Este documento describe los elementos que distinguen a un grupo de un equipo y la estructura interna de un equipo efectivo. Define un conjunto como una reunión aleatoria de personas, mientras que un grupo comparte objetivos pero no identidad. Un equipo tiene una identidad compartida, objetivos grupales más importantes que los individuales, y roles definidos que suman para lograr los objetivos del equipo. Explica que todos los miembros del equipo son necesarios aunque tengan funciones diferentes, y que el equipo funciona mejor cuando se aceptan y cumplen claramente estos roles.
1. JULIO TORRADO QUINTELA
Ldo. en Psicología por la Universidad de Santiago
Especialista en Psicología del deporte y actividad física.
Máster en preparación Psicológica para el deporte y la
actividad física. (U.S.C).
2. No es difícil encontrar en el fútbol expresiones del estilo: “Ahora somos un
equipo”, “jugamos como un equipo”… No es vano “ser un equipo” es uno de los
objetivos que parecen ser más importantes en el fútbol hoy en día, a tenor de lo que
dicen constantemente muchos entrenadores y jugadores. Sin embargo hay que
preguntarse qué es exactamente ser un equipo, a qué se refieren los profesionales
cuando hablan de equipo y qué diferencia a los grupos que lo son y los que no. Además
de esto es necesario saber cómo funciona un equipo y qué han de hacer los miembros
de éste para que no se deshaga. Trataremos de ver, de manera sencilla, cuáles son los
elementos que distinguen a un grupo de un equipo y qué podemos hacer para
potenciarlos.
CONJUNTO – GRUPO - EQUIPO
No toda reunión de personas es un equipo. Algunas agrupaciones de
individuos no tienen por qué serlo y simplemente coinciden en estar juntos en un
momento dado. Distinguiremos al conjunto del grupo y éste, a su vez, de un equipo.
Un conjunto en una reunión aleatoria de personas. Podemos llamar
conjunto a las personas que viajan en el mismo avión o que ven la misma sesión de
una película en el cine. No se sienten implicadas con los demás, no hay necesidad de
esa relación con los otros, no comparten símbolos ni objetivos. Están allí
conjuntamente por casualidad y, probablemente, ni se conozcan entre ellos.
El grupo es la suma de individuos que comparten algunos objetivos y que,
a través del grupo, buscan una manera de conseguirlos. Comparten una cierta
identidad y poseen algunos mecanismos de comunicación y de interacción. Hay una
cierta identidad colectiva y tienden a conocerse mutuamente. Un grupo de trabajo en
una empresa o los alumnos del curso de entrenador son grupos de personas que, si
bien tienen objetivos individuales, comparten con los demás una cierta relación más
cercana y menos casual que en el anterior caso.
El equipo comparte una identidad. El objetivo grupal es más importante
que el individual (el “nosotros” se hace más importante que el “yo”), comparten una
simbología, existe una estructura y una reglamentación con normas y sus recompensas
y posibles castigos. El equipo es, como decíamos antes, una cuestión de identidad;
normalmente tiene un nombre y en muchos casos un uniforme o similar. Un partido
político o un equipo de fútbol son buenos ejemplos.
3. Pero partiendo de estas diferencias, ¿cuáles son los elementos que
debemos de potenciar para hacer de nuestro grupo un equipo? Pues es interesante que
los miembros compartan ciertos códigos que los diferencien de los demás. Un mismo
lenguaje e incluso bromas y expresiones comunes pueden ayudar a fomentar el
sentimiento de equipo. El uniforme y los colores comunes ayudan mucho a la identidad,
por ello los grandes equipos uniforman a sus jugadores en todas sus presencias
públicas. Además de ser muy parecidos los que son, es interesante hacer diferentes los
que no son. En términos extremos uno de los elementos que más une a un equipo es un
enemigo. Compartir objetivos y la necesidad de cooperar con los compañeros es
fundamental, si a esto le añadimos un enemigo externo que amenace, en cierto sentido,
a todo el grupo y al objetivo general, entonces los individuos estarán más motivados
para rebatir ese miedo y deberán de hacerlo conjuntamente. Asimismo el equipo
comparte un código de comportamiento común, y este código ha de incluir normas y las
consecuencias de su cumplimiento o su no cumplimiento, puesto que compartir unas
normas de convivencia genera unión entre quien las comparte. Es importante también
que esta reglamentación establezca recompensas a nivel de todo el equipo, para que se
entienda el equipo como un todo y no como la suma de los individuos.
