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I 
A Leonor 
y mis Hijos 
La venta de este libro será destinado para la Fundación Ayúdame a Vivir, 
pro niños con cáncer de El Salvador.
II
El Salvador 
Tierra de café 
Imprenta 
Diseñarte , S.A. 
San Salvador, El Salvador 
2008 
III 
Roberto Llach-Hill 
Tel.: 2263-4284 
Emal: Roberto@llach.net 
www. Wildforestcoffee.com 
El Salvador exclama: 
¡Soy pequeño cuando me considero y grande cuando me comparo!
IV
PRÓLOGO 
Esta obra tiene el propósito de presentar un cuadro, lo más claro y objetivo 
posibles, sobre la semilla que cambió la historia de El Salvador: el café. Ha 
sido un trabajo enriquecedor y constructivo, pues, por una parte, me ha 
obligado a recopilar datos, investigar e intercambiar experiencias con la 
sabiduría de los campesinos y, por la otra, a aprender de los expertos, 
contrastar prácticas y ensayar nuevas técnicas. A ellos les debo una parte muy 
importante de esta obra. Entre los estudios que más me han impactado están 
las investigaciones del ingeniero agrónomo Félix Choussy, que se 
caracterizan por su rigor científico, honestidad intelectual y visión del futuro. 
Él dijo en 1934: “La caficultura es nuestra única fuente de oro, de donde en 
definitiva sacamos todos nuestros recursos. Ella es la obra por la que 
podemos envanecernos pues es la que crea la personalidad salvadoreña”. 
Otro motivo de este trabajo, además del placer de compartir experiencias con 
los amigos caficultores, es fortalecer la empatía entre el hombre del campo y 
la tierra, entre el caficultor y la naturaleza. En el café esta relación es intensa y 
permanente; diferente a los cultivos anuales donde es temporal y transitoria, 
pero no por ello menos vinculante. Por lo tanto, la caficultura exige una unión 
indisoluble, como un matrimonio religioso en donde el divorcio no existe. 
Por ser la topografía de las fincas de café muy agreste y accidentada se 
complica su mecanización, lo que hace muy difícil sustituirlo por otro más 
rentable y que, a la vez, conserve la vida del suelo. El agricultor y el cafeto 
terminan así, irremediablemente, unidos de por vida. 
Me sentiría muy satisfecho si el agricultor, después de haber leído estas 
páginas, considerara la finca no sólo como una máquina productora, sino 
también como un ente colmado de mucha vida, la cual debe salvaguardar y 
querer. Es sorprendente cómo el caficultor, al preocuparse por la conservación 
de los suelos y del medio ambiente, multiplica la vida y riqueza integral de la 
finca: las orquídeas en los árboles, las aves migratorias y nativas, los animales 
de toda clase y tamaño; unos imposibles de ver, como los microorganismos, y 
otros grandes, como los venados evasivos, que tenemos la oportunidad de 
encontrar sus huellas y con suerte el placer de verlos, auque sea por una 
fracción de segundo, antes que desaparezcan de un salto. Lo que más deseo es 
despertar en los caficultores, administradores y trabajadores el aprecio y 
respeto por la vida de la finca, ya que es precisamente ésta la que nutre al 
suelo y, por consiguiente, al cafeto, para que su cosecha sea más productiva, 
duradera y estable. 
V
En los seres humanos, la empatía —que ha sido una de las premisas de todas 
las civilizaciones, religiones y filosofías— es la médula de la inteligencia 
emocional, tan en boga hoy en día por ser indispensable para lograr la 
armonía social. De igual forma debemos cultivar esa armonía con la 
naturaleza, identificándonos con su parte viva, incluso dentro de la materia 
orgánica del suelo, que no la vemos, pero que tiene la maravillosa facultad de 
retornar lo que ya no tiene vida, como los desechos de animales y vegetales, 
para convertirlos nuevamente en nutrientes de las plantas y del hombre. 
En el tema de la caficultura, como en muchos otros cultivos, nadie tiene la 
verdad absoluta debido a que la naturaleza es misteriosa, el conocimiento 
limitado y la tecnología cambiante. La verdad, como diría un pensador, es 
virgen y solamente digna de buscarse, perseguirse y apreciarse, pero jamás 
podrá poseerse. Por lo tanto, lo único que se puede pretender es a transmitir 
entusiasmo y optimismo por el cultivo del café. Esta motivación es la mejor 
forma para enfrentar y superar las adversidades. 
Las crisis de la caficultura a lo largo de la historia han ocasionado graves y 
severas pérdidas a nivel nacional y, por consiguiente, a nuestros caficultores. 
Sin embargo, tengo la convicción de que el café, a mediano o largo plazo, 
tendrá una nueva época de oro. Las economías emergentes como las de China, 
India y Rusia, consumidores tradicionales de té, representan la mitad de la 
población mundial y, por esto, debemos conquistar sus mercados con 
creatividad y espíritu competitivo. En la medida que se liberalicen y se 
occidentalicen aumentarán sus preferencias por una buena taza de café 
Arábigo. Así sucedió en el Japón y se convirtió en un mercado pujante para 
los países productores de café. 
Esta obra que lleva por título El Salvador, tierra de café está dividida en 
cinco partes. En la primera, se expone la importancia primordial del suelo, 
su cuidado, mantenimiento y conservación, así como el manejo de los tejidos 
del cultivo; en la segunda, la materia orgánica, su importancia y 
recomendaciones prácticas, como el lombricompostaje; en la tercera, aspectos 
básicos de la producción de café. Esta es la sección más técnica porque toca 
temas relacionados con el inicio y la formación del suelo, principios 
elementales de química, nutrición, fertilización y los efectos dañinos de los 
suelos ácidos. En la cuarta, las variedades de café, híbridos o mutantes, y la 
biotecnología orientada al mejoramiento genético. Finalmente, en la quinta, 
una breve historia sobre la caficultura salvadoreña. Por ser una obra de 
divulgación, he agregado un glosario de las palabras más técnicas o desusadas 
con la finalidad de explicar sus significados o definirlas. 
VI
Siempre he admirado y respetado las experiencias de nuestros antepasados 
quienes, además de ser pioneros en el campo tecnológico, despejaron el 
horizonte con sus sabios consejos durante la época de oro. Entre ellos 
permítanme mencionar a James Hill, mi abuelo, caficultor acucioso, quien 
dejó valiosas recomendaciones sobre diversos temas, especialmente sobre la 
poda, el trato a la finca como si fuera un jardín y haber popularizado la 
variedad Bourbon en el país. Del mismo modo, he de mencionar a mi tío 
Prudencio Llach, impulsor de las técnicas modernas del beneficiado del café 
e inventor del beneficio ecológico. Asimismo, debo mencionar a Félix 
Choussy, científico del café; Juan Pablo Duque, agrónomo colombiano 
especializado en la caficultura salvadoreña; Napoleón Viera Altamirano, 
fundador de la asociación ambientalista “Amigos de la Tierra” y pionero de su 
conservación en el país; Francisco de Sola Maduro, amante de la naturaleza y 
la conservación, fue Presidente del Zamorano y Amigos de la Tierra; Alfonso 
Rochac, autor del Diccionario del Café. En igual forma son dignos de 
recordar Héctor Herrera, caficultor experimentado; Roberto Pacas, por sus 
originales inventos sobre mecánica aplicada al beneficiado de café; Alfredo 
Pacas y su distinguida familia, por haber propagado la variedad “Pacas” en El 
Salvador; Carlos Álvarez y su celebre familia cafetalera y Carlos Avilés, por 
su liderazgo en el cultivo y beneficiado del café. No podemos dejar de 
mencionar a importantes agricultores y caficultores como Ernesto Regalado 
Dueñas, Antonio Cabrales, Juan Antonio Tinoco, Antonio y Alfredo Cristiani 
y Salvador Portillo por sus valiosos aportes a nuestra caficultura y agricultura. 
La verdad es que todos los caficultores merecen un homenaje de gratitud por 
sus invaluables contribuciones al desarrollo y fortalecimiento de la economía 
salvadoreña. Ellos han dado una muestra de patriotismo y estoicismo 
ejemplares para las presentes y futuras generaciones. 
Con mucha insistencia se comenta sobre la obsolescencia de nuestra 
caficultura, el alto promedio de vida de nuestros cafetales y la edad avanzada 
de los trabajadores experimentados. Por esa percepción quiero que este libro 
interese y entusiasme a los jóvenes agricultores a renovar y conservar las 
fincas. Estoy seguro de que comprenden que la caficultura, además de su 
importancia económica, social y cultural, es la que mantiene, en gran medida, 
el régimen de lluvias, los mantos acuíferos, los caudales de los ríos y los 
manantiales. La juventud debe ser consciente de que los cafetales son la 
principal fuente de energía, de captura de carbono, de conservación de la 
fauna y flora, de protección de los suelos volcánicos contra la erosión y 
proveedor de la leña para los hogares rurales. En suma, representan la 
subsistencia del país. Quisiera que este patrimonio, esencial para la calidad 
de vida de los salvadoreños, se preserve y se vigorice ahora y siempre. 
VII
Quiero dar gracias a mi esposa Leonor por el apoyo que me dio a lo largo del 
proceso de escritura de este libro y su comprensión por el tiempo que le robé 
al hogar. A mi hijo Diego, por su vocación agrícola y por haberme 
sensibilizado con la responsabilidad ecológica del caficultor. Igualmente a 
mis hijos Roberto, Alexia y Marcos por su guía financiera para priorizar 
inversiones y gastos en estos momentos difíciles y, sobre todo, darle gracias a 
Dios por darme tan excelente esposa, hijos, sobrinas y fabulosos nietos, lo 
que me asegura que continuarán unidos más allá de nuestros esfuerzos. 
El horizonte, cada vez más cerca, nos hace pensar en lo inevitable con 
entereza y claridad. En este período otoñal de la vida, vemos la primavera 
más inmediata y con optimismo, pues es la señal del inicio de una nueva vida. 
Espero que este libro despierte sensibilidad por la caficultura y su incidencia 
en la calidad de vida de los salvadoreños. 
Roberto Llach-Hill San Salvador, 18 de septiembre de 2008 
VIII
IX
X
PRIMERA PARTE 
El cultivo del café 
1 
Capítulo 1 
Una buena taza de café comienza con una buena semilla 
Suelos y clima 
Los suelos y condiciones climáticas representan los principales factores para 
la producción agrícola y el café no es una excepción. 
En El Salvador los suelos en las zonas cafetaleras son mayormente de origen 
volcánico, formados por arenas y cenizas, con subsuelos del mismo material. 
Estos se consideran como los mejores del mundo para el cultivo del cafeto,
como sucede en el resto de Centro América, el occidente de Colombia, Java 
y África Oriental. Los suelos formados por arenas, cenizas y escorias 
volcánicas se caracterizan por sus magníficas condiciones físicas, buen 
contenido de poros y tierra blanda que facilita a las raíces explorar zonas 
extensas en la superficie y en profundidad. Permiten, además, un buen 
intercambio de gases, respiración de las raíces y expeler el ácido carbónico. 
La lluvia puede infiltrarse con facilidad, sin ocasionar encharcamientos 
perjudiciales. La presencia de minerales básicos evita que los suelos sean 
excesivamente ácidos. Sin embargo, no todas las tierras en nuestro país 
gozan de condiciones óptimas. Épocas de bonanza nos han llevado a 
sembrar en terrenos demasiado compactos, con temperaturas altas, afectados 
por el viento y en zonas donde los períodos secos generan demasiado estrés, 
condiciones todas ellas difíciles para el cultivo del café. 
En cuanto a la temperatura y humedad, El Salvador dispone de excelentes 
condiciones de clima para el cultivo del café. La precipitación anual oscila 
entre 1,500 y 4,000 milímetros, siendo la media entre 1,800 y 2,200 
milímetros en épocas normales. Con respecto a la lluvia hay que tomar en 
cuenta que nuestro clima pacífico no permite una distribución anual ideal, ya 
que tenemos una estación lluviosa de seis meses y otra seca el resto del año. 
Esto limita que los cafetales puedan cultivarse adecuadamente en zonas muy 
bajas con temperaturas altas durante la estación seca, especialmente si el 
suelo es muy arcilloso y compacto. 
La transpiración* es una función esencial del café. Por la influencia de la 
luz, el calor y el viento, la transpiración del cafeto es muy activa y la mata 
pierde grandes cantidades de humedad, la cual debe reponer absorbiéndola 
del suelo por medio de sus raíces. La intensidad de la evaporación del cafeto 
varía según las condiciones ambientales. Según Augusto Chevalier, un 
cafeto sano puede perfectamente evaporar al día 15 litros de agua, si no está 
sombreado, lo cual daría un promedio de 30,000 litros por hectárea. 
Precisamente por esto la sombra del cafeto y las prácticas de cultivo que 
conserven su humedad en la época seca son la condición más exigente del 
éxito. 
En zonas de suelos volcánicos, franco-arenosos, con cafetos sombreados, 
esta humedad puede lograrse con precipitaciones de 1,800 a 2,500 
milímetros en la época lluviosa. En terrenos compactos, arcillosos, con muy 
poco potencial de retención y de infiltración, la precipitación debería ser 
mayor, sobre todo si los suelos son escasos en humus y hojarasca. A mayor 
2
compactación del suelo más necesidad de hojarasca y humus, pues sólo así 
existen defensas para conservar la humedad en períodos de sequía. A eso se 
debe la enorme importancia de mantener el suelo flojo, poroso y protegido 
con una buena cubierta de materiales orgánicos para impedir el grado de 
evaporación de la humedad y la erosión. 
El cafeto agota el suelo 
Las reservas de fertilidad del suelo no son inagotables. El cafeto es una 
planta muy agotadora del suelo. Por eso es importante restituirle los 
elementos sustraídos por las cosechas, los cuales fueron perdidos por la 
erosión y procesos de insolubilidad de los nutrientes. 
La materia orgánica no solo retiene la humedad y evita la erosión. Ella, 
además, restituye al suelo los nutrientes sustraídos y lo mantiene vigoroso al 
solubilizar los minerales por medio de los microorganismos, transformando 
la fertilidad potencial en fertilidad inmediata. 
Etapas de desarrollo del árbol de café 
Estas sugerencias que a continuación exponemos para las diferentes etapas 
del desarrollo del café son, a nuestro juicio, las ideales. Sin embargo, 
siempre hay limitaciones financieras, de disponibilidad de trabajadores, 
entre otras, que no permiten realizar todas como quisiéramos. 
• Del semillero al vivero 
El semillero se prepara con arena de río, la cual se desinfecta con agua 
hirviendo. Para mayor seguridad, acostumbramos regarle una solución de 
flor de muerto, conocida también como marigold (Tagetes spp). La solución 
se prepara de una forma sencilla: en un barril de agua se introduce alrededor 
de 70 libras del monte de la flor de muerto y se le pone una piedra encima 
para que despida, como una típica infusión. Una semana después se cuela y 
está lista para aplicarse. Es un repelente orgánico de insectos y, en menor 
intensidad, de hongos. 
Una semana después del tratamiento de la arena con agua caliente y flor de 
muerto, se puede sembrar la semilla, con la parte plana hacia abajo, a razón 
de 1 libra por metro cuadrado y a 5 cm de distancia entre surcos. Al nacer se 
3
puede aplicar la flor de muerto, preventivamente, hasta su transplante al 
vivero. 
Lo ideal es trasplantar las plántulas cuando se encuentran en patacón 
(soldadito), antes de abrir sus hojas cotiledóneas. De esta forma se tiene la 
ventaja de que la plantita todavía se está nutriendo en parte de las reservas 
alimenticias de la semilla. Al no tener aún hojas o tejidos verdes, no existe la 
función de la clorofila y es menor o nula la transpiración y al ser esta escasa, 
la planta sufre menos con el trasplante. 
• Vivero 
El terreno de los viveros debe ser suelto, poroso y blando para que las raíces 
delgadas puedan crecer sin grandes esfuerzos y con buena cantidad de 
actividad química y biológica. 
Las bolsas de polietileno deben llenarse con tierra franca pero ligeramente 
arcillosa (alrededor de un 15%) para que amarre. Algunos caficultores 
acostumbran mezclar la tierra con un pequeño porcentaje de cascajo y 
hojarasca descompuesta para aumentar su porosidad. Otros caficultores le 
incorporan un porcentaje reducido de materia orgánica, proveniente del 
compostaje o lombriabono* de la pulpa del café, proporcionándole al suelo 
una buena capacidad de retención de humedad, aumentándole la flora 
bacteriana del mismo, impidiendo su compactación y creándole una mejor 
aireación. 
En la preparación del suelo del vivero es recomendable inocular 
biorreguladores* junto con los hongos micorrícicos para que luego, al 
trasladar las plantías al campo definitivo, se propaguen estos hongos 
antagónicos a los nematodos y hongos patógenos. Además, ellos mejoran la 
nutrición por su acción simbiótica. Entre los biorreguladores más 
importantes, además de las micorrizas*, están los hongos Trichoderma y 
Gliocladium y rizobacterias como Bacillus, Pseudomonas, Ascochyta y 
Pasteuria. Estos microorganismos colonizan agresivamente la rizosfera* y la 
superficie de las raíces. Su presencia hace que las raíces sean menos 
atractivas a los nemátodos, reduciendo su desarrollo y reproducción. 
Nosotros acostumbramos, en la bolsa de polietileno ya llena de tierra, hacer 
un hoyo cónico con una estaca en el centro del pilón. Allí introducimos la 
4
conchita y luego la llenamos con el lodo de la misma tierra antes 
mencionada. Simultáneamente halamos ligeramente la conchita para que las 
raíces queden en posición normal. Con esto se logra compactar la plántula 
con el resto de la tierra cuando se solidifica el lodo. Es sumamente 
importante que la raicilla principal de ésta quede vertical; es decir, que no se 
doble al introducirla en la bolsa de polietileno. 
Las bolsas de polietileno, ya con la plantía, es ideal distanciarlas a unas 14 
pulgadas de centro a centro para que ésta crezca gruesa de tallo (zapatona, 
como se dice en el campo) con laterales bien desarrollados para que no se 
vaya en vicio, que luego necesitaría de tutores para detenerla. Al primer 
mes, que ya está en naranjito, se le pone la primera abonada de fórmula con 
nitrógeno y fósforo o completa, a razón de 5 gramos por plantía y se repite 
cada mes. En medio de cada fertilización granular se le puede poner un 
fertilizante foliar, el cual idealmente debería incluir nitrógeno, fósforo, 
potasio, azufre, calcio, boro y zinc. 
• El trasplante del vivero al campo 
Cuando las raicillas de la plantía tienen mayor longitud que la altura del 
pilón o cuando este se desmorona con el transporte y la raíz queda 
parcialmente desnuda, es recomendable cortar la extremidad de la raíz que lo 
sobresale. Esta operación es indispensable pues, de lo contrario, al tropezar 
el pilón con el fondo de la casilla, la raíz pivotante queda torcida, en forma 
de gancho o “pie de gallina” y el cafeto se resentirá de este defecto toda su 
existencia. A este recorte de raíz se le da el nombre de “desnabe”. Es 
siempre mejor una raíz bífida que una “ganchuda”. Por eso la amputación de 
la raíz, al igual que el descope o suspensión en la parte aérea, tiene como 
propósito suspender el crecimiento de la raíz pivotante y provocar el 
crecimiento de las raíces secundarias y horizontales del cafeto. Si al 
trasplante se derrumba el pilón, se hará la siembra de escoba y en este caso 
se cortan todas las raicillas y se despuntan los laterales largos. 
• Preparación anticipada del terreno de la siembra nueva de cafetos 
en el campo definitivo 
El área nueva se marca con el estaquillado donde se hará el hoyo. El 
ahoyado, con su respectiva banquina, debe estar hecho desde el año anterior 
a la época de siembra para que le entre sol y aire, lo que desinfecta y 
ventila la tierra. La siembra nueva se prepara, desde entonces, con la 
5
siembra de sombra permanente, con árboles leguminosos, a una distancia de 
8 varas por 8 varas y con sombra provisional, como por ejemplo Cuernavaca 
o Tapalayote, a una distancia de 6 varas por 6 varas. Con la buena tierra 
extraída al hacer los hoyos de siembra se levanta el borde o pestaña de la 
terraza y en su lugar se siembran los cinturones verdes, como vara negra u 
otras leguminosas, como Crotalarea, Alverja, Retama, Frijol de Espada 
(Canavalia), Frijol Caupí, Gandul o Chipilín. Las barreras de izote en 
sentido contrario a las pendientes fuertes evitan la erosión al detener el agua 
en forma suave, pero sólo si se siembran en curvas de nivel. Toda esta 
preparación se realiza con tiempo para que el año siguiente la plantía, al 
momento de la siembra, tenga la sombra adecuada, lo que le proporciona la 
humedad y frescura necesaria para enfrentar, seis meses después, su primera 
época seca en campo abierto y esté protegida contra la erosión y el viento. 
Es recomendable tratar de no sembrar café en hoyos acabados de abrir. 
• Hoyos para siembra 
Un error muy frecuente son los hoyos de abono grandes y profundos para 
siembras nuevas o resiembras. Estos suelen ser hasta de 30 pulgadas al 
cuadrado y 30 pulgadas de profundidad. No cabe duda que la plantación 
mejora el primer año con el ahoyado profundo. Pero con el tiempo todo el 
terreno queda perforado y el suelo vivo sepultado con aquella tierra inerte 
que se sacó de la parte profunda de los hoyos. Esta capa inerte no deja que la 
capa viva del suelo, rica en microorganismos, pueda tener acceso al aire y a 
la humedad. Se detiene así la descomposición del suelo y la hojarasca nueva 
termina en la parte profunda de los ahoyados, donde ni las raíces 
“comelonas” ni las raíces laterales más hondas lo aprovechan. Esta práctica 
de hoyos profundos es más grave en suelos compactos y arcillosos. Por eso 
los hoyos deben ser de no más de dos cuartas de profundidad y luego picar el 
fondo del hoyo, en su centro, con un “suacho” para que las pivotantes 
penetren sin dificultad y tengan acceso a la humedad en la época seca. La 
práctica de hoyos de 30 pulgadas cúbicas no solo cubren el suelo vivo con 
tierra inerte, sino que luego, al abonarlos, se saca tierra rica en materia 
orgánica de los suelos adyacentes y se entierra y comprime a profundidades 
donde no llegan las raíces alimenticias de la planta. Estos hoyos dentro del 
cafetal deben perforarse fuera de la banda de fertilización durante la época 
lluviosa, pues el cafeto está alimentando su cosecha y no debe sufrir ninguna 
rotura de sus raíces. 
6
• El abonado de hoyos 
El abonado de los hoyos debe hacerse durante la poda de café, en febrero y 
marzo, llenando solamente dos terceras partes de estos con buena tierra seca. 
Luego, a entradas de la época lluviosa, dejar que este hoyo, parcialmente 
abonado, se llene de agua con las primeras precipitaciones para que 
compacte la tierra. Luego de varios aguaceros se llena la otra tercera parte, 
asegurándose de que la tierra quede bien apelmazada. Esto evitará que la 
plantía recién sembrada quede enterrada y ahogada, lo que sucede cuando el 
cafetal se abona y se siembra al mismo tiempo, quedando el cafeto sobre 
rellenos flojos. Muchas de las pérdidas de plantías suceden cuando el nudo 
vital (ombligo) de la plantía queda enterrado, paralizando el crecimiento. 
