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2 TESALONICENSES
Esta Segunda Epístola fue escrita poco después de la Primera, y parece haber sido
destinada a corregir un error acerca de la Segunda Venida del Señor, como si ya
estuviese a punto de llegar. El apóstol les informa que quedaban ciertos hechos por
cumplir antes del día en que el Señor había de venir, aunque había hablado de ese día
como cercano por ser completamente seguro que había de venir.
Para la división de la epístola, adoptamos los epígrafes de la Ryrie Study Bible:
I. Saludos (1:1, 2).
II. Acción de gracias y aliento en la persecución (1:3–12).
III. Corrección acerca del Día del Señor (2:1–17).
IV. Exhortaciones a la oración y a la disciplina (3:1–15).
V. Saludo y bendición finales (3:16–18).
CAPÍTULO 1
Después de la introducción (vv. 1, 2), el apóstol comienza la carta declarando su
gran estima de estos tesalonicenses (vv. 3, 4). Les ofrece luego consuelo en sus
aflicciones y persecuciones (vv. 5–10) y les dice cuáles son las oraciones que eleva a
Dios por ellos (vv. 11, 12).
Versículos 1–4
1. El saludo inicial se halla en términos casi iguales a los de la Primera Epístola, con
dos únicas variantes: (A) En ésta dice (v. 1): «… en Dios nuestro Padre», en lugar de
«… en Dios Padre». (B) El versículo 2 contiene aquí una bendición inicial que falta en
la primera carta según los mejores MSS. Aquí, con ligeras variantes, todos los MSS
dicen: «Gracia y paz a vosotros, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo», bendición que ya fue comentada en su primera mención en Romanos 1:7.
2. El apóstol expresa la gran estima en que tiene a los fieles de Tesalónica.
(A) Cómo expresa esta estima: (a) Al glorificar a Dios por ellos (v. 3a): «Debemos
siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno». L. Morris hace
notar que el verbo que usa Pablo aquí (ophéilomen) comporta la idea de una obligación
personal (se usa para indicar una deuda), mientras que el término que usa en otras
ocasiones (dei) indica más bien una urgencia impuesta por circunstancias externas. La
frase «como es digno» no es una repetición del mismo concepto, sino que significa
literalmente «como corresponde para compensar» esa deuda que tengo con vosotros;
como si dijese: «No hago más que reconocer lo que os merecéis». (b) Gloriándose de
ellos mismos ante las demás iglesias (v. 4). El apóstol no adulaba jamás a sus amigos,
pero se complacía en hablar bien de ellos, para gloria de Dios.
(B) Por qué los estimaba y daba gracias a Dios por ellos. En su anterior Epístola
(1:3), había dado gracias por la fe, el amor y la paciente esperanza de ellos; aquí da
gracias por el aumento de dichas virtudes: «Por cuanto vuestra fe va creciendo, y el
amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás …, por vuestra
paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis» (vv. 3b,
4b). Donde hay virtud verdadera, habrá también crecimiento de virtud. Y donde hay
crecimiento de gracia, hay que glorificar a Dios por ello, pues estamos en deuda con Él
por la continuación de sus favores lo mismo que por el comienzo de dichos favores,
pues podríamos ser tentados a pensar que, si bien cuando éramos malos no podíamos
hacernos a nosotros mismos buenos, una vez que somos buenos podemos hacernos
mejores. Vemos, pues, aquí que:
(a) La fe de los tesalonicenses estaba creciendo, y ese crecimiento se manifestaba en
obras de fe; y cuando crece la fe, todas las otras gracias crecen proporcionalmente.
(b) Su amor abundaba. Cuando crece la fe, abunda el amor, porque cuanto más
ahonda un árbol sus raíces en terreno bien dispuesto, tanto más y mejores son los frutos
que produce.
(c) Su paciencia había crecido también tanto como su fe y su amor. Había crecido en
medio de persecuciones y tribulaciones, porque la paciencia demuestra su buena calidad
cuando subsiste y se acrisola en medio de las tribulaciones (comp. con Ro. 5:3b; Stg.
1:3). Todo lo soportaban por fe y con paciencia, no con insensibilidad estoica, sino con
la fuerza sobrenatural que concede Cristo a los que le son fieles.
Versículos 5–10
1. El apóstol pasa a continuación (v. 5) a decir que «Todo esto es prueba de que el
juicio de Dios es justo y, como resultado, seréis tenidos por dignos del reino de Dios,
por el cual sufrís» (NVI). El vocablo griego éndeigma, indicio seguro, que la NVI
traduce por prueba, sale únicamente aquí en todo el Nuevo Testamento. La dificultad
está en hallar qué es lo que prueba que el juicio de Dios es justo. J. Leal, al seguir a
Lightfoot, piensa que se trata de la ley de compensación: «es la acción remuneradora de
Dios a favor de los buenos y en contra de los malos, pública y solemne en el día de la
revelación gloriosa de Jesús» (Leal). Pero L. Morris afirma que «es parte del justo juicio
de Dios usar las tribulaciones para llevar a su pueblo a la perfección». Así lo da a
entender también la cláusula siguiente (v. 5b), que indica el objetivo de Dios: «a fin de
que (gr. eis to) seáis tenidos por (o seáis hechos) dignos (comp. con el v. 11) del reino
de Dios (v. comentario a 1 Ts. 2:12), por (gr. huper) el cual sufrís». Esta última frase
no significa que sufran para ganar el reino, sino que sufren por la causa del reino.
2. Después de expresar el objetivo próximo que Dios tiene en el uso de las
tribulaciones—acrisolar a los suyos—, el apóstol pasa (vv. 6–10) a describir la
retribución final que justos y malvados han de obtener en el futuro juicio de Dios.
Damos la traducción de la NVI, que aclara bien el sentido de estos cinco versículos:
«Dios es justo y retribuirá con tribulación a los que os atribulan, y os dará descanso a
vosotros que estáis atribulados, como también a nosotros. Esto ocurrirá cuando el
Señor Jesús se manifieste desde el cielo con fuego llameante con sus poderosos ángeles.
Él castigará a aquellos que no conocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro
Señor Jesús, los cuales serán castigados con perdición eterna y excluidos de la
presencia del Señor y de la majestad de su poder, en el día en que venga para ser
glorificado en sus santos y admirado entre todos los que han creído. Esto os incluye a
vosotros, porque creísteis nuestro testimonio». Analicemos esta porción:
(A) El versículo 6 comienza con un eíper, gramaticalmente condicional, pero, como
ei gue, expresión retórica que establece seguridad. No hay por qué ver en estos
versículos una aplicación de la «ley del talión», sino una aplicación de la ley general de
que cada uno cosecha lo que siembra (comp. con Gá. 6:7); como dice J. Denney, «el
castigo es la otra mitad del pecado».
(B) El reposo de que habla el versículo 7 será concedido cuando Cristo vuelva. Dice
Pablo que tendrán ese reposo «con nosotros» (lit.), donde la preposición metá indica
claramente compañía. Se incluye, pues, a sí mismo, así como a Silvano y Timoteo, «que
sabían lo que es estar bajo persecución y aprieto por su fe (1 Ts. 1:6; 2:14–18)» (Ryrie).
(C) Pablo dice explícitamente que esto se llevará a cabo «en la revelación del Señor
Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder» (lit.). Esto nos indica que el apóstol se
está refiriendo al mismo momento al que se ha referido en 1 Tesalonicenses 1:10; 2:19;
3:13; 4:13–17.
(D) El «fuego llameante» (v. 8, lit. llama de fuego) no designa, de suyo, el
instrumento de castigo para los malos, sino algo así como el majestuoso manto con que
Dios se cubre en las teofanías de cualquier contenido (v. por ej. Éx. 3:2; Is. 66:15; Ap.
1:13 y ss.).
(E) La retribución de castigo es anunciada a los que no conocieron a Dios. El verbo
conocer no se entiende aquí en sentido intelectual como en Romanos 1:21, sino en
sentido afectivo, experimental, como en 1 Corintios 8:3; Gálatas 4:8. «Los que no
obedecen al Evangelio» (comp. con Ro. 10:16) indican un grupo más endurecido. Es
cierto que el desconocimiento de Dios es siempre culpable, pues Dios nunca se dejó a Sí
mismo sin testimonio para todo ser humano que tenga uso de razón, por muy nublada
que esta razón esté por el pecado (v. Hch. 14:17; Ro. 1:18–20), pero la desobediencia al
Evangelio comporta una resistencia especial a recibir el mensaje de las Buenas Nuevas
del amor salvador de Dios en Cristo, lo cual es mucho más grave.
(F) El versículo 9 comienza con el pronombre griego hoítines, los cuales (en el
sentido de «los que pertenecen a esta clase de personas»). De ellos dice el apóstol
textualmente que «pagarán como pena (lit.) eterna perdición». Pablo usa aquí el
vocablo ólethron, el mismo que usó en 1 Tesalonicenses 5:3, donde vimos una
descripción de su significado. Que esta perdición o destrucción no significa
aniquilación, sino separación, se advierte por la construcción misma de la cláusula:
«lejos de (gr. apó) la presencia (lit. del rostro) de Dios y de la majestad de su poder (lit.
y de la gloria de su fuerza), con lo que se da a entender el cielo donde se manifiesta
visiblemente la grandeza majestuosa de nuestro Dios.
(G) El versículo 10 necesita especiales aclaraciones por su rara estructura.
(a) El apóstol dice que esto ocurrirá cuando venga (Jesucristo) para ser glorificado
en aquel día en sus santos. La preposición griega en (también en en castellano) aparece
como prefijo en el verbo ser glorificado, con lo que se pone de relieve que el Señor será
glorificado en sus santos, «como si éstos fuesen un espejo que refleja algo de la
grandeza de la gloria de su Señor (cf. 1 Jn. 3:2, “cuando se manifieste, seremos como
Él”)» (Morris).
(b) El verbo admirar no tiene en este versículo el sentido que se le suele dar hoy día,
sino el de un asombro pavoroso «que quita el aliento» (Phillips). «En los que creyeron»
(lit. aoristo, de una vez por todas), el asombro dará paso a un regocijo imposible de
imaginar.
(c) Después de la frase anterior, el griego original prosigue de modo abrupto: «pues
fue creído nuestro testimonio sobre vosotros» (lit.), es decir, «el mensaje evangélico
que, como testigos de Cristo, os confiamos». La dificultad que este abrupto paso ofrece
ha sido resuelta de muy diversas maneras, pero la solución más probable, a mi juicio, es
la que ofrece Lightfoot, quien ve aquí una elipsis, por lo que el texto habría de ser leído
del modo siguiente: «en los que creyeron y, por tanto, en vosotros, pues nuestro
testimonio fue creído por vosotros».
(d) A más de un lector extrañará ver que la expresión «en aquel día» figura colocada
de muy diverso modo en las diferentes versiones. Ello se debe a que (cosa corriente en
Pablo y en Juan) dicha expresión se halla, en el original, al final del versículo, de donde
hay que sacarla en las versiones para que tenga algún sentido; este sentido se consigue
en la NVI, lo mismo que en cualquiera otra de las versiones que están a nuestro alcance.
Versículos 11–12
Estos versículos contienen una oración del apóstol. El versículo 11 comienza
literalmente: «Para lo cual también oramos siempre por (gr. huper) vosotros …» «Para
lo cual» se refiere a todo lo que precede, y queda resumido en lo que queda del
versículo 11 y en el versículo 12.
1. El apóstol ora por los tesalonicenses, en primer lugar, «para que nuestro Dios,
dice, os tenga por dignos de su llamamiento» (v. 11b), es decir, de la salvación a la que
habían sido llamados (Ro. 8:28, 30, Ef. 4:1 etc.) y que culmina en la glorificación.
Nótese el parecido con el versículo 5 «para que seáis tenidos por dignos del reino de
Dios».
2. Pide después (v. 11c) para que Dios «cumpla todo propósito de bondad, es decir,
toda buena resolución de los tesalonicenses, y toda obra de fe (comp. con 1 Ts. 1:3) con
(su) poder».
3. Todos estos santos objetivos por los que el apóstol ora, van dirigidos a un
objetivo final más alto (v. 12): «De forma que (lit.) el nombre de nuestro «Señor
Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él». Cristo es glorificado siempre
que los suyos llevan una vida santa. Lo de «y vosotros en Él» nos recuerda la
fraseología del propio Jesús en Juan 17:1, 10, 21 y ss. L. Morris hace notar que Pablo no
dice que los fieles hayan de ser glorificados con Cristo, sino en Cristo, con lo que, al par
que pone de relieve la primacía del Salvador, indica también «la unión más estrecha»
que cabe.
4. La última frase (v. 12b) «conforme a la gracia (lit.) de nuestro Dios y del Señor
Jesucristo» contiene dos detalles dignos de especial consideración:
(A) «Conforme a la gracia» significa que la gracia de Dios, lo mismo que su poder
(v. 11, al final), capacitan a los tesalonicenses para que la glorificación del Señor se
lleve a cabo; ellos no podrían hacerlo por sus propias fuerzas; la gracia o favor gratuito
de Dios y su poder, la dúnamis que capacita para actuar, son los elementos que entran
en juego para que toda acción sobrenatural de un ser humano se lleve a cabo.
