DE LA VIDA Pero de tanto escucharlo de tan viejo ya lo cree. Pero no se lo digan nunca: no todo tiene opuestos. Aturdido aún por el lento despertar y la oscuridad del salón miró hacia la televisión, el portátil, la fotografía de boda. Pero no consiguió ver nada. Inés Eguaburo Ningún objeto le servía de guía.
  • 15. EL OJO Y LAS NARICES FUEGO CRUZADO Para el ojo humano que señala y asiente, la parte _ ¡Fuego!_ solicitó la dama con un cigarrillo entre sus dedos. visible del iceberg, esa montaña blanca de cristal _ ¡Fuego!_ gritó el hombre al ver cómo se incendiaba su casa. helado, es la porción hermosa del evento, por más _ ¡Fuego!_ ordenó el capitán al pelotón de fusilamiento. conocida. Sin embargo, los marinos desconfían de Sucedió que la dama murió acribillada a balazos en su suite privada, el la proporción volumétrica oculta. Ellos saben que el hombre miró estupefacto como le acercaban un encendedor frente a las bello espectáculo no les causará daño alguno; es el cenizas de su casa y un baldazo de agua empapó al capitán ante las carca- misterio, el enigma escondido bajo las aguas, lo que jadas de sus soldados. Resulta que la amada del escritor de este cuento se romperá sus narices. marchó para siempre, y fue en ese estado de absoluta perturbación cuando aparecieron los finales de estas historias. CONFESIÓN DEL SUICIDA Un balazo de cuando en cuando constituye una práctica COLABORADORES muy saludable. Inmuniza, o al menos cura, contra cual- … y en esta extensa pradera descansan los valientes que le permitieron a quier pretensión de inmortalidad. Guillermo Tell adquirir la experiencia suficiente para poder presentar su espectáculo en público. APORÍA Sabes muy bien que todo lo mío es tuyo. Pero si DRAMA ESCOLAR me privas de ello, dejará inmediatamente de La niña lloraba sin consuelo en el patio de la escuela. Había entendido que ser mío y por tanto, de la misma mane- fue víctima de una broma cruel, nada de cierto había en las cartas de amor ra, también dejará de ser tuyo. que había encontrado en su mochila, nada real en ese encuentro tan anhe- lado al lado del árbol durante el recreo. Pobrecita, ¿cómo podía imaginarse que otros ojos también lloraban desde el aula de sexto grado, en el primer DESHACER EL AMOR piso, que lloraban y no se animaban a bajar? Y como ella seguía sin quererme después de incontables abordajes, primeramente hicimos un preámbulo de dia- tribas, denuestos, porfías, odios comunes, mordacidades, NO EXISTE BELLEZA QUE RESISTA UN BOSTEZO sarcasmos, imprecaciones a voz en cuello, críticas ácidas, El joven la miraba encantado mientras ella hablaba. Lo que ignoraba es rencores no solucionados, y más tarde nos hicimos el des- que ella no había pasado bien la noche anterior. “Qué hermosa es”, ni amor más cáustico, en camas separadas, por supuesto. cuando el mozo trajo la cena le quitó los ojos de encima. “Qué ojos, qué labios, qué naricita. Es sencillamente perfecta”. De repente, un cansancio profundo venido desde muy adentro la hizo boquear, antes de que pudiera LITERATURA cubrirse con la mano, el joven observó cómo se le arrugaba, se le compri- Desde aquel día fueron felices. Luego el príncipe se mía, se le afeaba la cara. Qué grotesca esa boca tan abierta, esa garganta… casó con la princesa ante todos los súbditos y co- No quiso ver más, simplemente se levantó y se fue. menzó verdaderamente el cuento. Saturnino Rodríguez Riverón Diego Kochmann
  • 16. ABORDAJE Escrito en la calle No crean, para mí tampoco fue fácil eso. Verla tan bonita y llorando, como suplicándome un minuto más. Al menos un abrazo más. Se iba a España y sabrá Dios si algún día vuelva. Tal vez nunca la vea de nuevo. Sollozaba, como si no hubiera remedio posible, y, yo, claro, yo que no soy de palo, pues me quebré. Porque tal vez muchos crean que soy un insensible, pero no, soy un hombre de carne y hueso. Nadie sabe lo que sufro yo en mo- mentos como esos. “Siga, señorita”, fue lo último que le dije mientras le devolvía el pasaporte para atender al siguiente pasajero. TIEMPO —¿Qué haces aquí?