Los tratados de paz después de la Primera Guerra Mundial dieron lugar a nuevos estados con gobiernos democráticos, aunque surgieron también corrientes ideológicas extremistas. Los regímenes fascistas de Mussolini en Italia en 1922 y Hitler en Alemania en 1933 pusieron fin a las frágiles democracias en esos países e instauraron dictaduras totalitarias basadas en el culto a los líderes y el control absoluto del estado.