1. COMUNICACION
DESARROLLO DE LA FUNCIÓN SIMBÓLICA
Todos nos comunicamos. Para ello utilizamos el lenguaje oral, las palabras escritas, los gestos o
símbolos. Un afiche, por ejemplo, es un símbolo comunicador. Con todas estas formas queremos
manifestar o expresar algo. Ese algo es un significado.
Al decir o escribir: El niño juega con las bolitas representamos el hecho real de un niño que está
jugando con las bolitas. Ese es el significado que se requiere transmitir.
La forma más compleja de representar la realidad es sin
duda, el lenguaje. Llegar a este nivel de representación, que
utiliza las palabras como signos para
enunciar
acontecimientos no presentes, supone una construcción,
producto de toda una evolución que tiene sus raíces en la
más tierna infancia que se manifiesta de diversas maneras.
DEL NACIMIENTO A LOS DOS AÑOS:
Desde el nacimiento hasta los dos años la acción del niño es
fundamentalmente practica, y se encuentra ligada a los
objetos y situaciones presentes en el aquí y ahora. El niño
no tiene aún la posibilidad de representar mentalmente
hechos y objetos ausentes.
En esta etapa las imágenes se producen a través de experiencias con objetos y acontecimientos
reales. Se establece, así, la base para la habilidad de simbolizar o representar. Las experiencias
sensoriales, afectivas, sociales, entre otras, estimulan la formación de las imágenes y, por lo tanto,
la capacidad de imaginar. Sin embargo, ya desde sus primeros días el niño otorga significado
algunos objetos o sucesos: El niño se tranquiliza al ver el biberón, porque asocia su figura con un
significado (es algo que le calma el hambre ). Desde muy temprano el bebé sonríe cuando escucha
la voz de su mamá que se acerca. Entre los seis meses aparece la posibilidad de descubrir por
indicios. En ese momento el niño avanza en su capacidad de representar: ya no requiere de la
presencia de todo el objeto; una parte de el o algún efecto que éste produzca serán suficientes
para identificarlo. Reconoce el objeto, la persona o situación a través de una de sus partes, de un
efecto producido por el o de un antecedente temporal.
Por ejemplo, identifica un juguete a partir de una parte que queda visible (significante).
Tiene capacidad ya, incluso, de reconocer determinada cosa a partir de su percepción por alguno
de los sentidos que no sea de la vista: por discriminación táctil, auditiva, olfativa o gustativa. El
sonido de la corneta (significante) representa un significado, que podría ser el pan. La voz de
mamá “significa” alguna situación placentera: que lo cargará, que le dará de mamar, que le
cambiará los pañales, entre otros. Estas reacciones constituyen los
primeros
antecedentes de la capacidad de representar.
Pero en estos casos no hay, estrictamente hablando, representación.
La mamá tiene que estar presente para que el niño deje de llorar.
En esta etapa no hay ninguna diferencia
entre significante y
significado; estos directamente ligados. La presencia de la mamá y la
sonrisa de los niños son la misma situación, no hay representación
como tal.
La capacidad de representar se irá desarrollando en la medida
que el niños construya mentalmente el objeto, descubrir en él
sus cualidades y se vaya descubriendo a sí mismo como
diferente de los objetos.
2. Esto constituye un avance, ya que el niño no necesita el objeto total para reconocerlo, le basta un
indicio de tal objeto para reconstruirlo mentalmente.
Estas manifestaciones son los antecedentes de la representación. Esta se da, propiamente,
cuando los objetos o acciones representan algo diferente de lo que ellos mismos son: mover la
mano (significante) quiere decir despedirse (significado); una muñeca (significante) representa a la
hermanita menor (significado).
Estas dos etapas constituyen dos niveles —nivel de objeto y nivel de índice—, considerados como
antecedentes de la función simbólica, porque requieren que todo el objeto o una parte o efecto de
él estén presentes para producir imágenes. No cumplen la condición de la función simbólica, que
es la de representar algo ausente.
Surgimiento de la función simbólica
Alrededor del año y medio o los dos años surgen una variedad de conductas que ponen de
manifiesto la capacidad de representación del niño o función simbólica. La representación
comienza imitando a un modelo presente.
Más tarde, el niño es capaz de imitar a una persona que en ese momento se encuentra ausente:
juega a la mamá y. a través del juego, representa algo que vio y que no está presente.
Simultáneamente, aparece el lenguaje, el que será utilizado por el niño en forma libre para
expresar lo que desea.
Posteriormente aparece el dibujo como una manifestación más de la función simbólica.
A partir del surgimiento de la función simbólica se produce un salto cualitativo en las posibilidades
intelectuales del niño, dado que gracias a la representación el niño puede evocar hechos pasados,
así como prever acontecimientos futuros.
En este nivel (simbólico) las representaciones se manifiestan mediante símbolos que el niño crea:
gestos, acciones observadas, dibujos que quieren reproducir la realidad generalmente ausente.