—preguntó la muerte. —Me cansé de esperarte—replicó el anciano—. Vengo por ti. © by Basi SECRETO Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Por ningún motivo podía dejar que se enteraran de qué había en el sótano. Siempre esperaba a que estuvieran lejos, sacaba el plato de lentejas y lo bajaba Calle Jacques Couseteau. Murcia sigilosamente. Me aseguraba de que no entraran cerrando con doble llave y colgándome las llaves como un collar. En todo caso, a pesar de las pre- cauciones que tomé, un día les ganó la curiosidad y me siguieron. Cuando descubrieron lo que pasaba, no tuve más remedio que dejarlos ahí con su padre. HÉROE Cansado de injusticias, ideó una revolución. Pero al querer desenvainar su espada, el mármol que lo cubría de pies a cabeza lo detuvo en seco. REAL Enfurecido, el oso arremetió contra la muchacha tirándola de la cama y © by Álvaro haciéndola caer contra el suelo. Abrió su boca gigante con un grito que retumbó por la habitación y le mostró sus dientes dándole a entender que su carne pronto sería de él. El animal se acercó a la muchacha y la empujó ferozmente con su garra contra la pared. Llena de pánico, por fin lo com- prendió. Ricitos no estaba en un cuento. „¿Soportar este mundo de miseria o prenderle fuego? KEMA TU PARTE“ Esteban Dublín Calle Simón García. Murcia
  • 17. Recomendaziones „Yo participo, ROBERTO BOLAÑO: Putas asesinas. Anagrama. 2001. tú participas, Barcelona él participa, nosotros participamos, No es la primera vez que, desde Ma- vosotros participáis, nifiesto Azul, recomendamos algu- ellos se aprovechan“ na de las obras de Roberto Bolaño. Mucho se está hablando en los últi- Club Atalaya. Cieza mos años de este autor, quizás una de las voces literarias más impor- tantes de finales del siglo XX y qui- © by Pablo “el Largo” zás uno de los pocos que han sabido entender el cambio que la literatura en español necesitaba, bebiendo de autores como Ernesto Sábato, para trazar una nueva línea en las formas narrativas de la novela y el cuento. El mismo Bolaño afirmó que no se podría volver a escribir una historia de amor de la misma forma que se hacía antes de la publicación de So- bre héroes y tumbas y esta afirma- ción es la máxima de sus obras. El universo literario de Bolaño se desarrolla a medio camino entre la narrativa de autoficción, el ensayo literario y la reflexión sobre el ser hu- mano movido por sus más bajos instintos: en tal camino se sitúan sus dos © by Pablo “el Largo” grandes novelas (Los detectives salvajes y 2666) así como sus libros de relatos (Llamadas telefónicas, El gaucho insufrible y Putas asesinas). En esta última obra, Putas asesinas, se centra la recomendación de este MA8: libro de cuentos publicado en 2001, contiene trece narraciones de calidad desigual pero en los que se recogen todos los temas habituales del autor: la cruda realidad de la barbarie en Latinoamérica (“El Ojo Silva”); las relaciones entre exiliados chilenos (“Días de 1978”); el periplo de un „Soy la mujer de mi vida“ Un descampado. Molina de Segura
  • 18. personaje desorientado (Vagabundo en Francia y Bélgica); o las reflexio- ninguna situación que no haya desarrollado la historia de la literatura, sólo nes literarias del poeta marginal Arturo Belano (Fotos). Posiblemente sea la traduce a su propio lenguaje y a su peculiar estilo narrativo. Así, los este último uno de los relatos de menor calidad de la colección, pero resul- temas y las acciones aparecen subordinados a la voz de los personajes y a ta interesante por cuanto se pone de manifiesto que la obra de Bolaño es la descripción de un universo de soledad, marginalidad y desorientación, un universo no cerrado al que se retorna una y otra vez (recordemos que sin dejar de lado la necesidad que todo relato tiene del factor sorpresa y Belano, trasunto ficcional del autor, es el protagonista de Los detectives de la intriga. salvajes). Porque, después de Bolaño, ninguna historia puede ser contada como tra- De entre la piezas que componen la obra, merece la pena destacar tres: dicionalmente se ha hecho. “Últimos atardeceres en la tierra”; “Putas asesinas” y “El retorno”. La primera de las citadas, “Últimos atardeceres en la tierra”, relata la his- Mari Cruz Gallego Ruiz toria de dos personajes, padre e hijo, nombrados por sus iniciales, cuyo destino les lleva a emprender unas vacaciones que acabarán convirtiéndo- se en un paseo por los suburbios de Acapulco mientras se distancian cada vez más. Se trata de un relato abierto, que viene a terminar justo cuando debería empezar la acción, haciendo de la introducción la trama narrati- va central. Habitualmente, en Bolaño, interesan más las relaciones entre los personajes, la perspectiva de los acontecimientos y la voz narrativa y estos tres elementos son los que destacan en este