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Políticas educativas
De Puelles (1997) sostiene que el
estudio de la educación desde el pun-
to de vista político, como fenóme-
no que interesa a todo poder, es tan
antiguo como el mundo. Como di-
cen Colom y Domínguez (1997), la
política fue siempre:
[...] la dedicación por parte de los
ciudadanos a los asuntos públicos. De
ahí la importancia de la polis, de la
ciudad, en el mundo griego, ya que
era entendida como el contexto idó-
neo en donde se elaboraba la políti-
ca, es decir, en donde se planteaban
las cuestiones públicas, los ordena-
mientos y leyes (mandatos) que regu-
laban e influían en la vida de la comu-
nidad y por ende de los ciudadanos.
El estudio de la influencia de la
educación sobre la política es, sin
embargo, mucho más reciente. ¿A
qué puede atribuirse este olvido de
la ciencia política de algo que hoy
nos parece evidente respecto de las
funciones políticas de los sistemas
educativos?
La razón hay que buscarla en la
fragmentación metodológica que su-
frieron las ciencias sociales en el si-
JORGE
CAPELLA RIERA'
glo pasado. Cuando cada ciencia so-
cial reivindicó para sí la autonomía
de su objeto, el resultado fue el olvi-
do de otros aspectos colindantes y la
dificultad para comprender de mane-
ra total la realidad. De .este modo, no
solo se descuidaron los aspectos polí-
ticos del sistema educativo, sino tam-
bién los económicos, sociales y cul-
turales. Por otra parte, ese olvido se
debe, en cierta medida, a la posición
de muchos educadores que creían
alejar así la política de la escuela.
En cambio, los estudios sobre las
políticas educativas han proliferado
desde finales de la década del cin-
cuenta; no obstante, el cambio no
ha conseguido establecer un enfo-
que preferido sobre el que apoyarse,
ni identificar las variables críticas.
En los estudios actuales, empero,
tanto en los países más avanzados
como en los más subdesarrollados,
los politólogos están prácticamen-
te de acuerdo en considerar que la
escuela cumple una doble función
·Departamento de Educación. Pontificia Univer-
sidad Católica del Perú.
1
política: de un lado, asegura en bue-
na parte, mediante la socialización
política, la lealtad básica hacia el ré-
gimen establecido; de otra, garantiza
el reclutamiento de la elite política.
La intención del presente artículo
es clarificar este asunto e identifi-
car aquellas políticas que debemos
tener en cuenta al formular los pro-
yectos educativos nacionales, regio-
nales e institucionales que la socie-
dad reclama y que el actual Gobierno
ha encargado al Consejo Educati-
vo Nacional.
Para lograr este objetivo comen-
zaremos por definir qué entendemos
por política y política educativa; lue-
go, nos referiremos a las políticas edu-
cativas que se han planteado como
capaces de promover el cambio y,
por último, abordaremos aquellas
que consideramos relevantes y per-
tinentes para el momento que vive
el país.
l. PoúTICA YPOLÍTICA EDUCATIVA
Los términos utilizados actualmen-
te por las ciencias sociales, señala De
Puelles (1997), distan mucho de ser
precisos y de gozar del beneficio de la
univocidad. Y, en lo que respecta a
la política y a la política educativa,
los problemas terminológicos están
muy lejos de estar resueltos, lo que
introduce en numerosas ocasiones un
alto índice de confusión al enunciar
con términos idénticos o similares
contenidos diferentes. Por otra par-
te, el propio vocablo «educativo>> no
deja también de plantear problemas
conceptuales. En este caso se trata
de un adjetivo que se refiere a lo que
educa o sirve para educar. Los pro-
blemas aparecen al conectar el ad-
jetivo con la voz «política>>: ¿es que
la «política>> educa?; ¿es que la «po-
lítica» sirve para educar?; ¿qué se
quiere decir cuando se emplea el tér-
mino «política educativa>>?
1.1. Política
Toda sociedad se organiza política-
mente, es decir, ve la necesidad de
dedicar esfuerzos en pro de mejorar
las relaciones entre los individuos que
la conforman; la res publica se ve en-
tonces como una necesidad perento-
ria para la propia supervivencia ypara
la evolución de la sociedad. Así,
pues, no debe sorprendemos que se
hable de polític2 económica o de
política deportiva al mismo tiempo
que de política de una institución
bancaria o financiera o de política
de un club determinado. Y tampoco
debe extrañarnos que, paralela-
mente, pueda hablarse de política
educativa.
En la literatura anglosajona se
utilizan dos términos para designar
a la realidad política: policy y poli-
tics. Mientras que la policy significa
programa de acción, la politics alu-
de al conflicto que resulta del en-
frentamiento de varios programas
de acción.
No cabe duda que en nuestro me-
dio se ha dejado sentir esa influencia
anglosajona de la política concebida
como policy, lo que nos ha llevado a
una concepción pobre de la política
educativa. Rubio (1970, citado por
De Puelles 1997) denuncia este em-
pobrecimiento que neutraliza lacar-
ga semántica de la palabra «política»
que significa, a la vez, programa y
conflicto. A nuestro entender, hay
algo más: un enmascaramiento de la
realidad que se pretende estudiar,
una mutilación de esa misma reali-
dad al eludir lo que constituye la esen-
cia de la política, es decir, el fenóme-
no del poder y del conflicto institu-
cionalizado. Este enfoque no supo-
ne renunciar al estudio de las políti-
cas educativas, instrumentales, me-
diales -la policy, en definitiva-, sino
asumir también esa otra vertiente de
la realidad que es el conflicto edu-
cativo, las relaciones de la educación
con el poder, la relación de fines y
medios -la politics, en suma-.
La política se inscribe en el tema
del poder en general. Desde nuestra
perspectiva, cualquier actividad en-
caminada al logro de ciertos niveles
de poder, o las acciones desarrolla-
das desde los diversos poderes socia-
les o institucionales (instituciones
públicas o privadas), son sin duda
alguna manifestaciones políticas, por
lo que la interacción y dialéctica en-
tre los componentes de un grupo,
siempre que vayan encaminadas al
logro del poder o representatividad
del grupo, o siempre que emanen de
quienes tienen el poder en aquel
momento, son también actividades
políticas.
Se puede entonces hablar de dos
niveles «políticos>>:
• El gubernamental, en tanto po-
der representativo del Estado o
entidad abstracta desde la que se
asume la organización de la vida
pública para una comunidad o so-
ciedad; y,
• El institucional, en tanto afecta a
los componentes de una entidad
pública o privada en concreto;
esto quiere decir que una empre-
sa mantiene su dinámica política
de la misma manera que lo hace
una institución educativa.
Queremos insistir en que la polí-
tica, y todo lo que tenga que ver con
lo político, es inmanente al poder,
hasta tal punto que para que se dé la
política debe haber poder, sea efecti-
vo, sea con aspiraciones o deseos de
tenerlo. Ahora bien: en política debe
presidir siempre no solo el realismo
sino, fundamentalmente, el pragma-
tismo: se tiene el poder para <<hacer>>,
es decir, para intervenir, para modi-
ficar, paramejorar la realidad circuns-
tancial de las comunidades humanas.
Del logro de los fines propuestos
-o de las consideraciones acercade los
cambios producidos por la política-
se desprende, asimismo, el valor mo-
ral de las acciones políticas. En el
plano real de la política, la axiolo-
gía básica se centra en determinar
la mejor solución para los problemas
fundamentales de la convivencia
humana, o lo que suele entenderse
por el bien común. Por esta razón, el
distinto sentido que presenta lamo-
ralidad de la acción política se plan-
tea no solo en el ámbito de los gran-
des objetivos, sino, fundamental-
mente, en el de las formas o mane-
ras de conseguirlos.
En las últimas décadas ha surgi-
do la teoría política que plantea la
justicia como la suma moralidad que
toda política debe perseguir. Rawls
(1993 ), su máximo representante,
considera la libertad y la igualdad
como dos presupuestos fundamenta-
les -y, en consecuencia, intransgre-
dibles- de esta dimensión moral de
la persona, hasta tal punto que su
objetivo es, de alguna forma, conci-
liar libertad e igualdad en un con-
texto ético que aúne los distintos
puntos de vista y las diversas formas
de vida.
Al articular en una sola estruc-
tura moral la libertad y la igualdad,
Rawls pretende conciliar el derecho
individual con la autorrealización de
la comunidad, teniendo en cuenta
que es en esta donde deben darse y
ajustarse los derechos de la persona.
Cabe conciliar la autonomía priva-
da y la pública, y para ello la justicia
asentada en la racionalidad es el úni-
co instrumento que puede ver tales
esferas no como contrapuestas sino
como complementarias.
1.2. Política educativa
En una primera aproximación, dice
De Puelles, la política educativa es-
tudia las relaciones entre educación
y política. Que esa relación existe,
lo evidencia todos los días la simple
lectura de la prensa o la visión de
los teleinformativos: tal día los sin-
dicatos de profesores demandan del
Gobierno un incremento salarial, tal
otro los padres se manifiestan por la
libertad de enseñanza que creen
amenazada, o los alumnos celebran
asambleas para protestar por la su-
bida de las pensiones de estudios, et-
cétera. Los ejemplos podrían multi-
plicarse hasta el infinito, ya que, en
definitiva, lo que contemplamos no
es más que una parte del iceberg,
constituido por ese fenómeno más
amplio que es el de la relación entre
la realidad social y la política.
1.2.1 .Naturaleza y objeto de la
política educativa
En sí misma, la política educativa no
es más que un aspecto de la política
general y, consecuentemente, se in-
tegra en ella como un apéndice que
se coordina con otras perspectivas
que conforman la política global de
una sociedad determinada (Díez Ho-
chleitner 1976). En este sentido, la
política educativa se nos presenta
como subsistema de la política y,
como tal, es fruto de acciones polí-
ticas previas, al mismo tiempo que
pretende, en el futuro, incidir sobre
la realidad que entiende (la educa-
ción) para asumir logros que se con-
sidera pertinentes, siguiendo en ello
el sentido moral que sobre el bien co-
mún se tenga.
Así contextualizada, la política
educativa se nos presenta como la
actividad del poder público dirigida
a solucionar los problemas sociales
de la educación, por lo que, en el
fondo se convierte en un conjunto
de medidas de la política general
cuyo objetivo específico es, en to-
das sus dimensiones, el educativo
(Ardoino 1980).
Díez Hochleitner (1996) sostie-
ne que la política educativa es el con-
junto de principios, objetivos y fines
que orientan la acción educativa en
los ámbitos estatal o supranacional y,
en cierta medida, también en el de
las instituciones privadas.
Para ser más precisos, podemos
decir que la política educativa es
una ciencia positiva que analiza las
manifestaciones políticas del pro-
ceso educativo (las que son, no las
que debieran ser) y, como tal, se en-
cuentra en la necesidad de rehuir
dos tentaciones extremas: el 'ideo-
logismo' y el 'hiperfactualismo'.
En esencia, se trata de directri-
ces que señalan los gobiernos para
el sector de la educación en el mar-
co de su política general, partidista
o nacionalista. Es decir, los criterios
y la orientación que deben inspirar
los fines, la estructura, la organiza-
ción, los contenidos, la generaliza-
ción, la duración, la formación de
docentes, la financiación, etcétera,
de cada nivel y aspecto del sistema
educativo, en el marco de la Cons-
titución, de una reforma educativa
o de los planes de desarrollo educa-
tivo existentes, entre otros y según
cada caso.
También las organizaciones in-
ter-gubernamentales definen y
orientan las grandes directrices
aconsejables de la política educati-
va a través de resoluciones aproba-
das por los Ministerios de Educación
de sus estados miembros en confe-
rencias regionales o mundiales.
La mayor parte de las institucio-
nes privadas dedicadas a la educación
también orientan su acción de acuer-
do con su propia política educativa,
aunque, necesariamente, en armonía
con la del o de los gobiernos de los
países en cuyo seno se desenvuelven.
Desde esta perspectiva, la políti-
ca de la educación abarca aspectos
tan sugestivos como la orientación
política del sistema educativo, los
programas educativos de los partidos
políticos, la influencia de los grupos
de presión, la acción de los sindica-
1
tos o asociaciones docentes, el am-
plio fenómeno de la socialización
política mediante la educación, las
ideologías educativas, etcétera.
Es importante aclarar que en la
doctrina se suele hablar del «político
de la educación>>, pero esta expresión
reviste una notable ambigüedad: pue-
de referirse tanto al científico social
como al hombre que realiza la políti-
ca educativa, al horrw politicus. Para
establecer una distinción clara entre
ambos tipos humanos -de un lado,
el científico social; de otro, el profe-
sional de la política-, se utilizará para
el primero la expresión «el politólo-
go de la educación>>, y para el segun-
do «el político de la educación>> o
simplemente el político.
En suma, como hemo~ puesto de
manifiesto en otro trabajo (Capella
1977), la política educativa se cen-
tra en el estudio de los fenómenos
político-educativos de la sociedad,
definiendo su objeto de análisis en
la política, en la educación y, sobre
todo, en intentar explicar la interac-
ción y las relaciones que se dan y se
manifiestan entre ambas. En este
sentido, Kogan (1978) llega a afir-
mar que <<la educación es política por
su propia naturaleza>>.
1.2.2. El estudio de las políticas
educativas
La mayor parte de los estudios -y,
por ende, de la bibliografía sobre po-
líticas educativas- se ha centrado en
las decisiones programáticas sobre
presupuestos, leyes, regulaciones y
programas. Las políticas, según se
ponen en práctica, pocas veces co-
inciden con el diseño de estas mis-
mas políticas. Recientemente se ha
prestado mucha atención a los pro-
cesos de ejecución con el fin de ex-
plicar las razones de estos cambios
(Elmore; 1994; Grindle 1980). La
mayor parte de la ejecución tiene
lugar dentro de -o respecto de- las
burocracias. Por lo tanto, jerarquía
y autoridad son conceptos importan-
tes para explicar la actividad. Los bu-
rócratas de diferentes clases son los
jugadores que dominan pero, cier-
tamente, no son los únicos. Algu-
nos individuos o grupos que no quie-
ren o no pueden influir en las deci-
siones programáticas pueden inter-
venir en este nivel para intentar
negociar el modo como una política
los afecta.
Hawley critica a los científicos
políticos por la poca atención que
prestaban a la política de resultados,
más concretamente, a cómo afectan
las políticas en las vidas de los ciu-
dadanos.
Si diferentes clases de interaccio-
nes políticas tienen lugar en diferen-
tes niveles de políticas, sería instruc-
tivo comparar los sistemas políticos
por su eficacia para trasladar las po-
líticas de un nivel a otro.
La naturaleza secuencial de las
políticas afecta los factores políticos
que vienen a explicar cualquier po-
lítica posterior, tanto si se examinan
decisiones, órdenes del día o ideolo-
gías. Las políticas precedentes con-
dicionan tanto a las políticas como
a su construcción, al crear nuevas li-
mitaciones, nuevos agentes o nue-
vas expectativas, o al alterar el va-
lor de los recursos.
Se puede buscar influencias po-
líticas en la educación en dos siste-
mas que se superponen: el Estado en
general y el sistema más específico
de la dirección educativa. En el pri-
mer caso, la cuestión para algunos
investigadores es si las políticas que
difieren en nivel de competitividad,
ideología o tamaño del gobierno, por
ejemplo, también varían sistemáti-
camente en sus objetivos, programas
o resultados educativos. Si es así, ¿es-
tán estos fenómenos directamente
relacionados, a través de mecanis-
mos para la suma de demanda o ca-
pacidad de acción, a pesar de las
variaciones en los modos como las
sociedades organizan sus sistemas
educativos? Otros investigadores se
han centrado, principalmente, en las
instituciones y procesos específicos
de dirección educativa, buscando
allí las evidencias del ejercicio de
poder y de la explicación de las po-
líticas. No siempre es posible clasi-
ficar un fragmento determinado de
investigación como un obvio estu-
dio sobre política o sobre dirección
educativa. Ciertamente, cuanto más
centralizado es el sistema escolar,
más difícil resulta hacer esta distin-
ción. Esta es útil, sin embargo, para
evaluar cómo creen los analistas que
se hacen las políticas y qué relación
guardan con los principales grupos
y cuestiones de la sociedad.
2. INTERÉS POR POLÍTICAS EDUCATIVAS
CAPACES DE PROMOVER EL CAMBIO
En muchos medios educativos se
advierte una creciente inquietud por
buscar nuevos paradigmas que ten-
gan la osadía y el vigor suficientes
para romper con todo cuanto repre-
sente un lastre de viejos moldes. Esto
no quiere decir despreciar el pasa-
do, sino que dichos moldes dificul-
tan una educación concebida para
servir a necesidades humanas esen-
ciales, promover la igualdad entre los
hombres y contribuir a una estrate-
gia de desarrollo sostenible en la que
pueda participar la comunidad.
El compromiso con este tipo de
propuesta se basa en la esperanza y
se ve alimentado por la creencia en
la capacidad de la humanidad de
encontrar soluciones racionales y
razonables a los problemas que la
afectan. Si perdiéramos esa fe se ve-
rían minados los propios cimientos
de la educación.
1
2.1. Políticas educativas en el
mundo
Al inicio de este milenio enfrenta-
mos un cambio de época hacía la
posmodernídad, cambio que ha te-
nido una fuerte repercusión en la edu-
cación, como se puso de manifiesto
en conferencias como la de Río de
Janeíro sobre Medio Ambiente yDe-
sarrollo (1992), la de El Caíro sobre
Población y Desarrollo (1994), la de
Nueva Delhí de las Academias de
Ciencias del Mundo (1994), la de
Copenhague acercadel Desarrollo So-
cial (1995), y la de Beíjíng en tomo
de la problemáticade la Mujer (1995).
En el campo específicamente
educativo lo hemos venido obser-
vando desde 1972 en el Informe a la
Unesco «Aprender a ser», en la <<Re-
flexión sobre el desarrollo del futu-
ro de la educación>> de la misma ins-
titución (1984), en la Declaración
de Educación para Todas de Jomtíen
(1990), en <<La educación encierra
un tesoro (1996)>> y en los acuerdos
del Foro Mundial de Educación para
Todos de Dakar (2000).
En este contexto cobra especial
significado el trabajo de Muñoz Se-
dano, quíen ya en 1991, luego de un
estudio concienzudo acerca de las
políticas educativas, llega a la con-
clusión de que en los últimos años
se han desarrollado una serie de pa-
radigmas a partir de perspectivas no
necesariamente excluyentes. Los
sintetiza así:
• El eje productivo ve a la institu-
ción educativa como una empre-
sa.
• El eje humanista mira a la comu-
nidad educativa.
• El eje estructural estudia la orga-
nización educativa formalizada.
• El eje político identifica la insti-
tución educativa como una are-
na de lucha entre el poder y la
libertad.
• El eje sistémico ve a la institu-
ción como un sistema abierto.
