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MARIO BUNGE
Foundations & Philosophy of Science IJnit,
McGill Universitt, Mon¡real
ECOIVOMIA
Y FILOSOFIA
PRESENTACION
DE
RAUL PREBISCH
Contisión Econónic'. p'ra Anúricu Latin. ,e l..t tactones (Jnidas
SEGUNDA EDICION
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PRESTA
Á00MICru0
Diseño de cubierta: J. M. Domínguez y
Impresión de cubierta: Gráficas Molina
J. SánchezCuenca
INDICE
Pnes¡NrncróNo¡ Rnúl Pn¡srscH
Pnoloco A LA sEGUNDA
EDrctoN
Png¡ncro
INrnoouccróN....
l. Ei ¡,suNro DE LA ECONOMIA pol-trlcA
2. Coucrpros ECoNoMrcos
3. GeN¡nRLTzRCIoNES
¡co¡¡ólrrcas
4. Teonins Y MoDELos ECoNóMrcos
5. Polirrcns ECoNóMrcAS
6. El voN¡rRnrsilro .
7. T¡onÍn Y REALTDAD
8. ¿CreNcl,+osEMrcrENCra?...
9. ¿Quo veors?
ApÉNnlc¡ l ExHrsreNbo Los REFERENTES
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ApÉNorce z. L¡ves Y REGLAS
AprNorcr 3 TEoRiA DEr cRECTMTENTo
ApÉNorcE q Mop¡lo LTNEALDE pRoDlrccroN
Ap¡Nolc¡ ¡ CoNcepros DE DESARRoLLo
BrsLrocRRnÍA . . .
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1." edición:1982
2." edición:1985
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Reservados
todoslos derechos.
Ni la totalidadni partede estelibro
puedereproducirseo transmitirsepor ningún procedimientoelectró-
nico o mecánico,incluyendofotocopia, grabaciónmagnéticao cual-
quier almacehamientodeinformación y sistemade recuperación,sin
. permiso escritode Editorial Tecnos,S. A.
O by Manro Br-;Nce
EDITORIAL TECNOS, S.4., 1985
O'Donnell, 27 . 28009MADRID
ISBN: 84-309-1165-0
DepósitoLegal: M- 18223-1985
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Printed in Spain. Impreso en Españapor GAMA, S. A.
Tracia. l7 - 28037Madrid
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PRESENTACION
Ha sido para mí una grata -rorpresa que Marío
Bunge me sugiríera escribír la introduccíón a este
pequeño libro. Filósofo eminente, se ha dejado lle-
var por su vasta curiosidad intelectual al campo de
la ciencia económica o, más bien dicho, de lá oasí
llamada ciencia económica>, como me hc dado en
decir frecuentemente. Y ha escrito este libro muy
provocativo.
Llega en muy buena oportunidad y nos será de
gran ayuda a los economistas que, como en mí
caso, rechazan los artículos de fe del pensamiento
convencional. El doctor Bunge aruemeteresuelta-
mente contrs las teorías clásicas y neoclásicas,sin
que escapen a su análisís crítico las concepciones
marxistas. Pero es a las neoclásicas a donde se
díríge preferentemente.
Como he recordado más de una vez en los últi-
mos tiempos, yo he sido un firme neoclásico en mi
juventud. Sin embargo, Ia gran depresión mundial
me hízo comenzar una obra de desmantelamíento.
De haber sido esa depresión un simple descenso
cíclico pude haber recordado, sin compartirlo,
desde luego, una afirmación de un profeior mío,
neoclásico al extremo, quíen decía sentenciosa-
mente: " Las crisis cíclicas eliminan inexorabie-
mente a los menos aptos, a los ineficientes, Io
mismo que un invierno muy severo termina con los
tuberculosos. Formas crueles -agregaba-, pero
muy eficaces de saneamiento.))
Bien sabemos que la gran depresíón eliminó a
muchísimos sanos en todo el mundo. Yfue necesa-
ria la gran obra de Keynes, que Mario Bunge ad-
9
m¡ra, para comprender la índole de estefenómeno
y decídir contiarrestarlo con nuevas iáeas, muy
audaces en aquellos tiempos.
Tardé bastante tiempo, sin embargo, en llevar mi
tarea crítíca al punto avanzado en que hoy me
encuentra. Quienes esperábamos en la Américu
Latina, llevados por el razonamíento neoclásico,
que el desaruollo económíco intpulsado por la in-
dustrialización iría estrechando progresivamente
las grandes disparidades en la distribución del in-
greso, tuvímos que reconocer lo contrarío frente u
la evídencia de los hechos. pero en vano pudimos
encontrar una explicación valedera de este fenó_
meno a la IuZ de las enseñanzasneoclásícas.
Más aún, no hay una teoría económica que
permita explicar los fenómenos globales del ctisa_
rrollo, ni de esas crecientes dtsparidades sociales,
salvo en lo que concierne a ciertas restriccionesdel
libre juego de las leyes económicas y a las imper_
fecciones del mercado.
¿Qué hacer entonce,s?
Al procurcr la respuesta,
entro decididamente a un campo de amplia coirtci_
dencia con el doctor Bunge. Si la teoría económica
resulta claramente ínsuficiente es porque ígnora la
estructura social y sus mutacionesy las cambiantes
relacíones de poder que emergen de todo ello. En
su afliyt de asepsia doctrinaría, sus adeptos evitan
cuidadosamente la influencia de elemeitos exópe_
nos. A mi juício, ni los elementos técnicos, potític-os,
sociales y culturales son exógenos. Forman Darte
integrante de un sistema y, como tales, tienen gran
influencia en esGS,
mufaciones y en las contrádic_
ciones que aparecen cada vez más en su funciona_
miento.
La penetración del progreso técníco de los cen_
tros, en sus diversas manifestaciones, tierte un pa_
pel importantísimo en esas mutaciones de la es_
tructura social. La estructura social de la periferia
es sumamente heterogénea y permite que el fruto
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del progreso técníco, de la creciente pr.oductividad
que le acompañe, se concentre
perioresde ia estructura
sociar'írfi,íi'"::':; :h
ry?f"t la mayorparte de los_idio, p;;;r;;;r;r.
Ahí radica el fenólfno de apropiación del exce_
dente económic.o.Et sistema ]unciona ,fn griil",
tropiezos mientras no hay fuLrzos que contrarres_
tan este poder de apropiación det'excedinii,")"
donde sale, en últ.¡máinitancia., to orr^ii;;;;;;,
capital reproductivo, cuyo cont'inuo crecimiento es
esenciol a la dinámica del sístema. En otros t¿lm¡_
nos, mientras domíne,sincontrapesosel poder po-li
tico y económico de los estratotrsuperiores, se de_
senvuelve la acutnulac_ión!, al m|smo tt"mpo,-'io
sociedad privilegiada de consumo en tares
"riroior.
clásicos no admitieron
ómeno importantísimo
ues sosluvieron gue el
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baja generctlde losprecios. ei Llegar
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una posición de equiribrio-ro cual ,"chazi it i",
tor Bunge como yo_, habría ,trropn)ir¡¿r"í"
apropia.ciónempr.esarialdelfruto drt w;g;;r-, ,¿'r_
nico, sin otras disparídadei d¡stribui¡ro7;;""i;,
correspondíentes
a la aportación de to, aiiir"r",l,
individuosal procesopioductivo.
El excedentese retienedebido a la heterogenei_
enórrteno
de expansión
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del proceso
de dentostr0r ert un
Pues bien, en el avance de las mutacione., eJ_
lo el poder sindical y
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de democratización.
I Capitali.rmo periférico _ Crisis y Transformación, Fondo de
Cultura Económica,
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Ademós, comienza la tendencia a la hipertrofia del
Estado, que se explíca en cierto ntodo por la pre'
sión soclat y la propia dinámíca del Estado y el
crecímiento de los gastos militares ' Y ese doble
poder redistibutivo -de la fuerza de trabaio y del
'Estado--
se aontrapone cada vez más al poder de
apropiación de los estratos superiores'
Eita creciente confrontación no obedece a prin-
cípio regulador alguno. Más todavía, el oumento
del consumo privado y social de la fuerza cle tra-
bajo y del consumo civil y militar del Estado, que
resultan de esa confrontación, no se cumple a ex-
pensas del consumo privilegiado de los estratos
superiores, sino que se superpone a ese consulrto.
Y, con el andar del tiempo, se va debilitando el
rítmo de crecimiento del e.rcedentey de Ia ocLtnlu'
lación de capital reproductivo (que hay que distin-
guir del capital que no aumenta progresivamente la
productividad y el entpleo). Así pues, la pugna dis-
tribtttiva termina por reducir la rentabilidad de las
empresas, con efectos adversos a la ocupación. Y
la ctutoridadmonetaria, por más que se hayu preo-
cupado de la estabílidad del nivel de precios, se ve
obligada a ceder, creando el dinero necesariopara
que el alza de las remuneraciones provenienfe di-
recta e indirectamente de Ia presión redistributiva
pueda traducirse en alza de precios y restablecer
así la dinámica del excedente.Trátase de un nLtevo
tipo de inflación, de inflación social, que suele
complicarse con formas inveteradas de inflación.
Y aquí entra en escena el inefable doctor Fried-
man, que ha adquirido gran influencia en nuestro
hemisferio sur. Mu¡, sencillo, nos dice este presti-
gioso economista. Hay que frenar la creación de
dinero por el sistema bancario. No interesa cual
sea el orígen subyacente de este fenómeno, sino
desbarc.tar el poder sindical y político de Ia fuerza
del Estado y achicar las dimensiones del Estado.
¿Cómo hacer lo primero? Por Ia restriccíón cre-
l2
ditícia, a fin de eliminar la plétora monetaria. Es el
método de la sangría a que se refiere Mario Bunge.
Y uno recuerda a aquel médico famoso'de una
novela clásica que recomendaba esta operación
para elíminar Ia plétora sanguínea: oQue el pa-
cíente se debilitara cada vez mós, no importa, hay
que proseguir tenazmente. En una de esas el en-
fermo muere. Pero el médico no se perturba y
frente a r¿r^sdiscípulos desconcertados exclama:
¡Qué lástima, de no haberse muerto el paciente
habríamos comprobado la eficiencia de mi terapéu-
tíca.t>
Pues bien, la sangría monetaria llevafatalmente
a la contracción de la economíay Ia desocupación.
Y ha¡, que persistir hasta doblegar el pocier sindical
y polítíco, de manera que puedan descender las
remuneraciones y restablecersela dinámica del ex-
cedente. Tal es el friedm.anismoen boga.
Por cierto que en vctrios de nuestros países he-
mos venido, además, usando un método mucho
más expeditivo. Recurrir al poder militar del Es-
tado para suprimir el poder de la fuerza de trabajo.
Y en esta .forma se mantíenen las remuneraciones
mientras se dejan que los precios oalcancen su
propio nivelr.
Pero no abominemos de Milton Friedman por
este desenlace. ¿Acaso el poder redistributivo no
significa una flagrante violación del juego de las
leyes del mercado? Hay, pues, que recuruir a la
fuerza para corregír esta grave desviación del sis-
tema. Lo cual tiene tarnbiénla virtud de permitir el
florecimiento del liberalismo económico a costa del
proceso de democratización y del bienestar de
grandes masas.
No digo que la restricción monetaria haya sido
íneficaz en otros tiempos para corregir las viola-
ciones de las reglas del juego cuando se ha abu-
sado del crédito privado; pero es absurdo pensar
que pueda combatir la inflación de tipo social; el
l3
*
problema es mucho más profundo. Y, a mi juicio,
no se podrá resolver sin una transformación fun-
damental en el régimen de dístribución del ingreso
nuevo por devorarse a sí misma. Es tiempo que
sociólogos y polítólogos proyecten también sus lu-
ces sobre estefundamental problema.
Mucho más habría que decir sobre todo ello,
pero sospecho que Marío Bunge pudiera acusarme
legítímamente de extralimitación frente a la es-
cueta sobriedad de su libro. Pero basta lo que
acabo de exponer para justfficar su crítica a la
teoría y subrayar la necesidad de una tarea muy
profunda de renovación.
Renovación teórica no sólo en el ámbito de la
macroeconomía dinámica a que me he venido refi-
.riendo, sino a la microeconomía. Afirma sin amba-
ges el doctor Bunge que varios de los supuestos
sobre los cuales se funda aquélla, acerca de la
conducta humana, no están de acuerdo con lo que
la psicología y la antropología nos enseña. Su crí-
tíca es incisiva y justifica aquí también un gran
esfuerzo de renovacíón.
Finalmente, Mario Bunge lleva su examen a los
modelos econcmétricos. Acepta ciertos modelos
parciales, pero duda acerca de los ntodelos globa-
Ies. S¿¿ef;cacia es muy díscutible, sobre todo
cuando se pretende que ses.ninstrumentos de pre-
vísión. Concuerdo con él en que un buen modelo
requiere ineludiblemente una buena teoría. Y una
buena teoría no ha surgido como para enfrentar la
grave crisis que el doctor Bunge encuentra con
razón en el pensamiento económico presente.
Intriga mucho comprobar que no hemos podido
superar las teorías de hace más de un siglo. En
l4
cuanto al neoclasicismo,yo creo que gravita enor-
.memente el peso de los intereses que tienden a
mantener el estado de cosas existentes.
No me refiero solamente al desarrollo interno de
nuestros países, síno a las relaciones Centro-
Periferia en cuya complejidad no han penetrado en
forma alguna las teorías neoclásicas. No recono-
cen, por supuesto, la hegemonía de los centros ni Ia
dependencía periferica; fenómeno político al que se
superpone la superioridad técnica y económica de
los centros.
La teoría de la división internacional del trabajo
y las ventajas comparativas tienenuna grtn validez
lógica; pero ignoran las grandes diferencias estruc-
turales entre los centros y la periferia que traen
también grandes contradicciones en el desaruollo
periférico. Diría sin vacilación que al perseguir sus
propios infereses con vistas muy cortas, /os centros
no se han preocupado históricamenteni se preocu-
pan ahora de estímular a los países perifericos a
qtte desenvuelvan sus ventajas comparativas'en el
íntercambio Ce manufacturas, además de las tra-
bas con que tropiezan las exportacionesprimarias.
Tctles la dinámica del sistema internacionai.
Este pequeño libro de Mario Bunge invita a una
sostenida reflexión. Yo he tratado de subrayar mis
primeras impresiones y me síento llevado a profun-
dizar mi examen. Y celebro y agradezco que el
autor nte haya invitado a su lectura.
Mario Bunge, como yo, fuimos eliminados de Ia
cátedra universítaría en momentos aciagos de
nuestro país. Lo cual contribuyó a alejar nuestros
caminos. Veo cthora con profunda satisfacción que
se aventura en el campo de Ia economía, donde
nuestros caminos llegan a encontrarse.Espero que
siga trabajando en é1,desde su posicíón defilósofo
y gran conocedor del método científico para des-
cubrir esta compleja realidad en que vivímo,s.
Ahora, si se me permite, un recuerdo de viejos
{
ú
4
1
*
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tiempos. El padre de Mario, el doctor Augusto
Bunge, me ofrecíó su cordíal amistad en mis príme-
ros años universitarios. ¿Cómo no habría de emo-
cionarme el gesto de su híjo ilustre al recordar mí
nombre? En su casa, que yo visitaba con frecuen-
cia, conocí a Mario cuando empezaba a caminar.
Augusto Bunge era hombre de gran talento y vísión
universal, y tenía un papel eminente en el partido
socialísta. En mi prímera conversacíón con é1,creo
que en 1920, en la cual quedé fascínado, me pre-
guntó qué pensaba de la plataforma del partido.
Muchas cosas buenasy ofras que no lo son,le dije;
entre estas últimas, el demandar el pago de sala-
rios en oro (concepto muy neoclásico) para comba-
tir la inflación. Me pidió inmediatamente un artícu-
lo para la revista La Hora, que él dírigía desde la
izquierda del partido. Fue mi primer artículo en
que, posiblemente con pedantería juvenil, demos-
traba que el oro también se había desvalorizado.
Tambíén tenía Augusto Bunge una posición crítica
acerca de este asunto y la publicación de mi artícu-
lo le fue claramente recriminada por la jerar-
quía. Cuando comprobé esta expresión de dogma-
tisnto arrojé ol canasto mi solicitud de entrar al
partído, que por coincidencia yo había firmado en
ese mis¡no momento. Si para bien o para mal, no
podría decirlo hasta ahora.
ReuI PRBSIScH
CEPAL
(ComisiónEconómicapara América Latina
de las NacionesUnidas)
Washington,
D.C.,
16de febrerode 1982
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION
La crisis económicamundial no ha amainado en el
curso de los tres años transcurridos desdeque apare-
ció la primera edición de estelibro. En particular, las
economíasde los paísesen vías de desarrollo(valgael
eufemismo)han seguidodecayendo:su deudaexterior
ha aumentado al punto de que en muchos casosseha
vuelto impagable,y los preciosde susproductosde ex-
portación han continuado bajando t.
Se dirá que hubo dos excepciones:Japón y los
EE.UU. Es verdadque la economíajaponesaha esca-
pado casiincólume, graciasa que: a) estáreguladapor
el gobierno, b) ha adoptado un régimen de participa-
ción en las ganancias,c) ha seguidoelevandosu nivel
técnico, y d) practica el proteccionismo al mismo tiem-
po que invade el mercado mundial con productos de
alta calidad a buen precio. Pero hay señales
de que los
socioseconómicosdel Japón no seguirántolerando esta
relación asimétrica.
En cuanto a la economíanorteamericana,esverdad
que serecuperóen 1983.Pero el precio de estarecupe-
ración temporal ha sido un aumento enormede la deu-
da exterior y de la deuda fiscal. La economíanortea-
mericana seha repuestono sólo graciasa una política
de reconversiónindustrial que estárestringiendolos sec-
tores tradicionales. sino también a las enormesinver-
sionesextranjerasatraídaspor la estabilidadsociopo-
lítica y las altastasasde interés.Esteremedio,lejos de
curar el mal de fondo, no hace sino agravarlo a largo
I Castro, Fidel (1983),Lo crisiseconómicay socialdel mundo,
Informe a la VII Cumbre delos países
no alineados,Oficinade Pu-
blicacionesdel Consejode Estado, La Habana.
l6 l7
plazo: una economíano essanacuando pasagradual-
mente a manos de sus acreedores.Ni cuando, como
ocurre con la norteamericana, está caracterizadapor
una productividad decrecientey por la rigidez de su
organización.
Mientras tatrto casitodos los economistasacadémi-
coshan seguidodando la espaldaa la realidad. En par-
ticular, nadie se asornbró cuando, en 1983,se otorgó
el premio Nobel de economía al autor de una demos-
tración matemática de que esposible el equilibrio ge-
neral (o sea, en todos los mercados)en una economía
de competenciaperfecta. El que tal economía no exis-
ta, ni seaposible resucitarlasin desmantelarlos oligo-
polios, ni privatizar las empresasestatales,ni destruir
lascooperativas,los sindicatosobrerosy las institucio-
nesde seguridadsocial,pareceríano importarles a quie-
nes siguen pensando como en 1920.
Ha habido, desdeiuego, excepciones:algunos pres-
tigiososeco;romistashan criticado agudamentela eco-
nomía neoclásica,asícomo laspolíticas económicasque
seinspiran en ella. Por ejemplo, los profesoresbritá-
nicosA.J. Browfl, D. F. Hendry y N. Ericsson2han
demolido el libro Monetary Trends in the United Sta-
tes and the United Kingdom (1982), en que Milton
Friedman y Anna Schwartzpretendíandemostrar que
los períodosde prosperidadsedebierona la aplicación
de políticas monetaristas. Otro ejemplo esel libro Dan-
gerous Currents3, en que un conocido profesor del
MIT denuncia con vehemenciael estancamientode la
economía teórica, afirmando que la teoría neoclásica
seha convertido en una ideología, y que el retorno a
la misma es paralelo al retcrno al fundamentalismo
religioso.
Sedirá que esmuy cómodo criticar pero que, a fal-
2 Bank of England Panel of Academic Consultants,paper N."
22, Bank of England, Londres, 1983.
3 Thurow, Lester (1983),Dangerous Currents, Random House,
New York.
18
rial,
Pgnq., Jvlario(1985),Seudociencio
e ideología, Alianza Edito_
Madrid.
l9
PREFACIO
La economía mundial está cojeando, y la econo-
mía política hace poco por ayudarla a marchar. Lo
que es peor, en ocasionescontribuye a empeorarla,
como ocurre con el monetarismo.
Cuando una disciplina es impotente o incluso
contraproducente, es indicio de que está en crisis.
Siendo este el caso, incumbe al metodólogo exa-
minar los supuestosde la disciplina y la manera en
que han sido sometidos a prueba.
El presenteensayo se propone precisamenteeso:
analizar algunas de las ideas básicas de la economía
política y averiguar si corresponden a la realidad.
El resultado de este análisis es que muchos de
dichos supuestosson falsos y otros jamás han sido
puestos a prueba, no obstante lo cual sigue ense-
ñándoseloscomo verdadesreveladasen centenares
de facultadesde economía.
Si esto es así, la economía política no es aún una
ciencia cabal sino una semiciencia. y si esto es
verdad, es urgente hacer algo por convertirla en
una ciencia. Para esto será menester empezar por
desembarazarsede los supuestos falsos, poner a
prueba los que aún no han sido contrastados con
los hechos, y revisar los supuestosfilosóficos (on-
tológicos, gnoseológicosy éticos).
Agradezco los comentarios y las críticas de los
profesores S. N. Afriat (University of Ottawa), A.
Asimakopoulos (McGill University), G. Chichil-
,i
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Á
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21
d
#
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nisky (Columbia University), G. Heal (University
of Essex), y J. Niosi (Université du Québec), así
como de varios participantes del Symposium on
Mathematical Economics and Public Policy (Uni-
versity of Essex, marzo de l98l), en el que expuse
lo esencialdé este trabajo.
MeRIo BuNcn
F'oundations& Philosophy of Science Unit,
McGill University
Montreal H3A lW7. Canadá
INTRODUCCION
La economía política es la más vieja y respetada
de todas las ciencias sociales.Sin embargo, todavía
no ha madurado, a punto tal de que algunos distin-
guidos economistasdudan de que sea una ciencia o
incluso pueda convertirse en tal.
Ningún otro campo del conocimiento ha sido cul-
tivado por tantos filósofos importantes y, sin em-
bargo, la filosofía de la economíaestá aun atrasada.
Esto es tanto más extraño por cuanto, mientras el
investigador en una ciencia "dura, no necesita sa-
ber mucha metodología porque
"el
propio tema
tiene una propiedad autoaseanteque torna inofen-
sivas sus aberraciones", en una ciencia "blanda,
como la economía política, un investigadorconfuso
respecto de problemas metodológicos básicos
"puede
pasarse la vida boxeando con sombras',
(Samuelson, 1965,p. ix).
La problemática de la filosofia y metodología de
la economía política es vasta, interesante, y tiene
importancia práctica, porque las teorías y políticas
económicasnos afectana todos. (Cp. Keynes 1936,
Hutchison, 1977.) He aquí una muestra de dicha
problemática. ¿De qué trata la economía política:
individuos, recursos escasos, bienes y servicios,
intercambio, o sistemaseconómicos? ¿Cuáles son
las peculiaridadesde los conceptos e hipótesis eco-
nómicos? ¿Hay leyes económicas, o tan sólo ten-
dencias económicas y reglas económicas? ¿Es po-
sible la economía política dado que la economía
interactúa tan fuertemente con la política y la cul-
tura? La microeconomía, y en particular la teoría
del consumidor, ¿es un capítulo de la psicologírr'l
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La macroeconomía,¿es reductible a la teoría de la
decisión o a la teoría de los juegos? ¿Por qué se
sigue estudiando las teorías clásicas y neoclásicas
en las escuelasde economía? ¿Cómo se convalidan
los modelos teóricos económicos? ¿Cómo se rela-
cionan las políticas económicas con los modelos
económicos? La economía positiva, ¿tiene supues-
tos filosóficos? La economía normativa (o política
económica), ¿prescinde de los valores y es moral-
mente neutra? La economía, ¿está inevitablemente
contaminada de ideología, y es inevitable que toda
ideología sea acientífica? ¿Cuál es la condición
científica de la economía política: arte, ciencia, o
semiciencia? En particular, ¿es el monetarismo
científico o seudocientífico? Estos son algunos de
Ios problemas que nos ocuparán en lo que sigue.
CAPITULO I
EL ASUNTO DE LA ECONOMIA
POLITICA
Hace casi medio siglo el famoso economista Lio-
nel Robbins -más tarde Lord Robbins- escribió
que
"Todos hablamosde lo mismo, pero todavía no
nos-hemos puesto de acuerdo sobre qué estamos
hablando, (1935p. l). La indeterminaóiónconcer-
niente a los referentesde la economíapolítica no ha
disminuido entre tanto. Los microeconomistas di-
cen tratar de productores y consumidores indivi_
duales, los macroeconomistasestudian economías
enteras, los que hacen politología económica estu-
dian supersistemaseconómico-políticos,y los in_
genieros que se dedican a cuestioneseconómicas
s.ostienen
que, en último análisis,la economía polí-
tica se ocupa de la producción y, por ende, de
transformaciones energéticas.