Así pues podemos dejar varias recomendaciones que, en la medida de las posibilidades
de cada club, debemos potenciar para fomentar la cohesión:
•Códigos de conducta con reglas claras
•Uniformes o colores comunes de cara a los demás
•Generar pensamientos comunes sobre los temas internos (pensamiento grupal)
•Compartir situaciones fuera de lo “obligado” (más allá de entrenamientos y partidos)
•Recompensas grupales (premiar a todo el grupo por conseguir objetivos aunque
parezca que sea gracias más a unos que a otros)
Buscar expresiones y bromas comunes
4. ESTRUCTURA DE UN EQUIPO
Además de tratar de formar un equipo, es importante saber cómo funciona
por dentro. Por naturaleza, los equipos acaban estructurándose y formándose una
jerarquía no escrita; saberlo ayudará a que esta estructura sea más positiva y sea más
clara y aceptada. No todos los jugadores son iguales, y tratar de implantar esta idea
puede ser negativo si luego nuestras conductas no se corresponden con ello. Decir una
cosa y que los jugadores entiendan otra puede volverse en contra de quien lo hace.
Roles
El rol es el papel que cada uno tiene dentro de una estructura superior. Es
decir, la función que cada uno tenga en su equipo. Decíamos que no todos los jugadores
son iguales, sin embargo esto no quiere decir que unos sean más importantes para el
objetivo final ya que, como también dijimos más arriba, el equipo se caracteriza por tener
objetivos comunes y recompensas comunes. Así pues, aunque cada individuo tenga sus
particularidades y su función diferente en el equipo, no debemos olvidarnos de que todos
contribuyen igualmente al resultado final. En la posición contraria también hay que
descartar que haya jugadores que tengan “carta blanca” y otros que tengan que cumplir
por su parte y la de los demás. La diferencia no es superioridad o inferioridad.
Si ya sabemos que no todos los miembros del equipo son iguales, hay que
entender que ellos también lo saben. No podemos cerrar los ojos porque los jugadores
son los primeros en saber “lo que se cuece” en un vestuario. Hay diferentes funciones y
hay diferentes jugadores encargados de ellas. Es una maquinaria completa y compleja.
Todos hacen falta porque es la suma de todos lo que da resultados. Para que el
delantero marque alguien tiene que dar el pase, y alguien entregar el balón al que asiste,
alguien robarlo primero y, además, para que el gol sirva de algo otros han tenido que
evitar que nos marcaran a nosotros.
5. Reglas básicas sobre los roles
•CLARIDAD:
• Las funciones a ejercer deben de ser claras y precisas. Quien tenga una función
debe de saber exactamente qué hacer y qué no.
• No debe haber dos roles distintos que hagan las mismas cosas. Provocaría una
competición innecesaria y un enfrentamiento. Además se corre el peligro de que la
función, al final, no se haga (“uno por otro y la casa sin barrer”).
• Todo el mundo debe de saber qué hace cada figura, para entender su importancia
dentro del funcionamiento global de toda la “maquinaria”.
•ACEPTACIÓN:
• Cada uno debe de aceptar la función que hace. Si no es así hay que parar en este
punto y llegar a un acuerdo, porque nadie va a hacer bien su función si no cree en
ella. Si es necesario podemos hacer pasar por una “prueba de realidad”, haciendo ver
con datos (estadísticas) y otras opiniones importantes la función de cada uno.
•EJECUCIÓN
•Fase culminante y objetivo principal.
•Si un rol está claro y se acepta, luego hay que llevarlo a la práctica.
•De nada sirve que todo el mundo sepa lo que tiene que hacer si no lo hace.
¿Cuántos roles hay un equipo? ¿Cuáles? ¿Cuáles son
sus características? ¿Son necesarios?
“En mi equipo no están los mejores, sino los más
adecuados”
Javier Lozano
6. El capitán
Es más importante cuanta más edad tenga el grupo. Debiera de ser el
líder del equipo. Es su función. A veces puede no coincidir que sea el líder, porque en
muchos casos la capitanía tiene mucho que ver con la veteranía dentro del club. En
todo caso, si el capitán no es el líder y existe otro que asuma ese rol (es necesario que
lo haya) ambos deben conocer su función, entenderse y colaborar.
El crack
Todos saben que lo es. No se puede “pasar de largo” ante la situación de
que existe. Puede haber más de uno, pero nunca serán muchos. Hay que aceptar que
es superior a nivel deportivo, pero no personal. Es fundamental que se entienda la
relación bidireccional de este jugador con los demás.
