1. Introducción
La ética –entendida como disciplina filosófica– se ha abocado desde hace
veinticinco siglos a la áspera tarea y la importante responsabilidad de esclarecer el
sentido de los fenómenos morales, y en particular de las valoraciones y las
normas asociadas a esos fenómenos. En todo cuanto se refiere a ellos trata
esencialmente de dos cosas: del enjuiciamiento, la apreciación o ponderación de
las conductas en la interacción social, y de las prescripciones acerca de cómo
debería ser esa interacción.
El gran problema de la ética es, entonces, si lo moral –y por tanto los conceptos
de “deber” y “bien”– tiene un sentido y, en tal caso, cuál es ese sentido.
La fundamentación ética (o la de normas o valoraciones morales) se plantea como
problema básico al menos en el nivel de reflexión, designado habitualmente como
“ética normativa”. ¿Qué significa “fundamentación”? En términos generales, se
trata de una operación racional. Sin embargo, puede entendérsela de dos modos
distintos: ya sea como una suerte de construcción arquitectónica, en el sentido de
establecer las bases de un sistema, o bien como una reconstrucción, es decir,
como la explicitación de algo implícito o el esclarecimiento de algo oscuro. En este
último caso, fundamentar es hacer visible algo que no se veía y que, sin embargo,
sirve de sostén a lo que se ve. Equivale a proporcionar una respuesta a la
pregunta “¿por qué?”, pero una respuesta racionalmente satisfactoria, es decir,
una que convierta en superflua o inadecuada cualquier insistencia con la misma
pregunta.
Hablar de paradigmas en la tarea de fundamentar la ética implica, entonces, la
hipótesis de que no es imposible una fundamentación ética reconstructiva.
Ello depende asimismo de que puedan presentarse buenos argumentos en su
favor. Que los argumentos sean “buenos” dependerá de que resistan con éxito las
objeciones principales del escepticismo ético y de que permitan mostrar lo que
está necesariamente supuesto en los fenómenos morales. Lo primero es la parte
negativa de la fundamentación y se deriva de la necesidad de probar su
posibilidad ética contra los reparos que de hecho y con insistencia se le ha
formulado a esta tarea; lo segundo corresponde a la parte positiva, constituye la
“reconstrucción” propiamente dicha y tiene que enunciar claramente el principio
fundante (o mejor, los principios), es decir, proporcionar criterios para la
legitimación de normas y valoraciones.
Bien” y “deber” tendrán sentido si la reflexión puede mostrar “razones” –esto es,
fundamentos– de lo que se considera “bueno” o de lo que se cree que se
“debe”hacer. Aquí reside el problema central de la ética, la inquietud racional que
convierte a ésta en una disciplina filosófica. Y la discrepancia básica tiene lugar
entre los que creen imposible encontrar estas razones –aunque su escepticismo
tiene grados y matices diferentes(1,2)–y los que avalan la posibilidad de
fundamentación, y tienen entonces que formular alguna propuesta convincente y
coherente. Estos últimos recurren a criterios muy variados para formular sus
propuestas.
Se comprende que el problema central de la ética ha sido y sigue siendo si es o no
posible encontrar los fundamentos de los fenómenos morales. Si se acepta tal
posibilidad, corresponde atender a cuáles son esos fundamentos y cómo se los
2. demuestra. En los apartados siguientes haremos un breve recorrido por los
principales intentos fundacionistas, indicando cuáles han sido, en cada caso, sus
aportaciones particulares y sus respectivos defectos.
Paradigmas
El término paradigma[1] se origina en la palabra griega παράδειγμα (parádeigma)
que a su vez se divide en dos vocablos "pará" (junto) y "déigma" (modelo), en
general, etimológicamente significa «modelo» o «ejemplo» . A su vez tiene las
mismas raíces que «demostrar».
En términos generales se puede definir al término paradigma como la forma de
visualizar e interpretar los múltiples conceptos, esquemas o modelos del
comportamiento en todas las etapas de la humanidad en lo psicológico y filosófico,
que influyen en el desarrollo de las diferentes sociedades así como de las
empresas, integradas e influenciadas por lo económico, intelectual, tecnológico,
científico, cultural, artístico, y religioso que al ser aplicados pueden sufrir
modificaciones o evoluciones según las situaciones para el beneficio de todos.
