SlideShare una empresa de Scribd logo
Durante toda su historia, la
especie humana ha sido perió-
dicamente atacada por diferentes
microorganismos que han puesto
en peligro su propia existencia.
Aunque algunos de ellos como los
agentes productores de la tubercu-
losis o la malaria llevan miles de
años causando millones de muertes
anuales, ocasionalmente la emer-
gencia o reemergencia de un
microorganismo acaba ocasionando
una inesperada y catastrófica pan-
demia de consecuencias impredeci-
bles. Eso mismo ha ocurrido en el
recientemente finalizado siglo XX
durante el cual a las viejas epide-
mias se han sumado dos inespera-
dos cataclismos sanitarios. Uno de
ellos es ya remoto, la pandemia de
gripe que comenzó en 1918 y que
en menos de 3 años causó la muer-
te de aproximadamente 25 millo-
nes de personas en todo el mundo.
FARMACOTERAPIA
Tuberculosis. Patogenia,
diagnóstico y tratamiento
Con el nombre de tuberculosis se designa la enfermedad infecciosa
causada por bacilos del género Mycobacterium, incluidos en el denominado
complejo Mycobacterium tuberculosis (M. tuberculosis, M. bovis y M. africanum)
y por otras especies de micobacterias oportunistas potencialmente
patógenas para el hombre. El autor revisa la evolución histórica
de la enfermedad, así como su patogenia, diagnóstico y tratamiento,
con especial atención a la terapia farmacológica.
102 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002
ÁMBITO FARMACÉUTICO
JOSÉ ANTONIO LOZANO
Farmacéutico Comunitario. Máster en Información y Consejo en la Oficina de Farmacia.
La otra gran pandemia del siglo XX
empezó hace menos de 20 años,
cuando en el verano de 1981 un
hombre homosexual fue atendido
en Estados Unidos por una infec-
ción oportunista debida a una
inmunodeficiencia grave no expli-
cable con los conocimientos que se
tenían hasta la fecha. Sorprende que
el posteriormente identificado
como virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH) haya podido llegar a
extenderse de tal forma por el
mundo en menos de dos décadas,
causando tal número de infectados,
enfermos y muertos. Asombra ade-
más porque no es un microorganis-
mo que se transmita por vía aeróge-
na o digestiva, sino sólo por la inte-
rrelación humana, lo que teórica-
mente debería hacer más lenta su
expansión y diseminación en la
comunidad. En la actualidad no
existe ninguna parte del mundo
que esté libre de este nuevo patóge-
no, cuyos efectos devastadores aún
son difíciles de predecir para el
futuro. Todo ello ha llevado a acep-
tar que esta terrible pandemia lle-
vaba bastante más tiempo entre la
especie humana, sobre todo en
algunas zonas desfavorecidas del
planeta como África subsahariana.
En realidad, si se hubiese diseña-
do un microorganismo que fuese
capaz de comportarse como un
auténtico amigo de Mycobacterium
tuberculosis no hubiese salido tan
perfecto como el VIH, capaz de
atacar selectivamente matando o
alterando en su función a aquellas
células de nuestro sistema inmuni-
tario capaces de defendernos de la
agresión del bacilo de Koch.
En la actualidad ya se acepta que la
más vieja endemia que afecta a la huma-
nidad, la producida por la tuberculosis,
y la más reciente pandemia instaura-
da en la especie humana, la producida
por el VIH, están uniendo de tal
forma sus efectos patógenos que ya
son la primera causa de muerte en
extensas zonas del mundo, estimán-
dose que importantes regiones de los
países más pobres del planeta van a
quedar literalmente desiertas de
población joven en las próximas déca-
das por la asociación mortal de estos
dos patógenos.
La tuberculosis sigue siendo en el
nuevo milenio la enfermedad infec-
ciosa humana más importante que
existe en el mundo, a pesar de los
esfuerzos que se han invertido para
su control en la última década. En
realidad, la situación actual de la
tuberculosis en el mundo es un fiel
reflejo de las enormes diferencias
económicas y sociales que existen
entre los distintos países. Así, a
pesar de su distribución universal y
de su pésima situación epidemioló-
gica, la gran mayoría de los países
desarrollados consideran esta enfer-
medad como superada y han dejado
de luchar contra ella. Sin embargo,
la tuberculosis es un problema glo-
bal y no podrá pensarse en su erra-
dicación hasta que no desaparezca
de la totalidad de la tierra. Los paí-
ses industrializados, que han lucha-
do eficazmente contra la tuberculo-
sis en las últimas décadas, han
cometido el error de creer que la
lucha contra esta enfermedad se
acababa en los límites de sus fronte-
ras y no han ayudado, en la medida
que debían, a los países pobres a
superar esta enfermedad. En la
actualidad, con las migraciones
masivas y con la facilidad que existe
para realizar viajes, los países indus-
trializados están pagando el duro
crédito de asistir a un incremento
de sus tasas de tuberculosis debido
a la enfermedad que están trayendo
los inmigrantes de zonas donde la
tuberculosis todavía es endémica.
El tratamiento de la tuberculosis y
las medidas de prevención actuales
contra esta enfermedad son muy
efectivas y han conseguido controlar
la endemia en los países ricos, pero
estas medidas son caras y necesitan
una estructura sanitaria costosa. Pre-
cisamente su alto coste ha impedido
el uso correcto en los países pobres,
llegando así a perder su efectividad.
Si el tratamiento de la tuberculosis
no se hace correctamente, los bacilos
pueden hacerse resistentes a los fár-
macos utilizados. El contagio con
bacilos farmacorresistentes produce
una tuberculosis resistente que sólo
se diagnostica cuando, después de 3-
5 meses de tratamiento, se comprue-
ba que éste no ha sido efectivo.
Entonces se hace preciso volver a
empezar usando esta vez fármacos de
mucha menos eficacia, más tóxicos y
cuyo manejo necesita mucha expe-
riencia por parte del médico. Esto
conduce con frecuencia a que el
enfermo fallezca o presente una
tuberculosis crónica con capacidad
de contagio para el resto de su vida.
En Cataluña, desde 1988 hasta
1993, hubo un importante aumento
de la incidencia de la tuberculosis a
causa del sida, pero a partir de 1994
se produjo un considerable descenso.
La tasa correspondiente a 2000 es de
28 casos por cada 100.000 habitan-
tes. Esta tasa es una de las más altas
de Europa, y sólo es superada por
Grecia y Portugal.
Se ha comprobado que la tubercu-
losis en Cataluña está fuertemente
asociada a determinados grupos de
individuos con factores de riesgo
asociados como enfermos de sida,
drogadictos, alcohólicos, indigentes,
presos e inmigrantes de países
pobres. El problema de muchos de
estos enfermos es que no son capaces
de cumplir correctamente con el tra-
tamiento por vía oral, que tiene que
ser tomado durante 60 o más meses
y que no permite cometer errores, ya
que con relativa facilidad aparecen
bacilos resistentes.
