1) Miguel Grau comenzó su carrera naval a los 9 años en Paita, donde se despertó su vocación por el mar.
2) Tras varios viajes en buques mercantes y su participación en la revolución de Vivanco, Grau fue separado de la marina militar peruana.
3) Luego de años navegando en buques civiles en el extranjero, Grau fue reincorporado a la marina militar peruana con el rango de alférez de fragata.
1. Primeros contactos con el mar
En Paita la actividad marítima civil es grande. Todos los navíos que hacen el tráfico entre
Panamá y el Callao tocan en su rada. Funciona en el puerto la escuela náutica que, para
formar pilotos capaces de dirigir con acierto la marina civil del Perú, había fundado el
vencedor de Yungay, el mariscal Agustín Gamarra. Al pequeño Miguel, que sólo tenía ocho
años, le fascina la inmensidad del océano. Su vocación naval comienza a despertar. Mas la
anarquía militar sigue. El general del ejército de tierra Manuel Ignacio de Vivanco se
subleva y marcha sobre Lima.
Miguel Grau tiene nueve años y sigue los primeros cursos de instrucción primaria. El
muchacho, listo y resuelto, ha sido educado con dureza por el padre para conseguir con ello
templar su carácter y acerar su voluntad. Como siente la atracción del mar, obtiene en
marzo de 1843, tras continuos ruegos, el permiso paterno para embarcarse en un bergantín
de la marina civil dedicado al tráfico marítimo entre Paita y otros puertos del litoral
peruano y de los países del norte hasta Panamá. El capitán del buque es el capitán de
travesía don Manuel Francisco Herrera, gran amigo de Juan Manuel Grau y Berrío. La
profesión está decidida y el niño de nueve años logra imponer su voluntad y se hace marino
civil. En casa quedan los padres y tres hermanos más: Enrique, Dolores y Ana.
El comienzo de su carrera náutica no tiene buenos augurios. El buque zozobra y el aspirante
a marino se salva de forma milagrosa, retornando al hogar para volver al colegio.
Casa de Grau enLima
En 1844, Grau, que siente la nostalgia del mar, ruega al padre que le de autorización para
regresar a bordo. Su padre vuelve a acceder. Esta vez queda definitivamente consagrada la
carrera náutica de Grau, que se embarca en diferentes buques, a veces con breves retornos a
2. la patria y al hogar paterno de Paita. En esos viajes recorre todos los mares y los puertos
más importantes del mundo, así como otros que recién se abrían a los marinos occidentales.
Igualmente visita las lejanas y entonces desconocidas islas oceánicas. El mismo almirante
ha dejado una relación circunstanciada y concisa de los azares de ese período de su
existencia.
Estatua de Miguel Grau en Pucallpa, Ucayali.
Guardiamarina
Durante estos viajes aprende la ciencia y el arte de la navegación y conoce a hombres de
muchos países que hablan distintos idiomas. De regreso al Perú, el piloto Grau, graduado
en Inglaterra como oficial de la marina mercante, que ya es un lobo de mar, 12 años de
marino civil, se establece en Lima, donde ingresa a la Marina Militar del Perú.
En el mismo año, 1853, en que Grau deja la marina civil para convertirse en Marino
Militar, su padre, consigue que, en atención a sus méritos militares y leales servicios
prestados al Perú, las Cámaras Legislativas asignen a su favor una pensión de gracia, de por
vida, de cuarenta pesos mensuales. Aprobada en la Cámara de Diputados el otorgamiento
de dicha pensión, la Comisión Militar del Senado la aprueba, igualmente, con un honroso
dictamen, en que se califica a Grau padre como "viejo soldado de la independencia
americana".Durante los viajes del joven Grau, la Marina militar del Perú se había
incrementado. Permanente preocupación del presidente Ramón Castilla y Marquezado, el
militar y gran organizador del Perú, ha sido la de reforzar la escuadra. El Perú cuenta ahora
con más buques: el Rímac, construido en Nueva York, de 1.300 toneladas y armado con
3. cuatro cañones, la fragataMercedes, los bergantines Guise y Gamarra y las goletas Peruana
y Héctor.
El 14 de marzo de 1854, gobernando el Perú el sucesor de Castilla, general José Rufino
Echenique, libremente elegido en comicios públicos, Miguel Grau, de 19 años, ingresa en
la Marina militar como guardiamarina.
Alférez de fragata
Estatua de Miguel Grau en Trujillo.
El guardiamarina sirve primero en el Rímac por espacio de 6 meses y luego pasa, el 2 de
octubre de 1854, al pailebot Vigilante, en el que permanece más de 10 meses para ser
trasladado a continuación al vapor de ruedas BAP Ucayali.
