SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 56
2 CRÓNICAS
Este libro comienza con el reinado de Salomón y la construcción del templo y
continúa con la historia de los reyes de Judá desde Salomón hasta la deportación a
Babilonia, y concluye así con la caída de aquella ilustre monarquía y con la destrucción
del templo. En los libros 1 y 2 de Reyes, la historia de los reyes de Judá estaba mezclada
con la de los reyes de Israel, pero aquí sólo se mencionan los de Judá. Se repite mucho
de lo que ya sabemos, pero se amplían algunas de las porciones ya conocidas y se
añaden otras nuevas, especialmente en lo referente a los asuntos religiosos, que es
donde se pone el énfasis en Crónicas.
CAPÍTULO 1
En el libro anterior veíamos cómo engrandeció Dios a Salomón y cómo le prestó
homenaje el pueblo. Ahora se nos dice: I. Cómo honró él a Dios mediante sacrificios
(vv. 1–6) y oración (vv. 7–12). II. Cómo honró él a Israel al incrementar la fuerza, la
riqueza y el comercio del país (vv. 13–17).
Versículos 1–12
I. La gran prosperidad de Salomón (v. 1). Como Dios estaba con él, lo engrandeció
sobremanera.
II. Su gran piedad y devoción.
1. Hasta ahora, todos sus nobles debían de ser buenas personas, pues estuvieron
dispuestos a unirse a él en sus devociones. Les habló a los capitanes y a los jueces, a los
gobernadores y a los jefes de las familias, para ir con ellos a Gabaón (vv. 2, 3).
Comenzó Salomón su reinado con esta piadosa y pública visita al altar de Dios, lo cual
fue un buen presagio. Los magistrados que comienzan su mandato de manera piadosa
tienen grandes probabilidades de prosperar ellos mismos y de llevar a su país a buen
puerto.
2. Ofreció allí abundantes sacrificios (v. 6). Su padre David le había dejado rebaños
y ganado mayor en abundancia (1 Cr. 27:29, 31), y así pudo ofrecer a Dios de ellos en
gran cantidad. El Arca estaba en Jerusalén (v. 4), pero el altar estaba en Gabaón (v. 5), y
allí ofreció él los sacrificios.
3. Dirigió a Dios una buena oración; de ella, y de la respuesta que Dios le dio, ya
vimos en 1 Reyes 3:5 y ss. (A) Dios le dijo que pidiera lo que desease, no sólo para
concederle su favor, sino también para descubrir lo que había en su corazón, ya que el
carácter de los hombres se echa de ver en sus deseos y preferencias. «¿Qué querrías
tener?» es una pregunta que pone a prueba a una persona, tanto o más que: «¿Qué
querrías hacer?» (B) Como buen hijo de David, escogió algo espiritual, más bien que
cosas temporales. (Recuérdese lo dicho en 1 R. 3:5 y ss.: Salomón pudo haber escogido
algo mejor: incesante comunión con Dios. Nota del traductor.) Pidió «sabiduría e
inteligencia» (v. 10). Dos razones expone, las cuales no se citan en 1 Reyes: (a) «Me
has puesto por rey en lugar de mi padre» (v. 8). Como si dijese: «Si he de reinar en
lugar de mi padre, dame el saber de mi padre». (b) «Confírmese … tu palabra dada a
David mi padre» (v. 9). La promesa está en 2 Samuel 7:13, 14; 1 Reyes 5:5; 1 Crónicas
28:6: «Él edificará mi casa y yo confirmaré su trono …» «Dame, pues, sabiduría de lo
contrario—parece decir Salomón—, ni tu casa será edificada, ni mi trono será
confirmado».
4. Recibió cumplida respuesta a su oración (vv. 11, 12). (A) Dios le concedió la
sabiduría que le había pedido. Nunca faltará el favor de Dios a quienes sinceramente lo
desean. (B) Dios le concedió también riquezas y honores que no había pedido. Los que
ponen su corazón en las cosas de este mundo, verán cómo se les acaban un día y pierden
lo eterno; mientras que los que ponen la mira en las cosas de arriba, no sólo las
obtendrán, sino que también disfrutarán de todo lo conveniente aquí en la vida presente.
Versículos 13–17
1. El comienzo del gobierno de Salomón (v. 13): Volvió de delante del tabernáculo
… y reinó sobre Israel. No quiso intervenir en asuntos del gobierno, sino después de
llevar a cabo primeramente sus actos de devoción; ningún honor quería para sí sin dar
antes a Dios el honor—primero, el tabernáculo; después, el trono—. 2. La
magnificencia de su corte (v. 14): «Juntó carros y gente de a caballo». Hasta qué punto
quebrantó así la ley de Deuteronomio 17:16, no están los autores de acuerdo. Quizá
dependa la solución del motivo que le indujo: ¿fue por lujo y ostentación, o por hacer un
buen negocio para el país? El oro y la plata llegaron a ser en su reinado cosa común y
barata (v. 15), pues el incremento de estos metales hace que baje su valor; en cambio, el
aumento de gracia incrementa su precio, pues cuanto más tienen los hombres de ella,
más la estiman. De Egipto importaba Salomón caballos y lienzos finos (v. 16) que él
exportaba a los reyes heteos y de Siria, y hacía, sin duda, gran negocio (v. 17). Ya
vimos esto en 1 Reyes 10:28, 29.
CAPÍTULO 2
El negocio de Salomón con sus importaciones y exportaciones no tenía nada de
malo, pero la obra principal que le estaba destinada era la construcción, y a ella se
dedica ahora. I. Su resolución de edificar el templo y un palacio real, y su designación
de los que habían de trabajar en ambos edificios (vv. 1, 2, 17, 18). II. Su petición al rey
de Tiro para que le ayudase con artesanos y materiales (vv. 3–10). III. El rey de Tiro
accede a su petición (vv. 11–16).
Versículos 1–10
La sabiduría le había sido dada a Salomón no solamente para especular ni para
conversar, sino especialmente para actuar; y a la acción se dedica de inmediato.
I. Su resolución de construir (v. 1): «Determinó, pues, Salomón edificar casa al
nombre de Jehová y casa real para sí». Al primero se le sirve primero—primero el
templo y después el palacio—; éste, no tanto por comodidad y ostentación cuanto por
honor del reino y decorosa recepción del pueblo siempre que necesitasen acudir a su
rey, así como de los embajadores de otros países; el bien común tenía prioridad en su
intención.
II. Su embajada a Huram (como se llama aquí al rey de Tiro, en vez de Hiram). El
objetivo de esta embajada aparece aquí, con poca diferencia, como en 1 Reyes 5:2 y ss.
1. Las razones que presenta al rey de Tiro están aquí expresadas con más detalle que
en 1 Reyes: (A) Apela a la amistad que unía a David con Huram (v. 3): «Haz conmigo
como hiciste con David mi padre». (B) Le declara su objetivo al edificar el templo (v.
4): era para fines religiosos; para ser dedicado a Dios y usado en su servicio, del que
menciona varios detalles para conocimiento de Huram. (C) Procura excitar en Huram
altos pensamientos con respecto al Dios de Israel (v. 5): Porque el Dios nuestro es
grande sobre todos los dioses. Por consiguiente: (a) «Su casa había de ser grande, no al
nivel del Dios al que se dedicaba (pues no cabe proporción entre lo infinito y lo
limitado), sino a la medida de la gran estima en que tenemos a nuestro Dios». (b) «Pero
que no piense Huram que el Dios de Israel habita, como los dioses de las demás
naciones, en templos hechos por manos humanas (Hch. 17:24), pues los cielos y los
cielos de los cielos no pueden contenerle (v. 6). Sólo se va a edificar para conveniencia
de los sacerdotes y de los adoradores a fin de que tengan un lugar para quemar incienso
delante de Dios.» (c) Se considera a sí mismo, aun siendo un gran rey, como indigno del
honor de ser usado para esta gran obra: «¿Quién soy yo para que le edifique casa?»
2. También aparecen aquí con más detalle las peticiones que le hace. (A) Desea que
Huram le envíe una buena mano para la obra, un hombre hábil, etc. (v. 7). Como si
dijese: «Tenemos hombres hábiles en Jerusalén, pero no tan expertos como los de Tiro
en el trabajo del oro, etc.; por eso, puesto que la obra del templo debe ser la mejor de su
clase envíame los mejores artífices que puedas encontrar». (B) Desea también los
mejores materiales para esta obra (v. 8), «porque la casa que tengo que edificar ha de
ser grande y portentosa» (v. 9).
3. Por su parte, Salomón se compromete a mantener a sus obreros (v. 10), a darles
trigo y cebada, vino y aceite, tanto cuanto necesiten. No iba a tenerles a pan y agua, sino
que les iba a dar de lo mejor, y en abundancia.
Versículos 11–18
I. La respuesta que Huram dio a Salomón, en la cual muestra su gran respeto a
Salomón y su disposición a servirle.
1. Felicita a Israel por tener un rey como Salomón (v. 11): Por el amor que Jehová
tiene a su pueblo, te ha puesto por rey sobre ellos.
2. Bendice a Dios por haber suscitado tal sucesor a David (v. 12). No sólo estaba
Huram en buena disposición hacia la nación judía, y contento de que prosperara, sino
que adoraba a Jehová el Dios de Israel (con cuyo nombre se le conocía en las naciones
vecinas). Ahora que el pueblo de Israel se adhería a la Ley y al culto de Dios, y
preservaba así su propio honor, las naciones vecinas parecían dispuestas a ser instruidas
en la verdadera religión, como había sido infectado Israel, en los días de su apostasía,
por las idolatrías y supersticiones de sus vecinos.
3. Le envió un artífice muy hábil que en ninguna cosa le había de decepcionar:
Hiram-abí, que llevaba en sus venas sangre judía y gentil, pues su madre era israelita y
su padre tirio. Como Hiram-abí significaba «Hiram, mi padre», comenta el Dr. Ryrie
que se llamaba padre por ser un gran experto en su oficio, según la costumbre antigua.
4. En cuanto a los materiales, pide a Salomón que le envíe los víveres que ha
prometido para los obreros, y él hará que la madera sea transportada hasta Jope, desde
donde Salomón hará que la lleven hasta Jerusalén (vv. 15, 16).
II. Las órdenes que dio Salomón acerca de los obreros. A los nativos de Israel no iba
a emplearlos en la carga y descarga de materiales, sino que para ello emplearía a los
extranjeros que vivían en el país como prosélitos de la religión judía. Por este tiempo
había gran número de ellos en Israel (v. 17), quienes, como los gabaonitas, estaban bajo
ley de ser cortadores de leña para la congregación. La cifra que se nos da de estos
obreros (v. 17) es de 150.000, cuya distribución se nos refiere en los versículos 2 y 18.
CAPÍTULO 3
En este capítulo tenemos: I. El lugar y el tiempo de la construcción del templo (vv.
1, 2). II. Sus dimensiones y ornamentación (vv. 3–9). III. Los querubines en el Lugar
Santísimo (vv. 10–13). De todo esto ya se nos habló en 1 Reyes caps. 6 y 7.
Versículos 1–9
I. El lugar en que fue construido el templo. 1. Había de ser en Jerusalén (1 Cr. 22:1),
pues ése era el lugar que había escogido Dios; la ciudad regia había de ser la ciudad
santa. 2. Había de estar en el monte Moria, que, en opinión de muchos fue el lugar
donde Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo Isaac (Gn. 22:2). 3. Había de ser donde
se había aparecido Jehová a David y le había contestado por fuego (1 Cr. 21:18, 26).
Allí se había hecho una vez la expiación y, por consiguiente, en recuerdo de ello, allí
había de hacerse de nuevo la expiación. 4. Había de ser en el lugar que David había
preparado, no sólo por haberlo comprado con su dinero, sino por haberlo escogido bajo
la dirección de Dios. 5. Había de estar en la era de Ornán o Arauna.
II. El tiempo en que empezó a construirse: en el cuarto año del reinado de Salomón
(v. 2). Los tres primeros años fueron empleados en hacer los preparativos necesarios,
pues no es de extrañar que pasasen pronto esos tres años si tenemos en cuenta la
cantidad de manos y de materiales que había de reunirse para la construcción.
III. Sus dimensiones, respecto de las cuales, como de otras cosas, Salomón había
recibido de su padre las instrucciones necesarias (v. 3): «Éstas son las medidas (o esto
es lo establecido) que fijó Salomón para la edificación de la casa». Es decir, por esta
norma de medida se rigió—tantos codos de largo, tantos de ancho, etc.—conforme a la
primera medida, la que le fue señalada por la sabiduría divina para las dimensiones del
templo.
IV. La ornamentación del templo. El maderamen era de primera calidad y, aun así,
estaba cubierto de oro puro (v. 4), de oro fino (v. 5) y realzado con palmeras y
cadenas. Era oro de Parváyim (v. 6), el mejor. Las vigas, los umbrales, las paredes y
las puertas estaban cubiertos de oro (v. 7). El Lugar Santísimo, de veinte codos de
largo por otros veinte de ancho, estaba todo él cubierto de oro fino (v. 8), cuyo peso era
de seiscientos talentos (¡unas 21 toneladas métricas!). Los clavos, también de oro,
pesaban 50 siclos (unos 700 gramos) en total, no cada uno (como dicen nuestras
versiones, al seguir a los LXX y a la Vulgata).
Versículos 10–17
1. Ya había sobre el Arca dos querubines que cubrían el propiciatorio con sus alas
extendidas. Pero ahora que el Lugar Santísimo era mucho más amplio, Salomón hizo
esculpir otros dos querubines, también cubiertos de oro (v. 10), para representar a los
ángeles que custodian la majestad de Dios (Is. 6:3). Éstos estaban con las alas
extendidas de una pared a otra (más de nueve metros en total): 2’30 m. por cada ala; con
lo que el total (20 codos = 9’20 m) equivalía a la anchura del Lugar Santísimo (v. 8).
Estaban de pie (v. 13) en actitud de servir, y con los rostros vueltos hacia la cámara (o
hacia el Arca), no hacia los adoradores (pues entonces habrían estado sentados o en un
trono), con lo que se daba a entender que no estaban allí para ser ellos adorados, sino
para adorar ellos mismos a Dios. No hemos de adorar a los ángeles, sino, con los
ángeles, a Dios; pues hemos sido convocados a la misma asamblea festiva que ellos
(He. 12:22) y hemos de hacer, lo mismo que ellos, la voluntad de Dios (comp. 1 Co.
11:10 con Is. 6:2). Más aún, los ángeles son servidores de los creyentes (He. 1:14).
2. El velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (v. 14) era señal de la
oscuridad de la dispensación de la Ley, y de la distancia a la que habían de pararse los
adoradores; pero, al morir Cristo, este velo se escindió de arriba abajo, para indicar que
podemos ya acercarnos con toda confianza al trono de la gracia (He. 4:15, 16), no sólo
podemos mirar, sino también entrar. En este velo hizo Salomón bordar (lit. hizo subir,
esto es, realzar sobre la tela al bordarlos) querubines (v. 14).
3. Se mencionan también las dos columnas que ya conocemos por 1 Reyes 7:15 y
ss., a las que puso los nombres de Jaquín y Bóaz («firmeza» y «fuerza»,
respectivamente), de 35 codos (unos 16 metros) de alto (v. 15).
CAPÍTULO 4
Más detalles sobre el mueblaje del templo. I. Objetos de bronce. El altar de los
holocaustos (v. 1), el estanque, o mar de agua, y las fuentes (o pilas) para las abluciones
(vv. 2–6), el revestimiento de las puertas del atrio (v. 9), los utensilios del altar de
bronce y otros accesorios (vv. 10–18). II Objetos de oro. Diez candeleros (v. 7) y cien
tazones (v. 8), el altar del incienso (v. 19) y los accesorios de cada uno de estos objetos
(vv. 20–22).
Versículos 1–10
David habla a menudo con afecto de la casa de Jehová y de los atrios de nuestro
Dios.
I. Objetos del atrio que estaban a la vista de todo el pueblo, y que tenían un
significado muy importante.
1. El altar de bronce (v. 1). Sobre él se ofrecían los sacrificios, y él santificaba las
ofrendas. Este altar era mucho mayor que el que había hecho Moisés para el
tabernáculo; éste era de cinco codos en cuadro, mientras que el del templo era de veinte
codos en cuadro. Dios había ampliado considerablemente las fronteras de la nación;
estaba, pues, muy puesto en razón que ellos ampliasen los altares de Dios. Nuestra
gratitud ha de ser a la medida de los beneficios que Dios nos otorga. Tenía diez codos
de alto (unos 4’50 m), a fin de que el pueblo que adoraba en los atrios pudiese ver cómo
se quemaban los sacrificios, y la vista pudiese infundir al corazón arrepentimiento por el
pecado. Con el humo de los sacrificios podía elevarse también el corazón en oración a
Dios y gratitud por sus favores. En todas nuestras devociones hemos de poner nuestra
vista en Jesús (He. 12:20), la gran propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 2:1–2).
2. El estanque, o mar, de bronce fundido y de forma redonda, para que los
sacerdotes se lavaran en él (vv. 2, 6). (A) Hay abundancia plena de méritos en la obra
de Jesucristo para todos cuantos se acerquen por fe a purificar su conciencia para servir
al Dios vivo (He. 9:14). (B) Y nosotros tenemos el deber de purificarnos por medio de
un arrepentimiento sincero. Nuestro corazón ha de ser santificado para poder santificar
el nombre de Dios. Para acercarnos a Dios hemos de limpiar las manos y purificar el
corazón (Stg. 4:8).
3. Había también diez fuentes, o pilas, para lavar y limpiar en ellas lo que se ofrecía
en holocausto (v. 6). Así como los sacerdotes tenían que lavarse, también tenían que
lavarse los sacrificios. No sólo hemos de purificarnos, sino que hemos de quitar de
nosotros con todo esmero los vanos pensamientos que se apegan a nuestras acciones y
las manchan.
4. Las puertas del atrio estaban cubiertas de bronce (v. 9), tanto para embellecerlas
como para fortalecerlas y protegerlas de la acción corrosiva de los elementos
atmosféricos.
II. En la casa de Dios, o santuario propiamente dicho (en donde sólo los sacerdotes
podían entrar a oficiar), había objetos de significado aún más importante. Todo era de
oro allí. Cuanto más nos acercamos a Dios, tanto más puros debemos ser y más puros
nos hará. 1. Había allí diez candeleros de oro de la misma forma que el del tabernáculo
(v. 7). La Palabra de Dios es una luz (Sal. 119:105) que alumbra en un lugar oscuro (2
P. 1:19). En tiempo de Moisés sólo tenían un candelero, pues sólo disponían del
Pentateuco el actual aumento en el número de candeleros podía significar las adiciones
que, al paso del tiempo, se hicieron con otros libros de las Escrituras. Todos los
candeleros eran de oro, así como toda la Escritura es inspirada por Dios (2 Ti. 3:16),
aunque no sea toda igualmente importante. También las iglesias locales están destinadas
a ser candeleros (Ap. 1:20). 2. Había diez mesas para los panes de la proposición, las
cuales habían de ser de oro como la primera (vv. 8, 19). A estas mesas pertenecían cien
tazones de oro (v. 8). 3. Y estaba el altar de oro (v. 19), donde se quemaba el incienso.
Versículos 11–22
Compendio de toda la obra de bronce y oro del templo. 1. Huram fue muy puntual,
pues acabó a tiempo toda la obra que tenía que hacerle al rey (vv. 11, 16). 2. Salomón
no escatimó dinero ni materiales, pues hizo todos los enseres en número tan grande que
no pudo saberse el peso del bronce (v. 18), a fin de que pudieran reponerse los que se
fuesen desgastando con el uso.
CAPÍTULO 5
Una vez edificado y amueblado para Dios el templo, tenemos aquí: I. La posesión
que de él se hizo a Dios al llevar allí las cosas que David había dedicado (v. 1),
especialmente el Arca, señal de su presencia (vv. 2–10). II. La posesión que Dios tomó
de él mediante la nube (vv. 11–14).
Versículos 1–10
Todo esto concuerda con lo que ya vimos en 1 Reyes 8:2 y ss., donde se nos
informó de la solemne introducción del Arca en el recién edificado templo.
1. No necesitaron gran solemnidad para traer las cosas dedicadas (v. 1), pues ellas
prestaban al templo riqueza y, quizá belleza; pero no podían prestar santidad al templo
que santificaba al oro (Mt. 23:17). Véase cuán bien se portó en esto Salomón, tanto
para con Dios como para con David su padre, pues todo lo que David había dedicado a
Dios, lo empleó para las cosas del templo. Y después de haber hecho en abundancia
todos los utensilios del templo (4:18), no empleó para otros usos los materiales que
habían quedado, sino que los dejó en el tesoro del templo para casos de necesidad.
2. Pero el Arca merecía ser introducida con toda solemnidad; y así se hizo. Todos
los demás utensilios se habían hecho nuevos y más amplios o más numerosos, en
proporción a las medidas del templo; pero el Arca, con el propiciatorio y los querubines,
era la misma, porque la presencia y la gracia de Dios es la misma en pequeñas
congregaciones como en grandes asambleas. Donde dos o tres están reunidos en nombre
de Cristo, allí está Él tan presente como donde hay 2.000 o 3.000 reunidos.
3. El Arca entró escoltada por un gran número de los ancianos y de los jefes de
Israel, que vinieron para asistir a la solemnidad (vv. 2–4). Fue llevada a hombros de los
sacerdotes (v. 7), introducida en el Lugar Santísimo y colocada bajo las alas de los
grandes querubines que había puesto allí Salomón (vv. 7, 8). La frase «y allí están hasta
hoy», del versículo 9, no se refiere a la fecha en que se escribió el libro de Crónicas,
sino la fecha en que se inscribió en el documento, anterior al año 587 a. de C., del que
se extrajo la noticia para registrarla ahora. El Arca era tipo de Cristo y, como tal, señal
de la presencia de Dios. El templo mismo, al marcharse de él Cristo, fue un lugar
desolado (Mt. 23:38). Con el Arca introdujeron también el tabernáculo de reunión y
todos los utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo (v. 5).
4. Todo esto se llevó a cabo con gran regocijo. Observaron fiesta solemne en esta
ocasión (v. 3), y sacrificaron ovejas y bueyes en número incalculable (v. 6). Cuando
Cristo es formado en una persona, la ley queda escrita en el corazón, y el Arca de Dios
se establece allí de forma que la persona se convierte en templo del Espíritu Santo, con
lo que aquel corazón queda verdaderamente satisfecho y gozoso.
Versículos 11–14
Salomón y los ancianos y jefes de Israel habían hecho lo que pudieron para
solemnizar la traída e introducción del Arca; pero Dios le prestó el mayor honor posible
al manifestar que aceptaba lo que habían hecho. La nube de gloria que llenó la casa de
Dios (v. 14) la embelleció más que todo el oro con que estaba cubierta; pero, aun así,
esta gloria no tuvo comparación con la gloria de la dispensación del Evangelio (2 Co.
3:8–10).
I. Cómo tomó Dios posesión del templo: «Lo llenó de una nube» (v. 13). 1. Con esto
mostraba que aceptaba este templo del mismo modo que había aceptado el tabernáculo
de Moisés (Éx. 40:34). 2. Con esto tenía en consideración la debilidad de aquellos a
quienes se manifestaba pues no habrían podido soportar el brillo de la luz divina (1 Ti.
6:16). Así también Jesucristo fue revelando a sus discípulos las cosas de Dios de forma
que pudiesen entenderlas, y en parábolas, como si envolviese las cosas de Dios en una
nube.
II. Cuándo tomó posesión de él. 1. Cuando los sacerdotes salieron del santuario (v.
11). Ésta es la forma de dar posesión. Todos tienen que salir, para que el legítimo dueño
pueda entrar. ¿Queremos que habite Dios en nuestro corazón? Hemos de dejarle sitio;
todo lo demás ha de quedarle sometido, si es bueno, o expulsado, si no puede convivir
con Dios. 2. Cuando los músicos y cantores alababan a Dios, entonces llenó la nube la
casa. Esto es muy de notar; no fue al ofrecer sacrificios a Dios sino al cantarle
alabanzas cuando la nube llenó la casa, porque el sacrificio de alabanza (He. 13:15)
agrada a Dios más que el de un buey o un becerro (Sal. 69:31). Donde hay avenencia
con Dios, hay bendición de Dios. La bondad de Dios es su gloria, y por eso se agrada
Dios cuando le damos la gloria que se merece su bondad.
III. Cuál fue el resultado. «No podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por
causa de la nube» (v. 14). El Verbo se hizo carne (Jn. 1:14); y cuando venga a su
templo como fuego purificador, ¿quién podrá soportar el día de su venida?, o ¿quién
podrá estar en pie cuando Él se manifieste? (Mal. 3:1, 2).
CAPÍTULO 6
Ya que hubo llenado la gloria de Dios, por medio de la nube, el templo, Salomón
aprovecha inmediatamente la ocasión y se dirige a Dios. I. Hace una solemne
declaración de su intención al edificar esta casa, para satisfacción del pueblo y honor de
Dios y bendice al pueblo y a Dios (vv. 1–11). II. Dirige a Dios una solemne oración
para que se digne aceptar benévolamente y responder convenientemente todas las
oraciones que se le hagan en esta casa (vv. 12–42). Todo este capítulo aparece, con
ligeras variantes, en 1 Reyes 8:12–53, al que hará bien el lector en volver su mirada.
Versículos 1–11
En todas nuestras devociones, es de gran importancia, que nuestra intención sea
recta («el ojo sencillo» de Mt. 6:22). Si Salomón hubiese construido el templo por
orgullo, no le habría resultado de provecho, pero: 1. Lo construyó para la gloria y el
honor de Dios; éste fue su motivo principal, su último fin. Lo edificó al nombre de
Jehová Dios de Israel (v. 10), como morada para Dios (v. 2). Lo hizo en cumplimiento
de la elección que Dios se había complacido en hacer de Jerusalén, a fin de que fuese la
ciudad en que estuviese su nombre (v. 6): A Jerusalén he elegido para que en ella esté
mi nombre. 3. Lo hizo al cumplir las buenas intenciones de su padre, quien no había
tenido la oportunidad de llevarlas a la práctica (v. 7): David mi padre tuvo en su
corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel. Dios había aprobado su
intención aunque no le permitió edificarlo (v. 8). Así pasa con frecuencia con la obra de
Dios: uno siembra y otro siega (Jn. 4:37, 38). No todas las obras bellas son originales. 4.
Lo hizo, en fin en cumplimiento de la palabra que Dios había dicho: «Tu hijo … él
edificará casa a mi nombre. Y Jehová ha cumplido su palabra» (vv. 9, 10).
Versículos 12–41
En los versículos precedentes Salomón había firmado y sellado, por decirlo así, el
documento de dedicación, por el cual el templo quedaba destinado al honor y servicio
de Dios. Ahora profiere la oración de consagración, por la que fue hecho tipo de Cristo,
el gran Mediador, mediante el cual hemos de ofrecer todas nuestras oraciones.
I. Vemos expresadas varias verdades doctrinales. 1. El Dios de Israel es un Ser de
incomparable perfección. No podemos describirlo; pero sabemos que no hay semejante
a Él en el cielo ni en la tierra (v. 14). 2. Que es fiel a toda palabra que dice, y todos los
que le sirven sinceramente hallarán, sin duda, que es fiel y amoroso. 3. Que es infinito e
inmenso, al que los cielos y los cielos de los cielos (los más altos cielos) no pueden
contener, y a cuya felicidad nada podemos añadir por mucho que podamos hacer en
servicio suyo (v. 18). Así como rebasa todas las fronteras del Universo, también supera
infinitamente las alabanzas de todas las criaturas inteligentes. 4. Que sólo Él conoce el
corazón de los hijos de los hombres (v. 30). Todos los pensamientos, intenciones,
sentimientos, etc., están abiertos y desnudos delante de Él; nada podemos esconderle a
Dios, quien no sólo conoce lo que hay en el corazón, sino que conoce el corazón mismo
y todas sus palpitaciones. 5. Que en esta vida no puede hallarse tal cosa como una
perfección absoluta (v. 36).
II. Hay aquí también algunas suposiciones o hipótesis. 1. Supone Salomón que, si
surgen dudas y controversias entre un hombre y otro, ambas partes estarán de acuerdo
en apelar a Dios y exigir juramento a la persona cuyo testimonio tenga que zanjar la
disputa (v. 22). 2. Supone también, aun cuando Israel disfrutaba entonces de profunda
paz y tranquilidad, que vendrían tiempos de calamidad y que quienes no habían
invocado a Dios en otras circunstancias, le buscarán con afán y prontitud en su
tribulación. A quienes se hayan apartado de Dios, la tribulación los devolverá a Él (vv.
24, 26, 28). 3. Supone que habían de venir de tierras lejanas extranjeros para adorar al
Dios de Israel y prestarle homenaje.
III. Finalmente, hay peticiones. 1. Que Dios reconozca por suya esta casa (v. 20). 2.
Que Dios oiga y acepte las oraciones que se hagan en ella o en dirección a ella (v. 21).
Oró para que Dios oyera desde su morada celestial que es la verdadera morada de Dios,
de la que ha de venir su socorro. «Que oigas y perdones» (v. 21). El perdón de los
pecados es la llave que abre la puerta a todas las demás respuestas a nuestras oraciones.
3. Que la justicia divina actúe con toda equidad ante todas las apelaciones que a ella se
hagan aquí (vv. 23, 30). 4. Que Dios tenga misericordia de su pueblo cuando ellos se
arrepientan y le busquen (vv. 25, 27, 38, 39). 5. Que acoja bien a los extranjeros que
vengan a esta casa y conteste a sus oraciones (v. 33). 6. Que defienda siempre la causa
de su pueblo Israel contra todos sus enemigos: «Ampara su causa» (vv. 35, 39). 7.
Termina su oración con algunas expresiones que había aprendido de su buen padre,
inscritas en los Salmos. No se mencionaron en 1 Reyes, pero las tenemos aquí (vv. 41,
42). Ora: (A) Para que Dios se digne tomar posesión del templo y que haga de él su
morada; «Tú y el Arca de tu poder» (v. 41), pues ¿de qué serviría el Arca sin el Dios del
Arca, las ordenanzas de Dios sin el Dios de las ordenanzas? (B) Que se digne hacer de
los ministros del templo una gran bendición para el pueblo: Sean vestidos de salvación
tus sacerdotes», es decir, de santidad, como se ve por el Salmo 132:9, 16), de donde
toma Salomón estas frases (aunque la palabra «justicia» del Salmo 132:9 significa las
vestiduras de gala, es decir, las ordenadas por Dios mismo. Nota del traductor). (C) Que
el servicio del templo llene de gozo al pueblo de Dios.
CAPÍTULO 7
Respuesta de Dios a la oración de Salomón. I. En público, por medio del fuego que
consumió los sacrificios (v. 1), lo que impresionó mucho a sacerdotes y pueblo (vv. 2,
3). Con está señal de la aceptación de Dios se animaron grandemente a continuar
durante catorce días la solemnidad de la fiesta, y Salomón se animó a seguir adelante
con todos sus planes para el honor de Dios (vv. 4–11). II. En privado, durante un sueño
o una visión en la noche (vv. 12–22). La mayor parte de estas cosas las vimos ya en 1
Reyes capítulos 8 y 9.
Versículos 1–11
I. La bondadosa respuesta que concedió Dios inmediatamente a la oración de
Salomón (v. 1): «Descendió fuego de los cielos y consumió el holocausto y las
víctimas». De este modo había testificado Dios su aceptación de Moisés (Lv. 9:24), de
Gedeón (Jue. 6:21), de David (1 Cr. 21:26); y, en general, aceptar el holocausto es, en la
fraseología hebrea, convertirlo en cenizas (Sal. 20:3). Apliquemos esto: 1. A los
padecimientos de Cristo. Cuando plugo a Dios quebrantarlo, y lo sometió al
padecimiento, en eso mismo mostró su buena voluntad hacia los hombres, al cargar
sobre Él la iniquidad de todos nosotros (Is. 53:6, 10). Su muerte fue nuestra vida; y Él
fue hecho maldición (Gá. 3:13) y pecado (2 Co. 5:21) para que nosotros heredásemos
bendición y justicia. 2. A la santificación del Espíritu quien desciende como fuego, y
consume nuestra corrupción y nuestras escorias esas bestias que deben ser sacrificadas,
si no hemos de darnos por perdidos; y que enciende en nuestro espíritu un fuego santo
de piadosos sentimientos y afectos, fuego que ha de arder de continuo en el altar de
nuestro corazón.
II. La gratitud mostrada a Dios por esta señal de su favor.
1. El pueblo adoró y alabó a Jehová (v. 3): Se postraron sobre sus rostros en el
pavimento y adoraron y alabaron a Jehová, con lo que expresaron así su tremendo
pavor ante la majestad divina, su gozosa sumisión a la autoridad de Dios y el
sentimiento que tenían de su propia indignidad para acercarse a la presencia de Dios.
Incluso cuando descendió del cielo el fuego de Jehová, le alabaron diciendo: Él es
bueno, y su misericordia es para siempre». Este es un cántico que nunca se pasa de
moda, y por el que nuestro corazón y nuestra lengua nunca deberían estar fuera de tono.
2. El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios en abundancia (vv. 4, 5). Y los
sacerdotes cumplieron también con su función, así como los cantores y músicos con la
suya (v. 6) con los instrumentos que había hecho David y, sin duda, con el cántico que
David había entregado a Asaf (comp. con 1 Cr. 16:34).
3. Toda la congregación expresó el mayor gozo y la mayor satisfacción imaginables.
Observaron durante siete días la fiesta de la dedicación del altar (desde el segundo hasta
el noveno); el décimo día era el Día de la Expiación, cuando tenían que afligir su alma
por el pecado, lo cual no estaba fuera de sazón en medio de su regocijo; el día quince
comenzaron la fiesta de los Tabernáculos, la que continuó hasta el veintidós, y no se
separaron hasta el veintitrés.
Versículos 12–22
Dios se apareció a Salomón de noche, como lo había hecho otra vez (1:7), y, como
entonces, también después de un día de ofrecer sacrificios, y le dio una respuesta
especial a su oración. Su contenido lo vimos ya en 1 Reyes 9:2–9.
1. Le prometió reconocer esta casa como casa de sacrificio (v. 12) y de oración (Is.
56:7), para que estuviese en ella su nombre para siempre (v. 16).
