Tras la muerte de Salomón, el reino unido de Israel se dividió en dos reinos separados. Roboán se convirtió en rey del sur, conocido como el reino de Judá, mientras que Jeroboán lideró el cisma y estableció el reino del norte de Israel. Esta división se debió a las diferencias entre las tribus del norte, que preferían un gobierno más federal, y la monarquía centralizada de Judá. El cisma también incluyó una división religiosa, con Jeroboán estableciendo santuarios en
2. Era el décimo hijo de David, el cuarto nacido
en Jerusalén. Hijo de Betsabé, cuyo adulterio
había dado tanto que hablar, había asistido en
la sombra a las rivalidades entre sus hermanos
mayores. El reino de Salomón nos es conocido
por dos fuentes: el libro de los Reyes (1 R 1,2811,43) y el libro de las Crónicas (1 Cr 29,21-30; 2
Cr 1,1-9,31). En el libro de las Crónicas
Salomón se ha hecho perdonar sus pecados
gracias a la construcción del templo y el
Cronista subrayará sólo los aspectos positivos
del reino en el campo del culto y la liturgia
3.
Su reino comenzó con un baño de sangre. Su hermano
Adonías y el general Joab fueron pasados por las armas,
y sus partidarios debieron sufrir una purga (1 R 2).
Beneficiándose de las victorias y la política tan hábil de
su padre, Salomón no tuvo que combatir en sus
fronteras. La guerra fue sustituida por la diplomacia. Los
matrimonios con princesas extranjeras confirmaban los
pactos políticos con sus países respectivos. Se casó
incluso con la hija del Faraón (1 Re 3,1). La Biblia nos dice
que “amó a muchas mujeres” (1 R 11,1). Llegó a tener 700
esposas y 300 concubinas. ¿Es posible “amar” a 1.000
mujeres a la vez. Pero en realidad el harén oriental tiene
poco que ver con el amor. Es su símbolo de estatus social
y de prestigio. Un monarca que quería hacerse respetar
debía tener un harén muy numeroso.
4.
La paz que caracteriza su reinado le permite consagrar
sus esfuerzos a otras tareas: creación de una
administración unitaria que rompe el cuadro de las
tribus e imita los métodos de los grandes imperios (1Re
4,1 - 5,8); trabajos considerables que embellecen la capital
y la dotan de un palacio y un templo suntuoso. La
alianza con el rey de Tiro le abre el comercio marítimo (1
Re 4,15-26); arma una flota mercante en el puerto de
Esion Geber, cerca de Eilat, en las orillas del mar Rojo.
Del Líbano trae madera para la construcción del templo.
Con África comerciaba el oro, la plata, el marfil y el
ébano (1 R 9,26-28; 10,11-13,22). La cantidad de metales
preciosos traídos por Salomón es asombrosa: 420
talentos, que equivalen a 15.000 kilogramos.
Controló las rutas de las caravanas, sobre todo la "via
maris", imponiendo sus peajes (1 R 10,15). Reunió un
gran número de caballos y de carros –1.400 carros y
12.000 caballos-, y construyó gigantescas caballerizas
para albergarlos (1 R 10,28-29).
5. La realización más importante de Salomón fue la
construcción del Templo de Jerusalén durante siete
años.
El arquitecto principal fue un ingeniero de Tiro (1R
6). El templo se inspiraba en los templos cananeos de
tres recintos: el vestíbulo (ulam), el santo (hekal) y el
sancta sanctorum (debir), una cámara oscura
separada del hekal por el velo.
En el lugar donde en los templos cananeos se
encontraba el ídolo, encontramos en Jerusalén el arca
de la alianza, con el propiciatorio y los querubines de
oro, el lugar donde Dios encuentra su reposo. "Dios
se sienta sobre los querubines" (Sal 80,2).
6. El rey Salomón ha pasado a la historia como el rey
sabio por excelencia. Compone proverbios, cantos,
fábulas sobre animales y plantas (2 Sm 5,9-14). Israel
acoge la sabiduría prestada de Egipto.
7.
Salomón no tuvo el valor de su padre. Durante su
reinado, Hadad, un hijo del rey de Edom destronado
por David, se instaló de nuevo en su país (1 R 11,1422). Razin funda en Damasco un reino arameo que
pronto se convertirá en el primer rival de Israel (1 R
11,23-25).
La acogida y asimilación del patrimonio cultural
extranjero condujo también a serios conflictos. Las
princesas extranjeras introdujeron en Jerusalén los
cultos de los dioses de sus países de origen, y
Salomón mismo se vio arrastrado a esos cultos
8.
Para la construcción del templo y de las otras obras
faraónicas, además de numerosos técnicos extranjeros,
Salomón debió recurrir al trabajo forzado; impuso las
levas no sólo a esclavos y extranjeros, sino aun a los
israelitas. Millares de israelitas participaban en las
brigadas de trabajo: 30.000 transportaban los materiales
de construcción, 70.000 los cargaban, y 80.000 picaban
piedra en las canteras. Esta multitudinaria mano de obra
era dirigida por 3.000 capataces.