A primera vista el problema de la referenciatiene
nomías nacionales y regionales. Más aún, puesto
que los sistemaseconómicosestáncompuestospor
individuos, <<en
principio" o <en el fondo" la ma-
1A
:+ 25
logía, la economía ¡iolítica es realmente (o en úl-
timo análisis)una rama de la psicología. Por cierto
no todos los economistas comparten esta última
afirmación, pero ella se sigue de la premisa de que
la economía trata, en última instancia, de agentes
económicos individuales.
Esta opinión es susceptible de diversas objecio-
nes. En primer lugar, si la economía política fuese
en verdad una rama de la psicología, entonces la
genética debiera ser directamente relevante a la
economía política, puesto que la conducta y la
ideación están parcialmente determinadas por el
genomo. En particular, la distribución de la riqueza
debiera estar positivamente correlacionada con la
distribución de los genes: en general, los más inteli-
gentes debieran ser los más pudientes, y los más
tontos, los más pobres. Esta hipótesis, que fuera
popular hace un siglo, ha sido sometida a pruebas
estadísticas. El resultado ha sido negativo: el in-
greso no está determinado genéticamente(Goldber-
ger 1978).
En segundo lugar, si la economía política tratara
solamente, o aun predominantemente, de la con-
ducta individual, podría considerarse como la
"ló-
gica de la elecció¡", donde la elección estaría de-
terminada por la escasez.De hecho hay economis-
tas que sostienen precisamente esto y por consi-
guienteubican a la economíapolítica entre las cien-
cias de la decisión, en lugar de considerarlacomo
una ciencia social íntimamente ligada con la socio-
logía y la politología. Sin embargo a) el problema
de la elección se presentaincluso en situaóionesde
abundancia(emburras de richesse);b1 en tanto que
el empresariopuede elegir a menudo entre diversas
alternativas mutuamente excluyentes, el consumi-
dor tiene poca libertad de elección, especialmente
si está por debajo de la línea de pobreza o si está
forzado a comprar a monopolios o carteles, como
sucedecon la energíay con las corporaciones esta-
26
tales; c) el enfocar la atención sobre la elección
entre diversas mercancías es adoptar una actitud
vulgar y superficial, típica del vendedor, que olvida
la producción, la inversión, los intereses,el creci-
mienro, la distribución, el empleo, la inflación, la
política fiscal, los reglamentos del gobierno, el po-
der sindical, y otros factores que preceden a la
elección y la restringen.
CANTIDAD
Figura 1. Curvas de oferta y demanda según la teoría del con_
sumidor. El precio de equilibrio p* es el punto de intersecóién
de las curvas de ofefta y demanda, o seá, aquel para el cual
D(q): S(q).
. Fn tercer lugar, las funciones de oferta (produc-
ción) y demanda (consumo), centrales a la microe-
conomía, no se refieren a personas sino a agrega_
dos. (Véasela figura l.) En efectó, rlichasfuncionls
representan la oferta y la demanda de la totalidad
en el mercado (o sociedad) dado. Tan es así, que
una formulación cuidadosa de esa pretendida ley de
la determinación de precios comienza enunciando r¿r
condición ..,En un mercado (o economía) libr.c ro
LU
t
o_
*
P
21
l
*$.'i
q
competitivo)..." El que semejante oley> no sea tal,
porque esa condición ya no rige en las naciones
industrializadas,no viene a cuento. El hecho es que
los conceptos centrales de la microeconomía cón-
ciernen a agregados de agentes económicos (hoga-
res y firmas) encastrados en una sociedad dada.
Prívese a dichos agentes de fuentes de materias
primas, energía,e instituciones que les permita ha-
cer sus negocios, y no quedará negocio por condu-
cir.
Los agenteseconómicos no son como partículas
que se mueven en el vacío, sino más bien como
burbujas de aire en un líquido: poseen algunos de
sus atributos en virtud de ser componentes de un
sistemasocial. En consecuencia,es falso que todos
los enunciadosgenerales de la microeconómía ..se
refieren a lo que aparentan, a saber, individuos'
(Rosenbere 1976p. 45). Tan sólo la (pseudo) psico-
logía que subyace a la llamada
"teoríá del consurni-
doro sg refiere a individuos (que actúan en el lla-
mado mercado libre).
En cuarto lugar, hasta ahora la macroeconomía
no ha sido reducida a (deducida de) la microeco-
nomía: los dos capítulos subsistenel uno al lado del
otro. Por ejemplo, las nociones de tasa de desem-
pleo, balance de pagos, divisa, y presupuesto na-
cional, no son reductibles a los conceptós de utili-
dad (valor subjetivo) y decisión. Ni hay razón para
suponer que tal reducción se lleve a cabo: a) por-
que todo agenteeconómico ingresa en el mercado o
lo abandona en lugar de crearlo, de rrrodo que sus
acciones no están determinadas solamente por él
mismo sino que están enormemente constróRidas
por la estructura socioeconómica;á) los individuos
reales no se comportan tan simple y racionalmente
(o codiciosamenté)como .uponen los teóricos de
la utilidad máxima esperada, y c) mientras que la
intención principal de la microeconomía es descrip-
tiva y centrada sobre la firma, la de la macroecono-
28
mía es normativa y se refiere a sistemaseconómi_
cos en gran escala.
y teorías) típicos de la economía política. Si reali-
zamos esta tarea encontramos que los constructos
en cuestión se distribuyen entre las categorías si-
guientes:
A) referentes a recursos naíurales tales como
minas, bosques, praderas, ríos y mares;
B) referentesa objetos no humanos bajo conÍrol
huntano -o sea, artefactos- tales como tierra cul-
tivada, animales domésticos, máquinas, y plantas
industriales;
C) referentesa agentes económicos (en particular
productores o consumidores) agrupados en hoga-
res, firmas, carteles,sindicatosobreros, o agencias
reguladores nacionales o extranjeras (tales como
los bancos centrales y el Banco Mundial);
D) referentesa econontías íntegrtts, p. ej. nacio-
nales o regionales;
E) ntixtos.' referentes a dos o más items de las
categorías anteriores.
Los constructos de tipo A figuran en la economía
política en la medida en que los recursos naturales
son potencialmenteexplotables,o sea, si se juzga
que tienen potencialidadcomo referentesde cons-
tructos del tipo B. (Por ejemplo, los empresariosno
mostraron interés por la Luna mientras no se les
presentó la oportunidad de actuar como proveedo-
res de las expedicionesespacialesy hasta que al-
guien pensó que se podría explotar minas en el
subsuelolunar.) Los constructosde los demástipos
se refieren, directa o indirectamente(o sea, super-
ficialmente o en profundidad), a gente que trabaja,
o goza de los frutos del trabajo, en algún sistema
social. Este sistemapuede ser la familia, la firma, el
29
cartel, la nación, la OPEP, o incluso el mundo
entero. En otras palabras,los constructoscentrales
de la economía política se refieren a actividades
económicas, tales como la producción y el inter-
cambío, ejecutadaspor sereshumanos pertenecien-
tes a algún sistema social. (En realidad esta afirma-
ción puedegeneralizarsea todos los animalestraba-
jadores, desde la hormiga hasta el castor. Sin em-
bargo, nos estamos limitando a las economías hu-
manas, que son las que estudia la economía polí-
tica.)
Obsérveseel desplazamientoen énfasis, de indi-
viduos a sistemassociales:los primeros no son ni
más ni menos que los componentes de los segun-
dos. La actividad económica y, en general, la con-
ducta social, es ininteligiblecuando se la considera
separadamentedel sistema en que ocurre dicha ac-
tividad; del mismo modo, el sistema no puede en-
tendersesino en términos de dicha actividad. Todas
las ciencias sociales son necesariamentesistémi-
cas antes que individualistas,porque tratan de so-
ciosistemas(Bunge 1979a).La economía no es ex-
cepción, porque el intercambio de dos bienes o
servicios cualesquiera requiere por lo menos un
srstemacompuesto de dos individuos, por efrmero
que sea; y la producción de cualquier bien requiere
la producción de muchos otros.
La caracterizaciónmás sencilla de cualquier sis-
tema se da en términos de sü composición (o colec-
ción de componentes), ambiente (o conjunto de
cosas, distintas de las componentes, que interac-
túan corr éstas),y esfrut'tura (o colección de rela-
ciones y, en particular, lazos, entre sus componen-
tes y entre éstos y objetos del ambiente).En parti-
cular, un sisÍento econóneicopuede caracterizarse
cualitativamente como sigue (Bunge 1979b):
Contposición: Una colección de personas (agen-
tes económicos)y cosas no humanasde cierto tipo
(a saber, bienes).
30
ffi gF DFFfTñ R nftBffinTrTn
Ambiente: Los miembros de la sociedady de la
naturaleza circundante en que está empotrado el
sistema económico.
Estructura: La colección de relaciones de pro-
ducción, intercambio, y administración de bienes y
servicios, incluyendo las relaciones con otros so-
ciosistemas.
Esta definición de <sistema económica" incluye
todo cuanto pareceinteresara un economistacomo
tal. En particular, el psicoeconomista estudia el
comportamiento de los componentes de la primera
coordenada de la terna, no como individuos aisla-
dos, sino como conponentes del sistema. (Pese a
algunos conocidos economistas, Robinson Crusoe
no era un agente económico. La frecuente referen-
cia a Robinson Crusoe en la literatura económica
sólo muestra cuán alejada de la realidad está gran
parte de la misma.) Los entes que interactúan con
el sistema económico, tales como recursos natura-
les, sindicatosobreros, organismosestatales,etc.,
están incluidosen la segundacoordenada.La terce-
ra coordenada incluye todas las relaciones econó-
micas, que en última instancia son relacionesentre
personas mediadaspor cosas. (Por ejemplo, pode-
mos analizarel producir y el comprar como relacio-
nes ternarias: ,.x produce Y pafa Zrr, ,rx compra y
a zrr.) La tercera coordenada incluye también las
transaccionesdel sistema económico con otras co-
sas,seanaturales,sea sociales.(Dicho seade paso,
mal que le pese al estructuralismo, variante del
platonismo, no hay estructuras en sí. Toda estruc-
tura lo es de algún objeto concreto. En particular,
una estructura económica es la colección de rela-
ciones económicas entre los componentes de un
sistema social.)
En resumen, podemos estipular que la economía
política es la disciplina que estudia los subsiste-
más económicos de las sociedades.Es decir: Lr¡
econontía política traÍo de sislentcts ec:onónticos.
3l
CAPITULO 2
CONCEPTOSECONOMICOS
-
Aunque parezca extraño, algunos conceptos
clave de la economíapolítica .igu"n riendo'iun
obscuroshoy como hacé dos siglós. Vatgan óomo
ejemploslas nocionesde dinero-y de valór (a dife_
qenc-ia
de precio). El dinero ha ii¿o
"u.u"té¡rádo
de diversasmaneras,por ejemplo como ,.el medio
universalde intercamüiorr,
..la'mercancíade mer_
cancías>,
"la unidadde contabilidadr,,
..el luro
"n_
tre el presentey el futuro,, (Keynes), ..el u""ii" qu"
engrasa
las ruedasdel comerció" (Smith),e inclüso
:o*: "lo que haceel dineroo(Hicks). y','alp;;;;"
los tenderosy menetaristas
parecen'asignárie
"i[_
tenciapropia y eficacia.uuüI, ros economistas
no
monetaristas
suelenconsiderailocomo un epifenó-
meno. En suma, la noción de dinero pur"ü-áU._
LyT,
Y,_enlugar-deaclararse,se obscui";;;;";;;-
srvamentea medida que se introducenmeáios-
de
pagono monetarios,talescomo tarjetasde crédito.
La noción de valor objetivo (ó valor ¿" u.ái,
central en la economíapolítica desdeRicardo, lo
estáen mejorforma. se io definea vecesen térmi-
nos de necesidades,
otras en términosde
"r¿ur",
(por tanto, en última instancia, de OemanOai,
-V
Marx lo definió como trabajo sécialment"n.."rJ_
lll._ fi.suna de estases una¿enn¡cián
f.;;i;
lllguT",
se prestaa medición.De aquí Ia devalua_
cron der conceptode valor en la teoríaeconómica
99^1t-emporánea,
al punto de que Lady Robinson
(1962,cap.2) declaráque <no
".
iino ñ" ;;;-b;:
I-os economistasmariista. ," uf"rrun a la noción
de valor porque desean
"on.".ru.
ra noción de
32
plusvalía,que a su vez
noción económico_ética
b.argo,esta última pue(
sin ayudade la nocióndr
Por consiguiente,
es pos
tación sin emplearla in
En todo caso, casi to
acerca del valo¡
-objetivo
(o valor de uso) puede
decirseacercadel piecio, que ¿.nn"lá ü"#áil"
valor de cambio.Eita
".,
¿".¿" lu"go, ,ñ"."f"Jij"
de equivalencia.y,-
como tal, inducJtu pu.ti"iorr-á"
todo conjuntode bienesen'clasesde équivaü"iu
(u homogéneas)..
Sin embargo,del
"nn*iÁi"rr;;;"
semejantepartición
-no
podémosascendera la de_
terminaciónde una función de valor. (L"ielfpr;"
sería posible si,Ricardo, Marx, o sus sucesores,
hubiesendefinidounafunción-i' d"r
"on:unió
¡¿á"
mercancíasa la semirecl
dríamos definir: para tr
':./, a¡V (¡):v(y)
utilidad absolutao vaior
fantasmalo <metafís]ca>,
como la llamaRobinson
(1962,cap. 3). (Los filósófo. ." of"nJ"n po;;ffi;
de o¡¡s¡¿físico"como término injurioso ;;"d" l;
ldocientífico".Hay buena
í como la hay mala:véase
rnas teoríasmetafisicasu
cierras reoríaseconómic;::i'"t
y verdaderasque
Por cierto que es posible evitar ra obscuridad
conceptualevitandoel usarconceptos
, hazañaoue
se logra ajusrándose
a la piel .ü.;;;tl;; l;;
cosas,talescomo-
bienes,sérvicios,y susprecios.
Pero Ia finalidadde la teoríaeconómíc"; ;_;ii;;;
qué hace que una cosa,o una tarea,seauna mer_
cancía,o sea,algointercambiable
por otra mercan-
cla, y que por tantoposeeun preció. El economi.iu
sigue-el
consejode Ricardoy'de-Marx, zambuilén-
dosebajo las externalidades
para descubrirlas ac_
JJ
nes, etc.
Álgurru. de las variables (funciones) que intere-
satt il economista son inobservables porque repre-
sentan propensiones psicológicas (p. ej. a trabajar,
consum^ir,o ahorrar). Otras, por ejemplo la de-
manda, son inobservables porque se refieren a
srandes sistemas sociales, tales como firmas y re-
liones económicas, que tampoco son perceptibles.
iPode*o. ver los edificios y la maquinaria de una
planta industrial, pero no la planta misma, que es
un sistema sociotécnico alimentado por cerebros,
no sólo por combustible y materias primas.) Sin
embargo, se puede adquirir alguna intuición en el
manejo de algunas de esas variables porque todos
los sistemas económicos, por grandes que sean,
comparten algunas de las propiedades de pequeños
sistemascon los cuales estamos familiarizados, ta-
les como la granja, la industria doméstica y el co-
mercio al menudeo. En este respecto los economis-
tas enfrentan problemas menos arduos que los físi-
cos atómicos, los biólogos moleculares,Y los astro-
fisicos.
Buenos candidatosa propiedadesprofundas y no
observables son las psicológicas que encontramos
en la psicoecononlíay la microeconomía.así como
las variables típicamente macroeconómicas. Sin
embargo,no todas ellas sirven. Ya hemos visto que
algunas,tales como ,.valor', y
"utilidado,
no sirven
porque son obscuras.Otras sirven. Por ejemplo, la
propensión a consumir, introducida por Keynes,
parece clara y aun medible; no así, en cambiQ, la
expectativa de gattanciasfuturas, también introdu-
cida por Keynes, y que parece ser bastante escu-
rndiza.
Ojo: el requisito de mensurabilidaddebiera mane-
34
es mediblen, sino más bien "X es medible con
medida conceptual de la reactividad o sensibilidad
de los productores(o consumidoresen el c.asode la
elasticidad de consurno)a cambios de precio. Des_
graciadamentelas elasticidadesson difiiiles de me_
dir. ¿Habrá que abandonarlas
por este motivo? No
si figuran en generalizaciones
lmportantes. Si esto
ocurre habrá que buscar métodos mejores para me_
dirlas, sea directa o indirectamente (o sea. me-
diante variablesmás accesibiesrelacionadascon las
elasticidadespor fórmulas teóricas).
La viabilidad de cualquier variable depende en
última instancia de su potencial para figurar en
enunciadosde ley, o sea,hipótesispertenecientes
¿r
teorías y confrrmadaspor datos empíricos. Tómese
por ejemplo la propensiónmarginala consumir, que
Keynes definiera como la derivada del consumo
respecto del ingreso. IJna consecuenciade ésta y
otras fórmulas es que el multiplicador A de inver-
sión, que figura en la fórmula .rd|' : k d1,,, donde
tr/se interpreta como ingresoe 1 como inversión, es
igual a lll - p, dondep es la propensión marginal a
consumir (Keynes 1936p. ll5). De modo pues que
el ingreso y la inversión, dos conceptos estricta-
mente económicos, están relacionadosentre sí por
35
t
,!
p:;
r, ';.
r'.q
')
E
ef parámetro psicoeconómicop. El mismo paráme-
tro figura también en la teoría del empleo, del
mismo Keynes, y según la cual el volumen del
empleo en equilibrio depende de la oferta, la pro-
pensión a consumir, y el volumen de la inversión.
De modo que las variables psicológicas ocupan
un lugar legítimo en la economía política, a condi-
ción de que relacionen variablesestrictamente eco-
nómicas y que se les asignelas dimensionesy uni-
dades apropiadas.(Dicho sea de paso, muchos tra-
bajos en psicologíay sociologíaestán viciados por
la falta de unidadesadecuadas.Un buen ejemplo de
ello es el famoso libro Models of Man del premio
Nobel H. A. Simon. Gran parte de la economíapolí-
tica eraimprecisay por tanto incontrastablehasta que
Keynes, en su General Theory, pág. 40, introdujo
unidades de trabajo y de salario. La primera se
define como una hora de trabajo ordinario y la
segundacomo el precio de una unidad de trabajo.)
Para no dar la impresión de que sólo los concep-
tos cuantitativosson importantesen economíapolí-
tica, me apresuro a afirmar que algunas propieda-
des cualitativas de los sistemaseconómicos, tales
como la organización y el estilo de administración,
no son menos importantes que muchas variables
cuantitativas. Los economistas tienden a menos-
preciar tales propiedades, pero los expertos en ad-
ministración sabenque pueden ser esenciales.Así,
por ejemplo, nos dirán que dos firmas que operan
en el mismo sector económico,en condicioneseco-
nómicas iniciales similares (p. ej inversiones de
capital comparables),no funcionarán exactarnente
del mismo modo, debicioa diferencias de crganiza-
ción, o de relacionesentre gerencia y personal, o
de refinamiento técnico, o de modo de financiación.
No es que semejantesimponderablessean intrínse-
camente irracionales: es posible ubicarlos y con-
ceptualizarlos, pero acaso sólo cualitativamente.
(Por ej., las diferencias de estructura se reflejan en
36
diferencias de organigramas.) Tampoco son dichas
propiedades intrínsecamente cualitativas: lo únibo
que podemos decir prudentemente acerca de ellas
es que hasta ahora no han sido cuantificadas. Su
existencia debiera considerarse como un reto al
teórico antes que corno motivo de pesimismo o
pretexto de desaliño conceptual.
Finalmente hal'emos dos observaciones sobre los
conceptos de la economía poiítica. La primera es
que los economistas suelen ser víctimas de una
semántica (o más bien ausencia de tal) incapaz de
distinguir los conceptos de las cosas o propiédades
que representan. Por ejemplo, un economista ma-
temático estará tentado de decir que un haz de n
mercancías es (en lugar de es representablepor) un
vector en un espacio cartesianode n dimensiones.
Lo mismo vale para el precio correspondiente.Se-
mejante confusión entre identidad y representación
es inofens,ivapara fines matemáticos, pero es un
obstáculo importante para la interpretación co-
rrecta de los resultados en términos económicos.
Es deseableindicar explícitamentelos referentesde
las funciones que representanpropiedadeso activi-
dades de agentes o sistemas econórnicos, lo que
siempre puede hacerse incluyendo tales referentes
en los dominios de las funciones. Véase el Apén-
dice l.
Nuestra segundaobservación se refiere a la uni-
versalidad. Algunos econornistas han sostenido
que la economía política debe ser radicalmente di-
ferente de las ciencias naturales porque carece de
constantesuniversalestalescomo la velocidadde la
luz en el vacío y la constantede Planck. Esto no es
estrictamente cierto: sólo la fisica, y en medida
mucho menor la química, poseen constantes uni-
versales. A medida que avanzamosde la física de
las partículas y de los campos hacia la física y la
química de macrosistemas,dichas constantes uni-
versales se van rodeando de una corte. cada vez
J/
más numerosa. de constantes"locales'',
tales como
pesos atómicos y tasas de reaccionesquímicas. La
biología no posee constantesuniversalespropias, y
sin embargo se las arregla bastante bien. Toda
ciencia posee generalizaciones ..locales'' (no
universales) que contienen constantes olocalesr.
En resumidas cuentas, los conceptos de la eco-
nomía política poseen distintos grados de exactitud.
La formalización (matematización) basta para exac-
tificar pero no para dar contenido. Sólo la perte-
nencia a un sistema de generalizaciones puede
asignarun contenido preciso a un concepto. Proce-
damos por tanto a examinar las generalizacionesde
ia economía política.
38
CAPITULO 3
GENERALIZACIONES ECONOMICAS
Al igual que cualquier otra ciencia, la economía
política estudia generalizacionesde tres tipos: ten-
dencias, leyes, y reglas. Es más fácil ejemplificar
estas categoríasque definirlas. He aquí unos pocos
ejemplos.
"El
precio internacional del petróleo
crudo ha aumentado en forma monótona desde
1973" expresa una tendencia.
"La
producción de
un sistema económico aumenta al comienzo, y
luego crece a un ritmo decreciente,a medida que
aumenta la inversiónn, es una formulación verbal
de la ley de los rendimientos decrecientes.(Véase
la figura 2.) Y la "ley" del interés compuesto es,
como todas las demás fórmulas de la matemática
financiera, una regla incluida en actividadesy con-
tratos de cierto tipo.
Figura 2. La ley de los rendimientos decrecientes.C: Indus-
trias clásicas,1 : InCustriasinformáticas.(Estas últimas suelen
llamarse <industrias de rendimientos crecientes,, pero se en-
tiende que ellas tambiénllegaránal punto de saturación.)La iey
no es una curva única sino una familia de curvas que alcanzan
un plateaucuando el insumo llega a cierto valor,
ó
J
a
INSUMO ( p. e).trooo.¡o)
39
Grosso modo, las peculiaridades de las generali-
zaciones de los tres tipos son las siguientes(Bunge
1969).Una tendencia es la marcha global del cam-
bio de alguna propiedad. Más exactamente, es el
aumento ó la disminución global del valor de alguna
propiedad en el curso del tiempo' Por este motivo
üna tendencia se representa matemáticamente
como una función monótona del tiempo. Las ten-
dencias son aspectos transitorios de procesos: tie-
nen la mala costumbre de desaparecer.Además, la
acción humana deliberada y concertada puede mo-
dificar y aun invertir ciertas tendencias. Por ejem-
plo, el aumento de la población puede controlarse
mediante la planeaciónfamiliar, y una tasa elevada
de desempleo puede disminuir gracias a un vasto
programa de trabajos públicos. (Véase Popper 1957
purá uttu crítica de la confusión entre tendencia
v leY).
En cambio no es fácil metersecon las leyes natu-
rales o sociales. Por ejemplo, la ley de los rendi-
mientos decrecientesvale universalmente, o sea, es
verdadera en todos los tipos de organización eco-
nómica y régimen de propiedad. (Incluso las llama-
ciasindustrias de rendimientoscrecientes,o sea, las
informáticas, se ajustan presumiblemente a dicha
ley, a largo plazo.) Por cierto que es posible aumen-
tar la producción y su tasa de crecimiento moderni-
zando la técnica y la administración,aumentando la
participación del personal en la administración e
introduciendo incentivos. Sin embargo, estas rnedi-
das no harán sino retardar el momento en que el
próximo aumento de los insumos no se traduzca en
trn aumento del producto; o sea,no pueden cambiar
la forma general de la curva insumo-producto.
A diferencia de las tendencias,las leyes son pro-
piedadespermanentesde las cosas que las poseen.
Por consiguiente, si una generalización económica
dada deja de valer, podemos inferir, o bien n) que
no era una ley genuina sino tan sólo una tendencia,
40
o bien b) que el sistema económico correspon-
diente ha cambiado radicalmente o incluso ha de-
jado de existir. (Ejercicio: Averiguar cuáles de las
"leyes de movimiento de la sociedadcapitalista,,,
de Marx, eran leyes genuinas, y cuáles meras ten-
dencias. Y en todo caso averiguar cuáles siguen
rigiendo y cuáles murieron junto con la Reina Vic-
toria y el mercado libre.)