2. Le prometió responder las oraciones de su pueblo siempre que viniesen a
elevarlas en este lugar (vv. 13–15). (A) Se supone que ha de haber tiempos de hambre
en el país, y, probablemente, guerra, si por langostas que consuman la tierra se dan a
entender enemigos que consumen y devastan como las langostas (v. Jl. 1:4–7; 2:25). (B)
Del pueblo se espera y exige arrepentimiento, oración y reforma de vida (v. 14). (C)
Bajo esa condición, se promete misericordia al país; Dios perdonará el pecado que
atrajo sobre ellos la calamidad, y sanará la tierra, que había sido devastada. La gracia
del perdón prepara el camino para la gracia de la curación (Sal. 103:3; Mt. 9:2).
3. Prometió perpetuar el trono de Salomón, a condición de que él persevere en el
cumplimiento de su deber (vv. 17, 18). Pero pone delante de él la muerte y la vida, la
maldición y la bendición. (A) Da como posible que, aunque ha edificado este templo
para honrar a Dios, se aparten para adorar a otros dioses (v. 19). (B) Les amenaza de
cierto que, si lo hacen, de seguro verán la ruina tanto el trono como el altar.
CAPÍTULO 8
En este capítulo se nos dice: I. Qué ciudades edificó Salomón (vv. 1–6). II. Qué
obreros empleó (vv. 7–10). III. Qué interés puso en acomodar bien a su mujer (v. 11).
IV. Qué buenas normas estableció para el servicio del templo (vv. 12–16). V. Qué
comercio hizo con los países extranjeros (vv. 17, 18). Un relato similar en 1 Reyes
9:10–24.
Versículos 1–11
1. Aunque Salomón era muy sabio y erudito, no pasó sus días en la especulación,
sino en la acción: construyó ciudades y las fortificó.
2. Empleó para ello a mucha gente. Habían quedado en el país muchos antiguos
habitantes de Canaán, se les permitió permanecer en el país, pero no para que fuesen
holgazanes.
3. Una vez que Salomón llevó a cabo con toda diligencia la obra de la construcción
del templo, prosperó en todas sus empresas y edificó todo lo que quiso (v. 6). Sabía
poner límite a sus deseos; llevó a cabo lo que deseaba, y ya no deseó más.
4. La razón por la que Salomón edificó un palacio especial para su mujer fue porque
no resultaba apropiado que ella morara en la casa de David, pues allí había estado el
Arca; eran habitaciones sagradas, y la reina era egipcia; es probable que fuese prosélita
de la religión judía, pero es muy problemático que lo fuese su servidumbre, y en este
caso habría ídolos de Egipto en las habitaciones. Su matrimonio con una princesa
egipcia pudo ser una medida política de prudencia, y el texto sagrado no le reprende por
esto; especialmente, al tener cuidado de que no quedasen profanadas aquellas
habitaciones donde había morado el Arca de Dios y donde el dulce cantor de Israel
había entonado sus salmos y había elevado sus oraciones.
Versículos 12–18
1. Devoción de Salomón. La construcción del templo estaba destinada al servicio
del templo. Por muy suntuosa que hubiese resultado la estructura del edificio, si hubiese
descuidado la adoración que allí se había de ofrecer a Dios, todo habría carecido de
propósito. Tras edificar el templo, Salomón: (A) Hizo que continuasen ofreciéndose los
sacrificios que prescribía la Ley de Moisés (vv. 12, 13). Nosotros hemos de ofrecer
ahora sacrificios espirituales cada día, y bueno será que destinemos un espacio de
tiempo conveniente para nuestras devociones personales y familiares. (B) También hizo
que continuasen los demás servicios del templo (el canto, entre ellos—«para que
alabasen …»—), porque así lo había mandado David varón de Dios (v. 14), llamado
así, como Moisés, porque había sido instruido y autorizado por Dios para establecer
estas normas. El rey puso interés en que se llevase a cabo cada cosa en su día (v. 14), y
ellos no se apartaron del mandamiento del rey (v. 15). Es notable que, luego que todo el
servicio del templo fue puesto en buen orden, leemos que «así la casa de Jehová fue
acabada totalmente» (v. 16). Fue entonces cuando quedó «perfecta».
2. Comercio de Salomón. Visitó personalmente las ciudades portuarias de Elot y
Esyón-Guéber. Canaán era un país rico y fértil pero tenían que comprar oro de Ofir; los
israelitas eran un pueblo inteligente, pero dependían de Tiro en cuanto a marineros
diestros en el mar (v. 18). Y eso que Canaán era tierra de Dios, e Israel era heredad de
Dios. Esto nos enseña que la mayor riqueza es la gracia, no el oro, y que la mejor
erudición es la instrucción en la ley de Dios.
CAPÍTULO 9
Salomón aparece todavía grande a los ojos de sus súbditos y de los extranjeros (v. 1
R. 10). Su apostasía posterior, de la que sabemos por 1 Reyes 11, es omitida aquí, con
lo que este capítulo le lleva al sepulcro sin empañar su reputación. I. La visita que le
hizo la reina de Sebá (vv. 1–12). II. Riquezas y esplendor de la corte de Salomón (vv.
13–28). III. Conclusión de su reinado (vv. 29–31).
Versículos 1–12
Esta porción de historia ha sido considerada en detalle en 1 Reyes. Nuestro Salvador
la propuso (Mt. 12:42) como un ejemplo que nos ha de servir para poner todo nuestro
interés en Cristo.
1. Dios honra a los que le honran (1 S. 2:30). Salomón había honrado grandemente
a Dios en la edificación, el embellecimiento y la dedicación del templo; usó toda su
sabiduría y sus riquezas para que saliese una obra consumada y perfecta. Ahora Dios
hace que la sabiduría y las riquezas de Salomón redunden grandemente en su
reputación.
2. Quienes conocen el valor de la sabiduría no escatiman dinero ni fatigas por
obtenerla. La reina de Sebá se expuso a los peligros, la fatiga y las expensas de un largo
viaje por oír la sabiduría de Salomón; pero, al aprender de él a servir a Dios y a cumplir
con su deber se vio cumplidamente retribuida por todos sus esfuerzos. La sabiduría del
Cielo es la perla de gran valor por cuya adquisición vale la pena desprenderse de todo
lo demás, pues resulta un buen negocio.
3. Según el don que cada uno ha recibido debería usarlo para provecho y edificación
de los demás siempre que haya oportunidad. Vemos que Salomón era comunicativo y
dispuesto a enseñar a otros lo que él sabía. La reina de Sebá quedó muy impresionada al
ver el porte con que los criados de Salomón le servían, y la forma en que tanto él como
sus sirvientes asistían a la casa de Jehová.
4. Son dichosos los que tienen la oportunidad de conversar con mucha frecuencia
con personas sabias y buenas. La reina de Sebá tuvo por dichosos a los siervos de
Salomón, quienes continuamente oían su sabiduría (v. 7). Es de notar que los
descendientes de quienes ocupaban entonces sitios en la corte, se tuvieron por muy
distinguidos y honrados al ser mencionados como hijos de los siervos de Salomón (Esd.
2:55; Neh. 7:57). Bien cae a los sabios y ricos ser generosos conforme al puesto que
ocupan y al poder que ostentan. Así lo fue la reina de Sebá para Salomón, y así lo fue
Salomón para ella (vv. 9, 12). Ambos apreciaban la sabiduría y, por consiguiente,
ninguno de los dos codiciaba el dinero, sino que cultivaron por medio de ricos presentes
la amistad que habían contraído.
Versículos 13–30
I. Salomón reina en riquezas y poder, con abundancia y comodidad, tal como
difícilmente habrá podido jamás disfrutar un rey. Los más ilustres alcanzaron fama en la
guerra, mientras que Salomón reinó cuarenta años en la más tranquila paz. Algunos que
podrían rivalizar con Salomón en majestad y pompa, trataban de mantener su prestigio y
mantenían a sus súbditos a gran distancia; pero Salomón viajó mucho y no tuvo
empacho en aparecer frecuentemente en público. Se cumplió la promesa de que Dios le
daría riquezas, bienes y gloria como nunca habían tenido los reyes que fueron antes de
él, ni habían de tener los que viniesen después de él (1:12).
1. Nunca apareció ningún rey en público con tanto esplendor como apareció
Salomón, lo cual habría de darle enorme prestigio entre los que juzgan por lo que ven,
como pasa con la mayoría de los hombres. Tenía doscientos paveses y trescientos
escudos de oro batido, para ser llevados delante de él (vv. 15, 16) y se sentaba en el
trono más suntuoso que puede imaginarse (vv. 17–19): «Jamás fue hecho trono
semejante en reino alguno».
2. Nunca jamás tuvo ningún rey o príncipe tanta cantidad de oro y plata, aunque no
había en su reino minas de oro ni de plata.
3. Nunca hubo príncipe alguno a quien llevasen todos sus vecinos tantos presentes
como los que llevaban a Salomón: «Todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la
tierra traían oro y plata a Salomón» (v. 14), no como tributo que él les exigiese, sino
como regalos por los sabios consejos que de él podían escuchar (v. 23). En esto fue tipo
de Cristo, a quien, apenas recién nacido, los magos del oriente trajeron presentes, oro,
incienso y mirra (Mt. 2:11).
4. Nunca jamás hubo un príncipe tan renombrado por su sabiduría, tan cortejado, tan
consultado ni tan admirado como él (v. 23).
II. Después tenemos a Salomón que muere, despojado de toda su pompa y deja toda
su riqueza y todo su poder, no a uno del que no sabía si sería sabio o necio (Ec. 2:19),
sino a quien sabía que era un insensato. En cuanto a su apostasía, no es mencionada
aquí. M. Henry (nota del traductor) opina que este silencio de Crónicas se debe a que se
arrepintió y fue perdonado su pecado como si nunca hubiese existido. «Me inclino a
creer—dice—que este silencio acerca del pecado de Salomón es una insinuación de que
ninguno de los pecados que cometió fueron mencionados contra él (Ez. 33:16). Cuando
Dios perdona el pecado, se lo echa a la espalda y ya no se acuerda más de él».
Rodríguez Molero tiene otra explicación más probable de este silencio: «La idealización
de Salomón, completa ya en tiempo del Cronista, le obliga a suprimir todos los hechos
sombríos que empañaron sus últimos años» (1 R. 11:1–39).
CAPÍTULO 10
Este capítulo es una copia, casi al pie de la letra, de 1 Reyes 12:1–19. La defección
de Salomón con respecto a Dios no se repite en Crónicas, pero la defección de las diez
tribus de la casa de Salomón sí que se menciona aquí, donde vemos: I. Cuán
insensatamente las trató Roboam (vv. 1, 5–14). II. Cuán malvado fue el pueblo al
quejarse de Salomón (vv. 2–4) y abandonar a Roboam (vv. 16–19). III. Cuán justo y
recto fue Dios en todo esto (v. 15). Su designio se cumplió con esta revuelta.
Versículos 1–11
1. El hombre más sabio y mejor del mundo no puede dar gusto a todos. Salomón
enriqueció e hizo prosperar su reino, hizo cuanto pudo por la felicidad de sus súbditos,
pero fue indiscreto en la imposición de tasas y contribuciones. No hay nadie sabio del
todo. Es probable que la indiscreción hiciese presa a Salomón cuando él se apartó de
Dios, y Dios le abandonó de forma que comenzó a actuar de esta forma tan poco
discreta. Quizá la sobreabundancia de mujeres que tuvo acabó con las muchas riquezas
que poseía, y fue entonces cuando, para conservar su prestigio, su lujuria y su idolatría,
sobrecargó a sus súbditos.
2. Por otra parte, los hombres de ánimo turbulento e ingrato hallan siempre faltas en
el gobierno y se quejan de injusticias imaginarias. ¿No habían tenido paz en tiempo de
Salomón? Nunca habían sido presa de bandoleros o merodeadores como antiguamente,
nunca fueron atemorizados con rumores de guerra ni obligados a jugarse la vida en el
campo de batalla. ¿No habían tenido abundancia de alimento y de dinero? Con todo, se
quejan de que Salomón les había impuesto un pesado yugo y una dura servidumbre (v.
4).
3. Vemos también la forma en que muchos se arruinan a sí mismos al atropellar y
provocar a sus inferiores. Roboam pensó que, por ser rey, tenía autoridad para hacer lo
que quisiera y ejercer el dominio como su padre. Es cierto que llevaba la corona de su
padre, pero le faltaba el cerebro de su padre. Un hombre tan sabio como Salomón podía
hacer lo que quisiera, pero un insensato como Roboam podía hacer sólo lo que estuviese
a su alcance. Roboam pagó muy cara la arrogancia de sus amenazas. La consideración
hacia los súbditos, la comprensión de sus problemas y la disposición a facilitarles las
soluciones son el apoyo, el consuelo y la alabanza de toda autoridad, tanto en el Estado
como en la iglesia y en la familia.
4. Los consejeros de moderación son, de ordinario, los más prudentes y los mejores.
La amabilidad puede hacer lo que no consigue la violencia. Éste es el método que le
sugerían a Roboam los consejeros veteranos y experimentados (v. 7): «Si te conduces
humanamente con este pueblo, y les agradas y les hablas buenas palabras ellos te
servirán siempre». Las buenas palabras no cuestan sino un poco de negación de sí
mismo y pueden comprar cosas muy valiosas.
Versículos 12–19
1. Cuando el malestar comienza a fermentar en un país, las medidas violentas no
hacen otra cosa que empeorar la situación. Las respuestas ásperas (como las que dio
aquí Roboam) sólo sirven para exasperar la ira y añadir combustible al fuego.
2. Cualesquiera sean los planes y designios de los hombres, Dios hace siempre su
obra en todas las cosas y cumple su palabra, de la cual no ha de caer al suelo ni una jota
ni una tilde (Mt. 5:18).
3. Las riquezas, el honor y el dominio materiales son cosas inseguras. Salomón
reinó sobre todo Israel, y habríamos de pensar que aseguraría suficientemente el
dominio de todo el país, por muchos años, a su descendencia; sin embargo, escasamente
se había enfriado en su tumba antes de que diez de las doce tribus se sublevasen contra
su hijo, y todos los buenos servicios que había prestado a Israel habían quedado
sepultados con él en el olvido.
4. Dios visita con frecuencia en los hijos las maldades de los padres. Salomón
abandona a Dios y, en consecuencia, su hijo es abandonado por la mayor parte de su
pueblo. Así es cómo Dios, al hacer que perduren notoriamente las consecuencias
penales del pecado después de la muerte del pecador, nos muestra la malignidad del
pecado y nos insinúa que su castigo puede ser perpetuo. Quien peca contra Dios, no sólo
se perjudica a sí mismo, sino también a su descendencia, quizá mucho más de lo que él
se piensa.
5. Cuando Dios cumple sus amenazas, también se preocupa de que, al mismo
tiempo, sus promesas no caigan al suelo. Cuando es recordada la maldad de Salomón y
por ella pierde su hijo diez tribus, no es olvidada la piedad de David ni la promesa que
Dios le había hecho, y en atención a ello le son preservadas dos tribus a su nieto.
CAPÍTULO 11
I. Intento de Roboam de recuperar las diez tribus perdidas, y la cesación de tal
intento en obediencia al mandato de Dios (vv. 1–4). II. Sus esfuerzos exitosos para
conservar las dos tribus que le quedaban (vv. 5–12). III. La adhesión que le prestaron
los sacerdotes y levitas (vv. 13–17). IV. Informe acerca de sus mujeres e hijos (vv. 18–
23).
Versículos 1–12
Ya vimos en el capítulo anterior la rebelión de las diez tribus contra la casa de
David. Anteriormente, ya habían estado temporalmente desvinculadas de esa familia (2
S. 20:1, 2), y ahora se separaron completamente de ella, al no tener en cuenta la
debilidad que tal actitud había de acarrear al interés común. Pero así es como debía
tener su correctivo el reino, lo mismo que la casa de David.
1. Roboam se atreve finalmente a reunir un ejército con el fin de someter a los
sublevados (v. 1). Judá y Benjamín estaban dispuestos a prestarle la mejor ayuda que
podían para que recuperase sus derechos. Judá era su propia tribu y le reconoció algunos
años antes de que lo hicieran las demás tribus; Benjamín era la tribu sobre cuyo
territorio se asentaba, en su mayor parte, la ciudad de Jerusalén.
2. Todavía era lo suficientemente concienzudo para obedecer a Dios, cuando le
prohibió seguir adelante con su plan y dejó que se separasen de él dichas tribus, ya fuese
por respeto a la autoridad divina o por temor de que las cosas le salieran mal si
contravenía el mandamiento de Dios (v. 4): Y ellos oyeron la palabra de Jehová y se
volvieron; aunque parecía que se rebajaban y se exponían a la burla de sus vecinos, al
mandarlo Dios, depusieron las armas.
3. Como hombre de alguna discreción, fortificó su país. Ahora prestó oído a sus
veteranos y experimentados consejeros, quienes le aconsejaron someterse a la voluntad
de Dios en cuanto a lo que se había perdido y esforzarse por retener lo que había
quedado. Fue probablemente por el consejo de ellos por lo que: (A) fortificó las
fronteras y las ciudades más importantes de su reino. (B) Las proveyó de abundantes
víveres y armas (vv. 11, 12). Por haberle prohibido Dios atacar, se preparó
prudentemente contra cualquier ataque. Quienes no puedan ser conquistadores, quizá
podrán ser edificadores.
Versículos 13–23
I. Roboam se ve fortalecido por los sacerdotes y levitas, así como por los más
devotos israelitas.
1. Jeroboam había instituido una forma de adoración que les obligaba a estar
retirados del altar que él había erigido y por otra parte, no les permitía subir a Jerusalén
para adorar en el altar de la ciudad santa. Así que les prohibió ejercer el ministerio de
Jehová (v. 14). De esta manera podía dejar sitio para los serviles y escandalosos
hombres a quienes instituyó como sacerdotes suyos (v. 15), para que oficiasen en los
lugares altos (comp. 1 R. 12:31).
2. Consiguientemente, ellos dejaron sus ejidos y sus posesiones (v. 14). Fueron
expulsados de sus ciudades, excepto de las de Judá y Benjamín. Pero, ¿por qué dejaron
sus posesiones? (A) Porque vieron que no podían hacer ningún bien entre sus vecinos,
en los que revivió su antigua inclinación a la idolatría, ahora que Jeroboam había
erigido sus becerros de oro. (B) Porque ellos mismos habrían de estar expuestos
continuamente a la tentación. (C) Porque tenían razón para temer que Jeroboam y sus
descendientes les persiguiesen.
3. Venían a Judá y a Jerusalén (v. 14) y se juntaban a Roboam (v. 13). (A) Fue una
bendición el que, al arrojarlos Jeroboam, hubiese quienes les prestasen generosa
acogida. (B) Era evidencia de que amaban más su ministerio que su manutención, pues
al dejar sus ejidos por impedírseles servir a Dios allí, se echaban en brazos de la divina
Providencia y de la caridad de sus hermanos. Es mejor vivir de limosna o morir en una
cárcel, con buena conciencia, que nadar en riquezas y placeres con una conciencia
prostituida. (C) Roboam y su gente les dieron la bienvenida. Los refugiados
concienzudos llevan consigo bendiciones a los países que les acogen, así como dejan
tras sí una maldición a los que les expulsan.
4. Cuando los sacerdotes y levitas vinieron a Jerusalén, todos los piadosos israelitas
de todas las tribus les siguieron (v. 16). Y así fortalecieron el reino de Judá (v. 17) con
su piedad y sus oraciones (v. Zac. 12:5). Este fortalecimiento duró tres años, porque
tres años anduvieron en el camino de David y de Salomón (se entiende, antes de la
apostasía de éste, cosa que calla el autor de Crónicas). Pero cuando abandonaron el
buen camino, los mejores amigos que tenían fueron incapaces de seguir
fortaleciéndoles.
II. Roboam se debilitó al entregarse a excesivos placeres: Tomó muchas mujeres (v.
21) y procuró muchas mujeres para sus hijos (v. 23), aunque en esto: 1. Fue más
prudente que su padre pues no tomó mujeres extranjeras. Las mujeres que aquí se
mencionan por su nombre eran todas de la familia de David. 2. Fue más feliz que su
padre, pues tuvo muchos hijos e hijas, mientras que de su padre sólo se menciona un
hijo. Algunos de los hijos de Roboam que aquí se mencionan (vv. 19, 20) fueron
personas importantes y activas, por lo que sagazmente los esparció por todas las tierras
de Judá y de Benjamín (v. 23); de este modo, de paso, evitaba que se peleasen entre sí,
como ocurrió a los hijos de David. Al estar distribuidos también por todas las ciudades
fortificadas, su padre podía confiar en que preservarían eficazmente la paz del reino y
estarían prontos a resistir, en nombre y autoridad del rey, a cualquier invasión.
CAPÍTULO 12
Un informe del reinado de Roboam, más detallado aquí que en 1 Reyes. I. Roboam
y su pueblo abandonan la Ley de Dios (v. 1). II. Dios entonces los pone en manos de
Sisac rey de Egipto (vv. 2–4). III. Y les envía un profeta que les declare el juicio de
Dios y les exhorte al arrepentimiento (v. 5). IV. Ellos se humillan (v. 6). V. Entonces
Dios retira su enojo (vv. 7, 12), pero les deja bajo las señales de su desagrado (vv. 8–
11). VI. Resumen del carácter del reinado de Roboam, y su conclusión (vv. 13–16).
Versículos 1–12
Israel había quedado muy debilitado al dividirse en dos reinos. Con todo, si el reino
de Judá, al tener el templo y la ciudad regia, hubiese continuado en el cumplimiento de
su deber, podría haber prosperado.
I. Roboam y su pueblo abandonaron a Dios (v. 1). Anduvo por algún tiempo (11:17)
en el buen camino de David y de Salomón, pero se fue volviendo remiso en el culto de
Dios. Mientras temió que su reino se tambalease, cumplió con su deber a fin de que
Dios le fuese propicio; pero cuando pensó que su trono estaba consolidado, creyó que
ya no necesitaba más religión y podía dispensarse de ella.
II. Dios atrajo rápidamente sobre ellos calamidad, a fin de que se arrepintieran antes
de que se les endureciera el corazón. Fue el año cuarto de Roboam cuando comenzaron
a corromperse, y en el quinto año subió el rey de Egipto contra ellos con un gran
ejército (vv. 2, 3), tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén (v. 4).
Al caer sobre ellos esta calamidad tan pronto como abandonaron el culto de Dios, y
venirles mediante una mano de la que tenían muy pocos motivos para sospechar
(después de tanto, y tan amistoso, comercio con Egipto durante el anterior reinado), era
clara evidencia de que esto provenía de Jehová por haber pecado contra Él.
III. Por si no entendían bien el significado de esta providencia, Dios les declara
abiertamente el motivo de su ira (v. 5). Al estar los principales de Judá convocados en
un consejo de guerra, les envió un profeta, el mismo que les había prohibido, de parte de
Dios, luchar contra los sublevados de las diez tribus (11:2). Semaías, que así se llamaba
el profeta, les dijo claramente que la razón por la que Sisac prevalecía contra ellos era
por haber dejado ellos a Dios.
IV. Ante los reproches conjuntos de la vara y de la palabra, el rey y los príncipes se
humillaron delante de Dios por su iniquidad y, con toda paciencia, aceptaron el castigo,
al decir: Justo es Jehová (v. 6).
V. Ante esta profesión de arrepentimiento, Dios les salvó de la ruina, pero les dejó
bajo el temor del juicio divino, a fin de impedir que volvieran a prevaricar.
1. Ya que Sisac tenía un ejército tan numeroso y victorioso, ¿qué otra cosa podía
esperarse, sino que todo el país, incluida Jerusalén, cayese en sus manos? Pero cuando
Dios dice: «Hasta aquí has llegado y ya no pasarás», las fuerzas más poderosas y
victoriosas se tambalean extrañamente y se tornan impotentes. Al ángel exterminador se
le prohíbe una vez más destruir Jerusalén: «No se derramará mi ira contra Jerusalén»
(v. 7; comp. v. 12). ¡Tan presto está el Dios de misericordia a mostrar misericordia tan
pronto como se presenta la ocasión!
2. Les otorgó liberación, no completa, sino parcial. Su reforma fue parcial y
transitoria, ya que volvieron pronto a apostatar; y al ser parcial su reforma, también fue
parcial su liberación. Con todo, se nos dice que en Judá las cosas fueron bien (v. 12).
(A) Con respecto a la piedad, las cosas iban bien, pues tenían buenos ministros de Dios,
buena gente y buenas familias. (B) Con respecto a la prosperidad. En Judá, las cosas
fueron mal cuando fueron tomadas las ciudades fortificadas (v. 4), pero cuando se
arrepintieron, las cosas fueron bien.
3. Sin embargo, Dios les afligió duramente por mano de Sisac, tanto en su libertad
como en su riqueza. (A) En su libertad (v. 8). «Serán sus siervos, para que sepan lo que
es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones». Se quejaban, tal vez, de
lo estricto de la religión judía ¡Que se busquen, pues, algo mejor! ¡Que sirvan a los
reyes vecinos por algún tiempo! Cuanto más se compara el servicio de Dios con otros
servicios, tanto más razonable y fácil aparece. ¿Parecen duras las normas de la
templanza? Los efectos de la intemperancia serán mucho más duros. El servicio de la
virtud es libertad perfecta; el servicio del pecado es esclavitud completa. (B) En su
riqueza. El rey de Egipto saqueó el templo y el tesoro real, que Salomón había dejado
muy llenos, pero Sisac todo lo llevó (v. 9). Para eso había venido.
Versículos 13–16
Conclusión del reinado de Roboam. Dos cosas especialmente son dignas de
observación. 1. Que, por fin, reinó en Jerusalén fortalecido (v. 13) durante diecisiete
años. Tenía su sede en la ciudad santa, lo cual era una circunstancia agravante de su
impiedad—cerca del templo, pero lejos de Dios—. Hubo frecuentes escaramuzas entre
sus súbditos y los de Jeroboam: guerra constante (v. 15), pero él no tuvo dificultades
con sus súbditos y no abandonó la ley de Dios del todo como había hecho el año cuarto
de su reinado (v. 1). 2. Que nunca acabó de estar bien consolidado en su religión (v. 14).
No sirvió al Señor porque no buscó al Señor. No oró para obtener gracia, ni siquiera
sabiduría, por la que oró su padre. Si orásemos mejor, nos iría mejor en todo. Hizo lo
malo porque nunca estuvo decidido del todo a hacer lo bueno.
CAPÍTULO 13
Informe, más detallado que el de 1 Reyes, del reinado de Abías el hijo de Roboam.
Le vemos aquí más valiente y con mayor éxito en la guerra que el que su padre tuvo.
Sólo reinó tres años, pero se hizo famoso por la victoria que consiguió contra las fuerzas
de Jeroboam. I. Salen ambos ejércitos al campo de batalla (v. 3). II. Declaración de
Abías sobre la justicia de su causa (vv. 4–12). III. Apuro en que se vio el ejército de
Roboam por la estrategia de Jeroboam (vv. 13, 14). IV. La victoria que, no obstante,
consiguieron por el poder de Dios (vv. 15–20). V. Conclusión del reinado de Abías (vv.
21, 22).
Versículos 1–12
La madre de Abías se llama aquí Micaía hija de Uriel, mientras que en 11:20 se
llama Maacá hija de Absalón. El nombre es el mismo con dos variantes, cosa frecuente
en la Biblia. Su padre era Uriel, casado (es lo más probable) con Tamar, la única hija de
Absalón (2 S. 14:27), por lo que Micaía o Maacá era nieta de Absalón (caso también
frecuente en la Biblia).
I. Dios permitió a Abías presentar batalla a Jeroboam y le protegió en esta guerra. Es
probable que el agresor fuese Jeroboam y que Abías luchase en legítima defensa.
Jeroboam reclamaba la corona de Judá, y contra esta desvergonzada pretensión se
levantó en armas Abías y Dios le protegió para que castigase a Jeroboam como se
merecía.
II. El ejército de Jeroboam era dos veces más numeroso que el de Abías (v. 3), pues
disponía de diez tribus, mientras que Abías tenía sólo dos. Pero el menos numeroso
obtuvo la victoria.
III. Antes de luchar, Roboam razonó con ellos para que desistieran de pelear contra
la casa de David. Buena cosa es usar la razón antes de emplear la fuerza. Nunca hemos
de precipitarnos a usar métodos violentos mientras no se haya usado antes en vano el
arte de la persuasión. La guerra debe ser el último recurso. Un buen razonamiento puede
hacer mucho bien e impedir mucho mal. Abías estaba ya con su ejército en el corazón
del territorio enemigo, pues pronunció este discurso en el monte Efraín. Dos cosas se
esfuerza Abías en hacerles ver:
1. Que tenía la razón de su parte (v. 5): «¿No sabéis que Jehová Dios de Israel dio
el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos?» Lo había dado «bajo
pacto de sal», que es símbolo de permanencia e incorrupción (Lv. 2:13); era un pacto
hecho mediante sacrificio, sobre el que siempre se ponía sal. Todo Israel había
reconocido que David era el rey por elección de Dios, y que Dios había vinculado la
corona a su familia, así que Jeroboam era un usurpador al hacerse con la corona de
Israel. Abías muestra: (A) Que Jeroboam obró mal ya al principio, pues se levantó y
rebeló contra su señor (v. 6), quien le había promocionado (1 R. 11:28), y se aprovechó
vilmente de la debilidad de Roboam. Los que se declararon a favor de Jeroboam son
llamados aquí hombres vanos y perversos (v. 7). (B) Que su presente intento era impío,
pues al luchar contra la casa de David, luchaba contra el reino de Jehová (v. 8).
2. Que tenía a Dios de su parte. Insistió mucho en que la religión de Jeroboam y de
su ejército era falsa e idolátrica, mientras que él y su pueblo de Judá conservaban la
pureza del culto al único Dios vivo y verdadero. Por lo que sabemos de Abías (1 R.
15:3), no parece ser que él mismo fuese muy religioso, aunque aquí saca ánimos para la
guerra precisamente basado en la religión de su reino. En todo caso, no parece que fuese
idólatra. Por mucha que fuera la corrupción en el reino de Judá, el estado de la religión
era allí mucho mejor que en el reino de Israel contra el que ahora luchaban. Abías
defendía la causa de su reino y aunque él mismo no fuese tan bueno como debería haber
sido, esperaba que, en atención a las buenas personas y a las buenas cosas que había en
Judá Dios les daría la victoria (v. 11): «Nosotros guardamos la ordenanza de Jehová
nuestro Dios». Es decir: «No adoramos imágenes, no tenemos sacerdotes que Dios no
haya ordenado ni ceremonias cultuales que Él no haya prescrito. Él es nuestro capitán y,
por eso, podemos estar seguros de que está con nosotros pues nosotros estamos con Él
(v. 12); y en el día de la batalla seremos recordados delante de Jehová nuestro Dios y
salvados de nuestros enemigos». Concluye con una solemne advertencia a sus
enemigos: «No peleéis contra Jehová el Dios de vuestros padres».
Versículos 13–22
Jeroboam estaba resuelto a no escuchar y, por consiguiente, hizo como que no había
oído. Había venido a luchar, no a discutir. Pensó que el asunto se zanjaría, no con la
causa más justa, sino con la espada más fuerte.
I. Jeroboam que confiaba en su arte militar, fue vencido. Tan lejos estaba de razonar
bien, que ni siquiera se puso a luchar caballerosamente. Parece ser que se fijó una tregua
mientras Roboam pronunciaba su discurso, pero Jeroboam se aprovechó de esta
circunstancia para, sin perder tiempo, «tender a Judá una emboscada por la espalda»
(v. 13), contra todas las leyes de guerra.
II. Abías y los suyos, que confiaban en su Dios, salieron vencedores a pesar de la
desproporción, en fuerza y número, de ambos ejércitos.
1. Se hallaron en grave aprieto, pues Judá tenía batalla por delante y a las espaldas
(v. 14). Una causa buena puede, por algún tiempo, verse en apuros y dificultades.
2. En este apuro, amenazados por todos los lados, ¿a qué lado se habían de volver,
sino hacia arriba, en busca de la liberación? Es un consuelo inefable el que ningún
enemigo, ninguna estratagema, ninguna emboscada pueden cortarnos la comunicación
con el Cielo; siempre está expedito el camino hacia allí. (A) «Clamaron a Jehová» (v.
14). (B) Se apoyaban en Jehová el Dios de sus padres (v. 18). La oración de fe es
oración eficaz, y así es como vencemos al mundo (1 Jn. 5:4). (C) Los sacerdotes
tocaron las trompetas (v. 14) para dar ánimos a la fe. (D) Los de Judá gritaron con
fuerza (v. 15). Al clamor de la oración añadieron el grito de la fe, y así salieron más que
vencedores.
3. La victoria fue completa (v. 15): «Así que ellos alzaron el grito, Dios desbarató a
Jeroboam y a todo Israel», de tal forma que huyeron con la mayor precipitación
imaginable (v. 16), y los vencedores no les dieron cuartel, sino que hicieron en ellos
una gran matanza (v. 17), pues la batalla era de Jehová, quien quiso castigar así la
idolatría de Israel y reconocer como suyo al reino de Judá, la casa de David.
4. La consecuencia fue que, aunque los hijos de Israel no fueron devueltos a la casa
de David, fueron humillados y quedaron muy débiles tras la pérdida colosal de medio
millón de soldados (vv. 17, 18). Muchas ciudades fueron recuperadas y permanecieron
en posesión de los reyes de Judá; especialmente, Betel (v. 19).
III. Finalmente, vencedor y vencido murieron no mucho después. 1. Jeroboam no
volvió a levantar cabeza, aunque sobrevivió dos o tres años (v. 20). 2. Abías se hizo más
poderoso (v. 21), pero murió poco después de su triunfo.
CAPÍTULO 14
En este capítulo, y en los dos siguientes tenemos la historia del reinado, bueno y
largo, de Asá. I. Su piedad (vv. 1–5). II. Su política (vv. 6–8). III. Su prosperidad; en
particular, la gran victoria que obtuvo contra un gran ejército de etíopes que salieron
contra él (vv. 9–15).
Versículos 1–8
