El Calcolítico se caracteriza por la introducción de la metalurgia del cobre en la Península Ibérica, lo que produjo profundas transformaciones sociales con el surgimiento de comunidades más complejas y jerarquizadas. El vaso campaniforme, una cerámica decorada de forma característica, se extendió por Europa occidental y se ha utilizado para dividir el Calcolítico en dos etapas: precampaniforme y campaniforme. Actualmente se cuestiona que el vaso campaniforme indique la difusión del Calcolítico y
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TEMA 18. EL CALCOLÍTICO: CONCEPTOS GENERALES Y SUR
DE LA PENINSULA IBÉRICA
Bibliografía: unidad didáctica, p. 95-104; Barandiarán, p. 239-269.
Examen: El vaso campaniforme.
Tanto este tema como el siguiente se ocupan, en líneas generales, del III milenio a.C. en la Península
Ibérica. La aparición de la metalurgia pone en marcha una profunda transformación social, que dará
lugar a comunidades más complejas y jerarquizadas. Durante mucho tiempo se pensó que este
fenómeno era un reflejo colonial venido del Mediterráneo oriental. En las últimas décadas esta visión
ha cambiado profundamente. En este primer tema se aborda la definición y características del
Calcolítico, su contenido y la historia de la investigación, cronología y secuencias. Se individualiza el
fenómeno cultural del Campaniforme, de larga perduración en la Península Ibérica, con diversidad
de manifestaciones y estilos en sus cerámicas, elemento emblemático que le da nombre. Igualmente,
se describe y analiza el Calcolítico en el sur de la Península Ibérica, zona especialmente relevante
para este periodo
1. CONCEPTO DE CALCOLÍTICO, ENEOLÍTICO O EDAD DEL COBRE
La historiografía tradicional concibió este período (llamado Calcolítico o Eneolítico según
las etimologías griega y latina respectivamente) como aquél en que la industria lítica se
combina ya con las primeras producciones metálicas de cobre. Como en otros períodos
de la Prehistoria, por tanto, la clasificación dependía fundamentalmente de los aspectos
tecnológicos. En la actualidad se sabe que el cobre no fue una innovación tan
importante ni generalizada aún en este período; de hecho, se emplea muy poco y
limitándose a determinados objetos de lujo, y tampoco está extendida una auténtica metalurgia
de fundición.
Ahora bien, el Calcolítico sí conlleva grandes y profundas tranformaciones en otros
aspectos de las sociedades humanas, aunque en ellas los cambios industriales tengan una
función secundaria. Las principales transformaciones se refieren a las estrategias
generales de explotación del medio y a las cuestiones sociales e ideológicas.
o En el Calcolítico hubo un desarrollo demográfico, acompañado por una mayor
variedad y riqueza de los medios de subsistencia, todo lo cual condujo a una
especialización funcional de la población, cuyo mejor resultado material son las
manufacturas.
o Estas sociedades continúan viviendo en poblados, pero estos tienen ciertas diferencias
respecto a los neolíticos, como la construcción de fortificaciones muy potentes
que protegen todo el asentamiento o una parte de él. Esto es indicio de una
acumulación de riqueza, propiciada por la diversificación e incremento de las
actividades productivas.
o Esta riqueza sería acaparada por ciertas elites, las cuales administran un conjunto
social de complejidad creciente. Hay, por tanto, un proceso muy profundo de
jerarquización social, que se refleja principalmente en las necrópolis (ya que los
asentamientos de habitación son aún poco conocidos): riqueza de su ajuar,
monumentalidad de sus construcciones funerarias, y ubicación de éstas en lugares
preferentes de la necrópolis.
o Un aspecto adicional es el traslado de los asentamientos, generalmente a
lugares elevados fácilmente defendibles y que dominan el territorio.
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o Y, finalmente, hay que destacar que estas transformaciones socioeconómicas se
corresponden con otra similar en el plano religioso o ideológico, conocida
sobre todo por los ritos de inhumación colectiva.