Patogenia
El contagio se produce habitual-
mente por vía aerógena a partir de
pacientes bacilíferos con lesiones
pulmonares «abiertas», es decir,
conectadas con el exterior por un
bronquio de drenaje. Al toser se
generan aerosoles de pequeñas partí-
culas líquidas (gotas de Flügge), en
cuyo interior se encierran uno o dos
bacilos. Al evaporarse queda tan sólo
VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002 OFFARM 103
FARMACOTERAPIA
El contagio con bacilos
farmacorresistentes
produce una tuberculosis
resistente que sólo
se diagnostica cuando,
después de 3-5 meses
de tratamiento,
se comprueba que éste
no ha sido efectivo
el núcleo de bacilos que permanece
flotando en el medio ambiente y se
desplaza con las corrientes de aire
pudiendo ser aspirado por otras perso-
nas. Las partículas de tamaño superior
a 10 µm quedan retenidas en la barre-
ra mucosa de las vías respiratorias
superiores y son eliminadas por el sis-
tema defensivo mucociliar, pero las de
menor tamaño (entre 1 y 5 µm) tie-
nen la capacidad de llegar hasta los
alvéolos y desencadenan la primoin-
fección.
Las otras posibles vías de contagio
han dejado de tener importancia
epidemiológica. La transmisión
digestiva por la leche de vacas enfer-
mas (M. bovis) está controlada gra-
cias al procedimiento de pasteuriza-
ción sistemático de la leche de con-
sumo. Por tanto, el único reservorio
relevante de M. tuberculosis causante
del mantenimiento de la pandemia
es el ser humano infectado.
En la mayoría de las ocasiones, los
escasos bacilos que llegan hasta los alvé-
olos son fagocitados y destruidos por
los macrófagos. Sólo un pequeño por-
centaje de las personas infectadas
(aproximadamente, el 10%) llegará a
desarrollar la enfermedad; la mitad de
ellos tempranamente, a los pocos
meses de la infección, mientras que el
otro 5% necesitará de un largo inter-
valo (a veces, de varias décadas) para
que se produzca la reactivación endó-
gena de lesiones aparentemente cura-
das que albergan en su interior mico-
bacterias en condiciones metabólicas
adversas pero potencialmente viables.
La aspiración de M. tuberculosis
hasta los alvéolos desencadena una
serie de respuestas tisulares e
inmunológicas conocidas como
primoinfección tuberculosa. En
primer lugar, se produce un foco de
alveolitis exudativa; los macrófagos
eliminan un determinado número
de micobacterias y si la invasión no
ha sido masiva, muchas veces no se
pasa esta fase local. Cuando la
infección se propaga por las vías
linfáticas intrapulmonares hasta los
ganglios regionales paratraqueales o
mediastínicos da lugar al llamado
complejo bipolar (foco pulmonar y
adenopatías). En esta fase es habi-
tual que se produzcan pequeñas
diseminaciones bacilares por vía
hematógena a los segmentos apica-
les pulmonares, riñones, hígado y
huesos, que por lo general suelen
controlarse localmente y que no tie-
nen trascendencia clínica alguna.
En las 2-10 semanas posteriores a
la infección se pone en marcha una
respuesta inmunológica celular
desencadenada por los antígenos de
la membrana y del citoplasma de las
micobacterias. Los macrófagos reco-
nocen y procesan dichos antígenos y
los muestran a los linfocitos T para
que estimulen, mediante liberación
de linfocinas, la transformación de
un gran número de macrófagos en
células que están altamente especia-
lizadas en la lucha contra las mico-
bacterias (células epiteliales y
gigantes de Langhans).
Los linfocitos activadores de los
macrófagos, las células epiteloides y
las gigantes se sitúan concéntrica-
mente para rodear e intentar destruir
a los bacilos intrusos dando lugar al
característico granuloma tuberculoso
que al cabo de un tiempo se reblan-
dece en su centro y deja un núcleo
de necrosis caseosa. En muchos
casos, este sistema defensivo controla
totalmente la infección y una vez
cumplido su cometido se reabsorbe
dejando tan sólo una pequeña cica-
triz fibrosa que, para mayor seguri-
dad, acostumbra a calcificarse. En
estas circunstancias es posible que la
primoinfección haya sido asintomá-
tica y que incluso no deje secuelas
detectables en la radiografía de
tórax; lo que sí queda es la memoria
inmunológica que se pondrá de
manifiesto con la prueba de la tuber-
culina y permitirá diferenciar los
individuos infectados (tuberculina-
positivos) de los no infectados
(tuberculinanegativos). Así pues,
según el balance inicial entre el sis-
tema inmunitario del huésped y las
micobacterias tuberculosas, se dis-
tinguen tres situaciones diferentes:
– Exposición sin infección. No se
objetiva respuesta inmunitaria
(reacción de la tuberculina negati-
va), no evidencia de enfermedad.
– Infección sin enfermedad. Reac-
ción positiva a la tuberculina sin
evidencia de enfermedad.
– Enfermedad activa. Síntomas y
signos clinicorradiográficos y con-
firmación bacteriológica.
La tuberculosis posprimaria,
también denominada secundaria o
tuberculosis de tipo adulto, es la
forma clinicorradiográfica más fre-
cuente, aunque en general el indi-
viduo no tiene constancia de la pri-
moinfección previa por haber sido
ésta asintomática o poco aparente.
En algunos casos, sobre todo en los
países con alta prevalencia de tuber-
culosis, la tuberculosis posprimaria se
debe a una reinfección exógena pese
al relativo grado de inmunidad del
sujeto infectado. No obstante, lo más
común es la reinfección endógena por
micobacterias latentes capaces de
resistir ocultas en el interior de algu-
nas células, o en pequeños focos case-
osos en condiciones metabólicas
adversas en un continuo equilibrio
con las defensas orgánicas, que se
rompe tras muchos años por altera-
ciones, transitorias o persistentes, de
la inmunidad.
De cualquier forma, la respuesta
será distinta en el individuo reinfec-
tado que en el previamente sano
como ya puso de manifiesto Koch
con un clásico experimento: si se
inocula a un cobaya sano bacilos
tuberculosos por vía subcutánea, se
FARMACOTERAPIA
104 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002
La aspiración de
M. tuberculosis hasta
los alvéolos desencadena
una serie de respuestas
tisulares e inmunológicas
conocidas como
primoinfección
tuberculosa
forma en el punto de inoculación un
absceso que posteriormente se ulce-
ra, se infartan los ganglios linfáticos
regionales y al cabo de pocas sema-
nas el animal muere por disemina-
ción generalizada de la tuberculosis.
