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10 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
Michael Pirson
Investigador en el Hauser Center for Nonprofit
Organizations de la John F. Kennedy School of Government
de Harvard y profesor en la Harvard Extension School.
Deepak Malhotra
Profesor asociado de Administración de Empresas en la
Harvard Business School y coautor de Negotiation Genius.
Algunas ideas no convencionales
para gestionar la confianza
de los ‘stakeholders’
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
ENERO 2009 11
En los últimos tiempos, las iniciativas para conse-
guir y mantener la confianza de las diferentes par-
tes con intereses en la empresa, los llamados stakehol-
ders (clientes, empleados, proveedores e inversores), se
han convertido en muchas empresas en una prioridad
para la alta dirección. Se habla constantemente de pro-
gramas de transparencia, de políticas de puertas abier-
tas, de evaluaciones de 360 grados, de programas de re-
tención de clientes, de retirada voluntaria de productos,
de iniciativas para fomentar la responsabilidad social de
la empresa, de replanteamiento de la idea del cliente co-
mo socio, etc., entre otras iniciativas para crear confian-
za. El problema, sin embargo, es que la mayoría de las
empresas no saben gestionar de manera eficiente la con-
fianza de estos interesados. De hecho, nuestras investi-
gaciones indican que gran parte de las iniciativas de
creación de confianza en las que las empresas invierten
son de dudoso valor, mientras que otras, en realidad,
puede que la estén destruyendo.
La gestión de la confianza de las partes interesadas
es difícil, entre otras razones, porque existen muchos
grupos diferentes de interesados, cada uno de ellos con
sus necesidades y perspectivas particulares. Dicho de
otra manera, la confianza es multidimensional y no
siempre está claro en qué dimensión es necesario cen-
trarse. Por ejemplo, un empleado puede confiar en su
supervisor porque cree que éste tiene un interés genui-
no por su bienestar, porque cree que es un jefe muy
competente o por ambas razones. El jefe, a su vez, pue-
de confiar en el empleado porque percibe que sus valo-
res concuerdan con los suyos, porque puede contar con
él a la hora de sacar el trabajo adelante de forma eficien-
te o por ambas razones. Otro ejemplo, en un contexto
diferente: una comunidad de inversores puede confiar
en una empresa porque los altos directivos transmiten
integridad, porque poseen extraordinarias habilidades
directivas, porque han tomado medidas para aumentar
la transparencia o por alguna otra razón totalmente di-
ferente. Y, así, suma y sigue.
Por tanto, ¿en qué dimensión de la confianza deben
centrarse las empresas? O, mejor dicho, ¿qué es más
importante para construir confianza: contar con una re-
putación de benevolencia y buen corazón o con una de
integridad e imparcialidad? ¿Qué es más decisiva: la
competencia en la gestión o la competencia técnica?
¿Cuándo es importante la concordancia de valores?
¿Hasta qué punto merecen la pena las iniciativas dirigi-
das a aumentar la transparencia?
Con el fin de dar respuesta a estas preguntas, lleva-
mos a cabo, en cuatro organizaciones diferentes, un es-
tudio de la confianza de las partes interesadas (véase el
cuadro 1). La investigación analizó la relevancia, en ca-
so de haberla, que diversos factores (benevolencia, inte-
gridad, competencia en la gestión, competencia técnica,
transparencia y concordancia de valores) tienen para las
diferentes partes (clientes, proveedores, profesionales e
inversores). En esencia, investigamos qué es lo que im-
porta y a quién le importa.
Muchas organizaciones invierten cantidades considerables de tiempo y energía
intentando conseguir la confianza de sus clientes, empleados, proveedores
e inversores. ¿Por qué algunos de estos esfuerzos están condenados al fracaso?
La gestión de la confianza
de las partes interesadas
es difícil, entre otras razones,
porque existen muchos grupos
diferentes de interesados,
cada uno de ellos con sus
necesidades y perspectivas
particulares
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
12 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
Algunos de los resultados eran esperables. Los clien-
tes, por ejemplo, afirmaron que el grado de competen-
cia técnica de una empresa influía decisivamente en su
grado de confianza en ella. Otros resultados fueron sor-
prendentes, mientras que unos pocos resultaban inclu-
so contraintuitivos, lo cual nos permitió llegar a varias
conclusiones: la transparencia está sobrevalorada; la in-
tegridad no es suficiente; contar con la competencia ade-
cuada sí importa; la creación de confianza con un gru-
po puede destruir la confianza de otro grupo; y la con-
cordancia de valores importa en todos los grupos (véase
el cuadro 2). Si se analiza detenidamente cada una de
estas ideas, se pueden obtener lecciones de gran utili-
dad para las empresas que buscan crear y mantener re-
laciones de confianza con sus stakeholders.
La transparencia sobrevalorada
La quiebra de Enron en el año 2001, junto con los
otros muchos escándalos corporativos que se produ-
jeron en Estados Unidos por esa época, contribuyó a
que se creara un clima general de desconfianza en los
grandes negocios. La mayoría de los observadores, in-
cluidos muchos cargos reguladores, enseguida llega-
ron a la conclusión de que el problema estaba en la
falta de transparencia. En consecuencia, muchos de
los remedios propuestos se centraron en aumentar la
disponibilidad de información para las partes más vul-
nerables. Así, la ley Sarbanes-Oxley obliga a las em-
presas a mejorar los procesos de presentación de cuen-
tas; la Regulation Fair Disclosure de la SEC acaba con
12 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
CUADRO 1
Acerca de la investigación
Nuestro estudio sobre la confianza de las partes intere-
sadas se ha centrado en cuatro categorías principales de
grupos: clientes, empleados, proveedores e inversores
(definimos confianza como la disposición psicológica de
una parte a ser vulnerable a las acciones de otro individuo
u organización basándose en una expectativa positiva con
respecto a la motivación y/o comportamiento de la otra
parte). Para facilitar el análisis, desarrollamos un marco
que diferencia dos dimensiones en los stakeholders. La pri-
mera dimensión mide la intensidad de la relación, según
su duración y su frecuencia. La segunda considera si esa
parte interesada está dentro o fuera de la organización.
Las dos dimensiones, intensidad y situación, dan lu-
gar a cuatro arquetipos de stakeholders (véase el cuadro 3).
Hay que señalar que los diferentes grupos de partes in-
teresadas no tienen por qué encajar a la perfección con
alguno de los cuatro arquetipos. Por ejemplo, la relación
de una parte con una empresa puede ser de intensidad
“moderada” (en lugar de ser de intensidad “alta” o “baja”)
y puede haber partes con múltiples afiliaciones (por ejem-
plo, se puede ser empleado y, al mismo tiempo, cliente).
Por tanto, las subdivisiones de las partes interesadas de-
ben entenderse como un “mapa” general y no como una
clasificación estricta. Como ejemplo de la forma en la que
el modelo refleja la realidad, cada grupo puede asociarse
con uno de los arquetipos: clientes (alta intensidad, ex-
terna) proveedores (baja intensidad, externa), empleados
(alta intensidad, interna) o inversores (baja intensidad,
interna).
Analizamos la confianza en las cuatro categorías en
cuatro organizaciones con diferentes estructuras: una fá-
brica de pequeño-mediano tamaño situada en Suiza, una
gran empresa alemana de logística, una sucursal en Eu-
ropa Occidental de una consultoría internacional y una
universidad pública de Suiza. Nos centramos en la impor-
tancia que las diferentes partes concedían a seis factores:
integridad, competencia en la gestión, competencia téc-
nica, benevolencia, transparencia e identificación (o con-
cordancia de valores).
Casi 1.300 personas –empleados, clientes, inversores
y proveedores– de las cuatro organizaciones participaron
en el estudio. A quienes indicaron tener más de tres años
de contacto con la empresa y más de cien interacciones
se les asignó a la categoría de partes con gran intensidad
de relación. Las partes con menos de cien interacciones
y menos de tres años de contacto fueron consideradas
partes con una relación de baja intensidad. Además, por
definición, los empleados y los inversores fueron clasifica-
dos como parte interna, y los clientes y los proveedores,
como parte externa (los inversores fueron clasificados
como parte interna porque son, de hecho, dueños de la
organización).
A partir de nuestros datos pudimos determinar qué fac-
tores eran importantes para cada grupo (véase el cuadro 4).
Por ejemplo, descubrimos que quienes se encuentran en
una relación de baja intensidad con la empresa no basan
su confianza en la benevolencia (la preocupación de una
organización por la parte interesada, según la perciba és-
ta), mientras que las personas que tienen una relación
de alta intensidad con la empresa sí basan gran parte de
su confianza en la benevolencia. La integridad resultó ser
significativamente más relevante para las personas con
una relación de baja intensidad que para las que tenían
una de alta intensidad. Algunos resultados fueron sorpren-
dentes y unos pocos, contraintuitivos. Esos resultados son
analizados con detalle en el artículo.
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
ENERO 2009 13
la divulgación selectiva de información a analistas y
accionistas influyentes; y los códigos de gobierno cor-
porativo exigen la publicación de los paquetes retribu-
tivos de los directivos. Se supone que estas soluciones
aumentan la transparencia y dificultan el que los di-
rectivos se impliquen en actividades ilícitas. De ser
así, dichas soluciones cumplen una función muy im-
portante.
Nuestras investigaciones muestran, sin embargo, que
la transparencia parece tener una relevancia limitada a
la hora de crear confianza en los interesados. Es decir,
el hecho de que las empresas revelen o no información
apenas afecta a la percepción que se tenga de ellas co-
mo empresas fiables. De hecho, de los varios factores
que analizamos, la transparencia fue el único que no in-
fluía en la confianza de ninguno de los stakeholders. ¿Có-
mo se puede explicar esto?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la re-
velación forzada de información puede, en realidad, re-
ducir la calidad de lo que se revela. Aunque las leyes que
regulan la justa distribución de la información garanti-
zan que todos los inversores reciban la misma informa-
ción al mismo tiempo, está comprobado que la calidad
de ésta se ha visto reducida desde que la Regulation Fair
Disclosure entró en vigor. Algunos observadores de Wall
Street se quejan de que las empresas que antes compar-
tían sin problemas información delicada (al menos a un
subconjunto de las partes interesadas) ahora retrasan o
evitan dar información importante. Además, diferentes
estudios demuestran que las preocupaciones de los di-
rectivos por sus carreras profesionales pueden dar lugar
a incentivos equivocados cuando se trata de divulgar in-
formación financiera. Es posible que los directivos se
centren más en gestionar las cifras visibles (el precio de
CUADRO 2
La verdad sobre la confianza de los ‘stakeholders’
Para mejorar la confianza de las partes En realidad, la transparencia puede reducir la confianza dependiendo
interesadas, las empresas tienen que de aquello que se desvele. La transparencia en cuanto
conseguir que sus operaciones a las retribuciones de los directivos, por ejemplo, puede minar
sean más transparentes. la confianza con gran facilidad a menos que las retribuciones dejen
ver la existencia de una relación directa entre la retribución
y el rendimiento.
