Durante el siglo X en el Imperio Germánico, el arte estuvo fuertemente influenciado por la tradición bizantina y buscaba representar el poder imperial. Los emperadores otónidas promovieron este arte realista para confirmar el vínculo entre los gobernantes cristianos. La arquitectura otoniana incluyó iglesias abaciales con influencia carolingia y bizantina, y las artes suntuarias como los marfiles y la orfebrería también reflejaron estilos tradicionales.