cuento con trasfondo de thriller. El segundo de los relatos, que da título al libro, “Putas asesinas”, se re- laciona con el anterior por cuanto la voz de los personajes prima sobre lo que podría ser simplemente la historia de un crimen: encontramos a la protagonista refiriéndose a un tú que sólo con el avance del relato adivi- namos que se trata de su propia víctima. “Putas asesinas” es el lamento de una obsesión y la recreación de un género, la narrativa de intriga, donde la voz principal la tiene la propia asesina y es ella la que va descubriendo a la víctima y, paulatinamente, también al lector, sus propias intenciones. Finalmente, merece la pena destacar El retorno, peculiar variación de los relatos de fantasmas: como en el anterior, la voz narrativa es cedida al personaje menos habitual, en este caso al propio fantasma, que nos cuenta cómo fue su traslado al mundo de los muertos y cómo, a través de la re- lación de un necrófilo con su cuerpo, encuentra al compañero ideal. “El retorno” es un relato que habla, fundamentalmente, de la soledad del ser humano, rasgo que subyace en el retrato de la mayoría de los personajes © Loredano de Bolaño. Putas asesinas es, por lo tanto, una continuación de los grandes temas, formas y motivos de la obra de Roberto Bolaño, en la que no se inventa
  • 19. el Maratón de Nueva York y se jacta LOS CAMINOS DE LA LITERATURA de una rutina atlética estricta que puede resumirse en dos hechos: HARUKI MURAKAMI: What I Talk About When I Talk corre todas las mañanas des- About Running,(trad. Philip Gabriel) Londres: de hace más de veinte años Harvill Secker, 2008. y participa por lo menos en un maratón cada temporada. Semejante palmarés no podía Un extendido cliché, estar desprovisto de memora- en gran medida alimentado bles recuerdos, como lo prue- por la estética romántica y ban las páginas imperdibles de su decadentista, asocia la acti- crónica de una carrera espontánea, vidad intelectual y del arte recorrida sobre el arcén recalentado con la degradación física. por el sol del verano helénico en la ca- No obstante, un vistazo rá- rretera que une Atenas con la ciudad de pido por el anecdotario de Maratón, con ocasión de un viaje motivado la historia del pensamiento por el encargo de una revista japonesa; o, sugiere que los hombres de menos pintoresca en su organización pero no letras han practicado a su menos fascinante en sus resultados, la narración modo la divisa de “mens del traumático ultramaratón (con aristas lindantes con sana in corpore sano”. Des- el misticismo fisiológico), una carrera de 100 kilóme- de las clases ambulantes de tros en el lago Saroma, en Hokkaido, cuya participación lo Aristóteles, que terminarían marcó tan profundamente que tras ella nunca volvió a disfrutar de correr por bautizar a la suya como como antes, autodiagnosticándose víctima de la melancolía del corredor la escuela peripatética (o es- (runner’s blues). cuela itinerante), hasta las caminatas diarias de Kant, Si el libro se limitara a una enumeración de planes dietarios, tablas regladas por una exactitud de tiempos y técnicas psicológicas de motivación, “De qué hablo cuando tal que los habitantes de Königsberg ajustaban sus relojes al ver pasar hablo de correr” no dejaría de ser uno de esos intrascendentes volúmenes al filósofo a paso firme bajo los tilos que bordeaban el camino a la uni- consagrados a revelar una faceta desconocida de la vida de una persona versidad, los intelectuales han practicado el ejercicio físico con diversa más o menos famosa (género típico en el que celebridades hacen públicas elegancia, efectividad o éxito. En su libro “De qué hablo cuando hablo de aficiones o pasatiempos insospechados, pregonando, en su proselitismo, el correr”, el escritor japonés Haruki Murakami agrega un testimonio más a alcance universal de los beneficios de los que ellos disfrutaron practicán- nuestro catálogo, pero apretando el tranco y pasando de la apacible cami- dolos). Éste sería sin dudas el destino del libro, más allá de que Murakami nata al trote a secas. narre las anécdotas de su vida como atleta con un ostensible oficio para la comicidad y la self-deprecation. Sin embargo, el libro escapa a ese vere- En sus nueve capítulos, estructurados a la manera de un diario per- dicto, y lo hace a través de su funcionamiento metafórico, de su modo de sonal, el autor nos informa de su plan de entrenamiento para participar en