La integridad es determinante La integridad es importante, pero las partes que interactúan con la
para crear confianza. empresa asiduamente (muchos empleados y clientes, por ejemplo)
también deben tener la sensación de que la organización se preocupa
por su bienestar. Incluso las empresas éticas y con buenas intenciones
pueden estar destruyendo la confianza si dan la impresión de ser
justas, pero insensibles.
Para generar confianza, las empresas Nadie se fía de los incompetentes, pero no todo el mundo exige
deben demostrar constantemente el mismo tipo de pericia. Los empleados y los inversores buscan
su competencia en lo que hacen. principalmente competencia en la gestión, mientras que los clientes
y los proveedores están más interesados en la competencia técnica.
Cuando la confianza está en peligro, Los directores han de determinar en primer lugar cuáles son las partes
la empresa ha de actuar con rapidez afectadas. Sólo entonces podrán adoptar un enfoque equilibrado
para solventar el problema con el grupo para gestionar la confianza que tenga en cuenta las preocupaciones
de interés cuya confianza se ha visto e intereses de las diferentes partes. De lo contrario, aunque
afectada. se solucione un problema, se puede estar exacerbando otro.
El deseo de identificarse con los valores La identificación (o concordancia de valores) es importante para
de una empresa es un factor importante todas las partes interesadas; es decir, no sólo los profesionales
para la creación de confianza sólo y los clientes, sino también los proveedores, los inversores y otras
en el caso de los empleados, los clientes partes con intereses en una empresa desean relacionarse
fijos y otras partes que tengan con organizaciones con las que se puedan identificar y en las que
una relación cercana con la empresa. encuentren una concordancia de valores.
Idea convencional Realidad
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
14 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
las acciones, la cuota de mercado, etc.) que en gestionar
las iniciativas estratégicas, las cuales sirven para mejo-
rar las perspectivas de supervivencia y rentabilidad de
la empresa a largo plazo, pero no obtienen recompensa
a corto.
En segundo lugar, si se revela o no información pue-
de que no sea tan importante como el tipo de informa-
ción que se revela. Por ejemplo, la transparencia en lo
que se refiere a las retribuciones de los directivos pue-
de servir de muy poco para crear confianza si lo único
que hace es sacar a la luz las enormes diferencias exis-
tentes entre los ingresos de quienes están en primera
línea y los de quienes dirigen desde sus despachos. Las
percepciones de justicia son fundamentales a la hora de
crear confianza dentro de una organización, y los pa-
quetes retributivos excesivamente abultados no ayudan
a que los empleados se identifiquen con la dirección.
Sobre todo si no existe una relación clara entre las retri-
buciones de los directivos y su rendimiento, las percep-
ciones de justicia se ven perjudicadas y la confianza dis-
minuye. En estos casos, los esfuerzos por crear confian-
za por medio de la transparencia pueden producir el re-
sultado opuesto al deseado.
Por último, existen datos científicos que indican que
la divulgación de información, lejos de ser un remedio,
puede, de hecho, amplificar el problema que se supone
que debería atajar. En un interesante experimento lle-
vado a cabo a raíz de los escándalos financieros de los
últimos tiempos, los participantes que desempeñaban
el papel de “asesores” debían hacer creer a sus “clientes”
que tenían intereses personales en sobrevalorar un bien
concreto. En teoría, la revelación de un posible conflic-
to de intereses tendría que dar lugar a una relación más
honesta y, en último término, de mayor confianza. Sin
embargo, ¿qué fue lo que realmente pasó? Los asesores
a los que se había encomendado la tarea de desvelar sus
preferencias personales se sentían más a gusto si exa-
geraban la información antes los “clientes”. Al fin y al
cabo, como ellos mismos decían, “ya he confesado que
no soy parcial”. Y, lo que es peor, la percepción de los
clientes era que estos asesores eran más fiables precisa-
mente porque les habían confiado su conflicto de inte-
reses. Dicho de otra manera, los asesores habrían sido
más honestos –y los clientes habrían tenido más cuida-
do– si no hubiera habido revelación alguna.
Un ejemplo real de la ausencia de relación entre
transparencia y confianza se puede encontrar en el ca-
so de Porsche. Desde que, en el año 2001, la bolsa ale-
mana introdujera los nuevos criterios para la presenta-
ción de información financiera, Porsche se ha negado a
entregar los informes cuatrimestrales que la nueva nor-
mativa exige. La empresa ha alegado que éstos pueden
resultar engañosos dado el carácter cíclico de sus nego-
cios y ha criticado a la bolsa alemana por dar más im-
portancia a las reglas formales que a la calidad de la in-
formación. Como castigo, la empresa ha sido excluida
del índice Midcap y se ha tenido que enfrentar a ame-
nazas que pretendían retirarla de la cotización. La em-
presa, no obstante, sigue negándose a cumplir la nor-
mativa y continúa publicando solamente sus informes
semestrales y anuales.
¿Cuál ha sido el resultado de este pulso? Tras su ex-
clusión del índice Midcap, la cotización de las acciones
de Porsche se desplomó un 40% en seis semanas. A par-
tir de ahí se produjo un rebote y en cuatro meses recu-
peró los valores previos a la exclusión. Desde entonces
Porsche ha ido avanzando hacia nuevos récords todos
los años. No sólo los inversores mantienen su confianza
en la empresa, sino también los empleados potenciales:
Porsche continúa siendo una de las empresas europeas
preferidas por quienes buscan empleo (según un estu-
dio, es la favorita de los ingenieros recién graduados).
Otras partes con intereses en la empresa son de la mis-
ma opinión. El público sigue considerando Porsche uno
de los negocios con mejor reputación de Alemania y
clientes de todo el mundo han premiado a la empresa
con unos beneficios que no dejan de crecer, precisamen-
te en una época en la que muchos otros fabricantes de
coches han visto reducidos sus beneficios.
La integridad no es suficiente
No es de extrañar que las percepciones de honestidad e
integridad sean determinantes para todos los stakehol-
ders. Sin embargo, para quienes tratan con una organi-
zación constantemente, la integridad no es suficiente.
Los grupos que tienen una gran implicación con la em-
presa también deben tener la sensación de que ésta se
preocupa por su bienestar. En otras palabras, la benevo-
lencia con las personas individuales es un aspecto cla-
ve. La buena reputación y la honradez no bastan.
Los grupos que tienen
una gran implicación
con la empresa también deben
tener la sensación de que ésta
se preocupa por su bienestar
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
ENERO 2009 15
Las retiradas de productos son un buen ejemplo de
ello. Sólo en el año 2007 cientos de productos fueron
retirados de la venta por razones que iban desde la pre-
sencia de bacterias de la salmonela en las espinacas has-
ta la explosión de las baterías en los ordenadores portá-
tiles. Las empresas que retiran los productos defectuo-
sos a tiempo y de forma proactiva tienen más posibili-
dades de ser percibidas como más íntegras que aquéllas
que niegan la existencia del problema o hacen caso omi-
so de él hasta que no tienen más remedio que afrontar-
lo por la presión social o gubernamental. No obstante,
incluso algunas empresas que gozan de una imagen de
gran integridad y que retiran productos voluntariamen-
te pueden ver dañada irremediablemente la confianza
del consumidor, mientras que otras pueden salir airo-
sas de la situación o, incluso, reforzar la confianza de sus
consumidores. La diferencia está en el grado en el que
la empresa es capaz de demostrar su preocupación por
el bienestar de los consumidores individuales.
El caso de Coca-Cola en Europa es un buen ejemplo.
A principios de junio de 1999, más de 240 personas en
Bélgica y Francia se quejaron de problemas intestinales
tras beber este refresco, lo cual llevó al Gobierno belga
a prohibir su consumo durante diez días. Aunque no
había pruebas concluyentes de que la Coca-Cola fuera
la culpable de las molestias digestivas, la empresa deci-
dió retirar sus bebidas de cinco países europeos: 17 mi-
llones de cajas en total, la mayor retirada de la historia
de la empresa. Su consejero delegado, M. Douglas Ives-
ter, declaró públicamente que la prioridad absoluta de
la empresa era garantizar la calidad de sus productos.
Afirmó que “durante 113 años, nuestro éxito ha estado
basado en la confianza que nuestros consumidores tie-
nen en esa calidad, y esa confianza es sagrada para no-
sotros”.
Coca-Cola se disculpó enseguida, asumió su respon-
sabilidad y apuntó a dos problemas de control de cali-
dad como posibles causas (impurezas en el dióxido de
carbono y palés de madera contaminados). Aunque más
tarde se supo que sus productos no habían sido los cau-
santes de los problemas de salud, la empresa había de-
mostrado de forma activa –no sólo con palabras, sino
también con hechos– su preocupación por los consu-
midores, ofreciéndose a pagar los gastos sanitarios de
quienes se hubieran visto afectados por el incidente. Es
más, como gesto de buena voluntad, también ofreció
productos gratis a todos y cada uno de los 4,4 millones
de hogares de Bélgica. Menos de dos meses después de
que comenzara todo, las encuestas revelaban que los
principales consumidores de productos de Coca-Cola
seguían teniendo las mismas intenciones de compra
que antes de la crisis. Tres años más tarde, las ventas en
Bélgica iban mejor que nunca.
Esta experiencia en Europa contrasta con otro inciden-
te de Coca-Cola en la India. En agosto de 2003, un infor-
me del Centre for Science and Environment (CSE), un
grupo para la defensa del medio ambiente con sede en
Nueva Delhi, afirmaba que Coca-Cola y otros fabricantes
de refrescos estaban vendiendo bebidas con altos grados
de pesticidas. En este caso, Coca-Cola decidió abordar el
problema de otra forma. Junto con otros productores de
refrescos, Coca-Cola se apresuró a desmentir las acusa-
ciones del CSE, hizo públicos sus propios datos, acusó
al centro de atacarla para perseguir sus propios intereses
y anunció que iniciaría acciones legales contra él.
Es posible que estas medidas sirvieran para reforzar
las percepciones de integridad de Coca-Cola, pero po-
nían de manifiesto una absoluta falta de preocupación
por el bienestar de los consumidores individuales. Co-
mo consecuencia de ello, las ventas cayeron entre un
30% y un 40% en sólo dos semanas y las ventas anua-
les se redujeron el 15% en el año 2003 (frente a tasas de
crecimiento de entre el 25% y el 30% en años anterio-
res). Es más, incluso después de que el ministro de Sa-
nidad de la India pusiera en tela de juicio la validez de
los métodos utilizados por el CSE y de que Coca-Cola
quedara eximida de toda responsabilidad tras pruebas
realizadas en laboratorios tanto oficiales como indepen-
dientes, la empresa aún sufría las consecuencias de la
pérdida de confianza de los consumidores. En el año
2006, los informes hablaban de un volumen de ventas
que continuaba cayendo y de pérdidas que superaban
con mucho las inversiones realizadas.
