El documento presenta una discusión sobre los formatos de lectura en papel versus electrónico. Inicialmente, el autor plantea que ambos formatos tienen ventajas y son útiles para la lectura. Sin embargo, luego argumenta que existen ciertos aspectos intangibles que hacen que la lectura en papel sea preferible y que la pregunta sobre cuál formato es mejor resulta innecesaria. Finalmente, el autor termina asumiendo una postura subjetiva a favor de la lectura en papel.
Comentario leer con luz de luna (propuesta de comentario de texto resuelta)
1. @QqCastilloLCL
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LEER CON LUZ DE LUNA
Arturo Pérez Reverte
1. Resumen
Lo habitual es enfrentar la lectura en papel con la lectura en formato electrónico,
pero de esta oposición no se desprende una conclusión clara: ambos soportes son
rentables para la lectura y, si cabe, incluso, el segundo comporta algunos
elementos o ventajas que lo revisten de interés. No obstante, existen determinados
aspectos, espirituales cabría decir, o intangibles, que hacen preferible la lectura en
papel, por los que cabe terminar asumiendo que, al margen de la pregunta inicial,
esta comporta un verdadero valor de lectura que hace que aquella resulte fútil o
inapropiada.
2. Comentario crítico
(a) Tema, estructura, actitud, intencionalidad y tipo de texto
El tema del texto es la contraposición entre los dos formatos principales de lectura,
el papel y la lectura electrónica, con el objeto de reivindicar las ventajas de la
primera.
En cuanto a su estructura, claramente puede advertirse una estructura de
comparación o de contraste en la medida en que el autor utiliza el texto para
contraponer, como hemos dicho, los dos formatos principales de lectura.
Asimismo, también presenta una estructura inductiva en la medida en que la tesis
se recoge al final del texto. En cualquier caso, el artículo puede dividirse o
segmentarse en tres partes:
-La primera parte comprende desde el principio hasta la línea 12. En ella,
predomina la tipología textual expositiva, como trataremos de demostrar
más adelante, en tanto que el autor plantea el tema y se limita a oponer
asépticamente los dos formatos, admitiendo que ambos presentan ventajas
que los hacen complementarios.
-La segunda parte se extiende hasta la línea 19. A pesar de todo lo dicho
anteriormente, el autor cambia de tono, lo cual se observa, incluso, por el
conector de oposición con que arranca este apartado: “pero” (l. 12). En esta
parte Pérez Reverte se termina decantando por la lectura en papel y
comienza a argumentar las comodidades que esta ofrece, después de
ofrecer una definición subjetiva de la lectura.
-La tercera parte, por último, arranca desde el “he dicho” de la línea 19
hasta el final. A partir de este momento (nótese el arranque) la primera
persona y la subjetividad se convierten en elementos predominantes, tanto
así que, más abajo, los principales recursos para demonstrar el predominio
de la función expresiva del lenguaje estarán tomados principalmente a
partir de él. Asimismo, también presenta un conector de oposición “pero”
un poco más adelante (l. 20) que contrasta con lo recogido hasta ese
momento. Aquí, de hecho, Pérez Reverte termina decantándose por la
lectura en papel y despreciando la lectura electrónica, a pesar de lo
expuesto más arriba.
2. @QqCastilloLCL
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La actitud del autor, por mucho que pretenda ser objetiva en un principio, como se
observa en la aparición subsidiaria de la función referencial, es principalmente
subjetiva, como se observa en el empleo de la primera persona gramatical, de
términos valorativos (incluidos exabruptos o expresiones malsonantes como
“gilipollez”, l. 10, o “no tiene ni puta idea”, l. 32), verbos de opinión como “creo” (l.
7), elementos todos que comentaremos con mayor detenimiento en la pregunta 5.
Asimismo, cabe decir, incluso por alguno de los ejemplos anteriores, que la actitud
de Pérez Reverte es reivindicativa, agresiva, incisiva, por cuanto muchos de estos
verbos de opinión (“reivindico”, l. 28, o más claramente “me la refafinfla”, l. 21, por
ejemplo, contando además los ya mencionados exabruptos) o expresiones como
“chisme” (l. 31) suponen una forma poco considerada, poco amable, de introducir
el debate. No deja de ser, también, irónico cuando introduce expresiones
relativamente antonímicas como “simpática gilipollez” (l. 10). Por todo ello, cabe
admitir también que su intención es la de causar controversia, la de crear polémica
la de provocar al lector (atrayéndolo hacia su opinión o moviéndolo en su contra).