(B) Notan los autores que el original conecta, sin artículo intermedio «nuestro Dios
y Señor Jesucristo», con lo que tanto la persona del Padre como la del Hijo aparecen
como fuente de la gracia (comp. con 2 Co. 13:14, y otros lugares, en que la gracia se
atribuye a Jesucristo). No es probable que la ausencia del artículo indique que Pablo se
está refiriendo a una sola persona, la del Hijo, a quien llamaría Dios y Señor. Aparte de
que esto no cabe dentro de la bien cuidada fraseología del apóstol, está el hecho, que
Morris hace notar, de que el griego Kúrios (Señor) «ocurre a menudo sin el artículo,
como nombre propio».
CAPÍTULO 2
Pablo dedica el presente capítulo a corregir el error de los fieles de Tesalónica con
respecto a la Segunda Venida del Señor. I. Les dice que ese día no ha llegado todavía
(vv. 1, 2). II. Les hace ver que, antes de que ese momento llegue, ha de ocurrir una
apostasía general y ha de aparecer en público el Anticristo (vv. 3–5). III. Les recuerda
que, de momento, hay algo, y alguien, que lo detiene (vv. 6–9). IV. Describe lo que eso
supondrá para los inconversos (vv. 10–12) y, V. para los creyentes (vv. 13–17).
Versículos 1–2
Por lo que se desprende de los versículos 5 y 6, la predicación de Pablo a los
tesalonicenses había incluido referencias al Anticristo y a la Segunda Venida del Señor.
En 1 Tesalonicenses 5:1 y ss. les advierte que el tiempo de dicha venida es desconocido.
Sin embargo, muchos miembros de la comunidad cristiana en Tesalónica habían llegado
a la conclusión de que la Venida del Señor, no sólo estaba próxima, sino que había
llegado ya (v. 2, al final). A esto responde Pablo en estos versículos.
1. El original comienza el capítulo con el verbo erotómen, rogamos (comp. con 1
Ts. 4:1; 5:12), con lo que se echa de ver su insistencia en que le presten atención a lo
que va a decir. Que se refiere al momento en que el Señor vendrá por los suyos, está
claro por la frase «y nuestra reunión con Él» (v. 1b, comp. con 1 Ts. 4:17). Nótense los
títulos completos del «Señor Jesús Cristo» y el término parousías (v. coment. a 1 Ts.
2:19). El término episunagogué, que suele verterse por reunión sale únicamente aquí y
en Hebreos 10:25, y lleva la idea de «recoger y reunir en un lugar».
2. El apóstol les pide (v. 2) que no se dejen sacudir rápidamente (lit.), como un
barquito agitado por las olas encrespadas, ni se alarmen (este verbo indica una continua
agitación). Se ve que eran tres los puntos de los que había surgido la alarma: (A) «Por
espíritu», esto es, por la declaración seudoprofética de alguien que pretendía haber
tenido una revelación especial acerca de la Segunda Venida del Señor, (B) «Por
palabra», es decir, por un mensaje que se predicase con base en una supuesta
revelación; (C) «Ni mediante carta como mediante nosotros» (lit.), esto es, por una falsa
interpretación de algo que Pablo les había dicho, ya fuese en 1 Tesalonicenses o en
alguna otra carta que no está en el canon. Según J. Leal, la mayoría de los autores
modernos «refiere el inciso “como mediante nosotros”) a los tres sustantivos», pero él
mismo comenta: «El sentido es más obvio si el inciso se refiere sólo a la carta». Los tres
medios de comunicación citados, cuya primera falsa fuente se desconoce, convenían en
que «el día del Señor ha llegado» (v. 2, al final).
Versículos 3–5
El apóstol declara aquí que, antes de que venga el Señor, han de ocurrir algunas
cosas de las que los tesalonicenses tenían ya noticia.
1. El apóstol les advierte de nuevo, variando la frase: «Que nadie os engañe de
ninguna manera» (gr. katá medéna trópon), y da a entender los varios modos de
engañar, de los que antes ha mencionado ya tres. Al apóstol no se le podía culpar en
ningún caso de no dar la voz de alerta que corresponde a todo vigía espiritual.
2. Por «apostasía» entiende Ryrie «una revuelta agresiva y definitiva (climactic)
contra Dios, la cual preparará el camino para la aparición del hombre de pecado (v. 1 Ti.
4:1–5; 2 Ti. 3:1–5)». Al llevar artículo se da a entender que consistirá en algo único,
como no se ha dado en el curso de la historia. Un enfriamiento tal de la fe que la gran
mayoría de las gentes vivirá no sólo en forma prácticamente atea, sino que atacará
violentamente a toda forma de religión teísta.
3. La descripción que se nos ofrece a continuación (vv. 3b, 4) no deja lugar a dudas
de que se refiere al Anticristo de Daniel 7:25; 8:25; 11:36; Apocalipisis 11:7; 13:1–10.
Se le llama:
(A) «Hombre de pecado» o, según muchos MSS, «hombre de iniquidad» (según se
lea hamartías o anomías), esto es, alguien tan embebido en el pecado que vive siempre
al margen de la ley divina. «Él es la ley», comenta J. Leal.
(B) «Hijo de la perdición» (lit.) es un hebraísmo para significar que está abocado a
la perdición, como aquel otro «hijo de perdición» (Judas Iscariote, según Jn. 17:12), que
cayó «para irse a su lugar» (Hch. 1:25).
(C) «El que se opone y rebela contra todo lo que lleva nombre de Dios o es objeto
de culto, llegando hasta sentarse él en el templo de Dios, exhibiéndose a sí mismo como
Dios» (excelente traducción de J. Leal). Este versículo exige un análisis más detallado:
(a) Con el epíteto entikeímenos (que se opone—participio de presente—, con lo
que se da una actitud constante), queda descrito el Anticristo como un vicegerente de
Satanás, a quien se aplica el mismo epíteto en 1 Timoteo 5:14. El segundo participio
(huperairómenos, también en presente) solamente aparece aquí, aunque el verbo
mismo aparece dos veces en presente de subjuntivo en 2 Corintios 12:7. Conocemos
bien el verbo airo (quitar, levantar, llevarse; v. por ej. en Jn. 1:29 «que quita el pecado
del mundo»). Con el prefijo huper, se pone de relieve la gran altura a la que tal
personaje se levanta a sí mismo.
(b) Esta oposición y rebelión del Anticristo es contra (lit. sobre) todo lo que lleva
nombre de Dios o es objeto de culto (o adoración; gr. sébasma). Todo lo que huele a
religión de cualquier especie hallará la oposición y la persecución del Anticristo. Sin
embargo, es casi seguro que tal malvado se opondrá únicamente a la verdadera religión.
Como dice Leal, «El adjetivo todo no se refiere a la pluralidad del sujeto, sino a la
extensión de la manifestación divina: contra Dios y contra todo lo que se relaciona con
Él».
(c) «Llegando hasta sentarse él en el templo de Dios, exhibiéndose a sí mismo como
Dios.» No se trata de una imagen, sino de una persona, colocada en el templo, como lo
prueba el participio de género masculino en Marcos 13:14, según hace notar Morris.
Dice Ryrie: «En la mitad del período de la tribulación, el Anticristo desecrará el
reedificado templo judío en Jerusalén, colocándose él mismo para ser adorado». Con
esto mismo, proclamará con el gesto, y de palabra, que él es Dios.
4. Al apóstol se le ha olvidado que dejó el párrafo sin concluir, pues el versículo 3
comienza diciendo literalmente: «Que nadie os engañe de ninguna manera; que si no
viene primero la apostasía y es revelado …». Debería haber acabado y añadir al final
del versículo 4: «… no viene la parousía». La descripción del Anticristo le ha hecho
olvidar el cierre gramatical necesario. Es uno de los anacolutos (párrafos sin
conclusión) frecuentes en Pablo (comp. por ej. con Ro. 5:12 y ss.). Se trata de un
«olvido gramatical» sin importancia, fácilmente corregible por los lectores de todas las
épocas. Pero lo que no quiere que se les olvide a los tesalonicenses (v. 5) es que él les
decía más de una vez (ése parece ser el sentido del pretérito imperfecto élegon) lo que
acaba de escribir en los versículos 3 y 4.
Versículos 6–9
Esta difícil porción ha quedado más difícil todavía por la manía de traducir por «sea
quitado» el gr. guénetai del versículo 7, al final. Entre todas las versiones que conozco,
sólo la versión castellana de la NVI y otra que me da vergüenza nombrar traducen
correctamente dicho verbo.
1. Al continuar con lo que ya sabían (v. 6) los tesalonicenses, pues él mismo se lo
había dicho más de una vez, Pablo menciona lo que (en neutro) detiene (lit.), es decir, lo
que impide que el Anticristo se manifieste: «a fin de que a su debido tiempo sea
revelado», es decir, descubierto. El uso del género neutro en el artículo que determina al
participio katékhon (en presente) da a entender que no se trata en este versículo de una
persona, sino de una institución. Esto es lo más probable, a mi juicio, a pesar de la
sugerencia de J. Leal de que «en el artículo no se debe insistir mucho, porque nos
encontramos con una frase hecha, propia del lenguaje apocalíptico, donde el artículo no
indica necesariamente una cosa conocida; basta simplemente que de un sentido enfático:
debéis saber que existe impedimento (para que se manifieste ahora), a fin de que se
manifieste después, en su tiempo».
2. El versículo 7 contiene dos afirmaciones:
(A) «Porque el poder secreto de la iniquidad está ya en acción» (NVI). El original
dice «misterio» donde traducimos «poder secreto». Para «actúa», el original usa el
mismo verbo que en Gálatas 5:6 y otros lugares; también aquí está en tiempo presente
continuativo. La iniquidad que impera en este mundo es un poder secreto, en el sentido
de que, aunque son seres humanos los que la ponen por obra, el cuartel general de esas
fuerzas inicuas está en las regiones superiores, aéreas, donde se hallan las huestes
espirituales de maldad (Ef. 6:12). No se trata, pues, de una conjetura, sino de algo que
las Escrituras enseñan explícitamente.
(B) La segunda frase dice concisamente en el original: «sólo (que hay) el que (le)
detiene al presente, hasta que desaparezca (o se haga) de en medio» (lit.). Dos puntos
requieren aquí un análisis más detallado:
(a) El apóstol pasa ahora del género neutro al masculino en el uso del artículo
definido o determinado. A mi juicio, el apóstol se refiere al Espíritu Santo que, aun
cuando, tras del arrebatamiento de la Iglesia, continuará actuando en el mundo y en el
interior de todos los hijos de Dios que atraviesen por el período de la Gran Tribulación,
sin embargo se habrá hecho de en medio (gr. guénetai en la voz media) en cuanto que
es como el alma del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
(b) Que tal es el caso se echa de ver por el uso mismo del verbo en cuestión. Si se
tratase de un personaje humano o angélico, o de una institución humana, es de pensar
que Pablo habría usado un verbo más fuerte como airo, quitar, levantar. Ryrie admite
tácitamente la versión de la New American Standard Translation, que vierte «es quitado
de en medio», y comenta cautelosamente: «Algunos entienden que éste (el que detiene)
es Dios que habita en su Iglesia por medio del Espíritu Santo, mientras que otros ven
como freno el gobierno humano. Conforme a la primera opinión, la retirada ocurrirá en
el arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts. 4:13–18); conforme a la segunda opinión,
(ocurrirá) en el derrocamiento del gobierno humano».
3. «Y entonces, continúa el apóstol (v. 8), será revelado aquel inicuo (el Anticristo
del que viene hablando), a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y lo
reducirá a la impotencia con la manifestación de su venida (lit. de su presencia)». La
secuencia de los acontecimientos queda así claramente detallada por el apóstol:
Primero, se hará a un lado el que detiene la aparición en público del Anticristo;
segundo, «entonces», retirado de en medio el que lo detenía, se mostrará en público el
Anticristo; tercero, solamente después de esto, acontecerá la Segunda Venida del Señor.
Pablo no dice que el Señor acabará de inmediato con el Anticristo, sino que (sin
determinar el lapso de tiempo intermedio) lo matará con el espíritu (o soplo) de su
boca, etc., al manifestar su presencia en la Segunda Venida. Esta acción de Cristo contra
el Anticristo queda confirmada por otros lugares como Daniel 7:10, 11; Apocalipsis
2:16; 19:15, 21. En estos lugares de Apocalipsis, Juan menciona «la espada de su
boca», en lugar del espíritu de su boca; con ambas metáforas se nos da a entender la
suma facilidad con que el Salvador puede acabar con el Anticristo. Le basta con un
soplo de su boca. El apóstol añade (v. 8b) que el Señor «reducirá a la impotencia (el
mismo verbo de Ro. 6:6 y muchos otros lugares) al Anticristo con la aparición desde
arriba (gr. epiphaneía, que se suele traducir por “manifestación”) de su presencia (gr.
parousía)». Que no se trata de aniquilación, se ve por Apocalipsis 19:20, donde se
describe claramente su final.
4. Si el poder secreto de la iniquidad (v. 7) muestra que es ya ahora Satanás quien
mueve detrás de los bastidores los hilos de la escena en la tremenda iniquidad que se
pone por obra en este mundo, el advenimiento (gr. parousía) del inicuo (v. 9), descrito
con los epítetos que hemos visto en el versículo 3, pone al descubierto la actuación, esto
es, la intervención descarada, de Satanás, «con despliegue de toda clase de falsos
milagros, señales y maravillas» (NVI). Dice a este propósito J. Leal: «El estilo
escatológico es siempre hiperbólico e impreciso». Sin embargo, basta con leer
Apocalipsis 13:2–4, 13–17, y aun Mateo 24:24, para ver que no hay aquí hipérbole ni
imprecisión. Al comentar la serie de falsedades que aquí describe el griego con los
vocablos dúnamei (poder), semeíois (señales) y térasin (portentos), dice L. Morris:
«Tenemos aquí tres vocablos usados para indicar milagros, refiriéndose el primero al
poder que obra en ellos; el segundo, a sus características en cuanto que tienen un sentido
(apuntan hacia algo); y el tercero, al efecto que producen en los espectadores como algo
portentoso, cosas que no tienen explicación. Y todos tres, dice el apóstol, están
saturados de falsedad».