Si esta misma experiencia se realiza
en un animal ya previamente tuber-
culizado, en lugar de una úlcera se
forma una escara que cicatriza, no
aparecen adenopatías y el animal no
muere; es decir, que si sobrevive a la
primera infección es capaz de pre-
sentar un cierto grado de resistencia
frente a posteriores agresiones, lo
que le permite, al menos, localizar
la enfermedad e impedir su disemi-
nación. Esto explica, en gran parte,
las diferentes características de la
primoinfección y de la tuberculosis
posprimaria en el hombre.
Diagnóstico
A menudo, la primera sospecha de
tuberculosis se basa en hallazgos
radiológicos. Es más común la
lesión apical; en una fase temprana
de la reinfección es característica
una densidad moteada. Sin embar-
go, todo infiltrado inexplicado en
cualquier zona del pulmón puede
deberse a tuberculosis. La rarefac-
ción indica el inicio de la licuefac-
ción y la cavitación. Las tomografí-
as ayudan a visualizar las cavidades.
La identificación microscópica de
bacilos ácidorresistentes es una
buena evidencia de presunción,
pero no excluye otras enfermedades
por micobacterias. La demostración
histológica de la formación de
tubérculos en el pulmón o en otro
tejido también es motivo de pre-
sunción por idénticas razones. La
biopsia transbronquial por endos-
copia suele facilitar el diagnóstico
provisional cuando el esputo es
negativo; sin embargo, una biopsia
negativa no excluye el diagnóstico.
El diagnóstico definitivo requiere
la identificación de M. tuberculosis o
de M. bovis por cultivo. Puesto que
M. tuberculosis tiene un crecimiento
lento, es posible que no se obtengan
resultados hasta después de 3-6
semanas. La mejor fuente consiste en
la recogida del esputo por la maña-
na. Como alternativa puede obtener-
se el esputo tragado durante la
noche por medio de aspiración gás-
trica inmediatamente después de
que el paciente se despierte y antes
de que se levante. La muestra debe
colocarse en un medio que contenga
distintas concentraciones de isonia-
cida, estreptomicina y, si es posible,
otros antituberculosos para el estu-
dio inicial de la sensibilidad. Un
grado elevado de resistencia a la iso-
niacida, junto a la capacidad de for-
mar catalasa, suele ser la primera
evidencia de que la infección se debe
a otras especies de micobacterias.
La prueba de la tuberculina es
otro método que supone una impor-
tante ayuda diagnóstica. El produc-
to estándar para la prueba, el deriva-
do proteico purificado (PPD), se
estabiliza al incluir un detergente
polisorbato en el diluyente. La
tuberculina de baja potencia (una
unidad de tuberculina o UT) es útil
cuando se supone un alto grado de
hipersensibilidad como en los niños
pequeños. La mayoría de los datos
epidemiológicos se basan en 5 UT
(potencia intermedia). El PPD de
alta potencia tiene 250 UT. El antí-
geno puede aplicarse mediante esca-
rificación (Pirquet) y por método de
punción múltiple y de Heaf, pero el
procedimiento más satisfactorio es
la administración intradérmica cui-
dadosa (prueba de Mantoux). Una
induración palpable (no eritema)
superior a 10 mm 48 horas después
de la administración de 5 UT con la
técnica de Mantoux es diagnóstica
de infección tuberculosa, aunque no
necesariamente de tuberculosis acti-
va. Una reacción menor (5 a 9 mm
de induración) se considera dudosa
y puede deberse a la infección por
otras micobacterias. Muchos pacien-
tes con tuberculosis activa no reac-
cionan a 5 UT, mientras que algunos
enfermos gravemente afectos con
tuberculosis demostrada, inicialmen-
te no reacciona a 250 UT; en general,
la prueba se positiviza con la mejoría
clínica. Por tanto, una prueba de
tuberculina negativa no excluye el
diagnóstico de tuberculosis.
Tratamiento
Los fármacos utilizados en el trata-
miento de la tuberculosis pueden
clasificarse en tres grupos:
– Fármacos de primera elección. Son
fármacos que tienen un grado
máximo de eficacia combinado con
una toxicidad aceptable. Con ellos
pueden tratarse con éxito la gran
mayoría de los pacientes y figuran
en todas las pautas de tratamiento
inicial de la tuberculosis. Se inclu-
yen en este grupo: rifampicina,
pirazinamida, isoniazida, etambu-
tol y estreptomicina.
– Fármacos de segunda línea. Son
fármacos que, en principio, tienen
una eficacia más limitada y su balan-
ce de beneficio/riesgo es menos satis-
factorio que los de primera elección.
En todo caso, con cierta frecuencia,
es necesario recurrir a ellos por la
aparición de resistencias o por facto-
res propios del paciente. Figuran en
este grupo: etionamida, ácido para-
minosalicílico, cicloserina, amikaci-
na, capreomicina y rifabutina.
– Nuevos medicamentos utilizables en
el tratamiento de la tuberculosis. Perte-
necerían a esta categoría fármacos
ya conocidos y utilizados en el tra-
tamiento de otras enfermedades
infecciosas pero que también han
demostrado actividad frente al
Mycobacterium tuberculosis. Son medi-
camentos que, aunque en principio
puedan haber sido enfocados hacia
otras indicaciones, la aparición de
cepas multirresistentes han obliga-
do a valorar su utilización en el tra-
tamiento de la tuberculosis. En esta
categoría se podrían incluir fárma-
cos como ciprofloxacino, levofloxa-
cino, ofloxacino, moxifloxacino,
amoxicilina/clavulánico, clofazimi-
na, macrólidos, etc.
FARMACOTERAPIA
106 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002
Mycobacterium
tuberculosis da lugar
a poblaciones
heterogéneas y mutantes
por lo que el tratamiento
debe hacerse con
terapéutica combinada,
nunca un solo fármaco,
para evitar la selección
de mutantes resistentes
Mycobacterium tuberculosis da lugar a
poblaciones heterogéneas y mutantes
por lo que el tratamiento debe hacer-
se con terapéutica combinada, nunca
un solo fármaco, para evitar la selec-
ción de mutantes resistentes. La
segunda premisa es que la duración
del tratamiento debe ser lo suficien-
temente prolongada como para eli-
minar todas las poblaciones bacilares.
Si unimos estas dos premisas (uti-
lización de varios fármacos y trata-
miento prolongado) es fácil deducir
que uno de los mayores problemas
que plantean estas pautas es el
cumplimiento. En este aspecto, el
farmacéutico puede desempeñar un
papel de gran importancia.