Desgraciadamente,el problema filosófico de la
naturaleza de las leyes económicas(y su diferencia
respecto de los enunciados correspondientes)ha
recibido tan poca atención como el de las leyes
naturales. Este descuido parece tener dos raíces
filosóficas.Una es la doctrina empiristade que sólo
podemos establecerregularidadesempíricas,nunca
leyes objetivas, las que serían artefactos metafísi-
cos. La otra raíz es, desdeluego, la creenciade los
economistasclásicosy neoclásicosen la existencia
de
"leyes naturalesde la economía>con las que no
hay que meterse, porque la economía sería un sis-
tema auto-regulado que la interferencia deliberada
sólo podrá destruir. (Es extraño que no sólo los
economistas neoliberales, o librecambistas, sino
también los marxistas -quienes favorecen fuertes
medidas reguladoras, que liegan a la planificación
central- crean en la autonomía de las leyes eco-
nómicas.) En todo caso el descuidode la investiga.-
ción de la condición metodológicade los enuncia-
dos de leyes económicas se paga con confusión y
superficialidad.
Un buen ejemplo es la incertidumbre concer-
niente a la condición de la ley de los rendimientos
decrecientes,que no siempre es consideradacomo
una ley. Otro es el de ciertas fórmulas que llevan el
título de ley aun cuando, de hecho, son definicio-
nes. Ulla de estas es la fórmula oE :0ln h> eu€
relaciona el número de personasempleadasl.E/ con
el producto (O), la productividad(n) y el número
medio de horas de trabajo por semana(h). Despe-
41
jando 7r uno se da cuenta de que ésta no es una
fórmula legal sino una definición de productividad
del trabajo.
Otro cáso del mismo tipo es el del sistema de
ecuacionesque relaciona el ingreso nacional Y' con
el consumo C, Y la inversión1, en un año ¡ dado:
Y':C' +I'
C,:aY,-t*b,
ramos todas las reglas,también podemos renunclar
a ellas. Esto no signifrcaque todas las reglas sean
A1
+L
corner 10 kg. de pan por persona y por día.) En
tercer lugar, aun cuando todas las reglas deben ser
compatibles con las leyes relevantes,algunasreglas
son más eficaces que otras. En particular, las más
eficaces son las que se fundan explícitamente sobre
leyes. Por ejemplo, las reglas más ef,rcientes
para la
explotación de pesquerías son las fundadas sobre
las leyes ecológicas de tales sistemas; en primer
lugar, si la tasa de pesca excede a la tasa de creci-
miento, el sistema se destruye. (Para la noción de
regla fundada sobre leyes véase Bunge 1969.)
En resumen las reglas, o por lo menos las reglas
eficaces,no son totalmente arbitrarias. Esto no irn-
plica que sean legales, en el sentido de que se las
adopta, modif,rcao abandona de manera regular o
uniforme. Sería bueno descubrir leyes del tipo
"Toda
vez que los hurnanos están en el estado ,S
imaginan o ponen en vigor reglas de conducta de
tipo R. > Pero ni siquiera sabemos si hay leyes de
esta clase. (Si el lector abriga aun dudas acerca de
la diferencia entre reglasy leyes, le invito a que lea
el Apéndice 2.)
De los tres tipos de generalizaciones
económicas
(tendencias, leyes y reglas), las leyes son las más
difíciles de conseguir. Las tendenciasse descubren
habitualmente con ayuda de técnicas econométri-
cas, y las reglas pueden ponerse de manifiesto es-
tudiando historia económica, así como el funcio-
namiento de sistemaseconómicos tales como ex-
plotaciones agrícolas, fábricas, y comercios. En
cambio, el descubrimientode leyes requiere algo
más que datos, tanto más por cuanto ningún con-
junto de datos sugiere sin ambigüedaduna ley.
Ei descubrimiento de leyes va de la mano con la
construcción de teorías científicas. Tanto es así
que, al menos en las ciencias ,.duraso,se emplea
tácitamente la siguiente definición (Bunge 1969).
Una hipótesis se llama (enunciado de) ley si, y
solamente si, a) es general en algún respecto (o
+J
sea, no es od hot'), b) pertenece a algún sistema
hipotético-deductivo (teoría) y c) tra sido confir-
mado satisfactoriamenteen algún dominio (o sea,
puede considerárselo verdadero o adecuado con
respectoa dicho dominio). Los economistasusan el
término .,ley' de manera más liberal, lo que acaso
explique su resistenciaa abandonarciertas hipóte-
sis que no son confirmables o que han sido refuta-
das, como se verá dentro de un rato'
La economía política contiene diversos enuncia-
dos de ley, aún descontando las definiciones que
pasan por leyes, así como las dudosas .,leyes"
psicológicasque subyacen a la economía política
neoclásica. Una ley genuina es la de que existe
ulla correlación positiva entre consumo e ingreso.
Otra es la ley de Cobb-Douglas "Producto:
: (t LbÁI-b,,, donde nL, denota el trabajo in-
sumo y "K " el capital insumo, en tanto que a y b
son constantespositivas.Ciertamente,hay diversas
otras funciones de produccién que se ajustan
igualmente bien a los datos, y la hipótesis no da
cuenta de la innovación técnica (Solow 1960).Sin
embargo, la Iey de Cobb-Douglas se considera ge-
neralmentecomo una buena aproximación a la ver-
dad. Además, es una ley universal, válida para to-
das las economías moCernas,sean capitalistas,so-
cialistas o mixtas. Un tercer enunciado nomológico
es éste:<el predominio de la competenciairnperfec-
ta [o sea, del oligopolio] en el mundo real causa
una tendenciaa la explotación> (Robinson 1933,p.
313). Esta no es una mera regularidad empírica,
sino que pertenecea la teoría del oligopolio. Pero,
por contener el concepto moral de explotación, es
una proposición económico-ética antes que pura-
mente económica.
Además de tener sus propias leyes la economía
política, como cualquier otra ciencia social, toma
prestadasleyes de las cienciasnaturales.En primer
lugar la economía da por sentado (presupolle)que
44
nada proviene de la nada (una de las posiblesver-
sionesdel principio de conservaciónde la energía).
Esta ley subyace, en particular, a la ley de Cobb-
Douglas que acabamos de mencionar. También es
uno de los supuestosde los modelos que se em-
plean para administrar recursos agotables, tales
como los minerales.En efecto, todos esosmodelos
giran en torno a la noción de reserva, que no ten-
dría sentido en el País de Cucaña, donde la energía
puede salir de la nada y sin trabajo.
Y todo modelo realistade un recurso renovable,
tal como un bosque o una pesquería,exige, ade-
más, leyes biológicas específicas. En particular,
semejantesmodelos incluyen leyes de crecimiento
en condiciones de explotación. (Cp. Clark 1976.)
Una administraciónque fuesea explotar un recurso
renovable a una tasa mayor que la diferenciaentre
las tasas de natalidad y de mortalidad (como se ha
venido haciendo en el caso de las ballenas)sería
acusada de incompetencia. Muíatis mutandis, lo
que vale para los recursosnaturalesvale también,o
al nrenosdebieravaler, para los recursoshumanos.
Estos no se administranbien si se ignoranlas leyes
básicas de la biología y psicología humanas.
En resumen, las políticas económicas, sea que
conciernan a una firma, a una industria o a una
nación, debieran basarsesobre modelos realistasde
los sistemas en cuestión. Y semejantesmodelos
realistas incluyen las leyes naturales pertinentes
además de leyes, o al menos tenciencias,
económi-
cas (y sociales y políticas).
La colección de las leyeseconómicases variable:
al par que algun?s Fru€V?s
leyes se incorporan de
cuando en cuando a dicha colección, otras la aban-
donan. Este egreso puede deberse a uno de dos
motivos. Uno es que los sistemaseconómicosde
cierto tipo dejan de existir. (Las leyes emergeny
desaparecen
junto con las cosasque las poseen:no
residen en un reino separadoy más elevado de las
45
ideas platónicas.)Por ejemplo, las leyes económi-
cas típicas de las economías esclavista y feudal
desaparecieron
junto con dichas economías.(Y las
leyes biológicas dejarán de operar en nuestro pla-
neta si se pone en uso el almacén de bombas nu-
cleáres.)
'El segundomecanismode desgastees la crítica y
lá'Contrastaciónempírica, de resultasde las cuales
algunos enunciadosde ley son degradadosal rango
de hipótesis falsas. Un ejemplo clásico es la ..ley,,
de Say, o "ley de los mercados,,,segúrrla cual "La
oferta crea su propia demanda". En efecto, a veces
no hay compradores. Otra es la famosa curva de
Phillips, o más bien su interpretacióncausal, según
la cual "El desempleo causa la baja de precios y
salarios". La estanflación(inflación sin crecimiento
y con desempleo)ha refutado esta generalización.
(Véase la figura 3.)
tJ)
o
U
c,
o
tt
1C
o
-o
E
UU
s
!
D
:o
tJ
o
o
Figuret-1.Tasa de cambio de precios(incluyendosalarios)como
función de la tasaU de desocupación.
Segúnla.leyo ae Énittips
la primera decreceal aumentarla desocupación.
(La tasa .natl_
ral" de desempleoU* de Friedmancorrespondeal equilibrio, o
sea,al estado.óptimo'.) En períodosde eitanflacióníos p.ecio,
aumentanJunto con la desocupación
(rectapunteada).
46
No tiene nada de vergonzosoel que una hipótesis
científica sea refutada. Lo que sí debiera aue.gon_
zar es el aferrarse obcecadamentea hipótesiJ en
ausenciade datos o en presenciade datosadversos.
Y cuando se usa hipótesisnotoriamentefalsaspara
fundamentar políticas que afectan el bienestai de
millones de seres humanos, estamos en presencia
de un escándalo.Como veremos en el capítulo 6,
este es el caso de las políticas monetaristas.
Los economistasno suelendudar la existenciade
leyes económicas.Discrepan en cambio en cuanto
al alcancede dichasleyes. En tanto que algunosde
ellos sostienenque todas las leyes económicasson
regionaleso linlitadas temporalmente(o histórica_
mente relativas),otros -en particularlos que abu_
san de las teoríasde la utilidad, de Ia decisióny de
los juegos- sostienen que las leyes económicas
son universales, en el sentido de que valen por
doquier en todos los tiempos.
Propongo una solución salomónica:mientras al_
gunas leyes económicasson universales,otras son
locales. En otras palabras, en tanto que algunas
leyes económicas valen para todos lós sist"emas
económicos(y todos los sistemaspolíticos y jurídi_
cos), otras valen solamentepara sistemasde Ciertos
tipos o especies.Por ejemplo, la ley de los rendi_
mientos decrecientesy la ley de Cobb-Douglaspa_
recen ser univel'sales.En cambio toclaley ioncer_
niente, seAa la libre competencia,seaal oiigopolio,
está acotada temporalmente.Tanto es así,-qúe las
leyes de la competenciaperfectadesapareciéron
al
fenecer el mercado libre, y las leyes del oligopolio
son reemplazadaspor las del monopolio toda vez
que se produce la fusión de los monopolios que
dominan un sector. (Esto vale cualqui-erasea el
régimen de propiedad.)
Si bien los economistas no han puesto mayor
atención a la distinción enrre ley y regla, los filó-
sofos la han tenido muy en cuenta. (Cp Brown
47
1973.)En efecto, casi todos los filósofos se agru-
pan, sea en la escuelanomotética,sea en la volun-
tarista. Según Ia primera la sociedad,y en particu-
lar la economía, está sujeta a leyes tan inviolables
como las leyes naturales. El hombre puede acaso
llegar a conocer algunasde estasleyes y utilizarlas
'en su provecho, pero no puede escapara ellas' En
cambio, los voluntaristas sostienenque no hay le-
yes sociales:que todo procedeconforme a decisio-
nes tomadas más o menos libremente por indivi-
duos o grupos de individuos. Para sabercuál de las
dos escuelas tiene razón, examinemos un par de
casos.
Considérese la generalización " La producción
aumenta con la inversión". Esto es cierto, pero los
inversores pueden abstenersede invertir durante
períodosde incertidumbrecausadapor cambios so-
ciales y técnicos muy rápidos. De modo que, aun-
que la ley es verdadera, contiene variables (inver-
siones de trabajo y capital) que dependen de la
elección.En otras palabras,una vez que los deciso-
res han asignado valores a las variables ir-rdepen-
dientes, la dependiente responderáconforme a la
ley y con prescindenciade cualesquierarasgos de
personalidadde los decisores. Otro ejemplo: "La
productividad es una función monótona creciente
del nivel técnico." Olvidemos por el momento el
problema de cuantificar los niveles técnicos. Pode-
*o, aonaederque la ley es verdadera,pero, dentro'
de ciertos límites, el nivel técnico puede ajustarsea
voluntad. (Depende del estado del conocimiento,
de las inversionesiniciales, y de variables sociales
tales como el volumen y la calidad de la mano de
obra, así como de los salarios.)
Concluimos que las dos escuelas,la nomotéticay
la voluntarista, tienen parte de razón. Hay leyes
sociales, en particular económicas; pero, lejos de
ser independientesde la voluntad humana, algunas
leyes son puestas en vigor o suspendidaspor el
48
hombre. Algunas comienzan como reglas más .o
menos eficientes(para ciertos fines) y, al ser pues-
tas en vigor y perfeccionadas,terminan como le-
yes. No hay misterio en esto, porque el hombre es
el creador, reformador y destructor de los siste-
mas socialeshumanos. El hacer y deshacerreglas
estáconstreñidopor leyespero no regidopor éstas.
Pero, si reconocemos la existencia de reglas so-
ciales al lado de leyes sociales,debemosestar pre-
parados para explicar algunos hechos económicos
en términos de reglas,otros en términosde leyes,y
otros en términos de reglas y leyes. Esto puede
parecer obvio pero contradice la tradición positi-
vista segúnla cual todo hecho, sea naturalo social,
es explicablepor leyes y circunstancias.
Y también
contradice la tradición histórico-cultural,según la
cual las cienciassocialesno pueden explicar nada:
a lo sumo pueden ,.comprendero por empatía
(Verstehen).
Por ejemplo, podemos explicar cierto aumento
del costo de la vida por un aumento brusco de la
tasa de interés (regla),decisiónque a su vez puede
explicarse por la política monetaristaadoptadapor
las autoridadesfinancieras.Y podemos explicar la
adopción de tal política en términos de valuaciones
que no se basan sobre reglas ni leyes sino sobre
intereses creados, ignorancia, etc. (La economía
neoclásicaestá lejos de ser verdadera,pero al me-
nos tiene el mérito de la exactitud y de haber insis-
tido en la centralidadde la valuacióncomo motivo
de la acción humana. La psicologíanos debe aún
las leyes de la valuación.)
Presumiblemente, la explicación correcta de
cualquier hecho económico complejo requiere le-
yes, reglas, valuaciones, y datos referentesa las
circunstanciasy antecedentes
especiales.
(En cam-
bio, las tendencias carecen de valor explicativo:
son objetos a explicar.) Típicamente, el explicar
por qué un individuo o un grupo emprendeacciones
49
de tipo A puedeexigir premisasde los cuatro tipos:
(Lav) Todo A es seguidode un B (siempreo con
alguna probabilidad).
(Vuluucititt) B es valioso para los individuos (o
grupos) de clase C.
(Reglu) Esfuérzate por alcanzarcuanto sea
ble y valioso para ti (o para tu grupo).
(Dato) El individuo (o grupo) en cuestión
facti-
es de
clase C.
En resumen, la investigación económica descu-
bre tendencias, leyes y reglas que operan en la
sociedad.Algunas de estasleyes son universalesy
otras están acotadas temporalmente; y algunas re-
glas terminan convirtiéndose en leyes. La Iimita-
ción temporal de algunas leyes económicas las
torna similaresa las leyes biológicas:estasúltimas
no existían antes de que emergiesela primera cé-
lula.
Se ha dicho a veces (p ej. Hicks 1979)que la
diferenciaentre las leyes de Ia economíay las de la
ciencia natural es que las primeras contienen retar-
dos temporales.(P. ej., la cosechadel año en curso
depende de lo que se sembró el año pasado.) Es
verdad que la microfisica no conoce (aún) retardos
temporales,pero la fisica de los macrosistemasdo-
tados de memoria sí los conoce, y también los
conoce, desde luego, Ia biología. (Recuérdeseque
hay genesy aun órganos enterosque no se (expl-e-
san" sino mucho despuésdel nacimiento.)La dife-
rencia real entre leyes económicasy leyes biológi-
cas reside en otra cosa: el hombre puede crear,
torcer, suspendero destruir las primer¿lsal con:,-
truir, modificar o destruir los sistemaseconómicos
correspondientes.Esta es la finalidad de toda revo-
lución económica deliberada, sea violenta o pací-
fica.
CAPITULO 4
TEORIAS Y MODELOS ECONOMICOS
En todos los campos de investigación unateoríct
es un sistema de proposiciones (formulas) uniOu,
por la relación de deductibilidad (argamasasintác_
tica) y un asunto común (argamasasemántica).En
una teoría bien organizadatoda proposición
"i,
,"u
una premisa (postulado,definición ó dato¡, ,"u unu
c,onsecuencia
(teorema) de algunas premisástoÁu_
das conjuntamente.
(Ojo: En el lenguaje ordinario y en las ciencias
"blandaso la palabra ,.teoría, désigna
"
il;;;;
una hipótesis. Por ejemplo, la .,teoríá" dinámica áe
Harrod (1952)se reducé a la proposición á; q;; l;
tasa de crecimientog es igual a lá tasade inversión
s dividida por la razón cupituVp.oducciónt, ; ;;;;
g : sl!. Otro ejemplo de uso iulgar de la pafabü
<.teoría>
es el del título del famoso lib.o d. M;"d;i
Teoría econónúca marxistd, que es una obra pura_
mente descriptiva y crítica, sin asomo ¿" t"oifui.i
Algunos economistas_creen
que las t.ori;;;;;
ellos manejan son edificios puiamente lógicos á
matenráticosmientras no se rei agreguedato-s.
Esta
opinión es equivocada. Una diférencia entre una
teoría en matemáticapura y una teoríaen economía
política, o algírn otro campo de investigaciónfác_
tica, es que las proposicionesde este último tienen
referencia fáctica: se refieren a alguna parte o as_
pecto de la realidad. Gracias a está referenciafác_
tica las teorías científicas pueden ser puestas a
prueba contrastándosealgunas de sus pioposicio_
nes con datos de observación,medición, o'.*p.ri_
mentación. Otra diferencia entre las teorías tie lrr
5l
50
matemática pura, por un lado, y las de la ciencia y
la tecnología,por otro, es que algunasde las propo-
siciones de estas últimas representan, correcta o
incorrectamente, regularidades o leyes objetivas.
En todo caso en las cienciasavanzadas,que son los
marcapasosmetodológicos de las demás, toda teo-
ría genuina contiene enunciados legales, es decir,
fórmulas que representan regularidades objetivas
(leyes). Un cuerpo de conocimientos que contiene
tan sólo tendencias,como las que resultan de análi-
sis econométricos, no cuenta como teoría. Por con-
siguiente,no puede explicar nada. Tampoco puede
usarse para calcular predicciones fidedignas: a lo
sumo da extrapolaciones.
También los modelos (conceptuales o teóricos)
son sistemas hipotético-deductivos y, tanto en
ciencia fáctica como en tecnología, se refieren a
partes o aspectos del mundo natural o social. Los
modelos difieren de las teorías en tres respectos.
En primer lugar, los mcdelos tienen un dominio (o
clase de referencia) más angosto que las teorías.
Así, por ejemplo, podemos hablar de una teoría de
una economía entera, pero hablaremos de un mo-
delo de una fábrica de alfileres. En segundo lugar,
los modelos son representacionesmuy idealizadas
(simplificadas)de sus objetos, tanto que algunos de
ellos pueden llamarse ,.caricaturas>(Gibbard y Va-
rian 1978).En tercer lugar, a diferencia de las teo-
rías, los modelos pueden no contener leyes. Así,
por ejemplo, mientras un nrodelo de una granja
debe contener, o al menos presuponer, algunas [e-
yes biológicas específrcas(p. ej. ..Los cerdos al-
canzan el estado adulto al año de edad"), un rlo-
delo de un banco puede no contener ningún enun-
ciado de ley aparte de algunas generalizaciones
acerca de la conducta humana y de la sociedad.
Hay dos maneras de construir un modelo teórico:
desde el comienzo o sobre la base de alguna teoría.
Llamo modelo libre al primero, y ligado al se-
52
gundo. Los modelos libres pueden o no contener
enunciados de ley. En cambio los modelos ligados
contienen proposiciones de este tipo pcrqué son
generados especificando teorías, es decir, enrique-
ciendo estasúltimas mediante suposiciones
espetia-
les. Por ejemplo, dada una teoría general de la
La economía política contemporáneatiene algu-
nas teorías,tales como la teoría neoclásicadel equi-
librio, y numerosos modelos, tales como los mohe-
los linealesde producción. (Véase los Apéndices 3
y 4.) Sin embargo, a veces se ha disputadola posi-
bilidad misma de construir tales sistemas
hipotético-deductivos, o al menos la posibilidad de
que sean verdaderos en algún sentido. Una obje-
ción comúrr es la que puede denominarserománica
y reza así: oNo puedes capturar al hombre con un
puñado de fórmulas, porque no hay dos seres hu-
manos idénticos y porque todos cambiamosde con-
La respuestabreve es que todas las cienciasfác-
ticas y técnicas enfrentan la rpisma dificultad en lo
que respecta a la variabilidad y mutabilidad indivi-
cuanto a la mensurabilidad,al par que algunaspro-
piedades de un sistema económico son en efécto
cualitativas -o en todo caso aún no han sido cuan-
tificadas- la rnayoría son cuantitativas.(Más aún,
la economía política podría definirse como la cien-
cia social que se ocupa de las propiedadescuantita-
53
tivas de los sistemas económicos, tales como nú-
meros de personas empleadaso desocupadas,can-
tidades de bienes producidos, intercambiados o
consumidos, etc. En cambio, la llamada ciencia de
la administración enfoca su atención sobre las pro-
piedadesestructurales de los sistemaseconómicos,
aunque sin descuidar las cuantitativas.) Además, la
predictibilidad no es una propiedad intrínseca del
asunto de una teoria, sino una propiedad de la
última. Finalmente, en todas las ciencias, incluso
en física, debemos tolerar predicciones impreci-
sas de la forma <Eventualmente X aurnentará (o
disminuirá, o fluctuará)".
Ltrego viene la objeción globalista (u holista):
"Donde
todo depende de todo lo demás, corno en la
economía, habría que conocer el todo para poder
conocer la parte. Puesto que esto es imposible, no
se puede modelar la economía." p6p11ca:Esta ob-
jeción sereducea observarque la economíaconstituye
un sistemay, más aún, un sistemafuertementeaco-
plado a otros sistemas(la política y la cultura de la
misma sociedad,así como otros sistemaseconómi-
cos). Pero todas las cienciasy técnicasse ocupan.
máso menosexitosamente,
de sistemas;yno lo hacen
ignorando su estructura, sino descubriéndola.Si la
cosa A está fuertemente acoplada a la cosa B, el
teórico puede adoptar alguna de estas estrategias:a)
estudiarel sistemacompuesto porA y B, o b¡ mode-
lar A (o bien B) y dar cuenta de sus interacciones
conB (o con A) en términos de variables exógenas.
En cualquier caso las interaccionespueden tratarse
exactamente. La objeción globalistavale solamente
en este respecto: todo tratamiento de la economía
como si fuese un sistema autónomo está destinado
al fracaso. Pero esto no imposibilita la economía
política; sólo le impone que incorpore variablesbio-
lógicas, culturales y políticas como variables exó-
genas.
La tercera objeción que se hace frecuentemente a
54
menos que se tenga alguna hipótesis,como lo ob_
servara Darwin hace tiempo. La recolección de da-
tos y la formulación de hipótesis van de la mano en
lugar de sucederseen todos los casos. Además,
las teorías no se forman destilando datos. sino for-
mulando, ensayando e interconectando hipótesis.
Lo que está mal no es usar hipótesis y extraer
conclusiones de ellas, sino exigir que todas las hi-
pótesis sean superficiales, tolerar contradicciones
entre ellas, forrnular conjeturas incomprobables,y
aferrarse a hipótesis que han sido repetidamenté
refutadas. Como cualquier otra ciencia, la econo-
mía política debe escoger una vía intermedia entre
el apriorismo (que prescinde de la experiencia)y el
empirismo (que prescinde de la teoría). Desgracia-
damente, una fracción excesiva de la ciencia eco-
nómica consisteen recolectar datos, tales como los
que acumulan las oficinasestadísticas,o en especu-
lar acerca de fántassras tales como el mercado
competitivo y el consumidorracional. (Como dijera
Leontief 1966,pág. a3, la economía
"adquirió muy
tempranamente en su desarrollo la actitud y los
modales de ias cienciasempíricasexactassin haber
pasado por la dura escuela de la investigaciónfác-
tica directa y detallada".)