I. Carácter general de Asá (v. 2): «Hizo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová
su Dios». 1. Procuró agradar a Dios y se esforzó en presentarse a Dios aprobado (2 Ti.
2:15). 2. Se sintió siempre en la presencia de Dios y eso le ayudó mucho a hacer lo
bueno y lo recto.
II. La reforma que emprendió tan pronto como subió al trono. 1. Retiró y abolió la
idolatría. Desde que Salomón había iniciado la idolatría en la última parte de su reinado,
nada se había hecho para suprimirla. Dioses extranjeros eran adorados y tenían sus
altares, imágenes y cipos; y el servicio del templo, aunque era llevado a cabo por los
sacerdotes (13:10), era descuidado por gran parte del pueblo. Tan pronto como Asá tuvo
el poder en sus manos, se propuso destruir todos aquellos altares idolátricos con sus
imágenes (vv. 3, 5). Esperaba que, al destruir los ídolos, volverían en sí los idólatras. 2
Reavivó y estableció el culto a Dios solo y, puesto que los sacerdotes cumplían con su
oficio y servían a los altares de Dios, obligó al pueblo a que cumplieran también con su
deber (v. 4): «Mandó a Judá que buscase a el Dios de sus padres, y no a los dioses de
los paganos, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos». Al obrar así, «estuvo el
reino en paz bajo su reinado» (v. 5).
III. La tranquilidad de su reino tras las constantes alarmas de guerra durante los dos
reinados anteriores (v. 1): «En sus días tuvo sosiego el país por diez años»; no hubo
guerra con el reino del norte.
La victoria de Abías había puesto el fundamento para la paz de Asá la cual era
recompensa de su piedad y devoción. Aunque Abías no tenía mucha religión, preparó el
camino para otro mejor que él.
IV. Ventajas que sacó de esa tranquilidad. El país disfrutaba de paz porque Jehová
le había dado paz (v. 6).
1. Asá reconoce que la paz de que disfrutan es don de Dios, así como una
recompensa por la reforma que habían emprendido (v. 7): «Porque hemos buscado a
Jehová nuestro Dios … Él nos ha dado la paz por todas partes». Sabemos por
experiencia que es bueno buscar a Dios, pues Él nos da paz.
2. Consulta a su pueblo, en la persona de sus representantes, para ver de sacar de la
paz el mayor provecho posible, y sacan esta conclusión: (A) Que no han de ser
perezosos, sino que han de estar ocupados. Al no tener por entonces guerra, decía (v. 7):
«Edifiquemos estas ciudades, etc.». Cuando «las iglesias tenían paz, eran edificadas»
(Hch. 9:31). Cuando la espada está envainada, hay que echar mano a la paleta. (B) En
tiempo de paz, hemos de prepararnos para tiempos de conflicto: (a) Asá cercó de muros
las ciudades, con torres, puertas y barras (v. 7). Habla como quien espera que pueda
surgir el peligro cuando sea demasiado tarde para fortificarse y desearían haberlo hecho
antes. «Edificaron, pues, y fueron prosperados» (v. 7). (b) Tenían también un buen
ejército, bien equipado para salir al campo de batalla (v. 8). Tanto Judá como Benjamín
estaban bien entrenados, y tenía Benjamín casi tantos soldados como Judá. Las dos
tribus estaban armadas de manera diferente, tanto en cuanto a las armas defensivas,
como a las ofensivas. Los de Judá se protegían con paveses, mientras que los de
Benjamín lo hacían con escudos, y eran los primeros mucho más amplios que los
segundos (1 R. 10:16, 17). Los de Judá luchaban con lanzas; los de Benjamín, con
arcos, para alcanzar a distancia al enemigo.
Versículos 9–15
I. La paz del reino de Asá es perturbada por un formidable ejército de etíopes que
les invadieron (vv. 9, 10).
II. Bajo la nube negra que pendía sobre su cabeza Asá acude a Dios. Quien había
buscado a Dios en los días de prosperidad, bien podía clamar confiado en el día de la
aflicción, a su Dios (v. 11). Su oración es breve, pero densa de contenido.
1. Alaba a Dios por su infinito poder y por su soberanía: «Para ti no hay diferencia
alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas». Dios actúa con su propia
fuerza, no con la de sus instrumentos. Es como si dijera: «Señor, no te decimos que te
pongas de nuestra parte por tener un buen ejército con el cual puedes actuar, sino que te
pongas de nuestra parte porque sin ti no tenemos poder alguno».
2. Apela a la relación pactada que tienen con Dios: «Oh, Jehová Dios nuestro».
3. Apela también a la dependencia que tienen de Él. Asá estaba bien preparado para
la lucha; sin embargo, no ponía su confianza en sus preparativos, sino: «En ti nos
apoyamos, y en tu nombre venimos contra esa gran muchedumbre; tenemos tu garantía,
buscamos tu gloria y confiamos en tu fuerza».
4. Compromete a Dios en su causa: «No prevalezca contra ti el hombre». El
enemigo es un hombre mortal. ¡Que se vea cuán desigual es su lucha contra el Dios
inmortal!
III. La gloriosa victoria que le otorgó Dios sobre sus enemigos. 1. Dios derrotó al
enemigo y puso sus fuerzas en desorden (v. 12): Y Jehová deshizo a los etíopes, los
cuales huyeron aterrorizados; no sabían ni por qué ni adónde. 2. Asá y sus soldados
aprovecharon la ventaja que les dio Dios contra sus enemigos, pues: (A) Les
persiguieron y cayeron los etíopes hasta no quedar uno vivo. (B) Les saquearon el
campamento. (C) Atacaron las ciudades en las que se habían refugiado los enemigos (v.
14). (D) Se llevaron numeroso ganado del país enemigo (v. 15).
CAPÍTULO 15
El enemigo exterior había sido derrotado, pero Asá tenía en su propio país enemigos
más peligrosos: ídolos en Judá y Benjamín. I. El mensaje que Dios le envió por medio
de un profeta, para animarle en la obra de reforma (vv. 1–7). II. La vida que este
mensaje puso en aquella buena causa, y los procedimientos que se siguieron para
llevarla adelante (vv. 8–19).
Versículos 1–7
Es enviado un profeta a Asá y a su ejército, cuando volvían de la guerra victoriosos,
no para felicitarles por su éxito, sino para exhortarles a cumplir con su deber; éste es el
cometido de los ministros de Dios. Vino el Espíritu de Dios sobre el profeta (v. 1) tanto
para ordenarle lo que había de decir, como para capacitarle a fin de que lo dijera con
claridad y denuedo.
I. Les dijo claramente en qué términos estaban con Dios. Que no piensen que, por
haber obtenido la victoria, todo estaba bien para siempre. Constantemente han de obrar
bien, para que les vaya bien siempre, no de otra manera, 1. «Jehová estará con vosotros,
si vosotros estáis con Él». 2. «Si le buscáis, será hallado de vosotros.» 3. «Si le dejáis a
Él y a sus mandamientos y ordenanzas, Él no está atado a vosotros, sino que también Él
os dejará».
II. Les expone las consecuencias de abandonar a Dios y sus ordenanzas y que no hay
otro modo de prevenir las desgracias, sino arrepintiéndose y volviéndose a Dios.
Cuando Israel faltó a su deber, se vieron inundados por un diluvio de ateísmo, impiedad,
irreligión y toda clase de irregularidades (v. 3), y continuamente perturbados con
guerras y conflictos internos (vv. 5, 6). Pero cuando las calamidades les llevaron a Dios,
vieron que no era en vano el buscarle (v. 4). Surge la pregunta: ¿A qué tiempo se
refiere? Algunos, muy pocos, opinan que se refiere al presente, al describir las guerras
entre Israel y Judá. Otros piensan que se refiere al futuro (así están los verbos en los
LXX y en la Vulgata. Nota del traductor). Lo más probable es que se refiera al pasado
(así están los verbos en hebreo), a la época de los Jueces, con cuya situación encaja
perfectamente todo lo que se dice en los versículos 3–6; Asá y los suyos habrían de
tener así en cuenta, para el futuro, las lecciones de la historia. Por eso, el profeta les
exhorta a proseguir con todo empeño la obra de la reforma (v. 7): «Pero esforzaos
vosotros y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra».
Versículos 8–19
El buen efecto que el anterior sermón le hizo a Asá.
I. Cobró ánimos para servir mejor aún a Dios. Vio cuán necesaria era una mayor
reforma y se mostró seguro de que Dios estaba con él. Se decide, pues, a destruir todos
los abominables ídolos y a reparar el altar de Jehová (v. 8).
II. Extendió su influencia más lejos que antes (v. 9). Convocó asamblea solemne, no
sólo de Judá y Benjamín, sino también de los que de las otras tribus se habían pasado a
él. Esto le animó mucho porque el motivo por el que se habían venido era ver que
Jehová su Dios estaba con él. Y, a su vez, la invitación que él les hizo para que
asistieran a la asamblea les animó mucho a ellos. Esta asamblea se celebró en el mes
tercero, probablemente en la fiesta de Pentecostés, que caía en ese mes.
III. Él y su pueblo ofrecieron sacrificios a Dios del botín que habían traído (v. 11).
Estos sacrificios eran en agradecimiento por los favores que habían recibido, y en
petición de ulteriores beneficios. Oraciones y alabanzas son ahora nuestros sacrificios
espirituales; Y trajo a la casa de Dios lo que su padre había dedicado (v. 18). Dar a
Dios lo que es suyo, es cuestión no sólo de honestidad, sino de justicia.
IV. Hicieron a Dios promesa solemne de que le buscarían de todo corazón (v. 12), se
arrepintieron de haber violado sus leyes y resolvieron enmendarse. Está muy bien que
los arrepentidos renueven sus promesas.
1. En qué consistía esta promesa. En dos cosas: (A) Que buscarían a Dios con toda
diligencia, tanto su favor como sus preceptos. En esto consiste la verdadera religión. (B)
Que obligarían a los demás (v. 13) a buscar también a Dios. Acordaron que
«Cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese». Esta solemne
promesa les ayudaría a incrementar su sentido del deber, a armarles contra las
tentaciones y a dar buen testimonio. Además, a unirse todos en esta especie de pacto
con Dios, se fortalecían unos a otros.
2. De qué forma hicieron esta promesa. (A) Con regocijo (vv. 14, 15). Todo buen
israelita estaba contento de adherirse así a Dios y de que los demás lo hicieran también.
Se alegraban al ver en esto un medio esperanzador de impedir la apostasía, y una feliz
indicación de que Dios estaba con ellos. Es un honor y una dicha estar comprometido
con Dios. (B) Con gran sinceridad, celo y resolución (v. 15): «De todo su corazón lo
juraban, y de toda su voluntad lo buscaban». Y tuvieron paz. Si hay amor, hay gozo y
paz (Gá. 5:22).
V. El efecto de esta solemne resolución. 1. Dios fue hallado por ellos, y ellos
hallaron paz también por todas partes (v. 15), de forma que no hubo guerra por largo
tiempo (v. 19), aunque no faltaron riñas en las fronteras de Israel (1 R. 15:16). 2.
Llevaron adelante con éxito la reforma, hasta el punto de que la abuela (lit. madre) del
rey fue depuesta de su alto cargo de Gran Dama por su idolatría, y su ídolo fue
destruido (v. 16). Asá sabía que tenía que honrar a Dios más que a su abuela y no iba a
consentir que quedase un ídolo en las habitaciones de su palacio mientras destruía los
ídolos que había en las ciudades de su reino. Podemos suponer que Maacá se arrepintió
de su pecado y por eso no se le dio muerte, pero, por haber sido idólatra, Asá juzgó que
debía ser depuesta del honor y de la autoridad que ostentaba. No obstante, la reforma no
fue completa, los lugares altos no fueron quitados del todo, aun cuando lo fueron
algunos (vv. 14:3, 5); también podría entenderse en el sentido de que quitó todas las
señales idolátricas (estatuas, cipos, etc.), pero dejó los altares que, aunque ilegítimos no
eran de suyo idolátricos. Podemos decir que fue sincero, pero con defectos. Es de notar
que 2 Crónicas 14:2 dice que Asá hizo lo bueno y lo recto, pero no añade como en 1
Reyes 15:11 «como David su padre».
CAPÍTULO 16
En este capítulo finaliza la historia del reinado de Asá. I. Hace un insensato trato
con el rey de Siria (vv. 1–6). II. Reprensión que Dios le dio por medio de un profeta
(vv. 7–9). III. Desagrado de Asá ante esta reprensión (v. 10). IV. Enfermedad, muerte y
sepelio de Asá (vv. 11–14).
Versículos 1–6
Se repite lo dicho en 1 Reyes 15:17 y ss. Asá obró muy mal en muchos aspectos. 1.
Mal estuvo hacer alianza con Ben-adad, un rey pagano (v. 3). Si se hubiese apoyado en
el pacto que su padre y él mismo habían hecho con Dios, no se habría jactado de su
alianza con Siria. 2. Si hubiese tenido en consideración el honor de Israel, habría
hallado algún otro medio de zafarse de Baasá sin apelar a un poder extranjero que era
enemigo común de Judá e Israel y que, al correr de los años, había de ser una amenaza
para Judá también. 3. Fue una iniquidad por parte de Ben-adad quebrantar su alianza
con Baasá sin provocación por parte de éste, sino sobornado por Asá, el cual fue todavía
más culpable por incitar a Ben-adad a comportarse tan vilmente. 4. Tomar plata y oro de
la casa de Jehová para este soborno fue una circunstancia que agravó grandemente el
pecado de Asá. 5. Quizá pensó Asá que las cosas no llegarían tan lejos; pero el proyecto
prosperó: Ben-adad atacó a Israel y obligó a Baasá a suspender las fortificaciones que
hacía en Ramá para hacer frente al enemigo que le atacaba por el norte, lo cual dio a
Asá la oportunidad, no sólo de demoler las fortificaciones, sino también de apropiarse
los materiales para su provecho.
Versículos 7–14
I. Reprensión que un profeta de Jehová da al rey Asá por hacer este trato con Ben-
adad. Fue el vidente Hananí quien le presentó el reproche de parte de Dios. De él
leemos que era el padre de Jehú, otro vidente (v. 1 R. 16:1; 2 Cr. 19:2). Lo que aquí le
echa en cara Hananí como lo más grave es: «Te has apoyado en el rey de Siria y no te
apoyaste en Jehová tu Dios» (v. 7). Le dice claramente al rey que ha procedido
neciamente en esto (v. 9). Necia cosa es apoyarse en una caña rajada cuando podemos
apoyarnos en la Roca de los siglos. Para convencerle de su insensatez, le muestra:
1. Que ha olvidado las lecciones de la experiencia (v. 8). Si alguien tenía razón para
apoyarse únicamente en Dios, era él. «¡Cómo!—le dice el profeta—, los etíopes y los
libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, suficientes para tragarse un reino? Con todo
porque te apoyaste en Jehová, Él los entregó en tus manos; ¿no era capaz de ayudarte
contra Baasá?» Véase cuán engañoso es nuestro corazón: Confiamos en Dios cuando no
tenemos ninguna otra cosa en que confiar, pero tan pronto como nos parece que hay
alguna otra cosa en que apoyarse, nos inclinamos a confiar en ella y a olvidarnos de
Dios.
2. Que ha actuado en contra del conocimiento que tenía de Dios y de su providencia
(v. 9). ¿Cómo es que había olvidado la omnisciencia y la omnipotencia de Dios a favor
de los que tienen corazón perfecto para con Él?
3. Que ha actuado contra sus propios intereses. (A) Había perdido la oportunidad de
poner a prueba las fuerzas crecientes del rey de Siria (v. 7): «El ejército del rey de Siria
ha escapado de tus manos, cuando podía haber caído en las tuyas junto con el del rey de
Israel». (B) Ha incurrido en el desagrado de Dios, y de aquí en adelante, no ha de
esperar paz, sino constantes alarmas de guerra (v. 9).
II. Desagrado de Asá por esta reprensión. Aunque procedía de Dios por medio de un
reconocido mensajero suyo, se enojó contra el vidente por haberle hecho ver su
insensatez (v. 10), lo echó en la cárcel, como si fuese un malhechor, y maltrató también
a algunos del pueblo, ya fuese porque estaban descontentos de su alianza con Ben-adad
o por protestar contra el trato que daba al siervo de Dios.
III. Su enfermedad. Dos años antes de morir, enfermó gravemente de los pies (v.
12), de gota o podagra. Parece ser que puso los pies de Hananí en el cepo, cuando le
echó en la cárcel, y ahora sus pies eran puestos en el cepo de Dios; así que la
enfermedad correspondió a su pecado. El hacer uso de médicos no fue pecado, pero
quizá lo fue el esperar demasiado de ellos, especialmente si, como opinan algunos, eran
médicos egipcios que acostumbraban usar artes mágicas (v. 12). Además, el hebreo
rofim = médicos, puede significar las deidades subterráneas a las que, en caso de grave
aprieto, los israelitas sentían la tentación de consultar (1 S. 28:6 y ss.; 2 R. 1:2 y ss.).
Ésta puede ser la razón por la que el Cronista le critica.
IV. Su muerte y sepultura. Su funeral fue extraordinariamente solemne, pues
quemaron, no su cuerpo, sino grandes cantidades de perfumes junto a su cadáver. Esta
pompa fue expresión del gran respeto que el pueblo le tenía a pesar de todos sus
defectos y debilidades de sus últimos años. La piedad de los buenos y los beneficios que
han reportado a su país son dignos de recuerdo laudatorio, aunque hayan tenido sus
fallos. ¡Dejemos que sus faltas queden enterradas en sus tumbas, mientras sus servicios
quedan recordados por encima de sus sepulcros!
CAPÍTULO 17
Vida y reinado de Josafat, uno de los mejores reyes de Judá. Fue buen hijo de un
buen padre, de modo que esta vez la gracia corrió con la sangre. I. Su accesión al trono
y su confirmación en él (vv. 1, 2, 5). II. Su piedad personal (vv. 3, 4, 6). III. El método
que usó para promover la religión de su reino (vv. 7–9). IV. El respeto que se ganó de
sus vecinos (vv. 10, 11). V. La gran fuerza de su reino en guarniciones y en soldados
(vv. 12–19).
Versículos 1–9
I. Josafat fue un rey prudente. Tan pronto como subió al trono, se hizo fuerte contra
Israel (v. 1). Estaba en el trono de Israel, desde hacía tres años, un rey activo y guerrero,
Acab. Lo primero que tuvo que hacer Josafat fue frenar la creciente fuerza del rey de
Israel, lo cual llevó a cabo tan eficazmente, y sin derramamiento de sangre, que el
propio rey de Israel procuró ganarse su amistad. Se hizo fuerte Josafat, no precisamente
para atacar o invadir a Israel, sino pera defenderse de cualquier ataque de Israel, puesto
que se dedicó a fortificar las ciudades fronterizas y poner en ellas guarniciones más
fuertes que las que antes había.
II. Josafat fue, sobre todo, un rey recto. 1. Anduvo en los primeros caminos de
David su padre (v. 3). Al describir el carácter de los reyes, los caminos de David se
ponen con frecuencia como modelo (1 R. 15:3, 11; 2 R. 14:3; 16:2; 18:3). Josafat imitó
a David, no en todo, sino «en los primeros caminos», esto es, antes de los pecados que
mancharon su carácter. Hemos de imitar, aun a los mejores hombres, con toda cautela,
no sea que, al seguirles en los aciertos, les sigamos también en sus errores y desvíos. 2.
No buscó a los baales, sino que buscó al Dios de su padre (vv. 3, 4). 3. Anduvo en los
mandamientos de Dios (v. 4); no sólo adoró al verdadero Dios, sino que le adoró como
Él quiere ser adorado, y no según las obras de Israel. 4. Se animó su corazón (lit. fue
exaltado su corazón) en los caminos de Jehová (v. 6), es decir, se enfervorizó en el
deseo de servir a Dios de forma constante y gozosa.
III. Josafat fue un rey altamente beneficioso para su pueblo. No sólo fue bueno, sino
que hizo el bien. 1. Quitó esos maestros de mentiras (como se llama a las imágenes en
Habacuc 2:18) que son los lugares altos (no del todo. V. 1 R. 22:44) y las imágenes de
Aserá (v. 6). 2. Puso maestros de la verdad. Al inquirir sobre el estado de la religión en
su reino, halló que era grande la ignorancia del pueblo y resolvió poner remedio.
Comenzó por donde era necesario. En esta buena obra empleó: (A) Sus príncipes (v. 7),
administradores de la justicia, para enseñar al pueblo a no cometer errores y a obrar en
todo del mejor modo posible. (B) Los levitas y sacerdotes (v. 8), maestros por su propio
oficio (Dt. 33:10). ¡Cuánto bien puede hacerse cuando Moisés y Aarón van de la mano,
los príncipes con su autoridad y los levitas y sacerdotes con su conocimiento de la Ley
para enseñar al pueblo el conocimiento de Dios y de su Ley! Estos itinerantes jueces y
predicadores fueron juntamente los difusores de una bendita luz por la ciudades de Judá,
pues tenían consigo el libro de la ley de Jehová (v. 9).
IV. Josafat fue un rey próspero y feliz. Jehová estuvo con Josafat (v. 3). Jehová
confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y
gloria en abundancia (v. 5). El pueblo se sentía agradecido a la buena obra de su rey.
Cuanto más instruido en religión está el pueblo, tanta mayor lealtad puede esperarse de
él. Las riquezas y los honores son trampas para muchos, pero no para Josafat: su
abundancia fue como un lubricante para las ruedas de su obediencia, y cuanto más tuvo
de la riqueza de este mundo, tanto más fue levantado su corazón en los caminos de
Jehová.
Versículos 10–19
Más informes de la gran prosperidad de Josafat y del floreciente estado de su reino.
I. Causaba gran impresión en los príncipes y en las naciones limítrofes. Quizá no era
tan gran soldado como David ni tan sabio como Salomón, pero cayó el pavor de Jehová
sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá (v. 10), a causa del
respeto que Josafat les merecía; y nadie se atrevió a hacerle la guerra; por el contrario,
le traían muchos y buenos presentes (v. 11), a fin de ganarse su amistad.
II. Tenía grandes centros de aprovisionamiento en las ciudades de su reino (v. 12).
III. Tenía un gran ejército bien organizado y equipado. Las cifras (1.160.000) son
colosales y han de entenderse como referentes a todos los hombres hábiles para el uso
de las armas, no a soldados enlistados ya en la milicia. De uno de sus cinco generales,
Amasías, se dice (v. 16) que se había consagrado voluntariamente a Jehová; no sólo al
rey para servirle, sino también a Dios para glorificarle. Era corriente entre los grandes
generales ofrecer a Dios el botín de sus victorias (1 Cr. 26:26), pero este buen general
ofreció a Jehová primeramente su persona, antes de ofrecerle sus despojos. Nótese,
finalmente, que no fue este formidable ejército el que infundió pavor en las naciones
vecinas, sino la reforma que emprendió en su propio país Josafat con la enseñanza de la
Ley de Dios (vv. 9, 10).
CAPÍTULO 18
Conforme ya vimos en 1 Reyes 22, aquí tenemos: I. La alianza que concertó Josafat
con Acab (v. 1). II. Su consentimiento a ir con él a recuperar Ramot de Galaad de
manos de los sirios (vv. 2, 3). III. Su consulta a los profetas (falsos y verdaderos) antes
de la expedición (vv. 4–27). IV. Resultado de la lucha: A duras penas pudo escapar
Josafat (vv. 28–32), mientras que Acab recibió una herida mortal (vv. 33, 34).
Versículos 1–3
Josafat prosperaba, pero no en prudencia, pues se une con Acab, aquel degenerado
israelita que se había vendido a obrar maldad. Se unió con él con lazos de afinidad
matrimonial al casar a su hijo Joram con Atalía la hija de Acab.
1. Ésta fue la peor unión que se hizo jamás en la casa de David. (A) Quizá se debió a
su orgullo. Su religión le prohibía casar a su hijo con la hija de cualquiera de los
príncipes paganos circunvecinos y, al abundar en honor y riquezas, tal vez creyó que se
rebajaba si lo casaba con una mujer del pueblo. Había de ser hija de un rey, y por tanto,
de Acab, sin tener en cuenta que su madre era Jezabel. (B) Otros opinan que fue por
razones políticas, ya que confiaba que por este medio podría unir en su hijo los dos
reinos.
2. Este casamiento arrastró a Josafat: (A) A una íntima familiaridad con Acab. Le
giró una visita en Samaria, y Acab, orgulloso del honor que Josafat le rendía, le hizo un
recibimiento conforme al esplendor de aquella época. (B) A una coalición con Acab
contra los sirios. Acab le persuadió para que se uniera a él en una expedición destinada
a la recuperación de Ramot de Galaad, ciudad de la tribu de Gad, al otro lado del
Jordán. ¿No sabía Acab que dicha ciudad, y todas las demás ciudades de Israel, le
pertenecían a Josafat por derecho de sucesión dentro de la casa de David?
Versículos 4–27
Tenemos, casi al pie de la letra, lo que ya vimos en 1 Reyes 22.
I. Vemos el deber de reconocer a Dios en todos nuestros caminos y consultar la
palabra de Jehová (v. 4). Josafat no quería ir a la expedición sin hacer esto.
II. Vemos también el peligro que para los buenos representan las malas compañías.
Por complacer a Acab, Josafat, sentado con sus regias ropas, contempla, sin una palabra
de reproche, la forma en que un falso profeta abusa de un verdadero siervo de Dios, ni
se opone a Acab cuando éste manda meter en la cárcel a Miqueas.
III. Vemos igualmente la desdicha de quienes prestan oídos a los aduladores,
especialmente si éstos se hacen pasar por profetas que sólo anuncian cosas agradables.
Así fue engañado Acab para ruina suya; y le estuvo bien por dar oídos a los tales,
porque le predecían victoria, sin escuchar al verdadero profeta que le advertía
honestamente del peligro.
IV. Notemos, una vez más, el poder que Sanatás ejerce en los hijos de
desobediencia (Ef. 2:2). Un espíritu mentiroso puede producir 400 profetas mentirosos
y hacer uso de ellos para engañar a Acab (v. 21).
V. Notamos también la justicia de Dios en entregar a los impíos a necias ilusiones y
creer mentiras, por negarse a recibir el amor a la verdad.
VI. Finalmente, es de observar con cuánta frecuencia los fieles ministros de Dios
son aborrecidos, perseguidos y maltratados por ser fieles al Señor y justos y buenos para
con sus semejantes. Por cumplir en conciencia con su deber, Miqueas es abofeteado,
encarcelado y condenado a pan de aflicción y agua de angustia (v. 26, lit.), esto es, con
una mínima ración de pan y agua. Pero pudo, con toda seguridad, apelar al resultado,
como pueden hacerlo todos cuando son perseguidos por su fidelidad (v. 27).
Versículos 28–34
El buen Josafat se expone a la muerte con sus regias ropas, pero es librado por Dios.
Hay motivo para pensar que Acab, con todas sus alegaciones de amistad, deseaba la
muerte de Josafat; de lo contrario, no habría aconsejado jamás a Josafat que entrase en
batalla con las ropas reales, lo cual equivalía a convertirse en blanco seguro del ataque
enemigo, como lo demostraron los hechos, pues pronto se fijaron en él los sirios y se
lanzaron a atacarle con toda su furia. El imprudente rey se dio cuenta ahora de que le
habría sido mejor presentarse con el uniforme del más pobre soldado, en lugar de vestir
su regio ropaje. «Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él» (v. 31).
Véase aquí una notable variante de 1 Reyes 22:32, 33, donde se dice que Josafat gritó y
que los enemigos se apartaron de él. En Crónicas es notorio el énfasis en la providencia
de Dios en su acción directa a favor de los buenos. Mientras tanto, el malvado Acab, al
creerse seguro con su disfraz de soldado, es herido de muerte (v. 33). ¡Admirable
contraste: Josafat, seguro bajo sus ropas de rey; Acab muere con su armadura de
soldado!
CAPÍTULO 19
Más detalles sobre el reinado de Josafat. I. Su regreso a salvo a Jerusalén (v. 1). II.
La reprensión que recibe por su unión con Acab (vv. 2, 3). III. El interés que, a raíz de
esto, puso en la reforma de su reino (v. 4). IV. Las instrucciones que dio a sus jueces,
tanto a los de la comarca, de rango inferior (vv. 5–7), como a los que en la capital
ostentaban la suprema magistratura (vv. 8–11).
Versículos 1–4
I. El gran favor que mostró Dios a Josafat:
1. En traerlo a salvo de la peligrosa expedición con Acab, que estuvo a punto de
costarle la vida (v. 1): Volvió en paz a su casa. Siempre que volvemos en paz a casa,
deberíamos reconocer agradecidos la providencia de Dios en proteger nuestras idas y
venidas. A Josafat le fue mejor de lo que se merecía.
2. En enviarle una reprensión por su unión con Acab. Es una bendición recibir a
tiempo un reproche, para que podamos arrepentirnos y enmendar el error antes de que
sea demasiado tarde. El profeta por quien le vino la reprensión fue Jehú el hijo de
Hananí. El padre había sido un fiel profeta en el reinado anterior, como lo muestra el
hecho de haber sido encarcelado por decir la verdad al rey Asá, y el hijo no se intimidó
por eso, sino que reprendió a otro rey, y le dijo claramente que lo había hecho muy mal
al unirse con Acab (v. 2): ¿Amas a los que aborrecen a Jehová? Por esto ha caído
contra ti la cólera de Jehová. Josafat se arrepintió y cesó la ira de Dios contra él. Es de
notar que Jehú menciona justamente las cosas buenas de Josafat, como debemos hacer
siempre que nos vemos obligados a reprender a alguien.
II. Josafat recibió bien la reprensión, al contrario que su padre (v. 16:10). Vivió en
Jerusalén (v. 4), cumplió con su deber y visitó a su pueblo como para expiar la mala
visita que había hecho a Acab, y los conducía a Jehová el Dios de sus padres, es decir,
hacía todo lo que estaba en su mano para que se convirtieran a Dios, pues su reciente
amistad con la idólatra familia de Acab hubo de tener mala influencia en su propio
reino. Muchos se atreverían a volverse a los ídolos al ver a su rey reformador tan
íntimamente vinculado a los idólatras. Por eso, se sentía ahora doblemente obligado a
hacer todo lo posible para obtener de ellos que se volviesen a Jehová el Dios de sus
padres.
Versículos 5–11
Después de hacer todo lo posible para reconducir a su pueblo al buen camino,
Josafat procura ahora que continúen bajo la influencia de buenos magistrados.
Anteriormente, les había enviado predicadores que les enseñasen la Ley de Dios (17:7–
9) pero ahora creyó conveniente establecer jueces que pusiesen en ejecución las leyes y
atemorizasen a los malhechores.
I. Instituyó tribunales de justicia de primera instancia en distintas ciudades del reino
(v. 5). Los jueces de estas cortes habían de mantener en el pueblo el culto al verdadero
Dios, castigar las violaciones de la Ley y decidir controversias personales. «Mirad lo
que hacéis», les repite (vv. 6, 7); es decir, «cumplid a conciencia con vuestro oficio y
evitad errores». ¡Grave es la responsabilidad de los jueces, pues depende mucho de que
den sentencia justa! Les advierte que actúan como representantes del Dios infinitamente
justo, a quien tienen doble motivo para temer.
II. Instituyó un tribunal supremo en Jerusalén, de última instancia, al que había de
apelarse en los casos más difíciles. Allí estaría bajo la inspección del rey.
1. Las causas que habían de verse en este tribunal eran de dos clases: (A) Alegatos
de la corona, llamados aquí justicia de Jehová (v. 8), porque la ley de Dios era la ley del
reino. Todos los criminales eran acusados de haber quebrantado dicha ley, y ofendido
así la paz, el dominio y la dignidad de Dios. (B) Causas comunes entre ciudadanos,
llamadas aquí disputas o litigios (causas en la RV 1960. Nota del traductor), causas de
sangre o cuestiones de ley y precepto, etc. (vv. 8, 10), con referencia a Deuteronomio
17:8. Desde la secesión de las diez tribus del norte, todas las ciudades de refugio,
excepto Hebrón, pertenecían al reino de Israel; por lo tanto, hemos de suponer que, en
estos casos, se usaban principalmente como santuarios de refugio los atrios del templo o
los cuernos del altar; de ahí que el juicio de los homicidas fuese reservado al tribunal de
Jerusalén.
2. Los jueces de este tribunal se escogían de entre los más expertos levitas y
sacerdotes, doctos en la Ley, eminentes por su prudencia y de probada integridad, y de
entre los jefes de la casa de Judá, personas de edad y experiencia.
3. Los dos jefes o presidentes de este tribunal. Amarías, el sumo sacerdote, había de
presidir en las causas religiosas. Zebadías, primer ministro del rey (v. 11), había de
presidir en todas las causas civiles.
4. Oficiales de inferior rango en el tribunal: «También los levitas estarán a vuestra
disposición como escribas».
5. Deben esmerarse en actuar apoyados en sanos principios: «Con temor de Jehová
con verdad y con corazón íntegro» (v. 9). Han de actuar con toda decisión y denuedo
sin temor a los hombres: «Esforzaos, pues, para hacerlo, y Jehová éstará con el bueno»
(v. 11).
CAPÍTULO 20
I. Josafat se halla en grave aprieto a causa de una invasión del exterior (vv. 1, 2). II.
Acude a Dios con ayuno y oración (vv. 3–13). III. Dios le da seguridades de la victoria
(vv. 14–17). IV. Estas seguridades son recibidas con fe y gratitud (vv. 18–21). V.
Derrota de los enemigos (vv. 22–25). VI Solemne acto de acción de gracias por la
victoria y por las felices consecuencias de ella (vv. 26–30). VII. Fin del reinado de
Josafat (vv. 31–37).
Versículos 1–13
Josafat se halla en apuros, pero es librado gloriosamente como premio a su piedad.
I. Grandes bandas de moabitas, amonitas y maonitas (o meunitas. El hebreo, por
equivocación de algún copista, dice—de nuevo—amonitas. Nota del traductor) invaden
el reino de Judá (v. 1). Josafat se vio sorprendido de esta invasión (v. 2). No sabemos
qué excusa tenían para atacar a Josafat. Venían del otro lado del mar, es decir, del mar
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas
2 crónicas