Actualmente se admite que en
una tuberculosis inicial (pacientes
que no han tenido nunca tratamien-
to previo o que lo recibieron duran-
te menos de un mes) la pauta de
elección es la combinación de iso-
niazida, rifampicina y pirazinamida
durante los dos primeros meses.
Durante los 4 meses siguientes
deberán utilizarse isoniazida más
rifampicina. Siempre que sea posi-
ble se utilizarán las asociaciones
galénicas que existen en el mercado
para mejorar el cumplimiento.
Hasta hace no mucho tiempo se
seguía una pauta de 9 meses de dura-
ción, pero parece suficientemente
admitido que la pauta de 6 meses es
preferible debido a la creencia de que
existe una baja resistencia primaria,
así como por el mayor poder bacteri-
cida, menor tasa de resistencias
adquiridas, menor exposición a los
efectos tóxicos del tratamiento,
mejor cumplimiento y menor coste.
Evidentemente, ésta es una pauta
estándar que admite muchas varian-
tes por distintas circunstancias, pero
en la que no podemos entrar en deta-
lles. Así, por ejemplo:
– Cuando no puede utilizarse la
asociación triple por contraindica-
ción o reacciones adversas a algu-
nos de los tres fármacos, deberá
sustituirse el fármaco implicado
por etambutol.
– Cuando no pueda utilizarse
isoniazida conviene utilizar etam-
butol más pirazinamida más rifam-
picina durante 2 meses, seguidos
de etambutol más rifampicina
durante 10 meses.
– Cuando no pueda utilizarse
rifampicina conviene emplear
etambutol más pirazinamida más
isoniazida durante 2 meses, segui-
dos de etambutol más isoniazida
durante 10 meses.
– Cuando no pueda utilizarse
pirazinamida conviene utilizar
etambutol más rifampicina más
isoniazida durante 2 meses, segui-
dos de isoniazida más rifampicina
durante 7 meses.
– Cuando no puedan utilizarse
isoniazida ni rifampicina el régimen
alternativo utilizado debe mantener-
se por un período de 18-24 meses.
En enfermos sospechosos de no
cumplir el tratamiento correctamen-
te puede emplearse una pauta inter-
mitente consistente en la adminis-
tración estrechamente supervisada,
dos o tres veces por semana de los
mismos fármacos utilizados en la
pauta diaria a dosis diferentes. Esta
forma de tratamiento está especial-
mente indicada en pacientes poco
colaboradores como alcohólicos, dro-
gadictos o enfermos mentales. Todas
estas pautas deben modificarse de
acuerdo con las circunstancias perso-
nales en embarazo, lactancia, niños,
pacientes con insuficiencia renal o
hepática y pacientes con hipersensi-
bilidad a alguno de los fármacos.
Quimioprofilaxis
Puede ser primaria, que es la que
tiene por objetivo evitar la primera
infección tuberculosa en personas
con riesgo de contagio, y secunda-
ria, que es la que pretende evitar
que el infectado desarrolle la infec-
ción tuberculosa.
La isoniazida es un fármaco muy
eficaz para la prevención de la tuber-
culosis activa logrando reducir entre
un 60-98% la tasa de enfermedad
activa en pacientes con conversión
tuberculínica confirmada. Siempre
que se haya descartado la enferme-
dad, la quimioprofilaxis se realiza
una sola vez en la vida del individuo
durante 6 meses excepto en los por-
tadores del VIH en los que su dura-
ción se prolonga hasta 12 meses.
Se considera que la quimioprofila-
xis tiene una indicación absoluta en
aquellos casos en los que la probabi-
lidad de desarrollar la enfermedad
sea elevada, ya que en estos pacientes
el beneficio de instaurar la quimio-
profilaxis supera claramente a los
posibles riesgos que comporta.
Aparición de resistencias
Una característica importante a
tener en cuenta en la infección por
M. tuberculosis es su capacidad para
generar resistencias bacterianas.
Existen cuatro tipos de resistencias:
– Primaria verdadera. Mutantes
naturales, por mutaciones cromosó-
micas naturales e irreversibles sur-
gen espontáneamente en bacilos
nunca expuestos a fármacos, a partir
de un determinado número de baci-
los y es variable según el fármaco.
– Adquirida. Es una selección de
mutantes por tratamientos incorrec-
tos. Cuando se indica un tratamiento
con un solo fármaco o asociaciones de
dos fármacos a un paciente que tiene
resistencia a uno de ellos, se seleccio-
nan los bacilos resistentes por muta-
ción espontánea y pasan a constituir
una nueva población bacilar, ahora
resistente a los dos fármacos admi-
nistrados. Este tipo de resistencia es
cromosómico, definitivo e irreversi-
ble, por tanto, cualquier fármaco que
se haya administrado incorrectamen-
te queda invalidado para siempre.
FARMACOTERAPIA
108 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002
Una característica
importante a tener
en cuenta en la infección
por M. tuberculosis
es su capacidad
para generar
resistencias bacterianas
Para evitar la resistencia secundaria es necesario asegurar
siempre el uso de una correcta asociación de fármacos que
no se hayan empleado anteriormente o que, si se utiliza-
ron, haya sido en asociaciones correctas.
– Transmitida. Es una infección exógena con orga-
nismos resistentes de otros pacientes. Es especialmen-
te frecuente en pacientes VIH, poblaciones marginales
y países donde no existen programas de salud pública
en la lucha contra la tuberculosis, favoreciendo situa-
ciones de resistencia adquiridas con la posterior pro-
gramación de cepas multirresistentes.
– Resistencia inicial. De mecanismo oscuro, no muy
aclarado, parece que presentan resistencia al trata-
miento desde el comienzo.
Vacunación
La vacuna BCG, que ha sido ampliamente utilizada
desde 1921, ha contribuido de forma limitada al control
de la enfermedad principalmente por dos motivos. Pri-
mero, porque su eficacia protectora varía considerable-
mente en las diferentes regiones, pudiendo oscilar entre
un 0 y un 80%. Segundo, porque cuando es efectiva,
consigue un alto grado de protección frente a la infección
primaria, que es muy grave pero no es una forma infec-
ciosa, y en cambio, da poca o ninguna protección frente a
las formas posprimarias de la enfermedad debido a la
reactivación endógena o a la reinfección exógena respon-
sables de la transmisión.
Solamente aquellos que no han sido infectados por M.
tuberculosis deben ser vacunados, es decir, los que son
tuberculina negativos (respuesta al Mantoux de 0,4
mm), aunque los niños de 3 meses pueden ser vacuna-
dos sin necesidad de realizar el test previamente. Las
personas que han recibido vacunación con BCG deben
revacunarse sólo si son tuberculina negativos. Puesto
que la BCG es una vacuna con microorganismos vivos
puede ser causa de complicaciones en individuos inmu-
nodeprimidos, por consiguiente, no debe administrarse
a gente con infección sintomática por VIH.