• El eje cultural considera a la ins-
titución educativa como transmi-
sora, reproductora o creadora de
cultura.
Estas corrientes educativas im-
pregnan, a modo de ejes transversa-
les, los proyectos educativos, y, por
ende, el currículo de todos los nive-
les y modalidades.
2.2. Políticas educativas en
Latinoamérica
En América Latina han tenido es-
pecial efecto las políticas educativas
planteadas en el informe <<Educación
y conocimiento: Eje de la transfor-
mación productiva con equidad>>
(Cepal-Unesco 1992), en el Proyec-
to Principal de Educación para Amé-
rica Latina y el Caribe (Promedlac
1980-2000), en la reunión de Pro-
medlac realizada en Cochabamba
(2001) y en la Reunión Regional de
América Latina y el Caribe convo-
cada por la Unesco (2002).
Una mirada a estas expresiones
de las políticas educativas durante
el último decenio del siglo pasado
permite alentar transformaciones
significativas con respecto a las dé-
cadas pasadas, que hacen posible vis-
lumbrar un cambio piadigmático
importante.
En primer lugar, llama la aten-
ción que los estados latinoamerica-
nos hayan desarrollado reformas casi
al unísono. En segundo lugar, no obs-
tante los documentos a los que aca-
bamos de aludir, las citadas reformas
no aparecen urgidas por convenios
internacionales, lo que da la impre-
sión de un ejercicio de la autonomía
desconocido en las décadas de 1960
y 1970. Ahora aparecen como resul-
tado de procesos nacionales que par-
ten del principio de la <<consulta» o
de la <<concertación>>, fruto de deci-
siones que, a la luz de las nuevas co-
rrelaciones, aparecen como autóno-
mas y de carácter nacionaL Quizá
por este motivo es también viable
observar que en los distintos países
de la región las propuestas adquie-
ren algunos matices o particularida-
des que reconocen la especificidad
de cada uno de ellos.
No obstante, los contenidos y las
definiciones que se manifiestan en
las leyes, planes o acuerdos hacen
visible la aparición de unas cons-
tantes comunes a todos ellos, que
obligarán a mirar con cierta reticen-
cia el ejercicio de la autonomía re-
gional frente a los centros tradicio-
nales del poder, o al menos a pre-
sentir un cambio profundo de pa-
radigma que, permitiendo la toma
de decisiones autónomas de acuer-
do con las necesidades regionales, no
pierde los hilos del desarrollo, sino
que lo reorienta en otra dirección.
Este conjunto de tendencias que
se expresan en el sector educativo
son la manifestación de cambios es-
tructurales más profundos que se han
dado durante las dos últimas déca-
das y que han sido caracterizados por
la globalización, la descentraliza-
ción, la competitividad y la equidad.
Así, la estrategia propuesta por
la Cepal-Unesco (1992) entendía
que la educación empezaba a ser
considerada como vía para el cono-
cimiento; de esta manera educación
y producción de conocimientos se
convierten en parte inseparable de
la identidad cultural de los pueblos
y deberán ser una preocupación
central de los países de la región
para avanzar hacia el desarrollo ar-
mónico e integraL
Esta concepción daba un giro
radical a la estrategia educativa:
cambiaba de una escuela expansiva
a una competitiva a través del apren-
dizaje, apoyándose en cuatro vértices
que dibujan el cuadro de las nuevas
condiciones:
• El desprestigio a que es sometida la
escuela. La escuela servirá solo a
condición de que se adapte a las
demandas sociales y políticas. El
desgaste de la escuela y su satu-
ración se precipitan con la crisis
del modelo de desarrollo basado
en el crecimiento.
• La crisis de los paradigmas de la in-
vestigación educativa. Habráque ser
capaces de adecuar las ciencias de
la educación a las denominadas
nuevas realidades planteadas por
el avance tecnológico.
• La irrupción de nuevos desafíos.
Hay que tener en cuenta que las
exigencias de la globalización de
las economías y el desarrollo
científico-técnico demandarán la
configuración de nuevos espacios
educativos.
• El desarrollo humano. Considerar
la introducción de un renovado
andamiaje discursivo en tomo de
la satisfacción de necesidades bá-
sicas de aprendizaje en el marco
de este modelo.
El nuevo Proyecto Regional de
Educación que se aprobó en La Ha-
bana (2002) tiene por finalidad
promover cambios en las políticas
educativas, a partir de la transfor-
mación de los paradigmas educati-
vos vigentes para asegurar aprendí-
zajes de calidad, tendientes al de-
sarrollo humano para todos a lo lar-
go de sus vidas. Las políticas edu-
cativas han de tener como priori-
dad hacer efectivos, para toda lapo-
blación, los derechos a la educación
y a la igualdad de oportunidades,
eliminando las barreras que limitan
la plena participación y aprendiza-
je de las personas. Ello implica pres-
tar especial atención a las personas
excluidas, discriminadas o en situa-
ción de desigualdad educativa y so-
cial.
El proyecto se fundamenta en
estos principios:
• De los insumas y la estructura a
las personas.
• De la mera transmisión de con-
tenidos al desarrollo integral de
las personas.
• De la homogeneidad a la diver-
sidad.
2.3. En nuestro medio
Contamos con los seminarios nacio-
nales de Análisis y Perspectivas de
la Educación en el Perú, que la Fa-
cultad de Educación de la Pontifi-
cia Universidad Católica del Perú
realiza cada cinco años; los encuen-
tros de Foro Educativo/IPAE de
1993 y 1994 sobre Educación y De-
sarrollo; los estudios de Foro Educa-
tivo para el Acuerdo Nacional por
la Educación, Educación para el
Desarrollo Humano, de 1997; y el
Congreso Nacional Reformas y Es-
cuelas para el Nuevo Siglo (2003).
En ellos se han planteado políticas
educativas que, si son tomadas en
cuenta, permitirán mejorar signifi-
cativamente la educación nacional.
3. PoúTICAS EDUCATIVAS QUE PUEDEN
SER PERTINENTES PARA LOS DESAFÍOS
ACTUALES
A tenor de lo expuesto hasta aquí,
la educación permanente y recurren-
te requiere ahora un diseño prospec-
tivo, como proceso para organizar la
combinación de programas muy di-
versos que sean capaces de asegurar
procesos personalizados y colabora-
tivos de aprendizaje, formación y
capacitación profesional.
Por ende, el aprendizaje y la edu-
cación, en todos sus niveles y mo-
dalidades, deberían plantearse en
estrecha relación con las políticas
laborales y económicas, además de
ofrecer oportunidades culturales yde
participación social.
A continuación presentamos
aquellas políticas que, a nuestro en-
tender, son de carácter prioritario
para alcanzar lo expresado en los dos
párrafos anteriores. Para efectos de
ordenamiento temático, las presen-
tamos en dos grandes apartados: po-
líticas referidas a lo doctrinario y
políticas referidas a lo instrumental
de la educación. No se trata de una
taxonomía, por lo que en algunos
casos nos ha resultado difícil decidir
en cuál de los apartados correspon-
día ubicar determinadas políticas.
3.1. Políticas de carácter
doctrinario
El conjunto de políticas que se con-
sideran a continuación se refieren a
la intencionalidad u orientación que
debe tener la educación.
Ecología y educación
La ecología ha dejado de ser la cien-
cia de las negaciones (no a la conta-
minación, no a la deformación, no
al desarrollo industrial, no a la
agricultura intensiva) para convertir-
se en la ciencia de las soluciones con-
cretas y realistas en materia de desa-
rrollo. La ecología afirma su originali-
dad y razón de ser en la particularidad
de los ecosistemas y en la identidad
cultural de los pueblos. Por ello, el
tema ambiental ha pasado a formar
parte obligada de todo acuerdo de in-
tegración y cooperación comercial
o cultural.
Esta situación exige que todos
seamos reeducados, pues, desde el
ciudadano común hasta el más po-
deroso de los líderes políticos o eco-
nómicos, estamos afectando al entor-
no con nuestras actitudes cotidianas.
La educación ecológica o am-
biental es el proceso que consiste en
1
reconocer valores y aclarar concep-
tos con el objeto de fomentar las ap-
titudes y actitudes necesarias para
comprender y apreciar las interrela-
ciones entre el hombre, su cultura y
su medio biofísico. Entraña también
la práctica en la toma de decisiones
y en la propia elaboración de un có-
digo de comportamiento con respec-
to a las cuestiones relacionadas con
la calidad del medio ambiente.
Una variable que las políticas
educativas debe tener en cuenta es
el desarrollo sostenible, aquel que sa-
tisface las necesidades presentes sin
comprometer la capacidad de las ge-
neraciones futuras para satisfacer las
propias.
Si pretende ser humano y eficaz,
si el desarrollo sostenible pretende ser
humano y eficaz, dice Díez Hochleit-
ner (1996), tiene que ser omnicom-
prensivo, es decir, geográficamente
global, ambientalmente viable, pro-
clive al progreso y crecimiento, tec-
nológicamente responsable, social-
mente justo y preocupado de la cali-
dad de vida desde la salud, la alimen-
tación y la vivienda, económica y
ecológicamente armónico, política-
mente defendible, y atento a las ne-
cesidades educativas y culturales.
Globalización y educación
Medina (2000) advierte que el es-
pacio globalizado es cada vez más in-
cisivo -afirmación quizá discuti-
ble-y que viene influido por las de-
cisiones políticas de las instituciones
mundiales, los parámetros de las se-
des de grandes organizaciones econó-
micas y una nueva hiperinformación
desde intemet y sus multimensajes.
Las instituciones educativas y los edu-
cadores han de ser especialmente sen-
sibles a este nuevo espacio, a la fe-
cundidad de las múltiples relaciones
y a la urgencia de sentirse ciudada-
nos de un gran mundo. Esta urgen-
cia mundializadora es la directriz que
marcará nuestra pertenencia al pla-
neta tierra, y nos hará sentir la
geolocalización como una constan-
te vital y supracultural, pero vivida
crítica y creadoramente.
Como denuncia Gelpi (1981),
este proceso de mundialización ha
dejado totalmente obsoletos muchos
planteamientos educativos, aun
cuando todavía mantenga su vigen-
cia política entre las clientelas «na-
cionales>>. A pesar de ello, no pode-
mos tomar esta vigencia a la ligera,
especialmente por su persistencia en
nuestros modos de vida que nos hace
acostumbramos ydar por sentada su
persistencia, sobre todo, cuando sus
consecuencias son tan negativas y
traumáticas en todos los órdenes de
la vida humana.
Pero ¿qué es en realidad la glo-
balización? Tal como hemos escrito
en repetidas oportunidades siguien-
do a Rodríguez Fuenzalida (2000),
es una revolución profunda, concep-
tual, de valores, simbólica y también
epistemológica, científica y cultural,
que abarcadesde aspectos conceptua-
les hasta el crecimiento de la exclu-
sión y la pobreza en América Latina.
Según Alayza (1997), vivimos
junto a cambios globales y políticos
que Lechner llama «nuevas coorde-
nadas mentales>> y que distan mu-
cho de los elementos básicos que or-
denaron el acercamiento y compren-
sión del curso de la historia pasada.
Al mismo tiempo, las nuevas coor-
denadas no parecen todavía orde-
nar del todo nuestro presente. Quizá
en la superficie aparecen, sobre
todo, los contrastes del cambio de
una etapa de la historia moderna a
otra en la que se mezclan lo viejo
del mundo moderno con el posmo-
dernismo, sin llegar a emerger una
nueva síntesis en términos de con-
cepción del mundo. En todo caso,
estamos tan inmersos en este pro-
ceso histórico que difícilmente po-
demos comprenderlo a plenitud.
Viene la pregunta: ¿qué hacer?
Coincido con Medina (2000) en
que:
[...] el rechazo de lo planetario y la
cerrazón en lo local tienen poco fu-
turo en un mundo en plena muta-
ción, sobreinformado, pero más ne-
cesitado que nunca del avance com-
partido y del estímulo creativo, en el
que las personas han de compren-
der la complejidad, aceptarse mutua-
mente y valorar singularmente las
acomodaciones y los retos que esta
tensión e incertidumbre crean a las
personas y a las comunidades.
En las instituciones educativas
debemos ser conscientes de que la
persona educada del mañana tendrá
que estar preparada para vivir en un
mundo global pero peculiar. Como
señala Drucker (1994), deberemos
tener la aptitud necesaria para ser
ciudadanos del mundo -por nuestra
visión, nuestros horizontes y nues-
tra información (aspecto global)-,
pero también para ser capaces de
nutrirnos de nuestras raíces autóc-
tonas y, a la vez, enriquecer nuestra
propia cultura (aspecto local).
En el tratamiento de lo global
se nos impone la búsqueda por dar
forma a categorías y criterios que
permitan una mejor comprensión y
evaluación de las realidades que se
viven y que se van a vivir. Debe-
mos poner de relieve los aspectos
positivos derivados de la globali-
zación, como el crecimiento de
una mayor conciencia de los pro-
blemas internacionales comunes,
cuyo abordaje no compete única-
mente a los estados o sociedades
afectados.
Pero también tenemos que re-
chazar el uniformismo globalizante
impuesto o la unificación globali-
zadora. No podemos aceptar un
mundo estructurado de esta forma
para toda la humanidad. Unifica-
ción que, según afirman García y
1
Sáez (1998), se está llevando a cabo
desde los centros de decisión occi-
dentales sobre presupuestos básicos
que reflejan la propia opción mayo-
ritaria del Occidente materialmen-
te rico.
En el tratamiento de lo local de-
bemos tener presente que el enten-
dimiento cultural es viable en la me-
dida en que las personas y los pue-
blos son conscientes de su identidad,
la valoran y la desarrollan. A partir
de esta identificación se comprende
la «legitimidad del otro>> (Matura-
na 1994), y entonces es posible es-
tablecer una intercomunicación vá-
lida, basada en el respeto y en la
construcción de una relación hori-
zontal y simétrica en cuanto a la
validez de los interlocutores.
La globalización de la vida con-
temporánea no puede hacerse en el
vacío; requiere enraizamiento, pro-
yectarse al mundo desde un sitio,
desde una circunstancia precisa. Por
eso, globalización y defensa de la
identidad son términos complemen-
tarios de un mismo proceso que pro-
porciona contenidos concretos a la
acción pública, aumenta la partici-
pación ciudadana yenriquece la vida
individual.
Competitividad y educación
Malaver sostiene que, asociada a la
globalización, aparece la categoría de
lacompetitividad; aun cuando asocia-
da con la competencia, no es simple-
mente eso, sino la cualidad de estar
en condiciones de competir con éxi-
to. La cualidad la deben desarrollar
tanto las empresas como los indivi-
duos. Su indicador está relacionado
con las condiciones que favorecen o
no el desarrollo, así como con el estí-
mulo de una red de enlaces que dan
paso a la conformación de un tejido
industrial y de servicios integrados,
que propician sinergias que estimu-
lan una dinámica innovadora y cír-
culos virtuosos de acumulación que
aumentan la atractividad para la lo-
calización productiva frente a otras
regiones.
Así se entiende otra tendencia
global, la descentralización: en cuan-
to condición administrativa de los
Estados para favorecer la competiti-
vidad en un mundo globalizado. Más
aun: megatendencias como la glo-
balización han impuesto la ley de la
competitividad a manera de un dis-
tintivo propio de las sociedades con
futuro frente a otras no competitivas
y, por ello, llamadas al estancamien-
to, a la muerte económica, a con-
vertirse en sociedades «no viables>>.
Por ello, los procesos educativos
que se adelantan en la actualidad no
se sustentan en los conocimientos
adquiridos para toda la vida y res-
tringidos a espacios y tiempos preci-
sos, sino que deben posibilitar el
aprendizaje permanente, adaptable
a múltiples contextos y en diferen-
tes tiempos. Se trata de un modelo
de <<aprendizaje de por vida para to-
dos>>, que, a su vez, permite reem-
plazar gradualmente el <<modelo pre-
valeciente de aprendizaje selectivo
y concentrado y de estudios duran-
te un tiempo limitado>> (Arocena
1997), lo que supone atender de
manera eficaz las prácticas educati-
vas, destinando recursos para ello-
gro de dos retos básico;:;: por un lado,
aumentar e incorporar metodologías
y materiales que generen nuevas fun-
ciones docentes; y, por otro, intro-
ducir mecanismos sólidos de flexi-
bilidad e innovación en las institu-
ciones para que asuman la respon-
sabilidad de la nueva formación ciu-
dadana (Restrepo).
Producción, productividad y
educación
En los campos de la economía y de
la educación hay que saber distin-
guir entre crecimiento y desarrollo.
Según Del Campo, el crecimiento se
refiere solo a la escala con la que se
mide la dimensión física de la econo-
mía, mientras que desarrollo es sinó-
nimo de mejora cualitativa. Por esto
es concebible que el planeta Tierra
se desarrolle sin crecer y que los lí-
mites del crecimiento no supongan
necesariamente topes al desarrollo.
En los últimos años se ha genera-
lizado la toma de conciencia sobre
una mayor vinculación de la educa-
ción con la vida, asegurando a aque-
lla una mayor funcionalidad con res-
pecto a las necesidades de los indivi-
duos y a los requerimientos del desa-
rrollo socioeconómico nacional
(transformación productiva con
equidad).
El trabajo, entendido como fuen-
te de humanidad yde sociedad, debe
constituir el sustento explícito de
todo principio educativo. Se educa
y debe educarse siempre en el traba-
jo, por el trabajo y para el trabajo.
Pero se trata del trabajo libre y libe-
rador, y no de un trabajo alienado,
mercantilizado y, en consecuencia,
instrumento de la sujeción del hom-
bre (Salazar Bondy 1976). En corres-
pondencia con ello, en nuestro país
el sistema educativo debería ser el
campo generador de la producción.
Sin embargo, y como bien dice
De Puelles (1997), hay que insistir
en que la educación es condición in-
dispensable, pero no suficiente para
el desarrollo económico y social. A
veces se pone demasiado énfasis en
la indiscutible conexión que existe
entre la educación y el desarrollo del
capital humano, la productividad y
la ampliación del mercado de traba-
jo. La educación no debe ligarse so-
lamente al progreso económico. La
justicia social y el respeto por la per-
tinencia de las culturas son también
partes importantes del programa
educacional.
Para Fukuyama (1995 ), con
quien coincidimos en este punto, el
1
1
éxito económico depende del traba-
jo y del capital, pero muy especial-
mente del <<capital social>>, concep-
to que, según él, tiene relación con
otros igualmente difíciles de captar
en su verdadera dimensión, como
<<civismo>>, <<espíritu comunitario>> y
<<solidaridad>>.
Hay que atender a la protección
del medio ambiente y a la política
demográfica, pero también a la edu-
cación, a la integración social, al pa-
pel de la mujer en la sociedad y, en
resumen, a la flexibilidad social.