Otras empresas también han aprendido la importan-
cia de demostrar preocupación por el bienestar de sus
clientes. En julio de 2007, Apple introdujo el iPhone,
un producto que había despertado una gran expectación
y al que puso un precio de 599 dólares. Sin embargo,
tan sólo dos meses después –antes de lo que nadie hu-
biera esperado– el precio se redujo a 399 dólares. La
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
16 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
gente que había comprado ya el producto se sintió trai-
cionada y envío e-mails a Apple en los que mostraba su
enfado. Como respuesta, el consejero delegado Steve
Jobs escribió una carta abierta a sus clientes. En esa car-
ta defendía, en primer lugar, la reducción de precio co-
mo el paso estratégico más conveniente para Apple y
justificaba esta decisión afirmando que era una prácti-
ca común en el sector tecnológico, es decir, que Apple
no había actuado de modo inmoral.
No obstante, a continuación Jobs reconocía que Apple
tenía que “hacer algo para cuidar a nuestros primeros
consumidores del iPhone. Nuestros primeros clientes
nos dieron su voto de confianza y en momentos como
éstos debemos estar a la altura y corresponder a esa con-
fianza”. Así, ofreció un bono de cien dólares para ser
utilizado en productos Apple a cualquier persona que
hubiera adquirido el iPod al precio más elevado. Con
ello consiguió mantener la sensación de confianza en-
tre los seguidores y clientes más fieles. Sin ese gesto de
benevolencia, Apple podría haber tenido que hacer fren-
te a una enorme revuelta entre sus usuarios.
Contar con la competencia adecuada
sí importa
Nadie se fía de los incompetentes, pero no todo el mun-
do exige la misma pericia. Las partes con intereses in-
ternos, como los empleados y los inversores, buscan
principalmente muestras de competencia en la gestión;
es decir, quieren directivos con capacidad para contro-
lar los costes y conducir a la plantilla hacia un esfuerzo
común que haga que la empresa sea competitiva y cree
valor. A las partes externas, como los clientes y los pro-
veedores, normalmente les interesa menos la compe-
tencia directiva y mucho más la pericia técnica, es decir,
la capacidad de la empresa de crear bienes y servicios
de alta calidad y de solucionar con eficiencia los proble-
mas que puedan surgir en la cadena de suministro. Con-
tar con un elevado grado de competencia en un campo
no sirve para compensar una competencia insuficiente
en otro, lo cual puede generar desconfianza en la parte
interesada y dar lugar a un fracaso.
Delta Air Lines es un buen ejemplo de ello. Elogiada
siempre por su excelencia operativa, a Delta se le atri-
buye el mérito de ser la inventora del modelo de distri-
bución radial de las líneas aéreas y de estar en vanguar-
dia en lo que se refiere a tecnologías punta, entre ellas
el software de gestión interna, la venta de billetes en kios-
cos y las agencias de viajes on-line. Delta también cuen-
ta con el reconocimiento de ser pionera en ofrecer co-
modidades a los pasajeros, como conexiones para los
iPods o asientos reclinables que pueden llegar a una po-
sición totalmente horizontal. Estos avances técnicos hi-
cieron que la compañía se ganara la confianza de los in-
teresados externos, sobre todo de los clientes.
Por desgracia, la compañía no demostró un grado si-
milar de competencia en su gestión. Entre sus errores
se encuentran un famoso escándalo relativo a las retri-
buciones de sus directivos que echó por tierra la con-
fianza existente entre la dirección y los trabajadores, los
despidos masivos del año 2004, que se repitieron en
2006, y la dejadez a la hora de buscar estrategias de re-
ducción de costes a pesar de la subida del precio de los
carburantes y de la cada vez mayor competencia de las
líneas aéreas de bajo coste. Estos episodios de incompe-
tencia en la gestión, además de obligar a la empresa a
declararse en quiebra en septiembre de 2005 (más tar-
de superaría la quiebra y haría pública su intención de
fusionarse con Northwest Airlines), supusieron un du-
ro golpe para la confianza de las partes con intereses in-
ternos, tanto empleados como inversores.
Por otro lado, la habilidad gestora sin competencia
técnica puede ser igual de dañina. A principios de 2004,
Sprint era la tercera empresa de telefonía inalámbrica
de Estados Unidos, con más de 20 millones de clientes.
Cada uno de sus dos principales competidores había
conseguido hacerse con el doble de clientes que Sprint
por medio de una serie de fusiones (Cingular Wireless,
que se hizo con el control de AT&T Wireless Systems,
tenía aproximadamente 46 millones de clientes; Veri-
zon Wireless, unos 41 millones). Sprint respondió con
la adquisición de Nextel Communications, el quinto pro-
Las partes con intereses
internos, como los empleados y
los inversores, buscan
principalmente muestras
de competencia en la gestión;
es decir, quieren directivos
con capacidad para controlar los
costes y conducir a la plantilla
hacia un esfuerzo común
que haga que la empresa sea
competitiva y cree valor
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
ENERO 2009 17
veedor de telefonía inalámbrica, con 15 millones de
clientes, y se convirtió en Sprint Nextel. La dirección de
Sprint estaba decidida a acrecentar la confianza de los
inversores haciéndose con cuota de mercado por medio
de un plan destinado a crear sinergias y reducir costes.
Los analistas aplaudieron la fusión y la empresa subió
en bolsa casi un 30% en los 15 meses siguientes.
Sin embargo, la iniciativa no sentó igual de bien a to-
dos. Motorola, uno de los proveedores clave de Nextel,
se dio cuenta enseguida de que su red exclusiva acaba-
ría desapareciendo y siendo sustituida por un sistema
dirigido por Sprint. Esto redujo el grado de compromi-
so de Motorola en la fusión, de modo que la transición
estuvo plagada de problemas técnicos. En el año 2006,
300.000 clientes cancelaron sus líneas –principalmen-
te, por la deficiente calidad de la antigua red de Nextel–
y la reputación del servicio de atención al cliente de
Sprint salió muy mal parada. En una encuesta llevada a
cabo en 2007 por Zogby International en todas las em-
presas del sector en Estados Unidos, Sprint obtuvo la
puntuación más baja en cuanto a la calidad de la aten-
ción al cliente. Las quejas eran tan frecuentes que Sprint
tomó una decisión sin precedentes: cancelar los contra-
tos de al menos 1.000 clientes que habían llamado al
servicio de atención al cliente “demasiadas veces”.
En el caso de Delta, un alto grado de competencia téc-
nica habría servido de poco para recuperar la confianza
que habían perdido empleados e inversores debido a lo
que percibían como incompetencia en la gestión. En
Sprint, los esfuerzos por centrarse en la viabilidad y la
competitividad a largo plazo (competencia en la gestión)
fueron inútiles a la hora de contrarrestar la desconfian-
za de los consumidores que habían padecido las conse-
cuencias de la incompetencia técnica.
Crear confianza con un grupo puede
destruir la confianza en otro
La gestión de la confianza es un proceso complejo por-
que las diversas partes interesadas tienen necesidades
diferentes y las medidas que se tomen para solventar un
determinado problema de confianza pueden hacer que
otro se agrave. Tomemos el caso de Deutsche Bundes-
bahn, la empresa alemana de ferrocarriles, en otro tiem-
po una organización estatal con una excelente reputa-
ción técnica. Los clientes tenían tanta confianza en la
fiabilidad de sus servicios que la frase Eres tan puntual
como Deutsche Bundesbahn se hizo popular en Alema-
nia. Sin embargo, la empresa no era gestionada todo lo
bien que se podía y sufría importantes pérdidas. En
1994, en un intento por impulsar la competencia en la
gestión, la empresa fue privatizada con el nombre de
Deutsche Bahn Aktiengesellschaft. ¿El resultado? En es-
tos momentos, la organización está obteniendo impor-
tantes beneficios y se prepara para una oferta pública de
acciones. Se mire por donde se mire, se trata una ope-
ración gestionada con éxito. No obstante, existe un pro-
blema: la confianza del consumidor se ha desplomado.
Los constantes retrasos y el servicio deficiente han he-
cho que los índices de satisfacción del cliente no remon-
ten a pesar de que los beneficios han ido en aumento.
La moraleja es que, a menos que las empresas adopten
un enfoque equilibrado a la hora de gestionar la con-
fianza de los grupos de interesados, pueden encontrar-
se en una situación en la que, para conseguir la confian-
za de una parte, se ha destruido la de otra.
Otro ejemplo es la triste historia del fabricante de ju-
guetes Mattel. En agosto de 2007, llegó al conocimien-
to de los consumidores que varios de los juguetes que
fabricaba presentaban defectos, mientras que en otros
se habían utilizado pinturas con exceso de plomo. En
las semanas siguientes, la empresa llevó a cabo tres
grandes retiradas de productos que afectaron a más de
20 millones de juguetes. En un intento por recuperar
la confianza de los consumidores, el consejero delega-
do, Robert A. Eckert, hizo una declaración pública en la
que afirmaba que Mattel había sido “traicionada” por
sus proveedores chinos. Aseguró que las empresas que
había subcontratado en China habían quebrantado los
niveles de calidad exigidos por Mattel y habían emplea-
do pinturas con exceso de plomo. Para evitar más pro-
blemas en el futuro, la dirección puso en marcha un es-
tricto sistema de controles previos y posteriores a la pro-
ducción aplicables tanto a los proveedores como a los
propios productos. Además, Mattel dio por finalizada su
relación con varios de estos proveedores.
La gestión de la confianza
es un proceso complejo porque
las diversas partes interesadas
tienen necesidades diferentes y
las medidas que se tomen para
solventar un determinado
problema de confianza
pueden hacer que otro se agrave
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
18 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
Puede que esta reacción tan contundente sirviera pa-
ra salvar la confianza de los consumidores, pero tuvo
consecuencias desastrosas para la de otras partes impor-
tantes. El Gobierno chino se sintió indignado por los
ataques de Mattel a las empresas e instituciones de su
país, y se dijo que el dueño de una fábrica de juguetes
china se suicidó. Una vez pasado el tiempo, cuando se
supo que el problema de la mayoría de los juguetes que
habían sido retirados (17,4 millones) no era el plomo,
sino los imanes defectuosos, el Gobierno chino exigió
una disculpa. El 21 de septiembre, Thomas Debrowski,
el vicepresidente ejecutivo de Mattel para operaciones
internacionales, viajó hasta Pekín y entonó públicamen-
te el siguiente mea culpa: “Mattel asume toda la respon-
sabilidad [...] y pide personalmente disculpas a todos los
chinos. [...] Es importante que quede claro que la gran
mayoría de los productos que retiramos estaban defec-
tuosos como consecuencia de un fallo en el diseño im-
putable únicamente a Mattel, no a los fabricantes chi-
nos”. Esta vez, la estrategia de Mattel iba dirigida a re-
construir la confianza del Gobierno y los proveedores
chinos, pero tampoco esta medida fue bien recibida por
todos. El senador estadounidense Charles Schumer se
hizo eco de la reacción de los defensores de los consu-
midores americanos cuando comentó que las palabras
de Debrowski recordaban las de “un ladrón de bancos
que pide disculpas a su cómplice en lugar de hacerlo a
la víctima del robo”.
