Este documento presenta cuatro leyendas populares ecuatorianas. La primera habla sobre la Dama Tapada, un ser que atrae a las personas con un olor agradable para luego mostrar su rostro descompuesto. La segunda narra la historia del Padre Almeida, un sacerdote que prometió no volver a beber luego de ver su propio cadáver. La tercera cuenta la leyenda de Bella Aurora, una joven asesinada por un toro negro que la siguió hasta su casa. La cuarta presenta la leyenda del Chuzalongo,
1. INSTITUCIÓN EDUCATIVA FISCAL
“MIGUEL DE SANTIAGO”
PROYECTO N° 4
NOMBRE DEL TUTOR: MSC. CARLOS ACOSTA
ASIGNATURA: EDUCACIÓN ARTÍSTICA
NOMBRE DEL PROFESOR: ING. DIEGO GALLO
ESTUDIANTE: BLANCA LUCIA HIDALGO ORDOÑEZ
CURSO: 1ERO. BACHILLERATO PARALELO “B1”
ESPECIALIDAD: ELECTRÓNICA DE CONSUMO
AÑO LECTIVO: 2020-2021
2. La dama tapada
Cuenta la leyenda, que la dama tapada es una extraña joven que siempre lleva su cara
tapada, viste un vestido muy elegante y que lleva siempre consigo una sombrilla.
Se dice que cuando está cerca a la dama, despide un olor agradable que hace que uno se
sienta atraído a ella y la siga.
Éste olor es tan agradable que uno pierde la noción del lugar hacia donde esta yendo. De
alguna manera, la Dama tapada lleva a su incauto a fuera de las zonas urbanas lejos de
la población o de alguna persona sin ser vistos.
Cuando están muy lejos de la ciudad, la dama se detiene y deja que se le acerquen. De
pronto ella muestra su verdadero rostro que es la de una cadáver en estado de
putrefacción.
En ese momento, el olor agradable se convierte en un olor nauseabundo y tan fuerte que
3. El padre Almeida
Se dice que le gustaba salir por las noches sin ser visto para poder tomar un
trago de aguardiente.
La manera en la que abandonaba la Iglesia, era un tanto extraña, ya que subía
hasta lo alto de una torre y luego se descolgaba hacia la calle. Lo que no todos
sabían es que, para arribar a ese lugar, tenía que pararse encima de una
estatua de Jesucristo de tamaño natural. Una noche que planeaba salir a
«saciar su sed» se posó encima del brazo y cuando estaba a punto de irse,
alcanzó a escuchar una voz que le decía:
– ¿Cuándo será la última vez que hagas esto padre Almeida?
El sacerdote creyó que la voz había sido producto de su imaginación y sin más
le contestó:
– Hasta que vuelva a tener ganas de tomar otro trago.
Luego de decir eso, se dirigió a la cantina clandestina en donde bebía y no
salió de ahí hasta que estaba completamente borracho. El cura iba dando
tumbos por la calle, hasta que chocó de lleno con unos hombres que llevaban
un féretro en camino hacia el cementerio. El féretro cayó a media calle,
ocasionando que la tapa se rompiera.
El padre Almeida no podía creer lo que veían sus ojos, el hombre que estaba
dentro del ataúd era el mismo.
Sobra decir que de inmediato recobró la sobriedad y en cuanto llegó a su
Iglesia le juró al Cristo de la torre que nunca volvería a probar una gota de vino.
Desde ese entonces, la gente afirma que el rostro de dicha imagen cambió
completamente y que aún hoy en día se puede ver que esboza una sonrisa de
satisfacción, pues una de sus ovejas volvió al redil.
4. La Bella Aurora
Era una muchacha que provenía de una familia adinerada, pues sus padres
eran personas sumamente influyentes. La vida tanto de ella como de su familia
transcurría sin ninguna preocupación, pues tenían todo lo necesario para
desempeñar sus actividades tranquilamente.