La mejor época de siembra es en mayo, cuando la tierra tiene ya la humedad 
necesaria pero guarda aún el calor. En todo caso, la siembra continúa en 
junio, pero no debe pasarse de mediados de julio, para lograr el mayor 
crecimiento durante la época lluviosa. 
Con anterioridad a la siembra, se le pone media libra de cal viva a las 
paredes del hoyo y otra media libra a la tierra alrededor del hoyo, la cual se 
utilizará después para abonar la casilla del pilón. En esta, donde se colocará 
el pilón, aplicarle al momento de la siembra una onza de fertilizante con 
nitrógeno y fósforo y un insecticida de la siguiente manera: la mitad en el 
fondo y se cubre con tierra para que no toque directamente las raicillas de la 
plantía, y el resto a la mitad de la casilla, rodeando el pilón. De esta forma se 
aprovecha el fósforo que tiene poca movilidad en el suelo. Al momento de la 
siembra, la tierra alrededor del pilón de la plantía debe quedar bien 
compactada, lo que se hace con el puño mientras se va llenando la casilla y 
luego, al final, con los pies. La compactación es bien importante para que no 
entre aire y sol a las raíces y la deshidraten. Al mes, que ya las raíces están 
adaptadas, se le pone una onza de fertilizante. 
La planta adulta prefiere vivir bajo la sombra regulada de árboles; con 
mayor razón la planta joven. Al dejar la planta joven al sol, se provoca una 
cosecha tempranera, lo que no es conveniente, pues perjudica su desarrollo y 
acorta la vida de la planta. 
7
Significado de las cosechas excesivas 
Para una vida larga de la planta es conveniente que las primeras cosechas de 
plantías sean poco abundantes y protegidas del sol; es decir, que las cosechas 
sean tardías. De esta forma se desarrollan mejor sus organismos 
reproductivos, a la vez que desarrollan más resistencia y larga vida. 
La poda de sombra debe hacerse al terminar la cosecha y seguida por la poda 
de café, ambas preferiblemente antes de la época de floración. La poda 
severa de los árboles de sombra poco antes de la floración con el fin de 
aumentar el rendimiento de la cosecha no es aconsejable, pues influye en la 
corta vida de las plantaciones, especialmente en terrenos arcillosos con poca 
altura sobre el mar o con exposición al Sur o Sur-Poniente. En estos últimos 
es mejor podar la sombra cuando suba la humedad del suelo en abril. 
Las hojas son las que elaboran el alimento de los tejidos verdes y las 
raíces 
La ausencia de hojas indica que el cafeto está sometido a un descanso 
forzado vegetativo, ya que estas son los órganos de elaboración del 
alimento. Las raíces de árboles desfoliados se están alimentando a expensas 
de las reservas alimenticias de los pocos tejidos verdes que quedan, por lo 
cual el sistema radicular de tales árboles termina en malas condiciones. 
Como la raíz no puede permanecer sin alimentarse, lo hace a expensas de las 
reservas alimenticias que haya logrado acumular en sus escasos tejidos 
verdes y posiblemente en la base del tronco. Fincas que han sembrado izote 
en forma sistemática, como El Carmen, de la familia Cristiani, en San 
Vicente, han logrado conservar la materia orgánica arriba de 7 y 8% y la 
acidez en el 5%. Estas fincas aprovechan el fertilizante químico en un 
porcentaje alto por su bajo contenido de acidez y alto contenido de materia 
orgánica. 
En suelos donde no se practican barreras para detener la erosión, las 
plantaciones toman un color clorótico del follaje, con un tono amarillento y 
les falta el vigor indicando la clara escasez de nitrógeno y ausencia de 
carbohidratos. La pobreza de suelos muertos en materia orgánica y poca vida 
microbial termina en árboles desfoliados, sobre todo, en la época seca. 
Las mejoras del suelo deben planificarse para irse haciendo gradualmente, 
por zonas o tablones en un período de varios años, comenzando por los que 
8
den mejores cosechas para recuperar más pronto la inversión. Otro criterio, 
valedero también, si las finanzas lo permiten, es comenzar por donde más se 
necesita y, en ese sentido, los filos de las lomas es donde más han sufrido los 
suelos y donde más rápido se pierde la humedad en la época seca. 
Fertilidad actual y fertilidad potencial 
La fertilidad actual es la que tiene la capacidad de producir cosechas en 
función del dinamismo del suelo. Por lo tanto, es la que permite poner a 
disposición de la planta nutrientes minerales que antes se encontraban 
insolubles; es decir, que antes formaban parte de la riqueza potencial. Las 
raíces solo pueden alimentarse de la solución del suelo. 
Un suelo puede contener riqueza actual y riqueza potencial 
simultáneamente. La primera es la que está disponible para la planta y la 
segunda, los nutrientes minerales en estado potencial, es la que no puede ser 
aprovechada inmediatamente, requiriendo que sea movilizada hasta 
transformarse en fertilidad presente. Esta movilización la hacen los 
microorganismos de la materia orgánica y a este proceso se le llama 
mineralización*. 
Vemos entonces que el mantenimiento de condiciones de fertilidad presente 
es función principal de los microorganismos del suelo que lo mantienen en 
constante actividad creadora y que sostienen el balance favorable de la 
fertilidad. 
Entre las causas de la pérdida de la fertilidad actual, diferentes de la 
sustracción natural causada por las cosechas anuales, se destacan aquellas 
por la erosión: lluvias fuertes en poco tiempo, vientos violentos y métodos 
equivocados de labranza. Por eso el viento es uno de los peores enemigos 
del suelo y del cafeto. 
La sombra y el follaje 
Debe preferirse árboles de sombra leguminosos de hoja ancha que 
proporcionen un alto volumen de material orgánico fácilmente 
descompuesto. El sombrío no debería ser de una sola especie, ya que la 
biodiversidad es indispensable para el desarrollo de la flora y fauna. Además 
de los pepetos peludos y de río (ingas), existen varios árboles leguminosos 
que están en proceso de extinción, como el Copinol, Brasil, Guachipilín, 
9
Granadillo, Memble, Melón, Funera, Chapulatapa, entre otros. Sin embargo, 
debe escogerse sólo aquellos que en la época lluviosa no tengan una sombra 
espesa, sino más bien rala y que no boten las hojas en la época seca, 
condiciones que cambian según la zona y el suelo. En Costa Rica ha tenido 
mucho éxito los Porós, conocidos en El Salvador como Búcaros, 
especialmente el Poro gigante —Erythrina poeppigiana— por la cantidad de 
nitrógeno exudado por sus raíces y en su hojarasca. 
La agricultura es básicamente un sistema de explotación de fotosíntesis y las 
hojas son las que captan la radiación solar, esta maravillosa energía 
luminosa. Es por ello que la superficie foliar es la base de los rendimientos 
tanto biológicos como económicos. Se ha demostrado que la variación en el 
área foliar es el factor de mayor influencia en la acumulación de tejidos 
verdes por las plantas. Debemos alegrarnos mucho cuando vemos ese follaje 
verde oscuro, azulado, que brilla plateado cuando lo ilumina el sol. Por lo 
tanto, si el cultivo de café mantiene por más tiempo esa área foliar activa, 
serán potencialmente más productivos y más rentables. La clave está en 
luchar por mantener la humedad el mayor tiempo posible en la época seca. 
Distancia de siembra 
Las mejores cosechas de café se logran por el mayor número de ramas 
cosecheras por manzana y no por el mayor número de árboles por 
manzana 
Las mejores cosechas no se logran por el número de árboles de café por 
manzana, sino por una mejor distribución de la luz y del espacio entre las 
ramas fructíferas y por la mayor cosecha por área de producción. En dos 
sentidos necesita el cafeto espacio vital; en primer lugar la parte aérea, para 
obtener el mayor número de ramas bien distribuidas a fin de lograr el 
máximo aprovechamiento de la luz y el espacio; y en segundo lugar la parte 
subterránea, para garantizarle la expansión suficiente al sistema radicular. Si 
el cafeto cuenta con una raíz extensa y vigorosa, el desarrollo de la parte 
aérea será proporcionalmente mayor. A su vez, un buen desarrollo foliar 
implica mayor capacidad de elaboración del alimento y, por consiguiente, 
mejor y más abundante nutrición del sistema radicular. Así se cierra el 
círculo virtuoso de la planta. Por el contrario, si el árbol tiene poco follaje, 
el sistema radicular sufre por desnutrición y tendrá que alimentarse con las 
reservas del leño; es decir, de los tejidos verdes, provocando el círculo 
vicioso en la producción del cafeto. 
10
La siembra a distancia demasiado cerrada permite lograr una alta producción 
por unidad de superficie, pero sólo en un tiempo más corto. Estas distancias 
cortas, sin embargo, pueden obtener suficiente luz y aire cuando la poda es 
por surcos o por lotes en lugar de por apreciación. Además, las variedades 
pequeñas, compactas, abrigadas, con entrenudos cortos, son de muy buena 
productividad y permiten sembrarse a densidades altas por su tamaño. Estas 
plantas de porte bajo son siempre muy recomendables, sobre todo en 
terrenos arcillosos, tierras expuestas a los períodos secos o a vientos fuertes, 
por ser muy resistentes a todas estas adversidades, incluyendo enfermedades. 
Las fincas con exposición al Sur o Poniente, expuestas a los rayos 
perpendiculares del sol durante la estación seca, están más protegidas por el 
follaje espeso de las variedades pequeñas. Mayor información sobre este 
tema se encontrará en “Evolución de variedades e hibridación”, en los 
capítulos 13 y 14. 
El suelo y la planta 
El suelo está formado por dos partes: el suelo vivo (la parte orgánica y 
mineral) y otra inerte, que es la roca madre. 
La parte viva del suelo podemos subdividirla, a su vez, en dos: una parte 
mineral, formada por fragmentos o partículas de este tipo de suelo, y otra 
orgánica y menos profunda, constituida por despojos de vidas anteriores y 
que han de desintegrarse antes de volver a entrar al ciclo de la vida como 
nutrientes para la planta viva. 
La parte mineral y la parte orgánica del suelo están íntimamente mezcladas, 
formando un todo único que es el suelo vivo. Unidos ambos, operando el 
proceso de descomposición de las materias orgánicas, se encuentran 
millones y millones de seres vivos microscópicos: hongos, algas, bacterias y 
protozoarios*, que al nutrirse con ese despojo vuelven al ciclo de la vida los 
materiales que provienen de vidas anteriores. La planta solamente se 
alimenta con materias solubles del suelo y las absorbe por medio de las 
raíces capilares. Por eso la planta prospera a expensas del complejo vivo que 
es el suelo solubilizador de los nutrientes. 
Entre 4 y 6 pulgadas, las poblaciones de microorganismos en un centímetro 
cúbico son en millones. La riqueza microbial disminuye por debajo de 9 a 12 
pulgadas. Y sólo existe en miles por debajo de 24 pulgadas. Los abonos 
orgánicos, aunque no son fertilizantes, sino correctores de suelos, llevan 
11
nitrógeno al suelo por medio de la mineralización de la materia orgánica que 
producen los microorganismos. Además, llevan pequeñas cantidades de 
otros elementos esenciales y vitales. 
Los operarios entre la muerte y la vida y viceversa, son los microorganismos 
pues desintegran las cosas muertas para que las plantas, en una síntesis 
extraordinaria, vuelvan a reconstruir nuevas vidas. 
El despojo orgánico del suelo no suministra directamente cantidades 
suficientes de nutrientes minerales para la planta viva. Y para recibir una 
ración balanceada, acomodada a sus necesidades, la planta los toma de la 
parte mineral. Pero los procesos vivos del suelo superficial, proveniente del 
despojo, influyen en la movilización de la riqueza potencial mineral del 
suelo, para ponerle a disposición de la planta los nutrientes que ella necesita. 
Un cafetal nuevo en tierra virgen 
Al establecer un cafetal en tierra virgen, con grandes reservas de muchos 
siglos, sucede lo siguiente: se suprime la vegetación primitiva y se coloca el 
terreno en condiciones más abiertas, se acelera la combustión de grandes 
reservas de material orgánico, proceso que acidifica el suelo. Se disminuye 
así la cobertura vegetal que impedía la erosión y la total infiltración del agua 
en esa masa esponjosa. El cafeto que sustituye el bosque virgen trae consigo 
las fuerzas destructoras, rompiéndose el balance favorable de la fertilidad. 
Años después, con la pérdida del humus, el suelo pierde lo siguiente: la 
capacidad de absorber y retener la humedad, la viscosidad de las partículas 
de su tierra esponjosa, la riqueza microbial y la capacidad de aprisionar una 
cantidad de nutrientes solubles que ahora se pierden en parte por infiltración 
o por la erosión. 
En este estado de decadencia del suelo, muchas veces con un pH ácido, 
aparecen las enfermedades y plagas que encuentran los árboles desnutridos, 
desfoliados y amarillentos, que desmoralizan al caficultor. 
Defensa, conservación y tratamiento del suelo 
No se debe permitir el debilitamiento de la planta tanto por disminución de 
la fertilidad del suelo como por podas fuertes de sombra o profundas del 
cafeto cuando las condiciones de la planta no lo permitan. 
12
La selección de ciertas malezas apropiadas, blandas, con raíces muy 
superficiales, de rápido crecimiento y de abundante follaje, ayuda mucho en 
este plan de mejoramiento del suelo y suplen a las leguminosas, que no 
siempre prosperan a la sombra. El Matalío, Centavito, Limoncillo y la Pluma 
de Gallina son algunas de estas malezas nobles. 
La peina negra 
La peina negra, que se ejecuta a salidas de la estación lluviosa para facilitar 
la pepena del grano caído, favorece la acción erosiva del viento y contribuye 
a la evaporación del suelo durante la estación seca. Las cortinas 
rompevientos protegen la planta, pero no el suelo si este permanece 
descubierto. Por eso preferimos la peina blanca y dejar cierta cobertura de 
hierba buena para la época seca. 
El suelo representa dos cultivos 
El suelo es un complejo vivo, dinámico y en constante transformación. Esto 
significa que el suelo representa en sí dos cultivos que debemos proteger y 
alimentar: el de los microorganismos, que son factores de fertilidad estable, 
y el de la planta misma. Si el suelo no es rico en flora microbiana es inútil 
tratar de cultivar plantas en él, aun cuando disponga de elementos minerales 
pues estos permanecerán insolubles en la fertilidad potencial. 
El cafeto no puede prosperar en condiciones adecuadas si los 
microorganismos del suelo no le preparan el ambiente para las raíces y no le 
sirven la mesa. Los microorganismos preparan y sirven el alimento del 
cafeto, pero ellos también necesitan que se les nutra para poder cumplir con 
su cometido de preparar el sustento para el cafeto, y esa tarea es nuestra con 
los mecanismos de defensa del suelo: la humificación superficial es el 
primer paso, con los mecanismos de defensa del suelo. 
Humificación* superficial del suelo 
“El humus es el compuesto más valioso del suelo”. 
Con las defensas contra la erosión queda listo el suelo para conservar los 
despojos de las podas de café y de sombra, malezas de las peinas y hojarasca 
de la sombra, siendo todas ellas descompuestas por los microorganismos 
(hongos, bacterias, protozoarios*, algas, etc.), formándose así el humus en la 
13
superficie del suelo, el compuesto más valioso que no puede sustituirse con 
fertilizantes químicos, sino que debe producirse en el terreno o agregarse 
como abono orgánico preparado (compostaje o lombricompostaje). Es así 
como se forma la humificación superficial del suelo. 
De donde predomina un sombrío de plantas leguminosas, se encuentran 
también las bacterias nitrificantes simbióticas* que se albergan en los 
nódulos de las raíces y fijan nitrógeno atmosférico en el terreno. Hay 
también hongos benéficos, como las micorrizas, abundantes en terrenos 
humíferos, especialmente cuando se incorpora humus hecho de estiércol de 
animales o de pulpa del café. El cafeto es una de las plantas que viven en 
asociación con estos hongos notables. El humus, además de retener la 
humedad, oxigena el suelo y también aumenta la cohesión de las partículas 
del suelo, imprimiéndole una como gomina que lo hace más resistente a la 
erosión. 
Humificación superficial del suelo debe ser complementada con la 
humificación profunda 
La labor que venimos recomendando de un colchón o manto rico en materia 
orgánica —la humificación superficial del suelo— no es suficiente si no la 
incorporamos profundizándola en la masa mineral, a unas dos cuartas de 
profundidad. No es suficiente que el cafeto desarrolle solo una cabecera 
radicular en la superficie si ignoramos la nutrición de las raíces laterales 
profundas. Ellas necesitan que los microorganismos se profundicen y 
mineralicen los nutrientes para que las raíces los puedan asimilar. Esto nos 
lleva al próximo paso: la humificación profunda. 
Humificación profunda del suelo 
Cuando el suelo disponga ya de un buen colchón superficial constituido por 
material orgánico se procede con la humificación profunda, que consiste en 
profundizar unas dos cuartas el horizonte vivo, la cobertura de humus creada 
previamente por la humificación superficial. El procedimiento es el 
siguiente: 
• El primer año se abre una cajuela al mismo lado de cada árbol, fuera 
de la penumbra que da el follaje y a distancia prudente de la base del 
tronco. Esta cajuela tiene las dimensiones de tres cuartas de largo, una 
cuarta de ancho, que es el ancho del azadón. La profundidad puede 
14
variar dependiendo de la cantidad de materia orgánica disponible y las 
condiciones físicas del suelo. Si este es suelto, puede tener dos cuartas 
y en terrenos arcillosos un poco menos. La tierra extraída se distribuye 
uniformemente y en capa delgada sobre la superficie después que se 
haya aplicado el abono. Inmediatamente después viene una cuadrilla 
de trabajadores llenándola con el abono orgánico retenido con la 
humificación de la superficie. Este abono orgánico simplemente se 
arroja en la cajuela sin prensarlo y se procura que quede más alto que 
el nivel del suelo. En terrenos inclinados la cajuela apuntará no en 
dirección al desnivel, sino en dirección diagonal para servir de borda. 
• Al año siguiente o a los dos o tres años, según las disponibilidades 
económicas, se abrirá y abonará una segunda cajuela al otro lado de 
los árboles, paralela a la anterior. 
• Al cuarto o quinto año se abre la tercera en la parte superior de la 
planta. Con éste proceso de las tres cajuelas se practica una poda 
suave de las raíces del árbol, provocando una proliferación de la 
cabellera radicular, pero lo más importante es que se va llevando 
humus a los horizontes inferiores, profundizando la parte activa o viva 
del suelo, sin el exceso de material inerte de los hoyos profundos que 
enterraba el horizonte vivo del suelo. Éste proceso parece difícil hoy 
en día por la escasez de gente y la falta de liquidez del caficultor, pero 
se puede hacer paulatinamente por tablones. Además, el proceso en sí 
se supone que requerirá de muchos años. Sin embargo, es la inversión 
más efectiva y duradera que se puede realizar para la fertilidad del 
suelo y la nutrición del cafeto. 
Las defensas antierosivas protegen el suelo 
La defensa del suelo, con los cinturones de abonos verdes que humifican 
superficialmente y las perforaciones que lo profundizan, se va logrando una 
defensa rápida del suelo, con el objetivo de lograr lo siguiente: 
• Proteger contra la erosión de la lluvia y el viento. 
• Contribuir, lentamente, a formar terraza, en el terreno inclinado. 
• Ayudar al drenaje lento del terreno y a la descomposición de los 
suelos. 
Las zanjas deben seguir las curvas de nivel y sus dimensiones son el ancho 
15
del azadón, dos de profundidad y la longitud acondicionada a la inclinación 
del terreno. En terrenos semiplanos, pueden tener hasta 10 varas de largo. A 
medida que aumenta la inclinación del terreno, se reduce la longitud de la 
zanja a 4 ó 2 varas. Ellas sirven para mantener la humedad en la próxima 
época seca y al colocarlas en forma alterna y triangulada defienden los 
suelos contra la erosión. 
Revelación de las raíces 
El cafeto es una planta cuya raíz es del tipo pivotante; es decir, que el eje de 
su sistema radicular está constituido por un soporte central que se ancla 
verticalmente en el suelo a mayor o menor profundidad y del cual nacen 
raíces laterales, que se desarrollan a veces en forma considerable, sirviendo 
también, las más profundas, de anclaje. De las raíces laterales, 
especialmente, nace la cabellera radicular, sobre las cuales se localizan las 
capilares o “comelonas”, órganos de absorción que representan el porcentaje 
mayor de raíces nutritivas ubicadas en los horizontes superiores del suelo. 
El cafeto muestra una marcada tendencia a desarrollar un sistema superficial 
de raíces. Su raíz pivotante le sirve de anclaje, como eje del cual se 
desprenden las raíces laterales y es instrumento para excavar horizontes 
profundos del suelo en busca de humedad durante largas sequías. Pero el 
anclaje no es función exclusiva de la raíz pivotante, sino que la comparte 
con las raíces laterales profundas. 
Por medio de la humificación profunda se logra, hasta en suelos arenosos o 
cenicientos, convertir cafetos de raíces de tipo superficial en rizomas con 
laterales profundos que llegan hasta el fondo de la cajuela. No obstante, en 
zonas donde se prolongan demasiado los períodos secos lo ideal es un 
sistema de raíces desarrollado en todos los sentidos: superficial, lateral y 
profundo. 
Conclusiones sobre el tratamiento del suelo en un cafetal: Plan de 
trabajos de restauración 
La retención de un porcentaje alto de la flor de tierra ya es un paso hacia la 
restauración de la fertilidad. Desde el momento que se defiende el suelo, se 
inicia el proceso de humificación del horizonte superficial. El suelo se va 
tornando menos propenso a la erosión con la mayor cohesión de las 
partículas, por lo que se inicia un mejoramiento del sistema de raíces y al 
16
final del período seco siguiente, que comienza a subir la humedad, hay un 
vigoroso crecimiento de brotes. 
Con un suelo vivo en materia orgánica se nota que las aguas que salen de los 
cafetales serán más limpias y transparentes porque arrastran muy poco 
sedimento o limos y, por consiguiente, llevan menos velocidad y fuerza de 
arrastre. El colchón de materia orgánica es el material ideal para suavizar el 
impacto de la lluvia, permitiendo su infiltración lenta entre el suelo, como 
ocurre en la selva. Las zanjas y cajuelas acumulan y retienen la humedad 
para las futuras épocas. 
La humificación superficial y profunda logra detener y almacenar el agua 
para no solo evitar la erosión sino conservar la humedad cuando es más 
escasa e impedir la pérdida de hojas en esta época. 
El suacho y el azadón 
El proceso de descomposición de la materia orgánica se acelera con la 
remoción periódica. El “suacho” es la mejor herramienta para perforar el 
suelo. El azadón es más propio para incorporar el humus dentro del suelo 
mineral donde están las raíces laterales profundas. La mejor época para 
remover el suelo es después de la cosecha: fines de enero, febrero o 
principios de marzo, época que existe poca actividad de crecimiento de 
raíces y por eso el “suacho” hace poco daño a las raíces. Al remover la 
superficie se airea el suelo y favorece la humificación de la materia orgánica. 
Debe desarrollarse un plan de defensa y restauración de suelos, pero solo se 
puede llevar a cabo en forma paulatina y gradual por zonas o tablones, pues 
los beneficios de esta inversión no se ven el mismo año. Deben priorizarse 
los sectores que respondan más pronto, continuando después con los 
inferiores. 
