15. Saussure define al signo lingüístico como una entidad psíquica de dos caras, siendo una de ellas un concepto (significado) y la segunda una imagen acústica (significante). Él mismo explica que el signo une no a una cosa con un nombre, sino al concepto con su respectiva imagen acústica. "Hay entre ellos una simbiosis tan estrecha que el concepto boeur es como el alma de la imagen acústica [böf]. El espíritu no contiene formas vacías, conceptos innominados". Explica, asimismo, que la naturaleza del signo es arbitraria pues no existe razón alguna -salvo en el caso de la onomatopeya- para nombrar a un objeto de una manera y no de otra. Un ejemplo claro de lo anterior es el hecho de que dos palabras en lenguas diferentes puedan aludir a una misma representación de lo real: flor en castellano y fleur en francés.