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BENEDICTO XVI
        AUDIENCIA GENERAL
             Sala Pablo VI
  Miércoles 30 de noviembre de 2011

Oración de Jesús bautizado en el Jordán




                                          El color amarillo en letras o de fondo indica texto de la catequesis.
                                          http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2011/index_sp.htm
                                          Adaptación a diapositivas, 27 abril 2012. Emilio Perucha Herranz
Queridos hermanos y hermanas:

  En las últimas catequesis hemos
reflexionado sobre algunos ejemplos
de oración en el Antiguo Testamento.

 Hoy quiero comenzar a mirar a
Jesús, a su oración, que atraviesa
toda su vida, como un canal secreto
que riega la existencia, las
relaciones, los gestos, y que lo
guía, con progresiva firmeza, a la
donación total de sí, según el
proyecto de amor de Dios Padre.

 Jesús es el maestro también de
nuestra oración, más aún, él es
nuestro apoyo activo y fraterno al
dirigirnos al Padre.

  Verdaderamente, como sintetiza un
título del Compendio del Catecismo de
la Iglesia católica, «la oración es
plenamente revelada y realizada en
Jesús» (541-547).

 A él queremos dirigir nuestra mirada
en las próximas catequesis.
Un momento especialmente
significativo de su camino es la
oración que sigue al bautismo al que
se somete en el río Jordán.

  El evangelista Lucas señala que
Jesús, después de haber
recibido, junto a todo el pueblo, el
bautismo de manos de Juan el
Bautista, entra en una oración muy
personal y prolongada:

  «Y sucedió que, cuando todo el
pueblo era bautizado, también Jesús
fue bautizado; y, mientras oraba, se
abrieron los cielos, bajó el Espíritu
Santo sobre él» (Lc 3, 21-22).

  Precisamente este «estar en
oración», en diálogo con el
Padre, ilumina la acción que realizó
junto a muchos de su pueblo, que
acudieron a la orilla del Jordán.

 Orando, él da a su gesto del
bautismo un rasgo exclusivo y
personal.
El Bautista había dirigido una fuerte llamada a vivir verdaderamente como «hijos de Abraham», convirtiéndose al bien y
dando frutos dignos de tal cambio (cf. Lc 3, 7-9).
 Y un gran número de israelitas se había movilizado, como recuerda el evangelista san Marcos, que escribe:
«Acudía a él [a Juan] toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban
sus pecados» (Mc 1, 5).




 El Bautista traía algo realmente nuevo: someterse al bautismo debía significar un cambio decisivo, abandonar una
conducta vinculada al pecado y comenzar una vida nueva.
 También Jesús acoge esta invitación, entra en la gris multitud de los pecadores que esperan a la orilla del Jordán.
Pero, como los primeros
cristianos, también nosotros nos
preguntamos:

 ¿Por qué Jesús se somete
voluntariamente a este bautismo
de penitencia y de conversión?

  No tiene pecados que
confesar, no tenía pecados, por lo
tanto no tenía necesidad de
convertirse.

  Entonces, ¿por qué este gesto?
  El evangelista san Mateo refiere
el estupor del Bautista que
afirma:
  «Soy yo el que necesito que tú
me bautices, ¿y tú acudes a mí?»
(Mt 3, 14), y la respuesta de
Jesús:

 «Déjalo ahora. Conviene que así
cumplamos toda justicia» (v. 15).

  El sentido de la palabra
«justicia» en el mundo bíblico es
aceptar plenamente la voluntad
de Dios.
Jesús muestra su cercanía a aquella parte de su pueblo que, siguiendo al Bautista, estima insuficiente considerarse
simplemente hijos de Abraham, pues:
  quiere cumplir la voluntad de Dios,
  quiere comprometerse para que su propio comportamiento sea una respuesta fiel a la alianza que Dios ofreció en
Abraham.
  Entonces, Jesús, al bajar al río Jordán, sin pecado,
  hace visible su solidaridad con aquellos que reconocen sus propios pecados, eligen arrepentirse y cambiar de vida;




da a entender que ser parte del pueblo de Dios quiere decir entrar en una perspectiva de novedad de vida, de vida según
Dios.
En este gesto Jesús anticipa la cruz, da inicio a su actividad ocupando el lugar de los pecadores, asumiendo sobre sus
hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, cumpliendo la voluntad del Padre.


Recogiéndose en oración,
 Jesús muestra la íntima relación con el
Padre que está en el cielo,
 experimenta su paternidad,
 capta la belleza exigente de su amor,
 y en el diálogo con el Padre recibe la
confirmación de su misión.




 En las palabras que resuenan desde el cielo (cf. Lc 3, 22) está la referencia anticipada al misterio pascual, a la cruz y a la
resurrección.
  La voz divina lo define «mi Hijo, el amado», refiriéndose a Isaac, el hijo amado que el padre Abraham estaba dispuesto a
sacrificar, según el mandato de Dios (cf. Gn 22, 1-14).
Jesús no es sólo el Hijo de David                                                  sino también el Hijo unigénito,
descendiente mesiánico regio,                                                       el amado,
 o el Siervo en quien Dios se                                                       semejante a Isaac,
complace,                                                                           que Dios Padre dona para la
                                                                                   salvación del mundo.




 En el momento en que, a través de la oración,
 Jesús vive en profundidad su filiación y la experiencia de la paternidad de Dios (cf. Lc 3, 22b),
 desciende el Espíritu Santo (cf. Lc 3, 22a), que lo guía en su misión y
 que él derramará después de ser elevado en la cruz (cf. Jn 1, 32-34; 7, 37-39),
 para que ilumine la obra de la Iglesia.
 En la oración, Jesús vive un contacto ininterrumpido con el Padre para realizar hasta las últimas consecuencias el
proyecto de amor por los hombres.
[La vida Cristo es                                                                                                        aunque también
Misterio, Jn 14, 9]                                                                                                       con experiencias
  En el trasfondo                                                                como también la                           de participación
                         [Lc 1,41↑]                                                                   Se trata de «unos
       de esta                                                                    educación y la                          en momentos de
                                                                                                      treinta años» (Lc
   extraordinaria     Lo muestran las                        su presentación       formación en                               expresión
                                         su circuncisión                                               3, 23), un largo
oración está toda      referencia que                        en el templo (cf.    Nazaret, en la                               religiosa
                                          (cf. Lc 2, 21) y                                             tiempo de vida
  la existencia de    encontramos en                           Lc 2, 22-24),     santa casa (cf. Lc                       comunitaria, com
                                                                                                           oculta y
  Jesús vivida en      los Evangelios:                                           2, 39-40 y 2, 51-                               o las
                                                                                                          ordinaria,
     una familia                                                                       52).                               peregrinaciones a
 profundamente                                                                                                             Jerusalén (cf. Lc
   vinculada a la                                                                                                               2, 41).
tradición religiosa
   del pueblo de
       Israel.
Narrándonos el episodio de Jesús a los doce
años en el templo, sentado entre los doctores
(cf. Lc 2, 42-52),

 el evangelista san Lucas deja entrever que
Jesús, que ora después del bautismo en el
Jordán,
 tiene un profundo hábito de oración íntima con
Dios Padre,

  arraigada en las tradiciones, en el estilo de su
familia, en las experiencias decisivas vividas en
ella.