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Oposicion a_la_reconstruccion
Oposicion a_la_reconstruccionOposicion a_la_reconstruccion
Oposicion a_la_reconstruccioniebsanse
 
Esplendor y prosperidad de salomón
Esplendor y prosperidad de salomónEsplendor y prosperidad de salomón
Esplendor y prosperidad de salomónCoke Neto
 
Más de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de daniel
Más de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de danielMás de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de daniel
Más de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de danielMinisterio Infantil Arcoiris
 
Profetas en los libros históricos
Profetas en los libros históricosProfetas en los libros históricos
Profetas en los libros históricosMelissa M.
 
P15 Estudio Panorámico de la Biblia: Esdras
P15 Estudio Panorámico de la Biblia: EsdrasP15 Estudio Panorámico de la Biblia: Esdras
P15 Estudio Panorámico de la Biblia: EsdrasLuis García Llerena
 
P38 Estudio Panorámico de la Biblia: Zacarias
P38 Estudio Panorámico de la Biblia: ZacariasP38 Estudio Panorámico de la Biblia: Zacarias
P38 Estudio Panorámico de la Biblia: ZacariasLuis García Llerena
 
1 zacarias 1 cuatro carpinteros
1 zacarias 1 cuatro carpinteros1 zacarias 1 cuatro carpinteros
1 zacarias 1 cuatro carpinterosYosef Sanchez
 
13 1 cronicas_01_01-04_10
13 1 cronicas_01_01-04_1013 1 cronicas_01_01-04_10
13 1 cronicas_01_01-04_10Fa Sanchez
 
P&r que pasara con las naciones?
P&r  que pasara con las naciones?P&r  que pasara con las naciones?
P&r que pasara con las naciones?Yeshiva Torah
 
Clase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y Ester
Clase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y EsterClase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y Ester
Clase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y EsterHugo Almanza
 
Éxodo 1 La analogía de la ausencia del Salvador
Éxodo 1 La analogía de la ausencia del SalvadorÉxodo 1 La analogía de la ausencia del Salvador
Éxodo 1 La analogía de la ausencia del SalvadorHumberto Rendon
 
La construcción del templo
La construcción del temploLa construcción del templo
La construcción del temploCoke Neto
 

La actualidad más candente (20)

Oposicion a_la_reconstruccion
Oposicion a_la_reconstruccionOposicion a_la_reconstruccion
Oposicion a_la_reconstruccion
 
Esplendor y prosperidad de salomón
Esplendor y prosperidad de salomónEsplendor y prosperidad de salomón
Esplendor y prosperidad de salomón
 
Más de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de daniel
Más de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de danielMás de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de daniel
Más de 90 preguntas y respuestas sobre el libro de daniel
 
Profeta sofonías
Profeta sofoníasProfeta sofonías
Profeta sofonías
 
Profetas en los libros históricos
Profetas en los libros históricosProfetas en los libros históricos
Profetas en los libros históricos
 
037 hageo
037 hageo037 hageo
037 hageo
 
Esdras
EsdrasEsdras
Esdras
 
P15 Estudio Panorámico de la Biblia: Esdras
P15 Estudio Panorámico de la Biblia: EsdrasP15 Estudio Panorámico de la Biblia: Esdras
P15 Estudio Panorámico de la Biblia: Esdras
 
DANIEL | Capítulo 3
DANIEL | Capítulo 3DANIEL | Capítulo 3
DANIEL | Capítulo 3
 
P38 Estudio Panorámico de la Biblia: Zacarias
P38 Estudio Panorámico de la Biblia: ZacariasP38 Estudio Panorámico de la Biblia: Zacarias
P38 Estudio Panorámico de la Biblia: Zacarias
 
1 zacarias 1 cuatro carpinteros
1 zacarias 1 cuatro carpinteros1 zacarias 1 cuatro carpinteros
1 zacarias 1 cuatro carpinteros
 
031 abdias
031 abdias031 abdias
031 abdias
 
El libro-de-daniel
El libro-de-danielEl libro-de-daniel
El libro-de-daniel
 
Profecía 70 semanas de Daniel
Profecía 70 semanas de DanielProfecía 70 semanas de Daniel
Profecía 70 semanas de Daniel
 
01 esdras
01 esdras01 esdras
01 esdras
 
13 1 cronicas_01_01-04_10
13 1 cronicas_01_01-04_1013 1 cronicas_01_01-04_10
13 1 cronicas_01_01-04_10
 
P&r que pasara con las naciones?
P&r  que pasara con las naciones?P&r  que pasara con las naciones?
P&r que pasara con las naciones?
 