2. ORIGEN, EXPANSIÓN Y CRONOLOGÍA
En esta cuestión debe plantearse una vez más el debate dialéctico entre el difusionismo y
el evolucionismo. Dado que el Calcolítico ibérico, especialmente en el temprano foco del
sudeste, es contemporáneo de la Edad del Bronce en el Egeo, se ha supuesto tradicionalmente
que las transformaciones económicas, sociales y culturales vinculadas a este período se debían a
la influencia de las sociedades del Mediterráneo oriental. Éstas habrían emprendido una serie
de exploraciones hacia occidente con el objetivo de la búsqueda de yacimientos metálicos, y
quizá con una finalidad colonizadora.
Otros autores consideran la hipótesis de una migración oriental a gran escala
improbable. Además, la importancia del Neolítico peninsular (patente por ejemplo en el
megalitismo), habría facilitado la evolución autónoma de las comunidades indígenas;
éstas habrían iniciado espontáneamente el trabajo del cobre, que después se habría desarrollado
gracias al incentivo del comercio oriental. Este punto de vista evolucionista es compartido por
ciertos autores que, sin embargo, no ven el fenómeno desencadenante en la metalurgia
(actividad aún secundaria en el Calcolítico), sino en la necesidad de las comunidades del sudeste
peninsular de concentrarse y organizarse para emprender las infraestructuras hidrológicas que
la aridez de la zona requiere para conseguir una agricultura próspera; estas mismas
circunstancias habrían fomentado la fuerte jerarquización social, cuya economía se sustentaría
además en la metalurgia y el comercio de manufacturas especializadas.
Finalmente, la conclusión de esta oposición dialéctica podría ser una solución de
síntesis. Según ésta, las comunidades neolíticas locales habrían estado preparadas para un
salto cultural, pero éste no se habría producido sólo por la evolución interna, sino también por
influencia del contacto con grupos muy reducidos de exploradores o comerciantes venidos del
Mediterráneo oriental; estos habrían traído consigo las nuevas técnicas e ideas de
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organización social, habida cuenta de que venían buscando precisamente las materias primas
necesarias para esas tecnologías, las cuales a su vez propiciarían los procesos sociales de
jerarquización.
3. CRONOLOGÍA
• Calcolítico Antiguo o Precampaniforme: 1ª mitad del III milenio - h. 2250 aC
(introducción de la metalurgia del cobre):
o Cultura de Los Millares.
o Culturas de Vila Nova de Sao Pedro y Zambujal.
• Calcolítico Reciente o Campaniforme: h. 2250 - h. 1900 aC (generalización de la
metalurgia del cobre):
o Grupos del vaso campaniforme.
o Constitución de los núcleos de la futura Edad del Bronce Antiguo.
La cronología del Calcolítico ibérico es relativa, especialmente en cuanto a sus comienzos, ya
que su desarrollo es muy heterogéneo en las distintas regiones peninsulares. Es en todo caso
anterior en el sudeste de la península Ibérica. Por otra parte, hay algunas matizaciones respecto
a las culturas y procesos principales señalados en cada período. Así, por ejemplo, el Calcolítico
Antiguo meridional se identifica habitualmente con la Cultura de Los Millares. Ahora bien, hay
otras comunidades en el sur peninsular que tienen puntos de afinidad, pero también de
diferenciación, con los grupos almerienses. Por tanto, la clasificación cultural puede ser
discutida.
4. LA CUESTIÓN DEL VASO CAMPANIFORME
El concepto de vaso campaniforme define una serie de conjuntos cerámicos consistente en
recipientes de formas, técnicas y decoración variadas, aunque con una tendencia general a la
forma acampanada, esto es: bases globulares, bocas troncocónicas y a veces un ligero
estrechamiento del cuello (unidad didáctica, p. 100 y 103).
