Los lagos se forman por la acumulación de agua en zonas hundidas de la tierra. Pueden alimentarse de precipitaciones, ríos o glaciares. Las aguas subterráneas proceden de las precipitaciones que se filtran en la tierra y se embolsan en acuíferos de rocas porosas. Los glaciares son masas de hielo formadas por la acumulación de nieve a lo largo de cientos de años.