Clase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y Ester
Clase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y EsterClase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y Ester
Clase 13 - Cronicas, Esdras, Nehemías y Ester
 
Éxodo 1 La analogía de la ausencia del Salvador
Éxodo 1 La analogía de la ausencia del SalvadorÉxodo 1 La analogía de la ausencia del Salvador
Éxodo 1 La analogía de la ausencia del Salvador
 
La construcción del templo
La construcción del temploLa construcción del templo
La construcción del templo
 

Similar a 2 crónicas

Preparativos para la construcción del templo
Preparativos para la construcción del temploPreparativos para la construcción del templo
Preparativos para la construcción del temploCoke Neto
 
11 1 reyes_07_01-08_66
11 1 reyes_07_01-08_6611 1 reyes_07_01-08_66
11 1 reyes_07_01-08_66Fa Sanchez
 
11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles
11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles
11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo PerlesJeronimoPerlesMoreno
 
11 1 reyes_09_01-10_29
11 1 reyes_09_01-10_2911 1 reyes_09_01-10_29
11 1 reyes_09_01-10_29Fa Sanchez
 
El precio de la desobediencia de un profeta
El precio de la desobediencia de un profetaEl precio de la desobediencia de un profeta
El precio de la desobediencia de un profetaasociacion
 
David y el arca de Jehová
David y el arca de JehováDavid y el arca de Jehová
David y el arca de JehováCoke Neto
 
Discurso de despedida de David
Discurso de despedida de DavidDiscurso de despedida de David
Discurso de despedida de DavidCoke Neto
 
11 1 reyes_03_03-05_08
11 1 reyes_03_03-05_0811 1 reyes_03_03-05_08
11 1 reyes_03_03-05_08Fa Sanchez
 
Divrei ha yamim_bet_2_cronicas
Divrei ha yamim_bet_2_cronicasDivrei ha yamim_bet_2_cronicas
Divrei ha yamim_bet_2_cronicasLibros Pdf
 
El amor de Dios, la obstinacion del hombre
El amor de Dios, la obstinacion del hombreEl amor de Dios, la obstinacion del hombre
El amor de Dios, la obstinacion del hombreEstado
 
REYES.pptx
REYES.pptxREYES.pptx
REYES.pptxMario
 
Dios Concede Un Rey A Israel
Dios Concede Un Rey A IsraelDios Concede Un Rey A Israel
Dios Concede Un Rey A IsraelEz Success
 
¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a los s...
¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a  los s...¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a  los s...
¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a los s...hackertheone
 

Similar a 2 crónicas (20)

Preparativos para la construcción del templo
Preparativos para la construcción del temploPreparativos para la construcción del templo
Preparativos para la construcción del templo
 
Nehemías
NehemíasNehemías
Nehemías
 
Restauracion en la alabanza
Restauracion en la alabanzaRestauracion en la alabanza
Restauracion en la alabanza
 
11 1 reyes_07_01-08_66
11 1 reyes_07_01-08_6611 1 reyes_07_01-08_66
11 1 reyes_07_01-08_66
 
11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles
11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles
11. El libro de 1º Reyes - Jerónimo Perles
 
11 1 reyes_09_01-10_29
11 1 reyes_09_01-10_2911 1 reyes_09_01-10_29
11 1 reyes_09_01-10_29
 
El precio de la desobediencia de un profeta
El precio de la desobediencia de un profetaEl precio de la desobediencia de un profeta
El precio de la desobediencia de un profeta
 
014 cronicas 2
014 cronicas 2014 cronicas 2
014 cronicas 2
 
Romanos 11
Romanos 11Romanos 11
Romanos 11
 
David y el arca de Jehová
David y el arca de JehováDavid y el arca de Jehová
David y el arca de Jehová
 
Discurso de despedida de David
Discurso de despedida de DavidDiscurso de despedida de David
Discurso de despedida de David
 
06 reyes 02
06 reyes 0206 reyes 02
06 reyes 02
 
11 1 reyes_03_03-05_08
11 1 reyes_03_03-05_0811 1 reyes_03_03-05_08
11 1 reyes_03_03-05_08
 
Divrei ha yamim_bet_2_cronicas
Divrei ha yamim_bet_2_cronicasDivrei ha yamim_bet_2_cronicas
Divrei ha yamim_bet_2_cronicas
 
El amor de Dios, la obstinacion del hombre
El amor de Dios, la obstinacion del hombreEl amor de Dios, la obstinacion del hombre
El amor de Dios, la obstinacion del hombre
 
REYES.pptx
REYES.pptxREYES.pptx
REYES.pptx
 
Dios Concede Un Rey A Israel
Dios Concede Un Rey A IsraelDios Concede Un Rey A Israel
Dios Concede Un Rey A Israel
 
Encontrarle sentido a la historia Zorobabel y Esdras
Encontrarle sentido a la historia Zorobabel y EsdrasEncontrarle sentido a la historia Zorobabel y Esdras
Encontrarle sentido a la historia Zorobabel y Esdras
 
¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a los s...
¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a  los s...¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a  los s...
¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a los s...
 
Esdras nehemias
Esdras nehemiasEsdras nehemias
Esdras nehemias
 

Más de sanchez1967 (20)

3 juan
3 juan3 juan
3 juan
 
2 timoteo
2 timoteo2 timoteo
2 timoteo
 
2 tesalonicenses
2 tesalonicenses2 tesalonicenses
2 tesalonicenses
 
2 pedro
2 pedro2 pedro
2 pedro
 
2 juan
2 juan2 juan
2 juan
 
2 corintios
2 corintios2 corintios
2 corintios
 
1 timoteo
1 timoteo1 timoteo
1 timoteo
 
1 tesalonicenses
1 tesalonicenses1 tesalonicenses
1 tesalonicenses
 
1 pedro
1 pedro1 pedro
1 pedro
 
1 juan
1 juan1 juan
1 juan
 
1 corintios
1 corintios1 corintios
1 corintios
 
Zacarías
ZacaríasZacarías
Zacarías
 
Sofonías
SofoníasSofonías
Sofonías
 
Salmos
SalmosSalmos
Salmos
 
Rut
RutRut
Rut
 
Proverbios
ProverbiosProverbios
Proverbios
 
Oseas
OseasOseas
Oseas
 
Números
NúmerosNúmeros
Números
 
Nahúm
NahúmNahúm
Nahúm
 
Miqueas
MiqueasMiqueas
Miqueas
 

Último

10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf
10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf
10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdfVanyraCumplido
 
Tema 17. Biología de los microorganismos 2024
Tema 17. Biología de los microorganismos 2024Tema 17. Biología de los microorganismos 2024
Tema 17. Biología de los microorganismos 2024IES Vicent Andres Estelles
 
Lineamientos de la Escuela de la Confianza SJA Ccesa.pptx
Lineamientos de la Escuela de la Confianza  SJA  Ccesa.pptxLineamientos de la Escuela de la Confianza  SJA  Ccesa.pptx
Lineamientos de la Escuela de la Confianza SJA Ccesa.pptxDemetrio Ccesa Rayme
 
informe-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdf
informe-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdfinforme-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdf
informe-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdfAndreaTurell
 
UNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto grado
UNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto gradoUNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto grado
UNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto gradoWilian24
 
ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLAACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLAJAVIER SOLIS NOYOLA
 
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESOPrueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESOluismii249
 
1ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 2024
1ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 20241ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 2024
1ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 2024hlitocs
 
El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.
El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.
El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.JonathanCovena1
 
6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria
6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria
6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primariaWilian24
 
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESOPrueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESOluismii249
 
La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
La Sostenibilidad Corporativa. Administración AmbientalLa Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
La Sostenibilidad Corporativa. Administración AmbientalJonathanCovena1
 
activ4-bloque4 transversal doctorado.pdf
activ4-bloque4 transversal doctorado.pdfactiv4-bloque4 transversal doctorado.pdf
activ4-bloque4 transversal doctorado.pdfRosabel UA
 
Programa dia de las madres para la convi
Programa dia de las madres para la conviPrograma dia de las madres para la convi
Programa dia de las madres para la convikevinmolina060703
 
Actividades para el 11 de Mayo día del himno.docx
Actividades para el 11 de Mayo día del himno.docxActividades para el 11 de Mayo día del himno.docx
Actividades para el 11 de Mayo día del himno.docxpaogar2178
 
Presentación de la propuesta de clase.pdf
Presentación de la propuesta de clase.pdfPresentación de la propuesta de clase.pdf
Presentación de la propuesta de clase.pdfFranciscoJavierEstra11
 

Último (20)

Sesión de clase APC: Los dos testigos.pdf
Sesión de clase APC: Los dos testigos.pdfSesión de clase APC: Los dos testigos.pdf
Sesión de clase APC: Los dos testigos.pdf
 
10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf
10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf
10-08 Avances tecnológicos del siglo XXI.pdf
 
Tema 17. Biología de los microorganismos 2024
Tema 17. Biología de los microorganismos 2024Tema 17. Biología de los microorganismos 2024
Tema 17. Biología de los microorganismos 2024
 
Los dos testigos. Testifican de la Verdad
Los dos testigos. Testifican de la VerdadLos dos testigos. Testifican de la Verdad
Los dos testigos. Testifican de la Verdad
 
Lineamientos de la Escuela de la Confianza SJA Ccesa.pptx
Lineamientos de la Escuela de la Confianza  SJA  Ccesa.pptxLineamientos de la Escuela de la Confianza  SJA  Ccesa.pptx
Lineamientos de la Escuela de la Confianza SJA Ccesa.pptx
 
informe-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdf
informe-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdfinforme-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdf
informe-de-laboratorio-metodos-de-separacion-de-mezclas.pdf
 
UNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto grado
UNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto gradoUNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto grado
UNIDAD 3 -MAYO - IV CICLO para cuarto grado
 
ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLAACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
 
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESOPrueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
 
1ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 2024
1ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 20241ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 2024
1ERGRA~2.PDF EVALUACION DIAGNOSTICA 2024
 
El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.
El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.
El liderazgo en la empresa sostenible, introducción, definición y ejemplo.
 
Power Point E. S.: Los dos testigos.pptx
Power Point E. S.: Los dos testigos.pptxPower Point E. S.: Los dos testigos.pptx
Power Point E. S.: Los dos testigos.pptx
 
6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria
6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria
6°_GRADO_-_MAYO_06 para sexto grado de primaria
 
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESOPrueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
 
La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
La Sostenibilidad Corporativa. Administración AmbientalLa Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
 
Lecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigos
Lecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigosLecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigos
Lecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigos
 
activ4-bloque4 transversal doctorado.pdf
activ4-bloque4 transversal doctorado.pdfactiv4-bloque4 transversal doctorado.pdf
activ4-bloque4 transversal doctorado.pdf
 
Programa dia de las madres para la convi
Programa dia de las madres para la conviPrograma dia de las madres para la convi
Programa dia de las madres para la convi
 
Actividades para el 11 de Mayo día del himno.docx
Actividades para el 11 de Mayo día del himno.docxActividades para el 11 de Mayo día del himno.docx
Actividades para el 11 de Mayo día del himno.docx
 
Presentación de la propuesta de clase.pdf
Presentación de la propuesta de clase.pdfPresentación de la propuesta de clase.pdf
Presentación de la propuesta de clase.pdf
 