La alfabetización es necesaria para
un proceso de modernización econó-
mica y de cambio en el que la mujer
ocupa un lugar predominante, lo que
los economistas denominan <<el dife-
rencial sexual>>: la mujer educada
controla su fertilidad y es partidaria
de la procreación responsable; la
mujer instruida mejora la nutrición,
la higiene y la salud familiares; la
mujer alfabetizada, en fin, promueve
e impulsa la educación de sus hijos.
Cultura de paz y educación
La paz es un proceso histórico, cuali-
tativamente determinable, depen-
diente de las condiciones sociales y
de la conciencia jurídico-política y
moral de una época. Según esta defi-
nición, en caso de necesidad existen-
cial, hambre, persecución, opresión,
inmadurez, manipulación e injusticia
no se puede hablar de paz, aun cuan-
do hayan enmudecido las armas. De
aquí se deriva, para los fines del
aprendizaje de un comportamiento
pacífico, que junto al concepto prin-
cipal de paz hay que tener en cuen-
ta otros como justicia, solidaridad,
libertad, capacidad crítica, respon-
sabilidad, madurez, asociación, co-
operación y desarrollo (Capella
1991 ).
La educación debe-proporcionar
la base para la creación de un nuevo
espíritu que, guiado por el recono-
cimiento de nuestra creciente inter-
dependencia y por un análisis común
de los riesgos y desafíos del futuro,
induzca a las personas a poner en
práctica proyectos comunes o a ges-
tionar los conflictos inevitables de
una forma inteligente y pacífica
(Díez Hochleitner 1996).
Puede decirse que eso es una ilu-
sión. Nosotros decimos que es una
utopía necesaria, vital, si queremos
escapar de un peligroso ciclo apoya-
do en el cinismo y la complacencia.
Queremos insistir en que el papel
de la educación no es el de petrificar
el statu quo, ni el de cautelar a los
estudiantes contra el conflicto del
entorno, sino el de involucrarlos ra-
cionalmenteenelconflicto y sumergir-
los en él. Por un cierto magnetismo
interactivo, educación y centro
educativo van de suyo hacia el con-
flicto. Hemos de aprender que en la
sociedad actual es imposible estable-
cer una separación entre el conflicto
y su ausencia. A menos que se logre
racionalizar el conflicto, para interre-
lacionarlo con el resto de la compleji-
dad circundante no es dable escapar
al entramado social y a sus problemas
intrínsecos y de contorno.
En el terreno práctico y eminen-
temente educativo, un mecanismo
muy eficaz de educación para la paz
es el de las pasantías. A través de él
se intercambian profesores y estu-
diantes, lo que favorece el surgimien-
to de una mente y un espíritu globa-
les; desarrolla el valor de la toleran-
cia, respeto y solidaridad, al expo-
ner a la persona a medios diferentes
del suyo habitual.
Política y ciudadanía y educación
La democracia es un estilo de vida y
un sistema de organización política
y social; y, en su doble alcance, es
una estructura dinámica, progresiva,
que cambia continuamente y que se
renueva de un modo incesante.
Como estilo de vida, dice Fuku-
yama (1995), la democracia surge
del esfuerzo consciente del hombre
por reflexionar acerca de su situa-
ción en la sociedad, y crear reglas e
instituciones que, de algún modo,
vayan de acuerdo con su propia na-
turaleza esencial.
En tanto sistema de organización
política y social, la democracia es
participación activa de la población
para atender los requerimientos del
bien común. Como bien señala He-
rrera (1986), en la sociedad política
las personas tienen una tarea común
que las une: el bien común, enten-
dido como el bienestar material y
espiritual de todos.
En nuestro caso, cuando se está
saliendo de unasituación de crisis tan
grave como la que vivimos no solo
debemos pensar en defender y con-
solidar las instituciones democráti-
cas, sino que hay que repensadas
para poder comprometemos seria-
mente en la construcción de un pro-
yecto nacional de desarrollo (a cor-
to, mediano y largo plazos), por en-
cima de las diferencias ideológicas y
doctrinales y de las ansias de poder.
Este proyecto debe asegurar la
reconstrucción del cuadro nacional.
Reconstrucción que permita a la so-
ciedad real multiétnica, la única
forma posible de integrar a sus di-
versos componentes, que consiste
en asumir en el plano institucional
un carácter abiertamente multina-
cional. Un proyecto que logre redis-
tribuir la propiedad y los ingresos, y
estimular la progresiva integración
horizontal y vertical de los sectores
económicos.
La democracia ha dejado de ser
un tema exclusivo de la ciencia po-
lítica para ser también un problema
fundamental de la educación. Sin la
fuerza dinamizadora de la educación
la democracia carece de impulso; la
educación es un proceso social y cul-
1
1
tural que puede forjar hombres libres
y responsables, capaces de cumplir
deberes y defender derechos. Puede
preparar al hombre libre para que en-
frente racionalmente el cambio y
para que lo promueva.
Mayor Zaragoza (1987) afirma
que el futuro de nuestras vidas de-
penderá de la capacidad del hombre
de discernir sin influencias ajenas,
de su fuerza creativa, de su voluntad
para ir a contraviento de los intere-
ses a corto plazo y la mentira. Depen-
derá de si aprendió a ser, a compartir,
a rebelarse y a no aceptar lo inacepta-
ble, a defender siempre sus vidas y a
no actuar nunca por la fuerza.
Interculturalidad y educación
Situados epistemológicamente en el
campo de una interculturalidad que
se plantea acabar con los efectos per-
versos que históricamente nos han
legado las relaciones sociales entre
grupos procedentes de culturas dife-
rentes, sostenemos, con Heise y
otros (1992), que la interculturali-
dad es esa dimensión de la vida hu-
mana en sociedad que tiene que ver
con toda la urdimbre social, política
y eco-nómica. Así entendida, antes
que un concepto es un desafío vital,
una actitud de apertura que nos li-
bera de la tiranía de los prejuicios y
de las aparentes certezas absolutas
que nos conducen al estancamiento
y a la intolerancia. Este desafío me
hace reconocer que, como plantea
Albó (1993), la cultura-por mucho
que tienda a mantener algunos ras-
gos de su estructura- siempre se está
creando y recreando. Hay un proce-
so constante de «producción de cul-
tura>> por evolución interna de la ex-
periencia de cada pueblo y por su
adaptación a nuevos desafíos e in-
tercambios con el entorno.
La educación debe posibilitar el
crecimiento de las culturas naciona-
les, el respeto de la realidad históri-
ca y social de cada cultura, contar
con las posibilidades reales de en-
frentarse a nuevos valores y crear
nuevas síntesis vitales.
La interculturalidad permite
comprender los códigos culturales
diferentes de los de la propia cultu-
ra; propicia y posibilita en los estu-
diantes castellanohablantes, desde el
nivel inicial hasta el superior, el co-
nocimiento, la valoración y la apro-
piación crítica de los elementos más
significativos de nuestras diversas
culturas.
Por lo tanto, la interculturalidad
debe ser el eje orientador del currí-
culo, lo que supone diseñar y desa-
rrollar «currículos culturalmente
pertinentes>>, es decir, en función de
lo mejor y más valioso de cada uno
de los ámbitos espaciales (universal,
occidental, latinoamericano, nacio-
nal y local), incorporando a la vez
los aportes más significativC's del pa-
sado, del presente y de los proyectos
a futuro.
A los educadores nos compete
preconizar y promover en nuestros
estudiantes el sentido de la inter-
culturalidad como una dimensión
de la vida en sociedad, desarrollar
las propuestas que nos plantea esa
interculturalidad y reconocer el ca-
rácter de los símbolos para tener-
los en cuenta a la hora de actuar
en los escenarios en que nos toque
desempeñamos.
Inclusión y educación
La educación inclusiva se toma
como un desafío. La inclusión se
considera como parte de una lucha
más amplia contra las prácticas y el
discurso exclusivista, y en oposición
a la ideología que considera a cada
individuo como separado e indepen-
diente. La inclusión se basa en la
mejora de las escuelas.
Cárdenas (2004) afirma que
aunque la educación inclusiva sue-
le llevarnos rápidamente a pensar
en la niñez con discapacidad, su
propósito no está ligado solo a este
colectivo. La educación inclusiva
debería remitirnos a pensar en una
educación para la diversidad que
incluye niñas, niños y jóvenes con
diferentes tradiciones culturales, de
diferentes sexos, con diversas dis-
capacidades o que se encuentran en
diferentes situaciones de vida. La
educación inclusiva es una educa-
ción pensada más allá de un o una
estudiante estándar.
La diversidad es una caracterís-
tica inherente a la naturaleza huma-
na, una posibilidad para la mejora y
para el enriquecimiento de las con-
diciones sociales y culturales entre
las personas y entre los grupos so-
ciales. Por lo tanto, debe ser mirada
como un planteamiento amplio y
comprensivo que comprende rasgos
de distinta índole que, interactuan-
do unos con otros, hacen que siem-
pre seamos diferentes de los otros.
Cuando hablamos de inclusión
nos estamos refiriendo a un proceso
amplio y dinámico de instrucción y
reconstrucción de conocimientos
que surge a partir de la interacción
entre personas distintas en cuanto a
valores, ideas, percepciones, intere-
ses, capacidades, estilos cognosciti-
vos y de aprendizaje que favorece
la construcción consciente y autó-
noma de formas personales de iden-
tidad y pensamiento, y que ofrece
estrategias y procedimientos edwoa-
tivos diversificados, adecuados y
flexibles con la doble finalidad de dar
respuesta a una realidad heterogé-
nea y de contribuir a la mejora y
enri-quecimiento de las condiciones
y relaciones sociales y culturales.
Una escuela que incluye a niños
y jóvenes con diferentes necesida-
des debe ofrecer un servicio que sea
1
asumido por todos los miembros de
la institución, es decir, con objeti-
vos comunes, con una visión com-
partida, con un marco axiológico en
el que se plantee el respeto por los
derechos humanos, la equidad e
igualdad de oportunidades, se reco-
nozca el derecho de la participación
de la familia en la vida escolar y, so-
bre todo, se asuma el compromiso
de brindar una verdadera calidad de
vida a todos sus participantes, trans-
formándonos día a día en mejores
seres humanos.
Ética y educación
Salvat (1994) sostiene:
[...]en muchos lugares el orden mo-
ral aparece cuestionado y puesto
como representativo de meras <<fic-
ciones» útiles para la vida práctica:
de una ética sin metafísica, habría-
mos pasado a una ética sin moral,
toda vez que los postulados que la
configuran (libertad, autonomía,
voluntad, deber, racionalidad), se
habrían mostrado como <<entele-
quias>> inventadas para poder darle
sentido y fijación a un mundo que,
en verdad, se mueve en eterno re-
torno y sin sentido.
Sin embargo, !piña (1997) afir-
ma que «[...] de nada valdría hacer
ciencia sin formar conciencia>>. Hay
quienes creen que la ética, por enci-
ma de los aspectos vinculados con
el conocimiento y la tecnología, es
la ola que habrá de orientar la
prospectiva del siglo XXI. Como
afirma Malraux: <<El siglo XXI será
espiritual o no será>>.
Ciertamente, no tenemos futuro
si seguimos entregados a la línea de
menor resistencia. La ética surge,
como elejede las conductas individua-
les necesarias para que las organiza-
ciones, los países, las subregiones y
el mundo asuman el compromiso de
sobrevivir, de convivir y de vivir.
La educación, debe plantear yde-
sarrollar una ética de la vida que no
se agote en la vida misma como su-
pervivencia, sino que desencadene
situaciones generadoras de una éti-
ca de la naturaleza, una ética del de-
sarrollo, una ética de la política, una
ética del beneficio y, sobre todo, una
ética de la solidaridad.
Pensamos en una ética como
esencia de la cultura yen una cultura
de la ética. En uno y otro sentido,
deben establecerse correspondencias
armónicas entre la ética personal, la
ética profesional y la ética organiza-
cional, en las que cada quien sea
modelo de los otros y el todo sea con-
dicionante del comportamiento de
cada uno:
• Tenemas que ir a un replantea-
miento ético que, según Simons
(1998), supone tener en cuenta
cuatro dimensiones: el hombre
como ser consciente, libre y, por
tanto, responsable; el hombre
como ser en búsqueda de senti-
do; el hombre como ser históri-
co en búsqueda de autenticidad
y humanidad; y el hombre como
ser social y solidario.
• El profesional de la educación
tiene que repotenciar sus compe-
tencias técnico-profesionales y
sus dominios de ge~tión, pero
también todo aquello que enri-
quece el núcleo básico del ser
humano, es decir, su sensibilidad
y sus valores. También las orga-
nizaciones deben promover vi-
vencias compartidas que permi-
tan enraizar convicciones y al-
canzar victorias visibles, en armo-
nía con las exigencias sustenta-
bles del entorno.
• La ética organizacional es una
exigencia de realizaciones. Las
reglas rígidas y las normas esta-
bles guardaban correspondencia
con los extremos previsibles y
lentos, pero la complejidad yace-
leración de los desenvolvimien-
tos organizacionales promueven
situaciones inéditas cuyos dile-
mas no están previstos de manera
formal. El juego de las concien-
cias y el valor de los principios
arraigados juegan aquí un papel
esencial. En el ámbito de la éti-
ca institucional, la conducta
proactiva resulta más preventi-
va y generativa. Hay que admitir
que tan dañino como dejar de
hacer acciones buenas es hacer
acciones incorrectas.
Alguien ha dicho que la ética es
un seguro de vida y, realmente, no
puede haber tranquilidad y seguri-
dad sino en el marco de una con-
ciencia apuntalada por los recursos
que la responsabilidad ética propor-
ciona. El equilibrio y coherencia de
la cultura organizacionallo propor-
ciona la ética, y esta es una de las
razones por las cuales la ética tiene
que dejar de reflejar la atomización
de conductas individuales para con-
vertirse en la manera de pensar,
sentir, decir y hacer de la organiza-
ción como un todo.
3.2. Políticas de carácter
estratégico o instrumental
Desde un punto de vista estratégi-
co, tenemos que estar convencidos
de que para ir hacia una educación
de calidad es necesario tener men-
talidad innovadora y disposición
para la innovación.
Pero también hay que tener pre-
sente que, como indica Gelpi
(1991), las innovaciones en los ni-
veles científico y tecnológico no
siempre constituyen una ruptura con
los saberes acumulados anteriormen-
te. En el plano pedagógico, «resulta
útil destacar la continuidad>>, es de-
cir, retomar aquellas experiencias
que han demostrado validez.
Calidad, equidad y educación
La excelencia o calidad educativa es
un concepto subjetivo y no una rea-
lidad tangible. La entendemos como
la pertinencia de los proyectos edu-
cativos, como la capacidad de estos
para responder a las demandas so-
ciales, como la posibilidad de facili-
tar aprendizajes significativos para la
persona y para b sociedad.
Desde una óptica más operativa,
optamos por una concepción holís-
tica en la que los componentes con-
tribuyen al efecto global de un modo
integrado, y en la que la calidad está
determinada por b conjunción de los
elementos concurrentes de un modo
dinámico, como diría Scheerens:
• capacidad, dedicación y motiva-
ción del alumnado;
• pertinencia de los contenidos,
apropiados para el entorno local
(problemas locales, oportunida-
des de empleo, identidad cultu-
ral, etcétera) y la problemática
nacional y mundial;
• disponibilidad y utilización efi-
cientede medios educativos (biblio-
tecas, material y equipamiento edu-
cativo de ensefíanza, experimen-
tación y talleres), financiación
adecuada de inversiones y gastos
ordinarios;
• investigación educativa intra e
interinstituciona!, incluida la
evaluación de resultados respec-
to del modelo y las metas formu-
ladas, así como sobre las activi-
dades extraescolares culturales,
deportivas, etcétera;
• servicios eficaces de orientación
pedagógica y profesional; y,
• gestión académica informatizada
que permita un alto grado de fle-
xibilidad y eficiencia, así como
gestión empresarial del centro
que garantice su más alto rendi-
miento (Díez Hochleitner 1996).
De aquí se infiere la gran impor-
tancia que para la calidad de uncen-
tro educativo tiene la correcta apli-
cación del principio de autonomía
escolar, ejercida de forma responsa-
ble. La autonomía es el mejor antí-
doto para evitar que se apliquen a
las instituciones educativas unos cri-
terios de calidad uniforrnistas y, en
consecuencia, engañosos.
En el ámbito de los programas y
objetivos, la calidad está en relación
con el desarrollo de operaciones pro-
ductivas y creadoras, además de te-
productivas, en un ambiente estimu-
lante y favorecedor del pensamiento
y actitud creadores que respeten, va-
loren y escuchen al educando; que
favorezcan su espontaneidad, la crí-
tica, el diálogo, la flexibilidad; su
curiosidad, autonomía, fantasía, in-
tuición, etcétera.
Pero el aprendizaje corresponde
no solo a las personas sino también
a los grupos sociales, a las socieda-
des. Por tanto, los aprendizajes de-
ben ser significativos no solo para
los alumnos sino también para los
grupos sociales.
Ahora bien: uno de los retos con
mayores implicaciones en el conjun-
to de la sociedad es asociar la equi-
dad no solo con la ampliación de la
cobertura educativa, siPo y, sobre
todo, con las mayore~ posibilidades
de acceso a la educación de calidad
que permita a los diversos sectores
de la población construir conoci-
mientos socialmente significativos.
Enfrentar este reto supone la re-
di~tribución de los recursos destina-
dos a los diferentes niveles del siste-
ma educativo. Requiere acciones
concretas de los distintos sectores
encargados de formular la política
social para enfrentar la pobreza y la
desigualdad en el acceso a los recur-
sos y a las nuevas tecnologías de la
información y del conocimiento.
Las redes tradicionales, en espe-
cial las telemáticas, podrían contri-
buir a la lucha contra la exclusión
social, ofreciendo a cambio una ofer-
ta diversificada a los adultos que ya
han rebasado la edad de ingreso nor-
mal a la universidad y a sectores so-
ciales y países excluidos de ella (Ló-
pez 1997).
Una de las recomendaciones cen-
trales de la Comisión Internacional
sobre Educación, Equidad y Com-
petitividad Económica en América
Latina y el Caribe es precisamente la
de «aumentar la inversión por alum-
no en la educación básica» (PREAL).
En este siglo, quien se vea obligado a
dejar de aprender caerá en cuatro ti-
pos de marginación: «del mundo del
trabajo, del ejercicio de la ciudada-
nía, del acceso a ciertas formas de la
cultura, y de la gestión de la calidad
de vida cotidiana de su núcleo fami-
liar>> (Arocena 1997).
Por todo ello, la equidad se re-
laciona, además del acceso a una
educación permanente de <<todos»,
niños, jóvenes yadultos, con otras po-
líticas sociales como salud, trabajo,
previsión, capacitación laboral, con
el propósito de superar la pobreza y
crear igualdad de oportunidades.