  • 20. hablar de algo, hablando de otra cosa. ¿De qué habla Murakami cuando de un autobús, en el tumulto de un café o al abrigo de las sábanas antes habla de correr? Está claro que habla de correr; es decir, de su vida como de dormir, avanza el lector, pasando páginas, como quien franquea obstá- atleta amateur: de sus lesiones, de su equipamiento para correr triatlones culos con el corazón puesto en la meta. Por la otra, sujeto a la postración (merece una mención especial la descripción de su bicicleta Panasonic de del escritorio, del cuaderno o del teclado, avanza el escritor, cuesta arriba, titanio, que lleva inscripta en su cuadrante la leyenda “18 Till I Die”, el sumando páginas al manuscrito, con la esperanza incierta de una meta título de un hit de Bryan Adams), de su régimen alimentario, de la envidia cuya distancia es siempre difícil de calcular. En ese cruce que reúne a esa que le genera el vigor muscular y aeróbico que exuda el trote juvenil de operación aditiva, productiva, que es la escritura, con el apetito sustracti- las estudiantes de la Universidad de Harvard. Pero sobre todo, o mejor, por vo, consumidor característico de la lectura, se constituye el acto literario debajo, subrepticiamente, habla siem- que denominamos libro. pre de otra cosa: de su vida como escri- tor, o, en menos palabras, de literatura. En uno de los episodios dedicados Cuando habla de correr, Murakami afir- a las sesiones diarias de entrenamiento, ma que el novelista necesita de riguro- Murakami evoca una época en la que solía sidad, constancia y resistencia, es decir, cruzarse con un importante equipo de at- las virtudes del maratonista; cuenta que letismo japonés: “Por aquel entonces tenía tras descubrir sus dedos teñidos por la la costumbre de trotar antes de las siete de nicotina, resolvió que deseaba escribir la mañana —cuando el tránsito no es tan muchas novelas, y para ello necesitaba pesado, cuando no hay tantos peatones y llevar una vida sana y disciplinada; se- cuando el aire está relativamente limpio— ñala que fantasea con entrenarse duro para carreras extremas, como las y los miembros del equipo S&B y yo solíamos cruzarnos y saludarnos Ironman, pero que aquello le quitaría tiempo a su escritura, que es final- inclinando la cabeza. En días lluviosos, intercambiábamos una sonrisa, esa mente lo único que importa en verdad. ¿De qué habla entonces el autor? sonrisa que dice qué mal que la estamos pasando”. Ya sea en el trote ligero De la carrera literaria, del maratón de la escritura. Su meta, su punto de de un pasaje plácido o en el ascenso pesado de una prosa ardua, el camino llegada es siempre la literatura. Tanto es así que el goce estilístico con el literario siempre está compuesto por dos vías: la del escritor y la del lec- que el autor describe los distintos sufrimientos del ejercicio aeróbico invi- tor, que se saludan con la visera o una sonrisa irónica según el paso que ta a esa lectura malhonnête convencida de que Murakami se somete a esa puedan llevar. Es esa metáfora de la literatura como camino, entre lo zen ascesis —o nos dice que se somete a ella; distinción que, en última instan- y el pop, lo más estimulante en esta obra del escritor–atleta que demuestra cia (la instancia de la ficción), no tiene ningún interés— sólo para poder ser nuestro autor; obra feliz que, con mucho oficio, combina profundidad contarla, para poder transformar ese ejercicio físico en ejercicio literario. y frescura, y que prueba que, por más que se queje de los achaques de la vejez a la hora de enfrentar el recorrido de 42 kilómetros del maratón, el El volumen (bellamente encuadernado en rojo y tapas duras para Murakami escritor se mantiene en buena forma. la edición británica de Harvill Secker) está compuesto por apenas 180 páginas, y se recorre con soltura hasta el final, lo cual lo hace compatible Bruno Ampel con una lectura itinerante e intermitente. Esto que puede parecer a primera vista un modo de devaluar la empresa del libro, por el contrario, delata un rasgo no siempre evidente del acto literario: si la literatura es un camino, ese camino tiene dos vías. Por una de ellas, entre sacudones en la butaca