Finalmente, la objeción voluntarista a la teonza-
ción y modelización reza como sigue: ..Las socie-
dades son regidas por reglas, no por leyes, y las
reglas, así como su rechazo, son obra nuestra.por
lo tanto no es posible construir modelos económi-
55
cos a semejanza
de las cienciasnaturales.
Debemos
abandonartoda tentativa de construir modeloseco-
nómicos, y tratar los sistemaseconómicos,de la
firma a la nación, día a día. La intuición y la expe-
riencia deben prevalecer sobre la teoría: debemos
ser pragmatistas,
no racionalistas."Creo que esta
objecióncontieneun grano de verdadjunto con un
montón de falsedadespeligrosas.El grano de ver-
dadeséste:Cualquierteoríaeconómica
que tratela
economíacomo un sistemanat'¿ralo una máquina
autorreguladora,
que funcioira según"leyes de hie-
rro>),es falsa porque ignora la existenciade reglas
junto a las leyes.(Recuérdese
el cap. 3.) Esto vale
para todas las teoías clásicas(incluyendola de
Marx) y neoclásicas,así como para ciertas teorías
contemporáneastales como la ..economíafisioló-
gica" de Georgescu-Roegen
(1978). Sin embar-
go, las reglas, en particular los reglamentosesta-
tales, no constituyen un obstáculo a la teoriza-
ción. En efecto, las reglas pueden incluirse en
un modelo matemático a modo de vínculos
(o restricciones). Semejante modelo permitirá
formular predicciones mientras valgan las ecua-
ciones (o desigualdades),
o sea, en tanto que
los agentesrespeten las reglas. Cualquier cam-
bio en las reglas básicas obligará a modificar
el modelo. Volveremos a este punto en el capí-
tulo 6.
Los más ambiciososde todos los modelos en
ciencias sociales son, desde luego, los modelos
mundiales.Hay por lo menosseisde ellos: cuatro
modelosdescriptivos
y dosnormativos(losde Bari-
loch.ey Japón).En tanto que algunosde ellos (en
particular Límites al Crecimiento) son primordial-
menteespeculativos,
otros (enparticularel Modelo
Mundial de las NacionesUnidas) están llenos de
datos; y mientras algunosde ellos contienenunas
pocas variables,otros involucran muchas. Todos
ellos han sido criticados severamente
(cp. Nord-
56
haus
.1973 y Cole l97B), al punto de que pocos
especialistasconservan fe en ellos.
)/
)ó
CAPITULO 5
POLITICAS ECONOMICAS
En la vida real los economistas suelen ser, no
sólo estudiosos de la economía, sino también con-
sultores, planeadores, e incluso administradoreso
políticos. Esta acumulación de funciones en una
sola persona no debe hacernosolvidar la distinción
clásica entre la econontía positiva, o el estudio de
los sistemaseconómicos,y laeconomía normativa,
o la formación de políticas y planeseconómicos.La
primera es una ciencia básica y la segunda una
ciencia aplicada o, mejor, una rama de la técnica
social, junto con el derecho y la pedagogía. (El
nombre neconomía positiva>)no es del todo ade-
cuado, porque la economía política básica incluye
también lo que pudiera llamarse ..economíanega-
tiva", o sea, la crítica de los sistemaseconómicos
existentes, y cuyo modelo sigue siendo El Capital
de Marx.
"Básica> o <<pura>
Son calificativos más
adecuadosy conformes a la distinción entre básico
y aplicado que se hace en todas las demás cien-
cias.)
La economía norrnativa o aplicada se llama tam-
bién "economía política", nombre que sugiereque
se trata de una fusión de la econcmía básicay de la
politología. Desgraciadamente,esta sugerenciaes
falsa: si bien algunos economistasprestan atención
a los factores políticos, no aprendende la politolo-
gía, la que a su vez se venga ignorando tanto a la
economía como a la ciencia económica. Este hecho
es tanto más extraño por cuanto la politología mo-
derna nació precisamente en la época en que el
_59
sistema político se ligaba más estrechamente que
nunca al económico (Skidelsky, 1977).
La economía normativa, como cualquier otro
campo del conocimiento, se distingue por una pro-
blemática propia. Los problemas que enfrentan sus
cultores son problemas económicos, tales como el
de la estanflación(o inflación acompañadade deso-
cupación). Esto parecería obvio, pero no lo es,
porque no hay problemas puramente económicos
(V. Robinson and Eatwell 1974). Lo quc común-
mente llamamos <problemas económicos>>
son pro-
blemas,sociales multidimensionales que involucran
no sólo la economía, sino tarnbién la política y la
cultura, y ello simplemente porque cada uno de és-
tos es un subsistemade la sociedaci(Bunge, 1979b).
Por ejemplo, puede argüirseque no habría estan-
flación si: a) todas las corporacionesinvirtieran sus
gananciasen el país en lugar de hacerlo en el exte-
rior (como lo hacenlas compañíasmultinacionales);
á/ los gobiernos no imprimiesen dinero o contrata-
sen empréstitoscon el sólo fin de seguir la carrera
armamentistao de rnanteneruna burocracia gigan-
tesca y parasitaria, c) los sindicatos obreros no
lucharan por proteger el nivel de vida de sus afilia-
dos; y d) el público se educara para resistir las
tentaciones del consumismo. (Véase Davidson y
Weintraub, 1973, y Wiles, 1973).
Ahora bien, si todo problema económico no es
sino un componente de un problema social multi-
dimensional,está claro que no puede tener solucio-
nes puramenteeconómicas.En particularel moneta-
rismo no puede curar la inflación porque prescribe
tan sólo un remedio fiscal, a saber, el control de la
Casa de Moneda, para curar un complejísimo pro-
blema social.
Obsérveseque no niego la posibilidad de la cien-
cia económica. (Recuérdeseel Capitulo 4.) Puede
haber modelos (casi) puramente económicos, tales
como un modelo para explotar una rnina de cobre,
60
Acabamos de toparnos con la moral, ausentede
61
it
%
la economía positiva, pero central, aunque a .me-
nudo subterráneamente, en la economía normativa'
(Para la centralidad de los valores en investigación
social aplicada véase Myrdal, 1969') En efecto, el
diseño de una política económica no es un mero
tecnicismo económico a la par de, digamos, la con-
fección del presupuestode una firma' El diseño de
políticas económicas involucra, o debiera implicar,
un modelo de la sociedad íntegra, así como un
conjunto de valores Y objetivos.
Este aspectode la cuestión resaltaen el contraste
entre las políticas keynesianas(o fiscales) y mone-
taristas. Tanto el finado lord Keynes como el pro-
fesor Friedman han defendido al capitalismo. Pero,
mientras el primero queía darle un rostro humano,
el segundo parece querer que recupere los rasgos
lobunos que tenía antes de Bismarck. Keynes es-
taba motivado no sólo por una visión menos unila-
teral de la sociedad sino también, y qluizáprimor-
dialmente, por el horror que sentía por la guerra y
por su compasión para con los desocupados.(Más
aun, relacionabala guerra con el desempleo, soste-
niendo que éste último incita a la competencia co-
mercial internacional, la que a su vez puede dege-
nerar en guerra: véase Klein, 1947.)No se nota tal
horror por la guerra, ni tal compasión por los deso-
cupacios,en los escritos del profesor Friedman y
sus
"Chicago
boys", quienes insistenen que es ne-
cesario que haya una <tasa natural de desempleo"
para mantener bajos los salarios y los precios
(Friedman, 1968).
Hay, por supuesto,una variedad de tipos de polí-
tica econónrica,pero todos ellos comparten ciertos
aspectos metodológicos que trataremos de poner al
descubierto. Los tipos principales son el libera-
lismo, el intervencionismo, y la planeación central.
El primero no recomienda política alguna: reco-
mienda la inacción. Fundamento teórico: la econo-
mía es una máquina (o un organismo) auto-
62
EJ segundotipo de política, el intervencionismo,
se da en diversas variedades,des(e una compren_
siva política fiscal destinadaa estibirizar ra eóono-
mía, hasta las políticas escandinavasdestinadasa
disminuir la inequidad. Fundamento teórico: Ia
mrcos, es menestercontrolar la economía.(El mo_
Vemos entonces que toda política económicase
funda sobre algunadoctrina económica y algún sis_
63
tema de valores y normas. A su vez, un plan eco-
nómico específico se funda sobre una política eco-
nómica junto con un modelo de un sector econó-
mico o de la economía (o, mejor, de la sociedad
íntegra), así como datos más detallados. En resu-
men.
POLITICA : TEORIA+ DATOS+ SISTEMADE VAL)RES
PLAN : POLITICA+ MODELO+ DATOS
de donde:
PLAN : TEORIA+ MODELO + DATOS + SISTEMADE
VALORES
Parece razonable estipular que un plan se deno-
mine científico si, y sólo si, descansasobre a) teo-
rías, modelos y datos científicos, así como á) un
sistema de valores y normas compatible con el co-
nocimiento científico del día. El fracaso de cual-
quiera de estos componentes da como resultado
inevitable el fracaso de la totalidad a un enorme
costo social. En particular, una teoría económica
falsa, o un código moral anacrónico (y, por tanto,
imposible de poner en vigencia), arruinará el plan
económico diseñado con el mayor cuidado.
El individualismo extremo, sea en economía o en
ética, es un buen ejemplo de lo que se acaba de
añrmar. No puede tener éxito a la larga porque la
sociedad es un sistema del cual la economía no es
sino un subsistema, y el mantenimiento de todo
sistema exige alguna cooperación, sea deliberada,
sea involuntaria. (Es verdad que et individualismo
no excluye la solidaridad, pero la limita a los
miembros de la misma clase social: es trorizontal y
defensiva, no integral y altruista.) Además, los sis-
temas artificiales, tales como la economía, la polí-
tica y la cultura, requieren algún control o méca-
nismo de regulación.
Otro buen ejemplo de una mala política social es
el economismo, o la creencia de que la economía
64
POLITICA
BIOLOGICA
POLITICA
POLITICA
POLITICA
CULTURAL
POLITICA
ECONOMICA
El Tercer Mundo tiene alguna experiencia con
planeadores económicos que ignorañ lus compo_
VALORES
&
I'JORMAS
65
nentes no económicas de la sociedad, así como el
sistemade valores y normas inherentes a la misma.
La mayoría de los planes de desarrollo concebidos
para dichos paísesse deben a economistas que han
ignorado las circunstancias y los valores cuiturales
y políticos, y han sacrificado deliberadamente las
necesidades culturales y las aspiraciones políticas
del pueblo para alcanzar un único objetivó a todo
costo, sea la industrialización, sea Ia éstabilización
mente por la CEPAL, que él creara y animara du_
rante tres décadas. (Véase el apéndice 5.)
sociedadíntegra y, por tanto, no puede tener éxito
de desarrollo, en las que las únicas fuerzas motrices
eran la fracción del producto interno bruto dedi_
cada a la inversión, y las importaciones de capital,
66
67
CAPITULO 6
EL MONETARISMO
El monetarismo es la política económica neolibe-
ral según la cual todo cuanto hay que hacer para
conseivar la salud de la economía es controlar la
oferta de dinero. o sea, la impresión de billetes de
banco y el crédito bancario (Friedman 1963, 1968,
1980).inevitablemente, el monetarismo recuerda a
otras panaceas: el agua de alquitrán, la manipula-
ción de la columna vertebral, y la sangría, espe-
cialmente esta última. Se recurre a é1, como a la
brujería, cuando los dernásrernedios parecen fallar'
Y, óomo la brujería, se lo adopta con fe, no sobre la
base de una téoría comprobada y de estadísticas'
Los gobiernos conservadores, e incluso algunos
gobiernos liberales, adoptan el monetarismo por
dos motivos: por su sencillez y porque da la casua-
lidad de que fávorece a los adinerados. La sencillez
del monetarismo es tal, que el Presidente Reagan
ha dicho del manifiesto de los Friedman, Libre para
elegir (1980), que es "soberbio". Que el monefa-
risino favorece a los ricos, fue confesado por David
Stockman aAtlantíc Monthly en diciernbrede 1981.
Ese señor debe saberlo, puesto que es el director
de Presupuestosy principal ejecutor de la llamada
reaganomía en el gobierno del Presidente R'eagan'
Es igualmente comprensible que el rnonetarismo
atraiga a los polítióos reaccionarios, puesto que
predica el desmantelamiento del Fstado benefactor,
ásí como la irresponsabilidadsocial de los empresa-
rios. (La única responsabilidad social de los diri-
gentes de empresa sería ..hacer tanto dinero para
68
sus acclorustascomo puedanrr:Friedman 1962,pé+
gina 133.)
que subyace al monetarismo es la teoría del mer_
cado libre propuestapor Adam Smith en 1776:es la
poner a prueba dichas premisas para averiguar si
son verdaderas:'lo sean o no, las cosas suceden
conTosi lo fuerarr. Este truco metodológico es tan
célebre que se lo ha bautizado ola coniorsión F,
(the F-Twist: Samuelson, 1963). (para una crítica
69
cp. Rosenberg 1976, y para una defensa tibia, cp.
Boland 1979.)
Pero la contribución más importante del profesor
Friedman a la fundamentación teórica de la política
monetaristaes su ...armazónteórica para el análisis
monetario" (1970).Tiene razón en llamarlo "arma-
zón teórica", y sería aún más correcto llamarlo
<programade una teoría", o <<pagaré
teóricoo, por-
que no es una teoría propiamente dicha. En efecto,
este sistemaconceptualcontiene tres símbolosfun-
cionales totalmente indeterminados (f g y l), de
modo que las fórmulas en que éstos aparecen son
enunciadosvagos del tipo ..I/ es algunafunción/de
X,,. Toda la política económica que recomienda
Friedman está, pues, basada sobre un programa
para una teoría, no sobre una teoría formulada ex-
plícitamentey comprobada empíricamente. Siendo
un programa (que alguien debiera ejecutar) es inca-
paz de explicar o predecir nada. (Para otras críticas
cp. Gordon 1970.)
Quien deseeexplicar el funcionamiento del siste-
ma monetario, así como su descompostura (infla-
ción y estanflación),deberá construir una teoría pro-
piamente dicha del mismo, no meramente un pro-
grama para una teoría. No podrá satisfacerle una
teoría cualquiera, sino tan sólo una teoría conlpro-
bable y que no trate al sistemamonetario como autó-
nomo, ni menos aún como primer motor de la eco-
nomía, sino que, por el contrario, incorpore fac-
tores no monetarios, taies corno la organización de
la empresa,los gastosimproductivos (principalmen-
te en armamentos), y las expectativas(no siempre
racionales)de productoresy consumidores.
Más aún. las economías de las naciones desarro-
lladas necesitanuna teoría diferente de las adecua-
das a las naciones en vías de desarrollo. Así, por
ejemplo, en los países desarrollados un factor im-
portante de estanflación, amén de la carrera arma-
mentista, es que las empresasoligopolistas disminu-
70
yen la prcduccióny el empleo, no los precios,al dé_
caer la demanda (lo que refuta la teoría del con_
de la capacidad de producción. (Véase Olivera.
1980y Fernández-Pol,1982para alternativaslatino_
americanasa la seudoteoríamonetarista).
.,Lor.monetaristasno tienen una teoría de la infla_
caso lo opuestoes verdadero,a saber,que la velo-
cidad a que un Gobierno imprime dineio está de-
terminada por la diferencia entre los gastos y los
ingresosdel Estado. Si ios primeros eiceden a los
segundos,el Gobierno imprime dinero o lo toma
prestadoa fin de cumplir sus obligaciones;sólo un
presupuestoestrictamenteequilibradoda como re_
sultado la velocidad nula de oferta de dinero.
Ahora bien, en un Estado benefactorel egreso
(E) es una función lineal creciente de la tasa de
desempleo,porque el gobierno paga compensacio-
nes salariales.En cambio el ingreso (R) es una
función lineal decreciente del desempleo, porque
los ciesocupados
consumen poco y apenas pagan
impuestos.El resultadoes que la velocidadI,I a la
que el gobierno imprime dinero, o lo toma pres-
tado, depende linealmente de la tasa U de desem-
pleo. En resumen,el desempleocausa inflacíón, la
que a'su vez aumentael desempleo.Se trata, pues,
de un ciclo de retroalimentaciónpositiva. Dicho en
símbolos, [4:E - R, E:a *b(J, y R: c - cJ(J,
71
de donde lul : a - c + (b + d) U, donde a, b, c y d
son números reales positivos. (En un Estado no
benefactor,¡, :0.) Por tanto lV :0 si, .r'srílo si,
u : ( y L/ :0. Véase Ia figura 5. Aunque este
Figttrtt5. La desocupación
causainflación. La tasa M de impre-
sión de monedaes una función crecientedel desempleo.
crudo modelo lineal (y libre) del proceso inflaciona-
rio parece bastante evidente y de acuerdo con los
datos, no ha sido tenido en cuenta por los moneta-
ristas.
En cuanto al fundamento estadísticodel moneta-
rismo, se reduce a ciertas correlacionesinterpreta-
das como relaciones causales. Así, por ejemplo,
según Lucas (198C),los datos sobre la economía
norteamericana para el período 1953-
1977 confir-
man las hipótesis de que una determinada tasa de
cambio de la cantidad de circulante induce: c) un
cambio igual en la tasa de inflación de precios, y á)
un cambio igual de las tasas nominales de interés.
En verdad todo lo que muestran sus datos es una
correlaciónpositiva, no una relación causal. Lucas
72
no ha estudiado los mecanismos que subyacen a
esta correlación. La mayoría de los economistas
sospechan,con razón, que dichos mecanismosson
procesos socialescomplejos. Después de todo, el
dinero es un termómetro de la actividad económica
más que la actividad misma.
Pero incluso esa confirmación estadística es
cuestionable. Modigliani (1977) estudió aproxima-
damente el mismo período en los EE.UU., bus-
cando trechos en los que la oferta de dinero cre-
ciese bastante lentamente. Encontró dos períodos
de este tipo, de comienzos de 1953 a la primera
mitad de 1957, y de l97l a 1975. Estos períodos
resultaron ser los más inestablesde todos: com-
prendieron la contracción de 1954,la recuperación
de 1955,la nuevarecesiónde 1958,y la de 1973-75.
La conclusiónes evidente: <nuestrosperíodosmás
inestableshan coincidido con períodos de estabili-
dad monetaria relativa> (pág. 12). Esta conclusión
se ve reforzada por las estadísticasmás recientes.
La recesióneconómicaen los EE.UU., eue duró de
1978 a 1983, fue acompañadaprimero de una res-
tricción y luego de una reducción del volumen de
dinero circulante o Ml; la reducción fue aún más
drásticaen Canadá, donde la crisisfue todavía másgra-
ve. (Los cambios relativos del volumen de Ml en los
EE.UU. han sidode 1,0por 100,2,3 por 100,0,8por
100,-0,9 por 100,-1,6 por 100y -3,8 por 100en
los años 1976a 1982,respectivamente:
IMF, i982,
p. 202.) Por supuestoque el monetarista invocará
choques exógenos para justificar el fracaso de su
política. Pero ésteesprecisamente
el quid de la cues-
tión: la severidadde ia inestabilidad atribuida a ta-
les choques muestra que la economía no es un siste-
ma sellado y a prueba de choques. Y, puesto que
no lo es. es preciso estabilizarlo mediante vigoro-
sas medidas fiscales o incluso planeación central.
Prebisch (1981a) ha mostrado elocuentementeque
esto vale, muy particularmente, para América La-
DESCCUPACION
IJ
librios de la economíamundial (IMF, 1982).Por aña-
didura, Hahn (1983) exhibió un modelo en que se
prod.uceinflación (a pesar))de mantenerseconstante
ia cantidad de dinero. En resumen, el monetaris-
mo hace agua Por todas Partes.
Los holandeseshaq venido practicandocon éxito
la planeacióncentral desdeque perdieron sus colo-
nias, y tanto Leontief como Galbraith la recomien-
dan para salir de la estanflación. I-a libertad eco-
nómica -la libertad de emplear y despedir, de lra-
bajar o no trabajar, de comer o no comer- no
puede ser el objetivo del 90 por 100de la población
en ningún país del mundo. Para ellos la libertad
económica, no la planeación, es "el camino de la
servidumbre>, porque involucra incertidumbre en
el mejor de los casos y hambre en el peor. Fara
ellos el dilema no es libertadversltsplaneaciónsino
planeación autoritaria versus planeación democrá-
tica: entre planeacióntiránica, rígida, burocrática y
por tanto enajenante,por una parte, y planeación
participativa, plástica, descenfralizada,y por tanto,
a la larga, eficiente, para lo cual debe fundarse
sobre una política científica y humanista. Para bien
o para mal, esta elección no es materia técnica qLre
sólo los expertos en economía política puledento-
car, sino de elecciónpolítica por el público. (Véase
Prebisch l98la para una original síntesisde libera-
lismo y socialismo.Para una historia crítica de las
controversias en torno a la planeación, véase Nien-
haus 1984.)
No diremos más acerca de la miserable funda-
mentación teórica y empírica del monetarismo. En
cuanto a las filosofias morales, socialesy políticas
que lo basan, son esencialmentelas del liberalismo
74
económico, o sea, el individualismo.(VéaseHayek
1949 para una lúcida formulación del individua-
lismo.) Esta doctrina se reduce a los sigüientes
principios: a/ egoísmo (<Cada cual para sí>), -bl
darwinismo social ("Sólo los mejor adaptadosso-
breviven y merecensobrevivir la competenciaeco-
nómica"), y c') liberalismo político (netamentedis-
tinto de la democracia).En mi opinión el primero
no es sólo despreciablesino también ineficaz (ex-
cepto en rasgar la tela de la sociedad),ya que la
vida en sociedadexige un módico de altruismo y
cooperación.También daremos por sentadoque el
darwinismo social ha sido refutado hace tiempo,
aunque sólo sea porque:r¡) en la vida real fracasan
muchas empresassólidas al par que triunfan mu-
chas aventurasalocadas,y b) la "dura disciplinadel
mercado" moldeano sólo líderessino también esta-
fadores y opresores.
En cuanto a la asociaciónentre la libertad eco-
nómica y la política, parece que no es sino una
correlación temporaria tomada por relación causal
permanente.En efecto, aunque el laissezfaire eco-
nómico ha estado vinculado a las libertadesp-olíti-
cas en cuatro naciones(los PaísesBajos, Gran Bre-
taña, Franciay los EE.UU.) entre 1750y 1850,esta
asociaciónno vale hoy día en ninguna parte, aun-
que sólo sea porque los monopolios y Ia interven-
ción estatal han matado a la libre empresa. Más
aún, el mantenimientoexitoso de la libre empresa
sin cortapisasexigiríaun gobiernoautoritariolisto a
reprimir cualesquieraamenazasa la libertad eco-
nómica, talescomo las que planteanel movimiento
obrero, los partidos políticos que propugnanla na-
cionalizaciónde los serviciospúblicos y los recur-
sos energéticos,e incluso el movimiento coopera-
tivo. Como dice Prebisch (l98lb),
"los
principios
neoclásicossólo pueden aplicarsebajo un régimen
de fuerza".
En las nacionesindustrializadas
las políticas mo-
75
netaristascausan la destrucción de las industrias
manufacturerasy de los servicios sociales, lo que
aumentala pobreza, la que fomenta el descontento,
el que a su vez invita a la represión. En las nacio-
nes del Tercer Mundo la represión posibilita la apli-
cación de políticas monetaristas, las que aumentan
la miseria, la que genera insurrecciones,las que a
su vez provocan una represión más intensa. No es
de extrañarentoncesque el liberalismoeconómico,
y en particular el monetarismo, se haya convertido
en todas partes en una ideología de extrema dere-
cha y una amenaza a la civilización. Un caricatu-
rista mexicano lo expi:esócomo sigue. El guía de
un museo de pintura va anunciando:
"Este cuadro
pertenece a la escuela del Giotto, este otro a la
escuela neoclásica, y el de más allá es un buen
representante de la escuela impresionista,,. y,
apuntandoa una villa miseria (o ciudad perdida, o
barrio callampa, o villa Friedman) que se ve a tra-
vés de la ventana, informa: ..En cuanto a ése, es
típico de la escuela de Chicago."
La manera en que obran las políticas monetaris-
tas en los paísesen desarrollo y en estado de infla-
ción es la siguiente:Se frjan las tasasde cambio (en
particular el precio del dólar), se levantan las barre-
ras aduaneras y se restringen los créditos banca-
rios. Al comienzo las dos primeras medidas no tie-
nen efectos apreciables, pero la tercera afecta de
inmediatoa las empresaspequeñasy medianas.que
se ven en figurilias para financiar sus operaciones.
Muchas de ellas termiúan por quebrar en conse-
cuerrcia.Esto tiene como efecto una Cisminución
del ernpleoy del consumo y una retracción econó-
mica. Al principio las grandes empresas se benefi-
cian con las quiebras de las pequeñasy medianas,
pero al poco tiempo también ellas empiezan a sufrir
debido a la disniinucióndel consumo que acompaña
a la desocupación.
Mientras tanto la inflación sigue, o al menos no
76
ha disminuido apreciablemente.