Versículos 10–12
En estos versículos, el apóstol describe el efecto que todo esto produce en los
inconversos.
1. Pablo describe a los incrédulos como «los que se pierden» (en participio de
presente), es decir, los que van por el camino que lleva a la perdición (v. 10). Éstos se
dejan llevar de todo engaño de iniquidad (lit.), esto es, de toda seducción engañosa
hacia la maldad. Pero no por eso están exentos de responsabilidad, pues Pablo añade (v.
10b): «por cuanto no recibieron (mejor, acogieron) el amor de la verdad para ser
salvos». El verbo es el mismo de 1 Tesalonicenses 2:13, pero allí tiene un sentido
positivo. «El amor de la verdad» es una expresión que se encuentra únicamente aquí en
todo el Nuevo Testamento. Esta gente no puso ningún amor, no mostró ningún afecto,
en cuanto a la verdad del Evangelio y, de este modo, se cerraron a sí mismos el único
camino de salvación.
2. Pero, como hace notar J. Leal, «Un semita no puede menos de remontarse a la
causa primera de todo lo que pasa en el mundo». En último término, atribuye a Dios el
origen de todo esto (v. 11): «Por esto, Dios les envía un espíritu engañoso, para que
crean la mentira» (comp. con Éx. 4:21; Jos. 11:20; 1 R. 22:19–23; 1 Cr. 21:1, a la vista
de 2 S. 24:1). La mentalidad judía no admite que algo ocurra en el mundo sin que Dios
tenga en ello intervención directa. Aquí, como dice Ryrie, «es, a la vez, un castigo y un
resultado moral de haber ellos rechazado la verdad». Nótese el «Y por esto» con que
comienza el versículo, con lo que da a entender que la acción de Dios se lleva a cabo
por no haber acogido ellos el amor de la verdad. También en Éxodo 10:27, aparece Dios
endureciendo el corazón del Faraón, pero después que el propio Faraón había
endurecido repetidamente su propio corazón. Por consiguiente, el lector que crea ver
aquí una especie de inclinación de Dios al mal no entiende la Palabra de Dios, la cual
niega enfáticamente eso mismo (v. Stg. 1:13).
3. En la misma línea ha de leerse el versículo 12: «A fin de que sean condenados (lit.
juzgados) todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la
injusticia». Claramente se ve que la condenación de esta gente se debe a que rechazaron
la verdad que les era presentada (comp. con Jn. 3:17–21). Dicha condenación no fue un
fin buscado por Dios, sino un resultado de la perversidad de ellos. El apóstol se está
refiriendo, no lo olvidemos, al futuro reinado del Anticristo, por lo que dichos aoristos
(«no creyeron … se complacieron») tienen un sentido proléptico, es decir, de
anticipación retórica.
Versículos 13–17
A continuación, pasa el apóstol a describir el efecto que tales acontecimientos
producen en los escogidos para salvación (v. 13b).
1. Al pasar de los incrédulos a los escogidos, Pablo no puede menos de mostrar su
gratitud a Dios por ellos (v. 13): «Mas (gr. de) nosotros debemos dar siempre gracias a
Dios por (gr. huper) vosotros, hermanos amados por el Señor, de que os escogió Dios
desde el principio (muchos e importantes MSS leen como primicias) para salvación,
mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad». Dice Ryrie: «La
actividad de Dios (la obra de regeneración del Espíritu Santo) y la responsabilidad del
hombre (fe) son igualmente necesarias en la salvación» (v. el comentario a Ef. 2:8).
2. Como en otros lugares (ya desde Ro. 8:29, 30), el apóstol traza (v. 14) la línea de
la salvación personal hacia atrás hasta el momento en que cada uno de nosotros recibió
el llamamiento a ser salvo en la proclamación del Evangelio (v. 14): «A lo cual (a la
salvación mencionada en el versículo anterior) os llamó (Dios) mediante nuestro
Evangelio» (comp. con 1 Ts. 2:12; 5:24). Aunque en Pablo los «llamados» coinciden
con los «escogidos», nadie queda excluido de la oferta de gracia dondequiera es
proclamado el Evangelio de salvación. Como dice D. Macleod, «cada oyente tiene
escrito su propio nombre en el documento que presenta la oferta de salvación». Al decir
(v. 14b) «para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (comp. con 1 Ts. 2:12),
Pablo no añade ningún elemento a la salvación mencionada en el versículo 13, sino que
hace una referencia explícita al estadio final en que se consuma la salvación (comp. con
He. 9:28).
3. «Así, pues, dice luego el apóstol (v. 15), hermanos, estad firmes y retened (lit.
agarrad fuertemente) las enseñanzas que os han sido impartidas, ya sea de palabra o
por carta nuestra». Como puede verse al consultar las diversas versiones, el vocablo
griego paradóseis que aquí ocurre y que, etimológicamente, significa «entregas», es
vertido con frecuencia por «tradiciones», lo cual comporta una connotación peligrosa,
pues da pie a los catolicorromanos para apoyar su doctrina acerca de la pretendida
igualdad de la Tradición y de la Escritura. Lo que aquí quiere dar a entender Pablo
mediante el uso de este vocablo es las enseñanzas que (como «por entregas») había
impartido a los fieles de Tesalónica, ya de palabra, ya por escrito. Sin embargo, para
nosotros que no asistimos a las enseñanzas orales de Pablo y que sólo poseemos la
palabra infalible de lo que nos dejó en sus epístolas, no hay otra «Tradición» con
garantías de infalibilidad. Sólo la Biblia es norma de fe y conducta para todos, y nadie
puede añadir a lo que está escrito (comp. con Ap. 22:18b, aplicable, por extensión, al
resto de las Escrituras). No podemos admitir, pues, la insinuación del jesuita J. Leal de
que «Ambas fuentes son apostólicas y tienen el mismo valor». Lo tendrían para quienes
oyeron al apóstol, pero todo lo que no haya sido conservado en sus escritos, carece de
garantía, no en sí mismo, sino en los canales por donde se pretenda que nos ha llegado,
ya que tales canales carecen de la infalibilidad que se les atribuye, como lo atestigua la
historia lo mismo que la propia Escritura.
4. El apóstol concluye este capítulo con una oración por los fieles de Tesalónica (vv.
16, 17): «Que el mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios nuestro Padre, que nos amó y
por su gracia nos dio consolación eterna y buena esperanza, os consuele y fortalezca en
toda obra y palabra buena» (NVI). Hemos visto el verbo sterízo en 1 Tesalonicenses
3:2, 13 y lo volveremos a ver en 3:3. Prevalece en él la idea de firmeza para pensar,
hablar y obrar de forma que ningún engañador pueda desviarles. Está, pues, muy a tono
con el tenor general de la epístola. Ryrie hace notar las oraciones con que concluye el
apóstol las respectivas secciones de la epístola. Además de ésta, tenemos, en 1:11, 12,
una oración para que la vida de cada uno de los fieles de Tesalónica corresponda al
llamamiento divino; en 3:5, ora por su amor y, de nuevo, por su firmeza; y en 3:16, para
que Dios les de paz en toda clase de circunstancias. Se ve, pues, que Pablo no pierde de
vista el contexto espaciotemporal en que está escrita la epístola. Nótese que los dos
aoristos de infinitivo del versículo 17 (parakalésai kai steríxai) dependen, en la misma
línea, del Señor Jesucristo y de Dios nuestro Padre, aunque los verbos en singular del
versículo 16b (agapésas … dous), en participio de aoristo, de una vez por todas, se
refieren exclusivamente a Dios (comp. con Jn. 3:16; Gá. 4:4, entre otros muchos
lugares). Dos breves observaciones servirán para mejor comprender el sentido de esta
oración; ambas las debo a L. Morris, quien únicamente se equivoca al pensar que los
verbos del versículo 17 están en singular, al ser así que están en infinitivo, que no tiene
número.
(A) «Buena esperanza, dice, es una esperanza que es buena en su naturaleza y en
sus resultados. Mucho de lo que va con ese nombre en los tiempos modernos queda
descalificado en ambos puntos; pero nunca debemos olvidar que el concepto escritural
de esperanza es de algo que es una certeza, porque está siempre fundado en la
naturaleza divina y en las divinas promesas. Por eso, está unido aquí con gracia. Una
esperanza basada en la gracia de Dios no puede jamás quedar decepcionada».
(B) Nótese también ese «toda obra y palabra buena», donde el «toda afecta lo
mismo a cada obra como a cada palabra, así como a cada clase de obras y palabras.
«Incluye, dice Morris, todas las cosas, grandes y pequeñas.»
CAPÍTULO 3
En este capítulo final de su epístola, el apóstol, I. pide a los tesalonicenses que oren
por él y por sus colaboradores (vv. 1, 2). II. Expresa su confianza en la fidelidad de Dios
(vv. 3–5). III. Exige que se mantenga la necesaria disciplina (vv. 6–15). IV. Concluye
con el saludo y la bendición de costumbre (vv. 16–18).
Versículos 1–2
Como siempre que pasa a otro asunto, el apóstol encabeza el capítulo con un «Por
lo demás, hermanos …». Pide ahora oraciones.
1. Nótese que la primera parte de la oración que pide, no es por él mismo, sino (v.
1b) «para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre
vosotros». Aunque podemos ver ahí una hendíadis («corra gloriosamente»), como
sugiere Leal, lo de «correr» afecta directamente a la extensión de la predicación del
Evangelio, mientras que lo de «y sea glorificada» se refiere más bien al efecto que
produce en el pueblo. Así opina Morris, quien cita como ejemplo Hechos 13:48, y añade
que la metáfora de «correr» se remonta al Salmo 147:15 (cf. también Sal. 19).
2. La segunda parte de la oración (v. 2) es por él (Pablo) y por sus colaboradores: «y
para que seamos librados de esos (lit. los) hombres perversos y malvados». El griego
atópon significa literalmente «sin lugar», esto es «fuera de lugar», «impropio». En este
último sentido aparece, aunque aplicado, no a personas, sino a cosas, en Lucas 23:41;
Hechos 25:5; 28:6. Pero el término, aplicado a personas, llegó a tener una connotación
fuerte, como de «perversidad». Para malvados, tenemos el conocido término ponerón,
con el que se conoce al Maligno (por ej. en 1 Jn. 5:19).
3. El apóstol añade (v. 2b): «Porque no (es) de todos la fe» (lit.). J. Leal entiende fe
en sentido objetivo: lo que se cree, y explica así: «Hay muchos que se niegan a recibir la
fe». Sin embargo, el sentido más obvio, como admite Morris, y se ve en la NVI, es:
«Porque no todos tienen fe», es decir, «no todos creen». Toda otra versión hace cierta
violencia al griego original.
Versículos 3–5
A continuación, el apóstol expresa su confianza en la fidelidad de Dios.
1. En contraste con la incredulidad de los hombres perversos, Pablo afirma la
fidelidad de Dios (v. 3): «Pero fiel es el Señor, que os afianzará (el mismo verbo de 1
Ts. 3:2 y 2 Ts. 2:17b) y guardará (aquí phuláxei, en sentido de custodia y protección)
del mal». El contraste es parecido al que vemos en Romanos 3:3. El Señor, en todo este
pasaje, es, en mi opinión, Dios, no Jesucristo. La frase final debería traducirse, con la
mayor probabilidad, «… y os protegerá del Maligno», con la mayoría de las versiones
modernas.
2. Prosigue el apóstol (v. 4): «Y tenemos confianza en el Señor en cuanto a vosotros,
de que lo que os encargamos (en presente) ya lo hacéis y lo haréis (es decir, lo seguiréis
haciendo)» (lit.). La confianza de Pablo está fundada primordialmente en el Señor,
porque es fiel (v. 3), pero, sobre esta base y en un plano que guarda una perfecta
consecuencia con la confianza en el Señor, Pablo está también confiado, persuadido, de
que los tesalonicenses se comportarán como él desea, porque sabe que el Señor los va a
afianzar y preservar, pues siempre lleva a la perfección a quienes Él mismo pone en el
camino de la salvación y le son fieles, cual era la experiencia que el apóstol tenía acerca
de los fieles de Tesalónica (v. 1:3; 2:13 y comp. con Fil. 1:6).
3. Pablo concluye esta oración al pedir que «el Señor, dice (v. 5), encamine (gr.
kateuthúnai, enderece; el mismo verbo de 1 Ts. 3:11) vuestros corazones hacia el
amor de Dios y hacia la paciencia de Cristo» (lit.). Notemos los siguientes detalles:
(A) El verbo encaminar, en este contexto, significa «abrir una senda, de forma que
nada impida ni estorbe la consecución del objeto deseado» (Morris). El objeto deseado
está expresado por Pablo en la segunda parte del versículo.
(B) El amor de Dios puede tomarse en dos sentidos: el amor que Dios tiene a los
tesalonicenses, o el amor que éstos tienen a Dios. El contexto favorece claramente a esta
segunda interpretación, no sólo porque el amor de Dios hacia ellos es seguro y no tiene
por qué ser objeto de especial petición, sino también porque armoniza mejor con la frase
siguiente.