  • 21. Hugh Thomas: Barreiros. El motor de España, de construyó los motores Taino hasta que editorial Planeta, 2007, Barcelona. allí hizo justicia a los versos de Sánchez Rosillo: “muchos son los caminos que “Algo que elude a las palabras como el agua del arroyo elude a la piedra, porque las recorre / un hombre hasta encontrar palabras sólo están hechas para decirse a sí mismas, para decir lo decible, es decir, el lugar de su muerte.” todo lo que nos gobierna o hace vivir […]” Javier Cercas: Soldados de Salamina. Ya en la introducción, Hugh Thomas denuncia la ausencia de bibliografías en España, teniendo en cuenta el sus- trato material que hay para tal fin. Me Afirmó muy senten- quedé un tanto perplejo cuando leí la ciosamente Eduardo biografía que Ian Gibson hizo sobre Barreriros, en el en- Machado, porque, mientras duró la sayo-carta que envió lectura, me sentí como Dios: es como si hubiese tenido ante mí a Fidel castro, que la el mapa de la vida de Antonio Machado, como si supiese, por una historia de la huma- serie de casuística lógico matemática, donde iban a dar los pasos de este nidad es una historia poeta y entendí las citas de versos y prosa como un mecanismo especular de lucha. Pero no se de juego intertextual para explicar la vida de un creador de textos litera- refiere aquí Barrei- rios. No obstante, esta vez me resultó todavía más extraño encontrar esos ros a la historia de textos literarios, no ya para explicar la vida de un hacedor literario, sino los hombres ilustres para construir el contexto referencial mediante descripciones y paratextos que aparecen en los de Pardo Bazán, junto con Dionisio Ridruejo, Azorín, Martín Gaite, Ro- manuales o que to- salia de Castro, Torrente Ballester…, recreando el paisaje para dibujar el dos, en mayor o me- cronotopo, para en definitiva contar la vida de un genio, pero al fin y al nor medida, recuer- cabo un empresario. Esa consulta de fuentes propicia la construcción de dan como un vago un personaje que, aunque histórico parece novelesco y ejemplar, al ser eco, sino que, por el contada su historia como el periplo de un héroe trágico – cuanto más tra- contrario, se refiere tó de evitar su destino más se aproximaba a él- que lucho innumerables a la historia sí ejem- batallas para construir una serie de máquinas que por las características plar que cada uno de nosotros realiza diariamente para surcar y quebrar los que su autor imprimió en ellas han sobrevivido a su creador. La misma escollos que el destino nos va imponiendo. Acudan y visiten la vida de este operatividad textual tiene el conocimiento plasmado de la historia de la hombre que, con menos de 12 años, montó la primera carrocería a un auto- lengua. Hugh Thomas se muestra en este libro como un brillante cono- bús, siendo todavía un jovenzuelo logró transformar, “dieselizar”, motores cedor de la gramática histórica de nuestra lengua y de las cooficiales así de gasolina en diesel, creó una factoría en Villaverde con dos millones de como sus dialectos. Esto le permite abordar cuestiones tan actuales como metros cuadrados y empleo directo para más de veinte mil personas, por la política lingüística y entender el presente del problema desde el pasado motivos empresariales se vio relegado a la ganadería experimental en un que lo explica, por ejemplo: Eduardo Barreiros hablaba Gallego debido a finca de Ciudad Real y finalmente volvió a la mecánica, en Cuba, don- la zona geográfica donde se crió, y no aprendió Español hasta la edad de
  • 22. doce años en la que su familia se vio obligada a viajar en busca de ese futuro más prometedor. H. Thomas utiliza este conocimiento con el fin de caracterizar –a la vez que crea- el entorno más próximo, el familiar, de ese genio que llegaría a ser E. Ba- rreiros. Cuando era pequeña los veranos los pasaba en la casa de campo que tenían mis abuelos a unos kilómetros de la ciudad junto a mis padres, Al tratarse de un libro creado tíos y abuelos. Lo que más me gustaba de todo era que entre mis primos y por un historiador, el panorama li- mi hermano yo era la única niñita de la casa, lo que suponía más de un pri- terario y cultural, la etnografía, la vilegio. Lo que menos las películas de vaqueros que mi tío ponía religiosa- sociología, la arquitectura, la demo- mente cada día después de comer. Con ellas aprendí que los indios eran los grafía, la teología… se convierten en malos y que con el technicolor todos parecían seres de colores brillantes e elementos y herramientas subsidiarios de la intensos, increíblemente sobrenaturales. Evidentemente, aprendí también historia. Uno de los mecanismos que acertadamente a dudar de la calidad y veracidad de sus