Construcción del conocimiento y
educación
Betancur (1996) señala que el apren-
dizaje se ha convertido en el eje fo-
cal del cambio de la sociedad; se ha
consolidado como una de las funcio-
nes primigenias de la educación y en
uno de los temas más apasionantes de
la epistemología de nuestro tiempo.
Mayor Zaragoza (1987) defiende
que tenemos que mirar la educación
no desde la enseñanza sino desde el
aprendizaje. Ponernos no tanto en
el lugar de la administración, de la
institución y de los profesores, sino
más en el de aquellos que reciben la
1
educación, en los sujetos de la edu-
cación; en el de los discentes más
que en el de los docentes.
En los últimos tiempos, los ha-
llazgos de la investigación cognitiva
relacionados con los procesos meta-
cognitivos y de autorregulación, así
como la elaboración de modelos
mentales durante el aprendizaje, han
conducido a la reconceptualización
del proceso de enseñanza-aprendi-
zaje como uno de construcción de
conocimiento, dando origen al lla-
mado constructivismo.
El constructivismo, en sentido
estricto, no es una teoría sino más
bien un movimiento, una corriente
o, mejor incluso, un marco explica-
tivo que, partiendo de la considera-
ción social y socializadora de la edu-
cación escolar, integra aportaciones
diversas cuyo denominador común
es un acuerdo en tomo de los prin-
cipios constructivistas (Solé y Coll
1995).
Según Coll (1996), al menos en
el ámbito de la educación es iluso-
rio y falaz hablar de constructivis-
mo en singular. Por lo tanto, no hay
un solo constructivismo, sino mu-
chos; tantos como teorías psicológi-
cas del desarrollo y del aprendizaje
inspiradas en -o compatibles con-
los principios básicos de la explica-
ción constructivista del psiquismo
humano.
Limitándose exclusivamente a
las teorías globales del desarrollo o
del aprendizaje, que han tenido y si-
guen teniendo en la actualidad una
mayor incidencia sobre la reflexión
y la práctica educativa, este autor
distingue al menos entre:
• el constructivismo inspirado en
la teoría genética de Piaget y la
Escuela de Ginebra;
• el constructivismo que hunde sus
raíces en la teoría del aprendizaje
verbal significativo, la teoríade los
organizadores previos y la teoría
de la asimilación, iniciado con los
trabajos pioneros de Ausubel en
las décadas de 1950 y 1960, y de-
sarrollado posteriormente por
otros autores como Novak o
Gowin;
• el constructivismo inspirado en
la psicología cognitiva y, más
concretamente, en las teorías de
los esquemas surgidas al amparo
de los enfoques del procesamien-
to humano de la información; y,
por último,
• el constructivismo que se deriva
de la teoría sociocultural del de-
sarrollo y del aprendizaje enun-
ciada por primera vez por Vigots-
ky y sus colaboradores en la ya
lejana década de 1930 y difundi-
da, revitalizada y enriquecida de
forma espectacular por numero-
sos autores a partir de la década
de 1970.
Para Glasersfeld, las principales
hipótesis de trabajo del movimien-
to constructivista serían:
• El conocimiento no se recibe pa-
sivamente; es construido activa-
mente por el sujeto que conoce.
• La función de la construcción
cognitiva es adaptativa en el sen-
tido de ser viable o ajustada, más
que una igualaciór. entre cons-
trucción y realidad.
• El proceso del conocimiento per-
mite al conocedor organizar su
mundo vivencia! y experimental,
más que descubrir una realidad
ontológica.
Dominio de idiomas y educación
Hoy se defiende con mayor énfasis
la tesis de que los aprendizajes se ven
favorecidos por el dominio de los
cuatro idiomas básicos: lengua ma-
terna, matemática, lengua extranje-
ra e informática.
La lengua materna y la matemá-
tica deben ser materia de tratamien-
to curricular en la educación básica,
y sería ideal que lo propio sucediera
con la lengua extranjera y la infor-
mática.
En lo que se refiere a los sistemas
de lecto-escritura y matemáticas,
coincidimos con Ahumada y Ma-
rinkovich en que leer comprensiva-
mente es un proceso complejo, que
pone en juego factores de orden físi-
co, congnitivo, lingüístico y afecti-
vo; con Cassany (1997), estamos de
acuerdo en que es necesario enfocar
el análisis de la escritura desde un
punto de vista psicolingüístico, en
el sentido de que en ella intervie-
nen tanto procesos psicológicos
cuanto lingüísticos, además de con-
siderar los aspectos perceptivos y
motores; y, con Gómez (1994), en
que la matemática está formada por
un conjunto de nociones, elementos
y relaciones: sistemas relacionales
complejos que se influyen mutua-
mente, y en que esa complejidad con
la que el niño adquiere dicho con-
junto no es en un orden total ni li-
neal, sino progresivo («aprendizaje
por aproximaciones sucesivas>>).
Respecto de la lengua extranjera
y la informática, queremos señalar
la importancia que el idioma inglés
ha adquirido en los últimos tiempos.
Aparte del valor comunicacional
tradicional, hoy resulta indispensa-
ble para el manejo de información a
través de redes como internet, lo que
exige comprensión lectora (textos
escritos en textos y en software), la
captación e intelección de mensa-
jes orales (conferencias, teleconfe-
rencias, redes informáticas auditivas,
etcétera) y, en menor grado, la co-
municación indispensable para un
normal desenvolvimiento en medios
donde solo se habla inglés.
Nos estamos orientando hacia un
mundo en el que conocer el conocí-
miento (el conocimiento virtual)
será el valor indispensable para la
supervivencia y el desarrollo, hacia
una «sociedad del conocimiento»
(Drucker 1994), global pero pecu-
liar, en la que cada uno de nosotros
deberá tener la aptitud necesaria
para ser un ciudadano del mundo
-por su visión, sus horizontes y su
información-, pero también tendrá
que ser capaz de nutrirse de sus raí-
ces autóctonas y, a su vez, de enri-
quecer y nutrir a su propia cultura
local.
Hay que tener en cuenta también
que una sociedad sostenible no se
basará en la información sino en la
capacidad de transformar el cúmulo
de información actual en continuo
e imparable aumento en conoci-
miento válido, yde aplicarlo con cri-
terios éticos y morales no solo en la
solución de los problemas más inme-
diatos sino también para contribuir
a resolver los problemas de alcance
global de todo orden que, a la pos-
tre, a todos importan.
Por otra parte, hay que advertir
que si las nuevas tecnologías y los
nuevos media, que crean escenarios
virtuales en los que se desarrollan
relaciones con diversas redes -don-
de el espacio es el ciberespacio y su
tiempo es virtual-, no se utilizan
como catalizador y herramienta para
la innovación o reforma educativas,
servirán únicamente para facilitar la
creación de un sistema de clases ba-
sado en el conocimiento, una socie-
dad en la que los desprovistos de in-
formación no podrán competir ya en
el mercado de trabajo.
Gestión y educación
Las instituciones educativas van
convirtiéndose en organizaciones
cada vez más complejas y costosas,
razón por la cual deben ser bien ge-
renciadas. A las exigencias de carác-
ter doctrinario que se plantea cada
centro educativo hay que añadir las
expectativas de sus usuarios y de la
sociedad para que se adapte a las exi-
gencias propias del progreso cientí-
fico y tecnológico.
Por ello, estas instituciones tra-
bajan en modelos de gestión que
recogen las nuevas formas de lide-
razgo estratégico que permiten el
desarrollo de un trabajo más siste-
mático y bien planificado. Toda
ello sin perder de vista que la edu-
cación está fuera del mercado y
que, por ende, los resultados de la
aplicación de un determinado pro-
cedimiento no llegan ni llegarán a
apreciarse con la rapidez con que
aparecen en una empresa indus-
trial o mercantil.
Desde esta perspectiva, hacer
gestión educativa significa conducir
a una institución al logro de las fi-
nalidades de su proyecto educativo.
La gestión no es un asunto solo téc-
nico, sino fundamentalmente polí-
tico. Por ello, gestión y proyecto ins-
titucional son inseparables. Sin un
proyecto institucional no es posible
hacer gestión.
En cuanto instrumento de ges-
tión, el proyecto institucional resul-
ta ser una forma sistematizada de
hacer viable la visión y misión de la
institución, y consiste, a su vez, en
el diseño y la ordenación (progra-
mación de una estrategia) de una
serie de procesos operacionales, co-
herentes y demandantes de recursos
variados (gestión de recursos), me-
diante los cuales determinados in-
sumos son transformados en produc-
tos específicos con un alto grado de
calidad (calidad de procesos) (Hax
y Majluf 1991; Himmel1992).
Por lo tanto, la gestión educativa
puede ser entendida como la con-
ducción global de una institución
educativa en sus dos componentes
esenciales: el pedagógico y el común-
mente denominado administrativo.
Quienes, dentro de esta tenden-
cia, creen que la educación debe or-
ganizarse como entidad productiva
y tender al logro de óptimos resulta-
dos -dice Sánchez Moreno (1997)-,
proponen adoptar los siguientes
principios de gestión:
• el conocimiento, como principal
recurso productor de riqueza y
como factor estratégico en el
nuevo orden de competencia in-
ternacional;
• la concepción de la organiza-
ción como un sistema abierto al
aprendizaje;
• el desarrollo de «habilidades ge-
renciales>>: la visión, la comuni-
cación, la motivación, la nego-
ciación, la toma de decisiones y
la asignación de recursos;
• la gestión centrada en los bene-
ficiarios;
• las estructuras participativas de
comunicación horizontal que pri-
vilegian la creatividad y el com-
promiso colectivo de los agentes
educativos;
• el mejoramiento continuo como
estrategia de cambio permanen-
te, con el propósito de brindar
servicios de alta calidad que
atiendan las demandas también
cambiantes de los beneficiarios;
• el desarrollo del personal por
medio de la calificación crecien-
te ajustada a las necesidades de
la organización;
• la cooperación-negociación como
forma de elevar la efectividad y
los beneficios mutuos.
Gestión del conocimiento y educación
En los últimos años todos nos hemos
visto sorprendidos con grandes éxi-
tos empresariales basados aparente-
mente en tan solo una «nueva idea>>,
con valor agregado, que permiten
1
alcanzar cifras astronómicas, pero no
logramos entender qué es lo que está
generando «riqueza>>.
La clave está quizá en que el ver-
dadero cambio reside en que el mer-
cado ha pasado a valorar por prime-
ra vez los intangibles tanto como los
activos físicos que hasta el momen-
to habían sido concebidos como úni-
cos generadores de riqueza.
Los propios analistas financieros
han coincidido en afirmar que el alza
de ciertos valores, que aparentemen-
te «tenían nada detrás>>, reside en
que el mercado estaba premiando y
valorando por primera vez los intan-
gibles: el equipo, las personas, sus
conocimientos, ideas, habilidades, es
decir el capital humano.
Por otro lado, estamos siendo
partícipes del nacimiento de la so-
ciedad del conocimiento, en la que
el crecimiento económico y también
del bienestar social requieren cada
vez más de la inteligencia, puestas en
función de soluciones innovadoras.
En un ambiente de permanente
cambio como el que rodea al mun-
do de las organizaciones, sostiene
Steib, una política basada en el co-
nocimiento aporta a las institucio-
nes que la llevan a cabo una valiosa
ventaja respecto de la competencia.
En esta situación, la capacidad para
obtener información, organizarla, al-
macenarla y compartirla entre todos
los miembros de la organización se
convierte en una virtud de extraor-
dinaria importancia para aquellas
empresas que la posean.
Conscientes de ello, en los últi-
mos años numerosas organizaciones
educativas han comenzado a aplicar
políticas basadas en la gestión delco-
nocimiento (knowledge management).
Pero ¿qué entendemos por ges-
tión del conocimiento? En realidad,
son muchas y variadas las maneras
de entenderla.
Para Carrión, la gestión del co-
nocimiento es:
[...]el conjunto de procesos y sistemas
que permiten que el capital intelec-
tual de una organización aumente de
forma significativa, mediante la ges-
tión de sus capacidades de resolución
de problemas de forma eficiente (en
el menor espacio de tiempo posible),
con el objetivo final de generar ven-
tajas competitivas sostenibles en el
tiempo.
Según Steib, «la Gestión del
Conocimiento se puede definir como
un proceso sistemático de búsqueda,
selección, organización y difusión de
información, cuyo objeto es aportar
a los profesionales de la compañía los
conocimientos necesarios para de-
sarrollar eficazmente su labor>>.
Permite a las instituciones educa-
tivas obtener información y com-
prensión sobre sus propias experien-
cias para, posteriormente, aplicarlas
a la planificación de estrategias, la
toma de decisiones y la solución de
problemas. Es, en definitiva, transfor-
mar la experiencia en conocimiento
y el conocimiento en experiencia, de
forma que los profesionales tengan los
conocimientos necesarios para reali-
zar su labor más eficazmente.
Volviendo a lo dicho, nos reafir-
mamos, con Drucker (1994), en que
el recurso económico bá•,ico de una
organización ha dejado de ser su ca-
pital, sus recursos naturales o su fuer-
:a de trabajo. Ese recurso es y segui-
rá siendo su conocimiento. Este es
el activo dinámico que se está con-
virtiendo en el intangible que incre-
menta el valor futuro de una insti-
tución en general y de su capacidad
de innovación en particular.
Fom1ación y perfeccionamiento del
profesorado
Hemos dejado para el final el trata-
miento de lo que Díez Hochleitner
(1996) llama «convencimiento de
que la máxima prioridad en cual-
quier reforma, amplia o parcial, debe
corresponder a la formación y al per-
feccionamiento del profesorado>>.
Esto quedó claramente estableci-
do en la Declaración Mundial «Edu-
cación para Todos>> (BM/Unesco
1990): «El progreso de la educa-
ción depende en gran medida de la
formación y de la competencia del
profesorado, como también de las
cualidades humanas, pedagógicas y
profesionales de cada educador>>.
Ahora bien, estamos plenamen-
te de acuerdo con lmbemón (1994)
en que promoción y capacitación
docentes son indesligables. Ello sig-
nifica el desarrollo profesional del
profesorado en el contexto de una
nueva cultura profesional en la que
la formación no es el único elemen-
to; es evidente también la inciden-
cia de elementos laborales, econó-
micos, de selección, de evaluación,
etcétera.
En esa cultura, la dignificación
de la profesión de maestro es una
tarea verdaderamente fundamental.
Es cierto que la vocación, dedicación
y el sentido de responsabilidad son
valores que no se ejercen o logran
por dinero u otros medios, pero no
es menos cierto que el Estado y la
sociedad tienen que reconocer el
papel y estatus socioeconómico que
corresponden a los profesionales de
la educación.
Esta posición cobra cada día más
importancia, pues son cada vez me-
nos los jóvenes que desean ser maes-
tros, por lo que, como diría Mayor-
ga (1994), la verdadera dignificación
de la profesión de maestro es una
tarea por realizar.
Lamentablemente, en la genera-
ción de esa nueva cultura profesio-
nal de la que nos habla lmbemón nos
encontramos con la no definición
1
explícita de las funciones profesiona-
les, lo que lleva a asumir una enorme
responsabilidad yla consiguiente falta
de delimitación de funciones, esto es,
un «perfil profesional difuminado»
(Ortega 1990) y la consiguiente <<for-
mación difuminada».
En esta difuminación se barajan
opciones tales como adoptador de
decisiones (Postic), autocontrolador
(Elliott), práctico reflexivo (Cruicks-
hank y Applegate, Zeichner, Schón,
Elliot), experimentador constante
(Stratemeyer), adaptativo (Hunt), in-
vestigador en la acción (Core yShums-
ky), científico aplicado (Brophy y
Everston, Freeman), artesano moral
(Tom), sujeto que resuelve problemas
(Joyce y Harotunian), indagador clí-
nico (Smith, Clark), autoanalítico
(O'Day), pedagogo radical (Giroux),
intelectual (Giroux), diseñador (Yin-
ger), artesano político (Kohl), actor
político (Carlson), académico (Elner),
artista (Eisner, Pérez).
Imbernón (1994) plantea que, a
la luz del conocimiento pedagógico
especializado, la función docente tie-
ne estas tareas básicas:
• Mediar en el proceso de enseñan-
za-aprendizaje: Provocar y super-
visar el buen funcionamiento
del proceso educativo y moderar
los grupos de aprendizaje.
• Participar en el planeamiento o pro-
yección del currículo: Conocer y
tener en cuenta la diversidad de
componentes que intervienen
en el proceso de enseñanza-
aprendizaje, los vínculos y las li-
mitaciones que la realidad social
e institucional establecen y los
obstáculos que los condicionan-
tes contextuales comportan.
• Ser un conocedor disciplinar: Se-
leccionar y analizar adecuada-
mente la disciplina o disciplinas
sobre las que tiene responsabili-
dad e individualizar el significa-
do y la validez social y formativa
que contienen.
Por su parte, Palacios y Paiba
(1997) plantean algunos requeri-
mientos a los maestros peruanos:
• Ser solidarios y estar dispuestos
a comprometerse con la educa-
ción de niños y adolescentes en
situaciones de carencia afectiva
y material; estar preparados para
educar en contextos de pobreza
y discriminación.
• Asumir su responsabilidad ética
y profesional frente a los niños;
estar dispuestos a participar en la
eliminación de aquellas condi-
ciones del sistema educativo que
alientan la dominación o la se-
gregación y dedicarse a construir
una cultura democrática, del diá-
logo razonado en la escuela yfue-
ra de ella.
• Estar preparado para adaptar el
currículo a la cultura de los es-
tudiantes, a su origen étnico,
creencias religiosas, lengua, ex-
periencias de discriminación o
integración racial, de género,
económicas y culturales. Igual-
mente, para adaptarlo a las per-
cepciones de sus alumnos sobre
otras culturas fruto d~ sus expe-
riencias de contacLO con perso-
nas de otras culturas, así como de
la información e imágenes obte-
nidas de los medios de comuni-
cación masiva.
• Utilizar los conocimientos de los
alumnos facilitando la transforma-
ción conceptualsin herirsu autoes-
tima, en elentendido de que la ela-
boración de una red conceptual
no debe ser considerada por el
alumno como un atentado contra
sus creencias ni como una crítica
a su comunidad. Sin embargo,
para aprender ciertos conceptos
hay que superar determinadas
concepciones tradicionales.
Recientemente, en un trabajo
realizado bajo la conducción de Ri-
vera y publicado por el Ministerio
de Educación (2002), se lee que casi
todos los maestros se identifican con
la idea de ser «facilitadores del apren-
dizaje de los alumnos como definición
del rol docente, y solo una minoría
con la idea del docente transmisor
de cultura y conocimiento>>.
En este mismo trabajo se señala
que:
[...] en cuanto a la capacitación, los
docentes consideran como priorita-
rios los siguientes tópicos, con la más
alta calificación y ordenados jerár-
quicamente:
• Estrategias, métodos y didácticas.