Debido a los inconvenientes de la BCG, se están
haciendo esfuerzos para desarrollar vacunas alternativas,
particularmente aquellas que pudieran ser administradas
a personas infectadas a fin de prevenir la enfermedad pos-
primaria. Estos intentos son facilitados por los recientes
avances en el conocimiento de la respuesta inmunitaria y
la capacidad de clonar antígenos específicos y manipular
la estructura genética de la micobacteria. ■
■
FARMACOTERAPIA
110 OFFARM
Solamente aquellos que no han sido
infectados por M. tuberculosis deben ser
vacunados, es decir, los que
son tuberculina negativos (respuesta
al Mantoux de 0,4 mm), aunque
los niños de 3 meses pueden ser
vacunados sin necesidad de realizar
el test previamente

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  • 1. Durante toda su historia, la especie humana ha sido perió- dicamente atacada por diferentes microorganismos que han puesto en peligro su propia existencia. Aunque algunos de ellos como los agentes productores de la tubercu- losis o la malaria llevan miles de años causando millones de muertes anuales, ocasionalmente la emer- gencia o reemergencia de un microorganismo acaba ocasionando una inesperada y catastrófica pan- demia de consecuencias impredeci- bles. Eso mismo ha ocurrido en el recientemente finalizado siglo XX durante el cual a las viejas epide- mias se han sumado dos inespera- dos cataclismos sanitarios. Uno de ellos es ya remoto, la pandemia de gripe que comenzó en 1918 y que en menos de 3 años causó la muer- te de aproximadamente 25 millo- nes de personas en todo el mundo. FARMACOTERAPIA Tuberculosis. Patogenia, diagnóstico y tratamiento Con el nombre de tuberculosis se designa la enfermedad infecciosa causada por bacilos del género Mycobacterium, incluidos en el denominado complejo Mycobacterium tuberculosis (M. tuberculosis, M. bovis y M. africanum) y por otras especies de micobacterias oportunistas potencialmente patógenas para el hombre. El autor revisa la evolución histórica de la enfermedad, así como su patogenia, diagnóstico y tratamiento, con especial atención a la terapia farmacológica. 102 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002 ÁMBITO FARMACÉUTICO JOSÉ ANTONIO LOZANO Farmacéutico Comunitario. Máster en Información y Consejo en la Oficina de Farmacia.
  • 2. La otra gran pandemia del siglo XX empezó hace menos de 20 años, cuando en el verano de 1981 un hombre homosexual fue atendido en Estados Unidos por una infec- ción oportunista debida a una inmunodeficiencia grave no expli- cable con los conocimientos que se tenían hasta la fecha. Sorprende que el posteriormente identificado como virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) haya podido llegar a extenderse de tal forma por el mundo en menos de dos décadas, causando tal número de infectados, enfermos y muertos. Asombra ade- más porque no es un microorganis- mo que se transmita por vía aeróge- na o digestiva, sino sólo por la inte- rrelación humana, lo que teórica- mente debería hacer más lenta su expansión y diseminación en la comunidad. En la actualidad no existe ninguna parte del mundo que esté libre de este nuevo patóge- no, cuyos efectos devastadores aún son difíciles de predecir para el futuro. Todo ello ha llevado a acep- tar que esta terrible pandemia lle- vaba bastante más tiempo entre la especie humana, sobre todo en algunas zonas desfavorecidas del planeta como África subsahariana. En realidad, si se hubiese diseña- do un microorganismo que fuese capaz de comportarse como un auténtico amigo de Mycobacterium tuberculosis no hubiese salido tan perfecto como el VIH, capaz de atacar selectivamente matando o alterando en su función a aquellas células de nuestro sistema inmuni- tario capaces de defendernos de la agresión del bacilo de Koch. En la actualidad ya se acepta que la más vieja endemia que afecta a la huma- nidad, la producida por la tuberculosis, y la más reciente pandemia instaura- da en la especie humana, la producida por el VIH, están uniendo de tal forma sus efectos patógenos que ya son la primera causa de muerte en extensas zonas del mundo, estimán- dose que importantes regiones de los países más pobres del planeta van a quedar literalmente desiertas de población joven en las próximas déca- das por la asociación mortal de estos dos patógenos. La tuberculosis sigue siendo en el nuevo milenio la enfermedad infec- ciosa humana más importante que existe en el mundo, a pesar de los esfuerzos que se han invertido para su control en la última década. En realidad, la situación actual de la tuberculosis en el mundo es un fiel reflejo de las enormes diferencias económicas y sociales que existen entre los distintos países. Así, a pesar de su distribución universal y de su pésima situación epidemioló- gica, la gran mayoría de los países desarrollados consideran esta enfer- medad como superada y han dejado de luchar contra ella. Sin embargo, la tuberculosis es un problema glo- bal y no podrá pensarse en su erra- dicación hasta que no desaparezca de la totalidad de la tierra. Los paí- ses industrializados, que han lucha- do eficazmente contra la tuberculo- sis en las últimas décadas, han cometido el error de creer que la lucha contra esta enfermedad se acababa en los límites de sus fronte- ras y no han ayudado, en la medida que debían, a los países pobres a superar esta enfermedad. En la actualidad, con las migraciones masivas y con la facilidad que existe para realizar viajes, los países indus- trializados están pagando el duro crédito de asistir a un incremento de sus tasas de tuberculosis debido a la enfermedad que están trayendo los inmigrantes de zonas donde la tuberculosis todavía es endémica. El tratamiento de la tuberculosis y las medidas de prevención actuales contra esta enfermedad son muy efectivas y han conseguido controlar la endemia en los países ricos, pero estas medidas son caras y necesitan una estructura sanitaria costosa. Pre- cisamente su alto coste ha impedido el uso correcto en los países pobres, llegando así a perder su efectividad. Si el tratamiento de la tuberculosis no se hace correctamente, los bacilos pueden hacerse resistentes a los fár- macos utilizados. El contagio con bacilos farmacorresistentes produce una tuberculosis resistente que sólo se diagnostica cuando, después de 3- 5 meses de tratamiento, se comprue- ba que éste no ha sido efectivo. Entonces se hace preciso volver a empezar usando esta vez fármacos de mucha menos eficacia, más tóxicos y cuyo manejo necesita mucha expe- riencia por parte del médico. Esto conduce con frecuencia a que el enfermo fallezca o presente una tuberculosis crónica con capacidad de contagio para el resto de su vida. En Cataluña, desde 1988 hasta 1993, hubo un importante aumento de la incidencia de la tuberculosis a causa del sida, pero a partir de 1994 se produjo un considerable