Las lenguas romances como el castellano, catalán, portugués y francés provienen de la evolución del latín vulgar que hablaba la gente común en el Imperio Romano. Estas lenguas se extendieron por el Mediterráneo y parte de Europa central a finales del siglo V d.C. Las lenguas romances comparten características debido a su origen común en el latín pero algunas como el euskera no provienen de esta lengua.