Luego llamó a la gente y les dijo: “Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda hacerle impuro; sino lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre, quién tenga oídos para oír, que oiga.”

1. LA PUREZA DEL CORAZÓN
(Mateo 15, 10-20; Marcos 7, 14-23)

2. Luego llamó a la gente y les dijo: “Oídme todos y
entended. Nada hay fuera del hombre que,
entrando en él, pueda hacerle impuro; sino lo que
sale del hombre, eso es lo que hace impuro al
hombre, quién tenga oídos para oír, que oiga.”
Y cuando apartándose de la gente, entró en casa,
sus discípulos le preguntaron sobre la parábola. El
les dijo: “¿Con que también vosotros estáis sin
inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que
entra en el hombre no puede hacerle impuro, pues
no entra en su corazón, sino en el vientre y va a
parar al excusado?” –Así declaraba puros todos los
alimentos-.

7. Esas frases de Jesús debieron aparecer como
verdaderamente revolucionarias para los que las
oyeron por primera vez, porque los judíos estaban
convencidos de que muchos objetos podían hacerle
impuro a uno al comerlos, o simplemente al tocarlos
(tocar un muerto por ejemplo, etc.)
Esta doctrina de Jesús era realmente nueva y venía a
cambiar todos los esquemas morales que los judíos
tenían.
En resumen para Cristo lo que hace a uno impuro en el
alma no es lo que come, ni el lavarse las manos, etc.,
sino lo malo que piensa, lo que se propone hacer en
contra de otros. Y hace una lista muy completa:

10. Jesús dice: Anuláis los mandamientos de Dios, por
aferraros a vuestras tradiciones.
Jesús quiere que se conceda importancia a lo
esencial, sin dejarse esclavizar por costumbres locales
que puedan impedir a otros participar en la religión.
Distinguimos entre lo esencial y lo que es costumbre
popular o moda que no tiene ningún valor.
Todos estamos inclinados a ser fariseos, a concederle
importancia a lo secundario, a tradiciones y
costumbres que Dios no ha mandado, y en cambio
descuidar ciertos mandatos divinos de enorme
importancia.

12. Jesús critica a los fariseos porque ellos desacreditan la
religión haciéndola pesada y dura, en cambio el Señor
elogia a los que son sinceros. Y ser sincero consiste en
lo que se dice y se vive y se aparenta, esté de acuerdo
con lo que se piensa y se siente. El deseo de Cristo es
que nuestra religión no sea sólo de apariencias, sino de
buenos sentimientos en el corazón.
La doctrina de Cristo no fue entendida nunca por los
fariseos, y era natural que no la comprendiesen por la
hipocresía interna en que vivían. El Señor se extraña de
que sus discípulos tampoco lo hayan entendido, por
eso les dice: “¿También vosotros estáis todavía sin
entendimiento?”.

13. Es probable que los propios apóstoles estuviesen
contagiados de la mentalidad farisaica de la Ley; pero
ya habían tenido la oportunidad de escuchar del Señor
la verdadera interpretación de la Ley, como por
ejemplo no sólo comete adulterio o fornicación, quien
realiza el acto externo de esos pecados, sino también
se peca de fornicación o adulterio con el solo deseo
obsceno de una mujer.
El Señor con paciencia les explica a sus apóstoles
porque las cosas de fuera no manchan el corazón del
hombre, sino lo que nace indebidamente de ese
corazón.

14. Hay otra enseñanza del Señor
digna de resaltar. Los apóstoles le
dicen al Señor que los fariseos se
han escandalizado al oír sus
palabras.

15. Y añade Jesús; “Dejadlos: son ciegos que guían a
ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caen
en el hoyo.” Jesucristo se refiere a una ceguera
culpable, una ceguera de obstinación pecaminosa.
Son ciegos porque quieren ser ciegos; porque
voluntariamente se han cerrado a la luz que Cristo
les trae. También el Señor Jesús les da un consejo a
los apóstoles. Les habla del riesgo que supondría
para ellos, si se dejasen guiar de los escribas y
fariseos. Juntos con ellos caerían en el hoyo, sería
su ruina total, por eso les aconseja: “Dejadlos”.
Deben apartarse de ellos y, por supuesto, no dar
importancia ni hacer caso del escándalo que
manifiestan ante las palabras de Jesús.