Como era de suponerse, a la muchacha no le faltaban pretendientes. Es más,
ella se daba el lujo de despreciar a la mayoría de los chicos del pueblo, pues
como ya dijimos, no requería casarse con nadie para mejorar su estatus.
Una tarde de domingo, la joven salió de su casa en dirección a la Plaza de la
Independencia, sitio en el que se llevaban a cabo de manera regular corridas
de toros, la fiesta brava de que el día se desarrollaba en total calma, hasta que
de pronto hizo su aparición en el ruedo un enorme toro de pelaje negro, con los
ojos inyectados en sangre y vapor saliéndole de la nariz, el animal corrió hasta
la tribuna en donde se encontraba Bella Aurora y se le quedó mirando
fijamente. Eso provocó que la muchacha perdiera el conocimiento de
inmediato.
Poco después, los padres de la chica la llevaron todavía inconsciente a su
domicilio, para que después de reposar un rato en su cama, recobrara el
conocimiento Bella Aurora despertó luego de un par de horas. Sin embargo, en
cuanto abrió los ojos, escuchó un fuerte estruendo y uno de los muros de su
dormitorio quedó destrozado por completo.
¡Era el toro negro de la plaza, quien de alguna forma había conseguido seguir
el rastro de la joven!
La muchacha quiso gritar y huir de ahí, pero ni la voz, ni sus piernas le
respondieron. Luego la bestia la embistió con una furia desmedida, quitándole
la vida en cuestión de segundos.
Posteriormente sus padres llegaron a la habitación, mas no pudieron encontrar
al animal. Solamente yacía en el piso el cuerpo de su hija fallecida.
5. Leyenda del Chuzalongo
En la región costeña del Ecuador, un hombre que se dedicaba a la agricultura,
tenía a su ganado pastando en el monte. De repente, el cielo se ennegreció
anunciando una terrible tormenta.
El sujeto preocupado por sus animales, les pidió a sus hijas que condujeran al
ganado al granero. Las muchachas hicieron lo que su padre les pidió y en
pocos minutos, encerraron a las reses en la bodega, en eso, se dieron cuenta
de que junto a ellas se encontraba una extraña criatura de baja estatura, nariz
larga exacta, orejas puntiagudas y una larga cabellera de color gris, las
muchachas gritaron con todas sus fuerzas, aunque desgraciadamente nadie
acudió para ayudarlas. Luego de varias horas y al percatarse de que sus hijas
no habían vuelto a la casa, el granjero salió acompañado de su escopeta a
buscarlas.
El pobre agricultor se encontró con una horripilante escena. Sobre el pasto
halló los cuerpos destrozados de sus hijas. A lo lejos pudo divisar como una
diminuta criatura se iba alejando poco a poco en dirección hacia el horizonte.
Otra variante de la leyenda del Chuzalongo, es la que dice que este tipo de
duende enfrenta a los hombres en el bosque, cuando por alguna razón estos lo
logran ver desnudo, pues es demasiado pudoroso.
Existe otro relato en el que se asegura que el Chuzalongo sólo se deja ver en
el momento en el que desea medir su fuerza con otra especie, sin importar que
se trate de seres humanos o de animales
de inmediato envenena el cuerpo de su víctima sin darle posibilidades de escapar de
ella.
Se dice que pocos pudieron salvarse de ella a pesar de tu extremo olor o de la terrible
sorpresa que ella manifiesta.
6. La caja ronca
Hace mucho tiempo en la ciudad de San Miguel de Ibarra vivían dos grandes
amigos: Carlos y Manuel. Una mañana, el papá de Carlos les pidió que antes
de ponerse a jugar, fueran a regar las plantas del jardín, puesto que hacía
muchos días que no llovía y casi estaban por secarse ellos accedieron, pero al
final no cumplieron con esa labor, ya que se pusieron a correr por el campo. La
noche cayó y fue entonces cuando Carlos se acordó de lo que le había pedido
su padre.
