1. Otros conceptos de especie
El concepto biológico de especie tiene sus limitaciones (aunque funciona bien para
muchos organismos y ha sido muy influyente en el progreso de la teoría evolutiva).
Para abordar algunas de estas limitaciones se han propuesto muchos otros
«conceptos de especie», como por ejemplo:
El concepto de reconocimiento de especie: una especie es un conjunto
de organismos que se reconocen entre sí como parejas potenciales.
Aunque se haya impedido que estas dos ranas se apareen, el hecho de que
se reconozcan entre sí como posibles parejas hace que sean de la misma
especie bajo el concepto de reconocimiento de especie.
Conceptofenético de especie: una especie es un grupo de organismos que
son fenotípicamente similares y que parecen diferentes de otros grupos de
organismos.
Según este concepto, el parecido fenotípico es lo único que importa a la hora
de identificar especies diferentes. Por lo tanto, dado que las ranas
representadas aquí tienen el mismo aspecto (aunque no pueden aparearse
entre sí), serían consideradas la misma especie de acuerdo al concepto
fenético de especie.
El concepto filogenético de especie: una especie es la «punta» de una
filogenia, es decir, el conjunto de organismos que comparte un antepasado y
que puede distinguirse de otros conjuntos similares. Según esta definición,
2. una especie anillo es una única especie que abarca una gran variabilidad
fenotípica.
En este ejemplo, los linajes A y B de la salamandra Ensatina son especies
diferentes. Cada uno de ellos tiene un antepasado común que no comparten
los individuos de otras especies. Incluso aunque se haya diversificado
mucho, el linaje C es una única especie según el concepto filogenético de
especie. Ninguna de las subespecies del linaje C tiene un sólo antepasado
común independiente de las otras subespecies.
La elección de un concepto de especie por un investigador a menudo refleja el
centro de interés de su investigación. Para tomar esa decisión el científico necesita
comprometerse con un concepto de especie. Para la mayoría de los propósitos y
para la comunicación con el público general se utiliza el concepto biológico de
especie.
3. ¿Qué son las especies?
Las especies, como el quetzal, el ahuehuete, el jaguar, la dalia, el cocodrilo, y la
mariposa monarca, son las unidades en que categorizamos a todos los seres
vivientes, incluido el ser humano. La especie es el grupo de organismos que
pueden reproducirse y producir descendencia fértil.
En general, los individuos de una especie se reconocen porque son similares en su
forma y función. Sin embargo, muchas veces los individuos de una especie son
muy diferentes. Por ejemplo, los machos y las hembras en las aves son muy
diferentes, los renacuajos son muy diferentes de las ranas, las orugas son muy
distintas a las mariposas.
4. También sucede lo contrario, algunas especies distintas son muy similares y a veces
difíciles de distinguir aun para los ojos más expertos.
Antiguamente, las especies se clasificaban de acuerdo a su forma. Carolus Linneo
(1707-1778), botánico, naturalista y explorador sueco propuso un sistema de
clasificación que se conoce como el sistema binomial, ya que asigna a cada
especie un par de nombres. El nombre del género, con el cual se relaciona a otras
especies, y el nombre de la especie, que es único. Por ejemplo, el lobo (Canis
lupus) y el coyote (Canis latrans), comparten el nombre genérico Canis ya que son
parientes cercanos, pero cada uno tiene su nombre específico único.
5. Infografía
En la actualidad, las innovadoras técnicas de análisis de ADN nos permiten conocer
la identidad y la relación de parentesco entre las especies. La medida de similitud o
diferencia entre el ADN de diferentes especies se conoce como distancia
genética y nos permite conocer el grado de relación entre las especies.
Las reglas de nomenclatura científica se especifican en cinco códigos: animales
(Código Internacional de Nomenclatura Zoológica), plantas (Código
Internacional de Nomenclatura Botánica), plantas cultivadas (Código
Internacional de Nomenclatura para Plantas Cultivadas), bacterias (Código
Internacional de Nomenclatura de Bacterias) y virus (Comité Internacional
sobre la Taxonomía de los Virus).