Estando Grau embarcado en el Vigilante ocurre el siguiente hecho. El 10 de junio de 1855,
cuando el pailebot navegaba rumbo a Paita, entre Máncora y Punta Sal, con mar gruesa y el
horizonte nublado, el aspirante de marina Manuel Bonilla, que se hallaba en el castillo de
proa de la nave, cayó al agua. Grau, que en esos momentos se desempeñaba como oficial de
guardia, dispuso que el buque se detuviera de inmediato y se echaran al agua algunos cabos
y un bote, en el que se lanzó con seis tripulantes, con la decisión, que resultó infructuosa,
de salvar al náufrago. En el parte que Grau pasó ese mismo día al comandante del buque,
dando cuenta del suceso, expresa que "todos sus esfuerzos resultaron inútiles, pues el
mencionado pilotín no sabía nadar". Y agrega: "Sin embargo de esto me mantuve en su
busca tres horas, por si conseguía siquiera su cadáver". Concluye el parte con las siguientes
palabras, que traducen su pesar por esa desgracia: "después regresé a bordo sin ninguna
esperanza"
4. Por aquella época Ramón Castilla ha vuelto al poder, luego de derrotar en la Batalla de La
Palma, el 5 de enero de 1855, al general Rufino Echenique.
Pese al ambiente revolucionario y a los cambios de gobierno, la escuadra ha mejorado con
la adquisición de nuevas unidades. Castilla compró, al concluir su primera administración,
la fragata Amazonas. Echenique siguió el empeño de su antecesor en fortalecer el poderío
naval peruano con la adquisición en Inglaterra de la fragata mixta Apurímac y las goletas
Loa y Tumbes.
El 4 de marzo de 1856 Grau recibe su primer ascenso. El 10 de ese mes el comandante
general de Marina devuelve al ministro del ramo, con el "cúmplase y anotaciones de
ordenanza", los despachos de los oficiales ascendidos. En esa relación figura el alférez de
fragataAP Miguel Grau Seminario, a quien se destina al Apurímac, el mejor buque de la
escuadra, que comanda el experimentado capitán de navío José María Salcedo.
A los ocho meses de servir Grau en el Apurímac, y cuando este buque se encuentra en el
sur, estalla en Arequipa, el 10 de noviembre de 1856, la revolución que proclama al ex
presidente de la República General Manuel Ignacio de Vivanco. La insurrección, que gana
pronto el departamento de Moquegua, es de franca tendencia conservadora, de abierta
oposición, por tanto, a la Constitución liberal promulgada el mes anterior, así como a las
leyes de exagerado extremismo votadas por la Convención en las que, por ejemplo, se
prohíbe el establecimiento de la Compañía de Jesús en el territorio de la república.
El movimiento de Vivanco gana adeptos y la escuadra peruana se pronuncia a su favor. En
el Apurímac el teniente segundoLizardo Montero Flores promueve la sublevación. Grau,
que sin duda juzgó peligrosos los principios liberales de la Carta de 1856, siguió con otros
oficiales a Montero, su amigo y paisano. Al Apurímac se unen muy poco después el
Tumbes, el Loa, el Guise y el Izcuchaca.
El levantamiento a bordo del Apurímac ocurre en la rada de Arica el 16 de noviembre de
1856. En oficio de 20 de ese mes (que se encuentra en el archivo de la Comandancia
General de la Marina), el comandante del buque, capitán de navío José María Salcedo, da
parte a la Comandancia General de Marina "de la inesperada sublevación de la fragata
acaecida la tarde del 16" y encabezada por "el teniente segundo Juan Lizardo Montero". En
la nota se explican los pormenores de la sublevación, realizada cuando "bajó a tierra con el
objeto de visitar al señor coronel Nicolás Freyre, Comandante General de la Dirección de
Observaciones del Sur". Dice enseguida cuáles eran los oficiales que quedaron a bordo de
guardia y menciona, entre otros, al "alférez de fragata don Miguel Grau". Concluye el
comandante Salcedo informando que los sublevados habían "desconocido la autoridad del
Gobierno"; que se reunieron con los presos políticos de los pontones Caupolicán y
Highlander, y que proclamaron al general Vivanco "supremo regenerador de la República".
Pero la revolución, que adquiere los caracteres de una guerra civil, fracasa. La escuadra
vivanquista pasa por el Callao en enero de 1857 y luego sigue al norte del litoral peruano.
Los insurrectos toman Trujillo y luego, Chiclayo, de donde se retiran perseguidos por
Castilla, para embarcarse en Paita y caer en el Callao el 22 de abril, donde libran furiosa
batalla en las calles del puerto. Derrotado Vivanco, se retira al sur y se atrinchera en
5. Arequipa, ciudad que resiste un largo asedio y que finalmente es dominada en marzo de
1858, después de sangriento combate. Los marinos complicados en el pronunciamiento
entregan los buques y son separados del servicio. La fragata Apurímac, última en rendirse,
fondea en el Callao el25 de ese mes de marzo y se pone a disposición del Gobierno.
Separación del servicio
Estatua de Miguel Grau en Arequipa.
Separado del servicio, Miguel Grau no forma ya parte de la Marina Militar del Perú, pero
vuelve al mar. Regresa a su origen, la marina civil como capitán de un buque inglés y hace
viajes entre América y Asia, experto marino con excelentes conocimientos náuticos.
