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¡Atrévete a innovar!
Y a trabajar en equipo
Maite Vallet
3
© Maite Vallet, 2013
© Wolters Kluwer España, S.A
C/ Collado Mediano, 9
28230 Las Rozas (Madrid)
Primera edición: Septiembre 2013
© WOLTERS KLUWER ESPAÑA, S.A. Todos los derechos
reservados. A los efectos del art. 32 del Real Decreto Legislativo
1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba la Ley de Propiedad
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ISBN: 978-84-9987-084-7
Depósito Legal: M-23249-2013
Diseño, preimpresión e impresión por Wolters Kluwer España, S.A.
Printed in Spain
5
Este libro va dirigido a quienes deseen innovar la educación actual
enseñando a trabajar en equipo para impulsar el aprendizaje, la
adquisición de conocimientos, el desarrollo del talento personal, la
disposición para afrontar la vida cotidiana, la práctica de los valores, la
sana utilización del tiempo libre, la convivencia solidaria y la educación
ciudadana comprometida y democrática.
6
Los diferentes foros educativos, nacionales e internacionales, están
fundamentando las bases para lograr una educación integral y de
calidad, que forme ciudadanos implicados en la construcción de una
sociedad mundial comprometida con el planeta y las personas que lo
habitan, sean de la raza, cultura, religión, nivel intelectual o socio-
económico que sean.
Se están asentando los pilares que encaminen la educación hacia el
desarrollo de los talentos y destrezas, innatos y adquiridos,
potenciando seres creativos, activos y emprendedores, que lideren el
progreso de la sociedad tomando iniciativas democráticas y solidarias.
En los últimos años, las legislaciones educativas han provocado
cambios en los programas docentes, que impulsan el aprendizaje
significativo, autónomo y participativo, la educación por competencias
y la enseñanza virtual y global entre otros. La propuesta de estos
programas tendría que inducir a los niños y adolescentes a ser no sólo
buenos profesionales sino buenos ciudadanos del mundo, lo que
supone ser buenas personas y seres capaces de convivir
solidariamente con toda la humanidad.
Los avances sobre el estudio de las inteligencias múltiples nos
muestran un concepto teórico del cual deriva el de las diferentes
competencias, que se refieren a la práctica de habilidades. No es lo
mismo adquirir conceptos que obtener habilidades. Pensemos en
competencias que hayamos adquirido, como conducir un coche, utilizar
el ordenador, hablar idiomas, cocinar, practicar un deporte o cualquier
destreza profesional. Son competencias que no se adquieren
únicamente comprendiendo, memorizando y expresando
conocimientos sino poniendo en práctica las habilidades apropiadas en
el momento oportuno. Se requiere, sin duda, adquirir conocimientos y
también memorizarlos, pero sobre todo se requiere práctica para
llegar a ser competente dominando las diferentes habilidades y
aplicándolas con seguridad en contextos diferentes. Lo mismo sucede
en el ámbito de las competencias socioemocionales, ser respetuoso o
ser capaz de controlarse en lugar de reaccionar agresivamente, no se
adquiere conociendo y predicando el concepto del respeto a los demás
7
sino practicando los valores.
Sin duda, nuestra sociedad es consciente de la necesidad de una
educación que permita desarrollar todas las habilidades del ser
humano y su potencial como ciudadano del mundo, pero la realidad
nos muestra una escuela que centra su interés en los contenidos
curriculares, basados en el dominio de las inteligencias académicas
tradicionales, y que utiliza métodos memorísticos, fundamentados en
la repetición de conceptos. Métodos carentes de interés para el alumno
a quien se atiborra de conocimientos que no le sirven para la vida,
olvidando su formación como persona capacitada para afrontarla.
Muchos obtienen resultados por debajo de su potencial, no se
reconocen sus aptitudes y forman parte del fracaso escolar, cuando en
realidad se están desaprovechando sus talentos, diluyéndose así su
aporte al ámbito creativo y emprendedor.
En el aspecto socioemocional, la escuela, empeñada en obtener
resultados que certifiquen aprendizajes académicos, pretende que sea
la familia quien eduque para la vida y la convivencia o bien se limita a
la transmisión teórica de los valores en lugar de trabajar los procesos
que llevan a la vivencia de los mismos. Pretende que los alumnos no
sean egoístas, que piensen en los demás, sin embargo fomenta su
individualismo obligándoles a competir en lugar de impulsar su
solidaridad permitiendo las consultas entre compañeros y la ayuda
mutua para alcanzar los aprendizajes. Se centra en el protagonismo
del profesor, el único que está autorizado a enseñar. Y cuando surgen
problemas graves de convivencia, como el acoso escolar entre otros,
busca soluciones urgentes pero no obtiene respuestas eficaces. Lo que
sucede es que las medidas que se toman para afrontar los diferentes
problemas son ajenas a la mayoría de las personas que trabajan en la
institución, cuando lo ideal sería contar con equipos de profesores-
tutores formados para guiar procesos educativos integrales, que
permitan a los propios alumnos ser los auténticos protagonistas de su
desarrollo personal y los mejores mediadores a la hora de resolver sus
conflictos de convivencia.
La clave para resolver esta situación está en educar aprovechando el
enorme potencial que supone, para cualquier sociedad, el desarrollo
8
de las habilidades de cada uno de sus alumnos, permitiéndoles
progresar en todas y cada una de las competencias en las que pueda
destacar, impulsando la ayuda mutua para lograrlo.
Evidentemente la institución escolar se debería plantear la educación
socioemocional como una «asignatura» fundamental para educar
integralmente a sus alumnos ayudándoles a afrontar su vida y a ser
ciudadanos solidarios. Para ello, necesita replantearse la metodología
pedagógica del aula, dejando atrás el afán individualista y competitivo.
Trabajar en equipo: aprender a expresar los propios aportes, escuchar
con empatía, confrontar los diferentes puntos de vista, colaborar entre
compañeros para adquirir los aprendizajes y ponerse de acuerdo para
lograr objetivos comunes, debería constituir la acción primordial del
método de aprendizaje.
1. Propuesta de este libro: trabajar en equipo
Con el objetivo de promover la educación integral en las instituciones
educativas, este libro propone la instauración de una metodología que
se fundamenta en la ayuda mutua, para que los alumnos:
▪ Adquieran los conocimientos que les impulsen a aprender siempre.
▪ Desarrollen las habilidades socioemocionales que les permitan ser
competentes para enfrentar la vida practicando los valores adquiridos.
▪ Logren una conciencia ciudadana que contribuya a la creación de un
mundo más solidario.
En los diferentes capítulos veremos en qué consiste el método
pedagógico «Trabajar en equipo» y cómo se logran los aprendizajes
minimizándose el fracaso escolar y permitiendo la inclusión de
alumnos con características diversas. Veremos cómo enseñar a
organizar el tiempo de estudio en casa para realizar los deberes con
autonomía, así como la manera de rectificar posibles errores y de
resolver las dudas entre los propios alumnos.
Proyectaremos la educación para el tiempo libre y nos replantearemos
los recreos tanto para aprender a organizar y disfrutar el tiempo de
ocio, dentro y fuera del colegio, como para el aprendizaje de la
9
convivencia compartiendo actividades lúdicas.
Perfilaremos los procesos para fortalecer la autoestima, expresar y
controlar las emociones, y desarrollar la empatía logrando el respeto
mutuo, la solidaridad y la tolerancia, para convivir en armonía,
resolver conflictos sin agresividad y prevenir la violencia.
Se presentarán las normas y límites de convivencia como una
propuesta de los propios alumnos para trabajar en equipo. La figura
del mediador pasará a ser el papel que asumirán todos y cada uno
para resolver sus conflictos. Libertad y disciplina irán íntimamente
unidas.
Nos planteamos transformar la «teórica» educación en valores en la
puesta en práctica de dichos valores, y la educación ciudadana en el
revulsivo que transforme nuestra sociedad, formando ciudadanos
responsables y respetuosos con todos los seres humanos y con el
medio ambiente.
Destacaremos la importancia de contar con una actitud positiva,
siendo personas con autoridad, no autoritarias ni sobreprotectoras.
Para lograr el éxito de las propuestas anteriores, se deben conocer las
oportunidades y aprender a afrontar los retos que ofrecen las primeras
etapas de la vida: infancia, niñez y adolescencia, que en términos
escolares se corresponden con: educación infantil, primaria y
secundaria. Analizaremos la incidencia de las actividades diarias, de
orden y de organización, en la vida personal y en las relaciones
interpersonales, el reto de dar respuesta a las inquietudes e intereses
profesionales, y la importancia del tiempo libre y de las actividades
lúdicas para el sano desarrollo de la personalidad y de la convivencia.
Dedicaremos un capítulo a impulsar la formación de los padres como
educadores de sus hijos, para que conozcan su proceso de crecer y la
manera de incidir en su educación.
Con el fin de lograr los objetivos señalados, es necesario formar al
personal escolar y conformar el equipo coordinador. Este se encarga
de impulsar, asesorar y facilitar el trabajo docente y la relación
escuela-familia, así como de dar seguimiento y evaluar los procesos
10
educativos y sus resultados, para rectificar y mejorar la realidad
educativa.
2. Qué aporta trabajar en equipo
Sabemos que «La unión hace la fuerza» y que «Los esfuerzos aislados
jamás alcanzan los resultados obtenidos aunando voluntades».
Sin duda, el resultado que se consigue trabajando en equipo supera
con creces a la suma de los esfuerzos individuales, pero el aporte
personal de los componentes del equipo es fundamental para que el
trabajo sea de todos, no solo de unos pocos. Sin trabajo individual no
hay auténtico trabajo de equipo, ya que este implica coordinarse y
lograr procesos armoniosos que requieren del esfuerzo de cada uno.
Sin embargo, no se pretende alcanzar un objetivo común con el aporte
parcial de cada uno de los alumnos, sino que cada alumno logre
desarrollar su potencial gracias al apoyo de sus compañeros, lo que
revertirá en beneficio de todos. Trabajar en equipo no es, por lo tanto,
el objetivo pedagógico sino la herramienta metodológica para
alcanzarlo.
Trabajar en equipo:
- Es la cara opuesta de la metodología tradicional que potencia el
individualismo.
- Establece una estrategia de ayuda entre compañeros, que permite a
cada alumno desarrollar su potencial, aportar su creatividad, obtener
mejores resultados, fortalecer su autoestima y practicar la solidaridad
reforzando el espíritu de cooperación y colaboración.
- Impulsa el protagonismo de los alumnos, evita su actitud pasiva a la
espera de las indicaciones, la supervisión y la evaluación del profesor.
- Conjuga el engranaje de tres esfuerzos: la disposición individual de
cada uno de los componentes del equipo, la dinámica del grupo que
les permite ayudarse hasta alcanzar un nivel superior y la guía del
profesor para coordinar el proceso.
- Se basa en el aporte personal y la ayuda mutua, para que todos
alcancen los objetivos pedagógicos. Los alumnos adquieren, amplían y
11
profundizan sus conocimientos confrontando opiniones en grupos
reducidos. Siempre parten de la reflexión personal y de un trabajo
individual, que después contrastan con sus compañeros. Los distintos
puntos de vista y el intercambio de opiniones enriquecen el trabajo de
cada uno.
3. Capacidad de los niños y adolescentes para trabajar
en equipo
A partir de la niñez el ser humano experimenta una gran apertura
hacia la comunicación, a través del diálogo es capaz de argumentar y
de escuchar con empatía. Los niños en esta etapa sienten una
inclinación natural hacia la comprensión de las personas que les
rodean, ello les motiva a ponerse con suma facilidad en el lugar del
otro, a quien podrán ayudar y con quien podrán colaborar y ponerse
de acuerdo.
En la adolescencia se intensifica la facultad de comunicación de los
seres humanos. Es la etapa en la que necesitan formar parte de un
grupo con el que se identifican, y por el que se sienten protegidos y
dispuestos a hacer cualquier «heroicidad» con tal de formar parte del
mismo.
Teniendo en cuenta esta realidad, la propuesta de aprendizaje escolar
debe renunciar a ser individualista: aislarse, rivalizar, competir…, para
fundamentarse en el trabajo solidario y la ayuda entre compañeros.
12
13
Capítulo I Aprendizajes académicos
trabajando en equipo
«Los esfuerzos aislados jamás alcanzan los resultados obtenidos
aunando voluntades».
1. Qué habilidades se adquieren al trabajar en equipo
Se adquieren habilidades cognitivas y socioemocionales:
- Se aprende dando importancia al proceso de aprendizaje.
- Aprenden a rectificar errores. El error forma parte del proceso de
aprendizaje.
- Se agiliza el proceso de aprendizaje.
- Todos amplían y fortalecen sus conocimientos.
- Aprender resulta interesante, ameno, retador. Copiar no tiene
sentido.
- Facilita el trabajo competente del profesor.
- Se crea un ambiente de libertad y disciplina.
- Aprenden a trabajar y convivir con personas diversas.
• Se aprende dando importancia al proceso de aprendizaje
Para aprender, lo verdaderamente importante no es memorizar
conceptos sino el proceso de aprendizaje que lleva al conocimiento. Se
pretende lograr que los alumnos sean competentes para comprender
lo que leen, expresar sus ideas, razonar numéricamente, proteger su
entorno socio-ambiental, desarrollar su creatividad a través de
actividades artísticas, cuidar su salud física y emocional… Lograr las
competencias mencionadas, supone pasar por un proceso de reflexión
y debate, que permite a los alumnos llevar a la práctica sus
habilidades cognitivas. Sin ese proceso se logra un conocimiento débil,
alcanzado mecánicamente, sin comprensión; se llega a un resultado
endeble que no implica la adquisición de destrezas útiles para la vida.
El profesor impulsará la cooperación no sólo para alcanzar las
14
propuestas académicas sino para estimular el interés por aprender y
el esfuerzo para lograrlo. Al trabajar en equipo se crea un clima de
mutua ayuda que favorece esa exigencia entre compañeros, que tanto
necesitan en momentos de flaqueza.
• Aprenden a rectificar errores. El error forma parte del
proceso de aprendizaje
En los centros escolares el método de aprendizaje sigue siendo
individualista, el profesor explica la lección y los alumnos realizan,
individualmente, ejercicios relacionados con el tema expuesto, quien
no llega al resultado correcto es calificado negativamente. Los
alumnos no tienen la posibilidad de comunicarse para confrontar sus
trabajos, rectificar errores, e intercambiar conocimientos y
explicaciones hasta que todos adquieren los aprendizajes. Para
corregir los ejercicios se escriben las soluciones en la pizarra y algunos
las copian, pero no entienden qué hicieron mal ni qué tendrían que
hacer para rectificar sus fallos.
Mientras en la escuela tradicional el error se sanciona con una mala
calificación, al trabajar en equipo el error forma parte del proceso de
aprendizaje (se entiende como error no sólo lo mal hecho sino aquello
que se desconoce), si nadie está en el error los alumnos no tienen
nada que aprender y el profesor nada que enseñar.
La escuela, en lugar de sancionar los fallos debería aprovecharlos para
que los alumnos, guiados por el profesor, aprendan a rectificarlos
apoyándose en el debate entre compañeros, hasta alcanzar el objetivo
que se pretenda.
• Se agiliza el proceso de aprendizaje
En cuanto al tiempo que se requiere para trabajar en equipo, el
proceso de aprendizaje puede resultar lento, pero únicamente al
inicio, hasta que los alumnos y el profesor se adaptan al nuevo
método de trabajo. Una vez adaptados, es mucho más rápido y eficaz,
debido a que se optimiza el uso del tiempo: todos están activos
compartiendo sus conocimientos, confrontando opiniones,
corrigiéndose mutuamente; ninguno espera, pasivo, las indicaciones y
el control del profesor. El propio equipo impulsa los avances exigiendo
15
la actividad de todos, agilizándose así enormemente el proceso.
También lo agiliza el hecho de que los alumnos aprendan a aprender,
al ir construyendo los nuevos aprendizajes sobre los anteriores, bien
cimentados. ¿Qué sentido tiene ver rápido todo el programa, para
olvidar los aprendizajes con la misma rapidez?
• Todos amplían y fortalecen sus conocimientos
Al trabajar en equipo, todos pueden alcanzar los objetivos
académicos. Debido a que el método se basa en la ayuda mutua,
siempre que lo necesiten tienen la posibilidad de apoyarse en su
equipo y en el resto de sus compañeros de clase. Esto contrasta con el
sistema individualista, que deja indefenso al alumno que por cualquier
motivo tiene dificultades para afrontar un determinado conocimiento.
Alguien podría pensar que los mejores, académicamente hablando, se
pueden ver perjudicados por el hecho de tener que explicar a sus
compañeros conceptos que no comprendieron, sin embargo sucede
todo lo contrario, reafirman lo que saben profundizando en el propio
conocimiento. Explicar a un compañero aquello que no entendió
supone un nivel de comprensión, sabiduría y exigencia, superior a
saberse la lección para dársela al profesor. Tampoco supone mayor
esfuerzo proporcionar a los compañeros los resultados de los
ejercicios. Por lo tanto, los mejores no pierden el tiempo al ayudar a
sus compañeros sino que refuerzan sus aprendizajes, y los que
necesitan ayuda logran aprender. Todos mejoran no sólo su
rendimiento académico sino los valores relacionados con ayuda
mutua, colaboración y solidaridad.
• Aprender resulta interesante, ameno, retador. Copiar no
tiene sentido
¿Por qué los niños disfrutan tanto aprendiendo fuera del colegio y se
aburren en clase? La respuesta es obvia, en el aula no se les permite
aprender como lo hacen en su vida cotidiana. Fuera del colegio no
aprenden pasivamente, su mente y ellos mismos están activos, y se
pueden comunicar con las personas que tienen a su alrededor,
mientras que en la escuela está prohibido comunicarse. En lugar de
mirarse a la cara, para que quede claro que no deben hablar entre
16
ellos, se sitúan unos detrás de otros o alrededor del educador. La
comunicación entre compañeros es inexistente. Su misión consiste en
atender al profesor, permaneciendo en silencio hasta que les hace
alguna pregunta. Después le rendirán cuentas de lo aprendido. En un
aula así aprender es aburrido y en la mayoría de los casos ni siquiera
se aprende.
El trabajo en equipo, al basarse en la confrontación, el debate, la
toma de decisiones y la ayuda mutua para alcanzar el resultado que
se pretende, resulta interesante y retador. Los alumnos sienten
verdadero interés por aprender, disfrutan enseñando a sus
compañeros y aprenden a pedir ayuda cuando la necesitan.
Copiar deja de tener sentido, porque resulta tedioso, no promueve
ningún desafío, como deja de tener sentido pedir a un compañero que
le haga el trabajo o engañar al profesor. Es mucho más estimulante
reflexionar, analizar, deducir, debatir con los compañeros y descubrir
lo que son capaces de aprender enseñándose entre ellos. Comprueban
que compartir sus aprendizajes resulta muy ameno, que disfrutan
aprendiendo.
• Facilita el trabajo competente del profesor, aun con grupos
numerosos
Efectivamente, trabajar en equipo no solo optimiza el aprendizaje de
todos los alumnos sino que facilita la enseñanza de los docentes. Por
pequeño que sea el grupo de alumnos, la manera práctica y eficaz de
aprender es trabajando en equipo. Pero cuando el grupo es numeroso
se puede afirmar con mayor rotundidad. Obviamente cuantos más
alumnos hay en una clase, más son los que necesitan explicaciones
adicionales a las dadas por el profesor y menos posibilidades hay de
llegar a cada uno, sin embargo hay muchas más oportunidades de
encontrar alumnos que sepan enseñar a otros en cualquier área de
aprendizaje.
Enseñándoles a colaborar el profesor impulsa el motor del trabajo en
equipo y no necesita tener un «imposible» tiempo personal para cada
uno, le bastará con guiar el proceso de ayuda mutua, demostrando así
su competencia como educador.
17
• Se crea un ambiente de libertad y disciplina
Al trabajar en equipo todos se ayudan a aprender, pero también a
respetar las normas de convivencia. Si, por ejemplo, alguien habla
antes de que le corresponda, los demás le dirán que espere hasta que
llegue su turno. Si el profesor pide silencio para hacer algún
comentario al gran grupo, los alumnos se piden entre ellos que
escuchen al profesor. Si un alumno molesta a algún compañero, los
demás le dirán que debe salir del grupo hasta que esté dispuesto a no
molestar (después veremos cómo se les enseña a establecer sus
normas de comportamiento y a mantener, entre ellos mismos, la
disciplina acordada).
Hay alumnos que alteran el orden de la clase por aburrimiento.
También esta dificultad se resuelve trabajando en equipo, ya que,
como hemos comentado, lejos de aburrirles, el aprendizaje
compartido les resulta ameno, entretenido y retador.
El profesor no necesita imponerse para mantener la disciplina, son los
propios alumnos quienes asumen esa responsabilidad, aunque eso sí,
el profesor estará siempre alerta y dispuesto a intervenir como guía
del proceso. El ambiente de libertad y disciplina que se crea con la
colaboración de todos es el que se necesita para vivir a gusto en
cualquier ámbito: escolar, familiar, laboral, recreativo…
• Aprenden a trabajar y convivir con personas diversas
Trabajar en equipo supone ser capaz de trabajar con personas
diversas, no necesariamente amigas, simplemente compañeras de
trabajo, personas con las que se congenia mejor o peor, pero con las
que podemos, debemos y necesitamos aprender a convivir
enriqueciéndonos y complementándonos.
Así sucede en la vida en general, no sólo en la escolar. Necesitamos
saber convivir con compañeros de trabajo, con familiares, y con
personas con quienes compartimos actividades incluso de tiempo
libre, que pueden no ser afines a nosotros pero con quienes nos irá
mucho mejor si sabemos colaborar dando y recibiendo lo que nos
complemente.
18
2. En qué consiste «trabajar en equipo»
Como señalamos más arriba, se basa en la ayuda mutua, en la
enseñanza entre los propios alumnos, guiados por el profesor, para
que todos alcancen los objetivos pedagógicos. Los alumnos adquieren,
amplían y profundizan sus conocimientos confrontando opiniones en
grupos reducidos. Siempre parten de un trabajo individual o de la
reflexión personal que después contrastan con sus compañeros. Los
distintos puntos de vista y el intercambio de opiniones enriquecen el
trabajo de cada uno.
2.1. Organización del aula para trabajar en equipo
Para trabajar en equipo, en lugar de disponer los pupitres en filas,
unos detrás de otros, imposibilitando la comunicación entre los
alumnos, o en semicírculo alrededor del profesor, que muestra así su
protagonismo, se distribuyen en pequeños grupos de debate, de
cuatro o cinco escolares.
Los equipos se sitúan de manera que el profesor se pueda mover
alrededor, para facilitar la comunicación y dar las indicaciones
oportunas.
Los libros, material escolar, juegos didácticos, etc., se deberán situar
alrededor de la clase, al alcance de los alumnos.
Las mochilas y demás útiles personales tendrán destinado un espacio
concreto. Si necesitan tenerlas a mano mientras trabajan en los
equipos, deberán colgarlas en sus asientos o situarlas en el lugar que
se decida, pero sin obstaculizar el paso.
2.2. Formación de los equipos de trabajo
Para conformar los equipos de trabajo, se tendrá en cuenta que:
- En cada equipo debe haber un máximo de cinco integrantes.
- Es importante que los equipos persistan.
- Los organiza el profesor hasta que los aprenden a organizar los
alumnos.
- Deben ser heterogéneos.
19
- Todos asumen las mismas responsabilidades.
• En cada equipo debe haber un máximo de cinco integrantes
Para que el trabajo de cada equipo sea verdaderamente eficaz, para
que todos participen y colaboren, el número ideal es de cuatro
alumnos por equipo, como máximo cinco (si son más se forman
subgrupos y la fuerza del grupo se diluye).