Aunque a veces es inevitable sacrificar parte de la con-
fianza de alguno de los grupos de interesados, muchas
veces es posible prever estas situaciones y, al menos, mi-
tigar sus consecuencias negativas. La clave está en evi-
tar definir demasiado el grupo. Si Mattel hubiera iden-
tificado desde el principio los diferentes grupos que se
verían afectados por la retirada de juguetes –y que, por
tanto, también se verían afectados por la reacción de la
empresa–, habría podido adoptar un enfoque más equi-
librado que hubiera tenido en cuenta los diferentes in-
tereses y preocupaciones de todos ellos.
La concordancia de valores importa
en todos los grupos
Una de las claves de la confianza a la que menos aten-
ción se ha dedicado es el deseo de los stakeholders de
identificarse con los valores de una organización. Mu-
chas veces se piensa que la concordancia de valores só-
lo es importante en unas cuantas relaciones cercanas,
como puede ser la que existe entre los miembros de una
pareja, entre amigos o entre socios muy cercanos. Sin
embargo, nuestras investigaciones indican que, aunque
la concordancia de valores es importante para la gran
mayoría de los empleados (es decir, para aquellas per-
sonas que, de hecho, tienen una relación más cercana
con la empresa), también es un factor importante para
el resto de los interesados que analizamos en nuestro
estudio. Dicho de otra manera, a todas las partes con in-
tereses en una empresa, sean del tipo que sean, les in-
teresa tener relación con organizaciones con las que
puedan identificarse y con las que perciban que existe
concordancia de valores.
El caso de Google sirve para ilustrar el papel determi-
nante que puede desempeñar la concordancia de valo-
res, tanto para bien como para mal. Cuando Sergey Brin
y Larry Page sacaron la empresa a bolsa en el año 2004,
CUADRO 3
Categorías de ‘stakeholders’
Los stakeholders se pueden clasificar según la
intensidad de su relación con la empresa (en función
de la duración y frecuencia de las interacciones)
y de su situación (es decir, si son partes internas
o externas a la empresa). Estas dos dimensiones
–intensidad y situación– se pueden proyectar para
dar lugar a cuatro arquetipos. Hay que puntualizar
que, en la práctica, las partes interesadas no tienen
por qué corresponder exactamente con uno de
los cuatro arquetipos. Por ejemplo, la relación de
una parte con la empresa puede ser de intensidad
“moderada”, en lugar de ser de intensidad “alta”
o “baja”. Sin embargo, de forma simplificada,
las principales categorías (clientes, proveedores,
empleados e inversores) pueden asociarse con uno
de los cuatro arquetipos.
Proveedores Clientes
Inversores Empleados
Baja Alta
Intensidad
Externa
Interna
Situación
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
ENERO 2009 19
crearon dos clases de accionistas: los de la clase A (in-
versores externos) tendrían sólo la décima parte del de-
recho a voto de la clase B (inversores internos). Queda-
ba claro que las personas que estaban dentro de Google
seguirían estando al frente y que nadie venido de fuera
impondría sus valores. Page explicó: “Queremos tratar
a Google de forma diferente, aplicando los valores que
ha desarrollado como empresa privada a su nueva eta-
pa como empresa pública. Seguiremos fieles a nuestro
lema ‘No hagas mal a nadie’, manteniendo la confianza
de los usuarios y no aceptando ningún pago por los re-
sultados de las búsquedas. [...] Haremos todo lo posible
para garantizar el éxito de Google a largo plazo y para
ayudar a construir un mundo mejor”. Las diferentes par-
tes con intereses se sumaron a esos valores, lo cual ge-
neró altos grados de confianza. La empresa fue elegida
por sus profesionales como el mejor lugar para trabajar;
aparecía en lo más alto de los rankings en cuanto a re-
putación y sus acciones subieron como la espuma.
En los últimos tiempos, sin embargo, Google ha sido
objeto de muchas críticas, y gran parte del problema pa-
rece radicar en los valores que ha adoptado. Para atender
al mercado chino, Google llegó a un acuerdo con el Go-
bierno de ese país para aceptar una autocensura sobre
determinados temas, como la matanza de la Plaza de Tia-
nanmen, los problemas en el Tíbet y la independencia de
Taiwán. Aunque sus competidores Microsoft y Yahoo! ha-
bían acordado cesiones similares, muchos usuarios con-
sideraron especialmente censurable la postura de Google
dada la declaración de valores de la empresa (“No hagas
mal a nadie”). El resultado fue que la confianza de los
consumidores quedó gravemente mermada. Los directi-
vos de Google fueron tachados de colaboradores nazis y
tuvieron que comparecer ante el Congreso para explicar
lo sucedido. Hubo manifestaciones de protesta ante la se-
de de la compañía en Mountain View (California). Más
tarde, Sergey Brin reconoció que “en cuanto a negocio, la
decisión de imponer censura no fue acertada”.
El servicio on-line de anuncios clasificados craigslist
es otro ejemplo de empresa que considera la concordan-
cia de valores como uno de sus activos centrales. En las
reuniones en las que se marcan las pautas para deter-
minar y alcanzar los objetivos de la empresa, su funda-
dor, Craig Newmark, se refiere con más frecuencia a “la
regla de oro” que al “deseo de obtener beneficios”, mien-
tras que el consejero delegado, Jim Buckmaster, ha ase-
gurado a los bancos de inversión y analistas de Wall
Street que monetizar sus servicios y encontrar nuevas
fuentes de ingresos con el fin de maximizar los benefi-
cios “no es parte de nuestro objetivo”. A la base de clien-
tes y a los empleados de craigslist les resulta atractiva
esta filosofía. (Según nuestros propios datos, muchas
partes interesadas desconfían de las empresas debido,
en parte, a que éstas tienen una responsabilidad fidu-
ciaria –y normalmente también fuertes incentivos– pa-
ra maximizar el valor del accionista y, por tanto, su com-
portamiento se percibe muchas veces como oportunis-
ta). Sin embargo, los inversores, evidentemente, tienen
una perspectiva totalmente diferente. ¿Cómo se pueden
enfrentar las empresas a este dilema?
Por una parte, craigslist ha estado creciendo a un rit-
mo extraordinario y su valor de mercado (en caso de que
saliera a bolsa) sigue creciendo a pesar de que se man-
tiene fiel a los valores que defiende desde su fundación.
Esto indica que una empresa puede regirse por deter-
minados valores sin que esto le suponga una pérdida de
valor de mercado. Es más, el éxito que están teniendo
en Estados Unidos los “fondos de conciencia social” su-
giere que el conflicto entre los valores de los inversores
y los de otros grupos de interesados va a menos.
Por otra parte, a menos que un negocio esté en ma-
nos privadas, como es el caso de craigslist, probable-
mente se topará con grandes dificultades si resuelve to-
dos los conflictos de confianza desechando de plano las
pretensiones de los inversores. Un enfoque más efecti-
vo a largo plazo sería favorecer las operaciones y objeti-
vos acordes con los valores dentro de los límites que im-
pone la responsabilidad fiduciaria. Existen estudios que
demuestran que, a pesar del deber fiduciario de maxi-
mizar el valor del accionista, la dirección de las empre-
sas tiene un margen de maniobra mucho mayor del que
muchas veces se piensa. Es más, un metaanálisis basa-
do en estudios ya existentes revela que el efecto de la
responsabilidad social corporativa en el rendimiento fi-
nanciero es pequeño, pero positivo. Dicho de otro modo,
las empresas pueden tener contentos a diferentes tipos
Aunque a veces es inevitable
sacrificar parte de la confianza
de alguno de los grupos
de interesados, muchas veces
es posible prever estas
situaciones y, al menos,
mitigar sus consecuencias
negativas
ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’
20 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW
de partes interesadas (al menos hasta cierto punto) sin
necesidad de ofender a los inversores.
Por desgracia, las empresas no parecen estar teniendo
mucho éxito en lo que se refiere a coherencia de valores
y confianza, y su reputación global en Estados Unidos (y
en todo el mundo) deja mucho que desear. En 2005, el
71% de los encuestados en un estudio anual consideró la
reputacióndelosnegociosestadounidenses“mala”o“pé-
sima”. Los negocios globales, por su parte, también reci-
bieron un suspenso de la mayoría de los encuestados en
los más de catorce países que participaron en el estudio
del Foro Económico Mundial en 2006. Éstos no son bue-
nos datos para el mundo de los negocios en general. Sin
embargo, también dejan ver una oportunidad para inspi-
rar confianza y aprovecharla como un activo central de
cualquier empresa que sepa encontrar el equilibrio entre
la responsabilidad fiduciaria y la apuesta decidida por la
concordancia de valores con las partes interesadas.
Las diferentes partes con intereses en una empresa
se diferencian por el tipo de vulnerabilidades al que se
enfrentan. También se diferencian por aquello en lo que
deben creer antes de confiar en una empresa. Los direc-
tivos deben tener en cuenta esa diversidad de necesida-
des y prever las pérdidas y ganancias que se van a pro-
ducir a la hora de reforzar las relaciones con los emplea-
dos, clientes, proveedores e inversores, entre otros. En
resumen, las empresas no pueden utilizar un mismo
enfoque para gestionar la confianza de todas las partes
interesadas. Tampoco deben limitarse a guiarse por
ideas convencionales.
Nuestro trabajo constituye un primer paso hacia un
modelo de confianza empresarial específico para cada
parte interesada. El marco propuesto cuestiona algunas
de las creencias existentes y arroja luz sobre algunos as-
pectos que las empresas deberían tener en cuenta. En
concreto, nuestras investigaciones indican que los ges-
tores deben entender mejor el papel cada vez más im-
portante que tienen la concordancia de valores y la iden-
tificación, tomar mayor conciencia de aquellos contex-
tos en los que la integridad sin benevolencia es una re-
ceta segura para generar desconfianza, investigar más
detenidamente la diferencia entre competencia en la
gestión y competencia técnica y evaluar con mayor rigor
los costes y beneficios de las iniciativas de transparen-
cia. Un conocimiento más profundo de estas y otras
áreas permitirá a las empresas gestionar mejor la con-
fianza de sus stakeholders y conseguir así numerosos be-
neficios, entre los que se incluyen una mejor coopera-
ción con los proveedores, una mayor motivación y pro-
ductividad de los profesionales, una mayor fidelidad de
los clientes y un mayor apoyo de los inversores.
CUADRO 4
Qué importa y a quién
Los diferentes factores que componen la confianza
(integridad, competencia en la gestión, competencia
técnica, benevolencia, transparencia e identificación
o concordancia de valores) no tienen la misma
importancia para todos los grupos de interesados.
Por ejemplo, las personas que tienen una relación
de baja intensidad con la empresa no basan su
confianza en la benevolencia, mientras que las partes
que tienen una relación intensa con la empresa sí lo
hacen.