Llega un momento
en que lo único barato en el país es el dólar. A
partir de este momento empiezan a actuar los dos
primeros exorcismos monetaristas,es decir, la es:
tabilidad de las divisas extranjerasy el libre cambio
exterior. En efecto, las mercanciasnacionalesestán
tan caras que el público prefiere las importadas,por
ser más baratas y acaso también de mejor calidad,
o por lo menos de mayor prestigio. La consecuen-
cia es la destrucciónde la industria nacional.Este
resultado de ia política monetaristatiene tres bene-
ficiarios: las economíascentrales (en particular la
norteamericana),los importadores (y ex contraban-
distas) y los sectorespolíticos que deseanla des-
trucción de los sindicatosobreros. La gran víctima
del rito de sacrificiomonetaristaes la nación. cuvo
gobierno ha adoptado la ideología importada de
Chicago.
En resumidas cuentas, toda política económica
se funda sobre una teoría, un cuerpo de datos y un
sistema de valores y normas; y todo plan econó-
rnico se basa sotrreia política económicajunto con
un modelo económico, así como más datos. Las
políticas y los planes son científicos en la medida
en que lo son sus componentes.De lo contrario no
sonLcientíficosni tienen la posibilidadde triunfar.
El monetarismo es un paragón de política econó-
mica anticientífica,porque se funda sobre: ¿) un
modelo rrnidimensional(puramente econórnico)de
la sociedad, b) una teoía econórnica anacrónica
llena de hipótesisno comprobadaso falsas,c) aná-
lisis estadísticos
que, en el mejor de los casos,sólo
exhiben correlaciones,y d) un sistemaanacrónico
de valores y de principios morales inhumanosque
sólo pueden destrozar el orden social. por consi-
guiente hay razones de todo tipo, en particular
científicasy morales, paÍa luchar contra el moneta-
nsmo.
¿Qué vía queda si el keynesianismoencuentra
77
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Análisis crítico de las teorías económicas convencionales

  • 1. *r FJ $l t l: l d.l1 t; i ".! # ii * 1 I MARIO BUNGE Foundations & Philosophy of Science IJnit, McGill Universitt, Mon¡real ECOIVOMIA Y FILOSOFIA PRESENTACION DE RAUL PREBISCH Contisión Econónic'. p'ra Anúricu Latin. ,e l..t tactones (Jnidas SEGUNDA EDICION H# $tr PRESTA Á00MICru0
  • 2. Diseño de cubierta: J. M. Domínguez y Impresión de cubierta: Gráficas Molina J. SánchezCuenca INDICE Pnes¡NrncróNo¡ Rnúl Pn¡srscH Pnoloco A LA sEGUNDA EDrctoN Png¡ncro INrnoouccróN.... l. Ei ¡,suNro DE LA ECONOMIA pol-trlcA 2. Coucrpros ECoNoMrcos 3. GeN¡nRLTzRCIoNES ¡co¡¡ólrrcas 4. Teonins Y MoDELos ECoNóMrcos 5. Polirrcns ECoNóMrcAS 6. El voN¡rRnrsilro . 7. T¡onÍn Y REALTDAD 8. ¿CreNcl,+osEMrcrENCra?... 9. ¿Quo veors? ApÉNnlc¡ l ExHrsreNbo Los REFERENTES . ApÉNorce z. L¡ves Y REGLAS AprNorcr 3 TEoRiA DEr cRECTMTENTo ApÉNorcE q Mop¡lo LTNEALDE pRoDlrccroN Ap¡Nolc¡ ¡ CoNcepros DE DESARRoLLo BrsLrocRRnÍA . . . Filfr $E PRESTA A}'.t-HIfItIÜ Ptí5. fl g2,9 P,7 c 9 t7 2l q ltl fl i 1." edición:1982 2." edición:1985 /) ECOF{*f,,{lA Reservados todoslos derechos. Ni la totalidadni partede estelibro puedereproducirseo transmitirsepor ningún procedimientoelectró- nico o mecánico,incluyendofotocopia, grabaciónmagnéticao cual- quier almacehamientodeinformación y sistemade recuperación,sin . permiso escritode Editorial Tecnos,S. A. O by Manro Br-;Nce EDITORIAL TECNOS, S.4., 1985 O'Donnell, 27 . 28009MADRID ISBN: 84-309-1165-0 DepósitoLegal: M- 18223-1985 23 25 3¿ 39 5l 59 68 79 l0l n2 ll5 l16 I l8 t20 t23 t27 Printed in Spain. Impreso en Españapor GAMA, S. A. Tracia. l7 - 28037Madrid
  • 3. .q,l Fi ? ,' r & t PRESENTACION Ha sido para mí una grata -rorpresa que Marío Bunge me sugiríera escribír la introduccíón a este pequeño libro. Filósofo eminente, se ha dejado lle- var por su vasta curiosidad intelectual al campo de la ciencia económica o, más bien dicho, de lá oasí llamada ciencia económica>, como me hc dado en decir frecuentemente. Y ha escrito este libro muy provocativo. Llega en muy buena oportunidad y nos será de gran ayuda a los economistas que, como en mí caso, rechazan los artículos de fe del pensamiento convencional. El doctor Bunge aruemeteresuelta- mente contrs las teorías clásicas y neoclásicas,sin que escapen a su análisís crítico las concepciones marxistas. Pero es a las neoclásicas a donde se díríge preferentemente. Como he recordado más de una vez en los últi- mos tiempos, yo he sido un firme neoclásico en mi juventud. Sin embargo, Ia gran depresión mundial me hízo comenzar una obra de desmantelamíento. De haber sido esa depresión un simple descenso cíclico pude haber recordado, sin compartirlo, desde luego, una afirmación de un profeior mío, neoclásico al extremo, quíen decía sentenciosa- mente: " Las crisis cíclicas eliminan inexorabie- mente a los menos aptos, a los ineficientes, Io mismo que un invierno muy severo termina con los tuberculosos. Formas crueles -agregaba-, pero muy eficaces de saneamiento.)) Bien sabemos que la gran depresíón eliminó a muchísimos sanos en todo el mundo. Yfue necesa- ria la gran obra de Keynes, que Mario Bunge ad- 9
  • 4. m¡ra, para comprender la índole de estefenómeno y decídir contiarrestarlo con nuevas iáeas, muy audaces en aquellos tiempos. Tardé bastante tiempo, sin embargo, en llevar mi tarea crítíca al punto avanzado en que hoy me encuentra. Quienes esperábamos en la Américu Latina, llevados por el razonamíento neoclásico, que el desaruollo económíco intpulsado por la in- dustrialización iría estrechando progresivamente las grandes disparidades en la distribución del in- greso, tuvímos que reconocer lo contrarío frente u la evídencia de los hechos. pero en vano pudimos encontrar una explicación valedera de este fenó_ meno a la IuZ de las enseñanzasneoclásícas. Más aún, no hay una teoría económica que permita explicar los fenómenos globales del ctisa_ rrollo, ni de esas crecientes dtsparidades sociales, salvo en lo que concierne a ciertas restriccionesdel libre juego de las leyes económicas y a las imper_ fecciones del mercado. ¿Qué hacer entonce,s? Al procurcr la respuesta, entro decididamente a un campo de amplia coirtci_ dencia con el doctor Bunge. Si la teoría económica resulta claramente ínsuficiente es porque ígnora la estructura social y sus mutacionesy las cambiantes relacíones de poder que emergen de todo ello. En su afliyt de asepsia doctrinaría, sus adeptos evitan cuidadosamente la influencia de elemeitos exópe_ nos. A mi juício, ni los elementos técnicos, potític-os, sociales y culturales son exógenos. Forman Darte integrante de un sistema y, como tales, tienen gran influencia en esGS, mufaciones y en las contrádic_ ciones que aparecen cada vez más en su funciona_ miento. La penetración del progreso técníco de los cen_ tros, en sus diversas manifestaciones, tierte un pa_ pel importantísimo en esas mutaciones de la es_ tructura social. La estructura social de la periferia es sumamente heterogénea y permite que el fruto l0 - del progreso técníco, de la creciente pr.oductividad que le acompañe, se concentre perioresde ia estructura sociar'írfi,íi'"::':; :h ry?f"t la mayorparte de los_idio, p;;;r;;;r;r. Ahí radica el fenólfno de apropiación del exce_ dente económic.o.Et sistema ]unciona ,fn griil", tropiezos mientras no hay fuLrzos que contrarres_ tan este poder de apropiación det'excedinii,")" donde sale, en últ.¡máinitancia., to orr^ii;;;;;;, capital reproductivo, cuyo cont'inuo crecimiento es esenciol a la dinámica del sístema. En otros t¿lm¡_ nos, mientras domíne,sincontrapesosel poder po-li tico y económico de los estratotrsuperiores, se de_ senvuelve la acutnulac_ión!, al m|smo tt"mpo,-'io sociedad privilegiada de consumo en tares "riroior. clásicos no admitieron ómeno importantísimo ues sosluvieron gue el colectividad por -el alza o;'r!'*:!:::,:r::o: ',: baja generctlde losprecios. ei Llegar "t ,iiiriro" o una posición de equiribrio-ro cual ,"chazi it i", tor Bunge como yo_, habría ,trropn)ir¡¿r"í" apropia.ciónempr.esarialdelfruto drt w;g;;r-, ,¿'r_ nico, sin otras disparídadei d¡stribui¡ro7;;""i;, correspondíentes a la aportación de to, aiiir"r",l, individuosal procesopioductivo. El excedentese retienedebido a la heterogenei_ enórrteno de expansión 'ntegrante del proceso de dentostr0r ert un Pues bien, en el avance de las mutacione., eJ_ lo el poder sindical y te de la fuerza de trá_ ,enuinamentey no en de democratización. I Capitali.rmo periférico _ Crisis y Transformación, Fondo de Cultura Económica, -México, l9ái. ' 1' q"or ll
  • 5. L¡L{ h': 'I t¡J^ fi k; ,$' ¡,-' ,:,]: t'^ i[, : É: '- É*. , ;. :l fr4 .i ;r . i,t + 4, *sí- !li' f 1+ "* .!4 ¡6i f*l ;.s + ,& i. "tt ,?j 4 E Ademós, comienza la tendencia a la hipertrofia del Estado, que se explíca en cierto ntodo por la pre' sión soclat y la propia dinámíca del Estado y el crecímiento de los gastos militares ' Y ese doble poder redistibutivo -de la fuerza de trabaio y del 'Estado-- se aontrapone cada vez más al poder de apropiación de los estratos superiores' Eita creciente confrontación no obedece a prin- cípio regulador alguno. Más todavía, el oumento del consumo privado y social de la fuerza cle tra- bajo y del consumo civil y militar del Estado, que resultan de esa confrontación, no se cumple a ex- pensas del consumo privilegiado de los estratos superiores, sino que se superpone a ese consulrto. Y, con el andar del tiempo, se va debilitando el rítmo de crecimiento del e.rcedentey de Ia ocLtnlu' lación de capital reproductivo (que hay que distin- guir del capital que no aumenta progresivamente la productividad y el entpleo). Así pues, la pugna dis- tribtttiva termina por reducir la rentabilidad de las empresas, con efectos adversos a la ocupación. Y la ctutoridadmonetaria, por más que se hayu preo- cupado de la estabílidad del nivel de precios, se ve obligada a ceder, creando el dinero necesariopara que el alza de las remuneraciones provenienfe di- recta e indirectamente de Ia presión redistributiva pueda traducirse en alza de precios y restablecer así la dinámica del excedente.Trátase de un nLtevo tipo de inflación, de inflación social, que suele complicarse con formas inveteradas de inflación. Y aquí entra en escena el inefable doctor Fried- man, que ha adquirido gran influencia en nuestro hemisferio sur. Mu¡, sencillo, nos dice este presti- gioso economista. Hay que frenar la creación de dinero por el sistema bancario. No interesa cual sea el orígen subyacente de este fenómeno, sino desbarc.tar el poder sindical y político de Ia fuerza del Estado y achicar las dimensiones del Estado. ¿Cómo hacer lo primero? Por Ia restriccíón cre- l2 ditícia, a fin de eliminar la plétora monetaria. Es el método de la sangría a que se refiere Mario Bunge. Y uno recuerda a aquel médico famoso'de una novela clásica que recomendaba esta operación para elíminar Ia plétora sanguínea: oQue el pa- cíente se debilitara cada vez mós, no importa, hay que proseguir tenazmente. En una de esas el en- fermo muere. Pero el médico no se perturba y frente a r¿r^sdiscípulos desconcertados exclama: ¡Qué lástima, de no haberse muerto el paciente habríamos comprobado la eficiencia de mi terapéu- tíca.t> Pues bien, la sangría monetaria llevafatalmente a la contracción de la economíay Ia desocupación. Y ha¡, que persistir hasta doblegar el pocier sindical y polítíco, de manera que puedan descender las remuneraciones y restablecersela dinámica del ex- cedente. Tal es el friedm.anismoen boga. Por cierto que en vctrios de nuestros países he- mos venido, además, usando un método mucho más expeditivo. Recurrir al poder militar del Es- tado para suprimir el poder de la fuerza de trabajo. Y en esta .forma se mantíenen las remuneraciones mientras se dejan que los precios oalcancen su propio nivelr. Pero no abominemos de Milton Friedman por este desenlace. ¿Acaso el poder redistributivo no significa una flagrante violación del juego de las leyes del mercado? Hay, pues, que recuruir a la fuerza para corregír esta grave desviación del sis- tema. Lo cual tiene tarnbiénla virtud de permitir el florecimiento del liberalismo económico a costa del proceso de democratización y del bienestar de grandes masas. No digo que la restricción monetaria haya sido íneficaz en otros tiempos para corregir las viola- ciones de las reglas del juego cuando se ha abu- sado del crédito privado; pero es absurdo pensar que pueda combatir la inflación de tipo social; el l3
  • 6. * problema es mucho más profundo. Y, a mi juicio, no se podrá resolver sin una transformación fun- damental en el régimen de dístribución del ingreso nuevo por devorarse a sí misma. Es tiempo que sociólogos y polítólogos proyecten también sus lu- ces sobre estefundamental problema. Mucho más habría que decir sobre todo ello, pero sospecho que Marío Bunge pudiera acusarme legítímamente de extralimitación frente a la es- cueta sobriedad de su libro. Pero basta lo que acabo de exponer para justfficar su crítica a la teoría y subrayar la necesidad de una tarea muy profunda de renovación. Renovación teórica no sólo en el ámbito de la macroeconomía dinámica a que me he venido refi- .riendo, sino a la microeconomía. Afirma sin amba- ges el doctor Bunge que varios de los supuestos sobre los cuales se funda aquélla, acerca de la conducta humana, no están de acuerdo con lo que la psicología y la antropología nos enseña. Su crí- tíca es incisiva y justifica aquí también un gran esfuerzo de renovacíón. Finalmente, Mario Bunge lleva su examen a los modelos econcmétricos. Acepta ciertos modelos parciales, pero duda acerca de los ntodelos globa- Ies. S¿¿ef;cacia es muy díscutible, sobre todo cuando se pretende que ses.ninstrumentos de pre- vísión. Concuerdo con él en que un buen modelo requiere ineludiblemente una buena teoría. Y una buena teoría no ha surgido como para enfrentar la grave crisis que el doctor Bunge encuentra con razón en el pensamiento económico presente. Intriga mucho comprobar que no hemos podido superar las teorías de hace más de un siglo. En l4 cuanto al neoclasicismo,yo creo que gravita enor- .memente el peso de los intereses que tienden a mantener el estado de cosas existentes. No me refiero solamente al desarrollo interno de nuestros países, síno a las relaciones Centro- Periferia en cuya complejidad no han penetrado en forma alguna las teorías neoclásicas. No recono- cen, por supuesto, la hegemonía de los centros ni Ia dependencía periferica; fenómeno político al que se superpone la superioridad técnica y económica de los centros. La teoría de la división internacional del trabajo y las ventajas comparativas tienenuna grtn validez lógica; pero ignoran las grandes diferencias estruc- turales entre los centros y la periferia que traen también grandes contradicciones en el desaruollo periférico. Diría sin vacilación que al perseguir sus propios infereses con vistas muy cortas, /os centros no se han preocupado históricamenteni se preocu- pan ahora de estímular a los países perifericos a qtte desenvuelvan sus ventajas comparativas'en el íntercambio Ce manufacturas, además de las tra- bas con que tropiezan las exportacionesprimarias. Tctles la dinámica del sistema internacionai. Este pequeño libro de Mario Bunge invita a una sostenida reflexión. Yo he tratado de subrayar mis primeras impresiones y me síento llevado a profun- dizar mi examen. Y celebro y agradezco que el autor nte haya invitado a su lectura. Mario Bunge, como yo, fuimos eliminados de Ia cátedra universítaría en momentos aciagos de nuestro país. Lo cual contribuyó a alejar nuestros caminos. Veo cthora con profunda satisfacción que se aventura en el campo de Ia economía, donde nuestros caminos llegan a encontrarse.Espero que siga trabajando en é1,desde su posicíón defilósofo y gran conocedor del método científico para des- cubrir esta compleja realidad en que vivímo,s. Ahora, si se me permite, un recuerdo de viejos { ú 4 1 * t5
  • 7. tiempos. El padre de Mario, el doctor Augusto Bunge, me ofrecíó su cordíal amistad en mis príme- ros años universitarios. ¿Cómo no habría de emo- cionarme el gesto de su híjo ilustre al recordar mí nombre? En su casa, que yo visitaba con frecuen- cia, conocí a Mario cuando empezaba a caminar. Augusto Bunge era hombre de gran talento y vísión universal, y tenía un papel eminente en el partido socialísta. En mi prímera conversacíón con é1,creo que en 1920, en la cual quedé fascínado, me pre- guntó qué pensaba de la plataforma del partido. Muchas cosas buenasy ofras que no lo son,le dije; entre estas últimas, el demandar el pago de sala- rios en oro (concepto muy neoclásico) para comba- tir la inflación. Me pidió inmediatamente un artícu- lo para la revista La Hora, que él dírigía desde la izquierda del partido. Fue mi primer artículo en que, posiblemente con pedantería juvenil, demos- traba que el oro también se había desvalorizado. Tambíén tenía Augusto Bunge una posición crítica acerca de este asunto y la publicación de mi artícu- lo le fue claramente recriminada por la jerar- quía. Cuando comprobé esta expresión de dogma- tisnto arrojé ol canasto mi solicitud de entrar al partído, que por coincidencia yo había firmado en ese mis¡no momento. Si para bien o para mal, no podría decirlo hasta ahora. ReuI PRBSIScH CEPAL (ComisiónEconómicapara América Latina de las NacionesUnidas) Washington, D.C., 16de febrerode 1982 PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION La crisis económicamundial no ha amainado en el curso de los tres años transcurridos desdeque apare- ció la primera edición de estelibro. En particular, las economíasde los paísesen vías de desarrollo(valgael eufemismo)han seguidodecayendo:su deudaexterior ha aumentado al punto de que en muchos casosseha vuelto impagable,y los preciosde susproductosde ex- portación han continuado bajando t. Se dirá que hubo dos excepciones:Japón y los EE.UU. Es verdadque la economíajaponesaha esca- pado casiincólume, graciasa que: a) estáreguladapor el gobierno, b) ha adoptado un régimen de participa- ción en las ganancias,c) ha seguidoelevandosu nivel técnico, y d) practica el proteccionismo al mismo tiem- po que invade el mercado mundial con productos de alta calidad a buen precio. Pero hay señales de que los socioseconómicosdel Japón no seguirántolerando esta relación asimétrica. En cuanto a la economíanorteamericana,esverdad que serecuperóen 1983.Pero el precio de estarecupe- ración temporal ha sido un aumento enormede la deu- da exterior y de la deuda fiscal. La economíanortea- mericana seha repuestono sólo graciasa una política de reconversiónindustrial que estárestringiendolos sec- tores tradicionales. sino también a las enormesinver- sionesextranjerasatraídaspor la estabilidadsociopo- lítica y las altastasasde interés.Esteremedio,lejos de curar el mal de fondo, no hace sino agravarlo a largo I Castro, Fidel (1983),Lo crisiseconómicay socialdel mundo, Informe a la VII Cumbre delos países no alineados,Oficinade Pu- blicacionesdel Consejode Estado, La Habana. l6 l7
  • 8. plazo: una economíano essanacuando pasagradual- mente a manos de sus acreedores.Ni cuando, como ocurre con la norteamericana, está caracterizadapor una productividad decrecientey por la rigidez de su organización. Mientras tatrto casitodos los economistasacadémi- coshan seguidodando la espaldaa la realidad. En par- ticular, nadie se asornbró cuando, en 1983,se otorgó el premio Nobel de economía al autor de una demos- tración matemática de que esposible el equilibrio ge- neral (o sea, en todos los mercados)en una economía de competenciaperfecta. El que tal economía no exis- ta, ni seaposible resucitarlasin desmantelarlos oligo- polios, ni privatizar las empresasestatales,ni destruir lascooperativas,los sindicatosobrerosy las institucio- nesde seguridadsocial,pareceríano importarles a quie- nes siguen pensando como en 1920. Ha habido, desdeiuego, excepciones:algunos pres- tigiososeco;romistashan criticado agudamentela eco- nomía neoclásica,asícomo laspolíticas económicasque seinspiran en ella. Por ejemplo, los profesoresbritá- nicosA.J. Browfl, D. F. Hendry y N. Ericsson2han demolido el libro Monetary Trends in the United Sta- tes and the United Kingdom (1982), en que Milton Friedman y Anna Schwartzpretendíandemostrar que los períodosde prosperidadsedebierona la aplicación de políticas monetaristas. Otro ejemplo esel libro Dan- gerous Currents3, en que un conocido profesor del MIT denuncia con vehemenciael estancamientode la economía teórica, afirmando que la teoría neoclásica seha convertido en una ideología, y que el retorno a la misma es paralelo al retcrno al fundamentalismo religioso. Sedirá que esmuy cómodo criticar pero que, a fal- 2 Bank of England Panel of Academic Consultants,paper N." 22, Bank of England, Londres, 1983. 3 Thurow, Lester (1983),Dangerous Currents, Random House, New York. 18 rial, Pgnq., Jvlario(1985),Seudociencio e ideología, Alianza Edito_ Madrid. l9
  • 9. PREFACIO La economía mundial está cojeando, y la econo- mía política hace poco por ayudarla a marchar. Lo que es peor, en ocasionescontribuye a empeorarla, como ocurre con el monetarismo. Cuando una disciplina es impotente o incluso contraproducente, es indicio de que está en crisis. Siendo este el caso, incumbe al metodólogo exa- minar los supuestosde la disciplina y la manera en que han sido sometidos a prueba. El presenteensayo se propone precisamenteeso: analizar algunas de las ideas básicas de la economía política y averiguar si corresponden a la realidad. El resultado de este análisis es que muchos de dichos supuestosson falsos y otros jamás han sido puestos a prueba, no obstante lo cual sigue ense- ñándoseloscomo verdadesreveladasen centenares de facultadesde economía. Si esto es así, la economía política no es aún una ciencia cabal sino una semiciencia. y si esto es verdad, es urgente hacer algo por convertirla en una ciencia. Para esto será menester empezar por desembarazarsede los supuestos falsos, poner a prueba los que aún no han sido contrastados con los hechos, y revisar los supuestosfilosóficos (on- tológicos, gnoseológicosy éticos). Agradezco los comentarios y las críticas de los profesores S. N. Afriat (University of Ottawa), A. Asimakopoulos (McGill University), G. Chichil- ,i ¡;# Á ; -u'{ ,i .g 21
  • 10. d # ,:': nisky (Columbia University), G. Heal (University of Essex), y J. Niosi (Université du Québec), así como de varios participantes del Symposium on Mathematical Economics and Public Policy (Uni- versity of Essex, marzo de l98l), en el que expuse lo esencialdé este trabajo. MeRIo BuNcn F'oundations& Philosophy of Science Unit, McGill University Montreal H3A lW7. Canadá INTRODUCCION La economía política es la más vieja y respetada de todas las ciencias sociales.Sin embargo, todavía no ha madurado, a punto tal de que algunos distin- guidos economistasdudan de que sea una ciencia o incluso pueda convertirse en tal. Ningún otro campo del conocimiento ha sido cul- tivado por tantos filósofos importantes y, sin em- bargo, la filosofía de la economíaestá aun atrasada. Esto es tanto más extraño por cuanto, mientras el investigador en una ciencia "dura, no necesita sa- ber mucha metodología porque "el propio tema tiene una propiedad autoaseanteque torna inofen- sivas sus aberraciones", en una ciencia "blanda, como la economía política, un investigadorconfuso respecto de problemas metodológicos básicos "puede pasarse la vida boxeando con sombras', (Samuelson, 1965,p. ix). La problemática de la filosofia y metodología de la economía política es vasta, interesante, y tiene importancia práctica, porque las teorías y políticas económicasnos afectana todos. (Cp. Keynes 1936, Hutchison, 1977.) He aquí una muestra de dicha problemática. ¿De qué trata la economía política: individuos, recursos escasos, bienes y servicios, intercambio, o sistemaseconómicos? ¿Cuáles son las peculiaridadesde los conceptos e hipótesis eco- nómicos? ¿Hay leyes económicas, o tan sólo ten- dencias económicas y reglas económicas? ¿Es po- sible la economía política dado que la economía interactúa tan fuertemente con la política y la cul- tura? La microeconomía, y en particular la teoría del consumidor, ¿es un capítulo de la psicologírr'l 22 L-)