• Es importante que los equipos persistan
No se deben cambiar hasta que todos hayan aprendido a trabajar
colaborando, cooperando, compartiendo. Necesitan tiempo para
adquirir el hábito de ayudarse. Cuando se cambian con frecuencia no
tienen la oportunidad de aprender a trabajar como un verdadero
equipo. Al principio se repiten los estereotipos individualistas: no
quieren colaborar con sus compañeros ni aceptan otra ayuda que no
sea la de su profesor. Pero al darles tiempo, esta situación va
remitiendo hasta desaparecer.
Sin embargo, la permanencia de los equipos no excluye la posibilidad
de hacer intercambio de alumnos, cada vez que se requiera, para
explicarse algún concepto. Además, dependiendo de cada área de
aprendizaje se pueden agrupar de forma diferente, ya que el equipo
idóneo para complementarse en matemáticas, por ejemplo, puede no
coincidir con el de los compañeros que mejor se pueden auxiliar en
educación artística o física.
• Los organiza el profesor hasta que los aprenden a organizar
los alumnos
Los debe organizar el profesor, por lo menos al principio, hasta que los
alumnos aprendan a formar equipos «de trabajo» no «de recreo».
Como habitualmente el único lugar en el que los alumnos eligen con
quién compartir sus actividades es en el recreo, cuando se les pide
que se agrupen para trabajar sus objetivos pedagógicos, de una
manera «instintiva» se sitúan con sus compañeros de juego, y puede
suceder que no sea precisamente con ellos con quienes les resulte
más eficaz alcanzarlos. Por lo tanto, hasta que aprendan a agruparse
en función de la ayuda que se puedan prestar para adquirir cada
20
competencia, los equipos los debe organizar el profesor.
• Deben ser heterogéneos
Los grupos homogéneos no son tan enriquecedores al no facilitarse la
confrontación como sucede en los heterogéneos, donde la oferta de
opiniones diversas es mayor. Para que sean heterogéneos deben ser
mixtos e incluir a los alumnos que aprenden rápido con los de
aprendizaje lento, a los extrovertidos con los introvertidos, a los que
prestan atención con los que se despistan, a los inquietos con los
tranquilos… Así cada alumno se complementa y enriquece con la
diversidad de aptitudes, puntos de vista, emociones,
comportamientos, etc., que se ofrecen en cada equipo. A mayor
diversidad, mayor posibilidad de confrontación y de complementarse
ampliando horizontes.
Además, formar equipos heterogéneos posibilita la inclusión de
alumnos con capacidades diversas y con diversas discapacidades.
• Todos asumen las mismas responsabilidades
En lo que habitualmente se entiende como trabajo en equipo, se
reparte el trabajo a realizar (cada componente del equipo realiza una
parte del trabajo) y se asignan diferentes roles entre los miembros del
equipo para obtener un resultado común. Pero en el trabajo en equipo
que se propone en este libro no hay un reparto de tareas ni hay
encargados de actividades concretas. Es un trabajo de equipo, básico,
en el que todos afrontan las mismas tareas académicas y aprenden a
realizar todas las funciones de liderazgo, gestión y ejecución.
Respecto a las funciones no se asignan líderes o encargados de cada
función por períodos más o menos largos. Para que todos aprendan a
asumir todas las responsabilidades que conlleva liderar un grupo, cada
día, un alumno diferente, por riguroso turno de rotación, asume la
misión de representar a su equipo o de ser el encargado de ejecutar
las diferentes tareas que conlleva el trabajo colaborativo. Así, cada
día, al alumno que le corresponda, repartirá el material, anotará las
conclusiones del debate, expondrá lo que han concluido…
Respecto al trabajo académico, no desarrolla cada uno una parte del
21
mismo (no resuelve cada uno una parte de los problemas, redacta una
parte del texto que se solicita…) sino que todos realizan,
individualmente, la misma tarea; después, en los equipos, resuelven
sus dudas y amplían sus conocimientos. Más adelante podrán realizar
también trabajos en los que la división de tareas sea fundamental
para alcanzar un resultado común, elaborado con la intervención
parcial de cada uno de los componentes del equipo, y del que todos se
informan y aprenden; y se podrán asignar diferentes misiones a cada
miembro del equipo, en función de sus cualidades personales,
estableciendo estructuras de autoridad para cada cargo asignado. Pero
eso será más adelante, cuando todos hayan aprendido a asumir las
responsabilidades que conlleva cada cargo.
2.3. Normas, límites y consecuencias para trabajar en
equipo. Crear un ambiente de disciplina
A menudo se teme que los equipos de trabajo puedan generar
indisciplina. Algunos profesores señalan sus temores para poner en
marcha el trabajo en equipo diciendo: «Se puede producir demasiado
alboroto», «Sólo uno hará el trabajo de todos», «Se copiarán unos a
otros», «Algunos se resistirán a formar parte de determinados equipos
o no querrán formar parte de ninguno», «Se distraerán hablando de
otras cosas»... Y realmente así sucede si no se enseña a crear un
ambiente de orden, estableciendo las normas necesarias al iniciar el
cambio de método.
Pasar de un sistema individualista, que excluye la cooperación entre
los alumnos, a otro que propone el apoyo mutuo, y el trabajo
coordinado, cooperativo y solidario, requiere de una buena
organización de los equipos y de la creación de un ambiente de
disciplina. La disciplina al uso se suele asociar con autoritarismo,
castigo, reprimenda... sin embargo la verdadera disciplina surge de
nuestro interior y va asociada con paz, equilibrio y armonía. Ante
situaciones de indisciplina, la reacción habitual es enfadarse con los
alumnos, gritarles, repetir una y otra vez lo que deben hacer,
descalificarles, amenazarles... El temor a la represalia prometida:
hablar con los padres, bajar puntos, más trabajos, quedarse sin
22
recreo, días de expulsión… hace que su comportamiento aparente ser
disciplinado, pero actúan con disciplina únicamente cuando está el
adulto presente o por temor a lo que les pueda suceder, y además
puede generar agresividad en el alumno.
Indudablemente, si la disciplina que pretendemos es la que se logra
apelando al interior del ser humano, a su capacidad para actuar sin
imposiciones externas, tenemos que cambiar nuestra manera de
actuar, estableciendo, con los alumnos, las normas y límites
necesarios.
2.3.1. Normas y límites
Como en cualquier situación humana de convivencia, para trabajar en
equipo es necesario propiciar un clima de disciplina y cooperación,
estableciendo normas y límites que constituyan la ayuda
imprescindible para convivir en armonía. Las normas señalan lo que se
debe hacer para facilitar el logro de los objetivos comunes y la sana
convivencia, y los límites lo que no se debe hacer porque hacerlo
entorpecería o imposibilitaría alcanzar esos objetivos y el bienestar de
todos.
Algunas normas se expresan con mayor claridad a través del límite, de
lo que no se debe hacer: «No molestar», por ejemplo. En este caso el
«no» es positivo, ya que indicar que no se debe molestar es positivo
para todos.
Las normas se deben formular utilizando un lenguaje claro y conciso
para no dar lugar a equívocos. Con tal de que resulten concretas y
claras, se pueden expresar resaltando la norma o el límite: «Tirar la
basura a la papelera», «Emplear un tono de voz suave», «Respetar los
turnos», «No insultar», «No pegar»…
Para que las normas resulten prácticas y eficaces las deben establecer
y exigir su cumplimiento los propios alumnos. Al final de este apartado
veremos cómo pueden hacerlo.
Algunas normas imprescindibles para el buen funcionamiento de los
equipos:
- Mantener un ambiente de orden.
23
- Establecer turnos.
- Aceptar grupos heterogéneos.
- Realizar el trabajo individual previo al de equipo.
- Aprender escuchando a los compañeros.
- No molestar a los compañeros.
• Mantener un ambiente de orden
El orden del mobiliario y del material, personal y común, es básico
para crear un clima de trabajo. Es esencial tener previsto dónde situar
las mesas, cómo almacenar el material reciclable y el de desecho,
dónde guardar las mochilas y el material común de la clase…
Mantener un ambiente de orden implica otro aspecto fundamental, el
de emplear un tono de voz suave para evitar un clima de alboroto,
que les impida escucharse y permanecer concentrados. Se ayudan a
mantenerlo ellos mismos, pidiendo silencio cuando el profesor quiera
comunicar algo a todo el grupo y deban interrumpir el trabajo de los
equipos para escucharle. Simplemente se dirán unos a otros:
«Escucha».
También implica hablar de aquello que atañe a las propuestas
pedagógicas, recordándose entre ellos mismos que deben centrarse
en dichas propuestas en lugar de hablar de otras cosas.
• Establecer turnos
Para que los integrantes de cada uno de los equipos intervengan con
orden, se establecen turnos de participación.
Cada día le corresponde a uno del equipo ser el primero en realizar
cualquier actividad que deba emprenderse, ya sea explicar cómo
resolvió el ejercicio que propuso el profesor, exponer el resumen del
trabajo de su equipo a toda la clase, repartir el material común a su
equipo… Al día siguiente, quien fue el segundo el día anterior pasará a
ser el primero y así sucesivamente. De esta manera todos aprenden a
ser el primero, el segundo… y el último.
• Aceptar grupos heterogéneos
24
Ya hemos comentado la importancia de que los grupos sean
heterogéneos para contar con una mayor riqueza cognitiva y
socioemocional. Pero esta cualidad tan positiva, algunos no la sabrán
apreciar hasta pasado un tiempo de práctica, manifestando un rechazo
o resistencia inicial a formar parte de determinados equipos o
pretendiendo no formar parte de ninguno por considerar que aislados
trabajan mejor.
Si se conforman los equipos de manera que sus integrantes puedan
ayudarse y colaborar, contribuyendo cada uno de ellos al
enriquecimiento de los demás, aunque al principio a algunos les
resulte costoso, no tardan en comprobar que es más productivo y
gratificante trabajar con los compañeros asignados.
• Realizar el trabajo individual
Cuando en la escuela se propone a los alumnos que hagan un trabajo
«en equipo», la propuesta se refiere a realizar una actividad, entre
todos, sin trabajo individual previo. Lo que sucede en ese caso, es que
se estimula el trabajo de unos pocos y los demás viven a expensas de
sus compañeros, sin descubrir lo que pueden aportar, sin aprender. No
es ese el tipo de trabajo de esta propuesta: el verdadero trabajo en
equipo tiene que contar con el aporte de cada uno de sus
componentes.
Ya que sin trabajo individual previo no hay auténtico trabajo de
equipo, es imprescindible haberlo realizado, en clase o en casa, para
participar en el debate grupal. El cumplimiento de esta norma evita,
además, que solo uno haga el trabajo y los demás dejen de
esforzarse.
Quien incumpla esta norma queda excluido de su equipo hasta que
realice el trabajo individual. Ser excluido le ayuda a rectificar, puesto
que participar en el debate resulta mucho más motivante que
permanecer aislado.
• Aprender escuchando a los compañeros
Muchas veces se escucha sin prestar atención, sin pensar en lo que
está diciendo la persona que habla. El profesor debe animar a los
25
alumnos a escucharse activamente, tratando de descubrir los aportes
que cada uno puede proporcionar cuando expone algo, dispuestos a
aprender, modificando si fuese necesario y enriqueciendo siempre, el
propio punto de vista, al darse unos a otros las explicaciones que cada
uno requiere.
La queja que alegan algunos profesores sobre la indisposición de sus
alumnos para compartir conocimientos, enseñanza, etc., se debe a
que el método que se utiliza habitualmente es individualista e
insolidario, pero al establecer como procedimiento pedagógico
trabajar en equipo, los alumnos comparten conocimientos, ideas y
opiniones, de una manera natural y espontánea, aunque al principio a
algunos les cueste. El espíritu de ayuda entre compañeros trasciende
a todos los equipos, evitándose la competencia insolidaria como puede
suceder al inicio.
• No molestar a los compañeros
Esta norma incluye cualquier actividad ofensiva hacia los compañeros
y sus pertenencias. Si alguno ofende o simplemente molesta a otro
compañero se deberá actuar como se propone en el capítulo dedicado
a la resolución de conflictos. No obstante, a continuación se comentan
las consecuencias que complementan las normas y límites de
convivencia para trabajar en equipo.
2.3.2. Consecuencias
Las consecuencias, así como las normas y límites, son imprescindibles
para lograr una convivencia armónica. Son la ayuda que se necesita
cuando cuesta cumplir alguna norma. No son castigos. Los premios y
castigos son arbitrarios, no están establecidos, están en función del
estado de ánimo de quien premia o castiga.
En el sistema tradicional no se establecen consecuencias, se imponen
premios y castigos arbitrarios. Los alumnos sólo tienen que agudizar
su sensibilidad, valorando de qué humor se encuentran sus profesores,
para concluir si van a ser castigados o premiados: «La clase está
desordenada, pero hoy no hay problema, el profesor llega de
magnífico humor». «Mejor ordenamos la clase o, tal como está hoy,
26
nos castiga seguro». «Hoy tiene día depresivo, ni siquiera se va a
enterar de que la clase está desordenada». «¡Vamos a ordenar la
clase, seguro que hoy nos sube algún punto, está de un humor
estupendo!»…
Todas las situaciones anteriores tienen que ver con el adulto, no con el
comportamiento de los alumnos. Para sentirse valorados en función de
su conducta, las consecuencias deben estar establecidas, de manera
que todos sepan lo que deben asumir al incumplir una norma. Si la
norma es: «Mantener la clase ordenada», la consecuencia será
«Ordenarla», esté el profesor del humor que esté. La consecuencia
tiene que ayudar a cumplir la norma, en este caso, a mantener la
clase ordenada, por lo tanto no se establece como consecuencia:
bajarles puntos, dejarles sin recreo…
Cuando cumplen las normas establecidas, experimentan consecuencias
positivas: la mejor recompensa a sus esfuerzos es sentir la satisfacción
de lograr algo que les costaba. Otra recompensa es sentirse
valorados, sentir el reconocimiento por parte de profesores y
compañeros. Vivir las consecuencias establecidas, y la coherencia del
profesor instando a que se cumplan siempre, les ayuda a conseguir lo
que se propongan.
Tipos de consecuencias:
• Salir del equipo
Salir del equipo, no de la clase.
Quien moleste a algún compañero, saldrá de su equipo hasta que se
tranquilice y esté dispuesto a colaborar en lugar de molestar.
• Retirar la atención
Esta consecuencia se aplica cuando hay agresiones verbales. El
alumno que molesta no sale de su equipo, pero se le retira la
atención, no se le hace caso hasta que esté dispuesto a dejar de
interrumpir o de ofender verbalmente a sus compañeros.
• Restituir o reparar
Si un alumno quita, tira, ensucia o rompe algo tendrá que devolverlo,
27
recogerlo, limpiarlo o arreglarlo.
2.3.3. Cómo establecen sus normas trabajando en equipo.
Cumplimiento de normas y consecuencias
A partir de primaria, e incluso antes, los alumnos tienen capacidad
para tomar decisiones acerca de cómo se deben comportar. Los niños
y especialmente los adolescentes necesitan poder opinar, que se les
tenga en cuenta, contar con la oportunidad de participar en las
decisiones que afectan a su vida escolar. Si se les da la oportunidad,
saben establecer las normas que necesitan respetar para progresar en
sus estudios y mejorar su comportamiento. Sin embargo, cuando las
normas están establecidas, los alumnos no sienten el mismo
compromiso de asumirlas.
En los equipos de trabajo de cuatro o cinco alumnos, se les propone
que reflexionen individualmente y que después debatan acerca de las
normas de convivencia que facilitan su vida escolar, beneficiando a
todos. Podrían acordar: «Mantener la clase ordenada», «Llegar a
tiempo a las clases», «Traer los deberes hechos», «Entregar los
trabajos en la fecha acordada», «No molestar a los compañeros»,
«Hablar con control, sin gritar, insultar»…
Una vez establecidas sus normas de comportamiento, deciden qué
consecuencias deberán afrontar los que molesten en clase,
desordenen, lleguen tarde, no hagan los trabajos…, pero siempre con
la idea de ayudarse entre ellos, no con la de ser cómplices de un
sistema autoritario que impone disciplina a base de castigos. Por lo
tanto se les propone que piensen qué les podría ayudar a conseguir
todo aquello que les cuesta. Podrían establecer: «Quien desordene
algo, deberá ordenarlo», «Quien llegue tarde a las clases, las recupera
durante el recreo», «Quien no haga los deberes, no podrá participar
en el debate»... Las consecuencias incluyen el refuerzo: «Pueden ir al
recreo si llegan a tiempo a las clases», «Si mantienen todo en orden,
no tendrán que dedicarse a ordenar cuando los demás hacen otras
actividades», «Podrán participar en el debate, si hacen los deberes»…
Del cumplimiento de las normas y consecuencias se encargan los
propios alumnos, pero el profesor no se desentiende del proceso, al
28
contrario, él lo guía hasta que los alumnos asumen la responsabilidad
de cumplir y hacer cumplir las normas, y resuelven entre ellos las
situaciones conflictivas que se presentan en cualquier contexto de
convivencia. Cuando algún alumno desoye lo que le dicen sus
compañeros respecto a la norma que debe cumplir o la consecuencia a
la que se debe atener, pedirán ayuda al profesor, no para que éste les
sustituya, sino para que les ayude a ser escuchados por su compañero
(en el Capítulo III, referente a la convivencia y resolución de
conflictos, se amplía lo expuesto en este apartado).
2.3.4. Actitud del profesor
La actitud del profesor debe motivar a los alumnos a cumplir sus
normas de convivencia y a vivir las consecuencias que les ayudarán a
cumplirlas. Animar a los alumnos para que logren cumplir lo que les
cuesta, no es un hábito social. Ante su mal comportamiento, los
alumnos se acostumbran a escuchar frases como: «Cada año son
peores», «No tienen arreglo», «No se esfuerzan lo más mínimo»,
«Solo entienden con castigos», «Son los peores de la clase»…
Al descalificarles se deja su autoestima por los suelos, o simplemente
asumen que «son así», y se seguirán comportando de acuerdo a la
imagen de sí mismos que se les transmite. Sin embargo, ¡pueden
cambiar! Se les debería decir que son capaces de conseguir lo que se
propongan, aunque les cueste, si se esfuerzan por lograrlo: «Inténtalo,
aunque te cueste, tú sabes que puedes», «Te está costando, pero cada
vez estás más cerca de conseguirlo»... Al animarles comprenden que
se cree en ellos, en su capacidad de aprender, de cambiar, de mejorar,
de modificar sus comportamientos inadecuados.
3. Esquema y ejemplo para «trabajar en equipo»
3.1. Esquema
El método «Trabajar en equipo» consta de tres pasos básicos:
1. Explicación del profesor
Exposición de un tema.
2. Proceso de aprendizaje del alumno
29
Se trata de un proceso de ensayo-error hasta lograr los
aprendizajes.
Consta de dos pasos:
3. Resultado
Se llega al resultado cuando el alumno logra el aprendizaje.
Habitualmente se hace hincapié en los puntos 1 y 3. El profesor explica
un tema y exige resultados correctos sin haber dado a los alumnos la
oportunidad de confrontar sus trabajos para explicarse entre ellos lo
que no comprendieron, resolver sus dudas, rectificar errores,
interiorizar conceptos... Sin embargo para lograr los aprendizajes, el
proceso de ensayo-error es fundamental y la enseñanza entre
compañeros, la clave.
3.2. Un ejemplo
Veamos, con un ejemplo: aprender a dividir, cómo trabajar en la
práctica cada uno de los tres pasos: explicación, proceso y resultado.
Explicación
El profesor es el protagonista de la explicación. A él le compete
preparar el contenido y el material didáctico para su exposición, no
obstante debe fomentar la intervención de los alumnos. Para motivar
su participación les hace preguntas, utiliza material didáctico y les
propone actividades que facilitan la comprensión de lo que explica.
Durante la explicación, en este caso del concepto de la división, el
profesor se dirige a todo el grupo de alumnos. Al dirigirse a todos a la
vez, indudablemente en algún momento algún alumno se puede
distraer. Debemos aceptar que aunque en ocasiones las distracciones
de los alumnos sean voluntarias, es imposible prestar atención al cien
30
por cien de una exposición, nuestra mente «se toma descansos»
alejándose momentáneamente y retomándola después. En cualquier
caso, el objetivo del profesor no es descubrir y sancionar a quien se
distrae, tampoco lograr una exposición tan motivante que nadie se
distraiga. Sin duda debe intentar que sea lo más motivante posible,
pero contando con la realidad que comentábamos: «la mente
descansa cada cierto tiempo».
Obviamente, también habrá alumnos que no comprendan parte o la
totalidad de lo que el profesor explique. A otros les surgirán dudas que
no siempre aclararán con la respuesta a sus posibles preguntas hechas
al profesor. Otros ni siquiera sabrán qué preguntar.
Al trabajar en equipo no hay que preocuparse porque se hayan
producido ciertas lagunas, de atención o de comprensión, en las
mentes de los alumnos, puesto que en el siguiente paso, cuando
comience el «proceso de aprendizaje», podrán ayudarse entre ellos a
cubrir las lagunas que surgieron durante la exposición del profesor.
Respecto al contenido de la explicación, existen propuestas
metodológicas que facilitan el aprendizaje comprensivo, ameno y
práctico de las diferentes materias escolares. No es por lo tanto en
este punto, en el que nos vamos a detener en este libro. En lo que se
quiere hacer especial hincapié es en el proceso de aprendizaje, del que
hablamos a continuación.
Proceso de aprendizaje
Los protagonistas del proceso de aprendizaje son los alumnos. Son
ellos quienes necesitan pasar por el proceso de ensayo-error hasta
lograr los aprendizajes. El papel del profesor consiste únicamente en
guiar el proceso.
Tras haber explicado, en este caso el concepto de la división, el
profesor propone a los alumnos una actividad, que resolverán primero
individualmente y después en equipo, para comprobar lo que han
comprendido.
Recordemos los dos pasos del proceso de aprendizaje:
▪ Trabajo individual:
31
- En clase
- En casa (deberes)
▪ Trabajo en equipo
Trabajo individual
Como ya se ha comentado, sin trabajo individual previo no hay
verdadero trabajo de equipo, el verdadero trabajo en equipo tiene que
contar con el aporte de cada uno de sus componentes. Así pues,
después de su explicación, el profesor propone un ejercicio sobre lo
explicado, en este caso la división, que cada alumno debe tratar de
resolver individualmente, sin hablar con sus compañeros ni con el
profesor, sin copiar, reflexionando solo.
Aparentemente es la misma propuesta que ofrece la escuela
tradicional, pero no es así. Se trata de un trabajo que, en lugar de
corregirlo el docente, se contrasta entre los alumnos. De nada sirve
que el profesor confirme, al revisar los trabajos, que tienen errores,
que no comprendieron o que no saben. ¿Qué aporta al alumno saber
que progresa mal? Lo significativo para él es saber cómo llegar al
conocimiento. Tampoco le ayudan las correcciones en la pizarra, donde
se dan las respuestas pero no se enseñan los procesos para llegar a
ellas. Sin embargo, en los equipos de trabajo, al confrontar sus
respuestas, al contrastarlas con los compañeros, resuelven sus dudas
y los que no comprendieron algo al explicarlo el profesor, lo podrán
hacer cuando se lo expliquen entre ellos.
Trabajo en equipo
La clase, como ya vimos, estará organizada en equipos de cuatro o
cinco alumnos. Al debatir un tema con todo el grupo, por muy
participativo que se pretenda hacer, hablan únicamente unos pocos y
el resto calla por no querer opinar públicamente, porque en ese
momento no estaban atentos o por otros motivos. Sin embargo,
cuando se debate en grupos pequeños todos participan, todos
intervienen opinando, no se sienten cohibidos y les resulta sencillo
manifestar interés centrándose en el tema que debaten.