Casi a los dos años, y mientras navega en buques mercantes por países lejanos, surge en el
Perú un conflicto internacional. El Ecuador, para arreglar sus deudas con acreedores
británicos, ha cedido extensos territorios de la región fronteriza, pero ubicados dentro de los
límites del Perú. Ramón Castilla anula todos esos actos al ocupar sin combate el puerto de
Guayaquil en enero de 1860, y convoca después un Congreso Constituyente que dicta, en
noviembre de ese año, una nueva Constitución, que suprime algunas de las liberales
reformas de la Carta de 1856. El mariscal Ramón Castilla y Marquezado evoluciona
radicalmente y pasa del liberalismo al conservadurismo, justificando así, quizá, en esta
última etapa de su segunda administración, el pronunciamiento de Vivanco de noviembre
de 1856, al que Miguel Grau prestó concurso. La Constitución de 1860 va a regir en el
Perú, salvo pequeñas interrupciones, hasta 1920.
Reincorporación
6. El 11 de abril de 1861 el Congreso Nacional expide la ley de reparación, ordenando que se
inscriba en la lista militar a todos los jefes y oficiales del Ejército y de la Armada que
fueron borrados de ella en virtud del decreto dictado el 15 de enero de 1855, diez días
después de la Batalla de La Palma. Al mes siguiente, el 25 de mayo, el mismo Congreso
promulga otra ley por la cual quedan comprendidos en los efectos de la anteriormente
citada los "Generales, Jefes y Oficiales, que hallándose o no en servicio, tomaron parte de
la revolución que terminó el año 1858".
Al cabo de tres años de ausencia, Grau, comprendido en los efectos de las mencionadas
leyes de reparación, vuelve al Perú. En diciembre de 1861 se presenta al Gobierno y pide
que se declaren los goces que le corresponden como indefinido. El recurso que lleva fecha
de 6 de diciembre y que corre en original en su expediente de reconocimiento de servicios5
).
En observancia de las disposiciones citadas por Grau, el 24 de abril de 1862 se resuelve
favorablemente su solicitud, ordenándose inscribir al "alférez de fragata Miguel Grau" en el
"Escalafón General de la Armada" con "7 años y 27 días de servicios" y, a la vez, se le
expide "cédula de licencia indefinida".6
Solucionada su situación en la Marina militar, como oficial en retiro, Grau continúa en la
marina civil todo el tiempo que dura la segunda administración del mariscal Castilla, que
concluye su gobierno el 24 de octubre de 1862 y entrega la banda presidencial al mariscal
Miguel de San Román. Fallecido el nuevo presidente el 4 de abril de 1863, asume
transitoriamente el poder el segundo vicepresidente, general Pedro Díez-Canseco, hasta el 5
de agosto de ese año, en que regresa de Europa el primer vicepresidente, general Juan
Antonio Pezet. Al mes siguiente, en septiembre, Grau es llamado al servicio activo y
ascendido.
Efectivamente, el 12 de septiembre de 1863, el comandante general de la Marina militar,
capitán de navío José María Silva Rodríguez transcribe al señor Ministro de Estado en el
despacho de Guerra y Marina la siguiente orden general de la Armada:
"Por decreto supremo de fecha de ayer, se ha llamado al servicio activo al alférez de fragata don
Miguel Grau, que se hallaba en la condición de indefinido, expidiéndole al mismo tiempo
despachos de teniente segundo de la Armada". Y al día siguiente se dicta una resolución que dice:
"Su señoría el Comandante General del Departamento, se ha servido destinar a la dotación del vapor
Lerzundi al teniente segundo de la Armada, don Miguel Grau."
Menos de tres meses después, el 4 de diciembre, Grau es ascendido a teniente primero
graduado.
En comisión a Europa
7. Fotografía de Miguel Grau.
En el Lerzundi, de 850 toneladas con 6 cañones, construido en Filadelfia en 1853, y
reincorporado a la Marina de Guerra del Perú después de cuatro años de ausencia, Grau
permanece a bordo sólo cuatro meses, durante los cuales estrecha su amistad con el
comandante del buque, el prestigioso marino capitán de corbetaAurelio García y García,
intimidad que permanecerá inalterable hasta el día de la muerte de Grau.
En la revista de comisario que mensualmente se realiza en todos los buques de la escuadra,
y cuya relación se remite a la Comandancia General de Marina, figuran por última vez los
nombres de García y García, como comandante del Lerzundi y de Grau, como su segundo,
en enero de 1864. Y es que el Gobierno envía con premura a Europa a ambos jefes, así
como a otros marinos, con el encargo de construir y adquirir modernas unidades navales
que permitan reforzar la escuadra y hacer frente a cualquier agresión. Días antes de partir,
el 8 de enero, se concede a Grau la efectividad del grado de teniente primero.8
La decisión del presidente de la república, el general Pezet, de comprar nuevos buques se
justifica no sólo porque los que existen carecen de los más modernos elementos de
combate, sino porque las relaciones con España se tornan delicadas y difíciles (de acuerdo
con las condiciones de la Capitulación de Ayacucho, el gobierno del Perú, cuya
independencia España seguía sin reconocer, reconocía ciertas deudas con España, que aún
no se habían pagado; la presión de los tenedores de bonos españoles, unido a la política de
O'Donnell, tendente a incrementar el prestigio exterior de España, habían exacerbado las
tensiones hispano-peruanas). Fragatas españolas de primera línea surcan costas peruanas
desde julio del año anterior, causando alarma y recelo a los gobiernos de Perú y Chile, no
obstante que la expedición, según se asegura, tiene un carácter exclusivamente científico.
