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TEMA I
OBJETO DE LA MORFOLOGÍA.
PALABRA, FORMA LINGÜÍSTICA, MORFEMA. CLASES DE
MORFEMAS.
CLASES DE PALABRAS: DERIVACIÓN Y COMPOSICIÓN
El sistema de una lengua es un todo complejo que la ciencia
lingüística estudia descomponiéndolo y analizándolo en distintos
niveles. Así, los sonidos y su organización sistemática de cada lengua
son objeto de las disciplinas Fonética y Fonología, ciencias que se
dedican al nivel fónico de la lengua.
La Morfología, que estudia las formas lingüísticas que tienen
significado, y la Sintaxis, que estudia las complejas relaciones de las
formas y su función, son disciplinas que se sitúan en otro nivel: en el
nivel gramatical. La ciencia moderna a veces prefiere hablar de
morfosintaxis, puesto que –en el habla–, los elementos significativos no
aparecen aislados sino relacionados: cada forma lingüística cumple una
función determinada.
Palabra, forma lingüística, morfema
Todo acto de habla se compone de una o de varias palabras. La
palabra es un elemento lingüístico que se compone de varios sonidos y
posee determinado significado. En primer lugar, las palabras se
caracterizan por ser separables. La separabilidad de las palabras es su
capacidad de aislarse unas de otras dentro de la cadena hablada
mediante una pausa que no aparece en la elocución normal y que por
eso se llama pausa virtual. Estas pausas casi siempre coinciden con los
espacios en blanco en la escritura: una especie de separación gráfica de
los segmentos significativos del discurso. En contraste con la pausa
virtual, la pausa normal delimita porciones de discurso que
generalmente resultan de mayor extensión. Lo más frecuente es que dos
pausas normales sucesivas delimiten lo que en Fonología se conoce
como grupo fónico. Lo mismo que la palabra, el grupo fónico es elemento
significativo. Tanto la palabra como el grupo fónico son formas
lingüísticas o formas gramaticales, o simplemente formas. Estas
constituyen precisamente el objeto específico propio de la Morfología,
considerada ciencia de las formas.
Entre la palabra y el grupo fónico existe una diferencia importante.
Decimos que el grupo fónico es una forma libre porque constituye un
enunciado. Desde el punto de vista sintáctico el grupo fónico no equivale
siempre a una oración (verbal o no verbal). Otras agrupaciones de
palabras, que –por su estructura gramatical reciben el nombre de
frases– constituyen también grupos fónicos, aunque a diferencia de la
oración, su sentido se vuelve inteligible en la mayoría de los casos
debido a la situación o al contexto: ¡Dios mío!; ¡Mala suerte! Así, por
ejemplo, la secuencia «En lo de siempre» no se entiende fuera del
contexto de un diálogo:
A. –¿En qué trabajas?
B. –En lo de siempre.
Insistimos en que el grupo fónico es una forma libre. Lo mismo no se
puede decir de una palabra, a menos que esta palabra por sí sola no
sea capaz de constituirse en grupo fónico, como por ejemplo ¡Agua!;
¡Socorro!; Sí. Bueno. ¡Vamos!, etc. En tales casos decimos que se trata
de una palabra independiente. Muchas palabras carecen de estas
características: en general, se trata de las palabras que no llevan su
propio acento en la cadena hablada, tales como los artículos, las
preposiciones, las conjunciones, los clíticos (pronombres proclíticos o
enclíticos). De las palabras que no son capaces de constituirse en
grupos fónicos (= enunciados) decimos que son dependientes.
Las palabras son segmentos lingüísticos compuestos por varios
elementos o formas lingüísticas más pequeñas. La forma mínima, la más
pequeña sucesión de fonemas, dotada de significado, se llama morfema
o formante. Normalmente una palabra se compone de varios
morfemas. Lo contrario se da también: se trata de casos cuando un
único morfema coincide con una palabra (mar, sol, siempre). En estos
2
casos hablamos de palabras radicales. En la mayoría de los casos el
morfema es solo parte de una palabra; tal en sol–ar, mar–í–timo, etc.
Clases de morfemas
Los morfemas que ocupan el último lugar dentro de las palabras se
distribuyen en dos clases:
a) se llaman sufijos los morfemas derivativos que sirven para la
formación de palabras nuevas;
b) se llaman morfemas desinenciales o desinencias los morfemas
flexivos que solo comportan conceptos gramaticales.
Tanto los sufijos como las desinencias forman en español repertorios
limitados y afectan a distintas clases de palabras.
Los derivativos forman series de palabras numéricamente desiguales;
así, el prefijo –oso forma una serie de palabras derivadas que, por lo
común, pertenecen a la clase de los nombres adjetivos:
fama fam–oso
tumulto tumultu–oso
mentira mentir–oso
A veces un mismo sufijo sirve para formar adjetivos y/o sustantivos,
por ejemplo: banc–ario, presidi–ario, agr–ario, etc.
Aunque no es ninguna regla ni ley general, también se da el caso de
que una misma palabra pueda asociarse a más de un morfema
derivativo; así del adjetivo alto se forman: alt–eza; alt–ura; alt–ivo; alt–
ar; alt–anero.
A diferencia de los morfemas derivativos (sufijos), los morfemas
flexivos (desinencias) forman series cerradas de idéntica extensión.
Todos los miembros de cada una de estas series numéricamente
idénticas se organizan, en el nivel de la lengua, en un cuadro
sistemático que se llama paradigma. Forman paradigmas las diferentes
categorías gramaticales: tiempos, modos, casos, personas, etc. En
general, podemos decir que los morfemas derivativos poseen un
carácter predominantemente léxico, mientras que los flexivos son de
carácter predominantemente gramatical.
3
Si de una palabra nominal (sustantivo o adjetivo) suprimimos todos
los sufijos lo que queda se denomina radical o raíz: salv–ar; salv–a–
mento; ven–id–ero; sombr–ero; sombr–a–s; tard–ío. En estas palabras
derivadas, la base (raíz) se identifica con distintas clases de palabras:
verbo, sustantivo, adjetivo, adverbio, preposición, etc. Estas palabras se
llaman palabras primitivas. Un derivado puede convertirse en base para
otro derivado: leche → lech–ero → lech–ería; pan → pan–a–dero →
pan–a–dería. Por lo común la operación no puede extenderse a más de
tres o cuatro derivados. En el orden de sucesión de los derivados se
dan, asimismo, otras limitaciones. Algunos son siempre terminales; tal
es el caso del sufijo –ez: solid–ez. El último morfema derivativo decide la
categoría de la palabra independientemente de las características de la
base de derivación. Así en: ven–i–d–ero: el sufijo –ero → adjetivo y, por
lo tanto, podemos decir que en la base de la derivación está un adjetivo;
igual en bon–dad–oso (el sufijo –oso → adjetivo). Los morfemas flexivos
ocupan siempre el último lugar; así en bon–dad–oso–s donde la –s es
desinencia (morfema flexivo de número plural).
Los sufijos diminutivos son también morfemas derivativos, pero
poseen un estatuto especial; afectan a varias clases de palabras:
gatito → sustantivo
bonito → adjetivo
ahorita → adverbio
callandito → gerundio
Por otra parte, a diferencia de los demás morfemas derivativos, las
palabras formadas con sufijos diminutivos no representan cosas
distintas de las palabras de que se derivan:
agua → agüita
hombre → hombrecito
Además, la palabra básica y la otra, derivada mediante un
diminutivo, pertenecen siempre a la misma clase de palabras y a la
misma categoría gramatical: esta circunstancia acerca los diminutivos a
los morfemas flexivos. Sin embargo, a diferencia de estos los
diminutivos no son de carácter gramatical. La posición de los
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diminutivos es siempre terminal: se hallan inmediatamente delante de
las desinencias de género y de número.
Los morfemas flexivos
La organización de cada una de las formas que componen el
paradigma verbal es muy semejante a la de las palabras derivadas,
aunque es más fija y regular; cuenta, además, con un inventario de
morfemas muy reducido. Los morfemas de persona y de número,
llamados desinencias, ocupan siempre el último lugar en la estructura
de las formas verbales. Los morfemas de tiempo y de modo, que se
llaman características, preceden, en un orden determinado, a la
desinencia. Lo que queda al suprimir las características y la desinencia,
es la raíz (el radical) del verbo: Así en:
trabaj–a–re–mos: trabaj– es la raíz;
–a– es la característica de la conjugación;
–re– es la característica de tiempo y modo;
–mos es la desinencia de 1ª. persona del plural
trabaj–a–ba–is: trabaj– es la raíz;
–a– es la característica de la primera conjugación;
–ba– es la característica del imperfecto de indicativo;
–is es la desinencia de 2ª. persona del plural.
La unión del radical + la característica (o características) se denomina
tema: tema de presente, tema de imperfecto de indicativo, etc.
Las formas no personales del verbo (infinitivo, gerundio y participio) no
tienen desinencias de persona, como tampoco tienen características; el
morfema final derivativo es el que decide la categoría de la palabra y
aparece detrás del tema de presente: ama–r; ama–ndo; ama–do.
Clases de palabras
Los pronombres personales átonos (es decir los que cumplen la
función de complementos y no de sujetos) ofrecen varias
particularidades en relación a su autonomía como palabras. Son
proclíticos (situados inmediatamente delante) o enclíticos (situados
inmediatamente detrás) del verbo que los rige. Además con algunas
formas verbales, tales como el infinitivo, el imperativo y el gerundio, los
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pronombres personales complementos son obligatoriamente enclíticos
pegados a la respectiva forma verbal: dímelo, dile, decídmelo, decirle,
diciéndolo, etc. Cuando con una forma verbal va más de un pronombre,
estos mantienen siempre un orden fijo: el complemento indirecto va
primero seguido del complemento directo: dármelo. El mismo orden se
mantiene si los pronombres van proclíticos: ¿Me lo darás? El pronombre
reflexivo se se adelanta a todos los demás; los pronombres que
empiezan por l– se posponen a todos: ofreciéndoselos. Todo ello nos
autoriza a concluir que –a diferencia de los morfemas derivativos o
flexivos–, los pronombres personales no se presentan inmovilizados, por
lo cual no hay al parecer razones para dejarlos de considerar como
palabras. En la escritura, cuando van enclíticos, se fusionan con el
verbo. En ciertos casos, no obstante, los pronombres parecen presentar
doble característica, pues se comportan igual que morfemas flexionales:
callémo(s)nos → callémonos; sentaos, sentíos, etc.
La composición: concepto de palabra compuesta
Dos o más palabras pueden entrar en la formación de una nueva: la
estructura recibe el nombre de palabra compuesta y el procedimiento se
llama composición. Las palabras compuestas pertenecen a casi todas las
categorías gramaticales; se exceptúan los verbos que solo entran a
formar parte de la base de derivación. Los sustantivos y los adjetivos
son los más numerosos:
sacacorchos sustantivo
agridulce adjetivo
verdinegro adjetivo
correveidile sustantivo
metomentodo sustantivo
cualquiera pronombre
diecisiete numeral
tampoco adverbio
aunque conjunción
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Clases de compuestos
• La composición impropia tiene carácter sintáctico. Sus formas son
enunciados con más de una palabra o parte de enunciados:
porsiacaso, amormío, correveidile, etc. En el segundo caso (cuando
son partes de enunciados) los componentes pueden presentarse a veces
fuera del compuesto en algunos contextos iguales a los del compuesto,
por ejemplo: no hay nada que hacer → no hay quehacer → el quehacer /
los quehaceres.
• Los compuestos propios (composición propia) no presentan
ninguna clase de organización de carácter sintáctico; son
exclusivamente formaciones léxicas.
Las palabras compuestas (por composición propia o impropia) se
prestan también a la derivación: pueden servir como base de derivación
verbal y/o nominal: pordiosero, vanagloriarse, hojalatero,
ensimismarse, etc. El procedimiento se conoce con el término de
parasíntesis
Por otra parte, se distinguen compuestos endocéntricos y exocéntricos.
En los compuestos endocéntricos se da una relación semántica entre el
compuesto y uno de sus componentes o entre ambos:
un camposanto es un campo santo
el sordomudo es alguien que es sordo y mudo a la vez
En los compuestos exocéntricos no se da semejante relación: el
concepto del compuesto alude a otros objetos que no se mencionan en
la palabra compuesta:
un ciempiés es algo que tiene muchos pies
un pasatiempo es algo que sirve para pasar el tiempo
Muchos compuestos, especialmente los compuestos impropios,
quedan fuera de esta clasificación.
Los prefijos
A diferencia de los sufijos, los prefijos no son siempre morfemas
inmóviles constantes. No lo son las preposiciones que cumplen la
función de prefijos y que entran en la formación de verbos, pero al
mismo tiempo rigen nombres o pronombres, por ejemplo, la preposición
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con: conseguir, contribuir, conmigo, con el niño, con razón, etc.
Además, los elementos a los que se anteponen no suelen sufrir
alteraciones en su estructura fonológica.
Tema II
sistema nominal
El sustantivo: FORMACIÓN genérica
LAS PARTES DE LA ORACIÓN
La distribución de las palabras en clases o partes de la oración
(también, partes del discurso) puede hacerse aplicando o mezclando
dos criterios: morfológico o el sintáctico, eso es, desde el punto de
vista puramente formal (criterio morfológico) o desde el punto de vista
funcional (criterio sintáctico). En muchos casos los dos criterios de
aplican juntos complementándose.
En español (y en otras lenguas que poseen sistemas análogos al
sistema de la lengua española) el criterio morfológico es suficiente por sí
solo para clasificar todas las palabras en dos grandes grupos: palabras
variables y palabras invariables.
Son variables las palabras que poseen morfemas flexivos
(desinencias). La gramática tradicional llama a los morfemas flexivos
accidentes y por ese término entiende las desviaciones de la forma
flexionada en relación con la forma fundamental del paradigma. Así, los
casos: en el sistema de los casos se toma el nominativo como forma
básica mientras que todas las demás formas casuales se consideran
accidentes o desviaciones del nominativo.
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Nombres sustantivos y nombres adjetivos
La denominación común, que se aplica a estas dos categorías de
palabras, comprueba que todavía se consideran como pertenecientes a
una categoría superior, la del nombre. No obstante, en las gramáticas
modernas el sustantivo y el adjetivo aparecen integrados en dos clases
distintas de palabras.
Es verdad que el sustantivo y el adjetivo poseen muchos caracteres
comunes; por ejemplo, comparten los mismos morfemas de número. No
obstante, entre los nombres sustantivos y los nombres adjetivos existe
una diferencia importante: la distinción entre nombres apelativos y
nombres propios se da solo con los sustantivos.
El nombre apelativo es un sustantivo que designa personas, no posee
un género gramatical determinado y siempre ha de ser acompañado por
el artículo, adjetivo o pronombre masculino o femenino para aludir a la
persona de sexo masculino o femenino respectivamente: el mártir / la
mártir, este colega / esta colega, etc.
El nombre propio se aplica a seres animados o inanimados para
designarlos y diferenciarlos de otros de su misma clase, y que –por no
evocar necesariamente propiedades de dichos seres–, pueden llevarlo
más de uno: Antonio, Santiago (Santiago de Compostela, Santiago de
Cuba, Santiago de Chile), etc.
Las categorías gramaticales del sustantivo. El género
El término “género” es de origen griego: en griego ‘genos’ significa
tanto el término gramatical, como el sexo de los seres vivos. De ahí que
en la gramática se hable de género natural (según el sexo): el hombre /
la mujer, y del género gramatical que es absolutamente arbitrario: la
mesa, la silla, el diván, el sofá, etc. Por su género los sustantivos
españoles se dividen en femeninos y masculinos; el género neutro no se
da en español como una categoría nominal.
Decimos que un nombre es femenino o masculino cuando las
respectivas formas masculinas o femeninas del artículo y de algunos
pronombres se agrupan directamente con el sustantivo en construcción
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atributiva o aluden a este sustantivo fuera de cualquier construcción.
De acuerdo con esta definición, palabras como perdiz, poder, flor,
leche, etc. solo podrán atribuirse a uno de los dos géneros cuando
aparecen con artículo: la perdiz, el poder, la flor, la leche, etc. o con
algunos pronombres: esta flor es linda, aquella flor es una rosa; estos
son sus poderes inhumanos. Con respecto a ello la gramática considera
con razón que el sustantivo pertenece a un género, mientras que son los
pronombres y los adjetivos los que poseen flexión de género. Por eso es
evidente que si todos los adjetivos poseían una sola terminación en cada
número, en español no existiría la categoría gramatical de género.
Significación del género de los nombres de persona (animados)
Si los sustantivos apelativos designan nombres de seres animados,
tenemos la idea de que los femeninos y los masculinos designan,
respectivamente, mujer y varón (o hembra y macho si se trata de
especies animales). Esta idea se acerca bastante a la verdad, sobre todo
si más que a los sustantivos la aplicamos a las formas del artículo y de
los pronombres, incluyendo entre las formas pronominales también las
del pronombre personal de tercera persona, en los casos en que tanto
los artículos como los pronombres realizan por sí mismos una mención
de persona: Hoy la he visto. A este le rompo yo la cabeza.
Solo existe una limitación a este principio: los plurales de los
artículos y los pronombres los, ellos, estos, etc. designan efectivamente
una pluralidad de varones, pero también pueden designar
conjuntamente una pluralidad formada por hembras + varones: ello es
resultado del carácter genérico que es propio del masculino. Los
nombres apelativos de persona tienen estas y otras limitaciones. No
solamente los plurales masculinos (hijos, padres, hermanos, etc.)
pueden significar varones y hembras conjuntamente, sino que el
singular masculino hombre equivale a varón, pero –empleado como
término genérico– también designa seres humanos (incluyendo a
mujeres y varones).
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Significación del género de los nombres de cosa (objetos
inanimados)
Es en ese sentido que hablamos de género gramatical: la
correlación del género con los contenidos semánticos no es regular; es
casi siempre arbitraria y problemática y nunca es constante ni regular.
Muchos conceptos de cosa poseen, junto a su designación propia y
específica, una designación más que incluye a varios objetos, de la
misma manera como el género (родът) incluye en la lógica a las
especies (видовете). Por eso el género del nombre más general se
comunica a veces a los nombres particulares. Así ocurre con los
nombres de los días de la semana: son de género masculino, pues es de
género masculino la palabra “día”; los nombres de los meses, pues es de
ese género la palabra “mes”, los nombres de los ríos: el Danubio, el
Neva, el Amazonas, etc.
La forma de los nombres en relación con el género
1. Nombres de persona. En contraste con los pronombres y los
artículos los sustantivos apelativos de persona carecen de una forma
fija que esté en relación con la diferencia de sexo. Especialmente los
masculinos de varón poseen muy variadas terminaciones: monje,
canciller, alférez, abad, bufón, pícaro. La distinción de sexo se asocia con
frecuencia a las terminaciones –a /–o átonas, pero ni la una ni la otra
son propias solo para los nombres femeninos de mujer o para los
masculinos de varón. En primer lugar hay una larga lista de nombres
en –a (y otra, menos extensa, de nombres en –o) que designan
indistintamente por sí mismos varón y mujer: en tales casos son los
artículos y los pronombres masculinos o femeninos los que determinan
la pertenencia de dichos nombres a uno u otro sexo. La gramática los
denomina sustantivos comunes: el ~ la guía; el ~ la pianista; el ~ la
testigo, etc. Son incluso muy frecuentes los nombres propios femeninos
de mujer que proceden de masculinos en –o con significación de cosa:
Rosario, Olvido, etc. Que la terminación en –o o en –a de los nombres
apelativos no es decisiva para la diferenciación del sexo lo prueba
también la extensa serie de nombres masculinos de varón que terminan
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en –a: el recluta, el guardia, el profeta, el granuja, el déspota, etc. Por
otra parte existen algunos femeninos en –a que designan
indistintamente varón o hembra, por ejemplo: la víctima, la criatura, la
persona, etc. También algunos masculinos en –a se usan para designar
indistintamente seres pertenecientes a ambos sexos: los parias, los
antípodas; lo mismo se refiere a ciertos masculinos en –o, tales como:
un vejestorio de mujer.
Los sustantivos apelativos que no determinan el sexo ni por su forma,
ni con la ayuda de las formas pronominales, se denominan nombres
epicenos. Son bastante frecuentes sobre todo para designar las especies
animales: el gorila, el cóndor, la serpiente, la perdiz, el delfín, etc. En
algunos nombres de personas y de animales la diferencia de sexo se
expresa mediante palabras (raíces) diferenetes; la gramática los llama
heterónimos y el fenómeno se llama heteronimia:
varón mujer
padre madre
macho hembra
toro vaca
carnero oveja
caballo yegua
Con mucha frecuencia un nombre masculino (de varón o de macho)
cambia o alarga su terminación para formar el correspondiente nombre
femenino (de mujer o de hembra). El fenómeno se llama moción (es un
término que proviene del verbo mover):
gallo gallina
héroe heroína
rey reina
abad abadesa
actor actriz
Es muy frecuente el empleo de la terminación –a que se agrega a un
nombre masculino terminado en consonante:
león leona
dios diosa
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director directora
También es muy frecuente sustituir la terminación –e del masculino
por la terminación –a, propia del femenino:
monje monja
sirviente sirvienta
presidente presidenta
La moción es un fenómeno heredado del latín, pero en español ha
alcanzado un desarrollo extraordinario. En algunos casos, a pesar de la
identidad de la raíz, no se consigue una simetría semántica perfecta
entre el masculino y el femenino: el crío ≠ la cría de caballos; el
asistente ≠ la asistenta. La generala, la militara no son mujeres que
ejercen el mando de general o de militar, sino significan la mujer del
general, la mujer del militar (професорша, президентша). La formación
contraria, el cambio de –a en –o, es bastante más rara: la viuda ~ el
viudo. El plural masculino de estos nombres (menos veces, también el
singular) tiene valor genérico; en realidad se trata de un nombre
epiceno: los padres, los autores, los dioses.
2. Nombres de cosa. Son más variadas las terminaciones que
aparecen en los nombres de cosa que en los de persona. Es también
más frecuente el hecho de que una misma terminación se dé en
nombres femeninos y masculinos: el bien / la sien; el mal / la sal; el
matiz / la actriz; los cauces / las fauces, etc.
En la formación del género de los nombres influyen factores formales,
semánticos, etimológicos y analógicos. La pertenencia genérica de una
palabra muchas veces exige un detallado estudio histórico. Con algunos
sufijos derivativos se asocia un determinado género gramatical.
Generalmente son femeninos los nombres que terminan en:
–triz la cicatriz
–ie(s) la serie, la intemperie
–icie la planicie, la calvicie
–ez la pesadez, la estupidez
–(i)dad la barbaridad, la soledad, la brutalidad
–ión la religión, la región [pero el camión]
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–sión la aversión, la compasión
–ción la revolución
–zón la razón, la cerrazón [pero el corazón]
–tud la virtud, la multitud
–tumbre la costumbre
–dumbre la servidumbre, la muchedumbre
Son masculinos:
–ón el butacón
–ete el brazalete, el chupete, el banquete
–dor, –tor, –sor el colador, el tractor, el cursor
–il el redil, el tamboril
Desde el punto de vista formal importa señalar que casi todos los
nombres apelativos de cosa que terminan en –o (o con morfemas
derivativos, terminados en –o) son masculinos. Pocas veces se ha
conservado en español el género femenino originario en –o: la mano, la
nao. La terminación –o ha impuesto el género masculino a los nombres
de árboles que en latín, por dar frutos, eran femeninos: el pino, el olmo,
etc.
