Para administrar mejor América, España la dividió en virreinatos, capitanías generales y presidencias. Los virreinatos eran las mayores entidades territoriales e incluían Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata. Dentro de estas unidades había gobernaciones, dirigidas por gobernadores; capitanías generales comandadas por capitanes generales; y presidencias. El virrey representaba al rey y gobernaba en su nombre.