Empero, los temores de un conflicto se confirman a raíz de las reclamaciones diplomáticas
efectuadas por la flota española, fondeada en el Callao al saberse que, en la hacienda
Talambo, en Chiclayo, había surgido un incidente entre campesinos, en el que resultó
8. muerto un ciudadano español. Tomando como excusa un incidente diplomático (el gobierno
español envió a un representante dotado de un título de la época de la colonia, cuya llegada
fue considerada una intromisión en la soberanía interna peruana y, por tanto, no fue
recibido por ninguna autoridad), el 14 de abril de 1864 la escuadra española, integrada por
las fragatas Resolución y Triunfo y la goleta Covadonga, ocupa las islas Chincha y arría el
pabellón peruano.
Para explicar la agresión, el comandante de la escuadra española, brigadier Luis Pinzón,
habla de perentorios reclamos de súbditos españoles y en circular al cuerpo diplomático
afirma haber ejecutado un acto de reivindicación de derechos usurpados a la Corona de
España desde la batalla de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824.
De inmediato, los representantes extranjeros acreditados en Perú secundan las protestas del
gobierno peruano por la ocupación de parte del territorio nacional y expresan que "se
seguirá considerando a las Islas Chincha como pertenecientes a la república peruana".
El Congreso Americano que reúne en Lima a plenipotenciarios de gobiernos amigos del
Perú apoya también con toda decisión la enérgica actitud del gobierno peruano, de rechazo
a la ocupación de las islas, y dirige una nota al jefe de la escuadra española, con fecha de 31
de octubre, defendiendo la soberanía del Perú sobre las islas. En uno de sus párrafos la nota
dice:
"Esta ocupación a que no precedió la negativa por parte de Perú a satisfacer reclamos clara y
expresamente individualizados; que no fue consecuencia de una declaración de guerra hecha con
arreglo a las prescripciones de la ley internacional; que se ejecutó bajo el amparo de un derecho de
reivindicación y de un estado de tregua inconciliable con la independencia indisputada de la
República del Perú, hiere los derechos de todos los estados del continente e introduce justas y
fundadas alarmas en orden a los designios de la España sobre su condición de naciones
independientes."
Mientras estos hechos ocurren y las gestiones diplomáticas se tramitan, los marinos
peruanos en Europa han intensificado sus actividades para la compra de buques, con
resultados positivos. La misión confiada a ellos ha sido cumplida, tras examinar y
reconocer las naves más apropiadas que pueden adquirirse de inmediato, y se activan a la
vez los trabajos de construcción de dos blindados.
9. Monumento de Miguel Grau en Acequia Alta, Arequipa.
En efecto, dos semanas antes de la ocupación de las islas Chincha, el 30 de marzo de 1864,
se firma en Londres, con la casa J.A. Samuda&Brothers, la construcción de la fragata BAP
Independencia, cuyo costo se estipuló en 108.000 libras esterlinas. Los firmantes por Perú
fueron el cónsul, Enrique Kendall, y el capitán de fragata Aurelio García y García.
En agosto, se decide en Europa la adquisición de dos corbetas francesas y los delegados
fiscales en Londres, Manuel Pardo y José Sevilla, escriben al capitán de navío José María
Salcedo para que proceda sin demora a la compra de los buques franceses, que se hallan en
Saint-Nazaire y en Nantes, y que han sido examinados por el comandante García y el
teniente Grau. Se trata de las corbetas Shangay y San Francisco, mandadas construir
durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos por el gobierno de la Unión. Se trataba de
buques de mucho andar, movidos a hélice, con fuerza de 500 caballos, 1.600 t y armados
con 14 cañones de a 70 libras. En la mencionada carta se expresa que la resolución se
adopta "después de tomar en consideración las opiniones de los señores García y García y
Grau".9
No obstante estar resuelta la compra de las corbetas, la adquisición de la Shangay, a la que
se re rebautizó como BAP Unión, no se produce hasta fines de noviembre de 1864 y la de
la San Francisco, rebautizada BAP América, hasta mediados del mes siguiente. Federico L.
Barreda, nombrado ministro en París y Londres, había llevado a cabo gestiones para dotar a
la Marina de Guerra con las unidades y fue el encargado de la compra.
Al particular, en carta que el 1 de septiembre de 1864 escribió el señor Barreda a Mariano
J. Sanz, su antecesor como ministro en Londres, le dice que había reunido al comandante
Salcedo "con los señores García y García y Grau" para decidir sobre la compra de las
10. naves examinadas (Unión y América) y que después de una larga discusión resultó el
acuerdo unánime para la compra de los buques.10
Adquiridas las corbetas, el teniente primero Miguel Grau es nombrado comandante de la
BAP Unión . Inmediatamente Grau se dirige a Saint-Nazaire y se hace cargo del buque el
15 de diciembre de 1864.