El trabajo en equipo se inicia cuando más o menos el cincuenta por
32
ciento de los alumnos termina el ejercicio propuesto por el profesor, en
este caso sobre la división. En los equipos, cada uno expone cómo ha
resuelto la actividad trabajada individualmente, aunque no la haya
terminado. Confrontan sus ejercicios y entran en debate para
solventar sus dudas, y ampliar sus conocimientos hasta que todos
llegan al aprendizaje que se pretendía, hasta que logran comprender
el concepto de la división y saben aplicarlo. Ningún alumno cambia su
resultado porque se lo dice otro alumno «que sabe más», lo debe
hacer por convencimiento, tras escuchar las explicaciones de sus
compañeros.
Los alumnos aprenden comunicándose, manteniendo una actitud
activa. El profesor también se mantiene activo, muy activo, su misión
es guiar el proceso, por lo tanto, no permanece sentado. Mientras los
alumnos comparten sus conocimientos sobre la división, él recorre los
grupos para impulsar el debate interviniendo con preguntas que les
animan a reflexionar, a confrontar opiniones y a clarificar dudas hasta
adquirir el concepto de la división, hasta que aprenden a dividir. Si le
hacen preguntas no debe resolver sus dudas con respuestas cerradas,
les responderá con preguntas para que reflexionen y las resuelvan
ellos. Es fundamental que esté atento a las explicaciones que se dan
entre los alumnos, a sus comentarios, y que localice a los que en lugar
de dar respuestas cerradas a sus compañeros de equipo, saben
hacerles preguntas para que razonen. A esos alumnos les anima a ser
ellos quienes den las explicaciones oportunas en sus equipos.
Si ningún alumno de un mismo equipo entendió el concepto explicado,
el profesor promueve el intercambio de alumnos, hasta que en cada
equipo haya al menos uno que pueda ayudar a sus compañeros a
comprenderlo. Pero si constata que en la mayoría de los equipos no
entendieron, debe volver al primer paso, a la explicación inicial.
Por el contrario, si comprueba que captaron el concepto de la división,
les propone realizar alguna actividad en casa, para que descubran si
saben afrontar el trabajo propuesto, sin el apoyo de su equipo.
Los deberes: un trabajo personal que se corrige en equipo
Como decíamos, los deberes se plantean para que descubran lo que
33
aprendieron, estando solos, sin el apoyo de su equipo, y para que
ejerciten sus conocimientos profundizando en sus aprendizajes. Pero
mientras en clase los conocimientos los adquieren trabajando en
equipo, con la guía del profesor, en casa cada alumno tiene que
trabajar individualmente.
La escuela califica de irresponsables a los padres que no hacen los
deberes con sus hijos. Sin embargo, es el profesor quien les tiene que
enseñar a hacerlos con plena autonomía, sin dependencias familiares.
Para ello únicamente pondrá deberes, para hacer en casa, sobre los
conceptos que los alumnos comprendieron en clase trabajando en
equipo. ¿Qué sentido tiene proponerles una tarea que no pueden
hacer, empujándoles a copiar y engañar, o a desanimarse por no
aprender? En muchos casos, su autoestima se resiente y acaban
aceptando su supuesta incapacidad, no luchan para remontar sus
calificaciones porque no saben cómo enfrentar sus deberes.
Ahora bien, cuando han comprendido algún concepto trabajando con
su equipo, necesitan enfrentarse a ese concepto, solos, para descubrir
precisamente eso, que estando solos siguen comprendiendo el
concepto aprendido con su equipo. Veamos un ejemplo: si los alumnos
aprendieron a extraer de un texto las ideas principales, trabajando con
sus equipos en clase, necesitan comprobar que son capaces de
localizar las ideas principales de un texto diferente, sin consultar con
su equipo. Supongamos que en casa alguno tiene dificultad para
realizar el trabajo propuesto, en ese caso, al día siguiente aporta sus
dudas al equipo. Confrontando sus trabajos corregirán sus errores y se
darán nuevas explicaciones hasta adquirir los aprendizajes.
Los deberes se corrigen en los equipos de trabajo, entre compañeros,
con la guía del profesor. Pero sólo pueden participar quienes los hayan
realizado previamente en casa. La consecuencia de no poder participar
es la mejor ayuda para realizarlos. Les anima enormemente descubrir
que trabajando en equipo tienen la oportunidad de resolver sus dudas
y corregir sus errores comprendiendo lo que solos, en casa, no
supieron afrontar. Alguien pensará que la mayoría prefiere copiar el
resultado a sus compañeros en lugar de participar en el debate, pero
no es así, más bien al contrario, les resulta mucho más interesante
34
debatir acerca de los procesos que llevan a los resultados, que copiar
esos resultados. Confrontar es más sugerente que copiar.
El profesor se involucra plenamente en la corrección de los deberes,
no se desentiende quedándose sentado. Se acerca a los equipos
guiando el proceso. Hace preguntas para que caigan en la cuenta de lo
que deben corregir o interviene para dar explicaciones generales.
Cuando algún alumno pretenda que sea el profesor quien le dé la
respuesta esperada, este se dirigirá a los compañeros de equipo que
puedan explicarle cómo descubrir esa respuesta.
Respecto a la cantidad de deberes, reflexionemos: ¿qué sentido tiene
proponerles grandes cantidades de sumas, restas o divisiones, de
problemas o de ejercicios en general? Lo importante no es que hagan
cantidad de deberes, sino calidad de deberes. Si aprendieron a dividir
y comprendieron el concepto de la división explicándoselo entre ellos,
trabajando con sus equipos, se les puede proponer que hagan tres
divisiones en casa para que comprueben si las saben hacer estando
solos, no necesitan hacer más divisiones para comprobarlo. No se
debe saturar a los alumnos con tareas escolares. Es importante cuidar
la calidad y la cantidad de deberes que se ponen a los alumnos.
Aprender no debe ser una tortura sino un disfrute.
En cuanto a la evaluación de los deberes, señalar que no se deben
calificar como si fuesen un resultado, simplemente son ejercicios que
forman parte del proceso de aprendizaje.
Resultado
Para que el profesor cumpla con su objetivo de enseñar, todos los
alumnos deben lograr el objetivo de aprender. Expresado de una
manera más clásica: al aprobar el alumno, aprueba el profesor; al
suspender el alumno, suspende también el profesor. La misión del
educador es enseñar a sus alumnos a aprender, por lo tanto, si estos
no aprenden su misión queda incumplida.
Los alumnos alcanzan el resultado, en este caso aprender a dividir, no
cuando el resultado de los ejercicios o actividades propuestas es
correcto sino cuando comprenden los procesos que llevan a ese
resultado, adquiriendo el concepto de la división y sabiéndolo aplicar
35
en su vida; lo alcanzan cuando aprenden a aprender.
De las evaluaciones hablaremos más adelante, aquí únicamente
señalamos que para evaluar el resultado tendremos en cuenta, que
aunque aprenden a través de la ayuda mutua, el resultado, la
calificación, no es del equipo, lo alcanza cada uno de los componentes
del equipo. Dicho con otras palabras, la nota es personal, no grupal.
No hay una nota para el grupo que ha aprendido a dividir, sino para
cada uno de los alumnos que aprendió a dividir.
4. Hábitos de autonomía relacionados con el estudio
4.1. Cómo aprenden a organizar su estudio en casa
Desde primaria los niños están preparados para organizar su estudio
en casa, sin embargo muchos llegan a la adolescencia sin haber
aprendido. No se saben organizar porque en el colegio no les enseñan,
y en casa, en lugar de enseñarles les ayudan a hacer los deberes,
cuando tienen una duda se la resuelven, les corrigen los trabajos, les
toman la lección…
Son dependientes porque se da por hecho que se deben saber
organizar sin enseñarles cómo hacerlo. En el colegio lo habitual es
poner deberes a los alumnos o decirles que estudien o que realicen
algún trabajo escolar, sin practicar en clase «de qué manera» se
espera que lo hagan. A veces se les exige que presenten «bien» los
ejercicios que les proponen, sin explicarles a qué se refiere
concretamente ese «bien». Se les dice: «Para mañana, tenéis que
hacer los ejercicios de la lección…», «En la próxima evaluación
entrarán las lecciones…», «Acordaros de presentar bien los trabajos»…
Se les da una orden y se espera un resultado sin pasar por el proceso
de aprendizaje.
Para que enfrenten sus deberes con autonomía y adquieran hábitos de
estudio, es fundamental enseñarles a utilizar técnicas: subrayar,
resumir, organizar la información en cuadros que les permitan
interiorizar y memorizar sus conocimientos... También deben aprender
las diferentes maneras de presentar cualquier trabajo que se les
proponga.
36
Se les enseña a organizar su estudio en casa ensayando en clase, paso
a paso, todo lo que necesiten aprender. Recordemos que enseñar no
se limita a darles la explicación oportuna. Para que aprendan a
estudiar, a hacer los deberes y a presentar correctamente sus trabajos
tienen que pasar por el proceso de ensayo-error, contando con la
ayuda mutua entre compañeros. Es imprescindible que descubran, en
clase, que son capaces de enfrentar cualquier actividad que se les
proponga para casa. Bastará con «ensayar», se trata de hacer algún
«simulacro» de cómo realizarla, para confirmar que la pueden
afrontar.
También necesitan reflexionar, en sus equipos, acerca de las
condiciones que favorecen o dificultan su estudio en casa. Deberán
tomar sus propias decisiones para aprovechar mejor su tiempo y
obtener resultados satisfactorios. El trabajo en equipo facilita el
proceso.
Para aprender a organizar su estudio, tendrán que reflexionar acerca
de:
- Programar su tiempo de estudio.
- Lugar y postura para estudiar.
- Mantener su material ordenado.
- Evitar distractores.
- Cómo utilizar la agenda escolar.
• Programar su tiempo de estudio. El hábito de estudio
Aprenden a programar su tiempo de estudio integrándolo dentro de su
horario general. Más adelante veremos como enseñarles a planificar
el horario que cada uno necesita seguir desde que se levanta hasta
que se acuesta, incluyendo sus actividades de autonomía personal:
despertarse, arreglarse, comer, dormir, ordenar…, de colaboración, las
de estudio y su tiempo libre. Asimismo veremos como confrontando
su horario personal con el de sus compañeros de equipo aportan y
reciben ideas de planificación.
Al programar las actividades que necesitan realizar cada día, deciden
37
en qué momento se proponen hacer los deberes, para adquirir con
mayor facilidad el hábito de estudio. Reflexionando comprenden que
les resulta más sencillo adquirirlo si estudian todos los días a la misma
hora, si establecen una rutina.
También comprenden que el tiempo destinado a realizar los deberes
dependerá de lo que cada uno necesite, pero que siempre estará
integrado con las otras actividades que forman parte de su proyecto
de vida como son las de autonomía personal, de colaboración y de
tiempo libre, vitales para un desarrollo integral y armónico.
• Lugar y postura para estudiar
Muchos niños y adolescentes se acostumbran a estudiar en cualquier
parte en lugar de realizar sus deberes donde se facilite su
concentración. Pero bastará con preguntarles: «¿En qué lugar y cómo
se facilita más vuestra concentración?», para que respondan que
necesitan crear un ambiente propicio si quieren sacar rendimiento a su
esfuerzo, y que harán sus deberes, mejor y más rápido, si se sitúan
siempre en el mismo lugar, normalmente en su cuarto, sentados
frente a su mesa de estudio, no tumbados o en cualquier lugar de la
casa. Comprenden que si no prestan la atención requerida a lo que
están haciendo, los resultados serán peores, y que hay lugares que
facilitan o dificultan su concentración. Lo comprenden muy bien, si en
lugar de exigírselo, se les anima a reflexionar sobre esta obviedad.
También saben que es difícil concentrarse si la postura no es la
adecuada, y que si sitúan los dos pies en el suelo y la espalda recta se
cansan menos que si la postura es incorrecta.
• Mantener su material ordenado
Les recriminamos su desorden: «Lo pierden todo», «Nunca saben
donde dejan sus cosas». Repetimos, constantemente las mismas
órdenes: «A recoger», «A ordenar», «Apuntaros lo que tenéis para
mañana», «No olvidéis llevaros los libros que necesitáis para hacer los
deberes»… Pero no hay un tiempo establecido para enseñar a los
alumnos a organizar y mantener ordenado lo que necesitan utilizar a
diario: su estuche, su mochila, su pupitre, su percha o cualquier lugar
asignado durante el curso para guardar sus pertenencias. Todos
38
podrían aprender, aun los más desordenados, si la escuela les
enseñara. Pero en lugar de recibir la explicación teórica de lo que
tienen que hacer, deberían realizar la actividad práctica de organizar y
ordenar cada uno de sus enseres.
En cuanto a la planificación del material escolar que utilicen en casa,
se les indica que hagan una lista de lo que necesiten. La elaboran
individualmente y la confrontan con su equipo, completándola en el
caso de haber olvidado algo. Si se les da la lista elaborada, no toman
decisiones no se responsabilizan. Después de elaborarla, piensan
cómo pueden obtener, organizar y mantener ordenado su material
escolar en casa.
Cada alumno descubrirá los cambios concretos que debe efectuar y
establecerá un plazo corto para realizarlos. Cumplido el plazo,
confrontará con su grupo los resultados, ya que entre ellos se animan
a lograr sus propuestas.
• Evitar distractores
Reflexionando comprenden que si evitan lo que les distrae, no les
costará tanto concentrarse. El profesor les motiva a recapacitar:
- Os concentraréis mejor y os costará menos estudiar si evitáis todo
lo que os distrae.
- ¿Qué os distrae?
- ¿Qué podéis hacer para evitarlo?
Como resultado de su reflexión, reconocen que sobre la mesa de
estudio deben ubicar únicamente el material que van a necesitar, bien
ordenado; que tanto la falta de material como el exceso del mismo, y
el desorden, pueden provocar su desconcentración; y que deben
evitar cualquier cosa que les distraiga. Mencionarán que les distrae
determinada música, el ordenador, el móvil, tener fotos en la pared
frente a la mesa o merendar al tiempo que hacen los deberes.
Ellos mismos pueden buscar la solución para no distraerse. Pueden
sugerir merendar antes de estudiar, colocar las fotos en otro lugar; no
escuchar un tipo de música que les invita más a bailar o a seguirla
mentalmente que a centrarse en el estudio; apagar el móvil, no
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utilizar el ordenador nada más que para hacer los deberes…
Cada alumno se propondrá activar la solución que decida aplicar para
no distraerse.
• Cómo utilizar la agenda escolar
Cuando un alumno no se entera de los deberes que tiene que hacer,
depende de algún compañero de clase, a quien llama para informarse,
o de sus padres, quienes piden al profesor que les informe de los
deberes de su hijo. Así se traslada al profesor o a algún compañero la
responsabilidad que debería asumir el alumno.
Para adquirir el hábito de anotar los deberes diarios o los trabajos que
tendrán que entregar transcurridos varios días, se les enseña a utilizar
la agenda escolar. Enseñarles no consiste únicamente en decirles cómo
la deben utilizar y exigirles que lo hagan, sino en practicar en clase
cómo utilizarla.
Siguiendo la metodología de trabajo en equipo, se parte de la
explicación. Se les indica dónde y cómo deben anotar todo lo que
necesiten recordar: los deberes diarios, los trabajos que tienen que
entregar en diferentes fechas, los días de las evaluaciones, los de
vacaciones y otras actividades que no deben olvidar. También se
establece cuándo deben leer lo anotado. En clase practican, con la
ayuda de su equipo, lo que les ha ido exponiendo el profesor, hasta
que aprenden a anotar cada actividad.
Durante el proceso de aprendizaje, cada día ponen en práctica lo
aprendido anotando lo que deben recordar, leyéndolo, cometiendo
errores y rectificándolos. Algunos necesitan la colaboración y el apoyo
de su equipo dándoles ideas y animándoles a utilizar su agenda, para
anotar y consultar todo lo referente a sus compromisos escolares.
Llegan al resultado cuando utilizar la agenda es una rutina en su vida.
4.2. Cómo superan las dificultades relacionadas con el
estudio en casa y con la organización de su material
Si al hacer los deberes comprueban que no recuerdan cómo realizar
alguna actividad o verifican que olvidaron lo que creían haber
40
comprendido trabajando con su equipo, o si se les presenta cualquier
duda, anotan lo que necesiten aclarar con su equipo al día siguiente y
se procede como se indicó en el apartado referente a la corrección de
sus deberes.
La dificultad para algunos no tiene que ver con la comprensión sino con
la organización de su material. Se olvidan de llevar a casa lo que
necesitan para hacer los deberes y cuando los hacen no se acuerdan
de entregarlos. También pierden con facilidad sus pertenencias
escolares. Cuando actúan de esta manera, se les exige que sean
ordenados sin enseñarles lo que deben hacer para serlo, y a su vez se
da por hecho que no van a cambiar, se sentencia: «Pierde todo,
siempre se olvida…, es despistadísimo, es un desastre…».
Descalificarles por ser despistados o pedirles que dejen de serlo sin
enseñarles cómo pueden lograrlo, no tiene sentido.
Se les debe transmitir, sin quejas ni reproches, que pueden aprender a
no olvidar sus deberes, sus trabajos, sus pertenencias. Necesitan
pasar por el proceso de reflexión: «¿Qué podéis hacer para no olvidar
ni perder vuestras pertenencias?», y por la ayuda entre compañeros
para recordarse y exigirse, entre ellos, lo que cada uno se propuso
hacer para ser ordenado. Se tendrá en cuenta que aprenden a ser
ordenados practicando, en clase, el orden del material personal y
común. Si no se les enseña, en la práctica cotidiana, a ordenar, es muy
difícil que logren ser ordenados, porque su problema no es teórico, la
teoría la tienen clara.
También deben establecer las consecuencias que precisen. Saben que
cometer errores es normal, pero que se requiere asumir las
consecuencias de los propios errores para no continuar cometiéndolos.
Pueden decidir reponer, con sus ahorros, los objetos personales que
pierden frecuentemente. Del mismo modo, pueden establecer que si
se dejan en casa algo que necesitan en el colegio nadie se lo tiene que
llevar. Pasar la jornada escolar sin lo que olvidaron en casa será la
consecuencia que les ayude a no volver a olvidarlo, tendrán que
anotar lo que trabajen en clase, en hojas sueltas, y después lo
deberán pasar a sus cuadernos, lo cual supone un esfuerzo que les
motivará a no repetir su olvido. Si perder un trabajo les supone
41
repetirlo y es una propuesta de los propios alumnos, les motivará para
acordarse de no olvidar ni perder el material que deben llevar a casa o
entregar al profesor. Nuevamente, la ayuda entre compañeros les
facilitará superar las dificultades.
4.3. Un ejemplo
Veamos paso a paso, con un ejemplo, como aprenden a asumir las
responsabilidades referentes a su estudio en casa, trabajando en
equipo.
Se siguen los tres pasos del método:
Explicación
En lugar de dar a los alumnos una explicación teórica, se les formulan
preguntas para que reflexionen:
- ¿Qué responsabilidades necesito asumir para realizar los deberes?
- ¿Cuáles me cuesta afrontar?
- ¿Cómo creo que debería actuar? ¿Qué me debo proponer?
- ¿Qué consecuencias me ayudarán a conseguirlo?
Cada uno responde individualmente y lo confronta con su equipo para
aportar y recibir ideas. Es importante que hagan propuestas concretas,
por ejemplo: «Necesito organizar mi mesa de estudio y mantenerla
ordenada», «Debo apuntar los deberes en la agenda», «No debo
utilizar internet para comunicarme con mis amigos mientras estudio»…
Sus propuestas son sus normas de comportamiento, lo que deben
hacer.
Después, teniendo en cuenta que les puede costar cumplir sus
propósitos, se les pregunta:
- ¿Qué consecuencia os ayudará a conseguir lo que os cueste poner en
práctica?
Alguno puede decidir: «Si no anoto los deberes o se me olvidan los
libros en el colegio no podré estudiar ni hacer los trabajos escolares, la
consecuencia será que me bajarán puntos y tendré que estudiar más o
42
hacer el trabajo el fin de semana».
Comentan sus reflexiones en los equipos. Entre ellos se dan ideas y se
animan a practicarlas.
Proceso de aprendizaje
Cada alumno actúa poniendo en práctica sus propuestas y rectifica sus
errores cada vez que falle viviendo las consecuencias establecidas. Al
que se propuso no olvidarse de utilizar la agenda, sus compañeros le
pueden recordar que la utilice, si fuese necesario. Si les escucha,
obtendrá el apoyo que necesita, de lo contrario le recordarán que
tendrá que afrontar las consecuencias establecidas para quien olvida
realizar las actividades escolares.
Es fundamental dar seguimiento a sus propuestas de manera que
puedan comentar, entre compañeros, lo que van logrando y lo que les
está costando conseguir. En los equipos se vuelven a dar ideas, y se
animan a rectificar sus fallos y a seguir practicando sus propuestas
haciendo el esfuerzo necesario.
Resultado
Se alcanza el resultado, cuando las actividades que se propusieron
realizar se convierten en un hábito en sus vidas.
5. Evaluaciones
El sistema escolar evalúa a los alumnos sin enseñarles a rectificar sus
errores. No propone pasar por el proceso de aprendizaje en el aula,
trabajando en equipo, para adquirir los conocimientos. Cada alumno
hace y corrige los deberes, y prepara las evaluaciones, aisladamente,
sin mediar el trabajo entre compañeros.
La propuesta de evaluación de este libro se centra en la evaluación
continua. Se trata de constatar si cada alumno aprende, progresa, si
sabe prestar y pedir ayuda a los que le rodean… en definitiva si sabe
aprender a aprender, adquiriendo los conocimientos que le permiten
ser competente para afrontar su vida, tanto desde el punto de vista
intelectual-cognitivo como socioemocional. La pregunta clave sería:
«¿Aprende?» en lugar de «¿Se lo sabe?». Tradicionalmente se evalúa
lo que saben en el momento de la evaluación y sus posibles errores,
43
no si aprenden a aprender.
A muchos profesores les produce inseguridad suprimir las evaluaciones
tradicionales. No es necesario que las supriman, es más, como es el
medio que el sistema social utiliza para acceder a diferentes estudios y
trabajos, es conveniente que los alumnos practiquen las evaluaciones
tradicionales. Sin embargo, será una evaluación más, no la única, para
determinar si un alumno alcanza los objetivos académicos. Además, el
resultado de la evaluación tradicional escrita, tendrá que coincidir con
lo que se observe en la evaluación continua realizada mientras
trabajan en sus equipos.
La manera práctica de efectuar la evaluación continua consiste en
hacer un cuadro de doble entrada en el que se escriben, en un lado los
nombres de los alumnos y en el otro los objetivos que deben alcanzar.
Al pasar por los equipos, el profesor toma nota de los alumnos que van
alcanzando los objetivos propuestos, haciendo una señal en la casilla
correspondiente. Hasta que no alcanzan el objetivo no se hace ninguna
señal. Así se lleva el control de los que van logrando aprender, en
lugar de señalar los malos resultados de quienes todavía están en el
proceso de aprendizaje.
Al pasar por los equipos el profesor también puede observar y evaluar,
con suma facilidad, el desarrollo de las competencias socioemocionales
de los alumnos. Más adelante veremos como se pueden trabajar
dichas competencias.