Paradigma científico
El filósofo y científico Thomas Kuhn dio a paradigma su significado
contemporáneo cuando lo adoptó para referirse al conjunto de prácticas que
definen una disciplina científica durante un período específico de tiempo. El mismo
Kuhn prefería los términos ejemplar o ciencia normal, que tienen un significado
filosófico más exacto. Sin embargo, en su libro La estructura de las revoluciones
científicas[2] define a un paradigma de la siguiente manera:
lo que se debe observar y escrutar;
el tipo de interrogantes que se supone hay que formular para hallar
respuestas en relación al objetivo;
cómo deben estructurarse estas interrogantes, y
cómo deben interpretarse los resultados de la investigación científica.
"Considero a los paradigmas como realizaciones científicas universalmente
reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y
soluciones a una comunidad científica"
Thomas Kuhn.
Los modelos paradigmáticos son modelos metafísicos y epistemológicos, que
proporcionan el "contexto" en que se forman los diferentes modelos teóricos y
3. teorías de un nivel inferior, presentando las directrices generales de agrupamiento
de las diferentes teorías.
Alternativamente, el Diccionario Oxford define a paradigma como "Un patrón o
modelo, un ejemplo". Así, un componente adicional de la definición de Kuhn es:
Cómo debe conducirse un experimento y qué equipamiento está disponible
para realizarlo.
De esta forma, dentro de la ciencia normal, un paradigma es el conjunto de
experimentos modélicos capaces de ser copiados o emulados; siendo la base
para crear un consenso científico. El paradigma prevalente presente en el
consenso imperante , a menudo, una forma más específica de ver la realidad o las
limitaciones de propuestas para la investigación futura; más que un método
científico mucho más genérico. Esto nos pudiera conducir a un paradigma
positivista.
Un ejemplo de paradigma comúnmente aceptado sería el modelo estándar de la
física. Los métodos científicos permitirían a los científicos ortodoxos investigar
muchos fenómenos que pueden resultar contradictorios o contrastantes con el
modelo estándar. Sin embargo es mucho más difícil obtener consenso para los
mismos, en proporción a la divergencia de los principios aceptados del modelo
estándar que tales experimentos examinarían. Por ejemplo, un experimento para
investigar la masa del neutrino o la descomposición de neutrones recibiría más
fondos que un experimento que buscara violaciones a la conservación de
momentos, o pretendiera estudiar la ingeniería de los viajes en el tiempo.
Algunos conceptos más despectivos (pensamiento de grupo[3] o su casi
equivalente Mindset) tienen significados muy similares que aplican a pequeña y
gran escala del pensamiento disciplinado. Michel Foucault usó los términos
epistemológico, discursivo, matesis y taxinomial, para aspectos del paradigma en
el sentido original dado por Kuhn.
Son las maneras de percibir el mundo, de pensar, de valorar y actuar con base en
una visión particular de la realidad.
Según Barker(1995), define más específicamente como “conjunto de reglas y
disposiciones implícitas o explícitas que permite
1. Establecer y definir los límites de una situación, y
2. Indicar cómo comportarse para tener éxito dentro de esos límites”
Para Barker, algunas características interesantes son:
Los paradigmas cambian constantemente y además suponen e implican
invertir o romper reglas vigentes.
Mientras existe un paradigma vigente, es posible conocer o distinguir las
señales de los próximos paradigmas.
4. El “efecto paradigma” implica que lo que es notorio y obvio para una
persona con un paradigma dado, es casi imperceptible para otra persona
con un paradigma diferente.
Los paradigmas son útiles porque nos permiten resolver ciertas situaciones.
También pueden ser armas de doble filo, ya que por una parte puede ayudar a
focalizar y diferenciar la información importante de la que no lo es. Pero por otra
parte puede hacer que ignoremos información que no concuerda con nuestros
paradigmas y así solo consideramos lo que queremos o esperamos considerar.