Al día siguiente, García y García escribe al ministro de Guerra y Marina en Lima dando
cuenta de los nuevos armamentos y buques comprados por el ministro Barreda y se refiere,
en seguida, a la necesidad de "oficiales idóneos para llenar esas dotaciones", lo que obliga
al ministro, dice, a solicitarle que "pusiese a su disposición al teniente primero Miguel Grau
Seminario que se hallaba a sus órdenes, cosa que en el acto he verificado, pasando ese
Oficial al continente". Agrega que se ha quedado privado de los muy importantes servicios
de Grau y que necesita "oficiales inteligentes", para conservar "la mayor vigilancia en los
diversos trabajos del buque, armamento y máquinas", en atención a que se "construyen en
puertos separados por largas distancias".11
Meses antes, el 12 de agosto, admitió el Perú la propuesta de la casa Laird de Birkenhead,
frente a Liverpool, para construir un buque sólido con aparejo de bergantín. Ese otro
blindado, cuya construcción va a vigilar el capitán de navío José María Salcedo, será el
Huáscar, el buque donde encontraría honrosa muerte Miguel Grau.
El 31 de diciembre de 1864, el capitán de fragata Ignacio Dueñas, de la Comisión de
Construcción Naval en Londres, escribe al ministro de Guerra y Marina en Lima y le
confirma que Barreda ha dado la comandancia de los nuevos buques BAP América y BAP
Unión al capitán de corbeta Pardo de Zela y al teniente primero Miguel Grau.
[editar] Detenido en el Reino Unido
La corbeta Unión sale de Saint-Nazaire enarbolando pabellón peruano el 18 de diciembre
de 1864, tres días después que Grau tomara su mando, y fondea en el Támesis el 22 de ese
mes. El 5 de enero de 1865 el conde Russel, canciller de Su Majestad Británica, escribe al
ministro peruano en Londres, Federico L. Barreda, para exponerle que se ha informado de
la existencia en el Támesis de un buque de guerra bajo bandera peruana y le pregunta si la
legación lo reconocía como perteneciente a la Marina de Perú.
De inmediato el ministro Barreda contesta al conde y le indica que el buque a que se refiere
es "la corbeta de guerra peruana Unión, construida en Francia, y mandada por el teniente de
navío don Miguel Grau". Y como Barreda comprende que la nota obedece al propósito del
gobierno británico de mantener neutralidad en el diferendo entre Perú y España, agrega en
su comunicación el siguiente párrafo: "El Gobierno de S.M. debe descansar en la seguridad
de que si desgraciadamente entrase mi país en guerra con alguna potencia amiga de la Gran
Bretaña, el que suscribe no olvidaría ese deber ni permitiría que lo olvidasen sus
nacionales".
11. El 13 de enero de 1865 zarpa Grau con la Unión de Greenhithe, donde se encontraba
fondeada y el 17 está en Plymouth. Es en este puerto británico donde Grau sufre arresto de
48 horas, por orden de las autoridades británicas, bajo sospecha de haber violado la ley que
regula el enrolamiento de gente de mar. Su segundo, el teniente Felipe Pardo, dirige una
nota al ministro del Perú en Inglaterra y Francia dando cuenta del suceso, acaecido cuando
Grau salía de casa del almirante jefe del apostadero de Plymouth.12
Informado de lo ocurrido el ministro Barreda, que se encontraba en París, se traslada a
Londres encargando la defensa de Grau, con la celeridad que el caso requería, al abogado
de Plymouth TilfourdSlater, a quien advierte que debe presentarse al juzgado de Dartford a
exigir que el comandante de la Unión sea puesto en libertad sin condiciones. Por su parte,
Barreda dirige al canciller británico una nota de protesta por la arbitraria prisión de Grau,
denunciando la grave falta cometida por las autoridades de Plymouth, y solicita la libertad
del marino peruano.13 El canciller británico contestó en seguida al Ministro del Perú
expresando su profundo sentimiento por lo ocurrido con el comandante de la Unión, que ya
se encontraba en libertad, y otorgó las más amplias satisfacciones.
Efectivamente, el 20 de enero el abogado Slater encuentra en Dartford al comandante Grau
preso y acusado de que dos operarios, contratados para trabajar en clase de carboneros a
bordo de la corbeta Unión, se habían quejado de malos tratos. De las investigaciones
hechas, resultó, en la audiencia, que el comandante Grau había despedido a los quejosos
por insubordinados.
El cónsul del Perú en Londres, Enrique Kendall, en comunicación dirigida a Barreda, dando
cuenta de los hechos realizados le informa de que, ventilado el juicio y sentada la protesta
del Gobierno del Perú por al atropello cometido contra el comandante Grau, el Juez expresó
que "encontraba el testimonio insuficiente para la formación de causa" y declara "que no
había lugar para la detención", por lo que ordena la inmediata libertad del comandante de la
Unión. Grau, en carta de 23 de enero dirigida a Barreda explica la forma como fue
arrestado y las incidencias que pasó durante su detención.14 Solucionado el incidente, Grau
apresura sus preparativos para regresar al Perú.15
[editar] La revolución restauradora
Combate Naval de Iquique, de Thomas Somerscales (1842-1927).
