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Wo o d y A l l e n
CUENTOS JASÍDICOS,
CON UNA GUÍA PARA SU
INTERPRETACIÓN
Woody Allen no es sólo un aclamado director de cine, con algunas obras
maestras en su haber, como Manhattan o Zelig, sino un autor de relatos
de una gran ironía e inteligencia narrativa. Presentamos, en exclusiva para
los lectores de Letras Libres, esta breve antología de relatos mínimos en
los que parodia la mística judía y su exégesis.




U
                     n hombre viajó a Chelm en busca de la ayuda del rabi-
                     no Ben Kaddish, santo entre los santos rabinos del siglo XIX y
                     acaso el más cargante de la época medieval.
                         –Rabí –preguntó el hombre–, ¿dónde puedo hallar la paz?
   El sabio lo miró atentamente y respondió:                       cuento, el rabí, en un rapto de inspiración, se abalanza sobre el
   –¡Ea, mira detrás de ti!                                        hombre y, mediante un punzón, le graba al hombre en la nariz
   El hombre se volvió y el rabí Ben Kaddish lo golpeó en la       la historia de Ruth.
nuca con una palmatoria. En seguida, conteniendo apenas la ri-
sa y acomodándose el solideo, le dijo:                                                             •
   –¿Cómo ves? ¿Te hace falta más paz?                             Del rabí Raditz de Polonia, bajito y de barba muy larga, se dice
                                                                   que inspiró muchos pogromos con su sentido del humor. En cier-
En este cuento se hace una pregunta sin sentido. No sólo la pre-   ta ocasión, uno de sus discípulos le preguntó:
gunta es insensata, sino también el hombre que viaja hasta Chelm       –Rabí, ¿quién fue más grato a Dios, Moisés o Abraham?
para formularla. Y no es que Chelm le quedara tan lejos, para          –Abraham –respondió el rabí.
empezar, sino ¿por qué no se quedó donde estaba? ¿Por qué              –Pero Moisés condujo al pueblo de Israel hasta la Tierra
importuna al rabí Ben Kaddish? ¿Acaso el rabí no tiene ya su-      Prometida –replicó el discípulo.
ficientes preocupaciones? La verdad es que al rabí lo vuelven          –Muy bien, entonces lo fue Moisés –replicó el maestro.
loco los jugadores y que la señora Hecht lo ha enredado en un          –Ya caigo, rabí. Fue una pregunta tonta.
juicio de paternidad. El meollo de esta historia es que el hom-        –No sólo eso, sino que tú eres tonto, tu esposa es horrible y,
bre no tiene nada mejor que hacer que andar de un lado a otro      si no dejas de pisarme el pie, voy a excomulgarte.
colmando la paciencia de la gente. A ello se debe que el rabí lo
golpee en la cabeza, lo que, según la Torá, es una de las formas   Aquí se le pide al rabí que haga un juicio de valor entre Moisés
más sutiles de demostrar interés. En una versión similar del       y Abraham. Ello no es nada sencillo, sobre todo para el hombre


3 4 : L e t ras L i b r e s                                                                                        E n e ro 2 0 0 4
–Puesta en una bandeja junto a
                                                                                                                               un arenque, no se notaría la diferen-
                                                                                                                               cia.
                                                                                                                                  El vidente de Cracovia pensó
                                                                                                                               durante un rato largo y al final pre-
                                                                                                                               guntó:
                                                                                                                                  –¿Qué tipo de arenque?
                                                                                                                                  El hombre, sorprendido por el
                                                                                                                               interrogatorio, pensó lo más rápido
                                                                                                                               que pudo y respondió:
                                                                                                                                  –Eh… ¡Bismarck!
                                                                                                                                  –Cuánto lo siento –concluyó el
                                                                                                                               rabí–. Si fuera fresco, ella habría
                                                                                                                               tenido mejores oportunidades.

                                                                                                                               He aquí un cuento que ilustra la
                                                                                                                               tragedia de cualidades transitorias
                                                                                                                               como la belleza. ¿De veras la mu-
                                                                                                                               chacha tiene aspecto de arenque?
                                                                                                                               ¿Y por qué no? ¿Han visto ustedes
                                                                                                                               a esas criaturas que andan ahora por
                                                                                                                               ahí, sobre todo en los lugares más
                                                                                                                               frecuentados? Y aun cuando fuera
                                                                                                                               tan fea, ¿no son acaso bellas todas
                                                                                                                               las criaturas a los ojos de Dios?
                                                                                                                               Puede ser, pero si una muchacha se
                                                                                          Ilustración: LETRAS LIBRES / Josel
                                                                                                                               ve mejor en su casa, metida dentro
                                                                                                                               de una botella de vinagre, que, di-
                                                                                                                               gamos, en un vestido de noche, su
                                                                                                                               problema es grave. Curiosamente,
                                                                                                                               de la propia mujer del rabí Shim-
                                                                                                                               mel se llegó a decir que parecía ca-
                                                                                                                               lamar, pero sólo del rostro, y que ello
                                                                                                                               se compensaba con creces debido a
                                                                                                                               lo seco de su tos, lo que francamente
                                                                                                                               no acabo de entender.