(C) La paciencia de Cristo se entiende mejor como una esperanza paciente en
Cristo, e incluso, como una espera expectante en la Segunda Venida, ya que, como dice
J. Leal, «La idea de esperar la parusía de Cristo glorioso está muy en el contenido de
estas dos cartas». Por supuesto, es probable que el apóstol tenga también en mente la
ejemplaridad de la paciencia ejercitada por Cristo, como hace notar L. Morris.
(D) Que el Señor, en toda esta porción, significa Dios, no Cristo, lo veo confirmado
en este versículo, ya que resulta improbable que «el Señor, si se entiende de Cristo,
vaya a encaminar … hacia la paciencia de Cristo». Además, toda la fraseología de
Pablo en estos versículos se aplica a Dios Padre en otros lugares. Por ejemplo, lo de
afianzar se aplica a Dios en Romanos 16:25; y aun en 2:17 de esta misma epístola, el
agente principal es Dios. Mayor todavía es la evidencia acerca de la frase inicial del
versículo 3: «Pero fiel es el Señor», si se la compara con 1 Corintios 1:9; 10:13; 2
Corintios 1:18; 1 Tesalonicenses 5:24; 2 Timoteo 2:13; Hebreos 10:23 y 1 Juan 1:9, ya
que en todos estos lugares, el sujeto es ciertamente Dios.
Versículos 6–15
En esta porción, el apóstol ordena, en el nombre de Jesucristo, que se guarde en la
congregación de Tesalónica la debida disciplina y el buen orden.
1. «Os ordenamos, hermanos, dice (v. 1), en nombre de nuestro Señor Jesucristo,
que os apartéis de todo hermano que se conduce desordenadamente y no conforme a la
enseñanza (gr. parádosin, el mismo vocablo de 2:15) que recibisteis de parte de (gr.
para) nosotros» (lit.). Es de notar aquí:
(A) Que se trata de una orden, no de un consejo o de una exhortación, y que esta
orden es dada en nombre de nuestro Señor Jesucristo, esto es, con la autoridad
apostólica conferida por el Señor. Esto indica que avisos anteriores no habían dado
resultado.
(B) Esto último parece confirmarse por lo estricto de la orden que Pablo da:
separarse de todo hermano que ande desordenadamente, lo cual equivale a no tener
comunión con él (comp. con 1 Co. 5:11).
(C) Que Pablo les había enseñado a que se comportaran como es debido y, sin
embargo, había quienes hacían caso omiso de esta enseñanza.
(D) El adverbio atáktos, sin orden, no significa que tales individuos estuviesen
ociosos (v. el comentario a 1 Ts. 5:14), donde tenemos en forma de adjetivo
sustantivado tous atáktous), sino que estaban demasiado ocupados en cosas ajenas
(comp. con el v. 11).
2. Por supuesto, al entremeterse en otras cosas, no trabajaban en nada (v. 11), por
lo que el apóstol les propone como ejemplo a sí mismo (vv. 7–9), la forma como se
había comportado y el trabajo fatigoso con el que había pechado (comp. con 1 Ts. 1:6;
2:3–12), a pesar de que podía haber ejercido su derecho (v. 9) a mantenerse a costa de
quienes recibían sus enseñanzas (comp. con 1 Co. 9:3–18; 1 Ts. 2:6, 9). «Comer el pan»
es un conocido hebraísmo, ya que el hebreo léjem, pan, se aplica en la Biblia a toda
clase de alimento sólido (ya desde Gn. 3:19). Los «sin orden» de la congregación de
Tesalónica sabían (v. 7) como era menester (gr. dei, no se trata de mera congruencia)
imitar a Pablo, por lo que no tenían ninguna excusa: ante ellos estaba la enseñanza y,
sobre todo, el ejemplo del apóstol.
3. El versículo 10 dice literalmente: «Porque incluso cuando estábamos junto a (gr.
pros, la misma preposición de Jn. 1:1) vosotros, esto os ordenábamos (el mismo verbo
del v. 6): Si alguno no quiere trabajar, que ni siquiera coma». Con ese «ni siquiera», el
apóstol da a entender que a tal individuo no se le debe proveer de ningún alimento, ni
aun de lo más común, como verduras o legumbres. El verbo ordenábamos, en pretérito
imperfecto, indica que Pablo solía repetir esta orden.
4. A continuación, explica la razón de la medida tan estricta que está ordenando (v.
11): «Porque oímos (presente, es decir, estamos oyendo continuamente) que algunos de
entre vosotros andan desordenadamente (de nuevo, atáktos), no trabajando en nada,
sino entremetiéndose en lo ajeno». Es curioso el contraste que Pablo establece aquí
entre el verbo ergazoménous (participio de presente) y su compuesto, también en
participio de presente, periergazoménous que, literalmente significa «trabajando
alrededor», con lo que se indica claramente la salida de la propia esfera de trabajo, en la
que el desordenado debería estar ocupado, para ir «dando vueltas» hacia otros lugares
que no son el suyo. Pablo retrata aquí a muchas personas que todos conocemos:
sabedoras de todo lo que se cuece en el vecindario, que van de casa en casa, de corrillo
en corrillo, dando y recibiendo «las últimas noticias».
5. Como la cosa es seria, el apóstol repite, con otras palabras, la misma orden de los
versículos 6 y 10 (v. 12): «A los tales ordenamos y exhortamos (los dos verbos están en
presente) en (lit.) nuestro Señor Jesucristo (con su autoridad, como en el v. 6) que,
trabajando con tranquilidad (lit.), coman su propio pan». Lo de «con tranquilidad» es
lo contrario de la vida agitada, en búsqueda de excitaciones, de los individuos en
cuestión; y lo de que «coman su propio pan» significa que han de comer el pan con el
sudor de su frente, pues tales gentes suelen estar inclinadas a comerse el pan de los
demás, y son así los parásitos de la sociedad.
6. «Mas vosotros, hermanos, continúa el apóstol (v. 13), no os canséis de hacer el
bien.» El verbo griego enkakéo, que suele verterse por cansarse o desmayar, sale seis
veces en todo el Nuevo Testamento (aquí y en Lc. 18:1; 2 Co. 4:1, 16; Gá. 6:9 y Ef.
3:13); en un principio significaba «portarse mal en» una situación determinada; pero
después llegó a significar «pasarlo mal, cansarse, amilanarse». Lo de «hacer el bien»
está aquí expresado con un solo vocablo: kalopoioúntes (en participio de presente),
única vez que sale así en todo el Nuevo Testamento. Su significado preciso, como
observa Milligan, es «hacer lo que es excelente y que, como tal, es notorio a los
demás». La experiencia nos dice que los malos no se cansan de hacer el mal, mientras
que los buenos sienten continuas tentaciones a cansarse de hacer el bien. La razón es
nuestra congénita propensión al mal, por la que el vicio se desliza fácilmente como por
un plano inclinado, mientras que la virtud pugna por abrirse paso dificultosamente hacia
arriba.
7. Los versículos 14 y 15 aparecen con toda claridad en la NVI: «Si alguno no
obedece las instrucciones que os damos en esta carta, tomad buena nota de él y no os
juntéis con él, para que se sienta avergonzado. Pero no le consideréis como enemigo,
sino amonestadle como a hermano».
(A) El apóstol usa aquí para obedecer el verbo hupakoúo que, como da a entender
su etimología, significa «oír desde abajo», lo que indica mostrar deferencia al que habla,
como a quien está colocado en una posición más alta. Se aplicaba, como dice Morris, «a
quien, al estar en la posición de portero, salía para escuchar» (cf. su uso en Hch. 12:13,
donde se traduce por «escuchar»).
(B) Apenas merece mención la opinión de quienes construyen este versículo 14 de
forma diferente, como si Pablo dijese: «Y si alguno no obedece … hacédmelo saber por
medio de una carta». Contra esta versión militan dos razones gramaticales poderosas:
(a) El texto dice «mediante la carta», donde el artículo equivale al adjetivo
demostrativo «esta». Si fuese correcta dicha opinión, sobraría el artículo; (b) el apóstol
ponía mucho cuidado en el hipérbaton de énfasis, y colocaba en el lugar más apropiado
lo que deseaba resaltar. Según dicha opinión, el apóstol diría: «por medio de la carta a
ése señalad», cuando el énfasis exigiría escribir: «a ése por medio de una carta
señalad».
(C) Discuten los autores sobre si el apóstol, por medio de la frase «no os juntéis con
él», da a entender que debía ser puesto fuera de comunión (así parece opinar J. Leal) o
se trata únicamente de que se desapruebe su conducta y se le relegue al ostracismo
dentro de la comunidad (Ryrie, Morris). Aunque el verbo griego sunanamígnusthai,
mezclarse, sale también en 1 Corintios 5:9, 11, no puede decirse que el caso sea
semejante, puesto que el pecado aquí denunciado no tiene ni la gravedad ni la
notoriedad, cara al exterior, de los que allí denuncia el apóstol.
(D) Si se compara con 1 Corintios 5:5, se advierte también que la finalidad de la
medida que aquí exige el apóstol no es tan fuerte como en el caso del incestuoso de
Corinto a la vista del objetivo que se persigue: en el caso del incestuoso, había de
entregársele al dominio de Satanás, esto es, a la esfera fuera de la iglesia, allí donde el
Maligno ejerce su poder dañino; en cambio, lo que aquí se busca es simplemente «que
se sienta avergonzado», es decir, que se percate de que se comporta mal y sienta la sana
vergüenza que conduce al arrepentimiento.
(E) En casos como éste, se suele tomar uno de dos caminos igualmente incorrectos:
o se permite a tal individuo continuar en su rebeldía o se le aplica la pena de privarle de
la comunión eclesial. Pero el apóstol advierte (v. 15) que la corrección a tal hermano ha
de hacerse con toda ternura y con sincero amor, pues lo que se persigue no es castigarle,
sino restaurarle. Ésta es la octava y última vez que Pablo usa el verbo griego nouthetéo
(lit. fijar en la mente), que suele traducirse por «amonestar». Las ocho veces procede de
la boca o de la pluma de Pablo (v. además de aquí, Hch. 20:31; Ro. 15:14; 1 Co. 4:14;
Col. 1:28; 3:16; 1 Ts. 5:12, 14). Morris ve aquí «un acto básicamente amistoso, en el
espíritu de Proverbios 27:6».
Versículos 16–18
Pablo concluye la carta con el saludo y la bendición de costumbre.
1. El versículo 15 guarda semejanza con Romanos 15:33 y 1 Tesalonicenses 5:23.
Conocemos ya, por estos y otros lugares (por ej. Fil. 4:7, 9), el significado de «paz»
para un judío, así como el de la expresión «el Dios de paz» o, como aquí, «el mismo
Señor de paz». Por analogía con el versículo 18, J. Leal opina que «Señor» es, aquí
también, Jesucristo. L. Morris se muestra más bien vacilante cuando dice: «Es lo más
probable que sea Cristo el que (Pablo) tiene en mente aquí, aunque, como hemos visto
en otros lugares, no hace neta diferencia entre Dios y Cristo». En mi opinión, y a la
vista de Romanos 15:33; 16:20; 1 Corintios 14:33; 2 Corintios 13:11; Filipenses 4:9 y 1
Tesalonicenses 5:23, aquí, como en los versículos 3, 4 y 5, el «Señor» es Dios el Padre.
No sirve la analogía con el versículo 18, donde el Señor está cualificado como
Jesucristo y, por tanto, descrito, sin lugar a dudas, en su propia persona.
2. El apóstol desea que Dios de a los tesalonicenses «la paz continuamente (gr. diá
pantós) y en toda clase de circunstancias» (ya se lea en pantí trópo, de todas las
maneras, como tienen la mayoría de los MSS, o en pantí tópo, en todo lugar, según
aparece en algunos MSS menos importantes). Dice L. Morris: «La paz por la que el
apóstol ora es la que ha de permanecer constantemente y no ha de variar por mucho que
se alteren las circunstancias exteriores y las condiciones».
3. «El Señor sea con todos vosotros» es una frase que nos recuerda el mismo saludo
en Rut 2:4. En realidad, esto mismo me confirma en la opinión, no sólo de que Pablo
sigue refiriéndose a Dios con este epíteto de Señor, sino que corresponde, en realidad, a
Jehová, que la actual edición de los LXX, de donde toman casi siempre los autores del
Nuevo Testamento sus citas, vierte incorrectamente por Kúrios (lo mismo ocurre con
muchas versiones, tanto antiguas, como la AV inglesa, cuanto modernas, como la
propia NVI), viéndose obligada a realizar innecesarias piruetas gramaticales (o de
ortografía) cuando el nombre Jehová aparece junto al de Adonay, que es el que
propiamente significa Señor. L. Morris ofrece un excelente comentario a esta frase, y no
nos resistimos a transcribirlo: «La paz que el cristiano disfruta no es algo que tenga
existencia por propio derecho, sino que es algo únicamente posible a causa de la
presencia del Señor. Es precisamente por saber que el Señor está con nosotros y que
nunca desamparará a los que confían en Él (cf. He. 13:5), por lo que nuestra paz
permanece inconmovible (Jn. 14:27). La paz del cristiano es la presencia del Señor». El
mismo autor hace notar que en ese «todos» incluye Pablo «tanto a los hermanos
disidentes como a los leales y obedientes».
4. El versículo 17 interrumpe la bendición para dar la señal de autenticidad de la
epístola. Aquí hace notar, no sólo que «el saludo, dice, (es) con mi mano, de Pablo»
(lit.), sino también que ésta es la señal con que se muestra la autenticidad de todas sus
cartas: «que es señal en toda carta; así escribo (en presente), esto es, «así es como lo
hago en todas mis cartas». La primera frase aparece al pie de la letra en 1 Corintios
16:21. Que Pablo dictaba sus epístolas a un amanuense, lo vemos también por lugares
como Romanos 16:22.