En general, los nombres apelativos de cosa que terminan en –a son
de género femenino. Hemos de observar, no obstante, que los
masculinos en –a abundan más que los femeninos en –o. Varios
femeninos en –a adoptan el género masculino cuando designan color
(por el género del término genérico el color): el lila pálido, el rosa, el
escarlata, etc. Otros adoptan el género masculino cuando designan
marcas de vino: el borgoña, el málaga, un rioja añejo, etc. Otro caso lo
constituyen las palabras neutras de origen griego que terminan en –ma,
–pa, –ta. En general, por su terminación, algunas de estas palabras
habían adoptado ya en latín el género femenino: la lágrima, la calma, la
chusma, la estratagema. En cierto momento de la evolución histórica del
idioma, a sabiendas de que –el género masculino es el genérico y
representa incluyendo en sí al resto de los géneros, de modo que es
capaz de representar también al perdido neutro–, los cultos eruditos
impusieron el masculino a varias de estas palabras: el enigma, el
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problema, el tema, el telegrama, el mapa, el fonema, el morfema, el
sistema, el planeta, el cometa [la cometa significa otra cosa], etc.
Es frecuente que dos nombres apelativos de cosa, uno femenino en –
a y otro, masculino en –o, tengan una misma raíz o una misma base de
derivación. Las diferencias semánticas entre el femenino y el masculino
son a veces comunes a varias de estas parejas, así:
olivo [= árbol] oliva [= fruto]
manzano manzana
naranjo naranja
huevo [= un huevo] hueva [= muchos huevos]
leño [= una pieza] leña [= astillas]
huerto huerta [= un huerto más grande]
río ría
Por otra parte abundan los nombres de cosa, llamados ambiguos, que
con una misma forma adoptan los dos géneros:
el cólera la cólera
el frente la frente
el lente la lente
el clave la clave
arte poética arte español
A veces el uso del género lo decide el ámbito social o profesional y el
dialecto. Así la mar aparece en boca de la gente marina: la alta mar, la
pleamar, etc. Los femeninos la calor, la color son vulgarismos y delatan
el habla campesina de ciertas regiones. En general los sustantivos en –
or, que eran masculinos en latín, conservan su género; la labor es
cultismo.
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Tema III
Número del sustantivo
En contraste con el género, el número gramatical constituye un
sistema coherente que afecta por igual a todos los sustantivos. En
singular carecen de morfema de número; en plural se ofrecen tres
variantes de un solo morfema:
• –es
• –s
• [Ø] morfema
PARA FORMAR EL PLURAL SE AGREGA EN SINGULAR A CADA
SUSTANTIVO UNA DE LAS VARIANTES DEL MORFEMA EN PLURAL;
LA SELECCIÓN DE LA VARIANTE DEPENDE DE LA ESTRUCTURA
FONOLÓGICA DEL SINGULAR: SEGÚN EL SONIDO EN QUE
TERMINA EL SUSTANTIVO, SEGÚN SU ACENTUACIÓN Y SEGÚN
SEA O NO MONOSÍLABO.
SUSTANTIVOS APELATIVOS TERMINADOS EN CONSONANTE
1. Cuando el singular de un sustantivo polisílabo termina en la
consonante –s, inmediatamente precedida o no de otra consonante, y su
acentuación no es aguda (el acento no cae en la última sílaba), el plural
se forma con [Ø] morfema, es decir, la forma del singular y del plural
coinciden. En estos casos estamos en presencia del fenómeno, llamado
sincretismo, que se resuelve en la secuencia sintáctica con la ayuda de
las formas de número diferenciadas de que disponen la mayor parte de
los pronombres y los adjetivos. La lista de los sustantivos que tienen
una misma forma en singular y en plural es bastante numerosa:
el atlas los atlas
el lunes los lunes
la dosis las dosis
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la crisis las crisis
el virus los virus
el tórax los tórax
el análisis los análisis
2. Los sustantivos cuyo singular termina en –s, pero que no
pertenecen al primer grupo, esto es, los monosílabos y los polisílabos
agudos (que llevan el acento en la última sílaba) forman su plural con la
variante –es del morfema de plural:
la mies las mieses
el revés los reveses
el país los países
La misma forma en plural adoptan los sustantivos que terminan en –
d, –z, –l, –r y –n cuando no aparecen agrupadas con otra consonante:
la red las redes
el sol los soles
el mar los mares
la pared las paredes
el lápiz los lápices
el ángel los ángeles
la virtud las virtudes
el polen los pólenes
En tal caso el plural mantiene el acento en la misma sílaba, con la
excepción de las siguientes palabras: carácter / caracteres; régimen /
regímenes; espécimen / especímenes.
Al mismo esquema para la formación del plural se ajustan, además,
unas pocas palabras patrimoniales (no extranjeras) con terminación
consonántica diferente de –d, –z, –l, –r y –n: boj / bojes; reloj / relojes.
3. A partir del siglo XIX se ha generalizado en la escritura y algunas
veces también en la pronunciación un plural en –s para determinados
sustantivos terminados en consonante. En la mayoría de los casos se
trata de extranjerismos de diferente origen, no hispanizados todavía,
que por su estructura particular no se acomodan a los patrones
fonológicos y morfológicos (morfonológicos) del español.
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Análoga dificultad de acomodación ostentan varios sustantivos
cultos, griegos o latinos, introducidos en diversas épocas, tales como
memorándum, hipérbaton, déficit, etc. De hipérbaton se ha empleado el
plural anómalo hipérbatos que, no obstante, es preferible ante el
barbarismo hipérbatons. En el caso de memorándum la forma del plural
no varía memorándum, puesto que el correspondiente plural en –es
produce una estructura extraña que el oído español rechaza
(*hipérbatones, *memorándumes). Los plurales *armóniums, *máximums,
*mínimums y *mediums deben evitarse, puesto que existen los plurales
normales: armonios, máximos, mínimos, medios. El plural de álbum es
álbumes. Para los sustantivos neutros de origen griego o latino se
recomienda el plural en –a: curriculum / curricula.
4. La mayor parte de los plurales en –s, precedida por una o dos
consonantes, son extranjerismos. Así, complot / complots es galicismo
en cuya pronunciación la t se omite en singular y en plural, ya que en
francés en estos casos se omiten todas las consonantes finales. Por eso
resulta mejor hispanizarlo como compló / complós tal como se ha hecho
con otras palabras de anóloga terminación: cliché / clichés, chalé /
chalés, parqué / parqués, etc.
Otros extranjerismos han resultado mejor asimilados en español; en
algunos casos se respeta la forma singular y se crea otra nueva que
haga posible la formación de un plural adecuado a la morfonología
española:
vivac → vivaque vivaques
frac → fraque fraques
film → filme filmes
vals → valse valses
Del sustantivo club debe emplearse el plural clubes muy extendido en
América hispanohablante.
18
SUSTANTIVOS TERMINADOS EN VOCAL
1. Los sustantivos de acentuación llana (con acento en la penúltima
sílaba) o esdrújula (con acento en la antepenúltima sílaba) cuyo singular
termina en vocal simple (no en diptongo) forman el plural con –s:
la carta las cartas
el arte las artes
el pasto los pastos
el mapamundi los mapamundis
el páramo los páramos
la tribu las tribus
el espíritu los espíritus
2. Los monosílabos y los polisílabos agudos (con acento en la última
sílaba) que en singular terminan en los diptongos –ay, –ey, –oy o en el
triptongo –uey, en plural adoptan la terminación –es o –s. Las palabras
más antiguas han consolidado su plural en –es: reyes, bueyes, leyes,
ayes. Los extranjerismos de diverso origen y los americanismos
(indigenismos) vacilan con frecuencia ante la terminación en –es o en –
s: carey / careys o careyes; caney / caneys o caneyes [Cuba: recodo de
un río; Venezuela: choza redonda]. En los indigenismos del Perú se
encuentra, además, un plural en –aes: pacay / pacáes (especie de
árbol).
3. Gran parte de los polisílabos agudos, terminados en una sola vocal
(–á, –í, –ú) adoptan la desinencia –es para el plural aunque a veces
también la desinencia –s:
–á jacarandá jacarandáes
Excepciones: mamás, papás, sofás, bajás
–í bigudí bigudíes bigudís
frenesí frenesíes
maniquí maniquíes
rubí rubíes rubís
Excepciones: esquís
–ú bambú bambúes bambús
bantú bantúes bantús
19
tabú tabúes tabús
Excepciones: menús, tisús
En cambio los polisílabos agudos en –é, –ó hacen el plural siempre en
–s: cafés, canapés, chalés, dominós.
La palabra árabe maravedí tiene tres formas en plural: maravedís,
maravedíes y maravedises. El sustantivo jabalí debe hacer su plural en
–es: jabalíes. La forma *jabalises se considera vulgarismo.
SINGULARIA TANTUM Y PLURALIA TANTUM
1. El grupo de los sustantivos ‘singularia tantum’ está representado
por sustantivos que solo se usan en singular: este, oeste, sur, norte,
cenit, sed, salud, etc.
2. El grupo de los sustantivos ‘pluralia tantum’ está representado por
los sustantivos que se usan solo en plural: tinieblas, tijeras, tenazas,
facciones, etc. Estos plurales se emplean con frecuencia en locuciones
adverbiales con preposiciones: a tientas, de bruces, a sus anchas, a
horcajadas, etc.
3. Existe un grupo de sustantivos que se usan en singular pero
tienen un sentido colectivo; muchos de ellos en latín han sido neutros
plurales en –a que se han conservado en español como singulares de
significado colectivo: el huevo ≠ la hueva; el brazo ≠ la braza; la fiesta,
Castilla, etc.
TEMA № 4
EL NOMBRE ADJETIVO
La forma genérica del adjetivo
Por su forma genérica los adjetivos se dividen en tres grupos: a) los que son
genéricamente invariables (tipo feliz, alegre, triste); b) los que poseen una forma
para el femenino en –a y otra para el masculino en –o (tipo bueno, buena); c) los
que poseen un femenino en –a y un masculino que no termina en –o (tipo
regordete, regordeta).
20
1. Los adjetivos invariables:
A. Son genéricamente invariables los adjetivos que en singular terminan en –a.
Son casi siempre nombres que pueden funcionar como adjetivos y como
sustantivos a la vez:
hipócrita un hombre hipócrita; una mujer hipócrita
homicida un puñal homicida, un arma homicida
indígena un pueblo indígena, una población indígena
Entran en este grupo:
a) los gentilicios como azteca, celta, belga, croata, maya, persa, etc.;
b) los nombres de color que funcionan como adjetivos o como sustantivos:
lila, malva, escarlata, etc.
c) los adjetivos que acaban en –í tónica, especialmente los gentilicios: alfonsí,
marroquí, etc.
d) los adjetivos que acaban en–ú tónica, especialmente los gentilicios: hindú,
zulú, etc.
e) la mayor parte de los adjetivos terminados en –e; su grupo es, además, muy
superior al de los grupos de los apartados anteriores. Entre ellos figura el
subgrupo de los adjetivos formados con los sufijos:
–ble: agradable, ingobernable;
–bre: salubre, lúgubre;
–ense, (con variante –iense) que sirven para formar gentilicios:
bonaerense, canadiense;
–ante, –ente, –iente: constante, vacante, patente, valiente,
independiente. Cuando funcionan como sustantivos estos últimos a
veces admiten la moción –a para formar el femenino (el dependiente ~
la dependienta);
f) la mayor parte de los adjetivos que terminan en consonante, entre ellos
• los que terminan en –az, –iz, –oz (casi todos heredados del latín):
audaz, voraz, lenguaraz, precoz, atroz, feroz, feliz;
• los adjetivos de acentuación aguda formados con los sufijos –al, –ar:
fenomenal, elemental, meridional, celular, secular, etc.
21
• los adjetivos llanos terminados en –il: ágil, fértil, etc.
• los adjetivos agudos terminados en –il: mujeril, varonil, pueril, etc.
• los adjetivos usados en grado comparativo sintético (directamente
latinismos): mejor, peor, mayor, menor, etc.
2. Los adjetivos variables (femenino en –a, masculino en –o):
En español constituyen el grupo más numeroso. Forman un paradigma
absolutamente regular: a un adjetivo masculino en –o le corresponde
obligatoriamente un femenino en –a. De ahí que de un nombre terminado en –o
al que no le corresponde otro, terminado en –a, podemos decir con seguridad que
es sustantivo y no adjetivo: amoníaco, monaguillo, etc. Lo contrario no es cierto:
es decir, si existen las dos formas puede tratarse ciertamente de un adjetivo
perteneciente a este grupo (paterno, –a), pero también puede tratarse de un
sustantivo con moción (mi sobrino, su sobrina), o de las dos categorías a la vez:
extraño, –a (adjetivo) frente a un extraño, los extraños (sustantivo), o de pares de
sustantivos de cosa: cuadro ≠ cuadra que, si bien tienen una base común,
semánticamente son muy distintos.
3. Adjetivos con forma femenina en –a y forma masculina que no es –o
A. Entre los adjetivos que se derivan por medio de los sufijos –ete, –ote hay
algunos cuya forma femenina termina en –a. Estos adjetivos se emplean sobre
todo con significación de persona, razón por la cual pueden funcionar asimismo
como sustantivos: guapote / guapota; regordete / regordeta, etc.
Idénticas características poseen también los adjetivos derivados en general de
otros adjetivos por medio de los sufijos expresivos: –ín, –ón: pequeñín /
pequeñina, grandón / grandona, guapetón / guapetona, pobretón / pobretona, etc.
A este grupo pertenecen, asimismo, unos pocos nombres adjetivos terminados
en –án que funcionan indistintamente como sustantivos: alazán / alazana;
holgazán / holgazana, etc.
B. Pertenecen a este grupo todos los adjetivos formados con los sufijos
–dor, –tor, –sor, independientemente de su significado:
creador creadora
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espíritu receptor mente receptora
defensor defensora, etc.
También forman parte de este grupo los adjetivos con el significado de
gentilicios formados con el sufijo –és: francés / francesa; cordobés / cordobesa,
etc.
De los adjetivos en –és hay que decir lo siguiente: si bien el adjetivo montés
(gato montés) puede tener un femenino en –a, lo mismo no es válido para el
adjetivo cortés (un hombre cortés / una mujer cortés).
El adjetivo y el número gramatical
Las variantes del morfema de plural y los principios morfonológicos de su
distribución son comunes, en general, al sustantivo y al adjetivo. Debemos
subrayar, no obstante, que el [∅] morfema de plural no es frecuente en el
adjetivo (por ej.: Era una moza serrana, rubiales y pecosa). Tampoco existen
muchos adjetivos terminados en vocal con el morfema –es: carmesíes, muladíes.
APÓCOPE DEL ADJETIVO
A. Los adjetivos masculinos singulares bueno y malo se reducen a buen y mal
en toda construcción atributiva cuando preceden inmediatamente a la palabra que
es núcleo de la construcción atributiva (puede ser un sustantivo u otra palabra
que cumple la función de sustantivo): buen entendedor, buen hombre, mal
aspecto, mal ejemplo, etc. Además en tales casos la apócope de la vocal final –o
en bueno y malo no depende del sonido con que empieza la palabra siguiente
dentro de la construcción.
De la naturaleza de los sonidos vecinos depende, en cambio, el empleo de
grande y de su forma apocopada gran. Esta última suele emplearse ante un
nombre que empiece por consonante: gran triunfo, gran derrota. La forma
completa grande es de escaso uso en esta posición, pero es la única que aparece
usada en la perífrasis de superlativo: la más grande ilusión, el más grande
secreto.
Ante nombre que empieza por vocal hoy en día se prefiere también la forma
apocopada: gran esfuerzo, gran amistad.
23
B. Las gramáticas tratan aparte la apócope de santo en san ante el nombre de
varón santificado (San Agustín, San Pablo, San Antonio). En estos casos (que sin
duda representan construcciones atributivas) se escribe con mayúscula. La
apócope no se produce en los siguientes casos: Santo Domingo, Santo Tomás,
Santo Tomé. El adjetivo santo no se apocopa cuando no alude a algún varón
santificado (santo oficio, santo cielo, etc.).
NB. En casi idéntica situación se halla la forma don que es forma apocopada del
sustantivo dueño que, cuando acompaña a cualquier nombre propio de varón (don
Pablo, Don Quijote, etc.) se somete a la apócope. Lo mismo es válido para la forma
femenina doña del sustantivo dueña (Doña Isabel la Católica). Las formas apocopadas
don y doña acompañan solo a los nombres de pila y no van con los apellidos; con estos
últimos se usan señor y señora (doña María, pero señora López).
GRADOS DE COMPARACIÓN DE LOS ADJETIVOS
A. Grados comparativos. No han pasado al español los comparativos latinos en
–ior: hoy estas formas comparativas se expresan mediante la construcción
analítica más (menos) + adjetivo. Se ha conservado no obstante un reducido
número de comparativos latinos que las gramáticas modernas suelen denominar
‘grados comparativos sintéticos’:
bueno mejor
malo pero
grande mayor, etc.
B. Grados superlativos. La función de superlativo relativo la desempeñan las
construcciones formadas por el respectivo artículo (el, la, los, las, lo) + el
adjetivo en grado comparativo + la preposición de: el más bueno de todos = el
mejor de todos, etc.
C. Carecen de grado positivo (= grado cero) otras formas heredadas del latín
que presentan el morfema –ior del comparativo latino y diferentes morfemas de
superlativo.
Los comparativos en –ior se organizan en parejas; en cada una de estas parejas
los términos designan posiciones en el espacio o momentos en el tiempo que son
correlativos y, a la vez, opuestos:
inferior superior
24
interior exterior
ulterior anterior
A veces la lenguas los trata como positivos: más o menos inferior. La pareja
inferior – superior, aparte de su significación locativa (la planta inferior, la planta
superior, el estrato inferior), funciona como comparativo de malo / bueno:
inferior en tales casos significa peor; en cambio superior significa muy bueno: de
muy buena calidad = de calidad superior.
Estos comparativos rigen la preposición a: ...es superior / inferior a... En esto
contrastan con es mejor que, es más bueno que...
D. Superlativo absoluto y superlativo relativo
Se emplea el superlativo absoluto cuando no se establece la comparación con
el resto de los objetos o seres comparados. Se forma con el sufijo culto –ísimo y
sus variantes fonéticas. El superlativo relativo, por su parte, significa que la
comparación se hace con respecto al resto de los objetos o seres: Juan es el mejor
de todos.
a) El superlativo absoluto.:
El superlativo en –ísimo es una formación latinizante. El uso corriente del
idioma tiende a introducir formas populares para el adjetivo en grado superlativo. En
varias ocasiones, no obstante, se mantienen sin competencia las formas cultas que a
veces resultan puros latinismos. En los casos enumerados a continuación hay dobletes:
una forma de carácter más literario (cultismo) y otra, de carácter más popular:
FORMAS CULTAS FORMAS POPULARES
amicísimo amiguísimo
aspérrimo asperísimo
crudelísimo cruelísimo
dificílimo dificilísimo
integuérrimo integrísimo
paupérrimo pobrísimo
simplicísimo simplísimo
pulquérrimo pulcrísimo
Aunque poco, en otros casos se usan solo las formas cultas; en el lenguaje
hablado estas formas literarias suelen aparecer sustituidas por la fórmula muy +
adjetivo:
antiquísimo = muy antiguo
25
celebérrimo = muy célebre
misérrimo = muy mísero
salubérrimo = muy salubre
El morfema –ísimo, –ísima que se agrupa con los adjetivos españoles es el
único morfema de superlativo absoluto dotado de vitalidad. En todos los casos el
superlativo ofrece los morfemas de género –o átona para el masculino, –a átona
para el femenino, aun cuando el adjetivo positivo sea genéricamente invariable:
hábil → habilísimo, habilísima
familiar → familiarísimo, familiarísima.
Cuando los adjetivos positivos terminan en una sola vocal esta desaparece en
la forma del superlativo: competente → competentísimo; dulce → dulcísimo, etc.
Pierden su última vocal también los adjetivos en grado positivo que terminan
en los diptongos –ue, –uo átonos:
tenue → tenuísimo
exiguo → exigüísimo.
Los que terminan en el diptongo –io átono lo pierden, por ej.: amplio →
amplísimo; limpio → limpísimo. En cambio, los adjetivos que terminan en –ío
pierden solo la –o final: frío → friísimo; vacío → vacísimo.
Tema V
LOS PRONOMBRES
Ideas generales
Constituyen una clase de palabras que poseen en español unas
características comunes que no son morfológicas, ni propiamente
sintácticas, pero que tienen consecuencias de orden sintáctico: son
nulos o escasos los contenidos semánticos de los pronombres. No
sabemos lo que significa el pronombre esto, por ejemplo, pues puede
significar a la vez muchas cosas; sabemos, eso sí, para qué sirve: señala
algo que está ante nuestros ojos o algo que acabamos de pronunciar o
escribir, sin expresar su concepto. A estas funciones se refería la
Gramática griega al decir que todo pronombre es deíctico (eso es, señala
26
sin conceptualizar lo que hemos visto o recordamos) o anafórico (remite
a lo que se acaba de enunciar). Por ejemplo, el pronombre yo señala
deícticamente al que está diciendo “yo”, el relativo que remite
anafóricamente a su antecedente en el contexto.
Por otra parte, los pronombres poseen caracteres morfológicos y
sintácticos, algunos de los cuales (género) comparten con los
sustantivos; otros, como la persona, con los verbos.
Muchos de los pronombres tienen formas genéricas y numéricas.
Para varios pronombres es común la forma neutra: formas neutras
poseen los pronombres personales, los demostrativos, los relativos y el
artículo.
Unos pronombres funcionan exclusivamente como atributivos; otros
carecen totalmente de esta función; otros, por su parte, funcionan
indistintamente de una y otra manera.
Los pronombres poseen formas tónicas y formas átonas. Así, los
pronombres personales en función de sujeto son formas tónicas; los
demostrativos cuando funcionan como atributos suelen ser átonos;
también los posesivos; el artículo es siempre átono.
A diferencia de los sustantivos y los adjetivos, la declinación de los
pronombres es totalmente distinta. El sistema de los pronombres
conserva restos de varios casos, no solo del acusativo (que es propio del
sistema nominal1
). Por lo demás, algunos pronombres se distinguen
puesto que ofrecen régimen preposicional y régimen no preposicional,
por ej.: me gusta mucho tu coche, no le gusta que salgas conmigo; a
mí me da igual, etc.
Conviene estudiar cada grupo de pronombres por separado, pues
poseen muchas características especiales que otros grupos de
pronombres no comparten.
Una última advertencia. A veces se dice que los pronombres son
sustitutos, que sustituyen, por ejemplo, a los nombres; de ahí su
denominación ‘pronombres’. No es cómodo hablar de sustitución, pues
en muchos casos no hay tal sustitución. Podríamos decir que en la
1
Casi todos los nombres españoles se derivan del acusativo latino.
27
frase el colega nuevo y el que trabajaba antes en la fábrica, el que
sustituye realmente a ‘el colega’, porque es posible la sustitución
inversa, es decir, el colega nuevo y el colega que trabajaba antes en la
fábrica. Pero en esto de que me hablas la sustitución inversa es
imposible: *esto de esto que me hablas. Para caracterizar la función
de los pronombres es mejor decir que son deícticos o anafóricos.
Los pronombres personales
En este caso el término ‘personal’ no se opone a ‘no-personal’ en el
sentido en que persona se opone a cosa, sino que se tienen en cuenta
las seis personas gramaticales del discurso, es decir, el diferente papel
que tanto las personas, como las cosas son capaces de cumplir en el
acto de hablar.