Como ya dijimos en su momento, los deberes son ejercicios que
forman parte del proceso de aprendizaje de los alumnos, no son
resultados finales, por lo tanto no se evalúan como tales. Sin
embargo, sí pueden servir para que aprendan a autoevaluarse y a
evaluarse entre compañeros, siendo conscientes de sus logros, de sus
errores, de la mayor o menor dificultad para corregirlos…
Recordemos, también, que la evaluación es personal, no grupal. El
trabajo en equipo que aquí se propone pretende establecer una
estrategia de ayuda entre compañeros que permita a cada alumno
obtener mejores resultados. Se evalúa, por lo tanto, lo que consigue
cada alumno. No se califica al equipo sino a cada uno de sus
44
componentes.
Ayudarles a superar el mal rendimiento escolar
Cuando no progresan adecuadamente, cuando su rendimiento escolar
no es satisfactorio, los padres suelen reaccionar con enfados,
amenazas, castigos, descalificaciones. Y en el colegio se da por hecho
que esa debe ser la reacción familiar. Sin embargo, así no se les ayuda
a rectificar. Las críticas y castigos dejan su autoestima por los suelos y
no favorecen su cambio. Niños y adolescentes tratarán únicamente de
evitar la reacción de sus padres, no dudarán en ocultar los malos
resultados o en mentir descaradamente. En lugar de sentir la
necesidad de afrontar una situación que deben cambiar, sienten el
deseo de ocultar lo que va a provocar una actitud adversa por parte de
los adultos.
Viven sus fallos en el estudio como un problema de sus padres y
profesores: «Otra vez obtuve pésimos resultados, ¡cómo se van a
poner en casa!». No piensan en el problema que supone para ellos ese
resultado, sólo les preocupa la reacción familiar.
Por otra parte, los tutores citan a los padres y les indican lo que
deberían hacer sus hijos para remontar los malos resultados
académicos, cuando es a los alumnos a quienes se les tendría que
ayudar a descubrir por qué no progresan adecuadamente y a decidir
qué necesitan hacer para modificar esta situación. ¡Necesitan
reconocer sus fallos, hacer propuestas concretas para poder
rectificarlos y llevarlas a la práctica con nuestra ayuda!
Al resolverles la vida decidiendo por ellos, se evita que afronten los
problemas relacionados con su estudio, aprendiendo a depender de
sus padres y profesores para asumir decisiones, cuando están
perfectamente capacitados para descubrir cuál es su problema y
encontrar la solución adecuada. En cada caso tendrán que pensar
cómo deberían actuar para rectificar lo que impide su progreso, qué
esfuerzo deben hacer y las consecuencias que les pueden ayudar.
Para que caigan en la cuenta de las consecuencias negativas que
derivan de los malos resultados académicos y descubran las posibles
soluciones a sus conflictos escolares, se les anima a reflexionar:
45
- ¿Qué sentís cuando obtenéis malos resultados?
- ¿Qué conlleva en vuestras vidas el hecho de obtener esos
resultados?
- ¿Cómo creéis que podéis enfrentarlos?
- ¿Qué cambios concretos deberíais provocar?
- ¿Qué consecuencias os ayudarán a conseguirlo?
Cuando reflexionan en sus equipos, al no sentirse presionados o
agredidos, son completamente sinceros, reconocen que no les gusta
progresar mal y son los primeros interesados en cambiar para
mejorar. Reconocen la causa de su mal rendimiento escolar y de su
actitud ante el estudio. Expresan que no organizan bien su tiempo de
estudio, que no anotan los deberes o las fechas de las evaluaciones en
su agenda, que se distraen cuando hacen los deberes en casa, que se
olvidan de entregar los trabajos o que los realizan por debajo de su
capacidad, que deberían prestar atención en clase, no distraerse con
sus compañeros, preguntar cuando no comprenden determinados
conceptos…
Ante cualquier situación problemática es importante que reflexionen
acerca de los cambios que deberían provocar, buscando soluciones en
sus equipos, y sobre todo que haya seguimiento entre ellos para
apoyarse en su proceso de cambio poniendo en práctica sus
propuestas.
El tutor guía el proceso. Su actitud es fundamental. Les debe ayudar a
descubrir su capacidad para sacar adelante lo que se propongan, sin
imponérselo, comprendiendo que les cueste esforzarse, especialmente
si lo que tienen que estudiar no es de su interés. A medida que
consigan organizarse, manejen su agenda, aprendan a pedir ayuda,
resuelvan sus dudas y rectifiquen sus errores, debe felicitarles
ayudándoles a valorar lo que están consiguiendo, lo que son capaces
de lograr con su esfuerzo.
Con la guía del profesor adquieren los conceptos académicos,
aprenden a organizar su estudio en casa y consiguen colaborar entre
compañeros con auténtico entusiasmo; se apoyan para que todos
46
progresen, haciendo el esfuerzo personal necesario, y que ninguno
fracase.
6. Recuerda
El método «Trabajar en equipo»:
- Se basa en la ayuda mutua. Supera con creces a la suma de los
esfuerzos individuales.
- El aporte personal es imprescindible para desarrollar la creatividad
de cada uno y para que el trabajo sea de todos, no solo de unos
pocos.
- Establece una estrategia de colaboración entre compañeros que
permite a cada alumno desarrollar su potencial logrando mejores
resultados académicos, fortalecer su autoestima y practicar la
solidaridad, lo que revierte en beneficio de todos.
- Impulsa el protagonismo de los alumnos, evita su actitud pasiva a la
espera de las indicaciones, la supervisión y la evaluación del profesor.
- Conjuga el engranaje de tres esfuerzos: el personal de los alumnos,
el del equipo permitiéndoles alcanzar un nivel superior, y el del
profesor guiando el proceso.
Al trabajar en equipo los aprendizajes académicos:
- Se aprende a aprender y a rectificar errores.
- Se agiliza el proceso de aprendizaje.
- Todos amplían y fortalecen sus conocimientos.
- Aprender resulta interesante, ameno, retador. Copiar no tiene
sentido.
- Facilita el trabajo competente del profesor.
- Se crea un ambiente de libertad y disciplina.
- Se aprende a trabajar con personas diversas.
Para conformar los equipos de trabajo, se tendrá en cuenta que:
- En cada equipo debe haber un máximo de cinco integrantes.
47
- Es importante que los equipos persistan.
- Los organiza el profesor hasta que los aprenden a organizar los
alumnos.
- Deben ser heterogéneos.
- Todos asumen las mismas responsabilidades.
Para crear un ambiente de disciplina, las normas, límites y
consecuencias son imprescindibles:
- Las normas señalan lo que se debe hacer para facilitar el logro de los
objetivos comunes y la convivencia en armonía.
- Los límites indican lo que no se debe hacer porque entorpecería o
imposibilitaría alcanzar esos objetivos y el bienestar de todos.
- Las consecuencias son la ayuda que se necesita cuando cuesta
cumplir alguna norma. No son castigos. Los premios y castigos son
arbitrarios, están en función del estado de ánimo del adulto. Sin
embargo, las consecuencias están establecidas y dependen del
comportamiento de cada alumno.
Tipos de consecuencias:
- Salir del equipo hasta lograr tranquilizarse.
- Retirar la atención.
- Restituir o reparar lo usurpado o dañado.
- A partir de primaria, los alumnos saben establecer las normas que
necesitan. Cuando están establecidas por otros, no sienten el mismo
compromiso de asumirlas.
Algunas normas para el buen funcionamiento de los equipos son:
- Mantener un ambiente de orden.
- Establecer turnos.
- Aceptar grupos heterogéneos.
- Realizar el trabajo individual previo al de equipo.
- Aprender escuchando a los compañeros.
48
- No molestar a los compañeros.
- La actitud del profesor debe motivar a los alumnos a cumplir sus
normas de convivencia y a vivir las consecuencias que les ayudarán a
cumplirlas.
«Trabajar en equipo» consta de tres pasos básicos:
1. Explicación del profesor
2. Proceso de aprendizaje del alumno
Consta de dos pasos:
3. Resultado
Para aprender a organizar su estudio en casa, aprenden en clase a:
- Programar su tiempo de estudio en casa.
- Determinar lugar y postura para estudiar.
- Mantener su material ordenado.
- Evitar distractores.
- Utilizar la agenda escolar.
La evaluación debería ser continua y la pregunta clave: «¿Aprende?»
en lugar de «¿Se lo sabe?».
- No se suprimen las evaluaciones tradicionales. Pero pasan a ser una
evaluación más, no la única. Su resultado deberá coincidir con la
evaluación continua.
- Los deberes son ejercicios, forman parte del proceso de aprendizaje,
no se evalúan como resultados finales.
49
- La evaluación es personal, no grupal. No se califica al equipo sino a
cada alumno.
Para que descubran posibles soluciones a los malos resultados
académicos, en la tutoría reflexionan y asumen compromisos de
cambio a los que se da seguimiento.
50
51
Capítulo II Retos personales y hábitos de
autonomía
«El ser humano se siente emocionalmente seguro cuando se
incorpora al proceso de alcanzar sus retos».
1. Retos y oportunidades que nos ofrece cada etapa de la
vida. Proyecto personal
Desde que nacemos hasta el final de nuestra vida, todos los seres
humanos recorremos etapas que son idénticas para toda la
humanidad, sin embargo tenemos una personalidad única, que
deberíamos desarrollar imprimiendo nuestra huella singular,
construyendo un proyecto de vida propio.
En la infancia, por ejemplo, aprendemos a hablar, pero unas personas
serán más habladoras que otras y cada una tendrá su propio tono de
voz. Desarrollamos destrezas motrices, pero a unos les gustará más
moverse que a otros y su compostura al caminar será diferente.
Aprendemos a vestirnos, pero los gustos personales variarán a la hora
de elegir qué ponerse. Podemos comer todo lo que nos ofrece nuestro
entorno, pero cada uno sentirá predilección por determinados sabores.
En la niñez, todos estamos capacitados para organizar nuestro horario
personal, pero ordenaremos las actividades de manera diferente, de
acuerdo con las necesidades de cada cual. También podemos
desarrollar la capacidad de diálogo y confrontación, pero unos se
manifestarán más abiertos a la comunicación y otros serán más
introvertidos.
Más adelante, en la adolescencia, se tiende a formar parte de algún
grupo con el que sentirse identificado, pero cada adolescente se unirá
a un grupo diferente, al que considere más afín a su personalidad. Al
final de la etapa todos tendrán que tomar su primera decisión acerca
de su futuro profesional, pero deberán decidirlo teniendo en cuenta sus
capacidades e intereses personales.
La educación establecida tiende a uniformar, a determinar, a decidir
cómo deben ser, actuar, pensar y hasta sentir los niños y adolescentes.
52
Nuestra sociedad nos impone tareas que jamás hemos elegido. Muchas
personas las asumen como si no tuviesen capacidad de elección, como
si no pudiesen decidir de acuerdo con sus anhelos, siguiendo sus
sentimientos y su propio criterio, un criterio que nos induce a elegir
una determinada profesión, a dedicar nuestro tiempo libre a las
actividades que nos satisfacen, a convivir con las personas elegidas, a
hacernos respetar y a respetar a todos. La educación tendría que
estimular el desarrollo del proyecto personal, esto es, del potencial y
de las habilidades propias de cada alumno, sin limitar sus
posibilidades, permitiéndole adquirir la máxima autonomía de acuerdo
a su edad.
Para ello tendrá en cuenta que en cada etapa de la vida hay una
disponibilidad especial para adquirir determinados aprendizajes, para
enfrentar determinados retos. Un niño de 0 a 6 años, por ejemplo,
puede aprender idiomas con suma facilidad, y sin embargo más
adelante le resultará costoso, aunque siempre podrá aprenderlos. Los
aprendizajes a destiempo suponen un esfuerzo mayor y a veces
resultados peores, por el contrario, si se aprovechan los ciclos vitales,
educar resulta bastante más sencillo. Hay muchos niños de 6 a 12
años que no saben comer ni vestirse ni ordenar sus juguetes, niños
que parecen pertenecer a la etapa de 0 a 6 años porque en su infancia
no desarrollaron su potencial de autonomía, por un mal tratamiento
pedagógico. Si se pretende que en la adolescencia asuman las
responsabilidades propias de la niñez, se va a complicar una etapa ya
de por sí difícil. Sin duda, merece la pena ayudar a los niños a
desarrollar sus capacidades en el momento idóneo, ya que tanto
enseñar como aprender se simplifica enormemente y resulta más
gratificante que si se hace a destiempo.
De la misma manera que se establecen tiempos para enseñar las
diferentes áreas de aprendizaje, se debe asignar un tiempo semanal
para que los alumnos conozcan las oportunidades y aprendan a
afrontar los retos que ofrece cada etapa, asumiendo las
responsabilidades y el esfuerzo que supone afrontarlos.
Niños y adolescentes necesitan ayuda para dar los pasos que les
encaminen a adquirir los hábitos de autonomía, desarrollando su
53
potencial. Lo ideal sería que les ayudasen sus familias en casa y sus
profesores en la escuela. Pero si la familia falla, la escuela tiene la
misión de reparar, en lugar de perpetuar, lo que sucede en casa. No se
puede condenar a ser inmaduro e insolidario a un ser humano porque
su familia no supo ayudarle.
Veamos primero las edades aproximadas de cada etapa y después los
retos de las tres primeras, por ser las que se corresponden con
Educación Infantil, Primaria y Secundaria.
ETAPAS EDAD (las edades son aproximadas)
Infancia 0 - 6 años
Niñez 6 - 13 años
Adolescencia 13 - 18 años
Juventud 18 - 25 años
Adultez 25 - 40 años
Madurez 40 - 65 años
Senectud 65 - hasta el final de la vida
2. Retos y hábitos de autonomía en la infancia
En esta etapa, de enormes cambios, si su ambiente les estimula, los
niños aprenden de una manera natural a hablar, a moverse jugando
solos y compartiendo sus juegos, y a realizar todas las actividades
relacionadas con su higiene, ropa, comida, sueño y orden. Su mayor
reto es adquirir autonomía a través de las actividades cotidianas,
superando la dependencia que el ser humano experimenta al nacer. En
el aspecto socioemocional asumen el reto de aprender a controlar su
egocentrismo, llamadas de atención, rabietas…, lo que les permite
abrirse al mundo de los demás, iniciando la niñez.
Sus dos retos más significativos son:
- Adquirir los hábitos de autonomía relacionados con: higiene, ropa,
comida, sueño y orden en su espacio físico y en su horario.
- Aprender a convivir superando su egocentrismo.
En este capítulo veremos cómo aprenden los hábitos de autonomía en
la institución escolar y en el siguiente lo relacionado con el aspecto
54
socioemocional.
2.1. Cómo adquieren los hábitos relacionados con
higiene, ropa, comida, sueño y orden
En la institución escolar se debe programar un tiempo, para que los
niños aprendan a realizar las actividades relacionadas con los hábitos
de autonomía. No es un buen momento para enseñarles a ponerse el
anorak, la hora de la salida, cuando sus padres les están esperando; ni
a lavarse las manos cuando empieza su turno de comida, ni a recoger
el material cuando hay que cambiar de clase. Necesitan tiempo para
aprender, paso a paso, sin sentirse presionados, la manera de
practicar y rectificar sus errores tantas veces como necesiten, en lugar
de recibir órdenes sin haberles enseñado previamente. Aprenden en
clase, sin prisas, siguiendo el esquema basado en los tres pasos ya
conocidos: explicación, proceso de aprendizaje y resultado, pero se
tendrá en cuenta que en esta etapa necesitan mucha más guía, por
parte del profesor, que en etapas posteriores.
La explicación debe ser eminentemente práctica. Consiste en
ayudarles a interiorizar la secuencia de movimientos que necesitan
realizar para emprender las rutinas de autonomía relacionadas con
higiene, ropa, comida, descanso y orden. En mi libro Educar a niños y
niñas de 0 a 6 años se explican detenidamente cada una de las
secuencias y las acciones que el niño debe acometer para proceder al
aprendizaje de cada rutina. Aquí hacemos hincapié en cómo
enseñárselas siguiendo los pasos del trabajo en equipo.
Para iniciar el proceso de enseñanza de las actividades de autonomía,
el educador de infantil explica a los niños: «Os voy a enseñar a
ocuparos de vuestra higiene, a vestiros, comer, echar la sienta,
ordenar vuestro material y el de la clase, y otras actividades que
seguramente casi nadie os enseña, porque no se dan cuenta de que las
podéis hacer solos».
Para aprenderlas, todos los niños se sitúan en semicírculo alrededor
del educador y siguen sus indicaciones, dramatizando las diferentes
situaciones de su vida cotidiana: lavarse las manos, utilizar el inodoro,
ponerse el abrigo, comer con los labios juntos… Pueden simular que la
55
silla de cada uno es el lavabo, el inodoro, la percha, la silla en la que
se sientan para comer…
En esta etapa, el proceso de aprendizaje es más individual que de
equipo, se pueden ayudar unos a otros, pero no constituye un trabajo
de colaboración sino más bien de presentación de un modelo, de
alguna actividad que uno domina y otros pueden imitar. Lo que ahora
necesitan es practicar, individual y reiteradamente, cada movimiento
hasta alcanzar los hábitos de autonomía. En cualquier caso, aun con
limitaciones, inician el incipiente proceso de trabajo en equipo que
desarrollarán en la siguiente etapa.
A continuación, se han seleccionado algunos ejemplos, entre la
variedad de hábitos de autonomía que los niños deben adquirir, para
mostrar cómo enseñarles a crecer con autoestima, siguiendo el
método de trabajo en equipo.
2.1.1. Hábitos de autonomía relacionados con su higiene
Los hábitos de higiene que pueden aprender son:
- Control de esfínteres.
- Uso del inodoro.
- Lavarse las manos y la cara.
- Lavarse los dientes.
- Bañarse.
- Lavarse el pelo y peinarse.
- Sonarse, toser y estornudar.
- Dejar el lavabo, el inodoro y el cuarto de baño limpios y en orden.
Previamente a enseñarles la actividad que van a aprender, se
subdivide en los diferentes movimientos que los niños deben realizar
para dominar dicha actividad. Veamos cómo aprenden, con un ejemplo
concreto:
Lavarse las manos
La secuencia de movimientos a realizar es:
56
- Subirse las mangas.
- Abrir el grifo.
- Mojarse las manos.
- Coger la dosis mínima de gel del dosificador.
- Frotarse las manos por ambos lados.
- Aclararlas.
- Comprobar que el lavabo quede limpio, de no ser así, limpiarlo.
- Cerrar el grifo.
- Sacudir las manos suavemente, para no salpicar, eliminando el agua
sobrante.
- Coger papel-toalla.
- Secarse las manos.
- Tirar el papel toalla en la papelera.
- Bajarse las mangas.
Explicación
Siguiendo las indicaciones del educador, los niños dramatizan cada
movimiento de la secuencia.
Primero se les invita a imaginar la situación: «Os voy a enseñar a
lavaros las manos. Imaginaros que estáis delante del lavabo».
Interesa que en la dramatización ellos puedan colaborar proponiendo
los movimientos y la secuencia de acciones que deben realizar: «¿Qué
es lo primero que tenéis que hacer para lavarnos las manos?». Si los
niños responden que lo primero que habría que hacer es abrir el grifo,
el educador rectifica: «¿No os parece que, para no mojaros, antes de
abrir el grifo tendréis que subiros las mangas?».
El educador, tras indicar a los niños cómo realizar el primer
movimiento tirando de las mangas hacia arriba, les observa
comprobando quiénes lo realizan correctamente y quiénes necesitan
ayuda. Si alguno tiene dificultad, pide a sus compañeros más próximos
que le enseñen. Les explica que la ayuda a un compañero no consiste
57
en sobreprotegerle resolviéndole la situación, en este caso subiéndole
la manga, sino en enseñarle cómo lo puede hacer él. Así, desde la
etapa infantil, aprenden a colaborar entre compañeros siguiendo el
proceso de ensayo-error y actuando con una actitud que implica
autonomía.
Cuando consiguen subirse las mangas, dan el paso siguiente: abrir el
grifo. Para realizar este movimiento bastará con hacer el gesto de
abrirlo, siempre y cuando se haya trabajado con algún material
educativo el movimiento de abrir y cerrar objetos con rosca, presión,
etc. De no ser así, les enseña a ejercitar el movimiento que les
permitirá abrir el grifo.
Y así, sucesivamente, les irá enseñando los diferentes movimientos,
uno a uno, con calma, fijándose en lo que hacen, hasta llegar al último
movimiento.
Proceso de aprendizaje
Una vez interiorizada, en clase, la secuencia completa para lavarse las
manos, pasan a ponerla en práctica, en el cuarto de baño, cuando
necesitan lavárselas.
No se debe esperar a que se laven perfectamente, para permitirles
que lo hagan solos. Al principio se mojarán un poco o no se las lavarán
bien del todo, eso no quiere decir que sea pronto para aprender, están
en el proceso. Recordemos que el error forma parte del aprendizaje.
Practicando lo harán cada vez mejor y después de un tiempo se las
lavarán correctamente, sin depender de nadie.
Habrá niños que alcancen el resultado antes que otros. Los que
necesiten seguir practicando, en clase, los movimientos que les
permitirán lavarse las manos sin ayuda, recibirán ayuda cuando se las
laven en el cuarto de baño.
Resultado
Llegan al resultado cuando saben realizar todos los movimientos que
les permiten lavarse las manos sin ayuda y en qué momento se las
deben lavar sin que se lo tengan que decir, en definitiva, cuando han
aprendiendo a ser autónomos a través del mantenimiento de su
58
higiene personal, y se han habituado a mantener su entorno, en este
caso el lavabo, limpio y aseado, aprendiendo indirectamente a tener
en cuenta a los demás.
Otro hábito de autonomía: bañarse
La mayoría de las actividades cotidianas de higiene personal las
realizan los niños tanto en casa como en el centro escolar, pero hay
algún hábito, como bañarse o lavarse el pelo, que se llevará a cabo
únicamente en el hogar. En estos casos se considera que son los
padres los responsables de enseñar a sus hijos. Sin embargo, si la
institución escolar les educa para la vida y basa su educación
emocional en la consecución de los retos que pueden afrontar en cada
etapa, les debe enseñar todas aquellas actividades que fortalecen su
autoestima a medida que constatan que son capaces de realizarlas sin
la dependencia constante de algún adulto.
Además de reforzar su autoestima, cualquier actividad relacionada
con su cuidado personal, es una excelente oportunidad para que
adquieran aprendizajes escolares fundamentales: conocen su
esquema corporal, desarrollan su psicomotricidad, interiorizan
conceptos espaciales, amplían el vocabulario, aprenden a
cuidar su entorno, conviven teniendo en cuenta a los demás…
Para aprender a bañarse, los niños se distribuyen en semicírculo. Se
sientan en el suelo simulando que están en la bañera y dramatizan la
secuencia de acciones que les va indicando el educador, tal como lo
hicieron en el caso de lavarse las manos. Después practican en sus
casas. Se comprueba que se saben bañar dando seguimiento a sus
progresos, en clase, y manteniéndose en comunicación con los padres.
Como actividad complementaria fundamental se organiza el taller
para el cuidado del bebé, donde ensayan cada uno de los pasos que
deben realizar para bañar, vestir, dar de comer, etc., a sus muñecos.
Con este juego aprenden a cuidar de sí mismos y a cuidar a otros.
2.1.2. Hábitos de autonomía relacionados con la ropa
Como en el caso de su higiene, son muchas las actividades que
necesitan aprender los niños para reforzar su autoestima adquiriendo
59
los hábitos de autonomía relacionados con vestirse y el cuidado de su
ropa:
- Vestirse y desvestirse: descalzarse y calzarse, quitarse y ponerse los
calcetines, pantalón, falda, baby, ropa interior, jersey, ropa de
abrigo…
- Recoger su ropa, llevarla a lavar…
- Preparar y elegir su ropa.
- Guardarla, colgarla, doblarla...