El humus es la base de toda agricultura permanente y autosostenible 
Más que todas las especies vegetales, escribe M. Piettre, el cafeto agota el 
terreno hasta sus límites, si no se recurre en su ayuda. Sus granos, en efecto, 
acumulan una enorme proporción de fertilizantes tomados del suelo tales 
como ácido fosfórico, cal, potasio, magnesio, nitrógeno orgánico, entre 
otros. Cada manzana de café pierde anualmente 22 libras de nitrógeno, 26 
libras de potasio, 3 libras de ácido fosfórico y 4 libras de cal. Es por eso que 
17
el cafeto busca estos nutrientes, especialmente el nitrógeno, con tal avidez 
que deja la tierra completamente agotada, incapaz de producir, sin 
intervención adecuada, más que una poca cosecha. 
La extracción de fertilizantes antes enunciados por las cosechas anuales del 
café no representa el único factor de empobrecimiento del suelo o la causa 
principal de la pérdida de su fertilidad. De hecho, las cosechas sólo 
representan una disminución mínima. La mayor pérdida es causada por la 
erosión, que puede provocar daños de quince a veinte veces mayores que las 
condiciones de cultivo. El deslave causa la modificación de las propiedades 
físicas del suelo, disminuye la actividad microbiana y forma toxinas 
endógenas y exógenas (plagas). 
Los nutrientes que faltan al suelo pueden reponerse mediante la aplicación 
de fertilizantes comerciales, pero hay una cosa que no puede devolverse por 
medio de los abonos químicos como es la fertilidad natural: el suelo vivo. 
El suelo está vivo y vigoroso, en capacidad de producir cosechas por medio 
de las plantas, mientras haya actividad viva. En cambio, el suelo se enferma 
y puede llegar a morir cuando disminuye o desaparece totalmente la 
actividad de los microorganismos que le dan vida. 
La pérdida del humus es el primer paso hacia la pérdida de la fertilidad del 
suelo. Faltando el humus y la materia orgánica en proceso de humificación, 
se modifican las propiedades físicas del suelo y se descompone el medio 
para el cultivo de los microorganismos. Faltando la materia orgánica no hay 
alimento para los microorganismos. Si se disminuye la vida de la microflora, 
cesan las actividades de movilización permanente de materiales de fertilidad 
potencial a fertilidad actual y entonces el suelo se desnaturaliza como medio 
para las plantas y sus cosechas. 
La pérdida de fertilidad y, en general, el desmejoramiento del suelo vuelve a 
la planta más susceptible al ataque de enfermedades y plagas, porque se 
disminuye su vigor al carecer de buena nutrición. Muchas plagas y 
enfermedades se aprovechan de la debilidad del cafeto, de los suelos 
desequilibrados biológico y nutricionalmente, para infectarlos. Como dice el 
refrán “al perro flaco se le pegan las pulgas”. 
El contenido de nutrientes en el humus no es muy alto, pero en cambio su 
valor agrícola y biológico como corrector de suelos es muy superior al de 
18
fertilizantes químicos. 
Propiedades del humus* 
• Su color oscila entre carmelita oscuro y negro. 
• Es prácticamente insoluble en el agua. 
• Su mayor contenido es de carbono, que oscila entre el 55% y 58%. 
• El humus contiene bastante nitrógeno, usualmente alrededor de 1% al 
4%. 
• La relación carbono nitrógeno es de 10 a 1. Esta relación varía 
dependiendo de la naturaleza del humus y su grado de descomposición. 
• El humus no se encuentra en condición estática sino dinámica, ya que 
continuamente se está descomponiendo por los microorganismos. Este 
proceso se conoce como humificación. 
• El humus es una fuente de energía para los microorganismos y durante su 
descomposición desprende una corriente continua de dióxido de carbono 
y amoníaco. 
• El humus se caracteriza por su alta capacidad de intercambio de bases, de 
absorción de agua, de inflación o hinchazón del suelo lo que le permite 
capturar aire y agua, así como otras propiedades físicas y químicas que 
hacen del sustrato el sostén de la vida vegetal y animal. 
• Si el suelo carece de fertilidad natural (humus) no se consigue el buen 
aprovechamiento de fertilizantes sintéticos. 
El cambio de una agricultura extensiva a una intensiva no se puede realizar 
si no aprovechamos el suelo mismo como campo de fabricación permanente 
de humus y esto se logra solo con un sistema de defensas antierosivas que 
permitan acondicionar el suelo para una activa vida microbiana. 
El uso directo de la pulpa de café o el estiércol de ganado bovino fresco no 
es la mejor solución pues acidifican el suelo y afectan la vida microbiana 
favoreciendo la aparición de hongos oportunistas y, además, una buena parte 
del contenido de nitrógeno se evapora en forma de amoníaco. Es necesario 
que ambos pasen por un proceso de descomposición. Es así como aparece la 
solución más apropiada: el uso del humus. 
Entendemos entonces como cultivo intensivo el implante de métodos 
agrícolas que persigan el aprovechamiento de todos los residuos de la finca 
en la producción de abonos verdes. En la “Importancia de la materia 
19
orgánica”, capítulo 5, se expondrán sus bondades, indispensables para la 
agricultura convencional. En la actualidad, estos principios toman mayor 
relevancia por los altos precios del petróleo, que inciden en los fertilizantes 
sintéticos, herbicidas e insecticidas. 
Calcio o potasio, para neutralizar la acidez excesiva 
En la formación del humus, la mezcla fermentante pronto se torna de 
reacción ácida. Esta acidez debe ser neutralizada pues de otra manera el 
trabajo de los microorganismos no puede continuar a la velocidad requerida. 
Por consiguiente se necesita una base. Lo ideal es carbonato de calcio o de 
potasio en forma de piedra caliza molida o cenizas de los hornos de las 
secadoras de café o de los pantes de leña en las cocinas de las fincas. Estos 
materiales solos o en conjunto proporcionan una base conveniente para 
mantener la reacción óptima de pH 5.5 a pH 6.0 que necesitan los 
microorganismos para desintegrar la celulosa de los residuos vegetales y 
animales. También puede aplicarse cal apagada. La cal viva es demasiado 
fuerte. La acidez en el suelo es de las limitantes más drásticas para que las 
raíces del cafeto puedan absorber los nutrientes del suelo. Más sobre este 
tema en “La química de los suelos ácidos”, capítulo 12. 
Otras creencias 
Una creencia generalizada es que una excesiva cosecha, que no guarda 
proporción con su estado de vigor general ni con el poco volumen de follaje, 
es una muestra de su fuerza latente. La realidad es otra: el árbol debilitado 
acumula sus últimas reservas alimenticias porque en él prevalece el sentido 
de la conservación de la especie sobre la conservación del mismo. Este es un 
principio aplicable a todos los seres vivientes. En estos árboles débiles, con 
cosechas excesivas, la floración se presenta hasta en los extremos de la 
rama; es decir, en sectores tiernos, de muy poca edad, en el extremo de 
ramillas delgadas que carecen de suficientes reservas alimenticias. Por eso se 
ennegrece la extremidad de la rama o se muere. Este ennegrecimiento de la 
rama se debe casi siempre al ataque de hongos, como el conocido como 
“antracnosis o paloteo”. En estos casos, de cosechas excesivas hasta en las 
extremidades de las ramas, se están dando dos cosechas en una a expensas 
de la futura cosecha, que debería estar desarrollándose en la extremidad de la 
rama pero como “preparo” de la misma. 
20
La decadencia del suelo y las enfermedades de las plantas 
La causa más común de pérdida de vigor es la nutrición deficiente y como 
casi la totalidad de los nutrientes proceden del suelo, es lógico deducir que la 
desnutrición obedece especialmente a deficiencias en él. Decíamos que el 
suelo también padece de enfermedades y entre ellas quizás la más grave es la 
pérdida de la fertilidad. 
En suelos vírgenes con grandes reservas de humus y nutrientes minerales en 
estado aprovechable son casi desconocidas las enfermedades del cafeto. 
La cura de enfermedades y plagas del cafeto no puede basarse 
exclusivamente en aplicación de insecticidas y fungicidas; es preciso 
también atender los problemas del suelo para estimular la resistencia de la 
planta y así restaurar su vigor. 
Antracnosis de las ramas del cafeto 
Las enfermedades de las plantas son de origen parasitario y de origen 
fisiológico. Sin embargo, la mayoría de las veces los trastornos fisiológicos 
procedan al ataque de parásitos por predisposición de la planta. 
Una de las enfermedades que más estrecha relación tiene con la degradación 
del suelo es la antracnosis —Colletotrichum coffeanum noack— de las 
ramas del cafeto. El parásito, que ataca las ramas, es un parásito débil. 
Siempre sus consecuencias son serias solo en plantas debilitadas por otras 
causas, siendo la principal la desnutrición de la planta debido a la 
degradación del suelo. La razón de comentar sobre este hongo, que aparece 
hasta el final de la época lluviosa y que es cobarde al combatirlo, es porque 
representa una advertencia o alerta de problemas fisiológicos en la planta, 
que a su vez provienen de un suelo desnutrido y, por consiguiente, de otras 
plagas que prosperan cuando el suelo pierde su vigor y resistencia 
Síntomas 
El primer síntoma característico e inconfundible del paloteo es una floración 
excesiva, descompensada en relación con su estado de vigor y volumen de 
follaje de todo el árbol. La enfermedad se presenta a veces solo atacando 
ciertas ramas y otras veces atacando todo el árbol. Esta enfermedad pasa 
desapercibida pues el caficultor interpreta esta excesiva cosecha como una 
21
bondad del árbol de café, sobre todo, porque la cosecha se da hasta los 
extremos de las ramas. De ocho a diez meses después de la floración se 
notará que las ramas están adelgazadas o enflaquecidas excesivamente, 
fenómeno que está más evidente en el nudo o entrenudo. No quedan zonas 
de preparación de cosecha para el año siguiente, pues la floración cubre no 
solo el año presente sino también la cosecha para el año futuro. Al no tener 
la rama delgada reservas alimenticias, el grano se ennegrece, pasando de 
verde a negro. 
La antracnosis aparece con mayor frecuencia en los siguientes suelos: 
• Suelos lavados, escasos en materia orgánica. 
• Humedad excesiva en suelos arcillosos. 
• Una sequía prolongada, especialmente en suelos arcillosos. 
• Un cambio brusco de ambiente. 
• Una intensa poda de sombra. 
• Pérdida de follaje de la sombra por una plaga que atacó las hojas. 
• Una poda profunda del cafeto que lo dejó con muy poco follaje. 
• Por la pérdida de follaje por una enfermedad de la hoja como, por 
ejemplo, ojo de gallo, minador de la hoja o roya, lo cual equivale a 
una poda profunda del follaje. 
• La iluminación excesiva del cafeto, sobre todo en suelos arcillosos. 
• Es muy frecuente también en cafetos jóvenes levantados con muy 
poca sombra o a plena exposición. 
• Debido a la descomposición fisiológica del cafeto por quedarse sin 
reservas alimenticias, después de una excesiva cosecha que no guarda 
proporción con el poco vigor del árbol. 
• Por una mala siembra cuando la raíz central queda torcida (ganchuda). 
Medidas preventivas 
• Selección de semillas para el semillero de árboles vigorosos. 
• Desarrollo de la planta joven con sombra adecuada en el vivero y 
luego en la finca. 
• Defensa del suelo contra la erosión y conservación de la fertilidad. 
• La materia orgánica, como corrector del suelo, es el que más hace 
sentir sus efectos en el restablecimiento del vigor de la planta. 
• El vigor que se pierde en la primera edad del cafeto, cuando el 
organismo todavía no ha completado su desarrollo, difícilmente se 
logra recuperar en el árbol adulto. De allí la necesidad de prestar gran 
22
atención al levantamiento de plantaciones jóvenes, especialmente con 
cuidos de sombra y buenas prácticas de labranza, hechos con 
anticipación. 
23
24
Métodos de poda en el país: análisis constructivo 
25 
Capítulo 2 
Poda racional 
Una poda racional lleva consigo, en orden cronológico, una poda de 
formación inicial adecuada, con una distancia conveniente a la variedad del 
cafeto y al medio ambiente (suelo, clima, exposición, etc.), luego una poda 
de conservación, después otra poda de selección y, solo si es necesaria, una 
poda de reconstrucción, cuando la poda de formación inicial se ha 
envejecido. En los próximos dos capítulos se tratan las podas con mayor 
detalle. 
Una crítica constructiva a los métodos usuales de trabajo es la tendencia 
cada vez más marcada a las podas profundas y frecuentes. Esta tendencia 
que dejan al árbol sin su follaje es el resultado de tres causas: 
• Una poda incompleta y defectuosa (ausencia de una poda racional que 
más adelante se explica).
• Árboles que desde muy temprana edad están deformados (ausencia de 
una poda de formación inicial adecuada). 
• Siembras a una distancia demasiada corta para su iluminación y 
aireación. Para cada especie se debe tomar en cuenta sus 
características de vegetación y hábitos de fructificación para 
determinar su población óptima. 
La “Poda Inicial de Formación” por medio del agobio 
“El árbol de café debe parecer una copa abierta y no una copa cerrada”. 
Una vez formado el árbol de café con la poda inicial de formación — 
preferible en el caso nuestro— por medio del agobio del cafeto joven, se 
debe completar el desarrollo del árbol adulto por el método del cafeto 
abierto en la copa, lo cual se consigue por el sistema del agobio de las astas 
y el agobio natural. El agobio de astas puede hacerse durante la época seca y 
durante la primera mitad de la época lluviosa con la poda de conservación 
para que los hijos tengan el mayor desarrollo posible antes de la próxima 
época seca. Este agobio, cuando el árbol es sano y con buena cosecha, se 
logra naturalmente y sólo se requiere de una distancia conveniente para que 
las ramas fructíferas puedan desarrollarse, ya que son las que con su cosecha 
agobian las astas. Al abrirse el árbol, le entra la luz al centro y nacen brotes 
cerca del tronco, que son los mejores, los más vigorosos y de más larga vida. 
La falta de métodos adecuados de poda es una de las causas principales 
de las fluctuaciones grandes de cosechas de un año a otro 
1-Podas profundas y frecuentes 
“Las podas profundas dejan al cafeto sin hojas y tejidos verdes que son los 
medios de alimentos del árbol”. 
Cuando una planta esta sana elabora una mayor cantidad de alimentos 
indispensables para su vegetación. El sobrante lo almacena en forma de 
reserva alimenticia en tallos y raíces. De esta reserva hace uso para las 
cosechas y para atender funciones vitales en épocas de descanso o cuando la 
planta se ve privada de follaje. 
El árbol con poco follaje está en proceso de debilitamiento y si en ese 
momento se hace una poda intensa, por ejemplo una recepa profunda, se 
26
acentúa su debilidad porque con el leño recepado se le priva de las reservas 
alimenticias (hojas y tejidos verdes). Recordemos que el debilitamiento del 
café expresado en la caída de las hojas es casi siempre el resultado de lo 
siguiente: 
• Poca sombra. 
• Árboles de sombra que botan las hojas durante la estación seca. 
• Pérdida de humedad en la estación seca por la poca capa de materia 
orgánica, causada por no tener las defensas contra la erosión. 
• Plagas causadas por un suelo ácido. 
• Falta de buenas cortinas rompevientos, entre otras. 
Si el árbol esta débil por las causas antes mencionadas, es mejor no podar la 
sombra antes de la floración y solamente ejercer una poda muy liviana del 
cafeto en abril, cuando empieza a subir la humedad del suelo. 
2-Siembras a distancias muy cerradas 
Las siembras a distancias muy cortas y sometidos a una poda de formación 
de verticales múltiples, sin la subsiguiente poda de conservación, sus varios 
tallos verticales disminuyen a un mismo tiempo su producción, 
convirtiéndose en un conjunto de tallos leñosos sin ramas en la parte inferior 
o con ramas alargadas, que sólo fructifican en sus extremidades. Al perderse 
la escala de crecimiento nos lleva, irremediablemente, a una poda profunda, 
que es lo que se desea evitar. 
En la poda de múltiples verticales en cafetales muy cerrados por sus altas 
densidades, generalizados en muchas áreas del país, el orden de 
fructificación del cafeto es en sentido vertical, es decir, primero florecen las 
ramas inferiores hasta cierta altura, luego las de más arriba, mientras las 
inferiores dan una segunda cosecha más alejada del tallo. Así, 
sucesivamente, hasta que al cabo de cuatro o cinco años el árbol presenta 
varias astas leñosas solamente con producción en la copa. Llega entonces el 
momento de la poda y el podador no encuentra otra cosa que hacer una 
recepa baja o profunda de estas astas leñosas, privando especialmente a la 
raíz de las reservas alimenticias contenidas en sus tejidos aéreos. De aquí se 
deriva la costumbre de podar fuertemente cada año o cada dos años, después 
de la cosecha y antes de la floración. A mediados del año se practica el 
deshije, lo cual se hace a mano y en una forma muy severa, eliminando casi 
todos los hijos o chupones que están muy altos, o mal ubicados. Al ser el 
27
deshije muy severo y quitarle al árbol demasiados tejidos verdes, se acentúa 
el debilitamiento de los árboles y al hacerlo a mano los que están ya 
crecidos, se destruyen las yemas abajo del hijo desgarrado, anulando la 
posibilidad de que nazcan nuevas ramas de fruto. 
Si la distancia de la siembra fuera mayor, las astas podrían agobiarse 
espontáneamente y dar lugar a que nazcan nuevas ramas fructíferas, 
formándose así una escala de crecimiento, sin que estas se agoten a un 
mismo tiempo. Al tener distancias demasiado cortas de siembra, las astas no 
se doblan de manera espontánea sino que crecen verticalmente y sólo se 
doblan al estar muy altas y no lo suficiente por impedírselo los árboles 
vecinos. Por ello las cosechas sucesivas se presentan en los lugares más altos 
formando las famosas “banderas” que succionan mucha savia para unos 
pocos granos en la copa y en las extremidades de ramas delgadas. Además, 
son granos que resultan de muy mala calidad. En nuestra jerga los llamamos 
cafetales “engalerados”. 
En la parte media del tronco y en las bifurcaciones de las astas cerca del 
tronco quedan yemas latentes de ramas verticales que no revientan por faltar 
el estímulo en la poda de conservación, por la falta del agobio espontáneo y 
de iluminación al estar el cafeto convertido en forma de copa recogida y no 
abierta a la luz. 
3-Poda moderada y racional 
El cafeto, sea cual fuese el método de poda escogido, debe podarse en forma 
moderada y de manera racional, pero debe podarse durante toda su vida. 
Además de una poda racional cada año durante la época seca, cada finca 
debe tener una pequeña cuadrilla permanente, digamos de un grupo reducido 
y selecto de podadores bien entrenados y especializados en una poda de 
conservación. Insistimos en la conveniencia y la necesidad de mantener un 
número muy reducido de trabajadores agobiando hasta mediados de la epoca 
lluviosa y deshijando en la segunda mitad, pues de esta manera el personal 
adquiere habilidad y el árbol recibe una poda suave, manteniendo el 
equilibrio del follaje. Sin embargo, los mejores hijos del agobio son los que 
se hacen en la época seca y a principios de la estación lluviosa para que 
cuando venga el próximo tiempo seco estén bastante desarrollados y 
contribuyan a guardar la humedad. 
28
4- Poda de reconstrucción racional 
Para árboles con exceso de astas leñosas desde la base y de rendimientos 
bajos es necesario rehacerlos con una poda racional que la llamaremos “poda 
de reconstrucción” para separarla de la poda de conservación, de la poda 
inicial de formación y de la poda de selección. 
Una poda regularmente severa, de reconstrucción, solo debe hacerse cuando 
el árbol ha perdido su formación inicial y en la época seca después de la 
cosecha, cuando el árbol y sus raíces están descansando y antes que la 
humedad del suelo empiece a subir a finales de marzo y abril. 
Una vez se le devuelva al árbol una forma aceptable por medio de la poda de 
reconstrucción, es necesario mantenerlo en condiciones de fructificación por 
medio de la poda de conservación. 
La poda es un arte y lo que más exige es el sentido común y la aplicación de 
un criterio racional. Por eso no se pueden dar recomendaciones precisas pues 
cada árbol constituye un caso especial. Sin embargo, vamos a intentar dar 
algunas directrices o normas para la reconstrucción de árboles que han 
perdido ya la forma y requieren un arreglo para ponerlos en condiciones de 
producir fruto y no leña. 
Iluminación del tronco antes de proceder con las recepas (solamente si 
se cuenta con suficiente mano de obra y recursos) 
La primera operación será, con tijeras, eliminar todo el ramaje lateral 
inferior del tronco principal y de las astas hasta la altura aproximada de un 
metro con veinte centímetros. La altura no puede determinarse como norma. 
Se trata solamente de descubrir el tronco y las astas en su parte inferior. Por 
último, se suprimen las astas “varejonudas” por medio de recepas, tratando, 
si fuese posible, de provocar una escala de crecimiento. 
La eliminación de las ramas laterales improductivas, por delgadas que sean, 
provocan la desviación de la savia y la producción de nuevos brotes. 
Por medio de esta primera operación se trata de descubrir y de iluminar la 
parte inferior del árbol y la parte central, que son las mejores, porque sobre 
los tallos gruesos nacen los hijos más vigorosos y con más larga vida. 
29
Para completar la iluminación, es necesario tratar de inclinar suavemente 
hacia los lados tallos de la parte superior que no se eliminaron por llevar 
cosecha, a fin de descubrir la parte central y permitirle el acceso de la luz. El 
árbol va tomando así la forma de una copa abierta o jarrón amplio. 
Recepas por apreciación como parte de la reconstrucción del cafeto 
(podas por surco o lote no se contemplan) 
Las recepas profundas y frecuentes, como la única forma de reconstruir los 
cafetales, debilita el árbol y reducen su vida útil, además lo priva de hojas 
tan necesarias para alimentar las raíces y el fruto. En cafetales muy cerrados 
es mejor eliminar árboles improductivos y así optimizar la entrada de aire y 
luz para los árboles que se queden. Sin embargo, ramas terminadas, agotadas 
y/o envejecidas que ya no soportan un agobio o no hay espacio para ello, no 
queda más que proceder a eliminarlas mediante la recepa. Lo mismo con una 
rama “lavada”, con muy escasa cosecha y que por su grosor no permite 
agobiarse, también es necesario receparla. De lo contrario estaríamos 
cosechando leña en lugar de tejidos jóvenes, que son los que dan frutos. Por 
ejemplo, astas o tallos con posición en el centro del árbol interfieren la 
iluminación del tronco. También se recepa el árbol cuando tiene demasiadas 
astas y se desea cambiar por uno más abierto en el centro. En estos casos es 
necesario que el corte del asta o tallo se realice en un ángulo inclinado hacia 
fuera de la planta, de 45 grados, lo que comúnmente se llama un corte de 
“casco de mula” y luego se cubra la herida con cubre-cortes. 
Un árbol muy lleno de astas, pero con escaso follaje o aniquilado por una 
cosecha excesiva, no debe ser recepado durante la poda principal de 
reconstrucción. Es mejor esperar la época lluviosa para agobiarlo con el 
objeto de aprovechar estas reservas en la producción de tejidos verdes de 
elaboración de alimentos, aun cuando más tarde sea preciso eliminar el asta 
con todo y los hijos. 
El número de astas que se recepan en una poda de reconstrucción depende 
del vigor del árbol. Esta primera poda de reconstrucción racional es la base 
para la restauración del árbol. 