• Relaciones sociales y humanas
(manejo de conflictos, trabajo en
equipo, etcétera).
• La psicología y la cultura de los
alumnos.
• Nuevas tecnologías de la informa-
ción.
• Contenidos de la enseñanza (áreas,
cursos, etcétera).
Cabe señalar que también se dice
que <<[•••]la institución universitaria
es la preferida por la mayoría de los
maestros para la formación docente
y la formación continua y, en me-
nor medida, los institutos superio-
res pedagógicos>>.
Finalmente, hay que reconocer
que para enseñar se requiere una só-
lida formación ética. El maestro debe
tener autonomía moral, lo que su-
pone poseer una actitud de búsqueda,
disposición a escuchar, autoestima
profesional y personal, conocimien-
to de los valores dominantes en el
entorno cultural, capacidad para ma-
nejar conflictos de valores y para
participar en la formulación de lo
que es bueno o malo, conveniente o
inconveniente para la vida humana.
1
Concluimos recordando con la
Unesco (1996) que:
[...] incluso los dirigentes que traba-
jan a nivel nacional o regional nece-
sitan un tipo de formación perma-
nente de excelencia que les permita
asumir sus responsabilidades profe-
sionales como corresponde, sin se-
parar de sus responsabilidades su
calidad de ciudadanos del mundo y
de sus propios países. Por lo tanto,
en cualquier nivel de la educación
superior, inclusive al formar especia-
listas del más alto nivel académico
se tiene que valorar lo humanístico
en la más amplia acepción del tér-
mino, es decir, enseñar a la gente
para que se comprenda a sí misma y
a los otros y para que comprendan
lo que ocurre a nivel mundial.
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  • 1. Políticas educativas De Puelles (1997) sostiene que el estudio de la educación desde el pun- to de vista político, como fenóme- no que interesa a todo poder, es tan antiguo como el mundo. Como di- cen Colom y Domínguez (1997), la política fue siempre: [...] la dedicación por parte de los ciudadanos a los asuntos públicos. De ahí la importancia de la polis, de la ciudad, en el mundo griego, ya que era entendida como el contexto idó- neo en donde se elaboraba la políti- ca, es decir, en donde se planteaban las cuestiones públicas, los ordena- mientos y leyes (mandatos) que regu- laban e influían en la vida de la comu- nidad y por ende de los ciudadanos. El estudio de la influencia de la educación sobre la política es, sin embargo, mucho más reciente. ¿A qué puede atribuirse este olvido de la ciencia política de algo que hoy nos parece evidente respecto de las funciones políticas de los sistemas educativos? La razón hay que buscarla en la fragmentación metodológica que su- frieron las ciencias sociales en el si- JORGE CAPELLA RIERA' glo pasado. Cuando cada ciencia so- cial reivindicó para sí la autonomía de su objeto, el resultado fue el olvi- do de otros aspectos colindantes y la dificultad para comprender de mane- ra total la realidad. De .este modo, no solo se descuidaron los aspectos polí- ticos del sistema educativo, sino tam- bién los económicos, sociales y cul- turales. Por otra parte, ese olvido se debe, en cierta medida, a la posición de muchos educadores que creían alejar así la política de la escuela. En cambio, los estudios sobre las políticas educativas han proliferado desde finales de la década del cin- cuenta; no obstante, el cambio no ha conseguido establecer un enfo- que preferido sobre el que apoyarse, ni identificar las variables críticas. En los estudios actuales, empero, tanto en los países más avanzados como en los más subdesarrollados, los politólogos están prácticamen- te de acuerdo en considerar que la escuela cumple una doble función ·Departamento de Educación. Pontificia Univer- sidad Católica del Perú.
  • 2. 1 política: de un lado, asegura en bue- na parte, mediante la socialización política, la lealtad básica hacia el ré- gimen establecido; de otra, garantiza el reclutamiento de la elite política. La intención del presente artículo es clarificar este asunto e identifi- car aquellas políticas que debemos tener en cuenta al formular los pro- yectos educativos nacionales, regio- nales e institucionales que la socie- dad reclama y que el actual Gobierno ha encargado al Consejo Educati- vo Nacional. Para lograr este objetivo comen- zaremos por definir qué entendemos por política y política educativa; lue- go, nos referiremos a las políticas edu- cativas que se han planteado como capaces de promover el cambio y, por último, abordaremos aquellas que consideramos relevantes y per- tinentes para el momento que vive el país. l. PoúTICA YPOLÍTICA EDUCATIVA Los términos utilizados actualmen- te por las ciencias sociales, señala De Puelles (1997), distan mucho de ser precisos y de gozar del beneficio de la univocidad. Y, en lo que respecta a la política y a la política educativa, los problemas terminológicos están muy lejos de estar resueltos, lo que introduce en numerosas ocasiones un alto índice de confusión al enunciar con términos idénticos o similares contenidos diferentes. Por otra par- te, el propio vocablo «educativo>> no deja también de plantear problemas conceptuales. En este caso se trata de un adjetivo que se refiere a lo que educa o sirve para educar. Los pro- blemas aparecen al conectar el ad- jetivo con la voz «política>>: ¿es que la «política>> educa?; ¿es que la «po- lítica» sirve para educar?; ¿qué se quiere decir cuando se emplea el tér- mino «política educativa>>? 1.1. Política Toda sociedad se organiza política- mente, es decir, ve la necesidad de dedicar esfuerzos en pro de mejorar las relaciones entre los individuos que la conforman; la res publica se ve en- tonces como una necesidad perento- ria para la propia supervivencia ypara la evolución de la sociedad. Así, pues, no debe sorprendemos que se hable de polític2 económica o de política deportiva al mismo tiempo que de política de una institución bancaria o financiera o de política de un club determinado. Y tampoco debe extrañarnos que, paralela- mente, pueda hablarse de política educativa. En la literatura anglosajona se utilizan dos términos para designar a la realidad política: policy y poli- tics. Mientras que la policy significa programa de acción, la politics alu- de al conflicto que resulta del en-
  • 3. frentamiento de varios programas de acción. No cabe duda que en nuestro me- dio se ha dejado sentir esa influencia anglosajona de la política concebida como policy, lo que nos ha llevado a una concepción pobre de la política educativa. Rubio (1970, citado por De Puelles 1997) denuncia este em- pobrecimiento que neutraliza lacar- ga semántica de la palabra «política» que significa, a la vez, programa y conflicto. A nuestro entender, hay algo más: un enmascaramiento de la realidad que se pretende estudiar, una mutilación de esa misma reali- dad al eludir lo que constituye la esen- cia de la política, es decir, el fenóme- no del poder y del conflicto institu- cionalizado. Este enfoque no supo- ne renunciar al estudio de las políti- cas educativas, instrumentales, me- diales -la policy, en definitiva-, sino asumir también esa otra vertiente de la realidad que es el conflicto edu- cativo, las relaciones de la educación con el poder, la relación de fines y medios -la politics, en suma-. La política se inscribe en el tema del poder en general. Desde nuestra perspectiva, cualquier actividad en- caminada al logro de ciertos niveles de poder, o las acciones desarrolla- das desde los diversos poderes socia- les o institucionales (instituciones públicas o privadas), son sin duda alguna manifestaciones políticas, por lo que la interacción y dialéctica en- tre los componentes de un grupo, siempre que vayan encaminadas al logro del poder o representatividad del grupo, o siempre que emanen de quienes tienen el poder en aquel momento, son también actividades políticas. Se puede entonces hablar de dos niveles «políticos>>: • El gubernamental, en tanto po- der representativo del Estado o entidad abstracta desde la que se asume la organización de la vida pública para una comunidad o so- ciedad; y, • El institucional, en tanto afecta a los componentes de una entidad pública o privada en concreto; esto quiere decir que una empre- sa mantiene su dinámica política de la misma manera que lo hace una institución educativa. Queremos insistir en que la polí- tica, y todo lo que tenga que ver con lo político, es inmanente al poder, hasta tal punto que para que se dé la política debe haber poder, sea efecti- vo, sea con aspiraciones o deseos de tenerlo. Ahora bien: en política debe presidir siempre no solo el realismo sino, fundamentalmente, el pragma- tismo: se tiene el poder para <<hacer>>, es decir, para intervenir, para modi- ficar, paramejorar la realidad circuns- tancial de las comunidades humanas. Del logro de los fines propuestos -o de las consideraciones acercade los
  • 4. cambios producidos por la política- se desprende, asimismo, el valor mo- ral de las acciones políticas. En el plano real de la política, la axiolo- gía básica se centra en determinar la mejor solución para los problemas fundamentales de la convivencia humana, o lo que suele entenderse por el bien común. Por esta razón, el distinto sentido que presenta lamo- ralidad de la acción política se plan- tea no solo en el ámbito de los gran- des objetivos, sino, fundamental- mente, en el de las formas o mane- ras de conseguirlos. En las últimas décadas ha surgi- do la teoría política que plantea la justicia como la suma moralidad que toda política debe perseguir. Rawls (1993 ), su máximo representante, considera la libertad y la igualdad como dos presupuestos fundamenta- les -y, en consecuencia, intransgre- dibles- de esta dimensión moral de la persona, hasta tal punto que su objetivo es, de alguna forma, conci- liar libertad e igualdad en un con- texto ético que aúne los distintos puntos de vista y las diversas formas de vida. Al articular en una sola estruc- tura moral la libertad y la igualdad, Rawls pretende conciliar el derecho individual con la autorrealización de la comunidad, teniendo en cuenta que es en esta donde deben darse y ajustarse los derechos de la persona. Cabe conciliar la autonomía priva- da y la pública, y para ello la justicia asentada en la racionalidad es el úni- co instrumento que puede ver tales esferas no como contrapuestas sino como complementarias. 1.2. Política educativa En una primera aproximación, dice De Puelles, la política educativa es- tudia las relaciones entre educación y política. Que esa relación existe, lo evidencia todos los días la simple lectura de la prensa o la visión de los teleinformativos: tal día los sin- dicatos de profesores demandan del Gobierno un incremento salarial, tal otro los padres se manifiestan por la libertad de enseñanza que creen amenazada, o los alumnos celebran asambleas para protestar por la su- bida de las pensiones de estudios, et- cétera. Los ejemplos podrían multi- plicarse hasta el infinito, ya que, en definitiva, lo que contemplamos no es más que una parte del iceberg, constituido por ese fenómeno más amplio que es el de la relación entre la realidad social y la política. 1.2.1 .Naturaleza y objeto de la política educativa En sí misma, la política educativa no es más que un aspecto de la política general y, consecuentemente, se in- tegra en ella como un apéndice que se coordina con otras perspectivas que conforman la política global de
  • 5. una sociedad determinada (Díez Ho- chleitner 1976). En este sentido, la política educativa se nos presenta como subsistema de la política y, como tal, es fruto de acciones polí- ticas previas, al mismo tiempo que pretende, en el futuro, incidir sobre la realidad que entiende (la educa- ción) para asumir logros que se con- sidera pertinentes, siguiendo en ello el sentido moral que sobre el bien co- mún se tenga. Así contextualizada, la política educativa se nos presenta como la actividad del poder público dirigida a solucionar los problemas sociales de la educación, por lo que, en el fondo se convierte en un conjunto de medidas de la política general cuyo objetivo específico es, en to- das sus dimensiones, el educativo (Ardoino 1980). Díez Hochleitner (1996) sostie- ne que la política educativa es el con- junto de principios, objetivos y fines que orientan la acción educativa en los ámbitos estatal o supranacional y, en cierta medida, también en el de las instituciones privadas. Para ser más precisos, podemos decir que la política educativa es una ciencia positiva que analiza las manifestaciones políticas del pro- ceso educativo (las que son, no las que debieran ser) y, como tal, se en- cuentra en la necesidad de rehuir dos tentaciones extremas: el 'ideo- logismo' y el 'hiperfactualismo'. En esencia, se trata de directri- ces que señalan los gobiernos para el sector de la educación en el mar- co de su política general, partidista o nacionalista. Es decir, los criterios y la orientación que deben inspirar los fines, la estructura, la organiza- ción, los contenidos, la generaliza- ción, la duración, la formación de docentes, la financiación, etcétera, de cada nivel y aspecto del sistema educativo, en el marco de la Cons- titución, de una reforma educativa o de los planes de desarrollo educa- tivo existentes, entre otros y según cada caso. También las organizaciones in- ter-gubernamentales definen y orientan las grandes directrices aconsejables de la política educati- va a través de resoluciones aproba- das por los Ministerios de Educación de sus estados miembros en confe- rencias regionales o mundiales. La mayor parte de las institucio- nes privadas dedicadas a la educación también orientan su acción de acuer- do con su propia política educativa, aunque, necesariamente, en armonía con la del o de los gobiernos de los países en cuyo seno se desenvuelven. Desde esta perspectiva, la políti- ca de la educación abarca aspectos tan sugestivos como la orientación política del sistema educativo, los programas educativos de los partidos políticos, la influencia de los grupos de presión, la acción de los sindica-
  • 6. 1 tos o asociaciones docentes, el am- plio fenómeno de la socialización política mediante la educación, las ideologías educativas, etcétera. Es importante aclarar que en la doctrina se suele hablar del «político de la educación>>, pero esta expresión reviste una notable ambigüedad: pue- de referirse tanto al científico social como al hombre que realiza la políti- ca educativa, al horrw politicus. Para establecer una distinción clara entre ambos tipos humanos -de un lado, el científico social; de otro, el profe- sional de la política-, se utilizará para el primero la expresión «el politólo- go de la educación>>, y para el segun- do «el político de la educación>> o simplemente el político. En suma, como hemo~ puesto de manifiesto en otro trabajo (Capella 1977), la política educativa se cen- tra en el estudio de los fenómenos político-educativos de la sociedad, definiendo su objeto de análisis en la política, en la educación y, sobre todo, en intentar explicar la interac- ción y las relaciones que se dan y se manifiestan entre ambas. En este sentido, Kogan (1978) llega a afir- mar que <<la educación es política por su propia naturaleza>>. 1.2.2. El estudio de las políticas educativas La mayor parte de los estudios -y, por ende, de la bibliografía sobre po- líticas educativas- se ha centrado en las decisiones programáticas sobre presupuestos, leyes, regulaciones y programas. Las políticas, según se ponen en práctica, pocas veces co- inciden con el diseño de estas mis- mas políticas. Recientemente se ha prestado mucha atención a los pro- cesos de ejecución con el fin de ex- plicar las razones de estos cambios (Elmore; 1994; Grindle 1980). La mayor parte de la ejecución tiene lugar dentro de -o respecto de- las burocracias. Por lo tanto, jerarquía y autoridad son conceptos importan- tes para explicar la actividad. Los bu- rócratas de diferentes clases son los jugadores que dominan pero, cier- tamente, no son los únicos. Algu- nos individuos o grupos que no quie- ren o no pueden influir en las deci- siones programáticas pueden inter- venir en este nivel para intentar negociar el modo como una política los afecta. Hawley critica a los científicos políticos por la poca atención que prestaban a la política de resultados, más concretamente, a cómo afectan las políticas en las vidas de los ciu- dadanos. Si diferentes clases de interaccio- nes políticas tienen lugar en diferen- tes niveles de políticas, sería instruc- tivo comparar los sistemas políticos por su eficacia para trasladar las po- líticas de un nivel a otro.