  La respuesta del muchacho de doce años a
María y a José ya indica aquella filiación
divina, que la voz celestial manifiesta después
del bautismo:

 «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo
debía estar en las cosas de mi Padre?» (Lc
2, 49).

  Al salir de las aguas del Jordán, Jesús no
inaugura su oración, sino que continúa su
relación constante, habitual, con el Padre;

 y en esta unión íntima con él realiza el paso de
la vida oculta de Nazaret a su ministerio público.
La enseñanza de Jesús sobre la oración
viene ciertamente de su modo de orar
aprendido en la familia,

pero tiene su origen profundo y esencial
en su ser el Hijo de Dios, en su relación
única con Dios Padre.

El Compendio del Catecismo de la
Iglesia católica responde así a la
pregunta: ¿De quién aprendió Jesús a
orar?:

«Conforme a su corazón de
hombre, Jesús aprendió a orar de su
madre y de la tradición judía.

Pero su oración brota de una fuente más
secreta,
 puesto que es el Hijo eterno de Dios
que,
 en su humanidad santa,
 dirige a su Padre la oración filial
perfecta» (541).
En la narración evangélica,
                                                      las ambientaciones de la oración de Jesús se ubican
                                                    siempre en el cruce entre:
DESIERTO. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO                    la inserción en la tradición de su pueblo y la novedad
                                                    de una relación personal única con Dios:
1.    Sacrificios en el desierto, Ex 5.3.
2.    Desierto de Sinaí, Ex 19.2.
3.    Desierto como frontera, Ex 23.31.
4.    Macho cabrío, Lv 16.22.
5.    Desierto de Zin, Nm 20.1.
6.    Descripción del desierto, Dt 8.15.
7.    Desierto de Maón, 1S 23.24.
8.    Desierto de Gabaón, 2S 2.24.
9.    "El desierto ... donde nadie vive", Jb
      38.26 VP).
10.   Habitat de asno montes, Jb 39.5-6.
11.   "Ríos en desierto", Sal 107.33-34.
12.   Aguas en el desierto, Is 43.20.
13.   Convierte desierto en paraíso, Is 51.3.         «El lugar desierto» (cf. Mc 1, 35; Lc 5, 16) a donde
14.   Recuerdos del desierto, Jr 2.2-6.             se retira a menudo,
15.   Viento seco del desierto, Jr 4.11-12.         «el monte» a donde sube a orar (cf. Lc 6, 12; 9, 28), 
16.   Refugio de viajeros en el desierto, Jr 9.2.    «la noche» que le permite estar en soledad (cf. Mc
17.   Moradores del desierto, Ab 19.                1, 35; 6, 46-47; Lc 6, 12) 
18.   Tierra baldía para siempre, So 2.9.
                                                     remiten a momentos del camino de la revelación de
DESIERTO EN EL NUEVO TESTAMENTO                     Dios en el Antiguo Testamento, indicando la
                                                    continuidad de su proyecto salvífico.
1.    Jesús en lugares desiertos, Lc 1.80.            Pero al mismo tiempo, constituyen momentos de
2.    Camino desierto, Hch 8.26.                    particular importancia para Jesús, que
                                                    conscientemente se inserta en este plan, plenamente
                                                    fiel a la voluntad del Padre.
 «el monte» a donde sube a orar
(cf. Lc 6, 12; 9, 28),             MONTE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

                                   1.    Arca reposa en Ararat, Gn 8.4.
                                   2.    Holocausto en monte, Gn 22.2.
                                   3.    Collados eternos, Gn 49.26.
                                   4.    Monte de Sinaí, Ex 19.20.
                                   5.    Tierra de montes y vegas, Dt 11.11.
                                   6.    Monte de Gilboa, 2S 1.6.
                                   7.    Montes sagrados para paganos, 1R 20.23.
                                   8.    Dominio de Dios sobre montes, Jb 9.5; Ez 38.20.
                                   9.    Monte de Sion, Sal 68.15.
                                   10.   Paisaje prehistórico, Sal 90.1-2.
                                   11.   Montes de Dios, Sal 95.4.
                                   12.   Montes derretidos, Sal 97.5.
                                   13.   Montañas alegres, Sal 98.8.
                                   14.   Montañas de esperanza, Sal 121.1.
                                   15.   Monte del templo, Is 2.2.
                                   16.   Monte desierto, Ez 35.7.
                                   17.   Montes de Israel, Ez 36.1-12.
                                   18.   Cimientos de montes, Jon 2.6.
                                   19.   Cabecera de montes, Mi 4.1.
                                   20.   Montañas antiguas desmenuzadas, Ha 3.6.

                                   MONTE EN EL NUEVO TESTAMENTO
                                   1. Jesús desciende de montaña, Lc 6.17.
                                   2. Ascensión desde los Olivos, Hch 1.9-11.
                                   3. Monte de Sion, Ap 14.1.
 «la noche» que le permite estar en
soledad (cf. Mc 1, 35; 6, 46-47; Lc 6, 12)   NOCHE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

                                             1. Campamento nocturno, Gn 28.11.
                                             2. Samuel duerme en el templo, 1S 3.3.
                                             3. Vigilias de la noche, 1S 11.11; Sal 119.148; Lm 2.19; Mt
                                                 14.25; Lc 12.38.
                                             4. Bóveda celeste, 2S 22.12.
                                             5. Inspección nocturna, Ne 2.11-16.
                                             6. Oscuridad interminable, Jb 3.9.
                                             7. Sueño profundo, Jb 4.13.
                                             8. Cánticos nocturnos, Jb 35.10.
                                             9. Meditación nocturna, Sal 4.4; Sal 16.7.
                                             10. Pensamientos de maldad en la cama, Sal 36.4.
                                             11. Meditación nocturna, Sal 63.6.
                                             12. Cánticos nocturnos, Sal 77.6.
                                             13. Clamor en la noche, Sal 88.1-2.
                                             14. Luna señala estaciones, Sal 104.19.
                                             15. Animales nocturnos, Sal 104.22-23.
                                             16. Gratitud en la noche, Sal 119.62,148.
                                             17. Búsqueda del Señor en la noche, Is 26.9.
                                             18. Lámpara apagada, Jr 25.10.
                                             19. Amanecer, Am 4.13.
                                             20. Guarida de animales, So 2.14.
                                             21. Luz perenne, Za 14.7.