Veamos un ejemplo:
Ponerse y quitarse la ropa de abrigo
Al llegar al centro escolar, la primera actividad de los niños consiste en
quitarse sus prendas de abrigo y colgarlas en su percha. Necesitan
aprender, pero no en ese momento, sino en una situación de sosiego,
con tiempo suficiente para ejercitar cada movimiento. En el aula
aprenden, sin presiones y de una manera lúdica, a vestirse y
desvestirse y a cuidar su ropa. Guardándola en su sitio, en lugar de
dejarla tirada por el suelo, aprenden a cuidarla y a no perderla, ya que
saben dónde la pueden encontrar siempre que la necesiten.
Durante el invierno, las prendas de abrigo con las que los niños llegan
al colegio son numerosas. Supongamos que llegan con anorak,
bufanda, guantes y gorro. Necesitan aprender a:
- Quitarse los guantes.
- Quitarse la bufanda.
- Quitarse el gorro.
- Desabrocharse el anorak, que suele tener cremallera.
- Quitarse el anorak.
- Meter los guantes y el gorro en una manga del anorak y la bufanda
en la otra.
- Colgar el anorak.
60
¡Atrévete a innovar! Y a trabajar en equipo.pdf
¡Atrévete a innovar! Y a trabajar en equipo.pdf
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  • 4. © Maite Vallet, 2013 © Wolters Kluwer España, S.A C/ Collado Mediano, 9 28230 Las Rozas (Madrid) Primera edición: Septiembre 2013 © WOLTERS KLUWER ESPAÑA, S.A. Todos los derechos reservados. A los efectos del art. 32 del Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba la Ley de Propiedad Intelectual, Wolters Kluwer España, S.A., se opone expresamente a cualquier utilización del contenido de esta publicación sin su expresa autorización, lo cual incluye especialmente cualquier reproducción, modificación, registro, copia, explotación, distribución, comunicación, transmisión, envío, reutilización, publicación, tratamiento o cualquier otra utilización total o parcial en cualquier modo, medio o formato de esta publicación. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la Ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. El editor y los autores no aceptarán responsabilidades por las posibles consecuencias ocasionadas a las personas naturales o jurídicas que actúen o dejen de actuar como resultado de alguna información contenida en esta publicación. El objeto de esta publicación es proporcionar información al usuario, por tanto no existe obligación por parte de la editorial de resolver consultas o de facilitar asesoramiento jurídico o profesional de cualquier tipo relacionado con las informaciones en ella contenidas. La editorial advierte al usuario que la información contenida en esta publicación puede estar elaborada con base en criterios opinables, o 4
  • 5. bien elaborada a partir de datos suministrados por fuentes sobre las que ésta no tiene control y cuya verificación no siempre es posible a pesar de que la editorial pone todos los medios materiales, humanos y técnicos a su alcance para procurar una información exhaustiva, completa, exacta y actualizada. ISBN: 978-84-9987-084-7 Depósito Legal: M-23249-2013 Diseño, preimpresión e impresión por Wolters Kluwer España, S.A. Printed in Spain 5
  • 6. Este libro va dirigido a quienes deseen innovar la educación actual enseñando a trabajar en equipo para impulsar el aprendizaje, la adquisición de conocimientos, el desarrollo del talento personal, la disposición para afrontar la vida cotidiana, la práctica de los valores, la sana utilización del tiempo libre, la convivencia solidaria y la educación ciudadana comprometida y democrática. 6
  • 7. Los diferentes foros educativos, nacionales e internacionales, están fundamentando las bases para lograr una educación integral y de calidad, que forme ciudadanos implicados en la construcción de una sociedad mundial comprometida con el planeta y las personas que lo habitan, sean de la raza, cultura, religión, nivel intelectual o socio- económico que sean. Se están asentando los pilares que encaminen la educación hacia el desarrollo de los talentos y destrezas, innatos y adquiridos, potenciando seres creativos, activos y emprendedores, que lideren el progreso de la sociedad tomando iniciativas democráticas y solidarias. En los últimos años, las legislaciones educativas han provocado cambios en los programas docentes, que impulsan el aprendizaje significativo, autónomo y participativo, la educación por competencias y la enseñanza virtual y global entre otros. La propuesta de estos programas tendría que inducir a los niños y adolescentes a ser no sólo buenos profesionales sino buenos ciudadanos del mundo, lo que supone ser buenas personas y seres capaces de convivir solidariamente con toda la humanidad. Los avances sobre el estudio de las inteligencias múltiples nos muestran un concepto teórico del cual deriva el de las diferentes competencias, que se refieren a la práctica de habilidades. No es lo mismo adquirir conceptos que obtener habilidades. Pensemos en competencias que hayamos adquirido, como conducir un coche, utilizar el ordenador, hablar idiomas, cocinar, practicar un deporte o cualquier destreza profesional. Son competencias que no se adquieren únicamente comprendiendo, memorizando y expresando conocimientos sino poniendo en práctica las habilidades apropiadas en el momento oportuno. Se requiere, sin duda, adquirir conocimientos y también memorizarlos, pero sobre todo se requiere práctica para llegar a ser competente dominando las diferentes habilidades y aplicándolas con seguridad en contextos diferentes. Lo mismo sucede en el ámbito de las competencias socioemocionales, ser respetuoso o ser capaz de controlarse en lugar de reaccionar agresivamente, no se adquiere conociendo y predicando el concepto del respeto a los demás 7
  • 8. sino practicando los valores. Sin duda, nuestra sociedad es consciente de la necesidad de una educación que permita desarrollar todas las habilidades del ser humano y su potencial como ciudadano del mundo, pero la realidad nos muestra una escuela que centra su interés en los contenidos curriculares, basados en el dominio de las inteligencias académicas tradicionales, y que utiliza métodos memorísticos, fundamentados en la repetición de conceptos. Métodos carentes de interés para el alumno a quien se atiborra de conocimientos que no le sirven para la vida, olvidando su formación como persona capacitada para afrontarla. Muchos obtienen resultados por debajo de su potencial, no se reconocen sus aptitudes y forman parte del fracaso escolar, cuando en realidad se están desaprovechando sus talentos, diluyéndose así su aporte al ámbito creativo y emprendedor. En el aspecto socioemocional, la escuela, empeñada en obtener resultados que certifiquen aprendizajes académicos, pretende que sea la familia quien eduque para la vida y la convivencia o bien se limita a la transmisión teórica de los valores en lugar de trabajar los procesos que llevan a la vivencia de los mismos. Pretende que los alumnos no sean egoístas, que piensen en los demás, sin embargo fomenta su individualismo obligándoles a competir en lugar de impulsar su solidaridad permitiendo las consultas entre compañeros y la ayuda mutua para alcanzar los aprendizajes. Se centra en el protagonismo del profesor, el único que está autorizado a enseñar. Y cuando surgen problemas graves de convivencia, como el acoso escolar entre otros, busca soluciones urgentes pero no obtiene respuestas eficaces. Lo que sucede es que las medidas que se toman para afrontar los diferentes problemas son ajenas a la mayoría de las personas que trabajan en la institución, cuando lo ideal sería contar con equipos de profesores- tutores formados para guiar procesos educativos integrales, que permitan a los propios alumnos ser los auténticos protagonistas de su desarrollo personal y los mejores mediadores a la hora de resolver sus conflictos de convivencia. La clave para resolver esta situación está en educar aprovechando el enorme potencial que supone, para cualquier sociedad, el desarrollo 8
  • 9. de las habilidades de cada uno de sus alumnos, permitiéndoles progresar en todas y cada una de las competencias en las que pueda destacar, impulsando la ayuda mutua para lograrlo. Evidentemente la institución escolar se debería plantear la educación socioemocional como una «asignatura» fundamental para educar integralmente a sus alumnos ayudándoles a afrontar su vida y a ser ciudadanos solidarios. Para ello, necesita replantearse la metodología pedagógica del aula, dejando atrás el afán individualista y competitivo. Trabajar en equipo: aprender a expresar los propios aportes, escuchar con empatía, confrontar los diferentes puntos de vista, colaborar entre compañeros para adquirir los aprendizajes y ponerse de acuerdo para lograr objetivos comunes, debería constituir la acción primordial del método de aprendizaje. 1. Propuesta de este libro: trabajar en equipo Con el objetivo de promover la educación integral en las instituciones educativas, este libro propone la instauración de una metodología que se fundamenta en la ayuda mutua, para que los alumnos: ▪ Adquieran los conocimientos que les impulsen a aprender siempre. ▪ Desarrollen las habilidades socioemocionales que les permitan ser competentes para enfrentar la vida practicando los valores adquiridos. ▪ Logren una conciencia ciudadana que contribuya a la creación de un mundo más solidario. En los diferentes capítulos veremos en qué consiste el método pedagógico «Trabajar en equipo» y cómo se logran los aprendizajes minimizándose el fracaso escolar y permitiendo la inclusión de alumnos con características diversas. Veremos cómo enseñar a organizar el tiempo de estudio en casa para realizar los deberes con autonomía, así como la manera de rectificar posibles errores y de resolver las dudas entre los propios alumnos. Proyectaremos la educación para el tiempo libre y nos replantearemos los recreos tanto para aprender a organizar y disfrutar el tiempo de ocio, dentro y fuera del colegio, como para el aprendizaje de la 9
  • 10. convivencia compartiendo actividades lúdicas. Perfilaremos los procesos para fortalecer la autoestima, expresar y controlar las emociones, y desarrollar la empatía logrando el respeto mutuo, la solidaridad y la tolerancia, para convivir en armonía, resolver conflictos sin agresividad y prevenir la violencia. Se presentarán las normas y límites de convivencia como una propuesta de los propios alumnos para trabajar en equipo. La figura del mediador pasará a ser el papel que asumirán todos y cada uno para resolver sus conflictos. Libertad y disciplina irán íntimamente unidas. Nos planteamos transformar la «teórica» educación en valores en la puesta en práctica de dichos valores, y la educación ciudadana en el revulsivo que transforme nuestra sociedad, formando ciudadanos responsables y respetuosos con todos los seres humanos y con el medio ambiente. Destacaremos la importancia de contar con una actitud positiva, siendo personas con autoridad, no autoritarias ni sobreprotectoras. Para lograr el éxito de las propuestas anteriores, se deben conocer las oportunidades y aprender a afrontar los retos que ofrecen las primeras etapas de la vida: infancia, niñez y adolescencia, que en términos escolares se corresponden con: educación infantil, primaria y secundaria. Analizaremos la incidencia de las actividades diarias, de orden y de organización, en la vida personal y en las relaciones interpersonales, el reto de dar respuesta a las inquietudes e intereses profesionales, y la importancia del tiempo libre y de las actividades lúdicas para el sano desarrollo de la personalidad y de la convivencia. Dedicaremos un capítulo a impulsar la formación de los padres como educadores de sus hijos, para que conozcan su proceso de crecer y la manera de incidir en su educación. Con el fin de lograr los objetivos señalados, es necesario formar al personal escolar y conformar el equipo coordinador. Este se encarga de impulsar, asesorar y facilitar el trabajo docente y la relación escuela-familia, así como de dar seguimiento y evaluar los procesos 10
  • 11. educativos y sus resultados, para rectificar y mejorar la realidad educativa. 2. Qué aporta trabajar en equipo Sabemos que «La unión hace la fuerza» y que «Los esfuerzos aislados jamás alcanzan los resultados obtenidos aunando voluntades». Sin duda, el resultado que se consigue trabajando en equipo supera con creces a la suma de los esfuerzos individuales, pero el aporte personal de los componentes del equipo es fundamental para que el trabajo sea de todos, no solo de unos pocos. Sin trabajo individual no hay auténtico trabajo de equipo, ya que este implica coordinarse y lograr procesos armoniosos que requieren del esfuerzo de cada uno. Sin embargo, no se pretende alcanzar un objetivo común con el aporte parcial de cada uno de los alumnos, sino que cada alumno logre desarrollar su potencial gracias al apoyo de sus compañeros, lo que revertirá en beneficio de todos. Trabajar en equipo no es, por lo tanto, el objetivo pedagógico sino la herramienta metodológica para alcanzarlo. Trabajar en equipo: - Es la cara opuesta de la metodología tradicional que potencia el individualismo. - Establece una estrategia de ayuda entre compañeros, que permite a cada alumno desarrollar su potencial, aportar su creatividad, obtener mejores resultados, fortalecer su autoestima y practicar la solidaridad reforzando el espíritu de cooperación y colaboración. - Impulsa el protagonismo de los alumnos, evita su actitud pasiva a la espera de las indicaciones, la supervisión y la evaluación del profesor. - Conjuga el engranaje de tres esfuerzos: la disposición individual de cada uno de los componentes del equipo, la dinámica del grupo que les permite ayudarse hasta alcanzar un nivel superior y la guía del profesor para coordinar el proceso. - Se basa en el aporte personal y la ayuda mutua, para que todos alcancen los objetivos pedagógicos. Los alumnos adquieren, amplían y 11
  • 12. profundizan sus conocimientos confrontando opiniones en grupos reducidos. Siempre parten de la reflexión personal y de un trabajo individual, que después contrastan con sus compañeros. Los distintos puntos de vista y el intercambio de opiniones enriquecen el trabajo de cada uno. 3. Capacidad de los niños y adolescentes para trabajar en equipo A partir de la niñez el ser humano experimenta una gran apertura hacia la comunicación, a través del diálogo es capaz de argumentar y de escuchar con empatía. Los niños en esta etapa sienten una inclinación natural hacia la comprensión de las personas que les rodean, ello les motiva a ponerse con suma facilidad en el lugar del otro, a quien podrán ayudar y con quien podrán colaborar y ponerse de acuerdo. En la adolescencia se intensifica la facultad de comunicación de los seres humanos. Es la etapa en la que necesitan formar parte de un grupo con el que se identifican, y por el que se sienten protegidos y dispuestos a hacer cualquier «heroicidad» con tal de formar parte del mismo. Teniendo en cuenta esta realidad, la propuesta de aprendizaje escolar debe renunciar a ser individualista: aislarse, rivalizar, competir…, para fundamentarse en el trabajo solidario y la ayuda entre compañeros. 12
  • 13. 13
  • 14. Capítulo I Aprendizajes académicos trabajando en equipo «Los esfuerzos aislados jamás alcanzan los resultados obtenidos aunando voluntades». 1. Qué habilidades se adquieren al trabajar en equipo Se adquieren habilidades cognitivas y socioemocionales: - Se aprende dando importancia al proceso de aprendizaje. - Aprenden a rectificar errores. El error forma parte del proceso de aprendizaje. - Se agiliza el proceso de aprendizaje. - Todos amplían y fortalecen sus conocimientos. - Aprender resulta interesante, ameno, retador. Copiar no tiene sentido. - Facilita el trabajo competente del profesor. - Se crea un ambiente de libertad y disciplina. - Aprenden a trabajar y convivir con personas diversas. • Se aprende dando importancia al proceso de aprendizaje Para aprender, lo verdaderamente importante no es memorizar conceptos sino el proceso de aprendizaje que lleva al conocimiento. Se pretende lograr que los alumnos sean competentes para comprender lo que leen, expresar sus ideas, razonar numéricamente, proteger su entorno socio-ambiental, desarrollar su creatividad a través de actividades artísticas, cuidar su salud física y emocional… Lograr las competencias mencionadas, supone pasar por un proceso de reflexión y debate, que permite a los alumnos llevar a la práctica sus habilidades cognitivas. Sin ese proceso se logra un conocimiento débil, alcanzado mecánicamente, sin comprensión; se llega a un resultado endeble que no implica la adquisición de destrezas útiles para la vida. El profesor impulsará la cooperación no sólo para alcanzar las 14
  • 15. propuestas académicas sino para estimular el interés por aprender y el esfuerzo para lograrlo. Al trabajar en equipo se crea un clima de mutua ayuda que favorece esa exigencia entre compañeros, que tanto necesitan en momentos de flaqueza. • Aprenden a rectificar errores. El error forma parte del proceso de aprendizaje En los centros escolares el método de aprendizaje sigue siendo individualista, el profesor explica la lección y los alumnos realizan, individualmente, ejercicios relacionados con el tema expuesto, quien no llega al resultado correcto es calificado negativamente. Los alumnos no tienen la posibilidad de comunicarse para confrontar sus trabajos, rectificar errores, e intercambiar conocimientos y explicaciones hasta que todos adquieren los aprendizajes. Para corregir los ejercicios se escriben las soluciones en la pizarra y algunos las copian, pero no entienden qué hicieron mal ni qué tendrían que hacer para rectificar sus fallos. Mientras en la escuela tradicional el error se sanciona con una mala calificación, al trabajar en equipo el error forma parte del proceso de aprendizaje (se entiende como error no sólo lo mal hecho sino aquello que se desconoce), si nadie está en el error los alumnos no tienen nada que aprender y el profesor nada que enseñar. La escuela, en lugar de sancionar los fallos debería aprovecharlos para que los alumnos, guiados por el profesor, aprendan a rectificarlos apoyándose en el debate entre compañeros, hasta alcanzar el objetivo que se pretenda. • Se agiliza el proceso de aprendizaje En cuanto al tiempo que se requiere para trabajar en equipo, el proceso de aprendizaje puede resultar lento, pero únicamente al inicio, hasta que los alumnos y el profesor se adaptan al nuevo método de trabajo. Una vez adaptados, es mucho más rápido y eficaz, debido a que se optimiza el uso del tiempo: todos están activos compartiendo sus conocimientos, confrontando opiniones, corrigiéndose mutuamente; ninguno espera, pasivo, las indicaciones y el control del profesor. El propio equipo impulsa los avances exigiendo 15
  • 16. la actividad de todos, agilizándose así enormemente el proceso. También lo agiliza el hecho de que los alumnos aprendan a aprender, al ir construyendo los nuevos aprendizajes sobre los anteriores, bien cimentados. ¿Qué sentido tiene ver rápido todo el programa, para olvidar los aprendizajes con la misma rapidez? • Todos amplían y fortalecen sus conocimientos Al trabajar en equipo, todos pueden alcanzar los objetivos académicos. Debido a que el método se basa en la ayuda mutua, siempre que lo necesiten tienen la posibilidad de apoyarse en su equipo y en el resto de sus compañeros de clase. Esto contrasta con el sistema individualista, que deja indefenso al alumno que por cualquier motivo tiene dificultades para afrontar un determinado conocimiento. Alguien podría pensar que los mejores, académicamente hablando, se pueden ver perjudicados por el hecho de tener que explicar a sus compañeros conceptos que no comprendieron, sin embargo sucede todo lo contrario, reafirman lo que saben profundizando en el propio conocimiento. Explicar a un compañero aquello que no entendió supone un nivel de comprensión, sabiduría y exigencia, superior a saberse la lección para dársela al profesor. Tampoco supone mayor esfuerzo proporcionar a los compañeros los resultados de los ejercicios. Por lo tanto, los mejores no pierden el tiempo al ayudar a sus compañeros sino que refuerzan sus aprendizajes, y los que necesitan ayuda logran aprender. Todos mejoran no sólo su rendimiento académico sino los valores relacionados con ayuda mutua, colaboración y solidaridad. • Aprender resulta interesante, ameno, retador. Copiar no tiene sentido ¿Por qué los niños disfrutan tanto aprendiendo fuera del colegio y se aburren en clase? La respuesta es obvia, en el aula no se les permite aprender como lo hacen en su vida cotidiana. Fuera del colegio no aprenden pasivamente, su mente y ellos mismos están activos, y se pueden comunicar con las personas que tienen a su alrededor, mientras que en la escuela está prohibido comunicarse. En lugar de mirarse a la cara, para que quede claro que no deben hablar entre 16
  • 17. ellos, se sitúan unos detrás de otros o alrededor del educador. La comunicación entre compañeros es inexistente. Su misión consiste en atender al profesor, permaneciendo en silencio hasta que les hace alguna pregunta. Después le rendirán cuentas de lo aprendido. En un aula así aprender es aburrido y en la mayoría de los casos ni siquiera se aprende. El trabajo en equipo, al basarse en la confrontación, el debate, la toma de decisiones y la ayuda mutua para alcanzar el resultado que se pretende, resulta interesante y retador. Los alumnos sienten verdadero interés por aprender, disfrutan enseñando a sus compañeros y aprenden a pedir ayuda cuando la necesitan. Copiar deja de tener sentido, porque resulta tedioso, no promueve ningún desafío, como deja de tener sentido pedir a un compañero que le haga el trabajo o engañar al profesor. Es mucho más estimulante reflexionar, analizar, deducir, debatir con los compañeros y descubrir lo que son capaces de aprender enseñándose entre ellos. Comprueban que compartir sus aprendizajes resulta muy ameno, que disfrutan aprendiendo. • Facilita el trabajo competente del profesor, aun con grupos numerosos Efectivamente, trabajar en equipo no solo optimiza el aprendizaje de todos los alumnos sino que facilita la enseñanza de los docentes. Por pequeño que sea el grupo de alumnos, la manera práctica y eficaz de aprender es trabajando en equipo. Pero cuando el grupo es numeroso se puede afirmar con mayor rotundidad. Obviamente cuantos más alumnos hay en una clase, más son los que necesitan explicaciones adicionales a las dadas por el profesor y menos posibilidades hay de llegar a cada uno, sin embargo hay muchas más oportunidades de encontrar alumnos que sepan enseñar a otros en cualquier área de aprendizaje. Enseñándoles a colaborar el profesor impulsa el motor del trabajo en equipo y no necesita tener un «imposible» tiempo personal para cada uno, le bastará con guiar el proceso de ayuda mutua, demostrando así su competencia como educador. 17
  • 18. • Se crea un ambiente de libertad y disciplina Al trabajar en equipo todos se ayudan a aprender, pero también a respetar las normas de convivencia. Si, por ejemplo, alguien habla antes de que le corresponda, los demás le dirán que espere hasta que llegue su turno. Si el profesor pide silencio para hacer algún comentario al gran grupo, los alumnos se piden entre ellos que escuchen al profesor. Si un alumno molesta a algún compañero, los demás le dirán que debe salir del grupo hasta que esté dispuesto a no molestar (después veremos cómo se les enseña a establecer sus normas de comportamiento y a mantener, entre ellos mismos, la disciplina acordada). Hay alumnos que alteran el orden de la clase por aburrimiento. También esta dificultad se resuelve trabajando en equipo, ya que, como hemos comentado, lejos de aburrirles, el aprendizaje compartido les resulta ameno, entretenido y retador. El profesor no necesita imponerse para mantener la disciplina, son los propios alumnos quienes asumen esa responsabilidad, aunque eso sí, el profesor estará siempre alerta y dispuesto a intervenir como guía del proceso. El ambiente de libertad y disciplina que se crea con la colaboración de todos es el que se necesita para vivir a gusto en cualquier ámbito: escolar, familiar, laboral, recreativo… • Aprenden a trabajar y convivir con personas diversas Trabajar en equipo supone ser capaz de trabajar con personas diversas, no necesariamente amigas, simplemente compañeras de trabajo, personas con las que se congenia mejor o peor, pero con las que podemos, debemos y necesitamos aprender a convivir enriqueciéndonos y complementándonos. Así sucede en la vida en general, no sólo en la escolar. Necesitamos saber convivir con compañeros de trabajo, con familiares, y con personas con quienes compartimos actividades incluso de tiempo libre, que pueden no ser afines a nosotros pero con quienes nos irá mucho mejor si sabemos colaborar dando y recibiendo lo que nos complemente. 18