descenso. La tasa correspondiente a 2000 es de 28 casos por cada 100.000 habitan- tes. Esta tasa es una de las más altas de Europa, y sólo es superada por Grecia y Portugal. Se ha comprobado que la tubercu- losis en Cataluña está fuertemente asociada a determinados grupos de individuos con factores de riesgo asociados como enfermos de sida, drogadictos, alcohólicos, indigentes, presos e inmigrantes de países pobres. El problema de muchos de estos enfermos es que no son capaces de cumplir correctamente con el tra- tamiento por vía oral, que tiene que ser tomado durante 60 o más meses y que no permite cometer errores, ya que con relativa facilidad aparecen bacilos resistentes. Patogenia El contagio se produce habitual- mente por vía aerógena a partir de pacientes bacilíferos con lesiones pulmonares «abiertas», es decir, conectadas con el exterior por un bronquio de drenaje. Al toser se generan aerosoles de pequeñas partí- culas líquidas (gotas de Flügge), en cuyo interior se encierran uno o dos bacilos. Al evaporarse queda tan sólo VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002 OFFARM 103 FARMACOTERAPIA El contagio con bacilos farmacorresistentes produce una tuberculosis resistente que sólo se diagnostica cuando, después de 3-5 meses de tratamiento, se comprueba que éste no ha sido efectivo
  • 3. el núcleo de bacilos que permanece flotando en el medio ambiente y se desplaza con las corrientes de aire pudiendo ser aspirado por otras perso- nas. Las partículas de tamaño superior a 10 µm quedan retenidas en la barre- ra mucosa de las vías respiratorias superiores y son eliminadas por el sis- tema defensivo mucociliar, pero las de menor tamaño (entre 1 y 5 µm) tie- nen la capacidad de llegar hasta los alvéolos y desencadenan la primoin- fección. Las otras posibles vías de contagio han dejado de tener importancia epidemiológica. La transmisión digestiva por la leche de vacas enfer- mas (M. bovis) está controlada gra- cias al procedimiento de pasteuriza- ción sistemático de la leche de con- sumo. Por tanto, el único reservorio relevante de M. tuberculosis causante del mantenimiento de la pandemia es el ser humano infectado. En la mayoría de las ocasiones, los escasos bacilos que llegan hasta los alvé- olos son fagocitados y destruidos por los macrófagos. Sólo un pequeño por- centaje de las personas infectadas (aproximadamente, el 10%) llegará a desarrollar la enfermedad; la mitad de ellos tempranamente, a los pocos meses de la infección, mientras que el otro 5% necesitará de un largo inter- valo (a veces, de varias décadas) para que se produzca la reactivación endó- gena de lesiones aparentemente cura- das que albergan en su interior mico- bacterias en condiciones metabólicas adversas pero potencialmente viables. La aspiración de M. tuberculosis hasta los alvéolos desencadena una serie de respuestas tisulares e inmunológicas conocidas como primoinfección tuberculosa. En primer lugar, se produce un foco de alveolitis exudativa; los macrófagos eliminan un determinado número de micobacterias y si la invasión no ha sido masiva, muchas veces no se pasa esta fase local. Cuando la infección se propaga por las vías linfáticas intrapulmonares hasta los ganglios regionales paratraqueales o mediastínicos da lugar al llamado complejo bipolar (foco pulmonar y adenopatías). En esta fase es habi- tual que se produzcan pequeñas diseminaciones bacilares por vía hematógena a los segmentos apica- les pulmonares, riñones, hígado y huesos, que por lo general suelen controlarse localmente y que no tie- nen trascendencia clínica alguna. En las 2-10 semanas posteriores a la infección se pone en marcha una respuesta inmunológica celular desencadenada por los antígenos de la membrana y del citoplasma de las micobacterias. Los macrófagos reco- nocen y procesan dichos antígenos y los muestran a los linfocitos T para que estimulen, mediante liberación de linfocinas, la transformación de un gran número de macrófagos en células que están altamente especia- lizadas en la lucha contra las mico- bacterias (células epiteliales y gigantes de Langhans). Los linfocitos activadores de los macrófagos, las células epiteloides y las gigantes se sitúan concéntrica- mente para rodear e intentar destruir a los bacilos intrusos dando lugar al característico granuloma tuberculoso que al cabo de un tiempo se reblan- dece en su centro y deja un núcleo de necrosis caseosa. En muchos casos, este sistema defensivo controla totalmente la infección y una vez cumplido su cometido se reabsorbe dejando tan sólo una pequeña cica- triz fibrosa que, para mayor seguri- dad, acostumbra a calcificarse. En estas circunstancias es posible que la primoinfección haya sido asintomá- tica y que incluso no deje secuelas detectables en la radiografía de tórax; lo que sí queda es la memoria inmunológica que se pondrá de manifiesto con la prueba de la tuber- culina y permitirá diferenciar los individuos infectados (tuberculina- positivos) de los no infectados (tuberculinanegativos). Así pues, según el balance inicial entre el sis- tema inmunitario del huésped y las micobacterias tuberculosas, se dis- tinguen tres situaciones diferentes: – Exposición sin infección. No se objetiva respuesta inmunitaria (reacción de la tuberculina negati- va), no evidencia de enfermedad. – Infección sin enfermedad. Reac- ción positiva a la tuberculina sin evidencia de enfermedad. – Enfermedad activa. Síntomas y signos clinicorradiográficos y con- firmación bacteriológica. La tuberculosis posprimaria, también denominada secundaria o tuberculosis de tipo adulto, es la forma clinicorradiográfica más fre- cuente, aunque en general el indi- viduo no tiene constancia de la pri- moinfección previa por haber sido ésta asintomática o poco aparente. En algunos casos, sobre todo en los países con alta prevalencia de tuber- culosis, la tuberculosis posprimaria se debe a una reinfección exógena pese al relativo grado de inmunidad del sujeto infectado. No obstante, lo más común es la reinfección endógena por micobacterias latentes capaces de resistir ocultas en el interior de algu- nas células, o en pequeños focos case- osos en condiciones metabólicas adversas en un continuo equilibrio con las defensas orgánicas, que se rompe tras muchos años por altera- ciones, transitorias o persistentes, de la inmunidad. De cualquier forma, la respuesta será distinta en el individuo reinfec- tado que en el previamente sano como ya puso de manifiesto Koch con un clásico experimento: si se inocula a un cobaya sano bacilos tuberculosos por vía subcutánea, se FARMACOTERAPIA 104 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002 La aspiración de M. tuberculosis hasta los alvéolos desencadena una serie de respuestas tisulares e inmunológicas conocidas como primoinfección tuberculosa
