El arte románico surgió en Europa entre los siglos XI y XII como resultado del contacto entre el cristianismo y las civilizaciones bárbaras. Fue un arte lleno de espiritualidad fruto de la combinación de diversas influencias como la romana, bizantina y germánica. Se caracterizó por construcciones masivas con gruesos muros, bóvedas de medio punto y arcos de medio punto que simbolizaban la solidez y fuerza de la iglesia.