                                             NOCHE EN EL NUEVO TESTAMENTO

                                             1.   Vigilia nocturna, Mc 13.35.
                                             2.   Temor en la noche, Lc 2.8-14.
                                             3.   Resplandor nocturno, Lc 2.9.
                                             4.   Vigilia de oración, Lc 6.12.
                                             5.   Nicodemo pregunta en la noche, Jn 3.1-2; Jn 19.39.
                                             6.   Tropiezo en la noche, Jn 11.9-10.
                                             7.   Horas nocturnas, Hch 23.23.
                                             8.   A la luz del día, Rm 13.13.
En la diapositiva 12 se dice: El lugar desierto, el monte, la noche remiten a momentos del camino de la revelación de Dios
en el Antiguo Testamento… Pero al mismo tiempo constituyen momentos de particular importancia para Jesús…
También en nuestra oración nosotros debemos aprender, cada vez más, a entrar en esta historia de
salvación de la que Jesús es la cumbre, renovar ante Dios nuestra decisión personal de abrirnos a su
voluntad, pedirle a él la fuerza de conformar nuestra voluntad a la suya, en toda nuestra vida, en
obediencia a su proyecto de amor por nosotros.


Esta propuesta del Papa puede
concretarse en realizar ejercicios
espirituales.
 Una forma muy extendida son los
ejercicios espirituales de San
Ignacio de Loyola, que el mismo
definió así:
 Por este nombre se entiende todo
modo de examinar la
conciencia, de meditar, de
razonar, de contemplar; todo modo
de preparar y disponer el
alma, para quitar todas las
afecciones desordenadas
(apegos, egoísmos, ...) con el fin de
buscar y hallar la voluntad divina.

 Formas nuevas de EE. – Por el
impulso renovador del Concilio
Vaticano II, surge una renovación
de los EE; afecta al método y a la
tematización, pero sin afectar la
finalidad primordial de los
mismos, que es conseguir una
experiencia de Dios que conduzca
a la conversión.
La oración de Jesús afecta a todas las fases de su ministerio y todas sus jornadas.
Las fatigas no la impiden.
Es más, los evangelios dejan traslucir una costumbre de Jesús a pasar parte de la noche en oración.

                                                 El evangelista san Marcos narra una de estas
                                                 noches, después de la agotadora jornada de la
                                                 multiplicación de los panes y escribe:
                                                  «Enseguida apremió a los discípulos a que subieran a
                                                 la barca y se le adelantaran hacia la orilla de
                                                 Betsaida, mientras él despedía a la gente.
                                                  Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte
                                                 a orar.
                                                  Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y
                                                 Jesús, solo, en tierra» (Mc 6, 45-47).
Cuando las decisiones resultan urgentes y
complejas,
 su oración se hace más prolongada e intensa.
En la inminencia de la elección de los Doce
Apóstoles, por ejemplo, san Lucas subraya la
duración nocturna de la oración de Jesús:
 «En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y
pasó la noche orando a Dios.
 Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que
también nombró apóstoles» (Lc 6, 12-13).

Cómo oro yo? ¿Cómo oramos nosotros?
¿Cuánto tiempo dedico a la relación con Dios?
¿Se da hoy una educación y formación suficientes
en la oración?
Y, ¿Contemplando la oración de Jesús, debe brotar
en nosotros una pregunta:
¿quién puede ser maestro en ello?

En la exhortación apostólica Verbum Domini, hablé
de la importancia de la lectura orante de la
Sagrada Escritura.
Recogiendo lo que surgió de la Asamblea del Sínodo de los obispos,
puse también un acento especial sobre la forma específica de la lectio divina.
Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla es un arte, que se aprende practicándolo con
constancia.



En un tratado sistemático en forma de
carta al monje Gervasio. El autor la
presenta como una escala de los
monjes para subir al cielo:
«La lectio es un estudio detenido de
las Escrituras realizado con un
espíritu totalmente esforzado en
comprender.
 La meditatio es una actividad de la
inteligencia que con la ayuda de la
razón busca la verdad escondida.
 La oratio es un dirigir el corazón a
Dios con el intenso deseo de evitar el
mal y conseguir el bien.
La contemplatio es una elevación del
alma por encima de sí misma,
permaneciendo como suspensa en
Dios y saboreando los gozos de la
dulzura eterna...
La lectura busca la dulzura de la vida
bienaventurada, la meditación la
encuentra, la oración la pide y la
contemplación la experimenta».
Ciertamente, la oración es un don, que pide, sin embargo, ser acogido;
 es obra de Dios,
 pero exige compromiso y continuidad de nuestra parte;
sobre todo son importantes la continuidad y la constancia.
Precisamente la experiencia ejemplar de Jesús muestra que su oración, animada por la paternidad de
Dios y por la comunión del Espíritu, se fue profundizando en un prolongado y fiel ejercicio, hasta el
Huerto de los Olivos y la cruz.
Los cristianos hoy están llamados a ser testigos de oración,
 precisamente porque nuestro mundo está a menudo cerrado al horizonte divino y a la esperanza que
lleva al encuentro con Dios.


                                             vivimos inmersos en el
                                             mundo, pero entramos en el
                                             reino cielos si vivimos inmersos
                                             en oración y la practicamos:
                                             Lucas 10, 25-37: El
                                             mandamiento más importante:
                                             Amarás al Señor tu Dios, con
                                             todo el corazón,…; y a tu
                                             prójimo como a ti mismo…
                                              ¿Y quién es mi prójimo?
                                             ¿cuál de estos tres hombres, te
                                             parece que fue el prójimo del
                                             que cayó en manos de
                                             ladrones?...
                                             El que tuvo compasión de él…

Ética de empresa” y Psicología del Trabajo Filed
                                                                                El buen samaritano de Van Gogh
under: Actualidad, Ciencias Sociales by Carlos
Javier González Serrano                                                         Evangelio de Lucas, capítulo
http://apuntesdelechuza.wordpress.com/2010/12/                                  10, versículos del 25 al 37.
En la amistad profunda con Jesús y viviendo en él y con él la relación filial con el Padre, a través de
nuestra oración fiel y constante, podemos abrir ventanas hacia el cielo de Dios.
Es más, al recorrer el camino de la oración, sin respeto humano, podemos ayudar a otros a recorrer
ese camino: también para la oración cristiana es verdad que, caminando, se abren caminos.