El vaso campaniforme se extiende por todas las zonas de cultura calcolítica de Europa
occidental y central. De hecho, la historiografía tradicional lo consideró un indicativo
de la difusión del Calcolítico por estas regiones. Esta hipótesis tenía varios fundamentos,
aunque todos ellos están siendo cuestionados actualmente: la inclusión de esta cerámica en
ajuares funerarios asociados a cuerpos con características óseas diferentes a las predominantes
en Europa occidental, lo que hizo pensar en una “raza del vaso campaniforme”; el hallazgo
en estos ajuares de armas de cobre (espadas, puntas de flecha; unidad didáctica, p. 100) junto a
los vasos, siendo estas piezas las primeras obras metálicas en los lugares en que aparecen; la
abundancia de la inhumación individual en los contextos campaniformes, en
contraste con la colectiva propia de los demás yacimientos calcolíticos; etc.
En función de estos datos, se consideró que el pueblo campaniforme sería un grupo
especializado en actividades itinerantes (pastoreo, comercio metálico), que le llevarían a
desplazarse por Europa occidental, introduciendo la metalurgia allí donde llegaba,
además de ciertos usos culturales. La difusión del vaso campaniforme sería, por tanto, un
indicio de la expansión del Calcolítico.
En la actualidad esta explicación no resulta satisfactoria, puesto que el desarrollo de los
descubrimientos ha llevado a comprobar que el vaso campaniforme no es un fenómeno
homogéneo; su itinerario y cronología no coinciden tan claramente con los de la
metalurgia; y estos vasos han aparecido también en sepulturas colectivas.
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Finalmente, se tiende a negar la asociación de esta cerámica con rasgos biológicos o raciales
determinados.
El origen de esta tipología cerámica ha sido muy discutido, habiéndose propuesto
diversos focos de formación que abarcan toda su área de expansión (Europa occidental y
central). Estas hipótesis se basan en la cronología, pero también en la variedad estilística de la
decoración. Este último aspecto, sin embargo, es confuso, ya que se producen influencias
diversas y recíprocas entre los distintos estilos, proceso que culmina con un estilo sincrético
mixto, habiendo finalmente una serie de variantes regionales.
Una de las teorías más interesantes en este sentido es la del reflujo. Según ella, el estilo
originario, llamado marítimo, se inició en el valle bajo del Tajo, desde donde se difundió
hacia Europa central. Una vez aquí, el vaso campaniforme sería adoptado por nuevos
grupos humanos (quizá con características raciales diferentes), los cuales introducirían el
estilo llamado continental, y lo difundirían de nuevo, ahora ya con la metalurgia, en dirección
hacia occidente. Estos introducirían el estilo llamado continental, y lo difundirían de nuevo,
ahora ya con la metalurgia del cobre, en dirección hacia occidente, con objetos como puñales
de lengüeta y puntas de flecha tipo Pamela, brazaletes de arquero y botones con
perforación en “V”; estilos cerámicos regionales con decoración incisa, y para
algunos autores los braquicéfalos.
Otras explicaciones que discrepan con esta, inciden en posibles orígenes múltiples, lo que
explicaría la variedad estilística, tendiéndose después a cierta homogeneización debida a los
intercambios. Las investigaciones recientes tratan más de comprender el significado y
función de estas cerámicas en sus contextos culturales (muy diferentes entre sí) y en general
no se admite la teoría de grupos humanos portadores y difusores del campaniforme y los otros
objetos que lo acompañaban. Otras explicaciones inciden en posibles orígenes múltiples, lo
que explicaría la variedad estilística, tendiéndose después a cierta homogeneización debida
a los intercambios.
Los estilos mencionados son los principales. El marítimo, propio de la franja occidental de la
península Ibérica, tiene una decoración a peine o ruedecilla de motivos variados,
abundando la espina de pez. El estilo continental tiene habitualmente decoración de
impresión de cuerda, generalmente a base de bandas horizontales. La distribución,
tanto del fenómeno general del vaso campaniforme como de sus diferentes estilos, es
muy heterogénea, y esto vale para toda su zona de expansión, incluida la península Ibérica.
