Este documento discute cómo las marcas pueden encontrar su dimensión social en la era de Internet. Señala que Internet descentralizó el poder de comunicación y puso a las personas en el centro, obligando a las marcas a adaptarse. Aunque las marcas carecen de esencia humana y no pueden conversar por sí mismas, deben definir su voz, entender en qué pueden aportar a las conversaciones más allá de sus productos, y construir una presencia social para interactuar con personas reales en lugar de competir solo con otras marcas.