                                                  El Reino revelado a los sencillos
                                                  Mateo 11, 25-26
                                                  Por aquél entonces dijo Jesús: Padre, Señor del cielo y de la
                                                  tierra,
                                                  te doy gracias porque has ocultado todo esto a los sabios y
                                                  entendidos y se lo has revelado a los sencillos.
                                                  Sí, Padre, así lo has querido tú.

                                                  Lucas 11, 1-11 Jesús y la oración
                                                  1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando
                                                  terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a
                                                  orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo:
                                                  Cuando oréis, decid: Padre nuestro…
                                                  11 «¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un
                                                  pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un
                                                  huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo
                                                  malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto
                                                  más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo
                                                  pidan!»



                                                   Un recordatorio del Espíritu Santo a través del índice
                                                   analítico del Catecismo de la Iglesia Católica en
                                                   http://www.mercaba.org/MIS%20WEBS/CATECISMO/PRINCIP
                                                   ALMARCOS.htm, en las dos diapositivas siguientes.
ESPÍRITU SANTO
La blasfemia contra el Espíritu Santo, 1864                                              El cristiano, ungido por el Espíritu Santo, 1241
                                                                                         Los deseos del Espíritu Santo sacian el corazón y son contrarios a los deseos de la
El cristiano como templo del Espíritu Santo, 1197 1265
                                                                                         carne, 2541-43
Objetivos de la misión del Espíritu Santo, 1108                                          La gracia del Espíritu Santo y la justificación, 1987-95 2003
El hombre participa de la luz y de la fortaleza del Espíritu Santo, 1704                 El hombre como templo del Espíritu Santo, 364 782 2519
El comienzo de la vida en el Espíritu Santo, 1231                                        La invocación para la infusión del Espíritu Santo, 1083 1196 1299 1353 2670-72
La ley nueva del Espíritu Santo, 782                                                     Orar con el Espíritu Santo y en conformidad con el Espíritu Santo, 2736 2756
El poder de santificación del Espíritu reconocido en los canonizados, 828                Presencia y acción del Espíritu Santo en las facultades del hombre, 1813
La renovación del Espíritu Santo, 243-45 683 686-87                                      Significado de la noción del Espíritu Santo, 691
El Espíritu Santo en el Símbolo de la fe, 190                                            El Espíritu Santo consubstancial con el Padre y el Hijo, 685 689
La Trinidad y el Espíritu Santo, 253 255 263
                                                                    Los dones del Espíritu Santo 1830-32
Amor, 733 735 2712                                                                       La caridad como fruto del Espíritu Santo y plenitud de la ley, 1824
Castidad, 2345                                                                           El carisma de curación, 1508
Los carismas, 799 951                                                                    Los dones en la Confirmación, 1289 1303
Los dones en la consagración episcopal, 1556 1558                                        Los dones en el poder de perdonar los pecados, 976
Los dones en el sacramento del Matrimonio, 1624                                          Los dones en el sacramento del Orden, 1538 1585-89
Los dones en la Unción de los enfermos, 1520                                             Los frutos del Espíritu Santo, 736 1832
La gracia de la Penitencia y la conversión, 1433                                         La gracia, 2003
Requisitos para recibir los dones del Espíritu Santo, 1310                               Sabiduría, fe y discernimiento, 2690
Los siete dones del Espíritu Santo, 1831 1845                                            El temor de Dios, 2217
                                                              El Espíritu Santo en la Economía de la Salvación.
El Espíritu Santo educa para la vida de oración, 2623 2644 2803                          El Espíritu Santo convierte el alma humana, 1989
El Espíritu Santo como autor principal de la Sagrada Escritura, 137 304                  El Espíritu Santo reúne a los cristianos en la unidad, 738
El Espíritu Santo ilumina al cristiano, lo fortalece y lo renueva, 1695 1769             El Espíritu Santo guía a los creyentes a la verdad, 79
El Espíritu Santo otorga a todos sus dones, 2003                                         El Espíritu Santo se entrega como don en los últimos tiempos, 2819
El Espíritu Santo guía a los fieles, 79 91 737 1607 1742                                 El Espíritu Santo sostiene y ayuda a la fe, 94 152 158 175 683-84
El Espíritu Santo devuelve al hombre la semejanza divina, 720 734                        El Espíritu Santo actúa en la economía de la Salvación, 685
El Espíritu Santo nos da la justicia de Dios a pesar de los pecados, 1987                El Espíritu Santo intercede por los hombres, 2634
El Espíritu Santo inspira la revelación y la transmite, 76 81 105                        El Espíritu Santo interpreta las Sagradas Escrituras, 109-19 137
                                                                                         El Espíritu Santo como Maestro de la oración, 741 2625 2630 2650 2670 2681
El Espíritu Santo como fuente de toda santidad, 749
                                                                                         2711 2726 2766
                                                                           El Espíritu Santo y Cristo
La misión conjunta del Hijo y del El Espíritu Santo, 485 680 690 727                     Relación entre el Espíritu Santo y Jesús, 739 747 797 1108
El Espíritu Santo prepara para recibir a Cristo, 1093-98 1113                            El Espíritu Santo y el Misterio de Cristo, 1099 1104-07
El Espíritu Santo revela a Jesucristo, 152 683 687 689 702 727 727-30 1092 1112 El Espíritu Santo en comunión con Cristo, 1286
El Espíritu Santo en el misterio de Cristo, 535 555                                      El Espíritu Santo en la oración de Cristo, 2600
El Espíritu Santo en la resurrección, 648                                                El Espíritu Santo trae a la memoria el misterio de Cristo, 1099-07
El Espíritu Santo revela al Padre y al Hijo, 243-48 687                                  El Espíritu Santo como don de Cristo,
El Espíritu Santo y la Iglesia 738-41
La acción del Espíritu Santo en los sacramentos, 1116 1127-
                                                                   La comunión del Espíritu Santo en la Liturgia, 108-09
29 1152 1155 1227 1316
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                                                                   La Ley Nueva y la ley evangélica como gracia del Espíritu
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                                                                   Santo, 1965-66
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2640                                                               apostólica, 1087
El Espíritu Santo regala los dones jerárquicos y carismáticos,
                                                                   El Espíritu Santo edifica y santifica la Iglesia, 747
768
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                                                                   El Espíritu Santo elige ministros aptos, 1142
852
                                                                   El Espíritu Santo pone en acción las primicias de toda acción
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                                                                   misional de la Iglesia, 852
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                                                     El Espíritu Santo y María
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Espíritu creador, 291                                              El Espíritu Santo como nombre propio, 691
Espíritu de la verdad, 692 1848 2466                               Vivificante, 291
Queridos hermanos y hermanas,
eduquémonos en una relación intensa con Dios,
en una oración que no sea esporádica,
sino constante, llena de confianza,
capaz de iluminar nuestra vida, como nos enseña Jesús.

