La crisis económica en España comenzó en 2007 debido al aumento de las tasas de interés y la caída del mercado inmobiliario. A nivel mundial, los precios de las viviendas en EEUU se estancaron y las tasas de morosidad aumentaron. En España, la construcción se frenó, lo que provocó un aumento del desempleo. La economía española dependía fuertemente de la construcción, por lo que su desaceleración tuvo un gran impacto.