Poda de Conservación 
Con una pequeña cuadrilla de tres o cuatro podadores bien capacitados, se 
agobian las astas que no se eliminaron en la época seca por tener aún vigor y 
30
cosecha, para que entre más luz al centro del árbol. El agobio debe ser suave, 
a cuarenta y cinco grados del suelo (medio cañón), formando un arco 
completo en la base. Si la rama tiene un buen preparo, la inclinación del 
agobio debe ser más suave, para evitar que se quiebre cuando madure el 
grano. Si el agobio es muy inclinado, tocarán sus ramas el suelo cuando 
engruese la cosecha. Si el asta es muy vieja o el cafetal está muy cerrado, no 
se puede agobiar y se necesita receparla en la próxima época seca. Para 
facilitar el agobio, se puede usar bolsas de polietileno llenas de tierra para 
domar la rama. 
Con la poda de tallos y laterales improductivos e iluminación del tronco se 
estimulan las yemas dormidas y vendrá una reacción del árbol con nuevos 
hijos vigorosos. 
Poda de selección 
A mediados de la época lluviosa se inicia la poda de selección o deshije, 
operación que en ningún caso debe hacerse a mano, sino con tijeras de poda 
bien afiladas. La tijera debe emplearse colocando siempre la arista del lado 
de la rama que va a quedar. Hijos muy pequeños sí pueden suprimirse a 
mano, pero no desgarrándolos en sentido contrario a su nacimiento, sino 
haciendo una tracción en sentido lateral, en ángulo recto a su dirección de 
crecimiento, para no lastimar ni destruir las yemas de la base y poder utilizar 
utilizarlas si esa rama se agobia. 
Por medio de la poda de selección, durante la segunda mitad de la época 
lluviosa, se escogen los mejores hijos para destinarlos a ramas fructíferas, 
sean éstos de recepas o de agobios. Se les da distancia adecuada a fin de que 
tengan buen espacio para su desarrollo y suficiente cantidad de luz para sus 
necesidades de alimentación y fructificación. Los hijos estancados, mal 
posicionados y/o encerrados, hasta la altura de la mano alzada del podador, 
se eliminan. Mas altos no se debe pues se bota cosecha al bajar la rama. 
Otra creencia es que el hijo debilita al árbol. Es cierto que este nace a 
expensas de reservas alimenticias, pero una vez que abren sus hojas, 
empieza también a elaborar alimento por sus tejidos verdes, los que emplea 
para crecer y para alimentar las raíces. La razón de quitárselos al cafeto debe 
ser solo para: 
• Darle una buena distancia y luz suficiente a otros hijos en mejores 
posiciones o más vigorosos. 
31
• Cuando le hacen sombra a otros más cercanos al tronco. 
• Cuando está estancados o mal posicionados. 
• Los árboles debilitados se deben deshijar muy moderadamente para 
conservar sus escasas hojas, tejidos y sus pocas reservas alimenticias. 
Los hijos nacidos en marzo, abril, mayo y hasta junio darán su primera 
cosecha el año siguiente. Algunos de ellos se notarán poco vigorosos y en 
este caso se les permite dar una cosecha. Los más vigorosos producirán dos 
cosechas. Por último, los mejores y sobre todo bien colocados, en cuanto a 
luz y otros factores, podrán conservarse para ser agobiados más tarde, 
después de la tercera cosecha. Si no hay posibilidad de agobiarlos se deben 
eliminar. 
32
Poda racional del cafeto 
33 
Capítulo 3 
Generalidades 
Las grandes fluctuaciones en el 
volumen de las cosechas 
obedecen principalmente a suelos 
empobrecidos y falta de métodos 
adecuados de poda que no 
permiten la alternabilidad de 
ramas fructíferas; es decir, que 
posibiliten tener sobre el mismo 
arbusto, simultáneamente, ramas 
cosecheras con preparo de fruto 
para el año siguiente. 
Un cafeto que sostiene un 
volumen apreciable de leño 
grueso y poco follaje y 
producción sobre extremidades 
delgadas y enclenques de ramas 
laterales lavadas, no puede mantenerse vigoroso ni rendir una producción 
regular y sostenida. Para lograr una buena cosecha es necesario disponer de 
zonas de elaboración de reservas alimenticias y de producción de leño joven 
para preparar sobre él la cosecha del año siguiente. 
Sin embargo, para que un árbol de café se mantenga vigoroso, cosechero, sin 
grandes fluctuaciones, resistente a enfermedades o inclemencias del 
ambiente, es esencial que esté bien nutrido. 
Una buena nutrición se obtiene con cuidados especiales del suelo, un follaje 
proporcional a su tamaño y un buen sistema radicular. La raíz, por su parte 
para desarrollase bien, necesita que el árbol disponga de buena zona de 
elaboración, representada por abundancia de tejidos verdes, que son los 
órganos que procesan los alimentos.
En la poda periódica de cafetales viejos se observan dos tendencias 
distintas: 
1) Podas intensas y profundas de recepas de muchos o todos los hijos o 
astas viejas. Esta poda la llamaremos “poda muy radical”. 
2) Podas tan suaves que muy poco efecto tienen en la reconstrucción del 
árbol, pues se reduce a eliminar laterales secos o improductivos y 
despuntar ramas enteras muertas. Esta poda la podemos llamar “poda de 
cariño”. 
En contraposición a estas dos podas inconvenientes, lo más recomendable es 
practicar una “poda racional” basada en el conocimiento del árbol, en la 
observación diaria y en la experiencia propia, con miras a regularizar la 
producción. Para poder alcanzar este objetivo, se requiere tener presente 
algunos principios fundamentales derivados de las características botánicas y 
otros establecidos por la observación y la experiencia. 
Los principios fundamentales de la fisiología del café de acuerdo con la 
poda racional 
Primero: El café fructifica siempre sobre las ramas laterales — 
plagiotrópicas*— sean estas primarias, secundarias o terciarias. 
Segundo: El cafeto florece y fructifica normalmente sobre leño joven no 
mayor de un año, nacido el año anterior o la estación anterior. 
Tercero: Normalmente el cafeto fructifica solamente una vez en cada lugar; 
es decir, no repite fructificación en el mismo sitio donde ya dio cosecha. 
Cuarto: La primera cosecha de una rama lateral tiene lugar en una extensión 
que cubre más o menos las dos terceras o las tres cuartas partes de esta, 
desde su base hacia la extremidad. Ella conserva una zona de defensa y de 
elaboración de alimento, representada por su parte joven, en donde se 
localizará la cosecha del próximo año. De esta manera la rama lateral va 
creciendo cada año y desplazando su zona de fructificación hacia la 
extremidad. Por último, solamente dos nudos y a veces un nudo del extremo 
llevará cosecha para el año siguiente. De la misma manera, en los años 
sucesivos, la zona de cosecha continúa desplazándose desde la base hacia el 
ápice del árbol, hasta que, por último, éste solamente da fruto en el copo y 
en los extremos de las ramas laterales que son cada vez más angostas, por la 
34
forma cónica del cafeto. Podemos concluir que el orden de fructificación del 
árbol se desplaza cada año en dos sentidos: horizontal y vertical, en forma 
decreciente, desplazándose hacia las extremidades de las ramas laterales y 
hacia la copa del árbol, en forma piramidal. 
Quinto: Una buena cosecha en tamaño, cantidad y posiblemente calidad 
depende del vigor y grueso de la rama, condiciones de iluminación, distancia 
de siembra y otros factores externos. Los hijos o ramas laterales muy 
aglomeradas, con poca iluminación, son de escasa producción y de 
maduración tardía. En estos sitos, en los extremos y en la parte superior del 
arbusto, se dan el mayor porcentaje de granos mal conformados y en general 
los cafés de clases inferiores. 
Sexto: El vigor de los hijos o ramas verticales jóvenes (chupones) 
generalmente están en relación directa con el vigor del tallo o astas donde 
nacen. Cuando estos están más separados son más fuertes que cuando están 
amontonados. 
Séptimo: Los hijos de un método de poda basado en el tallo múltiple 
obtenido por agobio son más vigorosos y robustos cuando nacen de un árbol 
o tallo grueso bien desarrollado que aquellos que nacen de un agobio de un 
árbol tierno o muy joven. 
Octavo: En cualquier método de poda, no debe perderse de vista la relación 
estrecha entre la parte subterránea o sistema radicular y la parte aérea del 
árbol. Por eso, un cafeto aniquilado por un exceso de cosecha no debe 
podarse fuertemente por uno o dos años mientras no nazcan suficientes 
brotes para restablecerse. Un árbol expuesto a demasiado sol no debe 
someterse a una poda severa. 
Noveno: Cada práctica de poda debe ir acompañada de operaciones de 
labranza del suelo para estimular una mejor nutrición. La aplicación de un 
abono orgánico es el mejor complemento de una poda. 
Décimo: Una poda fuerte debe hacerse solamente en períodos de descanso 
vegetativo del árbol, entre la terminación de la cosecha y la floración 
próxima. A esta poda la llamamos “poda de reconstrucción”. Una poda más 
suave, agobio o entresaque de ramas puede hacerse en cualquier época, pero 
preferiblemente antes del deshije o poda de selección. A esta la llamamos 
“poda de conservación”. 
35
Undécimo: La poda racional requiere de una habilidad que sólo la da la 
experiencia. Para mantener regulada la producción en una plantación de 
café se requiere la poda constante. Por ello, es más conveniente preparar en 
cada finca una cuadrilla especializada y pequeña de podadores que se 
dediquen a esta importante operación. Las podas son moderadas si se 
establece la alternabilidad de las ramas fructíferas y se atiende a las podas 
suaves de sostenimiento o conservación. 
Duodécimo: Los hijos desarrollados no deben desgarrarse con la mano, sino 
cortarse con tijeras. Cuando se hacen a mano generalmente se desgarran las 
yemas. El deshije en árboles debilitados o pobres en follaje no debe 
realizarse temprano en la estación lluviosa o en forma muy severa. Es 
necesario dejarlos desarrollar para que, con sus hojas, contribuyan a la mejor 
nutrición de la planta. 
Aplicaciones prácticas 
Ya hemos visto que la primera cosecha cubre la mayor parte de la extensión 
de la rama; que la segunda y las subsiguientes se desplazan hacia la 
extremidad de la rama lateral, cada vez en una longitud más corta y delgada, 
hasta que después de algunos años esta solamente se produce en uno o dos 
nudos del extremo de la rama lateral y que sus granos en las extremidades 
del árbol y en la copa del mismo son de inferior calidad. 
Todo esto quiere decir que después de la poda inicial de formación del árbol 
joven, es preciso atender en los años siguientes a las podas de conservación 
y selección (deshije). Por último, ya en edad avanzada, se requiere a veces la 
poda de reconstrucción o la renovación total del arbusto o de las astas, 
porque el árbol ha perdido su forma inicial y la producción ha disminuido. 
Operaciones generales de poda: 
1.-Poda de formación inicial o poda de reconstrucción (después de la 
cosecha y antes de la fluoración). 
2.-Poda de conservación, (se realiza en cualquier época antes del deshije). 
3.-Poda de selección (deshije). 
36
Diferencia entre astas, tallos —ramas verticales o ortotrópicas*— y 
ramas laterales —horizontales o plagiotrópicas— 
Entendemos por astas cada uno de los tallos primarios que forman el 
esqueleto de un árbol, como los que resultan para formar el candelabro de la 
primera y segunda capa o los hijos que resultan del agobio de una plantía 
joven y que después son los ejes que estructuran un árbol. Las astas solo 
forman el esqueleto en su formación inicial. Las ramas verticales o tallos son 
las que nacen sobre estas y, al igual que ellas, sólo crecen verticalmente. 
Ambas, cuando son muy vigorosas y bien situadas, al agobiarse o cortarse 
pueden dar nacimiento a buenos retoños y se les conoce técnicamente como 
brotes ortotrópicos. Las otras ramas fructíferas o laterales son las que crecen 
horizontalmente, conocidas técnicamente como brotes plagiotrópicos. 
Modalidades de poda por apreciación 
Se observarán muchas modalidades en cuanto a la forma característica de los 
cafetos, que son modificaciones de uno o de otro sistema de poda. Pero en 
términos generales, se notarán tres formas características de arbusto: 
1.- La del árbol de libre crecimiento. 
2.- La del árbol formado por el sistema de astas o ramas verticales, 
generalmente de tallo múltiple, ya sea por medio del agobio o de las 
cuatro capas que forman el candelabro. 
3.- La del árbol suspendido o descopado con el cual se reprime por toda su 
vida el crecimiento vertical y se obtiene un crecimiento lateral (poda 
colombiana o poda Vaugahn). 
Si descartamos el primero de libre crecimiento, tenemos dos modalidades: el 
de astas o ramas verticales preferiblemente por agobio y el del árbol 
suspendido o descopado para el desarrollo de ramas laterales. 
Método de astas o tallos verticales 
La poda de formación puede ser por medio del agobio de tallos gruesos o 
por medio de una capa primero y luego dos más para formar un candelabro 
de cuatro astas. De estos dos métodos, el agobio de tallos que no sean tiernos 
es el que mejor se adapta, hoy en día, para lograr hijos vigorosos, debido a la 
escasez de mano de obra con experiencia calificada. 
37
Método de cafeto suspendido o descopado 
En muchos sectores de Colombia se suspende el crecimiento vertical con un 
descope único cuando el árbol ha llegado a una altura entre 1.50 y 1.70 
metros, dependiendo de la variedad y la inclinación del terreno. En la poda 
de Vaugahn, practicada en Nicaragua, el árbol es suspendido más bajo, a 
unos 0.80 metros, y una vez desarrollada la crenolina* en este primer piso 
lateral se deja crecer un hijo, el cual más tarde se suspende también y se crea 
un segundo piso. A veces se deja crecer un tercer piso. 
Diferencia entre los dos métodos 
Con el método vertical de astas se forma un árbol alto con varios tallos. Con 
el método de árbol suspendido se reprime definitivamente el crecimiento 
vertical, con lo cual se logra un gran desarrollo de las ramas laterales que se 
conservaron, llamadas primarias y sobre ellas nacen las secundarias y sobre 
estas últimas nacen las terciarias. En el método de astas, se seleccionan los 
hijos más vigorosos; en el árbol suspendido se eliminan sistemáticamente los 
hijos para no alterar la forma del árbol, pues el desarrollo de ramas verticales 
inhibe el crecimiento lateral, que es el que se desea. 
En el método de astas, la cosecha tiende a localizarse en las partes altas y, en 
cambio, en el árbol suspendido la producción se logra exclusivamente sobre 
las laterales (primarias, secundarias y terciarias). 
El cafeto fructifica siempre sobre ramas laterales, horizontales, cualquiera 
que sea el método de formación del árbol. El criterio que se aplica en cada 
método varía fundamentalmente. El método del árbol suspendido requiere 
mayor distanciamiento entre los cafetos y el de astas, en cambio, permite 
una mayor densidad de árboles, sin llegar a impedir esta la entrada de 
ventilación y la posibilidad de agobios. En ambos métodos, si la poda es por 
apreciación, las distancias de siembra son más abiertas. Si la poda es por 
surcos o por lotes, o el terreno muy inclinado, las distancias pueden ser más 
cortas, por la mayor penetración del sol. Igualmente si los cafetos son de 
porte bajo. 
Características vegetativas 
No debe aplicarse un método unificado para todas las regiones o climas. Más 
bien, los métodos de poda deben adaptarse teniendo en cuenta las 
38
características de vegetación de cada zona y las variedades. Por eso 
enfatizamos que todas las podas son útiles, unas más que otras, dependiendo 
de las preferencias de cada finquero y características de cada finca. 
Las características de las fincas varían, a grandes rasgos, en la forma 
siguiente: en las zonas bajas, el cafeto muestra la tendencia marcada al 
crecimiento rápido en el sentido vertical y es muy escaso el desarrollo 
espontáneo de ramas laterales y también lo es el crecimiento provocado por 
estímulo, en comparación con las zonas altas. En la zona media, puede 
considerarse normal tanto el crecimiento vertical como el desarrollo de 
ramas laterales. Por último, en las zonas más altas (arriba de 1,200 metros) 
el desarrollo vertical del árbol es muy lento por permanecer más nublado, lo 
cual ocasiona una tendencia muy definida a una abundante ramificación 
lateral. En estas zonas altas de lento crecimiento vertical el leño es menos 
flexible, es más quebradizo y tiende a engrosar más. La hoja es también 
diferente, siendo esta más gruesa y más pequeña en las zonas altas. El grano 
tarda más en madurar y es más denso, mejorando esto su calidad. 
La longitud del entrenudo varía con la variedad y con las condiciones de 
sombra, siendo más largo bajo sombra y en ramas muy próximas. 
Poda por la suspensión del crecimiento vertical 
No se pretende hacer un relato completo sobre podas sino trazar algunas 
orientaciones. En zonas muy altas, por la abundante ramificación de 
laterales, algunas caficultores adoptan una poda basada en la suspensión del 
crecimiento vertical, dando a las ramas primarias una distancia adecuada de 
15 a 20 cm entre ellas, suprimiendo por medio de poda los pares muy 
próximas entre sí, al mismo tiempo que evitan el nacimiento de ramas 
secundarias muy cercanas al tronco. 
El cafeto suspendido desarrolla lateralmente una estructura más fuerte, la 
cual ofrece buena resistencia al viento y está menos expuesto a 
descomposiciones fisiológicas por tener más follaje. Este método emplea 
mano de obra calificada y abundante y por ello se practica poco hoy en día. 
Sin embargo, se relata como referencia a lo que puede ser práctico cuando 
se cuenta con trabajadores disponibles y calificados. 
39
Poda del cafeto por medio del agobio 
No se debe agobiar el árbol muy joven, cuando no tiene gran desarrollo en 
longitud ni un buen diámetro en el tronco. La madera joven, de color rosado 
y rallada, debe dejarse desarrollar sin alterar su crecimiento. Otra 
consecuencia perjudicial en la formación inicial de la planta joven es la 
necesidad de recurrir muy pronto a la práctica de podas profundas que lo 
debilitan y le preparan una decadencia temprana. Las podas profundas en 
árboles adultos pudieran, si no justificarse, al menos aceptarse o tolerarse si 
al mismo tiempo el suelo recibiera cuidados adecuados de labranza y 
defensas contra la erosión. 
Las labores del suelo que protejan la materia orgánica y lo mantengan vivo 
son más importantes que la poda misma. 
Reacción del agobio 
Como reacción al primer agobio nacen varias astas muy cercanas entre sí en 
la base del tronco, especialmente en el sitio más próximo al agobio. De estas 
astas se conservan por lo general tres o cuatro y a veces más. Cuando el 
agobio procede de una planta muy joven y de un tronco delgado, el 
desarrollo de las astas no es tan vigoroso como el de aquellas que nacen de 
una plantía ya desarrollada con un tronco grueso y una base agobiada ancha. 
Cuando la rama es demasiado vieja, los hijos salen delgados y raquíticos, si 
a caso logran nacer. Ésta toca mejor receparla si apenas tiene cosecha en la 
copa. 
Otro problema con el agobio en la planta joven es que los hijos delgados y 
poco vigorosos crecen simultáneamente y llegan a su período de 
rendimientos decrecientes al mismo tiempo. A los pocos años la producción 
se desplaza hasta colocarse en la extremidad de las ramas laterales y en la 
copa. Entre tanto se ha acumulado un exceso de leño en los troncos y en los 
laterales, cuyo sostenimiento demanda a la planta un gasto considerable de 
alimento y una acumulación abundante de reservas para mantenerlos, que en 
otra condición podrían emplearse en una mayor producción del fruto. 
El agobio, aunque difiere de la suspensión, tiene resultados similares ya que 
la desviación de la movilidad tradicionalmente vertical de los tallos provoca 
que las yemas se activen y resulten en retoños nuevos. Recordemos que las 
yemas seriadas en los tallos sólo se activan cuando se suspende o se desvía 
40
el crecimiento apical*. Ellas no tienen conexión vascular con el tallo por su 
propio esfuerzo a no ser que se estimulen al suprimir la dominancia apical. 
Por eso la poda de los tallos es un imperativo. En cambio, las ramas 
horizontales donde las yemas tienen vida propia —conexión vascular desde 
el principio— sí producen ramas secundarias y terciarias sin necesidad del 
estimulo. 
El cafeto que no ha sido suspendido, agobiado o recepado no produce 
retoños que generen espontáneamente ramificación lateral. Por eso las 
diversas astas formadas por el libre crecimiento solamente tienen follaje en 
las extremidades de los laterales y en la copa. 
En un árbol que habitualmente mantiene escaso follaje, la raíz no puede ser 
vigorosa, por insuficiencia de nutrición, ya que el alimento del sistema 
radicular es elaborado por los órganos verdes aéreos (hojas y tejidos 
nuevos). Ahora bien, un órgano, como los brotes o ramas nuevas, que no 
recibe su dosis necesaria de alimento termina gastando sus propias reservas 
acumuladas durante los tiempos buenos y no cuenta con esas reservas en la 
época seca. A la vez, si las raíces carecen de vigor, el desarrollo de la parte 
aérea no puede mantenerse en condiciones óptimas por la relación tan 
estrecha entre esta y el sistema radicular. 
En los cafetos viejos y desfoliados formados de varias astas, en vez de 
practicar una poda severa de eliminación de todas o varias de las astas, es 
más aconsejable una poda racional, eliminando paulatinamente, y no de una 
vez, varios de estos troncos gruesos y tratar de agobiar los que se presten 
para esta operación, para promover un desarrollo activo de órganos de 
vegetación. Además de la renovación de rama que nace sobre los tallos 
agobiados, se va desplazando o prolongando lateralmente la base del árbol, 
lo que hará que el cafeto sea más ancho en su parte inferior y más abierto en 
su copa. El desplazamiento lateral de la base del árbol permitirá en el futuro 
disponer de mayor espacio para distanciar las ramas cosecheras. 
En los agobios espontáneos de astas gruesas y largas, no se debe practicar un 
deshije total de las ramas verticales que nacen en el arco del agobio y en el 
tronco. Cuando el agobio natural sucede en ramas delgadas por el peso de su 
cosecha, se puede suspender cortando con los dedos el tallito extremo que 
tiene la yema terminal para que esta engruese. Estos agobios, al igual que el 
provocado, se deben distanciar los hijos por medio de la poda de selección 
41
(deshije), pero no es conveniente hacerlos con la mano si tienen ya algún 
desarrollo. 
Árboles que han sufrido por estar al sol o con muy poca sombra no pueden 
recibir una poda fuerte. Estos árboles débiles hay que mejorarles su 
vitalidad, sobre todo su nutrición, con labranza al suelo y esperar un follaje 
para tratar de reconstruir después su forma. 
Objetivos de la poda racional de acuerdo al Doctor J. P. Duque: 
Primero: proporcionar al cafeto una formación adecuada y conveniente que 
permita la mayor estabilidad en cuanto a su conservación y que no implique 
la necesidad futura de practicar podas severas para mantener la producción. 
No es posible esperar todo de la poda, porque la respuesta del árbol es 
limitada. Es mejor la poda racional con la frecuencia requerida que podas 
intensas a períodos más largos y complementar esta operación con buenas 
prácticas de cultivo. 
Segundo: la poda racional busca una vida larga del árbol, una producción 
buena, uniforme, sin descomposiciones de orden fisiológico y sin grandes 
fluctuaciones en las cosechas. 
Tercero: el cafeto que solo sostiene ramas fructíferas pero carentes de zonas 
de vegetación y preparación de la próxima cosecha es un árbol 
descompensado fisiológicamente, porque está gastando sus reservas sin 
elaborar alimento para mantener las funciones vegetativas. 