Los pronombres personales poseen morfemas de número; por eso
hablamos de tres personas en singular y de otras tres en plural. Pero la
interpretación semántica de estos plurales no es igual en todos los
casos. Así, por ejemplo,
vosotros = tú + tú + tú...
ustedes = él + él + él..., pero
nosotros≠ yo + yo, sino a yo + tú o a yo + este
Las formas
Primera persona del singular:
Caso sujeto sin preposición yo
Caso régimen con preposición a mí, de mí, conmigo
Caso acusativo (complemento directo) me
Caso dativo (complemento indirecto me
Primera persona del plural:
Caso sujeto sin preposición nosotros, nosotras
(con variación genérica)
Caso régimen con preposición a nosotros
Complemento directo nos
Complemento indirecto nos
En la primera personas los plurales son compuestos por nos + otros.
La antigua forma nos, empleada hasta los Siglos de Oro hoy se usa
28
como forma mayestática, es el conocido Nos mayestático, forma propia
para los reyes y para los altos cargos eclesiásticos.
Segunda persona singular:
Caso sujeto sin preposición tú
Caso régimen con preposición a ti, de ti, etc.
Complemento directo te
Complemento indirecto te
Segunda persona del plural:
Caso sujeto sin preposición vos + otros, forma compuesta con
variación genérica (vosotras)
Caso régimen con preposición a vosotros, de vosotras
Complemento directo os
Complemento indirecto os
La forma vos con valor de segunda persona del singular tiene amplio
uso en extensas zonas de América: se trata del fenómeno conocido como
“voseo”.
Tercera persona del singular:
Caso sujeto sin preposición él, ella, ello
Caso régimen con preposición a él, de ella, de ello, consigo
Complemento directo lo / le; la, lo
Complemento indirecto le (m, f), se (variante de le),
Por ejemplo: Le lo da se convierte en Se lo da. La variante se (por le)
en el complemento indirecto se emplea solo cuando después sigue
inmediatamente otro pronombre que empieza por l–; el orden de los
pronombres en tal caso es constante: el pronombre que cumple la
función de complemento indirecto va siempre en primer lugar, seguido
por el que cumple la función de complemento directo (lo mismo que en
búlgaro): Да му го дам = Dárselo.
Tercera persona del plural:
Caso sujeto ellos, ellas
Caso régimen con preposición a ellos, de ellas, con ellos, con ellas
Complemento directo: los / les, las
Complemento indirecto les (m, f); se
(variante genéricamente invariable),
por ejemplo: *Les lo da se convierte en Se lo da a ellos.
29
las funciones de los pronombres personales
El acusativo es el caso que corresponde al complemento directo
pronominal. Esta es su función sintáctica más frecuente, pero no la
única.
El neutro acusativo lo puede funcionar como parte del predicado
reproduciendo anafóricamente cualquier sujeto, independientemente de
su género y número, por ejemplo:
Aquello es algo magnífico, pero esto no lo es.
Aquellas casas son modernas, pero estas no lo son.
Aquella ventana está abierta, pero esta no lo está.
El dativo es el caso del complemento indirecto pero además puede
funcionar como ‘dativo de interés’ (‘dativo ético’):
Se le murió el perro.
Puede funcionar también como dativo posesivo:
Se le murió el perro = Murió su perro.
Al final hemos de señalar que solo un reducido número de adjetivos
(tales como mismo, todo, solo) pueden acompañar como atributos al
pronombre personal: yo misma, nosotros mismos, todos nosotros, solo tú,
etc.
LOS PRONOMBRES PERSONALES REFLEJOS (REFLEXIVOS)
Cuando el verbo de la oración ofrece la misma persona y el mismo
número que sus complementos pronominales, sean con o sin
preposición, decimos que estos pronombres son reflexivos (reflejos) o
que están en construcción reflexiva.
Todas las formas del pronombre personal de primera y segunda
persona que no cumplan exclusivamente la función de sujeto, por
consiguiente, todas las formas menos yo y tú, pueden entrar en la
construcción reflexiva en calidad de pronombres reflexivos:
me lavo nos lavamos
te lavas os laváis
En la construcción reflexiva el pronombre de tercera persona
adopta formas especiales para el singular y el plural:
lava (CD) a sí mismo
30
complemento directo o indirecto se
dice (CI) algo a sí mismo
caso preposicional sí, consigo
Este se reflexivo (se peina) es solo homónimo y homófono del se dativo
no reflexivo. En la construcción reflexiva con se, por la indistinción de
número que es propia de este pronombre reflejo, la diferencia se
consigue mediante las desinencias verbales:
Se arrepienta (tercera persona singular)
Se arrepientan (tercera persona plural)
Lo mismo ocurre con la forma sí para el caso preposicional:
Habla de sí mismo.
Hablan de sí mismos.
El sincretismo
Decimos que se da el fenómeno gramatical llamado “sincretismo”
entre dos o más miembros de un mismo paradigma con funciones
diferentes cuando ofrecen una misma forma. Así, por ejemplo, hay
sincretismo entre la primera y la tercera persona singular en el
imperfecto de indicativo (yo cantaba / él cantaba) y de subjuntivo (que
yo cantara ~ cantase / que él cantara ~ cantase).
El sincretismo de caso se da entre el acusativo (me, te) y el dativo (me,
te): este sincretismo puede resolverse solo mediante la prueba de la
conmutación. En:
Me conviene hacerlo.
Nos conviene hacerlo.
hay que conmutar me y nos por el pronombre personal de tercera
persona que distingue las formas del complemento directo de las de
complemento indirecto:
(A ella) le conviene hacerlo.
Pero en otras ocasiones el sincretismo es irresoluble. En
Me bebí el vaso de leche,
la conmutación es imposible, porque
Le bebí el vaso.
Lo bebí (el vaso)
31
son frases de sentido muy diferente. Los reflexivos también ofrecen un
sincretismo irresoluble. En:
Me voy. Te vas.
no es posible sustituir las formas reflexivas me y te por *Le voy, *Le vas.
Los pronombres posesivos
Las raíces de los pronombres posesivos pertenecen a los pronombres
personales: por su origen los posesivos son variantes de los pronombres
personales. No obstante, los pronombres posesivos poseen
características morfológicas que los distinguen claramente de los
personales. La más importante radica en el hecho de que los posesivos
carecen de flexión casual: todas sus formas se derivan del acusativo
latino. Además, fuera de su función como parte de predicados, los
posesivos se caracterizan por su propiedad sintáctica: los posesivos
aparecen siempre en construcciones atributivas; a diferencia de ellos,
los personales nunca cumplen función de atributos, por ejemplo:
El nuestro es mejor función predicativa
Nuestro padre es médico función atributiva
Por su raíz los posesivos distinguen la categoría de persona y son
deícticos o anafóricos de la misma manera que los personales. No
obstante la raíz de los posesivos no distingue nunca el sexo o el género
gramatical de la persona o del nombre a que señala; en algunos casos
no distingue ni el género, ni el número. Así, nuestro señala
deícticamente a un plural, pero se refiere tanto a nosotros como a
nosotras, es decir, no distingue el género: nuestro = de nosotros y de
nosotras. Su, suyo señalan indistintamente a un plural y a un singular,
a un masculino, a un femenino y a un neutro:
de él
de ella
suyo de ello
de ellos
de ellas
32
Para mayor claridad en el caso del pronombre posesivo
distinguiremos las formas de un poseedor de las formas de varios
poseedores.
Al igual que los personales, los posesivos distinguen dos tipos de
formas: tónicas y átonas. A diferencia de los personales, los posesivos
distinguen también las formas apocopadas (siempre proclíticas y, por lo
tanto, átonas) de las formas plenas: las formas plenas son tónicas y, por
lo general, van detrás de la palabra a la que sirven de atributo o detrás
del artículo y cumplen función predicativa:
mi padre padre mío / el mío
Proclítica Plena
Apocopada Tónica
FUNCIÓN ATRIBUTIVA FUNCIÓN ATRIBUTIVA
El mío es bueno
Primera persona:
un poseedor: mío, mía mi
míos, mías mis
varios poseedores nuestro, nuestra
nuestros, nuestras
Segunda persona:
un poseedor: tuyo, tuya tu
tuyos, tuyas tus
varios poseedores: vuestro, vuestra
vuestros, vuestras
Tercera persona:
uno o varios poseedores: suyo, suya su
suyos, suyas sus
No es nuevo decir que los pronombres posesivos son exclusivamente
adjetivos posesivos. Por eso habrá que desterrar la denominación de
33
‘pronombres sustantivos’ o de ‘posesivos sustantivados’ aplicada a las
fórmulas: el mío, el tuyo, el vuestro, etc. En estas fórmulas el artículo
cumple la función anafórica como en las construcciones análogas con
cualquier clase de adjetivos, por ejemplo:
Su mundo no es el nuestro.
En este caso el artículo reproduce anafóricamente el sustantivo
‘mundo’:
Su mundo no es nuestro mundo.
La sustantivación solo es posible cuando el posesivo, como cualquier
otro adjetivo, aparece en plural con significación de persona
acompañado del artículo, que en este caso no es anafórico:
sus padres
los suyos sus partidarios
sus seguidores
El sistema pronominal en América: particularidades y diferencias
1. Desaparición de la segunda persona del plural:
• desaparición de vosotros / os
• sustitución por ustedes
2. El voseo. Clases de voseo.
3. Loísmo, leísmo y laísmo. El loísmo en América
4. El pronombre usted utilizado para con los niños.
Tema VI
Los pronombres demostrativos.
El artículo
LOS DEMOSTRATIVOS
SUS FORMAS
El demostrativo en español posee tres series de formas:
masculino este, ese, aquel
femenino esta, esa, aquella
neutro esto, eso, aquello
El artículo posee las siguientes formas:
34
En singular:
masculino el
femenino la / el
neutro lo
En plural:
masculino los
femenino las
Tanto los demostrativos, como el artículo poseen los mismos
caracteres morfológicos en lo que se refiere a la variación de género y de
número. Difieren en cuanto al acento: los demostrativos son siempre
palabras acentuadas prosódicamente; los artículos, en cambio, son
siempre átonos. Los artículos siempre se anteponen a los sustantivos (o
adjetivos, o palabras que pueden funcionar como sustantivos). Los
demostrativos pueden anteponerse o posponerse:
No conozco a ese hombre.
No conozco al hombre aquel.
En la lengua moderna el artículo no se combina con ningún
demostrativo antepuesto; puede combinarse con algún demostrativo
pospuesto:
No se dice el ese hombre
Puede decirse el hombre ese
Los demostrativos pueden funcionar como adjetivos y como
sustantivos; los demostrativos neutros solo funcionan como
sustantivos:
Función de adjetivo: Esta casa es nueva.
Función de sustantivo: Aquella es moderna.
Esto no es verdad.
Cuando funcionan como sustantivos, los demostrativos no van
acompañados por atributos, excepto unos pocos adjetivos que sí suelen
acompañarlos:
estos mismos
aquella sola
todos estos
FUNCIÓN DE LOS DEMOSTRATIVOS
Por su condición de pronombres, los demostrativos realizan
diversas clases de señalamientos.
35
Con los pronombres de la primera serie (este, esta,...) el hablante
señala el lugar o el período de tiempo en que se encuentra en el
momento de hablar, por ejemplo: esta casa es nueva donde ‘esta’ señala
el aquí y el ahora.
Con los pronombres de la segunda serie (ese, esa,...) el hablante
alude a lo que no está presente, a lo que se determina por medio de
datos que permiten especificarlo: en esas hermosas tierras por
descubrir, el pronombre ‘esas’ alude a ‘tierras’, algo que no está
presente y se determina por datos complementarios.
Con los pronombres de la tercera serie (aquel, aquella,...) señalamos
mediante un proceso de rememorización a algo alejado de nosotros en el
tiempo y en el espacio, por ej.: Aquel año hizo mucho frío.
Las formas del artículo realizan un señalamiento especial: son
deícticos vagos, o, si se quiere, demostrativos imprecisos. De todos
modos, más que deíctico, el artículo es una palabra determinativa: No
hay equivalencia entre: (1) El niño no se encuentra bien y (2) Este niño no
se encuentra bien, si las dos oraciones se refieren a una misma
situación extralingüística y si no tratamos con la segunda a oponer
‘este’ niño’ a otros niños, presentes o ausentes. De todos modos, el uso
del demostrativo en este caso posee un matiz afectivo del que está
desprovisto el artículo.
Observaciones:
1. Una propiedad sintáctica privativa del artículo neutro, apenas
compartida por los demostrativos neutros esto, eso y aquello, es su
capacidad de agruparse con un adjetivo masculino singular (cuando el
adjetivo es genéricamente invariable, por ej. difícil) y, a veces, de
combinarse incluso con adjetivos de cualquier género y número:
Lo más difícil es confesar la verdad.
Me extraña lo desgraciados que parecen.
¡Lo graciosas que son estas niñas!
2. Tanto el artículo neutro como los demostrativos neutros se parecen
en su capacidad para participar en construcciones de relativo y en
frases preposicionales (especialmente con la preposición de):
36
lo de siempre
esto de ahora
lo que pasó
aquello que pasó
3. El artículo femenino singular ante palabras que empiezan por –a o
–ha tónica adquiere la variante ‘el’: el agua, el hacha, el ave, el habla.
De esta regla se exceptúan los nombres propios y los apellidos de
mujer, y las letras del alfabeto: la Ana, la Ángela, la Álvarez, la a, la
hache. La interposición de cualquier palabra entre el artículo y el
sustantivo femenino que empiece por –a o –ha tónica instituye la forma
normal del artículo la: la dulce habla, la gran águila.
4. Quedan fuera de la primera regla también los adjetivos: la agria
polémica, la árida llanura, etc.
5. Con los pocos nombres apelativos de personas o animales que son
nombres sustantivos comunes y ofrecen una a– inicial tónica,
independientemente de si se usan como sustantivos o como adjetivos,
debe emplearse la forma común del artículo femenino la para
distinguirse el género (el sexo):
la árabe (mujer) el árabe (hombre)
la ánade (hembra) el ánade (macho)
6. FORMAS CONTRACTAS:
A. La sinalefa (encuentro de dos o más vocales) que normalmente
se produce cuando las dos vocales contiguas son átonas, se observa en
la escritura entre la preposición de + el artículo el = del:
del bien o del mal
el salario del hambre
La contracción se suprime cuando el artículo forma parte inseparable
de un nombre propio:
Salió de El Salvador.
La región de El Bierzo es muy bonita.
B. No se trata de sinalefa sino de reducción vocálica en el caso de
la preposición a + el = al: al anochecer, al alba, etc. Cuando el artículo
es parte de un nombre propio la reducción no se produce:
37
Llegaron a El Paso.
7. Ya hemos mencionados que todos los demostrativos son
palabras con acento de intensidad. Por su estructura fónica todas estas
formas no deberían llevar acento gráfico. La norma académica
estableció que todas estas formas lleven acento gráfico cuando
funcionan como sustantivos, es decir, cuando aparecen solos, sin la
compañía de ningún adjetivo. No obstante, a partir de 1952 la
Academia tomó la siguiente decisión: «Será lícito prescindir del acento
cuando no exista riesgo de anfibologías», o sea, ya no se pone acento
sobre ningún pronombre demostrativo, ni siquiera sobre los
demostrativos sustantivos, siempre que no existan dudas ni dificultades
de comprensión.
Los pronombres tal y tanto
Los pronombres tal y tanto ofrecen las siguientes formas:
En singular:
masculino tal tanto
femenino tal tanta
neutro tal
En plural:
masculino tales tantos
femenino tales tantas
neutro tanto
Las formas de estos pronombres tienen acento de intensidad. Lo
mismo que los demostrativos pueden funcionar como adjetivos o como
sustantivos. Predomina su empleo como adjetivos: de tal palo tal astilla.
El pronombre tal determina la cualidad; el pronombre tanto determina
la cantidad. Los dos tienen una forma neutra que es idéntica a la
respectiva forma del masculino singular:
a) ―¡No digas lo contrario!
―No digo yo tal = Yo no digo eso.
b) Aquello es tanto como nada.
Como adjetivo tanto admite el grado superlativo en –ísimo (tantísimo,
tantísima). A veces tal y tanto funcionan como adverbios y esto conlleva
frecuentes confusiones e interferencias entre ambas categorías, por ej.:
No hables tanto.
¡Me gustas tanto!
¡Tanto gusto en varte!
38
Tema VII
pronombres relativos E interrogativos
LOS PRONOMBRES RELATIVOS: SUS FORMAS
Los pronombres relativos son: que, quien, cual, cuyo y cuanto. Son
formas átonas, es decir, se usan siempre como proclíticas.
• Que es invariable: se usa para personas y cosas en singular y en
plural. No ofrece variación genérica.
• Quien adopta relativamente tarde una forma especial para el
plural (quienes). Normalmente se usa para personas; tampoco
ofrece variación genérica.
• Cual tiene su propia forma numérica heredada del latín (cuales).
Las formas con variación genérica *cuala, *cualo se consideran
dialectismos vulgares y la norma no las acepta.
• Cuyo conserva los morfemas de género y de número: cuyo, cuya,
cuyos, cuyas.
• Cuanto ofrece variación genérica y numérica: cuanto, cuanta,
cuantos, cuantas. Posee, además, una forma neutra (cuanto) que
formalmente coincide con la del masculino singular.
FUNCIONES DE LOS PRONOMBRES RELATIVOS
Como otros pronombres, los relativos realizan señalamientos
anafóricos a palabras o complejos sintácticos del contexto (a veces
puede ser toda una oración).
Se diferencian de todos los demás pronombres por el hecho de que
simultáneamente se usan como nexos de subordinación. Cuando
cumple la función de nexo, el relativo forma parte de la cláusula
subordinada. Cuando funciona como anafórico, crea una relación con la
cláusula subordinante a la cual (o a uno de cuyos elementos)
representa. Este elemento se llama antecedente del relativo.
Por otra parte el relativo puede funcionar como adjetivo (de cuya idea,
cuantas personas) o como sustantivo. Cuando funciona como sustantivo
puede ocurrir que el antecedente aparezca expresado como término
39
independiente (el hombre que...) o que esté implicado en la idea misma
del relativo:
quien calla, otorga = la persona que calla...
el que a hierro mata, de hierro muere = el hombre que...
RELATIVOS SUSTANTIVOS CON ANTECEDENTE EXPRESO
De los relativos entran en este grupo los pronombres que y quien; que
pertenece exclusivamente a dicha categoría. Por otra parte que y quien
no son casi nunca intercambiables. La esfera de acción de que es más
amplia que la de quien. Además, cuando el pronombre relativo no
depende de una preposición y tiene un antecedente pronominal
inmediato, se emplea que y no quien:
yo que los vi
aquellos que partían
Se emplea también que, regularmente sin preposición, cuando el
relativo tiene por antecedente el artículo:
aquel año y el que viene
eso es lo que no permito
Los grupos enteros el que, la que, los que, las que pueden funcionar
también como relativos con antecedente expreso:
la casa en la que nací
varias cosas a las que responder
RELATIVOS SUSTANTIVOS SIN ANTECEDENTE O CON
ANTECEDENTE IMPLÍCITO
1. Quien, usado preferentemente en singular, puede llevar implícito
su antecedente y entonces equivale a la fórmula antecedente + que, con
la que alterna en ciertas oraciones. Como antecedente en dicha fórmula
se emplea generalmente el artículo y menos veces el demostrativo aquel;
a veces puede aparecer algún pronombre indefinido:
quien dice a, dice b = el que dice a, dice b
quienes te precedieron, te aventajaron = los que te
precedieron
2. Los plurales cuantos / cuantas como pronombres sin
antecedente se emplean como señalamiento anafórico a un sustantivo
(del mismo género y número) que los precede y entonces equivalen a la
fórmula todos los que / todas las que, con la que alternan: la historia
más inverosímil de cuantas se conocen = de todas las que... Es
40
frecuente el uso de cuantos = todos los que sin anáfora y con
significación de persona:
Cuantos le conocen le quieren mucho = todos los que le
conocen...
Es particularmente frecuente el empleo del neutro cuanto = todo lo
que:
Aquella casa y cuanto estaba en ella era suyo = todo lo que
estaba...
Relativos adjetivos
1. El pronombre cuyo y sus distintas formas genéricas y
numéricas, usados como nexos hipotácticos, se anteponen a un
sustantivo apelativo, con significación de persona o de cosa, de la
cláusula subordinada. Simultáneamente remiten a un sustantivo
apelativo o bien a determinados pronombres de naturaleza sustantiva
que forman parte de la cláusula subordinante:
El señor, cuyo nombre te dije el otro día, está allí enfrente.
2. Dentro de ciertos límites el grupo del cual, de la cual, de los
cuales, etc. (menos veces del que, de la que...) concurre con el relativo
adjetivo cuyo:
unas casas, a las puertas de las cuales = a cuyas puertas
Si el antecedente está alejado del relativo a veces se repite en la
cláusula subordinada precedido por el cual, la cual, etc. que entonces
funcionan como relativos adjetivos; en tales casos no es correcto
emplear cuyo en vez de el cual:
Vieron a un hombre del mismo talle y figura [...], el cual
hombre, cuando los vio, se sobresaltó.
3. La construcción que consiste en anteponer cuanto (en
masculino o femenino, singular o plural) a un sustantivo (cuantas veces,
cuanta simpatía) es excepcional, no tanto por el hecho de que el relativo
precede a su antecedente, sino por la particularidad de que en el
relativo aparecen subentendidos elementos que por un lado pertenecen
al relativo y, por el otro, al antecedente, como se deja ver en la fórmula
equivalente todo el que, toda la que, todos los que, todas las que, con la
que concurre la construcción examinada:
cree a pie juntillas cuantas mentiras le dicen = todas las
mentiras que...
morían cuantos enemigos se acercaban = todos los que...
Los pronombres interrogativos
Por su forma los interrogativos no se diferencian, en lo esencial,
de los relativos; su repertorio es un poco más reducido. Quedan fuera
del inventario de los interrogativos los relativos compuestos el cual, la
cual, etc. y la serie el que, la que, etc.
A diferencia de los relativos, todos los interrogativos poseen
acento de intensidad que debe marcarse gráficamente. Hay que
distinguir, además, la pregunta directa de la indirecta, es decir, la que
se formula como parte de una cláusula subordinada (me pregunto qué
habrá sucedido aquel día). Los interrogativos que se emplean en la
pregunta directa son:
qué,
41
quién, quiénes
cuál, cuáles
cuánto, cuánta, cuántos, cuántas
cúyo, cúya, cúyos, cúyas
cuánto (n)
De todos ellos solo quién, quiénes, el neutro cuánto y cúyo se
emplean de manera exclusiva como interrogativos sustantivos o
predicativos:
―¿Quién es?
―Soy yo.
El neutro cuánto puede funcionar como adverbio cuando es
complemento de duración o de precio:
¿Cuánto tardará en llegar?
¿Cuánto cuesta?
Los restantes interrogativos funcionan indistintamente como
pronombres sustantivos y adjetivos. Cuando funciona como adjetivo
que se combina con nombres femeninos o masculinos, en singular y
plural.
Funciones de los interrogativos
Lo que distingue los interrogativos de los demás pronombres es el
hecho de que sirven primordialmente como instrumentos de la función
apelativa del lenguaje: la naturaleza de su señalamiento es sobre todo
apelativa: apunta a la persona o cosa inquirida mediante la pregunta.
En este sentido, entre el concepto implicado en el interrogativo y el
nombre o el pronombre con que se contesta en la respuesta se da una
relación de identidad semejante a la que existe entre el relativo y su
antecedente. Esta semejanza se explica por el origen común a ambas
clases de pronombres.
