El utilitarismo fue creado en el siglo XIX por Jeremy Bentham, quien propuso que las acciones morales son aquellas que maximizan el placer y minimizan el dolor. John Stuart Mill más tarde desarrolló esta teoría, argumentando que ciertos placeres como la libertad y la igualdad conducen a mayores niveles de felicidad. El utilitarismo evalúa las consecuencias de los actos para determinar su moralidad basada en el principio de que lo correcto es aquello que beneficia a la mayoría.