Subespecies
6. Las subespecies, variedades, o razas geográficas son especies incipientes, es decir
especies en formación. Tienen características particulares de anatomía, fisiología o
conducta, generalmente adecuados al ambiente en donde viven pero que las
distinguen de las características promedio de la especie a la que pertenecen. Por
ejemplo, el lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es la subespecie más pequeña de
lobo gris (Canis lupus). En la nomenclatura científica se distinguen por un tercer
nombre que designa la subespecie.
¿Cómo se forman las especies?
Charles Darwin (1809-1882) y Alfred Russell Wallace (1823-1913), naturalistas
ingleses propusieron que todas las especies evolucionan a partir de ancestros
comunes a través del proceso conocido como “selección natural”. Darwin publicó
el libro “Sobre el Origen de las Especies” en 1859 en donde se describe el proceso
de selección natural como análogo a la selección artificial con la cual los humanos
han ido seleccionando las variedades de animales y plantas domesticadas.
La selección natural es el proceso mediante el cual los rasgos heredables favorables
se vuelven más comunes en sucesivas generaciones en las poblaciones, mientras
que los rasgos heredables desfavorables se vuelven menos comunes, debido a la
reproducción diferencial en las poblaciones.
Te explicamos qué es una especie, cuál es su origen y su relación con el género.
Los tipos de especies, las especies en extinción y ejemplos.
7. Existen unas 1,9 millones de especies de seres vivos en nuestro planeta.
¿Qué es una especie?
En biología, se entiende por especie a la unidad básica de clasificación de
los seres vivientes, o sea, el peldaño inferior de toda forma
de taxonomía biológica. Una especie es un conjunto de organismos capaces de
reproducirse y obtener descendencia fértil (no híbrida), y que comparten sus
rasgos básicos definitorios evolutivos.
Se conocen actualmente unas 1,9 millones de especies de seres vivos
en nuestro planeta, repartidas en los diversos reinos de la vida. Muchas de ellas
comparten orígenes evolutivos o se encuentran emparentadas evolutivamente a
partir de algún ancestro común, aunque la categoría de especie es difícil de aplicar
a los organismos primitivos de reproducción no sexual, dado que justamente no
son reproductivamente homogéneos.
La clasificación biológica le confiere a cada especie un nombre propio,
escrito en latín y consistente en dos términos: primero el del género y luego
el de la especie, como en Homo sapiens, nombre de la especie humana. En este
sentido, cuando usamos términos comunes para referirnos a ciertas formas de
8. vida, como “perro”, “gato”, “hongo” o “helecho”, realidad nos referimos a un
conjunto de especies que pueden ser sumamente diversas entre sí.
Ver además: Comunidad en biología
Origen de las especies
Darwin explicaba que las especies de los seres vivos provenían de otras especies anteriores.
El modo en que las especies aparecen se conoce gracias a los trabajos de
Charles Darwin, principalmente. Su ensayo El origen de las especies publicado
en 1859 sentó las bases para lo que hoy conocemos como la evolución biológica.
En ese texto, Darwin explicaba que las especies de los seres vivos provenían de
otras especies anteriores, es decir, de sus antecesores, cuyos destinos habían
estado determinados por la presión ambiental, o sea, la competencia por sobrevivir
y reproducirse frente a otras especies contemporáneas. A dicha competencia la
llamó Darwin “selección natural”.
Así, las especies provienen las unas de otras anteriores, remontándose en
la vida hasta un ancestro común, y así sucesivamente hasta las primeras
formas de vida. Darwin comprendió todo esto cuando en sus viajes constató cómo
las especies de las Islas Galápagos eran semejantes, pero a la vez diferentes, a las
9. que había en tierra firme. Esto sugería que, apartadas geográficamente durante
una cantidad suficiente de tiempo, las especies insulares se habían adaptado a su
nuevo entorno, siguiendo un camino evolutivo distinto al de sus compañeros de
tierra firme. Y así, eventualmente, cada variante terminó siendo una especie
distinta.
Puede servirte: Evolución del hombre
Especie y género
En el nombre científico de las especies de seres vivos, podemos ver tanto
el género como la especie, escritos en latín: Homo sapiens, género “Homo”
(humano) y especie “sapiens” (sabio). Esto se debe a que el género es una
categoría taxonómica superior (más general, menos específica) que la
especie, pero inferior (menos general) a la familia.