que no ha leído la Biblia y se la ha pasado simulando. Además,                                        •
¿qué se entiende por “mejor”, término irremediablemente relati-      El rabí Zwi Chaim Yisroel, ortodoxo versado en la Torá, que lle-
vo? Lo que es mejor para el rabí no lo será necesariamente para      vó el gimoteo a la altura de un arte jamás antes escuchado en
su discípulo. Por ejemplo, al rabí le gusta dormir echado sobre el   Occidente, fue unánimemente considerado como el hombre más
estómago. Al discípulo también le gusta dormir sobre el estómago     sabio del Renacimiento por sus correligionarios, quienes llegaron
del rabí. El problema es evidente. Habría que señalar también        a totalizar la dieciseisava parte del uno por ciento de la pobla-
que pisarle el pie a un rabino (como lo hace el discípulo en este    ción. Cierta vez, cuando iba de camino a la sinagoga a celebrar
cuento), según la Torá, es un pecado comparable al de atesorar       la fiesta sagrada de los judíos en que se conmemora cuando
pan sin levadura con un propósito distinto al de comerlo.            Dios revocó todas sus promesas, una mujer lo detuvo y le hizo
                                                                     la siguiente pregunta:
                             •                                           –Rabí, ¿por qué no se nos permite comer cerdo?
Un hombre que no podía casar a su hija visitó al rabí Shimmel            –¿No se nos permite? –preguntó a su vez incrédulo el rabi-
de Cracovia.                                                         no–. ¡Vaya, vaya!
   –Mi corazón se agobia –le dijo al reverendo– porque Dios          Éste es uno de los pocos relatos de toda la literatura jasídica que
me ha dado una hija fea.                                             trata de la ley mosaica. El rabí sabe que no debe comer cerdo;
   –¿Qué tan fea? –preguntó el vidente.                              pero no le preocupa, pues le gusta el cerdo. No sólo le gusta el


E n e ro 2 0 0 4                                                                                                                      L e t ras L i b r e s : 3 5
Wo o d y A l l e n : C u e n t o s j a s í d i c o s , c o n u n a g u í a p a r a s u i n t e r p r e ta c i ó n

cerdo; le encanta hacer rodar huevos de Pascua. En resumen, no       Es éste un tratamiento sutil del problema del orgullo y la vani-
se preocupa demasiado por la ortodoxia tradicional y le parece       dad y parece enseñar que el ayuno es un grave error. Sobre to-
que el pacto con Abraham es poco más que “música de fondo”.          do si se trata de un estómago vacío. El hombre no trae consigo
Aún no está claro por qué el cerdo fue proscrito por la ley judía,   su propia infelicidad y en realidad el sufrimiento es voluntad
y algunos especialistas consideran que la Torá tan sólo recomien-    de Dios, si bien no alcanzo a comprender por qué a Él eso lo
da que se evite comer cerdo en determinados restaurantes.            divierte tanto. Ciertas tribus ortodoxas creen que el sufrimien-
                                                                     to es la única vía a la redención, y los expertos han escrito de
                                 •                                   un culto llamado de los esenios, quienes deliberadamente
El rabí Baumel, sabio de Vitebsk, decidió ayunar en protesta de      andaban de un lado a otro golpeándose contra las paredes. Dios,
la injusta ley que prohibía a los judíos rusos usar mocasines        según los últimos libros de Moisés, es benevolente, aunque
fuera del gueto. Durante dieciséis semanas, este santo yació         sigue habiendo muchos asuntos en los que prefiere no meterse.
sobre un camastro viendo el techo y negándose a tomar alimen-
to alguno. Sus discípulos temían por su vida y un buen día una                                         •
mujer llegó junto a su lecho e, inclinándose hacia el sabio, le      El rabí Yekel de Zans, quien tuvo el vocabulario más selecto del
preguntó:                                                            mundo hasta que un gentil le robó su ruidosa ropa interior, so-
    –Rabí, ¿de qué color tenía el pelo Esther?                       ñó tres noches seguidas que si tan sólo tuviera la oportunidad
    El reverendo se volvió débilmente para ver el rostro de la       de ir a Vorki encontraría un gran tesoro. Luego de despedirse
mujer.                                                               de su esposa y de sus hijos, emprendió el viaje con la promesa
    –¡Hay que ver lo que ésta viene a preguntarme! –dijo. –¡Con      de volver al cabo de diez días. Dos años después lo encontraron
el dolor de cabeza que tengo después de dieciséis semanas sin        en los Urales, sentimentalmente ligado con un panda. Presa del
probar bocado!                                                       frío y el hambre, el reverendo fue devuelto a su hogar, donde lo
    Al ver esto, los discípulos del rabí acompañaron personal-       reanimaron con sopa caliente y flanken.2 Después de eso ya le
mente a la mujer hasta la sukkah,1 donde comió opíparamente          dieron algo de comer. En la sobremesa contó la historia siguien-
del cuerno de la abundancia hasta que le trajeron la cuenta.         te: a los tres días de haber salido de Zans lo asaltaron los nó-
                                                                     madas. Al enterarse de que era judío, lo forzaron a entregarles
                                                                     todos sus sacos deportivos y a ponerse los calzones de ellos. Por
                                                                     si esto no fuera oprobio bastante, le vertieron crema agria en los
                                                                     oídos y luego se los taponaron con cera. Por último, el rabí
                                                                     pudo escapar y trató de llegar a la población más cercana pero,
                                                                     como le daba vergüenza preguntar el rumbo, acabó de nuevo en
                                                                     los Urales.
                                                                         Después de contar su historia, el rabí se levantó y se fue a dor-
                                                                     mir a su alcoba, y he aquí que bajo la almohada estaba el tesoro
                                                                     que buscaba desde el principio. En éxtasis, se prosternó y dio
                                                                     gracias al Creador. Tres días después, vagaba nuevamente por
                                                                     los Urales, esta vez en un traje de conejo.

