Este documento presenta un resumen de un capítulo sobre la naturaleza y el método de la teología moral. Explica que la teología moral estudia la moralidad humana desde una perspectiva teológica, enfocándose en la vocación de los creyentes en Cristo y en producir frutos para el mundo a través de la caridad. Propone un método que enfatiza la vocación divina y a Cristo como norma suprema, buscando configurar un mundo más acorde al plan de Dios a través de una vida moral que responda a esa llamada
1. 22/05/2018 1
FACULTAD: CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y DE LA EDUCACIÓN
PROGRAMA: LICENCIATURA EN EDUCACIÓN RELIGIOSA
PERÍODO: 2018-1
Nombre de la asignatura: Desarrollo Moral
Nombre del docente: P. Jorge Luis Toro Rivas
Intensidad horaria: 80 horas
Presencial: 16 horas
Dedicación por parte del estudiante: 64 horas
Créditos: 2
Fase de formación: Disciplinar
Semestre: VII
Área académica - Humanística
2. Profesor: P. Jorge Luis Toro R.
Lic. Teología Moral, Bioética y Educación religiosa
3. Capítulo II:
NATURALEZA y MÉTODO DE LA
TEOLOGIA MORAL
1. Naturaleza de la Teología
Moral
a) Moral
b) Teología
2. El método de la Teología Moral
a) La búsqueda del método
b) Nuestro método de Teología
Moral
4. Enfoque:
En este segundo capítulo conviene que
aclaremos qué entendemos por Génesis y
Desarrollo Moral. Porque en el proceso de
renovación del estudio de la moral que ha
tenido lugar desde el Concilio Vaticano II
hasta hoy, se impone una reflexión sobre
la naturaleza y el método propios de esta
disciplina.
5. La visión de la naturaleza y método de una
determinada disciplina deberá responder de
algún modo a lo que su mismo nombre indica.
Vamos, pues, a partir de un análisis de las
palabras que componen el nombre de este
curso: nuestros esfuerzos a lo largo del
estudio de esta disciplina tendrán que
consistir en un análisis de lo “moral”,
hecho desde la “teología”, y desde un
enfoque “fundamental” [1].
6. Vista así la naturaleza del tratado, podremos
hacer algunas anotaciones sobre el método, a
partir de la consideración de la petición hecha
por el Concilio (OT 16) y del doble dinamismo
propio de la reflexión teológica: teología
positiva y teología especulativa [2].
7. 1. Naturaleza de la Moral
a) Moral: Nos fijamos en primer lugar en el
objeto propio de nuestros estudios, indicado
en el título con la palabra moral. Este sería, el
“objeto material” del tratado. Pero ¿qué es la
moral, lo moral, la moralidad? ¿Qué relación
tiene con la ética, lo ético?
8. La palabra “ética” proviene del vocablo griego
Éthos, que significa costumbre o hábito. La
ética consistiría, pues, en el estudio de las
costumbres o comportamientos de un grupo
humano o en general de los hombres.
9. Hay otro vocablo griego, muy semejante al
anterior, que también está en el origen de
nuestra palabra: Êthos, que, además de
costumbre, significa también morada o lugar
habitual; carácter, talante o modo de ser,
pensar o sentir; moral o moralidad.
10. Cuando Aristóteles escribe la Ética a Nicómaco
se refiere sobre todo a este último significado.
De este modo comprendemos que la ética no
consiste simplemente en la descripción de los
comportamientos, sino que se esfuerza por
analizar el talante, carácter, modo de ser y
actuar del ser humano, para comprender lo
que es bueno o malo, precisamente en cuanto
propio del ser humano.
11. No se queda, pues, solamente en el dato
externo, en los comportamientos visibles,
sino que trata de adentrarse en los caracteres
propios de la persona, en su morada interior.
Y no se queda tampoco en una descripción de
sus actos o de su modo de ser, sino que trata
de ofrecer una guía para el comportamiento
humano. En este sentido, podemos decir que
la ética, contrariamente a la sociología o la
etología, no es una ciencia “descriptiva”,
sino normativa.
12. El término “moral” viene a ser el equivalente
latino (“mos”) de los dos vocablos griegos
apenas recordados: indica así las costumbres,
pero también el modo de ser y la moralidad de
la persona. Así pues, la ética o moral[1], se
refiere al modo de ser, de vivir, de actuar de los
individuos y los grupos, que da lugar a una serie
de hábitos y costumbres; y se refiere también al
estudio sistemático de todo ello.
13. Como sucede con muchos de los conceptos más
llenos de significado y más usados en el lenguaje
ordinario, se entrecruzan aquí una compleja
serie de acepciones con matices diversos.