A pesar del diferente trato que se de a
los jugadores, en ningún caso se pueden saltar las
normas básicas y reglas del grupo. El caso de este
jugador es especialmente sensible a romper la
armonía del grupo si se incumple la reglamentación
con él. Diferente, pero no privilegiado.
La relación entre el entrenador y el líder del grupo es
básica para el buen funcionamiento de todos. El líder
lo es porque sus compañeros le atribuyen esa
función, así que tiene su respaldo y es la voz del
equipo ante el entrenador. Hay que utilizar su
influencia y que se sienta implicado en las decisiones
importantes. Debiera ser el jugador más cercano al
entrenador.
Si hay varios capitanes es de mucho
interés que representen a todos los “estamentos” del
equipo
Entre los jugadores hay los de “la casa”, los jóvenes, los extranjeros (en
algunos casos), los no titulares… Si hay varios capitanes habría que intentar que fueran
representativos: uno de cada subgrupo.
Los compañeros conocen de su nivel
deportivo y lo asumirán en la medida en que él los
respete a ellos. Le exigirán deportivamente, porque
su trato como “crack” se lo gana al responder en el
campo.
7. Los buenos
Sin llegar a ser “cracks” del equipo, dan un nivel alto. Suelen ser titulares y
jugadores fundamentales en los esquemas deportivos (central que manda en la defensa,
medio creador, jugadores desequilibrantes en la delantera…). Hay que potenciar la
relación de este pequeño “club” con los demás jugadores y que no se encierren en sí
mismos. Deben de marcar el ritmo del equipo a todos los niveles. El líder suele
encontrarse entre estos.
La clase media
Son la mayoría, y son los que sostienen al equipo. En las situaciones
especiales suelen aparecer los buenos y el crack, pero en las situaciones rutinarias y
partes más monótonas de la temporada es la clase media la que mantiene el día a día.
Son más fuertes como grupo que como suma de individuos, por lo que
necesitamos exaltar lo que les une y les da identidad. En muchos casos necesitaremos
recurrir a ellos para que nos resuelvan situaciones grupales y deportivas, por lo que hay
mantenerlos alerta. Para hacer esto hay que enviar las señales adecuadas, por lo que
hay que dar importancia a estos jugadores y no marginarlos u olvidarlos y luego recurrir
a ellos como si nada hubiera pasado. Hay que ser continuo y no puntual en el trato con
los jugadores
8. Los jóvenes
En todo equipo hay gente que todavía está “explotando”. Aunque llegarán
a aportar mucho más al primer equipo hay que intentar que su ímpetu no les
descontrole. Aseguran la continuidad del equipo y deben ir aprendiendo. No hay que
tener prisa con ellos y hay que transmitirles que no la tengan. Deben usar su
oportunidad para aprender a nivel técnico y grupal.
Aportan ilusión y motivación a los demás, su énfasis es necesario para el
equipo. A veces aportan revolución al juego y conviene darles alguna oportunidad de
vez en cuando para que se sientan apreciados.
Los no habituales
Sin éstos no habría titulares. Son tan parte del equipo como los demás.
Es fundamental que encuentren lo que aportan al grupo. Cuando lo que más aportan
no es deportivo, habrá que encontrar su función en otras áreas. Tienen que sentirse
importantes y hay que encontrar qué es lo que ellos hacen, su misión. Tienen que tener
algunas responsabilidades, los demás tienen que comprobar que el equipo no
funcionaría sin ellos.
Ayudarles a sentirse parte del grupo beneficia también deportivamente,
porque pueden ser necesarios en cualquier momento. Si no tuvieran nivel para estar en
el equipo no estarían. No hay que hacerles ilusiones irreales. Si no se va a contar con
alguien hay que decírselo pronto, con aprecio pero firmemente. No engañar a nadie. Su
aporte al grupo es tan básico como el de los demás, y no podemos descartarlo. El
equipo también depende de ellos
9. En términos generales, hay que entender que un conjunto de
jugadores no es un equipo. Para llegar a serlo hay que generar algunas situaciones
a mayores. El equipo acaba teniendo identidad por si mismo y está por encima de
los individuos. Hay que buscar y potenciar lo que une a los jugadores y lo que los
distingue de los demás equipos.
Dentro del grupo hay que entender que existe una estructura y unas
funciones diferentes. No todos los jugadores son iguales, pero eso no quiere decir
que sean mejores ni peores. Hay que encontrar las funciones de todos y el equipo
es redondo cuando hay jugadores para todas las funciones y todas las funciones
necesarias se cumplen.
“Todo grupo es tan fuerte como el más
débil de sus miembros”