Baja Alta
Intensidad
Externa
Interna
Situación
Competencia
en la gestión
Competencia
técnica
Integridad
Identificación
Competencia
en la gestión
Competencia
técnica
Benevolencia
Integridad
Identificación
Competencia
en la gestión
Competencia
técnica
Integridad
Identificación
Competencia
en la gestión
Competencia
técnica
Benevolencia
Integridad
Identificación
+
+
+
+
+
+
+
+Indica que un elemento concreto de la confianza importa
relativamente más en este tipo de relación que en otro.
Si desea más información relacionada
con este tema, introduzca el código 20562
en www.e-deusto.com/buscadorempresarial
«Algunas ideas no convencionales para gestionar la confianza de los ‘stakehol-
ders’». © Massachusetts Institute of Technology. Este artículo ha sido publi-
cado anteriormente en MIT Sloan Management Review con el título “Uncon-
ventional Insights for Managing Stakeholder Trust”. Referencia n.O
3277.

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  • 1. 10 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW Michael Pirson Investigador en el Hauser Center for Nonprofit Organizations de la John F. Kennedy School of Government de Harvard y profesor en la Harvard Extension School. Deepak Malhotra Profesor asociado de Administración de Empresas en la Harvard Business School y coautor de Negotiation Genius. Algunas ideas no convencionales para gestionar la confianza de los ‘stakeholders’
  • 2. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ ENERO 2009 11 En los últimos tiempos, las iniciativas para conse- guir y mantener la confianza de las diferentes par- tes con intereses en la empresa, los llamados stakehol- ders (clientes, empleados, proveedores e inversores), se han convertido en muchas empresas en una prioridad para la alta dirección. Se habla constantemente de pro- gramas de transparencia, de políticas de puertas abier- tas, de evaluaciones de 360 grados, de programas de re- tención de clientes, de retirada voluntaria de productos, de iniciativas para fomentar la responsabilidad social de la empresa, de replanteamiento de la idea del cliente co- mo socio, etc., entre otras iniciativas para crear confian- za. El problema, sin embargo, es que la mayoría de las empresas no saben gestionar de manera eficiente la con- fianza de estos interesados. De hecho, nuestras investi- gaciones indican que gran parte de las iniciativas de creación de confianza en las que las empresas invierten son de dudoso valor, mientras que otras, en realidad, puede que la estén destruyendo. La gestión de la confianza de las partes interesadas es difícil, entre otras razones, porque existen muchos grupos diferentes de interesados, cada uno de ellos con sus necesidades y perspectivas particulares. Dicho de otra manera, la confianza es multidimensional y no siempre está claro en qué dimensión es necesario cen- trarse. Por ejemplo, un empleado puede confiar en su supervisor porque cree que éste tiene un interés genui- no por su bienestar, porque cree que es un jefe muy competente o por ambas razones. El jefe, a su vez, pue- de confiar en el empleado porque percibe que sus valo- res concuerdan con los suyos, porque puede contar con él a la hora de sacar el trabajo adelante de forma eficien- te o por ambas razones. Otro ejemplo, en un contexto diferente: una comunidad de inversores puede confiar en una empresa porque los altos directivos transmiten integridad, porque poseen extraordinarias habilidades directivas, porque han tomado medidas para aumentar la transparencia o por alguna otra razón totalmente di- ferente. Y, así, suma y sigue. Por tanto, ¿en qué dimensión de la confianza deben centrarse las empresas? O, mejor dicho, ¿qué es más importante para construir confianza: contar con una re- putación de benevolencia y buen corazón o con una de integridad e imparcialidad? ¿Qué es más decisiva: la competencia en la gestión o la competencia técnica? ¿Cuándo es importante la concordancia de valores? ¿Hasta qué punto merecen la pena las iniciativas dirigi- das a aumentar la transparencia? Con el fin de dar respuesta a estas preguntas, lleva- mos a cabo, en cuatro organizaciones diferentes, un es- tudio de la confianza de las partes interesadas (véase el cuadro 1). La investigación analizó la relevancia, en ca- so de haberla, que diversos factores (benevolencia, inte- gridad, competencia en la gestión, competencia técnica, transparencia y concordancia de valores) tienen para las diferentes partes (clientes, proveedores, profesionales e inversores). En esencia, investigamos qué es lo que im- porta y a quién le importa. Muchas organizaciones invierten cantidades considerables de tiempo y energía intentando conseguir la confianza de sus clientes, empleados, proveedores e inversores. ¿Por qué algunos de estos esfuerzos están condenados al fracaso? La gestión de la confianza de las partes interesadas es difícil, entre otras razones, porque existen muchos grupos diferentes de interesados, cada uno de ellos con sus necesidades y perspectivas particulares
  • 3. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ 12 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW Algunos de los resultados eran esperables. Los clien- tes, por ejemplo, afirmaron que el grado de competen- cia técnica de una empresa influía decisivamente en su grado de confianza en ella. Otros resultados fueron sor- prendentes, mientras que unos pocos resultaban inclu- so contraintuitivos, lo cual nos permitió llegar a varias conclusiones: la transparencia está sobrevalorada; la in- tegridad no es suficiente; contar con la competencia ade- cuada sí importa; la creación de confianza con un gru- po puede destruir la confianza de otro grupo; y la con- cordancia de valores importa en todos los grupos (véase el cuadro 2). Si se analiza detenidamente cada una de estas ideas, se pueden obtener lecciones de gran utili- dad para las empresas que buscan crear y mantener re- laciones de confianza con sus stakeholders. La transparencia sobrevalorada La quiebra de Enron en el año 2001, junto con los otros muchos escándalos corporativos que se produ- jeron en Estados Unidos por esa época, contribuyó a que se creara un clima general de desconfianza en los grandes negocios. La mayoría de los observadores, in- cluidos muchos cargos reguladores, enseguida llega- ron a la conclusión de que el problema estaba en la falta de transparencia. En consecuencia, muchos de los remedios propuestos se centraron en aumentar la disponibilidad de información para las partes más vul- nerables. Así, la ley Sarbanes-Oxley obliga a las em- presas a mejorar los procesos de presentación de cuen- tas; la Regulation Fair Disclosure de la SEC acaba con 12 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW CUADRO 1 Acerca de la investigación Nuestro estudio sobre la confianza de las partes intere- sadas se ha centrado en cuatro categorías principales de grupos: clientes, empleados, proveedores e inversores (definimos confianza como la disposición psicológica de una parte a ser vulnerable a las acciones de otro individuo u organización basándose en una expectativa positiva con respecto a la motivación y/o comportamiento de la otra parte). Para facilitar el análisis, desarrollamos un marco que diferencia dos dimensiones en los stakeholders. La pri- mera dimensión mide la intensidad de la relación, según su duración y su frecuencia. La segunda considera si esa parte interesada está dentro o fuera de la organización. Las dos dimensiones, intensidad y situación, dan lu- gar a cuatro arquetipos de stakeholders (véase el cuadro 3). Hay que señalar que los diferentes grupos de partes in- teresadas no tienen por qué encajar a la perfección con alguno de los cuatro arquetipos. Por ejemplo, la relación de una parte con una empresa puede ser de intensidad “moderada” (en lugar de ser de intensidad “alta” o “baja”) y puede haber partes con múltiples afiliaciones (por ejem- plo, se puede ser empleado y, al mismo tiempo, cliente). Por tanto, las subdivisiones de las partes interesadas de- ben entenderse como un “mapa” general y no como una clasificación estricta. Como ejemplo de la forma en la que el modelo refleja la realidad, cada grupo puede asociarse con uno de los arquetipos: clientes (alta intensidad, ex- terna) proveedores (baja intensidad, externa), empleados (alta intensidad, interna) o inversores (baja intensidad, interna). Analizamos la confianza en las cuatro categorías en cuatro organizaciones con diferentes estructuras: una fá- brica de pequeño-mediano tamaño situada en Suiza, una gran empresa alemana de logística, una sucursal en Eu- ropa Occidental de una consultoría internacional y una universidad pública de Suiza. Nos centramos en la impor- tancia que las diferentes partes concedían a seis factores: integridad, competencia en la gestión, competencia téc- nica, benevolencia, transparencia e identificación (o con- cordancia de valores). Casi 1.300 personas –empleados, clientes, inversores y proveedores– de las cuatro organizaciones participaron en el estudio. A quienes indicaron tener más de tres años de contacto con la empresa y más de cien interacciones se les asignó a la categoría de partes con gran intensidad de relación. Las partes con menos de cien interacciones y menos de tres años de contacto fueron consideradas partes con una relación de baja intensidad. Además, por definición, los empleados y los inversores fueron clasifica- dos como parte interna, y los clientes y los proveedores, como parte externa (los inversores fueron clasificados como parte interna porque son, de hecho, dueños de la organización). A partir de nuestros datos pudimos determinar qué fac- tores eran importantes para cada grupo (véase el cuadro 4). Por ejemplo, descubrimos que quienes se encuentran en una relación de baja intensidad con la empresa no basan su confianza en la benevolencia (la preocupación de una organización por la parte interesada, según la perciba és- ta), mientras que las personas que tienen una relación de alta intensidad con la empresa sí basan gran parte de su confianza en la benevolencia. La integridad resultó ser significativamente más relevante para las personas con una relación de baja intensidad que para las que tenían una de alta intensidad. Algunos resultados fueron sorpren- dentes y unos pocos, contraintuitivos. Esos resultados son analizados con detalle en el artículo.