Esta obra sólo podía ser llevada a cabo gracias a una
organización compleja. De todo ello surgió un aparato de
estado muy organizado y centralizado, que chocaba
directamente con la antigua situación tradicional de las
tribus y su organización patriarcal. Los funcionarios
constituían una nueva clase social. Por primera vez hubo
en Israel dos clases sociales enfrentadas.
9.
Fue necesario importar muchos materiales de
construcción. Jiram, rey de Tiro, tenía el monopolio
de la madera. Salomón tenía que pagar anualmente 8
toneladas de trigo y 8.000 litros de aceite de primera
calidad (1 R 5,25). Al final de la construcción la
deuda externa era tan grande que Salomón tuvo que
dar a Jiram 20 ciudades israelitas de la Galilea a
cuenta del pago (1 R 9,11).
La lujosa corte salomónica se financiaba también
desde el bolsillo del modesto contribuyente.
La complicada administración salomónica se
encargaba de recaudar los impuestos que recaían
sobre todo sobre los territorios del Norte.
10.
la crítica bíblica es principalmente sobre la idolatría
de Salomón y los templos de sus mujeres, crítica a
estos sistemas grandiosos salomónicos, tan lejanos de
la simplicidad y austeridad de las antiguas tribus.
“YHWH se enojó contra Salomón por haber desviado
su corazón de YHWH, Dios de Israel, que se le había
aparecido dos veces, y le había dado instrucciones
sobre esta cuestión, que no marchara en pos de otros
dioses… Por haber actuado así y no haber guardado
mi alianza y las leyes que te ordené, voy a arrancar el
reino de tus manos y lo daré a un siervo tuyo. Pero
no lo haré en vida tuya, en atención a David tu
padre. Lo arrancaré de mano de tu hijo. Tampoco
arrancaré todo el reino; daré una tribu a tu hijo, en
atención a David, mi siervo, y a Jerusalén que he
elegido (1 R 11,9-13).
11.
Como premonición de lo que iba a suceder tras la
muerte de Salomón, el general Jeroboán se rebeló
contra el rey. Notemos que Jeroboán es un efraimita,
la tribu que más había perdido cuando se desplazó el
centro de gravedad del país hacia el sur. Y el profeta
que será su mentor espiritual es Ajías de Siló (1 R 2640). Podemos ver estos dos nombres la alusión a
viejos resentimientos de las tribus del norte contra la
monarquía judaísta, que desembocarán en el cisma
durante el reinado del sucesor de Salomón.
12.
Con el establecimiento de la monarquía en Israel se
hizo más necesario que nunca el uso de la escritura
en la administración, el comercio, la corte… Desde
este momento podemos hablar con seguridad de la
existencia de escritos, y no sólo de tradiciones orales.
Algunos asignan a esta época de los comienzos de la
monarquía la fuente J (yahvista) que recoge las
antiguas tradiciones de las tribus del Sur, aunque
cada vez son más los que la fechan más tarde en el
siglo VIII y VII.
En la corte se crean escuelas para la formación de los
escribas y funcionarios reales.
13. (Del lat. schisma, y este del gr. σχίσμα,
escisión, separación).
1. m. División o separación en el seno de una
iglesia o religión. Era u. t. c. f.
2. m. Escisión, discordia, desavenencia.
14.
Después de la muerte de Salomón (año 931 a.C.) el reino
unido se rompe definitivamente. El ejecutor del cisma será el
general Jeroboán, pero el ideólogo es el profeta Ajías de Silo.
Las tribus del norte preferían un reino más federal y
carismático, y nunca aceptaron la concepción dinástica y
fuertemente centralizada de David, que Salomón había
extremado aún más. A la muerte de éste último quieren
negociar con su hijo Roboán aprovechándose del momento en
que el nuevo rey tenía que ser jurado en Siquén, en su propio
terreno.
Siquén era el lugar donde se había sellado la alianza en
tiempos de Josué, y parece ser que los reyes tenían que venir a
Siquén para negociar con los representantes de las tribus de
Israel. Estos quisieron imponer a Roboán una "Carta Magna"
limitando sus derechos en lo relativo a impuestos y levas. "Tu
padre ha hecho muy duro nuestro yugo. Si tú alivias ahora la
dureza del yugo que tu padre nos impuso, entonces te
serviremos" (1 R 12,4).
15.
La negociación fracasó y Roboán no fue
suficientemente flexible para atraerse la confianza de
las tribus. Rechazo el consejo de sus oficiales más
ancianos para seguir el de sus compañeros de
infancia, los consejeros de la nueva escuela
"absolutista". Le empujan a avanzar en una línea aún
más absolutista. Habían sido educados en la
ideología moderna de los nuevos escribas de la corte
y no conocían las antiguas tradiciones y fueros de las
tribus, ni tenían sensibilidad hacia ellos.
16.