Será oportuno considerar brevemente algunas
expresiones relacionadas, sin pretender
agotarlas todas.
14. Aristóteles, S. Tomás y otros muchos, utilizaron
la referencia al término “bien”, “lo bueno”,
contrapuesto a “mal”, “lo malo”. Y así nos
referimos frecuentemente a la dimensión moral
en el lenguaje coloquial: “ha actuado bien”,
“fue un acto bueno”, “es una buena persona”.
Bueno/malo puede ser aplicado a un acto, a una
actitud, a una persona, a un grupo.
15. Otro término interesante en el lenguaje común es
el de “moralidad”. Entre sus diversas acepciones
podemos destacar las siguientes. Moralidad como
conformidad con los principios y preceptos
morales; como cualidad de las acciones humanas
que las hace buenas o malas; moralidad también
como la dimensión o estructura moral de la
persona.
16. En sentido negativo, se suele hablar de “in-moral”
o “in-moralidad”. Se oye frecuentemente decir
que “fulano es un inmoral”, o que “creo que ese
acto es inmoral”, o que “hacer eso es una
inmoralidad”, etc.(2) . En todos esos casos, nos
referimos a actos, actitudes, que son vistos como
negativos, contrarios al bien, es decir “malos”.
Pero no en relación con un bien físico, económico,
social... sino en otro orden diverso: el orden del
bien de la persona en cuanto persona (3).
17. b) Teología: La reflexión sobre la moral no se
reduce a consideraciones de tipo psicológico,
social o filosófico. Todos esos elementos
pueden entrar como ayudas para comprender
mejor el fenómeno de la moralidad. Pero en
nuestro estudio nos interesa un enfoque de
carácter teológico.
18. Teología significa, en sentido estricto, esfuerzo
de comprensión del misterio de Dios a la luz de
su propia revelación al hombre. Pero significa
también el análisis de cualquier realidad en su
relación con Dios. Si antes decía que la
moralidad constituye nuestro “objeto material”,
ahora podemos especificar su “objeto formal”
precisamente constituido por la dimensión
teológica de nuestro estudio.
19. Dios se ha revelado a sí mismo, y ha revelado
también su plan de salvación para el hombre.
El “quiere que todos los hombres se salven”
(1 Tm. 2,4).
Ahora bien, esa salvación no consiste en adquirir
una serie de conocimientos, ni se realiza únicamente
en el paso a la vida eterna. La salvación revelada y
ofrecida por Dios pasa también a través del vivir, del
actuar de cada hombre.
20. La teología moral habrá de ocuparse por lo
tanto, de la vida de la persona humana en
su relación con Dios y con los demás, a la
luz de la revelación de su plan de salvación
para el hombre. Nuestra teología,
naturalmente, es “cristiana”. Y esto significa
que nosotros sabemos que la revelación y la
salvación ofrecida por Dios tiene un
nombre: Jesucristo.
21. En Cristo, Verbo de Dios encarnado, el cristiano
encuentra la verdad que ilumina genuinamente su
entendimiento para discernir entre el bien y el
mal; en El, Hijo de Dios hecho hombre, encuentra
el camino para guiar su propia vida por la senda
recta que lleva hacia al Padre, y por ello mismo
hacia la realidad más auténtica de su propio ser; en
El, Redentor del hombre, participa de la misma vida
divina, que vivifica todo su humano vivir y alcanza su
plenitud en la vida eterna.
22. Nuestra teología es también “católica”. Es decir,
hecha y vivida en comunión con la Iglesia
Católica, en sintonía con su doctrina, tanto
dogmática como moral. Esa participación en la
comunión de la Iglesia constituye el sustrato mismo
de la teología, como su “humus”; así como su
iluminación y garantía de autenticidad.
23. 2. El método de la Teología Moral
a) La búsqueda del método: En toda ciencia la
cuestión del método tiene una importancia
determinante. También la Teología Moral, en
cuanto saber sistemático requiere una
dilucidación sobre su propia metodología.
Podemos decir, haciendo una generalización
simplificadora, que hasta el Concilio Vaticano II
la Teología Moral había seguido
predominantemente el método “casuístico".
24. El ideal de claridad y certeza que el despertar
de las ciencias naturales y las matemáticas
difundió en el siglo dieciocho, acentuó la
búsqueda de principios y normas siempre
claros y universales. Todo esto llevó a la
configuración de una Teología Moral poco
relacionada con la promoción del desarrollo
positivo de la vida cristiana y poco atenta a
la dimensión personal de la moralidad.
De hecho, el enfoque dado a la consideración
de los casos, solía tener connotaciones
"legales", muy ligadas al derecho canónico.