Además, sus productos pueden aparecer en contextos culturales variados. En todo caso, se
considera que el vaso campaniforme es, junto con ciertos objetos metálicos (espadas, brazaletes),
un signo de estatus social que se depositaría con este fin en los ajuares funerarios; siendo ambas
producciones fruto de una manufactura muy especializada, su adquisición implica
probablemente el comercio.
El vaso campaniforme define convencionalmente el Calcolítico Reciente (h. 2250 - h.
1900 aC), que se caracteriza por la generalización de la metalurgia del cobre, cuyo comienzo se
había producido en el Calcolítico Antiguo (1ª mitad del III milenio - h. 2250 aC). (V. repertorio
de tipologías cerámicas campaniformes en Barandiarán, p. 251).
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La distribución, tanto del fenómeno general del vaso campaniforme como de sus
diferentes estilos, es muy heterogénea, y esto vale para toda su zona de expansión, incluida
la península Ibérica. Además, sus productos pueden aparecer en contextos culturales variados.
Esta cerámica se ha utilizado para dividir el Calcolítico en dos etapas: precampaniforme, con el
inicio de la metalurgia del cobre y campaniforme con la generalización de esta.
Actualmente se sabe que no todos los objetos considerados como asociados lo están siempre; que
algunos solamente aparecen en ciertas regiones como tales acompañantes (puntas Palmela) y
que hay continuidad cultural en secuencias estratigráficas de asentamientos con esta cerámica,
considerada, al principio, funeraria exclusivamente.
En todo caso, se considera que el vaso campaniforme es, junto con ciertos objetos metálicos
(espadas, brazaletes), un signo de estatus social, de prestigio, que se depositaría con este fin en
los ajuares funerarios relacionado con algún ritual; siendo ambas producciones fruto de una
manufactura muy especializada, su adquisición implica probablemente el comercio.
o Cronología.
Por lo que se refiere al aspecto cronológico, Harrison propone un periodo entre el 2200-2150 a.C
para los cordados y marítimos; 2150-1700 a.C para los principales estilos regionales
(Cienpozuelos, Palmela, Salamó y Baleares y entre 1700-1600 a.C para los estilos regionales
tardíos como Carmona, Elche, Ebro Central.
5. EL SUR PENINSULAR
La Edad del Cobre comprende aquí dos complejos culturales principales:
• La Cultura de Los Millares, centrada en Almería y las provincias limítrofes.
• Las culturas del sudoeste, que abarca los cursos medios y bajos de los ríos Tajo,
Guadiana y Guadalquivir, con diferencias regionales importantes.
5. 1. La Cultura de Los Millares
Para el Calcolítico meridional se han propuesto varias clasificaciones y cronologías (Molina,
Castro) . En líneas generales, la Cultura de Los Millares se puede periodizar según el esquema
siguiente:
• Edad del Cobre Antiguo: Finales del IV milenio y primera mitad del III milenio a.C.
Poblados escasos y tumbas circulares con falsa cúpula; inicio de la metalurgia del cobre.
El poblado representativo es ya Los Millares, que continúa teniendo una función
importante en los períodos siguientes.
• Edad del Cobre Pleno: Segunda mitad del III milenio aC; es el período de plenitud del
Calcolítico meridional. Poblados fortificados; tholoi que constituyen necrópolis, a veces
muy grandes y usadas durante períodos muy prolongados. Metalurgia muy desarrollada;
cerámica simbólica, a veces oculada, que aún no incluye el vaso campaniforme; ídolos
oculados.
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• Edad del Cobre Reciente: Comienzos del II milenio aC: período de decadencia del
Calcolítico meridional, con la introducción del vaso campaniforme. Algunos poblados,
como Los Millares, son reorganizados, y otros abandonados.