Está muy oscuro y tengo miedo. ¿Me acompañas Manuel a regar las plantas?
Claro, vamos de una vez.
Antes de que se acercaran a la parte trasera de la casa, sitio en el que se
encontraban las macetas que debían regar, empezaron a huir una serie de
voces que pronunciaban palabras en otro idioma, de la misma forma que
ocurre cuando la gente sale en una procesión se ocultaron detrás de un árbol y
pudieron ver que aquellos no eran seres humanos, sino criaturas capaces de
flotar por el aire. A ninguno de ellos se les pudo ver el rostro, pues lo tenían
cubierto con una capucha. Además, en una de sus manos portaban una vela
larga apagada, luego de que pasaron los encapuchados, apareció una carroza
guiada por un ente horripilante que tenía en la cabeza un par de afilados
cuernos y dientes iguales a los de un lobo fue en ese preciso momento, cuando
Carlos recordó una leyenda ecuatoriana que le contaba su abuelo acerca de
una «caja ronca«. La descripción que el anciano había hecho acerca de los
seres que custodiaban este mítico objeto, era exactamente igual a las criaturas
que acababan de ver.
El terror que sintieron hizo que de inmediato perdieran el conocimiento.
Posteriormente cuando volvieron en sí, se percataron de que ahora ellos
portaban también una vela larga de color blanco. Sólo que no era de cera sino
de hueso de difunto, las soltaron de inmediato y cada uno se fue para su
domicilio. Desde ese momento, procuraron jamás volver a salir de noche y
mucho menos dudar de las historias y mitos que cuentan por las regiones
cercanas a la capital de Ecuador.
7. La Capa del Estudiante
Esta leyenda da inicio cuando unos estudiantes se preparaban para presentar
los últimos exámenes del año escolar. Uno de ellos, cuyo nombre de acuerdo
con los entendidos era Juan, tenía otros pensamientos en su mente, ya que se
encontraba sumamente preocupado por lo viejas que eran sus botas y que no
tenía dinero suficiente como para comprarse un par nuevo.
Él era un muchacho vanidoso y le gustaba siempre presentarse a sus
exámenes perfectamente bien vestido. Por lo tanto, te imaginarás que no podía
ir a la prueba con ese calzado. Sus amigos le aconsejaron que empeñara su
capa y que con ese dinero podría adquirir unas botas nuevas.
A Juan no le gustó la idea y después de hablar por varios minutos más con sus
compañeros, éstos decidieron prestarle el dinero con una condición: tenía la
obligación de ir al camposanto de «El Tejar» y buscar la tumba de una mujer
que hacía unos días se había quitado la vida. Cuando la hubiese localizado, lo
siguiente que debía hacer era clavar un clavo sobre esa tumba.
Para quienes no lo sepan, aquella joven había sido en vida la novia de Juan.
Sin embargo, ella tomó la decisión de quitarse la vida, en el momento en el que
descubrió que su novio le había sido infiel.
El muchacho estaba indeciso, pues no quería «reabrir heridas de su pasado».
No obstante, como necesitaba el dinero tomó la decisión de acudir a su
macabra cita saltó la reja del cementerio y rápidamente se dirigió hasta donde
estaba la tumba de la chica. De uno de sus bolsillos sacó el martillo y el clavo y
comenzó a clavar. En cada golpe que daba inconscientemente era como si le
estuviera pidiendo perdón a la joven, por el daño que le había causado.
Cuando terminó, Juan quiso volver con sus amigos, pero algo lo detenía. A la
mañana siguiente, los muchachos al darse cuenta de que no regresaba,
decidieron entrar al panteón y ver qué había sucedido, luego de unos minutos
llegaron a la tumba correcta y vieron como el cuerpo de su amigo yacía sin vida
al lado de la tumba. Lo más curioso es que la capa del estudiante estaba
completamente clavada en la tapa del ataúd, la muerte de Juan fue sumamente
extraña, pues nadie escuchó el más mínimo ruido.