5. Finalmente, tenemos la bendición que, con ligeras variantes (de mayor o menor
extensión y detalle), aparece en todas las cartas. La de aquí dice: «La gracia de nuestro
Señor Jesucristo (sea) con todos vosotros» (lit.). El «Amén» de nuestras versiones no
aparece en los MSS más importantes. Véase también el comentario a Filipenses 4:23
para notar que Pablo no usa exactamente la misma fraseología que aquí.
1
1
Henry,Matthew; Lacueva,Francisco: Comentario Bı́blico De Matthew Henry.08224
TERRASSA (Barcelona) :Editorial CLIE,1999, S.1733

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  • 1. 2 TESALONICENSES Esta Segunda Epístola fue escrita poco después de la Primera, y parece haber sido destinada a corregir un error acerca de la Segunda Venida del Señor, como si ya estuviese a punto de llegar. El apóstol les informa que quedaban ciertos hechos por cumplir antes del día en que el Señor había de venir, aunque había hablado de ese día como cercano por ser completamente seguro que había de venir. Para la división de la epístola, adoptamos los epígrafes de la Ryrie Study Bible: I. Saludos (1:1, 2). II. Acción de gracias y aliento en la persecución (1:3–12). III. Corrección acerca del Día del Señor (2:1–17). IV. Exhortaciones a la oración y a la disciplina (3:1–15). V. Saludo y bendición finales (3:16–18). CAPÍTULO 1 Después de la introducción (vv. 1, 2), el apóstol comienza la carta declarando su gran estima de estos tesalonicenses (vv. 3, 4). Les ofrece luego consuelo en sus aflicciones y persecuciones (vv. 5–10) y les dice cuáles son las oraciones que eleva a Dios por ellos (vv. 11, 12). Versículos 1–4 1. El saludo inicial se halla en términos casi iguales a los de la Primera Epístola, con dos únicas variantes: (A) En ésta dice (v. 1): «… en Dios nuestro Padre», en lugar de «… en Dios Padre». (B) El versículo 2 contiene aquí una bendición inicial que falta en la primera carta según los mejores MSS. Aquí, con ligeras variantes, todos los MSS dicen: «Gracia y paz a vosotros, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo», bendición que ya fue comentada en su primera mención en Romanos 1:7. 2. El apóstol expresa la gran estima en que tiene a los fieles de Tesalónica. (A) Cómo expresa esta estima: (a) Al glorificar a Dios por ellos (v. 3a): «Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno». L. Morris hace notar que el verbo que usa Pablo aquí (ophéilomen) comporta la idea de una obligación personal (se usa para indicar una deuda), mientras que el término que usa en otras ocasiones (dei) indica más bien una urgencia impuesta por circunstancias externas. La frase «como es digno» no es una repetición del mismo concepto, sino que significa literalmente «como corresponde para compensar» esa deuda que tengo con vosotros; como si dijese: «No hago más que reconocer lo que os merecéis». (b) Gloriándose de ellos mismos ante las demás iglesias (v. 4). El apóstol no adulaba jamás a sus amigos, pero se complacía en hablar bien de ellos, para gloria de Dios. (B) Por qué los estimaba y daba gracias a Dios por ellos. En su anterior Epístola (1:3), había dado gracias por la fe, el amor y la paciente esperanza de ellos; aquí da gracias por el aumento de dichas virtudes: «Por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás …, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis» (vv. 3b, 4b). Donde hay virtud verdadera, habrá también crecimiento de virtud. Y donde hay crecimiento de gracia, hay que glorificar a Dios por ello, pues estamos en deuda con Él por la continuación de sus favores lo mismo que por el comienzo de dichos favores, pues podríamos ser tentados a pensar que, si bien cuando éramos malos no podíamos hacernos a nosotros mismos buenos, una vez que somos buenos podemos hacernos mejores. Vemos, pues, aquí que: (a) La fe de los tesalonicenses estaba creciendo, y ese crecimiento se manifestaba en obras de fe; y cuando crece la fe, todas las otras gracias crecen proporcionalmente.
  • 2. (b) Su amor abundaba. Cuando crece la fe, abunda el amor, porque cuanto más ahonda un árbol sus raíces en terreno bien dispuesto, tanto más y mejores son los frutos que produce. (c) Su paciencia había crecido también tanto como su fe y su amor. Había crecido en medio de persecuciones y tribulaciones, porque la paciencia demuestra su buena calidad cuando subsiste y se acrisola en medio de las tribulaciones (comp. con Ro. 5:3b; Stg. 1:3). Todo lo soportaban por fe y con paciencia, no con insensibilidad estoica, sino con la fuerza sobrenatural que concede Cristo a los que le son fieles. Versículos 5–10 1. El apóstol pasa a continuación (v. 5) a decir que «Todo esto es prueba de que el juicio de Dios es justo y, como resultado, seréis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual sufrís» (NVI). El vocablo griego éndeigma, indicio seguro, que la NVI traduce por prueba, sale únicamente aquí en todo el Nuevo Testamento. La dificultad está en hallar qué es lo que prueba que el juicio de Dios es justo. J. Leal, al seguir a Lightfoot, piensa que se trata de la ley de compensación: «es la acción remuneradora de Dios a favor de los buenos y en contra de los malos, pública y solemne en el día de la revelación gloriosa de Jesús» (Leal). Pero L. Morris afirma que «es parte del justo juicio de Dios usar las tribulaciones para llevar a su pueblo a la perfección». Así lo da a entender también la cláusula siguiente (v. 5b), que indica el objetivo de Dios: «a fin de que (gr. eis to) seáis tenidos por (o seáis hechos) dignos (comp. con el v. 11) del reino de Dios (v. comentario a 1 Ts. 2:12), por (gr. huper) el cual sufrís». Esta última frase no significa que sufran para ganar el reino, sino que sufren por la causa del reino. 2. Después de expresar el objetivo próximo que Dios tiene en el uso de las tribulaciones—acrisolar a los suyos—, el apóstol pasa (vv. 6–10) a describir la retribución final que justos y malvados han de obtener en el futuro juicio de Dios. Damos la traducción de la NVI, que aclara bien el sentido de estos cinco versículos: «Dios es justo y retribuirá con tribulación a los que os atribulan, y os dará descanso a vosotros que estáis atribulados, como también a nosotros. Esto ocurrirá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo con fuego llameante con sus poderosos ángeles. Él castigará a aquellos que no conocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús, los cuales serán castigados con perdición eterna y excluidos de la presencia del Señor y de la majestad de su poder, en el día en que venga para ser glorificado en sus santos y admirado entre todos los que han creído. Esto os incluye a vosotros, porque creísteis nuestro testimonio». Analicemos esta porción: (A) El versículo 6 comienza con un eíper, gramaticalmente condicional, pero, como ei gue, expresión retórica que establece seguridad. No hay por qué ver en estos versículos una aplicación de la «ley del talión», sino una aplicación de la ley general de que cada uno cosecha lo que siembra (comp. con Gá. 6:7); como dice J. Denney, «el castigo es la otra mitad del pecado». (B) El reposo de que habla el versículo 7 será concedido cuando Cristo vuelva. Dice Pablo que tendrán ese reposo «con nosotros» (lit.), donde la preposición metá indica claramente compañía. Se incluye, pues, a sí mismo, así como a Silvano y Timoteo, «que sabían lo que es estar bajo persecución y aprieto por su fe (1 Ts. 1:6; 2:14–18)» (Ryrie). (C) Pablo dice explícitamente que esto se llevará a cabo «en la revelación del Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder» (lit.). Esto nos indica que el apóstol se está refiriendo al mismo momento al que se ha referido en 1 Tesalonicenses 1:10; 2:19; 3:13; 4:13–17. (D) El «fuego llameante» (v. 8, lit. llama de fuego) no designa, de suyo, el instrumento de castigo para los malos, sino algo así como el majestuoso manto con que
  • 3. Dios se cubre en las teofanías de cualquier contenido (v. por ej. Éx. 3:2; Is. 66:15; Ap. 1:13 y ss.). (E) La retribución de castigo es anunciada a los que no conocieron a Dios. El verbo conocer no se entiende aquí en sentido intelectual como en Romanos 1:21, sino en sentido afectivo, experimental, como en 1 Corintios 8:3; Gálatas 4:8. «Los que no obedecen al Evangelio» (comp. con Ro. 10:16) indican un grupo más endurecido. Es cierto que el desconocimiento de Dios es siempre culpable, pues Dios nunca se dejó a Sí mismo sin testimonio para todo ser humano que tenga uso de razón, por muy nublada que esta razón esté por el pecado (v. Hch. 14:17; Ro. 1:18–20), pero la desobediencia al Evangelio comporta una resistencia especial a recibir el mensaje de las Buenas Nuevas del amor salvador de Dios en Cristo, lo cual es mucho más grave. (F) El versículo 9 comienza con el pronombre griego hoítines, los cuales (en el sentido de «los que pertenecen a esta clase de personas»). De ellos dice el apóstol textualmente que «pagarán como pena (lit.) eterna perdición». Pablo usa aquí el vocablo ólethron, el mismo que usó en 1 Tesalonicenses 5:3, donde vimos una descripción de su significado. Que esta perdición o destrucción no significa aniquilación, sino separación, se advierte por la construcción misma de la cláusula: «lejos de (gr. apó) la presencia (lit. del rostro) de Dios y de la majestad de su poder (lit. y de la gloria de su fuerza), con lo que se da a entender el cielo donde se manifiesta visiblemente la grandeza majestuosa de nuestro Dios. (G) El versículo 10 necesita especiales aclaraciones por su rara estructura. (a) El apóstol dice que esto ocurrirá cuando venga (Jesucristo) para ser glorificado en aquel día en sus santos. La preposición griega en (también en en castellano) aparece como prefijo en el verbo ser glorificado, con lo que se pone de relieve que el Señor será glorificado en sus santos, «como si éstos fuesen un espejo que refleja algo de la grandeza de la gloria de su Señor (cf. 1 Jn. 3:2, “cuando se manifieste, seremos como Él”)» (Morris). (b) El verbo admirar no tiene en este versículo el sentido que se le suele dar hoy día, sino el de un asombro pavoroso «que quita el aliento» (Phillips). «En los que creyeron» (lit. aoristo, de una vez por todas), el asombro dará paso a un regocijo imposible de imaginar. (c) Después de la frase anterior, el griego original prosigue de modo abrupto: «pues fue creído nuestro testimonio sobre vosotros» (lit.), es decir, «el mensaje evangélico que, como testigos de Cristo, os confiamos». La dificultad que este abrupto paso ofrece ha sido resuelta de muy diversas maneras, pero la solución más probable, a mi juicio, es la que ofrece Lightfoot, quien ve aquí una elipsis, por lo que el texto habría de ser leído del modo siguiente: «en los que creyeron y, por tanto, en vosotros, pues nuestro testimonio fue creído por vosotros». (d) A más de un lector extrañará ver que la expresión «en aquel día» figura colocada de muy diverso modo en las diferentes versiones. Ello se debe a que (cosa corriente en Pablo y en Juan) dicha expresión se halla, en el original, al final del versículo, de donde hay que sacarla en las versiones para que tenga algún sentido; este sentido se consigue en la NVI, lo mismo que en cualquiera otra de las versiones que están a nuestro alcance. Versículos 11–12 Estos versículos contienen una oración del apóstol. El versículo 11 comienza literalmente: «Para lo cual también oramos siempre por (gr. huper) vosotros …» «Para lo cual» se refiere a todo lo que precede, y queda resumido en lo que queda del versículo 11 y en el versículo 12. 1. El apóstol ora por los tesalonicenses, en primer lugar, «para que nuestro Dios, dice, os tenga por dignos de su llamamiento» (v. 11b), es decir, de la salvación a la que
  • 4. habían sido llamados (Ro. 8:28, 30, Ef. 4:1 etc.) y que culmina en la glorificación. Nótese el parecido con el versículo 5 «para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios». 2. Pide después (v. 11c) para que Dios «cumpla todo propósito de bondad, es decir, toda buena resolución de los tesalonicenses, y toda obra de fe (comp. con 1 Ts. 1:3) con (su) poder». 3. Todos estos santos objetivos por los que el apóstol ora, van dirigidos a un objetivo final más alto (v. 12): «De forma que (lit.) el nombre de nuestro «Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él». Cristo es glorificado siempre que los suyos llevan una vida santa. Lo de «y vosotros en Él» nos recuerda la fraseología del propio Jesús en Juan 17:1, 10, 21 y ss. L. Morris hace notar que Pablo no dice que los fieles hayan de ser glorificados con Cristo, sino en Cristo, con lo que, al par que pone de relieve la primacía del Salvador, indica también «la unión más estrecha» que cabe. 4. La última frase (v. 12b) «conforme a la gracia (lit.) de nuestro Dios y del Señor Jesucristo» contiene dos detalles dignos de especial consideración: (A) «Conforme a la gracia» significa que la gracia de Dios, lo mismo que su poder (v. 11, al final), capacitan a los tesalonicenses para que la glorificación del Señor se lleve a cabo; ellos no podrían hacerlo por sus propias fuerzas; la gracia o favor gratuito de Dios y su poder, la dúnamis que capacita para actuar, son los elementos que entran en juego para que toda acción sobrenatural de un ser humano se lleve a cabo. (B) Notan los autores que el original conecta, sin artículo intermedio «nuestro Dios y Señor Jesucristo», con lo que tanto la persona del Padre como la del Hijo aparecen como fuente de la gracia (comp. con 2 Co. 13:14, y otros lugares, en que la gracia se atribuye a Jesucristo). No es probable que la ausencia del artículo indique que Pablo se está refiriendo a una sola persona, la del Hijo, a quien llamaría Dios y Señor. Aparte de que esto no cabe dentro de la bien cuidada fraseología del apóstol, está el hecho, que Morris hace notar, de que el griego Kúrios (Señor) «ocurre a menudo sin el artículo, como nombre propio». CAPÍTULO 2 Pablo dedica el presente capítulo a corregir el error de los fieles de Tesalónica con respecto a la Segunda Venida del Señor. I. Les dice que ese día no ha llegado todavía (vv. 1, 2). II. Les hace ver que, antes de que ese momento llegue, ha de ocurrir una apostasía general y ha de aparecer en público el Anticristo (vv. 3–5). III. Les recuerda que, de momento, hay algo, y alguien, que lo detiene (vv. 6–9). IV. Describe lo que eso supondrá para los inconversos (vv. 10–12) y, V. para los creyentes (vv. 13–17). Versículos 1–2 Por lo que se desprende de los versículos 5 y 6, la predicación de Pablo a los tesalonicenses había incluido referencias al Anticristo y a la Segunda Venida del Señor. En 1 Tesalonicenses 5:1 y ss. les advierte que el tiempo de dicha venida es desconocido. Sin embargo, muchos miembros de la comunidad cristiana en Tesalónica habían llegado a la conclusión de que la Venida del Señor, no sólo estaba próxima, sino que había llegado ya (v. 2, al final). A esto responde Pablo en estos versículos. 1. El original comienza el capítulo con el verbo erotómen, rogamos (comp. con 1 Ts. 4:1; 5:12), con lo que se echa de ver su insistencia en que le presten atención a lo que va a decir. Que se refiere al momento en que el Señor vendrá por los suyos, está claro por la frase «y nuestra reunión con Él» (v. 1b, comp. con 1 Ts. 4:17). Nótense los títulos completos del «Señor Jesús Cristo» y el término parousías (v. coment. a 1 Ts. 2:19). El término episunagogué, que suele verterse por reunión sale únicamente aquí y en Hebreos 10:25, y lleva la idea de «recoger y reunir en un lugar».