5.2. Las culturas del sudoeste: Vila Nova de Sao Pedro, Zambujal
En el sudoeste hay ciertos rasgos homogéneos, aunque con una cierta diferenciación regional,
que define varias culturas. Las más importantes de ellas se conocen sobre todo por los
yacimientos epónimos de Vila Nova de Sao Pedro y Zambujal. La cronología es más dudosa que
para la Cultura de Los Millares, ya que se basa principalmente en una datación muy
cuestionada de la cerámica, y la de megalitos de utilización muy duradera y por tanto poco
significativos. Ello no obstante, la periodización es similar a la de Los Millares, aunque la fase
campaniforme (Calcolítico Reciente) se alarga en el sudoeste hasta bien entrado el II milenio
aC.
5.3. Sociedad y Economía
A lo largo del IV milenio aC se produjo un fenómeno de complejidad social creciente,
especialmente en el sudeste. Este proceso tiene causas desencadenantes discutidas por los
distintos autores, siendo múltiples los factores que intervienen en él. Desde el final del Neolítico
hay un desarrollo demográfico que requiere incremento de la producción agrícola. Ésta, en las
regiones áridas del sudeste, implica no sólo la modificación de las técnicas productivas, sino
también la competencia por el terreno arable y los recursos. Entre estos recursos objeto de
disputa destacan los yacimientos metálicos y el agua.
Los poblados principales, que se encuentran fortificados, se ubican en eminencias desde donde
se controla el territorio agrícola, las rutas comerciales, las minas de cobre y las infraestructuras
hidrológicas de regadío (acequias, etc.). Estas últimas son imprescindibles para propiciar el
desarrollo agrícola en las comarcas áridas del sudeste. Para algunos autores, la necesidad de
construir estas canalizaciones de agua, es la que hace a los campesinos agruparse en poblados
concentrados; y la tendencia a permanecer en el territorio para amortizar estas inversiones de
trabajo fomentaría el sedentarismo. Estos campesinos residirán en parte en poblados abiertos
situados en las zonas agrícolas.
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Al mismo tiempo, la complejidad creciente de la economía y la competencia por los recursos
harían que la sociedad estuviese
regida por unas elites, las cuales
residen en poblados fortificados
destacados en altura, que sirven para
el control y la defensa del territorio. A
ello puede deberse que entre los
distintos asentamientos fortificados
haya diferencias de riqueza y
extensión. Ahora bien, la
jerarquización social no se refleja en
los enterramientos, debido quizá a la
práctica de emplear sepulcros
colectivos. El origen de estos puede
estar en una organización social de
tipo familiar, basada en las relaciones
de dependencia respecto a las elites y en la asignación a cada grupo de ciertos territorios
agrícolas.
La producción agrícola se basa en el uso de regadíos en las tierras áridas del sudeste (con
acequias documentadas arqueológicamente), y del secano en las regiones con mayor humedad
natural del sudoeste; hay también ejemplos de combinación de ambos sistemas a escala menor.
A pesar del desarrollo industrial (cerámica, metalurgia), esta producción especializada se
destina principalmente a objetos de lujo usados para el comercio y la ostentación del estatus
social. El utillaje agrícola sigue siendo, por tanto, de piedra y madera; se cree que pudo
emplearse también la tracción animal, aunque esto es aún dudoso.
La producción agraria consiste en un policultivo basado en cereales (trigo y cebada) y
leguminosas (las cuales permiten regenerar el suelo); quizá se inicia ahora la producción de
vid y olivo, que en ese caso sería anterior a las colonizaciones orientales. El lino fue otro
producto importante, y con la lana constituyó la materia de una industria textil muy
desarrollada.
El consumo de carne se basa en los cuatro grupos tradicionales (oveja, cabra, buey y
cerdo), a los que se añade el caballo. Ahora bien, el ganado bovino y equino se sacrifica para su
consumo a una edad avanzada, indicio de su empleo como fuerza de tracción. Lo mismo ocurre
respecto a la explotación secundaria del ganado en general, constatándose que parte de él se
dedica a la producción de lácteos, lana, etc. Se mantiene aún la caza de especies salvajes, que
constituyen en algunos yacimientos una parte importante de la dieta. El ganado predominante
es el vacuno, restos del cual se encuentran en los yacimientos funerarios, signo quizá de un
culto relacionado con los bóvidos.