2 crónicas

  • 1. 2 CRÓNICAS Este libro comienza con el reinado de Salomón y la construcción del templo y continúa con la historia de los reyes de Judá desde Salomón hasta la deportación a Babilonia, y concluye así con la caída de aquella ilustre monarquía y con la destrucción del templo. En los libros 1 y 2 de Reyes, la historia de los reyes de Judá estaba mezclada con la de los reyes de Israel, pero aquí sólo se mencionan los de Judá. Se repite mucho de lo que ya sabemos, pero se amplían algunas de las porciones ya conocidas y se añaden otras nuevas, especialmente en lo referente a los asuntos religiosos, que es donde se pone el énfasis en Crónicas. CAPÍTULO 1 En el libro anterior veíamos cómo engrandeció Dios a Salomón y cómo le prestó homenaje el pueblo. Ahora se nos dice: I. Cómo honró él a Dios mediante sacrificios (vv. 1–6) y oración (vv. 7–12). II. Cómo honró él a Israel al incrementar la fuerza, la riqueza y el comercio del país (vv. 13–17). Versículos 1–12 I. La gran prosperidad de Salomón (v. 1). Como Dios estaba con él, lo engrandeció sobremanera. II. Su gran piedad y devoción. 1. Hasta ahora, todos sus nobles debían de ser buenas personas, pues estuvieron dispuestos a unirse a él en sus devociones. Les habló a los capitanes y a los jueces, a los gobernadores y a los jefes de las familias, para ir con ellos a Gabaón (vv. 2, 3). Comenzó Salomón su reinado con esta piadosa y pública visita al altar de Dios, lo cual fue un buen presagio. Los magistrados que comienzan su mandato de manera piadosa tienen grandes probabilidades de prosperar ellos mismos y de llevar a su país a buen puerto. 2. Ofreció allí abundantes sacrificios (v. 6). Su padre David le había dejado rebaños y ganado mayor en abundancia (1 Cr. 27:29, 31), y así pudo ofrecer a Dios de ellos en gran cantidad. El Arca estaba en Jerusalén (v. 4), pero el altar estaba en Gabaón (v. 5), y allí ofreció él los sacrificios. 3. Dirigió a Dios una buena oración; de ella, y de la respuesta que Dios le dio, ya vimos en 1 Reyes 3:5 y ss. (A) Dios le dijo que pidiera lo que desease, no sólo para concederle su favor, sino también para descubrir lo que había en su corazón, ya que el carácter de los hombres se echa de ver en sus deseos y preferencias. «¿Qué querrías tener?» es una pregunta que pone a prueba a una persona, tanto o más que: «¿Qué querrías hacer?» (B) Como buen hijo de David, escogió algo espiritual, más bien que cosas temporales. (Recuérdese lo dicho en 1 R. 3:5 y ss.: Salomón pudo haber escogido algo mejor: incesante comunión con Dios. Nota del traductor.) Pidió «sabiduría e inteligencia» (v. 10). Dos razones expone, las cuales no se citan en 1 Reyes: (a) «Me has puesto por rey en lugar de mi padre» (v. 8). Como si dijese: «Si he de reinar en lugar de mi padre, dame el saber de mi padre». (b) «Confírmese … tu palabra dada a David mi padre» (v. 9). La promesa está en 2 Samuel 7:13, 14; 1 Reyes 5:5; 1 Crónicas 28:6: «Él edificará mi casa y yo confirmaré su trono …» «Dame, pues, sabiduría de lo contrario—parece decir Salomón—, ni tu casa será edificada, ni mi trono será confirmado». 4. Recibió cumplida respuesta a su oración (vv. 11, 12). (A) Dios le concedió la sabiduría que le había pedido. Nunca faltará el favor de Dios a quienes sinceramente lo desean. (B) Dios le concedió también riquezas y honores que no había pedido. Los que ponen su corazón en las cosas de este mundo, verán cómo se les acaban un día y pierden
  • 2. lo eterno; mientras que los que ponen la mira en las cosas de arriba, no sólo las obtendrán, sino que también disfrutarán de todo lo conveniente aquí en la vida presente. Versículos 13–17 1. El comienzo del gobierno de Salomón (v. 13): Volvió de delante del tabernáculo … y reinó sobre Israel. No quiso intervenir en asuntos del gobierno, sino después de llevar a cabo primeramente sus actos de devoción; ningún honor quería para sí sin dar antes a Dios el honor—primero, el tabernáculo; después, el trono—. 2. La magnificencia de su corte (v. 14): «Juntó carros y gente de a caballo». Hasta qué punto quebrantó así la ley de Deuteronomio 17:16, no están los autores de acuerdo. Quizá dependa la solución del motivo que le indujo: ¿fue por lujo y ostentación, o por hacer un buen negocio para el país? El oro y la plata llegaron a ser en su reinado cosa común y barata (v. 15), pues el incremento de estos metales hace que baje su valor; en cambio, el aumento de gracia incrementa su precio, pues cuanto más tienen los hombres de ella, más la estiman. De Egipto importaba Salomón caballos y lienzos finos (v. 16) que él exportaba a los reyes heteos y de Siria, y hacía, sin duda, gran negocio (v. 17). Ya vimos esto en 1 Reyes 10:28, 29. CAPÍTULO 2 El negocio de Salomón con sus importaciones y exportaciones no tenía nada de malo, pero la obra principal que le estaba destinada era la construcción, y a ella se dedica ahora. I. Su resolución de edificar el templo y un palacio real, y su designación de los que habían de trabajar en ambos edificios (vv. 1, 2, 17, 18). II. Su petición al rey de Tiro para que le ayudase con artesanos y materiales (vv. 3–10). III. El rey de Tiro accede a su petición (vv. 11–16). Versículos 1–10 La sabiduría le había sido dada a Salomón no solamente para especular ni para conversar, sino especialmente para actuar; y a la acción se dedica de inmediato. I. Su resolución de construir (v. 1): «Determinó, pues, Salomón edificar casa al nombre de Jehová y casa real para sí». Al primero se le sirve primero—primero el templo y después el palacio—; éste, no tanto por comodidad y ostentación cuanto por honor del reino y decorosa recepción del pueblo siempre que necesitasen acudir a su rey, así como de los embajadores de otros países; el bien común tenía prioridad en su intención. II. Su embajada a Huram (como se llama aquí al rey de Tiro, en vez de Hiram). El objetivo de esta embajada aparece aquí, con poca diferencia, como en 1 Reyes 5:2 y ss. 1. Las razones que presenta al rey de Tiro están aquí expresadas con más detalle que en 1 Reyes: (A) Apela a la amistad que unía a David con Huram (v. 3): «Haz conmigo como hiciste con David mi padre». (B) Le declara su objetivo al edificar el templo (v. 4): era para fines religiosos; para ser dedicado a Dios y usado en su servicio, del que menciona varios detalles para conocimiento de Huram. (C) Procura excitar en Huram altos pensamientos con respecto al Dios de Israel (v. 5): Porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses. Por consiguiente: (a) «Su casa había de ser grande, no al nivel del Dios al que se dedicaba (pues no cabe proporción entre lo infinito y lo limitado), sino a la medida de la gran estima en que tenemos a nuestro Dios». (b) «Pero que no piense Huram que el Dios de Israel habita, como los dioses de las demás naciones, en templos hechos por manos humanas (Hch. 17:24), pues los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerle (v. 6). Sólo se va a edificar para conveniencia de los sacerdotes y de los adoradores a fin de que tengan un lugar para quemar incienso delante de Dios.» (c) Se considera a sí mismo, aun siendo un gran rey, como indigno del honor de ser usado para esta gran obra: «¿Quién soy yo para que le edifique casa?»
  • 3. 2. También aparecen aquí con más detalle las peticiones que le hace. (A) Desea que Huram le envíe una buena mano para la obra, un hombre hábil, etc. (v. 7). Como si dijese: «Tenemos hombres hábiles en Jerusalén, pero no tan expertos como los de Tiro en el trabajo del oro, etc.; por eso, puesto que la obra del templo debe ser la mejor de su clase envíame los mejores artífices que puedas encontrar». (B) Desea también los mejores materiales para esta obra (v. 8), «porque la casa que tengo que edificar ha de ser grande y portentosa» (v. 9). 3. Por su parte, Salomón se compromete a mantener a sus obreros (v. 10), a darles trigo y cebada, vino y aceite, tanto cuanto necesiten. No iba a tenerles a pan y agua, sino que les iba a dar de lo mejor, y en abundancia. Versículos 11–18 I. La respuesta que Huram dio a Salomón, en la cual muestra su gran respeto a Salomón y su disposición a servirle. 1. Felicita a Israel por tener un rey como Salomón (v. 11): Por el amor que Jehová tiene a su pueblo, te ha puesto por rey sobre ellos. 2. Bendice a Dios por haber suscitado tal sucesor a David (v. 12). No sólo estaba Huram en buena disposición hacia la nación judía, y contento de que prosperara, sino que adoraba a Jehová el Dios de Israel (con cuyo nombre se le conocía en las naciones vecinas). Ahora que el pueblo de Israel se adhería a la Ley y al culto de Dios, y preservaba así su propio honor, las naciones vecinas parecían dispuestas a ser instruidas en la verdadera religión, como había sido infectado Israel, en los días de su apostasía, por las idolatrías y supersticiones de sus vecinos. 3. Le envió un artífice muy hábil que en ninguna cosa le había de decepcionar: Hiram-abí, que llevaba en sus venas sangre judía y gentil, pues su madre era israelita y su padre tirio. Como Hiram-abí significaba «Hiram, mi padre», comenta el Dr. Ryrie que se llamaba padre por ser un gran experto en su oficio, según la costumbre antigua. 4. En cuanto a los materiales, pide a Salomón que le envíe los víveres que ha prometido para los obreros, y él hará que la madera sea transportada hasta Jope, desde donde Salomón hará que la lleven hasta Jerusalén (vv. 15, 16). II. Las órdenes que dio Salomón acerca de los obreros. A los nativos de Israel no iba a emplearlos en la carga y descarga de materiales, sino que para ello emplearía a los extranjeros que vivían en el país como prosélitos de la religión judía. Por este tiempo había gran número de ellos en Israel (v. 17), quienes, como los gabaonitas, estaban bajo ley de ser cortadores de leña para la congregación. La cifra que se nos da de estos obreros (v. 17) es de 150.000, cuya distribución se nos refiere en los versículos 2 y 18. CAPÍTULO 3 En este capítulo tenemos: I. El lugar y el tiempo de la construcción del templo (vv. 1, 2). II. Sus dimensiones y ornamentación (vv. 3–9). III. Los querubines en el Lugar Santísimo (vv. 10–13). De todo esto ya se nos habló en 1 Reyes caps. 6 y 7. Versículos 1–9 I. El lugar en que fue construido el templo. 1. Había de ser en Jerusalén (1 Cr. 22:1), pues ése era el lugar que había escogido Dios; la ciudad regia había de ser la ciudad santa. 2. Había de estar en el monte Moria, que, en opinión de muchos fue el lugar donde Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo Isaac (Gn. 22:2). 3. Había de ser donde se había aparecido Jehová a David y le había contestado por fuego (1 Cr. 21:18, 26). Allí se había hecho una vez la expiación y, por consiguiente, en recuerdo de ello, allí había de hacerse de nuevo la expiación. 4. Había de ser en el lugar que David había preparado, no sólo por haberlo comprado con su dinero, sino por haberlo escogido bajo la dirección de Dios. 5. Había de estar en la era de Ornán o Arauna.
  • 4. II. El tiempo en que empezó a construirse: en el cuarto año del reinado de Salomón (v. 2). Los tres primeros años fueron empleados en hacer los preparativos necesarios, pues no es de extrañar que pasasen pronto esos tres años si tenemos en cuenta la cantidad de manos y de materiales que había de reunirse para la construcción. III. Sus dimensiones, respecto de las cuales, como de otras cosas, Salomón había recibido de su padre las instrucciones necesarias (v. 3): «Éstas son las medidas (o esto es lo establecido) que fijó Salomón para la edificación de la casa». Es decir, por esta norma de medida se rigió—tantos codos de largo, tantos de ancho, etc.—conforme a la primera medida, la que le fue señalada por la sabiduría divina para las dimensiones del templo. IV. La ornamentación del templo. El maderamen era de primera calidad y, aun así, estaba cubierto de oro puro (v. 4), de oro fino (v. 5) y realzado con palmeras y cadenas. Era oro de Parváyim (v. 6), el mejor. Las vigas, los umbrales, las paredes y las puertas estaban cubiertos de oro (v. 7). El Lugar Santísimo, de veinte codos de largo por otros veinte de ancho, estaba todo él cubierto de oro fino (v. 8), cuyo peso era de seiscientos talentos (¡unas 21 toneladas métricas!). Los clavos, también de oro, pesaban 50 siclos (unos 700 gramos) en total, no cada uno (como dicen nuestras versiones, al seguir a los LXX y a la Vulgata). Versículos 10–17 1. Ya había sobre el Arca dos querubines que cubrían el propiciatorio con sus alas extendidas. Pero ahora que el Lugar Santísimo era mucho más amplio, Salomón hizo esculpir otros dos querubines, también cubiertos de oro (v. 10), para representar a los ángeles que custodian la majestad de Dios (Is. 6:3). Éstos estaban con las alas extendidas de una pared a otra (más de nueve metros en total): 2’30 m. por cada ala; con lo que el total (20 codos = 9’20 m) equivalía a la anchura del Lugar Santísimo (v. 8). Estaban de pie (v. 13) en actitud de servir, y con los rostros vueltos hacia la cámara (o hacia el Arca), no hacia los adoradores (pues entonces habrían estado sentados o en un trono), con lo que se daba a entender que no estaban allí para ser ellos adorados, sino para adorar ellos mismos a Dios. No hemos de adorar a los ángeles, sino, con los ángeles, a Dios; pues hemos sido convocados a la misma asamblea festiva que ellos (He. 12:22) y hemos de hacer, lo mismo que ellos, la voluntad de Dios (comp. 1 Co. 11:10 con Is. 6:2). Más aún, los ángeles son servidores de los creyentes (He. 1:14). 2. El velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (v. 14) era señal de la oscuridad de la dispensación de la Ley, y de la distancia a la que habían de pararse los adoradores; pero, al morir Cristo, este velo se escindió de arriba abajo, para indicar que podemos ya acercarnos con toda confianza al trono de la gracia (He. 4:15, 16), no sólo podemos mirar, sino también entrar. En este velo hizo Salomón bordar (lit. hizo subir, esto es, realzar sobre la tela al bordarlos) querubines (v. 14). 3. Se mencionan también las dos columnas que ya conocemos por 1 Reyes 7:15 y ss., a las que puso los nombres de Jaquín y Bóaz («firmeza» y «fuerza», respectivamente), de 35 codos (unos 16 metros) de alto (v. 15). CAPÍTULO 4 Más detalles sobre el mueblaje del templo. I. Objetos de bronce. El altar de los holocaustos (v. 1), el estanque, o mar de agua, y las fuentes (o pilas) para las abluciones (vv. 2–6), el revestimiento de las puertas del atrio (v. 9), los utensilios del altar de bronce y otros accesorios (vv. 10–18). II Objetos de oro. Diez candeleros (v. 7) y cien tazones (v. 8), el altar del incienso (v. 19) y los accesorios de cada uno de estos objetos (vv. 20–22). Versículos 1–10
  • 5. David habla a menudo con afecto de la casa de Jehová y de los atrios de nuestro Dios. I. Objetos del atrio que estaban a la vista de todo el pueblo, y que tenían un significado muy importante. 1. El altar de bronce (v. 1). Sobre él se ofrecían los sacrificios, y él santificaba las ofrendas. Este altar era mucho mayor que el que había hecho Moisés para el tabernáculo; éste era de cinco codos en cuadro, mientras que el del templo era de veinte codos en cuadro. Dios había ampliado considerablemente las fronteras de la nación; estaba, pues, muy puesto en razón que ellos ampliasen los altares de Dios. Nuestra gratitud ha de ser a la medida de los beneficios que Dios nos otorga. Tenía diez codos de alto (unos 4’50 m), a fin de que el pueblo que adoraba en los atrios pudiese ver cómo se quemaban los sacrificios, y la vista pudiese infundir al corazón arrepentimiento por el pecado. Con el humo de los sacrificios podía elevarse también el corazón en oración a Dios y gratitud por sus favores. En todas nuestras devociones hemos de poner nuestra vista en Jesús (He. 12:20), la gran propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 2:1–2). 2. El estanque, o mar, de bronce fundido y de forma redonda, para que los sacerdotes se lavaran en él (vv. 2, 6). (A) Hay abundancia plena de méritos en la obra de Jesucristo para todos cuantos se acerquen por fe a purificar su conciencia para servir al Dios vivo (He. 9:14). (B) Y nosotros tenemos el deber de purificarnos por medio de un arrepentimiento sincero. Nuestro corazón ha de ser santificado para poder santificar el nombre de Dios. Para acercarnos a Dios hemos de limpiar las manos y purificar el corazón (Stg. 4:8). 3. Había también diez fuentes, o pilas, para lavar y limpiar en ellas lo que se ofrecía en holocausto (v. 6). Así como los sacerdotes tenían que lavarse, también tenían que lavarse los sacrificios. No sólo hemos de purificarnos, sino que hemos de quitar de nosotros con todo esmero los vanos pensamientos que se apegan a nuestras acciones y las manchan. 4. Las puertas del atrio estaban cubiertas de bronce (v. 9), tanto para embellecerlas como para fortalecerlas y protegerlas de la acción corrosiva de los elementos atmosféricos. II. En la casa de Dios, o santuario propiamente dicho (en donde sólo los sacerdotes podían entrar a oficiar), había objetos de significado aún más importante. Todo era de oro allí. Cuanto más nos acercamos a Dios, tanto más puros debemos ser y más puros nos hará. 1. Había allí diez candeleros de oro de la misma forma que el del tabernáculo (v. 7). La Palabra de Dios es una luz (Sal. 119:105) que alumbra en un lugar oscuro (2 P. 1:19). En tiempo de Moisés sólo tenían un candelero, pues sólo disponían del Pentateuco el actual aumento en el número de candeleros podía significar las adiciones que, al paso del tiempo, se hicieron con otros libros de las Escrituras. Todos los candeleros eran de oro, así como toda la Escritura es inspirada por Dios (2 Ti. 3:16), aunque no sea toda igualmente importante. También las iglesias locales están destinadas a ser candeleros (Ap. 1:20). 2. Había diez mesas para los panes de la proposición, las cuales habían de ser de oro como la primera (vv. 8, 19). A estas mesas pertenecían cien tazones de oro (v. 8). 3. Y estaba el altar de oro (v. 19), donde se quemaba el incienso. Versículos 11–22 Compendio de toda la obra de bronce y oro del templo. 1. Huram fue muy puntual, pues acabó a tiempo toda la obra que tenía que hacerle al rey (vv. 11, 16). 2. Salomón no escatimó dinero ni materiales, pues hizo todos los enseres en número tan grande que no pudo saberse el peso del bronce (v. 18), a fin de que pudieran reponerse los que se fuesen desgastando con el uso. CAPÍTULO 5
  • 6. Una vez edificado y amueblado para Dios el templo, tenemos aquí: I. La posesión que de él se hizo a Dios al llevar allí las cosas que David había dedicado (v. 1), especialmente el Arca, señal de su presencia (vv. 2–10). II. La posesión que Dios tomó de él mediante la nube (vv. 11–14). Versículos 1–10 Todo esto concuerda con lo que ya vimos en 1 Reyes 8:2 y ss., donde se nos informó de la solemne introducción del Arca en el recién edificado templo. 1. No necesitaron gran solemnidad para traer las cosas dedicadas (v. 1), pues ellas prestaban al templo riqueza y, quizá belleza; pero no podían prestar santidad al templo que santificaba al oro (Mt. 23:17). Véase cuán bien se portó en esto Salomón, tanto para con Dios como para con David su padre, pues todo lo que David había dedicado a Dios, lo empleó para las cosas del templo. Y después de haber hecho en abundancia todos los utensilios del templo (4:18), no empleó para otros usos los materiales que habían quedado, sino que los dejó en el tesoro del templo para casos de necesidad. 2. Pero el Arca merecía ser introducida con toda solemnidad; y así se hizo. Todos los demás utensilios se habían hecho nuevos y más amplios o más numerosos, en proporción a las medidas del templo; pero el Arca, con el propiciatorio y los querubines, era la misma, porque la presencia y la gracia de Dios es la misma en pequeñas congregaciones como en grandes asambleas. Donde dos o tres están reunidos en nombre de Cristo, allí está Él tan presente como donde hay 2.000 o 3.000 reunidos. 3. El Arca entró escoltada por un gran número de los ancianos y de los jefes de Israel, que vinieron para asistir a la solemnidad (vv. 2–4). Fue llevada a hombros de los sacerdotes (v. 7), introducida en el Lugar Santísimo y colocada bajo las alas de los grandes querubines que había puesto allí Salomón (vv. 7, 8). La frase «y allí están hasta hoy», del versículo 9, no se refiere a la fecha en que se escribió el libro de Crónicas, sino la fecha en que se inscribió en el documento, anterior al año 587 a. de C., del que se extrajo la noticia para registrarla ahora. El Arca era tipo de Cristo y, como tal, señal de la presencia de Dios. El templo mismo, al marcharse de él Cristo, fue un lugar desolado (Mt. 23:38). Con el Arca introdujeron también el tabernáculo de reunión y todos los utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo (v. 5). 4. Todo esto se llevó a cabo con gran regocijo. Observaron fiesta solemne en esta ocasión (v. 3), y sacrificaron ovejas y bueyes en número incalculable (v. 6). Cuando Cristo es formado en una persona, la ley queda escrita en el corazón, y el Arca de Dios se establece allí de forma que la persona se convierte en templo del Espíritu Santo, con lo que aquel corazón queda verdaderamente satisfecho y gozoso. Versículos 11–14 Salomón y los ancianos y jefes de Israel habían hecho lo que pudieron para solemnizar la traída e introducción del Arca; pero Dios le prestó el mayor honor posible al manifestar que aceptaba lo que habían hecho. La nube de gloria que llenó la casa de Dios (v. 14) la embelleció más que todo el oro con que estaba cubierta; pero, aun así, esta gloria no tuvo comparación con la gloria de la dispensación del Evangelio (2 Co. 3:8–10). I. Cómo tomó Dios posesión del templo: «Lo llenó de una nube» (v. 13). 1. Con esto mostraba que aceptaba este templo del mismo modo que había aceptado el tabernáculo de Moisés (Éx. 40:34). 2. Con esto tenía en consideración la debilidad de aquellos a quienes se manifestaba pues no habrían podido soportar el brillo de la luz divina (1 Ti. 6:16). Así también Jesucristo fue revelando a sus discípulos las cosas de Dios de forma que pudiesen entenderlas, y en parábolas, como si envolviese las cosas de Dios en una nube.
  • 7. II. Cuándo tomó posesión de él. 1. Cuando los sacerdotes salieron del santuario (v. 11). Ésta es la forma de dar posesión. Todos tienen que salir, para que el legítimo dueño pueda entrar. ¿Queremos que habite Dios en nuestro corazón? Hemos de dejarle sitio; todo lo demás ha de quedarle sometido, si es bueno, o expulsado, si no puede convivir con Dios. 2. Cuando los músicos y cantores alababan a Dios, entonces llenó la nube la casa. Esto es muy de notar; no fue al ofrecer sacrificios a Dios sino al cantarle alabanzas cuando la nube llenó la casa, porque el sacrificio de alabanza (He. 13:15) agrada a Dios más que el de un buey o un becerro (Sal. 69:31). Donde hay avenencia con Dios, hay bendición de Dios. La bondad de Dios es su gloria, y por eso se agrada Dios cuando le damos la gloria que se merece su bondad. III. Cuál fue el resultado. «No podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube» (v. 14). El Verbo se hizo carne (Jn. 1:14); y cuando venga a su templo como fuego purificador, ¿quién podrá soportar el día de su venida?, o ¿quién podrá estar en pie cuando Él se manifieste? (Mal. 3:1, 2). CAPÍTULO 6 Ya que hubo llenado la gloria de Dios, por medio de la nube, el templo, Salomón aprovecha inmediatamente la ocasión y se dirige a Dios. I. Hace una solemne declaración de su intención al edificar esta casa, para satisfacción del pueblo y honor de Dios y bendice al pueblo y a Dios (vv. 1–11). II. Dirige a Dios una solemne oración para que se digne aceptar benévolamente y responder convenientemente todas las oraciones que se le hagan en esta casa (vv. 12–42). Todo este capítulo aparece, con ligeras variantes, en 1 Reyes 8:12–53, al que hará bien el lector en volver su mirada. Versículos 1–11 En todas nuestras devociones, es de gran importancia, que nuestra intención sea recta («el ojo sencillo» de Mt. 6:22). Si Salomón hubiese construido el templo por orgullo, no le habría resultado de provecho, pero: 1. Lo construyó para la gloria y el honor de Dios; éste fue su motivo principal, su último fin. Lo edificó al nombre de Jehová Dios de Israel (v. 10), como morada para Dios (v. 2). Lo hizo en cumplimiento de la elección que Dios se había complacido en hacer de Jerusalén, a fin de que fuese la ciudad en que estuviese su nombre (v. 6): A Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre. 3. Lo hizo al cumplir las buenas intenciones de su padre, quien no había tenido la oportunidad de llevarlas a la práctica (v. 7): David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel. Dios había aprobado su intención aunque no le permitió edificarlo (v. 8). Así pasa con frecuencia con la obra de Dios: uno siembra y otro siega (Jn. 4:37, 38). No todas las obras bellas son originales. 4. Lo hizo, en fin en cumplimiento de la palabra que Dios había dicho: «Tu hijo … él edificará casa a mi nombre. Y Jehová ha cumplido su palabra» (vv. 9, 10). Versículos 12–41 En los versículos precedentes Salomón había firmado y sellado, por decirlo así, el documento de dedicación, por el cual el templo quedaba destinado al honor y servicio de Dios. Ahora profiere la oración de consagración, por la que fue hecho tipo de Cristo, el gran Mediador, mediante el cual hemos de ofrecer todas nuestras oraciones. I. Vemos expresadas varias verdades doctrinales. 1. El Dios de Israel es un Ser de incomparable perfección. No podemos describirlo; pero sabemos que no hay semejante a Él en el cielo ni en la tierra (v. 14). 2. Que es fiel a toda palabra que dice, y todos los que le sirven sinceramente hallarán, sin duda, que es fiel y amoroso. 3. Que es infinito e inmenso, al que los cielos y los cielos de los cielos (los más altos cielos) no pueden contener, y a cuya felicidad nada podemos añadir por mucho que podamos hacer en servicio suyo (v. 18). Así como rebasa todas las fronteras del Universo, también supera infinitamente las alabanzas de todas las criaturas inteligentes. 4. Que sólo Él conoce el
  • 8. corazón de los hijos de los hombres (v. 30). Todos los pensamientos, intenciones, sentimientos, etc., están abiertos y desnudos delante de Él; nada podemos esconderle a Dios, quien no sólo conoce lo que hay en el corazón, sino que conoce el corazón mismo y todas sus palpitaciones. 5. Que en esta vida no puede hallarse tal cosa como una perfección absoluta (v. 36). II. Hay aquí también algunas suposiciones o hipótesis. 1. Supone Salomón que, si surgen dudas y controversias entre un hombre y otro, ambas partes estarán de acuerdo en apelar a Dios y exigir juramento a la persona cuyo testimonio tenga que zanjar la disputa (v. 22). 2. Supone también, aun cuando Israel disfrutaba entonces de profunda paz y tranquilidad, que vendrían tiempos de calamidad y que quienes no habían invocado a Dios en otras circunstancias, le buscarán con afán y prontitud en su tribulación. A quienes se hayan apartado de Dios, la tribulación los devolverá a Él (vv. 24, 26, 28). 3. Supone que habían de venir de tierras lejanas extranjeros para adorar al Dios de Israel y prestarle homenaje. III. Finalmente, hay peticiones. 1. Que Dios reconozca por suya esta casa (v. 20). 2. Que Dios oiga y acepte las oraciones que se hagan en ella o en dirección a ella (v. 21). Oró para que Dios oyera desde su morada celestial que es la verdadera morada de Dios, de la que ha de venir su socorro. «Que oigas y perdones» (v. 21). El perdón de los pecados es la llave que abre la puerta a todas las demás respuestas a nuestras oraciones. 3. Que la justicia divina actúe con toda equidad ante todas las apelaciones que a ella se hagan aquí (vv. 23, 30). 4. Que Dios tenga misericordia de su pueblo cuando ellos se arrepientan y le busquen (vv. 25, 27, 38, 39). 5. Que acoja bien a los extranjeros que vengan a esta casa y conteste a sus oraciones (v. 33). 6. Que defienda siempre la causa de su pueblo Israel contra todos sus enemigos: «Ampara su causa» (vv. 35, 39). 7. Termina su oración con algunas expresiones que había aprendido de su buen padre, inscritas en los Salmos. No se mencionaron en 1 Reyes, pero las tenemos aquí (vv. 41, 42). Ora: (A) Para que Dios se digne tomar posesión del templo y que haga de él su morada; «Tú y el Arca de tu poder» (v. 41), pues ¿de qué serviría el Arca sin el Dios del Arca, las ordenanzas de Dios sin el Dios de las ordenanzas? (B) Que se digne hacer de los ministros del templo una gran bendición para el pueblo: Sean vestidos de salvación tus sacerdotes», es decir, de santidad, como se ve por el Salmo 132:9, 16), de donde toma Salomón estas frases (aunque la palabra «justicia» del Salmo 132:9 significa las vestiduras de gala, es decir, las ordenadas por Dios mismo. Nota del traductor). (C) Que el servicio del templo llene de gozo al pueblo de Dios. CAPÍTULO 7 Respuesta de Dios a la oración de Salomón. I. En público, por medio del fuego que consumió los sacrificios (v. 1), lo que impresionó mucho a sacerdotes y pueblo (vv. 2, 3). Con está señal de la aceptación de Dios se animaron grandemente a continuar durante catorce días la solemnidad de la fiesta, y Salomón se animó a seguir adelante con todos sus planes para el honor de Dios (vv. 4–11). II. En privado, durante un sueño o una visión en la noche (vv. 12–22). La mayor parte de estas cosas las vimos ya en 1 Reyes capítulos 8 y 9. Versículos 1–11 I. La bondadosa respuesta que concedió Dios inmediatamente a la oración de Salomón (v. 1): «Descendió fuego de los cielos y consumió el holocausto y las víctimas». De este modo había testificado Dios su aceptación de Moisés (Lv. 9:24), de Gedeón (Jue. 6:21), de David (1 Cr. 21:26); y, en general, aceptar el holocausto es, en la fraseología hebrea, convertirlo en cenizas (Sal. 20:3). Apliquemos esto: 1. A los padecimientos de Cristo. Cuando plugo a Dios quebrantarlo, y lo sometió al padecimiento, en eso mismo mostró su buena voluntad hacia los hombres, al cargar
  • 9. sobre Él la iniquidad de todos nosotros (Is. 53:6, 10). Su muerte fue nuestra vida; y Él fue hecho maldición (Gá. 3:13) y pecado (2 Co. 5:21) para que nosotros heredásemos bendición y justicia. 2. A la santificación del Espíritu quien desciende como fuego, y consume nuestra corrupción y nuestras escorias esas bestias que deben ser sacrificadas, si no hemos de darnos por perdidos; y que enciende en nuestro espíritu un fuego santo de piadosos sentimientos y afectos, fuego que ha de arder de continuo en el altar de nuestro corazón. II. La gratitud mostrada a Dios por esta señal de su favor. 1. El pueblo adoró y alabó a Jehová (v. 3): Se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron y alabaron a Jehová, con lo que expresaron así su tremendo pavor ante la majestad divina, su gozosa sumisión a la autoridad de Dios y el sentimiento que tenían de su propia indignidad para acercarse a la presencia de Dios. Incluso cuando descendió del cielo el fuego de Jehová, le alabaron diciendo: Él es bueno, y su misericordia es para siempre». Este es un cántico que nunca se pasa de moda, y por el que nuestro corazón y nuestra lengua nunca deberían estar fuera de tono. 2. El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios en abundancia (vv. 4, 5). Y los sacerdotes cumplieron también con su función, así como los cantores y músicos con la suya (v. 6) con los instrumentos que había hecho David y, sin duda, con el cántico que David había entregado a Asaf (comp. con 1 Cr. 16:34). 3. Toda la congregación expresó el mayor gozo y la mayor satisfacción imaginables. Observaron durante siete días la fiesta de la dedicación del altar (desde el segundo hasta el noveno); el décimo día era el Día de la Expiación, cuando tenían que afligir su alma por el pecado, lo cual no estaba fuera de sazón en medio de su regocijo; el día quince comenzaron la fiesta de los Tabernáculos, la que continuó hasta el veintidós, y no se separaron hasta el veintitrés. Versículos 12–22 Dios se apareció a Salomón de noche, como lo había hecho otra vez (1:7), y, como entonces, también después de un día de ofrecer sacrificios, y le dio una respuesta especial a su oración. Su contenido lo vimos ya en 1 Reyes 9:2–9. 1. Le prometió reconocer esta casa como casa de sacrificio (v. 12) y de oración (Is. 56:7), para que estuviese en ella su nombre para siempre (v. 16). 2. Le prometió responder las oraciones de su pueblo siempre que viniesen a elevarlas en este lugar (vv. 13–15). (A) Se supone que ha de haber tiempos de hambre en el país, y, probablemente, guerra, si por langostas que consuman la tierra se dan a entender enemigos que consumen y devastan como las langostas (v. Jl. 1:4–7; 2:25). (B) Del pueblo se espera y exige arrepentimiento, oración y reforma de vida (v. 14). (C) Bajo esa condición, se promete misericordia al país; Dios perdonará el pecado que atrajo sobre ellos la calamidad, y sanará la tierra, que había sido devastada. La gracia del perdón prepara el camino para la gracia de la curación (Sal. 103:3; Mt. 9:2). 3. Prometió perpetuar el trono de Salomón, a condición de que él persevere en el cumplimiento de su deber (vv. 17, 18). Pero pone delante de él la muerte y la vida, la maldición y la bendición. (A) Da como posible que, aunque ha edificado este templo para honrar a Dios, se aparten para adorar a otros dioses (v. 19). (B) Les amenaza de cierto que, si lo hacen, de seguro verán la ruina tanto el trono como el altar. CAPÍTULO 8 En este capítulo se nos dice: I. Qué ciudades edificó Salomón (vv. 1–6). II. Qué obreros empleó (vv. 7–10). III. Qué interés puso en acomodar bien a su mujer (v. 11). IV. Qué buenas normas estableció para el servicio del templo (vv. 12–16). V. Qué comercio hizo con los países extranjeros (vv. 17, 18). Un relato similar en 1 Reyes 9:10–24.