Representación del enfrentamiento entre el monitor peruano Huáscar, al mando del capitán
12. de navío Miguel Grau, y la corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata
Arturo Prat.
Mientras el Gobierno del Perú compra corbetas en Francia y apresura en el Reino Unido las
gestiones para la construcción de dos blindados, continúan con España las representaciones
diplomáticas, conversaciones a fin de obtener la devolución de las islas Chincha y el
otorgamiento de una amplia satisfacción por lo que el gobierno peruano considera un acto
de piratería internacional. Al tiempo, el Congreso expide la ley de 9 de septiembre de 1864
que autoriza al Ejecutivo para que "haga la guerra el gobierno de España" y expulse a los
españoles de las islas Chincha.
Pero el tiempo transcurre sin que se restituyan las islas y el conflicto se agudiza. Y cuando
más arrecia la excitación pública, el Gobierno del Perú, por intermedio de su comisionado,
el general Manuel Ignacio de Vivanco, celebra con el almirante español José Manuel
Pareja, que ha reemplazado a Pinzón en el mando de la flota española, el tratado conocido
con el nombre de Vivanco–Pareja; mas el pacto, suscrito a bordo de la fragata Villa de
Madrid bajo la presión de un ultimátum, resulta inaceptable. No obstante que expresamente
se desaprueba la ocupación de las islas y el alegado título de reivindicación de derechos, el
arreglo hiere el orgullo nacional de los peruanos y hace que se intensifique la indignación
popular. Y es que por el tratado, además de aceptar el Perú el reconocimiento de los
créditos que pudieran existir a favor de súbditos españoles desde la época de la
independencia, con la intervención de un comisario regio en las discusiones, se conviene en
el pago de tres millones de pesos fuertes a favor de la Corona de España; suma que se
abona de inmediato para cubrir, en concepto de indemnización, los gastos que la escuadra
agresora ha soportado desde que ella misma promovió el conflicto ocupando las islas el 14
de abril de 1863. Se consigna también en el tratado el hecho inexacto de que el Perú se
había negado a aceptar la devolución de las islas.
La situación se agrava con el repudio del tratado por la opinión pública. No se concibe
cómo el país que ha sido víctima del atropello pueda acabar indemnizando al agresor. Las
explicaciones del gobierno de que al devolver las islas se ha saludado a la bandera y que el
arreglo pactado constituye un sacrificio que salva al país de los horrores de la guerra son
insostenibles, en el caldeado ambiente político, propicio a la revuelta, que no se hace
esperar.
El 28 de febrero de 1865 estalla en Arequipa la revolución que encabeza el prefecto coronel
Mariano Ignacio Prado. En Chiclayo el coronel José Balta secunda el movimiento y se
levanta en armas el 12 de abril. La revolución se organiza y el coronel Prado asume el
cargo de comandante en jefe de la Revolución Restauradora y el coronel Balta, el de
segundo comandante. El jefe político al que corresponde gobernar el país, en su carácter de
segundo vicepresidente de la República, es el general Pedro Díez-Canseco.
La insurrección progresa en todos los frentes y las tropas restauradoras del norte y del sur
avanzan sobre la capital y ganan nuevas poblaciones. Parte de la escuadra peruana, al
mando del capitán de fragata Lizardo Montero, se adhiere al movimiento. LaAmazonas, el
Tumbes y el Lerzundi obedecen sus órdenes.
13. Entre tanto, Grau, que ha dejado el Reino Unido el 5 de febrero, se dirige con la Unión
hacia las islas Madeira, junto con la América, comandada por el capitán de corbeta Juan
Pardo de Zela. El 12 siguen los dos buques a Cabo Verde donde tocan el 20 y el 22
continúan viaje a Río de Janeiro, puerto al que arriban el 6 de marzo. Aquí Grau se dedica a
componer la máquina de la corbeta que ha sufrido desperfectos en la travesía. El 26 parte
en convoy con la América pero, al siguiente día, después de navegar más de 100 millas,
Grau se ve obligado a regresar a puerto. Un furioso temporal causa graves daños a la Unión
en su arboladura, al extremo de tener que ser remolcada por la América. De vuelta en Río
de Janeiro las reparaciones de la Unión, entorpecidas por incesantes lluvias, demoran dos
largos meses. Recién el 6 de junio, Grau puede hacerse a la mar. Un mes después, el 6 de
julio, fondea la Unión en Valparaíso.
Ya desde el 1 de mayo, el presidente Pezet había ascendido a los comandantes de las dos
corbetas. El artículo único de la orden general de la Armada, transcrita en oficio de 6 de
mayo dice:
"Su Excelencia el Presidente con fecha 1º del actual, y con abono a la antigüedad del 31 de marzo
último, ha expedido a favor del capitán de corbeta don Juan Pardo de Zela, despacho de capitán de
fragata efectivo; para el teniente primero don Miguel Grau el de capitán de corbeta" (corre en el
libro respectivo del escalafón de Marina, en la página 70) "y al alférez de fragata don José E.