El comienzo de la metalurgia está sujeto aún al debate entre el difusionismo y el
evolucionismo, sin que esta cuestión haya podido resolverse tampoco para la península
Ibérica. En todo caso, la minería y la metalurgia tienen desarrollos diferenciados. La
primera comienza ya en el Neolítico, mediante el trabajo del cobre batido para realizar
objetos suntuosos; las técnicas metalúrgicas basadas en la fundición del metal en
hornos derivados de los cerámicos es más tardía. Su generalización se detecta en las
fases finales del Calcolítico, cuando el cobre no se usa sólo para objetos de lujo. El
origen tecnológico del uso del cobre se encuentra, posiblemente, en el mencionado desarrollo del
horno de alta temperatura para la cerámica, así como en los procedimientos de extracción
de mineral para la industria del sílex.
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Las culturas meridionales de la península Ibérica son las primeras en introducir la
metalurgia; sus productos se encuentran en poblados y necrópolis, habiéndose encontrado
también en los yacimientos minerales, escorias, crisoles, etc. Los poblados, que parecen tener
todos una cierta producción, se encuentran en algunos casos próximos a minas de cobre. En el
sudeste y el sudoeste, esta metalurgia se inicia a comienzos del III milenio aC, estando
generalizado aquí al final del mismo milenio, que es cuando su uso se extiende al resto de la
Península. Su expansión por las regiones del norte, por tanto, coincide con la del vaso
campaniforme. En una fase avanzada del Calcolítico, la metalurgia del cobre se
combina con la del oro; este metal, junto con otros objetos de lujo de distintas materias,
indica una producción especializada con fines de jerarquización social e intercambio,
diferenciada de la producción metalúrgica con fines de subsistencia que se va
extendiendo también hacia el final del Calcolítico.
5.4. Cultura material
Ya se han mencionado algunos de los restos que componen el repertorio material del Calcolítico
meridional; aquí se tratarán los elementos aún no estudiados. La industria lítica perdura
mucho tiempo después de la introducción de la metalurgia, y durante el Calcolítico aún
constituye la base de la manufactura utilitaria. Entre las armas se sigue usando incluso la
piedra tallada; se tiende a abandonar el microlitismo predominando las piezas puntiagudas y
alargadas; los útiles más abundantes son las puntas de flecha de retoque cubriente, con formas
más o menos rectangulares, pedunculadas o con aletas. La pulimentación se emplea más
para herramientas que para armas, destacando las hachas y azuelas (unidad didáctica,
p. 126); con esta técnica se realizaron también objetos de adorno, como brazaletes. La materia
prima predominante es el sílex, que tiene una minería muy desarrollada. Es igualmente
importante el grado de especialización de la producción, la cual no se ha detectado en
todos los poblados, lo que indica que había un intercambio intenso de manufacturas de piedra.
La industria ósea, más pobre, consta de punzones, agujas, espátulas y botones. La
cerámica, denominada generalmente simbólica, tiene un gran desarrollo, aunque se conoce
sobre todo por el repertorio funerario. Entre éste, en el sudeste destacan los recipientes más o
menos globulares, de boca ancha, con decoración incisa. Esta ornamentación combina temas
naturalistas y geométricos, destacando entre ellos los ojos soliformes: es la cerámica simbólica
de ídolos oculados de la Cultura de Los Millares (unidad didáctica, p. 86; Barandiarán, p. 242).
En el Calcolítico Reciente, se produjo la expansión del vaso campaniforme.
Adornos y Objetos votivo. El producto votivo más importante del Calcolítico son los ídolos
oculados. Se trata de una variada serie de objetos decorados con formas geométricas, aunque
con una tendencia progresiva a
un mayor realismo, cuyo
elemento más destacado son
los ojos soliformes. Estos están
rodeados de representaciones
muy estilizadas del cabello, los
adornos y el vestido, etc. Estos
ídolos, más o menos
antropomorfos, se fabrican en
materiales variados: placas de
pizarra, cilindros de
mármol o caliza, huesos
largos con forma general
parecida a los anteriores, etc.