Los interrogativos que se emplean en la pregunta indirecta
En líneas generales las formas son las mismas. Se observa una
tendencia muy subrayada en español a introducir oraciones de relativo
en la interrogación indirecta:
a) Conozco qué camino leva al otro mundo
b) Conozco el camino que lleva al otro mundo
Se resisten a dicha tendencia las interrogativas indirectas
dubitativas:
No supo el hombre qué contestar.
Ignoro cuánto tardará en llegar.
No sé qué decirte.
Tema VIII
PRONOMBRES INDEFINIDOS Y CUANTITATIVOS
De su naturaleza
Los pronombres indefinidos y los cuantitativos poseen unas
características especiales que los sitúan en el extremo opuesto a todos
los demás pronombres estudiados hasta ahora. Con los pronombres
42
personales, los demostrativos, el artículo, los relativos y los
interrogativos el hablante trata de identificar personas y objetos o
grupos de personas y de objetos del mismo género o especie. Es un
señalamiento orientado a lo individual y lo determinado. Resulta
paradójico que este tipo de señalamiento se realiza mediante el empleo
de palabras que carecen de contenidos conceptuales extraídos de la
realidad, fuera de los que representan los morfemas de género y de
número que son comunes a todas las categorías nominales o
pronominales.
Con los pronombres indefinidos y los cuantitativos ocurre todo lo
contrario en ambos sentidos. Por un lado, estos pronombres poseen
componentes conceptuales, lo que explica el hecho de que sus raíces
participan con frecuencia en los mecanismos de la derivación y la
composición: reunir, hidalgo, poquedad, demasía, menospreciar,
menoscabo, etc. y el hecho de que algunos de estos pronombres se
emplean asimismo sustantivados: la nada, un don Nadie, el más y el
menos, etc. En cierto modo el elemento conceptual de la raíz de estos
pronombres los acerca a la categoría del nombre adjetivo, sobre todo
cuando funcionan como atributo de un sustantivo: poca cosa, muchos
alumnos, demasiada preocupación, una verdad, etc. Por esta razón a
veces se denominan «adjetivos pronominales». No obstante, pese a que,
como pronombres adjetivos, están privados de la función deíctica o
anafórica, propias de los pronombres en general, los indefinidos y los
cuantitativos no dejan de poseer los rasgos de indefinición e
indeterminación que caracterizan a los pronombres de su clase. La
mención (el señalamiento) que realizan deja sin identificar personas y
cosas, bien porque no importa o no interesa precisar de qué o de quién
se trata, bien porque semejante operación simplemente no es posible.
La denominación de ‘cuantitativos’ se aplica a los indefinidos que
designan un número no determinado de personas u objetos (muchos
días, pocas esperanzas) o una cantidad o un grado indeterminado de
cierta sustancia (bastante vino, demasiado calor). Los términos
‘indefinidos’ y ‘cuantitativos’ son, pues, compatibles en muchos casos.
43
Por su capacidad de gradación cuantitativa, algunos de estos
pronombres, en su forma neutra, funcionan como adverbios
cuantitativos. La distinción en estos casos no es siempre fácil: con
verbos intransitivos (o usados como intransitivos) son adverbios: reía
poco, lloraba mucho. Usados con verbos transitivos en determinados
contextos son pronombres cuantitativos neutros: ganó mucho (dinero),
perdió poco (tiempo). En otros casos, como por ejemplo:
a) en leía mucho [= constantemente]– adverbio
b) leía mucho [= muchos libros] – pronombre cuantitativo neutro
A estas características particulares que los indefinidos y los
cuantitativos no comparten con ninguna otra clase de pronombres, se
suman los caracteres generales comunes a todos los pronombres. Los
indefinidos pueden funcionar exclusivamente como sustantivos
(alguien, nadie, quienquiera) o indistintamente como adjetivos y
sustantivos (uno, alguno).
Por otra parte también realizan cierto señalamiento cuando
funcionan solos, como sustantivos:
Citaron a todos los testigos, pero algunos no comparecieron.
Una especie puede engendrar otra.
Otro rasgo, común a varias clases de pronombres, es el de poseer
género neutro que solo en dos indefinidos aparece con forma
diferenciada: algo / nada, mientras que en los demás se identifica con
la forma del masculino singular (todo, mucho, poco, demasiado, uno,
otro) o con la forma singular cuando el pronombre carece de
diferenciación genérica (bastante), o con la única forma de los
pronombres invariables (más, menos, demás). Cuando algunas de estas
formas aparecen combinadas con el artículo neutro lo (lo poco, lo
mucho, lo menos, lo bastante) pueden considerarse como formas
neutras. Lo mismo que el artículo neutro lo, los indefinidos neutros
poseen la propiedad de poder regir nombres adjetivos:
Algo malo habrá hecho.
Nada bueno le espera
Ofrécele algo caliente: café o té.
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Las formas no neutras de los indefinidos poseen la extraordinaria
capacidad de combinarse entre sí o con otros pronombres no
indefinidos: alguien más, muchos más, otros muchos, otro cualquiera.
cualquier otro, otro tanto, cada cual, etc. En semejantes combinaciones
resulta a veces difícil descubrir cuál es el término regente (sustantivo) y
cuál el regido (adjetivo).
CLASES DE INDEFINIDOS: SUS FORMAS Y SUS FUNCIONES
1. El indefinido uno posee variación genérica y numérica: uno, una,
unos, unas. Todas las formas tienen acento prosódico de intensidad
excepto la variante apocopada un, siempre usada como proclítica
cuando precede inmediatamente un sustantivo masculino (u otra
palabra que funciona como sustantivo): un sí es no es, un tira y afloja,
un buen día, un muchacho, etc. Cuando el sustantivo siguiente es
femenino singular que empieza por a– o ha– tónica se usa también la
forma apocopada un: un hacha, un águila, un ave, etc.
Por su función adjetiva este indefinido se ha merecido la
denominación de ‘artículo indeterminado o indefinido’ por el hecho de
que entre él y el artículo, llamado por contraposición ‘determinado’, se
establecen ciertas relaciones y ciertos contrastes semánticos y
sintácticos:
a un lado ≠ al lado
un libro ≠ el libro
La situación es diferente cuando el artículo y el indefinido actúan
como sustantivos, porque entonces el indefinido aparece siempre solo,
mientras que el artículo nunca aparece separado de los atributos o
complementos que corresponden al término al que representa. Por
consiguiente, falta una perfecta simetría entre ambos.
Por otra parte, el indefinido experimenta diversos cambios de
categoría gramatical. Aparte de su empleo como numeral, que es
originario, el más importante es su uso como pronombre personal
indefinido con el carácter de persona general:
uno piensa, come y vive
le dicen a uno sólo mentiras
45
2. Los indefinidos en cuya composición entra uno (alguno y ninguno)
forman entre sí una oposición (término positivo // término negativo) sin
que entre ellos existen otras diferencias. Téngase en cuenta no obstante
que alguno puede emplearse como término negativo en ciertas
construcciones (especialmente es característico para el estilo literario):
en parte alguna se encontraba bien = en ninguna parte
vivía sin esperanza alguna = sin ninguna esperanza
Ambos pronombres ofrecen variación genérica y numérica: alguno,
alguna, algunos, algunas; ninguno, ninguna, ningunos, ningunas. Todas
las formas llevan acento de intensidad. Las formas singulares algún,
ningún adoptan la forma apocopada en las mismas condiciones que
uno, una. No obstante, las formas femeninas plenas se emplean más
que la forma apocopada (y en esto se diferencian del empleo de una):
Buscaba alguna alma en pena
Se percibía la voz de alguna ave noctámbula
Tanto las formas negativas como las positivas se emplean
indistintamente como pronombres sustantivos o adjetivos, con la
significación de persona o cosa. Como sustantivos alguno y ninguno
compiten con los indefinidos invariables alguien y nadie:
no hay nadie en la calle
no he visto a ninguno // a nadie
alguien cruza la calle
algunos andarán por ahí perdidos
Los neutros que corresponden a cada una de las series positiva y
negativa, tienen sus propias formas: algo y nada, que también se
emplean como sustantivos: un algo, una nada.
3. El indefinido compuesto cualquiera no solo deja sin identificar ni
individualizar el objeto (persona) de su mención, sino que además lo
coloca en el mismo plano de todos los de su género: cualquiera = ‘lo
mismo da uno que otro’. Cualquiera funciona indistintamente como
sustantivo de persona o cosa. Cuando funciona como adjetivo y va
inmediatamente antepuesto a un nombre se emplea la forma apocopada
cualquier sin distinción de género:
cualquier hombre
46
cualquier mujer
cualquier universidad
cualquier pueblo
Cuando va agrupado con otra se prefiere usar la forma plena:
cualquiera otra persona. También es posible decir cualquier otra
persona, pero este empleo es menos frecuente.
En posición pospuesta se emplea exclusivamente la forma plena; en
este caso el sustantivo, seguido por cualquiera, siempre va precedido
por un pronombre indefinido:
una persona cualquiera
otra persona cualquiera
un mortal cualquiera
El plural de cualquiera / cualquier es cualesquiera; muy pocas veces
se usa la forma apocopada *cualesquier; es de empleo literario.
4. Quienquiera / quienquier y su plural quienesquiera, con
significación de persona, es hoy de empleo muy restringido y
enteramente libresco.
5. El indefinido cuantitativo todo tiene variación genérica y numérica:
todo, toda, todos, todas y una forma neutra todo. Menciona personas y
cosas, y se emplea indistintamente como sustantivo o adjetivo.
Una de sus características especiales es la de poder anteponerse a los
personales en función de sujeto (toda yo, todos vosotros, todos ustedes),
a los demostrativos y al artículo cuando se emplean en función de
sustantivo o de adjetivo (todos estos, todos aquellos, todos los que me
acompañan; todos estos amigos, toda mi familia).
La forma todo se emplea como sustantivo:
el dinero es todo para él
los amigos son todo para mí
6. Los indefinidos cuantitativos más y menos son invariables, pero se
agrupan con sustantivos de cualquier género y número; en singular, se
combinan con sustantivos que designan sustancia (quiero más agua); en
plural se combinan con sustantivos que significan cantidades
numerables (más / menos personas, más / menos árboles). En estos
47
casos funcionan como adjetivos; pueden combinarse entonces con otros
indefinidos o con pronombres pertenecientes a otras clases y con
numerales:
algunos más
nadie más
dos menos
quien más, quien menos
Pueden sustantivarse ocasionalmente como todas las palabras
cuando funcionan como nombres de sí mismas: un más, un menos, el
más, el menos. Pero cuando van acompañados por el artículo en plural
cumplen función anafórica:
Estaban escritas unas en latín, otras en inglés, las menos en
nuestro propio idioma.
En todos los casos más y menos llevan acento prosódico de
intensidad.
7. Los pronombres indefinidos cuantitativos mucho y poco ofrecen
variación numérica y genérica: mucho, mucha, muchos, muchas; poco,
poca, pocos, pocas
En esto se distinguen de los pronombres invariables más y menos,
aunque no resultan tan distintos por sus funciones. Igual que más y
menos, al agruparse con el artículo, pueden funcionar como elementos
anafóricos, pero –a diferencia de más y de menos– en tales
construcciones aparecen casi siempre como antecedentes de un
relativo:
...otro grupo de viajeros, de los muchos que viajan en tal época
por aquellos lugares...
Como otros pronombres cuantitativos con frecuencia rigen
complementos de naturaleza partitiva: quiero un poco de agua, muchos
de ellos, etc. La concordancia con el complemento partitivo es muy
extendida en el habla vulgar: una poca agua.
Se observa la marcada tendencia a la conversión de mucho y poco en
adjetivos:
perdió la poca vergüenza que le quedaba
es un castigo por sus muchos pecados
48
8. El indefinido otro lleva acento de intensidad y ofrece variación
genérica y numérica: otro, otra, otros, otras. Se usa para significar
indistintamente personas o cosas y tiene función prosustantiva y
proadjetiva. Por su contenido semántico presupone que algo ha sido
mencionado ya o va a mencionarse, algo que pertenece al mismo
género, clase o especie a que pertenece el objeto de su propia mención.
Esta alusión a su naturaleza semántica no debe confundirse con el
señalamiento anafórico o situacional, porque otro la realiza no solo
cuando actúa anafóricamente como pronombre sustantivo, sino
también cuando tiene función proadjetiva, es decir, cuando aparece
agrupado con algún sustantivo. Gracias a su contenido semántico otro
se acerca en ocasiones a un numeral ordinal: otro es el segundo, aquello
que se menciona después de lo primero: otra vez = una segunda vez.
Con esta fórmula otro es intercambiable: una vez más = otra vez:
no faltaba otra cosa = no faltaba más
sin otro interés que ganar más dinero = sin más interés que...
9. El indefinido demás es invariable y es sinónimo de otro, pero se
emplea exclusivamente con artículo plural, lo mismo cuando actúa
anafóricamente como sustantivo y cuando va agrupado a otro nombre
en función proadjetiva:
un buen hombre es un hombre bueno para los demás
se entendía bien con todos los demás
Raras veces se agrupa con artículo singular y esto sucede cuando
acompaña a un nombre colectivo o a un sustantivo, generalmente
femenino, que significa colectividad: la demás gente de la casa estaba
ausente. Mientras que los otros alude generalmente a cierto grupo, los
demás se refiere a todo el resto de la serie. El neutro aparece con
artículo: lo demás; puede aparecer sin artículo detrás de una
enumeración de cosas o de seres más o menos heterogéneos: normas,
leyes, decretos y demás.
10. El indefinido distributivo cada es invariable: cada uno, cada
una. Se emplea exclusivamente como pronombre adjetivo ante nombres
de objetos numerables en singular:
cada hombre es inteligente
cada río va al mar
Puede emplearse también ante plurales inmediatamente
precedidos por un numeral cardinal que no sea un: cada tres semanas,
cada dos años, etc.
Se combina fácilmente con los pronombres uno y cual; cada uno y
cada cual son verdaderos pronombres compuestos que se usan
alternativamente ya que su semántica es muy parecida. Cada cual
parece insistir más en lo individual y lo diferencial. A diferencia de cada
uno, cada cual no se emplea con complementos partitivos:
cada uno de los alumnos
*cada cual de los alumnos
11. Bastante, bastantes y el pronombre demasiado, con formas
genéricas y numéricas (demasiado, demasiada, demasiados,
demasiadas) son pronombres cuantitativos que funcionan de manera
49
semejante a los demás cuantificadores. Igual que ellos también pueden
funcionar como adverbios.
12. A diferencia del singular vario que es adjetivo, el plural varios,
varias funciona como pronombre. En los casos cuando funciona como
sustantivo reproduce o anticipa términos del contexto:
Varios de ellos eran militares.
En la lejanía se veían varias de ellas.
13. Algunas gramática incluyen cierto entre los indefinidos, pero
cierto carece en absoluto de las propiedades anafóricas de los
pronombres.
Tema IX
LOS NUMERALES
DE SU CATEGORÍA GRAMATICAL
En los numerales hay que considerar dos aspectos: a) el que se
deriva de su categoría gramatical; b) el que procede de su naturaleza
semántica.
Por su contenido conceptual los numerales forman una clase
semántica homogénea. Al mismo tiempo, sus morfemas flexivos y
derivativos y sus funciones sintácticas no son muy distintos de los
morfemas y de las funciones que caracterizan a la categoría del nombre
y a la del pronombre.
La naturaleza numérica de los numerales, aunque sin ser capaz ella
sola de agruparlos en una categoría gramatical bien diferenciada (como
la del nombre, del pronombre o del verbo) influye a veces en la
gramática de los numerales. Por otra parte, a diferencia de otras
palabras, las palabras como uno, dos, tres ofrecen la particularidad de
corresponderse en la escritura con dos formas gráficas de naturaleza
distinta: un signo lingüístico y un signo aritmético.
LOS NUMERALES CARDINALES
Cada uno de los numerales uno, dos, tres, [...], nueve, cero es un
nombre sustantivo apelativo. Como tales sustantivos son de género
masculino: su género gramatical proviene del género de la palabra
‘número’ que es masculino. Decimos este uno, el uno, el cero, pero
también un número dos, el número uno. Como apelativos de cosa de la
que existen varios ejemplares oponen normalmente un singular a un
plural: la formación del plural sigue las reglas generales de la formación
del plural de los sustantivos: uno-s, dos-es, tres-es, etc.
50
Son también sustantivos los numerales uno, dos, tres, [...], quince,
veinte, ciento, mil, etc. cuando designan los números enteros positivos
de la serie ilimitada. Por sus caracteres gramaticales no se distinguen
en lo esencial de los anteriores; su género gramatical lo determina el
término genérico, en este caso no es solo el género de la palabra
‘número’, sino también de otros nombres genéricos que pueden ser
masculinos o femeninos:
el veinte el número veinte
el siglo veinte
la lección veinte
la serie veinte
El plural es de poco uso:
Se han retirados los onces [= los autobuses de la línea once]
Pero los numerales cardinales pueden ser empleados para contar los
objetos de que se compone un conjunto:
dos mil años
treinta páginas
cincuenta manzanas
En tal caso los numerales funcionan de manera casi idéntica a
como funcionan los pronombres indefinidos y cuantitativos; con pocas
excepciones, en general los numerales carecen de morfemas de género y
de número; a partir de dos rigen nombres plurales, masculinos y
femeninos:
dos años
cien páginas
tres manzanas
diez casas
Cuando realizan señalamientos en función sustantiva designan
también pluralidad, excepto uno:
El experimento se repitió en cuatro colegios.
En tres resultó un fracaso.
Déjame un libro para leerlo esta noche.
Tienes dos míos que todavía no me has devuelto.
Lo mismo que otros en la oposición los otros / otros, cuando van
acompañados por el artículo, los numerales designan una cantidad de
51
cosas ya mencionada o supuesta. Así, en la fórmula son las tres (horas),
en la que tres representa la cantidad de horas transcurridas y no el
número entero tres que probablemente habría dado la fórmula la hora
tres o la tres.
En función adjetiva ciento pierde su última sílaba aunque el nombre
vaya precedido por sus atributos: las cien mejores poesías de la época.
Es incorrecta la apócope cuando ciento se usa como sustantivo:
¿Cuántos hombres, entre ciento (*cien no sería correcto),
saben cómo funcionan las locomotoras?
Pero este uso parece muy extendido sobre todo en América. En
España predomina ciento hasta en modismos y refranes:
Más vale pájaro en mano que ciento volando.
ciento y pico de...
Un loco hace ciento
Veintiún, treinta y un como atributos se construyen con el
nombre en plural, en masculino y en femenino:
veintiún días
veintiuna banderas
Ambos, ambas, su variante entrambos, entrambas y la menos
frecuente ambos a dos, ambas a dos, todas ellas de uso literario,
equivalen a uno y el otro // la una y la otra. Son restos de un antiguo
número dual.
FORMA DE LOS NUMERALES CARDINALES
Considerado en su organización interna, es decir,
independientemente de su función sintáctica, un numeral puede estar
representado por una sola palabra (ocho) o por más palabras (ocho +
mil). Conviene, pues, distinguir entre numerales simples y compuestos.
Ofrecen formas simples los numerales de uno a quince, la serie de las
decenas (veinte, treinta, noventa, etc.), los numerales quinientos, mil y la
serie millón, billón, etc. Son equiparables a ellos los numerales
doscientos, trescientos, etc. cuyo morfema –cientos nunca aparece
separado de dos, tres, etc. en la expresión de los cardinales.
En líneas generales, excepto uno, una; doscientos, doscientas;
trescientos, trescientas; cuatrocientos, cuatrocientas y así hasta
52
novecientos, novecientas, los demás cardinales simples carecen de
variación genérica: treinta alumnos, treinta páginas, etc. Existe, no
obstante, una importante diferencia: los plurales doscientos, -as (y
todos los demás con variación genérica) acomodan siempre su género al
del sustantivo al que acompañan, tanto si le preceden (doscientos kilos,
trescientas toneladas) como cuando se hallan separados de él, en el
interior de un numeral compuesto:
trescientas mil cabezas de ovejas
doscientas veinte mil toneladas
Los singulares un, una, en cambio, conciertas su género con el
del sustantivo solo cuando le preceden inmediatamente:
un kilo
una tonelada
treinta y un mil toneladas
Excepto uno, una, los cardinales simples carecen de variación
genérica: cuatro casas, cien ovejas, etc.
Por otra parte, cuando el singular millón, billón y sus plurales,
millones, billones preceden inmediatamente al sustantivo este se une al
numeral mediante la preposición de:
un millón de habitantes
doscientos millones de hectáreas
En cualquier otro caso se usan sin preposición como el resto de
los cardinales: un millón trescientos veinte mil habitantes.
Observaciones:
1. La posición contigua de dos cardinales simples, en la forma
lingüística de un numeral compuesto, significa adición aritmética
cuando, por su valor numérico, el situado en el primer término es
superior al que le sigue (mil ocho = 1000 + 8) y multiplicación cuando es
inferior (ocho mil = 8 x 1000).
2. En los grupos aditivos (sumarios) se emplea normalmente la
conjunción y entre los dos elementos cuando el primero significa una
decena: cuarenta y seis. La conjunción y se usa raras veces en otros
casos: las mil y una noches. El grupo unido por adición funciona lo
mismo que un cardinal simple: en 102101 (ciento dos mil ciento uno) no
dos, sino el grupo ciento dos, formado por adición, funciona como
multiplicador de mil.
3. Acerca de la categoría gramatical de uno nos queda por
examinar el problema de la delimitación de uno, como pronombre
indefinido o artículo indeterminado, frente a uno como numeral
cardinal. Es numeral cuando se opone a otro de valor numérico mayor,
explícito o implícito:
Discutían si había de comprar una lata para cada uno o una
lata para los dos.
53
En su forma plural unos, unas es exclusivamente indefinido
excepto en los casos cuando se refiere a sustantivos ‘pluralia tantum’:
unos prismáticos dos prismáticos
unas tijeras tres tijeras
En este último caso, según la intención de los hablantes, el plural
unos, unas puede ser numeral o indefinido:
Compró unas tijeras купи 1 брой ножици
купи [някакви] ножици
Numerales ordinales
Pertenecen a la categoría del nombre. Funcionan casi siempre
como adjetivos en construcción atributiva:
la octava maravilla del mundo
la segunda dimensión
en noveno lugar
Fuera de la construcción atributiva se emplean con artículo
anafórico:
No importa saber si ha leído el segundo libro, si le has visto
leer los otros que le diste.
Algunas veces pueden emplearse anafóricamente sin artículo: en
primer lugar, en último lugar, etc.
Fuera de estas condiciones actúan como sustantivos, a veces
agrupados con el artículo, preferentemente con valor de persona:
Fue el primero de tomar la palabra.
Era la segunda de la clase.
Otras veces, precedidos o no de un artículo, de un pronombre o
de un numeral en función proadjetiva, se emplean con variadas
significaciones de cosa: este uso procede de una construcción atributiva
por elipsis del sustantivo:
Viajaba siempre en segunda [clase].
Estudiaba segundo [curso] de medicina.
A la tercera [vez] va la vencida.
Como sustantivos ofrecen variación genérica y numérica; usados
como adjetivos adquieren el género y el número del sustantivo al que
acompañan. El plural del adjetivo es de uso poco frecuenta:
Nunca segundas nupcias fueron buenas.
Los adjetivos primero, tercero y postrero pierden la –o final del
masculino cuando se usan en proclisis:
al primer intento
el tercer banco
el postrer gorjeo de las aves
A diferencia de los cardinales, los ordinales en su forma de
masculino pueden combinarse con el artículo neutro: lo primero, lo
segundo, lo último. Empleado sin artículo primero funciona también
como adverbio, generalmente con el significado de ‘ante todo’, ‘antes’.
Como adjetivo, primero adopta el sufijo –ísimo (primerísmo,
primerísima) y el sufijo –mente para forma adverbio (primeramente).