  • 4. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ ENERO 2009 13 la divulgación selectiva de información a analistas y accionistas influyentes; y los códigos de gobierno cor- porativo exigen la publicación de los paquetes retribu- tivos de los directivos. Se supone que estas soluciones aumentan la transparencia y dificultan el que los di- rectivos se impliquen en actividades ilícitas. De ser así, dichas soluciones cumplen una función muy im- portante. Nuestras investigaciones muestran, sin embargo, que la transparencia parece tener una relevancia limitada a la hora de crear confianza en los interesados. Es decir, el hecho de que las empresas revelen o no información apenas afecta a la percepción que se tenga de ellas co- mo empresas fiables. De hecho, de los varios factores que analizamos, la transparencia fue el único que no in- fluía en la confianza de ninguno de los stakeholders. ¿Có- mo se puede explicar esto? En primer lugar, hay que tener en cuenta que la re- velación forzada de información puede, en realidad, re- ducir la calidad de lo que se revela. Aunque las leyes que regulan la justa distribución de la información garanti- zan que todos los inversores reciban la misma informa- ción al mismo tiempo, está comprobado que la calidad de ésta se ha visto reducida desde que la Regulation Fair Disclosure entró en vigor. Algunos observadores de Wall Street se quejan de que las empresas que antes compar- tían sin problemas información delicada (al menos a un subconjunto de las partes interesadas) ahora retrasan o evitan dar información importante. Además, diferentes estudios demuestran que las preocupaciones de los di- rectivos por sus carreras profesionales pueden dar lugar a incentivos equivocados cuando se trata de divulgar in- formación financiera. Es posible que los directivos se centren más en gestionar las cifras visibles (el precio de CUADRO 2 La verdad sobre la confianza de los ‘stakeholders’ Para mejorar la confianza de las partes En realidad, la transparencia puede reducir la confianza dependiendo interesadas, las empresas tienen que de aquello que se desvele. La transparencia en cuanto conseguir que sus operaciones a las retribuciones de los directivos, por ejemplo, puede minar sean más transparentes. la confianza con gran facilidad a menos que las retribuciones dejen ver la existencia de una relación directa entre la retribución y el rendimiento. La integridad es determinante La integridad es importante, pero las partes que interactúan con la para crear confianza. empresa asiduamente (muchos empleados y clientes, por ejemplo) también deben tener la sensación de que la organización se preocupa por su bienestar. Incluso las empresas éticas y con buenas intenciones pueden estar destruyendo la confianza si dan la impresión de ser justas, pero insensibles. Para generar confianza, las empresas Nadie se fía de los incompetentes, pero no todo el mundo exige deben demostrar constantemente el mismo tipo de pericia. Los empleados y los inversores buscan su competencia en lo que hacen. principalmente competencia en la gestión, mientras que los clientes y los proveedores están más interesados en la competencia técnica. Cuando la confianza está en peligro, Los directores han de determinar en primer lugar cuáles son las partes la empresa ha de actuar con rapidez afectadas. Sólo entonces podrán adoptar un enfoque equilibrado para solventar el problema con el grupo para gestionar la confianza que tenga en cuenta las preocupaciones de interés cuya confianza se ha visto e intereses de las diferentes partes. De lo contrario, aunque afectada. se solucione un problema, se puede estar exacerbando otro. El deseo de identificarse con los valores La identificación (o concordancia de valores) es importante para de una empresa es un factor importante todas las partes interesadas; es decir, no sólo los profesionales para la creación de confianza sólo y los clientes, sino también los proveedores, los inversores y otras en el caso de los empleados, los clientes partes con intereses en una empresa desean relacionarse fijos y otras partes que tengan con organizaciones con las que se puedan identificar y en las que una relación cercana con la empresa. encuentren una concordancia de valores. Idea convencional Realidad
  • 5. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ 14 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW las acciones, la cuota de mercado, etc.) que en gestionar las iniciativas estratégicas, las cuales sirven para mejo- rar las perspectivas de supervivencia y rentabilidad de la empresa a largo plazo, pero no obtienen recompensa a corto. En segundo lugar, si se revela o no información pue- de que no sea tan importante como el tipo de informa- ción que se revela. Por ejemplo, la transparencia en lo que se refiere a las retribuciones de los directivos pue- de servir de muy poco para crear confianza si lo único que hace es sacar a la luz las enormes diferencias exis- tentes entre los ingresos de quienes están en primera línea y los de quienes dirigen desde sus despachos. Las percepciones de justicia son fundamentales a la hora de crear confianza dentro de una organización, y los pa- quetes retributivos excesivamente abultados no ayudan a que los empleados se identifiquen con la dirección. Sobre todo si no existe una relación clara entre las retri- buciones de los directivos y su rendimiento, las percep- ciones de justicia se ven perjudicadas y la confianza dis- minuye. En estos casos, los esfuerzos por crear confian- za por medio de la transparencia pueden producir el re- sultado opuesto al deseado. Por último, existen datos científicos que indican que la divulgación de información, lejos de ser un remedio, puede, de hecho, amplificar el problema que se supone que debería atajar. En un interesante experimento lle- vado a cabo a raíz de los escándalos financieros de los últimos tiempos, los participantes que desempeñaban el papel de “asesores” debían hacer creer a sus “clientes” que tenían intereses personales en sobrevalorar un bien concreto. En teoría, la revelación de un posible conflic- to de intereses tendría que dar lugar a una relación más honesta y, en último término, de mayor confianza. Sin embargo, ¿qué fue lo que realmente pasó? Los asesores a los que se había encomendado la tarea de desvelar sus preferencias personales se sentían más a gusto si exa- geraban la información antes los “clientes”. Al fin y al cabo, como ellos mismos decían, “ya he confesado que no soy parcial”. Y, lo que es peor, la percepción de los clientes era que estos asesores eran más fiables precisa- mente porque les habían confiado su conflicto de inte- reses. Dicho de otra manera, los asesores habrían sido más honestos –y los clientes habrían tenido más cuida- do– si no hubiera habido revelación alguna. Un ejemplo real de la ausencia de relación entre transparencia y confianza se puede encontrar en el ca- so de Porsche. Desde que, en el año 2001, la bolsa ale- mana introdujera los nuevos criterios para la presenta- ción de información financiera, Porsche se ha negado a entregar los informes cuatrimestrales que la nueva nor- mativa exige. La empresa ha alegado que éstos pueden resultar engañosos dado el carácter cíclico de sus nego- cios y ha criticado a la bolsa alemana por dar más im- portancia a las reglas formales que a la calidad de la in- formación. Como castigo, la empresa ha sido excluida del índice Midcap y se ha tenido que enfrentar a ame- nazas que pretendían retirarla de la cotización. La em- presa, no obstante, sigue negándose a cumplir la nor- mativa y continúa publicando solamente sus informes semestrales y anuales. ¿Cuál ha sido el resultado de este pulso? Tras su ex- clusión del índice Midcap, la cotización de las acciones de Porsche se desplomó un 40% en seis semanas. A par- tir de ahí se produjo un rebote y en cuatro meses recu- peró los valores previos a la exclusión. Desde entonces Porsche ha ido avanzando hacia nuevos récords todos los años. No sólo los inversores mantienen su confianza en la empresa, sino también los empleados potenciales: Porsche continúa siendo una de las empresas europeas preferidas por quienes buscan empleo (según un estu- dio, es la favorita de los ingenieros recién graduados). Otras partes con intereses en la empresa son de la mis- ma opinión. El público sigue considerando Porsche uno de los negocios con mejor reputación de Alemania y clientes de todo el mundo han premiado a la empresa con unos beneficios que no dejan de crecer, precisamen- te en una época en la que muchos otros fabricantes de coches han visto reducidos sus beneficios. La integridad no es suficiente No es de extrañar que las percepciones de honestidad e integridad sean determinantes para todos los stakehol- ders. Sin embargo, para quienes tratan con una organi- zación constantemente, la integridad no es suficiente. Los grupos que tienen una gran implicación con la em- presa también deben tener la sensación de que ésta se preocupa por su bienestar. En otras palabras, la benevo- lencia con las personas individuales es un aspecto cla- ve. La buena reputación y la honradez no bastan. Los grupos que tienen una gran implicación con la empresa también deben tener la sensación de que ésta se preocupa por su bienestar
  • 6. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ ENERO 2009 15 Las retiradas de productos son un buen ejemplo de ello. Sólo en el año 2007 cientos de productos fueron retirados de la venta por razones que iban desde la pre- sencia de bacterias de la salmonela en las espinacas has- ta la explosión de las baterías en los ordenadores portá- tiles. Las empresas que retiran los productos defectuo- sos a tiempo y de forma proactiva tienen más posibili- dades de ser percibidas como más íntegras que aquéllas que niegan la existencia del problema o hacen caso omi- so de él hasta que no tienen más remedio que afrontar- lo por la presión social o gubernamental. No obstante, incluso algunas empresas que gozan de una imagen de gran integridad y que retiran productos voluntariamen- te pueden ver dañada irremediablemente la confianza del consumidor, mientras que otras pueden salir airo- sas de la situación o, incluso, reforzar la confianza de sus consumidores. La diferencia está en el grado en el que la empresa es capaz de demostrar su preocupación por el bienestar de los consumidores individuales. El caso de Coca-Cola en Europa es un buen ejemplo. A principios de junio de 1999, más de 240 personas en Bélgica y Francia se quejaron de problemas intestinales tras beber este refresco, lo cual llevó al Gobierno belga a prohibir su consumo durante diez días. Aunque no había pruebas concluyentes de que la Coca-Cola fuera la culpable de las molestias digestivas, la empresa deci- dió retirar sus bebidas de cinco países europeos: 17 mi- llones de cajas en total, la mayor retirada de la historia de la empresa. Su consejero delegado, M. Douglas Ives- ter, declaró públicamente que la prioridad absoluta de la empresa era garantizar la calidad de sus productos. Afirmó que “durante 113 años, nuestro éxito ha estado basado en la confianza que nuestros consumidores tie- nen en esa calidad, y esa confianza es sagrada para no- sotros”. Coca-Cola se disculpó enseguida, asumió su respon- sabilidad y apuntó a dos problemas de control de cali- dad como posibles causas (impurezas en el dióxido de carbono y palés de madera contaminados). Aunque más tarde se supo que sus productos no habían sido los cau- santes de los problemas de salud, la empresa había de- mostrado de forma activa –no sólo con palabras, sino también con hechos– su preocupación por los consu- midores, ofreciéndose a pagar los gastos sanitarios de quienes se hubieran visto afectados por el incidente. Es más, como gesto de buena voluntad, también ofreció productos gratis a todos y cada uno de los 4,4 millones de hogares de Bélgica. Menos de dos meses después de que comenzara todo, las encuestas revelaban que los principales consumidores de productos de Coca-Cola seguían teniendo las mismas intenciones de compra que antes de la crisis. Tres años más tarde, las ventas en Bélgica iban mejor que nunca. Esta experiencia en Europa contrasta con otro inciden- te de Coca-Cola en la India. En agosto de 2003, un infor- me del Centre for Science and Environment (CSE), un grupo para la defensa del medio ambiente con sede en Nueva Delhi, afirmaba que Coca-Cola y otros fabricantes de refrescos estaban vendiendo bebidas con altos grados de pesticidas. En este caso, Coca-Cola decidió abordar el problema de otra forma. Junto con otros productores de refrescos, Coca-Cola se apresuró a desmentir las acusa- ciones del CSE, hizo públicos sus propios datos, acusó al centro de atacarla para perseguir sus propios intereses y anunció que iniciaría acciones legales contra él. Es posible que estas medidas sirvieran para reforzar las percepciones de integridad de Coca-Cola, pero po- nían de manifiesto una absoluta falta de preocupación por el bienestar de los consumidores individuales. Co- mo consecuencia de ello, las ventas cayeron entre un 30% y un 40% en sólo dos semanas y las ventas anua- les se redujeron el 15% en el año 2003 (frente a tasas de crecimiento de entre el 25% y el 30% en años anterio- res). Es más, incluso después de que el ministro de Sa- nidad de la India pusiera en tela de juicio la validez de los métodos utilizados por el CSE y de que Coca-Cola quedara eximida de toda responsabilidad tras pruebas realizadas en laboratorios tanto oficiales como indepen- dientes, la empresa aún sufría las consecuencias de la pérdida de confianza de los consumidores. En el año 2006, los informes hablaban de un volumen de ventas que continuaba cayendo y de pérdidas que superaban con mucho las inversiones realizadas. Otras empresas también han aprendido la importan- cia de demostrar preocupación por el bienestar de sus clientes. En julio de 2007, Apple introdujo el iPhone, un producto que había despertado una gran expectación y al que puso un precio de 599 dólares. Sin embargo, tan sólo dos meses después –antes de lo que nadie hu- biera esperado– el precio se redujo a 399 dólares. La