Estos ídolos antropomorfos
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abstractos se combinan con representaciones escultóricas de la diosa madre, tema con
el que se identifican numerosas figurillas femeninas (unidad didáctica, p. 128).
Cerámica. La cerámica, denominada generalmente simbólica, tiene un gran desarrollo, aunque
se conoce sobre todo por el repertorio funerario. Entre éste, en el sudeste destacan los
recipientes más o menos globulares, de boca ancha, con decoración incisa. Esta ornamentación
combina temas naturalistas y geométricos, destacando entre ellos los ojos soliformes: es la
cerámica simbólica de ídolos oculados de la Cultura de Los Millares (unidad didáctica, p. 86;
Barandiarán, p. 242). En el Calcolítico Reciente, se produjo la expansión del vaso campaniforme.
La más frecuente y abundantísima, es una cerámica de producción local, tosca, con desgrases
burdos en pizarra y cuarzo. Lisa con engobe rojo (almagra) y negro, con formas de vasos de perfil
simple como cuencos y platos, cubiletes y carretes. Hay que destacar los recipientes en cáscara
de huevo de avestruz.
4. ASENTAMIENTOS HABITACIONALES; ENTERRAMIENTOS
Desde comienzos del Neolítico se venía produciendo un abandono progresivo de las
cuevas como lugar de habitación. Ahora bien, la característica fundamental del Calcolítico
es que los poblados principales tienden a situarse en eminencias del terreno y a
permanecer durante todo el período. Esto ha sido interpretado en función de la
necesidad de controlar los recursos del territorio y las rutas territoriales, y también
del interés por amortizar la inversión de esfuerzo en las estructuras defensivas e hidrológicas.
En el sudeste, hay un gran desarrollo demográfico, que se refleja en el aumento de los poblados.
Situados en su mayoría en zonas protegidas naturalmente, la defensa se completaba con
la fortificación artificial. Ésta consta de uno o varios recintos amurallados de planta más o
menos circular, que cierra el poblado totalmente, o bien puede no abarcar los flancos con mejor
defensa natural. La muralla se complementa con torres y bastiones sobresalientes cada cierto
trecho, de planta circular o cuadrada. Los paramentos tienen saeteras para incrementar la
protección del recinto. Estos poblados fortificados, salvo el de Los Millares, suelen tener unas
dimensiones aún reducidas. Ello no obstante, son núcleos ya proto-urbanos, con una
concentración de población muy superior a la de los asentamientos neolíticos, y cuyas
construcciones defensivas e hidrológicas indican un trabajo colectivo a gran escala, posiblemente
dirigido por la elite social que se va formando.
Hay incluso una cierta jerarquización de los poblados. Algunos de ellos, como Los Millares,
pudieron haber controlado una red de asentamientos menores dependientes. Las viviendas no
están adosadas dentro del poblado; tienen planta circular u ovalada, en algunos casos con
cierta tendencia rectangular. En la periferia de la Cultura de Los Millares, sin embargo,
hay una cierta influencia de ésta, pero los poblados son aún pequeños, conservando ciertos
modos de vida propios del Neolítico, pudiendo llegar a faltar la metalurgia y el
intercambio de objetos de lujo.
En el sudoeste, hay también grandes poblados de fortificación compleja similar a la
de Los Millares (Vila Nova de Sao Pedro, Zambujal), pero se mantiene una gran proporción
de asentamientos menores sin defensa artificial. Esto se interpreta como indicio de un
poblamiento más disperso, con fines agrícolas y menos determinado por la necesidad de
agrupar recursos para las infraestructuras hidrológicas. Las culturas del sudoeste, sin
embargo, sí coinciden con la de Los Millares en una tendencia a la jerarquización de
los diferentes poblados, aunque en el sudoeste esto es más evidente durante el Calcolítico
Reciente, coincidiendo con la implantación del vaso campaniforme. Las viviendas son muy poco
conocidas; tienen plantas circulares u ovales, cubierta vegetal, y restos de hogares en el interior.