Formas de los ordinales
Igual que los cardinales, los ordinales poseen también formas
simples y compuestas Son formas simples las de primero al duodécimo:
54
primero, primera (primo, prima se usa solo en determinadas
combinaciones: obra prima, prima tonsura)
segundo, segunda
tercero, tercera (tercio se halla en ordinales compuestos)
cuarto, cuarta
quinto, quinta
sexto, sexta
séptimo, séptima
octavo, octava
noveno, novena (nono, nona en ordinales compuestos y
combinaciones especiales Pío Nono)
décimo, décima
undécimo, undécima
duodécimo, duodécima
Son también formas simples los ordinales correspondientes a las
decenas del 20o
al 90o
:
vigésimo, vigésima
trigésimo, trigésima
cuadragésimo, cuadragésima
quincuagésimo, quincuagésima
sexagésimo, sexagésima
septuagésimo, septuagésima
octogésimo, octogésima
nonagésimo, nonagésima
Son formas simples también los ordinales que corresponde a las
centenas de 100º al 900º:
centésimo, centésima
ducentécimo, ducentécima
tricentésimo, tricentésima
cuadringentésimo, cuadringentésima
quingentésimo, quingentésima
sexcentésimo, sexcentésima
septingentésimo, septingentésima
octingentésimo, octingentésima
noningentésimo, noningentésima
Además, se consideran también formas simples milésimo,
millonésimo, billonésimo, etc.
Con estas formas simples se forman los ordinales intermedios,
algunos de ellos escritos en una sola palabra:
decimotercio (decimotercero)
decimocuarto
decimoquinto
decimosexto
decimoséptimo
decimoctavo
decimonoveno (decimonono)
Los femeninos tienen forma doble: decimocuarta y decimacuarta.
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El manual de morfología

  • 1. TEMA I OBJETO DE LA MORFOLOGÍA. PALABRA, FORMA LINGÜÍSTICA, MORFEMA. CLASES DE MORFEMAS. CLASES DE PALABRAS: DERIVACIÓN Y COMPOSICIÓN El sistema de una lengua es un todo complejo que la ciencia lingüística estudia descomponiéndolo y analizándolo en distintos niveles. Así, los sonidos y su organización sistemática de cada lengua son objeto de las disciplinas Fonética y Fonología, ciencias que se dedican al nivel fónico de la lengua. La Morfología, que estudia las formas lingüísticas que tienen significado, y la Sintaxis, que estudia las complejas relaciones de las formas y su función, son disciplinas que se sitúan en otro nivel: en el nivel gramatical. La ciencia moderna a veces prefiere hablar de morfosintaxis, puesto que –en el habla–, los elementos significativos no aparecen aislados sino relacionados: cada forma lingüística cumple una función determinada. Palabra, forma lingüística, morfema Todo acto de habla se compone de una o de varias palabras. La palabra es un elemento lingüístico que se compone de varios sonidos y posee determinado significado. En primer lugar, las palabras se caracterizan por ser separables. La separabilidad de las palabras es su capacidad de aislarse unas de otras dentro de la cadena hablada mediante una pausa que no aparece en la elocución normal y que por eso se llama pausa virtual. Estas pausas casi siempre coinciden con los espacios en blanco en la escritura: una especie de separación gráfica de los segmentos significativos del discurso. En contraste con la pausa virtual, la pausa normal delimita porciones de discurso que generalmente resultan de mayor extensión. Lo más frecuente es que dos pausas normales sucesivas delimiten lo que en Fonología se conoce
  • 2. como grupo fónico. Lo mismo que la palabra, el grupo fónico es elemento significativo. Tanto la palabra como el grupo fónico son formas lingüísticas o formas gramaticales, o simplemente formas. Estas constituyen precisamente el objeto específico propio de la Morfología, considerada ciencia de las formas. Entre la palabra y el grupo fónico existe una diferencia importante. Decimos que el grupo fónico es una forma libre porque constituye un enunciado. Desde el punto de vista sintáctico el grupo fónico no equivale siempre a una oración (verbal o no verbal). Otras agrupaciones de palabras, que –por su estructura gramatical reciben el nombre de frases– constituyen también grupos fónicos, aunque a diferencia de la oración, su sentido se vuelve inteligible en la mayoría de los casos debido a la situación o al contexto: ¡Dios mío!; ¡Mala suerte! Así, por ejemplo, la secuencia «En lo de siempre» no se entiende fuera del contexto de un diálogo: A. –¿En qué trabajas? B. –En lo de siempre. Insistimos en que el grupo fónico es una forma libre. Lo mismo no se puede decir de una palabra, a menos que esta palabra por sí sola no sea capaz de constituirse en grupo fónico, como por ejemplo ¡Agua!; ¡Socorro!; Sí. Bueno. ¡Vamos!, etc. En tales casos decimos que se trata de una palabra independiente. Muchas palabras carecen de estas características: en general, se trata de las palabras que no llevan su propio acento en la cadena hablada, tales como los artículos, las preposiciones, las conjunciones, los clíticos (pronombres proclíticos o enclíticos). De las palabras que no son capaces de constituirse en grupos fónicos (= enunciados) decimos que son dependientes. Las palabras son segmentos lingüísticos compuestos por varios elementos o formas lingüísticas más pequeñas. La forma mínima, la más pequeña sucesión de fonemas, dotada de significado, se llama morfema o formante. Normalmente una palabra se compone de varios morfemas. Lo contrario se da también: se trata de casos cuando un único morfema coincide con una palabra (mar, sol, siempre). En estos 2
  • 3. casos hablamos de palabras radicales. En la mayoría de los casos el morfema es solo parte de una palabra; tal en sol–ar, mar–í–timo, etc. Clases de morfemas Los morfemas que ocupan el último lugar dentro de las palabras se distribuyen en dos clases: a) se llaman sufijos los morfemas derivativos que sirven para la formación de palabras nuevas; b) se llaman morfemas desinenciales o desinencias los morfemas flexivos que solo comportan conceptos gramaticales. Tanto los sufijos como las desinencias forman en español repertorios limitados y afectan a distintas clases de palabras. Los derivativos forman series de palabras numéricamente desiguales; así, el prefijo –oso forma una serie de palabras derivadas que, por lo común, pertenecen a la clase de los nombres adjetivos: fama fam–oso tumulto tumultu–oso mentira mentir–oso A veces un mismo sufijo sirve para formar adjetivos y/o sustantivos, por ejemplo: banc–ario, presidi–ario, agr–ario, etc. Aunque no es ninguna regla ni ley general, también se da el caso de que una misma palabra pueda asociarse a más de un morfema derivativo; así del adjetivo alto se forman: alt–eza; alt–ura; alt–ivo; alt– ar; alt–anero. A diferencia de los morfemas derivativos (sufijos), los morfemas flexivos (desinencias) forman series cerradas de idéntica extensión. Todos los miembros de cada una de estas series numéricamente idénticas se organizan, en el nivel de la lengua, en un cuadro sistemático que se llama paradigma. Forman paradigmas las diferentes categorías gramaticales: tiempos, modos, casos, personas, etc. En general, podemos decir que los morfemas derivativos poseen un carácter predominantemente léxico, mientras que los flexivos son de carácter predominantemente gramatical. 3
  • 4. Si de una palabra nominal (sustantivo o adjetivo) suprimimos todos los sufijos lo que queda se denomina radical o raíz: salv–ar; salv–a– mento; ven–id–ero; sombr–ero; sombr–a–s; tard–ío. En estas palabras derivadas, la base (raíz) se identifica con distintas clases de palabras: verbo, sustantivo, adjetivo, adverbio, preposición, etc. Estas palabras se llaman palabras primitivas. Un derivado puede convertirse en base para otro derivado: leche → lech–ero → lech–ería; pan → pan–a–dero → pan–a–dería. Por lo común la operación no puede extenderse a más de tres o cuatro derivados. En el orden de sucesión de los derivados se dan, asimismo, otras limitaciones. Algunos son siempre terminales; tal es el caso del sufijo –ez: solid–ez. El último morfema derivativo decide la categoría de la palabra independientemente de las características de la base de derivación. Así en: ven–i–d–ero: el sufijo –ero → adjetivo y, por lo tanto, podemos decir que en la base de la derivación está un adjetivo; igual en bon–dad–oso (el sufijo –oso → adjetivo). Los morfemas flexivos ocupan siempre el último lugar; así en bon–dad–oso–s donde la –s es desinencia (morfema flexivo de número plural). Los sufijos diminutivos son también morfemas derivativos, pero poseen un estatuto especial; afectan a varias clases de palabras: gatito → sustantivo bonito → adjetivo ahorita → adverbio callandito → gerundio Por otra parte, a diferencia de los demás morfemas derivativos, las palabras formadas con sufijos diminutivos no representan cosas distintas de las palabras de que se derivan: agua → agüita hombre → hombrecito Además, la palabra básica y la otra, derivada mediante un diminutivo, pertenecen siempre a la misma clase de palabras y a la misma categoría gramatical: esta circunstancia acerca los diminutivos a los morfemas flexivos. Sin embargo, a diferencia de estos los diminutivos no son de carácter gramatical. La posición de los 4
  • 5. diminutivos es siempre terminal: se hallan inmediatamente delante de las desinencias de género y de número. Los morfemas flexivos La organización de cada una de las formas que componen el paradigma verbal es muy semejante a la de las palabras derivadas, aunque es más fija y regular; cuenta, además, con un inventario de morfemas muy reducido. Los morfemas de persona y de número, llamados desinencias, ocupan siempre el último lugar en la estructura de las formas verbales. Los morfemas de tiempo y de modo, que se llaman características, preceden, en un orden determinado, a la desinencia. Lo que queda al suprimir las características y la desinencia, es la raíz (el radical) del verbo: Así en: trabaj–a–re–mos: trabaj– es la raíz; –a– es la característica de la conjugación; –re– es la característica de tiempo y modo; –mos es la desinencia de 1ª. persona del plural trabaj–a–ba–is: trabaj– es la raíz; –a– es la característica de la primera conjugación; –ba– es la característica del imperfecto de indicativo; –is es la desinencia de 2ª. persona del plural. La unión del radical + la característica (o características) se denomina tema: tema de presente, tema de imperfecto de indicativo, etc. Las formas no personales del verbo (infinitivo, gerundio y participio) no tienen desinencias de persona, como tampoco tienen características; el morfema final derivativo es el que decide la categoría de la palabra y aparece detrás del tema de presente: ama–r; ama–ndo; ama–do. Clases de palabras Los pronombres personales átonos (es decir los que cumplen la función de complementos y no de sujetos) ofrecen varias particularidades en relación a su autonomía como palabras. Son proclíticos (situados inmediatamente delante) o enclíticos (situados inmediatamente detrás) del verbo que los rige. Además con algunas formas verbales, tales como el infinitivo, el imperativo y el gerundio, los 5
  • 6. pronombres personales complementos son obligatoriamente enclíticos pegados a la respectiva forma verbal: dímelo, dile, decídmelo, decirle, diciéndolo, etc. Cuando con una forma verbal va más de un pronombre, estos mantienen siempre un orden fijo: el complemento indirecto va primero seguido del complemento directo: dármelo. El mismo orden se mantiene si los pronombres van proclíticos: ¿Me lo darás? El pronombre reflexivo se se adelanta a todos los demás; los pronombres que empiezan por l– se posponen a todos: ofreciéndoselos. Todo ello nos autoriza a concluir que –a diferencia de los morfemas derivativos o flexivos–, los pronombres personales no se presentan inmovilizados, por lo cual no hay al parecer razones para dejarlos de considerar como palabras. En la escritura, cuando van enclíticos, se fusionan con el verbo. En ciertos casos, no obstante, los pronombres parecen presentar doble característica, pues se comportan igual que morfemas flexionales: callémo(s)nos → callémonos; sentaos, sentíos, etc. La composición: concepto de palabra compuesta Dos o más palabras pueden entrar en la formación de una nueva: la estructura recibe el nombre de palabra compuesta y el procedimiento se llama composición. Las palabras compuestas pertenecen a casi todas las categorías gramaticales; se exceptúan los verbos que solo entran a formar parte de la base de derivación. Los sustantivos y los adjetivos son los más numerosos: sacacorchos sustantivo agridulce adjetivo verdinegro adjetivo correveidile sustantivo metomentodo sustantivo cualquiera pronombre diecisiete numeral tampoco adverbio aunque conjunción 6
  • 7. Clases de compuestos • La composición impropia tiene carácter sintáctico. Sus formas son enunciados con más de una palabra o parte de enunciados: porsiacaso, amormío, correveidile, etc. En el segundo caso (cuando son partes de enunciados) los componentes pueden presentarse a veces fuera del compuesto en algunos contextos iguales a los del compuesto, por ejemplo: no hay nada que hacer → no hay quehacer → el quehacer / los quehaceres. • Los compuestos propios (composición propia) no presentan ninguna clase de organización de carácter sintáctico; son exclusivamente formaciones léxicas. Las palabras compuestas (por composición propia o impropia) se prestan también a la derivación: pueden servir como base de derivación verbal y/o nominal: pordiosero, vanagloriarse, hojalatero, ensimismarse, etc. El procedimiento se conoce con el término de parasíntesis Por otra parte, se distinguen compuestos endocéntricos y exocéntricos. En los compuestos endocéntricos se da una relación semántica entre el compuesto y uno de sus componentes o entre ambos: un camposanto es un campo santo el sordomudo es alguien que es sordo y mudo a la vez En los compuestos exocéntricos no se da semejante relación: el concepto del compuesto alude a otros objetos que no se mencionan en la palabra compuesta: un ciempiés es algo que tiene muchos pies un pasatiempo es algo que sirve para pasar el tiempo Muchos compuestos, especialmente los compuestos impropios, quedan fuera de esta clasificación. Los prefijos A diferencia de los sufijos, los prefijos no son siempre morfemas inmóviles constantes. No lo son las preposiciones que cumplen la función de prefijos y que entran en la formación de verbos, pero al mismo tiempo rigen nombres o pronombres, por ejemplo, la preposición 7
  • 8. con: conseguir, contribuir, conmigo, con el niño, con razón, etc. Además, los elementos a los que se anteponen no suelen sufrir alteraciones en su estructura fonológica. Tema II sistema nominal El sustantivo: FORMACIÓN genérica LAS PARTES DE LA ORACIÓN La distribución de las palabras en clases o partes de la oración (también, partes del discurso) puede hacerse aplicando o mezclando dos criterios: morfológico o el sintáctico, eso es, desde el punto de vista puramente formal (criterio morfológico) o desde el punto de vista funcional (criterio sintáctico). En muchos casos los dos criterios de aplican juntos complementándose. En español (y en otras lenguas que poseen sistemas análogos al sistema de la lengua española) el criterio morfológico es suficiente por sí solo para clasificar todas las palabras en dos grandes grupos: palabras variables y palabras invariables. Son variables las palabras que poseen morfemas flexivos (desinencias). La gramática tradicional llama a los morfemas flexivos accidentes y por ese término entiende las desviaciones de la forma flexionada en relación con la forma fundamental del paradigma. Así, los casos: en el sistema de los casos se toma el nominativo como forma básica mientras que todas las demás formas casuales se consideran accidentes o desviaciones del nominativo. 8
  • 9. Nombres sustantivos y nombres adjetivos La denominación común, que se aplica a estas dos categorías de palabras, comprueba que todavía se consideran como pertenecientes a una categoría superior, la del nombre. No obstante, en las gramáticas modernas el sustantivo y el adjetivo aparecen integrados en dos clases distintas de palabras. Es verdad que el sustantivo y el adjetivo poseen muchos caracteres comunes; por ejemplo, comparten los mismos morfemas de número. No obstante, entre los nombres sustantivos y los nombres adjetivos existe una diferencia importante: la distinción entre nombres apelativos y nombres propios se da solo con los sustantivos. El nombre apelativo es un sustantivo que designa personas, no posee un género gramatical determinado y siempre ha de ser acompañado por el artículo, adjetivo o pronombre masculino o femenino para aludir a la persona de sexo masculino o femenino respectivamente: el mártir / la mártir, este colega / esta colega, etc. El nombre propio se aplica a seres animados o inanimados para designarlos y diferenciarlos de otros de su misma clase, y que –por no evocar necesariamente propiedades de dichos seres–, pueden llevarlo más de uno: Antonio, Santiago (Santiago de Compostela, Santiago de Cuba, Santiago de Chile), etc. Las categorías gramaticales del sustantivo. El género El término “género” es de origen griego: en griego ‘genos’ significa tanto el término gramatical, como el sexo de los seres vivos. De ahí que en la gramática se hable de género natural (según el sexo): el hombre / la mujer, y del género gramatical que es absolutamente arbitrario: la mesa, la silla, el diván, el sofá, etc. Por su género los sustantivos españoles se dividen en femeninos y masculinos; el género neutro no se da en español como una categoría nominal. Decimos que un nombre es femenino o masculino cuando las respectivas formas masculinas o femeninas del artículo y de algunos pronombres se agrupan directamente con el sustantivo en construcción 9
  • 10. atributiva o aluden a este sustantivo fuera de cualquier construcción. De acuerdo con esta definición, palabras como perdiz, poder, flor, leche, etc. solo podrán atribuirse a uno de los dos géneros cuando aparecen con artículo: la perdiz, el poder, la flor, la leche, etc. o con algunos pronombres: esta flor es linda, aquella flor es una rosa; estos son sus poderes inhumanos. Con respecto a ello la gramática considera con razón que el sustantivo pertenece a un género, mientras que son los pronombres y los adjetivos los que poseen flexión de género. Por eso es evidente que si todos los adjetivos poseían una sola terminación en cada número, en español no existiría la categoría gramatical de género. Significación del género de los nombres de persona (animados) Si los sustantivos apelativos designan nombres de seres animados, tenemos la idea de que los femeninos y los masculinos designan, respectivamente, mujer y varón (o hembra y macho si se trata de especies animales). Esta idea se acerca bastante a la verdad, sobre todo si más que a los sustantivos la aplicamos a las formas del artículo y de los pronombres, incluyendo entre las formas pronominales también las del pronombre personal de tercera persona, en los casos en que tanto los artículos como los pronombres realizan por sí mismos una mención de persona: Hoy la he visto. A este le rompo yo la cabeza. Solo existe una limitación a este principio: los plurales de los artículos y los pronombres los, ellos, estos, etc. designan efectivamente una pluralidad de varones, pero también pueden designar conjuntamente una pluralidad formada por hembras + varones: ello es resultado del carácter genérico que es propio del masculino. Los nombres apelativos de persona tienen estas y otras limitaciones. No solamente los plurales masculinos (hijos, padres, hermanos, etc.) pueden significar varones y hembras conjuntamente, sino que el singular masculino hombre equivale a varón, pero –empleado como término genérico– también designa seres humanos (incluyendo a mujeres y varones). 10
  • 11. Significación del género de los nombres de cosa (objetos inanimados) Es en ese sentido que hablamos de género gramatical: la correlación del género con los contenidos semánticos no es regular; es casi siempre arbitraria y problemática y nunca es constante ni regular. Muchos conceptos de cosa poseen, junto a su designación propia y específica, una designación más que incluye a varios objetos, de la misma manera como el género (родът) incluye en la lógica a las especies (видовете). Por eso el género del nombre más general se comunica a veces a los nombres particulares. Así ocurre con los nombres de los días de la semana: son de género masculino, pues es de género masculino la palabra “día”; los nombres de los meses, pues es de ese género la palabra “mes”, los nombres de los ríos: el Danubio, el Neva, el Amazonas, etc. La forma de los nombres en relación con el género 1. Nombres de persona. En contraste con los pronombres y los artículos los sustantivos apelativos de persona carecen de una forma fija que esté en relación con la diferencia de sexo. Especialmente los masculinos de varón poseen muy variadas terminaciones: monje, canciller, alférez, abad, bufón, pícaro. La distinción de sexo se asocia con frecuencia a las terminaciones –a /–o átonas, pero ni la una ni la otra son propias solo para los nombres femeninos de mujer o para los masculinos de varón. En primer lugar hay una larga lista de nombres en –a (y otra, menos extensa, de nombres en –o) que designan indistintamente por sí mismos varón y mujer: en tales casos son los artículos y los pronombres masculinos o femeninos los que determinan la pertenencia de dichos nombres a uno u otro sexo. La gramática los denomina sustantivos comunes: el ~ la guía; el ~ la pianista; el ~ la testigo, etc. Son incluso muy frecuentes los nombres propios femeninos de mujer que proceden de masculinos en –o con significación de cosa: Rosario, Olvido, etc. Que la terminación en –o o en –a de los nombres apelativos no es decisiva para la diferenciación del sexo lo prueba también la extensa serie de nombres masculinos de varón que terminan 11
  • 12. en –a: el recluta, el guardia, el profeta, el granuja, el déspota, etc. Por otra parte existen algunos femeninos en –a que designan indistintamente varón o hembra, por ejemplo: la víctima, la criatura, la persona, etc. También algunos masculinos en –a se usan para designar indistintamente seres pertenecientes a ambos sexos: los parias, los antípodas; lo mismo se refiere a ciertos masculinos en –o, tales como: un vejestorio de mujer. Los sustantivos apelativos que no determinan el sexo ni por su forma, ni con la ayuda de las formas pronominales, se denominan nombres epicenos. Son bastante frecuentes sobre todo para designar las especies animales: el gorila, el cóndor, la serpiente, la perdiz, el delfín, etc. En algunos nombres de personas y de animales la diferencia de sexo se expresa mediante palabras (raíces) diferenetes; la gramática los llama heterónimos y el fenómeno se llama heteronimia: varón mujer padre madre macho hembra toro vaca carnero oveja caballo yegua Con mucha frecuencia un nombre masculino (de varón o de macho) cambia o alarga su terminación para formar el correspondiente nombre femenino (de mujer o de hembra). El fenómeno se llama moción (es un término que proviene del verbo mover): gallo gallina héroe heroína rey reina abad abadesa actor actriz Es muy frecuente el empleo de la terminación –a que se agrega a un nombre masculino terminado en consonante: león leona dios diosa 12
  • 13. director directora También es muy frecuente sustituir la terminación –e del masculino por la terminación –a, propia del femenino: monje monja sirviente sirvienta presidente presidenta La moción es un fenómeno heredado del latín, pero en español ha alcanzado un desarrollo extraordinario. En algunos casos, a pesar de la identidad de la raíz, no se consigue una simetría semántica perfecta entre el masculino y el femenino: el crío ≠ la cría de caballos; el asistente ≠ la asistenta. La generala, la militara no son mujeres que ejercen el mando de general o de militar, sino significan la mujer del general, la mujer del militar (професорша, президентша). La formación contraria, el cambio de –a en –o, es bastante más rara: la viuda ~ el viudo. El plural masculino de estos nombres (menos veces, también el singular) tiene valor genérico; en realidad se trata de un nombre epiceno: los padres, los autores, los dioses. 2. Nombres de cosa. Son más variadas las terminaciones que aparecen en los nombres de cosa que en los de persona. Es también más frecuente el hecho de que una misma terminación se dé en nombres femeninos y masculinos: el bien / la sien; el mal / la sal; el matiz / la actriz; los cauces / las fauces, etc. En la formación del género de los nombres influyen factores formales, semánticos, etimológicos y analógicos. La pertenencia genérica de una palabra muchas veces exige un detallado estudio histórico. Con algunos sufijos derivativos se asocia un determinado género gramatical. Generalmente son femeninos los nombres que terminan en: –triz la cicatriz –ie(s) la serie, la intemperie –icie la planicie, la calvicie –ez la pesadez, la estupidez –(i)dad la barbaridad, la soledad, la brutalidad –ión la religión, la región [pero el camión] 13