 Y pidámosle a él poder comunicar a las personas que nos
rodean,
a quienes encontramos en nuestro camino,
la alegría del encuentro con el Señor,
luz para nuestra vida.
 Gracias.

MAGNIFICAT Cántico de la Virgen María (Lc 1, 46-55)
Alegía del alma en el Señor
46Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
48porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
49porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,
50y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.
51Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,
52derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,
53a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.
54Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia
55-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Saludos
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de
España, Argentina, Bolivia, Chile, Guatemala, México y otros países latinoamericanos.
Invito a todos a una relación intensa con Dios, cultivando una oración constante, llena de
confianza, capaz de iluminar la vida, para así comunicar a todos la alegría del encuentro con el Señor.
Muchas gracias.

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  • 1. BENEDICTO XVI AUDIENCIA GENERAL Sala Pablo VI Miércoles 30 de noviembre de 2011 Oración de Jesús bautizado en el Jordán El color amarillo en letras o de fondo indica texto de la catequesis. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2011/index_sp.htm Adaptación a diapositivas, 27 abril 2012. Emilio Perucha Herranz
  • 2. Queridos hermanos y hermanas: En las últimas catequesis hemos reflexionado sobre algunos ejemplos de oración en el Antiguo Testamento. Hoy quiero comenzar a mirar a Jesús, a su oración, que atraviesa toda su vida, como un canal secreto que riega la existencia, las relaciones, los gestos, y que lo guía, con progresiva firmeza, a la donación total de sí, según el proyecto de amor de Dios Padre. Jesús es el maestro también de nuestra oración, más aún, él es nuestro apoyo activo y fraterno al dirigirnos al Padre. Verdaderamente, como sintetiza un título del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, «la oración es plenamente revelada y realizada en Jesús» (541-547). A él queremos dirigir nuestra mirada en las próximas catequesis.
  • 3. Un momento especialmente significativo de su camino es la oración que sigue al bautismo al que se somete en el río Jordán. El evangelista Lucas señala que Jesús, después de haber recibido, junto a todo el pueblo, el bautismo de manos de Juan el Bautista, entra en una oración muy personal y prolongada: «Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él» (Lc 3, 21-22). Precisamente este «estar en oración», en diálogo con el Padre, ilumina la acción que realizó junto a muchos de su pueblo, que acudieron a la orilla del Jordán. Orando, él da a su gesto del bautismo un rasgo exclusivo y personal.
  • 4. El Bautista había dirigido una fuerte llamada a vivir verdaderamente como «hijos de Abraham», convirtiéndose al bien y dando frutos dignos de tal cambio (cf. Lc 3, 7-9). Y un gran número de israelitas se había movilizado, como recuerda el evangelista san Marcos, que escribe: «Acudía a él [a Juan] toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados» (Mc 1, 5). El Bautista traía algo realmente nuevo: someterse al bautismo debía significar un cambio decisivo, abandonar una conducta vinculada al pecado y comenzar una vida nueva. También Jesús acoge esta invitación, entra en la gris multitud de los pecadores que esperan a la orilla del Jordán.
  • 5. Pero, como los primeros cristianos, también nosotros nos preguntamos: ¿Por qué Jesús se somete voluntariamente a este bautismo de penitencia y de conversión? No tiene pecados que confesar, no tenía pecados, por lo tanto no tenía necesidad de convertirse. Entonces, ¿por qué este gesto? El evangelista san Mateo refiere el estupor del Bautista que afirma: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?» (Mt 3, 14), y la respuesta de Jesús: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia» (v. 15). El sentido de la palabra «justicia» en el mundo bíblico es aceptar plenamente la voluntad de Dios.
  • 6. Jesús muestra su cercanía a aquella parte de su pueblo que, siguiendo al Bautista, estima insuficiente considerarse simplemente hijos de Abraham, pues: quiere cumplir la voluntad de Dios, quiere comprometerse para que su propio comportamiento sea una respuesta fiel a la alianza que Dios ofreció en Abraham. Entonces, Jesús, al bajar al río Jordán, sin pecado, hace visible su solidaridad con aquellos que reconocen sus propios pecados, eligen arrepentirse y cambiar de vida; da a entender que ser parte del pueblo de Dios quiere decir entrar en una perspectiva de novedad de vida, de vida según Dios.
  • 7. En este gesto Jesús anticipa la cruz, da inicio a su actividad ocupando el lugar de los pecadores, asumiendo sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, cumpliendo la voluntad del Padre. Recogiéndose en oración, Jesús muestra la íntima relación con el Padre que está en el cielo, experimenta su paternidad, capta la belleza exigente de su amor, y en el diálogo con el Padre recibe la confirmación de su misión. En las palabras que resuenan desde el cielo (cf. Lc 3, 22) está la referencia anticipada al misterio pascual, a la cruz y a la resurrección. La voz divina lo define «mi Hijo, el amado», refiriéndose a Isaac, el hijo amado que el padre Abraham estaba dispuesto a sacrificar, según el mandato de Dios (cf. Gn 22, 1-14).
  • 8. Jesús no es sólo el Hijo de David sino también el Hijo unigénito, descendiente mesiánico regio, el amado, o el Siervo en quien Dios se semejante a Isaac, complace, que Dios Padre dona para la salvación del mundo. En el momento en que, a través de la oración, Jesús vive en profundidad su filiación y la experiencia de la paternidad de Dios (cf. Lc 3, 22b), desciende el Espíritu Santo (cf. Lc 3, 22a), que lo guía en su misión y que él derramará después de ser elevado en la cruz (cf. Jn 1, 32-34; 7, 37-39), para que ilumine la obra de la Iglesia. En la oración, Jesús vive un contacto ininterrumpido con el Padre para realizar hasta las últimas consecuencias el proyecto de amor por los hombres.