  • 5. 2. El apóstol les pide (v. 2) que no se dejen sacudir rápidamente (lit.), como un barquito agitado por las olas encrespadas, ni se alarmen (este verbo indica una continua agitación). Se ve que eran tres los puntos de los que había surgido la alarma: (A) «Por espíritu», esto es, por la declaración seudoprofética de alguien que pretendía haber tenido una revelación especial acerca de la Segunda Venida del Señor, (B) «Por palabra», es decir, por un mensaje que se predicase con base en una supuesta revelación; (C) «Ni mediante carta como mediante nosotros» (lit.), esto es, por una falsa interpretación de algo que Pablo les había dicho, ya fuese en 1 Tesalonicenses o en alguna otra carta que no está en el canon. Según J. Leal, la mayoría de los autores modernos «refiere el inciso “como mediante nosotros”) a los tres sustantivos», pero él mismo comenta: «El sentido es más obvio si el inciso se refiere sólo a la carta». Los tres medios de comunicación citados, cuya primera falsa fuente se desconoce, convenían en que «el día del Señor ha llegado» (v. 2, al final). Versículos 3–5 El apóstol declara aquí que, antes de que venga el Señor, han de ocurrir algunas cosas de las que los tesalonicenses tenían ya noticia. 1. El apóstol les advierte de nuevo, variando la frase: «Que nadie os engañe de ninguna manera» (gr. katá medéna trópon), y da a entender los varios modos de engañar, de los que antes ha mencionado ya tres. Al apóstol no se le podía culpar en ningún caso de no dar la voz de alerta que corresponde a todo vigía espiritual. 2. Por «apostasía» entiende Ryrie «una revuelta agresiva y definitiva (climactic) contra Dios, la cual preparará el camino para la aparición del hombre de pecado (v. 1 Ti. 4:1–5; 2 Ti. 3:1–5)». Al llevar artículo se da a entender que consistirá en algo único, como no se ha dado en el curso de la historia. Un enfriamiento tal de la fe que la gran mayoría de las gentes vivirá no sólo en forma prácticamente atea, sino que atacará violentamente a toda forma de religión teísta. 3. La descripción que se nos ofrece a continuación (vv. 3b, 4) no deja lugar a dudas de que se refiere al Anticristo de Daniel 7:25; 8:25; 11:36; Apocalipisis 11:7; 13:1–10. Se le llama: (A) «Hombre de pecado» o, según muchos MSS, «hombre de iniquidad» (según se lea hamartías o anomías), esto es, alguien tan embebido en el pecado que vive siempre al margen de la ley divina. «Él es la ley», comenta J. Leal. (B) «Hijo de la perdición» (lit.) es un hebraísmo para significar que está abocado a la perdición, como aquel otro «hijo de perdición» (Judas Iscariote, según Jn. 17:12), que cayó «para irse a su lugar» (Hch. 1:25). (C) «El que se opone y rebela contra todo lo que lleva nombre de Dios o es objeto de culto, llegando hasta sentarse él en el templo de Dios, exhibiéndose a sí mismo como Dios» (excelente traducción de J. Leal). Este versículo exige un análisis más detallado: (a) Con el epíteto entikeímenos (que se opone—participio de presente—, con lo que se da una actitud constante), queda descrito el Anticristo como un vicegerente de Satanás, a quien se aplica el mismo epíteto en 1 Timoteo 5:14. El segundo participio (huperairómenos, también en presente) solamente aparece aquí, aunque el verbo mismo aparece dos veces en presente de subjuntivo en 2 Corintios 12:7. Conocemos bien el verbo airo (quitar, levantar, llevarse; v. por ej. en Jn. 1:29 «que quita el pecado del mundo»). Con el prefijo huper, se pone de relieve la gran altura a la que tal personaje se levanta a sí mismo. (b) Esta oposición y rebelión del Anticristo es contra (lit. sobre) todo lo que lleva nombre de Dios o es objeto de culto (o adoración; gr. sébasma). Todo lo que huele a religión de cualquier especie hallará la oposición y la persecución del Anticristo. Sin embargo, es casi seguro que tal malvado se opondrá únicamente a la verdadera religión.
  • 6. Como dice Leal, «El adjetivo todo no se refiere a la pluralidad del sujeto, sino a la extensión de la manifestación divina: contra Dios y contra todo lo que se relaciona con Él». (c) «Llegando hasta sentarse él en el templo de Dios, exhibiéndose a sí mismo como Dios.» No se trata de una imagen, sino de una persona, colocada en el templo, como lo prueba el participio de género masculino en Marcos 13:14, según hace notar Morris. Dice Ryrie: «En la mitad del período de la tribulación, el Anticristo desecrará el reedificado templo judío en Jerusalén, colocándose él mismo para ser adorado». Con esto mismo, proclamará con el gesto, y de palabra, que él es Dios. 4. Al apóstol se le ha olvidado que dejó el párrafo sin concluir, pues el versículo 3 comienza diciendo literalmente: «Que nadie os engañe de ninguna manera; que si no viene primero la apostasía y es revelado …». Debería haber acabado y añadir al final del versículo 4: «… no viene la parousía». La descripción del Anticristo le ha hecho olvidar el cierre gramatical necesario. Es uno de los anacolutos (párrafos sin conclusión) frecuentes en Pablo (comp. por ej. con Ro. 5:12 y ss.). Se trata de un «olvido gramatical» sin importancia, fácilmente corregible por los lectores de todas las épocas. Pero lo que no quiere que se les olvide a los tesalonicenses (v. 5) es que él les decía más de una vez (ése parece ser el sentido del pretérito imperfecto élegon) lo que acaba de escribir en los versículos 3 y 4. Versículos 6–9 Esta difícil porción ha quedado más difícil todavía por la manía de traducir por «sea quitado» el gr. guénetai del versículo 7, al final. Entre todas las versiones que conozco, sólo la versión castellana de la NVI y otra que me da vergüenza nombrar traducen correctamente dicho verbo. 1. Al continuar con lo que ya sabían (v. 6) los tesalonicenses, pues él mismo se lo había dicho más de una vez, Pablo menciona lo que (en neutro) detiene (lit.), es decir, lo que impide que el Anticristo se manifieste: «a fin de que a su debido tiempo sea revelado», es decir, descubierto. El uso del género neutro en el artículo que determina al participio katékhon (en presente) da a entender que no se trata en este versículo de una persona, sino de una institución. Esto es lo más probable, a mi juicio, a pesar de la sugerencia de J. Leal de que «en el artículo no se debe insistir mucho, porque nos encontramos con una frase hecha, propia del lenguaje apocalíptico, donde el artículo no indica necesariamente una cosa conocida; basta simplemente que de un sentido enfático: debéis saber que existe impedimento (para que se manifieste ahora), a fin de que se manifieste después, en su tiempo». 2. El versículo 7 contiene dos afirmaciones: (A) «Porque el poder secreto de la iniquidad está ya en acción» (NVI). El original dice «misterio» donde traducimos «poder secreto». Para «actúa», el original usa el mismo verbo que en Gálatas 5:6 y otros lugares; también aquí está en tiempo presente continuativo. La iniquidad que impera en este mundo es un poder secreto, en el sentido de que, aunque son seres humanos los que la ponen por obra, el cuartel general de esas fuerzas inicuas está en las regiones superiores, aéreas, donde se hallan las huestes espirituales de maldad (Ef. 6:12). No se trata, pues, de una conjetura, sino de algo que las Escrituras enseñan explícitamente. (B) La segunda frase dice concisamente en el original: «sólo (que hay) el que (le) detiene al presente, hasta que desaparezca (o se haga) de en medio» (lit.). Dos puntos requieren aquí un análisis más detallado: (a) El apóstol pasa ahora del género neutro al masculino en el uso del artículo definido o determinado. A mi juicio, el apóstol se refiere al Espíritu Santo que, aun cuando, tras del arrebatamiento de la Iglesia, continuará actuando en el mundo y en el
  • 7. interior de todos los hijos de Dios que atraviesen por el período de la Gran Tribulación, sin embargo se habrá hecho de en medio (gr. guénetai en la voz media) en cuanto que es como el alma del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. (b) Que tal es el caso se echa de ver por el uso mismo del verbo en cuestión. Si se tratase de un personaje humano o angélico, o de una institución humana, es de pensar que Pablo habría usado un verbo más fuerte como airo, quitar, levantar. Ryrie admite tácitamente la versión de la New American Standard Translation, que vierte «es quitado de en medio», y comenta cautelosamente: «Algunos entienden que éste (el que detiene) es Dios que habita en su Iglesia por medio del Espíritu Santo, mientras que otros ven como freno el gobierno humano. Conforme a la primera opinión, la retirada ocurrirá en el arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts. 4:13–18); conforme a la segunda opinión, (ocurrirá) en el derrocamiento del gobierno humano». 3. «Y entonces, continúa el apóstol (v. 8), será revelado aquel inicuo (el Anticristo del que viene hablando), a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y lo reducirá a la impotencia con la manifestación de su venida (lit. de su presencia)». La secuencia de los acontecimientos queda así claramente detallada por el apóstol: Primero, se hará a un lado el que detiene la aparición en público del Anticristo; segundo, «entonces», retirado de en medio el que lo detenía, se mostrará en público el Anticristo; tercero, solamente después de esto, acontecerá la Segunda Venida del Señor. Pablo no dice que el Señor acabará de inmediato con el Anticristo, sino que (sin determinar el lapso de tiempo intermedio) lo matará con el espíritu (o soplo) de su boca, etc., al manifestar su presencia en la Segunda Venida. Esta acción de Cristo contra el Anticristo queda confirmada por otros lugares como Daniel 7:10, 11; Apocalipsis 2:16; 19:15, 21. En estos lugares de Apocalipsis, Juan menciona «la espada de su boca», en lugar del espíritu de su boca; con ambas metáforas se nos da a entender la suma facilidad con que el Salvador puede acabar con el Anticristo. Le basta con un soplo de su boca. El apóstol añade (v. 8b) que el Señor «reducirá a la impotencia (el mismo verbo de Ro. 6:6 y muchos otros lugares) al Anticristo con la aparición desde arriba (gr. epiphaneía, que se suele traducir por “manifestación”) de su presencia (gr. parousía)». Que no se trata de aniquilación, se ve por Apocalipsis 19:20, donde se describe claramente su final. 4. Si el poder secreto de la iniquidad (v. 7) muestra que es ya ahora Satanás quien mueve detrás de los bastidores los hilos de la escena en la tremenda iniquidad que se pone por obra en este mundo, el advenimiento (gr. parousía) del inicuo (v. 9), descrito con los epítetos que hemos visto en el versículo 3, pone al descubierto la actuación, esto es, la intervención descarada, de Satanás, «con despliegue de toda clase de falsos milagros, señales y maravillas» (NVI). Dice a este propósito J. Leal: «El estilo escatológico es siempre hiperbólico e impreciso». Sin embargo, basta con leer Apocalipsis 13:2–4, 13–17, y aun Mateo 24:24, para ver que no hay aquí hipérbole ni imprecisión. Al comentar la serie de falsedades que aquí describe el griego con los vocablos dúnamei (poder), semeíois (señales) y térasin (portentos), dice L. Morris: «Tenemos aquí tres vocablos usados para indicar milagros, refiriéndose el primero al poder que obra en ellos; el segundo, a sus características en cuanto que tienen un sentido (apuntan hacia algo); y el tercero, al efecto que producen en los espectadores como algo portentoso, cosas que no tienen explicación. Y todos tres, dice el apóstol, están saturados de falsedad». Versículos 10–12 En estos versículos, el apóstol describe el efecto que todo esto produce en los inconversos.