Cuarto: una poda racional de formación debe proporcionar espacio 
suficiente para poder establecer el cambio de ramas, la alternabilidad. Es 
antieconómico conservar por más tiempo de una cosecha ramas fructíferas 
que solamente deberían rendir solo una. Entre tanto se le da oportunidad en 
otro sitio a otra que la sustituya en la cosecha venidera. 
Quinto: en la poda de formación por el método de astas (múltiples 
verticales) y distancias muy cortas de siembra, la tendencia del árbol es a 
desarrollarse en altura, concentrándose la producción en las ramas 
superiores. Este caso es muy común en los árboles formados en candelabro 
por capas repetidas, pues debido a la corta distancia de las ramas no pueden 
doblarse o agobiarse espontáneamente. También ocurre en las plantaciones 
agobiadas cuando la siembra es a muy corta distancia. 
42
Sexto: la siembra a muy corta distancia cubre todo el terreno impidiendo el 
acceso de la luz; esto retarda el crecimiento de plantías, encarece la 
recolección por lograr cosechas solo en la parte superior y no permite que 
las ramas laterales se desarrollen o se agobien. 
Séptimo: debe evitarse la acumulación de leño improductivo. Esto se 
consigue eliminando anualmente parte de las ramas fructíferas, 
sustituyéndolas por leño nuevo. La escasez de mano de obra dificulta esta 
práctica en ciertas zonas. 
Octavo: ramas de fruto crecidas sobre leño delgado solamente rinden una 
cosecha. Ramas mejores y nacidas sobre madera más gruesa pueden rendir 
dos y en ocasiones hasta tres cosechas. 
Noveno: con la poda de formación se debe dar al árbol una base 
suficientemente amplia a poca altura, constituida por troncos fuertes y 
gruesos que acondicionen mejor la distribución de la luz y la ventilación. 
Décimo: muchas ramas que crecen en el mismo sitio de inserción o muy 
próximas, no desarrollan bien ni son de alta producción. Sus tallos y ramas 
laterales sufren de alargamiento de entrenudos por falta de luz. 
Método de poda aconsejable: no es recomendable un método único de 
poda, sino uno de racionalización en cada lugar, respetando los métodos 
y experiencias propias. 
No se pretende sustituir el método de astas por el del árbol suspendido 
como es la poda Vaugahn o poda colombiana, que requiere de mayores 
distancias entre un árbol y otro. Lo que se pretende es un sistema de podas 
racionales, moderadas, periódicas y constantes en toda época del año para 
mantener el cambio de ramas fructíferas mediante el agobio. Una poda 
profunda puede hacerse solo en épocas de descanso del árbol, en la estación 
seca, pero una poda suave de ramas, como es el agobio, puede ejecutarse en 
cualquier tiempo menos durante la florescencia y preferiblemente en la 
primera mitad de la estación lluviosa, para que estén bien desarrollados los 
hijos antes de la próxima época seca. 
Las prácticas a sugerir están basadas en la tradición salvadoreña de astas o 
renuevos verticales con árbol de tallo múltiple y puede adaptarse 
perfectamente en varias zonas de diferentes altitudes. Sin embargo, debemos 
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El Salvador Tierra de Café

  • 1.
  • 2. I A Leonor y mis Hijos La venta de este libro será destinado para la Fundación Ayúdame a Vivir, pro niños con cáncer de El Salvador.
  • 3. II
  • 4. El Salvador Tierra de café Imprenta Diseñarte , S.A. San Salvador, El Salvador 2008 III Roberto Llach-Hill Tel.: 2263-4284 Emal: Roberto@llach.net www. Wildforestcoffee.com El Salvador exclama: ¡Soy pequeño cuando me considero y grande cuando me comparo!
  • 5. IV
  • 6. PRÓLOGO Esta obra tiene el propósito de presentar un cuadro, lo más claro y objetivo posibles, sobre la semilla que cambió la historia de El Salvador: el café. Ha sido un trabajo enriquecedor y constructivo, pues, por una parte, me ha obligado a recopilar datos, investigar e intercambiar experiencias con la sabiduría de los campesinos y, por la otra, a aprender de los expertos, contrastar prácticas y ensayar nuevas técnicas. A ellos les debo una parte muy importante de esta obra. Entre los estudios que más me han impactado están las investigaciones del ingeniero agrónomo Félix Choussy, que se caracterizan por su rigor científico, honestidad intelectual y visión del futuro. Él dijo en 1934: “La caficultura es nuestra única fuente de oro, de donde en definitiva sacamos todos nuestros recursos. Ella es la obra por la que podemos envanecernos pues es la que crea la personalidad salvadoreña”. Otro motivo de este trabajo, además del placer de compartir experiencias con los amigos caficultores, es fortalecer la empatía entre el hombre del campo y la tierra, entre el caficultor y la naturaleza. En el café esta relación es intensa y permanente; diferente a los cultivos anuales donde es temporal y transitoria, pero no por ello menos vinculante. Por lo tanto, la caficultura exige una unión indisoluble, como un matrimonio religioso en donde el divorcio no existe. Por ser la topografía de las fincas de café muy agreste y accidentada se complica su mecanización, lo que hace muy difícil sustituirlo por otro más rentable y que, a la vez, conserve la vida del suelo. El agricultor y el cafeto terminan así, irremediablemente, unidos de por vida. Me sentiría muy satisfecho si el agricultor, después de haber leído estas páginas, considerara la finca no sólo como una máquina productora, sino también como un ente colmado de mucha vida, la cual debe salvaguardar y querer. Es sorprendente cómo el caficultor, al preocuparse por la conservación de los suelos y del medio ambiente, multiplica la vida y riqueza integral de la finca: las orquídeas en los árboles, las aves migratorias y nativas, los animales de toda clase y tamaño; unos imposibles de ver, como los microorganismos, y otros grandes, como los venados evasivos, que tenemos la oportunidad de encontrar sus huellas y con suerte el placer de verlos, auque sea por una fracción de segundo, antes que desaparezcan de un salto. Lo que más deseo es despertar en los caficultores, administradores y trabajadores el aprecio y respeto por la vida de la finca, ya que es precisamente ésta la que nutre al suelo y, por consiguiente, al cafeto, para que su cosecha sea más productiva, duradera y estable. V
  • 7. En los seres humanos, la empatía —que ha sido una de las premisas de todas las civilizaciones, religiones y filosofías— es la médula de la inteligencia emocional, tan en boga hoy en día por ser indispensable para lograr la armonía social. De igual forma debemos cultivar esa armonía con la naturaleza, identificándonos con su parte viva, incluso dentro de la materia orgánica del suelo, que no la vemos, pero que tiene la maravillosa facultad de retornar lo que ya no tiene vida, como los desechos de animales y vegetales, para convertirlos nuevamente en nutrientes de las plantas y del hombre. En el tema de la caficultura, como en muchos otros cultivos, nadie tiene la verdad absoluta debido a que la naturaleza es misteriosa, el conocimiento limitado y la tecnología cambiante. La verdad, como diría un pensador, es virgen y solamente digna de buscarse, perseguirse y apreciarse, pero jamás podrá poseerse. Por lo tanto, lo único que se puede pretender es a transmitir entusiasmo y optimismo por el cultivo del café. Esta motivación es la mejor forma para enfrentar y superar las adversidades. Las crisis de la caficultura a lo largo de la historia han ocasionado graves y severas pérdidas a nivel nacional y, por consiguiente, a nuestros caficultores. Sin embargo, tengo la convicción de que el café, a mediano o largo plazo, tendrá una nueva época de oro. Las economías emergentes como las de China, India y Rusia, consumidores tradicionales de té, representan la mitad de la población mundial y, por esto, debemos conquistar sus mercados con creatividad y espíritu competitivo. En la medida que se liberalicen y se occidentalicen aumentarán sus preferencias por una buena taza de café Arábigo. Así sucedió en el Japón y se convirtió en un mercado pujante para los países productores de café. Esta obra que lleva por título El Salvador, tierra de café está dividida en cinco partes. En la primera, se expone la importancia primordial del suelo, su cuidado, mantenimiento y conservación, así como el manejo de los tejidos del cultivo; en la segunda, la materia orgánica, su importancia y recomendaciones prácticas, como el lombricompostaje; en la tercera, aspectos básicos de la producción de café. Esta es la sección más técnica porque toca temas relacionados con el inicio y la formación del suelo, principios elementales de química, nutrición, fertilización y los efectos dañinos de los suelos ácidos. En la cuarta, las variedades de café, híbridos o mutantes, y la biotecnología orientada al mejoramiento genético. Finalmente, en la quinta, una breve historia sobre la caficultura salvadoreña. Por ser una obra de divulgación, he agregado un glosario de las palabras más técnicas o desusadas con la finalidad de explicar sus significados o definirlas. VI
  • 8. Siempre he admirado y respetado las experiencias de nuestros antepasados quienes, además de ser pioneros en el campo tecnológico, despejaron el horizonte con sus sabios consejos durante la época de oro. Entre ellos permítanme mencionar a James Hill, mi abuelo, caficultor acucioso, quien dejó valiosas recomendaciones sobre diversos temas, especialmente sobre la poda, el trato a la finca como si fuera un jardín y haber popularizado la variedad Bourbon en el país. Del mismo modo, he de mencionar a mi tío Prudencio Llach, impulsor de las técnicas modernas del beneficiado del café e inventor del beneficio ecológico. Asimismo, debo mencionar a Félix Choussy, científico del café; Juan Pablo Duque, agrónomo colombiano especializado en la caficultura salvadoreña; Napoleón Viera Altamirano, fundador de la asociación ambientalista “Amigos de la Tierra” y pionero de su conservación en el país; Francisco de Sola Maduro, amante de la naturaleza y la conservación, fue Presidente del Zamorano y Amigos de la Tierra; Alfonso Rochac, autor del Diccionario del Café. En igual forma son dignos de recordar Héctor Herrera, caficultor experimentado; Roberto Pacas, por sus originales inventos sobre mecánica aplicada al beneficiado de café; Alfredo Pacas y su distinguida familia, por haber propagado la variedad “Pacas” en El Salvador; Carlos Álvarez y su celebre familia cafetalera y Carlos Avilés, por su liderazgo en el cultivo y beneficiado del café. No podemos dejar de mencionar a importantes agricultores y caficultores como Ernesto Regalado Dueñas, Antonio Cabrales, Juan Antonio Tinoco, Antonio y Alfredo Cristiani y Salvador Portillo por sus valiosos aportes a nuestra caficultura y agricultura. La verdad es que todos los caficultores merecen un homenaje de gratitud por sus invaluables contribuciones al desarrollo y fortalecimiento de la economía salvadoreña. Ellos han dado una muestra de patriotismo y estoicismo ejemplares para las presentes y futuras generaciones. Con mucha insistencia se comenta sobre la obsolescencia de nuestra caficultura, el alto promedio de vida de nuestros cafetales y la edad avanzada de los trabajadores experimentados. Por esa percepción quiero que este libro interese y entusiasme a los jóvenes agricultores a renovar y conservar las fincas. Estoy seguro de que comprenden que la caficultura, además de su importancia económica, social y cultural, es la que mantiene, en gran medida, el régimen de lluvias, los mantos acuíferos, los caudales de los ríos y los manantiales. La juventud debe ser consciente de que los cafetales son la principal fuente de energía, de captura de carbono, de conservación de la fauna y flora, de protección de los suelos volcánicos contra la erosión y proveedor de la leña para los hogares rurales. En suma, representan la subsistencia del país. Quisiera que este patrimonio, esencial para la calidad de vida de los salvadoreños, se preserve y se vigorice ahora y siempre. VII
  • 9. Quiero dar gracias a mi esposa Leonor por el apoyo que me dio a lo largo del proceso de escritura de este libro y su comprensión por el tiempo que le robé al hogar. A mi hijo Diego, por su vocación agrícola y por haberme sensibilizado con la responsabilidad ecológica del caficultor. Igualmente a mis hijos Roberto, Alexia y Marcos por su guía financiera para priorizar inversiones y gastos en estos momentos difíciles y, sobre todo, darle gracias a Dios por darme tan excelente esposa, hijos, sobrinas y fabulosos nietos, lo que me asegura que continuarán unidos más allá de nuestros esfuerzos. El horizonte, cada vez más cerca, nos hace pensar en lo inevitable con entereza y claridad. En este período otoñal de la vida, vemos la primavera más inmediata y con optimismo, pues es la señal del inicio de una nueva vida. Espero que este libro despierte sensibilidad por la caficultura y su incidencia en la calidad de vida de los salvadoreños. Roberto Llach-Hill San Salvador, 18 de septiembre de 2008 VIII
  • 10. IX
  • 11. X
  • 12. PRIMERA PARTE El cultivo del café 1 Capítulo 1 Una buena taza de café comienza con una buena semilla Suelos y clima Los suelos y condiciones climáticas representan los principales factores para la producción agrícola y el café no es una excepción. En El Salvador los suelos en las zonas cafetaleras son mayormente de origen volcánico, formados por arenas y cenizas, con subsuelos del mismo material. Estos se consideran como los mejores del mundo para el cultivo del cafeto,
  • 13. como sucede en el resto de Centro América, el occidente de Colombia, Java y África Oriental. Los suelos formados por arenas, cenizas y escorias volcánicas se caracterizan por sus magníficas condiciones físicas, buen contenido de poros y tierra blanda que facilita a las raíces explorar zonas extensas en la superficie y en profundidad. Permiten, además, un buen intercambio de gases, respiración de las raíces y expeler el ácido carbónico. La lluvia puede infiltrarse con facilidad, sin ocasionar encharcamientos perjudiciales. La presencia de minerales básicos evita que los suelos sean excesivamente ácidos. Sin embargo, no todas las tierras en nuestro país gozan de condiciones óptimas. Épocas de bonanza nos han llevado a sembrar en terrenos demasiado compactos, con temperaturas altas, afectados por el viento y en zonas donde los períodos secos generan demasiado estrés, condiciones todas ellas difíciles para el cultivo del café. En cuanto a la temperatura y humedad, El Salvador dispone de excelentes condiciones de clima para el cultivo del café. La precipitación anual oscila entre 1,500 y 4,000 milímetros, siendo la media entre 1,800 y 2,200 milímetros en épocas normales. Con respecto a la lluvia hay que tomar en cuenta que nuestro clima pacífico no permite una distribución anual ideal, ya que tenemos una estación lluviosa de seis meses y otra seca el resto del año. Esto limita que los cafetales puedan cultivarse adecuadamente en zonas muy bajas con temperaturas altas durante la estación seca, especialmente si el suelo es muy arcilloso y compacto. La transpiración* es una función esencial del café. Por la influencia de la luz, el calor y el viento, la transpiración del cafeto es muy activa y la mata pierde grandes cantidades de humedad, la cual debe reponer absorbiéndola del suelo por medio de sus raíces. La intensidad de la evaporación del cafeto varía según las condiciones ambientales. Según Augusto Chevalier, un cafeto sano puede perfectamente evaporar al día 15 litros de agua, si no está sombreado, lo cual daría un promedio de 30,000 litros por hectárea. Precisamente por esto la sombra del cafeto y las prácticas de cultivo que conserven su humedad en la época seca son la condición más exigente del éxito. En zonas de suelos volcánicos, franco-arenosos, con cafetos sombreados, esta humedad puede lograrse con precipitaciones de 1,800 a 2,500 milímetros en la época lluviosa. En terrenos compactos, arcillosos, con muy poco potencial de retención y de infiltración, la precipitación debería ser mayor, sobre todo si los suelos son escasos en humus y hojarasca. A mayor 2
  • 14. compactación del suelo más necesidad de hojarasca y humus, pues sólo así existen defensas para conservar la humedad en períodos de sequía. A eso se debe la enorme importancia de mantener el suelo flojo, poroso y protegido con una buena cubierta de materiales orgánicos para impedir el grado de evaporación de la humedad y la erosión. El cafeto agota el suelo Las reservas de fertilidad del suelo no son inagotables. El cafeto es una planta muy agotadora del suelo. Por eso es importante restituirle los elementos sustraídos por las cosechas, los cuales fueron perdidos por la erosión y procesos de insolubilidad de los nutrientes. La materia orgánica no solo retiene la humedad y evita la erosión. Ella, además, restituye al suelo los nutrientes sustraídos y lo mantiene vigoroso al solubilizar los minerales por medio de los microorganismos, transformando la fertilidad potencial en fertilidad inmediata. Etapas de desarrollo del árbol de café Estas sugerencias que a continuación exponemos para las diferentes etapas del desarrollo del café son, a nuestro juicio, las ideales. Sin embargo, siempre hay limitaciones financieras, de disponibilidad de trabajadores, entre otras, que no permiten realizar todas como quisiéramos. • Del semillero al vivero El semillero se prepara con arena de río, la cual se desinfecta con agua hirviendo. Para mayor seguridad, acostumbramos regarle una solución de flor de muerto, conocida también como marigold (Tagetes spp). La solución se prepara de una forma sencilla: en un barril de agua se introduce alrededor de 70 libras del monte de la flor de muerto y se le pone una piedra encima para que despida, como una típica infusión. Una semana después se cuela y está lista para aplicarse. Es un repelente orgánico de insectos y, en menor intensidad, de hongos. Una semana después del tratamiento de la arena con agua caliente y flor de muerto, se puede sembrar la semilla, con la parte plana hacia abajo, a razón de 1 libra por metro cuadrado y a 5 cm de distancia entre surcos. Al nacer se 3
  • 15. puede aplicar la flor de muerto, preventivamente, hasta su transplante al vivero. Lo ideal es trasplantar las plántulas cuando se encuentran en patacón (soldadito), antes de abrir sus hojas cotiledóneas. De esta forma se tiene la ventaja de que la plantita todavía se está nutriendo en parte de las reservas alimenticias de la semilla. Al no tener aún hojas o tejidos verdes, no existe la función de la clorofila y es menor o nula la transpiración y al ser esta escasa, la planta sufre menos con el trasplante. • Vivero El terreno de los viveros debe ser suelto, poroso y blando para que las raíces delgadas puedan crecer sin grandes esfuerzos y con buena cantidad de actividad química y biológica. Las bolsas de polietileno deben llenarse con tierra franca pero ligeramente arcillosa (alrededor de un 15%) para que amarre. Algunos caficultores acostumbran mezclar la tierra con un pequeño porcentaje de cascajo y hojarasca descompuesta para aumentar su porosidad. Otros caficultores le incorporan un porcentaje reducido de materia orgánica, proveniente del compostaje o lombriabono* de la pulpa del café, proporcionándole al suelo una buena capacidad de retención de humedad, aumentándole la flora bacteriana del mismo, impidiendo su compactación y creándole una mejor aireación. En la preparación del suelo del vivero es recomendable inocular biorreguladores* junto con los hongos micorrícicos para que luego, al trasladar las plantías al campo definitivo, se propaguen estos hongos antagónicos a los nematodos y hongos patógenos. Además, ellos mejoran la nutrición por su acción simbiótica. Entre los biorreguladores más importantes, además de las micorrizas*, están los hongos Trichoderma y Gliocladium y rizobacterias como Bacillus, Pseudomonas, Ascochyta y Pasteuria. Estos microorganismos colonizan agresivamente la rizosfera* y la superficie de las raíces. Su presencia hace que las raíces sean menos atractivas a los nemátodos, reduciendo su desarrollo y reproducción. Nosotros acostumbramos, en la bolsa de polietileno ya llena de tierra, hacer un hoyo cónico con una estaca en el centro del pilón. Allí introducimos la 4
  • 16. conchita y luego la llenamos con el lodo de la misma tierra antes mencionada. Simultáneamente halamos ligeramente la conchita para que las raíces queden en posición normal. Con esto se logra compactar la plántula con el resto de la tierra cuando se solidifica el lodo. Es sumamente importante que la raicilla principal de ésta quede vertical; es decir, que no se doble al introducirla en la bolsa de polietileno. Las bolsas de polietileno, ya con la plantía, es ideal distanciarlas a unas 14 pulgadas de centro a centro para que ésta crezca gruesa de tallo (zapatona, como se dice en el campo) con laterales bien desarrollados para que no se vaya en vicio, que luego necesitaría de tutores para detenerla. Al primer mes, que ya está en naranjito, se le pone la primera abonada de fórmula con nitrógeno y fósforo o completa, a razón de 5 gramos por plantía y se repite cada mes. En medio de cada fertilización granular se le puede poner un fertilizante foliar, el cual idealmente debería incluir nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, calcio, boro y zinc. • El trasplante del vivero al campo Cuando las raicillas de la plantía tienen mayor longitud que la altura del pilón o cuando este se desmorona con el transporte y la raíz queda parcialmente desnuda, es recomendable cortar la extremidad de la raíz que lo sobresale. Esta operación es indispensable pues, de lo contrario, al tropezar el pilón con el fondo de la casilla, la raíz pivotante queda torcida, en forma de gancho o “pie de gallina” y el cafeto se resentirá de este defecto toda su existencia. A este recorte de raíz se le da el nombre de “desnabe”. Es siempre mejor una raíz bífida que una “ganchuda”. Por eso la amputación de la raíz, al igual que el descope o suspensión en la parte aérea, tiene como propósito suspender el crecimiento de la raíz pivotante y provocar el crecimiento de las raíces secundarias y horizontales del cafeto. Si al trasplante se derrumba el pilón, se hará la siembra de escoba y en este caso se cortan todas las raicillas y se despuntan los laterales largos. • Preparación anticipada del terreno de la siembra nueva de cafetos en el campo definitivo El área nueva se marca con el estaquillado donde se hará el hoyo. El ahoyado, con su respectiva banquina, debe estar hecho desde el año anterior a la época de siembra para que le entre sol y aire, lo que desinfecta y ventila la tierra. La siembra nueva se prepara, desde entonces, con la 5
  • 17. siembra de sombra permanente, con árboles leguminosos, a una distancia de 8 varas por 8 varas y con sombra provisional, como por ejemplo Cuernavaca o Tapalayote, a una distancia de 6 varas por 6 varas. Con la buena tierra extraída al hacer los hoyos de siembra se levanta el borde o pestaña de la terraza y en su lugar se siembran los cinturones verdes, como vara negra u otras leguminosas, como Crotalarea, Alverja, Retama, Frijol de Espada (Canavalia), Frijol Caupí, Gandul o Chipilín. Las barreras de izote en sentido contrario a las pendientes fuertes evitan la erosión al detener el agua en forma suave, pero sólo si se siembran en curvas de nivel. Toda esta preparación se realiza con tiempo para que el año siguiente la plantía, al momento de la siembra, tenga la sombra adecuada, lo que le proporciona la humedad y frescura necesaria para enfrentar, seis meses después, su primera época seca en campo abierto y esté protegida contra la erosión y el viento. Es recomendable tratar de no sembrar café en hoyos acabados de abrir. • Hoyos para siembra Un error muy frecuente son los hoyos de abono grandes y profundos para siembras nuevas o resiembras. Estos suelen ser hasta de 30 pulgadas al cuadrado y 30 pulgadas de profundidad. No cabe duda que la plantación mejora el primer año con el ahoyado profundo. Pero con el tiempo todo el terreno queda perforado y el suelo vivo sepultado con aquella tierra inerte que se sacó de la parte profunda de los hoyos. Esta capa inerte no deja que la capa viva del suelo, rica en microorganismos, pueda tener acceso al aire y a la humedad. Se detiene así la descomposición del suelo y la hojarasca nueva termina en la parte profunda de los ahoyados, donde ni las raíces “comelonas” ni las raíces laterales más hondas lo aprovechan. Esta práctica de hoyos profundos es más grave en suelos compactos y arcillosos. Por eso los hoyos deben ser de no más de dos cuartas de profundidad y luego picar el fondo del hoyo, en su centro, con un “suacho” para que las pivotantes penetren sin dificultad y tengan acceso a la humedad en la época seca. La práctica de hoyos de 30 pulgadas cúbicas no solo cubren el suelo vivo con tierra inerte, sino que luego, al abonarlos, se saca tierra rica en materia orgánica de los suelos adyacentes y se entierra y comprime a profundidades donde no llegan las raíces alimenticias de la planta. Estos hoyos dentro del cafetal deben perforarse fuera de la banda de fertilización durante la época lluviosa, pues el cafeto está alimentando su cosecha y no debe sufrir ninguna rotura de sus raíces. 6