  • 9. [La vida Cristo es aunque también Misterio, Jn 14, 9] con experiencias En el trasfondo como también la de participación [Lc 1,41↑] Se trata de «unos de esta educación y la en momentos de treinta años» (Lc extraordinaria Lo muestran las su presentación formación en expresión su circuncisión 3, 23), un largo oración está toda referencia que en el templo (cf. Nazaret, en la religiosa (cf. Lc 2, 21) y tiempo de vida la existencia de encontramos en Lc 2, 22-24), santa casa (cf. Lc comunitaria, com oculta y Jesús vivida en los Evangelios: 2, 39-40 y 2, 51- o las ordinaria, una familia 52). peregrinaciones a profundamente Jerusalén (cf. Lc vinculada a la 2, 41). tradición religiosa del pueblo de Israel.
  • 10. Narrándonos el episodio de Jesús a los doce años en el templo, sentado entre los doctores (cf. Lc 2, 42-52), el evangelista san Lucas deja entrever que Jesús, que ora después del bautismo en el Jordán, tiene un profundo hábito de oración íntima con Dios Padre, arraigada en las tradiciones, en el estilo de su familia, en las experiencias decisivas vividas en ella. La respuesta del muchacho de doce años a María y a José ya indica aquella filiación divina, que la voz celestial manifiesta después del bautismo: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?» (Lc 2, 49). Al salir de las aguas del Jordán, Jesús no inaugura su oración, sino que continúa su relación constante, habitual, con el Padre; y en esta unión íntima con él realiza el paso de la vida oculta de Nazaret a su ministerio público.
  • 11. La enseñanza de Jesús sobre la oración viene ciertamente de su modo de orar aprendido en la familia, pero tiene su origen profundo y esencial en su ser el Hijo de Dios, en su relación única con Dios Padre. El Compendio del Catecismo de la Iglesia católica responde así a la pregunta: ¿De quién aprendió Jesús a orar?: «Conforme a su corazón de hombre, Jesús aprendió a orar de su madre y de la tradición judía. Pero su oración brota de una fuente más secreta, puesto que es el Hijo eterno de Dios que, en su humanidad santa, dirige a su Padre la oración filial perfecta» (541).
  • 12. En la narración evangélica, las ambientaciones de la oración de Jesús se ubican siempre en el cruce entre: DESIERTO. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO la inserción en la tradición de su pueblo y la novedad de una relación personal única con Dios: 1. Sacrificios en el desierto, Ex 5.3. 2. Desierto de Sinaí, Ex 19.2. 3. Desierto como frontera, Ex 23.31. 4. Macho cabrío, Lv 16.22. 5. Desierto de Zin, Nm 20.1. 6. Descripción del desierto, Dt 8.15. 7. Desierto de Maón, 1S 23.24. 8. Desierto de Gabaón, 2S 2.24. 9. "El desierto ... donde nadie vive", Jb 38.26 VP). 10. Habitat de asno montes, Jb 39.5-6. 11. "Ríos en desierto", Sal 107.33-34. 12. Aguas en el desierto, Is 43.20. 13. Convierte desierto en paraíso, Is 51.3.  «El lugar desierto» (cf. Mc 1, 35; Lc 5, 16) a donde 14. Recuerdos del desierto, Jr 2.2-6. se retira a menudo, 15. Viento seco del desierto, Jr 4.11-12. «el monte» a donde sube a orar (cf. Lc 6, 12; 9, 28),  16. Refugio de viajeros en el desierto, Jr 9.2. «la noche» que le permite estar en soledad (cf. Mc 17. Moradores del desierto, Ab 19. 1, 35; 6, 46-47; Lc 6, 12)  18. Tierra baldía para siempre, So 2.9. remiten a momentos del camino de la revelación de DESIERTO EN EL NUEVO TESTAMENTO Dios en el Antiguo Testamento, indicando la continuidad de su proyecto salvífico. 1. Jesús en lugares desiertos, Lc 1.80. Pero al mismo tiempo, constituyen momentos de 2. Camino desierto, Hch 8.26. particular importancia para Jesús, que conscientemente se inserta en este plan, plenamente fiel a la voluntad del Padre.
  • 13.  «el monte» a donde sube a orar (cf. Lc 6, 12; 9, 28), MONTE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO 1. Arca reposa en Ararat, Gn 8.4. 2. Holocausto en monte, Gn 22.2. 3. Collados eternos, Gn 49.26. 4. Monte de Sinaí, Ex 19.20. 5. Tierra de montes y vegas, Dt 11.11. 6. Monte de Gilboa, 2S 1.6. 7. Montes sagrados para paganos, 1R 20.23. 8. Dominio de Dios sobre montes, Jb 9.5; Ez 38.20. 9. Monte de Sion, Sal 68.15. 10. Paisaje prehistórico, Sal 90.1-2. 11. Montes de Dios, Sal 95.4. 12. Montes derretidos, Sal 97.5. 13. Montañas alegres, Sal 98.8. 14. Montañas de esperanza, Sal 121.1. 15. Monte del templo, Is 2.2. 16. Monte desierto, Ez 35.7. 17. Montes de Israel, Ez 36.1-12. 18. Cimientos de montes, Jon 2.6. 19. Cabecera de montes, Mi 4.1. 20. Montañas antiguas desmenuzadas, Ha 3.6. MONTE EN EL NUEVO TESTAMENTO 1. Jesús desciende de montaña, Lc 6.17. 2. Ascensión desde los Olivos, Hch 1.9-11. 3. Monte de Sion, Ap 14.1.
  • 14.  «la noche» que le permite estar en soledad (cf. Mc 1, 35; 6, 46-47; Lc 6, 12) NOCHE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO 1. Campamento nocturno, Gn 28.11. 2. Samuel duerme en el templo, 1S 3.3. 3. Vigilias de la noche, 1S 11.11; Sal 119.148; Lm 2.19; Mt 14.25; Lc 12.38. 4. Bóveda celeste, 2S 22.12. 5. Inspección nocturna, Ne 2.11-16. 6. Oscuridad interminable, Jb 3.9. 7. Sueño profundo, Jb 4.13. 8. Cánticos nocturnos, Jb 35.10. 9. Meditación nocturna, Sal 4.4; Sal 16.7. 10. Pensamientos de maldad en la cama, Sal 36.4. 11. Meditación nocturna, Sal 63.6. 12. Cánticos nocturnos, Sal 77.6. 13. Clamor en la noche, Sal 88.1-2. 14. Luna señala estaciones, Sal 104.19. 15. Animales nocturnos, Sal 104.22-23. 16. Gratitud en la noche, Sal 119.62,148. 17. Búsqueda del Señor en la noche, Is 26.9. 18. Lámpara apagada, Jr 25.10. 19. Amanecer, Am 4.13. 20. Guarida de animales, So 2.14. 21. Luz perenne, Za 14.7. NOCHE EN EL NUEVO TESTAMENTO 1. Vigilia nocturna, Mc 13.35. 2. Temor en la noche, Lc 2.8-14. 3. Resplandor nocturno, Lc 2.9. 4. Vigilia de oración, Lc 6.12. 5. Nicodemo pregunta en la noche, Jn 3.1-2; Jn 19.39. 6. Tropiezo en la noche, Jn 11.9-10. 7. Horas nocturnas, Hch 23.23. 8. A la luz del día, Rm 13.13.