  • 7. La naturaleza secuencial de las políticas afecta los factores políticos que vienen a explicar cualquier po- lítica posterior, tanto si se examinan decisiones, órdenes del día o ideolo- gías. Las políticas precedentes con- dicionan tanto a las políticas como a su construcción, al crear nuevas li- mitaciones, nuevos agentes o nue- vas expectativas, o al alterar el va- lor de los recursos. Se puede buscar influencias po- líticas en la educación en dos siste- mas que se superponen: el Estado en general y el sistema más específico de la dirección educativa. En el pri- mer caso, la cuestión para algunos investigadores es si las políticas que difieren en nivel de competitividad, ideología o tamaño del gobierno, por ejemplo, también varían sistemáti- camente en sus objetivos, programas o resultados educativos. Si es así, ¿es- tán estos fenómenos directamente relacionados, a través de mecanis- mos para la suma de demanda o ca- pacidad de acción, a pesar de las variaciones en los modos como las sociedades organizan sus sistemas educativos? Otros investigadores se han centrado, principalmente, en las instituciones y procesos específicos de dirección educativa, buscando allí las evidencias del ejercicio de poder y de la explicación de las po- líticas. No siempre es posible clasi- ficar un fragmento determinado de investigación como un obvio estu- dio sobre política o sobre dirección educativa. Ciertamente, cuanto más centralizado es el sistema escolar, más difícil resulta hacer esta distin- ción. Esta es útil, sin embargo, para evaluar cómo creen los analistas que se hacen las políticas y qué relación guardan con los principales grupos y cuestiones de la sociedad. 2. INTERÉS POR POLÍTICAS EDUCATIVAS CAPACES DE PROMOVER EL CAMBIO En muchos medios educativos se advierte una creciente inquietud por buscar nuevos paradigmas que ten- gan la osadía y el vigor suficientes para romper con todo cuanto repre- sente un lastre de viejos moldes. Esto no quiere decir despreciar el pasa- do, sino que dichos moldes dificul- tan una educación concebida para servir a necesidades humanas esen- ciales, promover la igualdad entre los hombres y contribuir a una estrate- gia de desarrollo sostenible en la que pueda participar la comunidad. El compromiso con este tipo de propuesta se basa en la esperanza y se ve alimentado por la creencia en la capacidad de la humanidad de encontrar soluciones racionales y razonables a los problemas que la afectan. Si perdiéramos esa fe se ve- rían minados los propios cimientos de la educación. 1
  • 8. 2.1. Políticas educativas en el mundo Al inicio de este milenio enfrenta- mos un cambio de época hacía la posmodernídad, cambio que ha te- nido una fuerte repercusión en la edu- cación, como se puso de manifiesto en conferencias como la de Río de Janeíro sobre Medio Ambiente yDe- sarrollo (1992), la de El Caíro sobre Población y Desarrollo (1994), la de Nueva Delhí de las Academias de Ciencias del Mundo (1994), la de Copenhague acercadel Desarrollo So- cial (1995), y la de Beíjíng en tomo de la problemáticade la Mujer (1995). En el campo específicamente educativo lo hemos venido obser- vando desde 1972 en el Informe a la Unesco «Aprender a ser», en la <<Re- flexión sobre el desarrollo del futu- ro de la educación>> de la misma ins- titución (1984), en la Declaración de Educación para Todas de Jomtíen (1990), en <<La educación encierra un tesoro (1996)>> y en los acuerdos del Foro Mundial de Educación para Todos de Dakar (2000). En este contexto cobra especial significado el trabajo de Muñoz Se- dano, quíen ya en 1991, luego de un estudio concienzudo acerca de las políticas educativas, llega a la con- clusión de que en los últimos años se han desarrollado una serie de pa- radigmas a partir de perspectivas no necesariamente excluyentes. Los sintetiza así: • El eje productivo ve a la institu- ción educativa como una empre- sa. • El eje humanista mira a la comu- nidad educativa. • El eje estructural estudia la orga- nización educativa formalizada. • El eje político identifica la insti- tución educativa como una are- na de lucha entre el poder y la libertad. • El eje sistémico ve a la institu- ción como un sistema abierto. • El eje cultural considera a la ins- titución educativa como transmi- sora, reproductora o creadora de cultura. Estas corrientes educativas im- pregnan, a modo de ejes transversa- les, los proyectos educativos, y, por ende, el currículo de todos los nive- les y modalidades. 2.2. Políticas educativas en Latinoamérica En América Latina han tenido es- pecial efecto las políticas educativas planteadas en el informe <<Educación y conocimiento: Eje de la transfor- mación productiva con equidad>> (Cepal-Unesco 1992), en el Proyec- to Principal de Educación para Amé- rica Latina y el Caribe (Promedlac 1980-2000), en la reunión de Pro-
  • 9. medlac realizada en Cochabamba (2001) y en la Reunión Regional de América Latina y el Caribe convo- cada por la Unesco (2002). Una mirada a estas expresiones de las políticas educativas durante el último decenio del siglo pasado permite alentar transformaciones significativas con respecto a las dé- cadas pasadas, que hacen posible vis- lumbrar un cambio piadigmático importante. En primer lugar, llama la aten- ción que los estados latinoamerica- nos hayan desarrollado reformas casi al unísono. En segundo lugar, no obs- tante los documentos a los que aca- bamos de aludir, las citadas reformas no aparecen urgidas por convenios internacionales, lo que da la impre- sión de un ejercicio de la autonomía desconocido en las décadas de 1960 y 1970. Ahora aparecen como resul- tado de procesos nacionales que par- ten del principio de la <<consulta» o de la <<concertación>>, fruto de deci- siones que, a la luz de las nuevas co- rrelaciones, aparecen como autóno- mas y de carácter nacionaL Quizá por este motivo es también viable observar que en los distintos países de la región las propuestas adquie- ren algunos matices o particularida- des que reconocen la especificidad de cada uno de ellos. No obstante, los contenidos y las definiciones que se manifiestan en las leyes, planes o acuerdos hacen visible la aparición de unas cons- tantes comunes a todos ellos, que obligarán a mirar con cierta reticen- cia el ejercicio de la autonomía re- gional frente a los centros tradicio- nales del poder, o al menos a pre- sentir un cambio profundo de pa- radigma que, permitiendo la toma de decisiones autónomas de acuer- do con las necesidades regionales, no pierde los hilos del desarrollo, sino que lo reorienta en otra dirección. Este conjunto de tendencias que se expresan en el sector educativo son la manifestación de cambios es- tructurales más profundos que se han dado durante las dos últimas déca- das y que han sido caracterizados por la globalización, la descentraliza- ción, la competitividad y la equidad. Así, la estrategia propuesta por la Cepal-Unesco (1992) entendía que la educación empezaba a ser considerada como vía para el cono- cimiento; de esta manera educación y producción de conocimientos se convierten en parte inseparable de la identidad cultural de los pueblos y deberán ser una preocupación central de los países de la región para avanzar hacia el desarrollo ar- mónico e integraL Esta concepción daba un giro radical a la estrategia educativa: cambiaba de una escuela expansiva a una competitiva a través del apren- dizaje, apoyándose en cuatro vértices
  • 10. que dibujan el cuadro de las nuevas condiciones: • El desprestigio a que es sometida la escuela. La escuela servirá solo a condición de que se adapte a las demandas sociales y políticas. El desgaste de la escuela y su satu- ración se precipitan con la crisis del modelo de desarrollo basado en el crecimiento. • La crisis de los paradigmas de la in- vestigación educativa. Habráque ser capaces de adecuar las ciencias de la educación a las denominadas nuevas realidades planteadas por el avance tecnológico. • La irrupción de nuevos desafíos. Hay que tener en cuenta que las exigencias de la globalización de las economías y el desarrollo científico-técnico demandarán la configuración de nuevos espacios educativos. • El desarrollo humano. Considerar la introducción de un renovado andamiaje discursivo en tomo de la satisfacción de necesidades bá- sicas de aprendizaje en el marco de este modelo. El nuevo Proyecto Regional de Educación que se aprobó en La Ha- bana (2002) tiene por finalidad promover cambios en las políticas educativas, a partir de la transfor- mación de los paradigmas educati- vos vigentes para asegurar aprendí- zajes de calidad, tendientes al de- sarrollo humano para todos a lo lar- go de sus vidas. Las políticas edu- cativas han de tener como priori- dad hacer efectivos, para toda lapo- blación, los derechos a la educación y a la igualdad de oportunidades, eliminando las barreras que limitan la plena participación y aprendiza- je de las personas. Ello implica pres- tar especial atención a las personas excluidas, discriminadas o en situa- ción de desigualdad educativa y so- cial. El proyecto se fundamenta en estos principios: • De los insumas y la estructura a las personas. • De la mera transmisión de con- tenidos al desarrollo integral de las personas. • De la homogeneidad a la diver- sidad. 2.3. En nuestro medio Contamos con los seminarios nacio- nales de Análisis y Perspectivas de la Educación en el Perú, que la Fa- cultad de Educación de la Pontifi- cia Universidad Católica del Perú realiza cada cinco años; los encuen- tros de Foro Educativo/IPAE de 1993 y 1994 sobre Educación y De- sarrollo; los estudios de Foro Educa- tivo para el Acuerdo Nacional por la Educación, Educación para el
  • 11. Desarrollo Humano, de 1997; y el Congreso Nacional Reformas y Es- cuelas para el Nuevo Siglo (2003). En ellos se han planteado políticas educativas que, si son tomadas en cuenta, permitirán mejorar signifi- cativamente la educación nacional. 3. PoúTICAS EDUCATIVAS QUE PUEDEN SER PERTINENTES PARA LOS DESAFÍOS ACTUALES A tenor de lo expuesto hasta aquí, la educación permanente y recurren- te requiere ahora un diseño prospec- tivo, como proceso para organizar la combinación de programas muy di- versos que sean capaces de asegurar procesos personalizados y colabora- tivos de aprendizaje, formación y capacitación profesional. Por ende, el aprendizaje y la edu- cación, en todos sus niveles y mo- dalidades, deberían plantearse en estrecha relación con las políticas laborales y económicas, además de ofrecer oportunidades culturales yde participación social. A continuación presentamos aquellas políticas que, a nuestro en- tender, son de carácter prioritario para alcanzar lo expresado en los dos párrafos anteriores. Para efectos de ordenamiento temático, las presen- tamos en dos grandes apartados: po- líticas referidas a lo doctrinario y políticas referidas a lo instrumental de la educación. No se trata de una taxonomía, por lo que en algunos casos nos ha resultado difícil decidir en cuál de los apartados correspon- día ubicar determinadas políticas. 3.1. Políticas de carácter doctrinario El conjunto de políticas que se con- sideran a continuación se refieren a la intencionalidad u orientación que debe tener la educación. Ecología y educación La ecología ha dejado de ser la cien- cia de las negaciones (no a la conta- minación, no a la deformación, no al desarrollo industrial, no a la agricultura intensiva) para convertir- se en la ciencia de las soluciones con- cretas y realistas en materia de desa- rrollo. La ecología afirma su originali- dad y razón de ser en la particularidad de los ecosistemas y en la identidad cultural de los pueblos. Por ello, el tema ambiental ha pasado a formar parte obligada de todo acuerdo de in- tegración y cooperación comercial o cultural. Esta situación exige que todos seamos reeducados, pues, desde el ciudadano común hasta el más po- deroso de los líderes políticos o eco- nómicos, estamos afectando al entor- no con nuestras actitudes cotidianas. La educación ecológica o am- biental es el proceso que consiste en 1
  • 12. reconocer valores y aclarar concep- tos con el objeto de fomentar las ap- titudes y actitudes necesarias para comprender y apreciar las interrela- ciones entre el hombre, su cultura y su medio biofísico. Entraña también la práctica en la toma de decisiones y en la propia elaboración de un có- digo de comportamiento con respec- to a las cuestiones relacionadas con la calidad del medio ambiente. Una variable que las políticas educativas debe tener en cuenta es el desarrollo sostenible, aquel que sa- tisface las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las ge- neraciones futuras para satisfacer las propias. Si pretende ser humano y eficaz, si el desarrollo sostenible pretende ser humano y eficaz, dice Díez Hochleit- ner (1996), tiene que ser omnicom- prensivo, es decir, geográficamente global, ambientalmente viable, pro- clive al progreso y crecimiento, tec- nológicamente responsable, social- mente justo y preocupado de la cali- dad de vida desde la salud, la alimen- tación y la vivienda, económica y ecológicamente armónico, política- mente defendible, y atento a las ne- cesidades educativas y culturales. Globalización y educación Medina (2000) advierte que el es- pacio globalizado es cada vez más in- cisivo -afirmación quizá discuti- ble-y que viene influido por las de- cisiones políticas de las instituciones mundiales, los parámetros de las se- des de grandes organizaciones econó- micas y una nueva hiperinformación desde intemet y sus multimensajes. Las instituciones educativas y los edu- cadores han de ser especialmente sen- sibles a este nuevo espacio, a la fe- cundidad de las múltiples relaciones y a la urgencia de sentirse ciudada- nos de un gran mundo. Esta urgen- cia mundializadora es la directriz que marcará nuestra pertenencia al pla- neta tierra, y nos hará sentir la geolocalización como una constan- te vital y supracultural, pero vivida crítica y creadoramente. Como denuncia Gelpi (1981), este proceso de mundialización ha dejado totalmente obsoletos muchos planteamientos educativos, aun cuando todavía mantenga su vigen- cia política entre las clientelas «na- cionales>>. A pesar de ello, no pode- mos tomar esta vigencia a la ligera, especialmente por su persistencia en nuestros modos de vida que nos hace acostumbramos ydar por sentada su persistencia, sobre todo, cuando sus consecuencias son tan negativas y traumáticas en todos los órdenes de la vida humana. Pero ¿qué es en realidad la glo- balización? Tal como hemos escrito en repetidas oportunidades siguien- do a Rodríguez Fuenzalida (2000), es una revolución profunda, concep-
  • 13. tual, de valores, simbólica y también epistemológica, científica y cultural, que abarcadesde aspectos conceptua- les hasta el crecimiento de la exclu- sión y la pobreza en América Latina. Según Alayza (1997), vivimos junto a cambios globales y políticos que Lechner llama «nuevas coorde- nadas mentales>> y que distan mu- cho de los elementos básicos que or- denaron el acercamiento y compren- sión del curso de la historia pasada. Al mismo tiempo, las nuevas coor- denadas no parecen todavía orde- nar del todo nuestro presente. Quizá en la superficie aparecen, sobre todo, los contrastes del cambio de una etapa de la historia moderna a otra en la que se mezclan lo viejo del mundo moderno con el posmo- dernismo, sin llegar a emerger una nueva síntesis en términos de con- cepción del mundo. En todo caso, estamos tan inmersos en este pro- ceso histórico que difícilmente po- demos comprenderlo a plenitud. Viene la pregunta: ¿qué hacer? Coincido con Medina (2000) en que: [...] el rechazo de lo planetario y la cerrazón en lo local tienen poco fu- turo en un mundo en plena muta- ción, sobreinformado, pero más ne- cesitado que nunca del avance com- partido y del estímulo creativo, en el que las personas han de compren- der la complejidad, aceptarse mutua- mente y valorar singularmente las acomodaciones y los retos que esta tensión e incertidumbre crean a las personas y a las comunidades. En las instituciones educativas debemos ser conscientes de que la persona educada del mañana tendrá que estar preparada para vivir en un mundo global pero peculiar. Como señala Drucker (1994), deberemos tener la aptitud necesaria para ser ciudadanos del mundo -por nuestra visión, nuestros horizontes y nues- tra información (aspecto global)-, pero también para ser capaces de nutrirnos de nuestras raíces autóc- tonas y, a la vez, enriquecer nuestra propia cultura (aspecto local). En el tratamiento de lo global se nos impone la búsqueda por dar forma a categorías y criterios que permitan una mejor comprensión y evaluación de las realidades que se viven y que se van a vivir. Debe- mos poner de relieve los aspectos positivos derivados de la globali- zación, como el crecimiento de una mayor conciencia de los pro- blemas internacionales comunes, cuyo abordaje no compete única- mente a los estados o sociedades afectados. Pero también tenemos que re- chazar el uniformismo globalizante impuesto o la unificación globali- zadora. No podemos aceptar un mundo estructurado de esta forma para toda la humanidad. Unifica- ción que, según afirman García y 1
  • 14. Sáez (1998), se está llevando a cabo desde los centros de decisión occi- dentales sobre presupuestos básicos que reflejan la propia opción mayo- ritaria del Occidente materialmen- te rico. En el tratamiento de lo local de- bemos tener presente que el enten- dimiento cultural es viable en la me- dida en que las personas y los pue- blos son conscientes de su identidad, la valoran y la desarrollan. A partir de esta identificación se comprende la «legitimidad del otro>> (Matura- na 1994), y entonces es posible es- tablecer una intercomunicación vá- lida, basada en el respeto y en la construcción de una relación hori- zontal y simétrica en cuanto a la validez de los interlocutores. La globalización de la vida con- temporánea no puede hacerse en el vacío; requiere enraizamiento, pro- yectarse al mundo desde un sitio, desde una circunstancia precisa. Por eso, globalización y defensa de la identidad son términos complemen- tarios de un mismo proceso que pro- porciona contenidos concretos a la acción pública, aumenta la partici- pación ciudadana yenriquece la vida individual. Competitividad y educación Malaver sostiene que, asociada a la globalización, aparece la categoría de lacompetitividad; aun cuando asocia- da con la competencia, no es simple- mente eso, sino la cualidad de estar en condiciones de competir con éxi- to. La cualidad la deben desarrollar tanto las empresas como los indivi- duos. Su indicador está relacionado con las condiciones que favorecen o no el desarrollo, así como con el estí- mulo de una red de enlaces que dan paso a la conformación de un tejido industrial y de servicios integrados, que propician sinergias que estimu- lan una dinámica innovadora y cír- culos virtuosos de acumulación que aumentan la atractividad para la lo- calización productiva frente a otras regiones. Así se entiende otra tendencia global, la descentralización: en cuan- to condición administrativa de los Estados para favorecer la competiti- vidad en un mundo globalizado. Más aun: megatendencias como la glo- balización han impuesto la ley de la competitividad a manera de un dis- tintivo propio de las sociedades con futuro frente a otras no competitivas y, por ello, llamadas al estancamien- to, a la muerte económica, a con- vertirse en sociedades «no viables>>. Por ello, los procesos educativos que se adelantan en la actualidad no se sustentan en los conocimientos adquiridos para toda la vida y res- tringidos a espacios y tiempos preci- sos, sino que deben posibilitar el aprendizaje permanente, adaptable a múltiples contextos y en diferen-
  • 15. tes tiempos. Se trata de un modelo de <<aprendizaje de por vida para to- dos>>, que, a su vez, permite reem- plazar gradualmente el <<modelo pre- valeciente de aprendizaje selectivo y concentrado y de estudios duran- te un tiempo limitado>> (Arocena 1997), lo que supone atender de manera eficaz las prácticas educati- vas, destinando recursos para ello- gro de dos retos básico;:;: por un lado, aumentar e incorporar metodologías y materiales que generen nuevas fun- ciones docentes; y, por otro, intro- ducir mecanismos sólidos de flexi- bilidad e innovación en las institu- ciones para que asuman la respon- sabilidad de la nueva formación ciu- dadana (Restrepo). Producción, productividad y educación En los campos de la economía y de la educación hay que saber distin- guir entre crecimiento y desarrollo. Según Del Campo, el crecimiento se refiere solo a la escala con la que se mide la dimensión física de la econo- mía, mientras que desarrollo es sinó- nimo de mejora cualitativa. Por esto es concebible que el planeta Tierra se desarrolle sin crecer y que los lí- mites del crecimiento no supongan necesariamente topes al desarrollo. En los últimos años se ha genera- lizado la toma de conciencia sobre una mayor vinculación de la educa- ción con la vida, asegurando a aque- lla una mayor funcionalidad con res- pecto a las necesidades de los indivi- duos y a los requerimientos del desa- rrollo socioeconómico nacional (transformación productiva con equidad). El trabajo, entendido como fuen- te de humanidad yde sociedad, debe constituir el sustento explícito de todo principio educativo. Se educa y debe educarse siempre en el traba- jo, por el trabajo y para el trabajo. Pero se trata del trabajo libre y libe- rador, y no de un trabajo alienado, mercantilizado y, en consecuencia, instrumento de la sujeción del hom- bre (Salazar Bondy 1976). En corres- pondencia con ello, en nuestro país el sistema educativo debería ser el campo generador de la producción. Sin embargo, y como bien dice De Puelles (1997), hay que insistir en que la educación es condición in- dispensable, pero no suficiente para el desarrollo económico y social. A veces se pone demasiado énfasis en la indiscutible conexión que existe entre la educación y el desarrollo del capital humano, la productividad y la ampliación del mercado de traba- jo. La educación no debe ligarse so- lamente al progreso económico. La justicia social y el respeto por la per- tinencia de las culturas son también partes importantes del programa educacional. Para Fukuyama (1995 ), con quien coincidimos en este punto, el 1