  • 18. • El abonado de hoyos El abonado de los hoyos debe hacerse durante la poda de café, en febrero y marzo, llenando solamente dos terceras partes de estos con buena tierra seca. Luego, a entradas de la época lluviosa, dejar que este hoyo, parcialmente abonado, se llene de agua con las primeras precipitaciones para que compacte la tierra. Luego de varios aguaceros se llena la otra tercera parte, asegurándose de que la tierra quede bien apelmazada. Esto evitará que la plantía recién sembrada quede enterrada y ahogada, lo que sucede cuando el cafetal se abona y se siembra al mismo tiempo, quedando el cafeto sobre rellenos flojos. Muchas de las pérdidas de plantías suceden cuando el nudo vital (ombligo) de la plantía queda enterrado, paralizando el crecimiento. La mejor época de siembra es en mayo, cuando la tierra tiene ya la humedad necesaria pero guarda aún el calor. En todo caso, la siembra continúa en junio, pero no debe pasarse de mediados de julio, para lograr el mayor crecimiento durante la época lluviosa. Con anterioridad a la siembra, se le pone media libra de cal viva a las paredes del hoyo y otra media libra a la tierra alrededor del hoyo, la cual se utilizará después para abonar la casilla del pilón. En esta, donde se colocará el pilón, aplicarle al momento de la siembra una onza de fertilizante con nitrógeno y fósforo y un insecticida de la siguiente manera: la mitad en el fondo y se cubre con tierra para que no toque directamente las raicillas de la plantía, y el resto a la mitad de la casilla, rodeando el pilón. De esta forma se aprovecha el fósforo que tiene poca movilidad en el suelo. Al momento de la siembra, la tierra alrededor del pilón de la plantía debe quedar bien compactada, lo que se hace con el puño mientras se va llenando la casilla y luego, al final, con los pies. La compactación es bien importante para que no entre aire y sol a las raíces y la deshidraten. Al mes, que ya las raíces están adaptadas, se le pone una onza de fertilizante. La planta adulta prefiere vivir bajo la sombra regulada de árboles; con mayor razón la planta joven. Al dejar la planta joven al sol, se provoca una cosecha tempranera, lo que no es conveniente, pues perjudica su desarrollo y acorta la vida de la planta. 7
  • 19. Significado de las cosechas excesivas Para una vida larga de la planta es conveniente que las primeras cosechas de plantías sean poco abundantes y protegidas del sol; es decir, que las cosechas sean tardías. De esta forma se desarrollan mejor sus organismos reproductivos, a la vez que desarrollan más resistencia y larga vida. La poda de sombra debe hacerse al terminar la cosecha y seguida por la poda de café, ambas preferiblemente antes de la época de floración. La poda severa de los árboles de sombra poco antes de la floración con el fin de aumentar el rendimiento de la cosecha no es aconsejable, pues influye en la corta vida de las plantaciones, especialmente en terrenos arcillosos con poca altura sobre el mar o con exposición al Sur o Sur-Poniente. En estos últimos es mejor podar la sombra cuando suba la humedad del suelo en abril. Las hojas son las que elaboran el alimento de los tejidos verdes y las raíces La ausencia de hojas indica que el cafeto está sometido a un descanso forzado vegetativo, ya que estas son los órganos de elaboración del alimento. Las raíces de árboles desfoliados se están alimentando a expensas de las reservas alimenticias de los pocos tejidos verdes que quedan, por lo cual el sistema radicular de tales árboles termina en malas condiciones. Como la raíz no puede permanecer sin alimentarse, lo hace a expensas de las reservas alimenticias que haya logrado acumular en sus escasos tejidos verdes y posiblemente en la base del tronco. Fincas que han sembrado izote en forma sistemática, como El Carmen, de la familia Cristiani, en San Vicente, han logrado conservar la materia orgánica arriba de 7 y 8% y la acidez en el 5%. Estas fincas aprovechan el fertilizante químico en un porcentaje alto por su bajo contenido de acidez y alto contenido de materia orgánica. En suelos donde no se practican barreras para detener la erosión, las plantaciones toman un color clorótico del follaje, con un tono amarillento y les falta el vigor indicando la clara escasez de nitrógeno y ausencia de carbohidratos. La pobreza de suelos muertos en materia orgánica y poca vida microbial termina en árboles desfoliados, sobre todo, en la época seca. Las mejoras del suelo deben planificarse para irse haciendo gradualmente, por zonas o tablones en un período de varios años, comenzando por los que 8
  • 20. den mejores cosechas para recuperar más pronto la inversión. Otro criterio, valedero también, si las finanzas lo permiten, es comenzar por donde más se necesita y, en ese sentido, los filos de las lomas es donde más han sufrido los suelos y donde más rápido se pierde la humedad en la época seca. Fertilidad actual y fertilidad potencial La fertilidad actual es la que tiene la capacidad de producir cosechas en función del dinamismo del suelo. Por lo tanto, es la que permite poner a disposición de la planta nutrientes minerales que antes se encontraban insolubles; es decir, que antes formaban parte de la riqueza potencial. Las raíces solo pueden alimentarse de la solución del suelo. Un suelo puede contener riqueza actual y riqueza potencial simultáneamente. La primera es la que está disponible para la planta y la segunda, los nutrientes minerales en estado potencial, es la que no puede ser aprovechada inmediatamente, requiriendo que sea movilizada hasta transformarse en fertilidad presente. Esta movilización la hacen los microorganismos de la materia orgánica y a este proceso se le llama mineralización*. Vemos entonces que el mantenimiento de condiciones de fertilidad presente es función principal de los microorganismos del suelo que lo mantienen en constante actividad creadora y que sostienen el balance favorable de la fertilidad. Entre las causas de la pérdida de la fertilidad actual, diferentes de la sustracción natural causada por las cosechas anuales, se destacan aquellas por la erosión: lluvias fuertes en poco tiempo, vientos violentos y métodos equivocados de labranza. Por eso el viento es uno de los peores enemigos del suelo y del cafeto. La sombra y el follaje Debe preferirse árboles de sombra leguminosos de hoja ancha que proporcionen un alto volumen de material orgánico fácilmente descompuesto. El sombrío no debería ser de una sola especie, ya que la biodiversidad es indispensable para el desarrollo de la flora y fauna. Además de los pepetos peludos y de río (ingas), existen varios árboles leguminosos que están en proceso de extinción, como el Copinol, Brasil, Guachipilín, 9
  • 21. Granadillo, Memble, Melón, Funera, Chapulatapa, entre otros. Sin embargo, debe escogerse sólo aquellos que en la época lluviosa no tengan una sombra espesa, sino más bien rala y que no boten las hojas en la época seca, condiciones que cambian según la zona y el suelo. En Costa Rica ha tenido mucho éxito los Porós, conocidos en El Salvador como Búcaros, especialmente el Poro gigante —Erythrina poeppigiana— por la cantidad de nitrógeno exudado por sus raíces y en su hojarasca. La agricultura es básicamente un sistema de explotación de fotosíntesis y las hojas son las que captan la radiación solar, esta maravillosa energía luminosa. Es por ello que la superficie foliar es la base de los rendimientos tanto biológicos como económicos. Se ha demostrado que la variación en el área foliar es el factor de mayor influencia en la acumulación de tejidos verdes por las plantas. Debemos alegrarnos mucho cuando vemos ese follaje verde oscuro, azulado, que brilla plateado cuando lo ilumina el sol. Por lo tanto, si el cultivo de café mantiene por más tiempo esa área foliar activa, serán potencialmente más productivos y más rentables. La clave está en luchar por mantener la humedad el mayor tiempo posible en la época seca. Distancia de siembra Las mejores cosechas de café se logran por el mayor número de ramas cosecheras por manzana y no por el mayor número de árboles por manzana Las mejores cosechas no se logran por el número de árboles de café por manzana, sino por una mejor distribución de la luz y del espacio entre las ramas fructíferas y por la mayor cosecha por área de producción. En dos sentidos necesita el cafeto espacio vital; en primer lugar la parte aérea, para obtener el mayor número de ramas bien distribuidas a fin de lograr el máximo aprovechamiento de la luz y el espacio; y en segundo lugar la parte subterránea, para garantizarle la expansión suficiente al sistema radicular. Si el cafeto cuenta con una raíz extensa y vigorosa, el desarrollo de la parte aérea será proporcionalmente mayor. A su vez, un buen desarrollo foliar implica mayor capacidad de elaboración del alimento y, por consiguiente, mejor y más abundante nutrición del sistema radicular. Así se cierra el círculo virtuoso de la planta. Por el contrario, si el árbol tiene poco follaje, el sistema radicular sufre por desnutrición y tendrá que alimentarse con las reservas del leño; es decir, de los tejidos verdes, provocando el círculo vicioso en la producción del cafeto. 10
  • 22. La siembra a distancia demasiado cerrada permite lograr una alta producción por unidad de superficie, pero sólo en un tiempo más corto. Estas distancias cortas, sin embargo, pueden obtener suficiente luz y aire cuando la poda es por surcos o por lotes en lugar de por apreciación. Además, las variedades pequeñas, compactas, abrigadas, con entrenudos cortos, son de muy buena productividad y permiten sembrarse a densidades altas por su tamaño. Estas plantas de porte bajo son siempre muy recomendables, sobre todo en terrenos arcillosos, tierras expuestas a los períodos secos o a vientos fuertes, por ser muy resistentes a todas estas adversidades, incluyendo enfermedades. Las fincas con exposición al Sur o Poniente, expuestas a los rayos perpendiculares del sol durante la estación seca, están más protegidas por el follaje espeso de las variedades pequeñas. Mayor información sobre este tema se encontrará en “Evolución de variedades e hibridación”, en los capítulos 13 y 14. El suelo y la planta El suelo está formado por dos partes: el suelo vivo (la parte orgánica y mineral) y otra inerte, que es la roca madre. La parte viva del suelo podemos subdividirla, a su vez, en dos: una parte mineral, formada por fragmentos o partículas de este tipo de suelo, y otra orgánica y menos profunda, constituida por despojos de vidas anteriores y que han de desintegrarse antes de volver a entrar al ciclo de la vida como nutrientes para la planta viva. La parte mineral y la parte orgánica del suelo están íntimamente mezcladas, formando un todo único que es el suelo vivo. Unidos ambos, operando el proceso de descomposición de las materias orgánicas, se encuentran millones y millones de seres vivos microscópicos: hongos, algas, bacterias y protozoarios*, que al nutrirse con ese despojo vuelven al ciclo de la vida los materiales que provienen de vidas anteriores. La planta solamente se alimenta con materias solubles del suelo y las absorbe por medio de las raíces capilares. Por eso la planta prospera a expensas del complejo vivo que es el suelo solubilizador de los nutrientes. Entre 4 y 6 pulgadas, las poblaciones de microorganismos en un centímetro cúbico son en millones. La riqueza microbial disminuye por debajo de 9 a 12 pulgadas. Y sólo existe en miles por debajo de 24 pulgadas. Los abonos orgánicos, aunque no son fertilizantes, sino correctores de suelos, llevan 11
  • 23. nitrógeno al suelo por medio de la mineralización de la materia orgánica que producen los microorganismos. Además, llevan pequeñas cantidades de otros elementos esenciales y vitales. Los operarios entre la muerte y la vida y viceversa, son los microorganismos pues desintegran las cosas muertas para que las plantas, en una síntesis extraordinaria, vuelvan a reconstruir nuevas vidas. El despojo orgánico del suelo no suministra directamente cantidades suficientes de nutrientes minerales para la planta viva. Y para recibir una ración balanceada, acomodada a sus necesidades, la planta los toma de la parte mineral. Pero los procesos vivos del suelo superficial, proveniente del despojo, influyen en la movilización de la riqueza potencial mineral del suelo, para ponerle a disposición de la planta los nutrientes que ella necesita. Un cafetal nuevo en tierra virgen Al establecer un cafetal en tierra virgen, con grandes reservas de muchos siglos, sucede lo siguiente: se suprime la vegetación primitiva y se coloca el terreno en condiciones más abiertas, se acelera la combustión de grandes reservas de material orgánico, proceso que acidifica el suelo. Se disminuye así la cobertura vegetal que impedía la erosión y la total infiltración del agua en esa masa esponjosa. El cafeto que sustituye el bosque virgen trae consigo las fuerzas destructoras, rompiéndose el balance favorable de la fertilidad. Años después, con la pérdida del humus, el suelo pierde lo siguiente: la capacidad de absorber y retener la humedad, la viscosidad de las partículas de su tierra esponjosa, la riqueza microbial y la capacidad de aprisionar una cantidad de nutrientes solubles que ahora se pierden en parte por infiltración o por la erosión. En este estado de decadencia del suelo, muchas veces con un pH ácido, aparecen las enfermedades y plagas que encuentran los árboles desnutridos, desfoliados y amarillentos, que desmoralizan al caficultor. Defensa, conservación y tratamiento del suelo No se debe permitir el debilitamiento de la planta tanto por disminución de la fertilidad del suelo como por podas fuertes de sombra o profundas del cafeto cuando las condiciones de la planta no lo permitan. 12
  • 24. La selección de ciertas malezas apropiadas, blandas, con raíces muy superficiales, de rápido crecimiento y de abundante follaje, ayuda mucho en este plan de mejoramiento del suelo y suplen a las leguminosas, que no siempre prosperan a la sombra. El Matalío, Centavito, Limoncillo y la Pluma de Gallina son algunas de estas malezas nobles. La peina negra La peina negra, que se ejecuta a salidas de la estación lluviosa para facilitar la pepena del grano caído, favorece la acción erosiva del viento y contribuye a la evaporación del suelo durante la estación seca. Las cortinas rompevientos protegen la planta, pero no el suelo si este permanece descubierto. Por eso preferimos la peina blanca y dejar cierta cobertura de hierba buena para la época seca. El suelo representa dos cultivos El suelo es un complejo vivo, dinámico y en constante transformación. Esto significa que el suelo representa en sí dos cultivos que debemos proteger y alimentar: el de los microorganismos, que son factores de fertilidad estable, y el de la planta misma. Si el suelo no es rico en flora microbiana es inútil tratar de cultivar plantas en él, aun cuando disponga de elementos minerales pues estos permanecerán insolubles en la fertilidad potencial. El cafeto no puede prosperar en condiciones adecuadas si los microorganismos del suelo no le preparan el ambiente para las raíces y no le sirven la mesa. Los microorganismos preparan y sirven el alimento del cafeto, pero ellos también necesitan que se les nutra para poder cumplir con su cometido de preparar el sustento para el cafeto, y esa tarea es nuestra con los mecanismos de defensa del suelo: la humificación superficial es el primer paso, con los mecanismos de defensa del suelo. Humificación* superficial del suelo “El humus es el compuesto más valioso del suelo”. Con las defensas contra la erosión queda listo el suelo para conservar los despojos de las podas de café y de sombra, malezas de las peinas y hojarasca de la sombra, siendo todas ellas descompuestas por los microorganismos (hongos, bacterias, protozoarios*, algas, etc.), formándose así el humus en la 13
  • 25. superficie del suelo, el compuesto más valioso que no puede sustituirse con fertilizantes químicos, sino que debe producirse en el terreno o agregarse como abono orgánico preparado (compostaje o lombricompostaje). Es así como se forma la humificación superficial del suelo. De donde predomina un sombrío de plantas leguminosas, se encuentran también las bacterias nitrificantes simbióticas* que se albergan en los nódulos de las raíces y fijan nitrógeno atmosférico en el terreno. Hay también hongos benéficos, como las micorrizas, abundantes en terrenos humíferos, especialmente cuando se incorpora humus hecho de estiércol de animales o de pulpa del café. El cafeto es una de las plantas que viven en asociación con estos hongos notables. El humus, además de retener la humedad, oxigena el suelo y también aumenta la cohesión de las partículas del suelo, imprimiéndole una como gomina que lo hace más resistente a la erosión. Humificación superficial del suelo debe ser complementada con la humificación profunda La labor que venimos recomendando de un colchón o manto rico en materia orgánica —la humificación superficial del suelo— no es suficiente si no la incorporamos profundizándola en la masa mineral, a unas dos cuartas de profundidad. No es suficiente que el cafeto desarrolle solo una cabecera radicular en la superficie si ignoramos la nutrición de las raíces laterales profundas. Ellas necesitan que los microorganismos se profundicen y mineralicen los nutrientes para que las raíces los puedan asimilar. Esto nos lleva al próximo paso: la humificación profunda. Humificación profunda del suelo Cuando el suelo disponga ya de un buen colchón superficial constituido por material orgánico se procede con la humificación profunda, que consiste en profundizar unas dos cuartas el horizonte vivo, la cobertura de humus creada previamente por la humificación superficial. El procedimiento es el siguiente: • El primer año se abre una cajuela al mismo lado de cada árbol, fuera de la penumbra que da el follaje y a distancia prudente de la base del tronco. Esta cajuela tiene las dimensiones de tres cuartas de largo, una cuarta de ancho, que es el ancho del azadón. La profundidad puede 14
  • 26. variar dependiendo de la cantidad de materia orgánica disponible y las condiciones físicas del suelo. Si este es suelto, puede tener dos cuartas y en terrenos arcillosos un poco menos. La tierra extraída se distribuye uniformemente y en capa delgada sobre la superficie después que se haya aplicado el abono. Inmediatamente después viene una cuadrilla de trabajadores llenándola con el abono orgánico retenido con la humificación de la superficie. Este abono orgánico simplemente se arroja en la cajuela sin prensarlo y se procura que quede más alto que el nivel del suelo. En terrenos inclinados la cajuela apuntará no en dirección al desnivel, sino en dirección diagonal para servir de borda. • Al año siguiente o a los dos o tres años, según las disponibilidades económicas, se abrirá y abonará una segunda cajuela al otro lado de los árboles, paralela a la anterior. • Al cuarto o quinto año se abre la tercera en la parte superior de la planta. Con éste proceso de las tres cajuelas se practica una poda suave de las raíces del árbol, provocando una proliferación de la cabellera radicular, pero lo más importante es que se va llevando humus a los horizontes inferiores, profundizando la parte activa o viva del suelo, sin el exceso de material inerte de los hoyos profundos que enterraba el horizonte vivo del suelo. Éste proceso parece difícil hoy en día por la escasez de gente y la falta de liquidez del caficultor, pero se puede hacer paulatinamente por tablones. Además, el proceso en sí se supone que requerirá de muchos años. Sin embargo, es la inversión más efectiva y duradera que se puede realizar para la fertilidad del suelo y la nutrición del cafeto. Las defensas antierosivas protegen el suelo La defensa del suelo, con los cinturones de abonos verdes que humifican superficialmente y las perforaciones que lo profundizan, se va logrando una defensa rápida del suelo, con el objetivo de lograr lo siguiente: • Proteger contra la erosión de la lluvia y el viento. • Contribuir, lentamente, a formar terraza, en el terreno inclinado. • Ayudar al drenaje lento del terreno y a la descomposición de los suelos. Las zanjas deben seguir las curvas de nivel y sus dimensiones son el ancho 15
  • 27. del azadón, dos de profundidad y la longitud acondicionada a la inclinación del terreno. En terrenos semiplanos, pueden tener hasta 10 varas de largo. A medida que aumenta la inclinación del terreno, se reduce la longitud de la zanja a 4 ó 2 varas. Ellas sirven para mantener la humedad en la próxima época seca y al colocarlas en forma alterna y triangulada defienden los suelos contra la erosión. Revelación de las raíces El cafeto es una planta cuya raíz es del tipo pivotante; es decir, que el eje de su sistema radicular está constituido por un soporte central que se ancla verticalmente en el suelo a mayor o menor profundidad y del cual nacen raíces laterales, que se desarrollan a veces en forma considerable, sirviendo también, las más profundas, de anclaje. De las raíces laterales, especialmente, nace la cabellera radicular, sobre las cuales se localizan las capilares o “comelonas”, órganos de absorción que representan el porcentaje mayor de raíces nutritivas ubicadas en los horizontes superiores del suelo. El cafeto muestra una marcada tendencia a desarrollar un sistema superficial de raíces. Su raíz pivotante le sirve de anclaje, como eje del cual se desprenden las raíces laterales y es instrumento para excavar horizontes profundos del suelo en busca de humedad durante largas sequías. Pero el anclaje no es función exclusiva de la raíz pivotante, sino que la comparte con las raíces laterales profundas. Por medio de la humificación profunda se logra, hasta en suelos arenosos o cenicientos, convertir cafetos de raíces de tipo superficial en rizomas con laterales profundos que llegan hasta el fondo de la cajuela. No obstante, en zonas donde se prolongan demasiado los períodos secos lo ideal es un sistema de raíces desarrollado en todos los sentidos: superficial, lateral y profundo. Conclusiones sobre el tratamiento del suelo en un cafetal: Plan de trabajos de restauración La retención de un porcentaje alto de la flor de tierra ya es un paso hacia la restauración de la fertilidad. Desde el momento que se defiende el suelo, se inicia el proceso de humificación del horizonte superficial. El suelo se va tornando menos propenso a la erosión con la mayor cohesión de las partículas, por lo que se inicia un mejoramiento del sistema de raíces y al 16
  • 28. final del período seco siguiente, que comienza a subir la humedad, hay un vigoroso crecimiento de brotes. Con un suelo vivo en materia orgánica se nota que las aguas que salen de los cafetales serán más limpias y transparentes porque arrastran muy poco sedimento o limos y, por consiguiente, llevan menos velocidad y fuerza de arrastre. El colchón de materia orgánica es el material ideal para suavizar el impacto de la lluvia, permitiendo su infiltración lenta entre el suelo, como ocurre en la selva. Las zanjas y cajuelas acumulan y retienen la humedad para las futuras épocas. La humificación superficial y profunda logra detener y almacenar el agua para no solo evitar la erosión sino conservar la humedad cuando es más escasa e impedir la pérdida de hojas en esta época. El suacho y el azadón El proceso de descomposición de la materia orgánica se acelera con la remoción periódica. El “suacho” es la mejor herramienta para perforar el suelo. El azadón es más propio para incorporar el humus dentro del suelo mineral donde están las raíces laterales profundas. La mejor época para remover el suelo es después de la cosecha: fines de enero, febrero o principios de marzo, época que existe poca actividad de crecimiento de raíces y por eso el “suacho” hace poco daño a las raíces. Al remover la superficie se airea el suelo y favorece la humificación de la materia orgánica. Debe desarrollarse un plan de defensa y restauración de suelos, pero solo se puede llevar a cabo en forma paulatina y gradual por zonas o tablones, pues los beneficios de esta inversión no se ven el mismo año. Deben priorizarse los sectores que respondan más pronto, continuando después con los inferiores. El humus es la base de toda agricultura permanente y autosostenible Más que todas las especies vegetales, escribe M. Piettre, el cafeto agota el terreno hasta sus límites, si no se recurre en su ayuda. Sus granos, en efecto, acumulan una enorme proporción de fertilizantes tomados del suelo tales como ácido fosfórico, cal, potasio, magnesio, nitrógeno orgánico, entre otros. Cada manzana de café pierde anualmente 22 libras de nitrógeno, 26 libras de potasio, 3 libras de ácido fosfórico y 4 libras de cal. Es por eso que 17
  • 29. el cafeto busca estos nutrientes, especialmente el nitrógeno, con tal avidez que deja la tierra completamente agotada, incapaz de producir, sin intervención adecuada, más que una poca cosecha. La extracción de fertilizantes antes enunciados por las cosechas anuales del café no representa el único factor de empobrecimiento del suelo o la causa principal de la pérdida de su fertilidad. De hecho, las cosechas sólo representan una disminución mínima. La mayor pérdida es causada por la erosión, que puede provocar daños de quince a veinte veces mayores que las condiciones de cultivo. El deslave causa la modificación de las propiedades físicas del suelo, disminuye la actividad microbiana y forma toxinas endógenas y exógenas (plagas). Los nutrientes que faltan al suelo pueden reponerse mediante la aplicación de fertilizantes comerciales, pero hay una cosa que no puede devolverse por medio de los abonos químicos como es la fertilidad natural: el suelo vivo. El suelo está vivo y vigoroso, en capacidad de producir cosechas por medio de las plantas, mientras haya actividad viva. En cambio, el suelo se enferma y puede llegar a morir cuando disminuye o desaparece totalmente la actividad de los microorganismos que le dan vida. La pérdida del humus es el primer paso hacia la pérdida de la fertilidad del suelo. Faltando el humus y la materia orgánica en proceso de humificación, se modifican las propiedades físicas del suelo y se descompone el medio para el cultivo de los microorganismos. Faltando la materia orgánica no hay alimento para los microorganismos. Si se disminuye la vida de la microflora, cesan las actividades de movilización permanente de materiales de fertilidad potencial a fertilidad actual y entonces el suelo se desnaturaliza como medio para las plantas y sus cosechas. La pérdida de fertilidad y, en general, el desmejoramiento del suelo vuelve a la planta más susceptible al ataque de enfermedades y plagas, porque se disminuye su vigor al carecer de buena nutrición. Muchas plagas y enfermedades se aprovechan de la debilidad del cafeto, de los suelos desequilibrados biológico y nutricionalmente, para infectarlos. Como dice el refrán “al perro flaco se le pegan las pulgas”. El contenido de nutrientes en el humus no es muy alto, pero en cambio su valor agrícola y biológico como corrector de suelos es muy superior al de 18