                                                                     La pequeña obra maestra que acabamos de leer ilustra como
                                                                     ninguna otra lo absurdo del misticismo. El rabí sueña tres
                                                                     noches seguidas. Restando los cinco libros de Moisés a los diez
                                                                     mandamientos, quedan cinco. Menos los hermanos Jacob y Esaú,
                                                                     quedan tres… Razonamientos de este tipo llevaron al rabí Yitz-
                                                                     hok Ben Levi, el gran místico judío, a apostar al doble y ganar
                                                                     en el hipódromo 52 días seguidos y aun así terminar viviendo
                                                                     de la asistencia pública. ~
                                                                                                                           – Traducción de Jorge Brash

                                                                     Tomado del libro Getting Even, de Woody Allen © 1966, 1967, 1968,
                                                                         1969, 1970, 1971 por Woody Allen. Renovado en 1998 por Woody
                                                                        Allen. Reproducido con la autorización de Random House, Inc.
     w w w. l e t r a s l i b r e s . c o m
                                                                     1 Cobertizo parecido a un bar de playa. (N. del T.)
                                                                     2 Especie de guiso de carne de vaca. (N. del T.)




3 6 : L e t ras L i b r e s                                                                                                        E n e ro 2 0 0 4

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  • 1. Wo o d y A l l e n CUENTOS JASÍDICOS, CON UNA GUÍA PARA SU INTERPRETACIÓN Woody Allen no es sólo un aclamado director de cine, con algunas obras maestras en su haber, como Manhattan o Zelig, sino un autor de relatos de una gran ironía e inteligencia narrativa. Presentamos, en exclusiva para los lectores de Letras Libres, esta breve antología de relatos mínimos en los que parodia la mística judía y su exégesis. U n hombre viajó a Chelm en busca de la ayuda del rabi- no Ben Kaddish, santo entre los santos rabinos del siglo XIX y acaso el más cargante de la época medieval. –Rabí –preguntó el hombre–, ¿dónde puedo hallar la paz? El sabio lo miró atentamente y respondió: cuento, el rabí, en un rapto de inspiración, se abalanza sobre el –¡Ea, mira detrás de ti! hombre y, mediante un punzón, le graba al hombre en la nariz El hombre se volvió y el rabí Ben Kaddish lo golpeó en la la historia de Ruth. nuca con una palmatoria. En seguida, conteniendo apenas la ri- sa y acomodándose el solideo, le dijo: • –¿Cómo ves? ¿Te hace falta más paz? Del rabí Raditz de Polonia, bajito y de barba muy larga, se dice que inspiró muchos pogromos con su sentido del humor. En cier- En este cuento se hace una pregunta sin sentido. No sólo la pre- ta ocasión, uno de sus discípulos le preguntó: gunta es insensata, sino también el hombre que viaja hasta Chelm –Rabí, ¿quién fue más grato a Dios, Moisés o Abraham? para formularla. Y no es que Chelm le quedara tan lejos, para –Abraham –respondió el rabí. empezar, sino ¿por qué no se quedó donde estaba? ¿Por qué –Pero Moisés condujo al pueblo de Israel hasta la Tierra importuna al rabí Ben Kaddish? ¿Acaso el rabí no tiene ya su- Prometida –replicó el discípulo. ficientes preocupaciones? La verdad es que al rabí lo vuelven –Muy bien, entonces lo fue Moisés –replicó el