El género, así, es un linaje de especies, emparentadas evolutivamente y
que de alguna manera constituyen variantes, podría decirse que materializaciones
distintas, de un concepto general que las abarca. Los géneros, además, pueden
dividirse en subgéneros o infragéneros, suerte de géneros-dentro-del-género, o
pueden agruparse en supergéneros, un eslabón intermedio entre género y
familia. Puede haber géneros de una única especie.
Tipos de especies
10. Existen unas 120.000 especies diferentes de hongos en el mundo.
Las especies pueden clasificarse de acuerdo al reino de la vida al que pertenecen
los animales que describen. En ese sentido, conocemos (según estándares de
2009):
Especies animales. De las que se registran 1.424.153 diferentes.
Especies vegetales. De las que se registran 310.129 distintas.
Especies de hongos. De las que se tiene nota de unas 120.000 diferentes.
Especies de protistas. De los que se tiene nota de 55.000 distintas.
Especies de bacterias. De las que se conocen unas 10.000 diferentes.
Especies de arqueas. De las que apenas se conocen unas 500 distintas.
Especies de virus. De los que se tiene registro de unas 3.200 diferentes.
Ejemplosde especies
11. El lobo gris es la especie más común de lobos de vida silvestre del mundo.
Algunos ejemplos de especies son:
Homo neanderthaliensis. Especie extinta ya del género humano, que
convivió con la humanidad moderna hace unos 230.000 años.
Cannis lupus. Conocido como lobo gris, es la especie más común de lobos
de vida silvestre del mundo, a la cual podría pertenecer genéticamente el
perro común, de no haberse domesticado hace miles de años.
Panthera tigris. Es una de las cuatro especies de tigres del mundo,
célebre por su cuero rallado y anaranjado. Es endémico del continente
asiático en donde es un gran depredador selvático.
Helicobacter pylori. Especie de bacteria gram negativa que habita en el
aparato gástrico humano, pudiendo desarrollar infecciones en la mucosa
gástrica.
Rhodniusprolixus. Llamado chipo o pito, es un insecto hematófago
común en el continente americano, capaz de transmitir el mal de Chagas.
Populus alba. Conocido como álamo blanco o como álamo común, es un
árbol frondoso de hojas verdes con revés blanco, común en Europa y Asia,
que crece hasta los 30 metros de altura.
12. Especies nativas
La hormiga argentina ha sido introducida artificialmente a todos los demás continentes.
Las especies nativas son aquellas que son originarias del hábitat en el que
se las encuentra, es decir, que no provienen de migraciones, ni han sido
introducidas artificialmente. Sin embargo, a diferencia de las especies endémicas,
las nativas pueden perfectamente hallarse en otros entornos, en los cuales,
lógicamente, ya no serán nativas, sino especies exóticas.
Por ejemplo: la iguana marina de las Islas Galápagos (Amblyrhynchuscristatus) es
nativa y endémica de las islas, ya que son originarias de allí, y en ningún otro lugar
del mundo se la encuentra. En cambio, la hormiga argentina (Linepithemahumile)
es una especie nativa de Suramérica (Argentina, Paraguay, Bolivia y el sur
del Brasil), que ha sido introducida artificialmente a todos los demás continentes
excepto la Antártida, y en ellos compite con las especies de hormigas nativas de
dichos continentes.
Sigue en: Especie nativa
Especies exóticas
13. Un claro ejemplo de especie exótica son las vacas.
Las especies exóticas, especies introducidas o especies foráneas son aquellas
que no son nativas del lugar en el que se encuentran, o sea, que han sido
introducidas artificialmente o que son fruto de migraciones. En este sentido, se
consideran lo opuesto de las especies nativas.
Las especies exóticas pueden ser benéficas o dañinas para el hábitat que
las recibe, alterando así el balance ecológico local, y pudiendo resultar en una
competencia para las especies nativas. En el caso de que resulten nocivas, se
pasan a considerar especies invasoras.