  • 8. 1. Pablo describe a los incrédulos como «los que se pierden» (en participio de presente), es decir, los que van por el camino que lleva a la perdición (v. 10). Éstos se dejan llevar de todo engaño de iniquidad (lit.), esto es, de toda seducción engañosa hacia la maldad. Pero no por eso están exentos de responsabilidad, pues Pablo añade (v. 10b): «por cuanto no recibieron (mejor, acogieron) el amor de la verdad para ser salvos». El verbo es el mismo de 1 Tesalonicenses 2:13, pero allí tiene un sentido positivo. «El amor de la verdad» es una expresión que se encuentra únicamente aquí en todo el Nuevo Testamento. Esta gente no puso ningún amor, no mostró ningún afecto, en cuanto a la verdad del Evangelio y, de este modo, se cerraron a sí mismos el único camino de salvación. 2. Pero, como hace notar J. Leal, «Un semita no puede menos de remontarse a la causa primera de todo lo que pasa en el mundo». En último término, atribuye a Dios el origen de todo esto (v. 11): «Por esto, Dios les envía un espíritu engañoso, para que crean la mentira» (comp. con Éx. 4:21; Jos. 11:20; 1 R. 22:19–23; 1 Cr. 21:1, a la vista de 2 S. 24:1). La mentalidad judía no admite que algo ocurra en el mundo sin que Dios tenga en ello intervención directa. Aquí, como dice Ryrie, «es, a la vez, un castigo y un resultado moral de haber ellos rechazado la verdad». Nótese el «Y por esto» con que comienza el versículo, con lo que da a entender que la acción de Dios se lleva a cabo por no haber acogido ellos el amor de la verdad. También en Éxodo 10:27, aparece Dios endureciendo el corazón del Faraón, pero después que el propio Faraón había endurecido repetidamente su propio corazón. Por consiguiente, el lector que crea ver aquí una especie de inclinación de Dios al mal no entiende la Palabra de Dios, la cual niega enfáticamente eso mismo (v. Stg. 1:13). 3. En la misma línea ha de leerse el versículo 12: «A fin de que sean condenados (lit. juzgados) todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia». Claramente se ve que la condenación de esta gente se debe a que rechazaron la verdad que les era presentada (comp. con Jn. 3:17–21). Dicha condenación no fue un fin buscado por Dios, sino un resultado de la perversidad de ellos. El apóstol se está refiriendo, no lo olvidemos, al futuro reinado del Anticristo, por lo que dichos aoristos («no creyeron … se complacieron») tienen un sentido proléptico, es decir, de anticipación retórica. Versículos 13–17 A continuación, pasa el apóstol a describir el efecto que tales acontecimientos producen en los escogidos para salvación (v. 13b). 1. Al pasar de los incrédulos a los escogidos, Pablo no puede menos de mostrar su gratitud a Dios por ellos (v. 13): «Mas (gr. de) nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por (gr. huper) vosotros, hermanos amados por el Señor, de que os escogió Dios desde el principio (muchos e importantes MSS leen como primicias) para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad». Dice Ryrie: «La actividad de Dios (la obra de regeneración del Espíritu Santo) y la responsabilidad del hombre (fe) son igualmente necesarias en la salvación» (v. el comentario a Ef. 2:8). 2. Como en otros lugares (ya desde Ro. 8:29, 30), el apóstol traza (v. 14) la línea de la salvación personal hacia atrás hasta el momento en que cada uno de nosotros recibió el llamamiento a ser salvo en la proclamación del Evangelio (v. 14): «A lo cual (a la salvación mencionada en el versículo anterior) os llamó (Dios) mediante nuestro Evangelio» (comp. con 1 Ts. 2:12; 5:24). Aunque en Pablo los «llamados» coinciden con los «escogidos», nadie queda excluido de la oferta de gracia dondequiera es proclamado el Evangelio de salvación. Como dice D. Macleod, «cada oyente tiene escrito su propio nombre en el documento que presenta la oferta de salvación». Al decir (v. 14b) «para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (comp. con 1 Ts. 2:12),
  • 9. Pablo no añade ningún elemento a la salvación mencionada en el versículo 13, sino que hace una referencia explícita al estadio final en que se consuma la salvación (comp. con He. 9:28). 3. «Así, pues, dice luego el apóstol (v. 15), hermanos, estad firmes y retened (lit. agarrad fuertemente) las enseñanzas que os han sido impartidas, ya sea de palabra o por carta nuestra». Como puede verse al consultar las diversas versiones, el vocablo griego paradóseis que aquí ocurre y que, etimológicamente, significa «entregas», es vertido con frecuencia por «tradiciones», lo cual comporta una connotación peligrosa, pues da pie a los catolicorromanos para apoyar su doctrina acerca de la pretendida igualdad de la Tradición y de la Escritura. Lo que aquí quiere dar a entender Pablo mediante el uso de este vocablo es las enseñanzas que (como «por entregas») había impartido a los fieles de Tesalónica, ya de palabra, ya por escrito. Sin embargo, para nosotros que no asistimos a las enseñanzas orales de Pablo y que sólo poseemos la palabra infalible de lo que nos dejó en sus epístolas, no hay otra «Tradición» con garantías de infalibilidad. Sólo la Biblia es norma de fe y conducta para todos, y nadie puede añadir a lo que está escrito (comp. con Ap. 22:18b, aplicable, por extensión, al resto de las Escrituras). No podemos admitir, pues, la insinuación del jesuita J. Leal de que «Ambas fuentes son apostólicas y tienen el mismo valor». Lo tendrían para quienes oyeron al apóstol, pero todo lo que no haya sido conservado en sus escritos, carece de garantía, no en sí mismo, sino en los canales por donde se pretenda que nos ha llegado, ya que tales canales carecen de la infalibilidad que se les atribuye, como lo atestigua la historia lo mismo que la propia Escritura. 4. El apóstol concluye este capítulo con una oración por los fieles de Tesalónica (vv. 16, 17): «Que el mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios nuestro Padre, que nos amó y por su gracia nos dio consolación eterna y buena esperanza, os consuele y fortalezca en toda obra y palabra buena» (NVI). Hemos visto el verbo sterízo en 1 Tesalonicenses 3:2, 13 y lo volveremos a ver en 3:3. Prevalece en él la idea de firmeza para pensar, hablar y obrar de forma que ningún engañador pueda desviarles. Está, pues, muy a tono con el tenor general de la epístola. Ryrie hace notar las oraciones con que concluye el apóstol las respectivas secciones de la epístola. Además de ésta, tenemos, en 1:11, 12, una oración para que la vida de cada uno de los fieles de Tesalónica corresponda al llamamiento divino; en 3:5, ora por su amor y, de nuevo, por su firmeza; y en 3:16, para que Dios les de paz en toda clase de circunstancias. Se ve, pues, que Pablo no pierde de vista el contexto espaciotemporal en que está escrita la epístola. Nótese que los dos aoristos de infinitivo del versículo 17 (parakalésai kai steríxai) dependen, en la misma línea, del Señor Jesucristo y de Dios nuestro Padre, aunque los verbos en singular del versículo 16b (agapésas … dous), en participio de aoristo, de una vez por todas, se refieren exclusivamente a Dios (comp. con Jn. 3:16; Gá. 4:4, entre otros muchos lugares). Dos breves observaciones servirán para mejor comprender el sentido de esta oración; ambas las debo a L. Morris, quien únicamente se equivoca al pensar que los verbos del versículo 17 están en singular, al ser así que están en infinitivo, que no tiene número. (A) «Buena esperanza, dice, es una esperanza que es buena en su naturaleza y en sus resultados. Mucho de lo que va con ese nombre en los tiempos modernos queda descalificado en ambos puntos; pero nunca debemos olvidar que el concepto escritural de esperanza es de algo que es una certeza, porque está siempre fundado en la naturaleza divina y en las divinas promesas. Por eso, está unido aquí con gracia. Una esperanza basada en la gracia de Dios no puede jamás quedar decepcionada».
  • 10. (B) Nótese también ese «toda obra y palabra buena», donde el «toda afecta lo mismo a cada obra como a cada palabra, así como a cada clase de obras y palabras. «Incluye, dice Morris, todas las cosas, grandes y pequeñas.» CAPÍTULO 3 En este capítulo final de su epístola, el apóstol, I. pide a los tesalonicenses que oren por él y por sus colaboradores (vv. 1, 2). II. Expresa su confianza en la fidelidad de Dios (vv. 3–5). III. Exige que se mantenga la necesaria disciplina (vv. 6–15). IV. Concluye con el saludo y la bendición de costumbre (vv. 16–18). Versículos 1–2 Como siempre que pasa a otro asunto, el apóstol encabeza el capítulo con un «Por lo demás, hermanos …». Pide ahora oraciones. 1. Nótese que la primera parte de la oración que pide, no es por él mismo, sino (v. 1b) «para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros». Aunque podemos ver ahí una hendíadis («corra gloriosamente»), como sugiere Leal, lo de «correr» afecta directamente a la extensión de la predicación del Evangelio, mientras que lo de «y sea glorificada» se refiere más bien al efecto que produce en el pueblo. Así opina Morris, quien cita como ejemplo Hechos 13:48, y añade que la metáfora de «correr» se remonta al Salmo 147:15 (cf. también Sal. 19). 2. La segunda parte de la oración (v. 2) es por él (Pablo) y por sus colaboradores: «y para que seamos librados de esos (lit. los) hombres perversos y malvados». El griego atópon significa literalmente «sin lugar», esto es «fuera de lugar», «impropio». En este último sentido aparece, aunque aplicado, no a personas, sino a cosas, en Lucas 23:41; Hechos 25:5; 28:6. Pero el término, aplicado a personas, llegó a tener una connotación fuerte, como de «perversidad». Para malvados, tenemos el conocido término ponerón, con el que se conoce al Maligno (por ej. en 1 Jn. 5:19). 3. El apóstol añade (v. 2b): «Porque no (es) de todos la fe» (lit.). J. Leal entiende fe en sentido objetivo: lo que se cree, y explica así: «Hay muchos que se niegan a recibir la fe». Sin embargo, el sentido más obvio, como admite Morris, y se ve en la NVI, es: «Porque no todos tienen fe», es decir, «no todos creen». Toda otra versión hace cierta violencia al griego original. Versículos 3–5 A continuación, el apóstol expresa su confianza en la fidelidad de Dios. 1. En contraste con la incredulidad de los hombres perversos, Pablo afirma la fidelidad de Dios (v. 3): «Pero fiel es el Señor, que os afianzará (el mismo verbo de 1 Ts. 3:2 y 2 Ts. 2:17b) y guardará (aquí phuláxei, en sentido de custodia y protección) del mal». El contraste es parecido al que vemos en Romanos 3:3. El Señor, en todo este pasaje, es, en mi opinión, Dios, no Jesucristo. La frase final debería traducirse, con la mayor probabilidad, «… y os protegerá del Maligno», con la mayoría de las versiones modernas. 2. Prosigue el apóstol (v. 4): «Y tenemos confianza en el Señor en cuanto a vosotros, de que lo que os encargamos (en presente) ya lo hacéis y lo haréis (es decir, lo seguiréis haciendo)» (lit.). La confianza de Pablo está fundada primordialmente en el Señor, porque es fiel (v. 3), pero, sobre esta base y en un plano que guarda una perfecta consecuencia con la confianza en el Señor, Pablo está también confiado, persuadido, de que los tesalonicenses se comportarán como él desea, porque sabe que el Señor los va a afianzar y preservar, pues siempre lleva a la perfección a quienes Él mismo pone en el camino de la salvación y le son fieles, cual era la experiencia que el apóstol tenía acerca de los fieles de Tesalónica (v. 1:3; 2:13 y comp. con Fil. 1:6).