maestro. loco los jugadores y que la señora Hecht lo ha enredado en un –Ya caigo, rabí. Fue una pregunta tonta. juicio de paternidad. El meollo de esta historia es que el hom- –No sólo eso, sino que tú eres tonto, tu esposa es horrible y, bre no tiene nada mejor que hacer que andar de un lado a otro si no dejas de pisarme el pie, voy a excomulgarte. colmando la paciencia de la gente. A ello se debe que el rabí lo golpee en la cabeza, lo que, según la Torá, es una de las formas Aquí se le pide al rabí que haga un juicio de valor entre Moisés más sutiles de demostrar interés. En una versión similar del y Abraham. Ello no es nada sencillo, sobre todo para el hombre 3 4 : L e t ras L i b r e s E n e ro 2 0 0 4
  • 2. –Puesta en una bandeja junto a un arenque, no se notaría la diferen- cia. El vidente de Cracovia pensó durante un rato largo y al final pre- guntó: –¿Qué tipo de arenque? El hombre, sorprendido por el interrogatorio, pensó lo más rápido que pudo y respondió: –Eh… ¡Bismarck! –Cuánto lo siento –concluyó el rabí–. Si fuera fresco, ella habría tenido mejores oportunidades. He aquí un cuento que ilustra la tragedia de cualidades transitorias como la belleza. ¿De veras la mu- chacha tiene aspecto de arenque? ¿Y por qué no? ¿Han visto ustedes a esas criaturas que andan ahora por ahí, sobre todo en los lugares más frecuentados? Y aun cuando fuera tan fea, ¿no son acaso bellas todas las criaturas a los ojos de Dios? Puede ser, pero si una muchacha se Ilustración: LETRAS LIBRES / Josel ve mejor en su casa, metida dentro de una botella de vinagre, que, di- gamos, en un vestido de noche, su problema es grave. Curiosamente, de la propia mujer del rabí Shim- mel se llegó a decir que parecía ca- lamar, pero sólo del rostro, y que ello se compensaba con creces debido a lo seco de su tos, lo que francamente no acabo de entender. que no ha leído la Biblia y se la ha pasado simulando. Además, • ¿qué se entiende por “mejor”, término irremediablemente relati- El rabí Zwi Chaim Yisroel, ortodoxo versado en la Torá, que lle- vo? Lo que es mejor para el rabí no lo será necesariamente para vó el gimoteo a la altura de un arte jamás antes escuchado en su discípulo. Por ejemplo, al rabí le gusta dormir echado sobre el Occidente, fue unánimemente considerado como el hombre más estómago. Al discípulo también le gusta dormir sobre el estómago sabio del Renacimiento por sus correligionarios, quienes llegaron del rabí. El problema es evidente. Habría que señalar también a totalizar la dieciseisava parte del uno por ciento de la pobla- que pisarle el pie a un rabino (como lo hace el discípulo en este ción. Cierta vez, cuando iba de camino a la sinagoga a celebrar cuento), según la Torá, es un pecado comparable al de atesorar la fiesta sagrada de los judíos en que se conmemora cuando pan sin levadura con un propósito distinto al de comerlo. Dios revocó todas sus promesas, una mujer lo detuvo y le hizo la siguiente pregunta: • –Rabí, ¿por qué no se nos permite comer cerdo? Un hombre que no podía casar a su hija visitó al rabí Shimmel –¿No se nos permite? –preguntó a su vez incrédulo el rabi- de Cracovia. no–. ¡Vaya, vaya! –Mi corazón se agobia –le dijo al reverendo– porque Dios Éste es uno de los pocos relatos de toda la literatura jasídica que me ha dado una hija fea. trata de la ley mosaica. El rabí sabe que no debe comer cerdo; –¿Qué tan fea? –preguntó el vidente. pero no le preocupa, pues le gusta el cerdo. No sólo le gusta el E n e ro 2 0 0 4 L e t ras L i b r e s : 3 5