Estos símbolos constituyen algo diferente e independiente del objeto. Son algo que lo representa,
pero que, al mismo tiempo, guardan alguna semejanza con la realidad. – un ejemplo: el niño
reproduce las acciones realizadas por su papá. Hay semejanza entre lo que él hace y lo que vio
hacer a su padre.
El dibujo de un niño, una casa construida con bloques de madera, un buey modelado en arcilla, las
acciones que los niños realizan al jugar a la tienda corresponden al nivel simbólico.
Lo que el niño representa —esto es, sus símbolos— guarda cierta relación con lo representado,
aunque estas expresiones están marcadas por los rasgos individuales. Por ejemplo, un palito se
convierte en flauta, el cual guarda alguna semejanza con la realidad y adquiere las características
que el niño individualmente le confiere. A estas representaciones que guardan alguna semejanza
con la realidad se les llama símbolos.
A través de la imitación, el juego simbólico, el dibujo, el modelado, etc. el niño crea símbolos. Ellos
le sirven para representar la realidad. Los símbolos son individuales, creados y entendidos por
cada sujeto.
Hablemos ahora del lenguaje que el niño emplea aproximadamente desde los dos años. En su
evolución, el lenguaje oral se va haciendo cada vez más preciso y adecuado, hasta que, al llegar a
los cinco o seis años, el niño empieza a acceder a los primeros signos escritos y gráficos. Como en
el caso de los símbolos— de representar la realidad; pero, a diferencia de aquellos, las palabras o
códigos que usa no guardan ninguna semejanza con ella. Por ejemplo: La palabra “árbol’ no se
parece en nada al objeto árbol. No hay ninguna semejanza entre significante y significado. A estas
representaciones (palabra, códigos) se les denomina signo.
3. Mientras que los símbolos son individuales y válidos para el sujeto, los signos son más bien
convencionales y colectivos. El niño aprende porque, por una convención social, por un acuerdo, el
grupo en el que vive ha aceptado que una palabra determinada sirva para expresar determinado
significado:
´Wasi’, en quechua
“House”, en inglés
“Maison”, en francés
“Casa”, en castellano
Así, también, el niño ha llegado a establecer las reglas para relacionar y combinar las palabras.
Por esto los signos se convierten en colectivos, válidos para una gran mayoría.
A este nivel de representación corresponde la palabra oral y escrita, numerales, signos de
puntuación, señales de tránsito, notas musicales u otros símbolos convencionales. El uso de los
signos del lenguaje constituye el nivel de representación más evolucionado y abstracto. Sin
embargo, en el momento en que aparece el lenguaje los niños ‘crean” o usan términos que no son
las palabras convencionalmente aceptadas. Dicen “guau” por decir perro, y usan esta expresión
cada vez que ven un animal de cuatro patas. Lo mismo ocurre cuando llaman “ti-ti” al carro.
Antes que signos, estas expresiones parecen símbolos, porque guardan cierta semejanza con lo
representado, no coinciden con el significado aceptado socialmente, y
porque el significado es individualizado por el niño.
Por ello puede afirmarse que, en sus orígenes, el lenguaje está entre el
símbolo y el signo; sin embargo, al evolucionar se acerca cada vez
más al nivel del signo.
Las otras manifestaciones de la función simbólica en cambio,
permanecerán siempre a nivel de símbolo.
1.5 LA FUNCIÓN SIMBÓLICA: MANIFESTACIONES
La función simbólica es la capacidad de representar mentalmente un objeto o acontecimiento no
presente (significado) y expresarlo por medio de la imitación, el juego simbólico, la construcción, el
modelado, el dibujo y el lenguaje (significantes).
Lo característico de la función simbólica es la evocación representativa de los objetos o
acontecimientos no presentes en ese momento.
Este proceso de representación, como se ha dicho anteriormente, se inicia entre el año y medio y
los dos años, y continúa desarrollándose gradualmente a través de las etapas posteriores.
Sus principales manifestaciones son:
a. La imitación
Al principio el niño imita gestos y acciones en presencia del modelo. Posteriormente aparece la
imitación diferida; que es aquella que se produce en ausencia del modelo y que se sustenta en la
evocación de algo vivido o percibido anteriormente, para lo cual el niño tiene que retener una
imagen o representación mental de la realidad.
El gesto que se usa para imitar es el inicio de un significante que se parece en algo a lo que se
quiere representar (significado). Por ejemplo: Un niño de dos años ve a su papá sembrando.
Después que el papá se ha ido el niño lo imita, recordando lo que le vio hacer.
b. El juego simbólico
Es una actividad de auténtica representación con
significantes diferenciados, surge casi al mismo tiempo que
4. la imitación diferida. El gesto imitador se acompaña, a menudo, de objetos que se hacen
simbólicos. Es el caso, por ejemplo, de una niña de tres años que juega a la comidita con piedritas
y palitos que su imaginación convierte en papas y cucharas.