  • 11. 3. Pablo concluye esta oración al pedir que «el Señor, dice (v. 5), encamine (gr. kateuthúnai, enderece; el mismo verbo de 1 Ts. 3:11) vuestros corazones hacia el amor de Dios y hacia la paciencia de Cristo» (lit.). Notemos los siguientes detalles: (A) El verbo encaminar, en este contexto, significa «abrir una senda, de forma que nada impida ni estorbe la consecución del objeto deseado» (Morris). El objeto deseado está expresado por Pablo en la segunda parte del versículo. (B) El amor de Dios puede tomarse en dos sentidos: el amor que Dios tiene a los tesalonicenses, o el amor que éstos tienen a Dios. El contexto favorece claramente a esta segunda interpretación, no sólo porque el amor de Dios hacia ellos es seguro y no tiene por qué ser objeto de especial petición, sino también porque armoniza mejor con la frase siguiente. (C) La paciencia de Cristo se entiende mejor como una esperanza paciente en Cristo, e incluso, como una espera expectante en la Segunda Venida, ya que, como dice J. Leal, «La idea de esperar la parusía de Cristo glorioso está muy en el contenido de estas dos cartas». Por supuesto, es probable que el apóstol tenga también en mente la ejemplaridad de la paciencia ejercitada por Cristo, como hace notar L. Morris. (D) Que el Señor, en toda esta porción, significa Dios, no Cristo, lo veo confirmado en este versículo, ya que resulta improbable que «el Señor, si se entiende de Cristo, vaya a encaminar … hacia la paciencia de Cristo». Además, toda la fraseología de Pablo en estos versículos se aplica a Dios Padre en otros lugares. Por ejemplo, lo de afianzar se aplica a Dios en Romanos 16:25; y aun en 2:17 de esta misma epístola, el agente principal es Dios. Mayor todavía es la evidencia acerca de la frase inicial del versículo 3: «Pero fiel es el Señor», si se la compara con 1 Corintios 1:9; 10:13; 2 Corintios 1:18; 1 Tesalonicenses 5:24; 2 Timoteo 2:13; Hebreos 10:23 y 1 Juan 1:9, ya que en todos estos lugares, el sujeto es ciertamente Dios. Versículos 6–15 En esta porción, el apóstol ordena, en el nombre de Jesucristo, que se guarde en la congregación de Tesalónica la debida disciplina y el buen orden. 1. «Os ordenamos, hermanos, dice (v. 1), en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que se conduce desordenadamente y no conforme a la enseñanza (gr. parádosin, el mismo vocablo de 2:15) que recibisteis de parte de (gr. para) nosotros» (lit.). Es de notar aquí: (A) Que se trata de una orden, no de un consejo o de una exhortación, y que esta orden es dada en nombre de nuestro Señor Jesucristo, esto es, con la autoridad apostólica conferida por el Señor. Esto indica que avisos anteriores no habían dado resultado. (B) Esto último parece confirmarse por lo estricto de la orden que Pablo da: separarse de todo hermano que ande desordenadamente, lo cual equivale a no tener comunión con él (comp. con 1 Co. 5:11). (C) Que Pablo les había enseñado a que se comportaran como es debido y, sin embargo, había quienes hacían caso omiso de esta enseñanza. (D) El adverbio atáktos, sin orden, no significa que tales individuos estuviesen ociosos (v. el comentario a 1 Ts. 5:14), donde tenemos en forma de adjetivo sustantivado tous atáktous), sino que estaban demasiado ocupados en cosas ajenas (comp. con el v. 11). 2. Por supuesto, al entremeterse en otras cosas, no trabajaban en nada (v. 11), por lo que el apóstol les propone como ejemplo a sí mismo (vv. 7–9), la forma como se había comportado y el trabajo fatigoso con el que había pechado (comp. con 1 Ts. 1:6; 2:3–12), a pesar de que podía haber ejercido su derecho (v. 9) a mantenerse a costa de quienes recibían sus enseñanzas (comp. con 1 Co. 9:3–18; 1 Ts. 2:6, 9). «Comer el pan»
  • 12. es un conocido hebraísmo, ya que el hebreo léjem, pan, se aplica en la Biblia a toda clase de alimento sólido (ya desde Gn. 3:19). Los «sin orden» de la congregación de Tesalónica sabían (v. 7) como era menester (gr. dei, no se trata de mera congruencia) imitar a Pablo, por lo que no tenían ninguna excusa: ante ellos estaba la enseñanza y, sobre todo, el ejemplo del apóstol. 3. El versículo 10 dice literalmente: «Porque incluso cuando estábamos junto a (gr. pros, la misma preposición de Jn. 1:1) vosotros, esto os ordenábamos (el mismo verbo del v. 6): Si alguno no quiere trabajar, que ni siquiera coma». Con ese «ni siquiera», el apóstol da a entender que a tal individuo no se le debe proveer de ningún alimento, ni aun de lo más común, como verduras o legumbres. El verbo ordenábamos, en pretérito imperfecto, indica que Pablo solía repetir esta orden. 4. A continuación, explica la razón de la medida tan estricta que está ordenando (v. 11): «Porque oímos (presente, es decir, estamos oyendo continuamente) que algunos de entre vosotros andan desordenadamente (de nuevo, atáktos), no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno». Es curioso el contraste que Pablo establece aquí entre el verbo ergazoménous (participio de presente) y su compuesto, también en participio de presente, periergazoménous que, literalmente significa «trabajando alrededor», con lo que se indica claramente la salida de la propia esfera de trabajo, en la que el desordenado debería estar ocupado, para ir «dando vueltas» hacia otros lugares que no son el suyo. Pablo retrata aquí a muchas personas que todos conocemos: sabedoras de todo lo que se cuece en el vecindario, que van de casa en casa, de corrillo en corrillo, dando y recibiendo «las últimas noticias». 5. Como la cosa es seria, el apóstol repite, con otras palabras, la misma orden de los versículos 6 y 10 (v. 12): «A los tales ordenamos y exhortamos (los dos verbos están en presente) en (lit.) nuestro Señor Jesucristo (con su autoridad, como en el v. 6) que, trabajando con tranquilidad (lit.), coman su propio pan». Lo de «con tranquilidad» es lo contrario de la vida agitada, en búsqueda de excitaciones, de los individuos en cuestión; y lo de que «coman su propio pan» significa que han de comer el pan con el sudor de su frente, pues tales gentes suelen estar inclinadas a comerse el pan de los demás, y son así los parásitos de la sociedad. 6. «Mas vosotros, hermanos, continúa el apóstol (v. 13), no os canséis de hacer el bien.» El verbo griego enkakéo, que suele verterse por cansarse o desmayar, sale seis veces en todo el Nuevo Testamento (aquí y en Lc. 18:1; 2 Co. 4:1, 16; Gá. 6:9 y Ef. 3:13); en un principio significaba «portarse mal en» una situación determinada; pero después llegó a significar «pasarlo mal, cansarse, amilanarse». Lo de «hacer el bien» está aquí expresado con un solo vocablo: kalopoioúntes (en participio de presente), única vez que sale así en todo el Nuevo Testamento. Su significado preciso, como observa Milligan, es «hacer lo que es excelente y que, como tal, es notorio a los demás». La experiencia nos dice que los malos no se cansan de hacer el mal, mientras que los buenos sienten continuas tentaciones a cansarse de hacer el bien. La razón es nuestra congénita propensión al mal, por la que el vicio se desliza fácilmente como por un plano inclinado, mientras que la virtud pugna por abrirse paso dificultosamente hacia arriba. 7. Los versículos 14 y 15 aparecen con toda claridad en la NVI: «Si alguno no obedece las instrucciones que os damos en esta carta, tomad buena nota de él y no os juntéis con él, para que se sienta avergonzado. Pero no le consideréis como enemigo, sino amonestadle como a hermano». (A) El apóstol usa aquí para obedecer el verbo hupakoúo que, como da a entender su etimología, significa «oír desde abajo», lo que indica mostrar deferencia al que habla, como a quien está colocado en una posición más alta. Se aplicaba, como dice Morris, «a
  • 13. quien, al estar en la posición de portero, salía para escuchar» (cf. su uso en Hch. 12:13, donde se traduce por «escuchar»). (B) Apenas merece mención la opinión de quienes construyen este versículo 14 de forma diferente, como si Pablo dijese: «Y si alguno no obedece … hacédmelo saber por medio de una carta». Contra esta versión militan dos razones gramaticales poderosas: (a) El texto dice «mediante la carta», donde el artículo equivale al adjetivo demostrativo «esta». Si fuese correcta dicha opinión, sobraría el artículo; (b) el apóstol ponía mucho cuidado en el hipérbaton de énfasis, y colocaba en el lugar más apropiado lo que deseaba resaltar. Según dicha opinión, el apóstol diría: «por medio de la carta a ése señalad», cuando el énfasis exigiría escribir: «a ése por medio de una carta señalad». (C) Discuten los autores sobre si el apóstol, por medio de la frase «no os juntéis con él», da a entender que debía ser puesto fuera de comunión (así parece opinar J. Leal) o se trata únicamente de que se desapruebe su conducta y se le relegue al ostracismo dentro de la comunidad (Ryrie, Morris). Aunque el verbo griego sunanamígnusthai, mezclarse, sale también en 1 Corintios 5:9, 11, no puede decirse que el caso sea semejante, puesto que el pecado aquí denunciado no tiene ni la gravedad ni la notoriedad, cara al exterior, de los que allí denuncia el apóstol. (D) Si se compara con 1 Corintios 5:5, se advierte también que la finalidad de la medida que aquí exige el apóstol no es tan fuerte como en el caso del incestuoso de Corinto a la vista del objetivo que se persigue: en el caso del incestuoso, había de entregársele al dominio de Satanás, esto es, a la esfera fuera de la iglesia, allí donde el Maligno ejerce su poder dañino; en cambio, lo que aquí se busca es simplemente «que se sienta avergonzado», es decir, que se percate de que se comporta mal y sienta la sana vergüenza que conduce al arrepentimiento. (E) En casos como éste, se suele tomar uno de dos caminos igualmente incorrectos: o se permite a tal individuo continuar en su rebeldía o se le aplica la pena de privarle de la comunión eclesial. Pero el apóstol advierte (v. 15) que la corrección a tal hermano ha de hacerse con toda ternura y con sincero amor, pues lo que se persigue no es castigarle, sino restaurarle. Ésta es la octava y última vez que Pablo usa el verbo griego nouthetéo (lit. fijar en la mente), que suele traducirse por «amonestar». Las ocho veces procede de la boca o de la pluma de Pablo (v. además de aquí, Hch. 20:31; Ro. 15:14; 1 Co. 4:14; Col. 1:28; 3:16; 1 Ts. 5:12, 14). Morris ve aquí «un acto básicamente amistoso, en el espíritu de Proverbios 27:6». Versículos 16–18 Pablo concluye la carta con el saludo y la bendición de costumbre. 1. El versículo 15 guarda semejanza con Romanos 15:33 y 1 Tesalonicenses 5:23. Conocemos ya, por estos y otros lugares (por ej. Fil. 4:7, 9), el significado de «paz» para un judío, así como el de la expresión «el Dios de paz» o, como aquí, «el mismo Señor de paz». Por analogía con el versículo 18, J. Leal opina que «Señor» es, aquí también, Jesucristo. L. Morris se muestra más bien vacilante cuando dice: «Es lo más probable que sea Cristo el que (Pablo) tiene en mente aquí, aunque, como hemos visto en otros lugares, no hace neta diferencia entre Dios y Cristo». En mi opinión, y a la vista de Romanos 15:33; 16:20; 1 Corintios 14:33; 2 Corintios 13:11; Filipenses 4:9 y 1 Tesalonicenses 5:23, aquí, como en los versículos 3, 4 y 5, el «Señor» es Dios el Padre. No sirve la analogía con el versículo 18, donde el Señor está cualificado como Jesucristo y, por tanto, descrito, sin lugar a dudas, en su propia persona. 2. El apóstol desea que Dios de a los tesalonicenses «la paz continuamente (gr. diá pantós) y en toda clase de circunstancias» (ya se lea en pantí trópo, de todas las maneras, como tienen la mayoría de los MSS, o en pantí tópo, en todo lugar, según
  • 14. aparece en algunos MSS menos importantes). Dice L. Morris: «La paz por la que el apóstol ora es la que ha de permanecer constantemente y no ha de variar por mucho que se alteren las circunstancias exteriores y las condiciones». 3. «El Señor sea con todos vosotros» es una frase que nos recuerda el mismo saludo en Rut 2:4. En realidad, esto mismo me confirma en la opinión, no sólo de que Pablo sigue refiriéndose a Dios con este epíteto de Señor, sino que corresponde, en realidad, a Jehová, que la actual edición de los LXX, de donde toman casi siempre los autores del Nuevo Testamento sus citas, vierte incorrectamente por Kúrios (lo mismo ocurre con muchas versiones, tanto antiguas, como la AV inglesa, cuanto modernas, como la propia NVI), viéndose obligada a realizar innecesarias piruetas gramaticales (o de ortografía) cuando el nombre Jehová aparece junto al de Adonay, que es el que propiamente significa Señor. L. Morris ofrece un excelente comentario a esta frase, y no nos resistimos a transcribirlo: «La paz que el cristiano disfruta no es algo que tenga existencia por propio derecho, sino que es algo únicamente posible a causa de la presencia del Señor. Es precisamente por saber que el Señor está con nosotros y que nunca desamparará a los que confían en Él (cf. He. 13:5), por lo que nuestra paz permanece inconmovible (Jn. 14:27). La paz del cristiano es la presencia del Señor». El mismo autor hace notar que en ese «todos» incluye Pablo «tanto a los hermanos disidentes como a los leales y obedientes». 4. El versículo 17 interrumpe la bendición para dar la señal de autenticidad de la epístola. Aquí hace notar, no sólo que «el saludo, dice, (es) con mi mano, de Pablo» (lit.), sino también que ésta es la señal con que se muestra la autenticidad de todas sus cartas: «que es señal en toda carta; así escribo (en presente), esto es, «así es como lo hago en todas mis cartas». La primera frase aparece al pie de la letra en 1 Corintios 16:21. Que Pablo dictaba sus epístolas a un amanuense, lo vemos también por lugares como Romanos 16:22. 5. Finalmente, tenemos la bendición que, con ligeras variantes (de mayor o menor extensión y detalle), aparece en todas las cartas. La de aquí dice: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo (sea) con todos vosotros» (lit.). El «Amén» de nuestras versiones no aparece en los MSS más importantes. Véase también el comentario a Filipenses 4:23 para notar que Pablo no usa exactamente la misma fraseología que aquí. 1 1 Henry,Matthew; Lacueva,Francisco: Comentario Bı́blico De Matthew Henry.08224 TERRASSA (Barcelona) :Editorial CLIE,1999, S.1733