  • 7. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ 16 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW gente que había comprado ya el producto se sintió trai- cionada y envío e-mails a Apple en los que mostraba su enfado. Como respuesta, el consejero delegado Steve Jobs escribió una carta abierta a sus clientes. En esa car- ta defendía, en primer lugar, la reducción de precio co- mo el paso estratégico más conveniente para Apple y justificaba esta decisión afirmando que era una prácti- ca común en el sector tecnológico, es decir, que Apple no había actuado de modo inmoral. No obstante, a continuación Jobs reconocía que Apple tenía que “hacer algo para cuidar a nuestros primeros consumidores del iPhone. Nuestros primeros clientes nos dieron su voto de confianza y en momentos como éstos debemos estar a la altura y corresponder a esa con- fianza”. Así, ofreció un bono de cien dólares para ser utilizado en productos Apple a cualquier persona que hubiera adquirido el iPod al precio más elevado. Con ello consiguió mantener la sensación de confianza en- tre los seguidores y clientes más fieles. Sin ese gesto de benevolencia, Apple podría haber tenido que hacer fren- te a una enorme revuelta entre sus usuarios. Contar con la competencia adecuada sí importa Nadie se fía de los incompetentes, pero no todo el mun- do exige la misma pericia. Las partes con intereses in- ternos, como los empleados y los inversores, buscan principalmente muestras de competencia en la gestión; es decir, quieren directivos con capacidad para contro- lar los costes y conducir a la plantilla hacia un esfuerzo común que haga que la empresa sea competitiva y cree valor. A las partes externas, como los clientes y los pro- veedores, normalmente les interesa menos la compe- tencia directiva y mucho más la pericia técnica, es decir, la capacidad de la empresa de crear bienes y servicios de alta calidad y de solucionar con eficiencia los proble- mas que puedan surgir en la cadena de suministro. Con- tar con un elevado grado de competencia en un campo no sirve para compensar una competencia insuficiente en otro, lo cual puede generar desconfianza en la parte interesada y dar lugar a un fracaso. Delta Air Lines es un buen ejemplo de ello. Elogiada siempre por su excelencia operativa, a Delta se le atri- buye el mérito de ser la inventora del modelo de distri- bución radial de las líneas aéreas y de estar en vanguar- dia en lo que se refiere a tecnologías punta, entre ellas el software de gestión interna, la venta de billetes en kios- cos y las agencias de viajes on-line. Delta también cuen- ta con el reconocimiento de ser pionera en ofrecer co- modidades a los pasajeros, como conexiones para los iPods o asientos reclinables que pueden llegar a una po- sición totalmente horizontal. Estos avances técnicos hi- cieron que la compañía se ganara la confianza de los in- teresados externos, sobre todo de los clientes. Por desgracia, la compañía no demostró un grado si- milar de competencia en su gestión. Entre sus errores se encuentran un famoso escándalo relativo a las retri- buciones de sus directivos que echó por tierra la con- fianza existente entre la dirección y los trabajadores, los despidos masivos del año 2004, que se repitieron en 2006, y la dejadez a la hora de buscar estrategias de re- ducción de costes a pesar de la subida del precio de los carburantes y de la cada vez mayor competencia de las líneas aéreas de bajo coste. Estos episodios de incompe- tencia en la gestión, además de obligar a la empresa a declararse en quiebra en septiembre de 2005 (más tar- de superaría la quiebra y haría pública su intención de fusionarse con Northwest Airlines), supusieron un du- ro golpe para la confianza de las partes con intereses in- ternos, tanto empleados como inversores. Por otro lado, la habilidad gestora sin competencia técnica puede ser igual de dañina. A principios de 2004, Sprint era la tercera empresa de telefonía inalámbrica de Estados Unidos, con más de 20 millones de clientes. Cada uno de sus dos principales competidores había conseguido hacerse con el doble de clientes que Sprint por medio de una serie de fusiones (Cingular Wireless, que se hizo con el control de AT&T Wireless Systems, tenía aproximadamente 46 millones de clientes; Veri- zon Wireless, unos 41 millones). Sprint respondió con la adquisición de Nextel Communications, el quinto pro- Las partes con intereses internos, como los empleados y los inversores, buscan principalmente muestras de competencia en la gestión; es decir, quieren directivos con capacidad para controlar los costes y conducir a la plantilla hacia un esfuerzo común que haga que la empresa sea competitiva y cree valor
  • 8. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ ENERO 2009 17 veedor de telefonía inalámbrica, con 15 millones de clientes, y se convirtió en Sprint Nextel. La dirección de Sprint estaba decidida a acrecentar la confianza de los inversores haciéndose con cuota de mercado por medio de un plan destinado a crear sinergias y reducir costes. Los analistas aplaudieron la fusión y la empresa subió en bolsa casi un 30% en los 15 meses siguientes. Sin embargo, la iniciativa no sentó igual de bien a to- dos. Motorola, uno de los proveedores clave de Nextel, se dio cuenta enseguida de que su red exclusiva acaba- ría desapareciendo y siendo sustituida por un sistema dirigido por Sprint. Esto redujo el grado de compromi- so de Motorola en la fusión, de modo que la transición estuvo plagada de problemas técnicos. En el año 2006, 300.000 clientes cancelaron sus líneas –principalmen- te, por la deficiente calidad de la antigua red de Nextel– y la reputación del servicio de atención al cliente de Sprint salió muy mal parada. En una encuesta llevada a cabo en 2007 por Zogby International en todas las em- presas del sector en Estados Unidos, Sprint obtuvo la puntuación más baja en cuanto a la calidad de la aten- ción al cliente. Las quejas eran tan frecuentes que Sprint tomó una decisión sin precedentes: cancelar los contra- tos de al menos 1.000 clientes que habían llamado al servicio de atención al cliente “demasiadas veces”. En el caso de Delta, un alto grado de competencia téc- nica habría servido de poco para recuperar la confianza que habían perdido empleados e inversores debido a lo que percibían como incompetencia en la gestión. En Sprint, los esfuerzos por centrarse en la viabilidad y la competitividad a largo plazo (competencia en la gestión) fueron inútiles a la hora de contrarrestar la desconfian- za de los consumidores que habían padecido las conse- cuencias de la incompetencia técnica. Crear confianza con un grupo puede destruir la confianza en otro La gestión de la confianza es un proceso complejo por- que las diversas partes interesadas tienen necesidades diferentes y las medidas que se tomen para solventar un determinado problema de confianza pueden hacer que otro se agrave. Tomemos el caso de Deutsche Bundes- bahn, la empresa alemana de ferrocarriles, en otro tiem- po una organización estatal con una excelente reputa- ción técnica. Los clientes tenían tanta confianza en la fiabilidad de sus servicios que la frase Eres tan puntual como Deutsche Bundesbahn se hizo popular en Alema- nia. Sin embargo, la empresa no era gestionada todo lo bien que se podía y sufría importantes pérdidas. En 1994, en un intento por impulsar la competencia en la gestión, la empresa fue privatizada con el nombre de Deutsche Bahn Aktiengesellschaft. ¿El resultado? En es- tos momentos, la organización está obteniendo impor- tantes beneficios y se prepara para una oferta pública de acciones. Se mire por donde se mire, se trata una ope- ración gestionada con éxito. No obstante, existe un pro- blema: la confianza del consumidor se ha desplomado. Los constantes retrasos y el servicio deficiente han he- cho que los índices de satisfacción del cliente no remon- ten a pesar de que los beneficios han ido en aumento. La moraleja es que, a menos que las empresas adopten un enfoque equilibrado a la hora de gestionar la con- fianza de los grupos de interesados, pueden encontrar- se en una situación en la que, para conseguir la confian- za de una parte, se ha destruido la de otra. Otro ejemplo es la triste historia del fabricante de ju- guetes Mattel. En agosto de 2007, llegó al conocimien- to de los consumidores que varios de los juguetes que fabricaba presentaban defectos, mientras que en otros se habían utilizado pinturas con exceso de plomo. En las semanas siguientes, la empresa llevó a cabo tres grandes retiradas de productos que afectaron a más de 20 millones de juguetes. En un intento por recuperar la confianza de los consumidores, el consejero delega- do, Robert A. Eckert, hizo una declaración pública en la que afirmaba que Mattel había sido “traicionada” por sus proveedores chinos. Aseguró que las empresas que había subcontratado en China habían quebrantado los niveles de calidad exigidos por Mattel y habían emplea- do pinturas con exceso de plomo. Para evitar más pro- blemas en el futuro, la dirección puso en marcha un es- tricto sistema de controles previos y posteriores a la pro- ducción aplicables tanto a los proveedores como a los propios productos. Además, Mattel dio por finalizada su relación con varios de estos proveedores. La gestión de la confianza es un proceso complejo porque las diversas partes interesadas tienen necesidades diferentes y las medidas que se tomen para solventar un determinado problema de confianza pueden hacer que otro se agrave