Ética interpersonal y ética impersonal
La génesis del individuo está socialmente mediada: la individualización se produce
a través de la socialización. En Ética y Política, Aranguren subrayó la necesidad
de la apertura a los otros para que se pudiese hablar de una actitud realmente
ética que, sin menoscabo del protagonismo individual, pudiese generar una ética
social o transpersonal, desplegada en :
Ética interpersonal o ética de la alteridad, en la que el otro es un alter
concreto, o en una…
Ética impersonal o ética de la aliedad, en la que el otro no es un alter al
que conozco y trato, sino un alius, es decir, un otro innominado y más o
menos distante, pero al que asimismo estoy obligado en las tareas
colectivas de la sociedad a la que pertenezco.
Ética de la convicción y ética de la responsabilidad
La persona que se mueve mediante una ética de la convicción lo hace por
principios incondicionados, con independiencia de los resultados derivados de su
actuación, es decir, son entrar en un cálculo de las consecuencias derivadas de su
acción, conforme al lema “Obra bien y deja el resultado en manos de Dios”.
Otras personas, como los políticos, aún no careciendo de principios, ha de estar
atento a las consecuencias previsibles e incluso laterales y no deseadas de
suacción, moviéndose conforme a una ética de la responsabilidad. Este tipo de
ética se desliza por la peligrosa pendiente de la violencia y el mal:
“Ninguna ética del mundo puede eludir el hecho de que para conseguir fines
“buenos” hay que contar en muchos casos con medios moralmente dudosos, o al
menos peligrosos, y con la posibilidad e incluso la probabilidad de consecuencias
laterales moralmente malas” (Weber)”
5. No se trata de dos tipos de éticas, una para el común de los mortales y otra para
los poíticos, pues éstos se encuentran tan sometidos a los principios éticos como
los demás, sino de las nunca fáciles relaciones entre ética y política, las cuales
pueden oscilar entre la actitud del “alma bella”, que preserva la limpieza de sus
manos a costa de su escapismo o que que se convierta en fanática, y la
presuntamente eficaz, pero sin escrúpulos, que sacrifica al dios de la violencia
principios y personas.
Ética normatica: ética teleológica y ética deontológica
La ética normativa es aquella disciplina filosófica que trata de señalar lo bueno o
lo malo en la vida humana, lo que debemos hacer en el orden de los princpios,
siendo misión de la phrónesis, de la prudencia en el sentido aristotélico del
término, su aplicación a la inmensa variabilidad de los casos particulares.
La ética teleológica advierte que el Bien es aquello a los que todas las cosas
tienden, siendo la eudaimonía (habitualmente traducido por felicidad) el bien
buscado por los humanos. Toda su estrategia consiste en llenar de contenido
normativo el concepto de felicidad.
El paradigma deontológico de la ética procede de Kant quien argumenta a su
entender que si el fin que quizá podemos atribuir a la naturaleza hubiera sido que
el hombre fuese simplemente feliz, la naturaleza lo habría equipado para tal
propósito con cierto sistema que le permitiera acceder a través de un sistema
instintivo que no errara ni en los fines ni en los medios necesarios para obtener la
felicidad. Al dotarle de razón y libertad parece que el hombre queda alejado de
verdadera satisfacción, pues el cálculo relativo al disfrute de la vida acaba por
conducir a muchos a una cierta misología u odio hacia la razón, al desesperar de
ésta como medio adecuado para tal disfrute. El fin de la razón, para Kant, no es
tanto (o no sólo) la consecución de la felicidad, sino el hacernos dignos de
ella a través de una buena voluntad.
Teorías descriptivistas y no-descriptivistas
Dentro de las teorías descriptivistas encontramos:
1. Teorías naturalistas: estiman que las condiciones de verdad de los
enunciados morales son similares a las de las ciencias empíricas, por lo
que los métodos de éstas serían suficientes para dilucidar su verdad o
falsedad, sin precisar de ninguna premisa ética, dado que el significado de
los enunciados éticos es similar al de aquellos otros en los que no aparecen
términos éticos.
2. Teorías intuicionistas: comparte con el naturalismo el que los enunciados
éticos pueden ser verdaderos o falsos y el que los términos éticos se
refieren a propiedades, pero sosteniendo sin embargo que esas
propiedades no son definibles no empíricamente observables, sino
propiedades morales sui generis, sólo accesibes a la intuición.