Castañón el de teniente segundo."
En Valparaíso Grau se informa de la grave situación que atraviesa el Perú y expresa a la
oficialidad del buque su firme resolución de combatir al lado de las fuerzas de Prado y de
Balta. Nada vale ante él la solicitud que en nombre del Gobierno de Lima le formula su
anciano padre, que ha hecho viaje a Chile con el sólo propósito de entregarle un mensaje
personal del presidente de la República en el que le pedía sumisión al régimen
constitucional. La Unión se une así a la escuadra rebelde y presta todo su apoyo a los
ejércitos que combaten al gobierno.
Grau, como comandante de la Unión, realiza las operaciones que más convienen al éxito de
la revolución. Patrulla las costas, traslada tropas, vigila puertos, transmite informes y
ejecuta distintas comisiones para la causa que defiende. En premio a los méritos efectuados
y en pleno período revolucionario, es ascendido, el 22 de julio, a la clase de capitán de
fragata por el segundo vicepresidente de la República, el general Pedro Díez-Canseco, que
se encuentra esos días en la sierra del centro en unión del coronel Mariano Ignacio Prado,
después de dominar todo el sur. Es interesante el parte, escrito por Miguel Grau, que eleva
a la Comandancia General de Marina el 5 de octubre de 1865, estando al ancla en el puerto
chinchano de Tambo de Mora.16
El Gobierno de Lima, por su parte, da de baja del cuerpo de la Armada, por orden general
de 16 de agosto, a Grau junto con otros marinos que se habían adherido a la revolución. La
revolución prosigue y los combates se suceden en todas partes, con resultados favorables a
los insurrectos. El coronel Balta en el norte obliga a rendirse a las tropas adictas al régimen:
Piura, Chiclayo, Trujillo, Cajamarca y Huaraz reconocen la autoridad de Balta. Ganado el
norte, gran cantidad de tropas viaja del norte a Pisco, para unirse con las del sur en
14. Chinchay emprender en conjunto un más vigoroso empuje sobre la capital. Los ejércitos
revolucionarios entran en Lima el 6 de noviembre y obligan a capitular a las fuerzas del
general Pezet.
Organizado el nuevo gobierno por el general Pedro Díez-Canseco, se realiza en la capital el
26 de noviembre un gran mitin popular en el que con aceptación de jefes del ejército se
propone la dictadura, que el presidente rechaza. La dictadura es aceptada por el coronel
Mariano Ignacio Prado, jefe de la revolución triunfante.
Se prepara sin demora al país para la guerra con España. El 15 de diciembre el Perú firma
con Chile, que ya se encuentra en guerra con España desde el 6 de octubre, un tratado de
alianza ofensiva y defensiva, al que después se adhieren Bolivia y Ecuador, y el 14 de enero
de 1866 se formula de declaración del estado de guerra con España como culminación de
los ideales de la revolución restauradora.
[editar] Guerra Hispano-Sudamericana
Artículo principal:Guerra Hispano-Sudamericana.
Ajustada la alianza con Chile por el tratado de 5 de diciembre de 1865 y en víspera de la
declaratoria de guerra a España, el Gobierno del Perú apresura la formación de una
División Naval, bajo las órdenes del capitán de navío Manuel Villar, la que queda integrada
por las fragatas Amazonas y Apurímac y las corbetas Unión y América, recién llegadas de
Europa. A fines de diciembre salen hacia el sur para unirse a la escuadra chilena,
compuesta por la Esmeralda y la Covadonga, ésta última capturada poco antes a los
españoles entre Coquimbo y Valparaíso. La escuadra navega rumbo al Estrecho de
Magallanes para dar encuentro a los blindados peruanos Independencia y Huáscar,
recientemente construidos, que se esperaba ya hubiesen salido de los astilleros británicos
rumbo al Callao.
El 15 de enero de 1866, al día siguiente de la declaratoria de guerra a España, la división
del Comandante Manuel Villar llega a Chayahué, apostadero de la escuadra chilena en
Chiloé, al abrigo de la isla de Abato. Ese mismo día la Amazonas, al introducirse por uno
de los estrechos canales de Abtao, naufraga, quedando su casco varado en la playa.
Días después, el 21 de enero, las fragatas españolas Villa de Madrid y Blanca salen de
Valparaíso en busca de la Escuadra aliada para empeñar combate. En la tarde del 7 de
febrero, las fragatas españolas se aproximan resueltamente a los canales de Abtao. Se baten
por parte de Perú, la fragata Apurímac, a órdenes del Jefe de la Flota peruana capitán de
navío Manuel Villar y las corbetas Unión y América, a órdenes de los capitanes de fragata
Miguel Grau Seminario y Manuel Ferreyros. Interviene también la goleta chilena
Covadonga al mando del capitán de corbeta Manuel Thomson.