  • 15. En la diapositiva 12 se dice: El lugar desierto, el monte, la noche remiten a momentos del camino de la revelación de Dios en el Antiguo Testamento… Pero al mismo tiempo constituyen momentos de particular importancia para Jesús… También en nuestra oración nosotros debemos aprender, cada vez más, a entrar en esta historia de salvación de la que Jesús es la cumbre, renovar ante Dios nuestra decisión personal de abrirnos a su voluntad, pedirle a él la fuerza de conformar nuestra voluntad a la suya, en toda nuestra vida, en obediencia a su proyecto de amor por nosotros. Esta propuesta del Papa puede concretarse en realizar ejercicios espirituales. Una forma muy extendida son los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, que el mismo definió así: Por este nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos, ...) con el fin de buscar y hallar la voluntad divina. Formas nuevas de EE. – Por el impulso renovador del Concilio Vaticano II, surge una renovación de los EE; afecta al método y a la tematización, pero sin afectar la finalidad primordial de los mismos, que es conseguir una experiencia de Dios que conduzca a la conversión.
  • 16. La oración de Jesús afecta a todas las fases de su ministerio y todas sus jornadas. Las fatigas no la impiden. Es más, los evangelios dejan traslucir una costumbre de Jesús a pasar parte de la noche en oración. El evangelista san Marcos narra una de estas noches, después de la agotadora jornada de la multiplicación de los panes y escribe: «Enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra» (Mc 6, 45-47).
  • 17. Cuando las decisiones resultan urgentes y complejas, su oración se hace más prolongada e intensa. En la inminencia de la elección de los Doce Apóstoles, por ejemplo, san Lucas subraya la duración nocturna de la oración de Jesús: «En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles» (Lc 6, 12-13). Cómo oro yo? ¿Cómo oramos nosotros? ¿Cuánto tiempo dedico a la relación con Dios? ¿Se da hoy una educación y formación suficientes en la oración? Y, ¿Contemplando la oración de Jesús, debe brotar en nosotros una pregunta: ¿quién puede ser maestro en ello? En la exhortación apostólica Verbum Domini, hablé de la importancia de la lectura orante de la Sagrada Escritura.
  • 18. Recogiendo lo que surgió de la Asamblea del Sínodo de los obispos, puse también un acento especial sobre la forma específica de la lectio divina. Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla es un arte, que se aprende practicándolo con constancia. En un tratado sistemático en forma de carta al monje Gervasio. El autor la presenta como una escala de los monjes para subir al cielo: «La lectio es un estudio detenido de las Escrituras realizado con un espíritu totalmente esforzado en comprender. La meditatio es una actividad de la inteligencia que con la ayuda de la razón busca la verdad escondida. La oratio es un dirigir el corazón a Dios con el intenso deseo de evitar el mal y conseguir el bien. La contemplatio es una elevación del alma por encima de sí misma, permaneciendo como suspensa en Dios y saboreando los gozos de la dulzura eterna... La lectura busca la dulzura de la vida bienaventurada, la meditación la encuentra, la oración la pide y la contemplación la experimenta».
  • 19. Ciertamente, la oración es un don, que pide, sin embargo, ser acogido; es obra de Dios, pero exige compromiso y continuidad de nuestra parte; sobre todo son importantes la continuidad y la constancia. Precisamente la experiencia ejemplar de Jesús muestra que su oración, animada por la paternidad de Dios y por la comunión del Espíritu, se fue profundizando en un prolongado y fiel ejercicio, hasta el Huerto de los Olivos y la cruz. Los cristianos hoy están llamados a ser testigos de oración, precisamente porque nuestro mundo está a menudo cerrado al horizonte divino y a la esperanza que lleva al encuentro con Dios. vivimos inmersos en el mundo, pero entramos en el reino cielos si vivimos inmersos en oración y la practicamos: Lucas 10, 25-37: El mandamiento más importante: Amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón,…; y a tu prójimo como a ti mismo… ¿Y quién es mi prójimo? ¿cuál de estos tres hombres, te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones?... El que tuvo compasión de él… Ética de empresa” y Psicología del Trabajo Filed El buen samaritano de Van Gogh under: Actualidad, Ciencias Sociales by Carlos Javier González Serrano Evangelio de Lucas, capítulo http://apuntesdelechuza.wordpress.com/2010/12/ 10, versículos del 25 al 37.
  • 20. En la amistad profunda con Jesús y viviendo en él y con él la relación filial con el Padre, a través de nuestra oración fiel y constante, podemos abrir ventanas hacia el cielo de Dios. Es más, al recorrer el camino de la oración, sin respeto humano, podemos ayudar a otros a recorrer ese camino: también para la oración cristiana es verdad que, caminando, se abren caminos. El Reino revelado a los sencillos Mateo 11, 25-26 Por aquél entonces dijo Jesús: Padre, Señor del cielo y de la tierra, te doy gracias porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú. Lucas 11, 1-11 Jesús y la oración 1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro… 11 «¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» Un recordatorio del Espíritu Santo a través del índice analítico del Catecismo de la Iglesia Católica en http://www.mercaba.org/MIS%20WEBS/CATECISMO/PRINCIP ALMARCOS.htm, en las dos diapositivas siguientes.
  • 21. ESPÍRITU SANTO La blasfemia contra el Espíritu Santo, 1864 El cristiano, ungido por el Espíritu Santo, 1241 Los deseos del Espíritu Santo sacian el corazón y son contrarios a los deseos de la El cristiano como templo del Espíritu Santo, 1197 1265 carne, 2541-43 Objetivos de la misión del Espíritu Santo, 1108 La gracia del Espíritu Santo y la justificación, 1987-95 2003 El hombre participa de la luz y de la fortaleza del Espíritu Santo, 1704 El hombre como templo del Espíritu Santo, 364 782 2519 El comienzo de la vida en el Espíritu Santo, 1231 La invocación para la infusión del Espíritu Santo, 1083 1196 1299 1353 2670-72 La ley nueva del Espíritu Santo, 782 Orar con el Espíritu Santo y en conformidad con el Espíritu Santo, 2736 2756 El poder de santificación del Espíritu reconocido en los canonizados, 828 Presencia y acción del Espíritu Santo en las facultades del hombre, 1813 La renovación del Espíritu Santo, 243-45 683 686-87 Significado de la noción