  • 3. Wo o d y A l l e n : C u e n t o s j a s í d i c o s , c o n u n a g u í a p a r a s u i n t e r p r e ta c i ó n cerdo; le encanta hacer rodar huevos de Pascua. En resumen, no Es éste un tratamiento sutil del problema del orgullo y la vani- se preocupa demasiado por la ortodoxia tradicional y le parece dad y parece enseñar que el ayuno es un grave error. Sobre to- que el pacto con Abraham es poco más que “música de fondo”. do si se trata de un estómago vacío. El hombre no trae consigo Aún no está claro por qué el cerdo fue proscrito por la ley judía, su propia infelicidad y en realidad el sufrimiento es voluntad y algunos especialistas consideran que la Torá tan sólo recomien- de Dios, si bien no alcanzo a comprender por qué a Él eso lo da que se evite comer cerdo en determinados restaurantes. divierte tanto. Ciertas tribus ortodoxas creen que el sufrimien- to es la única vía a la redención, y los expertos han escrito de • un culto llamado de los esenios, quienes deliberadamente El rabí Baumel, sabio de Vitebsk, decidió ayunar en protesta de andaban de un lado a otro golpeándose contra las paredes. Dios, la injusta ley que prohibía a los judíos rusos usar mocasines según los últimos libros de Moisés, es benevolente, aunque fuera del gueto. Durante dieciséis semanas, este santo yació sigue habiendo muchos asuntos en los que prefiere no meterse. sobre un camastro viendo el techo y negándose a tomar alimen- to alguno. Sus discípulos temían por su vida y un buen día una • mujer llegó junto a su lecho e, inclinándose hacia el sabio, le El rabí Yekel de Zans, quien tuvo el vocabulario más selecto del preguntó: mundo hasta que un gentil le robó su ruidosa ropa interior, so- –Rabí, ¿de qué color tenía el pelo Esther? ñó tres noches seguidas que si tan sólo tuviera la oportunidad El reverendo se volvió débilmente para ver el rostro de la de ir a Vorki encontraría un gran tesoro. Luego de despedirse mujer. de su esposa y de sus hijos, emprendió el viaje con la promesa –¡Hay que ver lo que ésta viene a preguntarme! –dijo. –¡Con de volver al cabo de diez días. Dos años después lo encontraron el dolor de cabeza que tengo después de dieciséis semanas sin en los Urales, sentimentalmente ligado con un panda. Presa del probar bocado! frío y el hambre, el reverendo fue devuelto a su hogar, donde lo Al ver esto, los discípulos del rabí acompañaron personal- reanimaron con sopa caliente y flanken.2 Después de eso ya le mente a la mujer hasta la sukkah,1 donde comió opíparamente dieron algo de comer. En la sobremesa contó la historia siguien- del cuerno de la abundancia hasta que le trajeron la cuenta. te: a los tres días de haber salido de Zans lo asaltaron los nó- madas. Al enterarse de que era judío, lo forzaron a entregarles todos sus sacos deportivos y a ponerse los calzones de ellos. Por si esto no fuera oprobio bastante, le vertieron crema agria en los oídos y luego se los taponaron con cera. Por último, el rabí pudo escapar y trató de llegar a la población más cercana pero, como le daba vergüenza preguntar el rumbo, acabó de nuevo en los Urales. Después de contar su historia, el rabí se levantó y se fue a dor- mir a su alcoba, y he aquí que bajo la almohada estaba el tesoro que buscaba desde el principio. En éxtasis, se prosternó y dio gracias al Creador. Tres días después, vagaba nuevamente por los Urales, esta vez en un traje de conejo. La pequeña obra maestra que acabamos de leer ilustra como ninguna otra lo absurdo del misticismo. El rabí sueña tres noches seguidas. Restando los cinco libros de Moisés a los diez mandamientos, quedan cinco. Menos los hermanos Jacob y Esaú, quedan tres… Razonamientos de este tipo llevaron al rabí Yitz- hok Ben Levi, el gran místico judío, a apostar al doble y ganar en el hipódromo 52 días seguidos y aun así terminar viviendo de la asistencia pública. ~ – Traducción de Jorge Brash Tomado del libro Getting Even, de Woody Allen © 1966, 1967, 1968, 1969, 1970, 1971 por Woody Allen. Renovado en 1998 por Woody Allen. Reproducido con la autorización de Random House, Inc. w w w. l e t r a s l i b r e s . c o m 1 Cobertizo parecido a un bar de playa. (N. del T.) 2 Especie de guiso de carne de vaca. (N. del T.) 3 6 : L e t ras L i b r e s E n e ro 2 0 0 4