6. Para el no-descriptivismo ni los términos éticos se refieren a propiedades ni los
enunciados éticos pueden ser parafraseados metalingüisticamente en el lenguaje
de la verdad o de la falsedad.
1. Según el emotivismo un enunciado ético no describe nada del mundo, sino
que expresa las actitudes o emociones del hablante, haciéndose imposible
el discurso racional en Ética.
2. El prescriptivismo insiste en que la función de los enunciados éticos, aun no
siendo descriptiva, es asimilable a la de otros enunciados no fácticos, como
ordenar, prescribir, aconsejar, etc. asólo que las convicciones éticas no
deberían identificarse con la posesión de actitudes, deseos o emociones
personales, sino con la de actitudes impersonales o “morales”, si es que el
discruso ético es racionalmente posible, sin reducirse a la retórica emotiva.
Paradigma aristotélico
Dos éticas fueron escritas por Aristóteles:
Ética a Eudemo que pone en evidencia algunas influencias platónicas y Ética a
Nicómaco que es la versión definitiva de la ética aristotélica puesto que pertenece
al tercer período.
La ética de Aristóteles, es, en primer lugar, una ética de la felicidad... pero también
es una ética de la virtud ya que ésta es el medio por excelencia para alcanzar la
felicidad.
La felicidad, consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del hombre. Tal
actividad no es otra que la actividad del alma que para que sea perfecta debe ser
acompañada por todas las virtudes.
Hacia el final de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirmará que la actividad más
propia del hombre y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación
teórica: es decir, la sabiduría. Así es como el empirismo ético lo lleva a un a
posición ecléctica: la felicidad consiste en equilibrar virtud, contemplación y bienes
exteriores.
Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a la virtud con el
conocimiento. Para él, la virtud será la disposición del alma, es decir, la capacidad
y la aptitud de esta para comportarse de un modo determinado:
7. "No basta que la acción tenga un carácter determinado para que la conducta sea
justa o buena; es preciso también que el hombre actúe de un modo determinado
ante todo, que atue a sabiendas; en segundo lugar, que proceda en razón de una
decisión conciente y que prefiera esa acción por si misma; finalmente, que actúe
desde una posición firme e inquebrantable" Aristóteles, Etica a Nicómaco
La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y el hábito, es decir que
para que un hombre se haga justo, es menester que practique la justicia.
Aristóteles considera que nadie se hace justo por "naturaleza" (aunque una
predisposición natural sea importante) ni tampoco resulta suficiente la enseñanza.
Para Aristóteles, la virtud cosiste en un término medio, lo cual no significa
mediocridad sino un equilibrio entre los vicios de los extremos. El "valor" es un
justo medio entre la "temeridad" y el "miedo".
Puede intuirse en esta concepción cierto resto de simetría pitagórica también
adoptada por Platón y así mismo del concepto de "medida", dominante en la
medicina griega contemporánea de Aristóteles. Al igual que los medios, para
Aristóteles, el punto medio no es una abstracción en general sino que se aplica de
acuerdo a las circunstancias de cada caso. EL hombre prudente, sabrá elegir el
justo medio.
Paradigma kantiano
La ética “formal” kantiana
La pregunta fundamental de la ética es: “¿Qué debo hacer?”, aunque también
puede formularse: “¿Qué condiciones debe cumplir una norma moral para que
pueda obligar?”.
· Las normas morales tienen que tener validez universal. (Todos deben hacer X)
· Kant rechaza las éticas del bien, y las éticas de la felicidad las considera egoístas,
porque la búsqueda de la felicidad no puede fundar normas universales.
· Propone una ética deontológica y procedimental No aparece sólo como criterio de
búsqueda, sino también como normal moral. (Imperativo categórico). “Obra de
tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como
principio de una legislación universal”.ç
· LA moral kantiana reposa sobre la libertad. El imperativo categórico supone que es
el sujeto moral quien se da a sí mismo las normas morales.
· Es deontológica y procedimental, porque sólo atiende al procedimiento para
establecer que es lo correcto.