El ser humano es responsable de muchas de introducciones de especies a
lo largo del tiempo, ya sea consciente (ingeniería ecológica) o involuntariamente.
Un claro ejemplo de ello son las vacas (Bostaurus), que hoy en día se pastorean en
el mundo entero pero que tienen un origen surasiático. Otro lo constituyen las
diversas especies de trigo (Tricutumspp), introducidas por la agricultura en todos
los continentes.
Especies invasoras
14. Los conejos fueron introducidos en Australia para practicar el deporte de la caza.
Se considera especies invasoras a aquellas especies exóticas que, una vez
llegadas a un nuevo hábitat, proliferan y generan una alteración en el
ecosistema nativo, desplazando a otras especies o empobreciendo el nicho
ecológico, dado que provienen de un sistema biológico externo. Estas especies
pueden representar un peligro biológico real, no sólo a nivel biótico sino también a
nivel económico y agropecuario, o de salud pública, y por ello existen regulaciones
internacionales respecto al control del tránsito de animales, plantas, semillas, etc.
Un ejemplo de especies invasoras lo representan los conejos comunes
(Oryctolaguscuniculus) introducidos en Australia en el siglo XIX para
practicar el deporte de la caza, y que proliferaron a grado tal que se convirtieron
en una plaga en este país, poniendo en jaque plantaciones enteras, ya que no
poseían depredadores naturales en dicho ecosistema.
Especies en peligro de extinción
15. El tigre de bengala es una especie amenazada.
La extinción es la muerte de una especie, es decir, la desaparición de todos
los individuos que la componen. Es un proceso que a menudo se ha dado en la
historia biológica del planeta, a veces de manera individual y otras de modo
masivo, en lo que se conoce como extinciones masivas, evidenciadas en el registro
fósil geológico.
Las extinciones pueden darse por diversos motivos: cambios drásticos del
ecosistema (climáticos, químicos, geológicos, cataclismos, etc.), surgimiento de
una nueva especie más exitosa (selección natural) o, como ocurre en tiempos
actuales, por la actividad humana: contaminación, cacería o tala indiscriminada,
etc.
Fuente: https://concepto.de/especie/#ixzz6j5aqBKEC
16. El concepto de especie y la explicación de la extinción
Ernesto Rodríguez Luna y Aralisa Shedden González
en el transcurso de la historia de la biología, el significado del término especie ha cambiado
continuamente y ha suscitado un sinnúmero de discusiones entre los especialistas. En este escrito
hacemos un recorrido histórico de las principales definiciones, aclarando que no se abarcan todas
las conceptualizaciones existentes. Asimismo, intentaremos mostrar cómo las definiciones de
especie han estado relacionadas con otras ideas, como por ejemplo las de creación, evolución,
extinción y conservación de plantas y animales. Y también mostraremos la manera en que tales
concepciones se han transformado de acuerdo al cambio histórico en las visiones sobre la
naturaleza.
¿Qué es una especie?
La noción de naturaleza se ha expresado de distintos modos durante el desarrollo cultural de la
humanidad. Especialmente en el pensamiento occidental, esa idea se ha transformado
históricamente conforme la filosofía y la ciencia la han redefinido, y uno de los conceptos
fundamentales en la explicación del mundo natural es el de especie. Los orígenes más remotos del
concepto de especie pueden vislumbrarse en las ideas bosquejadas por Platón y Aristóteles. Estos
dos filósofos de la antigüedad, junto con otros pensadores predarwinianos, practicaron una
aproximación creacionista/esencialista para distinguir las especies en el mundo natural; según este
planteamiento, Dios creó las especies y una esencia eterna para cada una de ellas. Así, se explican
las variaciones entre una misma especie como imperfecciones en la actualización de dicha forma.
Aun cuando Linneo consideraba a las especies con base en una explicación creacionista, hizo una
contribución de gran importancia al reconocer la existencia de las especies como entidades en la
naturaleza. Gracias a sus esfuerzos, fue a partir del siglo XVIII que se concibió
un sistema de clasificación sencillo que pudiera usarse con todos los seres vivos, estableciendo
además la nomenclatura binomial para la denominación de las especies.
