PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
Cuento 6º Darío Maya y Santi
1.
2. Blanca vivía en un rancho que parecía un
nido de hornero. Tenía el pelo muy negro
y, para los días de calor, un somBrero
igual
al Techo de paja del rancho. no muy
lejos
esTaBa el monTeciTo, cueva verde y
llena
de pájaros. allá iBa Blanca al TroTe,
cruzando el pasTizal, en las Tardes de
verano.
3. Era el lugar ideal para jugar sin que sus
hermanos pequeños rompieran sus
tesoros. Esos que ella guardaba en una
caja desde hacía mucho.
La caja cerrada y atada con dos vueltas de
piolín era de cartón. Se la dieron en el
almacén del pueblo y ahora, adornada con
recortes que Blanca le pegó, vivía bien
escondida debajo del catre que la niña
compartía con su hermana pequeña.
4. Eran sEis hErmanos y Blanca, la mayor.Eran sEis hErmanos y Blanca, la mayor.
ayudaBa a su madrE y trajinaBa con losayudaBa a su madrE y trajinaBa con los
cinco chicos. PEro En las tardEs dE vErano,cinco chicos. PEro En las tardEs dE vErano,
no haBía fuErza quE la hiciEra quEdarsEno haBía fuErza quE la hiciEra quEdarsE
EnEn
su casa. sacaBa la caja miEntras todossu casa. sacaBa la caja miEntras todos
EstaBan adormilados En los catrEs o BajoEstaBan adormilados En los catrEs o Bajo
dEl naranjo y trotaBa hacia EldEl naranjo y trotaBa hacia El
montEcito.montEcito.
ya sE haBía ocuPado antEs dE sacar unaya sE haBía ocuPado antEs dE sacar una
naranja dEl árBol Para comérsEla ynaranja dEl árBol Para comérsEla y
convidarlEs algunas tajadas a losconvidarlEs algunas tajadas a los
PájarosPájaros
5. allí jugaBa con las muñEcas PEquEñísimas
quE Ella misma haBía hEcho con rollos dE
traPos. iBa sacando dE la caja dos cunas
dE latas dE sardinas, vEstiditos y zaPatos
dE PaPEl, una cinta Para El PElo, hEBillas,
una tijEra, un collar dE colorEs, varias
latitas dE azafrán, un liBro dE cuEntos quE
lE haBían rEgalado En la EscuEla, cinco
carozos dE duraznos BiEn lustrados Para
jugar a la Payana, y lo mEjor dE lo mEjor:
su EsPEjo.
6. ahora, En El montEcito, sE miraBa, hacía muEcas,
ataBa y dEsataBa El PElo. jugaBa con los
rEflEjos dE sol. lo quE más lEs gustaBa Era
PonErlo EntrE los árBolEs y vEr cómo sE
alBorotaBan los Pájaros.
tEmBlaBa dE solo PEnsar quE sus hErmanos lo
romPiEran
aquElla tardE En El montEcito Blanca hizo
haBlar a las muñEcas, las vistió con las roPas
dE PaPEl, sE Pintó los laBios con moras, lEyó su
cuEnto Por vEz númEro
ciEn y dE Pronto sE dio cuEnta dE quE haBía caído
la tardE y la luna llEna EstaBa En lo alto
como un farol.
aPuradísima mEtió todo a mEdio guardar dEntro
dE la caja y corrió hacia la casa dondE,
sEguramEntE, la EsPEraBan con cara dE Pocos
amigos.
7. No podía dormir aquella noche tan
clara.
Muy tarde, revisó silenciosamente las
cosas de la caja y vio que el espejo no
estaba. Por la ventanita alta del
rancho
entraba la luna a chorros. Blanca pensó
que era como si su espejo se hubiera
instalado en el cielo. Con pisadas de
gato,
salió a buscarlo por el campo.
8. Dicen, quienes hablan con los animales, que las
noches de luna llena suelen inquietarlos, y
después se ponen a contar cosas extrañas.
Aquella noche, muy tarde ya, se encontraron en
el montecito el
burro viejo, la vaquita de San Antonio y el tero.
Todos excitados y atropellándose por contar.
— Esta noche fue muy rara —dijo el burro. Vi algo
brillante en el pasto… ¡Y resultó ser una tajada
redonda de luna!
Ahí estaba, chata. Yo digo que es por esas cosas
que andan por los cielos y no son pájaros,
puestas por los hombres. Van a
terminar gastando la luna.
Bueno, la lamí y tenía gusto fresco y plateado,
nada del otro mundo. Siempre había querido
probar la luna.
9. —Debe ser una noche mágica —dijo la vaquita de San
Antonio.
Yo también andaba paseando cuando de pronto me encontré
a la orilla de un mar. ¡Yo, que nunca había visto el mar! Era
plateado y me metí para cruzarlo pensando que sería un
largo viaje lleno de aventuras. Y sin embargo pronto llegué
a la otra orilla. Después de todo, cruzar el mar, no es para
tanto.
—A mí también me pasó algo extraño — contó el tero.
Encontré un charco que parecía un plato lleno de estrellas.
Me puse a picotear no pero no logré picar ninguna. Lástima,
siempre tuve el antojo de picotear estrellas.
10. Arriba, el farol de la luna se despedía con todo su
esplendor.
Los animales se acomodaron aquí y allá.
Ya faltaría poco para salir a buscar el primer alimento
del día.
A lo lejos, después de buscar y buscar, Blanca,
alborozada, levantó del pasto la tajada de luna, el mar,
el plato de estrellas.
El campito era toda luz. Al mirar el espejo, le pareció ver
un lengüetazo de burro, las pisadas de una vaquita de
San Antonio y los picotazos de un tero.