  • 11. -4'r x* & ,w :ri !'i: :::I¡ .: 'i, ii, { '. .i-i :r{' La macroeconomía,¿es reductible a la teoría de la decisión o a la teoría de los juegos? ¿Por qué se sigue estudiando las teorías clásicas y neoclásicas en las escuelasde economía? ¿Cómo se convalidan los modelos teóricos económicos? ¿Cómo se rela- cionan las políticas económicas con los modelos económicos? La economía positiva, ¿tiene supues- tos filosóficos? La economía normativa (o política económica), ¿prescinde de los valores y es moral- mente neutra? La economía, ¿está inevitablemente contaminada de ideología, y es inevitable que toda ideología sea acientífica? ¿Cuál es la condición científica de la economía política: arte, ciencia, o semiciencia? En particular, ¿es el monetarismo científico o seudocientífico? Estos son algunos de Ios problemas que nos ocuparán en lo que sigue. CAPITULO I EL ASUNTO DE LA ECONOMIA POLITICA Hace casi medio siglo el famoso economista Lio- nel Robbins -más tarde Lord Robbins- escribió que "Todos hablamosde lo mismo, pero todavía no nos-hemos puesto de acuerdo sobre qué estamos hablando, (1935p. l). La indeterminaóiónconcer- niente a los referentesde la economíapolítica no ha disminuido entre tanto. Los microeconomistas di- cen tratar de productores y consumidores indivi_ duales, los macroeconomistasestudian economías enteras, los que hacen politología económica estu- dian supersistemaseconómico-políticos,y los in_ genieros que se dedican a cuestioneseconómicas s.ostienen que, en último análisis,la economía polí- tica se ocupa de la producción y, por ende, de transformaciones energéticas. A primera vista el problema de la referenciatiene nomías nacionales y regionales. Más aún, puesto que los sistemaseconómicosestáncompuestospor individuos, <<en principio" o <en el fondo" la ma- 1A :+ 25
  • 12. logía, la economía ¡iolítica es realmente (o en úl- timo análisis)una rama de la psicología. Por cierto no todos los economistas comparten esta última afirmación, pero ella se sigue de la premisa de que la economía trata, en última instancia, de agentes económicos individuales. Esta opinión es susceptible de diversas objecio- nes. En primer lugar, si la economía política fuese en verdad una rama de la psicología, entonces la genética debiera ser directamente relevante a la economía política, puesto que la conducta y la ideación están parcialmente determinadas por el genomo. En particular, la distribución de la riqueza debiera estar positivamente correlacionada con la distribución de los genes: en general, los más inteli- gentes debieran ser los más pudientes, y los más tontos, los más pobres. Esta hipótesis, que fuera popular hace un siglo, ha sido sometida a pruebas estadísticas. El resultado ha sido negativo: el in- greso no está determinado genéticamente(Goldber- ger 1978). En segundo lugar, si la economía política tratara solamente, o aun predominantemente, de la con- ducta individual, podría considerarse como la "ló- gica de la elecció¡", donde la elección estaría de- terminada por la escasez.De hecho hay economis- tas que sostienen precisamente esto y por consi- guienteubican a la economíapolítica entre las cien- cias de la decisión, en lugar de considerarlacomo una ciencia social íntimamente ligada con la socio- logía y la politología. Sin embargo a) el problema de la elección se presentaincluso en situaóionesde abundancia(emburras de richesse);b1 en tanto que el empresariopuede elegir a menudo entre diversas alternativas mutuamente excluyentes, el consumi- dor tiene poca libertad de elección, especialmente si está por debajo de la línea de pobreza o si está forzado a comprar a monopolios o carteles, como sucedecon la energíay con las corporaciones esta- 26 tales; c) el enfocar la atención sobre la elección entre diversas mercancías es adoptar una actitud vulgar y superficial, típica del vendedor, que olvida la producción, la inversión, los intereses,el creci- mienro, la distribución, el empleo, la inflación, la política fiscal, los reglamentos del gobierno, el po- der sindical, y otros factores que preceden a la elección y la restringen. CANTIDAD Figura 1. Curvas de oferta y demanda según la teoría del con_ sumidor. El precio de equilibrio p* es el punto de intersecóién de las curvas de ofefta y demanda, o seá, aquel para el cual D(q): S(q). . Fn tercer lugar, las funciones de oferta (produc- ción) y demanda (consumo), centrales a la microe- conomía, no se refieren a personas sino a agrega_ dos. (Véasela figura l.) En efectó, rlichasfuncionls representan la oferta y la demanda de la totalidad en el mercado (o sociedad) dado. Tan es así, que una formulación cuidadosa de esa pretendida ley de la determinación de precios comienza enunciando r¿r condición ..,En un mercado (o economía) libr.c ro LU t o_ * P 21
  • 13. l *$.'i q competitivo)..." El que semejante oley> no sea tal, porque esa condición ya no rige en las naciones industrializadas,no viene a cuento. El hecho es que los conceptos centrales de la microeconomía cón- ciernen a agregados de agentes económicos (hoga- res y firmas) encastrados en una sociedad dada. Prívese a dichos agentes de fuentes de materias primas, energía,e instituciones que les permita ha- cer sus negocios, y no quedará negocio por condu- cir. Los agenteseconómicos no son como partículas que se mueven en el vacío, sino más bien como burbujas de aire en un líquido: poseen algunos de sus atributos en virtud de ser componentes de un sistemasocial. En consecuencia,es falso que todos los enunciadosgenerales de la microeconómía ..se refieren a lo que aparentan, a saber, individuos' (Rosenbere 1976p. 45). Tan sólo la (pseudo) psico- logía que subyace a la llamada "teoríá del consurni- doro sg refiere a individuos (que actúan en el lla- mado mercado libre). En cuarto lugar, hasta ahora la macroeconomía no ha sido reducida a (deducida de) la microeco- nomía: los dos capítulos subsistenel uno al lado del otro. Por ejemplo, las nociones de tasa de desem- pleo, balance de pagos, divisa, y presupuesto na- cional, no son reductibles a los conceptós de utili- dad (valor subjetivo) y decisión. Ni hay razón para suponer que tal reducción se lleve a cabo: a) por- que todo agenteeconómico ingresa en el mercado o lo abandona en lugar de crearlo, de rrrodo que sus acciones no están determinadas solamente por él mismo sino que están enormemente constróRidas por la estructura socioeconómica;á) los individuos reales no se comportan tan simple y racionalmente (o codiciosamenté)como .uponen los teóricos de la utilidad máxima esperada, y c) mientras que la intención principal de la microeconomía es descrip- tiva y centrada sobre la firma, la de la macroecono- 28 mía es normativa y se refiere a sistemaseconómi_ cos en gran escala. y teorías) típicos de la economía política. Si reali- zamos esta tarea encontramos que los constructos en cuestión se distribuyen entre las categorías si- guientes: A) referentes a recursos naíurales tales como minas, bosques, praderas, ríos y mares; B) referentesa objetos no humanos bajo conÍrol huntano -o sea, artefactos- tales como tierra cul- tivada, animales domésticos, máquinas, y plantas industriales; C) referentesa agentes económicos (en particular productores o consumidores) agrupados en hoga- res, firmas, carteles,sindicatosobreros, o agencias reguladores nacionales o extranjeras (tales como los bancos centrales y el Banco Mundial); D) referentesa econontías íntegrtts, p. ej. nacio- nales o regionales; E) ntixtos.' referentes a dos o más items de las categorías anteriores. Los constructos de tipo A figuran en la economía política en la medida en que los recursos naturales son potencialmenteexplotables,o sea, si se juzga que tienen potencialidadcomo referentesde cons- tructos del tipo B. (Por ejemplo, los empresariosno mostraron interés por la Luna mientras no se les presentó la oportunidad de actuar como proveedo- res de las expedicionesespacialesy hasta que al- guien pensó que se podría explotar minas en el subsuelolunar.) Los constructosde los demástipos se refieren, directa o indirectamente(o sea, super- ficialmente o en profundidad), a gente que trabaja, o goza de los frutos del trabajo, en algún sistema social. Este sistemapuede ser la familia, la firma, el 29
  • 14. cartel, la nación, la OPEP, o incluso el mundo entero. En otras palabras,los constructoscentrales de la economía política se refieren a actividades económicas, tales como la producción y el inter- cambío, ejecutadaspor sereshumanos pertenecien- tes a algún sistema social. (En realidad esta afirma- ción puedegeneralizarsea todos los animalestraba- jadores, desde la hormiga hasta el castor. Sin em- bargo, nos estamos limitando a las economías hu- manas, que son las que estudia la economía polí- tica.) Obsérveseel desplazamientoen énfasis, de indi- viduos a sistemassociales:los primeros no son ni más ni menos que los componentes de los segun- dos. La actividad económica y, en general, la con- ducta social, es ininteligiblecuando se la considera separadamentedel sistema en que ocurre dicha ac- tividad; del mismo modo, el sistema no puede en- tendersesino en términos de dicha actividad. Todas las ciencias sociales son necesariamentesistémi- cas antes que individualistas,porque tratan de so- ciosistemas(Bunge 1979a).La economía no es ex- cepción, porque el intercambio de dos bienes o servicios cualesquiera requiere por lo menos un srstemacompuesto de dos individuos, por efrmero que sea; y la producción de cualquier bien requiere la producción de muchos otros. La caracterizaciónmás sencilla de cualquier sis- tema se da en términos de sü composición (o colec- ción de componentes), ambiente (o conjunto de cosas, distintas de las componentes, que interac- túan corr éstas),y esfrut'tura (o colección de rela- ciones y, en particular, lazos, entre sus componen- tes y entre éstos y objetos del ambiente).En parti- cular, un sisÍento econóneicopuede caracterizarse cualitativamente como sigue (Bunge 1979b): Contposición: Una colección de personas (agen- tes económicos)y cosas no humanasde cierto tipo (a saber, bienes). 30 ffi gF DFFfTñ R nftBffinTrTn Ambiente: Los miembros de la sociedady de la naturaleza circundante en que está empotrado el sistema económico. Estructura: La colección de relaciones de pro- ducción, intercambio, y administración de bienes y servicios, incluyendo las relaciones con otros so- ciosistemas. Esta definición de <sistema económica" incluye todo cuanto pareceinteresara un economistacomo tal. En particular, el psicoeconomista estudia el comportamiento de los componentes de la primera coordenada de la terna, no como individuos aisla- dos, sino como conponentes del sistema. (Pese a algunos conocidos economistas, Robinson Crusoe no era un agente económico. La frecuente referen- cia a Robinson Crusoe en la literatura económica sólo muestra cuán alejada de la realidad está gran parte de la misma.) Los entes que interactúan con el sistema económico, tales como recursos natura- les, sindicatosobreros, organismosestatales,etc., están incluidosen la segundacoordenada.La terce- ra coordenada incluye todas las relaciones econó- micas, que en última instancia son relacionesentre personas mediadaspor cosas. (Por ejemplo, pode- mos analizarel producir y el comprar como relacio- nes ternarias: ,.x produce Y pafa Zrr, ,rx compra y a zrr.) La tercera coordenada incluye también las transaccionesdel sistema económico con otras co- sas,seanaturales,sea sociales.(Dicho seade paso, mal que le pese al estructuralismo, variante del platonismo, no hay estructuras en sí. Toda estruc- tura lo es de algún objeto concreto. En particular, una estructura económica es la colección de rela- ciones económicas entre los componentes de un sistema social.) En resumen, podemos estipular que la economía política es la disciplina que estudia los subsiste- más económicos de las sociedades.Es decir: Lr¡ econontía política traÍo de sislentcts ec:onónticos. 3l
  • 15. CAPITULO 2 CONCEPTOSECONOMICOS - Aunque parezca extraño, algunos conceptos clave de la economíapolítica .igu"n riendo'iun obscuroshoy como hacé dos siglós. Vatgan óomo ejemploslas nocionesde dinero-y de valór (a dife_ qenc-ia de precio). El dinero ha ii¿o "u.u"té¡rádo de diversasmaneras,por ejemplo como ,.el medio universalde intercamüiorr, ..la'mercancíade mer_ cancías>, "la unidadde contabilidadr,, ..el luro "n_ tre el presentey el futuro,, (Keynes), ..el u""ii" qu" engrasa las ruedasdel comerció" (Smith),e inclüso :o*: "lo que haceel dineroo(Hicks). y','alp;;;;" los tenderosy menetaristas parecen'asignárie "i[_ tenciapropia y eficacia.uuüI, ros economistas no monetaristas suelenconsiderailocomo un epifenó- meno. En suma, la noción de dinero pur"ü-áU._ LyT, Y,_enlugar-deaclararse,se obscui";;;;";;;- srvamentea medida que se introducenmeáios- de pagono monetarios,talescomo tarjetasde crédito. La noción de valor objetivo (ó valor ¿" u.ái, central en la economíapolítica desdeRicardo, lo estáen mejorforma. se io definea vecesen térmi- nos de necesidades, otras en términosde "r¿ur", (por tanto, en última instancia, de OemanOai, -V Marx lo definió como trabajo sécialment"n.."rJ_ lll._ fi.suna de estases una¿enn¡cián f.;;i; lllguT", se prestaa medición.De aquí Ia devalua_ cron der conceptode valor en la teoríaeconómica 99^1t-emporánea, al punto de que Lady Robinson (1962,cap.2) declaráque <no ". iino ñ" ;;;-b;: I-os economistasmariista. ," uf"rrun a la noción de valor porque desean "on.".ru. ra noción de 32 plusvalía,que a su vez noción económico_ética b.argo,esta última pue( sin ayudade la nocióndr Por consiguiente, es pos tación sin emplearla in En todo caso, casi to acerca del valo¡ -objetivo (o valor de uso) puede decirseacercadel piecio, que ¿.nn"lá ü"#áil" valor de cambio.Eita "., ¿".¿" lu"go, ,ñ"."f"Jij" de equivalencia.y,- como tal, inducJtu pu.ti"iorr-á" todo conjuntode bienesen'clasesde équivaü"iu (u homogéneas).. Sin embargo,del "nn*iÁi"rr;;;" semejantepartición -no podémosascendera la de_ terminaciónde una función de valor. (L"ielfpr;" sería posible si,Ricardo, Marx, o sus sucesores, hubiesendefinidounafunción-i' d"r "on:unió ¡¿á" mercancíasa la semirecl dríamos definir: para tr ':./, a¡V (¡):v(y) utilidad absolutao vaior fantasmalo <metafís]ca>, como la llamaRobinson (1962,cap. 3). (Los filósófo. ." of"nJ"n po;;ffi; de o¡¡s¡¿físico"como término injurioso ;;"d" l; ldocientífico".Hay buena í como la hay mala:véase rnas teoríasmetafisicasu cierras reoríaseconómic;::i'"t y verdaderasque Por cierto que es posible evitar ra obscuridad conceptualevitandoel usarconceptos , hazañaoue se logra ajusrándose a la piel .ü.;;;tl;; l;; cosas,talescomo- bienes,sérvicios,y susprecios. Pero Ia finalidadde la teoríaeconómíc"; ;_;ii;;; qué hace que una cosa,o una tarea,seauna mer_ cancía,o sea,algointercambiable por otra mercan- cla, y que por tantoposeeun preció. El economi.iu sigue-el consejode Ricardoy'de-Marx, zambuilén- dosebajo las externalidades para descubrirlas ac_ JJ
  • 16. nes, etc. Álgurru. de las variables (funciones) que intere- satt il economista son inobservables porque repre- sentan propensiones psicológicas (p. ej. a trabajar, consum^ir,o ahorrar). Otras, por ejemplo la de- manda, son inobservables porque se refieren a srandes sistemas sociales, tales como firmas y re- liones económicas, que tampoco son perceptibles. iPode*o. ver los edificios y la maquinaria de una planta industrial, pero no la planta misma, que es un sistema sociotécnico alimentado por cerebros, no sólo por combustible y materias primas.) Sin embargo, se puede adquirir alguna intuición en el manejo de algunas de esas variables porque todos los sistemas económicos, por grandes que sean, comparten algunas de las propiedades de pequeños sistemascon los cuales estamos familiarizados, ta- les como la granja, la industria doméstica y el co- mercio al menudeo. En este respecto los economis- tas enfrentan problemas menos arduos que los físi- cos atómicos, los biólogos moleculares,Y los astro- fisicos. Buenos candidatosa propiedadesprofundas y no observables son las psicológicas que encontramos en la psicoecononlíay la microeconomía.así como las variables típicamente macroeconómicas. Sin embargo,no todas ellas sirven. Ya hemos visto que algunas,tales como ,.valor', y "utilidado, no sirven porque son obscuras.Otras sirven. Por ejemplo, la propensión a consumir, introducida por Keynes, parece clara y aun medible; no así, en cambiQ, la expectativa de gattanciasfuturas, también introdu- cida por Keynes, y que parece ser bastante escu- rndiza. Ojo: el requisito de mensurabilidaddebiera mane- 34 es mediblen, sino más bien "X es medible con medida conceptual de la reactividad o sensibilidad de los productores(o consumidoresen el c.asode la elasticidad de consurno)a cambios de precio. Des_ graciadamentelas elasticidadesson difiiiles de me_ dir. ¿Habrá que abandonarlas por este motivo? No si figuran en generalizaciones lmportantes. Si esto ocurre habrá que buscar métodos mejores para me_ dirlas, sea directa o indirectamente (o sea. me- diante variablesmás accesibiesrelacionadascon las elasticidadespor fórmulas teóricas). La viabilidad de cualquier variable depende en última instancia de su potencial para figurar en enunciadosde ley, o sea,hipótesispertenecientes ¿r teorías y confrrmadaspor datos empíricos. Tómese por ejemplo la propensiónmarginala consumir, que Keynes definiera como la derivada del consumo respecto del ingreso. IJna consecuenciade ésta y otras fórmulas es que el multiplicador A de inver- sión, que figura en la fórmula .rd|' : k d1,,, donde tr/se interpreta como ingresoe 1 como inversión, es igual a lll - p, dondep es la propensión marginal a consumir (Keynes 1936p. ll5). De modo pues que el ingreso y la inversión, dos conceptos estricta- mente económicos, están relacionadosentre sí por 35
  • 17. t ,! p:; r, ';. r'.q ') E ef parámetro psicoeconómicop. El mismo paráme- tro figura también en la teoría del empleo, del mismo Keynes, y según la cual el volumen del empleo en equilibrio depende de la oferta, la pro- pensión a consumir, y el volumen de la inversión. De modo que las variables psicológicas ocupan un lugar legítimo en la economía política, a condi- ción de que relacionen variablesestrictamente eco- nómicas y que se les asignelas dimensionesy uni- dades apropiadas.(Dicho sea de paso, muchos tra- bajos en psicologíay sociologíaestán viciados por la falta de unidadesadecuadas.Un buen ejemplo de ello es el famoso libro Models of Man del premio Nobel H. A. Simon. Gran parte de la economíapolí- tica eraimprecisay por tanto incontrastablehasta que Keynes, en su General Theory, pág. 40, introdujo unidades de trabajo y de salario. La primera se define como una hora de trabajo ordinario y la segundacomo el precio de una unidad de trabajo.) Para no dar la impresión de que sólo los concep- tos cuantitativosson importantesen economíapolí- tica, me apresuro a afirmar que algunas propieda- des cualitativas de los sistemaseconómicos, tales como la organización y el estilo de administración, no son menos importantes que muchas variables cuantitativas. Los economistas tienden a menos- preciar tales propiedades, pero los expertos en ad- ministración sabenque pueden ser esenciales.Así, por ejemplo, nos dirán que dos firmas que operan en el mismo sector económico,en condicioneseco- nómicas iniciales similares (p. ej inversiones de capital comparables),no funcionarán exactarnente del mismo modo, debicioa diferencias de crganiza- ción, o de relacionesentre gerencia y personal, o de refinamiento técnico, o de modo de financiación. No es que semejantesimponderablessean intrínse- camente irracionales: es posible ubicarlos y con- ceptualizarlos, pero acaso sólo cualitativamente. (Por ej., las diferencias de estructura se reflejan en 36 diferencias de organigramas.) Tampoco son dichas propiedades intrínsecamente cualitativas: lo únibo que podemos decir prudentemente acerca de ellas es que hasta ahora no han sido cuantificadas. Su existencia debiera considerarse como un reto al teórico antes que corno motivo de pesimismo o pretexto de desaliño conceptual. Finalmente hal'emos dos observaciones sobre los conceptos de la economía poiítica. La primera es que los economistas suelen ser víctimas de una semántica (o más bien ausencia de tal) incapaz de distinguir los conceptos de las cosas o propiédades que representan. Por ejemplo, un economista ma- temático estará tentado de decir que un haz de n mercancías es (en lugar de es representablepor) un vector en un espacio cartesianode n dimensiones. Lo mismo vale para el precio correspondiente.Se- mejante confusión entre identidad y representación es inofens,ivapara fines matemáticos, pero es un obstáculo importante para la interpretación co- rrecta de los resultados en términos económicos. Es deseableindicar explícitamentelos referentesde las funciones que representanpropiedadeso activi- dades de agentes o sistemas econórnicos, lo que siempre puede hacerse incluyendo tales referentes en los dominios de las funciones. Véase el Apén- dice l. Nuestra segundaobservación se refiere a la uni- versalidad. Algunos econornistas han sostenido que la economía política debe ser radicalmente di- ferente de las ciencias naturales porque carece de constantesuniversalestalescomo la velocidadde la luz en el vacío y la constantede Planck. Esto no es estrictamente cierto: sólo la fisica, y en medida mucho menor la química, poseen constantes uni- versales. A medida que avanzamosde la física de las partículas y de los campos hacia la física y la química de macrosistemas,dichas constantes uni- versales se van rodeando de una corte. cada vez J/
  • 18. más numerosa. de constantes"locales'', tales como pesos atómicos y tasas de reaccionesquímicas. La biología no posee constantesuniversalespropias, y sin embargo se las arregla bastante bien. Toda ciencia posee generalizaciones ..locales'' (no universales) que contienen constantes olocalesr. En resumidas cuentas, los conceptos de la eco- nomía política poseen distintos grados de exactitud. La formalización (matematización) basta para exac- tificar pero no para dar contenido. Sólo la perte- nencia a un sistema de generalizaciones puede asignarun contenido preciso a un concepto. Proce- damos por tanto a examinar las generalizacionesde ia economía política. 38 CAPITULO 3 GENERALIZACIONES ECONOMICAS Al igual que cualquier otra ciencia, la economía política estudia generalizacionesde tres tipos: ten- dencias, leyes, y reglas. Es más fácil ejemplificar estas categoríasque definirlas. He aquí unos pocos ejemplos. "El precio internacional del petróleo crudo ha aumentado en forma monótona desde 1973" expresa una tendencia. "La producción de un sistema económico aumenta al comienzo, y luego crece a un ritmo decreciente,a medida que aumenta la inversiónn, es una formulación verbal de la ley de los rendimientos decrecientes.(Véase la figura 2.) Y la "ley" del interés compuesto es, como todas las demás fórmulas de la matemática financiera, una regla incluida en actividadesy con- tratos de cierto tipo. Figura 2. La ley de los rendimientos decrecientes.C: Indus- trias clásicas,1 : InCustriasinformáticas.(Estas últimas suelen llamarse <industrias de rendimientos crecientes,, pero se en- tiende que ellas tambiénllegaránal punto de saturación.)La iey no es una curva única sino una familia de curvas que alcanzan un plateaucuando el insumo llega a cierto valor, ó J a INSUMO ( p. e).trooo.¡o) 39
  • 19. Grosso modo, las peculiaridades de las generali- zaciones de los tres tipos son las siguientes(Bunge 1969).Una tendencia es la marcha global del cam- bio de alguna propiedad. Más exactamente, es el aumento ó la disminución global del valor de alguna propiedad en el curso del tiempo' Por este motivo üna tendencia se representa matemáticamente como una función monótona del tiempo. Las ten- dencias son aspectos transitorios de procesos: tie- nen la mala costumbre de desaparecer.Además, la acción humana deliberada y concertada puede mo- dificar y aun invertir ciertas tendencias. Por ejem- plo, el aumento de la población puede controlarse mediante la planeaciónfamiliar, y una tasa elevada de desempleo puede disminuir gracias a un vasto programa de trabajos públicos. (Véase Popper 1957 purá uttu crítica de la confusión entre tendencia v leY). En cambio no es fácil metersecon las leyes natu- rales o sociales. Por ejemplo, la ley de los rendi- mientos decrecientesvale universalmente, o sea, es verdadera en todos los tipos de organización eco- nómica y régimen de propiedad. (Incluso las llama- ciasindustrias de rendimientoscrecientes,o sea, las informáticas, se ajustan presumiblemente a dicha ley, a largo plazo.) Por cierto que es posible aumen- tar la producción y su tasa de crecimiento moderni- zando la técnica y la administración,aumentando la participación del personal en la administración e introduciendo incentivos. Sin embargo, estas rnedi- das no harán sino retardar el momento en que el próximo aumento de los insumos no se traduzca en trn aumento del producto; o sea,no pueden cambiar la forma general de la curva insumo-producto. A diferencia de las tendencias,las leyes son pro- piedadespermanentesde las cosas que las poseen. Por consiguiente, si una generalización económica dada deja de valer, podemos inferir, o bien n) que no era una ley genuina sino tan sólo una tendencia, 40 o bien b) que el sistema económico correspon- diente ha cambiado radicalmente o incluso ha de- jado de existir. (Ejercicio: Averiguar cuáles de las "leyes de movimiento de la sociedadcapitalista,,, de Marx, eran leyes genuinas, y cuáles meras ten- dencias. Y en todo caso averiguar cuáles siguen rigiendo y cuáles murieron junto con la Reina Vic- toria y el mercado libre.) Desgraciadamente,el problema filosófico de la naturaleza de las leyes económicas(y su diferencia respecto de los enunciados correspondientes)ha recibido tan poca atención como el de las leyes naturales. Este descuido parece tener dos raíces filosóficas.Una es la doctrina empiristade que sólo podemos establecerregularidadesempíricas,nunca leyes objetivas, las que serían artefactos metafísi- cos. La otra raíz es, desdeluego, la creenciade los economistasclásicosy neoclásicosen la existencia de "leyes naturalesde la economía>con las que no hay que meterse, porque la economía sería un sis- tema auto-regulado que la interferencia deliberada sólo podrá destruir. (Es extraño que no sólo los economistas neoliberales, o librecambistas, sino también los marxistas -quienes favorecen fuertes medidas reguladoras, que liegan a la planificación central- crean en la autonomía de las leyes eco- nómicas.) En todo caso el descuidode la investiga.- ción de la condición metodológicade los enuncia- dos de leyes económicas se paga con confusión y superficialidad. Un buen ejemplo es la incertidumbre concer- niente a la condición de la ley de los rendimientos decrecientes,que no siempre es consideradacomo una ley. Otro es el de ciertas fórmulas que llevan el título de ley aun cuando, de hecho, son definicio- nes. Ulla de estas es la fórmula oE :0ln h> eu€ relaciona el número de personasempleadasl.E/ con el producto (O), la productividad(n) y el número medio de horas de trabajo por semana(h). Despe- 41