del Espíritu Santo, 691 El Espíritu Santo en el Símbolo de la fe, 190 El Espíritu Santo consubstancial con el Padre y el Hijo, 685 689 La Trinidad y el Espíritu Santo, 253 255 263 Los dones del Espíritu Santo 1830-32 Amor, 733 735 2712 La caridad como fruto del Espíritu Santo y plenitud de la ley, 1824 Castidad, 2345 El carisma de curación, 1508 Los carismas, 799 951 Los dones en la Confirmación, 1289 1303 Los dones en la consagración episcopal, 1556 1558 Los dones en el poder de perdonar los pecados, 976 Los dones en el sacramento del Matrimonio, 1624 Los dones en el sacramento del Orden, 1538 1585-89 Los dones en la Unción de los enfermos, 1520 Los frutos del Espíritu Santo, 736 1832 La gracia de la Penitencia y la conversión, 1433 La gracia, 2003 Requisitos para recibir los dones del Espíritu Santo, 1310 Sabiduría, fe y discernimiento, 2690 Los siete dones del Espíritu Santo, 1831 1845 El temor de Dios, 2217 El Espíritu Santo en la Economía de la Salvación. El Espíritu Santo educa para la vida de oración, 2623 2644 2803 El Espíritu Santo convierte el alma humana, 1989 El Espíritu Santo como autor principal de la Sagrada Escritura, 137 304 El Espíritu Santo reúne a los cristianos en la unidad, 738 El Espíritu Santo ilumina al cristiano, lo fortalece y lo renueva, 1695 1769 El Espíritu Santo guía a los creyentes a la verdad, 79 El Espíritu Santo otorga a todos sus dones, 2003 El Espíritu Santo se entrega como don en los últimos tiempos, 2819 El Espíritu Santo guía a los fieles, 79 91 737 1607 1742 El Espíritu Santo sostiene y ayuda a la fe, 94 152 158 175 683-84 El Espíritu Santo devuelve al hombre la semejanza divina, 720 734 El Espíritu Santo actúa en la economía de la Salvación, 685 El Espíritu Santo nos da la justicia de Dios a pesar de los pecados, 1987 El Espíritu Santo intercede por los hombres, 2634 El Espíritu Santo inspira la revelación y la transmite, 76 81 105 El Espíritu Santo interpreta las Sagradas Escrituras, 109-19 137 El Espíritu Santo como Maestro de la oración, 741 2625 2630 2650 2670 2681 El Espíritu Santo como fuente de toda santidad, 749 2711 2726 2766 El Espíritu Santo y Cristo La misión conjunta del Hijo y del El Espíritu Santo, 485 680 690 727 Relación entre el Espíritu Santo y Jesús, 739 747 797 1108 El Espíritu Santo prepara para recibir a Cristo, 1093-98 1113 El Espíritu Santo y el Misterio de Cristo, 1099 1104-07 El Espíritu Santo revela a Jesucristo, 152 683 687 689 702 727 727-30 1092 1112 El Espíritu Santo en comunión con Cristo, 1286 El Espíritu Santo en el misterio de Cristo, 535 555 El Espíritu Santo en la oración de Cristo, 2600 El Espíritu Santo en la resurrección, 648 El Espíritu Santo trae a la memoria el misterio de Cristo, 1099-07 El Espíritu Santo revela al Padre y al Hijo, 243-48 687 El Espíritu Santo como don de Cristo,
  • 22. El Espíritu Santo y la Iglesia 738-41 La acción del Espíritu Santo en los sacramentos, 1116 1127- La comunión del Espíritu Santo en la Liturgia, 108-09 29 1152 1155 1227 1316 La Iglesia como templo del Espíritu Santo, 797-01 La efusión del Espíritu Santo en el Bautismo, 784 786 La Ley Nueva y la ley evangélica como gracia del Espíritu La efusión del Espíritu Santo en la Confirmación, 1302 1316 Santo, 1965-66 La obra del Espíritu Santo en los Hechos de los Apóstoles, El Espíritu Santo, entregado a los Apóstoles y a la sucesión 2640 apostólica, 1087 El Espíritu Santo regala los dones jerárquicos y carismáticos, El Espíritu Santo edifica y santifica la Iglesia, 747 768 El Espíritu Santo conduce a la Iglesia por caminos de misión, El Espíritu Santo elige ministros aptos, 1142 852 El Espíritu Santo pone en acción las primicias de toda acción El Espíritu Santo convierte el pan y el vino, 1333 misional de la Iglesia, 852 El Espíritu Santo como fuente de la vida y de la santidad de Donde está la Iglesia allí está el Espíritu de Dios y a la la Iglesia, 749 767-68 867 inversa, 797 El Espíritu Santo y María El Espíritu Santo como autor de la Encarnación del verbo en María preparada por el Espíritu Santo, 493 721-22 María, 456 484-86 La promesa profética del Espíritu Santo Desde el principio, 702 En la creación, 703-04 La promesa hecha a Abrahán, 705-06 En las teofanías, 707-08 En el reino y en el exilio, 709-10 La expectación del Mesías y de su Espíritu, 711-16 En la plenitud de los tiempos, 717-20 En María, 721-26 En Jesucristo, 727-30 En Pentecostés, 731-32 Símbolos del Espíritu Santo El agua, 694 1137 2652 La paloma, 535 701 Dedo de Dios, 700 El fuego, 696 La luz, 607 La mano, 699 Las nubes, 555 697 El sello, 698 1295-96 Unción, 695 Títulos del Espíritu Santo Los títulos según San Pablo, 693 Fuente de la bondad, 291 Consolador, 1433 Paráclito, 692 Espíritu creador, 291 El Espíritu Santo como nombre propio, 691 Espíritu de la verdad, 692 1848 2466 Vivificante, 291
  • 23. Queridos hermanos y hermanas, eduquémonos en una relación intensa con Dios, en una oración que no sea esporádica, sino constante, llena de confianza, capaz de iluminar nuestra vida, como nos enseña Jesús. Y pidámosle a él poder comunicar a las personas que nos rodean, a quienes encontramos en nuestro camino, la alegría del encuentro con el Señor, luz para nuestra vida. Gracias. MAGNIFICAT Cántico de la Virgen María (Lc 1, 46-55) Alegía del alma en el Señor 46Proclama mi alma la grandeza del Señor, 47se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 48porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, 49porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, 50y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. 51Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, 52derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, 53a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. 54Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia 55-como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
  • 24. Saludos Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Bolivia, Chile, Guatemala, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a una relación intensa con Dios, cultivando una oración constante, llena de confianza, capaz de iluminar la vida, para así comunicar a todos la alegría del encuentro con el Señor. Muchas gracias.