  • 10. Versículos 1–11 1. Aunque Salomón era muy sabio y erudito, no pasó sus días en la especulación, sino en la acción: construyó ciudades y las fortificó. 2. Empleó para ello a mucha gente. Habían quedado en el país muchos antiguos habitantes de Canaán, se les permitió permanecer en el país, pero no para que fuesen holgazanes. 3. Una vez que Salomón llevó a cabo con toda diligencia la obra de la construcción del templo, prosperó en todas sus empresas y edificó todo lo que quiso (v. 6). Sabía poner límite a sus deseos; llevó a cabo lo que deseaba, y ya no deseó más. 4. La razón por la que Salomón edificó un palacio especial para su mujer fue porque no resultaba apropiado que ella morara en la casa de David, pues allí había estado el Arca; eran habitaciones sagradas, y la reina era egipcia; es probable que fuese prosélita de la religión judía, pero es muy problemático que lo fuese su servidumbre, y en este caso habría ídolos de Egipto en las habitaciones. Su matrimonio con una princesa egipcia pudo ser una medida política de prudencia, y el texto sagrado no le reprende por esto; especialmente, al tener cuidado de que no quedasen profanadas aquellas habitaciones donde había morado el Arca de Dios y donde el dulce cantor de Israel había entonado sus salmos y había elevado sus oraciones. Versículos 12–18 1. Devoción de Salomón. La construcción del templo estaba destinada al servicio del templo. Por muy suntuosa que hubiese resultado la estructura del edificio, si hubiese descuidado la adoración que allí se había de ofrecer a Dios, todo habría carecido de propósito. Tras edificar el templo, Salomón: (A) Hizo que continuasen ofreciéndose los sacrificios que prescribía la Ley de Moisés (vv. 12, 13). Nosotros hemos de ofrecer ahora sacrificios espirituales cada día, y bueno será que destinemos un espacio de tiempo conveniente para nuestras devociones personales y familiares. (B) También hizo que continuasen los demás servicios del templo (el canto, entre ellos—«para que alabasen …»—), porque así lo había mandado David varón de Dios (v. 14), llamado así, como Moisés, porque había sido instruido y autorizado por Dios para establecer estas normas. El rey puso interés en que se llevase a cabo cada cosa en su día (v. 14), y ellos no se apartaron del mandamiento del rey (v. 15). Es notable que, luego que todo el servicio del templo fue puesto en buen orden, leemos que «así la casa de Jehová fue acabada totalmente» (v. 16). Fue entonces cuando quedó «perfecta». 2. Comercio de Salomón. Visitó personalmente las ciudades portuarias de Elot y Esyón-Guéber. Canaán era un país rico y fértil pero tenían que comprar oro de Ofir; los israelitas eran un pueblo inteligente, pero dependían de Tiro en cuanto a marineros diestros en el mar (v. 18). Y eso que Canaán era tierra de Dios, e Israel era heredad de Dios. Esto nos enseña que la mayor riqueza es la gracia, no el oro, y que la mejor erudición es la instrucción en la ley de Dios. CAPÍTULO 9 Salomón aparece todavía grande a los ojos de sus súbditos y de los extranjeros (v. 1 R. 10). Su apostasía posterior, de la que sabemos por 1 Reyes 11, es omitida aquí, con lo que este capítulo le lleva al sepulcro sin empañar su reputación. I. La visita que le hizo la reina de Sebá (vv. 1–12). II. Riquezas y esplendor de la corte de Salomón (vv. 13–28). III. Conclusión de su reinado (vv. 29–31). Versículos 1–12 Esta porción de historia ha sido considerada en detalle en 1 Reyes. Nuestro Salvador la propuso (Mt. 12:42) como un ejemplo que nos ha de servir para poner todo nuestro interés en Cristo.
  • 11. 1. Dios honra a los que le honran (1 S. 2:30). Salomón había honrado grandemente a Dios en la edificación, el embellecimiento y la dedicación del templo; usó toda su sabiduría y sus riquezas para que saliese una obra consumada y perfecta. Ahora Dios hace que la sabiduría y las riquezas de Salomón redunden grandemente en su reputación. 2. Quienes conocen el valor de la sabiduría no escatiman dinero ni fatigas por obtenerla. La reina de Sebá se expuso a los peligros, la fatiga y las expensas de un largo viaje por oír la sabiduría de Salomón; pero, al aprender de él a servir a Dios y a cumplir con su deber se vio cumplidamente retribuida por todos sus esfuerzos. La sabiduría del Cielo es la perla de gran valor por cuya adquisición vale la pena desprenderse de todo lo demás, pues resulta un buen negocio. 3. Según el don que cada uno ha recibido debería usarlo para provecho y edificación de los demás siempre que haya oportunidad. Vemos que Salomón era comunicativo y dispuesto a enseñar a otros lo que él sabía. La reina de Sebá quedó muy impresionada al ver el porte con que los criados de Salomón le servían, y la forma en que tanto él como sus sirvientes asistían a la casa de Jehová. 4. Son dichosos los que tienen la oportunidad de conversar con mucha frecuencia con personas sabias y buenas. La reina de Sebá tuvo por dichosos a los siervos de Salomón, quienes continuamente oían su sabiduría (v. 7). Es de notar que los descendientes de quienes ocupaban entonces sitios en la corte, se tuvieron por muy distinguidos y honrados al ser mencionados como hijos de los siervos de Salomón (Esd. 2:55; Neh. 7:57). Bien cae a los sabios y ricos ser generosos conforme al puesto que ocupan y al poder que ostentan. Así lo fue la reina de Sebá para Salomón, y así lo fue Salomón para ella (vv. 9, 12). Ambos apreciaban la sabiduría y, por consiguiente, ninguno de los dos codiciaba el dinero, sino que cultivaron por medio de ricos presentes la amistad que habían contraído. Versículos 13–30 I. Salomón reina en riquezas y poder, con abundancia y comodidad, tal como difícilmente habrá podido jamás disfrutar un rey. Los más ilustres alcanzaron fama en la guerra, mientras que Salomón reinó cuarenta años en la más tranquila paz. Algunos que podrían rivalizar con Salomón en majestad y pompa, trataban de mantener su prestigio y mantenían a sus súbditos a gran distancia; pero Salomón viajó mucho y no tuvo empacho en aparecer frecuentemente en público. Se cumplió la promesa de que Dios le daría riquezas, bienes y gloria como nunca habían tenido los reyes que fueron antes de él, ni habían de tener los que viniesen después de él (1:12). 1. Nunca apareció ningún rey en público con tanto esplendor como apareció Salomón, lo cual habría de darle enorme prestigio entre los que juzgan por lo que ven, como pasa con la mayoría de los hombres. Tenía doscientos paveses y trescientos escudos de oro batido, para ser llevados delante de él (vv. 15, 16) y se sentaba en el trono más suntuoso que puede imaginarse (vv. 17–19): «Jamás fue hecho trono semejante en reino alguno». 2. Nunca jamás tuvo ningún rey o príncipe tanta cantidad de oro y plata, aunque no había en su reino minas de oro ni de plata. 3. Nunca hubo príncipe alguno a quien llevasen todos sus vecinos tantos presentes como los que llevaban a Salomón: «Todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón» (v. 14), no como tributo que él les exigiese, sino como regalos por los sabios consejos que de él podían escuchar (v. 23). En esto fue tipo de Cristo, a quien, apenas recién nacido, los magos del oriente trajeron presentes, oro, incienso y mirra (Mt. 2:11).
  • 12. 4. Nunca jamás hubo un príncipe tan renombrado por su sabiduría, tan cortejado, tan consultado ni tan admirado como él (v. 23). II. Después tenemos a Salomón que muere, despojado de toda su pompa y deja toda su riqueza y todo su poder, no a uno del que no sabía si sería sabio o necio (Ec. 2:19), sino a quien sabía que era un insensato. En cuanto a su apostasía, no es mencionada aquí. M. Henry (nota del traductor) opina que este silencio de Crónicas se debe a que se arrepintió y fue perdonado su pecado como si nunca hubiese existido. «Me inclino a creer—dice—que este silencio acerca del pecado de Salomón es una insinuación de que ninguno de los pecados que cometió fueron mencionados contra él (Ez. 33:16). Cuando Dios perdona el pecado, se lo echa a la espalda y ya no se acuerda más de él». Rodríguez Molero tiene otra explicación más probable de este silencio: «La idealización de Salomón, completa ya en tiempo del Cronista, le obliga a suprimir todos los hechos sombríos que empañaron sus últimos años» (1 R. 11:1–39). CAPÍTULO 10 Este capítulo es una copia, casi al pie de la letra, de 1 Reyes 12:1–19. La defección de Salomón con respecto a Dios no se repite en Crónicas, pero la defección de las diez tribus de la casa de Salomón sí que se menciona aquí, donde vemos: I. Cuán insensatamente las trató Roboam (vv. 1, 5–14). II. Cuán malvado fue el pueblo al quejarse de Salomón (vv. 2–4) y abandonar a Roboam (vv. 16–19). III. Cuán justo y recto fue Dios en todo esto (v. 15). Su designio se cumplió con esta revuelta. Versículos 1–11 1. El hombre más sabio y mejor del mundo no puede dar gusto a todos. Salomón enriqueció e hizo prosperar su reino, hizo cuanto pudo por la felicidad de sus súbditos, pero fue indiscreto en la imposición de tasas y contribuciones. No hay nadie sabio del todo. Es probable que la indiscreción hiciese presa a Salomón cuando él se apartó de Dios, y Dios le abandonó de forma que comenzó a actuar de esta forma tan poco discreta. Quizá la sobreabundancia de mujeres que tuvo acabó con las muchas riquezas que poseía, y fue entonces cuando, para conservar su prestigio, su lujuria y su idolatría, sobrecargó a sus súbditos. 2. Por otra parte, los hombres de ánimo turbulento e ingrato hallan siempre faltas en el gobierno y se quejan de injusticias imaginarias. ¿No habían tenido paz en tiempo de Salomón? Nunca habían sido presa de bandoleros o merodeadores como antiguamente, nunca fueron atemorizados con rumores de guerra ni obligados a jugarse la vida en el campo de batalla. ¿No habían tenido abundancia de alimento y de dinero? Con todo, se quejan de que Salomón les había impuesto un pesado yugo y una dura servidumbre (v. 4). 3. Vemos también la forma en que muchos se arruinan a sí mismos al atropellar y provocar a sus inferiores. Roboam pensó que, por ser rey, tenía autoridad para hacer lo que quisiera y ejercer el dominio como su padre. Es cierto que llevaba la corona de su padre, pero le faltaba el cerebro de su padre. Un hombre tan sabio como Salomón podía hacer lo que quisiera, pero un insensato como Roboam podía hacer sólo lo que estuviese a su alcance. Roboam pagó muy cara la arrogancia de sus amenazas. La consideración hacia los súbditos, la comprensión de sus problemas y la disposición a facilitarles las soluciones son el apoyo, el consuelo y la alabanza de toda autoridad, tanto en el Estado como en la iglesia y en la familia. 4. Los consejeros de moderación son, de ordinario, los más prudentes y los mejores. La amabilidad puede hacer lo que no consigue la violencia. Éste es el método que le sugerían a Roboam los consejeros veteranos y experimentados (v. 7): «Si te conduces humanamente con este pueblo, y les agradas y les hablas buenas palabras ellos te
  • 13. servirán siempre». Las buenas palabras no cuestan sino un poco de negación de sí mismo y pueden comprar cosas muy valiosas. Versículos 12–19 1. Cuando el malestar comienza a fermentar en un país, las medidas violentas no hacen otra cosa que empeorar la situación. Las respuestas ásperas (como las que dio aquí Roboam) sólo sirven para exasperar la ira y añadir combustible al fuego. 2. Cualesquiera sean los planes y designios de los hombres, Dios hace siempre su obra en todas las cosas y cumple su palabra, de la cual no ha de caer al suelo ni una jota ni una tilde (Mt. 5:18). 3. Las riquezas, el honor y el dominio materiales son cosas inseguras. Salomón reinó sobre todo Israel, y habríamos de pensar que aseguraría suficientemente el dominio de todo el país, por muchos años, a su descendencia; sin embargo, escasamente se había enfriado en su tumba antes de que diez de las doce tribus se sublevasen contra su hijo, y todos los buenos servicios que había prestado a Israel habían quedado sepultados con él en el olvido. 4. Dios visita con frecuencia en los hijos las maldades de los padres. Salomón abandona a Dios y, en consecuencia, su hijo es abandonado por la mayor parte de su pueblo. Así es cómo Dios, al hacer que perduren notoriamente las consecuencias penales del pecado después de la muerte del pecador, nos muestra la malignidad del pecado y nos insinúa que su castigo puede ser perpetuo. Quien peca contra Dios, no sólo se perjudica a sí mismo, sino también a su descendencia, quizá mucho más de lo que él se piensa. 5. Cuando Dios cumple sus amenazas, también se preocupa de que, al mismo tiempo, sus promesas no caigan al suelo. Cuando es recordada la maldad de Salomón y por ella pierde su hijo diez tribus, no es olvidada la piedad de David ni la promesa que Dios le había hecho, y en atención a ello le son preservadas dos tribus a su nieto. CAPÍTULO 11 I. Intento de Roboam de recuperar las diez tribus perdidas, y la cesación de tal intento en obediencia al mandato de Dios (vv. 1–4). II. Sus esfuerzos exitosos para conservar las dos tribus que le quedaban (vv. 5–12). III. La adhesión que le prestaron los sacerdotes y levitas (vv. 13–17). IV. Informe acerca de sus mujeres e hijos (vv. 18– 23). Versículos 1–12 Ya vimos en el capítulo anterior la rebelión de las diez tribus contra la casa de David. Anteriormente, ya habían estado temporalmente desvinculadas de esa familia (2 S. 20:1, 2), y ahora se separaron completamente de ella, al no tener en cuenta la debilidad que tal actitud había de acarrear al interés común. Pero así es como debía tener su correctivo el reino, lo mismo que la casa de David. 1. Roboam se atreve finalmente a reunir un ejército con el fin de someter a los sublevados (v. 1). Judá y Benjamín estaban dispuestos a prestarle la mejor ayuda que podían para que recuperase sus derechos. Judá era su propia tribu y le reconoció algunos años antes de que lo hicieran las demás tribus; Benjamín era la tribu sobre cuyo territorio se asentaba, en su mayor parte, la ciudad de Jerusalén. 2. Todavía era lo suficientemente concienzudo para obedecer a Dios, cuando le prohibió seguir adelante con su plan y dejó que se separasen de él dichas tribus, ya fuese por respeto a la autoridad divina o por temor de que las cosas le salieran mal si contravenía el mandamiento de Dios (v. 4): Y ellos oyeron la palabra de Jehová y se volvieron; aunque parecía que se rebajaban y se exponían a la burla de sus vecinos, al mandarlo Dios, depusieron las armas.
  • 14. 3. Como hombre de alguna discreción, fortificó su país. Ahora prestó oído a sus veteranos y experimentados consejeros, quienes le aconsejaron someterse a la voluntad de Dios en cuanto a lo que se había perdido y esforzarse por retener lo que había quedado. Fue probablemente por el consejo de ellos por lo que: (A) fortificó las fronteras y las ciudades más importantes de su reino. (B) Las proveyó de abundantes víveres y armas (vv. 11, 12). Por haberle prohibido Dios atacar, se preparó prudentemente contra cualquier ataque. Quienes no puedan ser conquistadores, quizá podrán ser edificadores. Versículos 13–23 I. Roboam se ve fortalecido por los sacerdotes y levitas, así como por los más devotos israelitas. 1. Jeroboam había instituido una forma de adoración que les obligaba a estar retirados del altar que él había erigido y por otra parte, no les permitía subir a Jerusalén para adorar en el altar de la ciudad santa. Así que les prohibió ejercer el ministerio de Jehová (v. 14). De esta manera podía dejar sitio para los serviles y escandalosos hombres a quienes instituyó como sacerdotes suyos (v. 15), para que oficiasen en los lugares altos (comp. 1 R. 12:31). 2. Consiguientemente, ellos dejaron sus ejidos y sus posesiones (v. 14). Fueron expulsados de sus ciudades, excepto de las de Judá y Benjamín. Pero, ¿por qué dejaron sus posesiones? (A) Porque vieron que no podían hacer ningún bien entre sus vecinos, en los que revivió su antigua inclinación a la idolatría, ahora que Jeroboam había erigido sus becerros de oro. (B) Porque ellos mismos habrían de estar expuestos continuamente a la tentación. (C) Porque tenían razón para temer que Jeroboam y sus descendientes les persiguiesen. 3. Venían a Judá y a Jerusalén (v. 14) y se juntaban a Roboam (v. 13). (A) Fue una bendición el que, al arrojarlos Jeroboam, hubiese quienes les prestasen generosa acogida. (B) Era evidencia de que amaban más su ministerio que su manutención, pues al dejar sus ejidos por impedírseles servir a Dios allí, se echaban en brazos de la divina Providencia y de la caridad de sus hermanos. Es mejor vivir de limosna o morir en una cárcel, con buena conciencia, que nadar en riquezas y placeres con una conciencia prostituida. (C) Roboam y su gente les dieron la bienvenida. Los refugiados concienzudos llevan consigo bendiciones a los países que les acogen, así como dejan tras sí una maldición a los que les expulsan. 4. Cuando los sacerdotes y levitas vinieron a Jerusalén, todos los piadosos israelitas de todas las tribus les siguieron (v. 16). Y así fortalecieron el reino de Judá (v. 17) con su piedad y sus oraciones (v. Zac. 12:5). Este fortalecimiento duró tres años, porque tres años anduvieron en el camino de David y de Salomón (se entiende, antes de la apostasía de éste, cosa que calla el autor de Crónicas). Pero cuando abandonaron el buen camino, los mejores amigos que tenían fueron incapaces de seguir fortaleciéndoles. II. Roboam se debilitó al entregarse a excesivos placeres: Tomó muchas mujeres (v. 21) y procuró muchas mujeres para sus hijos (v. 23), aunque en esto: 1. Fue más prudente que su padre pues no tomó mujeres extranjeras. Las mujeres que aquí se mencionan por su nombre eran todas de la familia de David. 2. Fue más feliz que su padre, pues tuvo muchos hijos e hijas, mientras que de su padre sólo se menciona un hijo. Algunos de los hijos de Roboam que aquí se mencionan (vv. 19, 20) fueron personas importantes y activas, por lo que sagazmente los esparció por todas las tierras de Judá y de Benjamín (v. 23); de este modo, de paso, evitaba que se peleasen entre sí, como ocurrió a los hijos de David. Al estar distribuidos también por todas las ciudades
  • 15. fortificadas, su padre podía confiar en que preservarían eficazmente la paz del reino y estarían prontos a resistir, en nombre y autoridad del rey, a cualquier invasión. CAPÍTULO 12 Un informe del reinado de Roboam, más detallado aquí que en 1 Reyes. I. Roboam y su pueblo abandonan la Ley de Dios (v. 1). II. Dios entonces los pone en manos de Sisac rey de Egipto (vv. 2–4). III. Y les envía un profeta que les declare el juicio de Dios y les exhorte al arrepentimiento (v. 5). IV. Ellos se humillan (v. 6). V. Entonces Dios retira su enojo (vv. 7, 12), pero les deja bajo las señales de su desagrado (vv. 8– 11). VI. Resumen del carácter del reinado de Roboam, y su conclusión (vv. 13–16). Versículos 1–12 Israel había quedado muy debilitado al dividirse en dos reinos. Con todo, si el reino de Judá, al tener el templo y la ciudad regia, hubiese continuado en el cumplimiento de su deber, podría haber prosperado. I. Roboam y su pueblo abandonaron a Dios (v. 1). Anduvo por algún tiempo (11:17) en el buen camino de David y de Salomón, pero se fue volviendo remiso en el culto de Dios. Mientras temió que su reino se tambalease, cumplió con su deber a fin de que Dios le fuese propicio; pero cuando pensó que su trono estaba consolidado, creyó que ya no necesitaba más religión y podía dispensarse de ella. II. Dios atrajo rápidamente sobre ellos calamidad, a fin de que se arrepintieran antes de que se les endureciera el corazón. Fue el año cuarto de Roboam cuando comenzaron a corromperse, y en el quinto año subió el rey de Egipto contra ellos con un gran ejército (vv. 2, 3), tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén (v. 4). Al caer sobre ellos esta calamidad tan pronto como abandonaron el culto de Dios, y venirles mediante una mano de la que tenían muy pocos motivos para sospechar (después de tanto, y tan amistoso, comercio con Egipto durante el anterior reinado), era clara evidencia de que esto provenía de Jehová por haber pecado contra Él. III. Por si no entendían bien el significado de esta providencia, Dios les declara abiertamente el motivo de su ira (v. 5). Al estar los principales de Judá convocados en un consejo de guerra, les envió un profeta, el mismo que les había prohibido, de parte de Dios, luchar contra los sublevados de las diez tribus (11:2). Semaías, que así se llamaba el profeta, les dijo claramente que la razón por la que Sisac prevalecía contra ellos era por haber dejado ellos a Dios. IV. Ante los reproches conjuntos de la vara y de la palabra, el rey y los príncipes se humillaron delante de Dios por su iniquidad y, con toda paciencia, aceptaron el castigo, al decir: Justo es Jehová (v. 6). V. Ante esta profesión de arrepentimiento, Dios les salvó de la ruina, pero les dejó bajo el temor del juicio divino, a fin de impedir que volvieran a prevaricar. 1. Ya que Sisac tenía un ejército tan numeroso y victorioso, ¿qué otra cosa podía esperarse, sino que todo el país, incluida Jerusalén, cayese en sus manos? Pero cuando Dios dice: «Hasta aquí has llegado y ya no pasarás», las fuerzas más poderosas y victoriosas se tambalean extrañamente y se tornan impotentes. Al ángel exterminador se le prohíbe una vez más destruir Jerusalén: «No se derramará mi ira contra Jerusalén» (v. 7; comp. v. 12). ¡Tan presto está el Dios de misericordia a mostrar misericordia tan pronto como se presenta la ocasión! 2. Les otorgó liberación, no completa, sino parcial. Su reforma fue parcial y transitoria, ya que volvieron pronto a apostatar; y al ser parcial su reforma, también fue parcial su liberación. Con todo, se nos dice que en Judá las cosas fueron bien (v. 12). (A) Con respecto a la piedad, las cosas iban bien, pues tenían buenos ministros de Dios, buena gente y buenas familias. (B) Con respecto a la prosperidad. En Judá, las cosas
  • 16. fueron mal cuando fueron tomadas las ciudades fortificadas (v. 4), pero cuando se arrepintieron, las cosas fueron bien. 3. Sin embargo, Dios les afligió duramente por mano de Sisac, tanto en su libertad como en su riqueza. (A) En su libertad (v. 8). «Serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones». Se quejaban, tal vez, de lo estricto de la religión judía ¡Que se busquen, pues, algo mejor! ¡Que sirvan a los reyes vecinos por algún tiempo! Cuanto más se compara el servicio de Dios con otros servicios, tanto más razonable y fácil aparece. ¿Parecen duras las normas de la templanza? Los efectos de la intemperancia serán mucho más duros. El servicio de la virtud es libertad perfecta; el servicio del pecado es esclavitud completa. (B) En su riqueza. El rey de Egipto saqueó el templo y el tesoro real, que Salomón había dejado muy llenos, pero Sisac todo lo llevó (v. 9). Para eso había venido. Versículos 13–16 Conclusión del reinado de Roboam. Dos cosas especialmente son dignas de observación. 1. Que, por fin, reinó en Jerusalén fortalecido (v. 13) durante diecisiete años. Tenía su sede en la ciudad santa, lo cual era una circunstancia agravante de su impiedad—cerca del templo, pero lejos de Dios—. Hubo frecuentes escaramuzas entre sus súbditos y los de Jeroboam: guerra constante (v. 15), pero él no tuvo dificultades con sus súbditos y no abandonó la ley de Dios del todo como había hecho el año cuarto de su reinado (v. 1). 2. Que nunca acabó de estar bien consolidado en su religión (v. 14). No sirvió al Señor porque no buscó al Señor. No oró para obtener gracia, ni siquiera sabiduría, por la que oró su padre. Si orásemos mejor, nos iría mejor en todo. Hizo lo malo porque nunca estuvo decidido del todo a hacer lo bueno. CAPÍTULO 13 Informe, más detallado que el de 1 Reyes, del reinado de Abías el hijo de Roboam. Le vemos aquí más valiente y con mayor éxito en la guerra que el que su padre tuvo. Sólo reinó tres años, pero se hizo famoso por la victoria que consiguió contra las fuerzas de Jeroboam. I. Salen ambos ejércitos al campo de batalla (v. 3). II. Declaración de Abías sobre la justicia de su causa (vv. 4–12). III. Apuro en que se vio el ejército de Roboam por la estrategia de Jeroboam (vv. 13, 14). IV. La victoria que, no obstante, consiguieron por el poder de Dios (vv. 15–20). V. Conclusión del reinado de Abías (vv. 21, 22). Versículos 1–12 La madre de Abías se llama aquí Micaía hija de Uriel, mientras que en 11:20 se llama Maacá hija de Absalón. El nombre es el mismo con dos variantes, cosa frecuente en la Biblia. Su padre era Uriel, casado (es lo más probable) con Tamar, la única hija de Absalón (2 S. 14:27), por lo que Micaía o Maacá era nieta de Absalón (caso también frecuente en la Biblia). I. Dios permitió a Abías presentar batalla a Jeroboam y le protegió en esta guerra. Es probable que el agresor fuese Jeroboam y que Abías luchase en legítima defensa. Jeroboam reclamaba la corona de Judá, y contra esta desvergonzada pretensión se levantó en armas Abías y Dios le protegió para que castigase a Jeroboam como se merecía. II. El ejército de Jeroboam era dos veces más numeroso que el de Abías (v. 3), pues disponía de diez tribus, mientras que Abías tenía sólo dos. Pero el menos numeroso obtuvo la victoria. III. Antes de luchar, Roboam razonó con ellos para que desistieran de pelear contra la casa de David. Buena cosa es usar la razón antes de emplear la fuerza. Nunca hemos de precipitarnos a usar métodos violentos mientras no se haya usado antes en vano el arte de la persuasión. La guerra debe ser el último recurso. Un buen razonamiento puede
  • 17. hacer mucho bien e impedir mucho mal. Abías estaba ya con su ejército en el corazón del territorio enemigo, pues pronunció este discurso en el monte Efraín. Dos cosas se esfuerza Abías en hacerles ver: 1. Que tenía la razón de su parte (v. 5): «¿No sabéis que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos?» Lo había dado «bajo pacto de sal», que es símbolo de permanencia e incorrupción (Lv. 2:13); era un pacto hecho mediante sacrificio, sobre el que siempre se ponía sal. Todo Israel había reconocido que David era el rey por elección de Dios, y que Dios había vinculado la corona a su familia, así que Jeroboam era un usurpador al hacerse con la corona de Israel. Abías muestra: (A) Que Jeroboam obró mal ya al principio, pues se levantó y rebeló contra su señor (v. 6), quien le había promocionado (1 R. 11:28), y se aprovechó vilmente de la debilidad de Roboam. Los que se declararon a favor de Jeroboam son llamados aquí hombres vanos y perversos (v. 7). (B) Que su presente intento era impío, pues al luchar contra la casa de David, luchaba contra el reino de Jehová (v. 8). 2. Que tenía a Dios de su parte. Insistió mucho en que la religión de Jeroboam y de su ejército era falsa e idolátrica, mientras que él y su pueblo de Judá conservaban la pureza del culto al único Dios vivo y verdadero. Por lo que sabemos de Abías (1 R. 15:3), no parece ser que él mismo fuese muy religioso, aunque aquí saca ánimos para la guerra precisamente basado en la religión de su reino. En todo caso, no parece que fuese idólatra. Por mucha que fuera la corrupción en el reino de Judá, el estado de la religión era allí mucho mejor que en el reino de Israel contra el que ahora luchaban. Abías defendía la causa de su reino y aunque él mismo no fuese tan bueno como debería haber sido, esperaba que, en atención a las buenas personas y a las buenas cosas que había en Judá Dios les daría la victoria (v. 11): «Nosotros guardamos la ordenanza de Jehová nuestro Dios». Es decir: «No adoramos imágenes, no tenemos sacerdotes que Dios no haya ordenado ni ceremonias cultuales que Él no haya prescrito. Él es nuestro capitán y, por eso, podemos estar seguros de que está con nosotros pues nosotros estamos con Él (v. 12); y en el día de la batalla seremos recordados delante de Jehová nuestro Dios y salvados de nuestros enemigos». Concluye con una solemne advertencia a sus enemigos: «No peleéis contra Jehová el Dios de vuestros padres». Versículos 13–22 Jeroboam estaba resuelto a no escuchar y, por consiguiente, hizo como que no había oído. Había venido a luchar, no a discutir. Pensó que el asunto se zanjaría, no con la causa más justa, sino con la espada más fuerte. I. Jeroboam que confiaba en su arte militar, fue vencido. Tan lejos estaba de razonar bien, que ni siquiera se puso a luchar caballerosamente. Parece ser que se fijó una tregua mientras Roboam pronunciaba su discurso, pero Jeroboam se aprovechó de esta circunstancia para, sin perder tiempo, «tender a Judá una emboscada por la espalda» (v. 13), contra todas las leyes de guerra. II. Abías y los suyos, que confiaban en su Dios, salieron vencedores a pesar de la desproporción, en fuerza y número, de ambos ejércitos. 1. Se hallaron en grave aprieto, pues Judá tenía batalla por delante y a las espaldas (v. 14). Una causa buena puede, por algún tiempo, verse en apuros y dificultades. 2. En este apuro, amenazados por todos los lados, ¿a qué lado se habían de volver, sino hacia arriba, en busca de la liberación? Es un consuelo inefable el que ningún enemigo, ninguna estratagema, ninguna emboscada pueden cortarnos la comunicación con el Cielo; siempre está expedito el camino hacia allí. (A) «Clamaron a Jehová» (v. 14). (B) Se apoyaban en Jehová el Dios de sus padres (v. 18). La oración de fe es oración eficaz, y así es como vencemos al mundo (1 Jn. 5:4). (C) Los sacerdotes tocaron las trompetas (v. 14) para dar ánimos a la fe. (D) Los de Judá gritaron con