  • 14. –sión la aversión, la compasión –ción la revolución –zón la razón, la cerrazón [pero el corazón] –tud la virtud, la multitud –tumbre la costumbre –dumbre la servidumbre, la muchedumbre Son masculinos: –ón el butacón –ete el brazalete, el chupete, el banquete –dor, –tor, –sor el colador, el tractor, el cursor –il el redil, el tamboril Desde el punto de vista formal importa señalar que casi todos los nombres apelativos de cosa que terminan en –o (o con morfemas derivativos, terminados en –o) son masculinos. Pocas veces se ha conservado en español el género femenino originario en –o: la mano, la nao. La terminación –o ha impuesto el género masculino a los nombres de árboles que en latín, por dar frutos, eran femeninos: el pino, el olmo, etc. En general, los nombres apelativos de cosa que terminan en –a son de género femenino. Hemos de observar, no obstante, que los masculinos en –a abundan más que los femeninos en –o. Varios femeninos en –a adoptan el género masculino cuando designan color (por el género del término genérico el color): el lila pálido, el rosa, el escarlata, etc. Otros adoptan el género masculino cuando designan marcas de vino: el borgoña, el málaga, un rioja añejo, etc. Otro caso lo constituyen las palabras neutras de origen griego que terminan en –ma, –pa, –ta. En general, por su terminación, algunas de estas palabras habían adoptado ya en latín el género femenino: la lágrima, la calma, la chusma, la estratagema. En cierto momento de la evolución histórica del idioma, a sabiendas de que –el género masculino es el genérico y representa incluyendo en sí al resto de los géneros, de modo que es capaz de representar también al perdido neutro–, los cultos eruditos impusieron el masculino a varias de estas palabras: el enigma, el 14
  • 15. problema, el tema, el telegrama, el mapa, el fonema, el morfema, el sistema, el planeta, el cometa [la cometa significa otra cosa], etc. Es frecuente que dos nombres apelativos de cosa, uno femenino en – a y otro, masculino en –o, tengan una misma raíz o una misma base de derivación. Las diferencias semánticas entre el femenino y el masculino son a veces comunes a varias de estas parejas, así: olivo [= árbol] oliva [= fruto] manzano manzana naranjo naranja huevo [= un huevo] hueva [= muchos huevos] leño [= una pieza] leña [= astillas] huerto huerta [= un huerto más grande] río ría Por otra parte abundan los nombres de cosa, llamados ambiguos, que con una misma forma adoptan los dos géneros: el cólera la cólera el frente la frente el lente la lente el clave la clave arte poética arte español A veces el uso del género lo decide el ámbito social o profesional y el dialecto. Así la mar aparece en boca de la gente marina: la alta mar, la pleamar, etc. Los femeninos la calor, la color son vulgarismos y delatan el habla campesina de ciertas regiones. En general los sustantivos en – or, que eran masculinos en latín, conservan su género; la labor es cultismo. 15
  • 16. Tema III Número del sustantivo En contraste con el género, el número gramatical constituye un sistema coherente que afecta por igual a todos los sustantivos. En singular carecen de morfema de número; en plural se ofrecen tres variantes de un solo morfema: • –es • –s • [Ø] morfema PARA FORMAR EL PLURAL SE AGREGA EN SINGULAR A CADA SUSTANTIVO UNA DE LAS VARIANTES DEL MORFEMA EN PLURAL; LA SELECCIÓN DE LA VARIANTE DEPENDE DE LA ESTRUCTURA FONOLÓGICA DEL SINGULAR: SEGÚN EL SONIDO EN QUE TERMINA EL SUSTANTIVO, SEGÚN SU ACENTUACIÓN Y SEGÚN SEA O NO MONOSÍLABO. SUSTANTIVOS APELATIVOS TERMINADOS EN CONSONANTE 1. Cuando el singular de un sustantivo polisílabo termina en la consonante –s, inmediatamente precedida o no de otra consonante, y su acentuación no es aguda (el acento no cae en la última sílaba), el plural se forma con [Ø] morfema, es decir, la forma del singular y del plural coinciden. En estos casos estamos en presencia del fenómeno, llamado sincretismo, que se resuelve en la secuencia sintáctica con la ayuda de las formas de número diferenciadas de que disponen la mayor parte de los pronombres y los adjetivos. La lista de los sustantivos que tienen una misma forma en singular y en plural es bastante numerosa: el atlas los atlas el lunes los lunes la dosis las dosis 16
  • 17. la crisis las crisis el virus los virus el tórax los tórax el análisis los análisis 2. Los sustantivos cuyo singular termina en –s, pero que no pertenecen al primer grupo, esto es, los monosílabos y los polisílabos agudos (que llevan el acento en la última sílaba) forman su plural con la variante –es del morfema de plural: la mies las mieses el revés los reveses el país los países La misma forma en plural adoptan los sustantivos que terminan en – d, –z, –l, –r y –n cuando no aparecen agrupadas con otra consonante: la red las redes el sol los soles el mar los mares la pared las paredes el lápiz los lápices el ángel los ángeles la virtud las virtudes el polen los pólenes En tal caso el plural mantiene el acento en la misma sílaba, con la excepción de las siguientes palabras: carácter / caracteres; régimen / regímenes; espécimen / especímenes. Al mismo esquema para la formación del plural se ajustan, además, unas pocas palabras patrimoniales (no extranjeras) con terminación consonántica diferente de –d, –z, –l, –r y –n: boj / bojes; reloj / relojes. 3. A partir del siglo XIX se ha generalizado en la escritura y algunas veces también en la pronunciación un plural en –s para determinados sustantivos terminados en consonante. En la mayoría de los casos se trata de extranjerismos de diferente origen, no hispanizados todavía, que por su estructura particular no se acomodan a los patrones fonológicos y morfológicos (morfonológicos) del español. 17
  • 18. Análoga dificultad de acomodación ostentan varios sustantivos cultos, griegos o latinos, introducidos en diversas épocas, tales como memorándum, hipérbaton, déficit, etc. De hipérbaton se ha empleado el plural anómalo hipérbatos que, no obstante, es preferible ante el barbarismo hipérbatons. En el caso de memorándum la forma del plural no varía memorándum, puesto que el correspondiente plural en –es produce una estructura extraña que el oído español rechaza (*hipérbatones, *memorándumes). Los plurales *armóniums, *máximums, *mínimums y *mediums deben evitarse, puesto que existen los plurales normales: armonios, máximos, mínimos, medios. El plural de álbum es álbumes. Para los sustantivos neutros de origen griego o latino se recomienda el plural en –a: curriculum / curricula. 4. La mayor parte de los plurales en –s, precedida por una o dos consonantes, son extranjerismos. Así, complot / complots es galicismo en cuya pronunciación la t se omite en singular y en plural, ya que en francés en estos casos se omiten todas las consonantes finales. Por eso resulta mejor hispanizarlo como compló / complós tal como se ha hecho con otras palabras de anóloga terminación: cliché / clichés, chalé / chalés, parqué / parqués, etc. Otros extranjerismos han resultado mejor asimilados en español; en algunos casos se respeta la forma singular y se crea otra nueva que haga posible la formación de un plural adecuado a la morfonología española: vivac → vivaque vivaques frac → fraque fraques film → filme filmes vals → valse valses Del sustantivo club debe emplearse el plural clubes muy extendido en América hispanohablante. 18
  • 19. SUSTANTIVOS TERMINADOS EN VOCAL 1. Los sustantivos de acentuación llana (con acento en la penúltima sílaba) o esdrújula (con acento en la antepenúltima sílaba) cuyo singular termina en vocal simple (no en diptongo) forman el plural con –s: la carta las cartas el arte las artes el pasto los pastos el mapamundi los mapamundis el páramo los páramos la tribu las tribus el espíritu los espíritus 2. Los monosílabos y los polisílabos agudos (con acento en la última sílaba) que en singular terminan en los diptongos –ay, –ey, –oy o en el triptongo –uey, en plural adoptan la terminación –es o –s. Las palabras más antiguas han consolidado su plural en –es: reyes, bueyes, leyes, ayes. Los extranjerismos de diverso origen y los americanismos (indigenismos) vacilan con frecuencia ante la terminación en –es o en – s: carey / careys o careyes; caney / caneys o caneyes [Cuba: recodo de un río; Venezuela: choza redonda]. En los indigenismos del Perú se encuentra, además, un plural en –aes: pacay / pacáes (especie de árbol). 3. Gran parte de los polisílabos agudos, terminados en una sola vocal (–á, –í, –ú) adoptan la desinencia –es para el plural aunque a veces también la desinencia –s: –á jacarandá jacarandáes Excepciones: mamás, papás, sofás, bajás –í bigudí bigudíes bigudís frenesí frenesíes maniquí maniquíes rubí rubíes rubís Excepciones: esquís –ú bambú bambúes bambús bantú bantúes bantús 19
  • 20. tabú tabúes tabús Excepciones: menús, tisús En cambio los polisílabos agudos en –é, –ó hacen el plural siempre en –s: cafés, canapés, chalés, dominós. La palabra árabe maravedí tiene tres formas en plural: maravedís, maravedíes y maravedises. El sustantivo jabalí debe hacer su plural en –es: jabalíes. La forma *jabalises se considera vulgarismo. SINGULARIA TANTUM Y PLURALIA TANTUM 1. El grupo de los sustantivos ‘singularia tantum’ está representado por sustantivos que solo se usan en singular: este, oeste, sur, norte, cenit, sed, salud, etc. 2. El grupo de los sustantivos ‘pluralia tantum’ está representado por los sustantivos que se usan solo en plural: tinieblas, tijeras, tenazas, facciones, etc. Estos plurales se emplean con frecuencia en locuciones adverbiales con preposiciones: a tientas, de bruces, a sus anchas, a horcajadas, etc. 3. Existe un grupo de sustantivos que se usan en singular pero tienen un sentido colectivo; muchos de ellos en latín han sido neutros plurales en –a que se han conservado en español como singulares de significado colectivo: el huevo ≠ la hueva; el brazo ≠ la braza; la fiesta, Castilla, etc. TEMA № 4 EL NOMBRE ADJETIVO La forma genérica del adjetivo Por su forma genérica los adjetivos se dividen en tres grupos: a) los que son genéricamente invariables (tipo feliz, alegre, triste); b) los que poseen una forma para el femenino en –a y otra para el masculino en –o (tipo bueno, buena); c) los que poseen un femenino en –a y un masculino que no termina en –o (tipo regordete, regordeta). 20
  • 21. 1. Los adjetivos invariables: A. Son genéricamente invariables los adjetivos que en singular terminan en –a. Son casi siempre nombres que pueden funcionar como adjetivos y como sustantivos a la vez: hipócrita un hombre hipócrita; una mujer hipócrita homicida un puñal homicida, un arma homicida indígena un pueblo indígena, una población indígena Entran en este grupo: a) los gentilicios como azteca, celta, belga, croata, maya, persa, etc.; b) los nombres de color que funcionan como adjetivos o como sustantivos: lila, malva, escarlata, etc. c) los adjetivos que acaban en –í tónica, especialmente los gentilicios: alfonsí, marroquí, etc. d) los adjetivos que acaban en–ú tónica, especialmente los gentilicios: hindú, zulú, etc. e) la mayor parte de los adjetivos terminados en –e; su grupo es, además, muy superior al de los grupos de los apartados anteriores. Entre ellos figura el subgrupo de los adjetivos formados con los sufijos: –ble: agradable, ingobernable; –bre: salubre, lúgubre; –ense, (con variante –iense) que sirven para formar gentilicios: bonaerense, canadiense; –ante, –ente, –iente: constante, vacante, patente, valiente, independiente. Cuando funcionan como sustantivos estos últimos a veces admiten la moción –a para formar el femenino (el dependiente ~ la dependienta); f) la mayor parte de los adjetivos que terminan en consonante, entre ellos • los que terminan en –az, –iz, –oz (casi todos heredados del latín): audaz, voraz, lenguaraz, precoz, atroz, feroz, feliz; • los adjetivos de acentuación aguda formados con los sufijos –al, –ar: fenomenal, elemental, meridional, celular, secular, etc. 21
  • 22. • los adjetivos llanos terminados en –il: ágil, fértil, etc. • los adjetivos agudos terminados en –il: mujeril, varonil, pueril, etc. • los adjetivos usados en grado comparativo sintético (directamente latinismos): mejor, peor, mayor, menor, etc. 2. Los adjetivos variables (femenino en –a, masculino en –o): En español constituyen el grupo más numeroso. Forman un paradigma absolutamente regular: a un adjetivo masculino en –o le corresponde obligatoriamente un femenino en –a. De ahí que de un nombre terminado en –o al que no le corresponde otro, terminado en –a, podemos decir con seguridad que es sustantivo y no adjetivo: amoníaco, monaguillo, etc. Lo contrario no es cierto: es decir, si existen las dos formas puede tratarse ciertamente de un adjetivo perteneciente a este grupo (paterno, –a), pero también puede tratarse de un sustantivo con moción (mi sobrino, su sobrina), o de las dos categorías a la vez: extraño, –a (adjetivo) frente a un extraño, los extraños (sustantivo), o de pares de sustantivos de cosa: cuadro ≠ cuadra que, si bien tienen una base común, semánticamente son muy distintos. 3. Adjetivos con forma femenina en –a y forma masculina que no es –o A. Entre los adjetivos que se derivan por medio de los sufijos –ete, –ote hay algunos cuya forma femenina termina en –a. Estos adjetivos se emplean sobre todo con significación de persona, razón por la cual pueden funcionar asimismo como sustantivos: guapote / guapota; regordete / regordeta, etc. Idénticas características poseen también los adjetivos derivados en general de otros adjetivos por medio de los sufijos expresivos: –ín, –ón: pequeñín / pequeñina, grandón / grandona, guapetón / guapetona, pobretón / pobretona, etc. A este grupo pertenecen, asimismo, unos pocos nombres adjetivos terminados en –án que funcionan indistintamente como sustantivos: alazán / alazana; holgazán / holgazana, etc. B. Pertenecen a este grupo todos los adjetivos formados con los sufijos –dor, –tor, –sor, independientemente de su significado: creador creadora 22
  • 23. espíritu receptor mente receptora defensor defensora, etc. También forman parte de este grupo los adjetivos con el significado de gentilicios formados con el sufijo –és: francés / francesa; cordobés / cordobesa, etc. De los adjetivos en –és hay que decir lo siguiente: si bien el adjetivo montés (gato montés) puede tener un femenino en –a, lo mismo no es válido para el adjetivo cortés (un hombre cortés / una mujer cortés). El adjetivo y el número gramatical Las variantes del morfema de plural y los principios morfonológicos de su distribución son comunes, en general, al sustantivo y al adjetivo. Debemos subrayar, no obstante, que el [∅] morfema de plural no es frecuente en el adjetivo (por ej.: Era una moza serrana, rubiales y pecosa). Tampoco existen muchos adjetivos terminados en vocal con el morfema –es: carmesíes, muladíes. APÓCOPE DEL ADJETIVO A. Los adjetivos masculinos singulares bueno y malo se reducen a buen y mal en toda construcción atributiva cuando preceden inmediatamente a la palabra que es núcleo de la construcción atributiva (puede ser un sustantivo u otra palabra que cumple la función de sustantivo): buen entendedor, buen hombre, mal aspecto, mal ejemplo, etc. Además en tales casos la apócope de la vocal final –o en bueno y malo no depende del sonido con que empieza la palabra siguiente dentro de la construcción. De la naturaleza de los sonidos vecinos depende, en cambio, el empleo de grande y de su forma apocopada gran. Esta última suele emplearse ante un nombre que empiece por consonante: gran triunfo, gran derrota. La forma completa grande es de escaso uso en esta posición, pero es la única que aparece usada en la perífrasis de superlativo: la más grande ilusión, el más grande secreto. Ante nombre que empieza por vocal hoy en día se prefiere también la forma apocopada: gran esfuerzo, gran amistad. 23
  • 24. B. Las gramáticas tratan aparte la apócope de santo en san ante el nombre de varón santificado (San Agustín, San Pablo, San Antonio). En estos casos (que sin duda representan construcciones atributivas) se escribe con mayúscula. La apócope no se produce en los siguientes casos: Santo Domingo, Santo Tomás, Santo Tomé. El adjetivo santo no se apocopa cuando no alude a algún varón santificado (santo oficio, santo cielo, etc.). NB. En casi idéntica situación se halla la forma don que es forma apocopada del sustantivo dueño que, cuando acompaña a cualquier nombre propio de varón (don Pablo, Don Quijote, etc.) se somete a la apócope. Lo mismo es válido para la forma femenina doña del sustantivo dueña (Doña Isabel la Católica). Las formas apocopadas don y doña acompañan solo a los nombres de pila y no van con los apellidos; con estos últimos se usan señor y señora (doña María, pero señora López). GRADOS DE COMPARACIÓN DE LOS ADJETIVOS A. Grados comparativos. No han pasado al español los comparativos latinos en –ior: hoy estas formas comparativas se expresan mediante la construcción analítica más (menos) + adjetivo. Se ha conservado no obstante un reducido número de comparativos latinos que las gramáticas modernas suelen denominar ‘grados comparativos sintéticos’: bueno mejor malo pero grande mayor, etc. B. Grados superlativos. La función de superlativo relativo la desempeñan las construcciones formadas por el respectivo artículo (el, la, los, las, lo) + el adjetivo en grado comparativo + la preposición de: el más bueno de todos = el mejor de todos, etc. C. Carecen de grado positivo (= grado cero) otras formas heredadas del latín que presentan el morfema –ior del comparativo latino y diferentes morfemas de superlativo. Los comparativos en –ior se organizan en parejas; en cada una de estas parejas los términos designan posiciones en el espacio o momentos en el tiempo que son correlativos y, a la vez, opuestos: inferior superior 24
  • 25. interior exterior ulterior anterior A veces la lenguas los trata como positivos: más o menos inferior. La pareja inferior – superior, aparte de su significación locativa (la planta inferior, la planta superior, el estrato inferior), funciona como comparativo de malo / bueno: inferior en tales casos significa peor; en cambio superior significa muy bueno: de muy buena calidad = de calidad superior. Estos comparativos rigen la preposición a: ...es superior / inferior a... En esto contrastan con es mejor que, es más bueno que... D. Superlativo absoluto y superlativo relativo Se emplea el superlativo absoluto cuando no se establece la comparación con el resto de los objetos o seres comparados. Se forma con el sufijo culto –ísimo y sus variantes fonéticas. El superlativo relativo, por su parte, significa que la comparación se hace con respecto al resto de los objetos o seres: Juan es el mejor de todos. a) El superlativo absoluto.: El superlativo en –ísimo es una formación latinizante. El uso corriente del idioma tiende a introducir formas populares para el adjetivo en grado superlativo. En varias ocasiones, no obstante, se mantienen sin competencia las formas cultas que a veces resultan puros latinismos. En los casos enumerados a continuación hay dobletes: una forma de carácter más literario (cultismo) y otra, de carácter más popular: FORMAS CULTAS FORMAS POPULARES amicísimo amiguísimo aspérrimo asperísimo crudelísimo cruelísimo dificílimo dificilísimo integuérrimo integrísimo paupérrimo pobrísimo simplicísimo simplísimo pulquérrimo pulcrísimo Aunque poco, en otros casos se usan solo las formas cultas; en el lenguaje hablado estas formas literarias suelen aparecer sustituidas por la fórmula muy + adjetivo: antiquísimo = muy antiguo 25
  • 26. celebérrimo = muy célebre misérrimo = muy mísero salubérrimo = muy salubre El morfema –ísimo, –ísima que se agrupa con los adjetivos españoles es el único morfema de superlativo absoluto dotado de vitalidad. En todos los casos el superlativo ofrece los morfemas de género –o átona para el masculino, –a átona para el femenino, aun cuando el adjetivo positivo sea genéricamente invariable: hábil → habilísimo, habilísima familiar → familiarísimo, familiarísima. Cuando los adjetivos positivos terminan en una sola vocal esta desaparece en la forma del superlativo: competente → competentísimo; dulce → dulcísimo, etc. Pierden su última vocal también los adjetivos en grado positivo que terminan en los diptongos –ue, –uo átonos: tenue → tenuísimo exiguo → exigüísimo. Los que terminan en el diptongo –io átono lo pierden, por ej.: amplio → amplísimo; limpio → limpísimo. En cambio, los adjetivos que terminan en –ío pierden solo la –o final: frío → friísimo; vacío → vacísimo. Tema V LOS PRONOMBRES Ideas generales Constituyen una clase de palabras que poseen en español unas características comunes que no son morfológicas, ni propiamente sintácticas, pero que tienen consecuencias de orden sintáctico: son nulos o escasos los contenidos semánticos de los pronombres. No sabemos lo que significa el pronombre esto, por ejemplo, pues puede significar a la vez muchas cosas; sabemos, eso sí, para qué sirve: señala algo que está ante nuestros ojos o algo que acabamos de pronunciar o escribir, sin expresar su concepto. A estas funciones se refería la Gramática griega al decir que todo pronombre es deíctico (eso es, señala 26
  • 27. sin conceptualizar lo que hemos visto o recordamos) o anafórico (remite a lo que se acaba de enunciar). Por ejemplo, el pronombre yo señala deícticamente al que está diciendo “yo”, el relativo que remite anafóricamente a su antecedente en el contexto. Por otra parte, los pronombres poseen caracteres morfológicos y sintácticos, algunos de los cuales (género) comparten con los sustantivos; otros, como la persona, con los verbos. Muchos de los pronombres tienen formas genéricas y numéricas. Para varios pronombres es común la forma neutra: formas neutras poseen los pronombres personales, los demostrativos, los relativos y el artículo. Unos pronombres funcionan exclusivamente como atributivos; otros carecen totalmente de esta función; otros, por su parte, funcionan indistintamente de una y otra manera. Los pronombres poseen formas tónicas y formas átonas. Así, los pronombres personales en función de sujeto son formas tónicas; los demostrativos cuando funcionan como atributos suelen ser átonos; también los posesivos; el artículo es siempre átono. A diferencia de los sustantivos y los adjetivos, la declinación de los pronombres es totalmente distinta. El sistema de los pronombres conserva restos de varios casos, no solo del acusativo (que es propio del sistema nominal1 ). Por lo demás, algunos pronombres se distinguen puesto que ofrecen régimen preposicional y régimen no preposicional, por ej.: me gusta mucho tu coche, no le gusta que salgas conmigo; a mí me da igual, etc. Conviene estudiar cada grupo de pronombres por separado, pues poseen muchas características especiales que otros grupos de pronombres no comparten. Una última advertencia. A veces se dice que los pronombres son sustitutos, que sustituyen, por ejemplo, a los nombres; de ahí su denominación ‘pronombres’. No es cómodo hablar de sustitución, pues en muchos casos no hay tal sustitución. Podríamos decir que en la 1 Casi todos los nombres españoles se derivan del acusativo latino. 27
  • 28. frase el colega nuevo y el que trabajaba antes en la fábrica, el que sustituye realmente a ‘el colega’, porque es posible la sustitución inversa, es decir, el colega nuevo y el colega que trabajaba antes en la fábrica. Pero en esto de que me hablas la sustitución inversa es imposible: *esto de esto que me hablas. Para caracterizar la función de los pronombres es mejor decir que son deícticos o anafóricos. Los pronombres personales En este caso el término ‘personal’ no se opone a ‘no-personal’ en el sentido en que persona se opone a cosa, sino que se tienen en cuenta las seis personas gramaticales del discurso, es decir, el diferente papel que tanto las personas, como las cosas son capaces de cumplir en el acto de hablar. Los pronombres personales poseen morfemas de número; por eso hablamos de tres personas en singular y de otras tres en plural. Pero la interpretación semántica de estos plurales no es igual en todos los casos. Así, por ejemplo, vosotros = tú + tú + tú... ustedes = él + él + él..., pero nosotros≠ yo + yo, sino a yo + tú o a yo + este Las formas Primera persona del singular: Caso sujeto sin preposición yo Caso régimen con preposición a mí, de mí, conmigo Caso acusativo (complemento directo) me Caso dativo (complemento indirecto me Primera persona del plural: Caso sujeto sin preposición nosotros, nosotras (con variación genérica) Caso régimen con preposición a nosotros Complemento directo nos Complemento indirecto nos En la primera personas los plurales son compuestos por nos + otros. La antigua forma nos, empleada hasta los Siglos de Oro hoy se usa 28