25. Desde mediados del siglo XIX se dio un
paulatino cambio de perspectiva, en el que se
fue acentuando cada vez más el carácter
propiamente cristiano, evangélico, espiritual,
de la reflexión y de la vida moral. Ese lento
movimiento se vino acelerando a mitad del
siglo XX, hasta desembocar de algún modo en
la celebración del Concilio Vaticano II.
26. El Concilio Vaticano no sacó ningún documento
específicamente dedicado a la moral
(como estaba previsto en un inicio), el nuevo
enfoque de la moral permeó muchos de sus
documentos, especialmente la constitución
sobre “la Iglesia en el mundo de hoy”,
Gaudium et Spes. A partir del Concilio, se ha
originado un proceso profundamente
renovador de la Teología Moral y de su
metodología.
27. Ese movimiento de búsqueda sigue vivo hoy
día; y no podemos decir que se ha configurado
ya un método perfecto y definitivo. En
realidad, no se podrá dar nunca por terminada
esa búsqueda. No nos interesa aquí llegar al
establecimiento del método, como si debiera
existir sólo uno.
28. b) Nuestro método de Teología Moral
El punto de partida de nuestro método será
cuanto pidió el Vaticano II al hablar de la
renovación de la enseñanza de la moral:
Aplíquese un cuidado especial en perfeccionar
la teología moral, cuya exposición científica,
más nutrida de la doctrina de la Sagrada
Escritura, explique la grandeza de la vocación
de los fieles en Cristo, y la obligación que
tienen de producir su fruto para la vida del
mundo en la caridad” (OT, 16).
29. EL Concilio pide, pues, que se dé un enfoque
positivo a la Teología Moral, la cual habrá de
consistir, no en la exposición de unos
preceptos y normas o en ofrecer un
instrumento para discernir los diversos tipos y
grados de pecados... Se tratará, más bien, de
explicar la grandeza de la vocación de los fieles
en Cristo.
30. En nuestro estudio subrayaremos por tanto la
visión de la vida moral como respuesta a una
vocación. Será ese el eje y el enfoque de todo
el tratado. Veremos cómo, efectivamente, la
vida moral de la persona humana (y no sólo de
los “fieles”) consiste en el fondo en una
respuesta a la llamada que Dios le hace a
través de su misma realidad creatural y a través
del don de la redención que se hace presente
de manera eminente en la vida de la Iglesia.
31. La vocación, según el texto de Optatam Totius, es vocación en Cristo.
La persona de Cristo será central en nuestra
reflexión moral. En Jesucristo veremos la norma
suprema de la moralidad, así como la inspiración
de fondo y la principal motivación para vivir en
plenitud la propia dimensión moral, cuya meta
última es, precisamente, la vida eterna en Cristo.
32. Pero esa vida moral, respuesta a la vocación
divina en Cristo, implica obligación de producir
frutos para la vida del mundo en la caridad. No
es una moral individualista ni intimista.
La vida moral del cristiano ha de incidir en la
configuración de un mundo cada vez mejor,
más humano, más de acuerdo con el plan de
Dios.
33. Lecturas complementarias
CEC : 50-114; 131-133; 1691-1729; 2052-2063; 2083-2087; 2090, 2093
VS : 2, 8, 12, 15, 25-30, 83, 85, 109-117
EV : 53-57, 60-62, 65-66
OT : 16
DV : 6-10, 17, 24-26
GS : 10, 22, 45
Notas del editor
1) Podemos considerar los dos términos como equivalentes. Algunos autores establecen alguna distinción, pero en el uso lingüístico se entrecruzan constantemente los dos vocablos. Según algunos, por ejemplo, ética se refiere al estudio sistemático, mientras moral habla de la vivencia y experiencia personal; pero de hecho se habla luego de “ciencia moral” y de “mi ética personal”. Según otros, ética designa el estudio filosófico y moral el estudio teológico; pero de hecho podemos encontrar tratados de “ética cristiana” y textos sobre la “moral civil o secular”.
2) Frecuentemente el uso de estos términos, sobre todo el de “inmoral” o “inmoralidad”, es asociado al campo de la sexualidad. Si se dice que alguien “es un inmoral”, o “ha cometido una inmoralidad”, casi automáticamente se piensa en actos contrarios a la moral sexual. En realidad, no debería ser así: también es inmoral un acto contrario a la justicia social, o una acción que no respete la vida o la salud de una persona, etc.
3) En el capítulo segundo reflexionaremos sobre este carácter peculiar de “lo moral” en cuanto referido inmediatamente al bien de la persona en cuanto tal, y a la bondad de los actos humanos en cuanto tales.