  • 18. fuerza (v. 15). Al clamor de la oración añadieron el grito de la fe, y así salieron más que vencedores. 3. La victoria fue completa (v. 15): «Así que ellos alzaron el grito, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel», de tal forma que huyeron con la mayor precipitación imaginable (v. 16), y los vencedores no les dieron cuartel, sino que hicieron en ellos una gran matanza (v. 17), pues la batalla era de Jehová, quien quiso castigar así la idolatría de Israel y reconocer como suyo al reino de Judá, la casa de David. 4. La consecuencia fue que, aunque los hijos de Israel no fueron devueltos a la casa de David, fueron humillados y quedaron muy débiles tras la pérdida colosal de medio millón de soldados (vv. 17, 18). Muchas ciudades fueron recuperadas y permanecieron en posesión de los reyes de Judá; especialmente, Betel (v. 19). III. Finalmente, vencedor y vencido murieron no mucho después. 1. Jeroboam no volvió a levantar cabeza, aunque sobrevivió dos o tres años (v. 20). 2. Abías se hizo más poderoso (v. 21), pero murió poco después de su triunfo. CAPÍTULO 14 En este capítulo, y en los dos siguientes tenemos la historia del reinado, bueno y largo, de Asá. I. Su piedad (vv. 1–5). II. Su política (vv. 6–8). III. Su prosperidad; en particular, la gran victoria que obtuvo contra un gran ejército de etíopes que salieron contra él (vv. 9–15). Versículos 1–8 I. Carácter general de Asá (v. 2): «Hizo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios». 1. Procuró agradar a Dios y se esforzó en presentarse a Dios aprobado (2 Ti. 2:15). 2. Se sintió siempre en la presencia de Dios y eso le ayudó mucho a hacer lo bueno y lo recto. II. La reforma que emprendió tan pronto como subió al trono. 1. Retiró y abolió la idolatría. Desde que Salomón había iniciado la idolatría en la última parte de su reinado, nada se había hecho para suprimirla. Dioses extranjeros eran adorados y tenían sus altares, imágenes y cipos; y el servicio del templo, aunque era llevado a cabo por los sacerdotes (13:10), era descuidado por gran parte del pueblo. Tan pronto como Asá tuvo el poder en sus manos, se propuso destruir todos aquellos altares idolátricos con sus imágenes (vv. 3, 5). Esperaba que, al destruir los ídolos, volverían en sí los idólatras. 2 Reavivó y estableció el culto a Dios solo y, puesto que los sacerdotes cumplían con su oficio y servían a los altares de Dios, obligó al pueblo a que cumplieran también con su deber (v. 4): «Mandó a Judá que buscase a el Dios de sus padres, y no a los dioses de los paganos, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos». Al obrar así, «estuvo el reino en paz bajo su reinado» (v. 5). III. La tranquilidad de su reino tras las constantes alarmas de guerra durante los dos reinados anteriores (v. 1): «En sus días tuvo sosiego el país por diez años»; no hubo guerra con el reino del norte. La victoria de Abías había puesto el fundamento para la paz de Asá la cual era recompensa de su piedad y devoción. Aunque Abías no tenía mucha religión, preparó el camino para otro mejor que él. IV. Ventajas que sacó de esa tranquilidad. El país disfrutaba de paz porque Jehová le había dado paz (v. 6). 1. Asá reconoce que la paz de que disfrutan es don de Dios, así como una recompensa por la reforma que habían emprendido (v. 7): «Porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios … Él nos ha dado la paz por todas partes». Sabemos por experiencia que es bueno buscar a Dios, pues Él nos da paz. 2. Consulta a su pueblo, en la persona de sus representantes, para ver de sacar de la paz el mayor provecho posible, y sacan esta conclusión: (A) Que no han de ser
  • 19. perezosos, sino que han de estar ocupados. Al no tener por entonces guerra, decía (v. 7): «Edifiquemos estas ciudades, etc.». Cuando «las iglesias tenían paz, eran edificadas» (Hch. 9:31). Cuando la espada está envainada, hay que echar mano a la paleta. (B) En tiempo de paz, hemos de prepararnos para tiempos de conflicto: (a) Asá cercó de muros las ciudades, con torres, puertas y barras (v. 7). Habla como quien espera que pueda surgir el peligro cuando sea demasiado tarde para fortificarse y desearían haberlo hecho antes. «Edificaron, pues, y fueron prosperados» (v. 7). (b) Tenían también un buen ejército, bien equipado para salir al campo de batalla (v. 8). Tanto Judá como Benjamín estaban bien entrenados, y tenía Benjamín casi tantos soldados como Judá. Las dos tribus estaban armadas de manera diferente, tanto en cuanto a las armas defensivas, como a las ofensivas. Los de Judá se protegían con paveses, mientras que los de Benjamín lo hacían con escudos, y eran los primeros mucho más amplios que los segundos (1 R. 10:16, 17). Los de Judá luchaban con lanzas; los de Benjamín, con arcos, para alcanzar a distancia al enemigo. Versículos 9–15 I. La paz del reino de Asá es perturbada por un formidable ejército de etíopes que les invadieron (vv. 9, 10). II. Bajo la nube negra que pendía sobre su cabeza Asá acude a Dios. Quien había buscado a Dios en los días de prosperidad, bien podía clamar confiado en el día de la aflicción, a su Dios (v. 11). Su oración es breve, pero densa de contenido. 1. Alaba a Dios por su infinito poder y por su soberanía: «Para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas». Dios actúa con su propia fuerza, no con la de sus instrumentos. Es como si dijera: «Señor, no te decimos que te pongas de nuestra parte por tener un buen ejército con el cual puedes actuar, sino que te pongas de nuestra parte porque sin ti no tenemos poder alguno». 2. Apela a la relación pactada que tienen con Dios: «Oh, Jehová Dios nuestro». 3. Apela también a la dependencia que tienen de Él. Asá estaba bien preparado para la lucha; sin embargo, no ponía su confianza en sus preparativos, sino: «En ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra esa gran muchedumbre; tenemos tu garantía, buscamos tu gloria y confiamos en tu fuerza». 4. Compromete a Dios en su causa: «No prevalezca contra ti el hombre». El enemigo es un hombre mortal. ¡Que se vea cuán desigual es su lucha contra el Dios inmortal! III. La gloriosa victoria que le otorgó Dios sobre sus enemigos. 1. Dios derrotó al enemigo y puso sus fuerzas en desorden (v. 12): Y Jehová deshizo a los etíopes, los cuales huyeron aterrorizados; no sabían ni por qué ni adónde. 2. Asá y sus soldados aprovecharon la ventaja que les dio Dios contra sus enemigos, pues: (A) Les persiguieron y cayeron los etíopes hasta no quedar uno vivo. (B) Les saquearon el campamento. (C) Atacaron las ciudades en las que se habían refugiado los enemigos (v. 14). (D) Se llevaron numeroso ganado del país enemigo (v. 15). CAPÍTULO 15 El enemigo exterior había sido derrotado, pero Asá tenía en su propio país enemigos más peligrosos: ídolos en Judá y Benjamín. I. El mensaje que Dios le envió por medio de un profeta, para animarle en la obra de reforma (vv. 1–7). II. La vida que este mensaje puso en aquella buena causa, y los procedimientos que se siguieron para llevarla adelante (vv. 8–19). Versículos 1–7 Es enviado un profeta a Asá y a su ejército, cuando volvían de la guerra victoriosos, no para felicitarles por su éxito, sino para exhortarles a cumplir con su deber; éste es el cometido de los ministros de Dios. Vino el Espíritu de Dios sobre el profeta (v. 1) tanto
  • 20. para ordenarle lo que había de decir, como para capacitarle a fin de que lo dijera con claridad y denuedo. I. Les dijo claramente en qué términos estaban con Dios. Que no piensen que, por haber obtenido la victoria, todo estaba bien para siempre. Constantemente han de obrar bien, para que les vaya bien siempre, no de otra manera, 1. «Jehová estará con vosotros, si vosotros estáis con Él». 2. «Si le buscáis, será hallado de vosotros.» 3. «Si le dejáis a Él y a sus mandamientos y ordenanzas, Él no está atado a vosotros, sino que también Él os dejará». II. Les expone las consecuencias de abandonar a Dios y sus ordenanzas y que no hay otro modo de prevenir las desgracias, sino arrepintiéndose y volviéndose a Dios. Cuando Israel faltó a su deber, se vieron inundados por un diluvio de ateísmo, impiedad, irreligión y toda clase de irregularidades (v. 3), y continuamente perturbados con guerras y conflictos internos (vv. 5, 6). Pero cuando las calamidades les llevaron a Dios, vieron que no era en vano el buscarle (v. 4). Surge la pregunta: ¿A qué tiempo se refiere? Algunos, muy pocos, opinan que se refiere al presente, al describir las guerras entre Israel y Judá. Otros piensan que se refiere al futuro (así están los verbos en los LXX y en la Vulgata. Nota del traductor). Lo más probable es que se refiera al pasado (así están los verbos en hebreo), a la época de los Jueces, con cuya situación encaja perfectamente todo lo que se dice en los versículos 3–6; Asá y los suyos habrían de tener así en cuenta, para el futuro, las lecciones de la historia. Por eso, el profeta les exhorta a proseguir con todo empeño la obra de la reforma (v. 7): «Pero esforzaos vosotros y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra». Versículos 8–19 El buen efecto que el anterior sermón le hizo a Asá. I. Cobró ánimos para servir mejor aún a Dios. Vio cuán necesaria era una mayor reforma y se mostró seguro de que Dios estaba con él. Se decide, pues, a destruir todos los abominables ídolos y a reparar el altar de Jehová (v. 8). II. Extendió su influencia más lejos que antes (v. 9). Convocó asamblea solemne, no sólo de Judá y Benjamín, sino también de los que de las otras tribus se habían pasado a él. Esto le animó mucho porque el motivo por el que se habían venido era ver que Jehová su Dios estaba con él. Y, a su vez, la invitación que él les hizo para que asistieran a la asamblea les animó mucho a ellos. Esta asamblea se celebró en el mes tercero, probablemente en la fiesta de Pentecostés, que caía en ese mes. III. Él y su pueblo ofrecieron sacrificios a Dios del botín que habían traído (v. 11). Estos sacrificios eran en agradecimiento por los favores que habían recibido, y en petición de ulteriores beneficios. Oraciones y alabanzas son ahora nuestros sacrificios espirituales; Y trajo a la casa de Dios lo que su padre había dedicado (v. 18). Dar a Dios lo que es suyo, es cuestión no sólo de honestidad, sino de justicia. IV. Hicieron a Dios promesa solemne de que le buscarían de todo corazón (v. 12), se arrepintieron de haber violado sus leyes y resolvieron enmendarse. Está muy bien que los arrepentidos renueven sus promesas. 1. En qué consistía esta promesa. En dos cosas: (A) Que buscarían a Dios con toda diligencia, tanto su favor como sus preceptos. En esto consiste la verdadera religión. (B) Que obligarían a los demás (v. 13) a buscar también a Dios. Acordaron que «Cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese». Esta solemne promesa les ayudaría a incrementar su sentido del deber, a armarles contra las tentaciones y a dar buen testimonio. Además, a unirse todos en esta especie de pacto con Dios, se fortalecían unos a otros. 2. De qué forma hicieron esta promesa. (A) Con regocijo (vv. 14, 15). Todo buen israelita estaba contento de adherirse así a Dios y de que los demás lo hicieran también.
  • 21. Se alegraban al ver en esto un medio esperanzador de impedir la apostasía, y una feliz indicación de que Dios estaba con ellos. Es un honor y una dicha estar comprometido con Dios. (B) Con gran sinceridad, celo y resolución (v. 15): «De todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban». Y tuvieron paz. Si hay amor, hay gozo y paz (Gá. 5:22). V. El efecto de esta solemne resolución. 1. Dios fue hallado por ellos, y ellos hallaron paz también por todas partes (v. 15), de forma que no hubo guerra por largo tiempo (v. 19), aunque no faltaron riñas en las fronteras de Israel (1 R. 15:16). 2. Llevaron adelante con éxito la reforma, hasta el punto de que la abuela (lit. madre) del rey fue depuesta de su alto cargo de Gran Dama por su idolatría, y su ídolo fue destruido (v. 16). Asá sabía que tenía que honrar a Dios más que a su abuela y no iba a consentir que quedase un ídolo en las habitaciones de su palacio mientras destruía los ídolos que había en las ciudades de su reino. Podemos suponer que Maacá se arrepintió de su pecado y por eso no se le dio muerte, pero, por haber sido idólatra, Asá juzgó que debía ser depuesta del honor y de la autoridad que ostentaba. No obstante, la reforma no fue completa, los lugares altos no fueron quitados del todo, aun cuando lo fueron algunos (vv. 14:3, 5); también podría entenderse en el sentido de que quitó todas las señales idolátricas (estatuas, cipos, etc.), pero dejó los altares que, aunque ilegítimos no eran de suyo idolátricos. Podemos decir que fue sincero, pero con defectos. Es de notar que 2 Crónicas 14:2 dice que Asá hizo lo bueno y lo recto, pero no añade como en 1 Reyes 15:11 «como David su padre». CAPÍTULO 16 En este capítulo finaliza la historia del reinado de Asá. I. Hace un insensato trato con el rey de Siria (vv. 1–6). II. Reprensión que Dios le dio por medio de un profeta (vv. 7–9). III. Desagrado de Asá ante esta reprensión (v. 10). IV. Enfermedad, muerte y sepelio de Asá (vv. 11–14). Versículos 1–6 Se repite lo dicho en 1 Reyes 15:17 y ss. Asá obró muy mal en muchos aspectos. 1. Mal estuvo hacer alianza con Ben-adad, un rey pagano (v. 3). Si se hubiese apoyado en el pacto que su padre y él mismo habían hecho con Dios, no se habría jactado de su alianza con Siria. 2. Si hubiese tenido en consideración el honor de Israel, habría hallado algún otro medio de zafarse de Baasá sin apelar a un poder extranjero que era enemigo común de Judá e Israel y que, al correr de los años, había de ser una amenaza para Judá también. 3. Fue una iniquidad por parte de Ben-adad quebrantar su alianza con Baasá sin provocación por parte de éste, sino sobornado por Asá, el cual fue todavía más culpable por incitar a Ben-adad a comportarse tan vilmente. 4. Tomar plata y oro de la casa de Jehová para este soborno fue una circunstancia que agravó grandemente el pecado de Asá. 5. Quizá pensó Asá que las cosas no llegarían tan lejos; pero el proyecto prosperó: Ben-adad atacó a Israel y obligó a Baasá a suspender las fortificaciones que hacía en Ramá para hacer frente al enemigo que le atacaba por el norte, lo cual dio a Asá la oportunidad, no sólo de demoler las fortificaciones, sino también de apropiarse los materiales para su provecho. Versículos 7–14 I. Reprensión que un profeta de Jehová da al rey Asá por hacer este trato con Ben- adad. Fue el vidente Hananí quien le presentó el reproche de parte de Dios. De él leemos que era el padre de Jehú, otro vidente (v. 1 R. 16:1; 2 Cr. 19:2). Lo que aquí le echa en cara Hananí como lo más grave es: «Te has apoyado en el rey de Siria y no te apoyaste en Jehová tu Dios» (v. 7). Le dice claramente al rey que ha procedido neciamente en esto (v. 9). Necia cosa es apoyarse en una caña rajada cuando podemos apoyarnos en la Roca de los siglos. Para convencerle de su insensatez, le muestra:
  • 22. 1. Que ha olvidado las lecciones de la experiencia (v. 8). Si alguien tenía razón para apoyarse únicamente en Dios, era él. «¡Cómo!—le dice el profeta—, los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, suficientes para tragarse un reino? Con todo porque te apoyaste en Jehová, Él los entregó en tus manos; ¿no era capaz de ayudarte contra Baasá?» Véase cuán engañoso es nuestro corazón: Confiamos en Dios cuando no tenemos ninguna otra cosa en que confiar, pero tan pronto como nos parece que hay alguna otra cosa en que apoyarse, nos inclinamos a confiar en ella y a olvidarnos de Dios. 2. Que ha actuado en contra del conocimiento que tenía de Dios y de su providencia (v. 9). ¿Cómo es que había olvidado la omnisciencia y la omnipotencia de Dios a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él? 3. Que ha actuado contra sus propios intereses. (A) Había perdido la oportunidad de poner a prueba las fuerzas crecientes del rey de Siria (v. 7): «El ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos, cuando podía haber caído en las tuyas junto con el del rey de Israel». (B) Ha incurrido en el desagrado de Dios, y de aquí en adelante, no ha de esperar paz, sino constantes alarmas de guerra (v. 9). II. Desagrado de Asá por esta reprensión. Aunque procedía de Dios por medio de un reconocido mensajero suyo, se enojó contra el vidente por haberle hecho ver su insensatez (v. 10), lo echó en la cárcel, como si fuese un malhechor, y maltrató también a algunos del pueblo, ya fuese porque estaban descontentos de su alianza con Ben-adad o por protestar contra el trato que daba al siervo de Dios. III. Su enfermedad. Dos años antes de morir, enfermó gravemente de los pies (v. 12), de gota o podagra. Parece ser que puso los pies de Hananí en el cepo, cuando le echó en la cárcel, y ahora sus pies eran puestos en el cepo de Dios; así que la enfermedad correspondió a su pecado. El hacer uso de médicos no fue pecado, pero quizá lo fue el esperar demasiado de ellos, especialmente si, como opinan algunos, eran médicos egipcios que acostumbraban usar artes mágicas (v. 12). Además, el hebreo rofim = médicos, puede significar las deidades subterráneas a las que, en caso de grave aprieto, los israelitas sentían la tentación de consultar (1 S. 28:6 y ss.; 2 R. 1:2 y ss.). Ésta puede ser la razón por la que el Cronista le critica. IV. Su muerte y sepultura. Su funeral fue extraordinariamente solemne, pues quemaron, no su cuerpo, sino grandes cantidades de perfumes junto a su cadáver. Esta pompa fue expresión del gran respeto que el pueblo le tenía a pesar de todos sus defectos y debilidades de sus últimos años. La piedad de los buenos y los beneficios que han reportado a su país son dignos de recuerdo laudatorio, aunque hayan tenido sus fallos. ¡Dejemos que sus faltas queden enterradas en sus tumbas, mientras sus servicios quedan recordados por encima de sus sepulcros! CAPÍTULO 17 Vida y reinado de Josafat, uno de los mejores reyes de Judá. Fue buen hijo de un buen padre, de modo que esta vez la gracia corrió con la sangre. I. Su accesión al trono y su confirmación en él (vv. 1, 2, 5). II. Su piedad personal (vv. 3, 4, 6). III. El método que usó para promover la religión de su reino (vv. 7–9). IV. El respeto que se ganó de sus vecinos (vv. 10, 11). V. La gran fuerza de su reino en guarniciones y en soldados (vv. 12–19). Versículos 1–9 I. Josafat fue un rey prudente. Tan pronto como subió al trono, se hizo fuerte contra Israel (v. 1). Estaba en el trono de Israel, desde hacía tres años, un rey activo y guerrero, Acab. Lo primero que tuvo que hacer Josafat fue frenar la creciente fuerza del rey de Israel, lo cual llevó a cabo tan eficazmente, y sin derramamiento de sangre, que el propio rey de Israel procuró ganarse su amistad. Se hizo fuerte Josafat, no precisamente
  • 23. para atacar o invadir a Israel, sino pera defenderse de cualquier ataque de Israel, puesto que se dedicó a fortificar las ciudades fronterizas y poner en ellas guarniciones más fuertes que las que antes había. II. Josafat fue, sobre todo, un rey recto. 1. Anduvo en los primeros caminos de David su padre (v. 3). Al describir el carácter de los reyes, los caminos de David se ponen con frecuencia como modelo (1 R. 15:3, 11; 2 R. 14:3; 16:2; 18:3). Josafat imitó a David, no en todo, sino «en los primeros caminos», esto es, antes de los pecados que mancharon su carácter. Hemos de imitar, aun a los mejores hombres, con toda cautela, no sea que, al seguirles en los aciertos, les sigamos también en sus errores y desvíos. 2. No buscó a los baales, sino que buscó al Dios de su padre (vv. 3, 4). 3. Anduvo en los mandamientos de Dios (v. 4); no sólo adoró al verdadero Dios, sino que le adoró como Él quiere ser adorado, y no según las obras de Israel. 4. Se animó su corazón (lit. fue exaltado su corazón) en los caminos de Jehová (v. 6), es decir, se enfervorizó en el deseo de servir a Dios de forma constante y gozosa. III. Josafat fue un rey altamente beneficioso para su pueblo. No sólo fue bueno, sino que hizo el bien. 1. Quitó esos maestros de mentiras (como se llama a las imágenes en Habacuc 2:18) que son los lugares altos (no del todo. V. 1 R. 22:44) y las imágenes de Aserá (v. 6). 2. Puso maestros de la verdad. Al inquirir sobre el estado de la religión en su reino, halló que era grande la ignorancia del pueblo y resolvió poner remedio. Comenzó por donde era necesario. En esta buena obra empleó: (A) Sus príncipes (v. 7), administradores de la justicia, para enseñar al pueblo a no cometer errores y a obrar en todo del mejor modo posible. (B) Los levitas y sacerdotes (v. 8), maestros por su propio oficio (Dt. 33:10). ¡Cuánto bien puede hacerse cuando Moisés y Aarón van de la mano, los príncipes con su autoridad y los levitas y sacerdotes con su conocimiento de la Ley para enseñar al pueblo el conocimiento de Dios y de su Ley! Estos itinerantes jueces y predicadores fueron juntamente los difusores de una bendita luz por la ciudades de Judá, pues tenían consigo el libro de la ley de Jehová (v. 9). IV. Josafat fue un rey próspero y feliz. Jehová estuvo con Josafat (v. 3). Jehová confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia (v. 5). El pueblo se sentía agradecido a la buena obra de su rey. Cuanto más instruido en religión está el pueblo, tanta mayor lealtad puede esperarse de él. Las riquezas y los honores son trampas para muchos, pero no para Josafat: su abundancia fue como un lubricante para las ruedas de su obediencia, y cuanto más tuvo de la riqueza de este mundo, tanto más fue levantado su corazón en los caminos de Jehová. Versículos 10–19 Más informes de la gran prosperidad de Josafat y del floreciente estado de su reino. I. Causaba gran impresión en los príncipes y en las naciones limítrofes. Quizá no era tan gran soldado como David ni tan sabio como Salomón, pero cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá (v. 10), a causa del respeto que Josafat les merecía; y nadie se atrevió a hacerle la guerra; por el contrario, le traían muchos y buenos presentes (v. 11), a fin de ganarse su amistad. II. Tenía grandes centros de aprovisionamiento en las ciudades de su reino (v. 12). III. Tenía un gran ejército bien organizado y equipado. Las cifras (1.160.000) son colosales y han de entenderse como referentes a todos los hombres hábiles para el uso de las armas, no a soldados enlistados ya en la milicia. De uno de sus cinco generales, Amasías, se dice (v. 16) que se había consagrado voluntariamente a Jehová; no sólo al rey para servirle, sino también a Dios para glorificarle. Era corriente entre los grandes generales ofrecer a Dios el botín de sus victorias (1 Cr. 26:26), pero este buen general ofreció a Jehová primeramente su persona, antes de ofrecerle sus despojos. Nótese,
  • 24. finalmente, que no fue este formidable ejército el que infundió pavor en las naciones vecinas, sino la reforma que emprendió en su propio país Josafat con la enseñanza de la Ley de Dios (vv. 9, 10). CAPÍTULO 18 Conforme ya vimos en 1 Reyes 22, aquí tenemos: I. La alianza que concertó Josafat con Acab (v. 1). II. Su consentimiento a ir con él a recuperar Ramot de Galaad de manos de los sirios (vv. 2, 3). III. Su consulta a los profetas (falsos y verdaderos) antes de la expedición (vv. 4–27). IV. Resultado de la lucha: A duras penas pudo escapar Josafat (vv. 28–32), mientras que Acab recibió una herida mortal (vv. 33, 34). Versículos 1–3 Josafat prosperaba, pero no en prudencia, pues se une con Acab, aquel degenerado israelita que se había vendido a obrar maldad. Se unió con él con lazos de afinidad matrimonial al casar a su hijo Joram con Atalía la hija de Acab. 1. Ésta fue la peor unión que se hizo jamás en la casa de David. (A) Quizá se debió a su orgullo. Su religión le prohibía casar a su hijo con la hija de cualquiera de los príncipes paganos circunvecinos y, al abundar en honor y riquezas, tal vez creyó que se rebajaba si lo casaba con una mujer del pueblo. Había de ser hija de un rey, y por tanto, de Acab, sin tener en cuenta que su madre era Jezabel. (B) Otros opinan que fue por razones políticas, ya que confiaba que por este medio podría unir en su hijo los dos reinos. 2. Este casamiento arrastró a Josafat: (A) A una íntima familiaridad con Acab. Le giró una visita en Samaria, y Acab, orgulloso del honor que Josafat le rendía, le hizo un recibimiento conforme al esplendor de aquella época. (B) A una coalición con Acab contra los sirios. Acab le persuadió para que se uniera a él en una expedición destinada a la recuperación de Ramot de Galaad, ciudad de la tribu de Gad, al otro lado del Jordán. ¿No sabía Acab que dicha ciudad, y todas las demás ciudades de Israel, le pertenecían a Josafat por derecho de sucesión dentro de la casa de David? Versículos 4–27 Tenemos, casi al pie de la letra, lo que ya vimos en 1 Reyes 22. I. Vemos el deber de reconocer a Dios en todos nuestros caminos y consultar la palabra de Jehová (v. 4). Josafat no quería ir a la expedición sin hacer esto. II. Vemos también el peligro que para los buenos representan las malas compañías. Por complacer a Acab, Josafat, sentado con sus regias ropas, contempla, sin una palabra de reproche, la forma en que un falso profeta abusa de un verdadero siervo de Dios, ni se opone a Acab cuando éste manda meter en la cárcel a Miqueas. III. Vemos igualmente la desdicha de quienes prestan oídos a los aduladores, especialmente si éstos se hacen pasar por profetas que sólo anuncian cosas agradables. Así fue engañado Acab para ruina suya; y le estuvo bien por dar oídos a los tales, porque le predecían victoria, sin escuchar al verdadero profeta que le advertía honestamente del peligro. IV. Notemos, una vez más, el poder que Sanatás ejerce en los hijos de desobediencia (Ef. 2:2). Un espíritu mentiroso puede producir 400 profetas mentirosos y hacer uso de ellos para engañar a Acab (v. 21). V. Notamos también la justicia de Dios en entregar a los impíos a necias ilusiones y creer mentiras, por negarse a recibir el amor a la verdad. VI. Finalmente, es de observar con cuánta frecuencia los fieles ministros de Dios son aborrecidos, perseguidos y maltratados por ser fieles al Señor y justos y buenos para con sus semejantes. Por cumplir en conciencia con su deber, Miqueas es abofeteado, encarcelado y condenado a pan de aflicción y agua de angustia (v. 26, lit.), esto es, con
  • 25. una mínima ración de pan y agua. Pero pudo, con toda seguridad, apelar al resultado, como pueden hacerlo todos cuando son perseguidos por su fidelidad (v. 27). Versículos 28–34 El buen Josafat se expone a la muerte con sus regias ropas, pero es librado por Dios. Hay motivo para pensar que Acab, con todas sus alegaciones de amistad, deseaba la muerte de Josafat; de lo contrario, no habría aconsejado jamás a Josafat que entrase en batalla con las ropas reales, lo cual equivalía a convertirse en blanco seguro del ataque enemigo, como lo demostraron los hechos, pues pronto se fijaron en él los sirios y se lanzaron a atacarle con toda su furia. El imprudente rey se dio cuenta ahora de que le habría sido mejor presentarse con el uniforme del más pobre soldado, en lugar de vestir su regio ropaje. «Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él» (v. 31). Véase aquí una notable variante de 1 Reyes 22:32, 33, donde se dice que Josafat gritó y que los enemigos se apartaron de él. En Crónicas es notorio el énfasis en la providencia de Dios en su acción directa a favor de los buenos. Mientras tanto, el malvado Acab, al creerse seguro con su disfraz de soldado, es herido de muerte (v. 33). ¡Admirable contraste: Josafat, seguro bajo sus ropas de rey; Acab muere con su armadura de soldado! CAPÍTULO 19 Más detalles sobre el reinado de Josafat. I. Su regreso a salvo a Jerusalén (v. 1). II. La reprensión que recibe por su unión con Acab (vv. 2, 3). III. El interés que, a raíz de esto, puso en la reforma de su reino (v. 4). IV. Las instrucciones que dio a sus jueces, tanto a los de la comarca, de rango inferior (vv. 5–7), como a los que en la capital ostentaban la suprema magistratura (vv. 8–11). Versículos 1–4 I. El gran favor que mostró Dios a Josafat: 1. En traerlo a salvo de la peligrosa expedición con Acab, que estuvo a punto de costarle la vida (v. 1): Volvió en paz a su casa. Siempre que volvemos en paz a casa, deberíamos reconocer agradecidos la providencia de Dios en proteger nuestras idas y venidas. A Josafat le fue mejor de lo que se merecía. 2. En enviarle una reprensión por su unión con Acab. Es una bendición recibir a tiempo un reproche, para que podamos arrepentirnos y enmendar el error antes de que sea demasiado tarde. El profeta por quien le vino la reprensión fue Jehú el hijo de Hananí. El padre había sido un fiel profeta en el reinado anterior, como lo muestra el hecho de haber sido encarcelado por decir la verdad al rey Asá, y el hijo no se intimidó por eso, sino que reprendió a otro rey, y le dijo claramente que lo había hecho muy mal al unirse con Acab (v. 2): ¿Amas a los que aborrecen a Jehová? Por esto ha caído contra ti la cólera de Jehová. Josafat se arrepintió y cesó la ira de Dios contra él. Es de notar que Jehú menciona justamente las cosas buenas de Josafat, como debemos hacer siempre que nos vemos obligados a reprender a alguien. II. Josafat recibió bien la reprensión, al contrario que su padre (v. 16:10). Vivió en Jerusalén (v. 4), cumplió con su deber y visitó a su pueblo como para expiar la mala visita que había hecho a Acab, y los conducía a Jehová el Dios de sus padres, es decir, hacía todo lo que estaba en su mano para que se convirtieran a Dios, pues su reciente amistad con la idólatra familia de Acab hubo de tener mala influencia en su propio reino. Muchos se atreverían a volverse a los ídolos al ver a su rey reformador tan íntimamente vinculado a los idólatras. Por eso, se sentía ahora doblemente obligado a hacer todo lo posible para obtener de ellos que se volviesen a Jehová el Dios de sus padres. Versículos 5–11
  • 26. Después de hacer todo lo posible para reconducir a su pueblo al buen camino, Josafat procura ahora que continúen bajo la influencia de buenos magistrados. Anteriormente, les había enviado predicadores que les enseñasen la Ley de Dios (17:7– 9) pero ahora creyó conveniente establecer jueces que pusiesen en ejecución las leyes y atemorizasen a los malhechores. I. Instituyó tribunales de justicia de primera instancia en distintas ciudades del reino (v. 5). Los jueces de estas cortes habían de mantener en el pueblo el culto al verdadero Dios, castigar las violaciones de la Ley y decidir controversias personales. «Mirad lo que hacéis», les repite (vv. 6, 7); es decir, «cumplid a conciencia con vuestro oficio y evitad errores». ¡Grave es la responsabilidad de los jueces, pues depende mucho de que den sentencia justa! Les advierte que actúan como representantes del Dios infinitamente justo, a quien tienen doble motivo para temer. II. Instituyó un tribunal supremo en Jerusalén, de última instancia, al que había de apelarse en los casos más difíciles. Allí estaría bajo la inspección del rey. 1. Las causas que habían de verse en este tribunal eran de dos clases: (A) Alegatos de la corona, llamados aquí justicia de Jehová (v. 8), porque la ley de Dios era la ley del reino. Todos los criminales eran acusados de haber quebrantado dicha ley, y ofendido así la paz, el dominio y la dignidad de Dios. (B) Causas comunes entre ciudadanos, llamadas aquí disputas o litigios (causas en la RV 1960. Nota del traductor), causas de sangre o cuestiones de ley y precepto, etc. (vv. 8, 10), con referencia a Deuteronomio 17:8. Desde la secesión de las diez tribus del norte, todas las ciudades de refugio, excepto Hebrón, pertenecían al reino de Israel; por lo tanto, hemos de suponer que, en estos casos, se usaban principalmente como santuarios de refugio los atrios del templo o los cuernos del altar; de ahí que el juicio de los homicidas fuese reservado al tribunal de Jerusalén. 2. Los jueces de este tribunal se escogían de entre los más expertos levitas y sacerdotes, doctos en la Ley, eminentes por su prudencia y de probada integridad, y de entre los jefes de la casa de Judá, personas de edad y experiencia. 3. Los dos jefes o presidentes de este tribunal. Amarías, el sumo sacerdote, había de presidir en las causas religiosas. Zebadías, primer ministro del rey (v. 11), había de presidir en todas las causas civiles. 4. Oficiales de inferior rango en el tribunal: «También los levitas estarán a vuestra disposición como escribas». 5. Deben esmerarse en actuar apoyados en sanos principios: «Con temor de Jehová con verdad y con corazón íntegro» (v. 9). Han de actuar con toda decisión y denuedo sin temor a los hombres: «Esforzaos, pues, para hacerlo, y Jehová éstará con el bueno» (v. 11). CAPÍTULO 20 I. Josafat se halla en grave aprieto a causa de una invasión del exterior (vv. 1, 2). II. Acude a Dios con ayuno y oración (vv. 3–13). III. Dios le da seguridades de la victoria (vv. 14–17). IV. Estas seguridades son recibidas con fe y gratitud (vv. 18–21). V. Derrota de los enemigos (vv. 22–25). VI Solemne acto de acción de gracias por la victoria y por las felices consecuencias de ella (vv. 26–30). VII. Fin del reinado de Josafat (vv. 31–37). Versículos 1–13 Josafat se halla en apuros, pero es librado gloriosamente como premio a su piedad. I. Grandes bandas de moabitas, amonitas y maonitas (o meunitas. El hebreo, por equivocación de algún copista, dice—de nuevo—amonitas. Nota del traductor) invaden el reino de Judá (v. 1). Josafat se vio sorprendido de esta invasión (v. 2). No sabemos qué excusa tenían para atacar a Josafat. Venían del otro lado del mar, es decir, del mar