No solo pretende opinar sobre un tema de interés, sino que, de alguna forma,
pretende persuadir al lector a reaccionar, a posicionarse a su lado.
En relación con el tipo de texto, de acuerdo con el ámbito de uso, es un artículo de
opinión dentro de los géneros periodísticos, lo cual se demuestra por cuanto
hemos dicho hasta ahora acerca de la subjetividad y por la ausencia de una
intención claramente informativa. Asimismo, en cuando al modo de su elocución,
es un texto expositivo-argumentativo con predominio de este segundo tipo en la
medida en que la ausencia de objetividad y el predominio de la función expresiva,
como trataremos de demostrar más adelante, nos permiten llegar a esta
conclusión. También cabe la posibilidad de considerar la existencia de una
tipología textual descriptiva auxiliar, presente en los dos primeros párrafos, en el
momento en que caracteriza el libro electrónico y la lectura, por este orden. Se
observa en la aparición de verbos de caracterización (“es”, l. 7; “hace”, l. 7; “hay”, l.
8) y en la adjetivación (“práctico”, l. 7). Pero no es, lógicamente, una descripción
objetiva.
(b) Valoración personal
El tema recogido en el texto está totalmente en vigencia o es de interés, y lo es para
un público muy amplio, pues la oposición entre los dos soportes principales de
lectura no es un aspecto ya exclusivo de una generación o de un sector de la
sociedad: los precios cada vez más competitivos de los lectores electrónicos, así
como la posibilidad de leer incluso en los dispositivos electrónicos móviles que la
población mayoritariamente posee, lo posibilitan. No obstante, el planteamiento
realizado por Pérez Reverte en este texto de este tema resulta inadecuado e,
incluso, podría admitirse que incoherente. La incoherencia se observa en el
momento en que, en el primer párrafo, desestima que sea oportuno oponer los dos
formatos, y llega incluso a señalar las ventajas del electrónico, pero termina por
vindicar, especialmente en el último párrafo, y con contundencia, las del papel. No
solo esto sino que, además, contradice muchas de las cosas que había admitido
anteriormente, desacreditándolas, llegando a llamar “chisme de plástico” (l. 31) lo
que antes era, sin más, “práctico” incluso (l 7). Por todo ello, su argumentación
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carece de solvencia o no puede admitirse que se sostenga dada la propia
exposición del autor. Asimismo, con el objeto de generar polémica, como se ha
admitido ya, el autor emplea un lenguaje soez, que a mi juicio llega incluso a
desacreditarlo, admitiendo, por ejemplo, que “[el lector de formato electrónico] no
tiene ni puta idea (…) ni de qué es un libro” (l. 32 y s.).
Buena parte de los argumentos empleados por Arturo Pérez Reverte son fútiles,
románticos (en el sentido más decimonónico de la palabra, basta leer el título):
aluden al tacto, al olor, a las experiencias sensoriales que se desprenden de la
lectura en papel, y olvida que, de igual modo que su trabajo como escritor es
“ocuparse del contenido”, el del lector es interpretar o decodificar lo que ese objeto
contiene, al margen de su formato, de esas otras experiencias auxiliares que
podrían llegar, incluso, a distraerlo tanto o más que una puntual notificación
informando de la recepción de un correo electrónico. Reconozco al menos que yo,
cuando el papel se amarillea, se cuartea, cuando desprende olor a humedad, no
experimento en absoluto las mismas sensaciones que Pérez Reverte describe
exaltado. Además, personalmente no creo que el disfrute de la lectura tenga nada
que ver con los placeres sensuales, sino que se trata de un ejercicio de carácter
intelectual y de abstracción. Paralelamente, hasta que se extendió el uso del papel
a causa de su abaratamiento, en los monasterios medievales el soporte habitual era
el pergamino, elaborado a partir de la piel de animales domésticos, y no creo que
ahora proceda imaginárselos a los monjes poniendo el grito en el cielo, montando
en cólera, aduciendo que el tacto del pergamino es más agradable, o que el olor que
del pergamino emana evoca y favorece la lectura. La industria tecnológica
evoluciona, y con ella también la industria del libro, y a veces es normal, y hasta
aconsejable, temer el cambio; pero recordemos, no obstante, que la invención de la
imprenta fue catalogada en su momento como un arma del diablo, algo parecido a
lo que ocurre hoy con la televisión o con internet. Sí, de lo anterior se desprenderá
que tengo y disfruto con mi lector electrónico, que no sustituye a la lectura
tradicional: la complementa. En cualquier caso leo, interpreto, decodifico: extraigo
el contenido, que es mi misión como lector.