Kant admite de todos modos un correlato sentimental de la ley moral en su pureza
y, muy singularmente, les ruego lo registren, éste no es sino el dolor mismo. Les
leo el pasaje: "En consecuencia, podemos ver a priori que la ley moral como
8. principio de la determinación de la voluntad, perjudica por ello mismo todas
nuestras inclinaciones, y debe producir un sentimiento que puede ser llamado de
dolor. Y es éste el primero, y quizás el único caso, en que nos esté permitido
determinar, por conceptos, a priori, la relación de un conocimiento, que surge así
de la razón pura práctica, con el sentimiento de placer o de la pena" En suma,
Kant es de la opinión de Sade. Pues para alcanzar absolutamente das Ding, para
abrir todas las compuertas del deseo, ¿qué nos muestra Sade en el horizonte?
Esencialmente, el dolor."
La ética kantiana hay que situarla en relación a su época, el siglo de las Luces, el
del auge de la física de Newton, como señala Lacan, "la ética kantiana surge en el
momento en que se abre el efecto desorientador de la física, llegada a su punto de
independencia en relación a das Ding, al das Ding humano, bajo la forma de la
física newtoniana Efecto de la ciencia que cuestiona "todos los lugares y donde ya
nada en esa realidad que hemos aprendido a conmocionar tan admirablemente,
responde a ese llamado de la seguridad del retorno",
Kant publica su Crítica de la razón práctica en 1788, 8 años antes de la Filosofía
en el tocador de Sade. Ambas obras se sitúan en una época en la que el
optimismo y la bondad sobre el hombre, representados por Rousseau, han dado
paso a un "crecimiento del tema de la felicidad en el mal"
Es en este contexto que Kant quiere poner a prueba los mismos mecanismos de la
razón sobre los que se asienta el método científico, tanto de la razón pura como
de la razón práctica. Entre los racionalistas y los empiristas, el criticismo kantiano
pretende discernir de dónde le viene el acierto y la certeza a los conocimientos
científicos, metafísicos y morales. Kant intenta establecer las condiciones y límites
de la razón, a partir de las diferentes formas de ilusión de la razón (antinomias...).
El uso especulativo de la razón se muestra, según Kant, deficiente para conocer
con precisión lo referente a la libertad de la voluntad, la inmortalidad del alma y la
existencia de Dios. Por ello, y en relación al tema que nos interesa, el del uso
práctico de la razón, es decir, la ética, Kant intenta responder a la pregunta de
cómo saber racionalmente, con validez universal para todos los hombres, la
rectitud moral de las acciones.
Sostiene, en primer lugar, que no se actúa moralmente si se obra según
emociones o sentimientos, ya que éstos son empíricos, dependen de la
experiencia particular, y no pueden entonces tener universalidad ni necesidad.
Igualmente, la ley práctica que pueda determinar una conducta moral no puede
deducirse a partir de la presuposición de que sea ningún objeto el que condicione
la capacidad desiderativa del hombre, porque de ser así tampoco se cumplirían las
condiciones de universalidad y de poder determinarse a priori, es decir, de ser
adecuado para todos los hombres y estar al margen de la experiencia, de lo
empírico. Para cada uno, los objetos de la experiencia cambian. De estos
presupuestos Kant deduce que "la razón pura ha de ser práctica por sí sola, es
decir, que sin presuponer sentimiento alguno, y, por ende, sin suponer tampoco
las representaciones de lo grato e ingrato, tiene que poder determinar la voluntad
mediante la simple forma de la regla práctica" La ética kantiana es sin objeto, pues
"si a una ley se le despoja de toda materia, o sea, de cualquier objeto de la
9. voluntad (en cuanto fundamento para determinarla), no queda nada salvo la
simple forma de una legislación universal"
La forma que toma entonces la ley básica de la razón pura práctica es: "Obra de
tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como
principio de una legislación universal"
Para Kant, la ley moral es aceptada como algo indiscutible en el interior de los
hombres. Se trata de una voz en la conciencia, que, como señala Lacan, "no tiene
otro fenómeno sino algo significante ya, que se obtiene de una voz en la
conciencia"
Así pues, la ética kantiana incluye un "más allá" de los objetos llamados
patológicos, aquellos que permitirían alcanzar un bienestar, "das Wohl", (lo
provechoso), para orientarse entonces según el bien que indica la razón, das
Gute, (lo bueno).