  • 16. 1 éxito económico depende del traba- jo y del capital, pero muy especial- mente del <<capital social>>, concep- to que, según él, tiene relación con otros igualmente difíciles de captar en su verdadera dimensión, como <<civismo>>, <<espíritu comunitario>> y <<solidaridad>>. Hay que atender a la protección del medio ambiente y a la política demográfica, pero también a la edu- cación, a la integración social, al pa- pel de la mujer en la sociedad y, en resumen, a la flexibilidad social. La alfabetización es necesaria para un proceso de modernización econó- mica y de cambio en el que la mujer ocupa un lugar predominante, lo que los economistas denominan <<el dife- rencial sexual>>: la mujer educada controla su fertilidad y es partidaria de la procreación responsable; la mujer instruida mejora la nutrición, la higiene y la salud familiares; la mujer alfabetizada, en fin, promueve e impulsa la educación de sus hijos. Cultura de paz y educación La paz es un proceso histórico, cuali- tativamente determinable, depen- diente de las condiciones sociales y de la conciencia jurídico-política y moral de una época. Según esta defi- nición, en caso de necesidad existen- cial, hambre, persecución, opresión, inmadurez, manipulación e injusticia no se puede hablar de paz, aun cuan- do hayan enmudecido las armas. De aquí se deriva, para los fines del aprendizaje de un comportamiento pacífico, que junto al concepto prin- cipal de paz hay que tener en cuen- ta otros como justicia, solidaridad, libertad, capacidad crítica, respon- sabilidad, madurez, asociación, co- operación y desarrollo (Capella 1991 ). La educación debe-proporcionar la base para la creación de un nuevo espíritu que, guiado por el recono- cimiento de nuestra creciente inter- dependencia y por un análisis común de los riesgos y desafíos del futuro, induzca a las personas a poner en práctica proyectos comunes o a ges- tionar los conflictos inevitables de una forma inteligente y pacífica (Díez Hochleitner 1996). Puede decirse que eso es una ilu- sión. Nosotros decimos que es una utopía necesaria, vital, si queremos escapar de un peligroso ciclo apoya- do en el cinismo y la complacencia. Queremos insistir en que el papel de la educación no es el de petrificar el statu quo, ni el de cautelar a los estudiantes contra el conflicto del entorno, sino el de involucrarlos ra- cionalmenteenelconflicto y sumergir- los en él. Por un cierto magnetismo interactivo, educación y centro educativo van de suyo hacia el con- flicto. Hemos de aprender que en la sociedad actual es imposible estable- cer una separación entre el conflicto
  • 17. y su ausencia. A menos que se logre racionalizar el conflicto, para interre- lacionarlo con el resto de la compleji- dad circundante no es dable escapar al entramado social y a sus problemas intrínsecos y de contorno. En el terreno práctico y eminen- temente educativo, un mecanismo muy eficaz de educación para la paz es el de las pasantías. A través de él se intercambian profesores y estu- diantes, lo que favorece el surgimien- to de una mente y un espíritu globa- les; desarrolla el valor de la toleran- cia, respeto y solidaridad, al expo- ner a la persona a medios diferentes del suyo habitual. Política y ciudadanía y educación La democracia es un estilo de vida y un sistema de organización política y social; y, en su doble alcance, es una estructura dinámica, progresiva, que cambia continuamente y que se renueva de un modo incesante. Como estilo de vida, dice Fuku- yama (1995), la democracia surge del esfuerzo consciente del hombre por reflexionar acerca de su situa- ción en la sociedad, y crear reglas e instituciones que, de algún modo, vayan de acuerdo con su propia na- turaleza esencial. En tanto sistema de organización política y social, la democracia es participación activa de la población para atender los requerimientos del bien común. Como bien señala He- rrera (1986), en la sociedad política las personas tienen una tarea común que las une: el bien común, enten- dido como el bienestar material y espiritual de todos. En nuestro caso, cuando se está saliendo de unasituación de crisis tan grave como la que vivimos no solo debemos pensar en defender y con- solidar las instituciones democráti- cas, sino que hay que repensadas para poder comprometemos seria- mente en la construcción de un pro- yecto nacional de desarrollo (a cor- to, mediano y largo plazos), por en- cima de las diferencias ideológicas y doctrinales y de las ansias de poder. Este proyecto debe asegurar la reconstrucción del cuadro nacional. Reconstrucción que permita a la so- ciedad real multiétnica, la única forma posible de integrar a sus di- versos componentes, que consiste en asumir en el plano institucional un carácter abiertamente multina- cional. Un proyecto que logre redis- tribuir la propiedad y los ingresos, y estimular la progresiva integración horizontal y vertical de los sectores económicos. La democracia ha dejado de ser un tema exclusivo de la ciencia po- lítica para ser también un problema fundamental de la educación. Sin la fuerza dinamizadora de la educación la democracia carece de impulso; la educación es un proceso social y cul- 1
  • 18. 1 tural que puede forjar hombres libres y responsables, capaces de cumplir deberes y defender derechos. Puede preparar al hombre libre para que en- frente racionalmente el cambio y para que lo promueva. Mayor Zaragoza (1987) afirma que el futuro de nuestras vidas de- penderá de la capacidad del hombre de discernir sin influencias ajenas, de su fuerza creativa, de su voluntad para ir a contraviento de los intere- ses a corto plazo y la mentira. Depen- derá de si aprendió a ser, a compartir, a rebelarse y a no aceptar lo inacepta- ble, a defender siempre sus vidas y a no actuar nunca por la fuerza. Interculturalidad y educación Situados epistemológicamente en el campo de una interculturalidad que se plantea acabar con los efectos per- versos que históricamente nos han legado las relaciones sociales entre grupos procedentes de culturas dife- rentes, sostenemos, con Heise y otros (1992), que la interculturali- dad es esa dimensión de la vida hu- mana en sociedad que tiene que ver con toda la urdimbre social, política y eco-nómica. Así entendida, antes que un concepto es un desafío vital, una actitud de apertura que nos li- bera de la tiranía de los prejuicios y de las aparentes certezas absolutas que nos conducen al estancamiento y a la intolerancia. Este desafío me hace reconocer que, como plantea Albó (1993), la cultura-por mucho que tienda a mantener algunos ras- gos de su estructura- siempre se está creando y recreando. Hay un proce- so constante de «producción de cul- tura>> por evolución interna de la ex- periencia de cada pueblo y por su adaptación a nuevos desafíos e in- tercambios con el entorno. La educación debe posibilitar el crecimiento de las culturas naciona- les, el respeto de la realidad históri- ca y social de cada cultura, contar con las posibilidades reales de en- frentarse a nuevos valores y crear nuevas síntesis vitales. La interculturalidad permite comprender los códigos culturales diferentes de los de la propia cultu- ra; propicia y posibilita en los estu- diantes castellanohablantes, desde el nivel inicial hasta el superior, el co- nocimiento, la valoración y la apro- piación crítica de los elementos más significativos de nuestras diversas culturas. Por lo tanto, la interculturalidad debe ser el eje orientador del currí- culo, lo que supone diseñar y desa- rrollar «currículos culturalmente pertinentes>>, es decir, en función de lo mejor y más valioso de cada uno de los ámbitos espaciales (universal, occidental, latinoamericano, nacio- nal y local), incorporando a la vez los aportes más significativC's del pa-
  • 19. sado, del presente y de los proyectos a futuro. A los educadores nos compete preconizar y promover en nuestros estudiantes el sentido de la inter- culturalidad como una dimensión de la vida en sociedad, desarrollar las propuestas que nos plantea esa interculturalidad y reconocer el ca- rácter de los símbolos para tener- los en cuenta a la hora de actuar en los escenarios en que nos toque desempeñamos. Inclusión y educación La educación inclusiva se toma como un desafío. La inclusión se considera como parte de una lucha más amplia contra las prácticas y el discurso exclusivista, y en oposición a la ideología que considera a cada individuo como separado e indepen- diente. La inclusión se basa en la mejora de las escuelas. Cárdenas (2004) afirma que aunque la educación inclusiva sue- le llevarnos rápidamente a pensar en la niñez con discapacidad, su propósito no está ligado solo a este colectivo. La educación inclusiva debería remitirnos a pensar en una educación para la diversidad que incluye niñas, niños y jóvenes con diferentes tradiciones culturales, de diferentes sexos, con diversas dis- capacidades o que se encuentran en diferentes situaciones de vida. La educación inclusiva es una educa- ción pensada más allá de un o una estudiante estándar. La diversidad es una caracterís- tica inherente a la naturaleza huma- na, una posibilidad para la mejora y para el enriquecimiento de las con- diciones sociales y culturales entre las personas y entre los grupos so- ciales. Por lo tanto, debe ser mirada como un planteamiento amplio y comprensivo que comprende rasgos de distinta índole que, interactuan- do unos con otros, hacen que siem- pre seamos diferentes de los otros. Cuando hablamos de inclusión nos estamos refiriendo a un proceso amplio y dinámico de instrucción y reconstrucción de conocimientos que surge a partir de la interacción entre personas distintas en cuanto a valores, ideas, percepciones, intere- ses, capacidades, estilos cognosciti- vos y de aprendizaje que favorece la construcción consciente y autó- noma de formas personales de iden- tidad y pensamiento, y que ofrece estrategias y procedimientos edwoa- tivos diversificados, adecuados y flexibles con la doble finalidad de dar respuesta a una realidad heterogé- nea y de contribuir a la mejora y enri-quecimiento de las condiciones y relaciones sociales y culturales. Una escuela que incluye a niños y jóvenes con diferentes necesida- des debe ofrecer un servicio que sea 1
  • 20. asumido por todos los miembros de la institución, es decir, con objeti- vos comunes, con una visión com- partida, con un marco axiológico en el que se plantee el respeto por los derechos humanos, la equidad e igualdad de oportunidades, se reco- nozca el derecho de la participación de la familia en la vida escolar y, so- bre todo, se asuma el compromiso de brindar una verdadera calidad de vida a todos sus participantes, trans- formándonos día a día en mejores seres humanos. Ética y educación Salvat (1994) sostiene: [...]en muchos lugares el orden mo- ral aparece cuestionado y puesto como representativo de meras <<fic- ciones» útiles para la vida práctica: de una ética sin metafísica, habría- mos pasado a una ética sin moral, toda vez que los postulados que la configuran (libertad, autonomía, voluntad, deber, racionalidad), se habrían mostrado como <<entele- quias>> inventadas para poder darle sentido y fijación a un mundo que, en verdad, se mueve en eterno re- torno y sin sentido. Sin embargo, !piña (1997) afir- ma que «[...] de nada valdría hacer ciencia sin formar conciencia>>. Hay quienes creen que la ética, por enci- ma de los aspectos vinculados con el conocimiento y la tecnología, es la ola que habrá de orientar la prospectiva del siglo XXI. Como afirma Malraux: <<El siglo XXI será espiritual o no será>>. Ciertamente, no tenemos futuro si seguimos entregados a la línea de menor resistencia. La ética surge, como elejede las conductas individua- les necesarias para que las organiza- ciones, los países, las subregiones y el mundo asuman el compromiso de sobrevivir, de convivir y de vivir. La educación, debe plantear yde- sarrollar una ética de la vida que no se agote en la vida misma como su- pervivencia, sino que desencadene situaciones generadoras de una éti- ca de la naturaleza, una ética del de- sarrollo, una ética de la política, una ética del beneficio y, sobre todo, una ética de la solidaridad. Pensamos en una ética como esencia de la cultura yen una cultura de la ética. En uno y otro sentido, deben establecerse correspondencias armónicas entre la ética personal, la ética profesional y la ética organiza- cional, en las que cada quien sea modelo de los otros y el todo sea con- dicionante del comportamiento de cada uno: • Tenemas que ir a un replantea- miento ético que, según Simons (1998), supone tener en cuenta cuatro dimensiones: el hombre como ser consciente, libre y, por
  • 21. tanto, responsable; el hombre como ser en búsqueda de senti- do; el hombre como ser históri- co en búsqueda de autenticidad y humanidad; y el hombre como ser social y solidario. • El profesional de la educación tiene que repotenciar sus compe- tencias técnico-profesionales y sus dominios de ge~tión, pero también todo aquello que enri- quece el núcleo básico del ser humano, es decir, su sensibilidad y sus valores. También las orga- nizaciones deben promover vi- vencias compartidas que permi- tan enraizar convicciones y al- canzar victorias visibles, en armo- nía con las exigencias sustenta- bles del entorno. • La ética organizacional es una exigencia de realizaciones. Las reglas rígidas y las normas esta- bles guardaban correspondencia con los extremos previsibles y lentos, pero la complejidad yace- leración de los desenvolvimien- tos organizacionales promueven situaciones inéditas cuyos dile- mas no están previstos de manera formal. El juego de las concien- cias y el valor de los principios arraigados juegan aquí un papel esencial. En el ámbito de la éti- ca institucional, la conducta proactiva resulta más preventi- va y generativa. Hay que admitir que tan dañino como dejar de hacer acciones buenas es hacer acciones incorrectas. Alguien ha dicho que la ética es un seguro de vida y, realmente, no puede haber tranquilidad y seguri- dad sino en el marco de una con- ciencia apuntalada por los recursos que la responsabilidad ética propor- ciona. El equilibrio y coherencia de la cultura organizacionallo propor- ciona la ética, y esta es una de las razones por las cuales la ética tiene que dejar de reflejar la atomización de conductas individuales para con- vertirse en la manera de pensar, sentir, decir y hacer de la organiza- ción como un todo. 3.2. Políticas de carácter estratégico o instrumental Desde un punto de vista estratégi- co, tenemos que estar convencidos de que para ir hacia una educación de calidad es necesario tener men- talidad innovadora y disposición para la innovación. Pero también hay que tener pre- sente que, como indica Gelpi (1991), las innovaciones en los ni- veles científico y tecnológico no siempre constituyen una ruptura con los saberes acumulados anteriormen- te. En el plano pedagógico, «resulta útil destacar la continuidad>>, es de- cir, retomar aquellas experiencias que han demostrado validez.
  • 22. Calidad, equidad y educación La excelencia o calidad educativa es un concepto subjetivo y no una rea- lidad tangible. La entendemos como la pertinencia de los proyectos edu- cativos, como la capacidad de estos para responder a las demandas so- ciales, como la posibilidad de facili- tar aprendizajes significativos para la persona y para b sociedad. Desde una óptica más operativa, optamos por una concepción holís- tica en la que los componentes con- tribuyen al efecto global de un modo integrado, y en la que la calidad está determinada por b conjunción de los elementos concurrentes de un modo dinámico, como diría Scheerens: • capacidad, dedicación y motiva- ción del alumnado; • pertinencia de los contenidos, apropiados para el entorno local (problemas locales, oportunida- des de empleo, identidad cultu- ral, etcétera) y la problemática nacional y mundial; • disponibilidad y utilización efi- cientede medios educativos (biblio- tecas, material y equipamiento edu- cativo de ensefíanza, experimen- tación y talleres), financiación adecuada de inversiones y gastos ordinarios; • investigación educativa intra e interinstituciona!, incluida la evaluación de resultados respec- to del modelo y las metas formu- ladas, así como sobre las activi- dades extraescolares culturales, deportivas, etcétera; • servicios eficaces de orientación pedagógica y profesional; y, • gestión académica informatizada que permita un alto grado de fle- xibilidad y eficiencia, así como gestión empresarial del centro que garantice su más alto rendi- miento (Díez Hochleitner 1996). De aquí se infiere la gran impor- tancia que para la calidad de uncen- tro educativo tiene la correcta apli- cación del principio de autonomía escolar, ejercida de forma responsa- ble. La autonomía es el mejor antí- doto para evitar que se apliquen a las instituciones educativas unos cri- terios de calidad uniforrnistas y, en consecuencia, engañosos. En el ámbito de los programas y objetivos, la calidad está en relación con el desarrollo de operaciones pro- ductivas y creadoras, además de te- productivas, en un ambiente estimu- lante y favorecedor del pensamiento y actitud creadores que respeten, va- loren y escuchen al educando; que favorezcan su espontaneidad, la crí- tica, el diálogo, la flexibilidad; su curiosidad, autonomía, fantasía, in- tuición, etcétera. Pero el aprendizaje corresponde no solo a las personas sino también
  • 23. a los grupos sociales, a las socieda- des. Por tanto, los aprendizajes de- ben ser significativos no solo para los alumnos sino también para los grupos sociales. Ahora bien: uno de los retos con mayores implicaciones en el conjun- to de la sociedad es asociar la equi- dad no solo con la ampliación de la cobertura educativa, siPo y, sobre todo, con las mayore~ posibilidades de acceso a la educación de calidad que permita a los diversos sectores de la población construir conoci- mientos socialmente significativos. Enfrentar este reto supone la re- di~tribución de los recursos destina- dos a los diferentes niveles del siste- ma educativo. Requiere acciones concretas de los distintos sectores encargados de formular la política social para enfrentar la pobreza y la desigualdad en el acceso a los recur- sos y a las nuevas tecnologías de la información y del conocimiento. Las redes tradicionales, en espe- cial las telemáticas, podrían contri- buir a la lucha contra la exclusión social, ofreciendo a cambio una ofer- ta diversificada a los adultos que ya han rebasado la edad de ingreso nor- mal a la universidad y a sectores so- ciales y países excluidos de ella (Ló- pez 1997). Una de las recomendaciones cen- trales de la Comisión Internacional sobre Educación, Equidad y Com- petitividad Económica en América Latina y el Caribe es precisamente la de «aumentar la inversión por alum- no en la educación básica» (PREAL). En este siglo, quien se vea obligado a dejar de aprender caerá en cuatro ti- pos de marginación: «del mundo del trabajo, del ejercicio de la ciudada- nía, del acceso a ciertas formas de la cultura, y de la gestión de la calidad de vida cotidiana de su núcleo fami- liar>> (Arocena 1997). Por todo ello, la equidad se re- laciona, además del acceso a una educación permanente de <<todos», niños, jóvenes yadultos, con otras po- líticas sociales como salud, trabajo, previsión, capacitación laboral, con el propósito de superar la pobreza y crear igualdad de oportunidades. Construcción del conocimiento y educación Betancur (1996) señala que el apren- dizaje se ha convertido en el eje fo- cal del cambio de la sociedad; se ha consolidado como una de las funcio- nes primigenias de la educación y en uno de los temas más apasionantes de la epistemología de nuestro tiempo. Mayor Zaragoza (1987) defiende que tenemos que mirar la educación no desde la enseñanza sino desde el aprendizaje. Ponernos no tanto en el lugar de la administración, de la institución y de los profesores, sino más en el de aquellos que reciben la 1
  • 24. educación, en los sujetos de la edu- cación; en el de los discentes más que en el de los docentes. En los últimos tiempos, los ha- llazgos de la investigación cognitiva relacionados con los procesos meta- cognitivos y de autorregulación, así como la elaboración de modelos mentales durante el aprendizaje, han conducido a la reconceptualización del proceso de enseñanza-aprendi- zaje como uno de construcción de conocimiento, dando origen al lla- mado constructivismo. El constructivismo, en sentido estricto, no es una teoría sino más bien un movimiento, una corriente o, mejor incluso, un marco explica- tivo que, partiendo de la considera- ción social y socializadora de la edu- cación escolar, integra aportaciones diversas cuyo denominador común es un acuerdo en tomo de los prin- cipios constructivistas (Solé y Coll 1995). Según Coll (1996), al menos en el ámbito de la educación es iluso- rio y falaz hablar de constructivis- mo en singular. Por lo tanto, no hay un solo constructivismo, sino mu- chos; tantos como teorías psicológi- cas del desarrollo y del aprendizaje inspiradas en -o compatibles con- los principios básicos de la explica- ción constructivista del psiquismo humano. Limitándose exclusivamente a las teorías globales del desarrollo o del aprendizaje, que han tenido y si- guen teniendo en la actualidad una mayor incidencia sobre la reflexión y la práctica educativa, este autor distingue al menos entre: • el constructivismo inspirado en la teoría genética de Piaget y la Escuela de Ginebra; • el constructivismo que hunde sus raíces en la teoría del aprendizaje verbal significativo, la teoríade los organizadores previos y la teoría de la asimilación, iniciado con los trabajos pioneros de Ausubel en las décadas de 1950 y 1960, y de- sarrollado posteriormente por otros autores como Novak o Gowin; • el constructivismo inspirado en la psicología cognitiva y, más concretamente, en las teorías de los esquemas surgidas al amparo de los enfoques del procesamien- to humano de la información; y, por último, • el constructivismo que se deriva de la teoría sociocultural del de- sarrollo y del aprendizaje enun- ciada por primera vez por Vigots- ky y sus colaboradores en la ya lejana década de 1930 y difundi- da, revitalizada y enriquecida de forma espectacular por numero- sos autores a partir de la década de 1970.