  • 29. como forma mayestática, es el conocido Nos mayestático, forma propia para los reyes y para los altos cargos eclesiásticos. Segunda persona singular: Caso sujeto sin preposición tú Caso régimen con preposición a ti, de ti, etc. Complemento directo te Complemento indirecto te Segunda persona del plural: Caso sujeto sin preposición vos + otros, forma compuesta con variación genérica (vosotras) Caso régimen con preposición a vosotros, de vosotras Complemento directo os Complemento indirecto os La forma vos con valor de segunda persona del singular tiene amplio uso en extensas zonas de América: se trata del fenómeno conocido como “voseo”. Tercera persona del singular: Caso sujeto sin preposición él, ella, ello Caso régimen con preposición a él, de ella, de ello, consigo Complemento directo lo / le; la, lo Complemento indirecto le (m, f), se (variante de le), Por ejemplo: Le lo da se convierte en Se lo da. La variante se (por le) en el complemento indirecto se emplea solo cuando después sigue inmediatamente otro pronombre que empieza por l–; el orden de los pronombres en tal caso es constante: el pronombre que cumple la función de complemento indirecto va siempre en primer lugar, seguido por el que cumple la función de complemento directo (lo mismo que en búlgaro): Да му го дам = Dárselo. Tercera persona del plural: Caso sujeto ellos, ellas Caso régimen con preposición a ellos, de ellas, con ellos, con ellas Complemento directo: los / les, las Complemento indirecto les (m, f); se (variante genéricamente invariable), por ejemplo: *Les lo da se convierte en Se lo da a ellos. 29
  • 30. las funciones de los pronombres personales El acusativo es el caso que corresponde al complemento directo pronominal. Esta es su función sintáctica más frecuente, pero no la única. El neutro acusativo lo puede funcionar como parte del predicado reproduciendo anafóricamente cualquier sujeto, independientemente de su género y número, por ejemplo: Aquello es algo magnífico, pero esto no lo es. Aquellas casas son modernas, pero estas no lo son. Aquella ventana está abierta, pero esta no lo está. El dativo es el caso del complemento indirecto pero además puede funcionar como ‘dativo de interés’ (‘dativo ético’): Se le murió el perro. Puede funcionar también como dativo posesivo: Se le murió el perro = Murió su perro. Al final hemos de señalar que solo un reducido número de adjetivos (tales como mismo, todo, solo) pueden acompañar como atributos al pronombre personal: yo misma, nosotros mismos, todos nosotros, solo tú, etc. LOS PRONOMBRES PERSONALES REFLEJOS (REFLEXIVOS) Cuando el verbo de la oración ofrece la misma persona y el mismo número que sus complementos pronominales, sean con o sin preposición, decimos que estos pronombres son reflexivos (reflejos) o que están en construcción reflexiva. Todas las formas del pronombre personal de primera y segunda persona que no cumplan exclusivamente la función de sujeto, por consiguiente, todas las formas menos yo y tú, pueden entrar en la construcción reflexiva en calidad de pronombres reflexivos: me lavo nos lavamos te lavas os laváis En la construcción reflexiva el pronombre de tercera persona adopta formas especiales para el singular y el plural: lava (CD) a sí mismo 30
  • 31. complemento directo o indirecto se dice (CI) algo a sí mismo caso preposicional sí, consigo Este se reflexivo (se peina) es solo homónimo y homófono del se dativo no reflexivo. En la construcción reflexiva con se, por la indistinción de número que es propia de este pronombre reflejo, la diferencia se consigue mediante las desinencias verbales: Se arrepienta (tercera persona singular) Se arrepientan (tercera persona plural) Lo mismo ocurre con la forma sí para el caso preposicional: Habla de sí mismo. Hablan de sí mismos. El sincretismo Decimos que se da el fenómeno gramatical llamado “sincretismo” entre dos o más miembros de un mismo paradigma con funciones diferentes cuando ofrecen una misma forma. Así, por ejemplo, hay sincretismo entre la primera y la tercera persona singular en el imperfecto de indicativo (yo cantaba / él cantaba) y de subjuntivo (que yo cantara ~ cantase / que él cantara ~ cantase). El sincretismo de caso se da entre el acusativo (me, te) y el dativo (me, te): este sincretismo puede resolverse solo mediante la prueba de la conmutación. En: Me conviene hacerlo. Nos conviene hacerlo. hay que conmutar me y nos por el pronombre personal de tercera persona que distingue las formas del complemento directo de las de complemento indirecto: (A ella) le conviene hacerlo. Pero en otras ocasiones el sincretismo es irresoluble. En Me bebí el vaso de leche, la conmutación es imposible, porque Le bebí el vaso. Lo bebí (el vaso) 31
  • 32. son frases de sentido muy diferente. Los reflexivos también ofrecen un sincretismo irresoluble. En: Me voy. Te vas. no es posible sustituir las formas reflexivas me y te por *Le voy, *Le vas. Los pronombres posesivos Las raíces de los pronombres posesivos pertenecen a los pronombres personales: por su origen los posesivos son variantes de los pronombres personales. No obstante, los pronombres posesivos poseen características morfológicas que los distinguen claramente de los personales. La más importante radica en el hecho de que los posesivos carecen de flexión casual: todas sus formas se derivan del acusativo latino. Además, fuera de su función como parte de predicados, los posesivos se caracterizan por su propiedad sintáctica: los posesivos aparecen siempre en construcciones atributivas; a diferencia de ellos, los personales nunca cumplen función de atributos, por ejemplo: El nuestro es mejor función predicativa Nuestro padre es médico función atributiva Por su raíz los posesivos distinguen la categoría de persona y son deícticos o anafóricos de la misma manera que los personales. No obstante la raíz de los posesivos no distingue nunca el sexo o el género gramatical de la persona o del nombre a que señala; en algunos casos no distingue ni el género, ni el número. Así, nuestro señala deícticamente a un plural, pero se refiere tanto a nosotros como a nosotras, es decir, no distingue el género: nuestro = de nosotros y de nosotras. Su, suyo señalan indistintamente a un plural y a un singular, a un masculino, a un femenino y a un neutro: de él de ella suyo de ello de ellos de ellas 32
  • 33. Para mayor claridad en el caso del pronombre posesivo distinguiremos las formas de un poseedor de las formas de varios poseedores. Al igual que los personales, los posesivos distinguen dos tipos de formas: tónicas y átonas. A diferencia de los personales, los posesivos distinguen también las formas apocopadas (siempre proclíticas y, por lo tanto, átonas) de las formas plenas: las formas plenas son tónicas y, por lo general, van detrás de la palabra a la que sirven de atributo o detrás del artículo y cumplen función predicativa: mi padre padre mío / el mío Proclítica Plena Apocopada Tónica FUNCIÓN ATRIBUTIVA FUNCIÓN ATRIBUTIVA El mío es bueno Primera persona: un poseedor: mío, mía mi míos, mías mis varios poseedores nuestro, nuestra nuestros, nuestras Segunda persona: un poseedor: tuyo, tuya tu tuyos, tuyas tus varios poseedores: vuestro, vuestra vuestros, vuestras Tercera persona: uno o varios poseedores: suyo, suya su suyos, suyas sus No es nuevo decir que los pronombres posesivos son exclusivamente adjetivos posesivos. Por eso habrá que desterrar la denominación de 33
  • 34. ‘pronombres sustantivos’ o de ‘posesivos sustantivados’ aplicada a las fórmulas: el mío, el tuyo, el vuestro, etc. En estas fórmulas el artículo cumple la función anafórica como en las construcciones análogas con cualquier clase de adjetivos, por ejemplo: Su mundo no es el nuestro. En este caso el artículo reproduce anafóricamente el sustantivo ‘mundo’: Su mundo no es nuestro mundo. La sustantivación solo es posible cuando el posesivo, como cualquier otro adjetivo, aparece en plural con significación de persona acompañado del artículo, que en este caso no es anafórico: sus padres los suyos sus partidarios sus seguidores El sistema pronominal en América: particularidades y diferencias 1. Desaparición de la segunda persona del plural: • desaparición de vosotros / os • sustitución por ustedes 2. El voseo. Clases de voseo. 3. Loísmo, leísmo y laísmo. El loísmo en América 4. El pronombre usted utilizado para con los niños. Tema VI Los pronombres demostrativos. El artículo LOS DEMOSTRATIVOS SUS FORMAS El demostrativo en español posee tres series de formas: masculino este, ese, aquel femenino esta, esa, aquella neutro esto, eso, aquello El artículo posee las siguientes formas: 34
  • 35. En singular: masculino el femenino la / el neutro lo En plural: masculino los femenino las Tanto los demostrativos, como el artículo poseen los mismos caracteres morfológicos en lo que se refiere a la variación de género y de número. Difieren en cuanto al acento: los demostrativos son siempre palabras acentuadas prosódicamente; los artículos, en cambio, son siempre átonos. Los artículos siempre se anteponen a los sustantivos (o adjetivos, o palabras que pueden funcionar como sustantivos). Los demostrativos pueden anteponerse o posponerse: No conozco a ese hombre. No conozco al hombre aquel. En la lengua moderna el artículo no se combina con ningún demostrativo antepuesto; puede combinarse con algún demostrativo pospuesto: No se dice el ese hombre Puede decirse el hombre ese Los demostrativos pueden funcionar como adjetivos y como sustantivos; los demostrativos neutros solo funcionan como sustantivos: Función de adjetivo: Esta casa es nueva. Función de sustantivo: Aquella es moderna. Esto no es verdad. Cuando funcionan como sustantivos, los demostrativos no van acompañados por atributos, excepto unos pocos adjetivos que sí suelen acompañarlos: estos mismos aquella sola todos estos FUNCIÓN DE LOS DEMOSTRATIVOS Por su condición de pronombres, los demostrativos realizan diversas clases de señalamientos. 35
  • 36. Con los pronombres de la primera serie (este, esta,...) el hablante señala el lugar o el período de tiempo en que se encuentra en el momento de hablar, por ejemplo: esta casa es nueva donde ‘esta’ señala el aquí y el ahora. Con los pronombres de la segunda serie (ese, esa,...) el hablante alude a lo que no está presente, a lo que se determina por medio de datos que permiten especificarlo: en esas hermosas tierras por descubrir, el pronombre ‘esas’ alude a ‘tierras’, algo que no está presente y se determina por datos complementarios. Con los pronombres de la tercera serie (aquel, aquella,...) señalamos mediante un proceso de rememorización a algo alejado de nosotros en el tiempo y en el espacio, por ej.: Aquel año hizo mucho frío. Las formas del artículo realizan un señalamiento especial: son deícticos vagos, o, si se quiere, demostrativos imprecisos. De todos modos, más que deíctico, el artículo es una palabra determinativa: No hay equivalencia entre: (1) El niño no se encuentra bien y (2) Este niño no se encuentra bien, si las dos oraciones se refieren a una misma situación extralingüística y si no tratamos con la segunda a oponer ‘este’ niño’ a otros niños, presentes o ausentes. De todos modos, el uso del demostrativo en este caso posee un matiz afectivo del que está desprovisto el artículo. Observaciones: 1. Una propiedad sintáctica privativa del artículo neutro, apenas compartida por los demostrativos neutros esto, eso y aquello, es su capacidad de agruparse con un adjetivo masculino singular (cuando el adjetivo es genéricamente invariable, por ej. difícil) y, a veces, de combinarse incluso con adjetivos de cualquier género y número: Lo más difícil es confesar la verdad. Me extraña lo desgraciados que parecen. ¡Lo graciosas que son estas niñas! 2. Tanto el artículo neutro como los demostrativos neutros se parecen en su capacidad para participar en construcciones de relativo y en frases preposicionales (especialmente con la preposición de): 36
  • 37. lo de siempre esto de ahora lo que pasó aquello que pasó 3. El artículo femenino singular ante palabras que empiezan por –a o –ha tónica adquiere la variante ‘el’: el agua, el hacha, el ave, el habla. De esta regla se exceptúan los nombres propios y los apellidos de mujer, y las letras del alfabeto: la Ana, la Ángela, la Álvarez, la a, la hache. La interposición de cualquier palabra entre el artículo y el sustantivo femenino que empiece por –a o –ha tónica instituye la forma normal del artículo la: la dulce habla, la gran águila. 4. Quedan fuera de la primera regla también los adjetivos: la agria polémica, la árida llanura, etc. 5. Con los pocos nombres apelativos de personas o animales que son nombres sustantivos comunes y ofrecen una a– inicial tónica, independientemente de si se usan como sustantivos o como adjetivos, debe emplearse la forma común del artículo femenino la para distinguirse el género (el sexo): la árabe (mujer) el árabe (hombre) la ánade (hembra) el ánade (macho) 6. FORMAS CONTRACTAS: A. La sinalefa (encuentro de dos o más vocales) que normalmente se produce cuando las dos vocales contiguas son átonas, se observa en la escritura entre la preposición de + el artículo el = del: del bien o del mal el salario del hambre La contracción se suprime cuando el artículo forma parte inseparable de un nombre propio: Salió de El Salvador. La región de El Bierzo es muy bonita. B. No se trata de sinalefa sino de reducción vocálica en el caso de la preposición a + el = al: al anochecer, al alba, etc. Cuando el artículo es parte de un nombre propio la reducción no se produce: 37
  • 38. Llegaron a El Paso. 7. Ya hemos mencionados que todos los demostrativos son palabras con acento de intensidad. Por su estructura fónica todas estas formas no deberían llevar acento gráfico. La norma académica estableció que todas estas formas lleven acento gráfico cuando funcionan como sustantivos, es decir, cuando aparecen solos, sin la compañía de ningún adjetivo. No obstante, a partir de 1952 la Academia tomó la siguiente decisión: «Será lícito prescindir del acento cuando no exista riesgo de anfibologías», o sea, ya no se pone acento sobre ningún pronombre demostrativo, ni siquiera sobre los demostrativos sustantivos, siempre que no existan dudas ni dificultades de comprensión. Los pronombres tal y tanto Los pronombres tal y tanto ofrecen las siguientes formas: En singular: masculino tal tanto femenino tal tanta neutro tal En plural: masculino tales tantos femenino tales tantas neutro tanto Las formas de estos pronombres tienen acento de intensidad. Lo mismo que los demostrativos pueden funcionar como adjetivos o como sustantivos. Predomina su empleo como adjetivos: de tal palo tal astilla. El pronombre tal determina la cualidad; el pronombre tanto determina la cantidad. Los dos tienen una forma neutra que es idéntica a la respectiva forma del masculino singular: a) ―¡No digas lo contrario! ―No digo yo tal = Yo no digo eso. b) Aquello es tanto como nada. Como adjetivo tanto admite el grado superlativo en –ísimo (tantísimo, tantísima). A veces tal y tanto funcionan como adverbios y esto conlleva frecuentes confusiones e interferencias entre ambas categorías, por ej.: No hables tanto. ¡Me gustas tanto! ¡Tanto gusto en varte! 38
  • 39. Tema VII pronombres relativos E interrogativos LOS PRONOMBRES RELATIVOS: SUS FORMAS Los pronombres relativos son: que, quien, cual, cuyo y cuanto. Son formas átonas, es decir, se usan siempre como proclíticas. • Que es invariable: se usa para personas y cosas en singular y en plural. No ofrece variación genérica. • Quien adopta relativamente tarde una forma especial para el plural (quienes). Normalmente se usa para personas; tampoco ofrece variación genérica. • Cual tiene su propia forma numérica heredada del latín (cuales). Las formas con variación genérica *cuala, *cualo se consideran dialectismos vulgares y la norma no las acepta. • Cuyo conserva los morfemas de género y de número: cuyo, cuya, cuyos, cuyas. • Cuanto ofrece variación genérica y numérica: cuanto, cuanta, cuantos, cuantas. Posee, además, una forma neutra (cuanto) que formalmente coincide con la del masculino singular. FUNCIONES DE LOS PRONOMBRES RELATIVOS Como otros pronombres, los relativos realizan señalamientos anafóricos a palabras o complejos sintácticos del contexto (a veces puede ser toda una oración). Se diferencian de todos los demás pronombres por el hecho de que simultáneamente se usan como nexos de subordinación. Cuando cumple la función de nexo, el relativo forma parte de la cláusula subordinada. Cuando funciona como anafórico, crea una relación con la cláusula subordinante a la cual (o a uno de cuyos elementos) representa. Este elemento se llama antecedente del relativo. Por otra parte el relativo puede funcionar como adjetivo (de cuya idea, cuantas personas) o como sustantivo. Cuando funciona como sustantivo puede ocurrir que el antecedente aparezca expresado como término 39
  • 40. independiente (el hombre que...) o que esté implicado en la idea misma del relativo: quien calla, otorga = la persona que calla... el que a hierro mata, de hierro muere = el hombre que... RELATIVOS SUSTANTIVOS CON ANTECEDENTE EXPRESO De los relativos entran en este grupo los pronombres que y quien; que pertenece exclusivamente a dicha categoría. Por otra parte que y quien no son casi nunca intercambiables. La esfera de acción de que es más amplia que la de quien. Además, cuando el pronombre relativo no depende de una preposición y tiene un antecedente pronominal inmediato, se emplea que y no quien: yo que los vi aquellos que partían Se emplea también que, regularmente sin preposición, cuando el relativo tiene por antecedente el artículo: aquel año y el que viene eso es lo que no permito Los grupos enteros el que, la que, los que, las que pueden funcionar también como relativos con antecedente expreso: la casa en la que nací varias cosas a las que responder RELATIVOS SUSTANTIVOS SIN ANTECEDENTE O CON ANTECEDENTE IMPLÍCITO 1. Quien, usado preferentemente en singular, puede llevar implícito su antecedente y entonces equivale a la fórmula antecedente + que, con la que alterna en ciertas oraciones. Como antecedente en dicha fórmula se emplea generalmente el artículo y menos veces el demostrativo aquel; a veces puede aparecer algún pronombre indefinido: quien dice a, dice b = el que dice a, dice b quienes te precedieron, te aventajaron = los que te precedieron 2. Los plurales cuantos / cuantas como pronombres sin antecedente se emplean como señalamiento anafórico a un sustantivo (del mismo género y número) que los precede y entonces equivalen a la fórmula todos los que / todas las que, con la que alternan: la historia más inverosímil de cuantas se conocen = de todas las que... Es 40
  • 41. frecuente el uso de cuantos = todos los que sin anáfora y con significación de persona: Cuantos le conocen le quieren mucho = todos los que le conocen... Es particularmente frecuente el empleo del neutro cuanto = todo lo que: Aquella casa y cuanto estaba en ella era suyo = todo lo que estaba... Relativos adjetivos 1. El pronombre cuyo y sus distintas formas genéricas y numéricas, usados como nexos hipotácticos, se anteponen a un sustantivo apelativo, con significación de persona o de cosa, de la cláusula subordinada. Simultáneamente remiten a un sustantivo apelativo o bien a determinados pronombres de naturaleza sustantiva que forman parte de la cláusula subordinante: El señor, cuyo nombre te dije el otro día, está allí enfrente. 2. Dentro de ciertos límites el grupo del cual, de la cual, de los cuales, etc. (menos veces del que, de la que...) concurre con el relativo adjetivo cuyo: unas casas, a las puertas de las cuales = a cuyas puertas Si el antecedente está alejado del relativo a veces se repite en la cláusula subordinada precedido por el cual, la cual, etc. que entonces funcionan como relativos adjetivos; en tales casos no es correcto emplear cuyo en vez de el cual: Vieron a un hombre del mismo talle y figura [...], el cual hombre, cuando los vio, se sobresaltó. 3. La construcción que consiste en anteponer cuanto (en masculino o femenino, singular o plural) a un sustantivo (cuantas veces, cuanta simpatía) es excepcional, no tanto por el hecho de que el relativo precede a su antecedente, sino por la particularidad de que en el relativo aparecen subentendidos elementos que por un lado pertenecen al relativo y, por el otro, al antecedente, como se deja ver en la fórmula equivalente todo el que, toda la que, todos los que, todas las que, con la que concurre la construcción examinada: cree a pie juntillas cuantas mentiras le dicen = todas las mentiras que... morían cuantos enemigos se acercaban = todos los que... Los pronombres interrogativos Por su forma los interrogativos no se diferencian, en lo esencial, de los relativos; su repertorio es un poco más reducido. Quedan fuera del inventario de los interrogativos los relativos compuestos el cual, la cual, etc. y la serie el que, la que, etc. A diferencia de los relativos, todos los interrogativos poseen acento de intensidad que debe marcarse gráficamente. Hay que distinguir, además, la pregunta directa de la indirecta, es decir, la que se formula como parte de una cláusula subordinada (me pregunto qué habrá sucedido aquel día). Los interrogativos que se emplean en la pregunta directa son: qué, 41
  • 42. quién, quiénes cuál, cuáles cuánto, cuánta, cuántos, cuántas cúyo, cúya, cúyos, cúyas cuánto (n) De todos ellos solo quién, quiénes, el neutro cuánto y cúyo se emplean de manera exclusiva como interrogativos sustantivos o predicativos: ―¿Quién es? ―Soy yo. El neutro cuánto puede funcionar como adverbio cuando es complemento de duración o de precio: ¿Cuánto tardará en llegar? ¿Cuánto cuesta? Los restantes interrogativos funcionan indistintamente como pronombres sustantivos y adjetivos. Cuando funciona como adjetivo que se combina con nombres femeninos o masculinos, en singular y plural. Funciones de los interrogativos Lo que distingue los interrogativos de los demás pronombres es el hecho de que sirven primordialmente como instrumentos de la función apelativa del lenguaje: la naturaleza de su señalamiento es sobre todo apelativa: apunta a la persona o cosa inquirida mediante la pregunta. En este sentido, entre el concepto implicado en el interrogativo y el nombre o el pronombre con que se contesta en la respuesta se da una relación de identidad semejante a la que existe entre el relativo y su antecedente. Esta semejanza se explica por el origen común a ambas clases de pronombres. Los interrogativos que se emplean en la pregunta indirecta En líneas generales las formas son las mismas. Se observa una tendencia muy subrayada en español a introducir oraciones de relativo en la interrogación indirecta: a) Conozco qué camino leva al otro mundo b) Conozco el camino que lleva al otro mundo Se resisten a dicha tendencia las interrogativas indirectas dubitativas: No supo el hombre qué contestar. Ignoro cuánto tardará en llegar. No sé qué decirte. Tema VIII PRONOMBRES INDEFINIDOS Y CUANTITATIVOS De su naturaleza Los pronombres indefinidos y los cuantitativos poseen unas características especiales que los sitúan en el extremo opuesto a todos los demás pronombres estudiados hasta ahora. Con los pronombres 42