Paradigma utilitarista
En la ética sostuvo el criterio utilitarista de buscar el máximo bienestar del mayor
número de individuos, la felicidad general (General Happiness) como criterio y fin
de la moralidad, apelando al sentido común de los seres humanos para ser tenido
como principio y guía de la acción. Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de
los individuos, de cada uno, depende de la de los demás. En la medida en que
logro la felicidad de los demás consigo también la propia, de manera que para un
individuo resulta útil lograr la felicidad del conjunto en el que se encuentra
inmerso. Buscar lo útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera
distinta según el uso que se haga de ellas. Un cuchillo en sí mismo no es ni bueno
ni malo, resultará bueno si le sirve al conjunto de los individuos para cortar pan o
tallar madera y malo si lo utilizan para matarse. Por tanto, lo malo es lo inútilpara
conseguir la felicidad y lo bueno es lo útilpara lograrla. No es correcto decir que un
cuchillo puede ser útil para matar, ya que el utilitarista, reserva el calificativo de
útil, tan sólo para aquello que, manejado de determinada manera, proporciona
bienestar al mayor número.
El utilitarismo obliga a repetir constantemente los juicios éticos, que serán relativos
al uso que se haga de las cosas, es decir, a las prácticas o conductas que se
desarrollen con ellas. La religión o la energía atómica no son ni buenas ni malas,
no puede establecerse para siempre la bondad o maldad de algo, sino que
depende, en cada caso, de los resultados prácticos. Resultará, las más de las
veces, que el utilitaristas calificará a las cosas, vinculadas siempre a conductas,
de buenas si resultan beneficiosas y malas si resultan perjudiciales; resultando
algunas de ellas buenas y malas a un mismo tiempo, al depender de la utilización
que se haga de ellas. Así, la energía atómica es buena (útil, benéfica) en la
medida en que proporciona iluminación a las grandes ciudades y mala (perjudicial)
en la medida en que permite fabricar bómbas atómicas o desechar residuos
radiactivos al mar. Esta consideración ética perdura en nuestros días con el
nombre de pragmatismo el cual se caracteriza por hacer depender el juicio ético
de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de su eficacia
social.
Lo útil, lo bueno y lo placentero se identifican, estando el utilitarismo emparentado
con el hedonismo antiguo, pero mientras que el hedonismo clásico busca el placer
10. individual el utilitarismo persigue el bienestar colectivo, bajo la idea de que del
bienestar colectivo es del que se puede derivar el individual. El utilitarista piensa
que el individuo es fundamentalmente egoísta, pero intenta hacerle ver que la
mejor dirección que puede tomar su búsqueda de lo que le es útil para alcanzar la
felicidad, individualmente, pasa por alcanzar el bienestar de los que le rodean;
supeditando el bienestar individual al logro del bienestar colectivo. Lo útil para el
hombre, como ser social, es la mejora de la Sociedad. De ahí que la mejora de la
Sociedad sea el camino que debe emprender quien sea egoísta y busque lo que le
resulta más útil y placentero, es decir, lo que le pueda aportar la felicidad. La tesis
de fondo es que yo no puedo ser realmente feliz si no lo son también todos los que
me rodean. De todas formas, como lo bueno o malo no dependen de los motivos
de la acción, sino de sus consecuencias, poco importa para los utilitaristas que se
obre por egoísmo o altruísmo, siempre que el resultado sea socialmente
beneficioso para la mayoría. Hay que distinguir entre lo que se desea y lo
deseable, se desean muchas cosas que reportan dolor o más dolor que placer,
todo lo cual quedaría fuera del ámbito de lo que Mill considera como esfera de lo
deseable. En Mill la visión social no es un atomismo de los individuos sino un
organicismo, si el hombre es un ser social para ser feliz tiene que lograr la
felicidad de la Sociedad, porque mi brazo no puede ser feliz independientemente
de la infelicidad de mis manos o del resto de mi organismo, ni una celula social
con independencia de la Sociedad.