Durante ese siglo, numerosos geólogos estaban aún influidos por la doctrina de la Biblia, según la
cual la Tierra había sido creada hace unos 6 mil años, aunque en ese momento Buffon estimaba que
la edad de nuestro planeta era mucho mayor. Cuvier fue el primero que, basándose en abundante
material, estableció el principio general de que los fósiles proceden de épocas en que la Tierra estaba
habitada por animales distintos a los actuales.
Es en el siglo XIX, con las aportaciones de Lamarck, que el creacionismo es enfrentado con
argumentos sólidos, y comienza otra influencia importante para la definición del concepto de especie:
el transformismo. Sobre dichas reflexiones, Darwin desecha la explicación esencialista de las
especies al darse cuenta de que la variación representaba una de las características más
importantes de los seres vivos. En consecuencia, aplica el concepto morfológico de especie,
argumentando que las especies eran variedades que adquirían un espacio en la realidad cuando sus
intermedios morían, dejando un “intermedio morfológico”. La publicación de El origen de las especies
marca un cambio significativo en la forma en que eran concebidas las especies y obliga a reflexionar
sobre la base de tres cuestiones distintas: el hecho de la evolución, la historia evolutiva y los
mecanismos por los que se producen los procesos evolutivos.
En esta corriente evolucionista, el concepto de especie se ha redefinido en numerosas ocasiones.
Ya a principios del siglo pasado, Poulton propone el entrecruzamiento entre miembros de la misma
especie como la indiscutible clave del significado de ésta. Siguiendo en esta línea, Dobzhansky
propuso el concepto biológico de especie, en el que se consideraba como el único y verdadero
significado de especie las características del entrecruzamiento y del aislamiento reproductivo. A
finales de los años 60 el concepto biológico de especie es redefinido y popularizado por Mayr en los
17. siguientes términos: “las especies son grupos de poblaciones con entrecruzamiento natural, que
están reproductivamente aisladas de otros grupos”.
Tal definición fue ampliamente aceptada, y parecía haber resuelto el problema del citado concepto,
dado que las especies fueron definidas por características importantes para su propio mantenimiento
como entidades, es decir, por su función biológica. Poulton, Mayr y Dobzhansky enfatizaron que el
nuevo concepto se basaba en la realidad de la especie, más que en ser exclusivamente un criterio
útil para la taxonomía.
Sin embargo, la concepción de especie también fue cuestionada cuando van Valen y otros
investigadores formulan a mediados de 1970 el concepto ecológico de especie, al afirmar que el
verdadero significado de la especie radica en su ocupación de nichos ecológicos, más que en los
procesos de entrecruzamiento, y pocos años después surge la idea de “reconocimiento”, en el cual
se explica a la especie como “la población más inclusiva de organismos, individualmente
biparentales, que comparten un sistema de fertilización común”.
Recientemente, Mallet señaló la existencia de otras aportaciones científicas que han cobrado gran
aceptación para la determinación de las especies, las que consideran, por ejemplo, los aspectos
genéticos y evolutivos utilizando diferencias diagnósticas entre poblaciones geográficas (en algunos
casos es un solo par base de ADN el que diferencia una especie de otra), y considera que una
“combinación” de los diferentes conceptos de especie son quizá la mejor aproximación para resolver
el problema, ya que al incorporar los orígenes evolutivos y filogenéticos, junto con todo medio
biológico posible gracias a lo cual una especie se mantiene, estos conceptos combinados “cubren
todas las bases”. Tal como apuntaba Mayr hace tres años, “no existe otro problema en biología sobre
el que se haya escrito más y sobre el que se haya logrado menos unidad que el problema de la
especie”. Por ejemplo, en 1859 el propio Darwin lo planteó en los siguientes términos: “Considero el
término especie como uno asignado arbitrariamente, para mayor conveniencia, a un conjunto de
individuos que se asemejan notablemente”; sin embargo, sólo sus más fieles discípulos, como
Haeckel, Schleidan, Schmidt y Carpenter, aceptaron la idea de que no hay especies. El mismo Mallet
escribía hace cinco años que Darwin creyó haber comprobado lo innecesario que era el concepto de
especie al demostrar que la evolución era la responsable de la diversidad de la vida y que las
especies eran un continuo de variedades locales, razas geográficas y subespecies; esto es, que las
especies no son objetos individuales reales, sino que deben ser consideradas como una invención
del hombre, útil para comprender la diversidad de plantas y animales, así como su evolución.