historias, pues todas acababan de emplea Hugh Thomas con el fin de ambientar o, mejor la misma forma. Fui creciendo, mis tíos dejaron de veranear en la casita dicho, con el fin de crear ambiente es el contraste para explicar la evolu- y cesó el suplicio de ver a la caballería defender el fuerte contra el ataque ción de una personalidad. Un cambio exterior repercute directamente en la de los malditos pieles rojas. Comenzaron entonces la imposiciones de mi forma de ser de la persona, ya que ésta ha de adaptarse a su circunstancia. hermano mayor, entre las que se encontraban los “espaguetti western”. Con ellos descubrí que el Oeste americano era, en realidad, Almería y, por El problema que yo encuentro, siguiendo los parámetros de La supuesto, que el impertérrito que se escondía tras un som- poética de Aristóteles, es que la recreación del contexto en todas su dimen- brero, un poncho y una barba de tres días era Clint siones (visual, plástica, desde el ámbito de las sensaciones…) parten de Eastwood. Evidentemente, Sergio Leone tampo- textos literarios escritos por autores que dejaron impresa su subjetividad en ellos y que, por tanto, la historia en este caso no deja de ser literatura, porque cuenta las cosas como podrían haber sido, pero nunca exactamente como fueron, aunque en este caso, a excepción de un par de capítulos que se hacen pesados por el acopio de datos, es un libro que merece la pena ser leído. Miguel Ángel Rubio Sánchez
  • 23. co me convirtió en devota del género y acabé desterrando de mis prefe- fue así como descubrí rencias todo aquello que oliera a pistolas, sheriff o a vaqueros de “saloon” el western. Repasando junto a alegres señoritas con enaguas. esta historia en mi ca- Con los años y tras abrazar la cinefilia como única religión reco- beza pienso en lo iróni- nocible, alguien me invitó a ver una de esas historias del Oeste de las que co que resulta que fuera tanto había renegado. El director, John Ford, en la primera colaboración – el protagonista de The trabajaron juntos en más de diez ocasiones- con uno de sus actores fetiche, Good, the Bad and the el otro John, de peculiares andares e impávida actitud, el duro Wayne. La Ugly (El bueno, el feo película, Stagecoach (La diligencia, 1939). Una historia en blanco y ne- y el malo, 1966, Sergio gro, filmada al más puro estilo clásico. Habría que ser muy tonto para no Leone) quien recupe- ver más allá de estereotipos. La historia narra el arriesgado viaje entre dos rara la grandilocuencia ciudades, cerca de la frontera con México, asediadas por el indio Geróni- del plano americano, mo y sus apaches, de un grupo de personas para al- como la consiguió con canzar sus destinos, cada uno por diferentes causas Ford, gracias a Un- más o menos morales (eso no lo juzgo yo, ya forgiven (Sin perdón, lo hace Ford por todos nosotros). Un abanico 1992). Una gran obra de personas, nueve en total, reflejo de la socie- que se mira en otra más dad americana de la época, de las disputas entre grande todavía, The norte y sur, de las diferencias de clase y, so- searchers (Centau- bre todo, un retrato perfecto del antihéroe. ros del desierto, 1956, Lo mejor de la película no es que su John Ford). Decidí, director sea uno de los mayores ge- entonces, que había nios del séptimo arte, ni que sea una llegado el momento de joya del género, ni la calidad de sus rendirse a la evidencia y me agencié con esos buscadores. Una vez más el actores, no. Lo mejor de la película, director irlandés recurría al verdadero “duke” del celuloide, encarnando a sin duda, es que podría tratarse de Ethan. Ese héroe antisocial ávido de venganza que busca sin descanso a cualquier lugar del mundo, en una su sobrina, la actriz Natalie Wood, raptada por los mismos comanches que época cualquiera y todos y cada han asesinado cruelmente a su familia. Y fue en ese preciso momento, des- uno de los ojos que disfrutaran de el primer plano de esa épica historia, cuando sucumbí plenamente a la de sus imágenes entenderían gloria de ese cine de acción. Nunca más volvería a mencionar un “jamás” el mensaje que transmite. No ante la propuesta de degustar uno de los títulos que engrosan sus filas. Ésta creo que yo pueda aportar es la historia de cómo descubrí el legendario western. más de lo que ya hay escri- to sobre esta obra maestra, un millón de textos en di- ferentes idiomas lo certifi- Ana Aitana Fernández can. En cualquier caso, no