Para los utilitaristas el Todo es mayor que la suma de las partes, el resultado de
las relaciones sociales, que forman la Sociedad, hacen de ésta algo superior y
distinto a los elementos simples que la constituyen. De ahí que un elemento
simple no podrá lograr sus propósitos con independencia del Todo y si sus
propósitos son alcanzar la felicidad a través de lo útil, habrá de perseguir lo útil
social como aquello de lo que puede derivarse su placer individual. Ningún otro
sentido encuentra el utilitarismo a la vida en Sociedad que el relativo al beneficio
que de ella pueda derivarse para todos sus integrantes. Considera que ese es el
motivo por el cual los hombres comenzaron a convivir, la utilidad común, y que esa
es la finalidad de este tipo de vida, sin la cual no tendría sentido mantenerla.
Según los utilitaristas no hay leyes eternas e inmutables, el mundo cambia y las
leyes deben cambiar también para colaborar en promover la utilidad individual y
colectiva. Los derechos derivan del mismo principio de la primacía de la Sociedad:
los derechos de los individuos tienen que ser aquellos que contribuyan a la utilidad
social.
Las ideas utilitaristas han sido malinterpretadas por el neoliberalismo que
considera que del egoísmo particular se derivará el bienestar colectivo, porque se
han olvidado de que sólo del egoísmo particular orientado hacia el bienestar
general y sancionado por los resultados socialmente benéficos de sus acciones en
la práctica, puede derivarse el bienestar colectivo que postula el utilitarismo
11. PARADIGMAS DE LA ETICA
En términos generales, la ética se define como una experiencia de la mesura en la
convivencia humana, que requiere de una conciencia y la internalización de límites, que
se verán traducidos en un código de conducta. Para graficarlo, podemos tomar como
ejemplo un episodio de la Iliada, en la que Aquiles, luego de ensañarse con el cadáver
de Héctor, decide devolvérselo a su Padre Príamo, para que éste lo sepulte. El concepto
de ética también se grafica tomando como experiencia el conflicto armado que vivió
Perú, en la que hubo una transgresión de los límites de la convivencia social.
Asimismo, el concepto de ética se define como el rechazo al daño producido por obra
humana. Finalmente, la ética, nos atañe la responsabilidad que todos tenemos para
lograr vivir en paz.
1. Ambivalencia del término “ética”
En la práctica, el término ética maneja dos conceptos distintos: El primero, a la
concepción de creencias valorativas por parte de las personas y de la sociedad; y el
segundo, en la conducta de las personas en la vida diaria, refiriéndonos a éstas a si son
buenas o no. Para traducir esto, podríamos decir, que la ética responde a los valores
que una persona posee, pero que no siempre los pone en práctica.
Producto de la ambivalencia en el significado
de la ética, se tiene lo siguiente:
a. En la práctica, existe una contradicción en los dos sentidos de la palabra ética, y esto
se ve reflejado en las sociedades, donde se habla de ética de una manera, pero se vive
de otra. Por ello, la ética no puede enseñarse como una ciencia, porque la ética está
vinculada a la manera de vivir y a los hábitos de conducta.
b. Si bien es cierto, que no todas las personas poseen una concepción de lo que es la
ética, si poseen normas de conducta que puede calificarse como ético.
c. La ética encierra no solo es una manera de hablar, sino una manera de vivir. Hay
personas, que sin poseer instrucción o estudios, o que manejen un concepto de ética,
merecen gran aprecio por su conducta, mientras que otras que si los tengan, reflejen
conductas reprochables.
d. Todas las personas tienen un concepto implícito de la ética, lo que se ve reflejado en
nuestra forma de vivir, siendo este un criterio para establecer una jerarquía de valor en
nuestras acciones.
2. Ética y Moral:
Etimológicamente hablando, estas dos palabras están relacionadas, pues provienen de
un mismo origen: El Idioma Griego, donde “Moral” es la traducción al castellano del
término latino “mos”, “moris”, “mores”, el cual a su vez proviene del Griego ”ethos”
“ethiké” que llevadas al castellano, significan “Costumbres” y “carácter”.
Por otra parte, si bien es cierto que ambas palabras son equivalentes por su etimología,
existe una distinción conceptual entre ellos. Manuales de ética y el Diccionario de la
Real Academia define como “Moral” al sistema de valores que tiene una sociedad,
mientras que a la “Ética”, se le define como reflexión filosófica sobre el sentido de las
normas morales. Tomando esto como base “morales” serían las normas específicas
que rigen la conducta de los miembros de una sociedad o grupo; mientras que la
“ética”, sería la perspectiva analítica para examinar los alcances o para estudiar la
naturaleza de un fenómeno moral.