Algunos de estos poblados tienen una industria del cobre especializada.
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Los enterramientos siguen siendo colectivos, como en el Neolítico Final, pero ahora sí
hay una relación clara entre las necrópolis y los poblados; además, se enriquecen los
ajuares y las mismas construcciones funerarias. Los sepulcros son de varios tipos: tholoi,
cuevas artificiales (hipogeos), y silos o fosas; estos últimos, propios del Calcolítico
Reciente, indican una tendencia a abandonar los sepulcros megalíticos, aunque en
algunos casos se siguieron empleando con un cambio en su significado ideológico asociado a las
culturas del vaso campaniforme.
La tipología funeraria más frecuente es el tholos. Consiste en una construcción de
mampostería, que consta de
una cámara funeraria
principal con corredor de
acceso; las paredes pueden
completarse con ortostatos, y la
cubierta de la cámara (de
planta circular) es de falsa
bóveda; el conjunto construido
se cubre con un túmulo de
tierra; algunos de ellos tienen
cámaras secundarias a las que
se accede a veces mediante un
corredor que nace en el principal. Este tipo de sepulcro suele presentarse agrupado, en
necrópolis asociadas a os poblados, siendo la más importante la de Los Millares. Estos
holoi son la tipología sepulcral característica del Calcolítico meridional ibérico, aunque se
mantengan otros modelos, como el hipogeo.
Los enterramientos contienen cantidades muy variables de cuerpos ( de 10 a un
centenar), a pesar de su prolongada utilización; esto hace difícil conocer los criterios para la
agrupación de inhumaciones. Sin embargo, sí se sabe que tienen en general carácter colectivo,
aunque en algunos casos se detectan estructuras que indican una intención de diferenciar a un
individuo o familia concretos dentro de la tumba colectiva (nichos, etc.). En los ajuares
funerarios hay objetos de adorno, como collares de cuentas de calaíta. Algunos de estos abalorios
proceden del intercambio, aunque su origen no ha podido ser precisado aún, por lo que las redes
comerciales no son totalmente conocidas.
En el soroeste la más abundante está en los tholoi, siendo lo más significativo los platos de
borde almendrado. También aparece campaniforme en la etapa final.
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6. YACIMIENTOS: LOS MILLARES
(V. unidad didáctica, p. 114). Es un poblado protourbano de evolución local, aunque
presenta influencias culturales alóctonas de sociedades más avanzadas. Es el centro
característico del Calcolítico meridional, y controla una red de asentamientos secundarios
en las inmediaciones. Tiene una necrópolis asociada al poblado, constituida principalmente
por tholoi colectivos, aunque hay otras tipologías funerarias. Estos enterramientos tienen un
ajuar rico, en el que destacan los ídolos soliformes, a veces en recipientes cerámicos.
El asentamiento fue ocupado, quizá
temporalmente, durante el Neolítico
final. Su máximo apogeo
corresponde al Calcolítico
precampaniforme, cuando la
fortificación consta de tres líneas de
murallas, reforzadas por torres y
bastiones. En una fase posterior se
construyó una cuarta muralla,
aumentando la extensión del
asentamiento, lo que es un indicio de su
prosperidad. En esta época de desarrollo
destaca la construcción de los
fortines exteriores. Se trata de
torreones aislados, levantados
formando un área de observación
alrededor del poblado, de modo que hay
comunicación visual de estos fortines
entre sí y con la fortaleza principal del
poblado.
Tanto estos torreones aislados como la
red de murallas principales pudieron
combinar las funciones defensivas con
las de producción especializada y
almacenamiento.
En el Calcolítico Reciente, la aparición del vaso campaniforme marca la decadencia del poblado,
cuyos círculos de murallas exteriores se abandonan. El poblamiento se reduce a la ciudadela
central. También los fortines periféricos son abandonados ahora.
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