Como podemos advertir, hoy día existen numerosas definiciones de especie que compiten entre sí
como hipótesis rivales y que funcionan como presuposiciones instauradoras de sentido. Mayden ha
señalado la existencia de hasta veinte conceptos distintos de especie en la actualidad, pero aún no
hay una definición que satisfaga las necesidades y criterios de cada rama relacionada con las
especies. Independientemente de la discusión sobre el concepto, se ha comprobado que los
organismos vivos evolucionan y se diversifican, y fue Darwin, junto con otros biólogos del siglo X I
X, quienes aportaron evidencias contundentes de ello a partir de estudios comcomparativos de
organismos vivos, de su distribución geográfica y de los restos fósiles, en tanto que las disciplinas
biológicas recientes (como la genética, la ecología o la fisiología) han generado pruebas adicionales
y confirmado detalladamente la existencia de esta evolución biológica.
Extinción
De acuerdo con Ayala, ya no hay lagunas en el conocimiento de la historia evolutiva de los
organismos vivos: la biología molecular ha hecho posible reconstruir el “árbol de la vida”. Así, la
extinción de las especies es un resultado habitual del proceso evolutivo. Las especies hoy existentes
representan el equilibrio entre la aparición de nuevas especies y su eventual extinción. Actualmente
se han descrito casi dos millones de especies vivas, aunque se calcula que hay al menos diez
millones. Sabemos que más de 99% de todas las especies que alguna vez han vivido sobre la Tierra
se han extinguido sin dejar descendencia. Desde el comienzo de la vida sobre nuestro planeta, hace
18. más de 3,500 millones de años, el número de especies diferentes que han vivido probablemente
supere los mil millones.
Considerando el párrafo anterior como una descripción resumida de la vida en la Tierra, nos
podremos dar cuenta de la importancia del término especie. Aun cuando existe una fuerte discusión
en torno a su significado y definiciones, este concepto es clave para entender la estructura y
funcionamiento del mundo natural y es innegable su utilidad; por ejemplo, es un concepto
indispensable para explicar la aparición y desaparición de plantas y animales en la historia de la vida,
esto es, la evolución y extinción de las especies.
De las especies descritas, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación,
aproximadamente 15,600 se encuentran amenazadas de extinción, por lo que numerosas
organizaciones internacionales consideran de vital importancia revertir la llamada “sexta ola” de
extinción, e indican que el ser humano es su principal responsable. Se cree que la tasa actual de
extinción es entre cien y mil veces mayor que la tasa natural, aunque debemos destacar que en la
gran mayoría de las especies no ha sido evaluado todavía su grado de amenaza, por lo que el
problema de la extinción podría ser incluso mayor. En palabras de Wilson, “la Tierra nunca se vio
sometida a nada parecido a la fuerza destructiva que tiene la humanidad en el presente”. Explica
además que las tasas de extinción superan a las de aparición de nuevas especies, por lo que “no es
probable que recuperemos el nivel original de biodiversidad en un lapso conmensurable con los
tiempos humanos”. Tomando en cuenta estas reflexiones, la discusión sobre el concepto de especie
adquiere un valor adicional en nuestros días: para hacer la conservación de la biodiversidad efectiva,
es imperativo establecer una definición consensuada y útil de dicho término. Si bien los problemas
ambientales y la desaparición de especies han sido reconocidos desde hace más de 2 mil años
(como en el caso de Plinio el Viejo, quien notaba que la desertificación del Mediterráneo era una
consecuencia de la deforestación), es Charles Darwin quien establece las bases de la conservación
al manifestar la importancia utilitaria, científica y moral de salvar especies distintivas. En nuestros
días, se reconoce que las especies tienen un valor inmenso para el humano como fuentes de
alimento, medicinas, materias primas para construcción o combustibles. Adicionalmente, son
innegables los valores recreativos, emocionales, culturales, estéticos y espirituales que proporcionan
las distintas especies al hombre.