Los representantes del pueblo rompieron
abiertamente con Roboán "¿Qué parte tenemos con
David? ¡A tus tiendas, Israel!" Lapidaron a los
representantes del rey y Roboán mismo tuvo que
huir para salvar la vida (1 R 12,12-20).
Roboán era incapaz de intentar la reconquista por la
fuerza. Las tribus del Norte se dieron una nueva
dinastía con Jeroboán de Efraím. Roboán se mantuvo
a la defensiva y emprendió la construcción de un
cinturón de fortalezas (2 Cr 11,5-10).
El reino del norte o de Israel, que durará hasta que en
el año 721 caiga en manos de los asirios.
El reino del sur o de Judá, que durará hasta el año
587, en que será conquistada por los Babilonios.
Ambos reinos seguirán caminos paralelos, a veces
aliados y a veces enfrentados.
17.
cisma religioso:El culto de Jerusalén suponía una amenaza
para la monarquía de Jeroboán. Este no podía permitir que
sus súbditos fueran a adorar a Dios en Jerusalén con ocasión
de las grandes fiestas, y tomar parte en un culto donde los
sacerdotes cantaban la gloria de David y su dinastía y la
alianza eterna que Dios había hecho con la casa de David.
Así Jeroboán fundó en los dos extremos de su Reino dos
santuarios centrales para Israel: Dan y Betel, y erigió en cada
uno de ellos un becerro de oro. "Israel, ahí están tus dioses, los
que te han hecho salir del país de Egipto". Probablemente
estos dos santuarios ya existían desde la época de los Jueces.
El de Betel estaba ligado a la memoria de Jacob, mientras que
la historia del santuario de Dan es contada en el libro de los
Jueces (Jc 17-18).
El becerro de oro no era propiamente la imagen de Dios,
como los enemigos de Jeroboán quisieron hacernos ver.
Probablemente era sólo el pedestal. En Jerusalén también
encontrábamos los Querubines como pedestal de Dios en el
arca de la alianza, y este hecho no era considerado una
idolatría.
18.
Jeroboán dudó antes de decidirse por una capital. No
quiso ponerla en Siquén, la ciudad de los patriarcas,
sino buscó como David una ciudad nueva, siete
kilómetros más al norte, en Tirzá, en la vertiente
oriental de la montaña. Pero su política religiosa fue
opuesta a la de David. Quiso claramente separar la
capital política de la religiosa, sin duda para evitar la
interferencia de los sacerdotes en la vida del Reino.
Pero de este modo perdió el prestigio y la solidez que
el "altar" puede dar al "trono", aunque a veces los
sacerdotes puedan interferir demasiado en la vida
política.
19.
En el Reino del Norte, o Reino de Israel, faltaba
estabilidad política. Jeroboán era un usurpador que
había llegado al trono sin legitimidad. Cualquiera se
va a sentir en el derecho de hacer lo mismo que el
hizo. Los cambios de dinastía serán continuos. En los
279 años de existencia del Reino 7 de sus 19 reyes
serán asesinados y uno se suicidará. Los continuos
golpes de estado serán dados por generales
ambiciosos que se irán sucediendo unos a otros.
Israel era un estado mucho más vasto y rico que
Judá. Desde el punto de vista militar, sus fuerzas
fueron superiores a las de Judá. Israel comprendía
los territorios de diez tribus y por tanto su ejército
era más numeroso. Sin embargo también estaba más
expuesto a los ataques del exterior.
20. El reino del Sur era mucho más pequeño que el del
Norte, ya que sólo comprendía las tribus de Judá y
Benjamín. La frontera pasaba entre Jerusalén y Betel.
Por eso la gran preocupación de los reyes de Judá fue
hacer avanzar lo más posible esta frontera de manera
que la capital, Jerusalén, no se encontrase expuesta
en el caso de una guerra eventual (1 R 15, 16-22).
Judá era mucho más homogéneo que Israel. La mayor
parte de la población era israelita, y la configuración
más montañosa del país la hacía menos accesible a
los influjos exteriores.
Lo que dará una consistencia más fuerte a la casa de
Judá será la estabilidad aportada por la dinastía
davídica, y su confianza en las promesas de Dios.
21. Durante el siglo IX, Judá era una región
semideshabitada, y Jerusalén era un pequeño pueblo sin
ninguno de los atributos propios de una gran ciudad, o
de la corte de un rey importante.
Para más información:
La caída de Samaría (12 en Judá y 19 en Israel). Se
puede leer el relato en 1 Re 14,1-2 Re 17,41 o en 2 Cr 10,1
– 27,9. (Las Crónicas nos cuentan sólo la historia de Judá)
A Roboán lo sucedió su hijo Abías por un breve período de
3 años. Abías murió joven dejando el trono a un
menor, Asá que reinará 41 años en Jerusalén. La minoría
de edad de Asá estuvo dominada por la reina madre
Maakah. Asá pudo liberarse del influjo nefasto de su
madre, y es ensalzado por la Biblia como uno de los
pocos reyes de Judá que “hizo lo que es recto a los ojos
de Dios” (1 R 15,11-15; 2 Cr 14,2).