Trump ha utilizado las redes sociales de manera efectiva para promover su campaña presidencial, publicando mensajes breves y directos que resuenan con grandes audiencias. Sus videos cortos y mensajes simples sobre temas como la inmigración y la economía atraen a millones de seguidores. Aunque es criticado por algunos, su estilo de comunicación transmedia ha aumentado enormemente su popularidad. El éxito de Trump podría marcar el surgimiento de un "presidente de las redes sociales" que se conecta con los votantes a través de plataform
1. 108 octubre 2016 mundoejecutivo.com.mx
COLUMNA relaciones públicas
¿The social media president?
Carlos Bonilla
Socio y Vicepresidente Ejecutivo de AB Estudio de
Comunicación, firma de Consultoría en Relaciones
Públicas, Académico de Número de la Academia
Mexicana de la Comunicación y Maestro Emérito
por el CADEC
“
Lasredessocialessoncomotenerun
periódico, pero sin pérdidas”, dice
Donald Trump, tal vez el más polé-
mico de los aspirantes a ocupar la
Casa Blanca.
Sin duda la estrategia de comunica-
ción del candidato del Partido Republi-
cano no es indiferente para nadie. Lo
aman o lo odian.
Sin entrar en valoraciones políticas,
estando o no en contra de sus descabe-
lladas propuestas, lo que llama la aten-
ción es el espectáculo transmedia que
ha creado en torno a su figura y su cam-
paña, que está llegando lejos y traspa-
sando fronteras.
Si algo puede ponernos los cabellos
de punta a los mexicanos es que en las
últimas carreras presidenciales a la Casa
Blanca, la persona que predominaba en
los medios de comunicación conseguía
sentarse en el Despacho Oval.
Así ocurrió con Franklin D. Roose-
velt, a quien denominaron el presidente
de la radio; con John F. Kennedy, el pre-
sidentedelaTV;ymásrecientementecon
Barack Obama, el presidente de la inter-
net.¿Estamosahoraanteelpresidentede
las redes sociales?
Es fácil entrar en www.trump.com y
encontrar todas las redes sociales en las
que están presentes tanto el candidato
republicanocomosushijos.Elbocónneo-
yorquino tiene perfil en Facebook, Twit-
ter, Instagram, Youtube y Periscope.
En el lanzamiento de su campaña,
Trump alcanzó 6,4 millones de interac-
cionesenredessociales.JebBushnollegó
al millón.
El Ernest Hemingway de los 140
caracteres
No es casual que haya asumido tal
moteelexcéntricocopetón,quiennosólo
rompelasreglasdelasredessociales,sino
que juega con ellas. Conoce como nadie
qué hacer, cómo y cuándo. Ha demos-
trado que lo que tradicionalmente hacía
perder popularidad (como los errores o
las subidas de tono), en las redes socia-
les funciona al revés: aumenta la lista de
seguidores e interacciones. Los descali-
ficativos y lenguaje soez abundan en sus
mensajes, pero siempre que publica lo
hace bajo dos premisas: ser auténtico y
dar a la audiencia lo que quiere.
Losvideossonsuspublicacionesestre-
lla. En el reality show Candidate ha apa-
recido con águilas calvas, ridiculizado a
Hillary Clinton, arengando a sus segui-
doresenvideoscortosyconcisos,incluso
ha apelado a los principios conservado-
res de los estadounidenses y retransmi-
tidopreguntasyrespuestasdirectamente
a través de Periscope.
Videos con un costo de producción
muy bajo, que le proporcionan dece-
nas de espacios en noticieros de todo el
mundo.Eshábilparaincidirenlaagenda
de los medios informativos con lo cual
ha logrado un exponencial retorno de la
inversión en comunicación. Poca inver-
sión y gran cobertura mediática, con lo
cualhadisparadosupopularidadapesar
de que miente sistemáticamente y hasta
ahora no ha ofrecido una solución a las
crisis. “Su desconocimiento del balance
internacionaldefuerzasesexasperante”,
publicóelexpertoJaquesRogosinkienun
artículo de El Financiero, a propósito de
la vista de Trump a México.
Mensajes a modo para las
audiencias
NadieenEstadosUnidoslehahablado
a la víscera más delicada de las perso-
nas, el bolsillo, de un modo que lo com-
prenda fácilmente. Trump, en cambio,
sí lo ha hecho. Simple, reiterativamente.
Con un discurso que puede parecer de
semianalfabeto o de niño de 10 años.
Pero las palabras de Trump han entrado
fácilmente en el hogar de millones de
estadounidenses.
El discurso de Trump no va a la clase
alta. Nadie lee el Washington Post en los
trailerparksdeKansasy,sinduda,anin-
gúnobrerodesempleadodelMedioOeste
letienesincuidadoeldelicadoequilibrio
del Medio Oriente. Su target son las per-
sonas que viven al día, preocupados por
si tienen o no con qué pagar la renta, la
luz, la comida, la educación de sus hijos.
Enellosseconcentraelmayornúmerode
votantes.
Famosos como Miley Cyrus y
Madonna, por citar algunos, lo han cri-
ticado en redes sociales, situación ante
la cual el magnate ni se despeina, ya que
han caído en su juego y eso lo hace sen-
tirse cómodo.
Podrán o no gustar los mensajes de
Trump, pero generalmente dan en el
blanco.
ISIS, Obama, Hillary Clinton o los
migrantes, contra todos ellos busca
argumentos claros y fáciles para los
que tiene soluciones aún más sencillas,
como “levantar un muro”. Todos esos
mensajes aderezados con gran cantidad
de superlativos son la piedra angular de
una comunicación agresiva de trinchera
y de guerrilla. Él y sus comunicadores
están dando en el clavo de la viralidad y
la popularidad.
Estamos ante una nueva etapa en la
que los políticos, además de sus habili-
dades tradicionales, deben saber posar
para un selfie, entender de memes o
GIFs y crear videos virales. Próxima-
mente los veremos utilizando las más-
caras de Snapchat...