Luego de dos horas de intenso fuego, las fragatas españolas abandonan los canales de
Abtao con serias averías y el convencimiento de que no era posible forzar la resistencia
naval de la escuadra aliada. A los pocos días después del combate naval de Abtao, la
15. escuadra aliada se traslada a Huito, cuyo canal de acceso tiene mejores defensas que el
apostadero de Chayahué.
Atestiguando la valía de las corbetas peruanas, el comandante de la Villa de Madrid,
Claudio Alvear Gonzáles, en el parte que sobre el combate de Abtao pasó al Jefe de la
Escuadra española decía, lo siguiente: “Los tiros más certeros, de más alcance y de más
efecto fueron los de las dos corbetas peruanas América y Unión”. Por su parte el Jefe de la
Escuadra chilena Juan Williams Rebolledo, saludando los resultados del combate de Abtao,
felicitó al capitán de navío Manuel Villar con la siguiente carta:
"Aproximándose la salida del vapor de la carrera y deseando imponer al Supremo Gobierno el
hecho de armas que tuvo lugar el 7 del actual y que V.S. con tanto acierto dirigió, espero que V. S.
me dará los pormenores a fin de comunicarlos. Esta oportunidad me permite congratular a V. S. y a
los Jefes, Oficiales y tripulaciones peruanas, por el arrojo y serenidad que han manifestado durante
las dos horas que duró el combate, bajo un fuego sostenido por ambas partes y por el resultado
favorable que se ha obtenido, el cual se debe a la Escuadra del Perú. V. S. sabe bien cuanto importa
la derrota que han sufrido las naves enemigas y la prueba que han dado sus subordinados es un
motivo poderoso para esperar más tarde un espléndido triunfo."
Monumento a Miguel Grau en Genova, Italia.
Después del resultado favorable del combate, las corbetas Unión y América salen el 25 de
marzo nuevamente en dirección sur al Estrecho de Magallanes, para encontrarse con los
nuevos blindados peruanos, que con toda seguridad estaban en viaje al Perú. De retorno, sin
encontrar a los blindados, Grau al mando de la Unión, fondea en Valparaíso, puerto
desguarnecido que había sido bombardeada el 31 de ese mes por la escuadra española.
Recogiendo en este puerto al almirante Manuel Blanco Encalada, nuevo Jefe de la Escuadra
chilena y algunos otros marinos, la Unión retorna a Huito, en donde permanece hasta el 15
de mayo en que se dirige nuevamente a Valparaíso. De este puerto, vuelve al sur hacia
Ancud, para reunirse con el resto de la flota aliada, en espera de los acorazados peruanos.
En el norte, la guerra continúa y el almirante español Casto Méndez Núñez, al mando de
siete navíos, decide incendiar el Callao, así como lo ha hecho con Valparaíso. Cumpliendo
su anuncio, el 2 de mayo rompe los fuegos de 300 cañones sobre el puerto peruano.
Después de más de cuatro horas de intenso bombardeo, en el que dos fragatas españolas
tuvieron que retirarse tras ser alcanzadas por las defensas costeras, la escuadra española se
16. retira sin haber cumplido sus objetivos, para no regresar jamás. En dicho combate muere el
ministro de Guerra y Marina, José Gálvez, tribuno liberal.
La fragata Independencia y el monitor Huáscar, que el Perú esperaba ansiosamente,
salieron de sus respectivos astilleros del Támesis y del Mersey, en enero de 1866, al mando
de los comandantes Aurelio García y García y José María Salcedo. Los buques se juntan en
Brest el 20 de febrero y el 27 dejan ese puerto con rumbo a las Azores, donde arriban el 4
de marzo. El 7 zarpan rumbo a San Vicente, en el archipiélago de Cabo Verde, en donde
anclan el 12. El 1 de abril, después de un accidentado viaje, fondean en Río de Janeiro. El
24 de mayo, son avistados por la América en el Estrecho de Magallanes. Y el 7 de junio
arriban a Ancud, donde se reúnen con el resto de la escuadra peruana. El 11 de junio, la
escuadra peruana, sale con rumbo a Valparaíso, puerto en el que permanecen anclados
cerca de dos meses, a órdenes del capitán de navío Lizardo Montero, que ha sucedido en el
mando al almirante Salcedo. La flota espera en Chile, órdenes del Gobierno de Lima.
Arresto en la isla de San Lorenzo
Mientras la escuadra peruana se movilizaba, el Gobierno de Lima, después del combate
naval del 2 de mayo, tenía en proyecto una expedición naval a Filipinas con los nuevos
blindados, a fin de desalojar de esas islas a los españoles. Para realizar esa audaz empresa el
Gobierno peruano contrata en Estados Unidos de América al contralmirante de la marina
estadounidense John R. Tucker, quien arribó a Valparaíso a principios de julio, asumiendo
sus funciones de Jefe de la Escuadra. La insignia fue izada precisamente en la Unión, la
nave que Miguel Grau comandaba. Sin embargo, antes que el almirante John R. Tucker
asumiera el mando, los marinos peruanos, noticiados que la escuadra peruana