El documento resume cómo Jesús y los primeros cristianos se relacionaron con las autoridades y personas poderosas. Predicaron el evangelio a los poderosos a través del ejemplo, milagros y conversaciones. Algunos poderosos como Nicodemo y José de Arimatea aceptaron la fe, mientras que otros como los sumos sacerdotes la rechazaron. Los discípulos continuaron llevando el evangelio a los poderosos incluso ante gobernantes, siempre confiando en la fortaleza de Dios.