3. Análisis sintáctico global
El fragmento propuesto para su análisis sintáctico consta de un único enunciado
que es, a su vez, una oración compuesta por subordinación cuyo núcleo verbal es
“hace”. Dentro de su predicado, existe una proposición subordinada sustantiva de
infinitivo (“viajar con … sin otra luz”), compuesta a su vez en la medida en que está
integrada por cuatro proposiciones coordinadas disyuntivamente entre sí por
medio del nexo “o”, que aparece solo entre las proposiciones 3 (“aumentar … de
letra”) y 4 (“leer sin otra luz”), mientras que las otras dos (1, “viajar … encima”, y 2,
“trabajar … facilidad”) están separadas por medio de signos ortográficos de
puntuación. Esta proposición desempeña la función de complemento directo (CD)
respecto del verbo “hace”. Todas las proposiciones que contiene son simples, a su
vez, con la excepción de la proposición 2 (“trabajar … con facilidad”), que está
compuesta por subordinación al contener una proposición subordinada adverbial
de gerundio (“consultándolos con facilidad”), cuyo núcleo es “consultando” y que
desempeña la función de complemento circunstancial (CC) respecto del verbo
“trabajar”.
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4. Significado contextual
-Soporte (l. 4): En el texto, como comentaremos, se recogen sinónimos de esta voz:
“formato” (l. 2) y “medio” (l. 5). Este sustantivo alude, por tanto, a la realidad física
que sostiene o contiene un texto escrito.
-Zapear (l. 11): En el texto este verbo tiene el sentido de simultanear, de alternar
aplicaciones en un dispositivo, de poder pasar de unas a otras sin necesidad de
cerrar la anterior.
-Cibercafé (l. 23): Espacio de ocio destinado al consumo de café u otras bebidas con
posibilidades tecnológicas de conexión a internet o de lectura digital, pero que en
el texto se emplea con un alto valor metafórico al estar referido a la biblioteca
personal del autor, y, también, con una fuerte connotación negativa o peyorativa.
-Elitista (l. 27): Adjetivo que, en el texto, comporta también un valor peyorativo, y
que, aplicado al sustantivo “casta”, alude a la cualidad por la que se reconoce una
minoría intelectual.
5. Funciones del lenguaje
En el texto propuesto pueden advertirse en distintos momentos cuatro funciones
del lenguaje diferentes, pero la que predomina es, claramente, la función expresiva,
reforzando la idea del carácter subjetivo que hemos mencionado más arriba. Esto
se observa, principalmente, en el empleo de la primera persona gramatical (“qué
opino”, l. 1; “he dicho”, l. 19; “diré”, l. 20; “me niego”, l. 22, etc.); de verbos de
opinión como “creo” (l. 7), “me la refaflinfla” (l. 21), con una alta carga de
coloquialidad, “reivindico” (l. 28) o expresiones como “no tiene ni puta idea” (l. 32),
y de términos valorativos (como “harto”, l. 22; “verdadero [lector]”, l. 17,
fuertemente connotado aquí; también en expresiones peyorativas como “chisme
de plástico”, l. 31, o exabruptos como “simpática gilipollez”, l. 10, con una curiosa
adjetivación). Al servicio de esta función está la función poética, que persigue un
refuerzo estético o emocional de cuanto Pérez Reverte está tratando de señalar. Se
observa, principalmente, en la idea de “trinchera” (l. 30) metáfora con que
relaciona su biblioteca; en “ni siquiera las bombas son capaces de romper el
vínculo mágico” (l. 16) o “suficientes [los libros] para resistir hasta la última bala”,
aparte de otros ejemplos que se podrían ofrecer.
Subsidiariamente, también aparece la función referencial en el primer párrafo,
coincidiendo con la tipología textual expositiva, y en menor medida también en el
segundo. Se observa, por ejemplo, en el predominio de la modalidad enunciativa,
del modo verbal indicativo, de términos no valorativos, como en “hace posible
viajar con cientos de libros encima” (l. 7 y s.), hasta el final. No obstante, conviene
señalar que, aun admitido esto, la función predominante es la expresiva: obsérvese
como sigue empleando la primera persona, con verbos de opinión (“creo”, l. 7),
como sigue empleando términos valorativos, como “divertido” (l. 7) al referirse al
“libro electrónico”, o como existe en ocasiones incluso ruptura del orden lógico,
como en “del soporte se ocupan otros” (l. 4, donde se aprecia “CV + V + Sujeto”).
También existe la función apelativa, aunque totalmente auxiliar, y casi
exclusivamente en el enunciado “y déjenme añadir algo”, al emplear una