3. La peculiaridad del lenguaje moral:
12. Con el fin de precisar la peculiaridad de los juicios éticos o morales, Kant utiliza el
ejemplo de un viajero que se dirige a visitar las pirámides de Egipto y las perspectivas
que éste adopta en el. Entre ellas: La perspectiva científica, relacionada al
conocimiento, los cálculos que se hicieron para construirlas, y los recursos
tecnológicos que emplearon. Lo estético, relacionado únicamente al goce
despreocupado de la belleza del paisaje; y lo Moral, relacionado a la valoración del
sentido de las relaciones humanas y al trato que debieron darle
a los esclavos para que las construyan. Es la diferencia entre esas perspectivas lo que
ofrece una pauta para caracterizar la peculiaridad de los juicios morales, donde no se
debe confundir los juicios científicos con los estéticos, ya que la ciencia se ocupa en
determinar la verdad o falsedad de los conocimientos, valiéndose de una metodología
descriptiva o explicativa de lo que realmente existe, mientras que el arte se ocupa de la
belleza o fealdad de la naturaleza, valiéndose de una metodología estéticamente
apreciativa.
La ética se ocupa de la bondad o maldad de las acciones humanas valiéndose para ello
de una metodología valorativa o prescriptiva referida a lo que debería ser la mejor
manera de vivir.
Verdad, belleza y bondad, son conceptos transmitidos como puntos de referencia de
los tres campos principales en lo que se dividió la investigación filosófica: La ciencia, la
moral y el arte.
La ética adquiere una importancia especial, como aquella dimensión de la experiencia
que parece más adecuada para replantear el sentido y la jerarquía de los valores de la
vida.
4. Definición de la Ética:
La ética es una concepción valorativa de la vida que pretende establecer el orden de
prioridades en la organización de la conciencia humana, para establecer cuál es la
mejor
manera de vivir. Juega un papel de interacción y no de observador. La ética no se debe
tomar como un concepto estético de la vida, ya que ésta, está referida al modo en que
una persona o la sociedad ordenan su sistema de creencias morales en la vida práctica.
Asimismo, la ética es una forma de hablar o de concebir las cosas y la vida.
En general podemos decir que toda persona posee una concepción valorativa de la vida
y de ética, por lo que resulta difícil entender lo que signifique qué es una persona
“amoral”. Sin embargo, no podemos decir que una persona amoral, no tenga un criterio
ordenador de su conducta, ya que éste, está implícito en cada persona.
Por otra parte, y volviendo al ejemplo de la Iliada, el proceder de Aquiles se juzga como
una desmesura o transgresión de los limites que la ética considera infranqueables, en
donde es su actuar el que se somete a cuestionamientos. Con el ejemplo del conflicto
armado que vivió el Perú y lo referido por las comisiones de la verdad, la ética de
nuestras sociedades y la concepción valorativa de la vida, se ha visto estremecida por
la violencia que ha sembrado muerte e irrespeto entre las personas. Finalmente, la
invocación al “Nunca más” a la que se hace mención, se muestra como un pedido a
reinstaurar el orden de las valoracio
Conclusión
13. A lo largo de este escrito se han expuesto las diferentes actitudes desde las
cuales se busca esclarecer el “por qué”de los fenómenos morales, siguiendo una
clasificación basada en la distinción entre empirismo y apriorismo.
Hemos considerado a estas posturas como paradigmas de fundamentación dentro
de la ética contemporánea, dadas su vigencia, fortaleza y difusión. Pero asimismo
hemos subrayado las insuficiencias y debilidades que esconden ambas posiciones
teóricas en sus muchas variantes, las cuales detentan flancos que se prestan a la
crítica. Esclarecer estos aspectos se muestra tarea indispensable y útil para todos
aquellos ocupados en la tarea de fundamentación en el ámbito de la bioética, a fin
de cuentas una ética filosófica aplicada al campo de las ciencias de la vida y la
atención de la salud.