  • 4. forma en el punto de inoculación un absceso que posteriormente se ulce- ra, se infartan los ganglios linfáticos regionales y al cabo de pocas sema- nas el animal muere por disemina- ción generalizada de la tuberculosis. Si esta misma experiencia se realiza en un animal ya previamente tuber- culizado, en lugar de una úlcera se forma una escara que cicatriza, no aparecen adenopatías y el animal no muere; es decir, que si sobrevive a la primera infección es capaz de pre- sentar un cierto grado de resistencia frente a posteriores agresiones, lo que le permite, al menos, localizar la enfermedad e impedir su disemi- nación. Esto explica, en gran parte, las diferentes características de la primoinfección y de la tuberculosis posprimaria en el hombre. Diagnóstico A menudo, la primera sospecha de tuberculosis se basa en hallazgos radiológicos. Es más común la lesión apical; en una fase temprana de la reinfección es característica una densidad moteada. Sin embar- go, todo infiltrado inexplicado en cualquier zona del pulmón puede deberse a tuberculosis. La rarefac- ción indica el inicio de la licuefac- ción y la cavitación. Las tomografí- as ayudan a visualizar las cavidades. La identificación microscópica de bacilos ácidorresistentes es una buena evidencia de presunción, pero no excluye otras enfermedades por micobacterias. La demostración histológica de la formación de tubérculos en el pulmón o en otro tejido también es motivo de pre- sunción por idénticas razones. La biopsia transbronquial por endos- copia suele facilitar el diagnóstico provisional cuando el esputo es negativo; sin embargo, una biopsia negativa no excluye el diagnóstico. El diagnóstico definitivo requiere la identificación de M. tuberculosis o de M. bovis por cultivo. Puesto que M. tuberculosis tiene un crecimiento lento, es posible que no se obtengan resultados hasta después de 3-6 semanas. La mejor fuente consiste en la recogida del esputo por la maña- na. Como alternativa puede obtener- se el esputo tragado durante la noche por medio de aspiración gás- trica inmediatamente después de que el paciente se despierte y antes de que se levante. La muestra debe colocarse en un medio que contenga distintas concentraciones de isonia- cida, estreptomicina y, si es posible, otros antituberculosos para el estu- dio inicial de la sensibilidad. Un grado elevado de resistencia a la iso- niacida, junto a la capacidad de for- mar catalasa, suele ser la primera evidencia de que la infección se debe a otras especies de micobacterias. La prueba de la tuberculina es otro método que supone una impor- tante ayuda diagnóstica. El produc- to estándar para la prueba, el deriva- do proteico purificado (PPD), se estabiliza al incluir un detergente polisorbato en el diluyente. La tuberculina de baja potencia (una unidad de tuberculina o UT) es útil cuando se supone un alto grado de hipersensibilidad como en los niños pequeños. La mayoría de los datos epidemiológicos se basan en 5 UT (potencia intermedia). El PPD de alta potencia tiene 250 UT. El antí- geno puede aplicarse mediante esca- rificación (Pirquet) y por método de punción múltiple y de Heaf, pero el procedimiento más satisfactorio es la administración intradérmica cui- dadosa (prueba de Mantoux). Una induración palpable (no eritema) superior a 10 mm 48 horas después de la administración de 5 UT con la técnica de Mantoux es diagnóstica de infección tuberculosa, aunque no necesariamente de tuberculosis acti- va. Una reacción menor (5 a 9 mm de induración) se considera dudosa y puede deberse a la infección por otras micobacterias. Muchos pacien- tes con tuberculosis activa no reac- cionan a 5 UT, mientras que algunos enfermos gravemente afectos con tuberculosis demostrada, inicialmen- te no reacciona a 250 UT; en general, la prueba se positiviza con la mejoría clínica. Por tanto, una prueba de tuberculina negativa no excluye el diagnóstico de tuberculosis. Tratamiento Los fármacos utilizados en el trata- miento de la tuberculosis pueden clasificarse en tres grupos: – Fármacos de primera elección. Son fármacos que tienen un grado máximo de eficacia combinado con una toxicidad aceptable. Con ellos pueden tratarse con éxito la gran mayoría de los pacientes y figuran en todas las pautas de tratamiento inicial de la tuberculosis. Se inclu- yen en este grupo: rifampicina, pirazinamida, isoniazida, etambu- tol y estreptomicina. – Fármacos de segunda línea. Son fármacos que, en principio, tienen una eficacia más limitada y su balan- ce de beneficio/riesgo es menos satis- factorio que los de primera elección. En todo caso, con cierta frecuencia, es necesario recurrir a ellos por la aparición de resistencias o por facto- res propios del paciente. Figuran en este grupo: etionamida, ácido para- minosalicílico, cicloserina, amikaci- na, capreomicina y rifabutina. – Nuevos medicamentos utilizables en el tratamiento de la tuberculosis. Perte- necerían a esta categoría fármacos ya conocidos y utilizados en el tra- tamiento de otras enfermedades infecciosas pero que también han demostrado actividad frente al Mycobacterium tuberculosis. Son medi- camentos que, aunque en principio puedan haber sido enfocados hacia otras indicaciones, la aparición de cepas multirresistentes han obliga- do a valorar su utilización en el tra- tamiento de la tuberculosis. En esta categoría se podrían incluir fárma- cos como ciprofloxacino, levofloxa- cino, ofloxacino, moxifloxacino, amoxicilina/clavulánico, clofazimi- na, macrólidos, etc. FARMACOTERAPIA 106 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002 Mycobacterium tuberculosis da lugar a poblaciones heterogéneas y mutantes por lo que el tratamiento debe hacerse con terapéutica combinada, nunca un solo fármaco, para evitar la selección de mutantes resistentes
  • 5. Mycobacterium tuberculosis da lugar a poblaciones heterogéneas y mutantes por lo que el tratamiento debe hacer- se con terapéutica combinada, nunca un solo fármaco, para evitar la selec- ción de mutantes resistentes. La segunda premisa es que la duración del tratamiento debe ser lo suficien- temente prolongada como para eli- minar todas las poblaciones bacilares. Si unimos estas dos premisas (uti- lización de varios fármacos y trata- miento prolongado) es fácil deducir que uno de los mayores problemas que plantean estas pautas es el cumplimiento. En este aspecto, el farmacéutico puede desempeñar un papel de gran importancia. Actualmente se admite que en una tuberculosis inicial (pacientes que no han tenido nunca tratamien- to previo o que lo recibieron duran- te menos de un mes) la pauta de elección es la combinación de iso- niazida, rifampicina y pirazinamida durante los dos primeros meses. Durante los 4 meses siguientes deberán utilizarse isoniazida más rifampicina. Siempre que sea posi- ble se utilizarán las asociaciones galénicas que existen en el mercado para mejorar el cumplimiento. Hasta