  • 19. 2. En qué consiste «trabajar en equipo» Como señalamos más arriba, se basa en la ayuda mutua, en la enseñanza entre los propios alumnos, guiados por el profesor, para que todos alcancen los objetivos pedagógicos. Los alumnos adquieren, amplían y profundizan sus conocimientos confrontando opiniones en grupos reducidos. Siempre parten de un trabajo individual o de la reflexión personal que después contrastan con sus compañeros. Los distintos puntos de vista y el intercambio de opiniones enriquecen el trabajo de cada uno. 2.1. Organización del aula para trabajar en equipo Para trabajar en equipo, en lugar de disponer los pupitres en filas, unos detrás de otros, imposibilitando la comunicación entre los alumnos, o en semicírculo alrededor del profesor, que muestra así su protagonismo, se distribuyen en pequeños grupos de debate, de cuatro o cinco escolares. Los equipos se sitúan de manera que el profesor se pueda mover alrededor, para facilitar la comunicación y dar las indicaciones oportunas. Los libros, material escolar, juegos didácticos, etc., se deberán situar alrededor de la clase, al alcance de los alumnos. Las mochilas y demás útiles personales tendrán destinado un espacio concreto. Si necesitan tenerlas a mano mientras trabajan en los equipos, deberán colgarlas en sus asientos o situarlas en el lugar que se decida, pero sin obstaculizar el paso. 2.2. Formación de los equipos de trabajo Para conformar los equipos de trabajo, se tendrá en cuenta que: - En cada equipo debe haber un máximo de cinco integrantes. - Es importante que los equipos persistan. - Los organiza el profesor hasta que los aprenden a organizar los alumnos. - Deben ser heterogéneos. 19
  • 20. - Todos asumen las mismas responsabilidades. • En cada equipo debe haber un máximo de cinco integrantes Para que el trabajo de cada equipo sea verdaderamente eficaz, para que todos participen y colaboren, el número ideal es de cuatro alumnos por equipo, como máximo cinco (si son más se forman subgrupos y la fuerza del grupo se diluye). • Es importante que los equipos persistan No se deben cambiar hasta que todos hayan aprendido a trabajar colaborando, cooperando, compartiendo. Necesitan tiempo para adquirir el hábito de ayudarse. Cuando se cambian con frecuencia no tienen la oportunidad de aprender a trabajar como un verdadero equipo. Al principio se repiten los estereotipos individualistas: no quieren colaborar con sus compañeros ni aceptan otra ayuda que no sea la de su profesor. Pero al darles tiempo, esta situación va remitiendo hasta desaparecer. Sin embargo, la permanencia de los equipos no excluye la posibilidad de hacer intercambio de alumnos, cada vez que se requiera, para explicarse algún concepto. Además, dependiendo de cada área de aprendizaje se pueden agrupar de forma diferente, ya que el equipo idóneo para complementarse en matemáticas, por ejemplo, puede no coincidir con el de los compañeros que mejor se pueden auxiliar en educación artística o física. • Los organiza el profesor hasta que los aprenden a organizar los alumnos Los debe organizar el profesor, por lo menos al principio, hasta que los alumnos aprendan a formar equipos «de trabajo» no «de recreo». Como habitualmente el único lugar en el que los alumnos eligen con quién compartir sus actividades es en el recreo, cuando se les pide que se agrupen para trabajar sus objetivos pedagógicos, de una manera «instintiva» se sitúan con sus compañeros de juego, y puede suceder que no sea precisamente con ellos con quienes les resulte más eficaz alcanzarlos. Por lo tanto, hasta que aprendan a agruparse en función de la ayuda que se puedan prestar para adquirir cada 20
  • 21. competencia, los equipos los debe organizar el profesor. • Deben ser heterogéneos Los grupos homogéneos no son tan enriquecedores al no facilitarse la confrontación como sucede en los heterogéneos, donde la oferta de opiniones diversas es mayor. Para que sean heterogéneos deben ser mixtos e incluir a los alumnos que aprenden rápido con los de aprendizaje lento, a los extrovertidos con los introvertidos, a los que prestan atención con los que se despistan, a los inquietos con los tranquilos… Así cada alumno se complementa y enriquece con la diversidad de aptitudes, puntos de vista, emociones, comportamientos, etc., que se ofrecen en cada equipo. A mayor diversidad, mayor posibilidad de confrontación y de complementarse ampliando horizontes. Además, formar equipos heterogéneos posibilita la inclusión de alumnos con capacidades diversas y con diversas discapacidades. • Todos asumen las mismas responsabilidades En lo que habitualmente se entiende como trabajo en equipo, se reparte el trabajo a realizar (cada componente del equipo realiza una parte del trabajo) y se asignan diferentes roles entre los miembros del equipo para obtener un resultado común. Pero en el trabajo en equipo que se propone en este libro no hay un reparto de tareas ni hay encargados de actividades concretas. Es un trabajo de equipo, básico, en el que todos afrontan las mismas tareas académicas y aprenden a realizar todas las funciones de liderazgo, gestión y ejecución. Respecto a las funciones no se asignan líderes o encargados de cada función por períodos más o menos largos. Para que todos aprendan a asumir todas las responsabilidades que conlleva liderar un grupo, cada día, un alumno diferente, por riguroso turno de rotación, asume la misión de representar a su equipo o de ser el encargado de ejecutar las diferentes tareas que conlleva el trabajo colaborativo. Así, cada día, al alumno que le corresponda, repartirá el material, anotará las conclusiones del debate, expondrá lo que han concluido… Respecto al trabajo académico, no desarrolla cada uno una parte del 21
  • 22. mismo (no resuelve cada uno una parte de los problemas, redacta una parte del texto que se solicita…) sino que todos realizan, individualmente, la misma tarea; después, en los equipos, resuelven sus dudas y amplían sus conocimientos. Más adelante podrán realizar también trabajos en los que la división de tareas sea fundamental para alcanzar un resultado común, elaborado con la intervención parcial de cada uno de los componentes del equipo, y del que todos se informan y aprenden; y se podrán asignar diferentes misiones a cada miembro del equipo, en función de sus cualidades personales, estableciendo estructuras de autoridad para cada cargo asignado. Pero eso será más adelante, cuando todos hayan aprendido a asumir las responsabilidades que conlleva cada cargo. 2.3. Normas, límites y consecuencias para trabajar en equipo. Crear un ambiente de disciplina A menudo se teme que los equipos de trabajo puedan generar indisciplina. Algunos profesores señalan sus temores para poner en marcha el trabajo en equipo diciendo: «Se puede producir demasiado alboroto», «Sólo uno hará el trabajo de todos», «Se copiarán unos a otros», «Algunos se resistirán a formar parte de determinados equipos o no querrán formar parte de ninguno», «Se distraerán hablando de otras cosas»... Y realmente así sucede si no se enseña a crear un ambiente de orden, estableciendo las normas necesarias al iniciar el cambio de método. Pasar de un sistema individualista, que excluye la cooperación entre los alumnos, a otro que propone el apoyo mutuo, y el trabajo coordinado, cooperativo y solidario, requiere de una buena organización de los equipos y de la creación de un ambiente de disciplina. La disciplina al uso se suele asociar con autoritarismo, castigo, reprimenda... sin embargo la verdadera disciplina surge de nuestro interior y va asociada con paz, equilibrio y armonía. Ante situaciones de indisciplina, la reacción habitual es enfadarse con los alumnos, gritarles, repetir una y otra vez lo que deben hacer, descalificarles, amenazarles... El temor a la represalia prometida: hablar con los padres, bajar puntos, más trabajos, quedarse sin 22
  • 23. recreo, días de expulsión… hace que su comportamiento aparente ser disciplinado, pero actúan con disciplina únicamente cuando está el adulto presente o por temor a lo que les pueda suceder, y además puede generar agresividad en el alumno. Indudablemente, si la disciplina que pretendemos es la que se logra apelando al interior del ser humano, a su capacidad para actuar sin imposiciones externas, tenemos que cambiar nuestra manera de actuar, estableciendo, con los alumnos, las normas y límites necesarios. 2.3.1. Normas y límites Como en cualquier situación humana de convivencia, para trabajar en equipo es necesario propiciar un clima de disciplina y cooperación, estableciendo normas y límites que constituyan la ayuda imprescindible para convivir en armonía. Las normas señalan lo que se debe hacer para facilitar el logro de los objetivos comunes y la sana convivencia, y los límites lo que no se debe hacer porque hacerlo entorpecería o imposibilitaría alcanzar esos objetivos y el bienestar de todos. Algunas normas se expresan con mayor claridad a través del límite, de lo que no se debe hacer: «No molestar», por ejemplo. En este caso el «no» es positivo, ya que indicar que no se debe molestar es positivo para todos. Las normas se deben formular utilizando un lenguaje claro y conciso para no dar lugar a equívocos. Con tal de que resulten concretas y claras, se pueden expresar resaltando la norma o el límite: «Tirar la basura a la papelera», «Emplear un tono de voz suave», «Respetar los turnos», «No insultar», «No pegar»… Para que las normas resulten prácticas y eficaces las deben establecer y exigir su cumplimiento los propios alumnos. Al final de este apartado veremos cómo pueden hacerlo. Algunas normas imprescindibles para el buen funcionamiento de los equipos: - Mantener un ambiente de orden. 23
  • 24. - Establecer turnos. - Aceptar grupos heterogéneos. - Realizar el trabajo individual previo al de equipo. - Aprender escuchando a los compañeros. - No molestar a los compañeros. • Mantener un ambiente de orden El orden del mobiliario y del material, personal y común, es básico para crear un clima de trabajo. Es esencial tener previsto dónde situar las mesas, cómo almacenar el material reciclable y el de desecho, dónde guardar las mochilas y el material común de la clase… Mantener un ambiente de orden implica otro aspecto fundamental, el de emplear un tono de voz suave para evitar un clima de alboroto, que les impida escucharse y permanecer concentrados. Se ayudan a mantenerlo ellos mismos, pidiendo silencio cuando el profesor quiera comunicar algo a todo el grupo y deban interrumpir el trabajo de los equipos para escucharle. Simplemente se dirán unos a otros: «Escucha». También implica hablar de aquello que atañe a las propuestas pedagógicas, recordándose entre ellos mismos que deben centrarse en dichas propuestas en lugar de hablar de otras cosas. • Establecer turnos Para que los integrantes de cada uno de los equipos intervengan con orden, se establecen turnos de participación. Cada día le corresponde a uno del equipo ser el primero en realizar cualquier actividad que deba emprenderse, ya sea explicar cómo resolvió el ejercicio que propuso el profesor, exponer el resumen del trabajo de su equipo a toda la clase, repartir el material común a su equipo… Al día siguiente, quien fue el segundo el día anterior pasará a ser el primero y así sucesivamente. De esta manera todos aprenden a ser el primero, el segundo… y el último. • Aceptar grupos heterogéneos 24
  • 25. Ya hemos comentado la importancia de que los grupos sean heterogéneos para contar con una mayor riqueza cognitiva y socioemocional. Pero esta cualidad tan positiva, algunos no la sabrán apreciar hasta pasado un tiempo de práctica, manifestando un rechazo o resistencia inicial a formar parte de determinados equipos o pretendiendo no formar parte de ninguno por considerar que aislados trabajan mejor. Si se conforman los equipos de manera que sus integrantes puedan ayudarse y colaborar, contribuyendo cada uno de ellos al enriquecimiento de los demás, aunque al principio a algunos les resulte costoso, no tardan en comprobar que es más productivo y gratificante trabajar con los compañeros asignados. • Realizar el trabajo individual Cuando en la escuela se propone a los alumnos que hagan un trabajo «en equipo», la propuesta se refiere a realizar una actividad, entre todos, sin trabajo individual previo. Lo que sucede en ese caso, es que se estimula el trabajo de unos pocos y los demás viven a expensas de sus compañeros, sin descubrir lo que pueden aportar, sin aprender. No es ese el tipo de trabajo de esta propuesta: el verdadero trabajo en equipo tiene que contar con el aporte de cada uno de sus componentes. Ya que sin trabajo individual previo no hay auténtico trabajo de equipo, es imprescindible haberlo realizado, en clase o en casa, para participar en el debate grupal. El cumplimiento de esta norma evita, además, que solo uno haga el trabajo y los demás dejen de esforzarse. Quien incumpla esta norma queda excluido de su equipo hasta que realice el trabajo individual. Ser excluido le ayuda a rectificar, puesto que participar en el debate resulta mucho más motivante que permanecer aislado. • Aprender escuchando a los compañeros Muchas veces se escucha sin prestar atención, sin pensar en lo que está diciendo la persona que habla. El profesor debe animar a los 25
  • 26. alumnos a escucharse activamente, tratando de descubrir los aportes que cada uno puede proporcionar cuando expone algo, dispuestos a aprender, modificando si fuese necesario y enriqueciendo siempre, el propio punto de vista, al darse unos a otros las explicaciones que cada uno requiere. La queja que alegan algunos profesores sobre la indisposición de sus alumnos para compartir conocimientos, enseñanza, etc., se debe a que el método que se utiliza habitualmente es individualista e insolidario, pero al establecer como procedimiento pedagógico trabajar en equipo, los alumnos comparten conocimientos, ideas y opiniones, de una manera natural y espontánea, aunque al principio a algunos les cueste. El espíritu de ayuda entre compañeros trasciende a todos los equipos, evitándose la competencia insolidaria como puede suceder al inicio. • No molestar a los compañeros Esta norma incluye cualquier actividad ofensiva hacia los compañeros y sus pertenencias. Si alguno ofende o simplemente molesta a otro compañero se deberá actuar como se propone en el capítulo dedicado a la resolución de conflictos. No obstante, a continuación se comentan las consecuencias que complementan las normas y límites de convivencia para trabajar en equipo. 2.3.2. Consecuencias Las consecuencias, así como las normas y límites, son imprescindibles para lograr una convivencia armónica. Son la ayuda que se necesita cuando cuesta cumplir alguna norma. No son castigos. Los premios y castigos son arbitrarios, no están establecidos, están en función del estado de ánimo de quien premia o castiga. En el sistema tradicional no se establecen consecuencias, se imponen premios y castigos arbitrarios. Los alumnos sólo tienen que agudizar su sensibilidad, valorando de qué humor se encuentran sus profesores, para concluir si van a ser castigados o premiados: «La clase está desordenada, pero hoy no hay problema, el profesor llega de magnífico humor». «Mejor ordenamos la clase o, tal como está hoy, 26
  • 27. nos castiga seguro». «Hoy tiene día depresivo, ni siquiera se va a enterar de que la clase está desordenada». «¡Vamos a ordenar la clase, seguro que hoy nos sube algún punto, está de un humor estupendo!»… Todas las situaciones anteriores tienen que ver con el adulto, no con el comportamiento de los alumnos. Para sentirse valorados en función de su conducta, las consecuencias deben estar establecidas, de manera que todos sepan lo que deben asumir al incumplir una norma. Si la norma es: «Mantener la clase ordenada», la consecuencia será «Ordenarla», esté el profesor del humor que esté. La consecuencia tiene que ayudar a cumplir la norma, en este caso, a mantener la clase ordenada, por lo tanto no se establece como consecuencia: bajarles puntos, dejarles sin recreo… Cuando cumplen las normas establecidas, experimentan consecuencias positivas: la mejor recompensa a sus esfuerzos es sentir la satisfacción de lograr algo que les costaba. Otra recompensa es sentirse valorados, sentir el reconocimiento por parte de profesores y compañeros. Vivir las consecuencias establecidas, y la coherencia del profesor instando a que se cumplan siempre, les ayuda a conseguir lo que se propongan. Tipos de consecuencias: • Salir del equipo Salir del equipo, no de la clase. Quien moleste a algún compañero, saldrá de su equipo hasta que se tranquilice y esté dispuesto a colaborar en lugar de molestar. • Retirar la atención Esta consecuencia se aplica cuando hay agresiones verbales. El alumno que molesta no sale de su equipo, pero se le retira la atención, no se le hace caso hasta que esté dispuesto a dejar de interrumpir o de ofender verbalmente a sus compañeros. • Restituir o reparar Si un alumno quita, tira, ensucia o rompe algo tendrá que devolverlo, 27
  • 28. recogerlo, limpiarlo o arreglarlo. 2.3.3. Cómo establecen sus normas trabajando en equipo. Cumplimiento de normas y consecuencias A partir de primaria, e incluso antes, los alumnos tienen capacidad para tomar decisiones acerca de cómo se deben comportar. Los niños y especialmente los adolescentes necesitan poder opinar, que se les tenga en cuenta, contar con la oportunidad de participar en las decisiones que afectan a su vida escolar. Si se les da la oportunidad, saben establecer las normas que necesitan respetar para progresar en sus estudios y mejorar su comportamiento. Sin embargo, cuando las normas están establecidas, los alumnos no sienten el mismo compromiso de asumirlas. En los equipos de trabajo de cuatro o cinco alumnos, se les propone que reflexionen individualmente y que después debatan acerca de las normas de convivencia que facilitan su vida escolar, beneficiando a todos. Podrían acordar: «Mantener la clase ordenada», «Llegar a tiempo a las clases», «Traer los deberes hechos», «Entregar los trabajos en la fecha acordada», «No molestar a los compañeros», «Hablar con control, sin gritar, insultar»… Una vez establecidas sus normas de comportamiento, deciden qué consecuencias deberán afrontar los que molesten en clase, desordenen, lleguen tarde, no hagan los trabajos…, pero siempre con la idea de ayudarse entre ellos, no con la de ser cómplices de un sistema autoritario que impone disciplina a base de castigos. Por lo tanto se les propone que piensen qué les podría ayudar a conseguir todo aquello que les cuesta. Podrían establecer: «Quien desordene algo, deberá ordenarlo», «Quien llegue tarde a las clases, las recupera durante el recreo», «Quien no haga los deberes, no podrá participar en el debate»... Las consecuencias incluyen el refuerzo: «Pueden ir al recreo si llegan a tiempo a las clases», «Si mantienen todo en orden, no tendrán que dedicarse a ordenar cuando los demás hacen otras actividades», «Podrán participar en el debate, si hacen los deberes»… Del cumplimiento de las normas y consecuencias se encargan los propios alumnos, pero el profesor no se desentiende del proceso, al 28
  • 29. contrario, él lo guía hasta que los alumnos asumen la responsabilidad de cumplir y hacer cumplir las normas, y resuelven entre ellos las situaciones conflictivas que se presentan en cualquier contexto de convivencia. Cuando algún alumno desoye lo que le dicen sus compañeros respecto a la norma que debe cumplir o la consecuencia a la que se debe atener, pedirán ayuda al profesor, no para que éste les sustituya, sino para que les ayude a ser escuchados por su compañero (en el Capítulo III, referente a la convivencia y resolución de conflictos, se amplía lo expuesto en este apartado). 2.3.4. Actitud del profesor La actitud del profesor debe motivar a los alumnos a cumplir sus normas de convivencia y a vivir las consecuencias que les ayudarán a cumplirlas. Animar a los alumnos para que logren cumplir lo que les cuesta, no es un hábito social. Ante su mal comportamiento, los alumnos se acostumbran a escuchar frases como: «Cada año son peores», «No tienen arreglo», «No se esfuerzan lo más mínimo», «Solo entienden con castigos», «Son los peores de la clase»… Al descalificarles se deja su autoestima por los suelos, o simplemente asumen que «son así», y se seguirán comportando de acuerdo a la imagen de sí mismos que se les transmite. Sin embargo, ¡pueden cambiar! Se les debería decir que son capaces de conseguir lo que se propongan, aunque les cueste, si se esfuerzan por lograrlo: «Inténtalo, aunque te cueste, tú sabes que puedes», «Te está costando, pero cada vez estás más cerca de conseguirlo»... Al animarles comprenden que se cree en ellos, en su capacidad de aprender, de cambiar, de mejorar, de modificar sus comportamientos inadecuados. 3. Esquema y ejemplo para «trabajar en equipo» 3.1. Esquema El método «Trabajar en equipo» consta de tres pasos básicos: 1. Explicación del profesor Exposición de un tema. 2. Proceso de aprendizaje del alumno 29
  • 30. Se trata de un proceso de ensayo-error hasta lograr los aprendizajes. Consta de dos pasos: 3. Resultado Se llega al resultado cuando el alumno logra el aprendizaje. Habitualmente se hace hincapié en los puntos 1 y 3. El profesor explica un tema y exige resultados correctos sin haber dado a los alumnos la oportunidad de confrontar sus trabajos para explicarse entre ellos lo que no comprendieron, resolver sus dudas, rectificar errores, interiorizar conceptos... Sin embargo para lograr los aprendizajes, el proceso de ensayo-error es fundamental y la enseñanza entre compañeros, la clave. 3.2. Un ejemplo Veamos, con un ejemplo: aprender a dividir, cómo trabajar en la práctica cada uno de los tres pasos: explicación, proceso y resultado. Explicación El profesor es el protagonista de la explicación. A él le compete preparar el contenido y el material didáctico para su exposición, no obstante debe fomentar la intervención de los alumnos. Para motivar su participación les hace preguntas, utiliza material didáctico y les propone actividades que facilitan la comprensión de lo que explica. Durante la explicación, en este caso del concepto de la división, el profesor se dirige a todo el grupo de alumnos. Al dirigirse a todos a la vez, indudablemente en algún momento algún alumno se puede distraer. Debemos aceptar que aunque en ocasiones las distracciones de los alumnos sean voluntarias, es imposible prestar atención al cien 30
  • 31. por cien de una exposición, nuestra mente «se toma descansos» alejándose momentáneamente y retomándola después. En cualquier caso, el objetivo del profesor no es descubrir y sancionar a quien se distrae, tampoco lograr una exposición tan motivante que nadie se distraiga. Sin duda debe intentar que sea lo más motivante posible, pero contando con la realidad que comentábamos: «la mente descansa cada cierto tiempo». Obviamente, también habrá alumnos que no comprendan parte o la totalidad de lo que el profesor explique. A otros les surgirán dudas que no siempre aclararán con la respuesta a sus posibles preguntas hechas al profesor. Otros ni siquiera sabrán qué preguntar. Al trabajar en equipo no hay que preocuparse porque se hayan producido ciertas lagunas, de atención o de comprensión, en las mentes de los alumnos, puesto que en el siguiente paso, cuando comience el «proceso de aprendizaje», podrán ayudarse entre ellos a cubrir las lagunas que surgieron durante la exposición del profesor. Respecto al contenido de la explicación, existen propuestas metodológicas que facilitan el aprendizaje comprensivo, ameno y práctico de las diferentes materias escolares. No es por lo tanto en este punto, en el que nos vamos a detener en este libro. En lo que se quiere hacer especial hincapié es en el proceso de aprendizaje, del que hablamos a continuación. Proceso de aprendizaje Los protagonistas del proceso de aprendizaje son los alumnos. Son ellos quienes necesitan pasar por el proceso de ensayo-error hasta lograr los aprendizajes. El papel del profesor consiste únicamente en guiar el proceso. Tras haber explicado, en este caso el concepto de la división, el profesor propone a los alumnos una actividad, que resolverán primero individualmente y después en equipo, para comprobar lo que han comprendido. Recordemos los dos pasos del proceso de aprendizaje: ▪ Trabajo individual: 31
