El documento argumenta que el mantenimiento del estado del bienestar es fundamental para garantizar una vida digna para todos los ciudadanos, especialmente en tiempos de crisis económica y alto desempleo. Defiende que las formaciones políticas deben priorizar el sostenimiento del estado del bienestar si quieren mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Además, señala que aunque existen argumentos a favor y en contra, los que apoyan el mantenimiento del estado del bienestar son más poderosos, pues permiten que todos puedan vivir con dignidad gracias
1. Mantenimiento del Estado del Bienestar
Ante la situación política tan enrarecida que se está viviendo por la
corrupción, y la elevada tasa de desempleo, entre otros graves
problemas sociales y económicos de este país, conviene analizar ciertas
cuestiones esenciales. Se necesitan modelos políticos que afirmen
claramente el gran valor del estado del bienestar, ya que es
indispensable para garantizar una cierta calidad de vida para todos los
ciudadanos. Porque la ley de los mercados no debe ser la que dicte el
contenido de las decisiones políticas. Si desaparece el estado del
bienestar en España, y en una considerable parte de Europa las
consecuencias son claras: más pobreza, marginación, desempleo,
desigualdad, etc.
Los recientes sondeos de intención de voto están dando un vuelco a los
posibles resultados electorales que, según parece, van a dejar de ser la
expresión de un bipartidismo hegemónico. La gran subida de Podemos
en intención de voto es una expresión del brutal descontento
generalizado existente.
De todos modos, lo fundamental, a mi juicio, es que las formaciones
políticas entiendan que el sostenimiento del estado del bienestar es una
prioridad insoslayable, si queremos que el proyecto social y económico
de este país salga adelante, y mejoren ostensiblemente las condiciones
de vida de todas las personas, especialmente, las más castigadas por la
crisis, y la falta de expectativas laborales.
Es verdad que se pueden exponer argumentos a favor y en contra del
estado del bienestar. Pero, en mi opinión, son más poderosos y
consistentes los que apoyan su mantenimiento y desarrollo. Los
Derechos Humanos, y las razones humanitarias, éticas y económicas
son muy potentes, en su afirmación de un bienestar mínimo que
permita vivir con dignidad a todas las personas.
Porque existen desajustes en los mercados, y en el ámbito económico
internacional, monopolios, insuficiente estructuración del mercado de
trabajo, etc. Por tanto, el estado debe actuar con una adecuada y justa
política impositiva, y reafirmando la función positiva de una equidad
categórica sobre los bienes preferentes.
En lo relativo a los mejores o peores resultados de políticas nacionales
que mantengan el modelo del estado del bienestar, indudablemente,
nadie dice que se logren todos los objetivos económicos, y de una
menor desigualdad, con más medidas económicas y políticas. Si se
consigue que la situación se reconduzca por una senda de crecimiento,
y de afirmación de una sanidad, educación, vivienda, trabajo y
pensiones, basadas en la gratuidad y la mejor asistencia, todos salimos
ganando.
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2. De lo que se trata, a mi juicio, es de ir avanzando con mejoras
continuas en la política económica aplicada, aunque sea con
porcentajes de eficacia reducidos, porque siempre podrán ser
acumulativos a lo largo del tiempo. No se trata de todo o nada. Y de
esta manera, con la colaboración europea se puede producir
crecimiento económico, y mayor cohesión social.
La existencia de un mercado único europeo es otro elemento capital, ya
que es un instrumento clave para una política económica común que
respete las especificidades de cada estado europeo, pero que apoye el
crecimiento de las economías nacionales, y las refuerce.
Hasta un economista liberal como Hayeck ha escrito en Los
fundamentos de la libertad estas palabras que están en la línea del
estado del bienestar, ya que el poder político debe: «Garantizar un
mínimo de ingresos a todo el mundo; distribuir el gasto público para
tomar medidas cuando decaiga la inversión privada». Y también
establecer las adecuadas y coherentes regulaciones sanitarias y de
seguridad, algo que es una forma de proteger a la población frente a
posibles riesgos de desprotección social, por el auge del capitalismo
liberal individualista, o del neoliberalismo actual que parece que,
únicamente, se fundamenta en los beneficios, a costa del bienestar de
los ciudadanos. Y este orden de cosas hay que transformarlo
gradualmente con políticas solidarias que impulsen el bien común.
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