hace no mucho tiempo se seguía una pauta de 9 meses de dura- ción, pero parece suficientemente admitido que la pauta de 6 meses es preferible debido a la creencia de que existe una baja resistencia primaria, así como por el mayor poder bacteri- cida, menor tasa de resistencias adquiridas, menor exposición a los efectos tóxicos del tratamiento, mejor cumplimiento y menor coste. Evidentemente, ésta es una pauta estándar que admite muchas varian- tes por distintas circunstancias, pero en la que no podemos entrar en deta- lles. Así, por ejemplo: – Cuando no puede utilizarse la asociación triple por contraindica- ción o reacciones adversas a algu- nos de los tres fármacos, deberá sustituirse el fármaco implicado por etambutol. – Cuando no pueda utilizarse isoniazida conviene utilizar etam- butol más pirazinamida más rifam- picina durante 2 meses, seguidos de etambutol más rifampicina durante 10 meses. – Cuando no pueda utilizarse rifampicina conviene emplear etambutol más pirazinamida más isoniazida durante 2 meses, segui- dos de etambutol más isoniazida durante 10 meses. – Cuando no pueda utilizarse pirazinamida conviene utilizar etambutol más rifampicina más isoniazida durante 2 meses, segui- dos de isoniazida más rifampicina durante 7 meses. – Cuando no puedan utilizarse isoniazida ni rifampicina el régimen alternativo utilizado debe mantener- se por un período de 18-24 meses. En enfermos sospechosos de no cumplir el tratamiento correctamen- te puede emplearse una pauta inter- mitente consistente en la adminis- tración estrechamente supervisada, dos o tres veces por semana de los mismos fármacos utilizados en la pauta diaria a dosis diferentes. Esta forma de tratamiento está especial- mente indicada en pacientes poco colaboradores como alcohólicos, dro- gadictos o enfermos mentales. Todas estas pautas deben modificarse de acuerdo con las circunstancias perso- nales en embarazo, lactancia, niños, pacientes con insuficiencia renal o hepática y pacientes con hipersensi- bilidad a alguno de los fármacos. Quimioprofilaxis Puede ser primaria, que es la que tiene por objetivo evitar la primera infección tuberculosa en personas con riesgo de contagio, y secunda- ria, que es la que pretende evitar que el infectado desarrolle la infec- ción tuberculosa. La isoniazida es un fármaco muy eficaz para la prevención de la tuber- culosis activa logrando reducir entre un 60-98% la tasa de enfermedad activa en pacientes con conversión tuberculínica confirmada. Siempre que se haya descartado la enferme- dad, la quimioprofilaxis se realiza una sola vez en la vida del individuo durante 6 meses excepto en los por- tadores del VIH en los que su dura- ción se prolonga hasta 12 meses. Se considera que la quimioprofila- xis tiene una indicación absoluta en aquellos casos en los que la probabi- lidad de desarrollar la enfermedad sea elevada, ya que en estos pacientes el beneficio de instaurar la quimio- profilaxis supera claramente a los posibles riesgos que comporta. Aparición de resistencias Una característica importante a tener en cuenta en la infección por M. tuberculosis es su capacidad para generar resistencias bacterianas. Existen cuatro tipos de resistencias: – Primaria verdadera. Mutantes naturales, por mutaciones cromosó- micas naturales e irreversibles sur- gen espontáneamente en bacilos nunca expuestos a fármacos, a partir de un determinado número de baci- los y es variable según el fármaco. – Adquirida. Es una selección de mutantes por tratamientos incorrec- tos. Cuando se indica un tratamiento con un solo fármaco o asociaciones de dos fármacos a un paciente que tiene resistencia a uno de ellos, se seleccio- nan los bacilos resistentes por muta- ción espontánea y pasan a constituir una nueva población bacilar, ahora resistente a los dos fármacos admi- nistrados. Este tipo de resistencia es cromosómico, definitivo e irreversi- ble, por tanto, cualquier fármaco que se haya administrado incorrectamen- te queda invalidado para siempre. FARMACOTERAPIA 108 OFFARM VOL 21 NÚM 8 SEPTIEMBRE 2002 Una característica importante a tener en cuenta en la infección por M. tuberculosis es su capacidad para generar resistencias bacterianas
  • 6. Para evitar la resistencia secundaria es necesario asegurar siempre el uso de una correcta asociación de fármacos que no se hayan empleado anteriormente o que, si se utiliza- ron, haya sido en asociaciones correctas. – Transmitida. Es una infección exógena con orga- nismos resistentes de otros pacientes. Es especialmen- te frecuente en pacientes VIH, poblaciones marginales y países donde no existen programas de salud pública en la lucha contra la tuberculosis, favoreciendo situa- ciones de resistencia adquiridas con la posterior pro- gramación de cepas multirresistentes. – Resistencia inicial. De mecanismo oscuro, no muy aclarado, parece que presentan resistencia al trata- miento desde el comienzo. Vacunación La vacuna BCG, que ha sido ampliamente utilizada desde 1921, ha contribuido de forma limitada al control de la enfermedad principalmente por dos motivos. Pri- mero, porque su eficacia protectora varía considerable- mente en las diferentes regiones, pudiendo oscilar entre un 0 y un 80%. Segundo, porque cuando es efectiva, consigue un alto grado de protección frente a la infección primaria, que es muy grave pero no es una forma infec- ciosa, y en cambio, da poca o ninguna protección frente a las formas posprimarias de la enfermedad debido a la reactivación endógena o a la reinfección exógena respon- sables de la transmisión. Solamente aquellos que no han sido infectados por M. tuberculosis deben ser vacunados, es decir, los que son tuberculina negativos (respuesta al Mantoux de 0,4 mm), aunque los niños de 3 meses pueden ser vacuna- dos sin necesidad de realizar el test previamente. Las personas que han recibido vacunación con BCG deben revacunarse sólo si son tuberculina negativos. Puesto que la BCG es una vacuna con microorganismos vivos puede ser causa de complicaciones en individuos inmu- nodeprimidos, por consiguiente, no debe administrarse a gente con infección sintomática por VIH. Debido a los inconvenientes de la BCG, se están haciendo esfuerzos para desarrollar vacunas alternativas, particularmente aquellas que pudieran ser administradas a personas infectadas a fin de prevenir la enfermedad pos- primaria. Estos intentos son facilitados por los recientes avances en el conocimiento de la respuesta inmunitaria y la capacidad de clonar antígenos específicos y manipular la estructura genética de la micobacteria. ■ ■ FARMACOTERAPIA 110 OFFARM Solamente aquellos que no han sido infectados por M. tuberculosis deben ser vacunados, es decir, los que son tuberculina negativos (respuesta al Mantoux de 0,4 mm), aunque los niños de 3 meses pueden ser vacunados sin necesidad de realizar el test previamente