  • 30. fertilizantes químicos. Propiedades del humus* • Su color oscila entre carmelita oscuro y negro. • Es prácticamente insoluble en el agua. • Su mayor contenido es de carbono, que oscila entre el 55% y 58%. • El humus contiene bastante nitrógeno, usualmente alrededor de 1% al 4%. • La relación carbono nitrógeno es de 10 a 1. Esta relación varía dependiendo de la naturaleza del humus y su grado de descomposición. • El humus no se encuentra en condición estática sino dinámica, ya que continuamente se está descomponiendo por los microorganismos. Este proceso se conoce como humificación. • El humus es una fuente de energía para los microorganismos y durante su descomposición desprende una corriente continua de dióxido de carbono y amoníaco. • El humus se caracteriza por su alta capacidad de intercambio de bases, de absorción de agua, de inflación o hinchazón del suelo lo que le permite capturar aire y agua, así como otras propiedades físicas y químicas que hacen del sustrato el sostén de la vida vegetal y animal. • Si el suelo carece de fertilidad natural (humus) no se consigue el buen aprovechamiento de fertilizantes sintéticos. El cambio de una agricultura extensiva a una intensiva no se puede realizar si no aprovechamos el suelo mismo como campo de fabricación permanente de humus y esto se logra solo con un sistema de defensas antierosivas que permitan acondicionar el suelo para una activa vida microbiana. El uso directo de la pulpa de café o el estiércol de ganado bovino fresco no es la mejor solución pues acidifican el suelo y afectan la vida microbiana favoreciendo la aparición de hongos oportunistas y, además, una buena parte del contenido de nitrógeno se evapora en forma de amoníaco. Es necesario que ambos pasen por un proceso de descomposición. Es así como aparece la solución más apropiada: el uso del humus. Entendemos entonces como cultivo intensivo el implante de métodos agrícolas que persigan el aprovechamiento de todos los residuos de la finca en la producción de abonos verdes. En la “Importancia de la materia 19
  • 31. orgánica”, capítulo 5, se expondrán sus bondades, indispensables para la agricultura convencional. En la actualidad, estos principios toman mayor relevancia por los altos precios del petróleo, que inciden en los fertilizantes sintéticos, herbicidas e insecticidas. Calcio o potasio, para neutralizar la acidez excesiva En la formación del humus, la mezcla fermentante pronto se torna de reacción ácida. Esta acidez debe ser neutralizada pues de otra manera el trabajo de los microorganismos no puede continuar a la velocidad requerida. Por consiguiente se necesita una base. Lo ideal es carbonato de calcio o de potasio en forma de piedra caliza molida o cenizas de los hornos de las secadoras de café o de los pantes de leña en las cocinas de las fincas. Estos materiales solos o en conjunto proporcionan una base conveniente para mantener la reacción óptima de pH 5.5 a pH 6.0 que necesitan los microorganismos para desintegrar la celulosa de los residuos vegetales y animales. También puede aplicarse cal apagada. La cal viva es demasiado fuerte. La acidez en el suelo es de las limitantes más drásticas para que las raíces del cafeto puedan absorber los nutrientes del suelo. Más sobre este tema en “La química de los suelos ácidos”, capítulo 12. Otras creencias Una creencia generalizada es que una excesiva cosecha, que no guarda proporción con su estado de vigor general ni con el poco volumen de follaje, es una muestra de su fuerza latente. La realidad es otra: el árbol debilitado acumula sus últimas reservas alimenticias porque en él prevalece el sentido de la conservación de la especie sobre la conservación del mismo. Este es un principio aplicable a todos los seres vivientes. En estos árboles débiles, con cosechas excesivas, la floración se presenta hasta en los extremos de la rama; es decir, en sectores tiernos, de muy poca edad, en el extremo de ramillas delgadas que carecen de suficientes reservas alimenticias. Por eso se ennegrece la extremidad de la rama o se muere. Este ennegrecimiento de la rama se debe casi siempre al ataque de hongos, como el conocido como “antracnosis o paloteo”. En estos casos, de cosechas excesivas hasta en las extremidades de las ramas, se están dando dos cosechas en una a expensas de la futura cosecha, que debería estar desarrollándose en la extremidad de la rama pero como “preparo” de la misma. 20
  • 32. La decadencia del suelo y las enfermedades de las plantas La causa más común de pérdida de vigor es la nutrición deficiente y como casi la totalidad de los nutrientes proceden del suelo, es lógico deducir que la desnutrición obedece especialmente a deficiencias en él. Decíamos que el suelo también padece de enfermedades y entre ellas quizás la más grave es la pérdida de la fertilidad. En suelos vírgenes con grandes reservas de humus y nutrientes minerales en estado aprovechable son casi desconocidas las enfermedades del cafeto. La cura de enfermedades y plagas del cafeto no puede basarse exclusivamente en aplicación de insecticidas y fungicidas; es preciso también atender los problemas del suelo para estimular la resistencia de la planta y así restaurar su vigor. Antracnosis de las ramas del cafeto Las enfermedades de las plantas son de origen parasitario y de origen fisiológico. Sin embargo, la mayoría de las veces los trastornos fisiológicos procedan al ataque de parásitos por predisposición de la planta. Una de las enfermedades que más estrecha relación tiene con la degradación del suelo es la antracnosis —Colletotrichum coffeanum noack— de las ramas del cafeto. El parásito, que ataca las ramas, es un parásito débil. Siempre sus consecuencias son serias solo en plantas debilitadas por otras causas, siendo la principal la desnutrición de la planta debido a la degradación del suelo. La razón de comentar sobre este hongo, que aparece hasta el final de la época lluviosa y que es cobarde al combatirlo, es porque representa una advertencia o alerta de problemas fisiológicos en la planta, que a su vez provienen de un suelo desnutrido y, por consiguiente, de otras plagas que prosperan cuando el suelo pierde su vigor y resistencia Síntomas El primer síntoma característico e inconfundible del paloteo es una floración excesiva, descompensada en relación con su estado de vigor y volumen de follaje de todo el árbol. La enfermedad se presenta a veces solo atacando ciertas ramas y otras veces atacando todo el árbol. Esta enfermedad pasa desapercibida pues el caficultor interpreta esta excesiva cosecha como una 21
  • 33. bondad del árbol de café, sobre todo, porque la cosecha se da hasta los extremos de las ramas. De ocho a diez meses después de la floración se notará que las ramas están adelgazadas o enflaquecidas excesivamente, fenómeno que está más evidente en el nudo o entrenudo. No quedan zonas de preparación de cosecha para el año siguiente, pues la floración cubre no solo el año presente sino también la cosecha para el año futuro. Al no tener la rama delgada reservas alimenticias, el grano se ennegrece, pasando de verde a negro. La antracnosis aparece con mayor frecuencia en los siguientes suelos: • Suelos lavados, escasos en materia orgánica. • Humedad excesiva en suelos arcillosos. • Una sequía prolongada, especialmente en suelos arcillosos. • Un cambio brusco de ambiente. • Una intensa poda de sombra. • Pérdida de follaje de la sombra por una plaga que atacó las hojas. • Una poda profunda del cafeto que lo dejó con muy poco follaje. • Por la pérdida de follaje por una enfermedad de la hoja como, por ejemplo, ojo de gallo, minador de la hoja o roya, lo cual equivale a una poda profunda del follaje. • La iluminación excesiva del cafeto, sobre todo en suelos arcillosos. • Es muy frecuente también en cafetos jóvenes levantados con muy poca sombra o a plena exposición. • Debido a la descomposición fisiológica del cafeto por quedarse sin reservas alimenticias, después de una excesiva cosecha que no guarda proporción con el poco vigor del árbol. • Por una mala siembra cuando la raíz central queda torcida (ganchuda). Medidas preventivas • Selección de semillas para el semillero de árboles vigorosos. • Desarrollo de la planta joven con sombra adecuada en el vivero y luego en la finca. • Defensa del suelo contra la erosión y conservación de la fertilidad. • La materia orgánica, como corrector del suelo, es el que más hace sentir sus efectos en el restablecimiento del vigor de la planta. • El vigor que se pierde en la primera edad del cafeto, cuando el organismo todavía no ha completado su desarrollo, difícilmente se logra recuperar en el árbol adulto. De allí la necesidad de prestar gran 22
  • 34. atención al levantamiento de plantaciones jóvenes, especialmente con cuidos de sombra y buenas prácticas de labranza, hechos con anticipación. 23
  • 35. 24
  • 36. Métodos de poda en el país: análisis constructivo 25 Capítulo 2 Poda racional Una poda racional lleva consigo, en orden cronológico, una poda de formación inicial adecuada, con una distancia conveniente a la variedad del cafeto y al medio ambiente (suelo, clima, exposición, etc.), luego una poda de conservación, después otra poda de selección y, solo si es necesaria, una poda de reconstrucción, cuando la poda de formación inicial se ha envejecido. En los próximos dos capítulos se tratan las podas con mayor detalle. Una crítica constructiva a los métodos usuales de trabajo es la tendencia cada vez más marcada a las podas profundas y frecuentes. Esta tendencia que dejan al árbol sin su follaje es el resultado de tres causas: • Una poda incompleta y defectuosa (ausencia de una poda racional que más adelante se explica).
  • 37. • Árboles que desde muy temprana edad están deformados (ausencia de una poda de formación inicial adecuada). • Siembras a una distancia demasiada corta para su iluminación y aireación. Para cada especie se debe tomar en cuenta sus características de vegetación y hábitos de fructificación para determinar su población óptima. La “Poda Inicial de Formación” por medio del agobio “El árbol de café debe parecer una copa abierta y no una copa cerrada”. Una vez formado el árbol de café con la poda inicial de formación — preferible en el caso nuestro— por medio del agobio del cafeto joven, se debe completar el desarrollo del árbol adulto por el método del cafeto abierto en la copa, lo cual se consigue por el sistema del agobio de las astas y el agobio natural. El agobio de astas puede hacerse durante la época seca y durante la primera mitad de la época lluviosa con la poda de conservación para que los hijos tengan el mayor desarrollo posible antes de la próxima época seca. Este agobio, cuando el árbol es sano y con buena cosecha, se logra naturalmente y sólo se requiere de una distancia conveniente para que las ramas fructíferas puedan desarrollarse, ya que son las que con su cosecha agobian las astas. Al abrirse el árbol, le entra la luz al centro y nacen brotes cerca del tronco, que son los mejores, los más vigorosos y de más larga vida. La falta de métodos adecuados de poda es una de las causas principales de las fluctuaciones grandes de cosechas de un año a otro 1-Podas profundas y frecuentes “Las podas profundas dejan al cafeto sin hojas y tejidos verdes que son los medios de alimentos del árbol”. Cuando una planta esta sana elabora una mayor cantidad de alimentos indispensables para su vegetación. El sobrante lo almacena en forma de reserva alimenticia en tallos y raíces. De esta reserva hace uso para las cosechas y para atender funciones vitales en épocas de descanso o cuando la planta se ve privada de follaje. El árbol con poco follaje está en proceso de debilitamiento y si en ese momento se hace una poda intensa, por ejemplo una recepa profunda, se 26
  • 38. acentúa su debilidad porque con el leño recepado se le priva de las reservas alimenticias (hojas y tejidos verdes). Recordemos que el debilitamiento del café expresado en la caída de las hojas es casi siempre el resultado de lo siguiente: • Poca sombra. • Árboles de sombra que botan las hojas durante la estación seca. • Pérdida de humedad en la estación seca por la poca capa de materia orgánica, causada por no tener las defensas contra la erosión. • Plagas causadas por un suelo ácido. • Falta de buenas cortinas rompevientos, entre otras. Si el árbol esta débil por las causas antes mencionadas, es mejor no podar la sombra antes de la floración y solamente ejercer una poda muy liviana del cafeto en abril, cuando empieza a subir la humedad del suelo. 2-Siembras a distancias muy cerradas Las siembras a distancias muy cortas y sometidos a una poda de formación de verticales múltiples, sin la subsiguiente poda de conservación, sus varios tallos verticales disminuyen a un mismo tiempo su producción, convirtiéndose en un conjunto de tallos leñosos sin ramas en la parte inferior o con ramas alargadas, que sólo fructifican en sus extremidades. Al perderse la escala de crecimiento nos lleva, irremediablemente, a una poda profunda, que es lo que se desea evitar. En la poda de múltiples verticales en cafetales muy cerrados por sus altas densidades, generalizados en muchas áreas del país, el orden de fructificación del cafeto es en sentido vertical, es decir, primero florecen las ramas inferiores hasta cierta altura, luego las de más arriba, mientras las inferiores dan una segunda cosecha más alejada del tallo. Así, sucesivamente, hasta que al cabo de cuatro o cinco años el árbol presenta varias astas leñosas solamente con producción en la copa. Llega entonces el momento de la poda y el podador no encuentra otra cosa que hacer una recepa baja o profunda de estas astas leñosas, privando especialmente a la raíz de las reservas alimenticias contenidas en sus tejidos aéreos. De aquí se deriva la costumbre de podar fuertemente cada año o cada dos años, después de la cosecha y antes de la floración. A mediados del año se practica el deshije, lo cual se hace a mano y en una forma muy severa, eliminando casi todos los hijos o chupones que están muy altos, o mal ubicados. Al ser el 27
  • 39. deshije muy severo y quitarle al árbol demasiados tejidos verdes, se acentúa el debilitamiento de los árboles y al hacerlo a mano los que están ya crecidos, se destruyen las yemas abajo del hijo desgarrado, anulando la posibilidad de que nazcan nuevas ramas de fruto. Si la distancia de la siembra fuera mayor, las astas podrían agobiarse espontáneamente y dar lugar a que nazcan nuevas ramas fructíferas, formándose así una escala de crecimiento, sin que estas se agoten a un mismo tiempo. Al tener distancias demasiado cortas de siembra, las astas no se doblan de manera espontánea sino que crecen verticalmente y sólo se doblan al estar muy altas y no lo suficiente por impedírselo los árboles vecinos. Por ello las cosechas sucesivas se presentan en los lugares más altos formando las famosas “banderas” que succionan mucha savia para unos pocos granos en la copa y en las extremidades de ramas delgadas. Además, son granos que resultan de muy mala calidad. En nuestra jerga los llamamos cafetales “engalerados”. En la parte media del tronco y en las bifurcaciones de las astas cerca del tronco quedan yemas latentes de ramas verticales que no revientan por faltar el estímulo en la poda de conservación, por la falta del agobio espontáneo y de iluminación al estar el cafeto convertido en forma de copa recogida y no abierta a la luz. 3-Poda moderada y racional El cafeto, sea cual fuese el método de poda escogido, debe podarse en forma moderada y de manera racional, pero debe podarse durante toda su vida. Además de una poda racional cada año durante la época seca, cada finca debe tener una pequeña cuadrilla permanente, digamos de un grupo reducido y selecto de podadores bien entrenados y especializados en una poda de conservación. Insistimos en la conveniencia y la necesidad de mantener un número muy reducido de trabajadores agobiando hasta mediados de la epoca lluviosa y deshijando en la segunda mitad, pues de esta manera el personal adquiere habilidad y el árbol recibe una poda suave, manteniendo el equilibrio del follaje. Sin embargo, los mejores hijos del agobio son los que se hacen en la época seca y a principios de la estación lluviosa para que cuando venga el próximo tiempo seco estén bastante desarrollados y contribuyan a guardar la humedad. 28
  • 40. 4- Poda de reconstrucción racional Para árboles con exceso de astas leñosas desde la base y de rendimientos bajos es necesario rehacerlos con una poda racional que la llamaremos “poda de reconstrucción” para separarla de la poda de conservación, de la poda inicial de formación y de la poda de selección. Una poda regularmente severa, de reconstrucción, solo debe hacerse cuando el árbol ha perdido su formación inicial y en la época seca después de la cosecha, cuando el árbol y sus raíces están descansando y antes que la humedad del suelo empiece a subir a finales de marzo y abril. Una vez se le devuelva al árbol una forma aceptable por medio de la poda de reconstrucción, es necesario mantenerlo en condiciones de fructificación por medio de la poda de conservación. La poda es un arte y lo que más exige es el sentido común y la aplicación de un criterio racional. Por eso no se pueden dar recomendaciones precisas pues cada árbol constituye un caso especial. Sin embargo, vamos a intentar dar algunas directrices o normas para la reconstrucción de árboles que han perdido ya la forma y requieren un arreglo para ponerlos en condiciones de producir fruto y no leña. Iluminación del tronco antes de proceder con las recepas (solamente si se cuenta con suficiente mano de obra y recursos) La primera operación será, con tijeras, eliminar todo el ramaje lateral inferior del tronco principal y de las astas hasta la altura aproximada de un metro con veinte centímetros. La altura no puede determinarse como norma. Se trata solamente de descubrir el tronco y las astas en su parte inferior. Por último, se suprimen las astas “varejonudas” por medio de recepas, tratando, si fuese posible, de provocar una escala de crecimiento. La eliminación de las ramas laterales improductivas, por delgadas que sean, provocan la desviación de la savia y la producción de nuevos brotes. Por medio de esta primera operación se trata de descubrir y de iluminar la parte inferior del árbol y la parte central, que son las mejores, porque sobre los tallos gruesos nacen los hijos más vigorosos y con más larga vida. 29
  • 41. Para completar la iluminación, es necesario tratar de inclinar suavemente hacia los lados tallos de la parte superior que no se eliminaron por llevar cosecha, a fin de descubrir la parte central y permitirle el acceso de la luz. El árbol va tomando así la forma de una copa abierta o jarrón amplio. Recepas por apreciación como parte de la reconstrucción del cafeto (podas por surco o lote no se contemplan) Las recepas profundas y frecuentes, como la única forma de reconstruir los cafetales, debilita el árbol y reducen su vida útil, además lo priva de hojas tan necesarias para alimentar las raíces y el fruto. En cafetales muy cerrados es mejor eliminar árboles improductivos y así optimizar la entrada de aire y luz para los árboles que se queden. Sin embargo, ramas terminadas, agotadas y/o envejecidas que ya no soportan un agobio o no hay espacio para ello, no queda más que proceder a eliminarlas mediante la recepa. Lo mismo con una rama “lavada”, con muy escasa cosecha y que por su grosor no permite agobiarse, también es necesario receparla. De lo contrario estaríamos cosechando leña en lugar de tejidos jóvenes, que son los que dan frutos. Por ejemplo, astas o tallos con posición en el centro del árbol interfieren la iluminación del tronco. También se recepa el árbol cuando tiene demasiadas astas y se desea cambiar por uno más abierto en el centro. En estos casos es necesario que el corte del asta o tallo se realice en un ángulo inclinado hacia fuera de la planta, de 45 grados, lo que comúnmente se llama un corte de “casco de mula” y luego se cubra la herida con cubre-cortes. Un árbol muy lleno de astas, pero con escaso follaje o aniquilado por una cosecha excesiva, no debe ser recepado durante la poda principal de reconstrucción. Es mejor esperar la época lluviosa para agobiarlo con el objeto de aprovechar estas reservas en la producción de tejidos verdes de elaboración de alimentos, aun cuando más tarde sea preciso eliminar el asta con todo y los hijos. El número de astas que se recepan en una poda de reconstrucción depende del vigor del árbol. Esta primera poda de reconstrucción racional es la base para la restauración del árbol. Poda de Conservación Con una pequeña cuadrilla de tres o cuatro podadores bien capacitados, se agobian las astas que no se eliminaron en la época seca por tener aún vigor y 30
  • 42. cosecha, para que entre más luz al centro del árbol. El agobio debe ser suave, a cuarenta y cinco grados del suelo (medio cañón), formando un arco completo en la base. Si la rama tiene un buen preparo, la inclinación del agobio debe ser más suave, para evitar que se quiebre cuando madure el grano. Si el agobio es muy inclinado, tocarán sus ramas el suelo cuando engruese la cosecha. Si el asta es muy vieja o el cafetal está muy cerrado, no se puede agobiar y se necesita receparla en la próxima época seca. Para facilitar el agobio, se puede usar bolsas de polietileno llenas de tierra para domar la rama. Con la poda de tallos y laterales improductivos e iluminación del tronco se estimulan las yemas dormidas y vendrá una reacción del árbol con nuevos hijos vigorosos. Poda de selección A mediados de la época lluviosa se inicia la poda de selección o deshije, operación que en ningún caso debe hacerse a mano, sino con tijeras de poda bien afiladas. La tijera debe emplearse colocando siempre la arista del lado de la rama que va a quedar. Hijos muy pequeños sí pueden suprimirse a mano, pero no desgarrándolos en sentido contrario a su nacimiento, sino haciendo una tracción en sentido lateral, en ángulo recto a su dirección de crecimiento, para no lastimar ni destruir las yemas de la base y poder utilizar utilizarlas si esa rama se agobia. Por medio de la poda de selección, durante la segunda mitad de la época lluviosa, se escogen los mejores hijos para destinarlos a ramas fructíferas, sean éstos de recepas o de agobios. Se les da distancia adecuada a fin de que tengan buen espacio para su desarrollo y suficiente cantidad de luz para sus necesidades de alimentación y fructificación. Los hijos estancados, mal posicionados y/o encerrados, hasta la altura de la mano alzada del podador, se eliminan. Mas altos no se debe pues se bota cosecha al bajar la rama. Otra creencia es que el hijo debilita al árbol. Es cierto que este nace a expensas de reservas alimenticias, pero una vez que abren sus hojas, empieza también a elaborar alimento por sus tejidos verdes, los que emplea para crecer y para alimentar las raíces. La razón de quitárselos al cafeto debe ser solo para: • Darle una buena distancia y luz suficiente a otros hijos en mejores posiciones o más vigorosos. 31
  • 43. • Cuando le hacen sombra a otros más cercanos al tronco. • Cuando está estancados o mal posicionados. • Los árboles debilitados se deben deshijar muy moderadamente para conservar sus escasas hojas, tejidos y sus pocas reservas alimenticias. Los hijos nacidos en marzo, abril, mayo y hasta junio darán su primera cosecha el año siguiente. Algunos de ellos se notarán poco vigorosos y en este caso se les permite dar una cosecha. Los más vigorosos producirán dos cosechas. Por último, los mejores y sobre todo bien colocados, en cuanto a luz y otros factores, podrán conservarse para ser agobiados más tarde, después de la tercera cosecha. Si no hay posibilidad de agobiarlos se deben eliminar. 32
  • 44. Poda racional del cafeto 33 Capítulo 3 Generalidades Las grandes fluctuaciones en el volumen de las cosechas obedecen principalmente a suelos empobrecidos y falta de métodos adecuados de poda que no permiten la alternabilidad de ramas fructíferas; es decir, que posibiliten tener sobre el mismo arbusto, simultáneamente, ramas cosecheras con preparo de fruto para el año siguiente. Un cafeto que sostiene un volumen apreciable de leño grueso y poco follaje y producción sobre extremidades delgadas y enclenques de ramas laterales lavadas, no puede mantenerse vigoroso ni rendir una producción regular y sostenida. Para lograr una buena cosecha es necesario disponer de zonas de elaboración de reservas alimenticias y de producción de leño joven para preparar sobre él la cosecha del año siguiente. Sin embargo, para que un árbol de café se mantenga vigoroso, cosechero, sin grandes fluctuaciones, resistente a enfermedades o inclemencias del ambiente, es esencial que esté bien nutrido. Una buena nutrición se obtiene con cuidados especiales del suelo, un follaje proporcional a su tamaño y un buen sistema radicular. La raíz, por su parte para desarrollase bien, necesita que el árbol disponga de buena zona de elaboración, representada por abundancia de tejidos verdes, que son los órganos que procesan los alimentos.