  • 32. - En clase - En casa (deberes) ▪ Trabajo en equipo Trabajo individual Como ya se ha comentado, sin trabajo individual previo no hay verdadero trabajo de equipo, el verdadero trabajo en equipo tiene que contar con el aporte de cada uno de sus componentes. Así pues, después de su explicación, el profesor propone un ejercicio sobre lo explicado, en este caso la división, que cada alumno debe tratar de resolver individualmente, sin hablar con sus compañeros ni con el profesor, sin copiar, reflexionando solo. Aparentemente es la misma propuesta que ofrece la escuela tradicional, pero no es así. Se trata de un trabajo que, en lugar de corregirlo el docente, se contrasta entre los alumnos. De nada sirve que el profesor confirme, al revisar los trabajos, que tienen errores, que no comprendieron o que no saben. ¿Qué aporta al alumno saber que progresa mal? Lo significativo para él es saber cómo llegar al conocimiento. Tampoco le ayudan las correcciones en la pizarra, donde se dan las respuestas pero no se enseñan los procesos para llegar a ellas. Sin embargo, en los equipos de trabajo, al confrontar sus respuestas, al contrastarlas con los compañeros, resuelven sus dudas y los que no comprendieron algo al explicarlo el profesor, lo podrán hacer cuando se lo expliquen entre ellos. Trabajo en equipo La clase, como ya vimos, estará organizada en equipos de cuatro o cinco alumnos. Al debatir un tema con todo el grupo, por muy participativo que se pretenda hacer, hablan únicamente unos pocos y el resto calla por no querer opinar públicamente, porque en ese momento no estaban atentos o por otros motivos. Sin embargo, cuando se debate en grupos pequeños todos participan, todos intervienen opinando, no se sienten cohibidos y les resulta sencillo manifestar interés centrándose en el tema que debaten. El trabajo en equipo se inicia cuando más o menos el cincuenta por 32
  • 33. ciento de los alumnos termina el ejercicio propuesto por el profesor, en este caso sobre la división. En los equipos, cada uno expone cómo ha resuelto la actividad trabajada individualmente, aunque no la haya terminado. Confrontan sus ejercicios y entran en debate para solventar sus dudas, y ampliar sus conocimientos hasta que todos llegan al aprendizaje que se pretendía, hasta que logran comprender el concepto de la división y saben aplicarlo. Ningún alumno cambia su resultado porque se lo dice otro alumno «que sabe más», lo debe hacer por convencimiento, tras escuchar las explicaciones de sus compañeros. Los alumnos aprenden comunicándose, manteniendo una actitud activa. El profesor también se mantiene activo, muy activo, su misión es guiar el proceso, por lo tanto, no permanece sentado. Mientras los alumnos comparten sus conocimientos sobre la división, él recorre los grupos para impulsar el debate interviniendo con preguntas que les animan a reflexionar, a confrontar opiniones y a clarificar dudas hasta adquirir el concepto de la división, hasta que aprenden a dividir. Si le hacen preguntas no debe resolver sus dudas con respuestas cerradas, les responderá con preguntas para que reflexionen y las resuelvan ellos. Es fundamental que esté atento a las explicaciones que se dan entre los alumnos, a sus comentarios, y que localice a los que en lugar de dar respuestas cerradas a sus compañeros de equipo, saben hacerles preguntas para que razonen. A esos alumnos les anima a ser ellos quienes den las explicaciones oportunas en sus equipos. Si ningún alumno de un mismo equipo entendió el concepto explicado, el profesor promueve el intercambio de alumnos, hasta que en cada equipo haya al menos uno que pueda ayudar a sus compañeros a comprenderlo. Pero si constata que en la mayoría de los equipos no entendieron, debe volver al primer paso, a la explicación inicial. Por el contrario, si comprueba que captaron el concepto de la división, les propone realizar alguna actividad en casa, para que descubran si saben afrontar el trabajo propuesto, sin el apoyo de su equipo. Los deberes: un trabajo personal que se corrige en equipo Como decíamos, los deberes se plantean para que descubran lo que 33
  • 34. aprendieron, estando solos, sin el apoyo de su equipo, y para que ejerciten sus conocimientos profundizando en sus aprendizajes. Pero mientras en clase los conocimientos los adquieren trabajando en equipo, con la guía del profesor, en casa cada alumno tiene que trabajar individualmente. La escuela califica de irresponsables a los padres que no hacen los deberes con sus hijos. Sin embargo, es el profesor quien les tiene que enseñar a hacerlos con plena autonomía, sin dependencias familiares. Para ello únicamente pondrá deberes, para hacer en casa, sobre los conceptos que los alumnos comprendieron en clase trabajando en equipo. ¿Qué sentido tiene proponerles una tarea que no pueden hacer, empujándoles a copiar y engañar, o a desanimarse por no aprender? En muchos casos, su autoestima se resiente y acaban aceptando su supuesta incapacidad, no luchan para remontar sus calificaciones porque no saben cómo enfrentar sus deberes. Ahora bien, cuando han comprendido algún concepto trabajando con su equipo, necesitan enfrentarse a ese concepto, solos, para descubrir precisamente eso, que estando solos siguen comprendiendo el concepto aprendido con su equipo. Veamos un ejemplo: si los alumnos aprendieron a extraer de un texto las ideas principales, trabajando con sus equipos en clase, necesitan comprobar que son capaces de localizar las ideas principales de un texto diferente, sin consultar con su equipo. Supongamos que en casa alguno tiene dificultad para realizar el trabajo propuesto, en ese caso, al día siguiente aporta sus dudas al equipo. Confrontando sus trabajos corregirán sus errores y se darán nuevas explicaciones hasta adquirir los aprendizajes. Los deberes se corrigen en los equipos de trabajo, entre compañeros, con la guía del profesor. Pero sólo pueden participar quienes los hayan realizado previamente en casa. La consecuencia de no poder participar es la mejor ayuda para realizarlos. Les anima enormemente descubrir que trabajando en equipo tienen la oportunidad de resolver sus dudas y corregir sus errores comprendiendo lo que solos, en casa, no supieron afrontar. Alguien pensará que la mayoría prefiere copiar el resultado a sus compañeros en lugar de participar en el debate, pero no es así, más bien al contrario, les resulta mucho más interesante 34
  • 35. debatir acerca de los procesos que llevan a los resultados, que copiar esos resultados. Confrontar es más sugerente que copiar. El profesor se involucra plenamente en la corrección de los deberes, no se desentiende quedándose sentado. Se acerca a los equipos guiando el proceso. Hace preguntas para que caigan en la cuenta de lo que deben corregir o interviene para dar explicaciones generales. Cuando algún alumno pretenda que sea el profesor quien le dé la respuesta esperada, este se dirigirá a los compañeros de equipo que puedan explicarle cómo descubrir esa respuesta. Respecto a la cantidad de deberes, reflexionemos: ¿qué sentido tiene proponerles grandes cantidades de sumas, restas o divisiones, de problemas o de ejercicios en general? Lo importante no es que hagan cantidad de deberes, sino calidad de deberes. Si aprendieron a dividir y comprendieron el concepto de la división explicándoselo entre ellos, trabajando con sus equipos, se les puede proponer que hagan tres divisiones en casa para que comprueben si las saben hacer estando solos, no necesitan hacer más divisiones para comprobarlo. No se debe saturar a los alumnos con tareas escolares. Es importante cuidar la calidad y la cantidad de deberes que se ponen a los alumnos. Aprender no debe ser una tortura sino un disfrute. En cuanto a la evaluación de los deberes, señalar que no se deben calificar como si fuesen un resultado, simplemente son ejercicios que forman parte del proceso de aprendizaje. Resultado Para que el profesor cumpla con su objetivo de enseñar, todos los alumnos deben lograr el objetivo de aprender. Expresado de una manera más clásica: al aprobar el alumno, aprueba el profesor; al suspender el alumno, suspende también el profesor. La misión del educador es enseñar a sus alumnos a aprender, por lo tanto, si estos no aprenden su misión queda incumplida. Los alumnos alcanzan el resultado, en este caso aprender a dividir, no cuando el resultado de los ejercicios o actividades propuestas es correcto sino cuando comprenden los procesos que llevan a ese resultado, adquiriendo el concepto de la división y sabiéndolo aplicar 35
  • 36. en su vida; lo alcanzan cuando aprenden a aprender. De las evaluaciones hablaremos más adelante, aquí únicamente señalamos que para evaluar el resultado tendremos en cuenta, que aunque aprenden a través de la ayuda mutua, el resultado, la calificación, no es del equipo, lo alcanza cada uno de los componentes del equipo. Dicho con otras palabras, la nota es personal, no grupal. No hay una nota para el grupo que ha aprendido a dividir, sino para cada uno de los alumnos que aprendió a dividir. 4. Hábitos de autonomía relacionados con el estudio 4.1. Cómo aprenden a organizar su estudio en casa Desde primaria los niños están preparados para organizar su estudio en casa, sin embargo muchos llegan a la adolescencia sin haber aprendido. No se saben organizar porque en el colegio no les enseñan, y en casa, en lugar de enseñarles les ayudan a hacer los deberes, cuando tienen una duda se la resuelven, les corrigen los trabajos, les toman la lección… Son dependientes porque se da por hecho que se deben saber organizar sin enseñarles cómo hacerlo. En el colegio lo habitual es poner deberes a los alumnos o decirles que estudien o que realicen algún trabajo escolar, sin practicar en clase «de qué manera» se espera que lo hagan. A veces se les exige que presenten «bien» los ejercicios que les proponen, sin explicarles a qué se refiere concretamente ese «bien». Se les dice: «Para mañana, tenéis que hacer los ejercicios de la lección…», «En la próxima evaluación entrarán las lecciones…», «Acordaros de presentar bien los trabajos»… Se les da una orden y se espera un resultado sin pasar por el proceso de aprendizaje. Para que enfrenten sus deberes con autonomía y adquieran hábitos de estudio, es fundamental enseñarles a utilizar técnicas: subrayar, resumir, organizar la información en cuadros que les permitan interiorizar y memorizar sus conocimientos... También deben aprender las diferentes maneras de presentar cualquier trabajo que se les proponga. 36
  • 37. Se les enseña a organizar su estudio en casa ensayando en clase, paso a paso, todo lo que necesiten aprender. Recordemos que enseñar no se limita a darles la explicación oportuna. Para que aprendan a estudiar, a hacer los deberes y a presentar correctamente sus trabajos tienen que pasar por el proceso de ensayo-error, contando con la ayuda mutua entre compañeros. Es imprescindible que descubran, en clase, que son capaces de enfrentar cualquier actividad que se les proponga para casa. Bastará con «ensayar», se trata de hacer algún «simulacro» de cómo realizarla, para confirmar que la pueden afrontar. También necesitan reflexionar, en sus equipos, acerca de las condiciones que favorecen o dificultan su estudio en casa. Deberán tomar sus propias decisiones para aprovechar mejor su tiempo y obtener resultados satisfactorios. El trabajo en equipo facilita el proceso. Para aprender a organizar su estudio, tendrán que reflexionar acerca de: - Programar su tiempo de estudio. - Lugar y postura para estudiar. - Mantener su material ordenado. - Evitar distractores. - Cómo utilizar la agenda escolar. • Programar su tiempo de estudio. El hábito de estudio Aprenden a programar su tiempo de estudio integrándolo dentro de su horario general. Más adelante veremos como enseñarles a planificar el horario que cada uno necesita seguir desde que se levanta hasta que se acuesta, incluyendo sus actividades de autonomía personal: despertarse, arreglarse, comer, dormir, ordenar…, de colaboración, las de estudio y su tiempo libre. Asimismo veremos como confrontando su horario personal con el de sus compañeros de equipo aportan y reciben ideas de planificación. Al programar las actividades que necesitan realizar cada día, deciden 37
  • 38. en qué momento se proponen hacer los deberes, para adquirir con mayor facilidad el hábito de estudio. Reflexionando comprenden que les resulta más sencillo adquirirlo si estudian todos los días a la misma hora, si establecen una rutina. También comprenden que el tiempo destinado a realizar los deberes dependerá de lo que cada uno necesite, pero que siempre estará integrado con las otras actividades que forman parte de su proyecto de vida como son las de autonomía personal, de colaboración y de tiempo libre, vitales para un desarrollo integral y armónico. • Lugar y postura para estudiar Muchos niños y adolescentes se acostumbran a estudiar en cualquier parte en lugar de realizar sus deberes donde se facilite su concentración. Pero bastará con preguntarles: «¿En qué lugar y cómo se facilita más vuestra concentración?», para que respondan que necesitan crear un ambiente propicio si quieren sacar rendimiento a su esfuerzo, y que harán sus deberes, mejor y más rápido, si se sitúan siempre en el mismo lugar, normalmente en su cuarto, sentados frente a su mesa de estudio, no tumbados o en cualquier lugar de la casa. Comprenden que si no prestan la atención requerida a lo que están haciendo, los resultados serán peores, y que hay lugares que facilitan o dificultan su concentración. Lo comprenden muy bien, si en lugar de exigírselo, se les anima a reflexionar sobre esta obviedad. También saben que es difícil concentrarse si la postura no es la adecuada, y que si sitúan los dos pies en el suelo y la espalda recta se cansan menos que si la postura es incorrecta. • Mantener su material ordenado Les recriminamos su desorden: «Lo pierden todo», «Nunca saben donde dejan sus cosas». Repetimos, constantemente las mismas órdenes: «A recoger», «A ordenar», «Apuntaros lo que tenéis para mañana», «No olvidéis llevaros los libros que necesitáis para hacer los deberes»… Pero no hay un tiempo establecido para enseñar a los alumnos a organizar y mantener ordenado lo que necesitan utilizar a diario: su estuche, su mochila, su pupitre, su percha o cualquier lugar asignado durante el curso para guardar sus pertenencias. Todos 38
  • 39. podrían aprender, aun los más desordenados, si la escuela les enseñara. Pero en lugar de recibir la explicación teórica de lo que tienen que hacer, deberían realizar la actividad práctica de organizar y ordenar cada uno de sus enseres. En cuanto a la planificación del material escolar que utilicen en casa, se les indica que hagan una lista de lo que necesiten. La elaboran individualmente y la confrontan con su equipo, completándola en el caso de haber olvidado algo. Si se les da la lista elaborada, no toman decisiones no se responsabilizan. Después de elaborarla, piensan cómo pueden obtener, organizar y mantener ordenado su material escolar en casa. Cada alumno descubrirá los cambios concretos que debe efectuar y establecerá un plazo corto para realizarlos. Cumplido el plazo, confrontará con su grupo los resultados, ya que entre ellos se animan a lograr sus propuestas. • Evitar distractores Reflexionando comprenden que si evitan lo que les distrae, no les costará tanto concentrarse. El profesor les motiva a recapacitar: - Os concentraréis mejor y os costará menos estudiar si evitáis todo lo que os distrae. - ¿Qué os distrae? - ¿Qué podéis hacer para evitarlo? Como resultado de su reflexión, reconocen que sobre la mesa de estudio deben ubicar únicamente el material que van a necesitar, bien ordenado; que tanto la falta de material como el exceso del mismo, y el desorden, pueden provocar su desconcentración; y que deben evitar cualquier cosa que les distraiga. Mencionarán que les distrae determinada música, el ordenador, el móvil, tener fotos en la pared frente a la mesa o merendar al tiempo que hacen los deberes. Ellos mismos pueden buscar la solución para no distraerse. Pueden sugerir merendar antes de estudiar, colocar las fotos en otro lugar; no escuchar un tipo de música que les invita más a bailar o a seguirla mentalmente que a centrarse en el estudio; apagar el móvil, no 39
  • 40. utilizar el ordenador nada más que para hacer los deberes… Cada alumno se propondrá activar la solución que decida aplicar para no distraerse. • Cómo utilizar la agenda escolar Cuando un alumno no se entera de los deberes que tiene que hacer, depende de algún compañero de clase, a quien llama para informarse, o de sus padres, quienes piden al profesor que les informe de los deberes de su hijo. Así se traslada al profesor o a algún compañero la responsabilidad que debería asumir el alumno. Para adquirir el hábito de anotar los deberes diarios o los trabajos que tendrán que entregar transcurridos varios días, se les enseña a utilizar la agenda escolar. Enseñarles no consiste únicamente en decirles cómo la deben utilizar y exigirles que lo hagan, sino en practicar en clase cómo utilizarla. Siguiendo la metodología de trabajo en equipo, se parte de la explicación. Se les indica dónde y cómo deben anotar todo lo que necesiten recordar: los deberes diarios, los trabajos que tienen que entregar en diferentes fechas, los días de las evaluaciones, los de vacaciones y otras actividades que no deben olvidar. También se establece cuándo deben leer lo anotado. En clase practican, con la ayuda de su equipo, lo que les ha ido exponiendo el profesor, hasta que aprenden a anotar cada actividad. Durante el proceso de aprendizaje, cada día ponen en práctica lo aprendido anotando lo que deben recordar, leyéndolo, cometiendo errores y rectificándolos. Algunos necesitan la colaboración y el apoyo de su equipo dándoles ideas y animándoles a utilizar su agenda, para anotar y consultar todo lo referente a sus compromisos escolares. Llegan al resultado cuando utilizar la agenda es una rutina en su vida. 4.2. Cómo superan las dificultades relacionadas con el estudio en casa y con la organización de su material Si al hacer los deberes comprueban que no recuerdan cómo realizar alguna actividad o verifican que olvidaron lo que creían haber 40
  • 41. comprendido trabajando con su equipo, o si se les presenta cualquier duda, anotan lo que necesiten aclarar con su equipo al día siguiente y se procede como se indicó en el apartado referente a la corrección de sus deberes. La dificultad para algunos no tiene que ver con la comprensión sino con la organización de su material. Se olvidan de llevar a casa lo que necesitan para hacer los deberes y cuando los hacen no se acuerdan de entregarlos. También pierden con facilidad sus pertenencias escolares. Cuando actúan de esta manera, se les exige que sean ordenados sin enseñarles lo que deben hacer para serlo, y a su vez se da por hecho que no van a cambiar, se sentencia: «Pierde todo, siempre se olvida…, es despistadísimo, es un desastre…». Descalificarles por ser despistados o pedirles que dejen de serlo sin enseñarles cómo pueden lograrlo, no tiene sentido. Se les debe transmitir, sin quejas ni reproches, que pueden aprender a no olvidar sus deberes, sus trabajos, sus pertenencias. Necesitan pasar por el proceso de reflexión: «¿Qué podéis hacer para no olvidar ni perder vuestras pertenencias?», y por la ayuda entre compañeros para recordarse y exigirse, entre ellos, lo que cada uno se propuso hacer para ser ordenado. Se tendrá en cuenta que aprenden a ser ordenados practicando, en clase, el orden del material personal y común. Si no se les enseña, en la práctica cotidiana, a ordenar, es muy difícil que logren ser ordenados, porque su problema no es teórico, la teoría la tienen clara. También deben establecer las consecuencias que precisen. Saben que cometer errores es normal, pero que se requiere asumir las consecuencias de los propios errores para no continuar cometiéndolos. Pueden decidir reponer, con sus ahorros, los objetos personales que pierden frecuentemente. Del mismo modo, pueden establecer que si se dejan en casa algo que necesitan en el colegio nadie se lo tiene que llevar. Pasar la jornada escolar sin lo que olvidaron en casa será la consecuencia que les ayude a no volver a olvidarlo, tendrán que anotar lo que trabajen en clase, en hojas sueltas, y después lo deberán pasar a sus cuadernos, lo cual supone un esfuerzo que les motivará a no repetir su olvido. Si perder un trabajo les supone 41
  • 42. repetirlo y es una propuesta de los propios alumnos, les motivará para acordarse de no olvidar ni perder el material que deben llevar a casa o entregar al profesor. Nuevamente, la ayuda entre compañeros les facilitará superar las dificultades. 4.3. Un ejemplo Veamos paso a paso, con un ejemplo, como aprenden a asumir las responsabilidades referentes a su estudio en casa, trabajando en equipo. Se siguen los tres pasos del método: Explicación En lugar de dar a los alumnos una explicación teórica, se les formulan preguntas para que reflexionen: - ¿Qué responsabilidades necesito asumir para realizar los deberes? - ¿Cuáles me cuesta afrontar? - ¿Cómo creo que debería actuar? ¿Qué me debo proponer? - ¿Qué consecuencias me ayudarán a conseguirlo? Cada uno responde individualmente y lo confronta con su equipo para aportar y recibir ideas. Es importante que hagan propuestas concretas, por ejemplo: «Necesito organizar mi mesa de estudio y mantenerla ordenada», «Debo apuntar los deberes en la agenda», «No debo utilizar internet para comunicarme con mis amigos mientras estudio»… Sus propuestas son sus normas de comportamiento, lo que deben hacer. Después, teniendo en cuenta que les puede costar cumplir sus propósitos, se les pregunta: - ¿Qué consecuencia os ayudará a conseguir lo que os cueste poner en práctica? Alguno puede decidir: «Si no anoto los deberes o se me olvidan los libros en el colegio no podré estudiar ni hacer los trabajos escolares, la consecuencia será que me bajarán puntos y tendré que estudiar más o 42
  • 43. hacer el trabajo el fin de semana». Comentan sus reflexiones en los equipos. Entre ellos se dan ideas y se animan a practicarlas. Proceso de aprendizaje Cada alumno actúa poniendo en práctica sus propuestas y rectifica sus errores cada vez que falle viviendo las consecuencias establecidas. Al que se propuso no olvidarse de utilizar la agenda, sus compañeros le pueden recordar que la utilice, si fuese necesario. Si les escucha, obtendrá el apoyo que necesita, de lo contrario le recordarán que tendrá que afrontar las consecuencias establecidas para quien olvida realizar las actividades escolares. Es fundamental dar seguimiento a sus propuestas de manera que puedan comentar, entre compañeros, lo que van logrando y lo que les está costando conseguir. En los equipos se vuelven a dar ideas, y se animan a rectificar sus fallos y a seguir practicando sus propuestas haciendo el esfuerzo necesario. Resultado Se alcanza el resultado, cuando las actividades que se propusieron realizar se convierten en un hábito en sus vidas. 5. Evaluaciones El sistema escolar evalúa a los alumnos sin enseñarles a rectificar sus errores. No propone pasar por el proceso de aprendizaje en el aula, trabajando en equipo, para adquirir los conocimientos. Cada alumno hace y corrige los deberes, y prepara las evaluaciones, aisladamente, sin mediar el trabajo entre compañeros. La propuesta de evaluación de este libro se centra en la evaluación continua. Se trata de constatar si cada alumno aprende, progresa, si sabe prestar y pedir ayuda a los que le rodean… en definitiva si sabe aprender a aprender, adquiriendo los conocimientos que le permiten ser competente para afrontar su vida, tanto desde el punto de vista intelectual-cognitivo como socioemocional. La pregunta clave sería: «¿Aprende?» en lugar de «¿Se lo sabe?». Tradicionalmente se evalúa lo que saben en el momento de la evaluación y sus posibles errores, 43
  • 44. no si aprenden a aprender. A muchos profesores les produce inseguridad suprimir las evaluaciones tradicionales. No es necesario que las supriman, es más, como es el medio que el sistema social utiliza para acceder a diferentes estudios y trabajos, es conveniente que los alumnos practiquen las evaluaciones tradicionales. Sin embargo, será una evaluación más, no la única, para determinar si un alumno alcanza los objetivos académicos. Además, el resultado de la evaluación tradicional escrita, tendrá que coincidir con lo que se observe en la evaluación continua realizada mientras trabajan en sus equipos. La manera práctica de efectuar la evaluación continua consiste en hacer un cuadro de doble entrada en el que se escriben, en un lado los nombres de los alumnos y en el otro los objetivos que deben alcanzar. Al pasar por los equipos, el profesor toma nota de los alumnos que van alcanzando los objetivos propuestos, haciendo una señal en la casilla correspondiente. Hasta que no alcanzan el objetivo no se hace ninguna señal. Así se lleva el control de los que van logrando aprender, en lugar de señalar los malos resultados de quienes todavía están en el proceso de aprendizaje. Al pasar por los equipos el profesor también puede observar y evaluar, con suma facilidad, el desarrollo de las competencias socioemocionales de los alumnos. Más adelante veremos como se pueden trabajar dichas competencias. Como ya dijimos en su momento, los deberes son ejercicios que forman parte del proceso de aprendizaje de los alumnos, no son resultados finales, por lo tanto no se evalúan como tales. Sin embargo, sí pueden servir para que aprendan a autoevaluarse y a evaluarse entre compañeros, siendo conscientes de sus logros, de sus errores, de la mayor o menor dificultad para corregirlos… Recordemos, también, que la evaluación es personal, no grupal. El trabajo en equipo que aquí se propone pretende establecer una estrategia de ayuda entre compañeros que permita a cada alumno obtener mejores resultados. Se evalúa, por lo tanto, lo que consigue cada alumno. No se califica al equipo sino a cada uno de sus 44