  • 20. jando 7r uno se da cuenta de que ésta no es una fórmula legal sino una definición de productividad del trabajo. Otro cáso del mismo tipo es el del sistema de ecuacionesque relaciona el ingreso nacional Y' con el consumo C, Y la inversión1, en un año ¡ dado: Y':C' +I' C,:aY,-t*b, ramos todas las reglas,también podemos renunclar a ellas. Esto no signifrcaque todas las reglas sean A1 +L corner 10 kg. de pan por persona y por día.) En tercer lugar, aun cuando todas las reglas deben ser compatibles con las leyes relevantes,algunasreglas son más eficaces que otras. En particular, las más eficaces son las que se fundan explícitamente sobre leyes. Por ejemplo, las reglas más ef,rcientes para la explotación de pesquerías son las fundadas sobre las leyes ecológicas de tales sistemas; en primer lugar, si la tasa de pesca excede a la tasa de creci- miento, el sistema se destruye. (Para la noción de regla fundada sobre leyes véase Bunge 1969.) En resumen las reglas, o por lo menos las reglas eficaces,no son totalmente arbitrarias. Esto no irn- plica que sean legales, en el sentido de que se las adopta, modif,rcao abandona de manera regular o uniforme. Sería bueno descubrir leyes del tipo "Toda vez que los hurnanos están en el estado ,S imaginan o ponen en vigor reglas de conducta de tipo R. > Pero ni siquiera sabemos si hay leyes de esta clase. (Si el lector abriga aun dudas acerca de la diferencia entre reglasy leyes, le invito a que lea el Apéndice 2.) De los tres tipos de generalizaciones económicas (tendencias, leyes y reglas), las leyes son las más difíciles de conseguir. Las tendenciasse descubren habitualmente con ayuda de técnicas econométri- cas, y las reglas pueden ponerse de manifiesto es- tudiando historia económica, así como el funcio- namiento de sistemaseconómicos tales como ex- plotaciones agrícolas, fábricas, y comercios. En cambio, el descubrimientode leyes requiere algo más que datos, tanto más por cuanto ningún con- junto de datos sugiere sin ambigüedaduna ley. Ei descubrimiento de leyes va de la mano con la construcción de teorías científicas. Tanto es así que, al menos en las ciencias ,.duraso,se emplea tácitamente la siguiente definición (Bunge 1969). Una hipótesis se llama (enunciado de) ley si, y solamente si, a) es general en algún respecto (o +J
  • 21. sea, no es od hot'), b) pertenece a algún sistema hipotético-deductivo (teoría) y c) tra sido confir- mado satisfactoriamenteen algún dominio (o sea, puede considerárselo verdadero o adecuado con respectoa dicho dominio). Los economistasusan el término .,ley' de manera más liberal, lo que acaso explique su resistenciaa abandonarciertas hipóte- sis que no son confirmables o que han sido refuta- das, como se verá dentro de un rato' La economía política contiene diversos enuncia- dos de ley, aún descontando las definiciones que pasan por leyes, así como las dudosas .,leyes" psicológicasque subyacen a la economía política neoclásica. Una ley genuina es la de que existe ulla correlación positiva entre consumo e ingreso. Otra es la ley de Cobb-Douglas "Producto: : (t LbÁI-b,,, donde nL, denota el trabajo in- sumo y "K " el capital insumo, en tanto que a y b son constantespositivas.Ciertamente,hay diversas otras funciones de produccién que se ajustan igualmente bien a los datos, y la hipótesis no da cuenta de la innovación técnica (Solow 1960).Sin embargo, la Iey de Cobb-Douglas se considera ge- neralmentecomo una buena aproximación a la ver- dad. Además, es una ley universal, válida para to- das las economías moCernas,sean capitalistas,so- cialistas o mixtas. Un tercer enunciado nomológico es éste:<el predominio de la competenciairnperfec- ta [o sea, del oligopolio] en el mundo real causa una tendenciaa la explotación> (Robinson 1933,p. 313). Esta no es una mera regularidad empírica, sino que pertenecea la teoría del oligopolio. Pero, por contener el concepto moral de explotación, es una proposición económico-ética antes que pura- mente económica. Además de tener sus propias leyes la economía política, como cualquier otra ciencia social, toma prestadasleyes de las cienciasnaturales.En primer lugar la economía da por sentado (presupolle)que 44 nada proviene de la nada (una de las posiblesver- sionesdel principio de conservaciónde la energía). Esta ley subyace, en particular, a la ley de Cobb- Douglas que acabamos de mencionar. También es uno de los supuestosde los modelos que se em- plean para administrar recursos agotables, tales como los minerales.En efecto, todos esosmodelos giran en torno a la noción de reserva, que no ten- dría sentido en el País de Cucaña, donde la energía puede salir de la nada y sin trabajo. Y todo modelo realistade un recurso renovable, tal como un bosque o una pesquería,exige, ade- más, leyes biológicas específicas. En particular, semejantesmodelos incluyen leyes de crecimiento en condiciones de explotación. (Cp. Clark 1976.) Una administraciónque fuesea explotar un recurso renovable a una tasa mayor que la diferenciaentre las tasas de natalidad y de mortalidad (como se ha venido haciendo en el caso de las ballenas)sería acusada de incompetencia. Muíatis mutandis, lo que vale para los recursosnaturalesvale también,o al nrenosdebieravaler, para los recursoshumanos. Estos no se administranbien si se ignoranlas leyes básicas de la biología y psicología humanas. En resumen, las políticas económicas, sea que conciernan a una firma, a una industria o a una nación, debieran basarsesobre modelos realistasde los sistemas en cuestión. Y semejantesmodelos realistas incluyen las leyes naturales pertinentes además de leyes, o al menos tenciencias, económi- cas (y sociales y políticas). La colección de las leyeseconómicases variable: al par que algun?s Fru€V?s leyes se incorporan de cuando en cuando a dicha colección, otras la aban- donan. Este egreso puede deberse a uno de dos motivos. Uno es que los sistemaseconómicosde cierto tipo dejan de existir. (Las leyes emergeny desaparecen junto con las cosasque las poseen:no residen en un reino separadoy más elevado de las 45
  • 22. ideas platónicas.)Por ejemplo, las leyes económi- cas típicas de las economías esclavista y feudal desaparecieron junto con dichas economías.(Y las leyes biológicas dejarán de operar en nuestro pla- neta si se pone en uso el almacén de bombas nu- cleáres.) 'El segundomecanismode desgastees la crítica y lá'Contrastaciónempírica, de resultasde las cuales algunos enunciadosde ley son degradadosal rango de hipótesis falsas. Un ejemplo clásico es la ..ley,, de Say, o "ley de los mercados,,,segúrrla cual "La oferta crea su propia demanda". En efecto, a veces no hay compradores. Otra es la famosa curva de Phillips, o más bien su interpretacióncausal, según la cual "El desempleo causa la baja de precios y salarios". La estanflación(inflación sin crecimiento y con desempleo)ha refutado esta generalización. (Véase la figura 3.) tJ) o U c, o tt 1C o -o E UU s ! D :o tJ o o Figuret-1.Tasa de cambio de precios(incluyendosalarios)como función de la tasaU de desocupación. Segúnla.leyo ae Énittips la primera decreceal aumentarla desocupación. (La tasa .natl_ ral" de desempleoU* de Friedmancorrespondeal equilibrio, o sea,al estado.óptimo'.) En períodosde eitanflacióníos p.ecio, aumentanJunto con la desocupación (rectapunteada). 46 No tiene nada de vergonzosoel que una hipótesis científica sea refutada. Lo que sí debiera aue.gon_ zar es el aferrarse obcecadamentea hipótesiJ en ausenciade datos o en presenciade datosadversos. Y cuando se usa hipótesisnotoriamentefalsaspara fundamentar políticas que afectan el bienestai de millones de seres humanos, estamos en presencia de un escándalo.Como veremos en el capítulo 6, este es el caso de las políticas monetaristas. Los economistasno suelendudar la existenciade leyes económicas.Discrepan en cambio en cuanto al alcancede dichasleyes. En tanto que algunosde ellos sostienenque todas las leyes económicasson regionaleso linlitadas temporalmente(o histórica_ mente relativas),otros -en particularlos que abu_ san de las teoríasde la utilidad, de Ia decisióny de los juegos- sostienen que las leyes económicas son universales, en el sentido de que valen por doquier en todos los tiempos. Propongo una solución salomónica:mientras al_ gunas leyes económicasson universales,otras son locales. En otras palabras, en tanto que algunas leyes económicas valen para todos lós sist"emas económicos(y todos los sistemaspolíticos y jurídi_ cos), otras valen solamentepara sistemasde Ciertos tipos o especies.Por ejemplo, la ley de los rendi_ mientos decrecientesy la ley de Cobb-Douglaspa_ recen ser univel'sales.En cambio toclaley ioncer_ niente, seAa la libre competencia,seaal oiigopolio, está acotada temporalmente.Tanto es así,-qúe las leyes de la competenciaperfectadesapareciéron al fenecer el mercado libre, y las leyes del oligopolio son reemplazadaspor las del monopolio toda vez que se produce la fusión de los monopolios que dominan un sector. (Esto vale cualqui-erasea el régimen de propiedad.) Si bien los economistas no han puesto mayor atención a la distinción enrre ley y regla, los filó- sofos la han tenido muy en cuenta. (Cp Brown 47
  • 23. 1973.)En efecto, casi todos los filósofos se agru- pan, sea en la escuelanomotética,sea en la volun- tarista. Según Ia primera la sociedad,y en particu- lar la economía, está sujeta a leyes tan inviolables como las leyes naturales. El hombre puede acaso llegar a conocer algunasde estasleyes y utilizarlas 'en su provecho, pero no puede escapara ellas' En cambio, los voluntaristas sostienenque no hay le- yes sociales:que todo procedeconforme a decisio- nes tomadas más o menos libremente por indivi- duos o grupos de individuos. Para sabercuál de las dos escuelas tiene razón, examinemos un par de casos. Considérese la generalización " La producción aumenta con la inversión". Esto es cierto, pero los inversores pueden abstenersede invertir durante períodosde incertidumbrecausadapor cambios so- ciales y técnicos muy rápidos. De modo que, aun- que la ley es verdadera, contiene variables (inver- siones de trabajo y capital) que dependen de la elección.En otras palabras,una vez que los deciso- res han asignado valores a las variables ir-rdepen- dientes, la dependiente responderáconforme a la ley y con prescindenciade cualesquierarasgos de personalidadde los decisores. Otro ejemplo: "La productividad es una función monótona creciente del nivel técnico." Olvidemos por el momento el problema de cuantificar los niveles técnicos. Pode- *o, aonaederque la ley es verdadera,pero, dentro' de ciertos límites, el nivel técnico puede ajustarsea voluntad. (Depende del estado del conocimiento, de las inversionesiniciales, y de variables sociales tales como el volumen y la calidad de la mano de obra, así como de los salarios.) Concluimos que las dos escuelas,la nomotéticay la voluntarista, tienen parte de razón. Hay leyes sociales, en particular económicas; pero, lejos de ser independientesde la voluntad humana, algunas leyes son puestas en vigor o suspendidaspor el 48 hombre. Algunas comienzan como reglas más .o menos eficientes(para ciertos fines) y, al ser pues- tas en vigor y perfeccionadas,terminan como le- yes. No hay misterio en esto, porque el hombre es el creador, reformador y destructor de los siste- mas socialeshumanos. El hacer y deshacerreglas estáconstreñidopor leyespero no regidopor éstas. Pero, si reconocemos la existencia de reglas so- ciales al lado de leyes sociales,debemosestar pre- parados para explicar algunos hechos económicos en términos de reglas,otros en términosde leyes,y otros en términos de reglas y leyes. Esto puede parecer obvio pero contradice la tradición positi- vista segúnla cual todo hecho, sea naturalo social, es explicablepor leyes y circunstancias. Y también contradice la tradición histórico-cultural,según la cual las cienciassocialesno pueden explicar nada: a lo sumo pueden ,.comprendero por empatía (Verstehen). Por ejemplo, podemos explicar cierto aumento del costo de la vida por un aumento brusco de la tasa de interés (regla),decisiónque a su vez puede explicarse por la política monetaristaadoptadapor las autoridadesfinancieras.Y podemos explicar la adopción de tal política en términos de valuaciones que no se basan sobre reglas ni leyes sino sobre intereses creados, ignorancia, etc. (La economía neoclásicaestá lejos de ser verdadera,pero al me- nos tiene el mérito de la exactitud y de haber insis- tido en la centralidadde la valuacióncomo motivo de la acción humana. La psicologíanos debe aún las leyes de la valuación.) Presumiblemente, la explicación correcta de cualquier hecho económico complejo requiere le- yes, reglas, valuaciones, y datos referentesa las circunstanciasy antecedentes especiales. (En cam- bio, las tendencias carecen de valor explicativo: son objetos a explicar.) Típicamente, el explicar por qué un individuo o un grupo emprendeacciones 49
  • 24. de tipo A puedeexigir premisasde los cuatro tipos: (Lav) Todo A es seguidode un B (siempreo con alguna probabilidad). (Vuluucititt) B es valioso para los individuos (o grupos) de clase C. (Reglu) Esfuérzate por alcanzarcuanto sea ble y valioso para ti (o para tu grupo). (Dato) El individuo (o grupo) en cuestión facti- es de clase C. En resumen, la investigación económica descu- bre tendencias, leyes y reglas que operan en la sociedad.Algunas de estasleyes son universalesy otras están acotadas temporalmente; y algunas re- glas terminan convirtiéndose en leyes. La Iimita- ción temporal de algunas leyes económicas las torna similaresa las leyes biológicas:estasúltimas no existían antes de que emergiesela primera cé- lula. Se ha dicho a veces (p ej. Hicks 1979)que la diferenciaentre las leyes de Ia economíay las de la ciencia natural es que las primeras contienen retar- dos temporales.(P. ej., la cosechadel año en curso depende de lo que se sembró el año pasado.) Es verdad que la microfisica no conoce (aún) retardos temporales,pero la fisica de los macrosistemasdo- tados de memoria sí los conoce, y también los conoce, desde luego, Ia biología. (Recuérdeseque hay genesy aun órganos enterosque no se (expl-e- san" sino mucho despuésdel nacimiento.)La dife- rencia real entre leyes económicasy leyes biológi- cas reside en otra cosa: el hombre puede crear, torcer, suspendero destruir las primer¿lsal con:,- truir, modificar o destruir los sistemaseconómicos correspondientes.Esta es la finalidad de toda revo- lución económica deliberada, sea violenta o pací- fica. CAPITULO 4 TEORIAS Y MODELOS ECONOMICOS En todos los campos de investigación unateoríct es un sistema de proposiciones (formulas) uniOu, por la relación de deductibilidad (argamasasintác_ tica) y un asunto común (argamasasemántica).En una teoría bien organizadatoda proposición "i, ,"u una premisa (postulado,definición ó dato¡, ,"u unu c,onsecuencia (teorema) de algunas premisástoÁu_ das conjuntamente. (Ojo: En el lenguaje ordinario y en las ciencias "blandaso la palabra ,.teoría, désigna " il;;;; una hipótesis. Por ejemplo, la .,teoríá" dinámica áe Harrod (1952)se reducé a la proposición á; q;; l; tasa de crecimientog es igual a lá tasade inversión s dividida por la razón cupituVp.oducciónt, ; ;;;; g : sl!. Otro ejemplo de uso iulgar de la pafabü <.teoría> es el del título del famoso lib.o d. M;"d;i Teoría econónúca marxistd, que es una obra pura_ mente descriptiva y crítica, sin asomo ¿" t"oifui.i Algunos economistas_creen que las t.ori;;;;; ellos manejan son edificios puiamente lógicos á matenráticosmientras no se rei agreguedato-s. Esta opinión es equivocada. Una diférencia entre una teoría en matemáticapura y una teoríaen economía política, o algírn otro campo de investigaciónfác_ tica, es que las proposicionesde este último tienen referencia fáctica: se refieren a alguna parte o as_ pecto de la realidad. Gracias a está referenciafác_ tica las teorías científicas pueden ser puestas a prueba contrastándosealgunas de sus pioposicio_ nes con datos de observación,medición, o'.*p.ri_ mentación. Otra diferencia entre las teorías tie lrr 5l 50
  • 25. matemática pura, por un lado, y las de la ciencia y la tecnología,por otro, es que algunasde las propo- siciones de estas últimas representan, correcta o incorrectamente, regularidades o leyes objetivas. En todo caso en las cienciasavanzadas,que son los marcapasosmetodológicos de las demás, toda teo- ría genuina contiene enunciados legales, es decir, fórmulas que representan regularidades objetivas (leyes). Un cuerpo de conocimientos que contiene tan sólo tendencias,como las que resultan de análi- sis econométricos, no cuenta como teoría. Por con- siguiente,no puede explicar nada. Tampoco puede usarse para calcular predicciones fidedignas: a lo sumo da extrapolaciones. También los modelos (conceptuales o teóricos) son sistemas hipotético-deductivos y, tanto en ciencia fáctica como en tecnología, se refieren a partes o aspectos del mundo natural o social. Los modelos difieren de las teorías en tres respectos. En primer lugar, los mcdelos tienen un dominio (o clase de referencia) más angosto que las teorías. Así, por ejemplo, podemos hablar de una teoría de una economía entera, pero hablaremos de un mo- delo de una fábrica de alfileres. En segundo lugar, los modelos son representacionesmuy idealizadas (simplificadas)de sus objetos, tanto que algunos de ellos pueden llamarse ,.caricaturas>(Gibbard y Va- rian 1978).En tercer lugar, a diferencia de las teo- rías, los modelos pueden no contener leyes. Así, por ejemplo, mientras un nrodelo de una granja debe contener, o al menos presuponer, algunas [e- yes biológicas específrcas(p. ej. ..Los cerdos al- canzan el estado adulto al año de edad"), un rlo- delo de un banco puede no contener ningún enun- ciado de ley aparte de algunas generalizaciones acerca de la conducta humana y de la sociedad. Hay dos maneras de construir un modelo teórico: desde el comienzo o sobre la base de alguna teoría. Llamo modelo libre al primero, y ligado al se- 52 gundo. Los modelos libres pueden o no contener enunciados de ley. En cambio los modelos ligados contienen proposiciones de este tipo pcrqué son generados especificando teorías, es decir, enrique- ciendo estasúltimas mediante suposiciones espetia- les. Por ejemplo, dada una teoría general de la La economía política contemporáneatiene algu- nas teorías,tales como la teoría neoclásicadel equi- librio, y numerosos modelos, tales como los mohe- los linealesde producción. (Véase los Apéndices 3 y 4.) Sin embargo, a veces se ha disputadola posi- bilidad misma de construir tales sistemas hipotético-deductivos, o al menos la posibilidad de que sean verdaderos en algún sentido. Una obje- ción comúrr es la que puede denominarserománica y reza así: oNo puedes capturar al hombre con un puñado de fórmulas, porque no hay dos seres hu- manos idénticos y porque todos cambiamosde con- La respuestabreve es que todas las cienciasfác- ticas y técnicas enfrentan la rpisma dificultad en lo que respecta a la variabilidad y mutabilidad indivi- cuanto a la mensurabilidad,al par que algunaspro- piedades de un sistema económico son en efécto cualitativas -o en todo caso aún no han sido cuan- tificadas- la rnayoría son cuantitativas.(Más aún, la economía política podría definirse como la cien- cia social que se ocupa de las propiedadescuantita- 53
  • 26. tivas de los sistemas económicos, tales como nú- meros de personas empleadaso desocupadas,can- tidades de bienes producidos, intercambiados o consumidos, etc. En cambio, la llamada ciencia de la administración enfoca su atención sobre las pro- piedadesestructurales de los sistemaseconómicos, aunque sin descuidar las cuantitativas.) Además, la predictibilidad no es una propiedad intrínseca del asunto de una teoria, sino una propiedad de la última. Finalmente, en todas las ciencias, incluso en física, debemos tolerar predicciones impreci- sas de la forma <Eventualmente X aurnentará (o disminuirá, o fluctuará)". Ltrego viene la objeción globalista (u holista): "Donde todo depende de todo lo demás, corno en la economía, habría que conocer el todo para poder conocer la parte. Puesto que esto es imposible, no se puede modelar la economía." p6p11ca:Esta ob- jeción sereducea observarque la economíaconstituye un sistemay, más aún, un sistemafuertementeaco- plado a otros sistemas(la política y la cultura de la misma sociedad,así como otros sistemaseconómi- cos). Pero todas las cienciasy técnicasse ocupan. máso menosexitosamente, de sistemas;yno lo hacen ignorando su estructura, sino descubriéndola.Si la cosa A está fuertemente acoplada a la cosa B, el teórico puede adoptar alguna de estas estrategias:a) estudiarel sistemacompuesto porA y B, o b¡ mode- lar A (o bien B) y dar cuenta de sus interacciones conB (o con A) en términos de variables exógenas. En cualquier caso las interaccionespueden tratarse exactamente. La objeción globalistavale solamente en este respecto: todo tratamiento de la economía como si fuese un sistema autónomo está destinado al fracaso. Pero esto no imposibilita la economía política; sólo le impone que incorpore variablesbio- lógicas, culturales y políticas como variables exó- genas. La tercera objeción que se hace frecuentemente a 54 menos que se tenga alguna hipótesis,como lo ob_ servara Darwin hace tiempo. La recolección de da- tos y la formulación de hipótesis van de la mano en lugar de sucederseen todos los casos. Además, las teorías no se forman destilando datos. sino for- mulando, ensayando e interconectando hipótesis. Lo que está mal no es usar hipótesis y extraer conclusiones de ellas, sino exigir que todas las hi- pótesis sean superficiales, tolerar contradicciones entre ellas, forrnular conjeturas incomprobables,y aferrarse a hipótesis que han sido repetidamenté refutadas. Como cualquier otra ciencia, la econo- mía política debe escoger una vía intermedia entre el apriorismo (que prescinde de la experiencia)y el empirismo (que prescinde de la teoría). Desgracia- damente, una fracción excesiva de la ciencia eco- nómica consisteen recolectar datos, tales como los que acumulan las oficinasestadísticas,o en especu- lar acerca de fántassras tales como el mercado competitivo y el consumidorracional. (Como dijera Leontief 1966,pág. a3, la economía "adquirió muy tempranamente en su desarrollo la actitud y los modales de ias cienciasempíricasexactassin haber pasado por la dura escuela de la investigaciónfác- tica directa y detallada".) Finalmente, la objeción voluntarista a la teonza- ción y modelización reza como sigue: ..Las socie- dades son regidas por reglas, no por leyes, y las reglas, así como su rechazo, son obra nuestra.por lo tanto no es posible construir modelos económi- 55