  • 45. En la poda periódica de cafetales viejos se observan dos tendencias distintas: 1) Podas intensas y profundas de recepas de muchos o todos los hijos o astas viejas. Esta poda la llamaremos “poda muy radical”. 2) Podas tan suaves que muy poco efecto tienen en la reconstrucción del árbol, pues se reduce a eliminar laterales secos o improductivos y despuntar ramas enteras muertas. Esta poda la podemos llamar “poda de cariño”. En contraposición a estas dos podas inconvenientes, lo más recomendable es practicar una “poda racional” basada en el conocimiento del árbol, en la observación diaria y en la experiencia propia, con miras a regularizar la producción. Para poder alcanzar este objetivo, se requiere tener presente algunos principios fundamentales derivados de las características botánicas y otros establecidos por la observación y la experiencia. Los principios fundamentales de la fisiología del café de acuerdo con la poda racional Primero: El café fructifica siempre sobre las ramas laterales — plagiotrópicas*— sean estas primarias, secundarias o terciarias. Segundo: El cafeto florece y fructifica normalmente sobre leño joven no mayor de un año, nacido el año anterior o la estación anterior. Tercero: Normalmente el cafeto fructifica solamente una vez en cada lugar; es decir, no repite fructificación en el mismo sitio donde ya dio cosecha. Cuarto: La primera cosecha de una rama lateral tiene lugar en una extensión que cubre más o menos las dos terceras o las tres cuartas partes de esta, desde su base hacia la extremidad. Ella conserva una zona de defensa y de elaboración de alimento, representada por su parte joven, en donde se localizará la cosecha del próximo año. De esta manera la rama lateral va creciendo cada año y desplazando su zona de fructificación hacia la extremidad. Por último, solamente dos nudos y a veces un nudo del extremo llevará cosecha para el año siguiente. De la misma manera, en los años sucesivos, la zona de cosecha continúa desplazándose desde la base hacia el ápice del árbol, hasta que, por último, éste solamente da fruto en el copo y en los extremos de las ramas laterales que son cada vez más angostas, por la 34
  • 46. forma cónica del cafeto. Podemos concluir que el orden de fructificación del árbol se desplaza cada año en dos sentidos: horizontal y vertical, en forma decreciente, desplazándose hacia las extremidades de las ramas laterales y hacia la copa del árbol, en forma piramidal. Quinto: Una buena cosecha en tamaño, cantidad y posiblemente calidad depende del vigor y grueso de la rama, condiciones de iluminación, distancia de siembra y otros factores externos. Los hijos o ramas laterales muy aglomeradas, con poca iluminación, son de escasa producción y de maduración tardía. En estos sitos, en los extremos y en la parte superior del arbusto, se dan el mayor porcentaje de granos mal conformados y en general los cafés de clases inferiores. Sexto: El vigor de los hijos o ramas verticales jóvenes (chupones) generalmente están en relación directa con el vigor del tallo o astas donde nacen. Cuando estos están más separados son más fuertes que cuando están amontonados. Séptimo: Los hijos de un método de poda basado en el tallo múltiple obtenido por agobio son más vigorosos y robustos cuando nacen de un árbol o tallo grueso bien desarrollado que aquellos que nacen de un agobio de un árbol tierno o muy joven. Octavo: En cualquier método de poda, no debe perderse de vista la relación estrecha entre la parte subterránea o sistema radicular y la parte aérea del árbol. Por eso, un cafeto aniquilado por un exceso de cosecha no debe podarse fuertemente por uno o dos años mientras no nazcan suficientes brotes para restablecerse. Un árbol expuesto a demasiado sol no debe someterse a una poda severa. Noveno: Cada práctica de poda debe ir acompañada de operaciones de labranza del suelo para estimular una mejor nutrición. La aplicación de un abono orgánico es el mejor complemento de una poda. Décimo: Una poda fuerte debe hacerse solamente en períodos de descanso vegetativo del árbol, entre la terminación de la cosecha y la floración próxima. A esta poda la llamamos “poda de reconstrucción”. Una poda más suave, agobio o entresaque de ramas puede hacerse en cualquier época, pero preferiblemente antes del deshije o poda de selección. A esta la llamamos “poda de conservación”. 35
  • 47. Undécimo: La poda racional requiere de una habilidad que sólo la da la experiencia. Para mantener regulada la producción en una plantación de café se requiere la poda constante. Por ello, es más conveniente preparar en cada finca una cuadrilla especializada y pequeña de podadores que se dediquen a esta importante operación. Las podas son moderadas si se establece la alternabilidad de las ramas fructíferas y se atiende a las podas suaves de sostenimiento o conservación. Duodécimo: Los hijos desarrollados no deben desgarrarse con la mano, sino cortarse con tijeras. Cuando se hacen a mano generalmente se desgarran las yemas. El deshije en árboles debilitados o pobres en follaje no debe realizarse temprano en la estación lluviosa o en forma muy severa. Es necesario dejarlos desarrollar para que, con sus hojas, contribuyan a la mejor nutrición de la planta. Aplicaciones prácticas Ya hemos visto que la primera cosecha cubre la mayor parte de la extensión de la rama; que la segunda y las subsiguientes se desplazan hacia la extremidad de la rama lateral, cada vez en una longitud más corta y delgada, hasta que después de algunos años esta solamente se produce en uno o dos nudos del extremo de la rama lateral y que sus granos en las extremidades del árbol y en la copa del mismo son de inferior calidad. Todo esto quiere decir que después de la poda inicial de formación del árbol joven, es preciso atender en los años siguientes a las podas de conservación y selección (deshije). Por último, ya en edad avanzada, se requiere a veces la poda de reconstrucción o la renovación total del arbusto o de las astas, porque el árbol ha perdido su forma inicial y la producción ha disminuido. Operaciones generales de poda: 1.-Poda de formación inicial o poda de reconstrucción (después de la cosecha y antes de la fluoración). 2.-Poda de conservación, (se realiza en cualquier época antes del deshije). 3.-Poda de selección (deshije). 36
  • 48. Diferencia entre astas, tallos —ramas verticales o ortotrópicas*— y ramas laterales —horizontales o plagiotrópicas— Entendemos por astas cada uno de los tallos primarios que forman el esqueleto de un árbol, como los que resultan para formar el candelabro de la primera y segunda capa o los hijos que resultan del agobio de una plantía joven y que después son los ejes que estructuran un árbol. Las astas solo forman el esqueleto en su formación inicial. Las ramas verticales o tallos son las que nacen sobre estas y, al igual que ellas, sólo crecen verticalmente. Ambas, cuando son muy vigorosas y bien situadas, al agobiarse o cortarse pueden dar nacimiento a buenos retoños y se les conoce técnicamente como brotes ortotrópicos. Las otras ramas fructíferas o laterales son las que crecen horizontalmente, conocidas técnicamente como brotes plagiotrópicos. Modalidades de poda por apreciación Se observarán muchas modalidades en cuanto a la forma característica de los cafetos, que son modificaciones de uno o de otro sistema de poda. Pero en términos generales, se notarán tres formas características de arbusto: 1.- La del árbol de libre crecimiento. 2.- La del árbol formado por el sistema de astas o ramas verticales, generalmente de tallo múltiple, ya sea por medio del agobio o de las cuatro capas que forman el candelabro. 3.- La del árbol suspendido o descopado con el cual se reprime por toda su vida el crecimiento vertical y se obtiene un crecimiento lateral (poda colombiana o poda Vaugahn). Si descartamos el primero de libre crecimiento, tenemos dos modalidades: el de astas o ramas verticales preferiblemente por agobio y el del árbol suspendido o descopado para el desarrollo de ramas laterales. Método de astas o tallos verticales La poda de formación puede ser por medio del agobio de tallos gruesos o por medio de una capa primero y luego dos más para formar un candelabro de cuatro astas. De estos dos métodos, el agobio de tallos que no sean tiernos es el que mejor se adapta, hoy en día, para lograr hijos vigorosos, debido a la escasez de mano de obra con experiencia calificada. 37
  • 49. Método de cafeto suspendido o descopado En muchos sectores de Colombia se suspende el crecimiento vertical con un descope único cuando el árbol ha llegado a una altura entre 1.50 y 1.70 metros, dependiendo de la variedad y la inclinación del terreno. En la poda de Vaugahn, practicada en Nicaragua, el árbol es suspendido más bajo, a unos 0.80 metros, y una vez desarrollada la crenolina* en este primer piso lateral se deja crecer un hijo, el cual más tarde se suspende también y se crea un segundo piso. A veces se deja crecer un tercer piso. Diferencia entre los dos métodos Con el método vertical de astas se forma un árbol alto con varios tallos. Con el método de árbol suspendido se reprime definitivamente el crecimiento vertical, con lo cual se logra un gran desarrollo de las ramas laterales que se conservaron, llamadas primarias y sobre ellas nacen las secundarias y sobre estas últimas nacen las terciarias. En el método de astas, se seleccionan los hijos más vigorosos; en el árbol suspendido se eliminan sistemáticamente los hijos para no alterar la forma del árbol, pues el desarrollo de ramas verticales inhibe el crecimiento lateral, que es el que se desea. En el método de astas, la cosecha tiende a localizarse en las partes altas y, en cambio, en el árbol suspendido la producción se logra exclusivamente sobre las laterales (primarias, secundarias y terciarias). El cafeto fructifica siempre sobre ramas laterales, horizontales, cualquiera que sea el método de formación del árbol. El criterio que se aplica en cada método varía fundamentalmente. El método del árbol suspendido requiere mayor distanciamiento entre los cafetos y el de astas, en cambio, permite una mayor densidad de árboles, sin llegar a impedir esta la entrada de ventilación y la posibilidad de agobios. En ambos métodos, si la poda es por apreciación, las distancias de siembra son más abiertas. Si la poda es por surcos o por lotes, o el terreno muy inclinado, las distancias pueden ser más cortas, por la mayor penetración del sol. Igualmente si los cafetos son de porte bajo. Características vegetativas No debe aplicarse un método unificado para todas las regiones o climas. Más bien, los métodos de poda deben adaptarse teniendo en cuenta las 38
  • 50. características de vegetación de cada zona y las variedades. Por eso enfatizamos que todas las podas son útiles, unas más que otras, dependiendo de las preferencias de cada finquero y características de cada finca. Las características de las fincas varían, a grandes rasgos, en la forma siguiente: en las zonas bajas, el cafeto muestra la tendencia marcada al crecimiento rápido en el sentido vertical y es muy escaso el desarrollo espontáneo de ramas laterales y también lo es el crecimiento provocado por estímulo, en comparación con las zonas altas. En la zona media, puede considerarse normal tanto el crecimiento vertical como el desarrollo de ramas laterales. Por último, en las zonas más altas (arriba de 1,200 metros) el desarrollo vertical del árbol es muy lento por permanecer más nublado, lo cual ocasiona una tendencia muy definida a una abundante ramificación lateral. En estas zonas altas de lento crecimiento vertical el leño es menos flexible, es más quebradizo y tiende a engrosar más. La hoja es también diferente, siendo esta más gruesa y más pequeña en las zonas altas. El grano tarda más en madurar y es más denso, mejorando esto su calidad. La longitud del entrenudo varía con la variedad y con las condiciones de sombra, siendo más largo bajo sombra y en ramas muy próximas. Poda por la suspensión del crecimiento vertical No se pretende hacer un relato completo sobre podas sino trazar algunas orientaciones. En zonas muy altas, por la abundante ramificación de laterales, algunas caficultores adoptan una poda basada en la suspensión del crecimiento vertical, dando a las ramas primarias una distancia adecuada de 15 a 20 cm entre ellas, suprimiendo por medio de poda los pares muy próximas entre sí, al mismo tiempo que evitan el nacimiento de ramas secundarias muy cercanas al tronco. El cafeto suspendido desarrolla lateralmente una estructura más fuerte, la cual ofrece buena resistencia al viento y está menos expuesto a descomposiciones fisiológicas por tener más follaje. Este método emplea mano de obra calificada y abundante y por ello se practica poco hoy en día. Sin embargo, se relata como referencia a lo que puede ser práctico cuando se cuenta con trabajadores disponibles y calificados. 39
  • 51. Poda del cafeto por medio del agobio No se debe agobiar el árbol muy joven, cuando no tiene gran desarrollo en longitud ni un buen diámetro en el tronco. La madera joven, de color rosado y rallada, debe dejarse desarrollar sin alterar su crecimiento. Otra consecuencia perjudicial en la formación inicial de la planta joven es la necesidad de recurrir muy pronto a la práctica de podas profundas que lo debilitan y le preparan una decadencia temprana. Las podas profundas en árboles adultos pudieran, si no justificarse, al menos aceptarse o tolerarse si al mismo tiempo el suelo recibiera cuidados adecuados de labranza y defensas contra la erosión. Las labores del suelo que protejan la materia orgánica y lo mantengan vivo son más importantes que la poda misma. Reacción del agobio Como reacción al primer agobio nacen varias astas muy cercanas entre sí en la base del tronco, especialmente en el sitio más próximo al agobio. De estas astas se conservan por lo general tres o cuatro y a veces más. Cuando el agobio procede de una planta muy joven y de un tronco delgado, el desarrollo de las astas no es tan vigoroso como el de aquellas que nacen de una plantía ya desarrollada con un tronco grueso y una base agobiada ancha. Cuando la rama es demasiado vieja, los hijos salen delgados y raquíticos, si a caso logran nacer. Ésta toca mejor receparla si apenas tiene cosecha en la copa. Otro problema con el agobio en la planta joven es que los hijos delgados y poco vigorosos crecen simultáneamente y llegan a su período de rendimientos decrecientes al mismo tiempo. A los pocos años la producción se desplaza hasta colocarse en la extremidad de las ramas laterales y en la copa. Entre tanto se ha acumulado un exceso de leño en los troncos y en los laterales, cuyo sostenimiento demanda a la planta un gasto considerable de alimento y una acumulación abundante de reservas para mantenerlos, que en otra condición podrían emplearse en una mayor producción del fruto. El agobio, aunque difiere de la suspensión, tiene resultados similares ya que la desviación de la movilidad tradicionalmente vertical de los tallos provoca que las yemas se activen y resulten en retoños nuevos. Recordemos que las yemas seriadas en los tallos sólo se activan cuando se suspende o se desvía 40
  • 52. el crecimiento apical*. Ellas no tienen conexión vascular con el tallo por su propio esfuerzo a no ser que se estimulen al suprimir la dominancia apical. Por eso la poda de los tallos es un imperativo. En cambio, las ramas horizontales donde las yemas tienen vida propia —conexión vascular desde el principio— sí producen ramas secundarias y terciarias sin necesidad del estimulo. El cafeto que no ha sido suspendido, agobiado o recepado no produce retoños que generen espontáneamente ramificación lateral. Por eso las diversas astas formadas por el libre crecimiento solamente tienen follaje en las extremidades de los laterales y en la copa. En un árbol que habitualmente mantiene escaso follaje, la raíz no puede ser vigorosa, por insuficiencia de nutrición, ya que el alimento del sistema radicular es elaborado por los órganos verdes aéreos (hojas y tejidos nuevos). Ahora bien, un órgano, como los brotes o ramas nuevas, que no recibe su dosis necesaria de alimento termina gastando sus propias reservas acumuladas durante los tiempos buenos y no cuenta con esas reservas en la época seca. A la vez, si las raíces carecen de vigor, el desarrollo de la parte aérea no puede mantenerse en condiciones óptimas por la relación tan estrecha entre esta y el sistema radicular. En los cafetos viejos y desfoliados formados de varias astas, en vez de practicar una poda severa de eliminación de todas o varias de las astas, es más aconsejable una poda racional, eliminando paulatinamente, y no de una vez, varios de estos troncos gruesos y tratar de agobiar los que se presten para esta operación, para promover un desarrollo activo de órganos de vegetación. Además de la renovación de rama que nace sobre los tallos agobiados, se va desplazando o prolongando lateralmente la base del árbol, lo que hará que el cafeto sea más ancho en su parte inferior y más abierto en su copa. El desplazamiento lateral de la base del árbol permitirá en el futuro disponer de mayor espacio para distanciar las ramas cosecheras. En los agobios espontáneos de astas gruesas y largas, no se debe practicar un deshije total de las ramas verticales que nacen en el arco del agobio y en el tronco. Cuando el agobio natural sucede en ramas delgadas por el peso de su cosecha, se puede suspender cortando con los dedos el tallito extremo que tiene la yema terminal para que esta engruese. Estos agobios, al igual que el provocado, se deben distanciar los hijos por medio de la poda de selección 41
  • 53. (deshije), pero no es conveniente hacerlos con la mano si tienen ya algún desarrollo. Árboles que han sufrido por estar al sol o con muy poca sombra no pueden recibir una poda fuerte. Estos árboles débiles hay que mejorarles su vitalidad, sobre todo su nutrición, con labranza al suelo y esperar un follaje para tratar de reconstruir después su forma. Objetivos de la poda racional de acuerdo al Doctor J. P. Duque: Primero: proporcionar al cafeto una formación adecuada y conveniente que permita la mayor estabilidad en cuanto a su conservación y que no implique la necesidad futura de practicar podas severas para mantener la producción. No es posible esperar todo de la poda, porque la respuesta del árbol es limitada. Es mejor la poda racional con la frecuencia requerida que podas intensas a períodos más largos y complementar esta operación con buenas prácticas de cultivo. Segundo: la poda racional busca una vida larga del árbol, una producción buena, uniforme, sin descomposiciones de orden fisiológico y sin grandes fluctuaciones en las cosechas. Tercero: el cafeto que solo sostiene ramas fructíferas pero carentes de zonas de vegetación y preparación de la próxima cosecha es un árbol descompensado fisiológicamente, porque está gastando sus reservas sin elaborar alimento para mantener las funciones vegetativas. Cuarto: una poda racional de formación debe proporcionar espacio suficiente para poder establecer el cambio de ramas, la alternabilidad. Es antieconómico conservar por más tiempo de una cosecha ramas fructíferas que solamente deberían rendir solo una. Entre tanto se le da oportunidad en otro sitio a otra que la sustituya en la cosecha venidera. Quinto: en la poda de formación por el método de astas (múltiples verticales) y distancias muy cortas de siembra, la tendencia del árbol es a desarrollarse en altura, concentrándose la producción en las ramas superiores. Este caso es muy común en los árboles formados en candelabro por capas repetidas, pues debido a la corta distancia de las ramas no pueden doblarse o agobiarse espontáneamente. También ocurre en las plantaciones agobiadas cuando la siembra es a muy corta distancia. 42
  • 54. Sexto: la siembra a muy corta distancia cubre todo el terreno impidiendo el acceso de la luz; esto retarda el crecimiento de plantías, encarece la recolección por lograr cosechas solo en la parte superior y no permite que las ramas laterales se desarrollen o se agobien. Séptimo: debe evitarse la acumulación de leño improductivo. Esto se consigue eliminando anualmente parte de las ramas fructíferas, sustituyéndolas por leño nuevo. La escasez de mano de obra dificulta esta práctica en ciertas zonas. Octavo: ramas de fruto crecidas sobre leño delgado solamente rinden una cosecha. Ramas mejores y nacidas sobre madera más gruesa pueden rendir dos y en ocasiones hasta tres cosechas. Noveno: con la poda de formación se debe dar al árbol una base suficientemente amplia a poca altura, constituida por troncos fuertes y gruesos que acondicionen mejor la distribución de la luz y la ventilación. Décimo: muchas ramas que crecen en el mismo sitio de inserción o muy próximas, no desarrollan bien ni son de alta producción. Sus tallos y ramas laterales sufren de alargamiento de entrenudos por falta de luz. Método de poda aconsejable: no es recomendable un método único de poda, sino uno de racionalización en cada lugar, respetando los métodos y experiencias propias. No se pretende sustituir el método de astas por el del árbol suspendido como es la poda Vaugahn o poda colombiana, que requiere de mayores distancias entre un árbol y otro. Lo que se pretende es un sistema de podas racionales, moderadas, periódicas y constantes en toda época del año para mantener el cambio de ramas fructíferas mediante el agobio. Una poda profunda puede hacerse solo en épocas de descanso del árbol, en la estación seca, pero una poda suave de ramas, como es el agobio, puede ejecutarse en cualquier tiempo menos durante la florescencia y preferiblemente en la primera mitad de la estación lluviosa, para que estén bien desarrollados los hijos antes de la próxima época seca. Las prácticas a sugerir están basadas en la tradición salvadoreña de astas o renuevos verticales con árbol de tallo múltiple y puede adaptarse perfectamente en varias zonas de diferentes altitudes. Sin embargo, debemos 43