Conservación
Tal como se ha dicho, se conocen los esfuerzos conservacionistas que ha habido en el curso de la
historia, relacionados con la protección de las características espirituales y estéticas en la naturaleza,
la preservación de cotos de caza o el mantenimiento de recursos forestales, entre otros. No obstante,
fue en 1978 que el ecólogo M. Soulé organizó la primera Conferencia Internacional sobre la
Conservación Biológica, y fue entonces que se definió su campo disciplinario. Actualmente, la
conservación biológica ha surgido como una mezcla de disciplinas vinculadas por una filosofía
común, cuyo propósito básico y central es prevenir la pérdida irreversible de vida en este planeta.
De esta forma, la teoría ecológica, así como los estudios sobre biodiversidad y conservación, debe
reconocer que los conteos de especies a lo largo de grandes extensiones temporales y espaciales
representan una medida inexacta de la diversidad biológica, una medida que se atribuye más a una
moda taxonómica y metafísica que a la ciencia, como apunta Mallet. Esta crític a resulta
complementada por la observación de que, pese a los esfuerzos conservacionistas desplegados
desde hace décadas y en distintos puntos del planeta, la extinción sigue siendo un proceso incesante
y ha supuesto la pérdida irreparable en el inventario de especies de las regiones de la Tierra. Por
otra parte, los esfuerzos conservacionistas dirigidos a las especies han sido criticados por sus
métodos y resultados. Ante el fracaso del planteamiento conservacionista orientado al
mantenimiento de las especies, resulta de gran importancia hacer una valoración crítica de dicha
táctica dentro de la estrategia global de la conservación de la naturaleza. En esta crítica, el mismo
Mallet afirma que la mayor parte de los conservacionistas concuerdan ahora en que la legislación
19. que hay sobre las especies es un error: la conservación y legislación deben reconocer que las
poblaciones vivas y evolucionantes forman un fractal continuo de especies, comunidades y
ecosistemas globales en el tiempo y espacio, por lo que es necesario dejar de intentar dividirlas en
“unidades fundamentales”, las que son irreales.
Otras orientaciones distintas al enfoque de conservación de especies tienden principalmente a la
inclusión de aquéllas que conviven y dependen directamente de los entornos naturales para su
subsistencia, como el conservar ecosistemas con valor para el ser humano, instalar un cambio en
las actitudes públicas orientadas al desarrollo sustentable y reconocer y abordar las necesidades y
aspiraciones de los pobladores locales. Sea cual sea la aproximación elegida, queda claro que se
necesita un cambio en la visión e implementación de estrategias conservacionistas actuales. En
palabras de Mallet: “claramente necesitamos algo más allá que listas de especies para estimar el
valor de la conservación, o al menos un criterio más estable de especie que esté menos propenso a
una inflación taxonómica. Sin embargo, la dura realidad es que el consenso en esta materia no ha
sido alcanzado aún”.
El desarrollo de las ideas científicas y filosóficas sobre el mundo natural no ha sido lineal y progresivo,
lo que hace necesaria la revisión permanente de las formas de pensar la naturaleza. Por ello,
debemos evitar el error de juzgar precipitadamente como equivocado el pensamiento del pasado en
comparación con el actual, sin hacer una valoración más amplia; de otro modo estaríamos
distorsionando los logros de los pensadores pretéritos. Asimismo, debemos reflexionar sobre el juicio
futuro que se hará al pensamiento contemporáneo. Para tal fin, citamos a Radl: “Nuestras
concepciones […] son más bien sombras, simples reflejos de la realidad. Incluso en caso de ser
ciertas, sólo penetran en una extensión más o menos reducida en la Naturaleza real”. Finalmente,
en esta revisión histórica del concepto de especie y las correspondientes explicaciones sobre la
evolución y extinción de especies podemos advertir problemas, que si bien en un principio fueron
filosóficos, como el origen de las especies, se han transformado en problemas y soluciones
científicos que a su vez permiten replantear nuevos problemas filosóficos en torno a la idea de
naturaleza.