El documento compara el teatro clásico, isabelino y del siglo XX en cuanto a su estructura, personajes y temas. Explica que el teatro clásico se enfocaba en el destino y los dioses, mientras que el isabelino trata la razón frente a la fe y temas como la venganza. Finalmente, señala que el teatro del siglo XX rechazó las formas establecidas y abordó temas sociopolíticos y absurdos.