  • 25. Para Glasersfeld, las principales hipótesis de trabajo del movimien- to constructivista serían: • El conocimiento no se recibe pa- sivamente; es construido activa- mente por el sujeto que conoce. • La función de la construcción cognitiva es adaptativa en el sen- tido de ser viable o ajustada, más que una igualaciór. entre cons- trucción y realidad. • El proceso del conocimiento per- mite al conocedor organizar su mundo vivencia! y experimental, más que descubrir una realidad ontológica. Dominio de idiomas y educación Hoy se defiende con mayor énfasis la tesis de que los aprendizajes se ven favorecidos por el dominio de los cuatro idiomas básicos: lengua ma- terna, matemática, lengua extranje- ra e informática. La lengua materna y la matemá- tica deben ser materia de tratamien- to curricular en la educación básica, y sería ideal que lo propio sucediera con la lengua extranjera y la infor- mática. En lo que se refiere a los sistemas de lecto-escritura y matemáticas, coincidimos con Ahumada y Ma- rinkovich en que leer comprensiva- mente es un proceso complejo, que pone en juego factores de orden físi- co, congnitivo, lingüístico y afecti- vo; con Cassany (1997), estamos de acuerdo en que es necesario enfocar el análisis de la escritura desde un punto de vista psicolingüístico, en el sentido de que en ella intervie- nen tanto procesos psicológicos cuanto lingüísticos, además de con- siderar los aspectos perceptivos y motores; y, con Gómez (1994), en que la matemática está formada por un conjunto de nociones, elementos y relaciones: sistemas relacionales complejos que se influyen mutua- mente, y en que esa complejidad con la que el niño adquiere dicho con- junto no es en un orden total ni li- neal, sino progresivo («aprendizaje por aproximaciones sucesivas>>). Respecto de la lengua extranjera y la informática, queremos señalar la importancia que el idioma inglés ha adquirido en los últimos tiempos. Aparte del valor comunicacional tradicional, hoy resulta indispensa- ble para el manejo de información a través de redes como internet, lo que exige comprensión lectora (textos escritos en textos y en software), la captación e intelección de mensa- jes orales (conferencias, teleconfe- rencias, redes informáticas auditivas, etcétera) y, en menor grado, la co- municación indispensable para un normal desenvolvimiento en medios donde solo se habla inglés. Nos estamos orientando hacia un mundo en el que conocer el conocí-
  • 26. miento (el conocimiento virtual) será el valor indispensable para la supervivencia y el desarrollo, hacia una «sociedad del conocimiento» (Drucker 1994), global pero pecu- liar, en la que cada uno de nosotros deberá tener la aptitud necesaria para ser un ciudadano del mundo -por su visión, sus horizontes y su información-, pero también tendrá que ser capaz de nutrirse de sus raí- ces autóctonas y, a su vez, de enri- quecer y nutrir a su propia cultura local. Hay que tener en cuenta también que una sociedad sostenible no se basará en la información sino en la capacidad de transformar el cúmulo de información actual en continuo e imparable aumento en conoci- miento válido, yde aplicarlo con cri- terios éticos y morales no solo en la solución de los problemas más inme- diatos sino también para contribuir a resolver los problemas de alcance global de todo orden que, a la pos- tre, a todos importan. Por otra parte, hay que advertir que si las nuevas tecnologías y los nuevos media, que crean escenarios virtuales en los que se desarrollan relaciones con diversas redes -don- de el espacio es el ciberespacio y su tiempo es virtual-, no se utilizan como catalizador y herramienta para la innovación o reforma educativas, servirán únicamente para facilitar la creación de un sistema de clases ba- sado en el conocimiento, una socie- dad en la que los desprovistos de in- formación no podrán competir ya en el mercado de trabajo. Gestión y educación Las instituciones educativas van convirtiéndose en organizaciones cada vez más complejas y costosas, razón por la cual deben ser bien ge- renciadas. A las exigencias de carác- ter doctrinario que se plantea cada centro educativo hay que añadir las expectativas de sus usuarios y de la sociedad para que se adapte a las exi- gencias propias del progreso cientí- fico y tecnológico. Por ello, estas instituciones tra- bajan en modelos de gestión que recogen las nuevas formas de lide- razgo estratégico que permiten el desarrollo de un trabajo más siste- mático y bien planificado. Toda ello sin perder de vista que la edu- cación está fuera del mercado y que, por ende, los resultados de la aplicación de un determinado pro- cedimiento no llegan ni llegarán a apreciarse con la rapidez con que aparecen en una empresa indus- trial o mercantil. Desde esta perspectiva, hacer gestión educativa significa conducir a una institución al logro de las fi- nalidades de su proyecto educativo. La gestión no es un asunto solo téc- nico, sino fundamentalmente polí-
  • 27. tico. Por ello, gestión y proyecto ins- titucional son inseparables. Sin un proyecto institucional no es posible hacer gestión. En cuanto instrumento de ges- tión, el proyecto institucional resul- ta ser una forma sistematizada de hacer viable la visión y misión de la institución, y consiste, a su vez, en el diseño y la ordenación (progra- mación de una estrategia) de una serie de procesos operacionales, co- herentes y demandantes de recursos variados (gestión de recursos), me- diante los cuales determinados in- sumos son transformados en produc- tos específicos con un alto grado de calidad (calidad de procesos) (Hax y Majluf 1991; Himmel1992). Por lo tanto, la gestión educativa puede ser entendida como la con- ducción global de una institución educativa en sus dos componentes esenciales: el pedagógico y el común- mente denominado administrativo. Quienes, dentro de esta tenden- cia, creen que la educación debe or- ganizarse como entidad productiva y tender al logro de óptimos resulta- dos -dice Sánchez Moreno (1997)-, proponen adoptar los siguientes principios de gestión: • el conocimiento, como principal recurso productor de riqueza y como factor estratégico en el nuevo orden de competencia in- ternacional; • la concepción de la organiza- ción como un sistema abierto al aprendizaje; • el desarrollo de «habilidades ge- renciales>>: la visión, la comuni- cación, la motivación, la nego- ciación, la toma de decisiones y la asignación de recursos; • la gestión centrada en los bene- ficiarios; • las estructuras participativas de comunicación horizontal que pri- vilegian la creatividad y el com- promiso colectivo de los agentes educativos; • el mejoramiento continuo como estrategia de cambio permanen- te, con el propósito de brindar servicios de alta calidad que atiendan las demandas también cambiantes de los beneficiarios; • el desarrollo del personal por medio de la calificación crecien- te ajustada a las necesidades de la organización; • la cooperación-negociación como forma de elevar la efectividad y los beneficios mutuos. Gestión del conocimiento y educación En los últimos años todos nos hemos visto sorprendidos con grandes éxi- tos empresariales basados aparente- mente en tan solo una «nueva idea>>, con valor agregado, que permiten 1
  • 28. alcanzar cifras astronómicas, pero no logramos entender qué es lo que está generando «riqueza>>. La clave está quizá en que el ver- dadero cambio reside en que el mer- cado ha pasado a valorar por prime- ra vez los intangibles tanto como los activos físicos que hasta el momen- to habían sido concebidos como úni- cos generadores de riqueza. Los propios analistas financieros han coincidido en afirmar que el alza de ciertos valores, que aparentemen- te «tenían nada detrás>>, reside en que el mercado estaba premiando y valorando por primera vez los intan- gibles: el equipo, las personas, sus conocimientos, ideas, habilidades, es decir el capital humano. Por otro lado, estamos siendo partícipes del nacimiento de la so- ciedad del conocimiento, en la que el crecimiento económico y también del bienestar social requieren cada vez más de la inteligencia, puestas en función de soluciones innovadoras. En un ambiente de permanente cambio como el que rodea al mun- do de las organizaciones, sostiene Steib, una política basada en el co- nocimiento aporta a las institucio- nes que la llevan a cabo una valiosa ventaja respecto de la competencia. En esta situación, la capacidad para obtener información, organizarla, al- macenarla y compartirla entre todos los miembros de la organización se convierte en una virtud de extraor- dinaria importancia para aquellas empresas que la posean. Conscientes de ello, en los últi- mos años numerosas organizaciones educativas han comenzado a aplicar políticas basadas en la gestión delco- nocimiento (knowledge management). Pero ¿qué entendemos por ges- tión del conocimiento? En realidad, son muchas y variadas las maneras de entenderla. Para Carrión, la gestión del co- nocimiento es: [...]el conjunto de procesos y sistemas que permiten que el capital intelec- tual de una organización aumente de forma significativa, mediante la ges- tión de sus capacidades de resolución de problemas de forma eficiente (en el menor espacio de tiempo posible), con el objetivo final de generar ven- tajas competitivas sostenibles en el tiempo. Según Steib, «la Gestión del Conocimiento se puede definir como un proceso sistemático de búsqueda, selección, organización y difusión de información, cuyo objeto es aportar a los profesionales de la compañía los conocimientos necesarios para de- sarrollar eficazmente su labor>>. Permite a las instituciones educa- tivas obtener información y com- prensión sobre sus propias experien- cias para, posteriormente, aplicarlas a la planificación de estrategias, la
  • 29. toma de decisiones y la solución de problemas. Es, en definitiva, transfor- mar la experiencia en conocimiento y el conocimiento en experiencia, de forma que los profesionales tengan los conocimientos necesarios para reali- zar su labor más eficazmente. Volviendo a lo dicho, nos reafir- mamos, con Drucker (1994), en que el recurso económico bá•,ico de una organización ha dejado de ser su ca- pital, sus recursos naturales o su fuer- :a de trabajo. Ese recurso es y segui- rá siendo su conocimiento. Este es el activo dinámico que se está con- virtiendo en el intangible que incre- menta el valor futuro de una insti- tución en general y de su capacidad de innovación en particular. Fom1ación y perfeccionamiento del profesorado Hemos dejado para el final el trata- miento de lo que Díez Hochleitner (1996) llama «convencimiento de que la máxima prioridad en cual- quier reforma, amplia o parcial, debe corresponder a la formación y al per- feccionamiento del profesorado>>. Esto quedó claramente estableci- do en la Declaración Mundial «Edu- cación para Todos>> (BM/Unesco 1990): «El progreso de la educa- ción depende en gran medida de la formación y de la competencia del profesorado, como también de las cualidades humanas, pedagógicas y profesionales de cada educador>>. Ahora bien, estamos plenamen- te de acuerdo con lmbemón (1994) en que promoción y capacitación docentes son indesligables. Ello sig- nifica el desarrollo profesional del profesorado en el contexto de una nueva cultura profesional en la que la formación no es el único elemen- to; es evidente también la inciden- cia de elementos laborales, econó- micos, de selección, de evaluación, etcétera. En esa cultura, la dignificación de la profesión de maestro es una tarea verdaderamente fundamental. Es cierto que la vocación, dedicación y el sentido de responsabilidad son valores que no se ejercen o logran por dinero u otros medios, pero no es menos cierto que el Estado y la sociedad tienen que reconocer el papel y estatus socioeconómico que corresponden a los profesionales de la educación. Esta posición cobra cada día más importancia, pues son cada vez me- nos los jóvenes que desean ser maes- tros, por lo que, como diría Mayor- ga (1994), la verdadera dignificación de la profesión de maestro es una tarea por realizar. Lamentablemente, en la genera- ción de esa nueva cultura profesio- nal de la que nos habla lmbemón nos encontramos con la no definición 1
  • 30. explícita de las funciones profesiona- les, lo que lleva a asumir una enorme responsabilidad yla consiguiente falta de delimitación de funciones, esto es, un «perfil profesional difuminado» (Ortega 1990) y la consiguiente <<for- mación difuminada». En esta difuminación se barajan opciones tales como adoptador de decisiones (Postic), autocontrolador (Elliott), práctico reflexivo (Cruicks- hank y Applegate, Zeichner, Schón, Elliot), experimentador constante (Stratemeyer), adaptativo (Hunt), in- vestigador en la acción (Core yShums- ky), científico aplicado (Brophy y Everston, Freeman), artesano moral (Tom), sujeto que resuelve problemas (Joyce y Harotunian), indagador clí- nico (Smith, Clark), autoanalítico (O'Day), pedagogo radical (Giroux), intelectual (Giroux), diseñador (Yin- ger), artesano político (Kohl), actor político (Carlson), académico (Elner), artista (Eisner, Pérez). Imbernón (1994) plantea que, a la luz del conocimiento pedagógico especializado, la función docente tie- ne estas tareas básicas: • Mediar en el proceso de enseñan- za-aprendizaje: Provocar y super- visar el buen funcionamiento del proceso educativo y moderar los grupos de aprendizaje. • Participar en el planeamiento o pro- yección del currículo: Conocer y tener en cuenta la diversidad de componentes que intervienen en el proceso de enseñanza- aprendizaje, los vínculos y las li- mitaciones que la realidad social e institucional establecen y los obstáculos que los condicionan- tes contextuales comportan. • Ser un conocedor disciplinar: Se- leccionar y analizar adecuada- mente la disciplina o disciplinas sobre las que tiene responsabili- dad e individualizar el significa- do y la validez social y formativa que contienen. Por su parte, Palacios y Paiba (1997) plantean algunos requeri- mientos a los maestros peruanos: • Ser solidarios y estar dispuestos a comprometerse con la educa- ción de niños y adolescentes en situaciones de carencia afectiva y material; estar preparados para educar en contextos de pobreza y discriminación. • Asumir su responsabilidad ética y profesional frente a los niños; estar dispuestos a participar en la eliminación de aquellas condi- ciones del sistema educativo que alientan la dominación o la se- gregación y dedicarse a construir una cultura democrática, del diá- logo razonado en la escuela yfue- ra de ella.
  • 31. • Estar preparado para adaptar el currículo a la cultura de los es- tudiantes, a su origen étnico, creencias religiosas, lengua, ex- periencias de discriminación o integración racial, de género, económicas y culturales. Igual- mente, para adaptarlo a las per- cepciones de sus alumnos sobre otras culturas fruto d~ sus expe- riencias de contacLO con perso- nas de otras culturas, así como de la información e imágenes obte- nidas de los medios de comuni- cación masiva. • Utilizar los conocimientos de los alumnos facilitando la transforma- ción conceptualsin herirsu autoes- tima, en elentendido de que la ela- boración de una red conceptual no debe ser considerada por el alumno como un atentado contra sus creencias ni como una crítica a su comunidad. Sin embargo, para aprender ciertos conceptos hay que superar determinadas concepciones tradicionales. Recientemente, en un trabajo realizado bajo la conducción de Ri- vera y publicado por el Ministerio de Educación (2002), se lee que casi todos los maestros se identifican con la idea de ser «facilitadores del apren- dizaje de los alumnos como definición del rol docente, y solo una minoría con la idea del docente transmisor de cultura y conocimiento>>. En este mismo trabajo se señala que: [...] en cuanto a la capacitación, los docentes consideran como priorita- rios los siguientes tópicos, con la más alta calificación y ordenados jerár- quicamente: • Estrategias, métodos y didácticas. • Relaciones sociales y humanas (manejo de conflictos, trabajo en equipo, etcétera). • La psicología y la cultura de los alumnos. • Nuevas tecnologías de la informa- ción. • Contenidos de la enseñanza (áreas, cursos, etcétera). Cabe señalar que también se dice que <<[•••]la institución universitaria es la preferida por la mayoría de los maestros para la formación docente y la formación continua y, en me- nor medida, los institutos superio- res pedagógicos>>. Finalmente, hay que reconocer que para enseñar se requiere una só- lida formación ética. El maestro debe tener autonomía moral, lo que su- pone poseer una actitud de búsqueda, disposición a escuchar, autoestima profesional y personal, conocimien- to de los valores dominantes en el entorno cultural, capacidad para ma- nejar conflictos de valores y para participar en la formulación de lo que es bueno o malo, conveniente o inconveniente para la vida humana. 1
  • 32. Concluimos recordando con la Unesco (1996) que: [...] incluso los dirigentes que traba- jan a nivel nacional o regional nece- sitan un tipo de formación perma- nente de excelencia que les permita asumir sus responsabilidades profe- sionales como corresponde, sin se- parar de sus responsabilidades su calidad de ciudadanos del mundo y de sus propios países. Por lo tanto, en cualquier nivel de la educación superior, inclusive al formar especia- listas del más alto nivel académico se tiene que valorar lo humanístico en la más amplia acepción del tér- mino, es decir, enseñar a la gente para que se comprenda a sí misma y a los otros y para que comprendan lo que ocurre a nivel mundial. BIBLIOGRAFÍA ALAYZA, R. Globalización y cambios en la política. Lima: Instituto «Bar- tolomé de Las Casas>> y CEP, 1997. AHUMADA, p. y ]. MARINKOVICH. <<Una experiencia innovativa: El pe- riódico como estrategia de aprendi- zaje>>. En Pensamiento, vol. XX. San- tiago de Chile, julio de 1997. ALEó, X. <<Violencia cultural en los países andinos>>. En Violencia en la región andina. Lima: APEP, 1993. ARDOINO, J. Perspectiva política de la educación. Madrid: Narcea, 1980. AROCENA, R. <<Alternativas de la edu- cación superior ante los escenarios posibles de la región: Algunas obser- vaciones para la decisión>>. En La educación superior en América Latina y el Caribe, 1. Caracas: CRESAL/ Unesco, 1997. BETANCUR, B. Mensaje a los ]efes de Estado y de Gobierno reunidos en la IV Cumbre Iberoamericana en Carta- gena de Indias. Madrid: Fundación Santillana, 1996. BM/UNESCO. Declaración Mundial «Educación para Todos>>. Jomtien. París: Unesco, 1990. CAPELLA, J. Educación y política. Bar- celona: Planeta, 1977. - Una década en la educación perua- na. Reflexiones y propuestas. Lima: Cultura y Desarrollo, 1991. CÁRDENAS, G. <<Inclusión: Quimera o realidad>>. Exposición en el I En- cuentro de Asistentes Educativos El Derecho a la Educación de los Ni- ños Hospitalizados o en Tratamien- to Ambulatorio y la Pedagogía Hos- pitalaria. Lima, 2004. CASSANY, D. Describir el escribir. Bue- nos Aires: Paidós, 1997. CEPAL/UNESCO. Educación y conoci- miento: Eje de la transformación pro~ ductiva con equidad. Santiago de Chi- le: Cepal/Unesco, 1991.
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