  • 43. personales, los demostrativos, el artículo, los relativos y los interrogativos el hablante trata de identificar personas y objetos o grupos de personas y de objetos del mismo género o especie. Es un señalamiento orientado a lo individual y lo determinado. Resulta paradójico que este tipo de señalamiento se realiza mediante el empleo de palabras que carecen de contenidos conceptuales extraídos de la realidad, fuera de los que representan los morfemas de género y de número que son comunes a todas las categorías nominales o pronominales. Con los pronombres indefinidos y los cuantitativos ocurre todo lo contrario en ambos sentidos. Por un lado, estos pronombres poseen componentes conceptuales, lo que explica el hecho de que sus raíces participan con frecuencia en los mecanismos de la derivación y la composición: reunir, hidalgo, poquedad, demasía, menospreciar, menoscabo, etc. y el hecho de que algunos de estos pronombres se emplean asimismo sustantivados: la nada, un don Nadie, el más y el menos, etc. En cierto modo el elemento conceptual de la raíz de estos pronombres los acerca a la categoría del nombre adjetivo, sobre todo cuando funcionan como atributo de un sustantivo: poca cosa, muchos alumnos, demasiada preocupación, una verdad, etc. Por esta razón a veces se denominan «adjetivos pronominales». No obstante, pese a que, como pronombres adjetivos, están privados de la función deíctica o anafórica, propias de los pronombres en general, los indefinidos y los cuantitativos no dejan de poseer los rasgos de indefinición e indeterminación que caracterizan a los pronombres de su clase. La mención (el señalamiento) que realizan deja sin identificar personas y cosas, bien porque no importa o no interesa precisar de qué o de quién se trata, bien porque semejante operación simplemente no es posible. La denominación de ‘cuantitativos’ se aplica a los indefinidos que designan un número no determinado de personas u objetos (muchos días, pocas esperanzas) o una cantidad o un grado indeterminado de cierta sustancia (bastante vino, demasiado calor). Los términos ‘indefinidos’ y ‘cuantitativos’ son, pues, compatibles en muchos casos. 43
  • 44. Por su capacidad de gradación cuantitativa, algunos de estos pronombres, en su forma neutra, funcionan como adverbios cuantitativos. La distinción en estos casos no es siempre fácil: con verbos intransitivos (o usados como intransitivos) son adverbios: reía poco, lloraba mucho. Usados con verbos transitivos en determinados contextos son pronombres cuantitativos neutros: ganó mucho (dinero), perdió poco (tiempo). En otros casos, como por ejemplo: a) en leía mucho [= constantemente]– adverbio b) leía mucho [= muchos libros] – pronombre cuantitativo neutro A estas características particulares que los indefinidos y los cuantitativos no comparten con ninguna otra clase de pronombres, se suman los caracteres generales comunes a todos los pronombres. Los indefinidos pueden funcionar exclusivamente como sustantivos (alguien, nadie, quienquiera) o indistintamente como adjetivos y sustantivos (uno, alguno). Por otra parte también realizan cierto señalamiento cuando funcionan solos, como sustantivos: Citaron a todos los testigos, pero algunos no comparecieron. Una especie puede engendrar otra. Otro rasgo, común a varias clases de pronombres, es el de poseer género neutro que solo en dos indefinidos aparece con forma diferenciada: algo / nada, mientras que en los demás se identifica con la forma del masculino singular (todo, mucho, poco, demasiado, uno, otro) o con la forma singular cuando el pronombre carece de diferenciación genérica (bastante), o con la única forma de los pronombres invariables (más, menos, demás). Cuando algunas de estas formas aparecen combinadas con el artículo neutro lo (lo poco, lo mucho, lo menos, lo bastante) pueden considerarse como formas neutras. Lo mismo que el artículo neutro lo, los indefinidos neutros poseen la propiedad de poder regir nombres adjetivos: Algo malo habrá hecho. Nada bueno le espera Ofrécele algo caliente: café o té. 44
  • 45. Las formas no neutras de los indefinidos poseen la extraordinaria capacidad de combinarse entre sí o con otros pronombres no indefinidos: alguien más, muchos más, otros muchos, otro cualquiera. cualquier otro, otro tanto, cada cual, etc. En semejantes combinaciones resulta a veces difícil descubrir cuál es el término regente (sustantivo) y cuál el regido (adjetivo). CLASES DE INDEFINIDOS: SUS FORMAS Y SUS FUNCIONES 1. El indefinido uno posee variación genérica y numérica: uno, una, unos, unas. Todas las formas tienen acento prosódico de intensidad excepto la variante apocopada un, siempre usada como proclítica cuando precede inmediatamente un sustantivo masculino (u otra palabra que funciona como sustantivo): un sí es no es, un tira y afloja, un buen día, un muchacho, etc. Cuando el sustantivo siguiente es femenino singular que empieza por a– o ha– tónica se usa también la forma apocopada un: un hacha, un águila, un ave, etc. Por su función adjetiva este indefinido se ha merecido la denominación de ‘artículo indeterminado o indefinido’ por el hecho de que entre él y el artículo, llamado por contraposición ‘determinado’, se establecen ciertas relaciones y ciertos contrastes semánticos y sintácticos: a un lado ≠ al lado un libro ≠ el libro La situación es diferente cuando el artículo y el indefinido actúan como sustantivos, porque entonces el indefinido aparece siempre solo, mientras que el artículo nunca aparece separado de los atributos o complementos que corresponden al término al que representa. Por consiguiente, falta una perfecta simetría entre ambos. Por otra parte, el indefinido experimenta diversos cambios de categoría gramatical. Aparte de su empleo como numeral, que es originario, el más importante es su uso como pronombre personal indefinido con el carácter de persona general: uno piensa, come y vive le dicen a uno sólo mentiras 45
  • 46. 2. Los indefinidos en cuya composición entra uno (alguno y ninguno) forman entre sí una oposición (término positivo // término negativo) sin que entre ellos existen otras diferencias. Téngase en cuenta no obstante que alguno puede emplearse como término negativo en ciertas construcciones (especialmente es característico para el estilo literario): en parte alguna se encontraba bien = en ninguna parte vivía sin esperanza alguna = sin ninguna esperanza Ambos pronombres ofrecen variación genérica y numérica: alguno, alguna, algunos, algunas; ninguno, ninguna, ningunos, ningunas. Todas las formas llevan acento de intensidad. Las formas singulares algún, ningún adoptan la forma apocopada en las mismas condiciones que uno, una. No obstante, las formas femeninas plenas se emplean más que la forma apocopada (y en esto se diferencian del empleo de una): Buscaba alguna alma en pena Se percibía la voz de alguna ave noctámbula Tanto las formas negativas como las positivas se emplean indistintamente como pronombres sustantivos o adjetivos, con la significación de persona o cosa. Como sustantivos alguno y ninguno compiten con los indefinidos invariables alguien y nadie: no hay nadie en la calle no he visto a ninguno // a nadie alguien cruza la calle algunos andarán por ahí perdidos Los neutros que corresponden a cada una de las series positiva y negativa, tienen sus propias formas: algo y nada, que también se emplean como sustantivos: un algo, una nada. 3. El indefinido compuesto cualquiera no solo deja sin identificar ni individualizar el objeto (persona) de su mención, sino que además lo coloca en el mismo plano de todos los de su género: cualquiera = ‘lo mismo da uno que otro’. Cualquiera funciona indistintamente como sustantivo de persona o cosa. Cuando funciona como adjetivo y va inmediatamente antepuesto a un nombre se emplea la forma apocopada cualquier sin distinción de género: cualquier hombre 46
  • 47. cualquier mujer cualquier universidad cualquier pueblo Cuando va agrupado con otra se prefiere usar la forma plena: cualquiera otra persona. También es posible decir cualquier otra persona, pero este empleo es menos frecuente. En posición pospuesta se emplea exclusivamente la forma plena; en este caso el sustantivo, seguido por cualquiera, siempre va precedido por un pronombre indefinido: una persona cualquiera otra persona cualquiera un mortal cualquiera El plural de cualquiera / cualquier es cualesquiera; muy pocas veces se usa la forma apocopada *cualesquier; es de empleo literario. 4. Quienquiera / quienquier y su plural quienesquiera, con significación de persona, es hoy de empleo muy restringido y enteramente libresco. 5. El indefinido cuantitativo todo tiene variación genérica y numérica: todo, toda, todos, todas y una forma neutra todo. Menciona personas y cosas, y se emplea indistintamente como sustantivo o adjetivo. Una de sus características especiales es la de poder anteponerse a los personales en función de sujeto (toda yo, todos vosotros, todos ustedes), a los demostrativos y al artículo cuando se emplean en función de sustantivo o de adjetivo (todos estos, todos aquellos, todos los que me acompañan; todos estos amigos, toda mi familia). La forma todo se emplea como sustantivo: el dinero es todo para él los amigos son todo para mí 6. Los indefinidos cuantitativos más y menos son invariables, pero se agrupan con sustantivos de cualquier género y número; en singular, se combinan con sustantivos que designan sustancia (quiero más agua); en plural se combinan con sustantivos que significan cantidades numerables (más / menos personas, más / menos árboles). En estos 47
  • 48. casos funcionan como adjetivos; pueden combinarse entonces con otros indefinidos o con pronombres pertenecientes a otras clases y con numerales: algunos más nadie más dos menos quien más, quien menos Pueden sustantivarse ocasionalmente como todas las palabras cuando funcionan como nombres de sí mismas: un más, un menos, el más, el menos. Pero cuando van acompañados por el artículo en plural cumplen función anafórica: Estaban escritas unas en latín, otras en inglés, las menos en nuestro propio idioma. En todos los casos más y menos llevan acento prosódico de intensidad. 7. Los pronombres indefinidos cuantitativos mucho y poco ofrecen variación numérica y genérica: mucho, mucha, muchos, muchas; poco, poca, pocos, pocas En esto se distinguen de los pronombres invariables más y menos, aunque no resultan tan distintos por sus funciones. Igual que más y menos, al agruparse con el artículo, pueden funcionar como elementos anafóricos, pero –a diferencia de más y de menos– en tales construcciones aparecen casi siempre como antecedentes de un relativo: ...otro grupo de viajeros, de los muchos que viajan en tal época por aquellos lugares... Como otros pronombres cuantitativos con frecuencia rigen complementos de naturaleza partitiva: quiero un poco de agua, muchos de ellos, etc. La concordancia con el complemento partitivo es muy extendida en el habla vulgar: una poca agua. Se observa la marcada tendencia a la conversión de mucho y poco en adjetivos: perdió la poca vergüenza que le quedaba es un castigo por sus muchos pecados 48
  • 49. 8. El indefinido otro lleva acento de intensidad y ofrece variación genérica y numérica: otro, otra, otros, otras. Se usa para significar indistintamente personas o cosas y tiene función prosustantiva y proadjetiva. Por su contenido semántico presupone que algo ha sido mencionado ya o va a mencionarse, algo que pertenece al mismo género, clase o especie a que pertenece el objeto de su propia mención. Esta alusión a su naturaleza semántica no debe confundirse con el señalamiento anafórico o situacional, porque otro la realiza no solo cuando actúa anafóricamente como pronombre sustantivo, sino también cuando tiene función proadjetiva, es decir, cuando aparece agrupado con algún sustantivo. Gracias a su contenido semántico otro se acerca en ocasiones a un numeral ordinal: otro es el segundo, aquello que se menciona después de lo primero: otra vez = una segunda vez. Con esta fórmula otro es intercambiable: una vez más = otra vez: no faltaba otra cosa = no faltaba más sin otro interés que ganar más dinero = sin más interés que... 9. El indefinido demás es invariable y es sinónimo de otro, pero se emplea exclusivamente con artículo plural, lo mismo cuando actúa anafóricamente como sustantivo y cuando va agrupado a otro nombre en función proadjetiva: un buen hombre es un hombre bueno para los demás se entendía bien con todos los demás Raras veces se agrupa con artículo singular y esto sucede cuando acompaña a un nombre colectivo o a un sustantivo, generalmente femenino, que significa colectividad: la demás gente de la casa estaba ausente. Mientras que los otros alude generalmente a cierto grupo, los demás se refiere a todo el resto de la serie. El neutro aparece con artículo: lo demás; puede aparecer sin artículo detrás de una enumeración de cosas o de seres más o menos heterogéneos: normas, leyes, decretos y demás. 10. El indefinido distributivo cada es invariable: cada uno, cada una. Se emplea exclusivamente como pronombre adjetivo ante nombres de objetos numerables en singular: cada hombre es inteligente cada río va al mar Puede emplearse también ante plurales inmediatamente precedidos por un numeral cardinal que no sea un: cada tres semanas, cada dos años, etc. Se combina fácilmente con los pronombres uno y cual; cada uno y cada cual son verdaderos pronombres compuestos que se usan alternativamente ya que su semántica es muy parecida. Cada cual parece insistir más en lo individual y lo diferencial. A diferencia de cada uno, cada cual no se emplea con complementos partitivos: cada uno de los alumnos *cada cual de los alumnos 11. Bastante, bastantes y el pronombre demasiado, con formas genéricas y numéricas (demasiado, demasiada, demasiados, demasiadas) son pronombres cuantitativos que funcionan de manera 49
  • 50. semejante a los demás cuantificadores. Igual que ellos también pueden funcionar como adverbios. 12. A diferencia del singular vario que es adjetivo, el plural varios, varias funciona como pronombre. En los casos cuando funciona como sustantivo reproduce o anticipa términos del contexto: Varios de ellos eran militares. En la lejanía se veían varias de ellas. 13. Algunas gramática incluyen cierto entre los indefinidos, pero cierto carece en absoluto de las propiedades anafóricas de los pronombres. Tema IX LOS NUMERALES DE SU CATEGORÍA GRAMATICAL En los numerales hay que considerar dos aspectos: a) el que se deriva de su categoría gramatical; b) el que procede de su naturaleza semántica. Por su contenido conceptual los numerales forman una clase semántica homogénea. Al mismo tiempo, sus morfemas flexivos y derivativos y sus funciones sintácticas no son muy distintos de los morfemas y de las funciones que caracterizan a la categoría del nombre y a la del pronombre. La naturaleza numérica de los numerales, aunque sin ser capaz ella sola de agruparlos en una categoría gramatical bien diferenciada (como la del nombre, del pronombre o del verbo) influye a veces en la gramática de los numerales. Por otra parte, a diferencia de otras palabras, las palabras como uno, dos, tres ofrecen la particularidad de corresponderse en la escritura con dos formas gráficas de naturaleza distinta: un signo lingüístico y un signo aritmético. LOS NUMERALES CARDINALES Cada uno de los numerales uno, dos, tres, [...], nueve, cero es un nombre sustantivo apelativo. Como tales sustantivos son de género masculino: su género gramatical proviene del género de la palabra ‘número’ que es masculino. Decimos este uno, el uno, el cero, pero también un número dos, el número uno. Como apelativos de cosa de la que existen varios ejemplares oponen normalmente un singular a un plural: la formación del plural sigue las reglas generales de la formación del plural de los sustantivos: uno-s, dos-es, tres-es, etc. 50
  • 51. Son también sustantivos los numerales uno, dos, tres, [...], quince, veinte, ciento, mil, etc. cuando designan los números enteros positivos de la serie ilimitada. Por sus caracteres gramaticales no se distinguen en lo esencial de los anteriores; su género gramatical lo determina el término genérico, en este caso no es solo el género de la palabra ‘número’, sino también de otros nombres genéricos que pueden ser masculinos o femeninos: el veinte el número veinte el siglo veinte la lección veinte la serie veinte El plural es de poco uso: Se han retirados los onces [= los autobuses de la línea once] Pero los numerales cardinales pueden ser empleados para contar los objetos de que se compone un conjunto: dos mil años treinta páginas cincuenta manzanas En tal caso los numerales funcionan de manera casi idéntica a como funcionan los pronombres indefinidos y cuantitativos; con pocas excepciones, en general los numerales carecen de morfemas de género y de número; a partir de dos rigen nombres plurales, masculinos y femeninos: dos años cien páginas tres manzanas diez casas Cuando realizan señalamientos en función sustantiva designan también pluralidad, excepto uno: El experimento se repitió en cuatro colegios. En tres resultó un fracaso. Déjame un libro para leerlo esta noche. Tienes dos míos que todavía no me has devuelto. Lo mismo que otros en la oposición los otros / otros, cuando van acompañados por el artículo, los numerales designan una cantidad de 51
  • 52. cosas ya mencionada o supuesta. Así, en la fórmula son las tres (horas), en la que tres representa la cantidad de horas transcurridas y no el número entero tres que probablemente habría dado la fórmula la hora tres o la tres. En función adjetiva ciento pierde su última sílaba aunque el nombre vaya precedido por sus atributos: las cien mejores poesías de la época. Es incorrecta la apócope cuando ciento se usa como sustantivo: ¿Cuántos hombres, entre ciento (*cien no sería correcto), saben cómo funcionan las locomotoras? Pero este uso parece muy extendido sobre todo en América. En España predomina ciento hasta en modismos y refranes: Más vale pájaro en mano que ciento volando. ciento y pico de... Un loco hace ciento Veintiún, treinta y un como atributos se construyen con el nombre en plural, en masculino y en femenino: veintiún días veintiuna banderas Ambos, ambas, su variante entrambos, entrambas y la menos frecuente ambos a dos, ambas a dos, todas ellas de uso literario, equivalen a uno y el otro // la una y la otra. Son restos de un antiguo número dual. FORMA DE LOS NUMERALES CARDINALES Considerado en su organización interna, es decir, independientemente de su función sintáctica, un numeral puede estar representado por una sola palabra (ocho) o por más palabras (ocho + mil). Conviene, pues, distinguir entre numerales simples y compuestos. Ofrecen formas simples los numerales de uno a quince, la serie de las decenas (veinte, treinta, noventa, etc.), los numerales quinientos, mil y la serie millón, billón, etc. Son equiparables a ellos los numerales doscientos, trescientos, etc. cuyo morfema –cientos nunca aparece separado de dos, tres, etc. en la expresión de los cardinales. En líneas generales, excepto uno, una; doscientos, doscientas; trescientos, trescientas; cuatrocientos, cuatrocientas y así hasta 52
  • 53. novecientos, novecientas, los demás cardinales simples carecen de variación genérica: treinta alumnos, treinta páginas, etc. Existe, no obstante, una importante diferencia: los plurales doscientos, -as (y todos los demás con variación genérica) acomodan siempre su género al del sustantivo al que acompañan, tanto si le preceden (doscientos kilos, trescientas toneladas) como cuando se hallan separados de él, en el interior de un numeral compuesto: trescientas mil cabezas de ovejas doscientas veinte mil toneladas Los singulares un, una, en cambio, conciertas su género con el del sustantivo solo cuando le preceden inmediatamente: un kilo una tonelada treinta y un mil toneladas Excepto uno, una, los cardinales simples carecen de variación genérica: cuatro casas, cien ovejas, etc. Por otra parte, cuando el singular millón, billón y sus plurales, millones, billones preceden inmediatamente al sustantivo este se une al numeral mediante la preposición de: un millón de habitantes doscientos millones de hectáreas En cualquier otro caso se usan sin preposición como el resto de los cardinales: un millón trescientos veinte mil habitantes. Observaciones: 1. La posición contigua de dos cardinales simples, en la forma lingüística de un numeral compuesto, significa adición aritmética cuando, por su valor numérico, el situado en el primer término es superior al que le sigue (mil ocho = 1000 + 8) y multiplicación cuando es inferior (ocho mil = 8 x 1000). 2. En los grupos aditivos (sumarios) se emplea normalmente la conjunción y entre los dos elementos cuando el primero significa una decena: cuarenta y seis. La conjunción y se usa raras veces en otros casos: las mil y una noches. El grupo unido por adición funciona lo mismo que un cardinal simple: en 102101 (ciento dos mil ciento uno) no dos, sino el grupo ciento dos, formado por adición, funciona como multiplicador de mil. 3. Acerca de la categoría gramatical de uno nos queda por examinar el problema de la delimitación de uno, como pronombre indefinido o artículo indeterminado, frente a uno como numeral cardinal. Es numeral cuando se opone a otro de valor numérico mayor, explícito o implícito: Discutían si había de comprar una lata para cada uno o una lata para los dos. 53
  • 54. En su forma plural unos, unas es exclusivamente indefinido excepto en los casos cuando se refiere a sustantivos ‘pluralia tantum’: unos prismáticos dos prismáticos unas tijeras tres tijeras En este último caso, según la intención de los hablantes, el plural unos, unas puede ser numeral o indefinido: Compró unas tijeras купи 1 брой ножици купи [някакви] ножици Numerales ordinales Pertenecen a la categoría del nombre. Funcionan casi siempre como adjetivos en construcción atributiva: la octava maravilla del mundo la segunda dimensión en noveno lugar Fuera de la construcción atributiva se emplean con artículo anafórico: No importa saber si ha leído el segundo libro, si le has visto leer los otros que le diste. Algunas veces pueden emplearse anafóricamente sin artículo: en primer lugar, en último lugar, etc. Fuera de estas condiciones actúan como sustantivos, a veces agrupados con el artículo, preferentemente con valor de persona: Fue el primero de tomar la palabra. Era la segunda de la clase. Otras veces, precedidos o no de un artículo, de un pronombre o de un numeral en función proadjetiva, se emplean con variadas significaciones de cosa: este uso procede de una construcción atributiva por elipsis del sustantivo: Viajaba siempre en segunda [clase]. Estudiaba segundo [curso] de medicina. A la tercera [vez] va la vencida. Como sustantivos ofrecen variación genérica y numérica; usados como adjetivos adquieren el género y el número del sustantivo al que acompañan. El plural del adjetivo es de uso poco frecuenta: Nunca segundas nupcias fueron buenas. Los adjetivos primero, tercero y postrero pierden la –o final del masculino cuando se usan en proclisis: al primer intento el tercer banco el postrer gorjeo de las aves A diferencia de los cardinales, los ordinales en su forma de masculino pueden combinarse con el artículo neutro: lo primero, lo segundo, lo último. Empleado sin artículo primero funciona también como adverbio, generalmente con el significado de ‘ante todo’, ‘antes’. Como adjetivo, primero adopta el sufijo –ísimo (primerísmo, primerísima) y el sufijo –mente para forma adverbio (primeramente). Formas de los ordinales Igual que los cardinales, los ordinales poseen también formas simples y compuestas Son formas simples las de primero al duodécimo: 54
  • 55. primero, primera (primo, prima se usa solo en determinadas combinaciones: obra prima, prima tonsura) segundo, segunda tercero, tercera (tercio se halla en ordinales compuestos) cuarto, cuarta quinto, quinta sexto, sexta séptimo, séptima octavo, octava noveno, novena (nono, nona en ordinales compuestos y combinaciones especiales Pío Nono) décimo, décima undécimo, undécima duodécimo, duodécima Son también formas simples los ordinales correspondientes a las decenas del 20o al 90o : vigésimo, vigésima trigésimo, trigésima cuadragésimo, cuadragésima quincuagésimo, quincuagésima sexagésimo, sexagésima septuagésimo, septuagésima octogésimo, octogésima nonagésimo, nonagésima Son formas simples también los ordinales que corresponde a las centenas de 100º al 900º: centésimo, centésima ducentécimo, ducentécima tricentésimo, tricentésima cuadringentésimo, cuadringentésima quingentésimo, quingentésima sexcentésimo, sexcentésima septingentésimo, septingentésima octingentésimo, octingentésima noningentésimo, noningentésima Además, se consideran también formas simples milésimo, millonésimo, billonésimo, etc. Con estas formas simples se forman los ordinales intermedios, algunos de ellos escritos en una sola palabra: decimotercio (decimotercero) decimocuarto decimoquinto decimosexto decimoséptimo decimoctavo decimonoveno (decimonono) Los femeninos tienen forma doble: decimocuarta y decimacuarta. 55