  • 45. componentes. Ayudarles a superar el mal rendimiento escolar Cuando no progresan adecuadamente, cuando su rendimiento escolar no es satisfactorio, los padres suelen reaccionar con enfados, amenazas, castigos, descalificaciones. Y en el colegio se da por hecho que esa debe ser la reacción familiar. Sin embargo, así no se les ayuda a rectificar. Las críticas y castigos dejan su autoestima por los suelos y no favorecen su cambio. Niños y adolescentes tratarán únicamente de evitar la reacción de sus padres, no dudarán en ocultar los malos resultados o en mentir descaradamente. En lugar de sentir la necesidad de afrontar una situación que deben cambiar, sienten el deseo de ocultar lo que va a provocar una actitud adversa por parte de los adultos. Viven sus fallos en el estudio como un problema de sus padres y profesores: «Otra vez obtuve pésimos resultados, ¡cómo se van a poner en casa!». No piensan en el problema que supone para ellos ese resultado, sólo les preocupa la reacción familiar. Por otra parte, los tutores citan a los padres y les indican lo que deberían hacer sus hijos para remontar los malos resultados académicos, cuando es a los alumnos a quienes se les tendría que ayudar a descubrir por qué no progresan adecuadamente y a decidir qué necesitan hacer para modificar esta situación. ¡Necesitan reconocer sus fallos, hacer propuestas concretas para poder rectificarlos y llevarlas a la práctica con nuestra ayuda! Al resolverles la vida decidiendo por ellos, se evita que afronten los problemas relacionados con su estudio, aprendiendo a depender de sus padres y profesores para asumir decisiones, cuando están perfectamente capacitados para descubrir cuál es su problema y encontrar la solución adecuada. En cada caso tendrán que pensar cómo deberían actuar para rectificar lo que impide su progreso, qué esfuerzo deben hacer y las consecuencias que les pueden ayudar. Para que caigan en la cuenta de las consecuencias negativas que derivan de los malos resultados académicos y descubran las posibles soluciones a sus conflictos escolares, se les anima a reflexionar: 45
  • 46. - ¿Qué sentís cuando obtenéis malos resultados? - ¿Qué conlleva en vuestras vidas el hecho de obtener esos resultados? - ¿Cómo creéis que podéis enfrentarlos? - ¿Qué cambios concretos deberíais provocar? - ¿Qué consecuencias os ayudarán a conseguirlo? Cuando reflexionan en sus equipos, al no sentirse presionados o agredidos, son completamente sinceros, reconocen que no les gusta progresar mal y son los primeros interesados en cambiar para mejorar. Reconocen la causa de su mal rendimiento escolar y de su actitud ante el estudio. Expresan que no organizan bien su tiempo de estudio, que no anotan los deberes o las fechas de las evaluaciones en su agenda, que se distraen cuando hacen los deberes en casa, que se olvidan de entregar los trabajos o que los realizan por debajo de su capacidad, que deberían prestar atención en clase, no distraerse con sus compañeros, preguntar cuando no comprenden determinados conceptos… Ante cualquier situación problemática es importante que reflexionen acerca de los cambios que deberían provocar, buscando soluciones en sus equipos, y sobre todo que haya seguimiento entre ellos para apoyarse en su proceso de cambio poniendo en práctica sus propuestas. El tutor guía el proceso. Su actitud es fundamental. Les debe ayudar a descubrir su capacidad para sacar adelante lo que se propongan, sin imponérselo, comprendiendo que les cueste esforzarse, especialmente si lo que tienen que estudiar no es de su interés. A medida que consigan organizarse, manejen su agenda, aprendan a pedir ayuda, resuelvan sus dudas y rectifiquen sus errores, debe felicitarles ayudándoles a valorar lo que están consiguiendo, lo que son capaces de lograr con su esfuerzo. Con la guía del profesor adquieren los conceptos académicos, aprenden a organizar su estudio en casa y consiguen colaborar entre compañeros con auténtico entusiasmo; se apoyan para que todos 46
  • 47. progresen, haciendo el esfuerzo personal necesario, y que ninguno fracase. 6. Recuerda El método «Trabajar en equipo»: - Se basa en la ayuda mutua. Supera con creces a la suma de los esfuerzos individuales. - El aporte personal es imprescindible para desarrollar la creatividad de cada uno y para que el trabajo sea de todos, no solo de unos pocos. - Establece una estrategia de colaboración entre compañeros que permite a cada alumno desarrollar su potencial logrando mejores resultados académicos, fortalecer su autoestima y practicar la solidaridad, lo que revierte en beneficio de todos. - Impulsa el protagonismo de los alumnos, evita su actitud pasiva a la espera de las indicaciones, la supervisión y la evaluación del profesor. - Conjuga el engranaje de tres esfuerzos: el personal de los alumnos, el del equipo permitiéndoles alcanzar un nivel superior, y el del profesor guiando el proceso. Al trabajar en equipo los aprendizajes académicos: - Se aprende a aprender y a rectificar errores. - Se agiliza el proceso de aprendizaje. - Todos amplían y fortalecen sus conocimientos. - Aprender resulta interesante, ameno, retador. Copiar no tiene sentido. - Facilita el trabajo competente del profesor. - Se crea un ambiente de libertad y disciplina. - Se aprende a trabajar con personas diversas. Para conformar los equipos de trabajo, se tendrá en cuenta que: - En cada equipo debe haber un máximo de cinco integrantes. 47
  • 48. - Es importante que los equipos persistan. - Los organiza el profesor hasta que los aprenden a organizar los alumnos. - Deben ser heterogéneos. - Todos asumen las mismas responsabilidades. Para crear un ambiente de disciplina, las normas, límites y consecuencias son imprescindibles: - Las normas señalan lo que se debe hacer para facilitar el logro de los objetivos comunes y la convivencia en armonía. - Los límites indican lo que no se debe hacer porque entorpecería o imposibilitaría alcanzar esos objetivos y el bienestar de todos. - Las consecuencias son la ayuda que se necesita cuando cuesta cumplir alguna norma. No son castigos. Los premios y castigos son arbitrarios, están en función del estado de ánimo del adulto. Sin embargo, las consecuencias están establecidas y dependen del comportamiento de cada alumno. Tipos de consecuencias: - Salir del equipo hasta lograr tranquilizarse. - Retirar la atención. - Restituir o reparar lo usurpado o dañado. - A partir de primaria, los alumnos saben establecer las normas que necesitan. Cuando están establecidas por otros, no sienten el mismo compromiso de asumirlas. Algunas normas para el buen funcionamiento de los equipos son: - Mantener un ambiente de orden. - Establecer turnos. - Aceptar grupos heterogéneos. - Realizar el trabajo individual previo al de equipo. - Aprender escuchando a los compañeros. 48
  • 49. - No molestar a los compañeros. - La actitud del profesor debe motivar a los alumnos a cumplir sus normas de convivencia y a vivir las consecuencias que les ayudarán a cumplirlas. «Trabajar en equipo» consta de tres pasos básicos: 1. Explicación del profesor 2. Proceso de aprendizaje del alumno Consta de dos pasos: 3. Resultado Para aprender a organizar su estudio en casa, aprenden en clase a: - Programar su tiempo de estudio en casa. - Determinar lugar y postura para estudiar. - Mantener su material ordenado. - Evitar distractores. - Utilizar la agenda escolar. La evaluación debería ser continua y la pregunta clave: «¿Aprende?» en lugar de «¿Se lo sabe?». - No se suprimen las evaluaciones tradicionales. Pero pasan a ser una evaluación más, no la única. Su resultado deberá coincidir con la evaluación continua. - Los deberes son ejercicios, forman parte del proceso de aprendizaje, no se evalúan como resultados finales. 49
  • 50. - La evaluación es personal, no grupal. No se califica al equipo sino a cada alumno. Para que descubran posibles soluciones a los malos resultados académicos, en la tutoría reflexionan y asumen compromisos de cambio a los que se da seguimiento. 50
  • 51. 51
  • 52. Capítulo II Retos personales y hábitos de autonomía «El ser humano se siente emocionalmente seguro cuando se incorpora al proceso de alcanzar sus retos». 1. Retos y oportunidades que nos ofrece cada etapa de la vida. Proyecto personal Desde que nacemos hasta el final de nuestra vida, todos los seres humanos recorremos etapas que son idénticas para toda la humanidad, sin embargo tenemos una personalidad única, que deberíamos desarrollar imprimiendo nuestra huella singular, construyendo un proyecto de vida propio. En la infancia, por ejemplo, aprendemos a hablar, pero unas personas serán más habladoras que otras y cada una tendrá su propio tono de voz. Desarrollamos destrezas motrices, pero a unos les gustará más moverse que a otros y su compostura al caminar será diferente. Aprendemos a vestirnos, pero los gustos personales variarán a la hora de elegir qué ponerse. Podemos comer todo lo que nos ofrece nuestro entorno, pero cada uno sentirá predilección por determinados sabores. En la niñez, todos estamos capacitados para organizar nuestro horario personal, pero ordenaremos las actividades de manera diferente, de acuerdo con las necesidades de cada cual. También podemos desarrollar la capacidad de diálogo y confrontación, pero unos se manifestarán más abiertos a la comunicación y otros serán más introvertidos. Más adelante, en la adolescencia, se tiende a formar parte de algún grupo con el que sentirse identificado, pero cada adolescente se unirá a un grupo diferente, al que considere más afín a su personalidad. Al final de la etapa todos tendrán que tomar su primera decisión acerca de su futuro profesional, pero deberán decidirlo teniendo en cuenta sus capacidades e intereses personales. La educación establecida tiende a uniformar, a determinar, a decidir cómo deben ser, actuar, pensar y hasta sentir los niños y adolescentes. 52
  • 53. Nuestra sociedad nos impone tareas que jamás hemos elegido. Muchas personas las asumen como si no tuviesen capacidad de elección, como si no pudiesen decidir de acuerdo con sus anhelos, siguiendo sus sentimientos y su propio criterio, un criterio que nos induce a elegir una determinada profesión, a dedicar nuestro tiempo libre a las actividades que nos satisfacen, a convivir con las personas elegidas, a hacernos respetar y a respetar a todos. La educación tendría que estimular el desarrollo del proyecto personal, esto es, del potencial y de las habilidades propias de cada alumno, sin limitar sus posibilidades, permitiéndole adquirir la máxima autonomía de acuerdo a su edad. Para ello tendrá en cuenta que en cada etapa de la vida hay una disponibilidad especial para adquirir determinados aprendizajes, para enfrentar determinados retos. Un niño de 0 a 6 años, por ejemplo, puede aprender idiomas con suma facilidad, y sin embargo más adelante le resultará costoso, aunque siempre podrá aprenderlos. Los aprendizajes a destiempo suponen un esfuerzo mayor y a veces resultados peores, por el contrario, si se aprovechan los ciclos vitales, educar resulta bastante más sencillo. Hay muchos niños de 6 a 12 años que no saben comer ni vestirse ni ordenar sus juguetes, niños que parecen pertenecer a la etapa de 0 a 6 años porque en su infancia no desarrollaron su potencial de autonomía, por un mal tratamiento pedagógico. Si se pretende que en la adolescencia asuman las responsabilidades propias de la niñez, se va a complicar una etapa ya de por sí difícil. Sin duda, merece la pena ayudar a los niños a desarrollar sus capacidades en el momento idóneo, ya que tanto enseñar como aprender se simplifica enormemente y resulta más gratificante que si se hace a destiempo. De la misma manera que se establecen tiempos para enseñar las diferentes áreas de aprendizaje, se debe asignar un tiempo semanal para que los alumnos conozcan las oportunidades y aprendan a afrontar los retos que ofrece cada etapa, asumiendo las responsabilidades y el esfuerzo que supone afrontarlos. Niños y adolescentes necesitan ayuda para dar los pasos que les encaminen a adquirir los hábitos de autonomía, desarrollando su 53
  • 54. potencial. Lo ideal sería que les ayudasen sus familias en casa y sus profesores en la escuela. Pero si la familia falla, la escuela tiene la misión de reparar, en lugar de perpetuar, lo que sucede en casa. No se puede condenar a ser inmaduro e insolidario a un ser humano porque su familia no supo ayudarle. Veamos primero las edades aproximadas de cada etapa y después los retos de las tres primeras, por ser las que se corresponden con Educación Infantil, Primaria y Secundaria. ETAPAS EDAD (las edades son aproximadas) Infancia 0 - 6 años Niñez 6 - 13 años Adolescencia 13 - 18 años Juventud 18 - 25 años Adultez 25 - 40 años Madurez 40 - 65 años Senectud 65 - hasta el final de la vida 2. Retos y hábitos de autonomía en la infancia En esta etapa, de enormes cambios, si su ambiente les estimula, los niños aprenden de una manera natural a hablar, a moverse jugando solos y compartiendo sus juegos, y a realizar todas las actividades relacionadas con su higiene, ropa, comida, sueño y orden. Su mayor reto es adquirir autonomía a través de las actividades cotidianas, superando la dependencia que el ser humano experimenta al nacer. En el aspecto socioemocional asumen el reto de aprender a controlar su egocentrismo, llamadas de atención, rabietas…, lo que les permite abrirse al mundo de los demás, iniciando la niñez. Sus dos retos más significativos son: - Adquirir los hábitos de autonomía relacionados con: higiene, ropa, comida, sueño y orden en su espacio físico y en su horario. - Aprender a convivir superando su egocentrismo. En este capítulo veremos cómo aprenden los hábitos de autonomía en la institución escolar y en el siguiente lo relacionado con el aspecto 54
  • 55. socioemocional. 2.1. Cómo adquieren los hábitos relacionados con higiene, ropa, comida, sueño y orden En la institución escolar se debe programar un tiempo, para que los niños aprendan a realizar las actividades relacionadas con los hábitos de autonomía. No es un buen momento para enseñarles a ponerse el anorak, la hora de la salida, cuando sus padres les están esperando; ni a lavarse las manos cuando empieza su turno de comida, ni a recoger el material cuando hay que cambiar de clase. Necesitan tiempo para aprender, paso a paso, sin sentirse presionados, la manera de practicar y rectificar sus errores tantas veces como necesiten, en lugar de recibir órdenes sin haberles enseñado previamente. Aprenden en clase, sin prisas, siguiendo el esquema basado en los tres pasos ya conocidos: explicación, proceso de aprendizaje y resultado, pero se tendrá en cuenta que en esta etapa necesitan mucha más guía, por parte del profesor, que en etapas posteriores. La explicación debe ser eminentemente práctica. Consiste en ayudarles a interiorizar la secuencia de movimientos que necesitan realizar para emprender las rutinas de autonomía relacionadas con higiene, ropa, comida, descanso y orden. En mi libro Educar a niños y niñas de 0 a 6 años se explican detenidamente cada una de las secuencias y las acciones que el niño debe acometer para proceder al aprendizaje de cada rutina. Aquí hacemos hincapié en cómo enseñárselas siguiendo los pasos del trabajo en equipo. Para iniciar el proceso de enseñanza de las actividades de autonomía, el educador de infantil explica a los niños: «Os voy a enseñar a ocuparos de vuestra higiene, a vestiros, comer, echar la sienta, ordenar vuestro material y el de la clase, y otras actividades que seguramente casi nadie os enseña, porque no se dan cuenta de que las podéis hacer solos». Para aprenderlas, todos los niños se sitúan en semicírculo alrededor del educador y siguen sus indicaciones, dramatizando las diferentes situaciones de su vida cotidiana: lavarse las manos, utilizar el inodoro, ponerse el abrigo, comer con los labios juntos… Pueden simular que la 55
  • 56. silla de cada uno es el lavabo, el inodoro, la percha, la silla en la que se sientan para comer… En esta etapa, el proceso de aprendizaje es más individual que de equipo, se pueden ayudar unos a otros, pero no constituye un trabajo de colaboración sino más bien de presentación de un modelo, de alguna actividad que uno domina y otros pueden imitar. Lo que ahora necesitan es practicar, individual y reiteradamente, cada movimiento hasta alcanzar los hábitos de autonomía. En cualquier caso, aun con limitaciones, inician el incipiente proceso de trabajo en equipo que desarrollarán en la siguiente etapa. A continuación, se han seleccionado algunos ejemplos, entre la variedad de hábitos de autonomía que los niños deben adquirir, para mostrar cómo enseñarles a crecer con autoestima, siguiendo el método de trabajo en equipo. 2.1.1. Hábitos de autonomía relacionados con su higiene Los hábitos de higiene que pueden aprender son: - Control de esfínteres. - Uso del inodoro. - Lavarse las manos y la cara. - Lavarse los dientes. - Bañarse. - Lavarse el pelo y peinarse. - Sonarse, toser y estornudar. - Dejar el lavabo, el inodoro y el cuarto de baño limpios y en orden. Previamente a enseñarles la actividad que van a aprender, se subdivide en los diferentes movimientos que los niños deben realizar para dominar dicha actividad. Veamos cómo aprenden, con un ejemplo concreto: Lavarse las manos La secuencia de movimientos a realizar es: 56
  • 57. - Subirse las mangas. - Abrir el grifo. - Mojarse las manos. - Coger la dosis mínima de gel del dosificador. - Frotarse las manos por ambos lados. - Aclararlas. - Comprobar que el lavabo quede limpio, de no ser así, limpiarlo. - Cerrar el grifo. - Sacudir las manos suavemente, para no salpicar, eliminando el agua sobrante. - Coger papel-toalla. - Secarse las manos. - Tirar el papel toalla en la papelera. - Bajarse las mangas. Explicación Siguiendo las indicaciones del educador, los niños dramatizan cada movimiento de la secuencia. Primero se les invita a imaginar la situación: «Os voy a enseñar a lavaros las manos. Imaginaros que estáis delante del lavabo». Interesa que en la dramatización ellos puedan colaborar proponiendo los movimientos y la secuencia de acciones que deben realizar: «¿Qué es lo primero que tenéis que hacer para lavarnos las manos?». Si los niños responden que lo primero que habría que hacer es abrir el grifo, el educador rectifica: «¿No os parece que, para no mojaros, antes de abrir el grifo tendréis que subiros las mangas?». El educador, tras indicar a los niños cómo realizar el primer movimiento tirando de las mangas hacia arriba, les observa comprobando quiénes lo realizan correctamente y quiénes necesitan ayuda. Si alguno tiene dificultad, pide a sus compañeros más próximos que le enseñen. Les explica que la ayuda a un compañero no consiste 57
  • 58. en sobreprotegerle resolviéndole la situación, en este caso subiéndole la manga, sino en enseñarle cómo lo puede hacer él. Así, desde la etapa infantil, aprenden a colaborar entre compañeros siguiendo el proceso de ensayo-error y actuando con una actitud que implica autonomía. Cuando consiguen subirse las mangas, dan el paso siguiente: abrir el grifo. Para realizar este movimiento bastará con hacer el gesto de abrirlo, siempre y cuando se haya trabajado con algún material educativo el movimiento de abrir y cerrar objetos con rosca, presión, etc. De no ser así, les enseña a ejercitar el movimiento que les permitirá abrir el grifo. Y así, sucesivamente, les irá enseñando los diferentes movimientos, uno a uno, con calma, fijándose en lo que hacen, hasta llegar al último movimiento. Proceso de aprendizaje Una vez interiorizada, en clase, la secuencia completa para lavarse las manos, pasan a ponerla en práctica, en el cuarto de baño, cuando necesitan lavárselas. No se debe esperar a que se laven perfectamente, para permitirles que lo hagan solos. Al principio se mojarán un poco o no se las lavarán bien del todo, eso no quiere decir que sea pronto para aprender, están en el proceso. Recordemos que el error forma parte del aprendizaje. Practicando lo harán cada vez mejor y después de un tiempo se las lavarán correctamente, sin depender de nadie. Habrá niños que alcancen el resultado antes que otros. Los que necesiten seguir practicando, en clase, los movimientos que les permitirán lavarse las manos sin ayuda, recibirán ayuda cuando se las laven en el cuarto de baño. Resultado Llegan al resultado cuando saben realizar todos los movimientos que les permiten lavarse las manos sin ayuda y en qué momento se las deben lavar sin que se lo tengan que decir, en definitiva, cuando han aprendiendo a ser autónomos a través del mantenimiento de su 58
  • 59. higiene personal, y se han habituado a mantener su entorno, en este caso el lavabo, limpio y aseado, aprendiendo indirectamente a tener en cuenta a los demás. Otro hábito de autonomía: bañarse La mayoría de las actividades cotidianas de higiene personal las realizan los niños tanto en casa como en el centro escolar, pero hay algún hábito, como bañarse o lavarse el pelo, que se llevará a cabo únicamente en el hogar. En estos casos se considera que son los padres los responsables de enseñar a sus hijos. Sin embargo, si la institución escolar les educa para la vida y basa su educación emocional en la consecución de los retos que pueden afrontar en cada etapa, les debe enseñar todas aquellas actividades que fortalecen su autoestima a medida que constatan que son capaces de realizarlas sin la dependencia constante de algún adulto. Además de reforzar su autoestima, cualquier actividad relacionada con su cuidado personal, es una excelente oportunidad para que adquieran aprendizajes escolares fundamentales: conocen su esquema corporal, desarrollan su psicomotricidad, interiorizan conceptos espaciales, amplían el vocabulario, aprenden a cuidar su entorno, conviven teniendo en cuenta a los demás… Para aprender a bañarse, los niños se distribuyen en semicírculo. Se sientan en el suelo simulando que están en la bañera y dramatizan la secuencia de acciones que les va indicando el educador, tal como lo hicieron en el caso de lavarse las manos. Después practican en sus casas. Se comprueba que se saben bañar dando seguimiento a sus progresos, en clase, y manteniéndose en comunicación con los padres. Como actividad complementaria fundamental se organiza el taller para el cuidado del bebé, donde ensayan cada uno de los pasos que deben realizar para bañar, vestir, dar de comer, etc., a sus muñecos. Con este juego aprenden a cuidar de sí mismos y a cuidar a otros. 2.1.2. Hábitos de autonomía relacionados con la ropa Como en el caso de su higiene, son muchas las actividades que necesitan aprender los niños para reforzar su autoestima adquiriendo 59
  • 60. los hábitos de autonomía relacionados con vestirse y el cuidado de su ropa: - Vestirse y desvestirse: descalzarse y calzarse, quitarse y ponerse los calcetines, pantalón, falda, baby, ropa interior, jersey, ropa de abrigo… - Recoger su ropa, llevarla a lavar… - Preparar y elegir su ropa. - Guardarla, colgarla, doblarla... Veamos un ejemplo: Ponerse y quitarse la ropa de abrigo Al llegar al centro escolar, la primera actividad de los niños consiste en quitarse sus prendas de abrigo y colgarlas en su percha. Necesitan aprender, pero no en ese momento, sino en una situación de sosiego, con tiempo suficiente para ejercitar cada movimiento. En el aula aprenden, sin presiones y de una manera lúdica, a vestirse y desvestirse y a cuidar su ropa. Guardándola en su sitio, en lugar de dejarla tirada por el suelo, aprenden a cuidarla y a no perderla, ya que saben dónde la pueden encontrar siempre que la necesiten. Durante el invierno, las prendas de abrigo con las que los niños llegan al colegio son numerosas. Supongamos que llegan con anorak, bufanda, guantes y gorro. Necesitan aprender a: - Quitarse los guantes. - Quitarse la bufanda. - Quitarse el gorro. - Desabrocharse el anorak, que suele tener cremallera. - Quitarse el anorak. - Meter los guantes y el gorro en una manga del anorak y la bufanda en la otra. - Colgar el anorak. 60