  • 9. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ 18 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW Puede que esta reacción tan contundente sirviera pa- ra salvar la confianza de los consumidores, pero tuvo consecuencias desastrosas para la de otras partes impor- tantes. El Gobierno chino se sintió indignado por los ataques de Mattel a las empresas e instituciones de su país, y se dijo que el dueño de una fábrica de juguetes china se suicidó. Una vez pasado el tiempo, cuando se supo que el problema de la mayoría de los juguetes que habían sido retirados (17,4 millones) no era el plomo, sino los imanes defectuosos, el Gobierno chino exigió una disculpa. El 21 de septiembre, Thomas Debrowski, el vicepresidente ejecutivo de Mattel para operaciones internacionales, viajó hasta Pekín y entonó públicamen- te el siguiente mea culpa: “Mattel asume toda la respon- sabilidad [...] y pide personalmente disculpas a todos los chinos. [...] Es importante que quede claro que la gran mayoría de los productos que retiramos estaban defec- tuosos como consecuencia de un fallo en el diseño im- putable únicamente a Mattel, no a los fabricantes chi- nos”. Esta vez, la estrategia de Mattel iba dirigida a re- construir la confianza del Gobierno y los proveedores chinos, pero tampoco esta medida fue bien recibida por todos. El senador estadounidense Charles Schumer se hizo eco de la reacción de los defensores de los consu- midores americanos cuando comentó que las palabras de Debrowski recordaban las de “un ladrón de bancos que pide disculpas a su cómplice en lugar de hacerlo a la víctima del robo”. Aunque a veces es inevitable sacrificar parte de la con- fianza de alguno de los grupos de interesados, muchas veces es posible prever estas situaciones y, al menos, mi- tigar sus consecuencias negativas. La clave está en evi- tar definir demasiado el grupo. Si Mattel hubiera iden- tificado desde el principio los diferentes grupos que se verían afectados por la retirada de juguetes –y que, por tanto, también se verían afectados por la reacción de la empresa–, habría podido adoptar un enfoque más equi- librado que hubiera tenido en cuenta los diferentes in- tereses y preocupaciones de todos ellos. La concordancia de valores importa en todos los grupos Una de las claves de la confianza a la que menos aten- ción se ha dedicado es el deseo de los stakeholders de identificarse con los valores de una organización. Mu- chas veces se piensa que la concordancia de valores só- lo es importante en unas cuantas relaciones cercanas, como puede ser la que existe entre los miembros de una pareja, entre amigos o entre socios muy cercanos. Sin embargo, nuestras investigaciones indican que, aunque la concordancia de valores es importante para la gran mayoría de los empleados (es decir, para aquellas per- sonas que, de hecho, tienen una relación más cercana con la empresa), también es un factor importante para el resto de los interesados que analizamos en nuestro estudio. Dicho de otra manera, a todas las partes con in- tereses en una empresa, sean del tipo que sean, les in- teresa tener relación con organizaciones con las que puedan identificarse y con las que perciban que existe concordancia de valores. El caso de Google sirve para ilustrar el papel determi- nante que puede desempeñar la concordancia de valo- res, tanto para bien como para mal. Cuando Sergey Brin y Larry Page sacaron la empresa a bolsa en el año 2004, CUADRO 3 Categorías de ‘stakeholders’ Los stakeholders se pueden clasificar según la intensidad de su relación con la empresa (en función de la duración y frecuencia de las interacciones) y de su situación (es decir, si son partes internas o externas a la empresa). Estas dos dimensiones –intensidad y situación– se pueden proyectar para dar lugar a cuatro arquetipos. Hay que puntualizar que, en la práctica, las partes interesadas no tienen por qué corresponder exactamente con uno de los cuatro arquetipos. Por ejemplo, la relación de una parte con la empresa puede ser de intensidad “moderada”, en lugar de ser de intensidad “alta” o “baja”. Sin embargo, de forma simplificada, las principales categorías (clientes, proveedores, empleados e inversores) pueden asociarse con uno de los cuatro arquetipos. Proveedores Clientes Inversores Empleados Baja Alta Intensidad Externa Interna Situación
  • 10. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ ENERO 2009 19 crearon dos clases de accionistas: los de la clase A (in- versores externos) tendrían sólo la décima parte del de- recho a voto de la clase B (inversores internos). Queda- ba claro que las personas que estaban dentro de Google seguirían estando al frente y que nadie venido de fuera impondría sus valores. Page explicó: “Queremos tratar a Google de forma diferente, aplicando los valores que ha desarrollado como empresa privada a su nueva eta- pa como empresa pública. Seguiremos fieles a nuestro lema ‘No hagas mal a nadie’, manteniendo la confianza de los usuarios y no aceptando ningún pago por los re- sultados de las búsquedas. [...] Haremos todo lo posible para garantizar el éxito de Google a largo plazo y para ayudar a construir un mundo mejor”. Las diferentes par- tes con intereses se sumaron a esos valores, lo cual ge- neró altos grados de confianza. La empresa fue elegida por sus profesionales como el mejor lugar para trabajar; aparecía en lo más alto de los rankings en cuanto a re- putación y sus acciones subieron como la espuma. En los últimos tiempos, sin embargo, Google ha sido objeto de muchas críticas, y gran parte del problema pa- rece radicar en los valores que ha adoptado. Para atender al mercado chino, Google llegó a un acuerdo con el Go- bierno de ese país para aceptar una autocensura sobre determinados temas, como la matanza de la Plaza de Tia- nanmen, los problemas en el Tíbet y la independencia de Taiwán. Aunque sus competidores Microsoft y Yahoo! ha- bían acordado cesiones similares, muchos usuarios con- sideraron especialmente censurable la postura de Google dada la declaración de valores de la empresa (“No hagas mal a nadie”). El resultado fue que la confianza de los consumidores quedó gravemente mermada. Los directi- vos de Google fueron tachados de colaboradores nazis y tuvieron que comparecer ante el Congreso para explicar lo sucedido. Hubo manifestaciones de protesta ante la se- de de la compañía en Mountain View (California). Más tarde, Sergey Brin reconoció que “en cuanto a negocio, la decisión de imponer censura no fue acertada”. El servicio on-line de anuncios clasificados craigslist es otro ejemplo de empresa que considera la concordan- cia de valores como uno de sus activos centrales. En las reuniones en las que se marcan las pautas para deter- minar y alcanzar los objetivos de la empresa, su funda- dor, Craig Newmark, se refiere con más frecuencia a “la regla de oro” que al “deseo de obtener beneficios”, mien- tras que el consejero delegado, Jim Buckmaster, ha ase- gurado a los bancos de inversión y analistas de Wall Street que monetizar sus servicios y encontrar nuevas fuentes de ingresos con el fin de maximizar los benefi- cios “no es parte de nuestro objetivo”. A la base de clien- tes y a los empleados de craigslist les resulta atractiva esta filosofía. (Según nuestros propios datos, muchas partes interesadas desconfían de las empresas debido, en parte, a que éstas tienen una responsabilidad fidu- ciaria –y normalmente también fuertes incentivos– pa- ra maximizar el valor del accionista y, por tanto, su com- portamiento se percibe muchas veces como oportunis- ta). Sin embargo, los inversores, evidentemente, tienen una perspectiva totalmente diferente. ¿Cómo se pueden enfrentar las empresas a este dilema? Por una parte, craigslist ha estado creciendo a un rit- mo extraordinario y su valor de mercado (en caso de que saliera a bolsa) sigue creciendo a pesar de que se man- tiene fiel a los valores que defiende desde su fundación. Esto indica que una empresa puede regirse por deter- minados valores sin que esto le suponga una pérdida de valor de mercado. Es más, el éxito que están teniendo en Estados Unidos los “fondos de conciencia social” su- giere que el conflicto entre los valores de los inversores y los de otros grupos de interesados va a menos. Por otra parte, a menos que un negocio esté en ma- nos privadas, como es el caso de craigslist, probable- mente se topará con grandes dificultades si resuelve to- dos los conflictos de confianza desechando de plano las pretensiones de los inversores. Un enfoque más efecti- vo a largo plazo sería favorecer las operaciones y objeti- vos acordes con los valores dentro de los límites que im- pone la responsabilidad fiduciaria. Existen estudios que demuestran que, a pesar del deber fiduciario de maxi- mizar el valor del accionista, la dirección de las empre- sas tiene un margen de maniobra mucho mayor del que muchas veces se piensa. Es más, un metaanálisis basa- do en estudios ya existentes revela que el efecto de la responsabilidad social corporativa en el rendimiento fi- nanciero es pequeño, pero positivo. Dicho de otro modo, las empresas pueden tener contentos a diferentes tipos Aunque a veces es inevitable sacrificar parte de la confianza de alguno de los grupos de interesados, muchas veces es posible prever estas situaciones y, al menos, mitigar sus consecuencias negativas
  • 11. ALGUNAS IDEAS NO CONVENCIONALES PARA GESTIONAR LA CONFIANZA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ 20 HARVARD DEUSTO BUSINESS REVIEW de partes interesadas (al menos hasta cierto punto) sin necesidad de ofender a los inversores. Por desgracia, las empresas no parecen estar teniendo mucho éxito en lo que se refiere a coherencia de valores y confianza, y su reputación global en Estados Unidos (y en todo el mundo) deja mucho que desear. En 2005, el 71% de los encuestados en un estudio anual consideró la reputacióndelosnegociosestadounidenses“mala”o“pé- sima”. Los negocios globales, por su parte, también reci- bieron un suspenso de la mayoría de los encuestados en los más de catorce países que participaron en el estudio del Foro Económico Mundial en 2006. Éstos no son bue- nos datos para el mundo de los negocios en general. Sin embargo, también dejan ver una oportunidad para inspi- rar confianza y aprovecharla como un activo central de cualquier empresa que sepa encontrar el equilibrio entre la responsabilidad fiduciaria y la apuesta decidida por la concordancia de valores con las partes interesadas. Las diferentes partes con intereses en una empresa se diferencian por el tipo de vulnerabilidades al que se enfrentan. También se diferencian por aquello en lo que deben creer antes de confiar en una empresa. Los direc- tivos deben tener en cuenta esa diversidad de necesida- des y prever las pérdidas y ganancias que se van a pro- ducir a la hora de reforzar las relaciones con los emplea- dos, clientes, proveedores e inversores, entre otros. En resumen, las empresas no pueden utilizar un mismo enfoque para gestionar la confianza de todas las partes interesadas. Tampoco deben limitarse a guiarse por ideas convencionales. Nuestro trabajo constituye un primer paso hacia un modelo de confianza empresarial específico para cada parte interesada. El marco propuesto cuestiona algunas de las creencias existentes y arroja luz sobre algunos as- pectos que las empresas deberían tener en cuenta. En concreto, nuestras investigaciones indican que los ges- tores deben entender mejor el papel cada vez más im- portante que tienen la concordancia de valores y la iden- tificación, tomar mayor conciencia de aquellos contex- tos en los que la integridad sin benevolencia es una re- ceta segura para generar desconfianza, investigar más detenidamente la diferencia entre competencia en la gestión y competencia técnica y evaluar con mayor rigor los costes y beneficios de las iniciativas de transparen- cia. Un conocimiento más profundo de estas y otras áreas permitirá a las empresas gestionar mejor la con- fianza de sus stakeholders y conseguir así numerosos be- neficios, entre los que se incluyen una mejor coopera- ción con los proveedores, una mayor motivación y pro- ductividad de los profesionales, una mayor fidelidad de los clientes y un mayor apoyo de los inversores. CUADRO 4 Qué importa y a quién Los diferentes factores que componen la confianza (integridad, competencia en la gestión, competencia técnica, benevolencia, transparencia e identificación o concordancia de valores) no tienen la misma importancia para todos los grupos de interesados. Por ejemplo, las personas que tienen una relación de baja intensidad con la empresa no basan su confianza en la benevolencia, mientras que las partes que tienen una relación intensa con la empresa sí lo hacen. Baja Alta Intensidad Externa Interna Situación Competencia en la gestión Competencia técnica Integridad Identificación Competencia en la gestión Competencia técnica Benevolencia Integridad Identificación Competencia en la gestión Competencia técnica Integridad Identificación Competencia en la gestión Competencia técnica Benevolencia Integridad Identificación + + + + + + + +Indica que un elemento concreto de la confianza importa relativamente más en este tipo de relación que en otro. Si desea más información relacionada con este tema, introduzca el código 20562 en www.e-deusto.com/buscadorempresarial «Algunas ideas no convencionales para gestionar la confianza de los ‘stakehol- ders’». © Massachusetts Institute of Technology. Este artículo ha sido publi- cado anteriormente en MIT Sloan Management Review con el título “Uncon- ventional Insights for Managing Stakeholder Trust”. Referencia n.O 3277.