En este caso los gestos imitadores (significantes) representan una acción realizada por la madre
(significado); las piedras y palitos (significantes) representan vayas y cucharas (significados).
c. El dibujo, el modelado y la construcción
El dibujo se inicia con los garabatos, trazos espontáneos que el niño realiza como ejercitación
motora (a partir de los dieciocho meses). En un proceso de carácter progresivo, la función motora
se coordina con la función perceptiva (ojo-mano), hasta que el niño —aproximadamente a los tres
años y medio— logra realizar sus primeros dibujos figurativos como manifestación de la función
representativa que permite la expresión gráfica de las imágenes mentales.
A través de sus dibujos — así como en el modelado y la construcción— el niño hace un esfuerzo
por imitar la realidad y representarla, aunque la imagen gráfica, lo que se modela o se construye
(significantes) no son la realidad (significado), la representan y se parecen en algo a ella.
d. Lenguaje
Es la forma más compleja y abstracta de representación. Cuando uno habla o escribe representa, a
través de las palabras, los significados que desea transmitir. El lenguaje permite la evocación,
mediante la palabra, de acontecimientos no actuales. Implica empleo de signos (significantes), que
son muy diferentes de la realidad que representan.
1.6 NIVELES DE REPRESENTACION
SIMBOLICA
Y EVOLUCION DE LA FUNCION
A medida que los niños desarrollan cada vez tienen mayor capacidad para recordar e imaginar las
cosas que no se encuentran presentes. Uno de los procesos más importantes en el desarrollo que
logran los niños es su habilidad para representar su conocimiento del mundo a través de diversos
medios. Pero solo tendrá sentido estimular diversas formas de representación, después de haber
practicado con éxito múltiples experiencias activas.
Los niveles de representación de la función simbólica los encontramos en lo siguiente:
a. NIVEL DEL OBJETO
En este nivel las imágenes mentales se producen a partir de
experiencias con objetos reales. Se establece así la base para
representar o simbolizar. Las experiencias sensoriales, afectivas,
sociales, etc. Estimulan la formación de imágenes mentales y por lo
tanto la capacidad de imaginar y recordar. No solo se trata de
experiencias directas sino va más allá, para conocer el mundo y
representarlo, el niño requiere “experiencias activas”.
El nivel de objeto es la interiorización de experiencias vividas por el
niño en los cuales él actúo sobre los objetos. Brindar a los niños
modelos para que copien, limita la experiencia sólo a mirar o
5. escuchar, proporcionarles libros para colorear objetos similares pueden inhibir el proceso de
representación y estimular sólo la terminación de un producto que aparenta ser una
representación.
Sugerencias para estimular el nivel objeto:
Explorar con todos los sentidos
Estimular la exploración con preguntas abiertas
Manipular, transformar, combinar materiales y descubrir relaciones
Elegir materiales y proponer actividades.
Expresar los sentimientos con palabras Divertirse con el lenguaje
Estimular al niño a inventar
Hacer que el propio lenguaje oral sea escrito y sea leído.
b. NIVEL DE INDICIO
En este nivel los niños avanzan en su capacidad de representar, ya que no requiere la presencia
de todo el objeto, sino que a partir de una parte o efecto de éste lo llegue a identificar. Para
interpretar un indicio sensorial, el niño debe haber tenido la experiencia con el objeto al cual se
refiere.
Un niño que ha tenido una amplia variedad de experiencias activas puede identificar muchos
objetos basados en sus indicios sensoriales puede imaginar el objeto completo por la parte que se
ve, huele, escucha, prueba, toca. El indicio sensorial sirve como recordatorio con el cual el niño
puede completar su propia representación del objeto.
Sugerencias para estimular el nivel de indicio:
Reconocimiento a través de una parte del objeto.
Reconocimiento de objetos a través de los órganos
sensoriales
Reconocimiento de voces.
Reconocimiento de huellas.
Reconocer y producir sombras.
c. NIVEL DE SIMBOLO
Son las representaciones individuales creadas por cada sujeto, que guardan alguna semejanza con
la realidad (se parecen al objeto) a través de la imitación, el juego simbólico, el dibujo, el
modelado, la construcción el niño crea con los cuales representa la realidad.
Sugerencias para estimular el nivel de símbolo:
Imitar acciones y sonidos
Relacionar dibujos, fotos con acciones reales.
Actividades de modelado, dibujo, pintura, collage
Estimular con preguntas para que agreguen, varíen, relacionen elementos, den sus
opiniones
d. NIVEL DE SIGNO
Son las representaciones que realiza el sujeto que no guardan ninguna semejanza con el objeto. A
estas representaciones se les llama códigos o palabras. Son convencionales y por consiguiente
colectivas válido para un grupo, mientras que los símbolos son individuales.
A nivel de representación corresponden palabras escritas, numerales, signos de puntuación,
señales de tránsito, notas musicales.
El lenguaje oral y el lenguaje escrito es el sistema de signos mayor que le es trasmitido al niño. El
uso de los signos del lenguaje (escritura) construye el nivel de representación más evolucionado y
la forma más abstracta de representación.