  • 27. cos a semejanza de las cienciasnaturales. Debemos abandonartoda tentativa de construir modeloseco- nómicos, y tratar los sistemaseconómicos,de la firma a la nación, día a día. La intuición y la expe- riencia deben prevalecer sobre la teoría: debemos ser pragmatistas, no racionalistas."Creo que esta objecióncontieneun grano de verdadjunto con un montón de falsedadespeligrosas.El grano de ver- dadeséste:Cualquierteoríaeconómica que tratela economíacomo un sistemanat'¿ralo una máquina autorreguladora, que funcioira según"leyes de hie- rro>),es falsa porque ignora la existenciade reglas junto a las leyes.(Recuérdese el cap. 3.) Esto vale para todas las teoías clásicas(incluyendola de Marx) y neoclásicas,así como para ciertas teorías contemporáneastales como la ..economíafisioló- gica" de Georgescu-Roegen (1978). Sin embar- go, las reglas, en particular los reglamentosesta- tales, no constituyen un obstáculo a la teoriza- ción. En efecto, las reglas pueden incluirse en un modelo matemático a modo de vínculos (o restricciones). Semejante modelo permitirá formular predicciones mientras valgan las ecua- ciones (o desigualdades), o sea, en tanto que los agentesrespeten las reglas. Cualquier cam- bio en las reglas básicas obligará a modificar el modelo. Volveremos a este punto en el capí- tulo 6. Los más ambiciososde todos los modelos en ciencias sociales son, desde luego, los modelos mundiales.Hay por lo menosseisde ellos: cuatro modelosdescriptivos y dosnormativos(losde Bari- loch.ey Japón).En tanto que algunosde ellos (en particular Límites al Crecimiento) son primordial- menteespeculativos, otros (enparticularel Modelo Mundial de las NacionesUnidas) están llenos de datos; y mientras algunosde ellos contienenunas pocas variables,otros involucran muchas. Todos ellos han sido criticados severamente (cp. Nord- 56 haus .1973 y Cole l97B), al punto de que pocos especialistasconservan fe en ellos. )/
  • 28. )ó CAPITULO 5 POLITICAS ECONOMICAS En la vida real los economistas suelen ser, no sólo estudiosos de la economía, sino también con- sultores, planeadores, e incluso administradoreso políticos. Esta acumulación de funciones en una sola persona no debe hacernosolvidar la distinción clásica entre la econontía positiva, o el estudio de los sistemaseconómicos,y laeconomía normativa, o la formación de políticas y planeseconómicos.La primera es una ciencia básica y la segunda una ciencia aplicada o, mejor, una rama de la técnica social, junto con el derecho y la pedagogía. (El nombre neconomía positiva>)no es del todo ade- cuado, porque la economía política básica incluye también lo que pudiera llamarse ..economíanega- tiva", o sea, la crítica de los sistemaseconómicos existentes, y cuyo modelo sigue siendo El Capital de Marx. "Básica> o <<pura> Son calificativos más adecuadosy conformes a la distinción entre básico y aplicado que se hace en todas las demás cien- cias.) La economía norrnativa o aplicada se llama tam- bién "economía política", nombre que sugiereque se trata de una fusión de la econcmía básicay de la politología. Desgraciadamente,esta sugerenciaes falsa: si bien algunos economistasprestan atención a los factores políticos, no aprendende la politolo- gía, la que a su vez se venga ignorando tanto a la economía como a la ciencia económica. Este hecho es tanto más extraño por cuanto la politología mo- derna nació precisamente en la época en que el _59
  • 29. sistema político se ligaba más estrechamente que nunca al económico (Skidelsky, 1977). La economía normativa, como cualquier otro campo del conocimiento, se distingue por una pro- blemática propia. Los problemas que enfrentan sus cultores son problemas económicos, tales como el de la estanflación(o inflación acompañadade deso- cupación). Esto parecería obvio, pero no lo es, porque no hay problemas puramente económicos (V. Robinson and Eatwell 1974). Lo quc común- mente llamamos <problemas económicos>> son pro- blemas,sociales multidimensionales que involucran no sólo la economía, sino tarnbién la política y la cultura, y ello simplemente porque cada uno de és- tos es un subsistemade la sociedaci(Bunge, 1979b). Por ejemplo, puede argüirseque no habría estan- flación si: a) todas las corporacionesinvirtieran sus gananciasen el país en lugar de hacerlo en el exte- rior (como lo hacenlas compañíasmultinacionales); á/ los gobiernos no imprimiesen dinero o contrata- sen empréstitoscon el sólo fin de seguir la carrera armamentistao de rnanteneruna burocracia gigan- tesca y parasitaria, c) los sindicatos obreros no lucharan por proteger el nivel de vida de sus afilia- dos; y d) el público se educara para resistir las tentaciones del consumismo. (Véase Davidson y Weintraub, 1973, y Wiles, 1973). Ahora bien, si todo problema económico no es sino un componente de un problema social multi- dimensional,está claro que no puede tener solucio- nes puramenteeconómicas.En particularel moneta- rismo no puede curar la inflación porque prescribe tan sólo un remedio fiscal, a saber, el control de la Casa de Moneda, para curar un complejísimo pro- blema social. Obsérveseque no niego la posibilidad de la cien- cia económica. (Recuérdeseel Capitulo 4.) Puede haber modelos (casi) puramente económicos, tales como un modelo para explotar una rnina de cobre, 60 Acabamos de toparnos con la moral, ausentede 61
  • 30. it % la economía positiva, pero central, aunque a .me- nudo subterráneamente, en la economía normativa' (Para la centralidad de los valores en investigación social aplicada véase Myrdal, 1969') En efecto, el diseño de una política económica no es un mero tecnicismo económico a la par de, digamos, la con- fección del presupuestode una firma' El diseño de políticas económicas involucra, o debiera implicar, un modelo de la sociedad íntegra, así como un conjunto de valores Y objetivos. Este aspectode la cuestión resaltaen el contraste entre las políticas keynesianas(o fiscales) y mone- taristas. Tanto el finado lord Keynes como el pro- fesor Friedman han defendido al capitalismo. Pero, mientras el primero queía darle un rostro humano, el segundo parece querer que recupere los rasgos lobunos que tenía antes de Bismarck. Keynes es- taba motivado no sólo por una visión menos unila- teral de la sociedad sino también, y qluizáprimor- dialmente, por el horror que sentía por la guerra y por su compasión para con los desocupados.(Más aun, relacionabala guerra con el desempleo, soste- niendo que éste último incita a la competencia co- mercial internacional, la que a su vez puede dege- nerar en guerra: véase Klein, 1947.)No se nota tal horror por la guerra, ni tal compasión por los deso- cupacios,en los escritos del profesor Friedman y sus "Chicago boys", quienes insistenen que es ne- cesario que haya una <tasa natural de desempleo" para mantener bajos los salarios y los precios (Friedman, 1968). Hay, por supuesto,una variedad de tipos de polí- tica econónrica,pero todos ellos comparten ciertos aspectos metodológicos que trataremos de poner al descubierto. Los tipos principales son el libera- lismo, el intervencionismo, y la planeación central. El primero no recomienda política alguna: reco- mienda la inacción. Fundamento teórico: la econo- mía es una máquina (o un organismo) auto- 62 EJ segundotipo de política, el intervencionismo, se da en diversas variedades,des(e una compren_ siva política fiscal destinadaa estibirizar ra eóono- mía, hasta las políticas escandinavasdestinadasa disminuir la inequidad. Fundamento teórico: Ia mrcos, es menestercontrolar la economía.(El mo_ Vemos entonces que toda política económicase funda sobre algunadoctrina económica y algún sis_ 63
  • 31. tema de valores y normas. A su vez, un plan eco- nómico específico se funda sobre una política eco- nómica junto con un modelo de un sector econó- mico o de la economía (o, mejor, de la sociedad íntegra), así como datos más detallados. En resu- men. POLITICA : TEORIA+ DATOS+ SISTEMADE VAL)RES PLAN : POLITICA+ MODELO+ DATOS de donde: PLAN : TEORIA+ MODELO + DATOS + SISTEMADE VALORES Parece razonable estipular que un plan se deno- mine científico si, y sólo si, descansasobre a) teo- rías, modelos y datos científicos, así como á) un sistema de valores y normas compatible con el co- nocimiento científico del día. El fracaso de cual- quiera de estos componentes da como resultado inevitable el fracaso de la totalidad a un enorme costo social. En particular, una teoría económica falsa, o un código moral anacrónico (y, por tanto, imposible de poner en vigencia), arruinará el plan económico diseñado con el mayor cuidado. El individualismo extremo, sea en economía o en ética, es un buen ejemplo de lo que se acaba de añrmar. No puede tener éxito a la larga porque la sociedad es un sistema del cual la economía no es sino un subsistema, y el mantenimiento de todo sistema exige alguna cooperación, sea deliberada, sea involuntaria. (Es verdad que et individualismo no excluye la solidaridad, pero la limita a los miembros de la misma clase social: es trorizontal y defensiva, no integral y altruista.) Además, los sis- temas artificiales, tales como la economía, la polí- tica y la cultura, requieren algún control o méca- nismo de regulación. Otro buen ejemplo de una mala política social es el economismo, o la creencia de que la economía 64 POLITICA BIOLOGICA POLITICA POLITICA POLITICA CULTURAL POLITICA ECONOMICA El Tercer Mundo tiene alguna experiencia con planeadores económicos que ignorañ lus compo_ VALORES & I'JORMAS 65
  • 32. nentes no económicas de la sociedad, así como el sistemade valores y normas inherentes a la misma. La mayoría de los planes de desarrollo concebidos para dichos paísesse deben a economistas que han ignorado las circunstancias y los valores cuiturales y políticos, y han sacrificado deliberadamente las necesidades culturales y las aspiraciones políticas del pueblo para alcanzar un único objetivó a todo costo, sea la industrialización, sea Ia éstabilización mente por la CEPAL, que él creara y animara du_ rante tres décadas. (Véase el apéndice 5.) sociedadíntegra y, por tanto, no puede tener éxito de desarrollo, en las que las únicas fuerzas motrices eran la fracción del producto interno bruto dedi_ cada a la inversión, y las importaciones de capital, 66 67
  • 33. CAPITULO 6 EL MONETARISMO El monetarismo es la política económica neolibe- ral según la cual todo cuanto hay que hacer para conseivar la salud de la economía es controlar la oferta de dinero. o sea, la impresión de billetes de banco y el crédito bancario (Friedman 1963, 1968, 1980).inevitablemente, el monetarismo recuerda a otras panaceas: el agua de alquitrán, la manipula- ción de la columna vertebral, y la sangría, espe- cialmente esta última. Se recurre a é1, como a la brujería, cuando los dernásrernedios parecen fallar' Y, óomo la brujería, se lo adopta con fe, no sobre la base de una téoría comprobada y de estadísticas' Los gobiernos conservadores, e incluso algunos gobiernos liberales, adoptan el monetarismo por dos motivos: por su sencillez y porque da la casua- lidad de que fávorece a los adinerados. La sencillez del monetarismo es tal, que el Presidente Reagan ha dicho del manifiesto de los Friedman, Libre para elegir (1980), que es "soberbio". Que el monefa- risino favorece a los ricos, fue confesado por David Stockman aAtlantíc Monthly en diciernbrede 1981. Ese señor debe saberlo, puesto que es el director de Presupuestosy principal ejecutor de la llamada reaganomía en el gobierno del Presidente R'eagan' Es igualmente comprensible que el rnonetarismo atraiga a los polítióos reaccionarios, puesto que predica el desmantelamiento del Fstado benefactor, ásí como la irresponsabilidadsocial de los empresa- rios. (La única responsabilidad social de los diri- gentes de empresa sería ..hacer tanto dinero para 68 sus acclorustascomo puedanrr:Friedman 1962,pé+ gina 133.) que subyace al monetarismo es la teoría del mer_ cado libre propuestapor Adam Smith en 1776:es la poner a prueba dichas premisas para averiguar si son verdaderas:'lo sean o no, las cosas suceden conTosi lo fuerarr. Este truco metodológico es tan célebre que se lo ha bautizado ola coniorsión F, (the F-Twist: Samuelson, 1963). (para una crítica 69
  • 34. cp. Rosenberg 1976, y para una defensa tibia, cp. Boland 1979.) Pero la contribución más importante del profesor Friedman a la fundamentación teórica de la política monetaristaes su ...armazónteórica para el análisis monetario" (1970).Tiene razón en llamarlo "arma- zón teórica", y sería aún más correcto llamarlo <programade una teoría", o <<pagaré teóricoo, por- que no es una teoría propiamente dicha. En efecto, este sistemaconceptualcontiene tres símbolosfun- cionales totalmente indeterminados (f g y l), de modo que las fórmulas en que éstos aparecen son enunciadosvagos del tipo ..I/ es algunafunción/de X,,. Toda la política económica que recomienda Friedman está, pues, basada sobre un programa para una teoría, no sobre una teoría formulada ex- plícitamentey comprobada empíricamente. Siendo un programa (que alguien debiera ejecutar) es inca- paz de explicar o predecir nada. (Para otras críticas cp. Gordon 1970.) Quien deseeexplicar el funcionamiento del siste- ma monetario, así como su descompostura (infla- ción y estanflación),deberá construir una teoría pro- piamente dicha del mismo, no meramente un pro- grama para una teoría. No podrá satisfacerle una teoría cualquiera, sino tan sólo una teoría conlpro- bable y que no trate al sistemamonetario como autó- nomo, ni menos aún como primer motor de la eco- nomía, sino que, por el contrario, incorpore fac- tores no monetarios, taies corno la organización de la empresa,los gastosimproductivos (principalmen- te en armamentos), y las expectativas(no siempre racionales)de productoresy consumidores. Más aún. las economías de las naciones desarro- lladas necesitanuna teoría diferente de las adecua- das a las naciones en vías de desarrollo. Así, por ejemplo, en los países desarrollados un factor im- portante de estanflación, amén de la carrera arma- mentista, es que las empresasoligopolistas disminu- 70 yen la prcduccióny el empleo, no los precios,al dé_ caer la demanda (lo que refuta la teoría del con_ de la capacidad de producción. (Véase Olivera. 1980y Fernández-Pol,1982para alternativaslatino_ americanasa la seudoteoríamonetarista). .,Lor.monetaristasno tienen una teoría de la infla_ caso lo opuestoes verdadero,a saber,que la velo- cidad a que un Gobierno imprime dineio está de- terminada por la diferencia entre los gastos y los ingresosdel Estado. Si ios primeros eiceden a los segundos,el Gobierno imprime dinero o lo toma prestadoa fin de cumplir sus obligaciones;sólo un presupuestoestrictamenteequilibradoda como re_ sultado la velocidad nula de oferta de dinero. Ahora bien, en un Estado benefactorel egreso (E) es una función lineal creciente de la tasa de desempleo,porque el gobierno paga compensacio- nes salariales.En cambio el ingreso (R) es una función lineal decreciente del desempleo, porque los ciesocupados consumen poco y apenas pagan impuestos.El resultadoes que la velocidadI,I a la que el gobierno imprime dinero, o lo toma pres- tado, depende linealmente de la tasa U de desem- pleo. En resumen,el desempleocausa inflacíón, la que a'su vez aumentael desempleo.Se trata, pues, de un ciclo de retroalimentaciónpositiva. Dicho en símbolos, [4:E - R, E:a *b(J, y R: c - cJ(J, 71
  • 35. de donde lul : a - c + (b + d) U, donde a, b, c y d son números reales positivos. (En un Estado no benefactor,¡, :0.) Por tanto lV :0 si, .r'srílo si, u : ( y L/ :0. Véase Ia figura 5. Aunque este Figttrtt5. La desocupación causainflación. La tasa M de impre- sión de monedaes una función crecientedel desempleo. crudo modelo lineal (y libre) del proceso inflaciona- rio parece bastante evidente y de acuerdo con los datos, no ha sido tenido en cuenta por los moneta- ristas. En cuanto al fundamento estadísticodel moneta- rismo, se reduce a ciertas correlacionesinterpreta- das como relaciones causales. Así, por ejemplo, según Lucas (198C),los datos sobre la economía norteamericana para el período 1953- 1977 confir- man las hipótesis de que una determinada tasa de cambio de la cantidad de circulante induce: c) un cambio igual en la tasa de inflación de precios, y á) un cambio igual de las tasas nominales de interés. En verdad todo lo que muestran sus datos es una correlaciónpositiva, no una relación causal. Lucas 72 no ha estudiado los mecanismos que subyacen a esta correlación. La mayoría de los economistas sospechan,con razón, que dichos mecanismosson procesos socialescomplejos. Después de todo, el dinero es un termómetro de la actividad económica más que la actividad misma. Pero incluso esa confirmación estadística es cuestionable. Modigliani (1977) estudió aproxima- damente el mismo período en los EE.UU., bus- cando trechos en los que la oferta de dinero cre- ciese bastante lentamente. Encontró dos períodos de este tipo, de comienzos de 1953 a la primera mitad de 1957, y de l97l a 1975. Estos períodos resultaron ser los más inestablesde todos: com- prendieron la contracción de 1954,la recuperación de 1955,la nuevarecesiónde 1958,y la de 1973-75. La conclusiónes evidente: <nuestrosperíodosmás inestableshan coincidido con períodos de estabili- dad monetaria relativa> (pág. 12). Esta conclusión se ve reforzada por las estadísticasmás recientes. La recesióneconómicaen los EE.UU., eue duró de 1978 a 1983, fue acompañadaprimero de una res- tricción y luego de una reducción del volumen de dinero circulante o Ml; la reducción fue aún más drásticaen Canadá, donde la crisisfue todavía másgra- ve. (Los cambios relativos del volumen de Ml en los EE.UU. han sidode 1,0por 100,2,3 por 100,0,8por 100,-0,9 por 100,-1,6 por 100y -3,8 por 100en los años 1976a 1982,respectivamente: IMF, i982, p. 202.) Por supuestoque el monetarista invocará choques exógenos para justificar el fracaso de su política. Pero ésteesprecisamente el quid de la cues- tión: la severidadde ia inestabilidad atribuida a ta- les choques muestra que la economía no es un siste- ma sellado y a prueba de choques. Y, puesto que no lo es. es preciso estabilizarlo mediante vigoro- sas medidas fiscales o incluso planeación central. Prebisch (1981a) ha mostrado elocuentementeque esto vale, muy particularmente, para América La- DESCCUPACION IJ
  • 36. librios de la economíamundial (IMF, 1982).Por aña- didura, Hahn (1983) exhibió un modelo en que se prod.uceinflación (a pesar))de mantenerseconstante ia cantidad de dinero. En resumen, el monetaris- mo hace agua Por todas Partes. Los holandeseshaq venido practicandocon éxito la planeacióncentral desdeque perdieron sus colo- nias, y tanto Leontief como Galbraith la recomien- dan para salir de la estanflación. I-a libertad eco- nómica -la libertad de emplear y despedir, de lra- bajar o no trabajar, de comer o no comer- no puede ser el objetivo del 90 por 100de la población en ningún país del mundo. Para ellos la libertad económica, no la planeación, es "el camino de la servidumbre>, porque involucra incertidumbre en el mejor de los casos y hambre en el peor. Fara ellos el dilema no es libertadversltsplaneaciónsino planeación autoritaria versus planeación democrá- tica: entre planeacióntiránica, rígida, burocrática y por tanto enajenante,por una parte, y planeación participativa, plástica, descenfralizada,y por tanto, a la larga, eficiente, para lo cual debe fundarse sobre una política científica y humanista. Para bien o para mal, esta elección no es materia técnica qLre sólo los expertos en economía política puledento- car, sino de elecciónpolítica por el público. (Véase Prebisch l98la para una original síntesisde libera- lismo y socialismo.Para una historia crítica de las controversias en torno a la planeación, véase Nien- haus 1984.) No diremos más acerca de la miserable funda- mentación teórica y empírica del monetarismo. En cuanto a las filosofias morales, socialesy políticas que lo basan, son esencialmentelas del liberalismo 74 económico, o sea, el individualismo.(VéaseHayek 1949 para una lúcida formulación del individua- lismo.) Esta doctrina se reduce a los sigüientes principios: a/ egoísmo (<Cada cual para sí>), -bl darwinismo social ("Sólo los mejor adaptadosso- breviven y merecensobrevivir la competenciaeco- nómica"), y c') liberalismo político (netamentedis- tinto de la democracia).En mi opinión el primero no es sólo despreciablesino también ineficaz (ex- cepto en rasgar la tela de la sociedad),ya que la vida en sociedadexige un módico de altruismo y cooperación.También daremos por sentadoque el darwinismo social ha sido refutado hace tiempo, aunque sólo sea porque:r¡) en la vida real fracasan muchas empresassólidas al par que triunfan mu- chas aventurasalocadas,y b) la "dura disciplinadel mercado" moldeano sólo líderessino también esta- fadores y opresores. En cuanto a la asociaciónentre la libertad eco- nómica y la política, parece que no es sino una correlación temporaria tomada por relación causal permanente.En efecto, aunque el laissezfaire eco- nómico ha estado vinculado a las libertadesp-olíti- cas en cuatro naciones(los PaísesBajos, Gran Bre- taña, Franciay los EE.UU.) entre 1750y 1850,esta asociaciónno vale hoy día en ninguna parte, aun- que sólo sea porque los monopolios y Ia interven- ción estatal han matado a la libre empresa. Más aún, el mantenimientoexitoso de la libre empresa sin cortapisasexigiríaun gobiernoautoritariolisto a reprimir cualesquieraamenazasa la libertad eco- nómica, talescomo las que planteanel movimiento obrero, los partidos políticos que propugnanla na- cionalizaciónde los serviciospúblicos y los recur- sos energéticos,e incluso el movimiento coopera- tivo. Como dice Prebisch (l98lb), "los principios neoclásicossólo pueden aplicarsebajo un régimen de fuerza". En las nacionesindustrializadas las políticas mo- 75
  • 37. netaristascausan la destrucción de las industrias manufacturerasy de los servicios sociales, lo que aumentala pobreza, la que fomenta el descontento, el que a su vez invita a la represión. En las nacio- nes del Tercer Mundo la represión posibilita la apli- cación de políticas monetaristas, las que aumentan la miseria, la que genera insurrecciones,las que a su vez provocan una represión más intensa. No es de extrañarentoncesque el liberalismoeconómico, y en particular el monetarismo, se haya convertido en todas partes en una ideología de extrema dere- cha y una amenaza a la civilización. Un caricatu- rista mexicano lo expi:esócomo sigue. El guía de un museo de pintura va anunciando: "Este cuadro pertenece a la escuela del Giotto, este otro a la escuela neoclásica, y el de más allá es un buen representante de la escuela impresionista,,. y, apuntandoa una villa miseria (o ciudad perdida, o barrio callampa, o villa Friedman) que se ve a tra- vés de la ventana, informa: ..En cuanto a ése, es típico de la escuela de Chicago." La manera en que obran las políticas monetaris- tas en los paísesen desarrollo y en estado de infla- ción es la siguiente:Se frjan las tasasde cambio (en particular el precio del dólar), se levantan las barre- ras aduaneras y se restringen los créditos banca- rios. Al comienzo las dos primeras medidas no tie- nen efectos apreciables, pero la tercera afecta de inmediatoa las empresaspequeñasy medianas.que se ven en figurilias para financiar sus operaciones. Muchas de ellas termiúan por quebrar en conse- cuerrcia.Esto tiene como efecto una Cisminución del ernpleoy del consumo y una retracción econó- mica. Al principio las grandes empresas se benefi- cian con las quiebras de las pequeñasy medianas, pero al poco tiempo también ellas empiezan a sufrir debido a la disniinucióndel consumo que acompaña a la desocupación. Mientras tanto la inflación sigue, o al menos no 76 ha disminuido apreciablemente. Llega un momento en que lo único barato en el país es el dólar. A partir de este momento empiezan a actuar los dos primeros exorcismos monetaristas,es decir, la es: tabilidad de las divisas extranjerasy el libre cambio exterior. En efecto, las mercanciasnacionalesestán tan caras que el público prefiere las importadas,por ser más baratas y acaso también de mejor calidad, o por lo menos de mayor prestigio. La consecuen- cia es la destrucciónde la industria nacional.Este resultado de ia política monetaristatiene tres bene- ficiarios: las economíascentrales (en particular la norteamericana),los importadores (y ex contraban- distas) y los sectorespolíticos que deseanla des- trucción de los sindicatosobreros. La gran víctima del rito de sacrificiomonetaristaes la nación. cuvo gobierno ha adoptado la ideología importada de Chicago. En resumidas cuentas, toda política económica se funda sobre una teoría, un cuerpo de datos y un sistema de valores y normas; y todo plan econó- rnico se basa sotrreia política económicajunto con un modelo económico, así como más datos. Las políticas y los planes son científicos en la medida en que lo son sus componentes.De lo contrario no sonLcientíficosni tienen la posibilidadde triunfar. El monetarismo es un paragón de política econó- mica anticientífica,porque se funda sobre: ¿) un modelo rrnidimensional(puramente econórnico)de la sociedad, b) una teoía econórnica anacrónica llena de hipótesisno comprobadaso falsas,c) aná- lisis estadísticos que, en el mejor de los casos,sólo exhiben correlaciones,y d) un sistemaanacrónico de valores y de principios morales inhumanosque sólo pueden destrozar el orden social. por consi- guiente hay razones de todo tipo, en particular científicasy morales, paÍa luchar contra el moneta- nsmo. ¿Qué vía queda si el keynesianismoencuentra 77